Unidad 1

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Unidad 1: Actualidad en Salud Mental

Diplomado en Salud Mental y Psiquiatría


Curso: Aspectos generales en Psiquiatría y APS

Resumen de la unidad

Recurso grá co: Hitos históricos en la Psiquiatría

De niciones

Marco Histórico de la Salud Mental

Epidemiología y Clasi cación

Situación actual de los trastornos de Salud Mental

Referencias bibliográ cas

Bibliografía de consulta y descarga

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Lección 1 de 9

Resumen de la unidad

Actualidad en Salud Mental


Esta unidad, introductoria al curso y al diplomado, se centra en trabajar conceptos y
definiciones que son importantes conocer y saber utilizar.

El estudio del marco histórico y evolución de la Psiquiatría, como también conocer datos
epidemiológicos de relevancia, nos permite comprender el contexto actual, el porqué de
la importancia del abordaje de la Salud Mental desde la Atención Primaria y los objetivos
que debemos plantearnos como profesionales intervinientes.

Aquí también estudiaremos los sistemas de clasificación diagnóstica más utilizados a


nivel mundial. La idea no es aprender de memoria dichas clasificaciones, sino saber
utilizar estas herramientas en las consultas habituales, que son fundamentales para la
comunicación entre profesionales, como también diseñar planes terapéuticos y trabajar
con el paciente y con su núcleo cercano.

Por último, en lo que respecta a la situación actual, más allá de considerar datos
epidemiológicos, describiremos brevemente las diferentes corrientes de la Psiquiatría y
Psicología que predominan, como también el avance y protagonismo de las
Neurociencias en los últimos años.

Finalmente, en los tiempos que corren, no podemos dejar de mencionar el impacto de la


pandemia por el virus COVID-19 y sus consecuencias en la Salud Mental de todas las
poblaciones.
Lección 2 de 9

Recurso gráfico: Hitos históricos en la Psiquiatría

A continuación se presenta una infografía que recoge los principales hitos en la historia de la Psiquiatría.

Hitos históricos en la Psiquiatría_U1.pdf


312.9 KB
Lección 3 de 9

Definiciones

La Salud Mental abarca una amplia gama de actividades directa o indirectamente


relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la definición de Salud
que da la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004): "Un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades". En consonancia, la OMS define a la Salud Mental como "un estado de
bienestar en el que la persona materializa sus capacidades y es capaz de hacer frente al
estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir al desarrollo de
su comunidad" (OMS, 2004).

El concepto de Salud Mental está relacionado con la promoción del bienestar, la


prevención de trastornos mentales y su tratamiento.

Según lo publicado en Saludmenthal, 2014:


La Salud Mental y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad
colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los
demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida. Sobre esta base se puede
considerar que la promoción, la protección y el restablecimiento de la Salud
Mental son preocupaciones vitales de las personas, las comunidades y las
sociedades de todo el mundo (2014).

Múltiples factores sociales, psicológicos y biológicos determinan la Salud Mental. Por

ejemplo, las presiones socioeconómicas persistentes constituyen un riesgo bien conocido

para la salud mental de las personas y las comunidades.

Como dice la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 2020, en una publicación en


relación al Día Mundial de la Salud Mental:
La mala Salud Mental se asocia asimismo a los cambios sociales rápidos, a las
condiciones de trabajo estresantes, a la discriminación de género, a la
exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a los riesgos de violencia
y mala salud física y a las violaciones de los derechos humanos. (párr. 4)

Por otro lado, el origen etimológico de la palabra Psiquiatría proviene del griego, psyche =
alma, iatréia = curación. La Psiquiatría, es definida como “la rama de la medicina que se
ocupa del estudio, prevención, tratamiento y rehabilitación de los trastornos psíquicos,
entendiendo como tales tanto las enfermedades propiamente psiquiátricas como otras
patologías psíquicas, entre las que se incluyen los trastornos de la personalidad” (Vallejo
Ruiloba, 2006, p. 1). La psiquiatría se relaciona con: la patología médica en general, la
neurología, la psicología y la sociología. Se podría decir que es la rama de la medicina
cuyo abordaje es indefectiblemente biopsicosocial, comprendiendo al hombre en estas
tres esferas: biológica, psicológica y social, y considerando al hecho psíquico morboso
siempre de causa multifactorial.

Si quisiéramos hacer una diferenciación clara y breve de ambas, Psiquiatría y Salud


Mental, podríamos decir que la Psiquiatría queda más limitada al campo de la medicina y
a aquello patológico que requiera el abordaje sanitario, mientras que la Salud Mental
tiene un abordaje más allá de lo patológico, de la vida cotidiana, extendiéndose a la
política y la sociología.

Un concepto que también debemos considerar es el de Enfermedad Mental. Abordar este


concepto es un tanto más complejo, y requiere también tratar el tema de Normalidad y
Anormalidad. Hablar de Salud y Enfermedad no es sinónimo de hablar de Normalidad y
Anormalidad. Si bien en el lenguaje coloquial y hasta en el contexto de la medicina
general, son términos que pueden entremezclarse y utilizarse indistintamente, debemos
conocer la diferencia.
Ya hemos definido Salud y Salud Mental. La Normalidad es una cuestión metodológica.
En función de una metodología hace referencia al promedio. La norma estadística es lo
que aparece con mayor frecuencia, con determinadas variables, y límites establecidos; en
un contexto determinado. Lo anormal, es aquello que presenta una desviación media de
la norma correspondiente al grupo de referencia; pero no por eso es patológico. Lo
anormal puede ser doloroso e inadaptado, pero también puede ser sano, asintomático y
adaptado.

Volviendo al término de Enfermedad Mental, debemos tener presente que en la


actualidad se utiliza también, y con mayor frecuencia, el término Trastorno Mental. Las
clasificaciones internacionales, que veremos en detalle más adelante en esta unidad,
utilizan ese término. Un trastorno mental es:

una alteración de tipo emocional, cognitiva y/o de comportamiento, en que


quedan afectados procesos psicológicos básicos como la emoción, la
motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, el
aprendizaje, y, el lenguaje, entre otros. Estos síntomas dificultan que la
persona se adapte al entorno cultural y social en el que vive. (Clinic Barcelona
Hospital Universitari, 2021, párr. 1).

Como ya hemos visto, en su desarrollo pueden incidir diferentes factores, biológicos,

psicológicos y sociales.

La mayoría de las personas presenta problemas de Salud Mental a lo largo de su vida,

pero no siempre se trata de trastornos mentales, de lo contrario derivamos en la

patologización de la vida cotidiana.


Un trastorno mental debe cumplir con ciertos criterios. Entre ellos:

Representar una ruptura biográfica, es decir, diferenciarse claramente del


estado premórbido.

Caracterizarse por signos y síntomas, que puedan agruparse en un síndrome


identificable.

Sostenerse en el tiempo.

Restringir la libertad personal, es decir, afectar el funcionamiento individual.

