Servicio Bíblico Latinoamericano: Diciembre de 2015 - Ciclo C
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Servicio Bíblico Latinoamericano
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Martes 1 de diciembre de 2015
Eloy
E stos dos personajes del evangelio representan a una comunidad que todavía no
reconoce en la presencia de Jesús la acción de Dios. Ellos, destinados a seguir y
anunciar a Jesús, son un signo elocuente de nuestra vivencia de fe enceguecida por
tantos caprichos que nos empobrecen y no nos dejan ser cada día más humanos y
hermanos.
Nosotros podemos ser esos ciegos que van detrás del Maestro suplicando algo de
luz para nuestra vida. El milagro de Dios nos compromete a divulgar su luz en medio
del mundo tan lleno de sombras y muerte. Lo único certero, por lo que deberían
evaluarnos, después del amor, sería nuestra confianza ciega en seguir y actuar
conforme al mensaje del Evangelio en la vida; ser signo de luz que testimonie la
presencia de Jesús en ella. Recobrar la vista es estar destinados a encontrar la Luz y
seguir a Jesús.
La luz, ese símbolo básico de lo humano, permite descubrir y superar nuestra
propia realidad de oscuridad, como paso obligado para crecer en humanidad. Pasar de
la oscuridad a la luz en el campo de la fe, incluye ver por uno mismo, iluminar a
otros y encontrar senderos que alumbren toda vida humana.
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Oración comunitaria
Oh Dios Padre y Madre, que suscitaste a Juan Bautista precediendo a Jesús,
anunciándolo y clamando por la conversión; haz que también nosotros seamos
siempre "precursores" de la Buena Noticia que Jesús anunció, enderezadores de
los caminos por los que cada día estás queriendo venir a nosotros, por Él, que
vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
Oh Dios de todos los pueblos, que has enviado a lo largo de los siglos
mensajeros, profetas y precursores tuyos para todos los pueblos; te pedimos que
nosotros los cristianos reconozcamos tu presencia en todos ellos, y nos
alegremos de tu acción constante y callada en todos los pueblos y en todas las
religiones, hasta el día en que llegue el Adviento de tu Reinado para todos los
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seres humanos. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo, nuestro hermano
mayor. Amén.
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L a figura de Juan Bautista da unidad al texto de donde están tomados los versículos
del evangelio que hoy se nos presenta. Mateo presta mucha atención a Juan, pues ve en
él al precursor de Jesús, teniendo posiblemente presente al grupo de seguidores de Juan
Bautista, integrantes también de las primeras comunidades cristianas de su entorno.
Este texto está precedido por algunas preguntas que hace Jesús sobre Juan: Juan no es
una caña movida por el viento, aludiendo a los predicadores oportunistas, que los había
muchos en su momento; Juan Bautista no es un hombre elegantemente vestido,
aludiendo a los cortesanos de donde Juan no procede; Juan se presenta como un
verdadero profeta y precursor del Mesías liberador del pueblo, tan esperado por todos.
El evangelio de Mateo nos quiere poner en sintonía con un proyecto de sociedad
distinta a la imperante y establecida, que genera violencia y muerte, que deshumaniza
de tantas formas al ser humano. Nos invita a estar abiertos a la escucha de la voz de
Dios en tantos hombres y mujeres que trabajan solidariamente por hacer posible un
mundo más justo y humano, un mundo donde todos podamos ser hermanos.
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E l profetismo israelita había sido una demostración de conciencia crítica frente a los
abusos no sólo de los imperios de turno, sino también de la monarquía y del sistema de
gobierno israelita en general, incluido el sistema religioso. Jesús quería despertar este
profetismo, activando la conciencia crítica de su pueblo. Esta era la única forma de
generar en él un cambio liberador. La respuesta hasta ese momento no sólo había sido
negativa, sino agresiva y amenazante. La voz profética de Juan Bautista había sido
acallada con su asesinato, y se trataba también de silenciar a Jesús, amenazándolo de
muerte.
Jesús hace alusión a este hecho, tomando como base el juego de los muchachos
que se alternaban en dos grupos, cantándose canciones de dolor o de alegría para que el
bando contrario bailara o llorara. Juan Bautista había sido un modelo de profeta cuya
figura convocaba a la penitencia; Jesús era de otro talante: convocaba a la alegría, a la
felicidad plena. A ninguno de los dos les hicieron caso. ¿Qué era, entonces, lo que
querían los jefes? Ellos eran los encargados de calificar o descalificar ante el pueblo a
quienes quisieran. Por lo mismo, ellos eran, en gran parte, los responsables de que el
pueblo anduviera desorientado. Sus intereses impedían que el pueblo se encaminara
por otro lado.
