Hora Santa Catequistas

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HORA SANTA

POR LOS CATEQUISTAS

CANTAMOS: Altísimo Señor o Bendito, Bendito


TODOS: Oración inicial
Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres estás de noche y de día en
este Sacramento, lleno de piedad y de amor. Esperando, llamando y recibiendo a cuantos
vienen a visitarte. Creo realmente que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todos los dones que me has hecho,
especialmente por haberme dado en este Sacramento tu cuerpo, sangre, alma, y divinidad;
por haberme dado como abogada a tu Santísima Madre, la siempre Virgen, María, y por
haberme llamado a visitarte en este santo lugar.
Oh Dios, nos presentamos ante Ti con la sumisión que nos inspira la presencia de tu grandeza.
Creemos en ti porque eres la Verdad misma, esperamos en ti porque eres infinitamente bueno,
te amamos con todo nuestro corazón.
Creemos, Señor, pero aumenta nuestra fe, la fe en un Dios que por amor quedó oculto en las
apariencias del pan y del vino.
CANTAMOS: “Mi Jesús Sacramentado”
ACTO DE CONTRICIÓN
LECTOR: Delante de Jesús Eucaristía hacemos nuestros actos de contrición, en este año
que iniciamos y le pedimos que derrame sobre cada uno de nosotros su infinita misericordia.
Respondemos: Muéstranos Señor, tu misericordia.
- Por las veces que no nos hemos comprometido con nuestra tarea catequística. R.
- Por las que nos cuesta obedecer a nuestros superiores. R.
- Por nuestra falta de compromiso con el Evangelio. R.
- Porque muchas veces nuestra vida no es coherente con lo que anunciamos. R.
- Por el desamino que en ocasiones sentimos. R.
(Meditamos en silencio)
TODOS: Te suplicamos, Jesús Eucaristía, que tengas misericordia de cada uno de tus
catequistas, danos la certeza de que somos escuchados en tu presencia Eucarística, y
alcánzanos el don de tu madre, la Virgen María. A ella, Nuestra Señora de la Eucaristía, le
pedimos nos cubra con su manto maternal.
Canto (a elección)
DE PIE: PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS.
Del evangelio según san Mateo 5, 13-16.
“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal deja de ser sal, ¿Cómo podrá ser salada de
nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente. Ustedes
son la luz del mundo: ¿Cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?
Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero,
y alumbrará a todos los que estén en la casa. Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres;
que vean sus buenas obras, y por ello den gloria al padre de ustedes que está en los cielos.”
Palabra del Señor.
Meditemos con detenimiento en silencio (música de fondo)
TODOS: Es preciso que la luz de Cristo brille en nosotros, que seamos luz para los demás.
Ese es el llamado y la exigencia principal de nuestro ministerio. Pidamos pues al Señor que
nunca nos apaguemos ni permitamos que nuestras debilidades humanas nos hagan apartar
del camino a nuestros hermanos. Que Dios derrame el fuego de su Espíritu Santo en nosotros
y nos encienda con una luz inextinguible.
Canto (a elección)
LECTOR: Ser catequista significa dar testimonio de la fe; testimonio de un Jesús que sigue
vivo en el Santísimo Sacramento. Y esto no es fácil. Recordemos aquello que San Francisco
de Asís decía a sus frailes: “prediquen siempre el Evangelio y si fuese necesario también con
las palabras”. Pero antes el testimonio: que la gente vea en sus vidas el Evangelio, pueda leer
el Evangelio. “Ser” catequistas requiere amor, amor a Cristo en la Eucaristía cada vez más
fuerte.
Meditemos con detenimiento (música de fondo)
TODOS DE PIE: Delante de Jesús Eucaristía le pedimos que derrame sobre cada uno de
nosotros su infinita misericordia. Respondemos: Haz que seamos testigos del Evangelio.
- Señor queremos ser tus testigos, para comunicar tu enseñanza y tu amor. R.
- Concédenos poder cumplir la misión de catequista con humildad y profunda
Confianza. R.
- Que la catequesis sea un servicio a los demás, una entrega gozosa a tu Evangelio. R.
- Recuérdanos que la fe que deseamos irradiar la hemos recibido de ti como don
gratuito. R.
- Haznos verdaderos educadores de la fe, atentos a la voz de tu Palabra, amigos sinceros
de los demás, especialmente de nuestros compañeros catequistas. R.
- Que sea el Espíritu Santo quien conduzca cada una de nuestras vidas; para que no
dejemos de buscarte amarte. R.
- Señor danos valor para anunciar tu Palabra, se nuestro alimento en nuestro caminar.
R.
Breve momento de silencio
TODOS: Para ser discípulos y enseñar las verdades de la fe, debemos primero estar con el
Maestro, escucharlo, aprender de Él. Es un estar en presencia del Señor, dejarse mirar por Él.
Y preguntarnos “¿cómo estoy en presencia del Señor?” Al mirar el Tabernáculo, ¿qué cosas
haces? ¿Pero te dejas mirar por el Señor? ¡Dejarse mirar por el Señor! Él nos mira y esta es
una forma de rezar. ¿Te dejas mirar por el Señor? Esto enardece el corazón, tiene encendido
el fuego de la amistad con el Señor, te hace sentir que Él te mira verdaderamente, te es
cercano y te quiere. En este momento cada uno puede preguntarse: ¿cómo vivo yo este estar
con Jesús? ¿Este permanecer en Jesús?” ¿Tengo momentos en los que permanezco en su
presencia, en silencio, me dejo mirar por Él? ¿Dejo que su fuego enardezca mi corazón? Si
en nuestro corazón no existe el calor de Dios, de su amor, de su ternura, ¿cómo podemos
nosotros, pobres pecadores, enardecer el corazón de los demás?
Nos podemos sentar Canto (a elección)
Letanía de Agradecimiento de un catequista
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial,
Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios verdadero,
Ten piedad de nosotros.
A cada uno de los siguientes, rezamos: “¡Gracias, Señor!”
Por mi vocación de catequista…
Por todos los que alimentan mi vocación…
Por las muchas personas que me han formado en la fe…
Por los que me inspiran…
Por mis compañeros catequistas…
Por mi director catequético…
Por la guía de la Iglesia…
Por el Catecismo de la Iglesia Católica…
Por todos los documentos catequéticos de la Iglesia…
Por las Sagradas Escrituras…
Por todos los sacramentos, especialmente mi Bautismo…
Por las vidas de los santos…
Por la guía del Espíritu Santo…
Por los que tengo el privilegio de enseñar…
Por la singularidad de cada persona a la que enseño…
Por los que he enseñado en el pasado…
Por las veces que he sido eficaz en mi enseñanza…
Por las veces que he aprendido de mis errores…
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Ten piedad de nosotros, Señor.
Ruega por nosotros, oh Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas
de nuestro Señor Cristo.
Padre nuestro, Ave María, Gloria…
LECTOR: Hermano catequista mientras más te unes a Jesús y Él se vuelve el centro de tu
vida, más Él te hace salir de ti mismo, te descentraliza y te abre a los otros. Este es el
verdadero dinamismo de amor, ¡éste es el movimiento de Dios mismo!
Y este es el trabajo del catequista: salir continuamente de sí por amor, para testimoniar a
Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús. Pero esto es importante porque lo hace el Señor: es
precisamente el Señor que nos empuja a salir.
TODOS: ORACIÓN
Señor, me has elegido para ser catequista. Has puesto tu mirada en mí, sin merecerlo, y me
has confiado un grupo de personas, para que en Tu nombre siembre el Evangelio en sus
corazones y la semilla germine y de buen fruto, un fruto de oración, de servicio, de amor, de
entrega de una vida moral exigente y evangélica, de la celebración de los sacramentos… Una
vida que sea un seguimiento a Jesucristo con radicalidad y exigencia.
Ilumíname para que, con Tu Gracia y el don del Espíritu Santo, pueda realizar la misión de
catequista que me encomiendas. Haz que no sólo confíe en mis fuerzas, sino que siempre me
apoye en las tuyas. Mira con bondad a todos los que me has confiado, para que la Buena
Noticia que les transmito sea bien acogida en sus corazones. Ayúdales en todo lo que
necesiten. Protégelos y acompáñalos siempre.
Haz, Señor, que todos los catequistas, vivamos con ilusión nuestro ministerio, nos formamos
bien para ello, y seamos siempre conscientes de que nuestra tarea la realizamos en nombre
de la comunidad de la que formamos parte. Señor, gracias por hacerme catequista. Gracias
por que siempre estás conmigo. Amén.
Momento de silencio
LECTOR: Bendito alabado y adorado sea Jesús en el santísimo sacramento del altar.
R/ Sea para siempre bendito y alabado.

