El Arte en Ti - Queenm999 - Wattpad
El Arte en Ti - Queenm999 - Wattpad
El Arte en Ti - Queenm999 - Wattpad
azul para May, por ser sujetar mi mano cuando todos la soltaron
ELIAN
— Elian, despierta mi amor — escuché aquella voz angelical llamarme como cada
mañana.
— Cinco minutos más por favor... — me cubrí con la cobija dispuesto a tener unos
minutos más en cama.
— Papá cree que es tonto— tallé mis ojos mientras tomaba asiento intentando
despertar por completo; la pude ver hacer una mueca de disgusto, mi padre nunca
había apoyado mis sueños. — Dice que trabajar de eso es morirse de hambre
— Te amo mamá—
— Te amo mi cielo...—
Desperté tras los insistentes golpes en mi puerta por parte de mi padre mientras
no dejaba de llamar mi nombre una y otra vez. Había sido un sueño nuevamente.
Me levanté con pesadez deseando poder vivir en aquel sueño que habitaba cada
vez que mi cabeza tocaba la almohada aunque sabía que era imposible.
— ¡Elian! ¡El desayuno! — gritó aquel hombre en tono molesto; mi padre no está
de humor por las mañanas, bueno, él nunca está de humor.
— ¡Ya sé! ¡Ya me levanté! — hablé en voz alta para que escuchara y al fin dejara
de golpear la maldita puerta ya que eso solo me generaba dolor de cabeza.
Escuché sus pasos alejarse, solté un suspiro y me dediqué a cambiarme antes de
que su enojo aumentara. Antes de salir de mí habitación observé el retrato en mi
mesa de noche y fue imposible que la nostalgia no habitara mi cuerpo— Ya 10
años sin ti mamá...
No sé cuánto tiempo me quedé observando aquella foto donde ella se veía tan
feliz. Ella era tan distinta a mi padre; siempre le gustaba mostrar una sonrisa al
mundo y reír de las cosas insignificantes, mi madre era un alma tan libre, desearía
ser tan libre como ella, pero no; estoy en una prisión y no hay una llave que me
saque de esto, de estas cuatro paredes.
— Ganas una miseria; con eso si ha caso te alcanza para unos huevos— apreté
con fuerza el puño bajo la mesa; me molestaba su actitud, era yo quien se mataba
trabajando mientras él dedicaba su tiempo a emborracharse y aun así tiene la
decencia de tirarme mi salario en cara.
— Es trabajo de medio tiempo; debo estudiar— dejé pasar por alto el bufido que
se escapó de sus labios al escucharme decir la última palabra.
— Claro, pierde el tiempo estudiando para algo que solo traerá cinco pesos a la
mesa; y eso si te va bien— me levanté de la mesa cansado de sus insultos; esto
no era de un día, no, era diario. Cada mañana le encantaba tirarme en cara mi
carrera, pero hoy no voy a permitirlo; si bien no voy a tener celebración alguna de
mi cumpleaños al menos quiero pasarlo en paz.
ISAAC
— ¡No corran tan rápido! — escuché el grito de mi madre pero poco me importó.
Yo corría con fuerza por aquel prado lleno de flores de tantos colores que me
hacían perder la cuenta.
— Mira ese arcoíris — la voz de mi hermana me hizo llevar la vista hacia el cielo
para observar el hermoso cielo azul pintado con miles de colores, eso
definitivamente me hizo sacar una sonrisa.
—De hecho; sobre eso quería hablarte precisamente. Quería salir...— no me dejó
continuar ya que interrumpió como siempre.
—Ah, no, no sé; el parque, una cafetería, donde sea— me encogí de hombros—
Por qué quiero salir y ya. No soy un niño mamá
—Soy ciego, no estúpido. Además no iría solo, Nathaniel y Catriel irían conmigo—
la escuché soltar un pequeño suspiro; al parecer la idea de ir con mis mejores
amigos le sonaba mejor—Todo estará bien mamá
—Si mujer; deja que mi hijo salga a comerse el mundo. ¡Es un muchacho! Uno
muy listo y si quiere salir lo hará, es como cualquier otro— la voz de mi padre se
hizo presente para apoyarme; sentí una mano en mi hombro así que supuse era
Regina, mi hermana.
—Bien, pero que vengan por ti...— no pude evitar sonreír al escucharla, incluso di
pequeños aplausos por la emoción.
[...]
— Nathy, solo es otro Starbucks— me burlé; era obvio que mi madre le había
dado indicaciones de no ir a un lugar tan alejado de mi hogar; bueno, ella es así,
solo me cuida.
— Bueno ya; estas fuera de tu casa, es lo que querías Isaac — palmeó mi hombro
para hacerme saber que estaba cerca y al pendiente de mí. Supe cuando
entramos al lugar debido a las voces y el embriagante olor a café; yo era un gran
amante de eso.
— Dice que me llamará cuando esté cerca. Iré a pedir los cafés, no me tardo — no
pudo terminar por completo su oración ya que fue interrumpido por su teléfono;
seguramente se trataba de nuestra pelirroja amiga. — Es ella...
— ¿Estás seguro? Tardaré un poco; su auto se quedó sin gasolina unas cuadras
arriba...
— Muy seguro. Quizá así pueda culminar mi audiolibro. Anda...— sin dejar que me
diera una respuesta me encaminé hacia la fila haciendo uso del bastón.
— Bien; pero pide solo tu café; ya sabes cómo me pongo si lo tomo frio— reí bajo
al escucharlo. Asentí, Nathaniel siempre se comportaba como un hermano mayor
sobreprotector.
ELIAN
Salí del baño tras colgar la llamada que establecía con Diego; siempre me servía
como mi pequeño psicólogo personal que escuchaba todos los líos que tenía con
mi padre. Volví a mi asiento y mi café ya estaba algo frio; genial, ahora ni de un
buen café podía disfrutar.
Lo quise pasar por alto. Había caminado demasiado para llegar a un punto donde
mi padre no pudiese encontrarme. Después de cada pelea con ese hombre yo
venía a este Starbucks como si fuese mi pequeño escape de la realidad. Aquí
dentro yo no era un chico con padre alcohólico, madre muerta y responsabilidades
de adulto. Solo era el chico libre que mi madre tanto deseaba que fuera; uno que
se dedicaba a dibujar y observar chicos.
Quizá viví una que otra pequeña aventura con alguno pero nada lo suficiente para
llamar mi atención; solo eran besos, besos que se quedaron en el olvido, siendo
eclipsados por mi patética vida. Después de todo, ¿Quién quiere algo más de un
chico como yo? Exacto, nadie.
— ¿Se hizo un desastre no? — rascó su nuca dejando salir una pequeña risa, yo
observé a nuestro alrededor; un trabajador ya se acercaba con trapeador en mano
para limpiar el café, no se veía muy contento, yo le dediqué una sonrisa nerviosa y
le entregué el vaso vacío.
— No es necesario; no fue tu culpa, yo no veía a donde iba— dejó salir una bonita
risa a medida que se colocaba las gafas negras que antes permanecían colgando
de su crop top amarillo— es literal— habló burlón; parecía hacerle mucha gracia la
situación.
— Bueno, yo salí peor ¿No? Porque aun viendo la cagué— eso le hizo reír
nuevamente, al parecer es un chico muy alegre.
— Debiste distraerte, es normal...
— Quizá sí, tu crop top es muy bonito— señalé su prenda a pesar de que sabía
que no podía verlo. El desconocido sonrió y llevó una mano a su ropa.
— Es bueno saber que tienes buen gusto, ya que buena vista no— bromeo
sacándome una sonrisa a mí. Ese chico parecía alegría pura, de esa alegría que
yo no poseo.
— ¿Van a querer un café o no? — nos interrumpió la chica tras la caja quien se
había mantenido mirándonos con mala cara ya que hacíamos que la fila se
retrasara. El chico iba a hablar pero me apresuré a hacerlo yo, seguramente él se
negaría.
— Dos de lo que él había pedido— señalé al bonito chico a mi lado tras pagar. Lo
observé y todo este tiempo mantenía una linda sonrisa.
— ¿Nombre?
— En seguida
— ¿Ángel? ¿Cuándo dije que me llamaba así? — soltó una pequeña risa.
— Nunca; lo deduje porque pareces uno— lo observé para comprobar que el color
carmín se adueñaba de sus mejillas.
— Bueno, quizá comienzo a comprender las cosas— llevó una mano a su barbilla
para hacerse ver pensativo— me tiras el café a propósito para coquetear conmigo
— ¿Qué? — solté una pequeña risa; quizá es más listo de lo que pensé.
— ¿Qué me delató?
— ¿Entonces?
ELIAN
— Sigues intentando que funcione...Soy ciego no estúpido eh— río bajo y dejó
caer la espalda en el respaldo de la silla — conozco muy bien lo que haces; tono
de voz, seguramente sonrisita de lado y me apuesto que te aproximaste a la mesa
— extendió su mano hasta tocar mi brazo lo que sólo lo hizo reír más — signo de
simular interés en la otra persona.
Tras sus palabras solo podía verlo muy impresionado; la frase que dijo al inicio es
muy certera, incluso sin tener visión se da cuenta de cosas que otros pasan
desapercibido.
— ¿Entonces? —
— Bueno; en primera antes solía ser muy coqueto, quizá aún lo soy — sé encogió
de hombros y llevó las manos hasta sus gafas para deshacerse de ellas
dejándome ver sus ojos y observar como guiñaba un ojo al aire haciéndonos reír a
ambos. — El punto es. No eres el primero que intenta conseguir algo rápido
conmigo. Al parecer el que no pueda verlos les parece interesante; así que no
pierdas tu tiempo cariño...
Al tenerlo tan cerca y prestar atención a sus ojos pude percatarme que son
realmente bonitos; lo que es realmente triste porque unos ojos tan hermosos
deberían ver el mundo; por eso siempre digo...la vida es una mierda. Y lo que es
aún más mierda es que las personas se aprovechen de su condición.
— Juro que no pude evitar reír, lo siento pero es bastante divertido — volvió a
dejar escapar una pequeña risa burlona — Pero desafortunadamente no; solo
imaginaba el final de mi audiolibro. — llevó la mano a su bolsillo mostrando su
teléfono junto a los auriculares.
— La mecánica del corazón— ambos sonreímos, yo conocía muy bien el libro, esa
historia es demasiado linda a mi parecer y era aún más lindo que él
específicamente leyera esa historia. — ¿Lo conoces?
— ¿Te sorprende? —
— Me sorprende que sepas leer— ambos soltamos una pequeña risa; es extraño,
quizá es la primera vez después de tanto tiempo que río de verdad con alguien.
— Agradecería que guardaras el final para ti Ramiro; ¿No serías tan cruel, o sí? —
elevó una ceja mientras mantenía la mirada perdida pero iluminada a diferencia de
la mía.
— Bueno; amante de la literatura y torpe tira cafés, cuéntame más de ti... ¿Qué
harías un domingo por la mañana en una cafetería? — su forma de hablar era muy
inusual y sin dudar muy atrapante, era agradable establecer una conversación.
— Me considero un amante del arte, así que sí; hago de todo... — sonreí al
recordar los murales que realizo cuando necesito relajarme un poco, los miles de
retratos de mi madre y esculturas que he hecho a lo largo de los años.
— El mundo no es una mierda Ramiro — rio bajo; me sorprendí un poco por sus
palabras. — El mundo es como lo quieras ver; si lo quieres pintar de negro se
vuelve oscuro, si usas colores; entonces te darás cuenta del arcoíris que
construyes
Sus palabras sin duda me dejaron petrificado; ¿Cómo alguien que el mundo lo ha
tratado así puede amarlo y tener tal optimismo ante la vida? El chico no dejó de
sonreír en ningún momento mientras hablaba, creo que posé más felicidad en un
dedo de lo que yo poseo en todo mi cuerpo.
Miré a nuestro alrededor y justo afuera del lugar un chico junto a una pelirroja
estaban pegados al vidrio observándonos con cero discreción; me apuesto que
son ellos.
— ¿Una es pelirroja y el otro tiene cara de psicópata? — Él soltó una pequeña risa
y asintió — Entonces están afuera a la derecha
— Adiós Ramiro; toma mi consejo...que seas más feliz— se llevó los dedos medio
y anular a la frente y luego señaló al aire en forma de despedida, yo sonreí e imité
su acción a pesar de que sabía no podía verlo.
— Adiós Ángel...—
ISAAC
— ¿Quién era el chico? ¡Es muy guapo! — la voz de Catriel se hizo presente tan
pronto salí del local; sentí como cada uno se posicionaba a mi lado para iniciar
nuestro andar.
— Es solo un chico que me tiró el café Catriel; no es nada... ¿Es guapo? — hablé
tan pronto sentí habíamos dado unos cuantos pasos y estábamos lo bastante lejos
como para que él supiese que hice esa pregunta.
— Sí que lo es...—
— Hablamos poco; apenas y sé que es artista; dibuja y eso, debe ser increíble—
fui consciente de la pequeña tensión que se generó a mí alrededor; sabía a qué se
debía y lo comprendo pero a veces me bruma que no pueda hablar tranquilamente
sin que alguien se sienta mal por mí.
— Él me resulta familiar; siento que lo he visto antes...— el comentario de
Nathaniel me hizo girar la cabeza en la dirección que escuchaba su voz.
Durante los primeros meses tras perder mi visión causado por un accidente
automovilístico me derrumbé; pero aprendí que solo tenía dos caminos: quedarme
en esa prisión donde mis miedos habitaban o salir de la misma y enfrentar lo que
se viene.
— ¡No puedo! ¡No puedo ver nada! ¡No veo nada! ¡NADA! — grité frustrado tras
intentar caminar por mi propia habitación y chocar con algo; lancé el bastón
violentamente sin importarme que estuviese a su paso; ya nada importaba, ni
siquiera podría ver que se rompió.
— ¡No puedo vestirme solo! ¡No puedo caminar! ¡No puedo bañarme! ¡No puedo
hacer nada! — me sentía completamente inútil; desde que volvimos del hospital mi
madre se encarga de prácticamente todo, no puedo hacer nada sin ella y ahora
aprovechando que salió al supermercado intenté bajar por mi cuenta; y fallé.
[...]
Lloraba contra la almohada; dos meses y todo seguía negro para mí; tenía a mi
familia cerca, a mis amigos; pero me sentía tan solo...tan inútil.
Mis propias palabras me dolían; me quemaban pero necesitaba todo ese dolor
para renacer.
— Vas a ser un maldito paracito o te levantarás de esta cama y volverás a ser
tú...— comencé a hablar con mayor fuerza mientras las lágrimas rodaban por mis
mejillas. Poco a poco me senté en la cama y busqué el estúpido bastón hasta
tenerlo en mis manos — No soy un paracito... ¡No seré un maldito paracito!
Decidí la segunda opción; tras años de lo sucedido aprendí vivir así, aprendí a
aceptarme como soy y amar la vida como yo pueda. Lastimosamente mis
familiares aun no aprenden eso del todo; a veces parece que quienes perdieron la
vista fueron ellos.
ELIAN
"Qué seas más feliz" sus últimas palabras me causaron un sinfín de sentimientos;
quizá Ángel no sabía lo que esas cuatro palabras significaban para mí pero bastó
con pronunciarlas para que la nostalgia me abrumara al recordar a mi madre.
— No me gusta verte así mami — dejé derramar una lagrima al observar cómo le
costaba trabajo apagar las velas de nuestro pastel de cumpleaños. Sus rizos
rubios habían desaparecido y ahora su cabeza la cubría un pequeño turbante,
cada vez la veía más débil y eso lograba destrozarme el corazón.
Algo que amaba desde que tengo uso de razón es compartir cumpleaños con la
mujer que amo, mi madre. Cada año comprábamos un pastel y ambos nos
encargamos de apagar las velas; desde que enfermó de cáncer tengo miedo de
que sean las últimas que apaguemos juntos.
— Bien...pero tienes que pedir un deseo— le sonreí; yo cerré los ojos listo para
pedir el mío. "Que mi mamá se cure". Ambos soplamos con fuerza hasta que la
última llama se extinguió; abrí los ojos a medida que le regalaba una sonrisa solo
para ella. — ¿Qué pediste?
— Quiero que seas más feliz— me abrazó con fuerza y dejó un sonoro beso en mi
mejilla— siempre será ese mi deseo mi cielo.
Desgraciadamente ese fue el último cumpleaños que compartí con ella; mi mamá
perdió la batalla y yo perdí mi felicidad. Mi madre significa todo para mí, pasamos
tantos momentos juntos; era mi mejor amiga, mi confidente...mi todo.
Saber que la mujer más fuerte que conocí no está más a mi lado me rompe en mil
pedazos.
[...]
Llegué a mi casa hasta que la luna adornó el cielo; como lo supuse mi padre se
encontraba dormido en su sofá reclinable con una botella en mano. El lugar
apestaba a alcohol y se veía tan sucio que me daba nauseas el vivir aquí, pero no
podía irme, le prometí a mamá que cuidaría de él y de nuestra casa. A veces
comprendo un poco a papá así me haga rabiar, no debe ser fácil perder al amor
de tu vida.
— No, no creo volverlo a ver; los multicolores no pueden tocarse con el negro o se
pueden volver igual— usé mi encendedor para encender las velas. — ¿Estas
lista? Soplaré por ti...
Cerré los ojos y soplé con fuerza mientras pedía mi deseo; ese deseo que solo
había compartido con mi madre y que mi padre tanto rechazaba: ser un gran
artista. Bueno; quizá se quede solo en eso. En un sueño.
NARRADOR
— ¿Por qué hay personas malas mamá? — habló el niño mientras se dedicaba a
pintar con el uso de sus manos una hoja blanca.
— Como los que roban o hacen cosas que no está bien... ¿Por qué la gente es
así? — el pequeño Elian de tan solo cinco años observaba a aquella mujer que
tanto admiraba.
— Bueno; las personas somos como los colores...— tomó asiento en el suelo junto
a él y tomó una de sus pinturas llamando su atención. — Algunos se dejan
consumir por sus miedos; por el enojo, la depresión...y sus colores se apagan
hasta quedarse en negro— levantó en el aire la pintura para que el chico la
observara.