La enseñanza de este día es que dejemos de ser criticones y seamos más bien
críticos de la realidad, estando atentos a los signos de los tiempos.
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E l profetismo israelita había sido una demostración de conciencia crítica frente a los
abusos no sólo de los imperios de turno, sino también de la monarquía y del sistema de
gobierno israelita en general, incluido el sistema religioso. Jesús quería despertar este
profetismo, activando la conciencia crítica de su pueblo. Esta era la única forma de
generar en él un cambio liberador. La respuesta hasta ese momento no sólo había sido
negativa, sino agresiva y amenazante. La voz profética de Juan Bautista había sido
acallada con su asesinato, y se trataba también de silenciar a Jesús, amenazándolo de
muerte.
Jesús hace alusión a este hecho, tomando como base el juego de los muchachos
que se alternaban en dos grupos, cantándose canciones de dolor o de alegría para que el
bando contrario bailara o llorara. Juan Bautista había sido un modelo de profeta cuya
figura convocaba a la penitencia; Jesús era de otro talante: convocaba a la alegría, a la
felicidad plena. A ninguno de los dos les hicieron caso. ¿Qué era, entonces, lo que
querían los jefes? Ellos eran los encargados de calificar o descalificar ante el pueblo a
quienes quisieran. Por lo mismo, ellos eran, en gran parte, los responsables de que el
pueblo anduviera desorientado. Sus intereses impedían que el pueblo se encaminara
por otro lado.
La enseñanza de este día es que dejemos de ser criticones y seamos más bien
críticos de la realidad, estando atentos a los signos de los tiempos.
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E l texto del profeta Sofonías nos habla de un tiempo poco antes del reinado de
Josías. El país se hallaba sumido en la mayor miseria moral y hacía tiempo se dejaba
sentir la amenaza de Asiria. Sofonías, testigo de los grandes pecados de Israel y del
duro castigo con que Dios va a purificar a su pueblo, preanuncia la restauración y
redención que Dios va a obrar. A los beneficiarios de ella los llama el “resto”. Con este
“resto” creará Dios un pueblo nuevo.
Al final de su libro Sofonías vislumbra algunas luces de esperanza: el rey Josías
se presenta como un gran reformador y Asiria parece aflojar por el momento su cerco.
Es la ocasión para anunciar días mejores para Jerusalén e invitar a la alegría a través de
una gran fiesta en la que todo serán danzas, alegría y regocijo.
Israel rebosa gozo porque el Señor ha cancelado todas sus deudas o el castigo de
sus pecados (la cautividad). El Señor establece su trono en Sión. Con Rey tan poderoso
y Padre tan misericordioso nada tiene que temer nunca más (v.14-15). Ahora ya no es
Israel el que se goza en el Señor; es el mismo Señor quien se goza con su nuevo
pueblo. Es como el “esposo” que se goza en la “esposa”. Muchas veces en los profetas
la “Alianza” es presentada como “Desposorio”: “Yahvé, tu Dios, está en medio de ti;
exulta de gozo por ti y se complace en ti; te ama y se alegra con júbilo; hace fiesta por
ti” (v.16-17).
Los textos de la liturgia de hoy nos invitan a la alegría. Ese es el modo de esperar
al Señor: la auténtica alegría del pueblo de Dios es Cristo, el Mesías largo tiempo
esperado. A los filipenses Pablo les recomienda: “Alegraos siempre en el señor. Otra
vez os digo, alegraos”.
El pasaje de Lucas nos habla del testimonio de Juan Bautista, el precursor. Su
predicación impresiona al pueblo, la gente se acerca para preguntarle: “¿Qué debemos
hacer?” (v.10), es una prueba de que han comprendido el mensaje, perciben que el
bautismo de Juan exige un comportamiento. La respuesta llega enseguida: compartan
lo que tengan: vestido, comida, etc. (vv. 10-11).