Plantearse si una conducta anómala es una enfermedad, implica cuestiones filosóficas,


culturales y científicas. Un cuadro que hoy se considera un trastorno psíquico, quizás no
era así hace unos años, o viceversa, conductas que un tiempo atrás eran consideradas
como patológicas, y hasta recibían tratamiento, hoy no lo son. Lo que debemos tener
presente es que aquello patológico interfiere con la libertad del individuo, afecta su
desarrollo, sus relaciones interpersonales, su calidad de vida.

El término Trastorno Mental Severo o Grave, surgió en los últimos años, y no hay un
criterio unificado acerca de su definición. La más aceptada es la del Instituto Nacional de
Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) de 1987, que se centra en las 3 D en inglés:
diagnosis, disability, and duration. En español: diagnóstico, discapacidad y duración. Es
decir, diagnosticables dentro de las clasificaciones actuales, que conlleven un grado
variable de discapacidad y de disfunción social para el individuo, y de duración
prolongada en el tiempo. A su vez, son enfermedades que requieren ser atendidas
mediante diversos recursos sociosanitarios de la red de atención psiquiátrica y social.

Este término ha venido a reemplazar el de trastornos crónicos, o enfermos crónicos, que


tiene un matiz de alguna manera estigmatizante y se asocia a un pronóstico pesimista
haciendo hincapié en la incurabilidad. La idea de trastornos mentales severos se focaliza
en la integración en la comunidad y el bienestar en lugar de “combatir signos y
síntomas”, dejando de lado las etiquetas diagnósticas. Llegar a un consenso universal en
lo que respecta a su definición es complejo, y quizás no suceda nunca, pues no se trata
de una patología, sino de grupos de individuos con diferentes patologías en diferentes
contextos sociales, culturales y económicos.

Los diagnósticos que habitualmente se relacionan a trastornos mentales severos son:


Esquizofrenia, Trastorno bipolar y Depresión Mayor, y Trastornos de la Personalidad,
principalmente el Trastorno Límite o Borderline de la Personalidad.

La generación de algún grado de discapacidad en muchos lugares fue sustituida por una
puntuación menor o igual a 50, moderada o grave, en la Escala de Evaluación de la
Actividad Global (EEAG) que estudiaremos luego junto a los sistemas de clasificación
actuales. Estas escalas de funcionamiento principalmente consideran el autocuidado, el
grado de autonomía, el autocontrol y las relaciones interpersonales.
En cuanto a la duración, principalmente se toma como corte un período de tratamiento
mayor a dos años.
Lección 4 de 9

Marco Histórico de la Salud Mental

Teniendo en claro los conceptos de Psiquiatría y Salud Mental, abordaremos algunos


hitos de la historia de la psiquiatría. La misma puede equipararse a la historia de la
enfermedad mental. Pues la psiquiatría se ha ido constituyendo a medida que se fue
moldeando el concepto de enfermedad mental.

En el video que se presenta a continuación se presenta un recorrido por los primeros


métodos terapéuticos e hitos de la historia de la Psiquiatría.

Video 1: Los primeros métodos terapéuticos

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Fuente: elaboración propia.

Siguiendo con la historia, vemos que el hombre primitivo atribuía un origen sobrenatural
a la enfermedad mental, hecho que aún hoy se puede apreciar en algunas culturas. En la
Prehistoria el concepto de enfermedad se contemplaba en un marco mágico, donde
espíritus malignos eran los causantes de la misma, y quienes asistían a los que la
padecían eran los chamanes, brujos, hechiceros.

Esta concepción reinó hasta la aparición de la cultura griega en el siglo VI a.C. Hipócrates

(460-377 a. C) fue el primero en atribuir a la enfermedad mental un origen natural. En

sus escritos describió a la misma como una patología cerebral que surge del desajuste de
los humores básicos, es decir, un fenómeno que gira en torno a la interacción de los

cuatro humores del cuerpo (sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema).

Consecuentemente, elaboró una clasificación basada en los cuatro temperamentos


(colérico, sanguíneo, melancólico y flemático). La interacción adecuada resultaría en un
nivel de personalidad óptimo, y el exceso de alguno de los humores se podría corregir
mediante purgas. A su vez, clasificó a los trastornos mentales en tres categorías: manía,
melancolía y frenitis.

Platón (429 -347 a.C) consideraba que los trastornos mentales constan de tres esferas,

siendo en parte orgánicos, en parte éticos y en parte divinos.


Aristóteles (384 - 322 a.C), su discípulo siguió la concepción humoral de Hipócrates, para

dar explicación a las alteraciones en la percepción. Asclepíades fue el primero en

distinguir alucinaciones, ilusiones y delirios; como también en enfatizar el papel de las

influencias ambientales.

Con la caída del imperio Romano, las ideas griegas involucionaron. Apareció el
Cristianismo, y con este, una valoración personal del individuo. Se crearon los
monasterios, donde los monjes eran quienes se ocupaban de los enfermos mentales,
dentro del marco religioso, y con los poderes mágicos y sagrados del exorcismo. Surgió la
demonología, que consideraba a los enfermos mentales como poseídos por el diablo.
Hacia fines del siglo XV estas ideas se enfatizaron, atribuyendo al enfermo una alianza
satánica, considerándolo brujo o hereje. Así, aquellos que padecían una enfermedad
mental eran estigmatizados, rechazados y condenados a morir en la hoguera.
En el Renacimiento, el exilio de sabios árabes hacia las universidades de Europa, dio lugar
al humanismo, que sin perder su fuente cristiana hizo lugar a ideas científicas. Weyer
(1515 - 1588) en los Países Bajos, Vives (1492 - 1540) en España y Paracelso (1493 - 1541)
en Italia, cuestionaron el origen sobrenatural de los procesos psíquicos y defendieron
una aproximación humana al enfermo rechazando el destino que les daba la
demonología; verdaderos revolucionarios para la época.

Sin embargo, los enfermos continuaron siendo marginados, encerrados y hostigados,


hasta la Revolución Francesa y el surgimiento de Pinel (1745 - 1826). Pinel es considerado
el fundador de la psiquiatría. No solo liberó a los enfermos mentales de sus cadenas de
los hospitales emblema de París, como La Salpêtrière, sino que también transformó estos
lugares en ambientes más dignos y amigables, pregonando el “tratamiento moral”.

Este desarrollo de la Psiquiatría del siglo XIX, fue acompañado en Alemania, que se
transformó en el núcleo de la psiquiatría académica, con personajes ilustres como
Greisinger, Kalbaum y Kraepelin. Esta época se caracterizó por el interés en la “psiquiatría
pesada”, es decir, en las grandes enfermedades mentales (psicosis), una devoción por la
clínica con descripciones minuciosas de cada cuadro basadas en la observación y
seguimiento del curso natural de la enfermedad por años.