— No; pero existen los multicolor— señaló la hoja del pequeño la cual se
encontraba llena de colores como el rojo, amarillo, verde o azul. — personas que
viven siendo felices, viven dando amor...
— Pero, mami... ¿Un multicolor se puede apagar hasta quedar en negro? — esa
pregunta le sorprendió a la mujer; sin duda tenía un significado fuerte detrás.
— Si mi amor; por eso jamás...jamás; debes olvidar los colores que hay en tu
interior— llevó el dedo índice al pecho de su hijo señalando el corazón haciéndolo
sonreír— no olvides el arte en ti...
— Por eso debemos juntarnos con gente buena, ¿Verdad? Con multicolores— al
pequeño parecía interesarle mucho la conversación establecida con su madre. —
Si nos juntamos con alguien con colores apagados...nos volvemos igual.
ELIAN
El lunes se abrió paso dando inicio a una semana más. Me costó levantarme
debido a las pocas horas que había descansado por culpa de mi padre; al parecer
es más importante su licor que su hijo. Ayer me aventuró por la madrugada a
comprarle más alcohol ya que había arrasado con toda la nevera y ahora aquí me
encuentro, en camino a mi trabajo con unas ojeras horribles y odiando el mundo.
Ni siquiera pude darme el lujo de comprarme un café por dos razones: no podía
llegar tarde; mi jefe es muy estricto cuando de la puntualidad se trata y debo
mantener el trabajo; y punto dos, no tengo en que caerme muerto, gasté lo poco
que tenía en el estúpido licor para mi padre.
— Buenos días Manuel; Jefe— reí bajo al observar como mi amigo tallaba sus
ojos somnoliento y simulaba barrer pero no se percataba que la escoba estaba
colocada al revés.
—Al fin das señales de vida; pensé que seguías ignorando mis mensajes— como
siempre dramatizó la situación. Sí, ignoré cada mensaje que me mandó acerca de
mi cumpleaños, pero tenía buenas razones y él más que nadie las conocía.
— Estoy bien; eso es lo que importa— me acerqué para comenzar a colocar las
etiquetas de precio en los productos mientras mi amigo seguía ocupado en los
caducados. — Te guardé pastel; a Manuel también...
— ¿De chocolate? — susurró mirándome de reojo esta vez; sabía bien que no
aguantaba mucho tiempo "enojado" conmigo.
— Bien; pero si vuelves a desaparecer así como así juro que iré a tu casa sin
importar lo que grite tu padre —
Desde que murió mamá nadie más visita mi casa; más bien nadie se acerca a mi
padre o a mí. Muchos rumores surgen alrededor de nosotros y quizá algunos son
ciertos, he tenido que callar muchas cosas y quizá esa es la razón por la cual me
siento en una cárcel tan vacía. Otro punto a recalcar; desde que mi padre
descubrió que disfruto observar al sexo masculino me prohíbe por completo llevar
algún chico a la casa, incluso si se trata de amigos. Sus palabras son claras en mi
mente "Si vas a ser lo que se supone que eres que sea fuera de esta casa". No
alego tanto sobre eso; no llevaría a nadie que me importara a mi cárcel, aunque,
nadie me importa.
— Oh nada, solo que tu cara dice otra cosa; anda, cuéntame. ¡Soy tu mejor amigo!
— Bien, bien, conocí un chico...— esa simple frase compuesta por tres palabras
lograron captar su atención a nivel de dejar el trabajo de lado y animarme a que
contara más. — No exageres. Solo compartimos un café, además no sé nada de
él, seguro no lo vuelvo a ver...
ISAAC
Al fin podía darme un respiro de las estresantes clases en casa y poder disfrutar
de mi audiolibro; ahora me encontraba leyendo sobre dos chicos que enfrentaban
el mundo juntos, quizá el final era triste pero me hacía sentir miles de
sensaciones. A veces llegaba a pensar si yo algún día podría vivir ese tipo de
historias que tanto me gusta escuchar. He leído incontables novelas de amor que
solo logran crearme altas expectativas y me hacen pensar... ¿Mi historia para
cuándo?
¿En qué momento llega el chico que me hace temblar, me acelera el corazón y
despegar los pies de la tierra? Bah, quizá estaba leyendo mucho, eso solo sucede
en las novelas de amor. Pero, ¿Quién dijo que yo no puedo crear mi historia de
amor? Me considero un romántico empedernido y estoy seguro que pronto tendré
lo que busco.
— Bueno; si no te deja ir, tampoco iré yo— Regina es quizá la única de mi familia
que logra comprenderme mejor; al menos lo ha hecho a lo largo de estos 3 años
que llevo sin visión.
Tal como dijimos fue todo un lío convencer a mi madre de dejarnos ir; incluso se
escandalizó más cuando mi padre sugirió llevarnos en el auto. Ella procuraba a
toda costa mantenerme lejos de un automóvil desde lo sucedido ese 6 de
Diciembre. Quizá ella vive atrapada en el miedo, pero yo no.
— Sé bien que la lista señala que llevemos café. Solo... — solté un suspiro— si no
hay café mamá me dejará salir a comprar uno por mi cuenta como la otra vez. Al
menos quiero tener eso... ¿Puedes hacerlo por mí?
Mamá era muy estricta en cuanto a mí se trataba; si pedía ir por pizza con mis
amigos sus palabras eran "Hay en casa", compraba todo para impedirme salir a
toda costa y eso me hacía sentir más como prisionero. La salida al Starbucks fue
lo más cerca de mi antigua vida que pude tener.
ELIAN
— Es una lástima que no pueda ver— habló Diego desde la caja delantera; al
parecer ninguno de los dos dejaría ese tema por la paz.
— Creo que asustas más tú con esa risa— seguí con mi ardua tarea de pasar los
productos y cobrar por todo; a veces odiaba ser cajero por que debía regalar una
sonrisa a todos ahí. Odio el absurdo lema del supermercado: "Compre sus
productos a precio accesible, la sonrisa es gratis" o "Un cajero feliz es un cliente
feliz".
— No les pago para que platiquen; Manuel súbete ese pantalón— pasó mi jefe
riñendo a mi amigo; reí al ver como éste se apresuraba a colocarse bien la ropa y
la clienta de edad avanzada lo miraba con los ojos bien abiertos, un tanto
horrorizada; seguramente el trasero de mi compañero se vio.
El tiempo tomó su curso y mi paciencia con los clientes se agotó cuando una
señora peleó con su hija de cinco años frente a mí; al parecer se negaba a
comprarle una muñeca y la berrinchuda niña no dejaba de llorar. Lo que me subió
un poco el ánimo fue el café que Manuel muy amablemente me compró cuando se
supone "fue al baño", bah, nunca iba a cambiar.
— Quédate en la fila; no tardo, creo que olvidé el queso— escuché la voz de una
chica; me causó un poco de gracia ya que he escuchado eso miles de veces y el
temor de los niños pensando que llegara su turno es encantador de ver.
— Buenas tardes...— él estaba ahí. Esta vez vestía unos jeans azules, un crop top
blanco y una bandana en el cabello combinando con una que llevaba en la
muñeca, se veía realmente bien. —... ¿Hola? ¿Hay alguien en caja?
— Trabajo aquí— observé como llevaba las manos al carrito para sacar sus
productos, sus movimientos eran un poco torpes al buscar así que decidí salir de
mi lugar para ayudarlo. — ¿Necesitas ayuda?
— Sé hacerlo — por el tono en que lo dijo supuse que lo ha dicho miles de veces y
no le gusta del todo recibir ayuda.
— Me descubriste, solo quería acercarme; pero ahora no te tiraré el café— hablé
burlón para hacerle sentir que no creía que fuese "inútil"; eso pareció agradarle ya
que soltó una pequeña risa. Podía sentir las miradas de mis amigos sobre mí pero
decidí restarle importancia.
— Quizá yo tire el tuyo para estar a mano— sus palabras me hicieron dirigir la
mirada hacía mi café que se encontraba cerca de la caja.
— A veces creo que eres brujo— reí bajo, al culminar de colocar sus productos en
la barra regresé a mi lugar para cobrar.
— Cuando un sentido se apaga los otros funcionan mejor— sonrió ladino— así
que puedo oler perfectamente tu café, es por eso que te reconocí...
No sé porque razón esas palabras me hicieron sentir algo dentro de mí; no sabía
que significaba, hace tanto tiempo que no sentía esa emoción que inicia con la
letra A.
— ¿Me reconociste?
— Así que tú eres Ángel; mi amigo nos contó de ti— cuando Diego terminó de
hablar me golpee mentalmente. ¿Cómo se les ocurre? Observé a Ángel quien solo
sonreía divertido por la situación.
— ¡Regresé! Perdón por tardar, aquí está el queso— una chica idéntica al chico
hizo presencia al inicio de la fila, por ende entendí que era su familiar.
ISAAC
Desde que regresé a mi casa tras conocerlo su voz vagaba en mi mente, todo lo
que me decía lo hacía parecer pesimista, a veces las personas no saben lo
afortunadas que son, lo descubren cuando pierden algo, eso me pasó a mí; es por
eso que ahora vivo la vida de una mejor forma. Saber que él había hablado de mi
con los otros chicos de su trabajo me hizo sentir importante, por como sonaban,
tan animados, pude concluir en que no se centró en mi condición; esos pequeños
minutos con ellos me hicieron sentir menos ciego. Es quizá la primera vez en
mucho tiempo que alguien habla de mí sin tomarle importancia a mi visión, es por
eso que él me causa intriga. ¿Qué tanto puedo descubrir de ti Ramiro?
NARRADOR
Ambos eran dos chicos siendo presos de sus hogares; uno era una mariposa de
color atrapada en una jaula, el otro una mariposa negra sumergida en una cárcel.
Por alguna razón cuando se unían se sentían más libres. Lo que aún no sabían es
que volarían juntos.
CAPITULO 4
ISAAC
La tarde se sentía más calurosa que ninguna otra; ahí me encontraba yo atrapado
en mi jaula deseando explorar el exterior mientras revoloteaba mis alas; ¿Nadie se
da cuenta de eso? Mi abuela mantenía un juego de ajedrez junto a mi madre, por
lo que lograba escuchar mi progenitora estaba perdiendo y mi hermana observaba
la televisión muy emocionada por la novela, yo me mantenía a su lado ya que ella
me informaba la trama.
ELIAN
El trabajo hoy fue bastante relajado a decir verdad; agradecía solo tener el turno
por la mañana. Lo malo de esto es tener que volver a casa, a esa oscura cárcel. A
veces no sabía si era un hogar o una jaula siendo vigilada por mi padre.
— ¿Y? ¿Qué tal tu cita con el chico? — Manuel apareció en la caja; como siempre
prefería el chisme a hacer su trabajo, a veces me pregunto cómo sigue trabajando
aquí. Quizá el jefe se compadece por que tanto él como yo necesitamos este
trabajo.
— No sé a qué te refieres — reí bajo. Sí, tenía el número de Ángel pero no sabía
si llamarle o no. Es un chico con el cual no estoy dispuesto a "tener una aventura"
y joderlo como ya lo han hecho otros, y como amigo no creo ser la mejor
compañía del mundo.
— Le doy la razón al asiático; el sexo quita el mal humor— ambos soltaron una
carcajada tras las palabras del moreno; yo solo logré girar los ojos, no era tan
divertido si sabía poco de la historia de Ángel y eso incluía ser consciente de lo
que pasó.
— Oh, entonces nunca has tenido sexo, ¿Y el buen cuerpo? ¿Lo dejaste en
China? — Manuel no aguantó la carcajada al escucharme hablar, mi amigo solo
me mostró su dedo corazón mientras decía un "Púdrete".
— Bueno ya; el punto aquí es... ¿Por qué no le has escrito al chico? — al parecer
no iban a olvidar ese tema.
— Uno, no le puedo escribir idiota; dos, porque quiero — se miraron entre ellos y
se encogieron de hombros, ya me conocían y no soy de los que cambian de
opinión.
— Bueno, dejo que se sigan peleando, tengo cena con mi familia — se despidió
de ambos con un movimiento de mano. A veces pienso que es demasiado
afortunado y quizá siento un poco de celos por él, igual eso no signifique que no
me alegre que él sea feliz. — Acompáñame a la salida— jaló a Manuel con él.
NARRADOR
— ¿Qué? ¡No! — Detuvo al chico antes de que hiciera algo — Hablo de llamar al
chico ese por él; ¿Para qué robar unas propinas?
[...]
ISAAC
Conocía mi casa a la perfección al nivel que salir fue la cosa más fácil del mundo;
las calles más cercanas estaban intactas en mi mente. 20 pasos para salir de mi
jardín; 60 a la derecha y otros 100 a la izquierda, 150 más y llegaba al parque más
cercano. Bueno, al menos eso sonaba mejor que la soledad de mi hogar.
Una vez que salí de mi jardín y sentí el aire golpear mi rostro no pude evitar soltar
una sonrisa; así se siente la libertad. Caminé pensando bien en el camino y salté
internamente al no ser detenido por alguien, no era la primera vez que intentaba
salir y era detenido por mi madre. Hubiese salido con Catriel o Nathaniel si tan
solo ellos no estuviesen ocupados en su cita; yo no quería hacerla de mal tercio
así que mentí diciendo que saldría con mi familia, no quería que se sintieran mal
por mí.
Supe que llegué al parque cuando los gritos de los niños llegó a mis oídos; me
costó un poco encontrar una banca pero cuando lo logré me sentí victorioso.
Quizá para los demás era estúpido escaparte a un parque pero para mí era como
aventurarte en la selva; ahora mismo revoloteaba entre los árboles expandiendo
bien mis alas de colores.
ELIAN
— ¿Qué? ¿YO? Pff— negó a medida que rascaba su cabello— ¿Quién es Ángel?
Giré los ojos sabiendo que no iba a cambiar su actuar; opté por pasar de largo
para guardar el uniforme en mi locker y sacar mi mochila; estaba cansado que mis
amigos hicieran cualquier cosa para hacerme salir con chicos, mi concepto de
felicidad es muy distinto al suyo y un chico no me hará hacer feliz, ¿Qué no
entienden que desde mi madre no puedo serlo?
— Okey...— le sonreí leve y palmee su hombro para acto seguido dirigirme fuera
del supermercado; mi turno había culminado y yo no veía hora para salir y pintar
algo al fin.
[...]
Siendo realista no tengo nada que aportar a su vida; es un chico feliz por lo que
puede ver, me recuerda a mi madre al tener una sonrisa siempre en el rostro y
solo me hace pensar que es un ser multicolor. Yo soy un total negro, a veces si no
aportas a la vida de otros es mejor no acercarte; de nada serviría mi proximidad
para apagar sus colores. Además yo estoy bien así; entre menos gente me rodee
menos sufro.
Estaba demasiado perdido en mis pensamientos acerca de ese chico que puedo
jurar escuché su voz. Vaya, ahora escucho su risa... ¿Me estaré volviendo loco?
Detuve mi andar y giré la cabeza hacía todos lados. No, no estaba loco; Ángel
estaba a unos cuantos metros sentado en una banca del parque sonriendo a una
niña que al parecer acababa de regalarle una pequeña flor.
Sonreí por inercia al ver tal acto; los niños son los únicos puros de corazón. Me
quedé en mi lugar observándolo durante un rato; él parecía hacer nada, solo
estaba ahí sentado usando esas características gafas, un crop top y esa bandana
adornando su muñeca.
— Salía del trabajo. ¿Qué haces sentado en una banca con letrero de "recién
pintada"?— al escuchar mis palabras de inmediato se puso de pie chocando con
mi pecho, tuve que tomarlo del brazo para que no se tambaleara.
— ¿Yo? Tú eres quien estaba sentado ahí sin hacer nada — tan pronto lo dije me
maldije mentalmente al recordar su condición. Pero si lo pienso bien, que esté así
no le impide comerse el mundo, y menos con la actitud que se carga.
— ¿Ah sí? ¿Cómo qué? Al menos aquí disfruto de los sonidos y el viento en mi
cara — lo observé y lucía feliz. Incluso más que yo. ¿Cómo lo hace?
— Bueno; si haces algo hazlo bien, ¿No? — me puse de pie y sin razón aparente
tomé su mano animándolo a levantarse. Observé a mí alrededor; sonreí ladino al
localizar una bicicleta a unos metros. Nadie notará si la tomo prestada.
— Shh; mejor ven — yo subí con cuidado a la bicicleta y lo guie para que se
colocara detrás y fuese de pie
— Me voy a caer — soltó una pequeña risa sujetándose con fuerza de mis
hombros; de igual forma su voz exhibía la emoción que estaba sintiendo y por
alguna razón yo igual. Al parecer me sentía bien de hacer algo bueno por alguien
más.
— Sujétate bien; no vas a caer, iré lento — poco a poco comencé a pedalear; a los
segundo ya tenía a Ángel rodeando mi cuello con sus brazos y pegando su pecho
en mi espalda mientras reía y de alguna forma no me molestaba. — ¿Qué tal? Iré
más rápido para que sientas el verdadero viento...
Comencé a pedalear con mayor intensidad por los alrededores del parque, él me
sujetaba con fuerza y soltaba pequeñas risas, incluso pegaba pequeños gritos, era
gracioso de ver. Giraba de vez en cuando la cabeza para observar que se
encontrase bien y solo podía verle sonreír.
— Adrenalina pura—
— ¡Más rápido! — cada vez su agarre era más ligero, al parecer había perdido el
miedo. Yo solo pude seguir su orden y pedalear con todas mis fuerzas posibles,
fue hasta que pasé un bache que nuestras risas se vieron interrumpidas por gritos.
Ambos salimos despedidos en el aire cayendo en los arbustos del lugar.
— ¡Fue asombroso! Otra vez — reí bajo al verlo tan enérgico; ni una caída iba a
detenerlo, creo que su color da para más. Me acerqué para ayudarlo a
incorporarse y caminar en busca de la bicicleta, para mi mala suerte el dueño la
tenía mientras nos miraba mal.
