Ruiz, Alicia Aspectos Ideológicos Del Discurso Jurídico

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Unidad VII

ASPECTOS IDEOLÓGICOS DEL DISCURSO JURÍDICO


(DESDE UNA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO)
Alicia E. C. Ruiz

PARTE I
EN TORNO A LA IDEOLOGÍA
“Eso quiere decir que yo formo parte de la
justicia —dijo el sacerdote— ¿Cómo puedo
necesitar algo de ti? La justicia no necesita nada
de ti. Te recibe cuando vienes y te despide
cuando te vas.
Franz Kafka
1. RELECTURAS DE ALGUNAS TESIS SOBRE LA IDEOLOGÍA
La consideración del tema de la ideología se vuelve ineludible cuando, desde la perspectiva
de la teoría crítica, se intenta dar cuenta del discurso jurídico. Sin embargo, esta necesidad
teórica resulta difícil de ser satisfecha. Sólo un gran optimismo permitiría afirmar hoy que existe
la “teoría” de las ideologías 1. Múltiples respuestas, todas ellas discutibles, muchas opuestas
entre sí, aluden a diferentes problemas, cuya complejidad queda manifiesta desde el momento
mismo en que son planteados.
Como su consideración es, como ya dijimos, imposible de ser soslayada, procuramos
efectuar algunos señalamientos pertinentes al tema del discurso jurídico, evitando las
definiciones generales que, naturalmente, quedarán en muchos casos presupuestas.
Ciertas tesis, adquiriendo desde los años sesenta una significación indudable. Hoy, sin
embargo, advertimos que su uso contribuyó, en muchos casos, a canonizar y tornar verdades a
priori lo que no eran sino sugerentes acercamientos. Nos referimos en lo esencial a la
concepción althusseriana de la ideología 2, de la que trataremos sólo los aspectos que a nuestro
juicio conservan significación.
1.1 El carácter deformante de toda ideología que se origina en la naturaleza necesariamente
opaca del todo social “…opaca para los individuos que ocupan en él un lugar determinado por
esta estructura…”3. Ese carácter deformante, a su vez, no es producto o determinación de una
voluntad orientada a ese fin, sino un efecto objetivo de ciertas propiedades de la misma
estructura social.
“En la ideología los hombres expresan… no su relación con sus condiciones de
existencia, sino la manera en que ‘viven’ su relación con las condiciones de existencia,
lo que supone a la vez una relación real y una relación ‘vivida’ imaginaria”.
La ideología es, por lo tanto, la expresión de la relación de los hombres con su “mundo”, es
decir la unidad (sobredeterminada) de su relación real y de su relación imaginaria con sus
condiciones de existencia reales. En la ideología, la relación real está necesariamente investida
en la relación imaginaria…4.
La noción de “imaginario” aparece como una de las más complejas y su importancia, en
relación con el discurso jurídico, nos obligará a volver a ella con sumo cuidado.
1
DE ÍPOLA, Emilio, Ideología y discurso populista, Folios, México, 1982, p.
2
Cont. ALTHUSSER, Louis, Para leer El Capital, Siglo XXI, México, 1969, La revolución teórica de Marx, Siglo XXI,
México, 1968,. Ideología y Aparatos ideológicos del Estado, Nueva visión, Bs.As., 1970, La Filosofía como arma de la
Revolución, Pasado y Presente, Córdoba, 1971; Para una crítica de la práctica teórica (respuesta a John Lewis), siglo
XXI, México, 1944.
3
ALTHUSSER, Luis, La Filosofía…, cit.
4
ALTHUSSER, Luis, “Marxismo y humanismo”, en La Revolución…, cit.
1.2 La cita del texto de Althusser revela que, si bien la ideología opera en el registro de lo
imaginario, no es ella misma un objeto ideal. Esta materialidad, queda expresada en sus efectos,
en su eficacia, en la manera que define y estructura a los individuos.
La ideología actúa y funciona de manera tal que “recluta” sujetos entre los individuos (los
recluta a todos) “transforma” a los individuos en sujetos (los transforma a todos) por medio de
esta operación muy precisa que llamamos la “interpelación”, la cual puede ser representada
según el tipo mismo de la interpelación policial más banal de todos los días: “eh, usted allí”5.
Esta “constitución” de los individuos en sujetos que se realiza a través de la ideología es, a
nuestro juicio, el aspecto específicamente ideológico del discurso jurídico. Más adelante en el
análisis de la categoría de sujeto de derecho trataremos el tema con especial atención.
1.3 Una tesis más de la concepción althusseriana de la ideología se refiere a la función que
ella cumple para asegurar la reproducción de las relaciones de producción existentes y de las
relaciones que de ellas se derivan.
En conjunción con las notas señaladas, la ideología es mostrada como una práctica social.
Esta puede ser entendida como un sistema de discursos que se caracteriza por un peculiar
mecanismo (reconocimiento-desconocimiento), que produce un efecto pertinente:
representaciones.
“Elemento orgánico de toda formación social, la práctica ideológica es el ‘cemento’
indispensable de su cohesión. No hay formación social sin un sistema diferencial de
ideas, nociones, moral, arte, instituciones, en el cual y por el cual los individuos, los
grupos y las clases se representan su formación social y situación… Representación y
no conocimiento. Es la manera como se vive una situación”.
Es inconsciente, lo que no significa opuesto a consciente sino “que su motor está fuera
de ella… Inconsciente es para los portadores de ideología, la estructura social
compleja en la que ocupan los lugares determinados y que su propia ideología refleja y
al mismo tiempo enmascara”.
El carácter “inconsciente” de la ideología significa que la articulación en una unidad
compleja de las prácticas diferenciadas en una formación social, obedece a un mecanismo tal
que uno de sus efectos consiste en deformar la representación de esa articulación y de esa
formación por parte de los individuos, grupos o clases que la integran. O para decirlo de otro
modo: una ideología es un sistema de nociones, ideas, principios morales, leyes, arte, teoría,
etc., presentes de una manera práctica desde el “sentido común” hasta las instituciones (jurídica,
políticas y educativas y de una manera teórica, discursos morales, teológicos, filosóficos).
“Este sistema se articula en la práctica social según una forma definida: los
portadores de ideología conocen y explican la formación social en su conjunto, su
propia situación y sus intervenciones en ella, a partir de la representación de su
situación particular” 6.

