Roldán - Dragón

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Dirección Editorial

Canela
(Gigliola Zecchin de Duhalde)

Diseño Gráfico
Luis Scafati

Diseño de cubierta
Sergio Pérez Fernández

Diagramación
Pablo García Verdeja

A868 Roldan, Gustavo


ROL Dragón. - 3 . ed. - Buenos Aires : Sudamericana, 2003.
a

80 p. ; 25x19 cm.

ISBN 950-07-1338-1

I. Título - 1. Literatura Infantil y Juvenil Argentina

Primera edición: diciembre de 1997


Tercera edición: julio de 2003

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pia o cualquier otro, sin p e r m i s o p r e v i o p o r escrito de la editorial.

Impreso en la Argentina.
Queda hecho el depósito
que previene la ley 11.723.
© 1997, Editorial Sudamericana S.A. ®
© 1997, Luis Scafati.
© 1997, Gustavo Roldan.
Humberto I 531, Buenos Aires.

ISBN 950-07-1338-1

www.edsudamericana.com.ar
Bendición de Dragón
ue las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas.
Que el viento llegue lleno del perfume de las flores.
: Que los ríos te sean propicios y corran para el laclo que
quieras navegar.
Que las nubes cubran el sol cuando estés solo en el desierto.
:e los desiertos se llenen ele árboles cuando los quieras atravesar. O que
•entres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace

Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia.


. ""•" Que nunca te falte el fuego.
Que nunca te falte el agua.
Que nunca te falte el amor.
Tal vez el fuego se pueda prender.
Tal vez el agua pueda caer del cielo.
Si te falta el amor, no hay agua ni
fuego que alcancen para seguir
viviendo.
Sueño de Dragón
los dragones les radiante en medio de la lluvia?
gusta soñar. Les Sólo se explica por el sueño de
gusta porque un dragón.
siempre sueñan cosas Y los dragones quedan contentos
hermosas. con sus sueños, porque saben que
Los sueños de los producen cosas hermosas.
dragones no son como los otros Pero una vez un dragón tuvo una
sueños, un humo que se va. Son pesadilla. Soñó con una espantosa
sueños que van tomando forma serpiente de siete cabezas,
hasta que se los mira y se los ve de horriblemente perversa, que quería
cuerpo entero. destruir el mundo entero.
Si un dragón sueña con un árbol —¡Odio las flores! —dijo una de
enorme, lleno de flores, cuando se las siete bocas.
despierta encuentra a su lado un —¡Odio los pájaros! —dijo otra
lapacho, un ceibo o un Jacaranda. mostrando los colmillos repletos de
Si sueña con mariposas, apenas veneno.
abre los ojos ve un mundo de —¡Odio a los monos! —dijo una
mariposas con alas doradas, con tercera cabeza.
alas azules, con alas de todos los —¡Los mataremos a todos! —dijo
colores revoloteando por el monte. otra.
¿Cómo, si no fuera —¡Los
por los sueños de mataremos y
un dragón, los
podríamos comeremos!
entender que de —rugió la
repente quinta.
aparezcan millares —¡A los monos
de golondrinas en el cielo? ¿Cómo y a todos los
podríamos explicarnos que de un animales del mundo!
día para otro el campo se llene de —¡Y los comeremos y los
flores rojas? ¿Cómo podríamos comeremos y los comeremos!
entender que de la nada salga u n —dijo la séptima.
arco iris? ¿De dónde aparece un sol Entonces se despertó el dragón y