El chico al verlo abrió un poco los ojos sintiéndose avergonzado, incluso el color
se apoderó de sus mejillas, quizá era cruel lo que le hacíamos pero igual era
gracioso. Susurró un "no hay problema" y se alejó rápido con su bicicleta, tan
pronto se fue ambos comenzamos a reír.
— Oh dios, dime que su cara era graciosa — soltó la risa mientras volvía a
guardar el bastón en su bolsillo. Ver como se tomaba las cosas era agradable.
— Fue épica — Ángel volvió a reír; me buscó con la mano y al tocar mi brazo se
acercó entrelazando el suyo con el mío para iniciar a caminar. Lo observé un poco
por las confianzas que se toma, solo pude sonreír ladino y caminar junto a él.
Caminamos sin rumbo alguno, solo dábamos vueltas por el parque mientras
conversábamos de todo y de nada a la vez; él era quien se encargaba de hacer
que fluyera el dialogo, era bueno en eso. — ¿Y porque saliste de tu casa?
— Pensé era obvio. El ciego no puede salir — se mofó de sí mismo — Ya
hablando en serio, mi madre es sobreprotectora. Seguramente cuando se dé
cuenta que no estoy me busca por todo el país
— Bueno, se preocupa por ti; es bueno que los padres lo hagan — rasqué mi nuca
al recordar a mi padre, que no daría yo para que él se preocupara por mí.
— Sí, pero a veces llegar a ser sofocante — soltó un suspiro — Pero no hablemos
de cosas feas, mejor dime tú. ¿Por qué no estás en tu casa?
— Eres una persona normal; quizá yo no tanto — soltó una pequeña sonrisa — No
tienes que agradecer, fue agradable pasar tiempo contigo
— Pero no caigo dos veces querido— bajo su agarre hasta mi mano; con cuidado
se quitó su bandana y la amarró en mi muñeca — deberás llamar para devolverla
o te acuso de robo
Solté la risa al observar cómo incluso usando un bastón y no ver el camino parecía
estar en una pasarela. A veces me pregunto si este chico es real o solo es
producto de mi imaginación. Bajé la mirada a mi mano y sonreí ladino al ver el
pañuelo morado adornar mi mano. Llamaré.
CAPITULO 5
Hay personas que pintan tu vida; son como un pincel llenando de color tu corazón.
ISAAC
— Hijo, ¿Por qué no avisaste? — la voz de mi padre se hizo notar entre los
murmullos de mi abuela y hermana, sentí su mano por mi cabello y acto seguido
como dejaba un beso en mi coronilla. — Nos preocupaste
— ¿POR QUE SALISTE? ASÍ, COMO SI NADA— gritó mi madre sin soltarme;
sabía que algo así me esperaba pero no quitaba que fuese molesto. — ¿Estás
loco hijo? ¿Sabes lo que te pudo haber sucedido?
— Estoy bien mamá — intenté pasar por su lado pero ella me lo impedía.
— ¡No! No está bien Isaac, ¿Cómo se te ocurrió cometer aquella locura? ¡Algo te
pudo haber pasado! — me harté.
— ¡Sí! ¿Sabes? Algo me pasó. ¡Me divertí! ¡Viví la vida! Algo que aquí en tu jaula
es imposible — solté con rabia; tan pronto terminé de hablar el silencio reinó en el
lugar, lo vi como la oportunidad perfecta para dirigirme a mi habitación; no me
quedaría un segundo más ahí.
— No; esta vez ni Catriel la convence, está muy molesta — resoplé, mi madre
incluso parecía ignorarme, me respondía como pequeños "Mm", "ajá", "okey".
— Valió toda la pena del mundo — sonreí ladino al momento que llevaba una
mano a mi muñeca sintiendo la ausencia de mi pañuelo y sabiendo donde estaba
ahora.
ELIAN
El trabajo de hoy fue horrible y agotador; me tocó recibir las cajas y cargué tantas
que perdí la cuenta. El cuerpo me dolía y la cabeza me estaba por explotar; pedía
a todos los dioses posibles que mi padre se encontrara dormido para poder
disfrutar del silencio. Pero como la vida me odia no se me cumplió, ¿Qué hago
para merecer esto?
— ¡Al fin llegas! Moría de hambre — soltó tan pronto puse un pie en la cocina.
Maldije internamente, lo que menos buscaba ahora era hablar con él y pelear. —
¿Haces huevos?
— Ay Elian; esas cosas de cocinar son para viejas — rodé los ojos al escucharlo.
Posiblemente mi padre es el hombre más machista que conozco, o al menos en
eso se convirtió desde la ausencia de mamá.
— Y no trabajar para inútiles — creí susurrarlo pero para mí mala suerte él logró
escucharme porque se levantó de su apestoso sofá y caminó en mi dirección.
— Bájale a esos huevos muchacho — me señaló mientras se tambaleaba un poco
debido al alcohol en su cuerpo. Era algo repugnante. — Ya prepara de cenar.
— Dios Elian; bájale a tu carácter, pareces peleado con la vida — soltó una risa
burlona — Mejor bebe un poco — me giré para ver cómo me ofrecía una de sus
botellas, eso me hizo apretar la mandíbula.
— ¿Cómo yo? —
— Desde que murió mamá te volviste un completo idiota. — solté con fuerza el
sartén creando un estruendo al impactar en la barra.
— No, no es mi culpa — negué lento mientras sentía como las lágrimas querían
brotar de mis ojos — Mamá apoyaba mis sueños...
No soporté más escucharlo; no podía, cada palabra que escupía solo lograba
dañarme. Salí violentamente de la casa importándome poco los gritos que pegara.
Acababa de desear mi muerte y eso es cruzar la línea en muchos aspectos. Es mi
padre, se supone que debe amarme.
— Elian; ¿Dónde estás corazón?— escuché esa dulce voz llamarme; con lentitud
bajé las cobijas que cubrían mi rostro — ¿Por qué lloras?
— Papá tiró mis pinturas nuevas —susurré limpiando con rapidez mis lágrimas.
Ella resopló tratando de controlar su cólera— Dice que es estúpido...
— Uno; no repitas las palabras de tu padre, no me gusta que digas
malas palabras — picó mi nariz para hacerme reír —
Y dos; mañana mismo iremos a comprar unas nuevas... ¿Si?
— Tú no tienes que preocuparte por eso Elian— peinó con ternura mi cabello
mientras me sonreía— solo preocúpate por ser feliz... ¿Sí?
— Claro que sí; por estar lleno de colores — apretó mis mejillas haciéndome reír.
Ella siempre me hacía reír.
NARRADOR
— Yo veré como, pero no le voy a romper los sueños a mi hijo— molesta la mujer
se encaminó a la cama para al fin descansar.
— Estás enferma. ¿Qué no ves que tú hijo te desgasta? ¡Preocúpate por ti!— soltó
molesto el hombre.
— Mis padres eran igual que tú; siempre deteniendo los sueños...pero yo no—
negó aquella mujer que hace tanto había deseado ser una gran bailarina —
No voy a detener a mi hijo. Él es mi pequeño pintor.
Mi madre era la única que lograba hacerme sentir mejor, con más color...pero
ahora no está. Solté un suspiro y llevé la mirada hacía mi vaso con el nombre
"Ramiro" ese nombre me hacía perderme de la realidad.
Siendo Ramiro no soy un chico que a perdido tanto; puedo ser quien yo quiera. Mi
mirada vagó hasta mi muñeca donde aquella bandana morada permanecía dando
un poco de color a mi vestuario. Sonreí leve al recordar a ese chico tan lleno de
color.
¿Debería llamarlo?
ISAAC
—No; dile que estoy leyendo— cerré mi libro un tanto brusco; me molestaba el
hecho de que uno, estuviese castigado y dos, Ramiro no haya llamado aún.
— Es odioso que estén molestos entre ustedes — escuché como cerraba la puerta
y se aproximaba a mí hasta quedar sentada en la cama— ¿Qué lees?
— Sigo sin entender eso— río bajo, pude sentir su mano chocar con la mía, al
parecer sus dedos recorrían las páginas intentando comprender el lenguaje.
Igualmente atendí.
— ¿Hola?—
— ¿Ah sí? Seguro el chico era lindo— Renata no dejaba de preguntar quién era,
yo trataba de ignorarla.
— Es algo presumido; muy egocéntrico— negué mientras sonreía. JA! —
Pero igual es agradable; incluso quedamos en venir si le llamaba...
— Isaac, mamá te castigó por salir sin avisar y, ¿Ahora piensas hacer lo
mismo?— me encogí de hombros haciéndola reír.
NARRADOR
— Me sorprende que recuerdes como lo pido — habló "Ángel" tan pronto dio un
sorbo al café.
— ¿Ayer enloquecieron tus padres tal como dijiste que lo harían?— Elian
observaba al chico con detenimiento, no dejaba de sorprenderle que siempre
llegase con una sonrisa en el rostro.
— Sí; un poco...ya sabes— rio nervioso— como sea, ¿En qué has matado tu
tiempo? ¿Sigues sentándote en bancas?
— No sé, dime tu... ¿Sigues tirando café?— Ambos rieron bajo. Elian se sentía
conmocionado, ese chico lograba levantarle el ánimo con su sola voz.
— Bueno ya; estuve leyendo...me atrapó una nueva historia y estoy ansioso por
conocer el final— sonrió con emoción mientras tomaba el vaso de café entre sus
manos para calentarlas un poco, el frío se comenzaba a sentir.
— Quizá aprenda algún día; mi madre solía decir que hay que aprender de todo,
incluso me enseñó un poco de lenguaje de señas una vez— por primera vez Elian
mostró una gran sonrisa al recordar a su madre; como si no le entristeciera
recordarla.
— Bueno; Mi madre lo es. Papá intenta hacerla entrar en razón pero al parecer
ella es quien tiene la última palabra — hizo una mueca de disgusto— mi hermana
es la única que entiende mi situación. Ella fue quien me ayudó a venir...
— No, no. Sólo somos mi padre y yo— El mayor hizo una mueca tras recordar la
discusión mantenido con él hace tan sólo unas horas.
Poco a poco las horas fueron pasando y café tras café bebieron. No prestaban
mucha atención a lo que sucedía, de lo contrario se darían cuenta lo nublado que
se encontraba el cielo amenazando con una tormenta. Ambos disfrutaban dentro
de ese Starbucks de una conversación sintiéndose en su propia burbuja; como si
ninguno de los problemas de sus hogares les afectara.
— ¿En serio te arrestaron por pintar un mural? ¡Es arte! Que idiotez — se quejó el
pequeño tras escuchar la anécdota.
— Bah; eso mismo dije yo. Lo bueno es que la he librado un par de veces...una
vez me quedé encerrado dos días, créeme, no es un buen lugar — Elian relataba
sus aventuras escapando de la policía debido al arte que realizaba en las calles a
lo cual ellos llamaban vandalismo.
— Oh no; eso sería peor. Mi padre odia la idea de que sea pintor —
— Es mejor si te lo muestro...—
ELIAN
Tardamos un poco para llegar, para suerte de mi acompañante estaba cerca de su
casa; ni siquiera sabía por qué había traído a Ángel aquí; nadie más había venido
antes. Sólo sabía que tenía la necesidad de mostrarlo.
— Digamos que este es mi lugar secreto, donde hago mi arte— tomé su mano
para guiarlo con cuidado por el lugar.
— No es por ser grosero, pero no puedo verlo Ramiro — rio bajo— es inútil traer a
un ciego a apreciar algo que no puede...
— Wow, que claro lo veo todo ahora — bromeó haciéndonos reír a ambos— ¿Qué
más?
— Debe ser maravilloso— soltó un suspiro que pude distinguir como nostalgia. Yo
soltaba suspiros así seguido.
— Ven aquí. Ven— lo guíe hasta la mesa donde se encontraban mis pinturas;
tomé con cuidado una de mis pequeñas esculturas colocándola en sus manos—
Puedes tocarlo...
— ¿Qué es?—
— ¿Lo ves? Puedes apreciar el arte— él seguía recorriendo con los dedos la
mariposa echa con arcilla como si fuese un nuevo mundo por explorar.
— ¿De qué color es? ¿Es una mariposa monarca? — No pude evitar sonreír tras
ver su emoción.
— No. No tiene color...Quizá deba pintarse ahora. ¿No crees?— Ángel asintió a
medida que extendía las manos intentando regresarme la mariposa.
— Oh no; tú vas a hacerlo — lo guíe con cuidado para que tomara asiento en el
banco alto frente a la mesa donde se encontraban mis pinturas.
— Ramiro...Pero no, no puedo ver los colores. Seguro será espantoso— soltó una
pequeña risa.
— Es arte Ángel. No debe ser perfecto; mientras uno lo haga con pasión es
suficiente — hablé mientras destapaba las pinturas y acercaba todos los colores
posibles a él.
— Pero...
— Te aconsejo usar los dedos— tomé su mano con cuidado guiándola hasta las
pinturas — lo ordene como el arcoíris. La más cercana a ti es el rojo y la más
lejana el morado...
— Calla y pinta Ángel; ¿Dónde quedó tu ego? Demuéstrame que el chico coqueto
puede hacer esto. Ciego no estúpido — eso definitivamente lo animo a llevar los
dedos dentro de una pintura y acto seguido a la escultura.
Al inicio dudaba pero poco a poco se fue emocionando con la tarea. Eso es el arte,
miles de emociones. Comenzamos a hablar mientras él pintaba con entusiasmo;
de vez en cuando pintábamos la cara del otro para jodernos un poco, era divertido.
Me sentía... ¿Qué es esa sensación de cosquilleo?
— Si, pero como ves...a diferencia de mi— se burló con el juego de palabras — es
imposible.
— Creo que puedes hacer lo que te propongas. Hoy hiciste arte por ejemplo—
ambos sonreímos leve.
Mis palabras por alguna razón le hicieron soltar una sonrisa linda.
— Lo es—
— ¿Y tú cuando te darás cuenta del arte en ti?— sus palabras me tomaron por
sorpresa. Sólo pude dejar escapar una pequeña risa — No tienes que responder.
— Sonará raro...— radicó su nuca manchando de esa forma su cabello ya que sus
manos seguían llenas de pintura — es sólo… tu cara…y...
Entendí a lo que se refería. Tomé sus manos con cuidado y las posicioné sobre
mis mejillas.
— No es raro bobo— reí bajo— Claro que puedes; así te das cuenta de lo guapo
que soy— hablé coqueto para hacerlo reír, funcionó.
Comenzó a recorrer mi rostro con delicadeza; sus manos eran delicadas y me hizo
reír un par de veces. Se tomaba el tiempo de recorrer mis párpados, mi nariz y mis
labios, en estos últimos mordí un poco su dedo provocándole una risa.
— ¿Y?
— Yo tenía razón. Eres feo— hizo una cara de asco provocando una carcajada en
ambos, es un bobo.
— Tonto. Dejé que me llenaras la cara de pintura para ser llamado feo? Alta
ofensa — volvimos a reír pero el momento se vio arruinado por el ruido de su
teléfono. Se apresuró a contestar, seguramente era su hermana.
— ¿Hola? Regina... ¿Qué? ¡De noche! Si, si, prometo que ya voy... Sí.
Gracias. Adiós — colgó rápidamente — Debo irme; el tiempo se me fue
volando...mi hermana está una cuadra abajo esperándome.
— Mejor vamos afuera...— Tomé una franela para limpiar el exceso de pintura en
sus manos— Oh, ten. No lo olvides — le coloqué en las palmas la mariposa.
— Pero...—
— Bien— ambos caminamos a la salida sin tener una réplica de su parte — pero
ahora yo tengo el pañuelo— levantó la mano donde tenía colocada aquel pedazo
de tela — Significa que te llamaré. Quizá así me asegure que sigas vivo luego de
que estas bellas manos hayan tocado tu rostro...Quizá te desmayas de la emoción
tan pronto me vaya.
Su súper confianza volvió a salir haciéndonos reír a ambos. Este chico explota
colores por donde le veas.
Soltó una risita y comenzó a alejarse haciendo uso de su bastón. No fue hasta que
le perdí de vista que regresé al interior para ordenar todo. Al mirarme en el
pequeño espejo pude darme cuenta que tenía razón; pero no estaba lleno de
colores por la pintura en mi rostro...yo estaba sonriendo. Y era una sonrisa
verdadera.
CAPITULO 6
NARRADOR
Tiempo había pasado ya desde aquella vez donde Ángel descubrió el rostro de
Ramiro. Ese no fue su último encuentro, no. Al inicio todo eran pequeñas llamadas
debido al castigo impuesto por la señora Olvedo. Sin embargo, tan pronto éste fue
retirado Joaquín no dudó en visitar el supermercado donde sabía trabajaba su
peculiar amigo.
Salían de vez en cuando a dar caminatas por el parque o beber café en aquel
Starbucks; ambos seguían intrigados por conocer un poco más del otro y durante
ese lapso llegaron a conocerse más.
Elian descubrió que Ángel era una persona demasiado optimista, alegre y positiva
que era reprimida por su familia. Pensaba que no lo dejaban vivir plenamente y
explotar por completo su potencial. Isaac descubrió que Ramiro no tenía una vida
fácil y le hacía falta color; quizá no había dado muchos detalles pero por lo poco
que sabía estaba al tanto de que su padre del cual desconocía el nombre era un
sujeto poco amistoso y sin metas en la vida.
De su mamá sí que le gustaba hablar; Ramiro podía pasar horas y horas hablando
acerca de esa maravillosa mujer que abandonó la tierra y Ángel gustoso
escuchaba cada anécdota ya que por alguna extraña razón, le recordaba un poco
a él mismo.
Las burlas y chistes no se hicieron esperar por parte de los amigos de Elian. Tanto
Manuel como Diego veían al chico un poco diferente; sonreía más a menudo y ya
no externaba tanto su odio al mundo. Ambos coincidían en que la amistad de
Ángel le hacía mucho bien.
Por otra parte; Nathaniel y Catriel se sentían felices por Isaac; nunca lo habían
visto así. El chico se revelaba un poco contra sus padres, les alegraba ver que
poco a poco su amigo salía a más lugares sin necesidad de estar acompañado.