El siglo XX fue protagonizado por Sigmund Freud (1856 - 1939), neurólogo austriaco.
Freud, partiendo de los trabajos sobre la histeria y la hipnosis de Charcot, elaboró la
doctrina psicoanalítica. Nació el método psicoanalítico, como herramienta de estudio y
comprensión de los fenómenos psicológicos y psicopatológicos. Entre sus múltiples
trabajos y teorías, se destacó la teoría topográfica de la personalidad (consciente,
preconsciente, inconsciente) y la teoría estructural de la personalidad (yo, ello, super yo).

Así, el campo de la psiquiatría se amplió más allá de las psicosis y surgieron nuevos
enfoques terapéuticos. A su vez, la aproximación a la psicosis se vio favorecida por el
enfoque psicodinámico, siendo Breuler quien plasma esto en su obra Demencia Precoz
en 1911.

A Freud lo sucedieron diferentes figuras que desarrollaron otras corrientes dentro del
psicoanálisis: Jung con la introducción del concepto del inconsciente colectivo; Klein con
el estudio de las relaciones objetales; Lacan con la incorporación de la lingüística como
herramienta fundamental, entre otros.

Del psicoanálisis también surgieron las corrientes psicosociales, haciendo hincapié en la


influencia de la sociedad y las relaciones interpersonales, de la mano de Sullivan y
Fromm.

En 1950 se dio otro hito en la historia de la psiquiatría con el surgimiento de la


Psicofarmacología, de la mano del primer antipsicótico, la clorpromazina. A partir de allí
se desarrolló lo que se conoce como la “cuarta revolución de la psiquiatría”.

A continuación se presenta un breve recorrido por la historia de los hospitales para


enfermos mentales y las distintas concepciones involucradas en el tratamiento de la
enfermedad y acercamiento al enfermo.

Video 2: Los hospitales para los enfermos mentales y la evolución del acercamiento al
enfermo

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Fuente: elaboración propia.

A modo de repaso, la primera revolución fue el movimiento planteado por Pinel


alrededor de 1795, con la “liberación de las cadenas” y la “humanización” de los enfermos
mentales. La segunda revolución de la psiquiatría se sitúa a finales del siglo XIX y es
protagonizada por Kraepelin, a raíz de su observación clínica minuciosa, registro y
clasificación de los trastornos mentales. La tercera revolución, a finales del siglo XIX y
comienzos del siglo XX, de la mano de Freud y el método psicoanalítico.

Volviendo a la psicofarmacología, en 1953, en Francia, Laborit diseña la clorpromacina.


Fue diseñada originalmente para su uso en anestesia. Se observó que en determinadas
dosis, podía sedar y generar desinterés sin llegar a perder la conciencia y así fue utilizado
con pacientes esquizofrénicos, convirtiéndose en el primer antipsicótico. Este fármaco
demostró que disminuía síntomas como alucinaciones, inquietud motora e ideas
delirantes, habilitando a que los pacientes no permanecieran tanto tiempo en
internaciones.

Le siguieron en 1960 el litio y la clozapina, dos fármacos de importante vigencia en la


actualidad. El primero es de los más usados en trastorno bipolar. La clozapina, es un
antipsicótico, que si bien estuvo muchos años en desuso por los efectos adversos que
puede ocasionar, es considerado hoy uno de los antipsicóticos más efectivos y se utiliza
con determinados controles protocolizados.

A Finales de los 80´s se introduce el primer antidepresivo inhibidor de la recaptación de


serotonina, la fluoxetina, conocido mundialmente por su nombre comercial “Prozac”. Se
diferenciaba de los antidepresivos previos por no presentar los mismos efectos adversos.
Se transformó en un ícono de la cultura de los 90´s, y de alguna manera, ayudó a la
aceptación social del uso de antidepresivos.
La aparición de los psicofármacos, en conjunto con los modelos actuales de abordaje de
las enfermedades psiquiátricas (hospitales abiertos, hospitales de día, consultorios,
tratamientos ambulatorios), y las concepciones dinámicas, condujeron a una importante
disminución en las internaciones. Asimismo, han disminuido los prejuicios y la
estigmatización hacia los pacientes.

A continuación veremos algunas características de los tratamientos en el Siglo XX.

Video 3: Tratamientos del Siglo XX

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Fuente: elaboración propia.

Hoy nos vemos focalizados en la importancia de incluir a estas enfermedades y su


tratamiento en la primera línea de atención, trabajar en la prevención, y aumentar las
inversiones a nivel global en Salud Mental.
Lección 5 de 9

Epidemiología y Clasificación

Datos epidemiológicos
La definición de Epidemiología ha mutado con los años. En sus comienzos era el método
o técnica para el estudio de las enfermedades infecciosas y de los procesos epidémicos,
pero con el tiempo se la empezó a concebir como el área de la medicina dedicada al
estudio de la distribución y frecuencia de una enfermedad en una población.

Actualmente podríamos decir que la Epidemiología es la ciencia que se caracteriza por


describir la distribución de la salud y la enfermedad en y entre las poblaciones, así como
sus determinantes y causas. No se enfoca en el individuo sino en la población, generando
herramientas para la acción sanitaria y social, especialmente para la prevención.

A lo largo de la historia mundial, el cuidado de la Salud Mental y los trastornos mentales


han sido siempre subestimados y dejados de lado, ya sea por desconocimiento o estigma,
lo cual se reflejó también en los estudios epidemiológicos. Sin embargo, si bien los
trastornos neuropsiquiátricos aportan un porcentaje bajo a la mortalidad a nivel
mundial, sí implican un porcentaje alto en lo que respecta a la morbilidad y discapacidad.

En los últimos años tanto la OMS como la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
han hecho foco en la Salud Mental. Dedicando múltiples publicaciones y estudios. Entre
ellos podemos destacar:

El Plan de acción sobre Salud Mental (2015 -2020).

El Atlas de Salud Mental (2005, 2014).

La carga de los Trastornos Mentales en las Américas (2018).

Otras publicaciones de interés son las que surgen cada año en relación a la celebración
del Día Mundial de la Salud Mental cada 10 de Octubre, propulsada por la Federación
Mundial para la Salud Mental en los 90.

En esa misma década, se celebró en Venezuela la Conferencia Regional para la


Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina y se firmó la Declaración
de Caracas. Como resaltan la OMS y la OPS en el Plan de Acción sobre Salud Mental
2015-2020:

La Convención de Caracas estaba destinada a la promoción del respeto de los


derechos humanos y civiles de las personas con condiciones de Salud Mental y
la reestructuración de la atención psiquiátrica sobre la base de la atención
primaria de salud en el marco de los sistemas de salud locales. Marcó un hito
histórico en las Américas destacando que la atención centrada en el hospital
psiquiátrico tenía que ser reemplazada por una prestación de servicios
descentralizada, participativa, integral, continua, preventiva, basada en la
comunidad y en el ejercicio de los derechos humanos. (OMS y OPS, 2014)
Algunos datos clave que resaltan la OPS y la OMS (s.f), acerca de la Salud Mental a nivel
global son los siguientes:

Los trastornos de Salud Mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y


contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales.

