Tecnicas Culinarias Resumen
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“ROMULO GALLEGOS”
VICERRECTORADO ACADÉMICO
AREA CIENCIAS DE LA SALUD
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN
NUTRICIÓN Y DIETÉTICA
Profesora: Estudiante:
Freinmary Morales. Yosmar Pérez
Materia: C.I: 14.086.595.
Técnicas Culinarias. Sección: 1
CERDO Y PESCADO
LECHE
La leche aporta muchos nutrientes, además de agua y minerales. Es rica en
proteínas y azúcares, importantes para el organismo. Entre las proteínas destaca la
caseína, diversas seroglobulinas y albúminas, así como otras de utilidad como la
lactoferrina. De los azúcares, tiene importancia la lactosa (constituida por glucosa y
galactosa). Aporta una gran cantidad de calcio y otros minerales como el fósforo y
potasio. La leche, además, contiene vitaminas y algunas enzimas digestivas. Todos esos
componentes le confieren una gran utilidad para el organismo. Respecto a las grasas,
pertenecen a las derivadas de alimentos de origen animal, muchas de ellas saturadas
(más perjudiciales), estando presentes en abundancia y que ha determinado la aparición
de leches modificadas según ese contenido en grasas. El consumo de leche aporta una
serie de beneficios a la salud que, por su composición, son difíciles de suplir con otros
alimentos. Según la FEN, una dieta con suficiente cantidad de lácteos proporciona hasta
el 33% de las necesidades de proteínas diarias. Su alto contenido en calcio y vitamina D
favorece el desarrollo y mantenimiento de los huesos, además, estos elementos también
inciden en la buena salud de los dientes. El alto contenido en proteínas afecta
positivamente al control del sobrepeso y la obesidad. Esto se debe a la sensación de
saciedad y disminución del apetito que produce la leche. Asimismo, el consumo de
leche con bajo contenido graso contribuye a evitar la aparición de enfermedades
cardiovasculares. Además, se ha detectado una menor incidencia de diabetes tipo 2 entre
los consumidores habituales de productos lácteos.
Valor nutricional (por cada 100 gramos):
Tabla nutricional con los valores de la leche entera:
Calorías: 65,4 kcal
Proteínas: 3,1 gr
Grasas: 3,8 gr
Hidratos de carbono: 4,7 gr
Colesterol: 14 mg
Calcio: 124 mg
Magnesio: 11,6 mg
Potasio: 157 mg
Fosforo: 92 mg
HUEVOS Y ESPUMA
Desde tiempos remotos el huevo se ha considerado un alimento. Los más
consumidos son los de la gallina. El huevo está formado por tres constituyentes
básicos: la cáscara, yema y clara7. La cáscara representa en promedio alrededor del
10% del huevo, la clara alrededor del 57% y la yema alrededor de 1/3 (33%). La cáscara
es una cubierta calcárea, de carácter poroso, revestida en su interior por 2 membranas.
En el polo superior del huevo, ambas membranas se separan para formar la cámara de
aire. La clara es una disolución acuosa de proteínas, ligeramente amarillenta, formada
por tres capas de diferente viscosidad. La interna y externa más fluida, y la intermedia,
gruesa y densa. La clara aporta protección física y química a la célula germinal viva, y
proteínas y agua para para su desarrollo y transformación del pollo. La yema está
separada de la clara por el saco de la yema o membrana vitelina. Su composición
química depende de la dieta de la gallina, así como del sistema de crianza, siendo los
lípidos o fracción grasa el componente más variable. La yema es una emulsión de grasa
en agua. Este último componente representa un 52%; los lípidos (grasas) son el
macronutriente más abundante y suponen un 26,5%; le siguen las proteínas que
representan un 16%; y los hidratos de carbono representan tan solo un 3,6%. El
contenido de vitaminas y minerales es mayor en la yema. Los elementos minerales más
abundantes son el calcio, fósforo y potasio; y entre las vitaminas destacan la vitamina A,
ácido pantoténico y el tocoferol. El color anaranjado de la yema se debe principalmente
a pigmentos carotenoides del tipo xantofilas (luteína y zeaxantina) que no son
precursores de vitamina A (no tienen actividad vitamínica). La clara está compuesta casi
en 90% por agua. El resto son proteínas con vestigios de minerales, materia grasa,
vitaminas y glucosa. La clara se puede considerar como un sistema proteico compuesto
por fibras de ovomucina (proteína fibrosa) incluidas en una solución acuosa de
numerosas proteínas globulares. La capa densa de la clara (clara espesa) se diferencia de
la capa fluida en que la primera tiene 4 veces más fibras de ovomucina.
