Articulo Actas y Ordenanzas Municipales para El Estudio de America PDF

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EL POBLAMIENTO DE AMERICA

Y LOS DOCUMENTOS CONCEJILES:


ACTAS Y ORDENANZAS MUNICIPALES

por

VICENTA CORTÉS ALONSO

1. ANTECEDENTES DEL ESTUDIO

Al plantear hoy, por la importancia que nos merece el buen co-


nocimiento de la documentación municipal, para el entendimiento
de la historia de España y América, el estudio de las actas y ordenan-
zas municipales, es imprescindible echar una ojeada al pasado de la
investigación histórica en nuestro siglo en ambos lados del Atlántico,
porque, por incidentes históricos, la Guerra Civil española, pasó esta
preocupación historiográfica de un lado a otro sin que se haya con-
tinuado la alternancia ni la colaboración de manera satisfactoria des-
de hace un cuarto de siglo casi.
No estamos diciendo que no se haya hecho nada, que las publi-
caciones aparecidas sean rechazables y que los esfuerzos reflejados en
las actas de los congresos dedicados al tema, sobre todo los de las
Federaciones de Municipios, haya que olvidarlos. Lo que pensamos
es que, las tareas iniciadas en los años 30 por Rafael Altamira en su
cátedra y por Agustín Millares Carlo en los archivos y bibliotecas es-
pañolas, continuadas luego en los años 40 y 50 en América, no han
tenido un seguimiento individual o institucional consistente. El Ins-
tituto Panamericano de Geografía de Historia, IPGH, publicada el
Manual de investigación de la Historia del Derecho Indiano en Mé-
xico (1948) y la Contribución a la Historia Municipal de América
(1951), en la que se incluía su «Plan y documentación de la Historia

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de las Municipalidades en las Indias Españolas (Siglos XVI -


XVIII)» 1 Otro profesor y colega suyo, José M. Ots Capdequí, des-

de Valencia, se había preocupado del régimen municipal, que con-


tinuaría estudiando en su cátedra de Colombia.
Otra institución americana, la Universidad Autónoma de Méxi-
co, UNAM, publicaba un Repertorio bibliográfico 2 , contemporáneo
del Manual de Altamira, y éste, junto a su «Plan» incluía de tal autor
unas «Notas bibliográficas» 3 , siendo luego también el autor de la in-
troducción a un nuevo Repertorio bibliográfico en cuya introducción
Altamira felicita al recién formado Comité de Archivos del IPGH
por su publicación en 1959, proponiendo, como trabajo imprescin-
dible, que se siga esta labor bibliográfica 4 . Vemos, pues, que la in-
vestigación iba unida indefectiblemente a las fuentes de primera
mano y que éstas, a su vez, se basaban en el conocimiento de los ar-
chivos custodios de los documentos y de la bibliografía que los re-
cogía.
Este principio esencial, sin embargo, no se continuó en los años
subsiguientes y, por lo menos en España, hemos comprobado la falta
de uso de los instrumentos básicos de información que se podían
conseguir en nuestros centros. Como triste ejemplo diremos que, la
frase que el Director de la Biblioteca Nacional de México ponía en
la presentación del segundo Repertorio citado de Millares Carlo no
fue profética y si lo fue el temor del autor. Decía Manuel Alcalá: «El
Doctor Agustín Millares Carlo entrega, según confesión propia, y no

1. El Manual y el Plan (p 1-107), se tratan de una ampliación de la Técnica de


.

investigación del Derecho Indiano (1937) y del Estudio sobre las fuentes del conoci-
miento del Derecho Indiano (1948), que habían sido la base de sus trabajos y los de
sus discípulos, pues analiza los de Silvio Zabala, Javier Malagón, de su colega José M.'
Ots y el de Francgis Chevalier. Para conocer to publicado desde 1936 por Altamira
y sus discípulos, puede consultarse La obra impresa de los intelectuales españoles en
América 1936-1945, de Julián Amo y Charmon Shelby, publicada por la Universidad
de Standford en 1950, en que aparece como autor de 5 libros y 17 artículos, muchos
de los cuales nos interesan para el tema que tratamos, comenzando por el de Técnica
de investigación...
2. Es el Repertorio bibliográfico de los Archivos mexicanos y de las Colecciones
Diplomáticas fundamentales para la Historia de México, México, 1948, UNAM, en
que los asientos referidos a los Archivos Municipales son 28.
3. Las «Notas bibliográficas acerca de los archivos municipales, ediciones de li-
bros de Acuerdos y colecciones de documentos concejiles», en Contribución.., en que
aparecen los de España (p. 183-196) e Iberoamérica (p. 196-238).
4. Repertorio bibliográfico de los archivos mexicanos y de los europeos y nor-
teamericanos de interés para la Historia de México, México, 1959, en que los Archivos
Municipales reseñados son 63.

