STC3956 2020

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OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

Magistrado ponente

STC3956-2020
Radicación nº 25000-22-13-000-2020-00020-01
(Aprobado en sesión virtual de seis de mayo de dos mil veinte)

Bogotá, D.C., veinticuatro (24) de junio de dos mil


veinte (2020).

Se desata la impugnación del fallo de 7 de febrero de


2020 proferido por la Sala Civil-Familia del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cundinamarca, que negó la
tutela de Silvana Katherine Rivera Vásquez contra el
Juzgado Civil del Circuito de Villeta.

ANTECEDENTES

1.- La gestora, en aras de proteger su «mínimo vital», el


«debido proceso y acceso a la administración de justicia de la
parte», acudió a este mecanismo para que se «ordene [su]
relevo como apoderada en pobreza de Claudia Patricia
Acosta (…) en [el] proceso 2019-125 y, en consecuencia» se
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designe un nuevo togado que habite en dicha localidad o en


algún distrito judicial cercano, por cuanto ella reside en
Medellín y los gastos de traslado y alojamiento le causan
«detrimento económico».

Añadió que pese a que puso en conocimiento los


motivos por los cuales no aceptaba el nombramiento, el
despacho cuestionado hizo caso omiso al no tener en
cuenta lo estipulado en el artículo 48 del Código General del
Proceso, en lo relacionado con la escogencia de los
«auxiliares de la justicia» con base en la «lista oficial del
respectivo distrito» y que está «nombrada en más de 5
procesos de forma gratuita».

2.- La dependencia censurada remitió el infolio


respectivo y se atuvo a lo resuelto, no sin antes indicar que
la guarda no cumple con el requisito de subsidiariedad,
dado que la impulsora no refutó el proveído que desestimó
sus excusas y le confirmó tal calidad.

Paola Andrea Cardeño Arias, demandante en el


reivindicatorio que originó esta queja, alegó la falta de
legitimación de la libelista en lo que a discutir prebendas de
Claudia Patricia se trata.

SENTENCIA DE PRIMER GRADO E IMPUGNACIÓN

El a quo desestimó el auxilio porque no se agotó el


postulado de residualidad, «por cuanto la promotora del

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auxilio no activó ningún recurso contra la determinación que


dispuso su nombramiento como abogada de pobreza».

La precursora se alzó fincada en planteamientos


similares a los iniciales.

CONSIDERACIONES

1.- En primer lugar, observa la Sala falta de


legitimación de Rivera Vásquez para invocar la defensa de
las prerrogativas de la amparada por pobre, toda vez que no
allegó poder que la faculte a actuar en nombre de ella, ni
adujo ser su «agente oficiosa», por lo que el resguardo solo
se analizará desde su puntual caso. Memórese que

[l]a legitimación por activa en la acción de tutela se refiere al


titular de los derechos fundamentales presuntamente
vulnerados o amenazados. Sin embargo, tanto las normas como
la jurisprudencia, consideran válidas tres vías procesales
adicionales para la interposición de la acción de tutela: (i) a
través del representante legal del titular de los derechos
fundamentales presuntamente conculcados (menores de edad,
incapaces absolutos, interdictos y personas jurídicas); (ii) por
intermedio de apoderado judicial (abogado titulado con poder o
mandato expreso); y, (iii) por medio de agente oficioso (C. C. ST-
878 de 2007).

2.- Ahora, si bien en honor al «principio de


subsidiariedad» que caracteriza este instrumento y a la
libertad y autonomía que la Carta Política ha conferido a
los enjuiciadores, sus actuaciones no están sometidas al
presente escrutinio, también lo es que en contadas
ocasiones pueden cometer errores ostensibles, caso en el
cual se impone la intervención superlativa para conjurar el
comportamiento transgresor o amenazante, tal cual aquí

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sucedió, pues el estrado acusado incurrió en una


inadecuada interpretación de la normativa reguladora de la
materia.

Al punto se ha dicho que «en los precisos casos en los


cuales el funcionario respectivo incurra en un proceder
claramente opuesto a la ley, por arbitrario o antojadizo,
puede intervenir el juez de tutela con el fin de restablecer el
orden jurídico si el afectado no cuenta con otro medio de
protección judicial» (CSJ STC4726 2015, reiterada en CSJ
STC13387 2017).

