EL Reglamento
EL Reglamento
EL Reglamento
EL REGLAMENTO
De la potestad reglamentaria, es decir, del poder normativo otorgado por la ley para producir
reglamentos, se ha dicho que constituye «la más intensa y grave» de las atribuidas a la
Administración pública, 1 dada su capacidad conformadora del ordenamiento jurídico. Su
amplia y extendida utilización ha desbordado con creces la capacidad reguladora de la ley,
haciendo del reglamento la fuente cuantitativamente más importante (y también más
compleja, dada su variedad) del Derecho administrativo. En los Estados contemporáneos,
el número de reglamentos en relación con las leyes es abrumadoramente muy superior,
ocupando prácticamente más del noventa por ciento del ordenamiento jurídico. Este
fenómeno lo describe gráficamente Santamaría Pastor, 2 comparando los sistemas
normativos con un «vasto océano de reglamento en los que en el que sobresalen, como
islotes, un puñado de leyes».
La justificación jurídico- política de la potestad reglamentaria -que la ha llevado a ocupar el
lugar que hoy tiene en todos los ordenamientos jurídicos-, no ha sido, sin embargo, una
cuestión pacífica. Su consolidación, aunque ha seguido caminos distintos en los diferentes
países y sistemas producto de las específicas circunstancias históricas de cada uno es, en
términos generales, el producto de las pugnas por la concentración de la producción
normativa que se han producido entre los titulares de los poderes ejecutivo y legislativo. En
esta evolución cabe distinguir dos modelos clásicos: el francés y el alemán.
En Francia, el reconocimiento y evolución de la potestad reglamentaria parte, curiosamente,
de su negación absoluta, por entenderse contraria a la concepción que del principio de
separación asumieron los revolucionarios liberales de 1789 que imponía el monopolio de la
producción normativa en manos del legislativo, dejando en manos de la Administración
únicamente la actividad de ejecución de la ley, a través de las «proclamations». Así lo declaraba
el Decreto de la Asamblea Nacional de 1 de octubre- 3 de noviembre de 1789.
Posteriormente, el art. 144 de la Constitución de 1795, le otorga nuevamente al Ejecutivo la
facultad de las «proclamations» que había sido suprimida en la Constitución jacobina de 1793.
Fue, sin embargo, la Constitución napoleónica de 22 Frimario del año VIII (13 d diciembre
de 1799), la que en su art. 44 atribuyó expresamente una potestad reglamentaria al gobierno
para asegurar la ejecución de la Ley. 3
1 García de Enterría, E. y Fernández T.R., Curso de Derecho Administrativo, 15ª ed., Madrid, Thomson Civitas, 2011, t-I, p.
191.
2 Santamaría Pastor, J. A. Principios de Derecho Administrativo General,4ª ed., Madrid, Iustel, 2016, t-I, p. 328),
3 Art. 44. «Le gouvernement propose les lois, et fait les règlements nécessaires pour assurer leur execution».
El reconocimiento de un poder reglamentario independiente, no vinculado a la ejecución de
la ley, pero con carácter específico, vendría del Consejo de Estado, en los arrêts Chambre
syndícale des fabricants constructeurs de matériel pour chemíns de fer (19 de feb. 1904), Babin (4 may.
1906), Heryries (28 de jun. 1918, para regular la organización interna de los servicios públicos,
o para emitir por el Presidente medidas de policía de carácter general en ausencia de la
autoridad legislativa Labonne (8 ago. 1919)
El dato más importante en la formación histórica de la potestad reglamentaria de raigambre
francesa no es tanto, como explica Santamaría Pastor 4, el reconocimiento de la potestad
reglamentaria que tiene lugar en los países latinos, cuanto el espectacular crecimiento que
dicha potestad conoció durante todo el siglo XIX: un crecimiento que tiene lugar de forma
absolutamente sigilosa, sin que los sucesivos textos constitucionales se hagan eco del mismo.
Y, sobre todo, un crecimiento no sólo cuantitativo, sino expresado en la aparición de nuevas
formas reglamentarias no limitadas a la ejecución de las leyes:
- primero (señala) aparecieron los reglamentos de prerrogativa regia (en materia colonial,
títulos nobiliarios y organización militar);
- después, la implantación, por vía de hecho, de una potestad originaria de desarrollo de
las leyes como poder propio del Gobierno, no condicionado a una autorización expresa,
caso por caso, de éstas;
- más tarde, la aparición paulatina de una potestad reglamentaria autónoma, no vinculada
al desarrollo de ninguna ley previa, ejercitable sin autorización legal sobre todas aquellas
materias que la ley, de facto, no hubiera entrado a regular;
- y, por fin, la utilización de un conjunto de técnicas dirigidas a atribuir a las normas del
Gobierno una función o fuerza equivalente a la de las leyes, como las leyes de
habilitación o deslegalización, de delegación legislativa en sentido estricto, las
ordenanzas de necesidad, y la de los decretos-leyes (pág. 326).