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sin temor, que a mi ver es completamente injustificado, a los histo-


riadores del pasado mexicano este libro, en que ha puesto todo su
empeño y entusiasmo y para cuya redacción no ha escatimado nin-
gún esfuerzo ». Pues bien, en nuestro propio contacto con los dos Re-
pertorios en la Biblioteca Hispánica, de Madrid, hemos tenido que
abrir, no sin vergüenza ajena, las páginas no consultadas de nuestro
bibliógrafo trasterrado. Por lo menos en este centro especializado,
como vemos, el temor de Millares se ha cumplido durante más de 20
años. Preciso es que, desde ahora, intentemos recuperar el paso y
ocuparnos de las fuentes y la bibligrafía como corresponde.
Al menos para los españoles, podemos contar con un Ensayo re-
ciente de Carmen Cayetano Martín 5 , que trata de reúnir todo lo re-
ferente a los archivos municipales y que nos ofrece 12 asientos refe-
a
ridos actas y 18 a ordenanzas municipales publicadas. Si compara-
mos el interés prestado a estas fuentes, de que nos ocupamos ahora
como probables antecedentes de las redactadas en América, vemos
que es mucho menos que el que parece constatarse por las cartas rea
los privilegios, los cartularios, mucho más abundantes en la bi--les,
bliografía citada. Pero, por ella también vemos en los últimos diez
años un mayor caudal de estudios dedicados a otros tipos documen-
tales concejiles y, podemos reseñar positivamente, los proyectos en-
caminados a la ordenación y descripción de los archivos municipales
de manera sistemática. La necesidad de contar con tales documentos,
en América como en España, era ya expresada por la similitud que
se establecía entre el poblamiento de las Indias y el establecimiento
de las villas y cuidades en la reconquista, basado en la vuelta a tales
entidades y no en la formación de campamentos o factorías mercan-
tiles. En la Recopilación, pasada la primera época de asentamiento y
promulgadas las Ordenanzas de población de Felipe II, su hijo y su-
cesor mandaba «Que en las capitulaciones se excuse la palabra con-
quista, y usen las de pacificación y población» pues su padre las ha-
bía titulado de descubrir y poblar 6 Naturalmente, en tal cuerpo ju-

5. Se trata de Ensayo de Bibliografía sobre Archivos Municipales Españoles,


Madrid, Comunidad de Madrid, 1990 (Col. Estudios Municipales), tiene 701 asientos,
con los apartados de Obras generales, las Autonomías (17) y los correspondientes ín-
dices onomástico y toponímico.
6. Así lo ordenaba Felipe II en el capítulo 29 de las Ordenanzas y lo repetía Fe-
lipe III en 11-06-1621, Recopilación, ley 6, tit. 1, lib. 4.

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rídico se habla de las actas y de las ordenanzas, así como del archivo
que los cabildos debían tener.

2. MÉTODO DE TRABAJO: BÚSQUEDA DE FUENTES

En los estudios de Derecho Indiano, Altamira había comenzado


por el análisis de la ley pero, inmediatamente, se seguía el de los
casos concretos en que se comprobaba su ejeción o abandono. Esto
quedaba claro en el Plan, en que se enumeraban todos los documen-
tos desde las ordenanzas a los bandos, la correspondencia y los
acuerdos municipales'. Por eso, Francisco Domínguez siguiendo esta
escuela, dice: «Las Ordenanzas municipales parciales y específicas

7. Merece la pena copiar el punto «2. Plan ideal de este libro », que enumera:
«a) Precisar todas las órdenes dispersas en diferentes documentos municipales ante-
riores a la primera efectiva Ordenanza para la constitución de un municipio colo-
nial. Por lo tanto, no expresadas concretamente en las Recopilaciones de Derecho
colonial.
b) Reunir y comparar esa primera Ordenanza con las que la si guieron, sea quien fuere
su autor (el Legislador metropolitano o los fundadores de las poblaciones colonia-
les de América).
C) Relación jurídica q ue hubo entre las que la Legislación oficial llamó «Ordenanzas
de p oblación» (Libro IV de la Recopilación de 1680) y las leyes de origen directo
de los municipios mismos.
d) Aporte fragmentario de leyes metropolitanas al estatuto municipal, en forma de pe-
netración del Derecho castellano.
e) Catálogo de las Ordenanzas municipales propiamente dichas. Su clasificación según
procedan de los descubridores, los fundadores deueblos, el grupo de pobladores
o vecinos autonómicamente, los Virreyes, las Audiencias, etc.
f) Comprobar, todo lo preciso posible, si hubo o no progresión de complejidad y de
municipalización de los asuntos.
g) Otros tipos de ordenanzas internas: la policía municipal autónoma, la higiene, los
abastos, etc..., en ciudades y aldeas.
h) Acuerdos de los cabildos y su esfera de acción. Su inventario.
j) Las ordenanzas de asuntos que no fueron propiamente municipales: gremios, es-
clavos, etc.
k) Las ordenanzas de Cáceres, de 1574.
1) La correspondencia de los cabildás con el Rey y otras autoridades, incluso cabildos
de otras procedencias.
11) Los Procuradores de ciudades.
m) Las asambleas de procuradores. Su origen, funcionamiento y extinción.
n) Momentos típicos de la vida municipal.
Este plan lo considero como el mínimo necesario para realizar mi propósito; pero
no quiero que mis lectores se hagan la ilusión de que lo podré ejecutar totalmente. Les
prometo hacer todo lo que pueda, a base de la documentación que poseo; pero de ahí
no puedo pasar », en Contribución a la Historia... p. 4-5. Este plan mínimo, pero de
una amplitud continental no lo ejecutó, como temía, pero tampoco sus seguidores lo
hicieron.