La relevancia de lo ideológico en el nivel de lo jurídico se manifiesta de modos distintos y,


en su identificación se hacen presentes las notas que destacáramos, en los párrafos precedentes.
Sin embargo, algunas dificultades no pueden ser desconocidas. Por una parte, si el nivel de
lo jurídico —pensado en términos de práctica social específica— integra la práctica ideológica
¿conlleva, por tanto, todos los elementos que a ésta la determinan como tal? Una respuesta
afirmativa, sin acontecimientos, tornaría innecesaria toda elaboración particular respecto de la
cuestión del derecho.
Por otra parte, en términos de discurso ¿qué diferencia al discurso jurídico de cualquier
otro discurso que justifique la consideración particular del primero?

5
Althusser, Luis, La Filosofía…, cit.
6
KARZ, Saúl, Lectura de Althusser, Galerna, Buenos Aires, 1970, p. 95.
Al mismo tiempo, puestos en el estudio de lo jurídico, la presencia de la ideología se
impone. Sólo una visión parcializada puede pretender constituir una teoría del derecho que no se
haga del nivel ideológico de la cuestión.
Pero hay más. Ya no resulta convincente una conceptualización “topológica” del tema de la
ideología que la ubique como una instancia de la superestructura social. El descubrimiento “del
lugar” de lo ideológico no es suficiente. Ni para la teoría de la ideología ni, menos aún, para su
consideración en relación con lo jurídico. Podría decirse que nos acercamos a esta formulación
crítica de lo jurídico desde el deslumbramiento producido por el enfoque expuesto acerca de la
ideología. Con este punto de partida se hizo una nueva lectura del fenómeno del derecho.
Luego, la producción teórica en este campo específico de lo jurídico, y los aportes provenientes
de otras disciplinas, obligan a repensar lo ideológico, y este retorno al inicio no puede sino ser
crítico. Tal vez, en esta posibilidad de reflexión reside el aporte metodológico que la
problemática de la ideología proporciona al tema del discurso jurídico.
1.4 Es necesario, sin embargo, recordar otra de aquellas tesis; la del doble papel de
alusión/elusión propio de la ideología; los blancos, los silencios, las contradicciones son signos
desplazados del problema que, a través de tales huellas, revela su propia condición
problemática. La ideología señala al negar, dice al callar, “revela en su ignorar”. El parámetro
alusión/elusión, supone un discurso de desplazamientos, de implícitos, de lo no dicho, en el cual
los significantes siempre parecen ajenos, distantes, impropios de sus significados.

