Subjetividad y Conocimiento en Descartes

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UNIVERSIDAD DEL NORTE

SANTO TOMÁS DE AQUINO

FACULTAD DE HUMANIDADES

SUBJETIVIDAD Y
CONOCIMIENTO EN
DESCARTES

CÁTEDRA: Historia de la Filosofía Moderna


DOCENTE: Beatriz Reyes Oribe

ALUMNA: Granger, Nora Estela

CARRERA: Lic. En Ciencias Sociales

N° de identificación de carrera: UHF10038

2023
Introducción
Descartes es llamado el padre de la filosofía moderna y con justa razón, pues su
pensamiento significó un giro radical que marcó un antes y un después, al cuestionar la
herencia cultural, filosófica y científica de la tradición. En efecto, los cimientos sobre
los que edificó el nuevo saber, ya no se centraban en Dios o en el ser, sino en el hombre
y en la racionalidad humana.1
Como consecuencia de la grave crisis del pensamiento a finales de la edad
media, los filósofos modernos buscaron elaborar una nueva teoría del conocimiento,
pero atendiendo a lo que consideraban errores cometidos en el medioevo, por lo cual,
“la filosofía moderna es, antes que nada, una filosofía crítica, desconfiada; el filósofo
moderno ante todo busca certeza.”2 Esta actitud no necesariamente se daba de manera
consciente ya que, como verdadero filósofo la intención de Descartes siempre fue
“llegar al conocimiento de todas las cosas de que mi espíritu fuera capaz"3
René Descartes inaugura una concepción del conocimiento en la cual la
subjetividad es central. El filósofo moderno desea seguridad por encima de todo, ya no
se fía de lo que los sentidos le muestran ni asiente a verdades heredadas. Por esose
encierra en sí mismo y comienza por desconfiar de las ideas, de lo recibido, procedente
de los sentidos, que llegan a su conciencia. Porque esos contenidosno han sido
sometidos al escrutinio de la razón: no sabemos qué valor poseen.
En el presente trabajoabordaremos el tema de la subjetividad como fundamento
del conocimiento en el pensamiento de Descartes en algunas de sus principales obras.

Descartes y la Subjetividad
Quintana Montes dice que, “desde la visión tradicional de la historiografía
filosófica, el nacimiento del proyecto filosófico de la modernidad puede ser ubicado, sin
temor a equivocarnos, en los primeros trabajos desarrollados por Descartes en torno a la
naturaleza del conocimiento humano.”4 La reflexión cartesiana busca, por un lado,

1
Cf. REALE, GIOVANNI - ANTISERI, DARIO, Historia del pensamiento filosófico y
científico, Tomo Segundo, Herder, Barcelona, 1995, p. 308.
2
CORAZON, RAFAEL. Descartes: un nuevo modo de hacer filosofía. Anuario Filosófico,
1996.
Servicio de publicaciones de la universidad de Navarra. 2008, p. 441
3
DESCARTES, RENE. Discurso del Método. Espasa Calpe S. A. Madrid, 2007, p. 52.
4
QUINTANA MONTES, JORGE LUIS, Ser en el mundo y tradición: la subjetividad
cartesiana en perspectiva en Revista de filosofía y humanidades. Cuestiones de Filosofía, 4
1
establecer un método que guíe a la ciencia por el camino correcto hacia la verdad, y por
otro lado, fundar un punto de partida, del cual no se pueda dudar, para la construcción
del conocimiento mismo.
Para Descartes la razón, a la que llama “el buen sentido”, está repartida correcta
y equitativamente entre los hombres; sin embargo, al dirigir nuestros pensamientos por
diversos caminos y por opinar de diversos temas, es común que los conocimientos y las
opiniones al respecto sean diversas y no nos permitan conocer en definitiva la verdad. 5
Cuando hace una valoración de su formación se muestra desilusionado, pues ella
sólo evidencia su propia ignorancia. Luego, intenta descubrir la verdad en las diversas
ciencias, estudiando y aprendiendo de cuanto libro caía en sus manos. Sin embargo, los
cimientos débiles que hallaba, en cuanto a verdad y certeza, lo llevaron a rechazar toda
ciencia, exceptuando a la matemática.
Con respecto a las ciencias dirá que, al estar constituidas y conformadas por la
opinión de muchos, no hay verdad en ellas. 6 Descartes es consciente de cómo, a lo largo
de nuestra vida, hemos sido formados e influenciados por nuestros tutores o por el
contexto cultural y social y esto lo llevó a renunciar a todo conocimiento previo, a todo
aprendizaje, proponiendo la duda metódica como guía para reformar su pensamiento.
Sin embargo, la duda tiene en el sistema cartesiano un sentido muy diferente al
que tenía para los escépticos, quienes “dudan sólo por dudar, y aparentan estar siempre
irresolutos; por el contrario, mi propósito tendía sólo a asegurarme y apartar la tierra
movediza y la arena, para dar con la roca viva o la arcilla” 7. La duda es el instrumento
metodológico por excelencia, necesario para asentar los principios de la filosofía en
terreno firme. Al mismo tiempo, puede considerarse como inicio e impulso del quehacer
filosófico, ya que la mente, impelida a dudar, sólo detendrá su proceso ante aquellas
verdades ciertas y evidentes.
Ante el procedimiento metódico consistente en considerar falso todo lo que no
fuera dudoso, surge como evidencia primera e innegable, la realidad del propio sujeto
pensante, la res cogitans, objeto de intuición inmediata:
“Advertí que, mientras quería pensar que todo era falso, era totalmente
necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y observando que esta
verdad: pienso, luego existo, era tan firme y tan segura, que ni siquiera las más
extravagantes suposiciones de los escépticos eran capaces de echarla abajo, juzgué