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que cada ciudad o villa van segregando sobre la marcha en sus acuer-
dos capitulares son las normas reales, efectivas, que regulan la vida
en la sociedad de estas jóvenes agrupaciones humanas, la Corona to-
davía no ha pensado en crear una legislación municipal, pero en rea-
lidad nunca llegó a existir... En realidad, como continúa afirmando
don Rafael /Altamira/, la metrópoli dejó en libertad a los fundadores
de pueblos el estatuir sobre esta materia...» 8 . Los pobladores no lle-
gaban provistos de ordenanzas especiales o instrucciones más am-
plias que la creación de los municipios con dos alcaldes, cuatro re-
gidores, un escribano y un alguacil.
Vemos, por lo dicho, que las actas capitulares eran a la vez ori-
gen y registro oficial de las ordenanzas. Porque, aunque fueron re-
dactadas en documento aparte, quedaban incorporadas al cuerpo de
los acuerdos incluso físicamente. Aquí, se une el principio de la ley
con los casos puntuales, y así Domínguez dice: «la ley en esta ocasión
no fue letra muerta, su actuación fue efectiva; leyendo las Actas Ca-
pitulares americanas vemos que desde los primeros momentos fueron
personas, tanto los elegidos con carácter general, como los especiales,
que se ocuparon de la cosa pública y de los intereses colectivos de
sus conciudadanos, actuando con especial dedicación e interés para
evitar que en los Cabildos se tomaran acuerdos o se dispusiera de al-
guna cosa que fuera en detrimento del bien público de la población
que 10 había elegido por su representante o defensor» lo
Ambas series documentales, actas y ordenanzas, eran tarea pro-
fesional del escribano, miembro del ayuntamiento como fedatario de
cualquier actuación. Para- él, tanto archiveros como investigadores,
no podemos por menos que repetir las palabras de Domínguez cuan-
do dice: «Al escribano ya lo hemos visto levantando el Acta de Fun-
dación y fungiendo más tarde de secretario del Cabildo. Es un raro
personaje que no sólo sabe escribir más o menos correctamente, sino
que además redacta actas y documentos, entiende de leyes, conoce
algunas y se presta a escribir relaciones, cartas y peticiones. El len
recargado de adjetivos caracteriza sus escritos que-guajelysco

8. Como puede verse en su libro La vida en las pequeñas ciudades hispanoame-


ricanas de la conquista. 1494-1549, Madrid, 1978, P. 58.
9. Ibidem, p. 33 y 35.
10. Ibidem, p. 62. Al hablar de las de Quito, explica como las de 1568 fueron
copiadas en 1602 en el libro de actas, como leemos en el Libro de Cabildos, t.2, XIX,
publicado en 1940.

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llenan hoy los Archivos de América y España. Gracias a él la Historia


del Nuevo Mundo está toda escrita y en gran parte conservada» 11 . Es
él el autor material, e incluso profesional, de las actas y las ordenan
pues, «Sus funciones, como vemos, son múltiples, no le falta tra--zas,
bajo; es, además de secretario del ayuntamiento, notario del pueblo
y el paño de lágrimas de todos los analfabetos, empezando por sus
flamantes compañeros de Cabildo» 12 , sigue diciendo nuestro autor.
Por ello, nos tiene que interesar el estudio de los escribanos que lle-
garon a poblar las Indias pues su naturaleza, sus estudios y sus ideas
quedarían reflejadas, sin duda, en toda la documentación municipal y
privada de cada comunidad. No sólo en las actas y en las ordenanzas.

2.1. LOS ARCHIVOS

Lo antedicho explica que se comenzara por buscar las noticias


de los archivos (de los locales, españoles y extranjeros) en guías, in-
ventarios, índices y catálogos, que ofrece la tarea bibliográfica para,
una vez conocida la localización de las fuentes, proceder a su edición
y circulación entre los investigadores.
Pese a las recomendaciones del citado Comité de Archivos, no
son muchas las noticias que tenemos en América de los archivos mu-
nicipales. Como excepción que confirma la regla, mencionaremos las
dos obras que, para Ecuador y editadas por el Comité, llevó a cabo
nuestra colega Grecia Vasco de Escudero en Quito 13 . En España se
ha comenzado hace poco una acción en este campo, con los proyec-
tos de organización y descripción de Archivos Municipales por las
Diputaciones de. Sevilla, Huelva y Guadalajara, sobre todo.

2.2. LA BIBLIOGRAFÍA

Tampoco se ha seguido la tarea de recopilación bibliográfica, ni


por países ni por tipos de archivos, pues por lo menos, siguiendo el

11. Ibidem, p. 91.


12. Íbidem, p. 92.
13. La primera es Los Archivos Quiteños, Quito, 1977, con motivo de la XI
Asamblea General del IPGH, y la segunda Directorio Ecuatoriano de Archivos, Quito,
1979, ambas integradas por el IPGH en la Colección Biblioteca Ecuador.

