JACQUES LACAN

INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ALEMANA El relieve de cada operación -una de ellas activa, la otra sufrida-
sigue siendo distinto.
DE UN PRIMER VOLUMEN DE LOS
El analista se define por esa experiencia. Las formaciones del incons­
E S C R IT O S 1 ciente, como yo las llamo, demuestran su estructura porque son desci­
frables. Freud distingue la especificidad del grupo: sueños, lapsus y
chistes, del modo, el mismo, con el que opera con ellos.
Es verdad que Freud se detiene cuando descubre el sentido sexual
de la estructura. De lo que en su obra no se tiene sino sospecha, no
obstante formulada, es de que del sexo el test solo tiende al hecho del
sentido, pues en ninguna parte, bajo ningún signo, se inscribe el sexo
por medio de una proporción.
Sin embargo, es con todo derecho que de esa proporción sexual la
inscripción podría ser exigida: porque el trabajo le es reconocido, al
El sentido del sentido (the meaning ofm eaning): sobre eso se planteó inconsciente, del ciframiento, o sea, de lo que deshace el desciframiento.
la pregunta. Señalaría que, como habitualmente, la pregunta se plan­ Puede pasar por más elevado en la estructura cifrar que contar.
teaba por tener ya la respuesta, si no se tratase ahí simplemente de un El embrollo, pues, está hecho exactamente para eso, comienza con la
juego de manos universitario. ambigüedad de la palabra cifra.
El sentido del sentido en mi práctica se capta (Begriff) por el hecho La cifra funda el orden del signo.
de que se fuga: que hay que entender como de un tonel, no como un Pero por otra parte hasta 4, hasta 5, quizá ¡leguemos hasta 6 como
escaparse. máximo, los números, que son de lo real aunque cifrado, los números tie­
Es por el hecho de que se fuga (en el sentido: tonel) por lo que un discur­ nen un sentido, el cual sentido denuncia su función de goce sexual. Este
so toma su sentido, esto es: porque sus efectos son imposibles de calcular. sentido no tiene nada que ver con su función de real, pero da una idea
El colmo del sentido, es palpable que es el enigma. aproximada de lo que puede dar cuenta de la entrada de algo real en el
Para mí, que no me exceptúo de mi susodicha regla, por la respues­ mundo del "ser" hablante (siendo claro que su ser le viene de la palabra).
ta, que he hallado en mi practica, planteo ia pregunta del signo al signo: Sospechemos que la palabra ¡¡ene'la misma dicho-mensión gracias a la
cómo se señala que un signo es signo. cual el único real que no puede inscribirse en ella es la proporción sexual.
El signo del signo, dice la respuesta que hace pre-texto a la pre­ Digo: sospechemos, respecto de las personas, como se dice, cuyo
gunta, es que cualquier signo puede desempeñar, tan bien como la estatuto está tan ligado a lo jurídico, en primer lugar, al semblante de
suya, la función de cualquier otro signo, precisamente porque puede saber, incluso a la ciencia, que se instituye efectivamente a partir de lo
sustituirlo. Pues el signo no tiene alcance sino porque debe ser des­ real, que no pueden ni siquiera abordar el pensamiento de que sea con
cifrado. la inaccesibilidad de una proporción como se encadena la intrusión de
Sin duda hace falta que la sucesión de los signos tome un sentido a esta parte al menos del resto de lo real.
través del desciframiento. Pero no porque una dicho-mensión le dé a la Esto en un "ser" viviente del cual lo menos que se puede decir es
otra su término ella misma entrega su estructura. que se distingue de los demás por el hecho de habitar el lenguaje, como
Hemos dicho lo que vale la vara del sentido. Desembocar allí no le lo dice un alemán que me honro en conocer, como se dice de alguien
impide hacer agujero. Un mensaje descifrado puede seguir siendo un para denotar que se ha vuelto un conocido. Este ser se distingue por esa
enigma. morada, la que es fofa, en el "sentido" de que lo hace rebajarse a dicho