El modelo germánico de formación de la potestad reglamentaria siguió se desarrolló en forma
inversa a la experiencia francesa. El régimen de monarquía constitucional «limitada»
instaurado tras la derrota de Napoleón (1815- 1919), sustentada en modelo de legitimidad
dual del monarca (Ejecutivo) y del Parlamento (legislativo), se basaba en una delimitación
material de la ley y de la potestad normativa del monarca. A la ley formal se reserva la
regulación de los asuntos que afectan a la libertad y la propiedad los ámbitos claves y más
sensibles para la burguesía que el Parlamento representa). Es esta entonces la única limitación
que sufre el poder normativo del Príncipe, quedando bajo su dominio todo el resto de las
materias, que se regularían mediante reglamento.
Este reparto competencial comienza a subvertirse a finales del siglo XIX gracias a las
construcciones teóricas de Paul LABAND y Georg JELLINEK, que reinterpretan las categorías
propiedad y libertad «de forma expansiva para aceptar que afectaba a la libertad (y era, por
consiguiente, materia reservada a la ley) la entera disciplina de las relaciones interpersonales
A pesar de ser el reglamento la fuente más específica y cuantitativamente más relevante del
Derecho administrativo, su conceptualización y sus perfiles característicos han sido
abordados de manera divergente y nada pacífica por la doctrina. El concepto más simple
ofrecido por algunos autores de España y Alemania lo definen como «norma escrita dictada
por la Administración», entendida esta en su sentido subjetivo (los órganos integrados en el
7 Muñoz Machado, S. Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General, Madrid, Agencia Estatal Boletín Oficial del
10 García de Enterría, E. y Fernández T.R., Curso…, ob. cit., p. 189; Parada Vázquez, R., Derecho Administrativo I, Madrid,
Open Ediciones Universitarias, 2013, p. 61; Muñoz Machado, Tratado…, ob. cit.,p. 11; Parejo Alfonso, L., Lecciones de
Derecho Administrativo, Valencia, Tirant lo Blanch, 2010, p. 122, Maurer, Hartmut. Derecho Administrativo Alemán, trad. 16ª
ed. coord. Por Gabriel Domenech Pascual, México, UNAM, 2012, p. 70.
11 Parejo Alfonso, L. Lecciones…, ob. cit., pp. 130-131,
12 Gordillo, A. Tratado de Derecho Administrativo y Obras Selectas, 11ª ed. Buenos Aires, Fundación de Derecho
Como antes hemos señalado en la conceptualización del reglamento algunos autores incluyen,
como dato esencial su posición de subordinación a la ley. Para los ordenamientos jurídicos
constitucionales contemporáneos la ley constituye, después de la Constitución la fuente
primaria de todo el sistema normativo, correspondiendo al reglamento una posición
secundaria, jerárquicamente subordinado a aquélla.
La ley -dicen GARCÍA DE ENTERRÍA y T.R. FERNÁNDEZ- arranca la incondicionalidad de su
contenido y la irresistibilidad de su eficacia por su legitimación en la voluntad de la comunidad;
el reglamento no puede presentarse como voluntad de la comunidad, porque la
Administración no es un representante de la comunidad, es una organización servicial de la
misma, lo cual resulta algo en esencia distinto; en el reglamento no se expresa por ello una
hipotética «voluntad general». La Ley es la norma originaria por excelencia: dispone desde sí
misma, rompe el Derecho o las relaciones existentes. Nada de esto es propio de las
determinaciones reglamentarias. 19
Consecuencia de esta posición de superioridad jerárquica es el impedimento a la norma
reglamentaria de oponerse, modificar, desplazar, derogar o contravenir los contenidos de la
ley (salvo que ella misma lo habilite), so pena de nulidad.
El resto de las zonas no reservadas a la ley pueden ser intervenidas por el reglamento; pero
ello no significa un impedimento de regulación legal (pues no tienen los reglamentos
constitucionalmente materias reservadas) 20, sino simplemente una libertad del legislador para
disciplinar o no la materia. En la medida que lo haga, quedará sustraído el contenido regulado
a la potestad reglamentaria, y en lo sucesivo, solo por ley podrá ser alterado, produciéndose
así lo que se conoce como congelación de rango. Son estos dos principios, el de reserva de ley y el
de congelación del rango, los que articulan la relación material entre ley y reglamento
La reserva de ley no excluye, desde luego, la posibilidad de remisión al reglamento, siempre
que dicha remisión no sea ilimitada o indeterminada que suponga una regulación autónoma,
no dependiente claramente de la ley. Una síntesis de estas condiciones las expone Santamaría
Pastor: 21
a) el legislador debe agotar la regulación de la materia, es decir, la totalidad de los
extremos constitutivos de su régimen jurídico sustancial, pudiendo sólo remitir a
normas reglamentarias la regulación de los aspectos adjetivos, colaterales o conexos al
núcleo de la materia;
b) la intervención de la potestad reglamentaria sólo puede hacerse mediante un llamado
expreso de la ley;
c) la remisión a de ser específica, esto es, referidas caso por caso a aspectos o cuestiones
singulares; no caben, pues cláusulas genéricas de remisión, sino apoderamientos
concretos;
20 Existen sin embargo singularidades como el caso de Francia, en el que, por el contrario, existe una delimitación material
del ámbito de la ley (art. 34 de la Constitución; cubriendo ésta, eso sí, las materias cualitativamente más trascendentes)
dejando a la potestad reglamentaria el resto de las materias-.