2. CONSECUENCIAS
Desde esta perspectiva algunas cuestiones deber ser puntualizadas:
2.1 Dejar de lado una concepción de la ideología como simple sistema de ideas, permite
adentrarse en sus aspectos inconscientes, materializados en las prácticas y las normas culturales
impuestas y al mismo tiempo aceptadas y sufridas. Restar importancia a los elementos
conscientes, intencionados, “elaborados” de la ideología, para enfatizar sus costados más sutiles
y de mayor efectividad, en el marco de lo social y en la determinación de los individuos,
descubre que lo ideológico impregna todas las prácticas.
Esta preocupación por separar las ideologías arbitrarias, racionalistas, queridas por un
individuo, de las ideologías históricamente orgánicas, es una contribución de Gramsci 7, muy útil
en la caracterización de la relación ideología y derecho, y uno de los fundamentos, desde la
teoría de la ideología, para construir una matriz del discurso jurídico que permita superar la
identificación del derecho con la norma.
2.2. El reconocimiento de la existencia de prácticas diferenciadas en el seno de una
formación social no implica un orden o nivel ontológico sino un “topos epistemológico”
diferenciable por sus efectos pertinentes y sus articulaciones precisas con las restantes
prácticas8.
Estas articulaciones dependen de su posición en el interior de una unidad compleja y de la
especificidad de sus mecanismos, instrumentos de producción y productos. Al mismo tiempo, el
efecto determinado que sobre una práctica dada, producen las restantes con las que se encuentra
articulada, se caracteriza como “intervención”. Articulación, especificidad e intervención de
cada práctica, y de todas entre sí, conceptualizan un modo de vinculación/autonomía que
requiere el análisis al interior de cada práctica, sin perder de vista su ubicación respecto de las
demás.
En el campo de la teoría del derecho, estos señalamientos abren el camino para
 superar una determinación de su objeto que omita su relación con otras instancias de lo
social

7
Conf. BUCI-GLUCKMAN, C. Christine, Gramsci y el Estado, Siglo XXI, México, 1978.
8
KARZ, Saúl, Lectura…, cit., p.83
 y descubra cómo, la intervención de otras prácticas —la política, la retórica, la
filosófica— y su propia autonomía constituyen el modo peculiar, en que lo jurídico
impone su presencia en la estructura social.
2.3. Mucho de la problemática de la ideología reaparece en la teoría del discurso, y resulta
difícil evitar la revisión de buena parte de las tesis que fueran tan atractivas en un inicio y que se
afirmaran luego, como ya se dijo, más por su uso que por ellas mismas, como postulaciones
indiscutibles.

3. LO IDEOLÓGICO COMO DIMENSIÓN DE ANÁLISIS


En todo tipo de materias significantes es posible encontrar lo ideológico, y esto torna muy
difícil precisar esta dimensión de análisis.
Como apunta Verón, es factible “leer lo ideológico” en un sistema de comportamientos
cotidianos, tanto como en formas ritualizadas de la conducta de grupos o individuos. También
en un discurso político, o en una referencia ocasional de una conversación, o en un film, o en un
cuadro. Claro que, en cada caso, las condiciones de producción, de circulación y de recepción
son diferentes, suponen mecanismos diversos que será preciso descubrir e identificar 9.
Podemos caracterizar como operaciones discursivas, al trabajo social consistente en dotar
de sentido a materias significantes.
En este marco, lo ideológico aparece como el nombre que se da al sistema de relaciones
entre un conjunto significante determinado y sus condiciones sociales de producción. Lo
ideológico no sería, en sí mismo un discurso, sino que consistiría una dimensión que puede
descubrirse en cualquier discurso marcado por sus condiciones sociales de producción.
La “representación” o el “sistema de representaciones”, conceptos tan ligados a la
problemática de la ideología, reaparecen aquí como la forma de existencia de las “inversiones
significantes” en elementos materiales.
“Trato de especificar, entonces, un punto de vista particular del proceso semiótico: el
que se refiere a las múltiples restricciones en el proceso de producción de sentido, que
remite a los vínculos entre éste y los mecanismos de base del funcionamiento social.
Cuando se encara así una red semiótica, el sentido aparece, inevitablemente, como el
resultado o el producto de un trabajo social (o en una terminología ligeramente
diversa, como engendrado por prácticas) … dentro de esta perspectiva nos topamos
con el orden de lo ideológico y con el poder” 10.