579 580
 ÍNTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ALEMANA... JACQUES LACAN

ser, hacia toda clase de conceptos, esto es, de toneles, unos más fútiles Todo los vuelve sin embargo a la solidez del apoyo que tienen en el
•que los otros. signo: aunque más no sea el síntoma con que el que tienen que ver y
Esta futilidad la aplico, sí, incluso a la ciencia, de la cual es evidente que, con el signo, hace un nudo gordo, un nudo tal que un Marx lo per­
que solo progresa por la vía de tapar los agujeros. Que siempre lo con­ cibió, aun ateniéndose al discurso político. Apenas me atrevo a decirlo,
siga es lo que la hace segura. Mediante lo cual no tiene ninguna especie porque el freudomarxismo es el embrollo sin salida.
de sentido. No diré lo mismo de lo que ella produce, que curiosamente Nada les enseña, ni siquiera que Freud fuese médico y que el médi­
es la misma cosa que aquello que sale por la fuga de la cual la hiancia de co, como la enamorada, es corto de vista, y que es por lo tanto a otra
la proporción sexual es responsable: esto es, lo que anoto como el objeto parte adonde deben ir para tener su genio: especialmente para hacer­
(a), a leer a minúscula. se sujeto, no de un machaqueo, sino de un discurso, de un discurso
Para mi "amigo" Heidegger, evocado más arriba por el respeto que sin precedentes gracias al cual ocurre que las enamoradas se vuelven
le tengo, que consienta en detenerse un instante -voto que emito de geniales al encontrarse en él, ¿qué digo?, al haberlo inventado mucho
manera puramente gratuita, pues bien sé que no podría hacerlo-, dete­ antes de que Freud lo estableciera, sin que, para el amor, por lo demás,
nerse, digo, sobre la idea de que la metafísica no fue nunca nada y no les sirviera de nada: es patente.
podría prolongarse más que ocupándose de taponar el agujero de la Yo, que sería el único, si algunos no me seguían en esto, en hacerme
política. Es su fuerza. sujeto de ese discurso, voy una vez más a demostrar por qué unos ana­
Que la política no alcance la cima de la futilidad, es precisamente allí listas se embarazan con él sin recurso.
donde se afirma la sensatez, la que hace la ley: no tengo que subrayarlo, Cuando el recurso es el inconsciente: el descubrimiento por Freud
dirigiéndome como lo hago al público alemán, que tradicionalmente de que el inconsciente trabaja sin pensar en ello, ni calcular, ni juzgar
añadió allí el sentido llamado de la crítica. Sin que sea vano recordar tampoco, y que sin embargo ahí está el fruto: un saber que solo se trata
aquí adonde lo condujo eso hacia 1933. de descifrar, ya que consiste en un airamiento.
Es inútil hablar de lo que articulo con el discurso universitario, ¿Para qué sirve ese ciframiento?, diría yo para retenerlos, abun­
puesto que especula con lo insensato en tanto tal y, en ese sentido, lo dando en la manía, planteada por otros discursos, de la utilidad (decir
mejor que puede producir es el chiste, el que sin embargo le da miedo. "manía de lo útil" no niega lo útil). El paso no se da por ese recurso,
Este miedo es legítimo, si pensamos en el que aplasta contra el piso a que sin embargo nos recuerda que, fuera de lo que sirve, hay el gozar.
los analistas, es decir, a los hablantes que se encuentran sujetados a ese Que en el ciframiento está el goce, sexual ciertamente, está desarrolla­
discurso analítico, del que no podemos sino sorprendernos de que haya do en el decir de Freud, y lo suficiente como para concluir que lo que
advenido en unos seres -hablo de los hablantes-, quienes, en resumi­ este implica es que es eso lo que hace obstáculo a la proporción sexual
das cuentas, no han podido imaginarse su mundo sino suponiéndolo establecida, por lo tanto a que jamás pueda escribirse esa proporción:
embrutecido, o sea, la idea que tienen desde no hace tanto tiempo del quiero decir que el lenguaje jamás deja, de esta, otra huella que un
animal que no habla. zigzag infinito.
No les busquemos excusas. Su ser mismo es una de ellas. Pues tie­ Claro está, entre los seres, que sexuados lo son (aunque el sexo no se
nen el beneficio de ese destino nuevo: el de que, para ser, les haga falta inscriba sino por la no proporción), hay encuentros.
ex-sistir. Incolocables en ninguno de los discursos precedentes, haría Hay buena suerte.2 Es más, no hay sino eso: ¡el azar! Los "seres"
falta que, respecto de estos, aquellos ex-sistieran, mientras se creen hablantes son felices, felices por naturaleza, es incluso todo lo que les
obligados a tomar apoyo en el sentido de esos discursos para proferir queda de ella. ¿No podrían llegar a serlo un poco más por el discurso
aquel con el cual el suyo se contenta, con justa razón, por ser más fugaz, analítico? He aquí la pregunta de la que -siempre la misma cantinela-
lo que acentúa esa fugacidad. no hablaría si la respuesta no existiera ya.

