El Corpiño (Cristina Siscar)

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

El corpiño

(Cristina Siscar)

Doble era su misión: delatar y ocultar. Se mostraba, deslizante, un bretel, o


el infidente broche repujado en la espalda, al trasluz de la blusa. Pero se
suavizaban los pezones enhiestos sobre leves colinas.
El primer corpiño tenía la medida del pudor: orgullo bajo la timidez de la
evidencia. Era la primera prenda verdaderamente íntima. Un hablar callado.
Insinuaba que la niña había quedado atrás, como en sueños, despertando las
miradas suspicaces que confirman al mismo tiempo que la vuelven tan etérea
como la gasa del corpiño. Un susurro lenceril. Sobre todo, no gritar lo que aún
no se ha llegado a ser.
El corpiño era la seña de la diferencia. El momento en que los hombres
quedaban al descubierto, del otro lado. Ah, qué muchedumbre por todas partes.
Escudo que devenía blanco expuesto en el bretel de satén; blasón de
identidad, esas puntillas suavemente combadas. ¿Qué seré?
Se plegaba en un puño aquel corpiño efímero. Lo diminuto auguraba
grandezas.
Cristina Siscar

Cristina Siscar nació el 18 de julio de 1947 en Buenos Aires. Entre 1980 y


1986 estuvo exilidada en París. Publicó los libros de cuentos "Reescrito en la
bruma", "Lugar de todos los nombres"," y "Los efectos personales". Es autora,
también, de las novelas "Las líneas de la mano" y "La sombra del jardín"; el
ensayo "El viaje. Itinerarios de la lectura"; y el libro de poemas "Tatuajes".
Obtuvo la Beca de Creación Narrativa otorgada por el Fondo Nacional de las
Artes (1989) y el segundo premio de cuento "Gloria Kehoe Wilson" de la
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (1992).
Cronología
1947
Nace en la ciudad de Buenos Aires el 18 de julio.
1965
Comienza el Profesorado en Letras en el Instituto Superior del Profesorado
"Pedro Elizalde", en Ciudadela, Provincia de Buenos Aires.
1969
Obtiene el título de Profesora en Letras.
1970
Contrae matrimonio con el periodista Juan Miguel Satragno.
Realiza su primer trabajo periodístico como colaboradora de la sección
"Columnas de la Juventud" del diario La Nación.
1973
El 23 de febrero nace su hijo Pedro Agustín.
1974
Comienza la carrera de Ciencias de la Educación en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires.
1975
Interrumpe sus estudios por la intervención en la universidad.
1978
En plena dictadura, en el mes de febrero, su esposo, el periodista Juan Miguel
Satragno, es secuestrado.
1979
En el mes de septiembre, luego de la desaparición de su marido, su hermana y
su cuñado, se radica en Brasil.
1980
Solicita asilo político al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR). En el mes de febrero, se radica en París, en donde vivirá
durante casi siete años.
"Ahora recuerdo esos días con angustia y, al mismo tiempo, como si los
hubiera vivido otra persona; sentía, contradictoriamente, que me despedía de
mí misma para ir, a la vez, al encuentro de mí misma, en otra vida. Sin duda, se
trataba de la vida y en más de un sentido sería como nacer de nuevo.’[...] La
angustia de Siscar hablaba del desgarro de tener que salir a Brasil, dejando a
su hijo al cuidado de sus padres. Por problemas de documentación, su exilio
implicó separarse de su hijo y por un tiempo que no sabía cuál sería. Su otro
pesar fue vivir en un estado incierto, en una suerte de pérdida de la identidad,
en el anonimato y en el desapego. [...] El exilio se constituyó sobre un hecho
negativo. Marcó una ausencia y remitió a lo que estaba al margen,
desintegrado. Ser exiliado fue una forma violenta de ser extranjero. El exilio fue
castigo, pero no porque fuera imposible vivir cosas positivas, sino por la
conciencia de no haber elegido nada o casi nada", dirá Siscar en la entrevista
con el escritor Jorge Boccanera, "Yo conocí los dos exilios", en "Tierra que
anda. Los escritores en el exilio", Ameghino, Buenos Aires, 1999.
En París cursa las materias Literatura Latinoamericana, Lingüística y
Traducción del DEUG de Español, en la Université de Paris III, Sorbonne.
1984
Publica su primer cuento "Mundo mundo" (en "Trafalgar Square", selección
Vladimir Herrera, Laertes, Barcelona), incluido más tarde en "Reescrito en la
bruma".
1985
Editorial Correcaminos, de París, publica, en edición bilingüe, el libro de
poemas "Tatuajes".
1986
Regresa a Buenos Aires.
1987
Aparece en Buenos Aires el libro "Reescrito en la bruma" en la editorial Per
Abbat. "Estos ocho relatos de Cristina Siscar –altamente recomendables–
rescatan una dimensión del texto narrativo muy poco frecuente en estas
latitudes: acaso haya que recurrir al nombre del uruguayo Felisberto Hernández