9
“Para mí se trata de concebir los fenómenos de sentido como si tuvieran siempre la forma de inversiones en
conglomerado de materias significantes, como si se remitiera al funcionamiento de la red semiótica conceptualizada
como sistema productivo. Estas inversiones pueden describirse como conjuntos de procesos discursivos. Una
aproximación que se proponga aplicar a los fenómenos de sentido el modelo de un sistema productivo debe
postular relaciones sistemáticas entre determinados conjuntos significantes, por una parte, y los aspectos
fundamentales de todo sistema productivo como la producción, la circulación y el consumo, por otra”.
“A estas condiciones prefiero llamarlas condiciones de reconocimiento”.
“Lo que aquí llamo ‘inversiones’ remite al hecho de que el sentido no existe sino en cuanto incorporado a materias
sensibles”.
“Aun cuando se hable de ‘representaciones’ o de ‘sistemas de representaciones’, desde el punto de vista del análisis
de la producción de sentido, éstos no pueden tener otra forma de existencia que la de inversiones significantes en
elementos materiales… lo que aquí llamo ‘inversión’ no es más que la colocación del sentido en el espacio-tiempo
bajo forma de procesos discursivos”. VERON, E., “La semiosis social”, en El discurso político, UNAM - Editorial Nueva
Imagen, México, 1980.
“Existen sistemas diferenciados de funcionamiento de la producción de sentido, cuya descripción exige, sin duda
alguna, recurrir a conceptos y modelos diferentes”.
10
VERÓN, E., “La semiosis social”, cit. p. 149.
“Afirmo como se puede ver que la cuestión de la ideología concierne a las condiciones de producción de los
discursos sociales, mientras que la cuestión del poder concierne a los efectos discursivos, es decir a las gramáticas
de reconocimiento”. VERÓN, E., “La semiosis social”, p. 150.
La cita es particularmente interesante porque muestra el paralelismo entre esta forma de
abordar el proceso semiótico y la que escoge la teoría crítica para encarar el fenómeno jurídico:
la ineludibilidad de la vinculación con las relaciones sociales de base; el sentido, como producto
de una práctica social y, por fin, lo ideológico y el poder.
Este entrecruzamiento completo, plurisignificante, exhibido y ocultado a un mismo tiempo,
constituye un obstáculo en el campo de la teoría jurídica, que los juristas se resisten a enfrentar.
Y como mostraremos más adelante esta resistencia no es casual. Señala, una vez más, el lugar
del poder. Nuestra insistencia en marcar la presencia de lo ideológico y del poder en el campo
del derecho no debe conducir a una falsa evaluación de lo que pretendemos afirmar. No decimos
que todo sea ideológico o que todo sea poder en la dimensión de lo jurídico, sino que lo
ideológico y el poder están en todas partes11.
Creemos que todo fenómeno social y, por tanto, el derecho, para ser leído en relación con
lo ideológico y con el poder, y nos resulta entonces fundamental introducirlos conjuntamente en
la consideración del discurso jurídico.
En la medida en que no se los pierda de vista evitan posibles caídas en concepciones
reduccionistas.
Las teoría tradicionales de derecho dejarán de lado toda alusión a la sociedad, al poder, a la
violencia, al modo en que los hombres viven sus relaciones sociales, no como ellas son sino
como se las imaginan.
Entonces, en este campo, la cuestión se vuelve de una importancia fundamental para
producir una ruptura que permita pensar el fenómeno de derecho desde otro lugar. Naturalmente
“lugar” no es aquí, sino una metáfora topológica: un lugar distinto no es más que una nueva
teoría, o cuanto menos, el señalamiento de que es posible formularla.
Ideología, discurso, poder, son espacios de confrontación teórica. En consecuencia, lo que
aquí afirmamos respecto de cada uno de ellos está dicho a partir de una convicción básica: se
trata de tópicos problemáticos y, por tanto, no es sencillo arribar a acuerdos, no es fácil sostener
las propias posiciones como si fueran verdades definitivas.
Por ejemplo, señalamos antes la insuficiencia de ciertas tesis que el marxismo, aun en sus
versiones más interesantes, ha aportado al tema de la ideología. Al mismo tiempo es preciso
reconocer que la caracterización de que lo ideológico y el poder están en todas partes más allá
de su directa conexión con el pensamiento foucaultiano, sólo puede ser fructíferamente ubicada
en el marco teórico aportado por el propio marxismo12.
La cuestión del discurso que liga lo ideológico y el poder, para ser entendida, exige hablar
de discursos bien precisos: aquellos producidos en una estructura social determinada. Ni el
“orden del discurso” es uno idéntico a sí mismo, ni el poder atraviesa la sociedad, u ocupa sus
espacios intersticiales de igual forma, no la ideología genera efectos similares con
independencia del modo en que los hombres viven y se relacionan entre sí.
Sin embargo, cierto pensamiento originalmente ligado a la izquierda, parece creer lo
contrario. Tal el caso de Baudrillard, que seduce con su durísima crítica a Marx por el empleo
del concepto de producción. A su juicio, Marx pretende explicar con este concepto formas de
organización social en las que la producción no existía ya que tal como es concebida por el