La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos


mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres. Entre el 10
y 15% de las mujeres en países industrializados y entre 20 y 40% de las mujeres
en países en desarrollo, sufren de depresión durante el embarazo o el
puerperio.

Los trastornos mentales y neurológicos en los adultos mayores, como la


enfermedad de Alzheimer, otras demencias y la depresión, contribuyen
significativamente a la carga de enfermedades no transmisibles.

En las Américas, la prevalencia de demencia en los adultos mayores (más de 60


años) oscila entre 6,46 % y 8,48%. Las proyecciones indican que el número de
personas con este trastorno se duplicará cada 20 años.

Para los trastornos afectivos, de ansiedad y por consumo de sustancias en


adultos, graves y moderados, la mediana de la brecha de tratamiento es de
73,5% en la Región de las Américas, 47,2% en América del Norte y 77,9% en
América Latina y el Caribe (ALC). La brecha para la esquizofrenia en ALC es de
56,9%, para la depresión es de 73,9% y para el alcohol es de 85,1%.

La mediana del gasto en los servicios de Salud Mental está a nivel mundial en
2,8% del gasto total destinado a la salud.

Más del 25 % de los individuos presentará en algún momento de su vida uno o


más trastornos mentales.

Entre las personas atendidas por profesionales sanitarios en Atención Primaria


de la Salud, muestran uno más trastornos mentales.

La prevalencia media de los trastornos mentales es del 24 %. Los diagnósticos


más frecuentes son los de depresión y trastornos de ansiedad.

La mala salud física y un nivel educativo bajo se asocian más frecuentemente a


un trastorno mental.

Cada cuatro familias en todo el mundo hay por lo menos un integrante que
padece un trastorno mental.

La carga objetiva y subjetiva de cuidar personas con trastornos mentales graves


o severos es considerablemente mayor a aquella de cuidar personas con
enfermedades físicas.
El suicidio se encuentra entre las primeras diez causas de mortalidad en la
mayoría de los países. (párr 2)

A modo de cuantificar la carga de las diferentes enfermedades y lesiones, en 1990 la OMS


junto al Banco Mundial y a la Escuela de Salud Pública de Harvard, crearon el DALY
(disability adjusted life year), en español vendría ser la expresión “años de vida ajustados
en función de la discapacidad” (AVAD). El índice AVAD para una enfermedad o lesión es la
suma de los años de vida perdidos debido a la muerte prematura (AVP) más los perdidos
por discapacidad por casos nuevos de una enfermedad o lesión en la población general
(APD). Así por ejemplo, una depresión no tratada aportaría a los APD, mientras que un
caso de suicidio aportaría a los APP.

Esta metodología habilitó la estimación de la discapacidad que producen los trastornos

mentales y la carga que ello representa sobre la salud de una población; lo que es

obviado cuando se calcula con el modelo clásico de mortalidad sin considerar

discapacidad. En los primeros estudios se observó que las condiciones psiquiátricas

aportaban el 1% a nivel mundial de muertes, pero el 11% en relación a discapacidad.


En los cálculos del 2005 los trastornos mentales y neurológicos aportaron un 13,5 % de
los AVAD a nivel mundial. Se estima que para el 2030 aportarán un 14,4% de todos los
AVAD del mundo. Asimismo, se calcula que la depresión ocupará el segundo lugar de los
AVAD, luego del VIH/SIDA (Virus de Inmunodeficiencia Humana/ Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida), y antes de la cardiopatía isquémica.

Para centrarnos de forma más particular en la región haremos mención a algunas


conclusiones del último informe de la OPS (2018) denominado: “La carga de los
trastornos mentales en la Región de las Américas”:

Los Trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias provocan


un tercio del total de APD y un quinto del total de AVAD en la Región de las
Américas. De los trastornos mentales, los trastornos depresivos son la principal
causa de discapacidad y de discapacidad combinada con mortalidad,
representando 3,4% del total de AVAD y 7,8% del total de APD. El segundo
subgrupo de mayor importancia abarca los trastornos de ansiedad, con 2,1% y
4,9%, respectivamente, del total de AVAD y APD. (OPS, 2018)

La respuesta del sistema de salud al reto de las enfermedades mentales muestra también
variaciones regionales dentro de América. En este informe la OPS resalta, más allá del
presupuesto con el que cuente cada país, la importancia de dar prioridad al
financiamiento de los servicios de Salud Mental comunitarios y de atención primaria, en
lugar de destinarlo a hospitales especializados:

Basándose en una estrategia equilibrada de atención dirigida a las múltiples


fuentes de la carga de enfermedad causada por los trastornos mentales:
trastornos del estado de ánimo y suicidio; trastornos debidos al consumo de
sustancias y muerte por sobredosis, o accidentes y enfermedades relacionados
con el alcohol; y, por último, la mayor mortalidad causada por enfermedades
mentales graves debidas a causas tratables que no son atendidas eficazmente
debido a la estigmatización y a que los servicios de salud no están
suficientemente integrados. (OPS, 2018)

Otro documento de importancia es el Plan de Acción sobre Salud Mental 2015-2020 de


Octubre del 2014. Si bien excede en lo que hace a la epidemiología, se relaciona
estrechamente con los datos epidemiológicos.

Este plan apunta a actualizar lo planteado en el 2009 y alinear los planes propuestos por
la OPS y la OMS (Plan Estratégico de la OPS 2014-2019 y Plan de Acción Integral sobre
Salud Mental 2013-2020 de la OMS).

Está centrado en una premisa: “no hay salud si no hay Salud Mental”. Esta premisa
conduce a enfatizar la importancia del abordaje integral y del vínculo entre lo físico y lo
psicosocial en los procesos de salud enfermedad. A modo de ejemplo, la depresión es una
condición que dificulta la búsqueda de ayuda, adherencia al tratamiento, o rehabilitación
de otras enfermedades, influyendo en el pronóstico. Predispone al infarto de miocardio o
diabetes, que a su vez aumentan los riesgos de padecer depresión. La atención
coordinada de los trastornos mentales y otras condiciones físicas puede mejorar
resultados para ambos. Este tipo de atención es posible especialmente en la atención
primaria; algo en lo que se viene trabajando desde la Convención de Caracas:

Tiene una visión y un fin.

Visión:

Una región en la que se valore, promueva y proteja la salud mental, se prevengan los trastornos
mentales y por uso de sustancias y donde las personas con estos trastornos puedan ejercer sus
derechos humanos, además de acceder a una atención tanto de salud como social, que sea oportuna
y de alta calidad, para alcanzar los más altos niveles posibles de salud y contribuir al bienestar de las
familias y las comunidades. (OMS, OPS, 2014, p. 5)

Fin:

Promover el bienestar mental, prevenir los trastornos mentales y por uso de sustancias, ofrecer
atención, intensificar la rehabilitación, enfatizar la recuperación y promover los derechos humanos de
las personas con trastornos mentales y por uso de sustancias para reducir la morbilidad, discapacidad
y mortalidad. (OMS, OPS, 2014, p. 5)

Para diseñar el plan se partió de un análisis de situación del que podríamos resaltar lo
siguiente:

Tasas medianas de prevalencia en la población adulta (5,2% para depresión;


4,6% para abuso o dependencia de alcohol; 1% para psicosis no orgánicas).