para intentar una primera aproximación a ese desvelo. Ocurre que para
acercarse a ’Reescrito...’ hay que adoptar el papel de un papel de lector activo,
eminentemente recreador: es el mismo sentido o anécdota últimos lo que está
en tela de juicio; la riqueza textual cobija, en su entraña, la necesidad (el
desafío) de suscitar distintas lecturas. Son estos, pues, relatos abiertos,
provocadores, no aptos para receptores pasivos; donde la pericia anecdótica a
menudo deviene símbolo. Y donde late la ansiedad de la palabra escrita por
interrogarse sobre lo que está diciendo y por asumir el peligro de ser borrada,
tal como fue y es fracturada la llamada ’realidad’, por lo manotazos del azar o
de la historia", escribirá Federico Ríos, en el Suplemento Cultura y Nación, de
Clarín, el 17 de diciembre de 1987.
Sus relatos "El lugar de todos los nombres" y "La muerte del autor" obtienen la
Primera Mención Especial al cuento en el concurso "Jorge Luis Borges",
organizado por la Fundación Kónex y el Fondo Nacional de las Artes.
1988
Editorial Puntosur, de Buenos Aires, publica "Lugar de todos los nombres".
"El escritor más intenso es el que sabe leer bien sus propios sueños. En el
caso de Cristina Siscar la literatura es eso y, además, lo que siempre fue por
carácter: una actividad fuera de lo común. Un surtidor de enigmas (¡suertes
varias para el lector!). Una cosa antigua que vuelve a recuperar su lugar. En
efecto, cierta imaginería muy, muy vieja organiza estos relatos, aunque vengan
escritos bajo el cielo de la Era Postcrítica. Por ejemplo, está y no está la
parábola, porque nada quiere terminar aquí en una enseñanza. Y no hay fábula
salvo que aparezca en la forma del lío. Esos sutiles enredos sintácticos donde
los personajes de hoy se desdoblan y se multiplican en un diálogo de otros
tiempos sólo para instalar entre nosotros un inquietante recuerdo del futuro.
Qué herida la memoria. Por eso mismo, por ese desliz legal o ese "fuera de la
ley" de la ley de la progresión, las varias historias de este libro hacen efecto de
imán en una sola indecible, no sé si llamarla alquímica. Tampoco sé cómo voy
a explicar esto: es como si un pequeño fotograma –la escritura Siscar, su
Forma de escribir– se desplazara por la banda negra de los sueños para ir
sacando de allí las anécdotas más traslúcidas y claras del mundo. Las que
estaban durmiendo en nosotros. Las más trasparentes, como si todos juntos de
pronto –ella y nosotros– tuviéramos algún eco, o nostalgia, o necesidad de
identificarnos de nuevo en el relato clásico. ¿Algún día la literatura más intensa
podrá volver a ser, también, comunitaria? Ni fantásticas ni maravillosas, estas
páginas parecen simplemente fabulosas: una-mil-y-una-noche de Babel. Se
arman en libro, indelebles, sin ninguna costura reflexiva a la vista. Pero hacen
que el lector –como diría Macedonio Fernández– termine encuadernado en la
continuidad inesperada de su leer", escribe Héctor Libertella en la contratapa
del volumen.
1989
Obtiene la Beca de Creación (narrativa) otorgada por el Fondo Nacional de las
Artes.

1991
Tiene a su cargo la sección "Los libros de la cabecera" de la revista Humor
(hasta 1994).
1992
Recibe el segundo premio de cuento "Gloria Kehoe Wilson", otorgado por la
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
1993
Editorial Colihue, de Buenos Aires, edita en la colección La Movida su novela
"Las líneas de la mano".
"Cristina Siscar, a su modo, escribe un cuento de hadas. Y lo hace bien.
Distribuye criteriosamente a santos y profanos, trae las benéficas tinieblas de la
mano de la Gitana y dispone de ciertos personajes turbadores: un ciego, la
profesora de música que arrastra una herida de amor, unos vecinos que
parecen sacados del reino del terror. Atenta a la realidad, jaquea el deseo
viajero de Griselda a través del dinero: sus padres no lo poseen y ella no puede
evitar pensar en el trabajo. Ese dilema no desautoriza la aventura, al contrario,
la hace concreta, la pone en su lugar de riesgo y sueño. La pregunta maldita
sería qué sucede al día siguiente, cuando debe volver o no a la oficina, al orden
de las obligaciones. No es necesario responderla, alcanza y sobra con saber
que esa planificación es alterable, que en ’Las líneas de la mano’ se dibuja un
destino trasgresor y cordial al mismo tiempo". (Fernando Fagnani, El Cronista
Cultural, 18 de octubre de 1993).
Publica su cuento "Bastidor, hijos, cañamazo" (en "Mujer y Memoria", selección
y prólogo Tununa Mercado, Silvia Plager y Sofía Laski, Torres Agüero Editor,
Buenos Aires) luego incluido en el volumen de relatos "Los efectos personales".

