Subjetividad y Conocimiento en Descartes
Subjetividad y Conocimiento en Descartes
Subjetividad y Conocimiento en Descartes
FACULTAD DE HUMANIDADES
SUBJETIVIDAD Y
CONOCIMIENTO EN
DESCARTES
2023
Introducción
Descartes es llamado el padre de la filosofía moderna y con justa razón, pues su
pensamiento significó un giro radical que marcó un antes y un después, al cuestionar la
herencia cultural, filosófica y científica de la tradición. En efecto, los cimientos sobre
los que edificó el nuevo saber, ya no se centraban en Dios o en el ser, sino en el hombre
y en la racionalidad humana.1
Como consecuencia de la grave crisis del pensamiento a finales de la edad
media, los filósofos modernos buscaron elaborar una nueva teoría del conocimiento,
pero atendiendo a lo que consideraban errores cometidos en el medioevo, por lo cual,
“la filosofía moderna es, antes que nada, una filosofía crítica, desconfiada; el filósofo
moderno ante todo busca certeza.”2 Esta actitud no necesariamente se daba de manera
consciente ya que, como verdadero filósofo la intención de Descartes siempre fue
“llegar al conocimiento de todas las cosas de que mi espíritu fuera capaz"3
René Descartes inaugura una concepción del conocimiento en la cual la
subjetividad es central. El filósofo moderno desea seguridad por encima de todo, ya no
se fía de lo que los sentidos le muestran ni asiente a verdades heredadas. Por esose
encierra en sí mismo y comienza por desconfiar de las ideas, de lo recibido, procedente
de los sentidos, que llegan a su conciencia. Porque esos contenidosno han sido
sometidos al escrutinio de la razón: no sabemos qué valor poseen.
En el presente trabajoabordaremos el tema de la subjetividad como fundamento
del conocimiento en el pensamiento de Descartes en algunas de sus principales obras.
Descartes y la Subjetividad
Quintana Montes dice que, “desde la visión tradicional de la historiografía
filosófica, el nacimiento del proyecto filosófico de la modernidad puede ser ubicado, sin
temor a equivocarnos, en los primeros trabajos desarrollados por Descartes en torno a la
naturaleza del conocimiento humano.”4 La reflexión cartesiana busca, por un lado,
1
Cf. REALE, GIOVANNI - ANTISERI, DARIO, Historia del pensamiento filosófico y
científico, Tomo Segundo, Herder, Barcelona, 1995, p. 308.
2
CORAZON, RAFAEL. Descartes: un nuevo modo de hacer filosofía. Anuario Filosófico,
1996.
Servicio de publicaciones de la universidad de Navarra. 2008, p. 441
3
DESCARTES, RENE. Discurso del Método. Espasa Calpe S. A. Madrid, 2007, p. 52.
4
QUINTANA MONTES, JORGE LUIS, Ser en el mundo y tradición: la subjetividad
cartesiana en perspectiva en Revista de filosofía y humanidades. Cuestiones de Filosofía, 4
1
establecer un método que guíe a la ciencia por el camino correcto hacia la verdad, y por
otro lado, fundar un punto de partida, del cual no se pueda dudar, para la construcción
del conocimiento mismo.
Para Descartes la razón, a la que llama “el buen sentido”, está repartida correcta
y equitativamente entre los hombres; sin embargo, al dirigir nuestros pensamientos por
diversos caminos y por opinar de diversos temas, es común que los conocimientos y las
opiniones al respecto sean diversas y no nos permitan conocer en definitiva la verdad. 5
Cuando hace una valoración de su formación se muestra desilusionado, pues ella
sólo evidencia su propia ignorancia. Luego, intenta descubrir la verdad en las diversas
ciencias, estudiando y aprendiendo de cuanto libro caía en sus manos. Sin embargo, los
cimientos débiles que hallaba, en cuanto a verdad y certeza, lo llevaron a rechazar toda
ciencia, exceptuando a la matemática.