11
“Nada es ajeno al sentido en el funcionamiento de una sociedad; el sentido está en todas partes. También lo
ideológico y el poder están en todas partes. Dicho de otro modo; todo fenómeno social puede ser leído en relación
con lo ideológico y con el poder… Althusser mismo tiempo afirmar que lo ideológico y el poder están en todas
partes es radicalmente distinto de decir que todo es ideológico o que todo se reduce a la dinámica del poder.
Dentro del universo social del sentido hay otras muchas cosas además de lo ideológico y del poder. Dentro de la red
semiótica se entrecruzan sistemas heterogéneos de determinación. Ideológico y poder, remiten a dimensiones de
análisis de los fenómenos sociales, y no a ‘cosas’ o ‘instancias’ que tendrían un lugar en la topografía social”.
VERÓN, E.. “La semiosis social”, p. 149.
12
FOUCAULT, Michel, especialmente El orden del discurso, Gallimard, París; Vigilar y castigar; La verdad y las
formas jurídicas, Gedisa, Barcelona. 1980; Microfísica del Poder, La Piqueta, Madrid, 1980.
propio Marx, sólo toma forma en el capitalismo. Sin embargo, Baudrillard acaba por afirmar la
universalidad del “principio de simulación”13.
Estas precisiones son indispensables para la lógica interna de nuestro trabajo. Si las
prácticas jurídicas, sea ellas teóricas o no, son parte de una totalidad social, su comprensión sólo
puede alcanzarse ubicadas en esa totalidad en la cual, y sólo en la cual, pueden ser leídas como
materias significantes. Esto exige al jurista una renuncia a trabajar en un coto cerrado donde la
“realidad” sea la norma positiva o ideal. Es renuncia abre el camino a la interdisciplinariedad, al
aporte de otros conocimientos y con ellos a una nueva comprensión de lo jurídico 14.

