Los-Principios-Procesales-Y-La-Tutela-Preventiva Por Jorge A. Rojas
Los-Principios-Procesales-Y-La-Tutela-Preventiva Por Jorge A. Rojas
Los-Principios-Procesales-Y-La-Tutela-Preventiva Por Jorge A. Rojas
1.- INTRODUCCION
Ello, en razón de que esta última siempre se ha enancado en los pliegues de una
medida cautelar, de ahí su carácter preventivo, que solo indica que es
provisional la decisión adoptada, conforme las circunstancias que dieron origen
a su dictado y por ende su mantenimiento.
Por un lado, el avance que se ha logrado desde el derecho procesal por vía de
los sistemas cautelares, aún dentro de un ámbito que denominamos excepcional
por atípico; y por otro, la promulgación de un nuevo ordenamiento que regula
el derecho privado, en donde –entre otros aspectos que se destacan- se ha
puesto un acento especial en la función tuitiva que cabe a la jurisdicción.
1
Mientras que ahora aparece una jurisdicción que tiene una función de carácter
protectorio, que persigue precaver los daños acaecidos, o en ciernes, de ahí su
carácter preventivo, porque si se produjeron, apunta a su morigeración y si
resultan inminentes pretende evitarlos.
Esa es la mirada que hoy se impone a la luz de las previsiones del nuevo
ordenamiento civil y comercial, toda vez que han cambiado algunos
paradigmas, y con ello instituciones que en otros tiempos eran apreciadas con
algunas restricciones, como dentro del derecho internacional los tratados que
aludían a cuestiones de derecho común, hoy tienen una envergadura diversa
1
Sirva como ejemplos de esta apertura que llevó a cabo la Corte Suprema desde antes de la reforma del
´94, algunos casos líderes resueltos por el Alto Tribunal, como Fibraca (Fallos 316:1669), Cafés La
Virginia (Fallos 317:1282) o Giroldi (Fallos 318:514), sentando como doctrina que la prescindencia de las
normas internacionales por los órganos internos pertinentes puede originar responsabilidad internacional
del Estado argentino, circunstancia que de por sí configura cuestión federal suficiente (Fallos 318:2639).
Con mayor contundencia aún, y remitiéndose al derecho de gentes resolvió en el caso Arancibia Clavel
que “no se da una aplicación retroactiva de la Convención de Imprescriptibilidad de Crímenes de Lesa
Humanidad, si los hechos por los cuales se condenó al encartado, ya eran imprescriptibles para el
Derecho Internacional al momento de cometerse, pues en el marco de la evolución del Derecho
Internacional de los derechos humanos, la citada convención ha representado únicamente la cristalización
de principios ya vigentes para nuestro Estado Nacional como parte de la comunidad internacional” (Fallos
327:3294).
2
que ha hecho que nuestro país, pueda considerarse mucho más abierto y
flexible a los cambios que impone la realidad.
Esto genera el diálogo de fuentes al que también invita el CCCN, pues desde el
título preliminar que encabeza ese cuerpo legal, se señala claramente en sus
primeros artículos cómo deben ser resueltos los casos que se sometan a este
Código, distinguiéndose no solo la Constitución Nacional y los Tratados de
Derechos Humanos en los que nuestro país sea parte, sino además de las leyes
aplicables, la finalidad de la norma, los usos, prácticas y costumbres que
2
Estos aspectos se pueden apreciar a nivel de políticas de gobierno, no solo en el ámbito judicial (más
allá que desde ese lugar se puede apreciar el reconocimiento de una jurisdicción supranacional), pues para
citar un ejemplo concreto, el legislador sancionó la ley 25.390, a través de la cual Argentina aprobó
primero el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional, y luego la ley 26.200 que no solo
reconoce la aplicación del Estatuto de Roma, sino la competencia del referido tribunal para juzgar los
delitos que allí se contemplan.
3
resulten vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieran a ellas,
siempre que no sean contrarias a derecho.