(23), Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2019, pp. 101–128.


5
Cf. DESCARTES, RENE. Discurso del Método, Espasa Calpe S. A. Madrid, 2007, p. 39.
6
Cf. DESCARTES, RENE. Ob. Cit, p. 44
7
DESCARTES, RENE. Ob. Cit, p. 62.
2
que podía sin escrúpulo recibirla como el primer principio de la filosofía que
buscaba”8
Se puede dudar de la existencia de Dios, del cielo, de los cuerpos, de nuestro
propio cuerpo, afirma Descartes en otro lugar, pero no se puede dudar de que nosotros,
que pensamos todas esas cosas, no seamos algo. En la proposición “cogito, ergo sum”,
Descartes cree ver el fundamento sólido a partir del cual deberá construir su filosofía. El
cogito es capaz de resistir a la hipótesis del más astuto genio maligno, que no es, en
definitiva, más que una creación artificiosa fruto de una ficción voluntaria del propio
sujeto. Este puede negarlo todo, pero a condición de afirmarse a sí mismo. La
afirmación primera y radical, es la realidad del cogito que impone la evidencia de su ser
mediante el acto mismo de la afirmación.9

El sujeto cartesiano
La necesidad de legitimar el saber llevó a que la filosofía se auto fundamentara a
partir del descubrimiento del sujeto. De esta manera el punto de partida no estaba ya en
Dios, sino en la experiencia que puede llegar a tener el sujeto de sí mismo y del mundo.
El descubrimiento del “yo” por parte de Descartes como un sujeto que tiene como
facultades principales la duda y la reflexión, significa que éste, como queda planteado
en el Discurso del Método y en las Meditaciones Metafísicas, es concebido ante todo
como subjectum, esto es, como la base, sustrato y sostén de todo lo que es y puede ser
conocido. El sujeto, en otras palabras, es un sujeto pensante, fundamento y garantía de
todo conocimiento verdadero.
La subjetividad entonces queda referida como el fundamento último que permite
las interpretaciones y los valores específicos que marcan cualquier aspecto de la
experiencia. Al respecto, escribe en las Meditaciones Metafísicas:
“Pero yo, que estoy cierto de que soy, no conozco aún con bastante
claridad quién soy; de suerte que en adelante debo tener mucho cuidado de no
confundir, por imprudencia, alguna otra cosa conmigo, y de no equivocarme en
este conocimiento, que sostengo es más cierto y evidente que todos los que he
tenido anteriormente. Encuentro que el pensamiento es lo único que no puede
separarse de mí. Yo soy, existo, esto es cierto; pero ¿cuánto tiempo? Todo el
tiempo que dure mi pensar; pues acaso podría suceder que, si cesase por completo
de pensar, cesara al propio tiempo por completo de existir. Ahora no admito nada
que no sea necesariamente verdadero; ya no soy, pues, hablando con precisión,
sino una cosa que piensa, es decir, un entendimiento o una razón, términos éstos
cuya significación desconocía yo anteriormente. Soy, pues, una cosa verdadera,