Con respecto a las ciencias dirá que, al estar constituidas y conformadas por la
opinión de muchos, no hay verdad en ellas. 6 Descartes es consciente de cómo, a lo largo
de nuestra vida, hemos sido formados e influenciados por nuestros tutores o por el
contexto cultural y social y esto lo llevó a renunciar a todo conocimiento previo, a todo
aprendizaje, proponiendo la duda metódica como guía para reformar su pensamiento.
Sin embargo, la duda tiene en el sistema cartesiano un sentido muy diferente al
que tenía para los escépticos, quienes “dudan sólo por dudar, y aparentan estar siempre
irresolutos; por el contrario, mi propósito tendía sólo a asegurarme y apartar la tierra
movediza y la arena, para dar con la roca viva o la arcilla” 7. La duda es el instrumento
metodológico por excelencia, necesario para asentar los principios de la filosofía en
terreno firme. Al mismo tiempo, puede considerarse como inicio e impulso del quehacer
filosófico, ya que la mente, impelida a dudar, sólo detendrá su proceso ante aquellas
verdades ciertas y evidentes.
Ante el procedimiento metódico consistente en considerar falso todo lo que no
fuera dudoso, surge como evidencia primera e innegable, la realidad del propio sujeto
pensante, la res cogitans, objeto de intuición inmediata:
“Advertí que, mientras quería pensar que todo era falso, era totalmente
necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y observando que esta
verdad: pienso, luego existo, era tan firme y tan segura, que ni siquiera las más
extravagantes suposiciones de los escépticos eran capaces de echarla abajo, juzgué
El sujeto cartesiano
La necesidad de legitimar el saber llevó a que la filosofía se auto fundamentara a
partir del descubrimiento del sujeto. De esta manera el punto de partida no estaba ya en
Dios, sino en la experiencia que puede llegar a tener el sujeto de sí mismo y del mundo.
El descubrimiento del “yo” por parte de Descartes como un sujeto que tiene como
facultades principales la duda y la reflexión, significa que éste, como queda planteado
en el Discurso del Método y en las Meditaciones Metafísicas, es concebido ante todo
como subjectum, esto es, como la base, sustrato y sostén de todo lo que es y puede ser
conocido. El sujeto, en otras palabras, es un sujeto pensante, fundamento y garantía de
todo conocimiento verdadero.
La subjetividad entonces queda referida como el fundamento último que permite
las interpretaciones y los valores específicos que marcan cualquier aspecto de la
experiencia. Al respecto, escribe en las Meditaciones Metafísicas:
“Pero yo, que estoy cierto de que soy, no conozco aún con bastante
claridad quién soy; de suerte que en adelante debo tener mucho cuidado de no
confundir, por imprudencia, alguna otra cosa conmigo, y de no equivocarme en
este conocimiento, que sostengo es más cierto y evidente que todos los que he
tenido anteriormente. Encuentro que el pensamiento es lo único que no puede
separarse de mí. Yo soy, existo, esto es cierto; pero ¿cuánto tiempo? Todo el
tiempo que dure mi pensar; pues acaso podría suceder que, si cesase por completo
de pensar, cesara al propio tiempo por completo de existir. Ahora no admito nada
que no sea necesariamente verdadero; ya no soy, pues, hablando con precisión,
sino una cosa que piensa, es decir, un entendimiento o una razón, términos éstos
cuya significación desconocía yo anteriormente. Soy, pues, una cosa verdadera,
8
DESCARTES, RENE, Ob. Cit., p. 66.
3
verdaderamente existente. Mas ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa.
[…] Conozco que existo e indago quién soy. ¿Qué soy, pues? Una cosa que piensa.
¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, afirma,
niega, quiere, no quiere y, también imagina. Ciertamente no es poco, si todo eso
pertenece a mi naturaleza. Mas ¿por qué no ha de pertenecerle? ¿No soy yo el
mismo que ahora duda de casi todo y, sin embargo, entiende y concibe ciertas
cosas, asegura y afirma que sólo éstas son verdaderas, niega todas las demás,
quiere y desea conocer otras, o imagina muchas cosas? ¿Hay algo de esto que no
sea tan verdadero como es cierto que yo soy y que existo, aun cuando estuviese
dormido y aun cuando el que me dio el ser emplease toda su industria en
engañarme? ¿Hay alguno de esos atributos que pueda distinguirse de mi
pensamiento o decirse separado de mí? Pues es tan evidente de suyo que soy yo
quien duda, entiende y desea, que no hace falta añadir nada para explicarlo. Y así
empiezo a conocer quién soy con alguna mayor claridad y distinción que antes”. 9
16
FLORES GALINDO, CARLOS, El problema del conocimiento según Descartes. Revista de
la Pontificia Universidad Católica del Perú Tomo 05 Año 06 N°35 (set. 1937). 2016, p.543.
17
REALE, GEOVANNI - ANTISERI, DARIO. Ob. Cit., Herder. Barcelona, 1995, p. 316.
18
Cf. SANZ SANTACRUZ, VICTOR, Ob. Cit. p. 49
19
SANZ SANTACRUZ, VICTOR, Ibidem.
20
Cf. REALE, GEOVANNI - ANTISERI, DARIO, Ob. Cit. p. 317.
6
Metafísicas pueden leerse como un intento de superar la crisis escéptica. Descartes
busca certezas que hagan las veces de fundamentos en el edificio del conocer.
A partir de Descartes el problema del conocimiento va a ser uno de los temas
centrales de toda filosofía. La filosofía cartesiana no nace de la admiración sino del
“escarmiento”, del deseo de no ser engañado nunca y esto es lo que desencadena la
actitud subjetiva. Ahora bien, ¿es posible adoptar dicha actitud? Descartes desde luego
lo hace, pero ¿a qué precio?
Hemos visto que para llevar a cabo su empeño Descartes reduce la evidencia
objetiva a la evidencia subjetiva: no se fía del objeto, sino que lo somete al control de la
voluntad. Pero se dio cuenta inmediatamente que la nueva situación no suponía ninguna
ganancia si no lograba remontarse a Dios, buscando en Él la garantía de su seguridad.
Cuando Descartes logra la primera verdad, el cogito, ha alcanzado el grado
máximo de evidencia posible habiendo adoptado una actitud subjetiva; y esa certeza,
evidentemente, no tiene valor objetivo alguno.
Ahora bien, Descartes en efecto soluciona el problema “escéptico”, pero genera
otro: el solipsismo, es decir, la incapacidad de salir del propio yo; ha conseguido una
seguridad intra-mental, pero se ha perdido el contacto con la realidad extra-mental. La
filosofía de los próximos siglos será un intento de recuperar lo que ya es imposible de
recuperar: el realismo.
Que tenemos contenidos mentales o “ideas” es evidente, pero que esos
contenidos mentales se refieren siempre a cosas reales, no. De hecho, nos equivocamos;
pero si todo contenido mental estuviera al margen de una posible referencia al mundo
externo, el error no sería posible. El error nos señala precisamente que el mundo externo
está ahí de alguna manera, aunque sólo sea para advertirnos de que nuestros juicios son
provisionales e hipotéticos.21
Bibliografía.
21
CORAZON, RAFAEL, Descartes: un nuevo modo de hacer filosofía. Anuario Filosófico,
1996. Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra. 2008, p. 456.
7
Fuentes:
DESCARTES, RENE. Discurso del Método. Espasa Calpe S. A. Madrid, 2007.
DESCARTES, RENE, Meditaciones Metafísicas. Espasa Calpe S. A. Madrid,
2007
DESCARTES, RENE, Reglas para la dirección del ingenio. Alianza, Madrid,
1996