Y agrega el art. 2 del CCCN que para interpretar la ley, no solo se deben tener
en cuenta sus palabras (método exegético), sino sus fines (método teleológico),
las leyes análogas (método comparativo con leyes similares), las disposiciones
que surgen de los tratados de derechos humanos (es importante tener en cuenta
en este sentido la doctrina sentada no solo por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, sino además la desarrollada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos).
Y seguidamente añade ese mismo precepto, los principios y los valores jurídicos
de modo coherente con todo el ordenamiento.
4
Precisamente en esta materia que nos ocupa, se ha producido un fenómeno
muy particular –sobre todo en varias provincias del interior del país- que han
pretendido la regulación de la tutela anticipada como una especie de nuevo
instituto, desentendiéndose de la doctrina de nuestro más Alto Tribunal y de la
interpretación que se ha hecho de los Tratados internacionales, lo que nos ha
llevado a calificar de inconstitucional -por anticonvencional- esa regulación,
aspecto que desarrollaremos más adelante, para vincular ese fenómeno en
concreto con este instituto que apunta a la función preventiva de la
jurisdicción.
Por lo tanto, existe un primer aspecto que conviene deslindar, que consiste en
los límites que impone esta tarea, pues se debe circunscribir al ámbito del
derecho procesal, con lo cual la amplitud del vocablo “principio”, tiene que ver
con un doble aspecto, es decir su existencia dentro de la teoría general del
derecho, integrando una pléyade de estándares, o referencias para contemplar
situaciones que resultan complicadas pues exceden la letra de la ley, o se
involucran dentro de las llamadas “lagunas del derecho”, a las cuales también
exceden, pues los hay de índole científica, o política, o social, entre otros, y
3
Rojas, Jorge A.; Qué son los principios procesales, L.L. 2011-D-835.
4
Sirvan como ejemplos el principio de buena fe que se utiliza en todas las ramas jurídicas, el del buen
padre de familia de la órbita civil, o el del buen hombre de negocios del derecho comercial, o el de la
realidad económica utilizado en el ámbito del derecho tributario, entre otros, sin que ello implique
soslayar otros de singular envergadura y que hacen al sistema republicano y democrático de gobierno
como el de legalidad o el de división de poderes.
5
operan como apoyo que coadyuva con una labor interpretativa, para evaluar y
juzgar una determinada situación.
Con lo cual es dable advertir una doble línea que permitiría su caracterización.
Una vinculada a una concepción tradicional, que se podría denominar “línea
interpretativa” o “ línea hermenéutica”, que permite identificarlos como una
especie de “apoyo”, que coadyuva para la interpretación y juzgamiento de una
situación determinada, que por su atipicidad excede el derecho positivo o las
pautas clásicas, sea por omisión de la ley, o vaguedad, o por las lagunas que se
presenten en el plexo normativo, de ahí la remisión a otras normas, o
estándares, que por su jerarquía y reconocimiento tanto espacial como
temporal, han sido aceptados por una comunidad6.
6
(art. 16 C.N.), el principio de razonabilidad de la ley (art. 28 C.N.), entre otros
muchos ejemplos.
Esto hace que los principios tengan una dimensión diversa a las normas, por su
peso o importancia, pues las normas resultan funcionalmente importantes o no.
De ahí que finalmente reconozca este autor, que tanto normas como principios
pueden desempeñar papeles muy semejantes, y la diferencia entre ambos
resulta una cuestión de forma8.
Mientras que otros como Alexy, considera que los principios son normas que
ordenan que se realice algo en la mayor medida de lo posible, en relación con
las posibilidades jurídicas y fácticas. Por eso entiende que no son normas vagas,
sino que con ellas se plantea una tarea de optimización. Por eso los considera
como mandatos de optimización9.
Para refundir ambos criterios podemos referir que Pietro Sanchis, a su vez
sostiene –en la mirada que aquí importa- que las normas constitucionales (del
neoconstitucionalismo), son principios10.
8
Dworkin, Ronald; Los derechos en serio, Ed. Ariel, Barcelona, 2010, pags. 72 y 79.
9
Alexy, Sistema jurídico, principios jurídicos y razón práctica, Doxa, Alicante, 1998, p. 143/44.