LECTOR: Dirijamos nuestra oración a Jesús que es nuestro Maestro y pidámosle que nos
enseñe en su escuela para que aprendamos a imitarle. Digámosle: Enséñanos, señor.
- Señor, enséñanos a estar a disposición para ir en búsqueda de los otros. R.
- Señor, enséñanos a descubrir las aspiraciones y deseos del prójimo. R.
- Señor, enséñanos a ofrecer voluntariamente nuestra ayuda a aquellos que la necesitan
y están en las periferias. R.
- Señor, enséñanos a servir con amor y generosidad a los pobres. R.
- Señor, enséñanos a realizar toda la obra catequética con espíritu de caridad y entrega.
R.
- Señor, enséñanos a compartir nuestra vida de fe con los hermanos. R.
- Señor, enséñanos a profundizar en el misterio eucarístico. R.
- Señor, enséñanos a vivir entregados a la misión de la Iglesia. R.
- Señor, enséñanos a imitar a María, Madre de la Iglesia, en su sí a la voluntad del
Padre. R.
TODOS: Ilumina, Señor, con la luz de la fe nuestros corazones y abrásalos con el fuego de
la caridad, para que adoremos resueltamente en espíritu y en verdad a quien reconocemos en
este Sacramento como nuestro Dios y Señor. Amén.

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