No se pregunta lo que hay que pensar, ni siquiera lo que hay que creer. El
Evangelio pretende que el oyente de la Palabra de Dios se convierta, es decir, que su
conducta y su comportamiento estén de acuerdo con la justicia que exige el Reino. La
buena noticia entraña una exigencia nítida: los que tienen bienes o poder deben
compartirlos con los que no tienen nada o son más débiles. Gracias a esta conversión,
los pobres y menesterosos son iguales a los otros. En realidad, los pobres no preguntan,
sino que están en “expectación”. El “¿qué debemos hacer?” lo deberían preguntar
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quienes tienen el dinero, la cultura, el poder... porque la exigencia básica, según la
Biblia, es compartir.
La conversión es un cambio de conducta más que un cambio de ideas; es la
transformación de una situación vieja en una situación nueva. Convertirse es actuar de
manera evangélica. El evangelio nos invita a una “conversión al futuro” que se
despliega en el Reino. No es mirar y volverse atrás. El futuro (que es Dios y su
reinado) es la meta de la llamada a la conversión.
La tentación para no convertirse es quedarse en una búsqueda permanente o
contentarse con preguntar sin escuchar respuestas verdaderas. Según el Bautista, la
conversión exige “aventar la parva” (saber seleccionar o elegir), “reunir el trigo” (ir a
lo más importante y no quedarse en las ramas) y “quemar la paja” (echar por la borda
lo inservible o lo que nos inmoviliza); acoger la Buena Nueva de la venida del Señor
requiere esa conversión. Con nuestros gestos discernimos lo que nos acerca de aquello
que nos aleja de la llegada del Señor. Este día Dios discernirá entre el trigo y la paja
que haya en nuestra conducta.
Este domingo se denominó tradicionalmente domingo “gaudete”, o de alegría.
Por dos veces nos dice Pablo que estemos alegres, alegres por la venida del Señor, por
la celebración próxima de la Navidad, por mantener la esperanza, por situarnos en
proceso de conversión y por compartir con los hermanos la cena del Señor.
En la Biblia, la alegría acompaña todo cumplimiento de las promesas de Dios.
Esta vez el gozo será particularmente profundo: “El Señor está cerca” (Flp 4,5). Toda
petición a Dios debe estar apoyada en la acción de gracias (v. 6). La práctica de la
justicia y la vivencia de la alegría nos llevarán a la paz auténtica, al Shalom (vida,
integridad) de Dios.
¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que muchos nos podemos formular hoy. La
respuesta de Juan Bautista no es teoría vacía. Es a través de gestos y acciones concretas
de justicia, respeto, solidaridad, y coherencia cristiana, como demostramos nuestra
voluntad de paz, vamos construyendo un tejido social más digno de hijos de Dios,
vamos conquistando los cambios radicales y profundos que nuestra vida y nuestra
sociedad necesitan. Pero para eso, es necesario purificar el corazón, dejarnos invadir
por el Espíritu de Dios, liberarnos de las ataduras del egoísmo y el acomodamiento, no
temer al cambio y disponernos con alegría, con esperanza y entusiasmo a contribuir en
la construcción de un futuro no remoto más humano, que sea verdadera expresión del
Reino de Dios que Jesús nos trae, y así poder exclamar con alegría: ¡venga a nosotros
tu Reino, Señor!
Para seguir la exégesis de los textos litúrgicos de la semana que entra, sugerimos
el clásico libro MUÑOZ IGLESIAS, Salvador. Los evangelios de la Infancia. Madrid:
BAC, 1986. También se puede ver una presentación sucinta en DANIÉLOU, Jean. Los
evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969.
Servicio Bíblico Latinoamericano
Para la revisión de vida
Buen tiempo, éste de adviento, para hacerse la pregunta que se hacía la gente al
escuchar a Juan: "y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Pregunta de conversión
que también yo debo hacerme. A la luz de este evangelio, ¿qué respuesta creo
que me daría el radical profeta Juan?, ¿qué debo hacer?
Oración comunitaria
Oh Dios y Padre-Madre de todos los seres humanos: al acercarse las
entrañables fiestas de la Navidad te pedimos que hagas aflorar en nuestras vidas
lo mejor de nuestro propio corazón, para que podamos compartir con los
hermanos que nos rodean tu ternura, tu mismo amor, del que nos has hecho
partícipes. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo, hermano nuestro. A Ti
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Servicio Bíblico Latinoamericano
L os líderes religiosos que tenían autoridad ante el pueblo interrogan a Jesús, pues
tenían a su cargo el control y regulación de los asuntos del Templo. Desafiaron a Jesús
para que dijera al pueblo de dónde le venía tal autoridad.
