Proceso de Amparo Contra Resoluciones Judiciales 5
Proceso de Amparo Contra Resoluciones Judiciales 5
Proceso de Amparo Contra Resoluciones Judiciales 5
I. A modo de introducción
Una de las cuestiones más debatidas y, sin duda, relevantes del proceso de
amparo es la que se refiere a la posibilidad de impugnar mediante estas
resoluciones judiciales que han adquirido la calidad de cosa juzgada. En
este supuesto, lo que, en el fondo, se impugna es una decisión judicial
recaída en un proceso ordinario en el cual el demandante del amparo no ha
obtenido el resultado que esperaba y atribuye esta situación a la vulneración
en dicho proceso de alguno de sus derechos fundamentales.
Es obvio que, de allí a afirmar que en un Estado de este signo “todo puede
ser constitucionalizado” hay un solo paso. Y es que, a pesar de ser una
cuestión gradual, la constitucionalización del ordenamiento jurídico conlleva
siempre una tendencia por entender al “control constitucional” como si de un
“suprapoder” se tratara. Se traslada así, casi miméticamente, un argumento
atinente a la jerarquía del parámetro de control (la supremacía normativa de
la Constitución), a un escenario típicamente competencial (qué debe ser
controlado y quién debe ser el controlador).
Ello en razón de que, tal como sostiene Fix-Zamudio (2002), tanto los
ordenamientos internos como los instrumentos internacionales de derechos
humanos asignan una gran importancia a las violaciones de carácter
procesal que afectan los aspectos básicos del debido proceso. En relación
con los últimos, los derechos fundamentales de carácter procesal están
comprendidos en los mencionados artículos 6, 8, 14 y 47, de las
Convenciones Europea y Americana, respectivamente, el Pacto de los
Derechos Civiles y Políticos y de la Carta de la Unión Europea,
respectivamente. Si bien todos estos preceptos internacionales regulan
minuciosamente los derechos procesales de los acusados en los procesos
penales; sin embargo, genéricamente los regula a todo tipo de procesos.
Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la que se
respetan sus derechos al libre acceso al órgano jurisdiccional; a probar, de defensa, al
contradictorio e igualdad sustancial en el proceso; a no ser desviada de la jurisdicción
predeterminada ni sometida a procedimientos distintos de los previstos por la ley; a la obtención
de una resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la
imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna
de las resoluciones judiciales, y a la observancia del principio de legalidad procesal penal. (Cfr.
Sentencia del Tribunal Constitucional recaído en el Expediente 963-2005-HC/TC, fundamento 2).
Por otro lado, el mismo artículo 200 in fine expresa que: “El ejercicio de las
acciones de hábeas corpus y amparo no se suspende durante la vigencia
de los regímenes de excepción a que se refiere el artículo 137 de la
Constitución”. Y agrega finalmente que “cuando se interponen acciones de
esta naturaleza en relación con derechos restringidos o suspendidos, el
órgano jurisdiccional competente examina la razonabilidad y la
proporcionalidad del acto restrictivo. No corresponde al juez cuestionar la
declaración del Estado de emergencia ni de sitio”.
Así sucede, por ejemplo, cuando la causa que llega al Tribunal, lo hace a
través de un doble e indebido rechazo liminar decretado en las instancias
previas. En este escenario, como es sabido, el artículo 20 (artículo 116 del
NCPConst.) dispone que el Tribunal Constitucional debe anular las dos
resoluciones dictadas por el juez y la Sala constitucionales, y
consecuentemente, ordenar que la demanda sea admitida a trámite. Sin
embargo, constante ha sido en la jurisprudencia constitucional entender que
el remedio contemplado en el citado dispositivo debe ser entendido como
una salida excepcional, pues al “ritualismo procesal”[1] debe oponerse el
“logro de los fines de los procesos constitucionales” (Cfr. Sentencia del
Tribunal Constitucional recaído en el Expediente 4587-2004-PA/TC,
fundamento 10). Y así, el Tribunal ha sentenciado lo siguiente:
La declaración de invalidez de todo lo actuado solo es procedente en aquellos casos en los que el
vicio procesal pudiera afectar derechos constitucionales de alguno de los sujetos que participan en
el proceso. En particular, del emplazado con la demanda, cuya intervención y defensa pueda haber
quedado frustrada como consecuencia precisamente del rechazo liminar (Cfr. Sentencia del
Tribunal Constitucional recaído en el Expediente 03185-2021-PA/TC, fundamento 11).
[E]n algunos casos es posible emitir pronunciamiento sobre el fondo, aun cuando la demanda haya
sido declarada liminarmente improcedente en las instancias inferiores. Para evaluar la
procedencia de tal decisión se tiene que tomar en cuenta si se afectan los derechos de la parte
contraria que, al no haber contestado la demanda, podría quedar en estado de indefensión ante
una sentencia adversa; la intensidad de la afectación en el ámbito de sus derechos como producto
de la decisión del Tribunal; la importancia objetiva del caso; los perjuicios que se podrían generar
al recurrente por la demora en un pronunciamiento sobre el fondo; y el hecho de que el
demandado se haya apersonado al proceso y contestado la demanda, de ser el caso.
4.1.1. Inaplican segundo párrafo del artículo 5 del Nuevo Código Procesal
Constitucional vía control difuso [Exp. 00385-2021]
Sin embargo, el segundo párrafo del artículo 5 del NCPConst. establece que
en los procesos constitucionales contra resolución judicial no se notifica ni
se emplaza con la demanda a los jueces o magistrados del Poder Judicial.