3.- Se afirma lo anterior, porque en el sub lite, Rivera


Vásquez busca derruir el proveído de 19 de noviembre de
2019, mediante el cual el juzgado accionado no accedió a
«relevarla del cargo de apoderada de pobre» de Claudia
Patricia Acosta Diosa, luego de descartar las justificaciones
que le exteriorizó, esto es, no residir en el sitio donde se
adelanta el pleito y que ya fungía en tal calidad en seis (6)
procesos más.

De suerte que el Juzgado Civil del Circuito de Oralidad


de Villeta no tuvo en cuenta las especiales circunstancias
que rodearon el nombramiento de la querellante,
desconociendo las razones que expuso a fin de ser
reemplazada, esto es, el distanciamiento entre Medellín, su
domicilio, y Villeta, lugar donde se adelanta el juicio y que
ya se desempeñaba como «apoderada de oficio» en distintos
procesos adelantados en esa capital, en la medida que, por
un lado, con la nueva nominación se sobrepasaba el límite

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dispuesto en el numeral 7° del artículo 48 del Código


General del Proceso y, por el otro, según lo dispuesto en el
artículo 154 ídem, el abogado designado como
representante de pobre debe residir en el sitio donde se
deba tramitar la respectiva instancia.

Aspectos que no analizó con detenimiento,


convirtiendo su actuar en desproporcionado, ya que adujo
razones ajenas a tales preceptos, como que la inconforme
previamente había actuado como apoderada de confianza
de Acosta Diosa en la pertenencia que le adelantó a su
actual contraparte en el reivindicatorio y que el supuesto
planteado en el artículo 48 citado no procede respecto de
las designaciones como togada de amparada por pobre,
pues solo se circunscribe a aquellas bajo la calidad de
curador ad-lítem.

4.- Al respecto, cabe precisar la finalidad de estas


instituciones y la aplicación armónica de las normas que
regulan el «nombramiento y justificación de sus rechazos»,
señalando las reglas a tener en cuenta al momento de
realizar una u otra «designación».

4.1.- El rol social del apoderado en el pleito y del


«apoderado de pobre», e integración de normas.

En lo que al «amparo de pobreza» concierne, entendido


como «instituto procesal», se tiene que su objeto

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(…) es asegurar a las personas que por sus condiciones


patrimoniales no pueden sufragar los gastos que requiere el
proceso la defensa de sus derechos, merced que constituye el
desarrollo del derecho constitucional a la justicia y del principio
procesal de la igualdad de las partes en el litigio, lo que implica
que su desconocimiento conlleve la vulneración de los derechos
esenciales (STC01375-2014, 26 sept., rad. 02068-00).

Bajo ese tópico, el artículo 151 de la Ley 1564 de 2012


estableció que se «concederá el amparo de pobreza a la
persona que no se halle en capacidad de atender los gastos
del proceso sin menoscabo de lo necesario para su propia
subsistencia y la de las personas a quienes por ley debe
alimentos, salvo cuando pretenda hacer valer un derecho
litigioso a título oneroso», al punto que el artículo 154
ejusdem pregona que el beneficiado queda exonerado de los
«gastos procesales» y, si es indispensable, se le «designará»
vocero «en la forma prevista para los curadores ad litem»
(STC1567-2020).

Últimos, sobre los que esta Colegiatura ha dicho:

(…) son defensores designados por el juez, en los eventos


específicamente autorizados por la ley. Se trata
de (…) mandatarios que el juez les da a ciertas personas que
no pueden o no quieren comparecer al juicio, en circunstancias
que la ley determina’ (G.J. XLIV, pág. 114). Su función está
circunscrita a representar, dentro del proceso en el cual han
sido designados, a la persona cuya representación judicial les
ha sido encomendada, correspondiéndoles actuar en él, hasta
cuando concurra aquel a quien representan, o un representante
de éste. Para el ejercicio de su función están provistos de
facultad para realizar todos aquellos actos procesales que no
estén reservados a la parte misma, para constituir apoderado
judicial bajo su responsabilidad, estándoles vedado recibir, o
disponer del derecho en litigio (…), STC7203-2015.

Significa lo anterior, que en esencia tales figuras guardan

semejanza, en cuanto ambas buscan «garantizar una

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defensa eficaz» de los representados y la materialización de


la justicia, no solo para respaldar el debido proceso en toda
la actuación sino también su establecimiento en la
percepción de la sociedad.

