Exposición Info Sikuani

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Exposición Infografía Sikuani

Encontré que tienen problemas con sus territorios como la mayoría de


comunidades indígenas y pues aunque sea algo común para nosotros
presenciarlo cada 2x3 acá en Colombia pues sigue siendo devastador saber que
siguen habiendo cantidades de comunidades y personas sin un hogar fijo o por lo
menos en los territorios en los que venían viviendo los cuales tenían un significado
por la cultura que siguen.
Los Sikuani son uno de los casi 100 pueblos indígenas reconocidos oficialmente
de Colombia. Nativos de la región del río Guaviare - un afluente del gran río
Orinoco y puerta de entrada a la selva amazónica - siguen sufriendo algunas de
las peores consecuencias del conflicto Colombiano, cuya duración supera ya los
50 años.
Tradicionalmente una sociedad seminómada, muchos clanes Sikuani han sido
desplazados forzosamente por la violencia lejos de sus tierras ancestrales, y
obligados a buscar refugio en cualquier sitio donde se les ofrezca tolerancia - por
lo general en tierras no reclamadas que carecen de servicios básicos.
En el pueblo de Puerto Alvira, en el sureste de Colombia, uno de los socios
humanitarios de la Comisión Europea, Médicos del Mundo (Médecins du Monde o
MdM) brinda atención médica a través de sus unidades móviles de salud, las
cuales se desplazan río abajo por lanchas hasta llegar a estas comunidades
aisladas.
Imposibilitados de acceder a su territorio tradicional, los Sikuani apenas se
alimentan. En los primeros dos días de consulta de MdM, cinco bebés Sikuani
fueron diagnosticados con desnutrición aguda y recibieron Plumpy Nut, una pasta
a base de maní que trata la desnutrición aguda grave.
"La atención médica debe adaptarse a la cultura del paciente", explica una médica
de MdM. "Por ejemplo, uno necesita recetar medicamentos que se puedan tomar
de una vez, en una sola dosis ya que el Sikuani tiene un concepto diferente del
tiempo; si uno prescribe un tratamiento regular, ellos a menudo se toman todo el
lote de pastillas de una sola vez ", añade.
Los Sikuani sufren de condiciones que agravan su situación. Las enfermedades
tropicales (malaria, el chikungunya, parásitos) son endémicas de la región y
empeoran por el agua sucia. Además, muchos sufren de las condiciones del "estilo
de vida": diabetes, anemia, hipertensión, sobre todo debido a la insuficiente y
desequilibrada ingesta de alimentos y a los daños psicosociales que resultan del
conflicto armado como son el suicidio y la violencia sexual.
La seguridad sigue siendo una preocupación, ya que es uno de los puntos más
delicados del conflicto. "No ha habido un tiroteo en cuatro o cinco meses", dice el
Cacique. Pero el terreno en el que los Sikuani están confinados carece de
protección, y está cerca de la base militar local donde los insurgentes han atacado
varias veces en el pasado.

"En el futuro necesitamos que nuestra gente sea más competente, al menos en
términos de educación y salud", dice el capitán. "Tres jóvenes de nuestro clan ya
se han graduado de maestros, pero también necesitamos profesionales de la
salud y eso es un largo camino por recorrer", suspira.
En la planicie de los llanos, rodeados de un verde sin igual, este grupo de
indígenas lucha hoy porque el Estado colombiano reconozca su derecho ancestral
al territorio. Sin saber que les asistía el derecho a que se les reconociera como
resguardo indígena, los Sikuani además de desplazamiento forzado y despojo de
tierras, han sido víctimas de confinamiento, siembra de minas antipersonal en sus
territorios, reclutamiento forzado de sus hijos e hijas, violencia sexual contra
mujeres y niñas, inseguridad alimentaria, entre otros.

Presionados por hechos como las masacres de Mapiripán y Puerto Alvira, Meta,
en 1997 y 1998, donde fueron asesinadas más de 80 personas, la constante
presencia en su territorio de grupos armados ilegales, el reclutamiento de 5 de sus
niños en el 2002 y las acusaciones a sus miembros de ser auxiliadores de estos
grupos, los Sikuani del asentamiento Chaparral tuvieron que huir forzadamente de
su territorio.
Las tendencias de desplazamiento forzado en México desde 2017 reflejan que las
poblaciones indígenas han sido las más afectadas, pues conforman 41 por ciento
del total de personas desplazadas. “A las afectaciones históricas que han vivido
como pueblos, que han incluido el despojo territorial, incursiones militares y
paramilitares en contextos donde se gestaron insurrecciones indígenas, se añade
en los últimos años la presencia del crimen organizado en sus territorios”.
El año 2020 cerró con alrededor de 90 casos, en los que 28.509 personas de 8192
familias fueron víctimas de desplazamiento forzado y confinamiento a causa de
hechos violentos vinculados al conflicto armado, de acuerdo con la Defensoría de
Pueblo.
Las personas se vieron obligadas a huir de sus hogares durante todo el año, a
pesar del llamado urgente que el Secretario General de la ONU hizo el día 23 de
marzo de 2020, en el que pedía un alto al fuego mundial para permitir una
respuesta coordinada a la pandemia. A finales de 2020, la cantidad de personas
desplazadas por la fuerza como resultado de persecución, conflicto, violencia,
violaciones a los derechos humanos y acontecimientos que alteraron gravemente
el orden público había llegado a 82,4 millones, la cifra más alta registrada según
los datos disponibles.13 Esta cifra representa más del doble del nivel de hace una
década

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