10
Prieto Sanchis, Luis; El constitucionalismo de los derechos; Ed. Trotta, Madrid, 2013, p. 44.
7
En este tiempo no se podría pasar por alto una cosmovisión, que ya no se
considera novedosa, denominada “globalización” que incluso ha llegado al
mundo jurídico11.
Esto provoca una apertura y por ende una impronta muy peculiar a lo que
puede significar la concepción de los principios como aquellos estándares de
interpretación que se mencionaran anteriormente, no sólo porque ello viene
impuesto por derecho supranacional, sino además porque también cobran vida
en la realidad jurídica local principios con un alcance distinto a aquella mirada
que hoy puede ser denominada histórica 12.
Por lo tanto, como antes refería, existe una línea hermenéutica, que permite
divisar a los principios como generadores de las estructuras básicas o
fundamentales para un sistema, y otra línea que coadyuva a la estructuración
de ese sistema que consiste en la positivización de esos principios, que no es
otra cosa que haber sido recogidos en forma expresa por una norma que
específicamente lo contemple.
Es evidente que este nuevo escenario, genera nuevos paradigmas que no son
propiedad exclusiva de la República Argentina, que marcan una nueva realidad
11
En este sentido señala Cassese que si bien se considera que el térnino globalización es reciente pues se
interpreta acuñado por Theodore Levitt en 1983, profesor de la Universidad de Harvard, aquel autor
considera por el contrario que ya había sido señalada por Marx y Engels en el Manifiesto del Partido
Comunista en 1848, cuando señalaban aquellos autores que la gran industria había abierto los mercados
mundiales y espoleada por la necesidad de dar a sus productos una salida cada vez mayor, la burguesía
recorría el mundo entero, pues necesitaba crear vínculos en todas partes, estableciéndose en todas partes.
Por ello consideraban que mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía le había dado un
carácter cosmopolita a la producción y al consumo en todos los países (Cassese, Sabino; La globalización
jurídica, Ed. Marcial Pons, 2006, p. 15).
12
La Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo que “la falta de adecuación del derecho interno al
art. 23 de la Convención Americana de Derechos Humanos no constituye óbice para viabilizar su
aplicación, pues la falta de reglamentación legislativa no obsta a la vigencia de ciertos derechos que por
su índole pueden ser invocados, ejercidos y amparados sin el complemento de disposición legal alguna”
(Fallos 325:524). En este precedente se observa la continuidad de la doctrina que había diseñado la Corte
en el caso Ekmekdjian c/Sofovich (Fallos 315:1492), en donde se expidió en un sentido similar con
respecto a la interpretación del derecho a réplica, como manifestación de la libertad de prensa y
consagrándolo también como derecho humano esencial, modificando una propia postura que había
sostenido pocos años antes.
8
a la que no pueden quedar sujetas miradas tradicionales sobre la cuestión
atinente a los principios procesales13.
Todo ello se condice precisamente con la línea que observa el nuevo CCCN, en
cuanto a la trascendencia que le ha dado a este nuevo paradigma que consiste
en darle un marco distinto de maniobrabilidad a la jurisdicción, brindándole
una función más amplia, en la que están involucrados los principios en los
cuales se la debe estructurar, desde luego sin desconocer el avance generado
desde la nueva mirada “preventiva” que cabe sobre la responsabilidad civil.
13
En el ámbito del derecho privado un fiel ejemplo de esta apertura está dado por lo que se conoce como
“lex mercatoria”, que por su vaguedad constituye uno de los tantos sintagmas imprecisos del mundo del
derecho que puede ser identificado como “el derecho comercial vivo”, en un determinado ámbito y con
los cuidados que ello requiere para su utilización, pero lo que no es menos cierto es que al amparo de su
aggiornamento se han delineado nuevas pautas interpretativas a veces nacidas de tribunales arbitrales que
son los que marcan una impronta que lejos de la positivización clásica corporizada en una ley o en un
código, alimentan una corriente que no puede ser desconocida por el abogado, no sólo al momento de
asesorar sino inclusive al momento en que suscitado un conflicto se vea en la necesidad de promover un
litigio sea en sede judicial como arbitral (Ver Galgano, Francesco; La globalización en el espejo del
derecho, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 69 y ss.; en especial la nota de la Corte de Casación italiana).