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trabajo de Millares en México, podríamos contar con las noticias dis-


persas existentes que, tal vez, evitarían repetir labores costosas o
errores frecuentes.
Mientras no haya un trabajo concreto de reunión de las obras
que se ocupan de las fuentes, en relación directa con los programas
de organización y descripción de archivos, de los que hay algunos en
marcha, con los libros y artículos que aparecen en diversos lugares
y por instituciones no integradas en dichos programas, el estudio de
los municipios y, por lo tanto, el poblamiento de América por rastreo
de sus componentes, será circunstancial y sin valor sincrónico, difícil
de relacionar con sus vecinos en lugar y tiempo.

2.3. LA EDICIÓN DE FUENTES

El valor relevante de las actas y de las ordenanzas para el estudio de


las municipalidades, del poblamiento de América, es tan evidente
que bien pronto, cuando se empiezan a recoger documentos básicos,
ambas figuran en las colecciones documentales. Las actas, natural-
mente, por ser documentos seriados sólo los muy simbólicos pueden
ser objeto de edición: las actas de fundación y de los primeros siglos
o de las de la Independencia, sobre todo 14 . Hemos reunido algunos
datos, pero no es completo sino sólo indicativo. El caso de la publi-

14. Puede verse F. Domínguez, obra cit. cuando dice: «Todo lo que digamos de
la importancia de las Actas Capitulares o del Cabildo, para el conocimiento de la his-
toria nacional y continental, es poco. Carrera Stampa, que tanto estudio ha dedicado
a nuestras actas municipales ha dicho que «La vida institucional del Municipio, su his-
toria dentro de la organización estatal o régimen imperante, se encuentra en las Actas
Capitulares...» (p. 91). Lo que repite en Estudios sobre las instituciones locales hispa-
noamericanas, Caracas, 1981, al escribir: «Una serie de documentos públicos y priva-
dos son las principales fuentes para el estudio de esta realidad. Las Actas Municipales,
en primer lugar, serán el más rico testimonio de cómo funcionaron las instituciones lo-
cales en América, pero también se deben tener en cuenta otra serie de documentos de
gran importancia, tales como los Protocolos Notariales, peticiones de los procuradores
capitulares, Ordenanzas municipales, instrucciones para poblar y otras, memorias, in-
formes y relaciones, etc.» (p. 27).Enumera las si guientes actas de fundación: Natá
(1522), Trujillo (1525), Frontera de Cáceres, Honduras (1526), Santiago de los Caba-
lleros (1527), Cuzco (1534), Quito (1534), Los Reyes, Lima (1535), Puerto Caballos
(1536), Arequipa (1540), Santiago, Chile (1541), Mérida, México (1542), La Paz
(1548), Cuenca (1557), Mendoza (1561), Nueva Córdoba (1562), San Juan de la Fron-
tera (1562), Tucumán (1565), Nombre de Jesús (1571), Postigo (1572), Santa Fe
(1573), Riobamba (1575), Artieda (1577), Buenos Aires (1580), San Sebastián de los
Reyes (1585), Medina de las Torres (1585), Vera (1588), Guanare (1591), Jujuy (1593),
Santiago de Talamanca (1605) e Ibarra (1606).

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cación de actas, que comienza en el siglo XIX, ha continuado de for-


ma más o menos sistemática hasta nuestros días, ofreciendo un cau-
dal de información enorme. Su inconveniente, como decimos, es que
la magnitud de la tarea hace que sólo se publiquen las de las grandes
ciudades capitales o las correspondientes a acontecimientos notorios,
como es el caso de México, Caracas, Bogotá, San Juan de Puerto
Rico, Guayaquil, etc., con muchos volúmenes en circulación, o, en
algún caso, 'sólo los primeros años del poblamiento, tal vez, hasta la
Independencia. Algunas, no pasan del siglo XVII 15
Las ordenanzas, por ser documentos singulares, requieren me-
nor esfuerzo investigador y presupuestario para su edición, por lo
que también han sido objeto del empeño editorial de las instituciones
y los historiadores por darles a conocer. Pero, por su misma calidad
singular, ni se han publicado todas (sólo en general las de los muni-
cipios importantes), ni se han establecido estudios comparativos por
zonas geográficas o por periodos históricos. Esta es tarea muy cos-
tosa, como bien dice Domínguez al apuntar: «Caería fuera de nues-
tro trabajo hacer un estudio comparativo del establecimiento y vida
de las ciudades de este periodo con las subsiguientes, pero es eviden-
te y debe subrayarse la semejanza que guardan los principios hechos
y el contenido de las actas de fundación, ordenanzas y acuerdos ca-
pitulares de esta época con los posteriores» 16 • Pensamos, por tanto,
que es muy importante conocer el mayor número de ordenanzas mu-
nicipales en España y América, de todo tiempo, para poder estable
las posibles familias por el origen, los cambios por nuevas in--cer
fluencias, a la manera que se ha hecho de los fueros y cartas pueblas
en Castilla, Aragón, Andalucía durante la reconquista y poblamiento
español. Los vecinos americanos, como los repobladores en la metró-
poli, embarcaban en Sevilla y Cádiz con un caudal de costumbres,
instituciones y cultura local que, no sólo hay que retrasar en la cons-
trucción de casas con patio o el ceceo o seseo, sino también en el