Respecto al valor nutricional, el huevo es uno de los alimentos más nutritivos y
económicos de la naturaleza6.Se considera uno de los alimentos más completos por la
equilibrada proporción de proteínas, grasas, hidratos de carbono, minerales y vitaminas
que contiene. El valor energético (calorías) del huevo entero se considera moderado; la
yema contribuye con ¾ de las calorías. Los porcentajes de los requerimientos diarios
de proteínas, vitaminas y minerales cubiertos por 1 huevo cocido de 50 gramos (tamaño
promedio). La yema aporta casi toda (o la mayor parte) la tiamina, vitamina A, vitamina
B12, hierro, calcio y zinc del huevo. La ingesta diaria de 1 huevo cocido (50 g) cubre
aproximadamente el 14% de los requerimientos de proteínas de una mujer (19-50 años)
y un 11% para el hombre (mismo rango de edad). Para las mujeres embarazadas, niños
(4-8 años) y niños más grandes (9-13 años), la ingesta de 1 huevo diario cubre
aproximadamente un 9%, 33% y 18% de los requerimientos diarios de proteínas,
respectivamente. Las proteínas del huevo contienen todos los aminoácidos esenciales; y
durante mucho tiempo se consideraron como proteínas de referencia para evaluar la
calidad nutricional de las proteínas alimentarias. Las grasas del huevo contienen una
proporción significativa de grasas saturadas (alrededor del 36%). Sin embargo, el
contenido de grasas insaturadas (grasas monoinsaturadas + grasas poliinsaturadas)
consideradas “grasas buenas”, superan ampliamente a las grasas saturadas. Por esta
razón, la calidad de las grasas del huevo se considera aceptable. Además, las grasas del
huevo aportan cantidades apreciables de ácido linoleico (ácido graso esencial); y
pequeñas cantidades de DHA, grasa omega-3 esencial para la estructura, el crecimiento
y el desarrollo del sistema nervioso central del feto y de la retina (entre otros
beneficios).
LEGUMINOSAS
Las leguminosas, a través de la historia, siempre han sido un recurso alimenticio
de gran importancia para la alimentación humana. Representan, por un lado, una fuente
económica de proteínas y por otro lado, un suministro adicional de fibra a la dieta. Las
leguminosas, en resumen, son un alimento de bajo costo, accesible a todos los estratos
sociales de la población y relativamente fáciles de cultivar, transportar, almacenar y
distribuir. El consumo de leguminosas de grano resulta valioso como complemento en
dietas a base de cereales o de tubérculos; sobre todo en regiones donde la población
tiene un limitado acceso a las proteínas de origen animal. Las leguminosas, por sí
mismas, son una buena fuente de proteínas y de vitaminas y minerales. Sin embargo,
contienen factores antinutricionales tales como inhibidores de tripsina, hemagluteninas,
saponinas y ácido fítico entre otros, muchos de los cuales, afortuna da mente son
destruidos, al menos en parte, al aplicar las técnicas culinarias tradicionales. Estos
factores modifican el aprovechamiento nutricional de sus nutrientes. Las leguminosas
contienen un bajo contenido en lípidos (siendo la excepción la soja y el cacahuete),
niveles fisiológicamente relevantes de ciertos minerales tales como calcio, magnesio,
potasio, hierro y zinc, así como de vitaminas, especialmente vitaminas del complejo B y
ácido fólico.
CEREALES Y PASTAS ALIMENTICIAS
Los alimentos del Grupo de los Granos que incluyen el pan, cereal, arroz y
pastas son importantes por varias razones. Ellos proveen:
Carbohidratos para dar energía
Fibra para tener regularidad
Vitaminas y minerales para muchas funciones importantes del cuerpo
Proteínas para el crecimiento y restauración de las células
Los carbohidratos son la son la fuente principal de energía. La energía es necesaria para
que el cuerpo Funcionar; para ser capaz de jugar, y trabajar, y para poder estudiar y
aprender.