8
DESCARTES, RENE, Ob. Cit., p. 66.
3
verdaderamente existente. Mas ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa.
[…] Conozco que existo e indago quién soy. ¿Qué soy, pues? Una cosa que piensa.
¿Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, afirma,
niega, quiere, no quiere y, también imagina. Ciertamente no es poco, si todo eso
pertenece a mi naturaleza. Mas ¿por qué no ha de pertenecerle? ¿No soy yo el
mismo que ahora duda de casi todo y, sin embargo, entiende y concibe ciertas
cosas, asegura y afirma que sólo éstas son verdaderas, niega todas las demás,
quiere y desea conocer otras, o imagina muchas cosas? ¿Hay algo de esto que no
sea tan verdadero como es cierto que yo soy y que existo, aun cuando estuviese
dormido y aun cuando el que me dio el ser emplease toda su industria en
engañarme? ¿Hay alguno de esos atributos que pueda distinguirse de mi
pensamiento o decirse separado de mí? Pues es tan evidente de suyo que soy yo
quien duda, entiende y desea, que no hace falta añadir nada para explicarlo. Y así
empiezo a conocer quién soy con alguna mayor claridad y distinción que antes”. 9

Subjetividad y conocimiento en el método cartesiano


Como dijimos, la reflexión que hace Descartes acerca de cómo llegamos a
conocer, tiene como fin establecer la certeza absoluta de nuestros conocimientos.
Propone entonces un conjunto de reglas que nos permita discernir lo verdadero de lo
falso. Descartes las define como “reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las
observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando
inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando siempre gradualmente su
ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz.” 10Para
Descartes la aplicación de esas reglas trae consigo una certidumbre absoluta, análoga a
esa certidumbre que tienen las demostraciones matemáticas.
El método ideado por Descartes, va a ser de carácter matemático y es un método
universal porque puede ser aplicable a cualquier campo del conocimiento humano.
Puesto que la inteligencia es en todos los hombres la misma, con las limitaciones y
aptitudes propias de cada uno, el método ha de ser uno y universal, no limitado a
materia alguna en particular, sino aplicable a todo conocimiento y tiene como principal
objetivo facilitar el uso natural de la razón que, abandonada a sí misma, no se equivoca.
En el Discurso del Método enumera cuatro reglas. La primera de ellas, la regla de la
evidencia, es particularmente relevante en cuanto a nuestro tema.
Descartes hace referencia a una de las dos operaciones del entendimiento
mediante las cuales podemos llegar a conocer las cosas sin error: la intuición. En Reglas
para la dirección del ingenio, Descartes define la intuición como “la concepción de una
9
DESCARTES, RENE, Meditaciones Metafísicas, Espasa Calpe S. A. Madrid, 2007, pp. 128- 134
10
Cf. SANZ SANTACRUZ, VICTOR, Historia de la filosofía moderna. Primera parte, EUNSA,
España, 2005, pp. 41- 78.
4
mente pura y atenta tan fácil y distinta, que en absoluto quede duda alguna sobre aquello
que entendemos”11. La otra operación de la mente, la deducción, es en palabras de
Descartes “la pura y simple inferencia de una cosa a partir de otra”12.
La verdad, según Descartes, se conoce por la evidencia y este es el principio
normativo fundamental porque todo debe converger hacia la claridad y la distinción, a
las que precisamente se reduce la evidencia. Las otras tres reglas que a continuación se
enuncian no vienen a ser más que un complemento de esta. La evidencia es, entonces,
aquello que se ve perfectamente no con los ojos del cuerpo sino con los ojos del espíritu.
Así, la verdad nos es conocida por una especie de instinto natural que es en los hombres
puramente intelectual a diferencia del instinto animal y continúa diciendo Descartes que
esta visión es la luz natural.13
Por su parte, todo proceso deductivo se basa en las intuiciones primeras,