15. La publicación de las actas fue una preocupación antigua, pues, sólo a título
de ejemplo digamos que las de Mendoza se comienzan a editar en Buenos Aires en
1845-74, las de México en 1889, las de Guayaquil en 1899, is primeras de Lima en
París en 1900, las de Santa Fe en 1924, las de Caracas en 1943, las de San Miguel de
Tucumán en 1944, las de San Juan de Puerto Rico en 1949, las de Santa Fe de Bogotá
en 1957.
16. F. Domínguez, La vida en las pequeñas ciudades..., p. 111.

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nombramiento de los paisanos como munícipes, la regulación de los


gremios y las fiestas del santo patrono local ".

3. CONTENIDO DE LAS ACTAS Y LAS ORDENANZAS

El análisis del contenido de estas dos fuentes documentales para


el poblamiento de América nos parece, sin que la apreciación sea no-
vedad, primordial. Lo que sí puede ser una novedad, es la propuesta
de dar a conocer de una manera diferente tal contenido haciendo uso
de las nuevas técnicas archivísticas de descripción de fondos docu-
mentales.
Si para las ordenanzas pensamos que conviene seguir con la edi-
ción completa del texto, puesto que incluso el orden de los puntos
puede ser significativo, aparte del léxico, la sintáxis y, apurando más,
la propia caligrafía, se debe promover la publicación de dichos do-
cumentos singulares por países, lugares y fechas. Los fenómenos de
larga duración superan, por supuesto, la etapa inicial del poblamien-
to y los cortos períodos no son abarcables por una sola persona. Es
tarea del equipo y para proyectos de ambiciosa duración en tiempo
y recursos 18 .

El primero de los puntos que hay que señalar es que las orde-
nanzas eran algo propio, una regla que «Es la única que el vecino
siente como suya para pedir y obedecer en los actos de su vida co-
tidiana, unas veces como individuo y otras como miembro de la co-
lectividad»' 9 , en que aparecen como tales individuos y como pueblo.
Los autores tienen, por tanto, una incidencia primordial sean el Rey
(Cubagua), el poblador (Natividad y Trujillo, Hernán Cortés), el Vi-
rrey (Cuzco, Francisco de Toledo; Lima, García Hurtado de Mendo-
za), un comisionado regio (San Salvador de Velasco del Valle de Ju-
juy, Teniente de Gobernador; San José de Guasimal de Cúcuta, co-

17. En Cumbres Mayores (Huelva) la parroquia tiene un altar de plata mexicana


dedicado a la Virgen de la Soledad, enviado por un cumbreño vecino de Oaxaca, donde
es patrona la Virgen bajo esta advocación. Es el tornaviaje del poblamiento americano.
18. Pese al mucho trabajo realizado por F. Domínguez, tuvo que hacer una se-
lección por espacio y tiempo en su labor de recopilación de actas de fundación, que
hemos enumerado en la nota 14. Pero parece que hay que continuar publicando y
comparando.
19. F. Domínguez, La vida en las pequeñas ciudades..., p. 60.

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misión del Virrey), o los propios Cabildos, que es lo más frecuente


(Veracruz, Santiago de Guatemala, San Francisco de Quito, Santiago
deli Nuevo Extremo, Chile, etc.) 20 .

Además del acto jurídico en sí, hay que anotar los participantes,
los vecinos, los pobladores, a los que hay que conocer individual-
mente y cuantitativamente para poder situarlos en su lugar en cada
momento. Por eso, hay que especificar los vecinos y moradores de
cada municipio, para lo que puede servirnos la distinción que hacía
en 1582 Diego Fernández de Quiñones, en La Habana: 1. Vecinos 0

particulares (sin duda, los principales, los grandes propietarios), 2.°


Hijos y deudos solteros de los anteriores, 3.° Vecinos que viven de
su trabajo, 4.° sus hijos, 5.° Estantes, 6.° Negros horros, y 7." Indios 21 .

Según la posición de cada uno de estos elementos en la comunidad,


su actuación será diferente y también el resultado del poblamiento.
Con el seguimiento de los detentadores de cargos públicos, de venta
de oficios, del ascenso de los criollos, de la liberación de los negros
esclavos, del mestizaje múltiple, los pueblos de españoles, su repúbli-
ca, cuyo embrión es el municipio, será diferente en cada uno y su
personalidad manifiesta. Cubagua como asiento perlífero en Nueva
Cádiz, son los dueños de canoas como dirigentes, el Cuzco como ca-
beza de un imperio incaico con mucha población aborigen y Lima
como cabeza del Virreinato tienen unos personajes que conviene co-
nocer. Pero lo mismo son los de las otras ciudades menores, aunque
desaparecieron o se eclipsaron pronto. Tal vez, precisamente para sa-
ber cuáles fueron sus tachas, la actuación de sus gentes nos permita
entenderlas mejor.