Ellos reconocían la gran influencia que el Maestro tenía con la gente y, sin duda,
querían convencer al pueblo de que Jesús obraba sin autoridad alguna; y como siempre,
le hacían preguntas con la esperanza de que pudieran acusarle de blasfemar.
Jesús no responde directamente la pregunta, sino que a su vez lanza otra a la que
ellos no están listos ni dispuestos a contestar.
No cabe duda de que las autoridades judías buscaron su propia conveniencia.
Jesús les puso en un dilema, y cualquier respuesta que le dieran no les habría servido
bien. “Si decimos que del cielo, nos dirá que por qué no le creímos” lo que dijo acerca
de Cristo. No podían aceptar que Juan fue enviado por Dios, sin admitir lo que Juan
decía acerca de Jesús.
No temieron a Dios, sino solamente al pueblo. La única cosa importante para
ellos era su propia conveniencia. Tenían que defender a toda costa su posición como
líderes del pueblo. Nosotros, ¿qué defendemos?
Servicio Bíblico Latinoamericano
J esús estaba aplicando esta parábola a los líderes religiosos de su tiempo. Ellos eran
como el segundo hijo: dijeron sí a la voluntad del Padre, pero no la cumplieron. ¿Cuál
es el problema? El de testimonio y autoridad: la estructura de la religión judía estaba
basada en el cumplimiento de la Ley: era primero la Ley antes que el hombre; por
tanto, una ley deshumanizante e injusta. Las autoridades religiosas no han puesto en
obra la voluntad de Dios y, además, no han comprendido que ésta hace al hombre más
justo.
El reino de Dios no es la restauración de una monarquía, sino de una sociedad
regida por la voluntad divina a través de la justicia, la solidaridad y la igualdad. De ahí
que quienes entran al reino de Dios son aquéllos que dicen “sí” a la voluntad del Padre,
sí a la propuesta de Jesús (el reino de justicia); pero un sí hecho acción, puesto en obra.
Sin embargo, como dice el refrán popular“, del dicho al hecho hay mucho trecho”. Es
necesario preguntarnos ¿qué hechos concretos estoy haciendo hoy yo para que la
voluntad de Dios sea posible en medio de esta realidad que nos agobia?
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Oración comunitaria
Dios, Padre Nuestro, que en Jesús nos has dado tu Palabra, hecha carne y
sangre, fuerza y ternura, muerte y resurrección; te pedimos nos inspires para
seguir sus pasos por el camino que él nos trazó, abrazando en nuestro caminar
hacia ti a todos los hermanos y hermanas. Por Jesucristo Nuestro Señor.
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E l canto del “Magníficat” origina la reflexión sobre la forma como Dios hace
presencia en la historia de la salvación y especialmente en su revelación más plena, la
de su encarnación histórica. La primera parte de este canto se centra en la personalidad
de María, y la segunda hace universalizable la experiencia de María proyectándola a la
relación de Dios con toda la humanidad. Es el canto que invierte los parámetros de la
historia, mostrando que la acción de Dios se va realizando en los que son considerados
los desechables humanos. El Dios del Evangelio se fija de manera personal y
comunitaria en nosotros, humanos, para vincularnos a su proyecto, presentándonos a
María como la mujer que denuncia la injusticia y la opresión; como la mujer que se
solidariza con los pobres y los reivindica en su lucha por la dignidad. El “Magníficat”
es el canto que muestra su compromiso por un mundo donde reine la vida, por un
mundo totalmente otro: el de la justicia y el derecho divinos. El cántico de María se
hace revolucionario (en su sentido más cabal), porque pone en la palestra las
opciones que Dios hace, aquéllas que asumen la auténtica liberación de las
estructuras injustas que mantienen al pueblo esclavizado por la discriminación, el
hambre, la guerra y el abandono.