Tanto es así que en los dos fenómenos jurídicos, los


«designados» fungen como defensores de oficio; empero, uno
propende por los derechos de la parte que no puede o no
quiere comparecer al proceso y el otro, de quien no tiene los
recursos suficientes para sufragar las erogaciones que el
trámite implica, lo que no permite desconocer su afinidad;
en consecuencia, quien las ejerce tiene la condición de
«auxiliar de la justicia».

Frente a ello, la guardiana de la Carta Política en C-


083 de 2014, expresó que (…) el defensor de oficio garantiza
el goce efectivo del derecho a la defensa y al debido proceso
de las personas que enfrentan obstáculos y barreras a su
goce efectivo, debido a que están ausentes (curador ad litem)
o porque pese a estar presentes, carecen de recursos para
costearse una defensa técnica (amparo de pobreza”.

Lo dicho, para evidenciar que cuando el estrado


encartado desatendió las excusas de la designada, «toda vez
que el artículo 48 numeral 7 del Código General del Proceso
solo es aplicable en las designaciones de curador ad- litem»,
no tuvo en cuenta que cuando le adujo que ostentaba más
de cinco nominaciones en diferentes despachos bajo la
condición de «defensora de oficio», encajaba dentro de los
supuestos del precepto en cita, extensivo al caso por

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expresa manifestación del inciso segundo del artículo 154


ídem.

En efecto, la Sala en STC5150-2019 definió que la


regla a la que se refirió el iudex atacado, «desarrolla la
función social que conlleva el hecho de ser abogado, y que
impone ciertas responsabilidades, entre otras, la de aceptar
y desempeñar las designaciones como defensor de oficio»,
labor de la que sólo podrá excusarse, conforme a tal
disposición y al numeral 21 del artículo 28 de la Ley 1123
de 2007, cuando: «i) se encuentre enfermo, ii) se evidencie
una incompatibilidad de intereses, iii) sea servidor público,
iv) se demuestre estar actuando como defensor de oficio en
más de 5 procesos, v) exista una razón que incida
negativamente en la defensa del imputado y, vi) se
transgredan derechos fundamentales del designado».

En conclusión, es claro el rol social que se desprende


de ambas figuras, las cuales si bien tiene orígenes distintos,
revisten a quienes fungen en ellas como procuradores de
oficio, lo que permite equipararlas en cuanto a su finalidad,
aplicándoseles las mismas causales de exención, a saber, la
especifica que establece el numeral 7 del artículo 48 del
Código General del Proceso y las complementarias del
numeral 21° del artículo 28 de la Ley 1123 de 2007,
teniendo en cuenta que se trata de cargos de oficio y que el
artículo 154 ut supra instituyó motivos de «rechazo» a la
«designación de apoderado»sin explicitarlos, vacío que
cubren tales disposiciones.

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Ello al margen de las diferencias que las apartan,


verbigracia las exenciones económicas que otorga la
declaración del amparo de pobreza al beneficiado, mismas
que no se podrían trasladar a la figura del curador en razón
de su origen (ausencia del representado); la solicitud
expresa del que pretenda aquel beneficio, la cual ha sido
entendida como “una carga procesal que se encuentra
conforme con la dinámica del trámite judicial”, al ser deber
del interesado dar a conocer su situación, y la
remuneración que autoriza el artículo 155 del estatuto
procesal vigente únicamente respecto del «apoderado de
pobre», bien sea mediante las agencias en derecho o los
honorarios regulados por el juez ante el éxito de su gestión,
tema central en otras discusiones, pero que hoy no lo es
(STC3018-2015).

4.2.- Pautas en materia de «designación».

Con base en la falta de ponderación de la autoridad


encartada de los efectos derivados de la cuestionada
«designación», tanto para la abogada como para la
representada, es necesario precisar que si bien se ha
pregonado el deber de solidaridad en cabeza de quienes
ejercen la profesión del derecho y, por esa vía, el imperativo
de aceptar de manera forzosa el cargo asignado, lo cierto es
que tal proceder de los funcionarios, lejos de ser protector
de las garantías del debido proceso y acceso a la
administración de justicia, pilares que se patrocinan con
tales nombramientos, se torna perturbador de las mismas.