Ambos sabían que era para ver a Ramiro, y si bien no conocían las intenciones del
chico, veían que eso le hacía bien al pequeño Bardelli.
ELIAN
— Y él le dijo que volvería; que se encontrarían en ese lugar que fue fruto de
su amor. — sonreí al escucharlo leerme una parte de ese nuevo libro que tanto le
gustaba. Yo me dedicaba a dibujar en mi libreta mientras mi teléfono estaba en
altavoz.
— "fruto de su amor" muy sutil para decir sexo salvaje — le hice reír.
— Bueno; dibujé lo que ibas leyéndome así que es algo erótico a decir verdad —
ambos reímos ante eso. Miré mi obra maestra donde se plasmaba a dos chicos
besándose mientras uno hundía las manos en el cabello del más alto y éste otro
dentro del pantalón del muchacho—Le está apretando el trasero
—Tengo mis necesidades bien satisfechas pero gracias — esta vez fue él quien
soltó una risa burlona. Quizá nuestra amistad se basa en burlarnos del otro
constantemente.
— Lo dice el niño que se quedó un mes sin sexo tras ese encuentro en los
baños con el chico babas— ambos soltamos una carcajada al recordar eso.
Hace tiempo me había "topado" con un chico que babeaba más que besar; asco.
—Al menos es menos de lo que tú llevas —contraataque haciendo que tome aire
exagerado para dramatizar el momento.
— Me atiendo bien. Gracias. Antes solo que babeado... ¿Le olía la boca
no?— respondí un "si" y ambos volvimos a reír. Nuestras llamadas siempre
terminaban así, ambos riendo por alguna estupidez.
—Jodete. No hago eso—solté un "Ay ajá"— Yo uso juguetes —no pude evitar
soltar la carcajada al escucharlo; a veces olvido lo directo que llega a ser algunas
veces.
—Jodete; te tengo en alta voz— tomé rápido el teléfono para llevarlo a mi oreja.
—Lo dice el niño que me llamó mientras estaba en el baño — solté una
pequeña risa; en este tiempo habíamos sobrepasado una que otra línea de
confianza. Pero por alguna razón sentía que estaba bien.
—Tú me llamaste borracho— ahí estábamos otra vez peleando por quien había
sido más vergonzoso con el otro.
— ¿Y?— habló alto — estaba borracho, no cagando...—solté la carcajada.
— Estaba haciendo pipi exagerado. Además era llamada, ni que estuvieses ahí en
el baño conmigo —
—Suerte con eso; yo debo irme igual, mañana el trabajo será pesado...—
[...]
— Hablando del lindo chico; ¿Qué tal todo?— sonrió mientras me observaba
acomodar los productos en la repisa formando una pirámide.
— ¿Cómo qué todo? Nada, salimos por ahí a pasar el rato — a veces era un poco
molesto que todo el tiempo mis amigos me insinuaran algo.
— Sólo decía; no te esponjes Elian— tomó una de las bolsas de dulce de por ahí
para abrirla y comenzar a comer; me sigo preguntando como sigue trabajando
aquí— el chico me agrada. Siempre se la pasa sonriendo; deberías traerlo a la
próxima fiesta
— ¡Te necesito en la caja 6!— soltó el grito y desapareció de ahí. Solté el gruñido
y bajé de la pequeña escalera en la que me encontraba para entregarle la otra lata
a Manuel.
— Termina de ordenar eso por mí; voy a caja— comencé a caminar en dirección
al lugar antes mencionado.
Al llegar a caja pude ver a Diego conversar con Ángel quien ya tenía sus
productos en la barra. Esta vez usaba un crop top color blanco acompañado de
una chaqueta de mezclilla, un pantalón a juego y una gorra.
— Al fin te encuentro; tu turno está por terminar, ¿no? Porque hoy te robaré—
sonrió ladino— es día de café
— Son para mí amigo Nathaniel, la última vez su mamá lo cachó— soltó una
pequeña risa. Solté un "ay ajá"— bueno, quizá el lubricante si es mío
— Iré afuera para entregarle esto a Nathaniel y vuelvo por ti— estiró su mano
buscando la mía; cuando lo logró comenzó a desatar la bandana morada para
colocarle en mi muñeca.
— Si claro, excúsate. Seguro vas al baño para usar los dedos— me burlé para
hacerlo reír. En este tiempo aprendí que tiene una mente muy perversa con doble
sentido para todo, así que me sentía en confianza para decirle ese tipo de cosas.
— Quizá — elevó la barbilla luciendo más diva que nunca mientras sonreía ladino.
Tomó su bolsa y con ayuda de su bastón armable comenzó a caminar a paso
seguro — ¡Viva la masturbación!— habló alto elevando la mano con sus compras
al aire haciéndome soltar la carcajada. Es imposible.
ISAAC
— Pon algo más movido. Taylor Perry me aburre — Solté la risa al escucharlo
decir tan mal el nombre; lo peor de todo es que la canción que sonaba era
"Havana" de Camila Cabello.
— Eres tan malo en música pop; necesito enseñarte baboso— sentí como tomaba
el teléfono de mis manos para buscar una mejor canción. Segundos después
también sentí como mi gorra desaparecía así que supuse se la colocó él.
— Pero si mí música es más movida. La tuya está para llorar a las tres de la
mañana mientras abrazo una almohada — reí ante eso. Sentí como se colocaba
entre mis piernas así que aprovechando la proximidad le di un pequeño golpe en
el hombro.
No es algo que me tome de sorpresa ya que en este tiempo descubrí que le gusta
tener proximidad conmigo, él es así y no me molesta en lo absoluto, es algo a lo
que me acostumbré y aún que otros lo vean con "otras intenciones" yo sé que lo
hace de broma.
— Bueno; no te lo voy a negar — tomé sus manos para moverlas junto a las mías
como si bailáramos. Él río debido al juego de palabras que usé.
— Perdón que los interrumpa jóvenes. ¿Y los lácteos?— escuché la voz de una
mujer mayor. Ramiro se apresuró a indicarle que se encontraban en el pasillo 4—
Gracias querido. Que lindos se ven por cierto, que bonitos novios
—No somos...— no pudimos terminar por que escuché sus pasos alejarse y
segundos después la carcajada del amigo de Ramiro; el cual tenía un apodo
bastante particular del cual yo desconocía el origen. “eróticos”
— ¡Yo digo lo mismo señora!—gritó el chico haciéndome reír bajo; al parecer sus
amigos disfrutan hacer esos chistes acerca de nosotros. Mis amigos igual los
hacen.
— ¿Cuántas veces debo recordarte que somos amigos?— hablé mientras seguía
moviendo nuestras manos entrelazadas al ritmo de la música.
— ¿Qué fiesta?— los escuché tener una pequeña pelea de "si/no" "dile tú/tú". Un
rato después mi amigo olor a cafeína se animó a hablar.
—Habrá una fiesta en un rato por aquí cerca y Eróticos dijo que...— lo interrumpí
rápidamente.
— ¡Claro que voy!— me levanté del banco eufórico; hace tiempo no iba a una. Al
parecer había olvidado que él estaba muy cerca de mí ya que choqué contra su
pecho y su boca impactó en mi frente haciéndonos reír por lo torpe que
seguramente se vio eso.
—Entonces ahí veo al dúo dinámico — escuché como “eróticos” se alejaba.
Susurré un "perdón" por el choqué; él solo río y dejó un sonoro beso en mi frente
burlándose de la situación.
— Hace tiempo que no voy; anda... ¿Sí? Será genial— escuché su resoplido. Por
lo que conocía es antipático por que no sale mucho.
— Vale; iremos...—
ELIAN
Llegamos a la casa donde se llevaba a cabo la fiesta tras un rato; mis amigos no
tardaron en perderse entre la gente para saludar a los conocidos. Me mantuve
cerca de Ángel tomándolo del brazo para guiarlo por el lugar; él parecía muy
emocionado de estar aquí ya que movía la cabeza al ritmo mientras
caminábamos.
Al inicio nos mantuvimos en la barra donde le presenté a uno que otro conocido
mío; Ángel parecía disfrutar por completo de la situación así que después de todo
venir a la fiesta no era tan mala idea.
— Soy encantador —se echó flores; tan pronto la canción cambió se notó más
animado ya que elevó las cejas y levantó las manos al aire bailando en su lugar—
Dios, esa canción es buena
— Tenía que ser tu canción — me burlé ya que sonaba "diva virtual". Lo observé
con detenimiento. Su cabello estaba revuelto por la falta de la gorra que ahora yo
portaba; no dejaba de mover los brazos ni las caderas luciendo esa pequeña
cintura que posee.
— Hay que bailar —se levantó con cuidado y extendió la mano para que yo la
tomara; reí bajo y así lo hice.
— Veamos qué tan bueno eres —lo reté. Quizá no debí decir eso ya que
segundos después que nos encontrábamos entre la gente me tomó de ambas
manos para no perderse y comenzó a bailar moviendo las caderas al ritmo. Era
bastante bueno; más de uno giraba la cara para ver esa diminuta cintura.
— Extrañaba tanto bailar así —bailé junto a él sonriendo por la energía que se
cargaba— eres el único que no me niega nada...
— ¿A qué te refieres?—
— Mi familia se negaría a aceptar que baile entre la gente o haga cosas de este
éste estilo para prevenir "accidentes"— soltó una risa burlona y elevó los brazos al
aire siguiendo su baile—Incluso los chicos se niegan, les da miedo que yo no
pueda hacer algo y me hagan sentir mal.
—No deberían subestimarte— lo hice dar una vuelta con cuidado para hacerlo
reír— Tú me enseñaste. Eres ciego no estúpido— Ángel soltó una sonrisa, asintió;
llevó mis manos hasta su pequeña cintura y después las suyas hasta mi cuello
mientras bailaba al ritmo.
Reí bajo; me agradaba ver que se sintiera así de libre y por alguna extraña razón
yo también me sentía así. Lo acerqué más a mi mientras bailábamos; quizá
muchos pensarán que estábamos siendo coqueto entre nosotros, pero así somos
y no precisamente buscamos conseguir algo más. Me acostumbré a sus pequeños
actos que otros tomarían en una doble intención como sus caricias por mi cuello o
pequeños besos en la mejilla para molestarme. Ángel era así.
Bailamos durante un rato bromeando entre nosotros; lo hice dar se vueltas, incluso
lo cargué para hacerlo reír y la gente no nos perdía la vista de encima. Ignoré eso
por completo; tan pronto nos cansamos tomé nuestros tragos y salimos de la casa
hasta el auto de Diego para hablar un rato.
— Fue tan divertido— soltó la risa tras dar un trago a su bebida— eres un bobo
Ramiro...
— Te dije que era bueno — sonrió mientras elevaba la barbilla. Hacía eso seguido
cuando presumía.
— Bueno, se lo pierden por que hoy vengo contigo— me empujó un poco con el
hombro haciéndome sonreír— Me agradas; eres un estúpido pero me agradas
— ¿Por qué?— lo observé tras dar una calada al cigarro; a veces no entendía
como le gustaba pasar tiempo conmigo.
— Exacto— me regresó el cigarrillo— creen que por estar ciego soy inútil. Tú me
tratas normal, incluso bromeas junto a mí acerca de mi vista— reí bajo. Si algo
bien aprendí en este tiempo es que Ángel se burla de sí mismo y no le molesta
que los demás lo hagan también.
— ¿Disfrutaste la fiesta?—
— Acepto. Sólo porque es la primera vez que te veo soltar todo el arte que tienes
— sus palabras me hicieron dar un brinco en mi interior, no sabía por qué...pero se
sintió bien escuchar eso.
— Bueno; entonces veamos de que estás hecho— sonreí — Por qué eres
ciego...
— No estúpido — concluyó.
NARRADOR
NARRADOR
Una mañana más se levantaba por la ciudad de México; en alguna privada la casa
Bardelli Olvedo destilaba alegría. La música estaba a un volumen alto y un joven
de piel blanca adornada con lunares bailaba alrededor de su habitación mientras
intentaba ordenarlo.
Más de una vez sus familiares se detenían para observar al chico y su tan
evidente alegría; lo veían ir de un lado a otro mientras daba un par de giros y por
un instante creyeron que su vista estaba como antes. Pero no.
— Es Isaac; siempre está alegre —se encogió de hombros la chica, sin embargo
ella se daba a la idea de la alegría de su hermano, siempre que lo esperaba tras
sus encuentros con ese chico del supermercado él permanecía con una sonrisa en
el rostro.
—Ahora lo veo más alegre aún. Míralo, hasta arregla su habitación...es un milagro
— ambas soltaron una pequeña risa, Isaac no es el tipo de chico que ame
ordenar, él dice que todo está perfectamente ordenado a su forma.
— Bueno; por lo que sea que esté feliz espero que siga así — la chica siguió su
camino siendo seguida por su madre.
—Entonces solo quédate contenta con saber que Isaac es feliz — la pequeña
Bardelli se encaminó a su cuarto pero su madre no se detuvo ahí.
— ¿Cómo está mi niño? ¿Dónde está Isaac?— fue lo primero que dijo la mujer al
recuperar la conciencia; se encontraba en una camilla de hospital y no dejaba de
mirar a sus lados en busca de su hijo. Se tranquilizó un poco al verlo en la camilla
de al lado descansando plácidamente.
— ¡No veo...no...No puedo ver nada! Por favor díganme que está pasando... no
puedo ver... Mamá no puedo. ¡NO PUEDO!— los gritos de Isaac solo hacían que
su corazón se estrujara; no podía mirarlo sin querer arrancarse los suyos para que
así él estuviese bien. Esos gritos jamás los olvidaría.
— Sí, soy yo amor; ¿Necesitas algo?— sorbió la nariz y limpió rápidamente sus
lágrimas.
—oh sí, claro... ¿Qué color? Le diré a tu padre que venga a pintar — carraspeo;
eso inmediatamente borró la sonrisa en su hijo.
—Andrés...—
— Sólo dime que color para que vaya a comprarla y te dejo todo en la habitación
para que pintes cachorro— se acercó hasta Isaac para revolver su cabello
haciéndolo reír— Solo ten cuidado...Te ayudo a colocar bolsas y ya, ¿Vale?
—Bien...Pero quiero de todos los colores—
El que hayan ignorado su voz no le agradó del todo a la señora de la casa; tan
pronto su esposo y ella se encontraron en el piso inferior no dudó en hacérselo
saber.
ISAAC
— Y entonces me compró pinturas de todos los colores. Las tengo ordenadas por
el arcoíris como me enseñaste— relaté lo sucedido horas antes mientras me
colocaba una camisa blanca larga y subía mis mangas preparándome para iniciar.
— Amarillo; como los pétalos del girasol —sonreí mientras hablaba— ¿El tuyo?
— Rosa—
— Ojalá Ángel; pero estoy en el trabajo y es una mierda todo esto del
inventario— hice una mueca; ni me imagino lo horrible que debe ser trabajar duro
diariamente con salario mínimo — Pero aun así estaré libre por la noche.
—Oh no; mamá me mata— ambos reímos, mi madre aún no sabía que yo conocía
a Ramiro, quería guardarlo como un secreto. Estar con él era como ser otra
persona y quería preservar eso. Era Ángel, un chico arriesgado que vivía la vida y
no Joaquín un prisionero de aquella jaula custodiada por Helena— Pero te veo en
el Starbucks de siempre; ¿Cómo va el trabajo por cierto? Las chicas te coquetean
y entras en gay panic?
— Sabes que así soy honey— su risa se escuchó del otro lado de la línea; si algo
le hacía reír era el escucharme decir una que otra palabra en inglés entre
oraciones.
— Regresando a la pregunta original; todo bien. Ahora estoy en mi hora de
comida—
— A veces creo que en lugar de ciego tienes ojos por todos lados.
¡Acosador!— Solté la risa y comencé a avanzar por la habitación a medida que
iba usando nuevos colores.
—No lindura; créeme que no— sonreí ladino siendo coqueto a pesar de que
sabía no podía verme.
—El punto es; es obvio que deberías eso, lo haces demasiado a tal punto que el
olor se impregna en ti. Así reconozco a las personas...—
— ¿Y yo a café?
— ¿Yo?— por alguna razón llevé mi mano a la camisa que usaba acercándola a
mi nariz para olfatearme.
— Si; es un olor dulce pero no empalagoso. Queda con tu personalidad. No
sé, eres como el caramelo, si lo pruebas la dulzura de su sabor inunda tu
boca y se queda ahí — sonreí al escuchar eso; jamás me habían dicho algo así.
Era un halago pero jamás había recibido uno de ese tipo, tan quisquilloso.
— ¿entonces tu eres como la cafeína? El sabor es tan fuerte que te hace relajarte
y quedarte despierto hasta noche—
—Te diré que. Cambiaré turno con Diego para estar en una hora en tu casa. Y
si llegan me escondes en el closet— bromeó al final haciéndome reír.
— Oh calla, con esa cara gritas gay así que el closet no servirá — escuché su
carcajada.
ELIAN
—Al fin te apareces; te busqué para comer juntos y ni tus luces —Manuel fue el
primero en hablar al verme. Yo me limité a encogerme de hombros e ir directo
hacia Diego quien se encontraba en la caja 5.
—Elian; donde...—
— ¿Favor?—le indiqué que hablara bajo; él giró la cara discretamente y ahí pudo
ver a nuestro querido amigo observándonos muy descarado mientras comía una
bolsa de papitas— ¿Cuál?
—Necesito que me cambies el turno. ¡Sólo por hoy! En serio; tengo una...urgencia
—rasqué mi nuca mientras trataba de inventar alguna mentira, si le decía que iría
a ver a Ángel se volverían locos.
— ¿Qué urgencia?—
— Mi papá; otro de sus asuntos —llevé mis dedos medio e índice hacia mi boca
para simular fumar — Ya sabes...
— No lo sé —me encogí de hombros; fue ahí cuando él al fin abrió los ojos—
¿Qué?
— Alto;... ¿Él sabe que tú nombre no es Ramiro? ¿Qué en realidad tu nombre es
Elian Galdan Miller? — negué lento y sus ojos querían salirse de su lugar
— ¿Qué?