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E ste pasaje del Evangelio muestra que las promesas de Dios se cumplen. El
cumplimiento de las palabras del ángel a Zacarías se da en el nacimiento de un hijo al
que llamarían Juan, y su consagración por el Espíritu de Dios. Juan es la bisagra
profética que cierra el Antiguo Testamento y abre la irrupción del Nuevo; la irrupción
hecha realidad en el Mesías de Dios por excelencia, Jesús. De nuevo la alegría es la
respuesta a la acción misericordiosa de Dios ante la imposibilidad humana. El que no
creía en las promesas de Dios, Zacarías, ahora las reconoce en su realización. El niño
es don de Dios y no simplemente fruto de un capricho humano. Este niño está
claramente llamado a realizar una misión en un momento crucial de la vida del pueblo
de Dios. Juan ocupa, pues, un momento decisivo en la historia de la salvación. Este
será el que anunciará la venida inexorable del reino y el reinado de Dios. La invitación
que nos propone el evangelio es a reconocer la grandeza y el interés comprometido de
Dios por la salvación de la humanidad, y la consecuente respuesta humana a tal
compromiso. Estamos llamados a mostrar el acontecer de Dios y su reino siendo sus
precursores históricos.
Servicio Bíblico Latinoamericano
E ste evangelio de Navidad nos presenta dos elementos importantes para la vida del
cristiano: la Palabra y la Luz. La Palabra que nos viene de Dios se encarnó en Jesús
hace más de dos mil años y vino a traernos un mensaje esperanzador. Sus palabras de
vida eterna, como las describió Pedro, promueven vida digna para todos los seres
humanos. Esa Palabra que existía desde la eternidad se manifestó humanamente en la
persona de Jesús, quien habitó entre nosotros y vive hoy presente en medio de la
humanidad sufriente y necesitada. Por medio de la Palabra somos iluminados y
enviados a anunciar el Evangelio a todos los pueblos del planeta. Jesús es esa Luz
verdadera que ilumina a toda persona. El vino al mundo, pero fue rechazado por los
suyos y sigue siendo rechazado hoy por los que no comparten su proyecto de vida.
Nuestra misión como seguidores de Cristo es la de ser testigos de esa Palabra y luz del
mundo. Por eso, acoger la Navidad que hoy celebramos con gozo y esperanza requiere
acoger de verdad el mensaje que vino a traernos el Redentor: “ámense unos a otros
como los he amado Yo”.
Celebramos el misterio de la encarnación. Dios asume la condición humana en
Jesús de Nazaret. Los evangelios enfatizan las condición humilde de su nacimiento y
señalan como condición para ese nacimiento la aceptación profunda y consciente por
parte de José y de María, la lógica del actuar de Dios sucediendo en un pueblo pobre y
sencillo.
Hermanos y hermanas, ser seguidor de Jesús es asumir su mismo camino, el
camino de la encarnación en los retos y desafíos de una cultura y de una época; una
obediencia incondicional a Dios hasta la muerte. Por eso celebrar la Navidad no es solo
un recuerdo, es luchar dentro de nuestros pueblos y nuestras circunstancias para que la
dignidad de hombres y mujeres sea respetada, para que tengamos condiciones dignas
de vida, y por hacer de nuestros países lugares más acordes al sueño de Dios, el Reino.
En este espíritu, esencia del cristianismo, ¡Feliz Navidad para todos!
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E l evangelista Mateo nos pone en perspectiva de lo que significa seguir a Jesús. Nos
muestra cuáles son las exigencias y riesgos con los que tiene que contar un auténtico
discípulo de Cristo. La comunidad mateana estaba pasando por situaciones de
sufrimientos y persecuciones, situación que también tuvo que pasar Jesús. Recordemos
que los cristianos fueron expulsados por los judíos en el año 70, por el hecho de
anunciar la Buena Nueva de Jesucristo. Tuvieron que comparecer ante tribunales,
fueron maltratados y ultrajados. Pero no todo es dolor, sufrimientos y contradicciones;
también hay un mensaje de aliento y esperanza para todos aquéllos que se arriesguen
asumir este camino liberador: ¡no se preocupen por lo que van a decir! Esa confianza
fue la que tuvo el santo que celebramos en este día, san Esteban, quien fue el primer
mártir del cristianismo. Anunció incansablemente el Evangelio, fue apresado y lo
llevaron ante el Sanedrín para interrogarlo. Fue calumniado y posteriormente
apedreado por los judíos. Hombres como Esteban que, sin importar las consecuencias,
no se cansan de anunciar la justicia, la verdad, el amor y misericordia de Dios, es lo
que necesita nuestro mundo, tan lleno de injusticias, guerras, hambre, cobardías,
inconsecuencias…
Servicio Bíblico Latinoamericano
Oración comunitaria
Oh Dios, Comunidad Trinitaria plena, Padre y Madre de toda la Familia
Humana: haz vibrar en todos nosotros el sentido de pertenencia a la misma y
única Familia Universal, para que el mundo y la humanidad se transformen a la
búsqueda de tu Proyecto de Amor. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los
siglos. Amén.