mediante las cuales conocemos los primeros principios y las ideas innatas, y de ellas
toma también su certeza, ya que la mayor parte de las cosas se conocen por deducción,
dice Descartes, “porque muchas cosas se conocen con certeza, aunque ellas mismas no
sean evidentes, tan sólo con que sean deducidas a partir de principios verdaderos y
conocidos.”14 El término de la intuición es la idea clara y distinta y estas dos
características de la idea son las que la preservan de la duda. Idea clara es aquella que
está presente y manifiesta a la mente, que percibe todos sus elementos, y distinta la que
es tan precisa y diferente de todas las demás que no puede ser confundida con ninguna
otra y no contiene en sí misma nada que no esté claro. Las ideas claras y distintas son
todas ellas innatas y están en nosotros constituyendo unas “semillas de verdad”; son el
fundamento de todas las demás y tienen un carácter absoluto. Diferentes de ellas son las
ideas adventicias, que son recibidas del exterior, y las ideas facticias, forjadas por
nosotros mismos.15
La fundamentación del proceso productivo en la intuición se manifiesta en la
regla del análisis. Descartes prescribe ahí la reducción de lo complejo a lo simple, con el
convencimiento de que se llegará a una intuición primera, la más simple de todas, que
no podrá reducirse a ninguna ulterior y que constituye el punto de partida de todo
conocimiento. Esta Regla tiene· por misión, desintegrar un todo en sus partes simples.
11
DESCARTES, RENE, Reglas para la dirección del ingenio, Alianza., Madrid, 1996, p.75
12
DESCARTES, RENE, Ob. Cit., p.71
13
Cf. DESCARTES, RENE, Ob. Cit., p.124.
14
DESCARTES, RENE, Ob. Cit., p.76.
15
Cf. SANZ SANTACRUZ, VICTOR, Ob. Cit., p. 48.
5
En palabras de Flores Galindo, “esta regla no constituye ninguna novedad para la
ciencia ni para la Filosofía, puesto que ya la habían expuesto los pensadores anteriores a
Descartes.”16 Pero una vez separado el todo en sus naturalezas simples, es necesario
tener una visión total de él.
Precisamente la regla de la síntesis, basada en el ordendeductivo, prescribe el
orden inverso al del análisis. La deducción o síntesis cartesiana tiene por misión ligar las
intuiciones simples a fin de que el espíritu pueda tener una intuición total del todo: “Se
trata de reconstituir un orden o de crear una cadena de razonamientos, que van desde lo
sencillo hasta lo compuesto y que no pueden dejar de tener una correspondencia con la
realidad”17. Esta regla constituye el proceso mismo de la deducción, una vez que se ha
encontrado en la regla precedente el punto de partida, que es la intuición de las
naturalezas simples percibidas en las ideas claras y distintas. 18
Por último, la Enumeración desempeña el cometido de asegurarnos del carácter
exhaustivo de nuestras operaciones mentales y tendrá como consecuencia la certeza de
nuestros juicios. Puede considerarse esta regla como un resumen global que impide la
precipitación y la prevención, a la vez que es una garantía frente al olvido. Asimismo,
refuerza la unión entre intuición y deducción, concebidas como un movimiento único
del pensamiento.19
Estas reglas son simples y subrayan la necesidad de que se tenga plena
conciencia de los pasos mediante los cuales se articula cualquier investigación rigurosa.
Constituyen el modelo del saber, porque la claridad y la distinción evitan los posibles
equívocos o las generalizaciones apresuradas. A tal efecto, ante problemas complejos y
ante fenómenos confusos, hay que llegar hasta los elementos simples, que no pueden
descomponerse más, para que queden iluminados plenamente por la luz de la razón.20
A modo de conclusión
Descartes es comúnmente considerado el padre de la filosofía moderna, entre
otras cosas, porque a propósito de su “pienso, luego existo” acuña uno de los conceptos
clave de la modernidad: el yo. Con ello inaugura la perspectiva del sujeto como punto
de vista privilegiado del quehacer filosófico. ElDiscurso del Método y las Meditaciones