— A ver si entendí; llevas saliendo tiempo con un chico del cual desconoces
nombre y él tiene una idea errónea sobre el tuyo…
¿Estas demente?— en mi cabeza sonaba mejor la idea.
—Lo haces por que no quieres encariñarte de ese chico si se va — sus palabras
me hicieron detener el paso— Es la verdad Elian; te conozco. Desde lo que pasó
con tu madre no te molestas en conocer gente. Pasaron años para que te trataras
con Manuel y lo llamases por su nombre. Y ahora con él tienes miedo de que si
algo pasa te duela nuevamente; lo pierdas.
[...]
Tuve que hacer un par de cosas malas para comer y ganar un poco de dinero. Caí
encerrado un par de veces y si no fuese por Diego quizá aún seguiría ahí. Soy la
clase de chico que ningún padre desearía para su hijo, lo sé porque yo tampoco
quisiera algo así si tuviese uno.
Sé que Ángel es una buena persona y lo que menos quiero es llenarlo de toda mi
mierda, solo intento pasar un buen momento. Sólo intento que él pase un buen
rato antes de que se aburra de mí.
— Llegaste rápido — hablé al verlo fuera del lugar. Llevaba dos café en mano y se
veía bien como siempre. Esta vez un crop top completamente blanco, pantalón de
mezclilla y zapatos a juego con la pañoleta morada en su cuello conformaban su
vestuario.
—Queda cerca; además entre antes mejor—dejé una mano sobre la suya que
sostenía el vaso con el nombre "Ramiro" para que sintiera mi proximidad. Fue ahí
cuando me entregó mi café y comenzamos a caminar a medida que guardaba su
bastón y se agarraba bien de mi brazo— ¿Qué tal el trabajo?
El interior de su casa era muy bonito. Todo se veía tan limpio y ordenado que me
daba cosa pasar cerca de algo temiendo ensuciarlo. Pude notar que dentro de su
casa se desplazaba con mucha libertad, soltó mi brazo y me llamó con la mano
para que lo siguiese a su habitación. Al entrar pude notar que es el doble de
grande que la mía, al contrario de su casa su recámara es un poco desordenada
pero nada exagerado. Sus cosas estaban cubiertas por algunas bolsas para evitar
que se mancharan y los botes de pintura se encontraban en una esquina. La mitad
de su pared estaba llena de colores mezclados y en la esquina inferior izquierda
estaba su espalda marcada, reí un poco recordando lo sucedido antes.
No dudé en reír ante eso, a veces es una completa diva. Vi cómo se acercaba a
su closet así que me tomé el tiempo para observar a detalle la habitación. Sonreí
al ver que a mariposa que había pintado estaba justo en su mesa de noche. Bebí
de mi café observando detenidamente hasta dar la vuelta por completo y casi
escupir al verlo. Estaba de espaldas a mí sin ese lindo crop top, estaba batallando
con desabotonar una camisa un poco vieja para usarla. Sin ropa arriba se puede
notar mejor su silueta y sin duda su cintura es tan diminuta que seguramente mis
brazos dan dos vueltas. Incluso pude percatarme que algunos lunares adornan su
espalda.
—Estás algo callado; ¿Qué hacías? ¿Admiras el paisaje?— habló burlón mientras
movía un poco los hombros evidentemente refiriéndose a él.
—Oh claro; y se ve tu bóxer agujerado— bromee para hacerlo reír. Él solo negó y
susurró un "el tuyo" en mi contra. — ¿Desde cuándo necesitas ayuda por cierto?
Te he visto hacer más que ocuparte de botones
— ¿Qué insinúas? —elevó una ceja; yo solo reí bajo y seguí ocupándome de la
camisa. Me acerqué dejando un beso en su hombro y susurré un "Nada Honey"—
Oh mira, ya sabes inglés.
El tiempo junto a Ángel se pasaba rápido. Cerramos su puerta para evitar entrara
alguien, colocamos la música a todo volumen mezclando nuestros gustos y
comenzamos a pintar las paredes; él había dado serias órdenes de querer que su
cuarto parezca que fue vomitado por un unicornio así que yo seguía lo que él
pedía. A veces dejábamos de pintar para bailar la canción que sonaba desde
nuestros lugares o solo por comenzar pequeñas guerras de pintura donde nos
aproximábamos al otro para pintarle con las manos o usando la brocha. Las horas
pasaron y ambos terminamos exhaustos en el suelo riendo bajo por una pequeña
caída que tuvo debido a sus pasos de baile.
—Créeme que si; es un gran arcoíris —la sonrisa se expandió por su rostro; movió
la mano al aire buscándome y acto seguido palmeó sus piernas. Entendí así que
me acerqué recortando ahí mi cabeza.
— ¿Por qué siempre terminamos llenos de pintura?— soltó una pequeña risa.
Llevó las manos a mi cabello jugando con él, me importó poco que sus manos
siguiesen llenas de pintura.
— ¿Eh?— me levanté con cuidado hasta quedar sentado frente a frente.—¿A qué
te refieres?
—No sé; te siento feliz. Me alegra eso, lo mereces — tomó una de mis manos
dando un pequeño apretón y me regaló una sonrisa. En ese momento sentí que
cualquiera quisiera tener mi lugar, pero no, esa sonrisa era para mí.
Ojos girasol
Ojos que el tiempo se llevó
Ojos de amor
Que se apagó con el viento sin dolor
— La canción es bonita — habló bajo para seguir disfrutando de la letra.
— Tú tienes ojos girasol— las palabras salieron de mi boca sin darme cuenta; y
por primera vez vi algo en él...un sonrojo. Sus mejillas se fueron tiñendo carmín
arrancándome una sonrisa a mí.
— Eso no quitan que sean bonitos. Como dice la canción, el tiempo se los llevó.
Pero siguen siendo girasol — susurró un "gracias" tímidamente. Es ahí cuando
descubrí que al hablar de sus ojos directamente no era tan seguro como solía
serlo con todo lo demás. Bueno; me aseguraría de cambiar eso.
— ¿De qué color son los tuyos?— tomé sus manos e hice que las colocara en mi
rostro; él soltó una pequeña risa— No puedo sentir colores bobo.
— Son como los tuyos; pero sin tanta alegría. Es irónico porque aunque no vean
destilan alegría— la sonrisa permanecía en su rostro; comenzó a pasar lento las
manos por mi rostro disfrutando el momento. Yo opté por cerrar los ojos y dejar
que tomará su tiempo como siempre; no era la primera ni segunda vez que lo
hacía en este tiempo y me gustaba que lo hiciera.
Llegó las manos hasta mi muñeca para desatarme el pañuelo y acto seguido a
tientas comenzó a colocarlo en mis ojos para dejarme sin vista. Sentí como vivió a
tomar mis manos dirigiéndolas hasta su rostro.
— Intenta que el tacto vea por ti— no sé cómo pasó. Pero unos minutos atrás
pintábamos la casa y ahora estaba aquí con los ojos vendados explorando el
rostro de un chico.
—Estoy bien así— no podía verlo, pero por alguna razón sabía que él estaba
sonriendo. Mis manos pasaban por sus mejillas, hasta sus ojos cerrados, su nariz
y me detuve al pasar el pulgar por sus labios. Él igual detuvo sus manos en ese
punto...mi corazón dio un brinco.
— Has boca de pato—se burló mientras apretaba más. Yo negué, mis manos que
ahora se encontraban en su cuello bajaron hasta su cintura. No sé por qué pero
sentí la necesidad de dejarlas ahí.
—Tú cintura es demasiado pequeña — reí bajo mientras pasaba con lentitud las
manos en esa zona. Él soltó una pequeña risita, pero ésta era diferente, no la
logré descifrar.
—No exageres—
—Es en serio— me levanté un poco el pañuelo para que quedase en mi frente y lo
observé. Mi otra mano aún se mantenía en su cintura acariciando un poco. Sus
mejillas eran carmín y yo no sabía por qué, pero sé veía bien así— ¿Sabes? Por
primera vez no está tu súper seguridad. ¿Dónde la dejaste?
— ¿Mejor baboso?— pegó su frente a la mía y me mostró esa bonita sonrisa. Sólo
pude reír bajo.
—Eres un bobo...—negué lento. Era la primera vez que estábamos tan cerca y no
supe porque mis ojos bajaron hasta sus labios. Bueno, tiene lindos labios, eso no
se discute.
No sé si por alguna razón o sexto sentido él sabía que yo miraba sus labios ya que
los relamió y mordió leve el interior. Estábamos demasiado cerca y nadie decía
nada, solo se nos escapaban pequeñas risas y sentía que en cualquier momento
íbamos a terminar besándonos.
NARRADOR
La gente suele decir que el amor entra por los ojos; pero no en este caso. Quizá
ninguno se los dos se había dado cuenta pero al Ramiro tener los ojos vendados y
ambos estar a ciegas explorando al otro un poco de amor comenzó a entrar
directo a sus corazones
CAPITULO 8
ISAAC
Habían dado los mismos resultados que hace meses. "Las probabilidades son
pocas Isaac, realmente escasas". Yo temía hacer la prueba ya que no podría
resistir pasar esa desilusión dos veces; sufrí demasiado al enterarme de la noticia
y me costó demasiado salir de eso. No quiero sufrir otra vez.
De igual forma todo eso era insignificante para mí ahora; mi música sonaba a todo
volumen mediante mis auriculares y no evité sonreír y corear parte de la canción
"Girasol". Solté una pequeña risa al recordar lo sucedido la semana pasada con
Ramiro.
— ¡Rápido! Mis padres están por llegar— escuché sus quejidos al tener que bajar
por mi ventana; segundos después pegó un grito y se escuchó un gran estruendo
— ¡Ramiro! ¿Ramiro? ¿Estás bien?
— Si...pero mi espalda no— soltó una pequeña risa lo que me hizo soltar la
carcajada a mí, era un bobo.
Imaginar su caída me seguía resultado gracioso; pasé una mano por mi muñeca
sintiendo la ausencia del pañuelo morado, una sonrisa ladina se extendió por mi
rostro al recordar quien la tenía en su poder. No había vuelto a salir con él, sin
embargo las llamadas seguían presentes, se convirtió en tradición llamarle a la
hora de su descanso para leerle algún libro mientras él dibujaba lo que yo relatara.
Era muy divertido.
— Tu habitación quedó realmente bien; había olvidado decírtelo — Renata me
sacó un auricular para que pudiese escuchar la voz de mi madre, sonreí orgulloso
al recordar los buenos momentos al pintar.
— Pero no puedes quedarte solo Isaac, no solo porque seas ciego. Solo no—
Salté de alegría en mi interior al saber que al fin me dejarían solo; puede que
todos lo vean como algo bobo pero para mí era como salir a revolotear por un
campo de flores, sentía mis alas extenderse y nadie iba a detener mi vuelo.
ELIAN
No le tomé demasiada importancia; hoy era un gran día para mí. Había
conseguido pintura en aerosol y planeaba poder realizar un poco de arte por las
calles de la ciudad de México. Me despedí de los chicos con un saludo de mano y
me apresuré a desaparecer de ahí. ¡Al fin!
Al recordar a Ángel me hizo tener una idea loca en mente; después de todo le
había prometido vivir aventuras, ¿Qué mejor que esto? No sabía exactamente
porque mi primera idea fue invitarlo a algo que yo consideraba importante, pero
igual lo iba a hacer.
— Suena interesante...—
— Las que esté dispuesto a ofrecerme joven Ramiro— me senté con cuidado
tras de él — ¿Ramiro?— se veía confundido. Aproveché ese momento para soltar
un "Booh" y abrazarlo de la cintura tomándolo por sorpresa haciendo que pegue
un pequeño salto acompañado de un grito.— ¡Eres un bobo!
Dejó el teléfono en el césped para acto seguido cubrirse el rostro con las manos y
soltar la risa. Yo no podía dejar de reír y él me empujaba un poco de vez en
cuando a modo de juego.
— Te asusté eh —
— Muy chistoso. Asustar al ciego— giró un poco la cabeza para estar cara a cara
y fruncí el ceño para fingir molesta. Ya lo conocía bien como para saber que su
enojo no existía— aprovechado...
—Lo dice el que pedía paquetes sexuales— no pudo evitar reír. Recargó su
espalda en mi pecho y volvió a mantener la cabeza hacia el frente. Yo comencé a
desatar el pañuelo morado de mi muñeca para tomar una de sus manos e iniciar a
colocárselo.
— ¿Y esa sorpresa de que vengas de tan buen humor? ¿Quién eres y que hiciste
con el Ramiro que conozco?— sonreí mientras seguía ocupado con el pañuelo;
hacía y deshacía nudos muy concentrado en eso.
—Quizá soy otro tipo— sonreí ladino. Ángel llevó una mano hacía atrás para
tomarme de la nuca y obligarme a quedar cerca de él. Giró la cara para olfatear mi
cuello provocándome cosquillas y negó.
—No lo creo. La cafeína sigue aquí. — mantuve mi sonrisa. Era divertido como sin
poder verme me conocía incluso más que otros.
—Yo siempre gano baboso—rozó su nariz un par de veces por mi cuello haciendo
hormiguear mi piel y acto seguido dejó un beso pausado en la zona. Tras eso me
soltó y volvió a su posición anterior— ¿Ya me dices a que se debe el buen humor?
— ¿Acaso no es ilegal?—
—En otros países es ilegal ser gay; pero míranos aquí señor— soltó una pequeña
risa— ¿Entonces qué? ¿Me acompañas?
[...]
Ángel era el más emocionado de los dos; no tardó en ir por sus llaves para ambos
emprender la aventura. Queríamos esperar a que oscureciera un poco así que no
dudamos en ir a Starbucks para disfrutar de un rico café. Esta vez ambos pedimos
un latte.
— ¿Cómo te fue con el doctor? ¿Buenas noticias?— hizo una mueca, movió una
mano restándole importancia y bebió de su late— Sabes que puedes contarme
solo si quieres...
— Quizá seas ese uno—dejé una mano sobre la suya para darle apoyo.
— Depende; ¿Eres cliente?— lo miré elevando una ceja. Él estaba sentado junto a
mi lado, quizá no podía ver mi rostro pero sabía que era en broma. Susurró un
"baboso" y dejó caer la cabeza en mi hombro.
—Seguro todos tus clientes son los que llevas al baño—se burló haciéndome girar
los ojos y reír. Al parecer las anécdotas que le conté de eso no las olvidaría—
Además soy más que un simple baño
—Pareces Iguana— Ángel soltó más la risa pero igual dejó su rostro ahí. A mí no
me molestaba así que seguí bebiendo mi latte.
— Pensé que la Iguana era tu amigo “eróticos” ese que dices nos espía— volví a
reír. Le he contado de Manuel así que ambos lo apodamos el chico iguana por
como estira el cuello para intentar enterarse de un chisme— Por cierto, ¿Por qué
le llaman así?
—Te diré si juras no mencionarlo— asintió haciéndome reír por cono su nariz
chocaba en mi cuello— Hoy estas muy cariñoso no? ¿A qué se debe?
— Antes estaba loco por una cajera que trabajaba ahí con nosotros. Diario se
mandaban muchos textos...
—Eso es romántico...
—Oh por dios— soltó la carcajada. Jamás olvidaría ese día; le dejamos ese apodo
de "Eróticos"— Tienes amigos tan raros...
—Lo dice el que tiene de amigos a una pareja que nos espía pegando la cara al
vidrio — susurró un "no puedo argumentar nada ante esa lógica"—Ahora sí, está
anocheciendo... ¿Listo para una aventura?
—Nací listo—
[...]
—Tú elige que colores usar mientras hago el dibujo... ¿Okey? Por cierto, ¿Qué
dibujo quieres?—
— ¿Qué? ¿Yo?—
— ¿Hay otro Ángel aquí?— sonrió y negó como si fuese un pequeño. Era
adorable.
—...mmm; no sé... ¿Una mariposa?— sonreí yo esta vez. "Una mariposa será"
susurré para acto seguido poner manos a la obra.
—Dios; estás lleno de pintura— reí al iluminarlo con la linterna y ver como sus
mejillas y parte de su crop top tenían color. Me acerqué hasta quedar en cuclillas y
tomé un trapo para limpiar su mejilla.
—Oye; tampoco soy un bebé — picó la punta de mi nariz pintándola de amarillo.
—Pareces uno— sonreí y tomé sus manos para animarlo a levantarse— ahora
arriba. Tú y yo vamos a pintar...
—Pero aquí los trazos deben ser precisos...— lo ignoré; coloqué una brocha en su
mano.
—Dijimos vivir aventuras; así que tú puedes —lo llevé hasta quedar al frente de la
pared y me coloqué detrás tomando su mano y señalando donde debía pintar—Yo
me encargo de hacer los detalles en aerosol; pero vas a pintar...
—Bueno...
—Colocas la brocha justo aquí —le indiqué colocando mi mano sobre la suya— tu
brazo está justo al frente de tu rostro; bien estirado...después pintas hacia la
izquierda; cuenta cinco tiempos...
Comencé a indicar que debía hacer; al primer intento dudaba un poco y contaba
en voz alta "1, 2, 3, 4, 5". Con el paso del tiempo y mi pequeña ayuda comenzó a
desenvolverse más hasta el punto de cantar mientras pintaba; eso me hizo
sonreír.
Yo iba acomodando su mano para que supiese donde pintar con exactitud y le
señalaba los tiempos; Ángel parecía disfrutarlo, ambos lo hacíamos. Como
siempre no pudimos evitar la pequeña pelea de pintura, ya parecía una tradición.
— ¡Óyeme no!— reí al sentir como la brocha pasaba por mi frente. Él soltó una
risa y retrocedió dos pasos— ¡Oye, ven aquí!
Intentó retroceder más pero no contó con que una pintura en aerosol se
encontraba tras él así que terminó tropezando. Para su suerte yo lo atrapé antes
de que impactara en el suelo.
—Ahora sí...—Él negó sin dejar de reír cuando sintió como pasaba la brocha por
sus mejillas. Lo cargué y junte mi frente con la suya frotando un poco para que se
manchara de la pintura que tenía en esa zona.