Señor Jesús que quisiste comenzar tu vida como todo ser humano, en el seno de
una familia, necesitado del calor, el alimento y el apoyo de los más cercanos;
comenzando a aprender a caminar... Danos apreciar las virtudes domésticas y el
valor de autenticidad que da el compromiso en el día-a-día humilde y oculto. Por
Jesucristo Nuestro Señor.
E s importante tener en cuenta en este relato no tanto el hecho histórico, sino más
bien el mensaje teológico que Mateo nos quiere regalar. Jesús es salvado de las manos
del rey Herodes, y su familia tiene que huir hacia Egipto. Con esto se cumple lo que
había dicho el profeta Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”. Moisés fue salvado de las
manos del Faraón. Jesús es el nuevo Moisés, es decir, el que llevará a Israel a una
nueva y definitiva liberación. Este pasaje, unido a la celebración de este día, nos
muestra que a los opresores no les importa el daño que puedan ocasionar, incluso
matando a niños inocentes, con tal de mantener el poder y la dominación. También el
miedo constante que mantienen porque en cualquier momento nacerá la justicia que se
está gestando en los pueblos. Hoy, nuestros inocentes siguen padeciendo: aldeas y
países enteros muriendo de hambre, sufriendo el abandono, la represión por parte de
los que tienen y ejercen el poder. Otro mal de nuestro tiempo es la corrupción que
impide que los bienes sean distribuidos entre todos. Al mismo tiempo tenemos la
esperanza de que el Salvador que nos ha nacido venga en socorro nuestro.
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A yer veíamos al anciano Simeón bendiciendo a Dios por la presencia del Salvador.
Hoy, en el mismo acto de la Presentación, es otra persona muy anciana, Ana, cuyo
significado es “gracia”, la que, al igual que Simeón, personifica la espera del Señor y la
liberación de su pueblo. La pareja formada por Simeón y Ana se relaciona con la
formada por Zacarías e Isabel, los padres de Juan Bautista; y es que Lucas quiere
destacar la importancia que tienen el hombre y la mujer en el proyecto liberador de
Dios.
Jesús, el niño antes presentado en el Templo, de quien hablaban el profeta
Simeón y la profetisa Ana, que nos vino de lo sencillo, lo humilde, lo pobre, lo que no
cuenta, “crecía… y se llenaba de sabiduría y el favor de Dios lo acompañaba”. Así
como Jesús iba creciendo en sabiduría y gracia de Dios, nosotros, como seguidores
suyos, también estamos llamados a continuar nuestro crecimiento como cristianos
auténticos. Crecer en autenticidad cristiana es vivir plenamente en Cristo; y este vivir
se concretiza en la aplicación de su proyecto de vida para que todos tengamos vida en
abundancia. Que nuestra espiritualidad se fundamente en el Espíritu de Jesús y éste nos
inspire a cantar las maravillas del Señor a ejemplo de María.
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E n este fin de año es importante hacer una revisión de nuestra vida. Podemos
preguntarnos: ¿qué hemos hecho para ir formando reino en medio de nuestros
hermanos? ¿Qué hemos dejado de hacer? Son preguntas existenciales que nos invitan a
seguir trabajando para que el reino inaugurado por Jesús llegue a toda la humanidad.
Que seamos testigos del Evangelio en un mundo donde reinan el odio, la discordia, las
injusticias. Que seamos luz en las tinieblas que acechan a nuestra humanidad,
planteando alternativas distintas al orden social injusto que actualmente impera, donde
los pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Que esa Palabra
creadora de Dios nos desafíe a promocionar la vida, la justicia y el amor. El mundo
necesita más que nunca que quienes nos llamamos cristianos demos testimonio de
aquél que nos ha enviado a ser promotores de paz y verdad. Que esa Palabra que se
hizo carne y habita entre nosotros nos dé la gracia de ser fieles discípulos suyos. Que
en este nuevo año el Señor siga suscitando evangelizadores que quieran arriesgar su
propia vida en pro de la Creación. ¡Feliz Año 2016!
Servicio Bíblico Latinoamericano
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