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No solo para quien se encomendó tal labor, en tanto


indefectiblemente le significa un detrimento de su peculio,
sino también para la parte, pues conforme a lo antedicho
tal «designación» exhibe «una razón que incide negativamente
en su defensa», pues por la distancia esta será ineficaz,
dado que el encargado no tendrá la posibilidad de participar
activamente en la contienda, estando presto a atender
cualquier requerimiento o trámite que fuere menester,
circunstancia que apremia el establecimiento de reglas o
parámetros a aplicar en esos casos donde por la
composición poblacional de los centros urbanos no resulta
fácil escoger profesionales para tal fin.

En ese sentido, es necesario ver en conjunto las


cánones que desarrollan tales figuras, esto es, en el caso del
curador ad litem, el numeral 7° del artículo 48 del Código
General del Proceso y para el «apoderado de pobre»,
específicamente, el 154 ibídem que trata sus efectos, de los
cuales se concluye que la «designación» debe recaer sobre el
litigante que «ejerza habitualmente la profesión» y que a su
vez «resida donde deba tramitarse la segunda instancia o el
recurso de casación», sin que este último aspecto sirva de
derrotero para afirmar que solo se atenderá tal disposición
en esas instancias, pues ello contravendría el carácter
inescindible que se predica de la interpretación sistemática
de las normas.

Máxime cuando para sustentar esa afirmación, es


necesario recordar la razón de ser de tal regla, la cual está
en el traslado al que está sometido el expediente que va a

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ser estudiado en dichas sedes, lo que por lo general implica


un distanciamiento considerable del lugar donde se originó
la lid, aspecto frente al que, por cuestiones de practicidad,
torna prudente la sustitución del togado que venía velando
por la respectiva causa.

Bajo ese panorama, para la Sala, el funcionario


judicial que deba nombrar a un abogado para que ostente
una u otra calidad, se debe limitar i) a aquellos que
desarrollen su profesión dentro de su jurisdicción, sin
obviar que habrá casos en los que por el tamaño de la
población haya pocos, incluso ninguno, y los mismos
sobrepasen el número de causas contemplado en la ley,
para lo cual deberá acudir ii) a los que laboren en los
municipios cercanos, iii) en la cabecera del distrito del cual
haga parte el juzgado, y iv) en el distrito judicial más
próximo, en ese orden. Adicionalmente, deberá tener en
cuenta que son cinco las designaciones máximas posibles,
tenidas en cuenta las modalidades que adopta el servicio
profesional indicado.

4.3.- En suma, el «curador ad litem» y el «apoderado de


pobre» son instituciones que se enmarcan en la función
social de solidaridad que pregona la vocación de la
abogacía, de las que se desprenden más diferencias que
similitudes, últimas dentro de la que se encuentra
desarrollar una defensa técnica de forzosa aceptación y
desempeño, de la que el designado solo se podrá excusar si
acredita que está inmerso en alguno de las causales que
contiene la Ley 1123 de 2007 para tal tipo de encargos y el

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límite máximo de 5 procesos en los que funja con


cualquiera de esas dos condiciones, ante cualquier
autoridad del país.

Designaciones que de ahora en adelante tendrán en


cuenta los parámetros que se establecen en el presente
fallo, los cuales buscan garantizar no solo el derecho de
contradicción y debido proceso de los representados
mediante una defensa eficaz en términos de concurrencia al
juicio, sino también propender por una selección justa y
equitativa de los abogados que van a concurrir a tal labor,
teniendo en cuenta su arraigo y escenario de negocios.

5.- Por fuerza de lo vaticinado, se revocará la directriz


opugnada para, en su lugar estimar el ruego.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por mandato de la ley,

RESUELVE

PRIMERO: REVOCAR la sentencia de fecha,


naturaleza y procedencia conocidas. En su lugar,
CONCEDE el auxilio a Silvana Katherine Rivera Vásquez y
ordena al Juzgado Civil del Circuito de Villeta, que en el
término de 48 horas siguientes a la notificación de este
fallo, la releve como representante judicial de la amparada

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por pobre y proceda a designar uno nuevo, atendiendo lo


antes expuesto.

SEGUNDO: NOTIFICAR a los interesados por el


medio más expedito y remitir el expediente a la Corte
Constitucional para su eventual revisión.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


Presidente de Sala

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

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OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

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