16
FLORES GALINDO, CARLOS, El problema del conocimiento según Descartes. Revista de
la Pontificia Universidad Católica del Perú Tomo 05 Año 06 N°35 (set. 1937). 2016, p.543.
17
REALE, GEOVANNI - ANTISERI, DARIO. Ob. Cit., Herder. Barcelona, 1995, p. 316.
18
Cf. SANZ SANTACRUZ, VICTOR, Ob. Cit. p. 49
19
SANZ SANTACRUZ, VICTOR, Ibidem.
20
Cf. REALE, GEOVANNI - ANTISERI, DARIO, Ob. Cit. p. 317.
6
Metafísicas pueden leerse como un intento de superar la crisis escéptica. Descartes
busca certezas que hagan las veces de fundamentos en el edificio del conocer.
A partir de Descartes el problema del conocimiento va a ser uno de los temas
centrales de toda filosofía. La filosofía cartesiana no nace de la admiración sino del
“escarmiento”, del deseo de no ser engañado nunca y esto es lo que desencadena la
actitud subjetiva. Ahora bien, ¿es posible adoptar dicha actitud? Descartes desde luego
lo hace, pero ¿a qué precio?
Hemos visto que para llevar a cabo su empeño Descartes reduce la evidencia
objetiva a la evidencia subjetiva: no se fía del objeto, sino que lo somete al control de la
voluntad. Pero se dio cuenta inmediatamente que la nueva situación no suponía ninguna
ganancia si no lograba remontarse a Dios, buscando en Él la garantía de su seguridad.
Cuando Descartes logra la primera verdad, el cogito, ha alcanzado el grado
máximo de evidencia posible habiendo adoptado una actitud subjetiva; y esa certeza,
evidentemente, no tiene valor objetivo alguno.
Ahora bien, Descartes en efecto soluciona el problema “escéptico”, pero genera
otro: el solipsismo, es decir, la incapacidad de salir del propio yo; ha conseguido una
seguridad intra-mental, pero se ha perdido el contacto con la realidad extra-mental. La
filosofía de los próximos siglos será un intento de recuperar lo que ya es imposible de
recuperar: el realismo.
Que tenemos contenidos mentales o “ideas” es evidente, pero que esos
contenidos mentales se refieren siempre a cosas reales, no. De hecho, nos equivocamos;
pero si todo contenido mental estuviera al margen de una posible referencia al mundo
externo, el error no sería posible. El error nos señala precisamente que el mundo externo
está ahí de alguna manera, aunque sólo sea para advertirnos de que nuestros juicios son
provisionales e hipotéticos.21

Bibliografía.

21
CORAZON, RAFAEL, Descartes: un nuevo modo de hacer filosofía. Anuario Filosófico,
1996. Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra. 2008, p. 456.
7
Fuentes:
DESCARTES, RENE. Discurso del Método. Espasa Calpe S. A. Madrid, 2007.
DESCARTES, RENE, Meditaciones Metafísicas. Espasa Calpe S. A. Madrid,
2007
DESCARTES, RENE, Reglas para la dirección del ingenio. Alianza, Madrid,
1996

Bibliografía secundaria y artículos:


CORAZON, RAFAEL, Descartes: un nuevo modo de hacer filosofía. Anuario
Filosófico, 1996. Servicio de publicaciones de la universidad de Navarra. 2008.
FLORES GALINDO, CARLOS, El problema del conocimiento según
Descartes. Revista de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Tomo 05 Año
06 N°35 (Set. 1937). 2016.

QUINTANA MONTES, JORGE LUIS, Ser en el mundo y tradición: la


subjetividad cartesiana en perspectiva. Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla. Revista de filosofía y humanidades. Cuestiones de
Filosofía, 4 (23), 2019.
REALE, GEOVANNI - ANTISERI, DARIO, Historia del pensamiento
filosófico y científico. Herder. Barcelona, 1995.
SANZ SANTACRUZ, VICTOR, Historia de la filosofía moderna, EUNSA.
España. 2005.

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