La fibra es muy importante en la dieta. Los alimentos con fibra incluyen panes
de grano integrales y cereales, frutas y vegetales. La fibra se encuentra sólo en plantas
alimentos. La fibra ayuda a mover el alimento por el cuerpo más rápido. Aumente la
fibra en su dieta poco a poco. Para más fibra, sustituya la harina integral por un poco de
la harina blanca cuando hornee. Sustituya el arroz moreno por el arroz blanco. Elija
cereales integrales. En pastelería u horneados ¾ taza de harina blanca más ¼ taza de
harina integral pueden ser substituidas por 1 taza de harina blanca. La mayoría parte de
los alimentos en el grupo de Grano so bajos en grasa; pero los panecillos enrollados, los
molletes y algunas granolas tienen alto contenido de grasa. Recuerde que la
mantequilla, margarina o glaseado añadido a los alimentos de este grupo agregan
calorías y grasa. Los cereales, de acuerdo con la FAO, son la fuente de alimentos más
importante del mundo, ya que éstos se producen para satisfacer las necesidades
alimentarias de los humanos, así como para la alimentación del ganado, siendo una
fuente directa de los insumos que impulsa la producción pecuaria en todo el orbe. La
pasta es una buena fuente de vitaminas H (biotina), E (tocoferol), vitaminas del grupo B
(tiamina, riboflavina y piridoxina), hierro (1,5 mg/100 gramos, aunque en una forma
que dificulta su absorción), magnesio y potasio (imprescindibles para la formación de
los huesos), enzimas y fibra (entre 3 y 9 gramos por cada 100 gramos de pasta). Los
cereales aportan energía merced a la gran cantidad de hidratos de carbono, sobre todo en
forma de almidón, que contienen. También son ricos en proteínas, vitaminas del grupo
B (tiamina, riboflavina y niacina fundamentalmente), y fibra.
VEGETALES
Las verduras aportan vitaminas y minerales específicos. Junto a las frutas, son
los alimentos que más agua proporcionan al cuerpo. Poseen un alto contenido en fibra.
Contienen antioxidantes, los que te protegen frente a ciertas enfermedades
cardiovasculares y relacionadas con la degeneración del sistema nervioso. Las plantas
nos proporcionan alimentos, medicinas, madera, combustible y fibras. Además, brindan
cobijo a multitud de otros seres vivos, producen el oxígeno que respiramos, mantienen
el suelo, regulan la humedad y contribuyen a la estabilidad del clima. Las plantas verdes
pueblan toda la Tierra. Una dieta sana y equilibrada incluye, entre otro tipo de
alimentos, frutas y verduras. Estas ayudan a bajar la presión arterial, reducir los riesgos
de enfermedades cardiacas y derrames cerebrales, disminuir el riesgo de problemas
digestivos e incluso promueven la perdida de peso, ya que tienen un efecto positivo
sobre el azúcar en la sangre, lo que puede ayudar a mantener el apetito bajo control,
entre otras ventajas. Las frutas y verduras se consideran entre las sugerencias
alimentarias por sus altas concentraciones de fibra dietética, vitaminas, minerales (en
especial los electrolitos), y más recientemente de fotoquímicos (elementos químicos que
se encuentran en los alimentos de origen vegetal), en particular los antioxidantes que
estos aportan.
TUBERCULOS
El tubérculo es la parte engrosada de las raíces de algunas plantas que crece
debajo de la superficie del suelo, cuya función principal es albergar los nutrientes, la
energía y el agua para garantizar su supervivencia durante períodos de sequía o los
meses de invierno. La patata, la zanahoria, la remolacha o el rábano son tubérculos
habitualmente consumidos en nuestro país, pero además encontramos dentro de este
grupo: Boniatos, batatas, chufas, tapioca, mandioca y yuca. En su composición
predominan los hidratos de carbono complejos como el almidón, por lo que son una
fuente importante de energía. Además, nos proporcionan fibra, un pequeño aporte
proteico, minerales como el potasio y, vitaminas como la vitamina C y la vitamina A.
La patata es el más importante y el más conocido de los tubérculos. En su composición
nutricional destaca el contenido en hidratos de carbono, mayoritariamente almidón, por
lo que se trata de un alimento fuente de energía. Su contenido en fibra es pequeño.
Aporta cantidades discretas de proteína y en cuanto a su aporte en micronutrientes,
contiene hierro, en pequeñas cantidades, y potasio. Es fuente de vitamina C, tiamina y
niacina. La patata nunca debe consumirse cruda ya que además de indigesta contiene
solanina, un glucoalcaloide tóxico de sabor amargo.