9
posible, para lo cual se faculta a cualquier persona, siempre que no importe
una restricción a su esfera de libertad por la razonabilidad que se requiere
respecto a las medidas que se adopten para evitar la producción de un daño,
todo ello desde luego a partir de una interpretación razonable y de buena fe,
teniendo en cuenta que quienes están legitimados para reclamar necesitan solo
un interés razonable, aspecto que amplía el concepto tradicional de legitimación
y además no es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución.
Señala el primer inciso del artículo 1710 que el daño no esté justificado, y para
evitarlo, la pauta de la razonabilidad de las medidas a llevar a cabo, tiene que
ver con la adopción de buena fe, conforme a las circunstancias de tiempo, modo
y lugar, de medidas que o bien lo eviten, o bien reduzcan su magnitud, o en
caso de que se hubiera producido, evitar su agravamiento, como lo señala el
último inciso de la norma.
10
generador, y por otro, la posibilidad de que ese daño surja de una posible
conducta omisiva.
Ambas alternativas, esto es una conducta de hacer, como una de no hacer, son
las que la norma contempla como fundamento de la que denomina acción
preventiva, pues obsérvese que se indica que procede cuando una acción o una
omisión resultan antijurídicas, más allá que en verdad correspondería
identificarla –como lo señaláramos- como pretensión14.
Como uno de los requisitos básicos de toda acción, desde el punto de vista
procesal, no se requiere legitimación suficiente para actuar, esto es, la
posibilidad de acreditar que está vinculado -quien reclama- a la relación causal
que da origen a la pretensión a ejercer, sino por el contrario acreditar un interés
razonable en la prevención del daño, aspecto que hace más laxo el concepto
tradicional de legitimación, y que desde luego se aprecia su utilidad en materia
de reclamos sobre derechos de incidencia colectiva.
Quiere decir esto, que estamos frente a una categoría distinta, que corresponde
interpretarla a la luz de las normas que deben correlacionarse con estos
preceptos, como son los arts. 1737, que describe que debe entenderse por daño,
involucrando no solo al padecido por una persona, el patrimonio, sino un
derecho de incidencia colectiva, o el 1740, cuando alude a la reparación plena
14
En este sentido compartimos el criterio tanto de Andrea Meroi, “Aspectos procesales de la pretensión
preventiva de daños”, Revista Código Civil y Comercial de la Nación, Ed. La Ley, año II, nro. 3, abril
2016, p. 70; y Camps, Carlos; Idem, íd., año I, nro. 2, agosto 2015, p. 6.
11
del daño, de ahí entonces que la legitimación deba apreciarse a la luz de la
pauta que indica la norma que es un interés que aparezca razonable, y no con el
estándar clásico de la legitimación tradicional.
12
susceptibles de generar un daño o agravar su magnitud –son adecuados para la
realización del objetivo pretendido- y justificar razonablemente las restricciones
o medidas establecidas, en virtud del principio de cautela 15.
Esa norma brinda facultades especiales al juez para que la tutela que se brinde
frente a la existencia de un daño en ciernes o actual, sea absolutamente efectiva
a la luz de la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
conforme las previsiones del bloque de constitucionalidad que contempla el art.
75 inc. 22 de la Constitución Nacional.
A través de ese cuerpo legal, al igual que ahora lo hace el nuevo código
unificado, se dota a la jurisdicción de facultades suficientes para actuar de
oficio, desde luego frente a una situación que razonablemente no pueda admitir
demoras en su atención por la urgencia que evidencie.
Pero además de que la jurisdicción puede actuar de oficio –desde luego que
también puede hacerlo a petición de parte- es dable destacar que el sistema
cautelar que se teje dentro de este precepto se advierte con claridad cuando se
15
Vítolo, Daniel R. y Rojas, Jorge A.; Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado y Concordado,
AA.VV., Daniel Roque Vítolo (Director), Ed. Erreius, 2016, T. III, p. 1684.