581 582
 INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ALEMANA... JACQUES LACAN

En términos más precisos, la experiencia de un análisis hace entrega se lee bien por el hecho de que recae sobre el deseo, es decir, sobre la
a aquel que llamo el analizante -¡ah! qué éxito tuve con esta palabra falta tomada como objeto, y no sobre la causa de la falta. (Cf. el sueño
entre los pretendidos ortodoxos, y cómo por eso confesaban con ello de la bella carnicera -en la Traumdeutung-, convertido por mis cuidados
que su deseo, en el análisis, era no estar para nada allí-, hace entrega al en algo ejemplar. No prodigo los ejemplos, pero cuando me meto con
analizante, digo pues, del sentido de sus síntomas. Pues bien, planteo ellos, los elevo a paradigma.)
que estas experiencias no podrían sumarse. Freud lo dijo antes que yo: Los sujetos de un tipo no tienen pues utilidad para los otros del
todo en un análisis ha de ser recogido -donde se ve que el analista no mismo tipo. Y es concebible que un obsesivo no pueda dar el más míni­
puede zafar de esta dependencia-, ha de ser recogido como si nada mo sentido al discurso de otro obsesivo. Precisamente de ahí parten
hubiera quedado establecido en otro lado. Esto solamente quiere decir las guerras de religión: si es cierto que, en lo que se refiere a la religión
que la fugá del tonel ha de ser siempre reabierta. (pues es el único rasgo por el cual las religiones hacen clase, por lo
Pero es también este el caso de la ciencia (y Freud no lo entendía de demás insuficiente), hay obsesión en juego.
otro modo, corto de vista). De ahí precisamente resulta que no hay comunicación en el análisis
Pues la cuestión comienza a partir de lo siguiente: hay tipos de sín­ sino por una vía que transciende al sentido, la que procede de la supo­
toma, hay una clínica. Solo ocurre que esa clínica es anterior al discurso sición de un sujeto al saber inconsciente, es decir, al ciframíento. Es lo
analítico, y si este aporta una luz, es seguro pero no cierto. Ahora bien, que articulé: sujeto supuesto saber.
necesitamos la certeza, porque solo ella puede transmitirse, al demos­ Por ello la transferencia es amor, un sentimiento que adquiere allí
trarse. Es la exigencia de la cual la historia muestra, para nuestro estu­ una forma tan nueva que introduce en él la subversión, no porque sea
por, que fue formulada mucho antes de que la ciencia respondiera a menos ilusoria, sino porque se procura un partenaire que tiene posibili­
ella, y que aun cuando la respuesta fue bien diferente del camino abier­ dad de responder, no es el caso en las otras formas. Vuelvo a poner en
to que la exigencia había producido, la condición de la que partía: que juego la buena suerte, salvo que, esta posibilidad, esta vez viene de mí
su certeza fuera transmisible, fue satisfecha. y yo debo proporcionarla.
Nos equivocaríamos si nos fiáramos de no hacer más que aplazar Insisto: es el amor el que se dirige al saber. No el deseo: porque en
eso; aunque fuese con la reserva de a la buena de Dios. lo que concierne al Wisstrieb, aunque tenga el cuño de Freud, está claro
Pues hace mucho tiempo que jpinión dio pruebas de .que no lo hay en lo más mínimo. La cosa llega hasta tal punto que se
verdadera, sin que no obstante hiciera ciencia (cf. el Menón, en el que es funda la pasión mayor en el ser hablante, que no es el amor, ni el odio,
de eso de lo que se trata). sino la ignorancia. Esto lo palpo todos los días.
Que los tipos clínicos responden a la estructura es algo que puede Que los analistas, digamos aquellos que solo por plantearse como
escribirse ya, aunque no sin fluctuación. Solo es cierto y transmisible tales asumen su tarea, lo concedo por ese único hecho: realmente, que
del discurso histérico. Es incluso en lo cual se manifiesta en él algo real los analistas, lo digo pues con pleno sentido, me sigan o no, no hayan
próximo al discurso científico. Se observará que he hablado de lo real, comprendido aún que lo que hace entrada en la matriz del discurso no
y no de la naturaleza. es el sentido sino el signo es algo que da la idea que conviene de esa
Por donde indico que aquello que responde a la misma estructura pasión de la ignorancia.
no tiene forzosamente el mismo sentido. Por eso no hay análisis sino Antes de que el ser imbécil tomara la delantera, otros sin embar­
de lo particular: no es en absoluto de un sentido único de donde una go, nada tontos, enunciaban el oráculo que este no revela ni esconde:
misma estructura procede, menos aún cuando esta alcanza al discurso. OT||iccívei, hace signo.
No hay sentido común del histérico, y aquello por lo que en ellos o Era en los tiempos de antes de Sócrates, que no es responsable,
en ellas juega la identificación es la estructura y no el sentido, tal como aunque fuera histérico, de lo que siguió: el largo rodeo aristotélico. De