FRUTAS Y JALEAS
El consumo de frutas aporta pocas calorías y un alto porcentaje de agua (entre 80
y 95 % de su peso fresco), por lo que facilita la hidratación del organismo. Coadyuva al
correcto funcionamiento del aparato digestivo por el aporte de fibra alimentaria. Salvo
excepciones (por ejemplo, el coco y el aceite de palma obtenido del fruto de Elaeis
guineensis), las frutas no aportan grasas saturadas. Algunas frutas son fuentes de ácidos
grasos esenciales para el organismo, tales como los frutos secos y las paltas o aguacates.
Las frutas son además una importante fuente de energía para el organismo por su alto
contenido en hidratos de carbono solubles de rápida disponibilidad. Las frutas
pertenecen al grupo del trompo de alimentos, ricos en azúcares, vitaminas C y A y sales
minerales, representada en dicha rueda de color verde. Por su alto contenido en
vitaminas y sales minerales pertenece al grupo de alimentos reguladores. Las frutas se
localizan en el segundo piso de la pirámide de alimentos, es decir, que se recomienda la
ingesta de 4 piezas de fruta en niños y 2 piezas en el adulto al día. A pesar de que en la
clasificación general por grupos, las verduras y frutas están en grupos diferentes, los
nutrientes que contienen son similares, aunque en el caso de las frutas el contenido en
hidratos de carbono es más elevado y ello las convierten en alimentos un poco más
energéticos. Por lo tanto: Son alimentos de bajo valor calórico, ya que casi el 80 % de
su composición es agua, y se recomienda en las dietas para combatir la obesidad. Es
preferible comer una pieza de fruta antes que una pieza de bollería. Contienen fibra
dietética que nos aporta múltiples beneficios como por ejemplo contra el estreñimiento
y la diverticulosis. La fruta contiene múltiples micronutrientes que actúan
sinérgicamente como antioxidantes y parece que son sustancias protectoras contra el
cáncer, demostrado en estudios epidemiológicos en el cáncer de próstata y cáncer de
colon. Además protege de múltiples enfermedades crónicas como la arteriosclerosis y la
diabetes mellitus. La fruta no puede ser substituida por otros postres más modernos sin
desequilibrar nuestra alimentación. Forma parte de nuestro comportamiento alimentario
tomar fruta después de las principales comidas, aunque hoy día se sustituye con
frecuencia por productos lácteos, es preciso decir que esta sustitución no es adecuada si
se hace de forma habitual, debiendo hacerse solo en ocasiones especiales. El consumo
adecuado de fruta recomendado, por la OMS es de 5 porciones diarias. Como alimento,
las frutas realizan aportes a la dieta que son de suma importancia para la salud humana.
En general, son ricas en vitaminas, sales minerales y antioxidantes.3 Algunas vitaminas
y minerales, como la vitamina C y el potasio, dependen en buena medida de las frutas
como fuentes de suministro. Existen frutas como la sandía o el melón que contienen un
alto índice de agua.
GRASAS Y ACEITES
Las grasas contribuyen a satisfacer las demandas de energía (un gramo de grasa
aporta 9 kcal), de ácidos grasos esenciales (linoleico y linolénico) y de vitaminas
liposolubles (A, D, E y K) y también realiza funciones estructurales (protección y
aislante térmico) y reguladoras constituyendo uno de los principios inmediatos más
importantes de la alimentación humana. Además, la grasa juega un papel fundamental
en el mantenimiento de una piel saludable. Aunque nuestro organismo necesita grasa, el
exceso de este nutriente desencadena desajustes energéticos que favorecen la aparición
de sobrepeso y obesidad. Además, el consumo de ácidos grasos “trans” y el exceso de
grasa saturada están directamente relacionados con el aumento de colesterol en sangre,
desarrollo de ateroesclerosis y aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular. Por
tanto, la importancia no reside tanto en la cantidad de grasa de la dieta, que debe aportar
entre 30-35% de las calorías diarias, si no en la calidad de la misma. Se recomienda que
menos del 9% de las calorías totales diarias proceda de grasas saturadas, entre un 15 y
un 20% debe provenir de las grasas monoinsaturadas, y menos de un 7% de las grasas
poliinsaturadas.