16
Fallos 320:1633
13
indica que la sentencia que propenda a esa función preventiva puede ser tanto
definitiva como provisoria.
Existe una confusión con relación a lo que se considera una tutela anticipada, o
anticipo jurisdiccional, o tutela anticipatoria, términos que tratan de identificar
un pronunciamiento de la jurisdicción que –por sus efectos- semeja que se
adelanta en el tiempo, casi una especie de sentencia anticipada, sobre aquello
que se debe decidir en la definitiva.
17
Kemelmajer de Carlucci, Aída; La función preventiva de la responsabilidad en el Código Civil y
Comercial de la Nación; en AA.VV. Jorge W. Peyrano (Director), La acción preventiva en el Código Civil
y Comercial de la Nación, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2016, p. 371.
14
Ello acontece porque existe una superposición -en todo o en parte- entre la
petición cautelar, que siempre tiene carácter provisional, con el objeto de la
pretensión sustancial que se hubiera ejercido en el proceso.
18
Respecto de la coincidencia de objeto entre la medida cautelar solicitada y la acción de amparo
deducida, cabe tener en cuenta -en principio- que, en aquellos casos en los cuales la medida decretada por
el juez se presenta como la única susceptible de cumplir con la cautela del derecho invocado (art. 230 inc.
3 CPCCN.), no se puede descartar su aplicación por temor a incurrir en prejuzgamiento, cuando, además,
existen fundamentos que imponen expedirse provisionalmente sobre la índole de la petición formulada
(Corte Sup., in re "Camacho Acosta, Maximino v. Grafi Graf S.R.L. y otros”, C.2348 XXXII, del
7/8/1997; asimismo, esta sala, causas 889/99 del 15/4/1999 y 436/99 del 8/6/1999). Estos institutos
procesales enfocan sus proyecciones sobre el fondo mismo de la controversia, ya sea para impedir un acto
o para llevarlo a cabo, pues se encuentran dirigidos a evitar los perjuicios que se pudieran producir en el
caso de que no se dicte la medida, tornándose dificultosa o imposible su reparación en la oportunidad del
dictado de la sentencia definitiva. En consecuencia, una solución diferente a la que aquí se propicia
convertiría a este tipo de medida en una mera apariencia jurídica sin sustento en las concretas
circunstancias de la causa, habida cuenta de que toda presentación en tal carácter se enfrentaría con el
impedimento de un eventual prejuzgamiento sobre la cuestión de fondo. Por otra parte, se debe destacar
que la decisión del tribunal sobre la medida cautelar no es definitiva sobre la pretensión y lleva ínsita una
evaluación del peligro de permanencia de la situación actual dirigida a conciliar -según el grado de
verosimilitud- los probados intereses del actor y el derecho constitucional de defensa del demandado
(conf. Corte Sup., causa C.2348 XXXII, cit.). (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 1ª, 27/04/2004 – García,
María C. c/Unión Personal s/Amparo, Lexis nro. 7/13770).
15
Es evidente que no pueden superponerse los conceptos de provisoriedad –como
el generado por una tutela anticipada- con el de definitividad, que es el que
emerge de una sentencia de mérito, toda vez que los presupuestos que hacen a
la viabilidad de una y otra son diversos.
En este último supuesto, el juez valorará la prueba rendida por las partes, para
alcanzar el máximo grado de certeza posible, para determinar –en base a las
reglas de la sana crítica- cuál de las dos posiciones en el pleito es la correcta o
verdadera, libre de error o de vicio, ese en definitiva es el sentido del sintagma
sana crítica19.
19
Falcón, Enrique M. “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación”, Ed. Abeledo Perrot, Buenos
Aires, 2009, T. IV.- p. 969 y ss.
16
incurrir en prejuzgamiento al sostener que estaría emitiendo una opinión
favorable sobre aquello que deba decidir en la sentencia de mérito 20.