Entre el 10% y el 15 % de las mujeres en países desarrollados, y entre el 20 %y


el 40% de las mujeres en países en vías de desarrollo, sufren depresión en el
embarazo o puerperio.

Los trastornos debidos al consumo de sustancias psicoactivas, entre ellos el


alcohol y psicofármacos sin prescripción, son un problema creciente y no se
dispone de los servicios adecuados para afrontarlo.

Entre un 6% y 8,5% de los adultos mayores de 60 años presenta algún tipo de


demencia, porcentaje que con la transición demográfica se espera que
aumente.

La tasa de suicidio ajustada según edad cada 100.000 habitantes es de 7,3;


siendo más alta en los mayores de 70 años. El suicidio es la tercera causa de
muerte entre los 20 y 24 años.

La violencia es un importante problema sociosanitario, especialmente contra


las mujeres y contra los niños.

En América Latina y el Caribe un 86,6 % de las camas psiquiátricas se


encuentran en hospitales psiquiátricos, un 10,6 % en hospitales generales y
sólo un 2,7 % en residencias comunitarias.

El papel de la Atención Primaria es limitado, si bien se observó que en los


últimos tres años muchos países están trabajando al respecto. Derribar las
barreras de acceso a los servicios dentro de una política de cobertura
universal es la clave, y esto pasa por la integración de la Salud Mental en los
servicios generales de salud.

Otros avances que se observaron en los últimos años son: varios países han
continuado con procesos sostenibles de reducción de las camas en hospitales
psiquiátricos, mediante alternativas de servicios ambulatorios
descentralizados, algunos países han elaborado y aprobado leyes de Salud
Mental que incorporan los instrumentos internacionales de derechos
humanos. (OMS, OPS, 2014)

El Plan se fundamenta en cuatro enfoques transversales: género, equidad, etnicidad y


derechos humanos.
Consta de las siguientes líneas estratégicas de acción, para guiar a los Estados Miembros,
tomando en cuenta sus contextos y prioridades nacionales:

1. Formular e implementar políticas, planes y leyes en el campo de la Salud


Mental y promoción de la Salud Mental para lograr una gobernanza apropiada
y eficaz.

2. Mejorar la capacidad de respuesta de los sistemas y servicios de Salud Mental y


de atención a los problemas relacionados con el uso de sustancias psicoactivas,
a fin de proporcionar en el ámbito comunitario una atención integral y de
calidad.

3. Elaborar e implementar programas de promoción y prevención en el ámbito de


los sistemas y servicios de Salud Mental, y de atención a los problemas
relacionados con el uso de alcohol y otras sustancias, con particular atención al
ciclo de vida.

4. Fortalecer los sistemas de información, la evidencia científica y las


investigaciones. (OPS, OMS, 2014, p. 6)

Clasificaciones
Como hemos podido apreciar al comienzo de la unidad, a lo largo de la historia los
diferentes autores protagonistas de la Psiquiatría han intentado establecer clasificaciones
para los trastornos mentales. El proceso de clasificar nos ayuda a ordenar, categorizar y
así, optimizar los procesos diagnósticos y hablar un lenguaje común. Esto,
consecuentemente conducirá a mejoras en los abordajes y tratamientos, como también
podrá contribuir con los trabajos de prevención.
Las clasificaciones en Salud Mental han sido siempre discutidas y controversiales pues las

causas de las enfermedades mentales son multifactoriales y no se conoce con exactitud y

precisión etiología y fisiopatología. Entonces los diagnósticos se realizan en torno a la

clínica, a la observación de signos y síntomas que se agrupan en diferentes síndromes, de

acuerdo a consensos. Sin duda las clasificaciones diagnósticas, especialmente en esta

disciplina, requieren una revisión constante.

Hablar de diagnósticos en psiquiatría también conlleva ciertas dificultades. A lo largo de


la historia, diagnosticar con un trastorno psiquiátrico a una persona ha sido sinónimo de
“etiquetar y descartar”, conduciendo a la estigmatización y discriminación.
Afortunadamente, en la actualidad, esto se está modificando a nivel global. Sin embargo,
esto no significa dejar de diagnosticar, pues es una herramienta fundamental para
ordenarnos al abordar al paciente, establecer tratamientos, trabajar en equipo con otros
profesionales, y trabajar con el paciente y su familia.
Los dos sistemas de clasificación más utilizados son el Manual diagnóstico y Estadístico
de Enfermedades (DSM), de la American Psychiatric Association (APA) y la Clasificación
Internacional de Enfermedades Décima edición (CIE-10), de la OMS.

El primer DSM se publicó en 1952 y actualmente se utiliza el DSM- V publicado en el


2013. Hasta esta última publicación, el DSM se caracterizaba por una evaluación
multiaxial estableciendo 5 ejes. Así separaba a los trastornos de personalidad y los
retrasos mentales del resto de los trastornos en diferentes ejes. El eje 1 era para los
trastornos clínicos y otros problemas que pudieran ser objeto de consulta. El eje 2, se
utilizaba exclusivamente para los trastornos de personalidad y retrasos madurativos. Un
tercer eje se destinaba a enfermedades médicas. El eje 4 era para los factores
psicosociales y ambientales. El eje 5 hacía referencia al puntaje en la Escala de Evaluación
de la Actividad Global (EEAG), también elaborada por la APA.

La desaparición de los ejes diagnósticos asemeja al DSM a los sistemas de diagnóstico del
resto de la medicina. Sin embargo, no deja de contemplar los factores psicosociales
(contemplados en el Capítulo 17 con el código Z del CIE-10, y cuenta con la escala de
discapacidad de la OMS (WHODAS 2.0), a modo de reemplazar la EEAG. Asimismo, el DSM-
V está desarrollado de una manera más amigable que las ediciones anteriores ya que el
orden de los capítulos sigue el ciclo vital.

Capítulos del DSM-V:

1 Trastornos de inicio en la infancia, la niñez, o la adolescencia.

2 Delirium, demencia, trastornos amnésicos y otros trastornos cognoscitivos.

3 Trastornos mentales debido a enfermedad médica, no clasificados en otros


apartados.

4 Trastornos relacionados con sustancias.

5 Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.


6 Trastornos del estado de ánimo.

7 Trastornos de ansiedad.

8 Trastornos somatomorfos.

9 Trastornos ficticios.

10 Trastornos disociativos.

11 Trastornos sexuales y de la identidad sexual.

12 Trastornos de la conducta alimentaria.

13 Trastornos del sueño.

14 Trastornos del control de los impulsos.

15 Trastornos adaptativos.

16 Trastornos de personalidad.

17 Otros problemas que puedan ser objeto de atención clínica. (Asociación


Americana de Psiquiatría, 2014, p. 5 - 6)

Generalmente se utilizan los códigos del CIE-10

El CIE- 10 se publicó en 1992. En el capítulo V (códigos F) se encuentran los trastornos


mentales y del comportamiento. En el capítulo XXI (códigos Z) se encuentran otros
factores que influyen en el estado de salud, como problemas relacionados con el
ambiente social, problemas relacionados con el grupo de apoyo y problemas relacionados
con el estilo de vida.