583 584
 INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ALEMANA...

donde Freud, al escuchar a los socráticos que mencioné, volvió a los de

antes de Sócrates, a sus ojos los únicos capaces de dar testimonio de lo
que él encontraba.
No porque el sentido de su interpretación haya tenido efectos los ana­
listas están en lo verdadero, puesto que, aun cuando fuera justa, sus efec­
tos son incalculables. Ella no testimonia ningún saber, pues si se lo toma
según su definición clásica, el saberse asegura con una posible previsión.
Lo que los analistas tienen que saber es que hay un saber que no
calcula, pero que no por ello trabaja menos para el goce.
¿Qué es lo que del trabajo del inconsciente no puede escribirse? Es
ahí donde se revela una estructura que pertenece efectivamente al len­
guaje, si su función es permitir el ciframiento. Es el sentido con el que
la lingüística fundó su objeto al aislarlo: con el nombre de significante.
Es el único punto mediante el cual el discurso analítico tiene que
colgarse sobre la ciencia, pero si el inconsciente testimonia un real que
le sea propio, esa es, al revés, nuestra posibilidad de elucidar cómo el
lenguaje vehicula en el número el real con el que la ciencia se elabora.
Lo que no cesa de escribirse se sostiene mediante un juego de pala­
bras que lalengua mía ha conservado de otra, y no sin razón, la certeza
de la que da testimonio en el pensamiento el modo de la necesidad.
¿Cómo no considerar que la contingencia o lo que cesa de no escribirse,
no sea aquello por donde se demuestre la imposibilidad, o lo que no cesa de
no escribirse? Y que desde allí un real se atestigüe que, por no estar mejor
fundado, sea transmisible por la fuga a la que responde todo discurso.

7 de octubre de 1973

Nota

1. Traducción de Graciela Esperanza y Guy Trobas. Revisión de Graciela

Esperanza y Guy Trobas. Colaboración de Antoni Vicens
2. Al escribir bon heur (buena fortuna/suerte) en lugar de bonheur (felicidad),
Lacan no solamente pone el acento sobre la suerte, la buena fortuna (heur), sino
que, al colocar esta escritura luego del término "encuentro", enfatiza, a partir
de la homofonía con bon heurt (buen toque), la vertiente de una felicidad posi­
ble en el azar de los encuentros a pesar de la imposibilidad de la proporción
sexual. Véase la nota n° 3 de "Nota italiana", pág. 331, en este mismo volumen.
[N.delosT.]

585