No ha requerido otra cosa distinta. Solo hace falta para obtener una tutela
anticipada verosimilitud del derecho y peligro en la demora, y que los jueces
sean cuidadosos al observar que ambos requisitos tengan la calificación
suficiente como para conceder este tipo de tutelas, que importan un anticipo de
jurisdicción por sus proyecciones sobre la sentencia definitiva.
El sonado caso que mantuvo el grupo Clarín contra el Gobierno Nacional 21 por
la presunta inconstitucionalidad de algunos artículos de la Ley de Medios, da
prueba elocuente de ello, porque allí luego de obtenida la cautela para el grupo
accionante, más allá de las contingencias políticas, era de toda evidencia la
tutela anticipada que se había gestado a la luz de la prohibición de innovar del
art. 230 del Código Procesal, en su faceta de no innovar.
20
Fallos 320:1633
21
Fallos 336:1774
17
Con ello, se resguardó el derecho a la jurisdicción, en aras a permitir el dictado
de una sentencia útil –por el resguardo a la eficacia de su eventual ejecución- y
finalmente se decidió que no había inconstitucionalidad alguna. Ese ejemplo
típico de tutela anticipada, permite advertir por donde pasa la provisoriedad de
una decisión, y cuáles son los efectos que proyecta sobre la sentencia de mérito,
pero también se puede advertir que no existía agravio irreparable, toda vez que
la contraparte era el Estado Nacional, con lo cual es evidente que no se trata de
un presupuesto más para la viabilidad de la medida cautelar en cuestión que
abre las puertas a la tutela anticipada 22.
¿De dónde proviene entonces la confusión a la que aludía antes? De que existe
una línea de la doctrina que ha seguido las prescripciones del viejo Código del
Proceso de Brasil, y sobre la base de la reforma que aquél había introducido en
su art. 273, pretendieron transformar la tutela anticipada en una especie de
nuevo proceso, sin advertir que continuaban utilizando los presupuestos que
hacen a la viabilidad de las cautelares y además que la resolución que se
adoptaba tenía carácter provisional.
Esa línea ha sido seguida por varios códigos procesales de diversas provincias
argentinas, como por ejemplo: San Luis (que es el más reciente reforma que data
de 2015), La Pampa, San Juan, Corrientes, Chaco, Formosa, entre otras.
22
Ver Palacio, Lino E.; La venerable antigüedad de la medida innovativa, Revista de Derecho
Procesal nro. 1, Ed. Rubinzal-Culzoni, 1998, p. 105 y ss. En la misma línea la Corte se ha
pronunciado sosteniendo que “resultan suficientemente acreditados los presupuestos previstos en los incs.
1 y 2 del art. 230 del Código Procesal para acceder a la medida cautelar innovativa pedida por dos
sociedades comerciales en el marco de la acción declarativa tendiente a obtener la declaración de
inconstitucionalidad de la ley 4459 de la Provincia de Misiones –en cuanto afectaría el comercio
interprovincial de la yerba mate que realizan- y ordenar la suspensión de los efectos de los arts. 4, 5 y 6, a
los fines de que el Estado local se abstenga de prohibir, restringir, limitar o afectar el libre tránsito y
egreso de yerba mate en cualquier estado de elaboración de su territorio” (Fallos 331:2919).
18
En cada uno de esos regímenes, se han previsto tantos requisitos de
admisibilidad para lo que han dado en llamar tutela anticipada, que han
desvirtuado no solo la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
sino además vulnerado la letra de los Tratados de Derechos Humanos que
conforman el bloque de constitucionalidad conforme el art. 75 inc. 22 de la
C.N23.
Ello tiene base en la violación de la doctrina sentada por el más Alto Tribunal
pues esa norma prevé lo que resulta el complemento adecuado para el
andamiaje de esta llamada acción preventiva de daños, toda vez que estos se
pueden generar de una acción u omisión del agente que lo produzca.
23
He desarrollado este tema en el trabajo “La tutela anticipada: entre el procedimentalismo y el activismo
judicial”, L.L. del 5/8/15.