Grandes grupos sindrómicos del capítulo V del CIE- 10 con códigos.

Trastornos Mentales orgánicos: F00 al F09.


Trastornos mentales y del comportamiento debido al consumo de sustancias
psicotrópicas: F10 al F19.

Esquizofrenia, Trastorno esquizotípico y trastornos de ideas delirantes: F20 al


F29.

Trastornos del humor (afectivos): F30 al F39.

Trastornos neuróticos secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos:


F40 al F49.

Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas y


factores somáticos: F50 al F59.

Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto:F60 al F69.

Retraso mental: F70 al F79.

Trastornos del desarrollo psicológico: F80 al F89.

Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual en


la infancia y adolescencia: F90 al F99. (Organización Mundial de la Salud,
1992)

En el capítulo XXI se encuentran los códigos Z que hacen alusión a los problemas de
relación, y a otros que pueden ser motivo de consulta como problemas laborales,
problemas de aculturación, problemas biográficos y duelo.

En los próximos cursos, estudiaremos los diferentes trastornos, especialmente aquellos


de presentación más frecuente en la consulta de APS, como también otras situaciones
que ameriten consulta, o aquellas relacionadas con el ciclo vital, y puedan pesquisarse
más allá de ser o no la razón que motive la consulta. Luego, el manejo de estos manuales
diagnósticos se simplificará y con el uso cotidiano también será más fluido. Estos son
herramientas para tener al alcance de la mano en el consultorio, a la hora de escribir
una historia clínica, solicitar interconsultas o realizar derivaciones.
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Situación actual de los trastornos de Salud Mental

Si bien hemos visto los aportes de la psiquiatría alemana, la influencia de los franceses y
la revolución del psicoanálisis de la mano de Freud dentro del marco histórico, esto no
significa que hayan perdido vigencia. La psiquiatría actual se nutre de aquellas
descripciones detallistas de la psiquiatría clásica y el método psicoanalítico ha sido
revolucionario, marcando un antes y un después en la concepción y abordaje de la Salud
Mental.

En la década del 50 comienzan a observarse cambios con la incorporación de las


neuroimágenes, la biología, la neurobiología, la genética y, particularmente, de la
psicofarmacología.

Hay diferentes tendencias o corrientes que conviven en la psiquiatría actual. Puede haber
profesionales que trabajen de forma rígida y estricta con una corriente en particular. Sin
embargo, lo que predomina y a lo que deberíamos apuntar como profesionales
integrantes de equipos interdisciplinarios de Atención Primaria, es a tener una mirada
ecléctica y poder tomar de cada una lo más pertinente para cada situación y/o caso
particular. Por otro lado, debemos recordar utilizar un lenguaje común, por eso la
importancia de saber utilizar los manuales diagnósticos que vimos anteriormente.

Modelos predominantes
Haremos una breve descripción de los modelos que predominan en la actualidad para el
abordaje de los trastornos mentales.

Modelo Médico u Orgánico:



Defiende la etiología orgánica de la enfermedad mental. Una alteración genética, metabólica,
endocrina, infecciosa o un traumatismo, a nivel cerebral, son la causa del trastorno que se observa.
Si bien es un modelo característico del positivismo, podríamos decir que en los últimos años está
resurgiendo de la mano de las Neurociencias.

Modelo Conductista:

Este modelo se basa en el condicionamiento. Ya sea este, respondiente o pavloviano, basado en la
asociación temporoespacial de estímulos condicionado e incondicionado; o skinneriano, donde lo
importante es el refuerzo de la respuesta que condiciona su fijación y reiteración. En ambos casos el
cese de la situación gratificante conduce a la reducción o interrupción de la conducta condicionada.
Así la conducta patológica se relaciona con alteraciones en el condicionamiento. A los síntomas se les
niega el contenido simbólico y significante característico del psicoanálisis, y el tratamiento apunta al
desacondicionamiento de la conducta patológica, o el condicionamiento de otra, o ambas.
Este modelo ha evolucionado desde su surgimiento y ha adquirido nuevas técnicas, no
permaneciendo en la simple reducción del psiquismo a una conducta observable. Se han incorporado
modelos cognitivos - conductuales, donde las cogniciones ya no son conductas observables, pero se
rigen por las mismas leyes del aprendizaje. Con ellos surgieron múltiples terapias utilizadas en la
actualidad a nivel global. Ha demostrado especial eficacia en el tratamiento de fobias, tics y rituales
obsesivos entre otros.
De este modelo también ha surgido el Mindfulness, disciplina muy utilizada en la actualidad, aunque
fue introducida en Occidente hace ya treinta años. El mindfullness toma también elementos de la
meditación y se centra en la “atención plena”.

Modelo Psicodinámico:

Basado en el psicoanálisis, percibe al desarrollo de la personalidad como la interacción de procesos
biológicos y ambientales. Toma los cinco estadios del desarrollo sexual infantil (etapa oral, anal, fálica,
de latencia y genital) y establece que algún problema en el desarrollo de alguna de ellas implica una
fijación en la misma con el consiguiente cuadro psicopatológico en la adultez. Asimismo, también toma
las tres instancias establecidas por Freud: Yo, Ello y Super Yo, y trabaja con el inconsciente. Se
considera que los síntomas surgen por los esfuerzos de luchar contra la ansiedad.
La psiquiatría actual se identifica de muchas maneras con este modelo. Esta psiquiatría es la que
mejor representa a la mirada integral, contemplando siempre al ser humano dentro de las esferas
biológica, psicológica y social. Es de destacar que no solo contempla al paciente, sino también al
profesional interviniente, y la interacción que se desarrolla entre ambos.
En su libro “Psiquiatría Psicodinámica en la Práctica Clínica”, Gabbard (2002) la define como:

un abordaje del diagnóstico y tratamiento caracterizado por una forma de pensar del
paciente y del terapeuta que incluye la noción del conflicto, déficit y distorsiones de
estructuras intrapsíquicas y relaciones de objeto interno, y que integra estos elementos con
los hallazgos contemporáneos de las neurociencias (p. 4).

Este modelo, puede ser el más congruente para el abordaje en APS. Pues integra la comprensión
psicoanalítica a la biológica, sin descartar los aportes de las neurociencias. Cada paciente es
abordado en su integralidad, pero sin perder la subjetividad. Cada paciente es único en su contexto.

Modelo Sociológico:

Este modelo cuenta con diferentes corrientes, desde la Psiquiatría Comunitaria, hasta el Movimiento
Antipsiquiatría. No existe una teoría única, sino que se basan en que los factores socioambientales
son los únicos responsables de los trastornos psíquicos. La antipsiquiatría rechaza toda estructura
que se sustente en la psiquiatría tradicional, y su objetivo final es su desmantelamiento.