— ¡No! ¡No se vale! Trampa... ¡Era con la brocha!— se quejó entre risas al
momento que pasaba los brazos por mi cuello para no caer.
— ¡No es trampa! Es estrategia — reí más al ver como su rostro estaba manchado
de pintura.
— ¿Ah sí? Pues...—pegó su mejilla izquierda con la mía y después hizo lo mismo
con la otra para mancharme a mí. En todo el tiempo no dejábamos de reír por la
batalla de pintura tan boba en la que participábamos— Estamos a mano
— ¿Qué dijiste?— me alejé un poco para mirarlo con una sonrisita fanfarrona en
los labios.
—Qué ingenuo— está vez él atacó mi cuello haciéndome cosquillas con la boca y
yo no podía hacer más que reír. Esta pelea no nos llevaba a ningún lado—
Ríndete...
—Jamás —dramaticé. Estaba por decir algo más cuando sentí una mordida
pequeña en la zona; más que reír sentí una corriente por mi cuerpo.
—Me haces cosquillas...—mentí. No eran precisamente cosquillas lo que sentí en
ese momento.
—Eso intento babas —rio tierno y volvió a hacerlo. Eso hizo que sintiese un
cosquilleo en el estómago. ¿Qué era?
—Vas a dejarme rojo y mi padre explotará —a este punto ambos las risas iban
disminuyendo.
—Ojos que no ven, corazón que no siente —no pude evitar volver a soltar la risa al
escucharlo. Ángel igual río provocándome cosquilleos; tras eso dejó un beso
pausado y repitió la acción de la mordida. Sabía que estaba jugando, debía estar
jugando.
Volvió a su posición anterior para estar cara a cara y la sonrisa burlona estaba en
su rostro.
—No— soltó ese "no" en tono burlón; "Si eso crees" pensé. Me acerqué
escondiendo la cara en mi cuello y mordí ligeramente tomándolo por sorpresa —
¡Hey!
— ¿Ves? Son solo cosquillas —sonreí burlón y volví s repetir la acción. "Si, si, solo
cosquillas" repitió él — ¿O qué? ¿Nervioso?
— Ja; ¿Yo? No me pone nervioso — elevó el mentón para lucir diva como siempre
pero yo aproveché eso para adentrarme más a su cuello haciéndolo reír un poco—
Eres un baboso...
— ¿Te recuerdo que tú iniciaste?— él negó mientras sonreía y pasaba las manos
por mi cabello. —Desde temprano estas metido en mi cuello...
— No sé por qué no me sorprende que seamos del tipo de gente que hace esto—
solté una pequeña risa y asentí.
—Porqué ya nada que venga del otro nos toma de sorpresa tonto— me alejé para
mirarlo.
— ¿Entonces qué? ¿Una pelea para ver quien deja más rojo el cuello del otro?—
bromeo haciéndonos reír a ambos— Aún que es injusto porque no veo
—Confía en mí. Te aseguro que hoy gané yo— le saqué la lengua y toqué con la
punta su mejilla para que supiese hice esa acción. Ángel río y me sacó la lengua
también.
—No; no lo creo— juntó su frente con la mía y susurró — aquí entre nos...Creo
que el chico babas te dejó eso de babear.
—Ya sé, ya sé...—Me acerqué a él cargándolo cual princesa haciendo que suelte
un pequeño grito por el susto— Lo siento, ahora sí...
— ¡No te quedes ahí! Veamos cuanta condición tienes. ¡Arre tiró al blanco!—
comencé a correr pero me detuve un poco para reír al escuchar lo último. Ángel
definitivamente es demasiado multicolor.
Corrí con rapidez saliendo de la calle antes de la llegada de los policías; logré
atravesar el parque y bajar a Ángel ya que nos encontrábamos tras los arbustos.
— ¿Qué?
[...]
No tardamos mucho en llegar; tan pronto pusimos un pie dentro me llevó hasta su
habitación y me indicó donde podía bañarme, ya que seguíamos cubiertos de
pintura. No tardé mucho en ir al baño de afuera y tomar una ducha como se debía.
Regresé con una toalla amarrada a la cintura al cuarto y tomé la ropa de dormir
que amablemente había dejado ahí para mí. Sonreí al escuchar como cantaba
desde su baño. Al terminar de vestirme tomé asiento en la cama para bobear un
poco con mi teléfono esperando a que terminara.
Por alguna razón llevé la mirada hacia su puerta del baño que se mantenía
entreabierta y para mi sorpresa justo en mi campo de visión estaba él de espaldas
bañándose. Estaba yo ahí desde su cama mirando perfectamente la silueta de su
espalda sin que él lo supiese.
—no mires Elian; es de mala educación —susurré muy bajo para mí. Quité la
mirada rápidamente pero como dicen por ahí la curiosidad mató al gato. La
regresé segundos después y no podía negar que tenía buen cuerpo, mi mirada
bajó hasta su retaguardia y tragué duro, si, definitivamente tiene un lindo trasero.
—Sí, sí, solo que tardaste un poco— soltó una pequeña risa y se aproximó en la
cama para subir y meterse bajo las cobijas.
—Lo anterior me dice que sí —No esperé más y me acomodé a su lado, era una
cama individual así que estábamos muy juntos, pero eso no era un problema. Nos
acomodados quedando frente a frente.
—Bueno joven Ramiro; gracias por hacerme compañía esta noche. Sólo te aviso
que abrazo dormido así que te jodes— reí bajo. Él como siempre con la confianza
recostó la cabeza en mi pecho y pasó su brazo sobre mi vientre.
No he dormido jamás con alguien así. De niño solía dormir abrazado a mi madre,
así que está es la primera vez en años que lo hago y eso me provocaba
cosquillas.
—Te dejaré ganar hoy. Sólo por hoy...—Él asintió feliz y cerró los ojos dispuesto a
dormir. Al parecer ganar le alegra y a mí no me molesta perder.
—Tu cuello sabe a cafeína —susurró. Eso me hizo sentir raro, era una sensación
que me recorría el cuerpo y no lograba descifrarla. Fue lo último que dijo y con eso
tuvo para que yo me quedara despierto una hora más.
NARRADOR
Ramiro había mantenido sus sentimientos apagados desde hace años; sus alas se
habían mantenido sin vuelo, pero al parecer Ángel sabe cómo hacerlas revolotear.
CAPITULO 9
ELIAN
Algunas semanas habían pasado desde el día que pintamos aquella mariposa; por
alguna razón mantenerme cerca de Ángel hacía que algo dentro de mi revoloteara
y yo no lograba entender por qué; solo sabía que me gustaba estar cerca de él y
mantenerlo sonriendo.
Desde antes yo era consciente del efecto que tenía en mí estar cerca de Ángel;
pero fue hasta que sus labios tocaron mi cuello con mayor frecuencia que decidí
prestarle atención. Con anterioridad me gustaba decirme que me hacía sentir bien
solo por ser multicolor, ahora comienzo a cuestionarme si se debe solo a eso.
— Se fundieron en un beso; reclamando así el cuerpo del otro como suyo — soltó
un suspiro al imaginar lo sucedido— ¿No es genial? Digo, habla de que tienen
sexo, si...pero la forma de narrarlo; es tan...mágica
— Hay gente buena con las palabras cariño — me encontraba muy concentrado
dando los detalles a esos labios que dibujaba al grado de escuchar el 70% de lo
que me decía.
— Es lindo como narran una historia de amor. Me pregunto si la mía sería narrada
así... ¿Tú qué dices? ¿Ramiro? ¿Baboso?— su voz me hizo salir de la pequeña
burbuja; me había quedado en silencio observando mi dibujo satisfecho de mi
trabajo— ¿Sigues ahí?
—Aquí estoy— estaba por decir algo más pero mis ojos no se despegaban de mi
dibujo y por alguna razón lo sentía tan familiar.
—Como sea; ¿Qué tal el dibujo? ¿Qué arte hiciste ésta esta vez?— sus palabras
fueron como un foco encendiéndose en mi cabeza.
Desde ese día mi mente parecía colapsar. Al estar con él solo podía observar sus
labios y por primera vez agradecía que no pudiese verme. Sería vergonzoso que
me encontrara en esa situación.
Sabía lo que quería. Era muy claro en mi mente, pero no sabía porque
exactamente. Ángel es una persona que fue herida ya; no quiero ser alguien que
se agregue a su lista. No puedo solo besarlo sin saber por qué quiero hacerlo. No
es como los otros chicos.
Quería hablarlo con mis amigos pero sabía que no iban a tomarse tan seriamente
el caso; conocen mi historia con Ángel, pero no conocen la de él individualmente.
No sólo puedo besarlo y jugar con eso; no con él. En este tipo de circunstancias
es que extraño a mi madre; sé que ella tendría la respuesta correcta.
— Sigues aquí; me sorprende. Con eso de que te escapas todos los días — la voz
de mi padre hizo presencia en la sala. Para mi sorpresa estaba sobrio.
— Bueno; normalmente sales con tus amigos raros o con aquel sujeto que tanto te
llama por teléfono — se dejó caer en su asiento reclinable y como siempre llevaba
ya su botella en mano. Yo me encontraba en el sofá de a lado intentando ver la
televisión.
—No tengo mal de amor—fruncí un poco el ceño — Ni siquiera hay amor. Nada.
Mi ceño se frunció; ¿Qué trataba de decirme? No quise pelear más con él, me
incorporé y le cedí el control para ir directo a mi habitación. Traté de dibujar para
despejar mi mente, pero no funcionaba, por alguna razón todo terminaba siendo
sobre Ángel. ¿Desde cuándo todo giraba en torno a él?
Escuché como algo caía; seguramente había golpeado por error alguna de mis
fotografías. Me levanté de la cama para tomar mi cuaderno postrado en el suelo y
justo a su lado una foto con mi madre se hacía presente. No pude evitar que la
nostalgia me abrumara; esa foto fue la última que tuve a su lado, después ella
murió.
—Mira; hice un nuevo dibujo... ¿Ves? Ese soy yo; incluso dibujé mis chinos; esa
eres tú, tu cabello es igual de corto— señalé la hoja de papel mientras tomaba
asiento a su lado en la cama. Últimamente ya no se levantaba de ahí, así que para
alegrarla le traía muchos dibujos.
—Es muy bonito mi cielo; me encantan los detalles... —le costaba hablar, se
escuchaba como si no hubiese dormido en un par de días. Pero igual ella
intentaba sonreír en todo momento para mí — ¿Lo pegas en la pared junto a los
demás?
—Extraño tu cabello largo —susurré tras ver una de las fotos pegadas; antes su
cabello era tan largo que yo lo peinaba en una gran coleta. Ahora apenas y
llegaba a sus hombros, esa foto la había tomado papá ayer tras entregarle un
nuevo dibujo a mi madre .Ella palmeó a su lado para que volviese a mi lugar.
—Es solo cabello cariño. Crecerá—me recosté a su lado abrazándola con mucho
cuidado. Sentía que si lo hacía muy fuerte podía romperla.
—Mami; ¿Vas a estar mejor verdad?—elevé la mirada para verla. Sus ojos
estaban cristalizados y no me gustaba verla así.
—Yo siempre estoy mejor si tú lo estás bebé —me regaló una bonita sonrisa a
medida que pasaba su mano por mi cabello.
—Es que no me gusta verte así. Tienes que estar bien...y, y así podremos ir juntos
al supermercado, al parque, pintar juntos, bailar juntos y...y...—
—Hey; haremos muchas de esas cosas cariño. Porque nunca voy a dejarte del
todo— ella me abrazaba con fuerza, como si tuviese miedo de soltarme.
—Y... ¿Y si algo te pasa mami? No quiero que te pase algo malo— cerré los ojos
con fuerza.
— ¿Un ángel?—
—El más bonito que tenga— me regaló una sonrisa; ella a pesar de estar en esa
situación sonreía. Ella siempre sonreía.
No solté a mi mamá; eso fue lo último que me dijo antes de que yo quedara
dormido entre sus brazos; sólo pude despertar tras los gritos de mi padre, fue ahí
cuando todo mi mundo parecía colapsar.
— ¡Elian!— no sabía que ocurría, yo tallaba mis ojos y lo primero que hice fue ver
a mi lado pero mi madre ya no estaba ahí.
—Ella estará bien. ¿Okey campeón? Iré con ella, tú no puedes ir, debes quedarte
con los Valderrama...—
—Quiero ir con mi mamá — las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas y el
rostro de mi padre no me tranquilizaba.
—Ella estará bien—me abrazó rápidamente para luego correr hacía esa
ambulancia. Intenté corre nuevamente pero una mano en mi hombro me detuvo,
era la madre de Diego.
—Tranquilo Elian; ven...vamos a casa cariño — mis ojos no perdieron de vista ese
automóvil hasta que sus luces dejaron de verse por la calle. Al girarme mi amigo
estaba ahí en pijama con el cabello revuelto.
[...]
Dos personas salieron de mi casa rumbo al hospital, pero sólo una regreso al día
siguiente. Mi padre muy ojeroso hablaba con la madre de Diego en el jardín
mientras yo jugaba con mi amigo en el interior. Los vi intercambiar un par de
palabras y después como la señora Valderrama le daba un abrazo.
El cáncer se llevó a mi madre y con eso mi alma también; papá solo tuvo que
entrar en la casa y susurrar un "murió" para hacer que todo mi mundo se cayera.
No lo vi durante días, se encerraba en su habitación y lo escuchaba llorar. Yo no
salía de la mía tampoco, me abrazaba a mi almohada deseando que fuese ella,
pero no era así.
Diego me llevaba comida diariamente; la pasaba por mi ventana y se iba tras ver
que yo no iba a hablar. Diego y su madre quizá fueron los únicos que se
preocuparon por mí. Desde ese día estoy solo.
Solté un suspiro al recordar ese día; coloqué la foto de regreso en su lugar no sin
antes dejar un beso en la imagen y volví a la cama. La conversación establecida
con mi madre antes de su muerte se reproducía en mi mente una y otra vez.
Es irónico por qué cuando apodé así a Ángel jamás hubo una doble intención.
Sólo era coqueteo. Ahora comienzo a pensar que quizá mi madre cumplía su
promesa, porque él ha había hecho dos de esas cosas.
Habíamos estado juntos en el supermercado y habíamos pintado y estuvimos en
el parque también.
—Es extraño lo que siento mamá; se siente bien estar con él...pero a la vez me da
miedo— jugué con mis manos mientras hablaba a la nada esperando que pudiese
escucharme—...sentirme así me da miedo. El sentimiento me aterra...
Ángel hacía que algo dentro de mí revoloteara; emociones que no sentía desde
hace años y sentimientos nuevos aparecieran. Me daba miedo como podía lograr
todo eso, me daba miedo probar de eso que me brindaba porque si lo perdía,
entonces volvería a caer en esa prisión. Sólo que está vez nadie estaría ahí para
ayudarme.
ISAAC
—Madre; no puedes solo ser sigilosa y hablar justo en mi oído— cerré mi libro
rápidamente.
— ¿Te recuerdo que no puedo ver?— me levanté de mi silla para ir hacia la cama,
solo buscaba evadirla, sabía que seguramente se trataba de mi ropa. La última
vez olvidé mandar a la lavandería mi pantalón luego de que Ramiro me lanzara
pintura mientras hacíamos un poco de arte en su lugar secreto.
— ¡Isaac! No creas que no lo noto; pintura, salidas, llegas con cuadros, esculturas,
tu habitación perfectamente pintada... ¿De quién se trata?— giré los ojos
internamente al escucharla.
—De mi siendo feliz; ¿Otra pregunta más?—
—Te estas volviendo grosero hijo. Sea quien sea te está volviendo así y no me
gusta para nada — quizá no podía verla pero lo conocía lo suficiente para saber
que tenía las manos en la cintura mientras me miraba acusadoramente.
—Al parecer no te gusta que yo sea feliz. Que buena madre Helena — sentí su
mano en mi brazo y como me hacía levantarme de la cama rápidamente. Quizá
me había pasado.
— No me gusta esa actitud en ti hijo. ¿Qué te pasa? Te sales sin avisar, duermes
hasta tarde, no creas que no escucho parte de tus llamadas telefónicas...escondes
a alguien y no me agrada para nada. Además lo hiciste entrar a esta casa— me
molestaba como hablaba; hacia ver como si Ramiro fuese una mala persona para
mí, justo como él me había contado la gente se refiere a su persona y eso me
molestaba demasiado.
— Es cosa mía mamá; me hace feliz y punto. — pasé por su lado intentando
escapar pero no me lo permitió — Además no traje a nadie...
Cuando así lo hice el olor a cafeína inundó mis fosas nasales junto a parte del
perfume de Ramiro. Se había impregnado su olor. De inmediato supe que se
trataba de la pañoleta morada que me había quitado cuando me bañé.
— ¿Ves? Me mientes. Si escondes algo es porque sabes que está mal. Lo malo
sé oculta Isaac — fruncí el ceño al escucharla. Ramiro no era malo, él no era malo
para mí.
— Te oculto las cosas porque no me dejas vivir— salió cual vomito verbal. El
silencio reinó durante unos segundos.
— Algún día entenderás que lo hago por tu bien— habló más bajo. Yo extendí mi
mano en su dirección para que me diese la pañoleta morada pero eso no pasó. La
escuché caminar por mi habitación— Me llevaré todas tus mentiras
— Mamá...— intenté caminar hacia ella pero era más rápida que yo. Fue cuando
me apoyé en mi mesa de noche que supe lo que había tomado— Mamá...dame mi
mariposa.
[...]
—Hey; te traje algo...— Regina tomó asiento a mi lado en la cama y pasó una
mano por mi cabello. Sabía que intentaría animarme con comida pero no tenía
apetito.
—No gracias Re; no tengo hambre —limpié nuevamente mis lágrimas.
—No quiero nada, ¿Si? No quiero ser grosero Re. Sólo...dios, ni siquiera sé cómo
me afecta tanto— tomé asiento en la cama con cuidado.
— ¿Por qué cuando soy feliz ella trata de arruinarlo? Ramiro es...Ella ni siquiera lo
conoce. Él es una buena persona, es divertido, amable, honesto y quizá tiene un
lenguaje nada sofisticado pero él me agrada —ella río bajo al escuchar lo último.