24
Dispone esta norma: Prohibición de innovar.- Podrá decretarse la prohibición de innovar en toda clase
de juicio, siempre que: 1) El derecho fuere verosímil; 2) Existiere el peligro de que si se mantuviera o
alterara, en su caso, la situación de hecho o de derecho, la modificación pudiera influir en la sentencia o
convirtiera su ejecución en ineficaz o imposible; 3) La cautela no pudiere obtenerse por medio de otra
medida precautoria.
19
Se trata de las dos caras de una misma moneda, una opera si el perjuicio
proviene del mantenimiento de una determinada situación de hecho o de
derecho, es evidente que se requiere su alteración, esto es la faceta innovativa
de la medida.
Esta medida la hemos calificado como el sistema cautelar matriz de todas las
cautelas, toda vez que en todos los casos lo que se propende es a mantener o
alterar una determinada situación de hecho o de derecho para resguardar el
derecho a la jurisdicción de todo justiciable, que no es otro que la posibilidad de
obtener una sentencia que resulte la norma individual para su caso.
25
En el Código Procesal de San Luis que he citado a modo de ejemplo, se han previsto doce requisitos
que han sido expuestos en el trabajo citado en la nota 23, por oposición a la verosimilitud del derecho y el
peligro en la demora, que son los tradicionales, y el mayor cuidado que ha solicitado la Corte Suprema a
los jueces al momento de adoptar una decisión de esta índole por las proyecciones que tiene sobre la
decisión de mérito.
20
Otro ejemplo surge de la ley 11.653 de Procedimiento Laboral de la Provincia de
Buenos Aires, cuyo art. 18 contempla un sistema cautelar que importa una
tutela anticipada para el trabajador que hubiera sufrido un accidente de trabajo.
Por esa razón, es importante advertir que ahora el art. 1713 habilita también al
juez tanto de oficio como a pedido de parte, a brindar la tutela preventiva en
forma inmediata a través de un pronunciamiento provisional, que marca una
pauta o directriz fundamental para canalizar por vía del art. 230 CPCCN, con el
alcance de la doctrina generada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación a
su respecto.
21
Dentro de este nuevo paradigma que se impone a la jurisdicción que consiste en
una actuación preventiva en lugar de simplemente resarcitoria, el rol que juegan
los principio procesales es vital, pues corresponde su observancia a los fines de
delinear el proceso adecuado para contemplar esta nueva figura, respetando las
pautas liminares del debido proceso legal.
Desde luego que resulta compleja la tarea, porque de por sí hemos identificado
dos facetas claramente diferenciables, una cuando esos principios se positivizan
en la letra de la ley, vgr. el principio de igualdad, o el principio de legalidad
(arts. 16 y 17 de la C.N.), y otra faceta diversa es cuando son utilizados con una
finalidad claramente hermenéutica, esto es como pautas interpretativas que
sirve de ayuda a la jurisdicción para decidir un caso, todo ello desde luego al
margen de las diversas manifestaciones que existen no solo en el ámbito
jurídico, sino desde luego en el científico, en el moral, o bien conforme diversas
pautas culturales, entre otras.
Ello permite concluir que no pueden nominarse porque varían como pueden
variar las pautas culturales de una determinada sociedad a través del tiempo,
aspecto que recoge precisamente el nuevo CCCN, permitiendo así una apertura
que flexibilice temporalmente esas interpretaciones, de modo que las normas
mantengan la vigencia que resulte razonable, pues permite una interpretación
adecuada conforme las pautas de valoración del momento en que corresponda
su utilización.
Por lo tanto, mientras las leyes deben ser interpretadas, los principios por el
contrario deben ser ponderados, y esta es la clave de bóveda para poder
interpretarlos desde el punto de vista procesal, porque el único límite que existe
para la viabilidad de este tipo de pretensiones preventivas, y el respeto a los
22
principios procesales, es que el proceso a través del cual se obtenga una tutela
preventiva, sea con carácter provisional o definitivo, se haya logrado merced al
desarrollo del debido proceso legal, que constituye un derecho humano
esencial, tanto para quien solicita la tutela como para quien se verá afectado por
ella.