4. PRÁCTICA Y DISCURSO
Lo ideológico puede concebirse como una dimensión de análisis de todo hechos social.
La introducción de lo ideológico no como un “topos”, sino como una dimensión de análisis,
genera nuevos problemas.
Si bien esta afirmación nos parece, en principio, aceptable y en buena medida y en muchos
casos, corresponde al sentido con que aludimos a lo ideológico en este trabajo, compartimos
cierta preocupación a su respecto.
“definir lo ideológico como un nivel de análisis —y no como una base de hechos
empíricos— equivale a presuponer que otros niveles de análisis de lo social (que
excluyen por hipótesis a lo ideológico) son, no sólo posibles, sino también legítimos (x
ej., el económico, el político, el jurídico)”15.
En efecto, si lo ideológico es sólo una dimensión posible del análisis de lo social, esto
implica que lo social preexistía lógicamente a la “producción social” de sentido. Superar este
obstáculo obliga a ir más lejos y definir lo social mismo en términos del discurso “de forma tal
que el dominio de lo social y de lo discursivo serían equivalentes, es decir, coextensivos”.
Esta hipótesis viene cargada de enormes dificultades, en cuanto supone, no sólo una
transformación profunda de las tradicionales acerca de lo social, sino también una
transformación profunda de las concepciones tradicionales acerca del sentido y del discurso. Al
mismo tiempo, procurar no caer en reduccionismos, hace necesario tener en cuenta que la
categoría del discurso debe renovarse, enriquecerse y transformarse por la incidencia misma de
lo social, que ella engloba y constituye16.
13
BOUDRILLARD, Jean, El espejo de la producción, Gedisa, Barcelona, 1980, y El intercambio simbólico y la muerte,
Monte Ávila.
14
“…La concepción según la cual las prácticas jurídicas y las prácticas teóricas acerca del discurso son una instancia
del desarrollo y funcionamiento de una formación social, implica que sólo puede pensarse a esta instancia como
parte operante de una totalidad. Esto conlleva la idea de que el producto teórico de los juristas es, a su vez, parte
de una totalidad que lo hará comprensible sólo en la medida en que la enmarque en el producto del resto de las
ciencias sociales, y se lo ubique en un momento histórico determinado de una formación social cualquiera. Pero
esta interdisciplinariedad debe entenderse como la interacción de la regiones teóricas, y no como la incorporación
de conceptos producidos por otras ciencias o la crítica realizada por así decir, “desde afuera” de la región
demarcada por el discurso jurídico. Esta interdisciplinaridad no hará perder de vista la estrecha vinculación entre la
práctica teórica y la historia del desarrollo real de las formaciones sociales en las cuales y para las cuales la misma se
realiza, bajo el riesgo de olvidar, de otro modo, que la tarea teórica es una tarea política” ENTELMAN, Ricardo,
“Introducción”, en El discurso jurídico. Perspectiva psicoanalítica y otros abordajes epistemológicos, Hachette,
Bs.As. 1982.
15
DE ÍPOLA, Emilio, Ideología…, cit.
16
“Aunque es verdad que ninguna teoría ha sido tan decisiva en este ámbito como la marxista, en el momento
actual ella (o al menos cierta versión de ella) constituye un obstáculo para el desarrollo de una reflexión sobre el
funcionamiento de lo ideológico. La tendencia a la reificación de los conceptos se ha acentuado particularmente en
la teoría marxista contemporánea, si se la compara con los textos clásicos. La misplaced concreteness ha sido
retomada y fijada como concepción geológica o más bien piramidal de la sociedad, pretendiendo que esta última se
halla constituida por capas superpuestas”.
“Discurso ideológico: he aquí otra especie en la fama de cierto marxismo reificante… lo ideológico no consiste en un
repertorio de contenidos (opiniones, actitudes o aun representaciones) sino una gramática de producción de
sentido, inversión de sentido en materias significantes. Por lo tanto una ideología nunca puede definirse a nivel de
los contenidos. Es verdad que ella puede también manifestarse, aunque siempre de modo fragmentario, en forma
La coextensividad de lo social y lo discursivo reubica la cuestión de la ideología, sin que
aceptar esta línea de trabajo acarree la negación de todas las tesis que han sido expuestas en
párrafos anteriores. Compromete, en cambio, a manejar con precaución algunos conceptos,
fundamentalmente a evitar caer en la tentación de describir lo ideológico como un lugar desde el
cual es posible dar cuenta de todo lo que se produce y reproduce en la superestructura 17.
También se torna muy cuestionable la misma distinción entre estructura y superestructura,
salvo que se las rescate al sólo efecto del análisis, sin constituirlas en partes, niveles o instancias
de lo social, o se la lea como recortes o ámbitos del discurso.
La cuestión presupuesta a la que refiere De Ípola cuando dice que “definir lo ideológico
como un nivel de análisis… equivale a presuponer que otros niveles de análisis de lo social...
son no sólo posibles sino también legítimos…” es efectivamente una inferencia correcta pero
imposible de cumplirse en el análisis de lo jurídico.
Si la ideología forma parte orgánicamente de la estructura social no hay análisis de lo
social que pueda excluir esta dimensión, sólo podría ponérsela entre paréntesis para relevar
algún aspecto particularmente marcado, y por tanto oscurecido, por lo ideológico.
En el caso de lo jurídico, la imposibilidad de su consideración excluyendo la dimensión de
análisis ideológico queda mostrada en la insuficiencia de los abordajes tradicionales de la
cuestión. La omisión del tema del poder; la transformación de la violencia en actos de fuerza
aislados y concretos; la insuperable distinción entre ser y deber ser; las definiciones
descontextuadas históricamente son ejemplos, en la teoría, de los efectos nefastos de esta
omisión. Y también debemos mencionar los silencios, tan significativos, acerca de los mitos, de
las ficciones, del mundo del imaginario. Nada de esto puede tener un lugar en y para la ciencia
del derecho, si ella misma no se formula desde esta dimensión de análisis de lo social.
Otro aspecto relevante: admitir la coextensividad entre lo social y lo discursivo puede
conducir a un reduccionismo discursivista que acabe por eliminar “lo social” de este par. Éste es
tal vez el más grave de los riesgos en el campo del derecho que, de ocurrir, retrotraería la
discusión a un punto que es, justamente, el que exige ser definitivamente abandonado.
Si en aras de encontrar una concepción teórica, alternativa y superadora, se acaba
mostrando al derecho como un discurso que, por sus propias reglas de formación, condiciones
de producción y reproducción, papel constituyente y relación con el poder se cierra en sí mismo,
lo social, englobado y constituido por él —pero, al mismo tiempo, transformador y rupturante a
su respecto— quedaría sepultado. Entonces nada nuevo se habría aportado o lo que es peor, se
crearía la ficción de que, con un nuevo lenguaje, se ha cambiado el modelo teórico. Para decirlo
crudamente el intento de la teoría crítica no sería así, sino una forma del “gatopardismo” en la
práctica teórica.
La teoría crítica alude al derecho, por un lado, como una práctica social específica y, por
otro, como un discurso del poder. La relación entre ambas afirmaciones puede pensarse, desde
esta perspectiva tan compleja y al mismo tiempo tan seductora de la coextensividad: el discurso
del poder engloba a esa práctica social específica y la constituye al mismo tiempo.
Las alusiones, por una parte, a la práctica y, por la otra, al discurso, y las consecuencias
de una y otra que es posible extraer son separables sólo con fines de análisis teórico. No
implican, en cambio, dos niveles de la “realidad” o, un lugar de lo real, de las cosas, de las