1994
Ediciones De la Flor, de Buenos Aires, publica el libro de cuentos "Los efectos
personales".
"’Los efectos personales’ se estructura alrededor de un mundo de objetos,
cicerones que nos introducen en la sofocada y palpitante selva de una
adolescencia femenina. Adolescencia que está fechada en un impreciso borde
entre las décadas del ’50 y ’60: las referencias físicas abundan en un libro que
es, todo él, un catálogo, un moroso recuento de cosas: el saquito de banlon; la
costura en las medias; los discos de 33 revoluciones; Blue Velvet sonando en
una pista de baile; los breteles del sostén; los bordados en bastidor;
polvorientos trenes con asientos de cuero marrón. Cristina Siscar no ha
elegido, para contar esa adolescencia, ni la peripecia ni la psicología ni la
intriga, sino la descripción de las cosas. La propuesta queda clara a partir del
epígrafe de Milosz: ’¿Qué pensarán de ti los objetos que te fueron
fraternalmente acogedores? ¿Su oscuro destino no estaba estrechamente
unido al tuyo?", escribió Álvaro Abós, en la revista Humor Nº 429, de octubre de
1994.
1999
Editorial Simurg publica en Buenos Aires la novela "La sombra del jardín".
"’La sombra del jardín’ de Cristina Siscar dibuja la parábola de una aventura
femenina por el paisaje del exilio: un itinerario a la vez onírico y dolorosamente
real, donde lo poético confluye con lo político. El sexo y la nostalgia del amor y
de la permanencia, el cuerpo que duerme en hogares transitorios, la memoria
del fuego y el alimento crean un tejido –a la vez sensual y evanescente– de
evocaciones y deseos. Profundamente simbólica, plena de resonancias
exquisitas y antiguas, ’La sombra del jardín’ inscribe en los laberintos de la
extranjería y el anhelo de una perdurable comunidad, otra cara posible de la
épica, donde no hay héroe guerrero sino la peregrina de un camino interior en
busca de un jardín perdido", señala María Rosa Lojo, en la revista First, Nº 154,
julio de 1999.
Por su parte, Mónica Sifrim, en el suplemento Cultura y Nación, del diario
Clarín del 6 de junio de 1999, dirá del libro:
"En su novela, Cristina Siscar exhibe una escritura musical que bien podría
leerse con deleite en voz alta. Su prosa, sembrada de palabras extranjeras, se
mira a cada rato en su espejito de mano y se retoca. Corrige el foco, como si
los sucesos hubieran ocurrido en una lengua indecible y el primer esfuerzo de
la novela fuera traducirlos de un modo irreprochable de la huella visual,
impresa en la memoria emotiva, a la etapa verbal de la narración. ’La sombra
del jardín’ se ocupa de lugares perdidos en un punto intermedio entre el
recuerdo y la imaginación, de escenas huidizas que por alguna razón se
convierten en cajas de resonancia".
2001
Compila y prologa la antología "El lenguaje de las cosas en la literatura del
siglo XX", publicada en Buenos Aires por la editorial Desde la Gente.
2003
La editorial Alción, de Córdoba, publica su libro de ensayo "El viaje. Itinerarios
de la lectura".
"Desde las primeras páginas, la autora construye un itinerario poético: Marco
Polo, Darwin, Basho, el poeta errante de Marguerite Yourcenar, Lanzarote, los
peregrinos medievales, los juglares, los comediantes, la cultura nómade.
Petrarca, Dante, el peregrinaje a Compostela, los viajes en diferentes
transportes, los miedos, no al avión sino al hombre por lo que significa el volver.
Lo que más retengo de la lectura de El viaje es el despliegue de una lógica,
una forma de sistematizar, de crear series con la diversidad, el espesor, el ritmo
y la función de hacer proliferar el sentido. Sugerencias y sensaciones, razones
y formas, efectos y revelaciones a través de las cuales se plantea el lazo entre
viajar y escribir, entre el afuera y el adentro, entre el desplazar y el retener,
entre lo objetivo y lo subjetivo. El viaje es una colección de estampas,
anécdotas, imágenes y citas que apuntan al carozo de la imaginación, a la
audacia y al desapego de salir de una escena para entrar en otra", señaló la
escritora Liliana Heer, en el texto leído en la presentación del libro, en
septiembre del 2003.

También podría gustarte