21 Santamaría Pastor, J. A. Principios…, ob. cit., pp. 368- 369.
d) debe ser delimitada, es decir, hecha de modo que precise los límites materiales de la
cuestión que se remite al reglamento, de manera que su ámbito de actuación quede
inequívocamente circunscrito;
e) ha de ser previsible, que entraña el deber del legislador de incluir en la norma remitente
criterios materiales o directrices finalistas de regulación que condicionen la normativa
que habrá de dictarse por vía reglamentaria, de tal manera que las intervenciones que
la ley autorice a establecer al reglamento sean previsibles y calculables por el ciudadano.
La reserva de ley requiere una exhaustiva precisión de los supuestos de hecho y sus
consecuencias jurídicas, particularmente en aquellas materias en las que a los destinatarios se
les exige prever el resultado de sus conductas (como las de naturaleza sancionadora). No es
que en estos casos de no se pueda acudir a conceptos indeterminados o imprecisos – pues
ello es imposible-; pero habrá de ocurrir sólo en la medida en que la propia naturaleza de la
realidad que describe la norma no admita una determinación más precisa.
La exigencia previsibilidad y exhaustividad de la reserva de ley – y especialmente en las
materias objeto de reserva absoluta- significa, además, la delimitación de las potestades que
se confieren a la Administración, debiendo configurar con carácter restrictivo las de
naturaleza discrecional. La ley ha de tener la suficiente precisión y densidad en la delimitación
de las potestades administrativas de intervención, en cuanto a su finalidad, contenido, objeto
y alcance, que impida que tanto la previsión reglamentaria y los posteriores actos de aplicación
concreta, conduzcan a una amplia libertad de decisión de la Administración.
La necesidad de tomar en cuenta de terminados factores técnicos en algunos casos que
justifiquen atribuciones de valoración discrecional deberá hacerse «conforme a los criterios o
límites señalados en la propia ley que sean idóneos para impedir que la actuación discrecional
de la Administración en la apreciación de los factores técnicos se transforme en actuación
libre o no sometida al límite» 22
Sobre la base de la densidad de la remisión al reglamento, la doctrina distingue entre reserva
relativa o transferible, en la que esta podrá ser más amplia- y la reserva absoluta o exclusiva, en la cual
la intervención del reglamento es nula o muy restringida. La distinción la intenta explicar
Muñoz Machado en función del lenguaje que utiliza la Constitución para determinar la
encomienda de la regulación, lo que significa que el papel regulador de la ley no ha de ser
idéntico en todos los casos.
La relevancia de la distinción radica precisamente en determinar la legitimidad y los límites de
colaboración con la ley de la potestad reglamentaria, lo cual dependerá de la concurrencia de
varios factores como: el tenor literal del concepto constitucional de la reserva; la incidencia
de la regulación sobre los derechos fundamentales, en tanto pueda ampliar o restringir su
ejercicio, o si se trata de una actividad interventora o pestacional; o la mayor o menor
La congelación del rango no es otra cosa que la vigencia del principio de jerarquía normativa
y su consecuente paralelismo de las formas. Esto es, que la introducción de nuevas normas en el
ordenamiento jurídico requiere que estas tengan, al menos el mismo rango normativo que
aquellas que sustituye; o en sentido contrario, la derogación o modificación de una disposición
jurídica sólo puede hacerse por otra de su misma forma.
En este sentido, cuando una materia pasa a regularse por una ley formal, queda extraída del
campo de acción del poder reglamentario y, consecuentemente, sólo una norma con rango
igual o superior a la ley puede intervenir en su regulación. «De esta manera, en cada momento
histórico que se considere, todas las posibles materias están encasilladas en un rango
determinado y, concretamente, muchas de ellas en el rango superior, en el nivel de las Leyes.
Por efecto de los principios expuestos, todas las materias encasilladas hoy en el nivel de la
Los criterios de clasificación de los reglamentos que resultan más relevantes en el plano
teórico y del derecho positivo-, son los que parten de la relación de estos con la Ley. En