de contenidos (este puede ser un aspecto de lo que puede llamarse “discurso jurídico”). Pero el concepto de
ideología (una ideología) no puede definirse a ese nivel. VERON, E., “La semiosis social”, cit.., p. 157.
“Un lugar en la topografía social” (Verón, E., “La semiosis social”, cit.., p. 149)
17
“Estas operaciones son siempre subyacentes restablecidas a partir de marcas inscriptas en la superficie material.
Se puede hablar de marcas cuando se trata de propiedades significantes cuya relación con las condiciones de
producción o con las condiciones de reconocimiento no se halla especificada (el lingüísta, por ej., trabaja sobre
marcas propias de la materia significante y sus condiciones (de otro conjunto de condiciones… La separación entre
producción y reconocimiento es variable en extremo, según el nivel de funcionamiento… Por consiguiente, hay dos
planos fundamentales en una teoría del sentido en cuanto engendrado por su sistema productivo: el uno
concerniente a la reconstrucción de gramáticas de producción y el otro a la de gramáticas de reconocimiento”.
VERON, E., “La semiosis social”, cit.., p. 151.
conductas, de lo material, si se prefiere, y otro de los significados, de las ideas, de las palabras,
del lenguaje.
Lo que se nos aparece, al menos a esta altura de la investigación como muy evidente es que
lo ideológico es una condición de producción necesaria del discurso jurídico.
Podríamos avanzar en el mismo sentido un paso más: siempre entre las condiciones de
producción de un cierto discurso jurídico está presente otro discurso jurídico —condición
necesaria, aunque no suficiente—. Esto ya fue advertido desde los paradigmas tradicionales,
aunque con las limitaciones de la concepción subyacente de derecho que les es propia 18.

18
Estamos pensando en el reconocimiento de la doctrina como fuente del derecho; en la validez de una norma
fundada en otra norma válida superior; en la relación de subordinación del derecho positivo respecto del derecho
natural, y aun en quienes postulan que el derecho es lo que los jueces dicen que es, lo que también supone al
menos una norma que dé a alguien el carácter de juez. La regla de reconocimiento de Hart, o la norma fundamental
en Kelsen también serven como ejemplos pertinentes.

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