Si pasamos de los vecinos a los asuntos que regulaban las orde-


nanzas, aquí el campo se hace más amplio y complejo, por referirse
a toda la vida de la comunidad tanto en el público como en lo pri-
vado, lo económico y lo religioso 22 . De manera que nos parece opor-

20. Ibidem, Ordenanzas Municipales Hispanoamericanas, recopilación, estudio


preliminar y notas de..., Madrid, 1982, XI Congreso de Alcaldes de Grandes Ciudades
del Mundo, leemos: «Esperamos que la recopilación de estas ordenanzas municipales
hispanoamericanas publicadas en varios libros y colecciones de documentos de diver-
sos países facilite el estudio de una de las fuentes de información principales sobre la
vida de las ciudades hispanoamericanas», (p. 26).
21. Ibidem, Estudios sobre instituciones... p. 117.
22. Ibidem, La vida en las pequeñas ciudades..., p. 89.

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ACTAS X JORNADAS DE ANDALUCÍA Y AMÉRICA 21

tuno copiar el esquema que F. Domínguez da de los asuntos conte-


nidos en las ordenanzas, como buena guía:
1. Referentes al régimen municipal.
2. Funciones de oficios concejiles.
3. Distribución de tierras y solares.
4. Disposiciones de urbanismo y ornato.
5. Medidas sanitarias y de limpieza.
6. Regulación de los propios.
7. El ejido y la circulación del ganado.
8. Fijación de aranceles para funcionarios, oficios y gremios.
9. Abasto de la ciudad.
10. Regulación de precios y disposiciones sobre circulación monetaria.
11. Control de pesas y medidas.
12. Vigilancia de mercaderes y control de mercancías.
13. Mantenimiento del orden público.
14. Persecución del vicio.
15. Protección del aborigen.

Estos puntos no solo ejemplarizan su contenido sino que nos


marcan la pauta, a la vez, de los asuntos esenciales tratados en el pro-
pio Cabildo y que, afectando a todos los aspectos de la vida de la co-
munidad, pueden bien servir de esquema para describir el contenido
de las actas en cuanto a la temática concejil. Tales directrices, que
pueden ponerse en relación con cuadros de organización de fondos
de los archivos municipales compuestos por los archiveros españoles,
comprensivos de actas y demás documentos que tienen antigüedad
anterior al siglo XVI, nos parecen un buen marco para comenzar a
trazar un esquema de descripción mecanizada de actas y ordenanzas
municipales 23 . Es la solución que nos parece factible para los do-
cumentos seriados, en que es mejor dar la información completa de
algunos años, en cortes cronológicos sistemáticos, que hacer selec-
ción por temas, personas o acontecimientos. Algo parecido al proyec-

23. En los últimos años los archivos vienen siendo estudiados por los archiveros
municipales sobre todo, en los cuadros teóricos con los que organizar los documentos
concejiles desde la Edad Media a nuestros días, como es el Cuadro de organización
de fondos de archivos municipales, Toledo, 1988, hecho por el Grupo de Trabajo de
Archivos Municipales de Castilla-La Mancha, que figuran en la bibliografía de Carmen
Cayetano, n." 39 y 42.

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22 VICENTA CORTÉS ALONSO

to de descripción normalizada de los protocolos, fijado en vaciar


todo cada 50 años, por ejemplo 24 .

En este sentido se manifiesta Domínguez, ya citado, cuando


dice: «Basta ojear una colección de actas municipales de una ciudad
cualquiera o el protocolo de instrumentos públicos de un escribano,
afortunadamente conservados en gran número, para darse exacta
cuenta de la enorme cantidad de noticias contenidas y las variadas
posibilidades de estudio que encierran. Hoy en día no se puede es-
tudiar el régimen de propiedad de la tierra, la evolución del comer-
cio, la organización de los gremios o la trayectoria del régimen de-
mocrático en América —por citar algunos temas de actualidad, sin re-
currir a las actas y protocolos de los escribanos—. Son, pues, unos
personajes de primera línea, no obstante su insignificante vida coti-
diana entre los hombres de la conquista 25 ». Queremos resaltar dos
puntos: la importancia del escribano como símbolo de la juridicidad
del municipio y la democracia como forma de gobierno en el mismo.
Somos de la misma opinión y sin duda el poblamiento de América,
su carácter democrático y su realidad pretérita, tiene que basarse en
estos documentos que, debido a la tradición concejil castellana, al le-
galismo de sus formas administrativas y a la obligatoriedad de archi-
var las actas y demás documentos del cabildo, se conservan todavía,
pese a todo, en miles de municipios americanos. Su localización, or-
ganización, descripción y estudio sigue siendo un imperativo de la in-
vestigación en nuestros días.
Hay, por lo tanto, que subsanar el vacío de mejora de los archi-
vos, la recogida bibliográfica y la descripción de las actas y ordenan-
zas municipales americanas de manera que, pronto, podamos contar
con la variada información que encierran.

4. ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN Y PROPUESTAS

En los últimos 30 años se han seguido publicando actas y orde-


nanzas, muchas como continuación de empresas anteriores, ya que
sobre el caso de las actas vemos que es tarea muy lenta y costosa.

24. Sobre este tema publicamos con M. Teresa Molina Avila Mecanización de
protocolos notariales. Instrucciones para su descripción. Madrid 1984.
25. F. Domínguez, La vida en las pequeñas ciudades... p. 92-93.

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ACTAS X JORNADAS DE ANDALUCÍA Y AMÉRICA 23

Eso, naturalmente, hace aumentar los materiales bibliográficos que


deben ser recogidos para ver el avance de la difusión de las fuentes
documentales americanas relativas a los municipios. A manera de
muestra, sin llegar a ser completa, damos una lista de los asientos
que hemos encontrado en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca
Hispánica, de Madrid. Pero, esta carta, ya nos manifiesta la necesi-
dad de proceder a la reunión sistemática de una bibliografía ameri-
cana, de obras editadas en cualquier lugar, que nos permita llenar el
vacío existente sobre el tema. Tengamos, además, en cuenta que los
trabajos de Millares Carlo eran dedicados a México y no a todo el
continente en que hubiera o hay municipios hispánicos.
En lo que se refiere a los archivos, tanto el IPGH y su institu-
ción matriz. la Organización de Estados Americanos, OEA, que tiene
un órgano y una actividad archivística y bibliotecaria concretas, no
han concretado un proyecto específico sobre los municipios. Los ar-
chivos municipales entran dentro de sus preocupaciones, pero como
un tipo dentro de todos ellos, aunque proporcionalmente cuentan
menos que los archivos nacionales o departamentales, que son siem-
pre la cúspide del conjunto de los centros custodios del patrimonio
documental. Pese a que numéricamente sean muchos más. Tanto los
recursos humanos como los económicos, ambos modestos, van dedi-
cados primero a los grandes archivos. Por ello, además de la inde-
pendencia y autonomía municipal, estos archivos se enmarcan más
en la jurisdicción de las autoridades y los planes de la Administración
Local que en la Nacional. En el caso de España, los dos proyectos
concretos avanzados para mejorar los archivos municipales, en su or-
ganización y descripción, son responsabilidad directa de las Diputa-
ciones Provinciales de Sevilla y de Huelva 26 . Estando en unas Jorna-
das de Andalucía y América, en su décima edición, éste podría cons-
tituir un buen ejemplo andaluz para ser iniciado en América.
Esta sería, pues, nuestra primera propuesta. Pero claro, para

26. En la biliografia de Carmen Cayetano figuran publicados por Sevilla los in-
ventarios de 30 archivos, 1983-1988, y para Huelva son 11, de 1983-1988, siendo tam-
bíén interesante3la consulta de los artículos de Antonia Heredia Herrera «Archivos
Municipales: Balance y reflexión sobre un prog rama archivístico», en el Inventario de
los Archivos Municipales de Pilas, Morón de la Frontera, Herrera y Peña flor, Sevilla,
1985, y el de Remedios Rey de las Peñas «Plan de ordenación de Archivos Municipales
de la Exma. Diputación Provincial de Huelva». Boletín de ANABAD, XXXV, 2 -3
( 1985) , 241-244.

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24 VICENTA CORTÉS ALONSO

que tal trabajo se pudiera llevar a cabo necesitamos, primero, un cen-


so de los archivos municipales americanos existentes y su situación.
Esta tarea, España la había emprendido en los años 60-70 con la pu-
blicación de dos tomos de un censo-guía 27 y en los años 80 con la
recogida de datos para un programa automatizado, que se halla en
el fondo del Centro de Información Documental de Archivos, CIDA,
al que se puede acceder por los Puntos de Información Cultural,
PIC Z8 . La redacción de guías de archivos por países, para con ellas
proceder al inventario de los fondos municipales, sería un buen paso.
Como, pese a todo, se ha escrito sobre tales archivos y sus fon-
dos, la bibliografía se hace imprescindible. Pensemos que el ensayo
español tiene su fecha tope en 1988 y, por lo tanto, ya hay que po-
nerlo al día también, porque bastante se ha editado en solo tres años.
Además, lo más reciente es mejor, por estar hecho con arreglo a las
directrices consensuadas por los archiveros municipales en lo que es
una guía, un inventario, un índice y un catálogo 29.
Algunas ordenanzas han sido publicadas, siendo la compilación
de F. Domínguez de 1982 la más importante. Pero, como el mismo
autor dice, la tarea de dar a conocer esta fuente documental para la
historia de las municipalidades tiene todavía mucho camino que re-
correr, para que podamos establecer comparación entre las ordenan-
zas peninsulares y las americanas y de éstas entre sí. Nos parece su-
mamente sugestivo averiguar los lazos entre las ordenanzas canarias
y las indianas, por ejemplo, o las de los asentamientos mineros y las
de Zalamea, matriz de Río Tinto, y otras tantas, siempre en relación
con los pobladores y su procedencia natural y cultural. Recordemos
que según las cifras de Boyd-Bowman en los primeros años de la lie-