Modelo sistémico:

El abordaje sistémico subraya la relación entre las partes de un todo complejo (sistema) y las pautas
de relación existente entre sus elementos. El foco de estudio está puesto en las relaciones. Esta teoría
es fundamentalmente aplicada en terapias familiares y de pareja, pues movilizar el sistema puede ser
una forma efectiva de manejar los problemas del individuo.
En APS no se llegará a realizar terapias de familia o pareja, pero seguramente, se hagan más de una
entrevista con familiares, o entrevistas vinculares. Es un ámbito donde el paciente se presenta con un
contexto y dinámica familiar, que es importante tener siempre presente
Neurociencias
La década del noventa ha sido denominada la década del cerebro, abriendo paso a la
evolución de la ciencia, especialmente de las neurociencias. Estudiar y conocer en
profundidad la temática de las neurociencias excede lo que hace a este curso, incluso a
la diplomatura en sí, pero nos detendremos en puntos importantes.

Las neurociencias son todas aquellas disciplinas que estudian el sistema nervioso central
y su relación con el comportamiento humano. Se sustentan en el concepto de que el
comportamiento humano tiene una base orgánica y ésta se encuentra en el cerebro. Las
ramificaciones neuronales y sus conexiones determinan cambios en la conducta, como
también, factores externos psicosociales, tienen influencia sobre lo biológico.

Un referente importante en esta materia, y que se ha focalizado en la relación entre las


neurociencias y la psiquiatría es Eric Kandel, ganador del Premio Nobel de Medicina en el
2000 por sus trabajos en relación a la memoria. En su trabajo “A New Intellectual
Framework for Psychiatry” de 1998, Kandel enuncia sus principales ideas acerca del nuevo
marco teórico para la psicología y la psiquiatría en cinco principios que considera básicos
para una elaboración teórica y para la práctica de estas disciplinas. De forma resumida se
basan en lo siguiente:

1 E R PR IN CIPIO : 2 DO PR IN CIPIO : 3 E R PR IN CIPIO : 4 T O PR IN CIPIO : 5T

Lo que llamamos mente se trata de un conjunto de funciones llevadas a cabo por el


cerebro. Todos los procesos mentales, incluso los procesos psicológicos más
complejos, como la toma de decisiones o el pensamiento, son considerados procesos
cerebrales. Así, los trastornos mentales son producto de alteraciones cerebrales. Esto
es algo que se ha podido investigar con el desarrollo de tecnologías en
neuroimágenes.
1 E R PR IN CIPIO : 2 DO PR IN CIPIO : 3 E R PR IN CIPIO : 4 T O PR IN CIPIO : 5T

Las combinaciones de genes y sus productos proteicos son determinantes del patrón
de interconexiones entre las neuronas del cerebro y de los detalles de su
funcionamiento, por lo cual ejercen un significativo control sobre el comportamiento.
Entonces, existen componentes genéticos que contribuyen al desarrollo de las
enfermedades mentales.

1 E R PR IN CIPIO : 2 DO PR IN CIPIO : 3 E R PR IN CIPIO : 4 T O PR IN CIPIO : 5T

La alteración de los genes no explica por sí sola toda la variación de enfermedades


mentales. Así como las combinaciones de genes contribuyen a determinar el
comportamiento, también los factores sociales pueden ejercer acciones en el cerebro
mediante una retroalimentación que modifica la expresión de los genes, es decir, su
función transcripcional. El aprendizaje, incluyendo el aprendizaje que da lugar a
disfunciones, produce alteraciones en la expresión de genes.

1 E R PR IN CIPIO : 2 DO PR IN CIPIO : 3 E R PR IN CIPIO : 4 T O PR IN CIPIO : 5T

Las alteraciones en la expresión de genes inducidas por aprendizaje dan lugar a


cambios en los patrones de conexiones neuronales.

1 E R PR IN CIPIO : 2 DO PR IN CIPIO : 3 E R PR IN CIPIO : 4 T O PR IN CIPIO : 5T

Psicoterapia es efectiva y produce cambios de larga duración en el comportamiento,


presumiblemente hace esto mediante mecanismos de aprendizaje, que producen
cambios en la expresión de los genes que alteran a la vez la fuerza de las conexiones
sinápticas y los cambios estructurales y también modificando el patrón anatómico de
interconexiones entre las células nerviosas del cerebro. (Kandel, 1998, párr. 23)

Así es como Kandel explica ese encuentro entre mente y cerebro, basado en
investigaciones logradas especialmente gracias a las neuroimágenes, la biología
molecular y la genética. Retorna la importancia a lo biológico, especialmente a lo
genético, en las alteraciones conductuales y enfermedades mentales. Sin embargo, el
foco está puesto en la reciprocidad, es decir, cómo los comportamientos individuales y
sociales también influyen sobre lo orgánico.

Pandemia por COVID- 19 y Salud Mental


A finales del 2019, en Wuhan, China, se descubría un nuevo coronavirus, nombrado
COVID-19. Altamente contagioso, y que en algunas personas producía un síndrome
agudo respiratorio severo, por lo que también se lo conoce como SARS-COV2.

A comienzos del año 2020, el virus ya había llegado a varios países de Europa. Finalmente
a principios de marzo del 2020, la OMS declara el estado de pandemia.

Teñido por este estado de pandemia y las características de transmisibilidad, morbilidad y


mortalidad del virus que condujeron a diferentes medidas como el confinamiento y el
aislamiento social, el 2020 presentó numerosos retos en lo que respecta a la Salud
Mental de toda la población.

Desde los considerados “trabajadores esenciales”, que prestan sus servicios en


circunstancias difíciles y acuden al trabajo con el temor de llevarse COVID-19 a casa,
hasta los que perdieron su trabajo, vieron disminuidos sus ingresos o aquellos en
situación de pobreza cuya desprotección los hizo aún más vulnerables y expuestos al
virus. Los estudiantes que han tenido que adaptarse a las clases a distancia, con escaso
contacto con profesores y compañeros, en el mejor de los casos, ya que en otros por falta
de acceso a la tecnología necesaria vieron interrumpidos sus estudios. Las personas con
enfermedades crónicas que quizás debieron interrumpir o retrasar tratamientos. Y, sobre
todo, la repercusión en aquellos que pierden un ser querido a causa del virus, y no
pueden acompañarlo en los últimos días ni tampoco despedirse como quisieran.

Como mencionamos en el apartado de epidemiología, cada 10 de octubre se celebra el


Día Mundial de la Salud Mental. Cada año se trabaja sobre un concepto diferente, con el
objetivo de visibilizar las problemáticas en torno a la Salud Mental, hacer hincapié en la
importancia que tiene como parte del cuidado de la salud integral de cada individuo y de
todas las poblaciones, y combatir la estigmatización que sufren las personas que padecen
algún trastorno mental. Por ejemplo: el 2017 abordó la importancia de la Salud mental
en el Trabajo, el 2018 la Salud Mental y los jóvenes y el 2019 la prevención del suicidio.