—Parece que te gusta —susurró; eso hizo que el color fuese a mis mejillas y miles
de mariposas crecieran en mi estómago.
—Se llevó sus cosas; la mariposa significa mucho para mí...y el pañuelo —sonreí
al recordar el significado que tomaba para nosotros — es algo nuestro.
—Deberías llamarle...—
— ¿Qué?
—Sólo calla...—
REGINA
El supermercado.
Recorrí todo el lugar intentando recordar cómo se veía aquel chico; lo había visto
una sola vez y no sabía su apellido; intenté preguntar al gerente de ahí pero decía
no recordar. Es sorprendente como ni conocen al personal. Estaba por darme por
vencida cuando una risa escandalosa en la zona de descanso de los trabajadores
se hizo presente. Reconocía esa risa, la había escuchado la vez que vi a Ramiro.
Me acerqué al chico (si así podía llamarle la que era mayor que yo) y estaba
acompañado de aquel asiático platinado. Ambos conocían a Ramiro así que
esperaba pudiesen ayudarme.
—No; pero te puedo dar la mía —el tal Diego me miraba coqueto y yo solo pude
girar los ojos. Ellos no estaban ayudando en nada
— ¿Por qué?— fruncí el ceño— Como sea, necesito dársela para que sepa que
mi hermano quiere verlo...
—Tú confía en mí. Pero de hacerlo deberás aceptar una salida —sonrió mientras
guardaba aquel pedazo de tela en el bolsillo de su pantalón. Sabía que había gato
encerrado.
—Que aprovechado...—
—Un favor por un favor—juntó sus palmas mientras me miraba con esos
pequeños ojos. Solté un suspiro.
—Bien; pero sólo si Ramiro va con mi hermano —me crucé de brazos indignada
por la situación.
—Cine el miércoles a las 5pm— me señaló mientras comenzaba a caminar
alejándose de mí. Maldita sea.
Giré los ojos al ver como se iba; más vale que Ramiro alegre a Isaac o todo habrá
sido para nada.
ISAAC
Ella no era así conmigo, antes me apoyaba demasiado y buscaba hacerme feliz;
pero todo cambió ese día...todo se volvió gris para mí madre.
— ¿Cómo te fue en la fiesta cariño?— sonreí mientras recordaba las cosas que
había hecho en tan pocas horas. La había pasado genial.
—Bueno; algún día aparecerá alguien...Hay unos cuantos chicos buenos por aquí
— reí bajo al escuchar a papá
—No los de mi edad. Nathaniel me contó que su padre encarceló a un joven por
robar en las tiendas. ¿Ves a lo que me refiero? Los chicos de hoy en día hacen
estupideces — pude ver como mi madre asentía al escucharme.
—No debes juzgar sin conocer hijo. Quizá es un buen chico tomando malas
decisiones—
》 Isaac. Te lo perdiste por irte tan rápido. ¿Recuerdas al chico que te conté?
El encarcelado. Estaba en la fiesta y su padre le hizo todo un numerito, fue la
burla de todo el lugar. Fue épico.
Dejé que el audio de Nathaniel se reprodujera; reí bajo al escuchar eso y no dudé
en contestar.
》Elian Galdan fue el chisme de toda la fiesta. Ahora nadie deja de hablar de
eso; Dios, ¡Debiste verlo!
Antes yo era una persona muy diferente. Veía todo de diferente manera, veía...
Jamás olvidaré que esa fue la última fiesta que pude ver; fue la última vez que
miré a mis padres y la última que mi madre se veía tan feliz y colorida. A veces me
preguntaba si era una clase de karma por burlarme de aquel chico.
Si intentas cortar sus alas solo harás que crezcan unas nuevas y más fuertes que
las anteriores.
ISAAC
Podía estar en la pieza de arriba pero podía escucharlos discutir; incluso escuché
como mamá regañaba a Regina por algo de lo que soy ignorante. Estaba cansado
de que mi casa estuviese envuelta en gritos, ya no tenía mi música para
refugiarme bajo ella y al parecer mi madre se había llevado la poca pintura que yo
poseía.
— ¿Isaac?— tocó mi puerta dos veces; fue fácil reconocer la voz de Nathaniel así
que susurré un simple "adelante". Escuché como se abría paso en mi habitación
hasta tomar asiento en la cama a mi lado. — No contestabas a mis llamadas así
que decidí venir
— Bueno; no lo tomes a mal, sabes que me agrada verte feliz. Pero si es un poco
rara tu amistad con ese chico— perfecto. Lo que me faltaba era que mi mejor
amigo estuviese de su lado— No digo que él sea malo ni nada; sólo que apenas le
conoces...
— Bien, si lo conoces dime como se llama, donde vive, nombre de sus padres...—
Me levanté de la cama sintiendo molestia por el tono de voz que usaba conmigo.
—Se llama Ramiro Miller; vive unas cuadras arriba del supermercado, su padre es
un tipo de lo peor y su madre murió. No necesito saber datos exactos para
conocer la persona que es. Porque ustedes parecen saber hasta la hora en que
voy al baño y eso no significa que me conozcan— solté totalmente enojado—
Llevo meses de conocerlo. Sí, pero el tiempo no delimita cuanto te marca una
persona.
— Isaac lo entiendo. Pero nos preocupa que salgas sin avisar con él, que nadie lo
conozca —sentí como colocaba una mano en mi hombro— yo solo lo vi la vez que
se conocieron, vi poco pero me resulta familiar.
—No conoces a Ramiro. Pero yo sí, ¿Puedes confiar en mí?— dejé mi mano
sobre la suya, es mi amigo, necesito su apoyo.
—Bueno; ahora toma tu bastón y vamos. Le rogué mucho a tu madre pero me dio
permiso de salir contigo; Catriel y algunos chicos nos veremos para comer pizza,
así que andando— iba a negarme pero de igual forma salir es mejor que este
encierro así que opté por hacerle caso.
[...]
—Pero lo bueno es que ya está aquí —Nathy me ayudó a encontrar mi silla para
integrarme al grupo. Catriel me susurró quienes estaban presentes, los conocía a
todos y éramos buenos amigos pero no tanto como lo soy con la parejita.
La conversación fluía y era ameno el ambiente sin embargo sentía que algo me
faltaba. Sonreía, reía y platicaba con todos pero ninguno lograba arrancarme
sonrisas verdaderas.
— ¿Y qué? ¿Sigues soltero Isaac?— Tamara hizo aquella pregunta tan fuera de
lugar. Ella me agradaba pero a veces así ese tipo de cosas que incomodaba a
cualquiera.
—Oh no; ya tiene a alguien —se adelantó Catriel a hablar mientras me codeaba
haciéndome reír bajo.
— ¿Ah sí? ¿Y ese milagro?— Maximiliano fue quien habló esta vez. Es el
hermano mayor de Tamara y un viejo amigo.
—No seas tonta Tamara, él no puede ir— el comentario de Max me hizo fruncir un
poco el ceño. Soy ciego, lo sé, pero eso no significa que tome eso como
impedimento.
Hace unos días Ramiro y yo "vimos" una película en su lugar secreto con ayuda
de la computadora de Regina. Él me mostraba que yo no debía tener ningún
impedimento para realizar algo así que narró cada parte de la película para mí. En
estos momentos es que extraño su presencia.
—Se ve. Lo sé, no soy estúpido — era imposible que mi tono de voz no fuese rudo
— Pero veo que algunos tienen mente cerrada y no dejan volar la creatividad. Así
que tú sólo contestaste a la pregunta de tu hermana.
ELIAN
Otro día más en el supermercado siendo explotado para ganar poco; apenas y
dormí la noche anterior debido a sueños recurrentes donde aquel chico de olor a
caramelo era protagonista. Fue tanto el estrés acumulado ayer que tuve que salir
de mi casa para ir a donde escondo mi arte.
Fue mala idea después de todo ya que terminé pintando algo acerca de él. Lo
bueno es que de venir aquí no se daría cuenta. Me extrañó demasiado que no
hiciera una llamada nocturna, ni siquiera sé pasó por el supermercado y durante
mi descanso decidí ir a dar un descanso al Starbucks pero él tampoco estaba ahí.
Parecía haberse esfumado.
— ¿Cómo es que tú tienes esto?— tomé rápido aquel pedazo de tela y después
busqué con la mirada al dueño.
—Su hermana vino ayer por la tarde; al parecer él necesita verte con urgencia. No
me dijo mucho— se encogió de hombros— Te busqué ayer pero no te encontré
por ningún lado; así que opté por esperar hasta hoy.
—Alto; ¿Qué?— ahora tiene sentido el hecho de que se haya desaparecido— ¿Él
está bien?
—No lo sé. Regina no dijo mucho, solo que Ángel necesita verte — iba a
interrumpirlo pero me percaté de un detalle en su oración.
— ¡La invitó a salir y ella aceptó! —como siempre Manuel hizo aparición trayendo
su escoba en mano. Vaya, eso no me lo esperaba.
— ¿Qué puedo decir? Soy más rápido que tú — solté una risa al escucharlo,
susurré un "idiota" y golpee su hombro levemente.
—Rían ahora, pero cuando se queden solteras por el resto de sus vidas
recordarán que tuvieron todo esto y lo perdieron —Manuel se defendió a sí mismo
haciéndonos reír aún más.
— a ver… ¡Ustedes son pareja! ¡Diego y Renata son pareja! ¡Ángel y Ramiro son
pareja! ¿Hay alguna otra pareja que deba conocer?— soltó mientras llevaba las
manos a su cabello queriendo arrancarse los pelos. Era demasiado gracioso.
La gota que derramó el vaso fue ver como dos chicos de aproximadamente 15
años entraban al supermercado tomados de la mano y se dirigían a la sección de
helados. Todos nos miramos entre nosotros y comenzamos a reír.
[...]
El chiste en contra de Manuel duró durante el transcurso de mi turno; estaba
ansioso por que terminara para ir a la casa de Ángel, no sabía si su casa estaría
ocupada pero ya me las arreglaría en el momento.
— Es por que irás a ver a alguien— está vez fue Diego quien se burló de mi—
¿Sabes? Es interesante, hoy fue la primera vez que no corregiste a Manuel al
decir que Ángel y tú son pareja...
—No es la gran cosa — decidí pasar por su lado dispuesto a irme de ese lugar. No
quería lidiar con eso ahora. De igual forma él me detuvo tomándome por el
hombro.
—No tienes que explicarte Miller. No lo pienses mucho, mejor disfruta y ya...No
tengas miedo de abrir tu corazón — me sonrió levemente. Por alguna razón
siempre era Diego quien estaba ahí en los momentos que mi mente era un
torbellino y se lo agradecía internamente.
Me limité a asentir y salir de ahí.
[...]
Justo cuando creí que nada iba a mi favor y que todo sería un completo desastre
un chico bien parecido con gafas negras, crop top y un bastón amable apareció en
mi panorama junto a su amigo el cara de psicópata. Decidí esconderme entre los
arbustos para no ser visto por su amigo.
— ¿Seguro que no quieres que te acompañe?— vi como Ángel negaba y
señalaba tras él. Ambos se habían detenido unos metros antes del inicio de la
privada.
—Vale... ¿La pasaste bien hoy? Creo que estuviste un poco intenso con Max —
¿Quién es Max? De los meses que conozco a Ángel nunca había mencionado a
un tal Max. Ja, Max, suena estúpido ese apodo.
—Últimamente andas muy liberal. Me agrada —el chico sonrió mientras palmeaba
su hombro— Ahora si debo irme, pero te visito pronto. No tardes en llegar a
casa…
—No lo haré — dijo adiós con la mano y comenzó a caminar hacia la privada. Se
detuvo justo un metro antes de la cabina donde se encontraba el guardia. Lo
observé con detenimiento y parecía estar contando.
Aguardó un minuto ahí y soltó una risa para luego girarse y caminar en dirección
contraria. Reí junto a él, había engañado a su amigo. Ángel se acomodó la
mochila que llevaba y siguió su camino, opté por ir hacia él y quedarme de pie a la
mitad de la banqueta para que chocara conmigo.
Tal como lo planee su bastón golpeó leve con mi pie, de esa forma él sabía que
había alguien obstruyendo su paso.
—Encantado señor —asintió. Iba a tomarlo del brazo para caminar como siempre
pero él se lanzó envolviéndome en un abrazo— Te extrañe...
—Lo sé—
[...]
— ¿Tú mamá hizo eso?— él asintió mientras bebía su late — ¿Se llevó tu
mariposa?
—Sí; además de que no le importó lo mucho que significa para mí —lo miré
rápidamente al escucharlo decir eso —Por-por qué es lo primero que pinté. Me
hace sentirme útil.
—Eres útil Ángel. Ella no tiene derecho a hacerte eso, es cruel y ni siquiera lo
sabe — lo observé; él pocas veces se ve decaído y está es una de esas.
Hice una mueca recordando a mi padre; yo entre en mi propia jaula cuando mamá
murió; así que si, vaya que lo entendía. Tomé con cuidado su mano dando un
apretón y recargué mi cabeza sobre la suya.
—Te entiendo. También vivo en una jaula...—No sabía por qué tenía la necesidad
de contarle. Quizá porque era la única persona que podía comprenderme— Desde
que mamá murió mi papá me mantiene en una cárcel...
—Sé que la pasas mal en casa aún que no lo digas muchas veces. Pero yo
también la paso mal...tampoco lo digo tanto— Él tenía razón. Él tenía toda la
razón. Lleve mis manos hasta sus gafas para deshacerme de ellas, me gustaba
ver sus ojos.
—Mi papá es alcohólico y drogadicto Ángel...he hecho cosas malas por culpa suya
y algunas por la mía. Mi vida es patética y ahora sé que quizá lo sabías desde
antes... Sólo no sé por qué te mantienes conmigo— susurré para que sólo él
pudiese escuchar.
—Porque eres más que eso— sus palabras me hicieron cosquillear mi estómago.
— Tú eres más que la muerte de tu madre y yo soy más que un accidente en auto.
Ángel siempre tenía la boca llena de razón, y fue hasta el momento que dijo eso
que algo en mi interior me dijo "solo cree en él".
—Bien; pero no te burles si no lo hago tan bien — él asintió con una sonrisa en los
labios. Parecía emocionado de que estuviese interesado en aprender Braille;
desde hace tiempo pensé que si él hizo cosas con mi ayuda yo igual podía hacer
lo mismo con su ayuda.
—Perfecto; continúa... —Parecía realmente feliz de saber que yo leyera Braille así
que no iba a quitarle esa sonrisa del rostro. Continúe leyendo con lentitud y
haciendo unas pausas para que él me ayudara, era divertido.
—Creo firmemente en eso— giró nuevamente la cabeza hacia mí, solo que está
vez estábamos demasiado cerca debido a mi acercamiento; tan cerca que su nariz
rozaba con la mía.
Ángel movió lento la cabeza hacia los lados dando un beso esquimal
arrancándome una sonrisa así que yo hice lo mismo y pude ver la suya aparecer.
—Gracias por traer la pañoleta— susurró a medida que juntaba su frente con la
mía, eso me hizo estremecer.
—Es algo nuestro... ¿No?— él asintió de forma lenta. No podía perder la vista de
su rostro, sabía que algo me trataba a bajarla a sus labios.
—Sí, sí lo es— llevó las manos con cuidado hasta mis mejillas para irlas pasando
por mi rostro, me gustaba que hiciera eso, lo hacía de forma tan delicada que
pareciera que me acariciaban las alas de una mariposa— Gracias por hacer esto
por mí. Me agrada que te intereses en mis cosas...
[...]
— Ni me recuerdes; a comer pizza con mis amigos pero créeme que preferiría
caerme de una bicicleta nuevamente a regresar ahí — No entendía por qué no le
agradaba esa idea, él mientras esté fuera de su casa es feliz.
— ¿Y eso por qué? — me coloqué frente a él guardando las manos en mis
bolsillos.
—Un viejo amigo; su madre y la mía se conocen desde hace años. Como sea, al
invitarme al cine dijo que yo no podía ir...ya sabes — rascó su nuca y se cruzó de
brazos mostrando molestia pero para mí se veía adorable.
—El punto es que me ve como eso, solo un ciego y me resulta ofensivo — reí bajo
al escuchar su tono de molestia— Hablo en serio Ramiro. Ahora resulta que no
puedo ver una película ¡Eso lo sé! Solo que no es lo suficientemente pensante
como para pensar en algo que…Pues…ah
—No; eso ya lo hicimos...mejor salgamos pero a hacer otra cosa. Entre más
tiempo esté fuera de esa jaula mejor — dejé un beso en su coronilla. Me alejé un
poco para mirarlo, su enojo se había desvanecido y ahora una bonita sonrisa
adornaba su rostro.
—Me las arreglaré con Regina. Escuché mañana tiene una cita o algo — reí
interiormente al recordar a mi amigo Diego, si le digo ahora a Ángel se negara así
que tendré que contarle hasta mañana. Simio no mata a simio— Mejor dime que
haremos mañana...
—mmm no sé —sonreí ladino mientras tomaba sus manos— ¿Qué tan bueno eres
con las manos?
—Oh; eso suena indecente señor — sonrió de la misma forma mientras elevaba la
barbilla — Pero debo decir que soy muy bueno.
— ¿Ah sí? ¿Buenos movimientos de arriba abajo señorito?— elevé una ceja; él
soltó una risa y se acercó pegando la frente a mí pecho sin dejar de hacerlo.
—Muy buenos. Soy un experto señor — elevó la cabeza para estar cara a cara sin
soltar nuestras manos. Ambos volvimos a reír, si alguien pasaba cerca de
nosotros seguramente se sorprendería.
—Entonces quizá deba creerle. Pero tendrá que demostrarlo mañana señorito—
reí al sentir como sus labios tocaban mi cuello, y ahí va el cosquilleo otra vez. —
Ángel...—solté una risa nerviosa.
—Ya dime que vamos a hacer mañana babas — No alejaba el rostro de ahí y
tampoco me molestaba así que lleve nuestras manos detrás de su espalda para
mantenerlo cerca.