[E]l demandante tiene la facultad de interponer la demanda de amparo desde que conoce de la
resolución firme emitida en un proceso judicial que considera agraviante de sus derechos
constitucionales hasta treinta días después de notificada la resolución que ordena se cumpla lo
decidido […]. Para tal efecto y atendiendo al principio pro actione, debe interpretarse que el
legislador, al considerar el inicio del plazo para interponer la demanda en la fecha de notificación
de la resolución que queda firme, simplemente ha dispuesto que el justiciable está facultado para
interponer la respectiva demanda de amparo sin necesidad de esperar que se notifique la
resolución que ordena se cumpla lo decidido, mas no está postulando que el cómputo de los 30
días hábiles a que se refiere la norma comienza a partir de la fecha en que se notifica la resolución
que queda firme (Cfr. fundamentos 4 y 12).
[S]e considera iniciado el plazo y con ello el inicio de la facultad de interponer la demanda de
amparo contra la resolución judicial firme cuando se han agotado todos los recursos que prevé la
ley para impugnarla dentro del proceso ordinario, siempre que dichos recursos tengan la
posibilidad real de revertir los efectos de la resolución impugnada.
En ese sentido, cuando el justiciable interponga medios impugnatorios o recursos que no tengan
real posibilidad de revertir sus efectos, el inicio del plazo prescriptorio deberá contabilizarse
desde el día siguiente de la fecha de notificación de la resolución firme a la que se considera lesiva
y concluirá inevitablemente treinta días hábiles después de la notificación de la resolución que
ordena el cúmplase con lo decidido, sin que igualmente se acepte articulaciones inoficiosas contra
este último pronunciamiento jurisdiccional. Por lo demás, el juez constitucional deberá hacer uso
de los apercibimientos y multas atendiendo a la gravedad del perjuicio ocasionado por la parte
que actúa con evidente mala fe procesal.
A todo ello habrá que añadir que existen resoluciones firmes que, por su
propia naturaleza, no requieren de la emisión de una resolución que ordene
el cumplimiento. En estos supuestos, señala el Tribunal, el plazo regulado
en el artículo 44 se computará desde el día siguiente de notificada la
resolución firme.
[…] respecto al carácter “firme” de las resoluciones judiciales como requisito de procedibilidad del
amparo, no puede aplicarse por igual a todos los supuestos en los que se interponga dicho proceso
constitucional, sino que el juez constitucional deberá analizar el caso concreto a fin de dilucidar si
la falta de agotamiento de los medios impugnatorios se debe a una dilación indebida del operador
judicial.
Cuál debe ser el plazo prudente para resolver los recursos interpuestos por
las partes es algo que el Tribunal no llega a definir. Y no podría,
ciertamente, porque cada ordenamiento procesal cuenta con sus propias
previsiones en relación a este asunto. Por lo que, en principio, deberíamos
atenernos a lo que se establece en la ley procesal específica de la materia
o, en su defecto, en lo que señala el Código Procesal Civil.
[N]o se correspondería con la especialidad del caso retrotraer las actuaciones al tribunal
competente en el proceso civil a fin de dictar una nueva resolución. En efecto, la aplicación de los
criterios constitucionales atendiendo a la prueba remitida al TCF no permite margen de opción
alguno a una ulterior decisión judicial; es más, la demanda del recurrente debe estimarse
plenamente. De acordarse la retroacción de actuaciones […] ello aparece como poco razonable,
sobre todo, porque el interés del recurrente reclama una rápida conclusión del procedimiento
previo, a fin de impedir la difusión […] BverfGE, 35, 202.
V. Reflexiones finales
Se debe precisar también que con esta reforma se han eliminado algunos
precedentes vinculantes y otros se han modificado. Conforme al artículo 6
del nuevo texto, está prohibido el rechazo liminar, por lo que la
improcedencia de la demanda (según los criterios fijados en el precedente
constitucional Elgo Ríos, vía igualmente satisfactoria) se deberá analizar
después de haber realizado el contradictorio y ya no en la etapa de
calificación, como estaba previsto de manera anterior a la entrada en vigor
de este código. Por otro lado, el artículo 24 del nuevo texto plantea que el
TC deberá convocar a la vista de la causa para todos los recursos de
agravios constitucionales interpuestos. En ese sentido, el precedente
constitucional Vásquez Romero, a través del cual se creó la sentencia
interlocutoria y fijaba criterios de procedencia del recurso, quedó eliminado.
Por otro lado, se acusa a la reforma de este año, en relación con el principio
de igualdad, un tratamiento normativo diferenciado no justificado para eximir
del principio de gratuidad en la actuación del demandante si se trata de
procesos de amparo contra resoluciones judiciales interpuesto por personas
jurídicas. Asimismo, también se advierte que esta norma establece un
tratamiento normativo diferenciado no justificado que privilegia al
demandante y un desmedro del ejercicio del derecho de defensa del
demandado para solicitar informe oral en segunda instancia en el marco de
los procesos de hábeas corpus.
Sin duda, la aplicación del NCPConst. será un desafío para los diversos
operadores del sistema de justicia; debido a las profundas modificaciones
efectuadas sobre varias instituciones procesales; no obstante, esta reforma
debe generar un compromiso en los órganos de gobierno del Poder Judicial,
a fin de brindar a los jueces constitucionales mejores condiciones de trabajo
que les permitan resolver con mayor celeridad y oportunidad la carga
procesal; y en los abogados litigantes, para que ejerzan una defensa
responsable evitando la litigación temeraria, maliciosa y dilatoria.
• Eto Cruz, G. (2017). “Una alerta roja en los jueces del amparo: el
problema teórico y práctico del rechazo liminar”. En: El amparo en la
actualidad. Posibilidades y límites. Carpio Marcos, E. y Sáenz Dávalos,
L. (Coord.). Lima: Centro de Estudios Constitucionales del Tribunal
Constitucional.
Comentarios:
Cuota