27. La Dirección General de Archivos y Bibliotecas, en su Inspección de Archi-


vos bajo la dirección de Antonio Matilla Tascón, reunió y publicó los datos en el Cen-
so -Guía de los Archivos Españoles, 2 v.
28. Los PIC tienen terminales en cada provincia a disposición de los consultan
datos son, naturalmente, mucho menos correctos que los de los inventarios-tes.Su
antes citados, por ser descripciones aquellas hechas sobre fondos muchas veces sin or-
ganizar y ordenar previamente.
29. Queremos mencionar el recién aparecido Colección de Guías de Archivos
Municipales de la Provincia de Guadalajara. Albalate de Zorita, Chiloeches, Gascueña
de Bornova, Pioz, Uceda, Guadalajara, 1991, producto del plan d Organización de
Archivos Municipales de la Diputación Provincial, que sigue las nejores normas de
descripción. La preocupación por las fuentes de interés americanista en nuestros ar-
chivos, quedan patentes en las Actas de las I jornadas sobre fuentes locales y regio-
.

nales para la Historia de América: Los Archivos de Alcalá de Henares y Guadalajara,


Alcalá de Henares, 1989, publicadas por el Ayuntamiento alcalaíno.

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ACTAS X JORNADAS DE ANDALUCIA Y AMERICA 25

gada de los pobladores, un 60% eran onubenses, así como la gran


cantidad que en años posteriores figuran como sevillanos. Conviene
saber quienes eran los cabildantes, el escribano y el alguacil, su ori-
gen y formación, para comprender mejor la redacción y contenido de
las ordenanzas.
Una vez localizadas, si no es posible publicarlas in extenso, por
lo menos la descripción normalizada puede seguir las pautas dadas
a la de las actas municipales que, como dijimos anteriormente, tienen
unos apartados fijos que pueden someterse a un programa descrip-
tivo común. Semejante al de los protocolos notariales, nuestra prime-
ra experiencia en este campo.
Las actas, dada su abundancia y volúmen por tratarse de series
muy ricas y cuantiosas en el tiempo, sólo han podido ser publicadas
las de las grandes ciudades. Y aún de éstas, pensemos en Madrid
como ejemplo, México o Caracas, son proyectos en marcha que no
todos los municipios pueden acometer. Ni tampoco es esa la misión
del archivero, en caso de que lo haya, sino de instituciones de inves-
tigación. Pero, lo que si puede hacerse, es concordar un proyecto ge-
neral de descripción normalizada de base informática, cuyos resulta-
dos puedan intercambiarse y unir ambas orillas del Atlántico, como
cuando los documentos se producían. Ahora, sin embargo, no pode-
mos pretender el vaciado de todos los años de que hay documentos,
todas las actas. Pero tampoco debemos seleccionar por temas, per-
sonas o fechas. Nos parece más congruente hacer cortes cronológicos
iguales, de manera que los resultados de varios proyectos paralelos se
pueda contar con la información total, es decir, con los datos para
la vida cotidiana, los fenómenos de más larga duración y la repercu-
sión de los acontencimientos, precios, poblamiento, imprenta, man-
das para misas, viajes, etc. en la marcha de las Indias y del tornaviaje.
Resumiendo, pues, las propuestas serían:
1. Censo y guías de los archivos municipales de América.
2. Bibliografía general de los archivos municipales americanos.
3. Edición sistemática de ordenanzas municipales. En su defecto,
descripción normalizada y mecanizada.
4. Descripción normalizada y mecanizada de las actas capitulares de
las ciudades americanas.

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BIB L I OGRAFI A

Localizada en Biblioteca Nacional, BN, y Biblioteca Hispánica, BH.

OBRAS GENERALES
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• Argentina
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• ACTAS. Documentos coloniales - capitulares de San Miguel de Tucumán. 1944. BH 352
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• ACTAS capitulares de la ciudad de la Paz, recopiladas, descifradas %T anotadas por H.
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• Ecuador
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• México •
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28 VICENTA CORTÉS ALONSO

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• ORDENANZAS del Perú... recogidas y coordinadas por L. D. Thomas Ballesteros.
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• URTEAGA, Horacio H. Fundación española del Cuzco y ordenanzas para su go-
bierno: Restauraciones mandadas ejecutar del primer libro de cabildos de la ciudad
por el virrey del Perú don Francisco de Toledo. Publícase por primera vez y con el
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bre el virrey de Toledo y su gobierno por Horacio H. Urteaga. Lima. 1920. BH.
• Puerto Rico
• ACTAS del cabildo de San Juan Bautista de Puerto Rico. Transcripción Aida R. Ca-
ro. San Juan de Puerto Rico. Gobierno de la Capital. 1949-1978. BN HA i/2.771.
• Venezuela
• ACTAS del Cabildo de Caracas. Caracas. Elite. 1943. 12 v. BN AH i/926 HA
15.698-9.

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