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alcanzó a ver las siete cabezas que
se perdían a la distancia buscando
monos y pájaros y flores y a todos
los animales del mundo para
matarlos y comerlos.
—-¡Qué hice! —se asustó el
dragón.
Pero no había tiempo para
lamentos, y corrió por el sendero
marcado por la serpiente donde no
quedaban ni rastros de flores ni de
animales. El dragón voló y pasó por
arriba de la serpiente y bajó
cortándole el camino.
—¡Qué lindo dragón! —dijo una
cabeza.
—¡Lo mejor para comenzar a
comer! —dijo la segunda.
La tercera no habló. Ya había
estirado su cuello con la velocidad
de una centella hacia el cuerpo
del dragón. Fue un
movimiento casi invisible por
la rapidez, pero el dragón, que
sabía con quién había soñado,
ya no estaba en ese lugar.
—¡Así me gusta! —dijo otra
cabeza.
—¡Qué bien que pelea!
—¡Así nos podemos divertir!
—¡Sólo matar y comer es aburrido!
—¡Lo mejor es pelear!
—¡Pelear y matar y comer!
Y la serpiente atacó largando
mordiscones para un lado y para el
otro.
El dragón se las veía negras
tratando de golpear con sus
poderosas garras alguna de esas
cabezas que nunca estaban en el
lugar donde llegaba el golpe.
Apenas logró en un momento rozar
a la serpiente con las garras y
sacarle una escama del cuerpo.
Apenas una escama que voló y
cayó a lo lejos.
Entonces probó con el fuego.
Nada en el mundo podía resistir el
fuego de un dragón. Dio u n paso
para atrás, resopló, y largó la
llamarada roja más grande que
nunca hubiera largado un dragón.
Un fuego espantoso, largo,
oscuro, que recorrió todo el
espacio donde estaba la serpiente.
Ardieron los árboles de alrededor y
la tierra despidió un humo espeso,
enrojecida por el calor.
El dragón miró el humo que
comenzaba a borrarse, buscando
los restos de la serpiente, y se
distrajo. Cuando se dio cuenta del
tremendo salto de la serpiente, ya
estaba envuelto en sus poderosos
anillos. Las siete cabezas gritaban y
reían y giraban enloquecidas.
—¡Dragón estúpido! ¿No sabías
que no hay nada que nos guste
más que el fuego?
—¡El fuego nos entusiasma como
ninguna otra cosa!
El dragón tiraba tremendos
golpes, pero las cabezas siempre estaban en otro lugar, y los anillos de la
serpiente apretaban cada vez más.
Entonces el dragón voló, voló hasta muy arriba, cerca de las estrellas,
donde el frío es como el espanto y todo se convierte en un hielo de muerte
que sólo aguantan los dragones.
—¡Eso, un poco más alto! Después del fuego no hay nada que nos guste
más que el frío —gritaron las siete cabezas.
Entonces el dragón bajó, bajó como una flecha, y se zambulló en el medio
del río, en esa zona profunda donde no llegan ni los peces. Así ahogaría a la
serpiente.
—¡Eso, eso! —gritaron las siete cabezas—. Nada nos gusta más que estar
bajo el agua. Pero después queremos otro poco de fuego.
La serpiente seguía enroscada en el dragón.
Siete días y siete noches volaron, lucharon, cayeron, nadaron, subieron,
bajaron, siempre como u n solo cuerpo. Sin descansar. A l final, en un
descuido de la serpiente, el dragón logró escapar de sus anillos. Pero ya no
sabía qué hacer.
Había probado todas sus argucias y había usado toda su fuerza de dragón,
pero la serpiente parecía invencible.
—¡Nos estamos divirtiendo como nunca! —gritaron las siete cabezas.
— J a m á s nos había pasado algo tan hermoso! ¡Te queremos, dragón! ¡Que
esta pelea no se acabe en mucho tiempo!
—¡Nos aburren las peleas tontas con animales tontos!
—¡Queremos pelear y pelear y pelear!
—¡Ataca de nuevo, dragón! ¡Te estamos esperando!
El dragón'retrocedió un poco.
—¡Estás escapando, dragón cobarde!
El dragón pensó en volar, volar muy alto y muy lejos, y olvidarse para
siempre de esa serpiente. Pero entonces ella mataría a todos los animales.
No había caso. Escapar no servía. Pero si... quizás sí podría servir...
El dragón voló hacia lo alto. Subió y subió, burlándose de la serpiente,
mientras las siete cabezas lo llenaban de insultos. Y llegó hasta el lugar más
alto, arriba de todas las nubes y las sombras. Entonces planeó en círculos.
En grandes círculos, dejándose llevar por el viento.
Y allí, mientras planeaba, cerró los ojos y se durmió.
Ya sabía lo que tenía que soñar. Y soñó.

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Soñó con pájaros y flores, soñó con ríos
crecidos, soñó con el arco iris, y cuando en
medio del sueño apareció una serpiente de
siete cabezas que peleaba enloquecida
de furia, se dio vuelta en el aire para
borrar el sueño. Porque los
sueños se borran si uno se
da vuelta para el otro
lado mientras está
soñando.
La serpiente se borró. Se borró de golpe, sin dejar ningún rastro de
serpiente.
Entonces el dragón abrió los ojos. Estaba cansado, pero voló muy rápido
para volver a ver el sitio de su pelea.
El lugar estaba como antes. Como siempre. Estaban los árboles y las flores.
Estaban las mariposas y los monos. Y no había rastros de la serpiente.
Ningún rastro de la pelea. Apenas una escama que brillaba y no brillaba en
el suelo.
Mirada de Dragón
unque los dragones saben mucho, siempre tienen
una mirada llena de asombro. Se asombran de las
cosas que no conocen y de las cosas que conocen.
A todo lo que conocen lo miran con ojos nuevos
cada día y, si la mirada es nueva, las cosas son
diferentes. Entonces se sorprenden de que haya tantas cosas
nuevas en el mundo y les parece hermoso conocerlas.
—¡Qué hermosa flor! —dice un dragón negro.
—¡Muy hermosa! —contesta otro—. Es parecida a la que
estaba ayer en este lugar.
—Sí, pero la que vimos ayer era cuando el sol estaba alto;
ésta, con un sol de atardecer, me parece más hermosa.
—¡Qué hermosa flor! —dice el mismo dragón al amanecer del
día siguiente.
—Sí —contesta el otro—. Muy parecida a otra que ya vimos.
Pero con los rayos del sol del amanecer ésta es más linda.
Y vuelan hasta las montañas más altas, ésas donde las nieves
están desde el primer día del mundo, contentos por haber
descubierto una flor nueva. Entonces u n dragón le dice al otro:
—¡Qué hermosa montaña! ¡Tiene toda la nieve del universo! '
Y los dos sobrevuelan en grandes círculos el pico de esa
montaña que acaban de descubrir y que ya sobrevolaron mil
veces.

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