El 2020 fue un año especial, caracterizado por la pandemia por el virus COVID-19. Ese
año la temática elegida para conmemorar el 10 de octubre fue “Moverse por la Salud
Mental: invirtamos en ella”. Luego de varios años de luchar para que se “hable” de Salud
Mental, ahora el llamado es a “accionar”.

La OMS (2020), afirma que:

Los países gastan en promedio solo el 2% de sus presupuestos sanitarios en


Salud Mental. A pesar de algunos aumentos en los últimos años, la asistencia
internacional para el desarrollo en materia de Salud Mental nunca ha superado
el 1% de toda la asistencia para el desarrollo en el ámbito de la salud. Esto
ocurre a pesar de que por cada 1 dólar invertido en la ampliación del
tratamiento de trastornos mentales comunes, como la depresión y la ansiedad,
se obtiene un rendimiento de 5 dólares en cuanto a la mejora de la salud y la
productividad (párr. 7).

Con la pandemia, resalta la OPS:


se espera que las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de Salud
Mental aumentarán considerablemente en los próximos meses y años. Invertir
en los programas de Salud Mental en el ámbito nacional e internacional, infra
financiados desde hace años, es ahora más importante que nunca.
Tanto la OMS como la OPS, como diferentes organizaciones alrededor del
mundo trabajaron y continúan trabajando en la importancia de los cuidados de
la Salud Mental en este contexto orientando sobre medidas para ayudar a
aquellos médicos exigidos en las terapias intensivas, ejercicios para hacer en las
casas durante el aislamiento, acompañamiento en situaciones de duelo,
mantenimiento y fortalecimiento de los vínculos a pesar del distanciamiento,
estrategias para llevar a cabo el trabajo remoto en el contexto doméstico, entre
otros. (OPS, 2020)

Son cuestiones que en APS debemos tener más que presentes, ya que, si bien en muchos
países han comenzado las campañas de vacunación y con ellas cierta esperanza en
relación al fin de la pandemia, aún hay mucho que no conocemos y las consecuencias
perdurarán unos años.

En Europa, especialmente en España, se habla de la “cuarta ola del COVID-19”


protagonizada por los problemas de Salud Mental. Incluso antes del COVID-19 la OMS
alertaba sobre la Depresión como el principal causal de discapacidad a nivel mundial.
Ahora se suman las consecuencias de la pandemia y el confinamiento consecuente,
esperando no solo un aumento de casos de depresión, sino también Trastornos por
Estrés Postraumático, Duelos Patológicos y Consumo problemático de sustancias, entre
otros.

Nuestro contexto al día de hoy, y a lo largo del 2020, ha girado en torno al COVID 19 y la
pandemia. Por lo que en el video a continuación presentamos algunos aspectos
importantes a tener en cuenta en el abordaje de la Salud Mental en este marco.

Video 4: COVID 19 y Salud Mental


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Fuente: elaboración propia.


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Referencias bibliográficas

Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). DSM V Manual Diagnóstico y


Estadístico de los Trastornos Mentales. (5ta Ed.) Panamericana.

Clinic Barcelona Hospital Universitari. (2020). ¿Qué es la enfermedad o


trastorno mental.

Gomez, Hernández, Rojas, Santacruz, Uribe. (2008). Psiquiatría Clínica.


Diagnóstico y tratamiento en niños, adolescentes y adultos. Panamericana.

Henri Ey, P. Bernard y Ch. Brisset. (1978). Tratado de Psiquiatría. (8va Ed.).
Masson.

Imágenes de la Psiquiatría Clásica. (2013). Polemos.

Kandel, E. (1998). A New Intellectual Framework for Psychiatry. The American


Journal of Psychiatry. 155. Issue 4.

Lasaludmenthal.blogspot. (2014, 16 de octubre). La salud mental.

OMS, OPS. (2014). Plan de Acción sobre Salud Mental 2015-2020.

OMS. (2020). Día Mundial de la Salud Mental: una oportunidad para impulsar en
aumento a gran escala de la inversión en salud mental.

OPS. (2020). Día Mundial de La Salud Mental.

Organización Mundial de la Salud (OMS). (2004). Promoción de la Salud


Mental: Conceptos. Evidencia Emergente. Prácticas.

Organización Mundial de la Salud (OMS). (2018). Salud Mental: fortalecer


nuestra respuesta.
Organización Mundial de la Salud. (1992). Clasificación Internacional de
Enfermedades (10ª Ed.)

Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2018). La Carga de los


Trastornos Mentales en la Región de las Américas.

Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2020). No hay salud sin salud


mental.

Stetka y Watson. (2013). Tratamientos psiquiátricos curiosos y extravagantes a


través de la historia.

Vallejo Ruiloba, L. (2006). Introducción a la Psicopatología y Psiquiatría.


Masson.
Lección 8 de 9

Bibliografía de consulta y descarga

Bibliografía obligatoria

Sadock, B. J., & Sadock, V. A. (2015). Kaplan and sadock. Sinopsis de


psiquiatría. ProQuest Ebook Central
El capítulo 6 (Clasificación en Psiquiatría) contribuirá a comprender mejor el DSM y
CIE, sus orígenes y utilización.
El capítulo 37 (Aspectos de la Psiquiatría en el mundo), amplía información sobre
epidemiología.

IR AL RECURSO

Zumstein, N. & Riese, F. (2020). Defining Severe and Persistent Mental Illness. A
Pragmatic Utility Concept Analysis.
El siguiente artículo ayudará a profundizar el concepto de Trastornos Mentales
Severos y la razón de su utilización.

IR AL RECURSO

Vallejo, R. J. (2011). Introducción a la psicopatología y la psiquiatría +


studentconsult en español. ProQuest Ebook Central.
La lectura de los capítulos 1, 2, 3 y 4, ampliará sobre la historia de la psiquiatría,
los modelos actuales y epidemiología.

IR AL RECURSO

OPS. (2018). La Carga de los Trastornos Mentales en la Región de las Américas.


Esta publicación aporta datos epidemiológicos de relevancia, incluyendo la
evaluación de las necesidades en materia de salud mental en la Región de las
Américas.

IR AL RECURSO

OMS, OPS. (2014). Plan de Acción sobre Salud Mental 2015-2020.


La lectura completa de la publicación ampliará los conocimientos sobre
conceptos básicos en Salud Mental y las intervenciones necesarias a realizar en el
área.

IR AL RECURSO

Bibliografía complementaria

Figueroa, G. (2002). Un marco de referencia nuevo para la psiquiatría: la mente


encuentra al cerebro. I. Los fundamentos científicos y humanos. Revista chilena de
neuro-psiquiatría, 40(4), 307-320.
Aporte para comprender mejor los postulados de Eric Kandell.

IR AL RECURSO

OMS. (2019). Salud Mental un Estado de Bienestar.


Imágenes que ayudan a comprender el concepto de Salud mental

IR AL RECURSO
Lección 9 de 9

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