Por eso, los principios del debido proceso más que definirlos –por la diversidad
que presentan- se pueden caracterizar, para permitir encontrar los límites al
desarrollo que permita ser identificado como un debido proceso, pues de lo
contrario, estaríamos frente a un sistema claramente inconstitucional.
En todos los casos que mencionamos a modo de ejemplo, se podrá advertir que
esos principios que hacen al desarrollo del debido proceso legal, se presentan en
la realidad con una sola cara, ya que no existe el principio de igualdad y su
23
opuesto de desigualdad, no existe el principio de congruencia y su opuesto de
incongruencia, o no existe el de razonabilidad y el de irrazonabilidad.
Para advertir la observancia del desarrollo del debido proceso, en este nuevo
paradigma que no es otro que una jurisdicción de carácter esencialmente
preventivo, deberá estarse a las dos líneas que tradicionalmente identifican al
debido proceso, una es la vertiente adjetiva en donde encontramos todos los
principios que hacen al desarrollo formal del proceso, y la otra vertiente es la
sustantiva, que tiene que ver con la decisión de mérito en donde cobra
preponderancia el principio de razonabilidad, para que el pronunciamiento de
la jurisdicción no resulte arbitrario o carente de fundamentos.
26
Díaz, Clemente A.; Instituciones de Derecho Procesal, Ed. Abeledo-Perrot, T. I, p. 212.
24
Por lo tanto, el desafío que queda al derecho procesal, consiste en precisar cómo
reflejar en la realidad una tutela preventiva respetando los principios
procesales.
Obsérvese que se indica como vía adecuada para ello la medida denominada
autosatisfactiva28, que al decir de Peyrano, se trata de una medida que se agota
27
Díaz, Clemente; Ob. cit., T. I, p. 298
28
Vazquez Ferreira, Roberto A.; La función preventiva de la responsabilidad civil. Antijuricidad formal o
material, Revista Código Civil y Comercial de la Nación, Ed. La Ley, año 2, nro. 3, abril 2016, p. 12. En
la misma línea Baracat, Edgar J.; Herramientas procesales para la prevención del daño en el nuevo
Código Civil y Comercial, en AA.VV., Peyrano, Jorge W. (Director); La acción preventiva en el Código
Civil y Comercial de la Nación, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2016, p. 325 y ss.
25
con el simple despacho favorable de la jurisdicción, no reportando a ninguno de
los principios que hacen a las medidas cautelares, porque se agota en sí misma
y no constituye una medida de carácter cautelar 29.
Sin embargo, como se podrá observar resultan varios los principios que se
vulneran, ya que no existe observancia al principio de igualdad, toda vez que el
afectado por la medida en tanto importe una condena a hacer o no hacer, no
tuvo la misma oportunidad de defensa que el actor.
29
AA.VV., Jorge W. Peyrano (Director), Medidas autosatisfactivas, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 27.
30
Ha sido muy dura la Corte en el caso Bustos con su crítica, en especial en el voto de Belluscio (Fallos
327:4495), y luego fulminó con la inconstitucionalidad esa medida en Fallos 330:5251 y 331:2287.
31
Consagrados en el art. 29 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
32
Ejemplo elocuente de ellos es el art. 37 del Código Procesal de la Provincia de Sgo. del Estero, que se
lo sigue denominando “de procedimientos”, que contempla a su vez en el art. 240 la prohibición de
innovar en términos similares a los que señala el art. 230 del Código Procesal Nacional.
26
recurso, por las propias limitaciones que tiene un recurso, amén de los efectos
con los que eventualmente se hubiera concedido.
27
No son pocas las nuevas pautas que impone este CCCN, desde el punto de vista
de la persona, de sus relaciones familiares, de la regulación de nuevos contratos,
u otros que no lo eran, de la incorporación de nuevos derechos, y en este punto
fundamental de un nuevo rol que se le asigna a la jurisdicción al concebir una
nueva función persiguiendo la prevención del daño en lugar de mantener la
función resarcitoria tradicional.
28
del debido proceso legal, que no son otros que aquellos que resguardan el
acceso a la jurisdicción, hoy reconocido como un derecho humano esencial.
29