—No; mejor te dejo con la duda...con lo que te dije seguro te manoseas —volvió a
reír dulcemente. Música para mis oídos.
—No; prefiero que me manoseen — justo tras decir eso mordió un poco mi cuello
haciendo que sienta una corriente recorrerme por completo. "Tonto" solté bajo.
—O te gusta manosear— se alejó riendo bajo pero aun así estábamos demasiado
cerca.
—Eso también — sonrió ladino siendo coqueto. Era demasiado divertido ver como
nuestras conversaciones cambiaban tan rápido.
—Claro que si— por alguna razón dejé un beso en su coronilla a modo de
despedida— Y ya no estés triste por lo de tu mamá...
—Bah; eso intento...solo me gustaría que mi mariposa volviera —hizo una mueca
y se acercó para besar mi mejilla. Me regaló una última sonrisa y sacó su bastón
armable para iniciar su camino dentro de su privada.
NARRADOR
[...]
Fue en la mañana siguiente cuando Isaac se levantó para iniciar un nuevo día con
una pequeña mueca tras recordar como su madre le había arrebatado aquello tan
preciado para él. Al dirigirse a su puerta para salir de la habitación sintió algo
diferente cerca de la manija.
Rápidamente comenzó a pasar las manos por toda la puerta y fue encontrando no
solo una, sino 4 más. Eran cinco en total y cada una tenía una letra en Braille
posada en un ala; juntas todas formaban "Ángel". No pudo contener la sonrisa en
su rostro ni el cosquilleo en su interior; sabía que Ramiro le había regresado sus
mariposas.
Lo que no sabían era que ambos eran la mariposa más importante para el otro.
CAPITULO 11
ISAAC
Despertar y saber que mis mariposas habían regresado me hacía sentirme vivo
nuevamente. Ramiro de una forma u otra lograba darme esa libertad que tanto le
arrebataban en casa, y eso se sentía realmente bien. Sentía que por primera vez
alguien ponía atención en mí, en lo que soy más allá de unos ojos sin vida.
Ésta vez bajé con una sonrisa en el rostro para la hora del almuerzo; me aseguré
de vestir algo bonito y ocultar la pañoleta morada en mi bolsillo para que mi madre
no se diese cuenta de la travesura de mi hermana.
— Alguien está de buen humor. Me agrada hijo— como siempre mi abuela inició
dando un buen comentario.
— Te veo ojitos de amor —la voz de mi abuela se hizo presente haciendo que
algo dentro de mi revoloteara. Pude escuchar la risa de Regina quien ya se
encontraba sentada a mi izquierda. Al parecer mis padres aún no bajaban.
—Yo decía lo mismo de tu abuelo— ella no dejaba de jugar con mi mano para que
sintiese estaba cerca de mí — Aún recuerdo cuando lo conocí. Fue en un baile; él
estaba nervioso pero igual me sacó a bailar...
— Él había mandado a poner una canción, ¿Sabes? Sólo para mí. Para bailar
conmigo— soltó un suspiro — cuando ambos bailamos al compás de la música, mi
corazón latía a ese mismo ritmo...Fue en ese instante cuando descubrí que era el
hombre que quería.
—Bueno cariño; hay que saber buscar, a veces pueden sorprendernos— sonreí al
escuchar a mi abuela, ella tenía razón — Mejor dime, ¿Cómo se llama el jovencito
que se roba a mi sobrino?
ELIAN
— ¿Eh?¿Qué?— aparté la vista del reloj para mirar a Diego quien se encontraba
frente a mí en la mesa. Estábamos en nuestro horario de descanso pero yo estaba
más entretenido en mirar la hora.
—Te decía que si crees que sea buena idea usar mi camisa gris para ir al cine; no
me quiero ver mal para la cita— al escucharlo recordé que hoy era su cita con la
hermana de Ángel; no sabía si sentirme bien por él o raro porque se involucrara
con su familia.
—No sé por qué haces tanto drama; es sólo una salida — me encogí de hombros.
A veces creo que solo exagera las cosas.
—no sé; dímelo tú llevas todo el día mirando el reloj— miré al platinado quien
sonreía de oreja a oreja. Maldito; eso sí que fue un golpe bajo.
Ambos no pudimos ocultar la risa tras ver como nuestro amigo señalaba a Daniela
y Ofelia; al parecer no iba a olvidar nunca que les coqueteo y ellas son pareja. Así
es la vida.
—Tener sugar mommy no me vendría mal. Quizá así no me robe las propinas—
todos soltamos la risa. Creo que definitivamente le hace falta un tornillo a éste
chico.
Manuel se levantó tan pronto vio al jefe y fue tras su escoba para aparentar ya que
él no estaba en hora de descanso. A veces se carga una suerte que todos
quisiéramos.
—Regresando al punto— Diego me miró— Regina y Ángel deben volver juntos
para que su madre no se dé cuenta. Tienes que estar pendiente a tu teléfono.
—Te emociona pasar tiempo con él; ¿No?—elevó una ceja haciéndome rodar los
ojos—Dios Miller; te conozco y es la primera vez que luces demasiado feliz.
—Me agrada estar con Ángel; ¿Okey? Es todo lo que diré —bajé la mirada a mis
manos jugando con ellas; me era difícil expresar lo que sentía, es algo que me
pasaba por primera vez y no quería dar cosas por sentado.
Aún no dejo de pensar en lo que Ángel provoca en mí; me da miedo ver que con el
solo hecho de posar los labios en mi cuello me hace sentir desarmado y el que
pasaría si llegasen a unirse con los míos. Tenerlo cerca ya me hacía cosquillear el
interior, si nos besamos ¿Qué llegaría a sentir? Me aterra.
—Claro. Lo comentamos ahora y después nada pasó — dejó una mano sobre la
mía dándome apoyo y animándome a seguir.
—Esos son muchos sentimientos —susurré temeroso sin poder verlo. Tenía un
debate mental en este momento.
—Sí. Y lo sabes por qué sólo te pasa con una persona — volví a mirarlo cuando
sentí que palmeó mi mano— Sentir no es malo Elian; te hace sentir más vivo...
Sacó de su bolsillo uno de esos billetes de lotería donde debes rascar una de las
casillas para ver si ganaste algo. Me lo entregó y yo no sabía bien a que se refería
con eso.
Pasé la mano por el billete pensando que debía hacer. No me importó tardar un
poco en el trabajo, me quedé observándolo hasta tomar mi decisión.
ISAAC
—Que muchacho tan feliz para ir al cine— la voz de mi abuela se hizo presente.
Reí bajo; Regina y yo mentimos diciendo que ambos iríamos cuando en realidad
yo me iría con Ramiro. — ¿Podemos dar una vuelta en el jardín? Quizá así matas
mejor el tiempo en lo que Regina termina.
—No te preocupes abuela; igual nada le iba a hacer cambiar de opinión — ella
soltó un suspiro. Sabía que yo tenía razón.
— Ella solo está sufriendo. Aún le cuesta entenderte Isaac, dale tiempo — palmeó
mi brazo.
—Lo sé...— susurré bajo. Me costaba entender cómo podía seguir atrapada en
ese día 6 y no avanzar como yo lo hice.
—Pero al parecer otro sí que te entiende...Ramiro eh?— reí bajo; al parecer ella
quería saber más— ¿Es un muchachito de por aquí?
—No es de la privada abuela. Él vive cerca del supermercado donde solemos ir—
sonreí ladino al recordar nuestro segundo encuentro ahí.
— ¿Qué llamó tu atención de él? Porque si estás dispuesto a romper las reglas de
tu madre es por qué vale la pena— detuve mi paso al escucharla. Hasta ahora es
que me doy cuenta que es la primera persona por la cual yo rompo reglas de mi
madre.
— Soy normal para él — giré el rostro en su dirección — Soy más que el chico
ciego...
Esas simples tres palabras hicieron que el calor se apoderara de mis mejillas. Ella
bien sabía que no éramos novios pero parecía que sólo lo hacía para ponerme
así. Y ni yo sé porque me pongo así.
—Dile eso a tu rostro querido —apretó mi mejilla haciéndonos reír— Isaac; eres
joven, estas en la edad para vivir el amor en su esplendor...
—Me limito a solo leerlo abuela. Siento que me romperán la fantasía, todo es
mejor en mi cabeza. Ahí está mi historia de amor — hice una mueca.
— Tú lo dices muchas veces; eres ciego no estúpido —se detuvo para tomar mis
manos y colocarse frente a mí — Estas viviendo tu historia de amor...sólo tienes
que detenerte para darte cuenta.
— Disfruta mucho el día hoy. Tomate tu tiempo con ese chico que te saca sonrisas
—colocó una mano en mi mejilla acariciando — No te preocupes; yo te cubro con
tus padres...
—Nada...es secreto — saqué la lengua haciéndola reír. — Por cierto; ¿Por qué
tardaste tanto? No me has dicho con quién irás...
—Es secreto —maldita— Además me tardé porque me gusta verme bien. ¿Okey?
—No robes mis frases. Las desgastas— simulé limar mis uñas haciéndola soltar la
carcajada. Amaba la relación de hermanos que teníamos.
— ¡Hey!—
— ¿Te vas a seguir burlando? Porque dos pueden jugar ese juego— ella dijo
rápidamente "No". Sabía que si de burlarse se trataba yo iba a ganar.
Bastaron un par de pasos más para salir de aquella privada; ambos nos
despedimos con un movimiento de mano del guardia y nos encaminamos hacia mi
amigo olor a cafeína.
— Diego ya está allá así que tortúralo de mi parte — cuando lo escuché decir el
nombre de su amigo rápidamente abrí la boca en O.
—Como que...
— Es solo una ida al cine Ángel — Ja; si claro, como si no conociera la doble
intención— Quita esa cara de enojo...
— Eres muy celoso; ¿Te lo han dicho?—dejó una mano en mi barbilla elevándola
para estar cara a cara.
—Es mi hermanita menor— me excusé. Sé que soy muy celoso con ella.
— ¿Significa que seguirás con esa cara todo el día?— "tal vez" susurré solo para
dramatizar un poco. Me gusta hacerme del rogar— ¿Ah sí?— asentí.
Soltó la risa; sabía que actuaba como un niño pequeño. Pronto sentí como sus
labios impactaban en mi frente, luego en mi mejilla derecha, la punta de la nariz y
mi mejilla izquierda. Eso me hizo soltar una pequeña risa ya que yo no lo esperaba
—Ah; ahora soy un perro—solté simulando estar molesto. Ramiro volvió a reír.
—Bueno; te llenaré de babas hasta que dejes tu drama — sentí como su lengua
tocaba la punta de mi nariz haciéndome arrugar la misma.
— Si, ya vi— volví a sentir como sus labios se posaban en mi cuello haciendo
cosquillear mi interior— ¿Vas a seguir así o vamos al lugar secreto?
— Puedo hacerme el difícil otro rato más —bromee sacándonos risas a ambos. Él
se alejó dejando un beso en mi cuello y me tomó del brazo para iniciar nuestro
andar. Era divertido todo esto. Quizá me haga el difícil más seguido—Oh;
espera...— lo detuve. Saqué la pañoleta morada de mi bolsillo y me acerqué para
colocarla alrededor de su cuello. Escuche su risa y me apuesto estaba sonriendo
— Ahora si cariño
ELIAN
Llegamos al "lugar secreto" media hora después ya que obviamente pasamos por
nuestro famoso café. Ambos intentábamos apodar la casa porque no podíamos
decirle por siempre así. En el transcurso bromeamos mucho acerca de Diego y
Regina ya que ella ama las películas de terror pero a mi amigo le dan miedo.
— Si hace que Diego vea una película de miedo juro que le haré un altar — reí
mientras iba preparando las cosas que íbamos a utilizar en la mesa. Ángel ya se
encontraba sentado en el banco terminando su café.
—Le diré a Eróticos que vayamos pensando una broma— él rio mientras negaba;
el apodo de mi amigo seguía causándole risa.
— ¿Ya está todo listo? ¿Para que serán buenas mis manos?— elevó las antes
nombradas moviendo los dedos como si fuese "manos de jazz"
— Vamos a usar barro para hacer arte. Así podrás sentir por completo lo que
vayas creando — Le coloqué tras él tomando sus manos y guiándolo hacia los
materiales — ¿Estás listo?
—Si te digo que no igual lo harás. Así que sí — sonrió ladino y soltó un suspiro.
—Lo harás bien. Ciego no estúpido — asintió sintiéndose más seguro. Siempre al
inicio tenía nervios pero terminaba gozando la experiencia— ¿Tienes en mente la
figura que buscas moldear?
— Bueno; entonces debes mantener esa imagen en tu mente. Y con ayuda de tus
manos la vas a plasmar— dejé un beso en su cabeza animándolo a comenzar
mientras daba inicio a mis indicaciones.
Al iniciar sus nervios seguían ahí; me mantuve tras de él todo el tiempo para irle
corrigiendo o apoyando en lo que necesitara. Cuando lo vi más tranquilo me alejé
para colocar un poco de música con ayuda de mi teléfono y yo moldear mi propia
figura.
Opté por poner música más tranquila para que él se fuese relajando; funcionó ya
que cuando menos me di cuenta Ángel ya tarareaba, movía su pie al ritmo y se
balanceaba un poco desde su lugar. Yo trataba de centrar la atención en mi arte
pero mis ojos no dejaban de desviarse hasta él quien seguía tratando de formar su
avión. Era como si Ángel fuese un imán y mis ojos pequeños metales.
— Creo que soy un asco en esto— soltó una pequeña risa. El tiempo ya había
pasado y mientras él continuaba yo estaba por culminar lo mío.
— No digas eso; obviamente lleva tiempo — dejé de lado el girasol que estaba
haciendo para posicionarme a su lado— No te estreses...
— ¿Puedes ayudarme?— hizo un puchero y comenzó a pestañear rápidamente
haciendo ojitos ganando una sonrisa de mi parte.
—Quiero que quede muy bonito. Cuando lo pinte quiero que esté perfecto—
susurró debido a la cercanía. Yo sabía cuánto le importaba esto.
Mis dedos se abrieron pasó entre los suyos para ayudarle a dar forma a su figura.
Yo no dejaba de susurrar uno que otro comentario acerca del proceso mientras
me concentraba en ayudarlo. No estaba tan perdido, solo necesitaba afinar un
poco los bordes.
— Fue un gran detalle la letra en Braille; al parecer eres más que un chico tira café
— solté la risa; al parecer él nunca iba a olvidar eso.
— ¿Algún día dejarás de repetir eso?— "No" dijo rápidamente haciéndonos reír a
ambos.
— Eres torpe con los pies — se burló de mí; yo lo miré totalmente ofendido
mientras soltaba un "¿Qué?" Muy agudo— Es en serio.
Comenzó a sonreír mientras apretaba los ojos y se pasaba la mano por la mejilla
comprobando que lo pinté.
—Acabas de dictar la guerra...— dio un paso hacia mí sin soltar su pintura. Cinco
segundos después ya tenía el cabello manchado.
— Ya…Ya...siento que tengo pintura hasta en los oídos— rio mientras me tomaba
de ambas manos deteniéndome. Nuestras respiraciones eran muy rápidas debido
al ahitamiento.
— Calla; fue por la pintura...que tú tiraste— pasé nuestras manos tras su espalda
para mantenerlo cerca. Ambos no podíamos dejar de soltar pequeñas risas.
— Yo creo que si eres bastante malo con los pies — se burló. Ángel disfruta
burlarse de mí.
Iba a decir algo más pero la canción que sonaba desde mi teléfono cambió a una
que yo disfrutaba mucho. Quizá no era mucho de música en inglés pero la poca
que conocía era gracias a mi madre y esta era una de mis favoritas. Ella amaba a
Beyoncé así que yo jamás dejé de escucharla. Ahora mismo sonaba "Halo".
— Shhh amo esta canción — sonreí mientras mantenía los ojos cerrados
dejándome llevar por la melodía.
Al escuchar la letra en completo silencio sentí que por primera vez tenía un
sentido para mí. Había escuchado esa canción incontables veces y la había
cantado pero sin sentimiento alguno. Ahora lo tenía, y sabía bien el porqué.
Solté una de sus manos para colocarla en su cintura y tomé bien la otra
elevándola un poco.
— ¿Qué haces?— soltó una pequeña risa mientras se alejaba un poco para estar
cara a cara.
— Mostrarte que no soy malo con los pies — ambos reímos un poco.
Lo acerqué más a mí; él llevó su mano libre a mi hombro y así ambos nos
sumergimos en una danza lenta. Ninguno decía nada, solo estábamos ahí,
bailando.
Me acerqué hasta unir nuestras frentes y llevé amas manos a su cintura haciendo
que él lleve las manos por detrás de mí cuello. Mi corazón comenzaba a latir más
rápido de lo normal y ese pequeño sentimiento de miedo comenzaba a surgir.
Miré el billete de lotería pensando seriamente en que hacer. "Apuesta todo, solo
así sabrás que ganaste". Solté un suspiro y saqué una moneda de mi bolsillo para
comenzar a rascar una casilla, mantenía los ojos cerrados con miedo de ver el
resultado. Tras unos segundos tuve el valor de abrirlos: "Ganaste 200".
No quise pensarlo, no quise sentir miedo. Sólo me acerqué con lentitud hasta unir
mis labios con los suyos. Cuando al fin sentí esos suaves labios es que supe no
había ganado 200, había ganado mucho más.
Sus labios eran tan delicados y encajaban tan bien con los míos; sentía que el
mundo no existía en ese momento. Todo era color. Estaba atrapado en sus labios
de colores.
No tengas miedo de abrir tus sentimientos; alguien puede cuidarlos bien por ti.
Algunos días habían pasado desde el último encuentro de labios entre Ángel y
Ramiro. No se habían encontrado debido a sus agendas tan descoordinadas en
cuanto al horario; sin embargo, las llamadas seguían presentes en sus pequeños
ratos libres.
Todos sus amigos podían notar una diferencia en su actitud; la sonrisa parecía no
desaparecer de sus rostros, Elian se mostraba más optimista e Isaac se liberaba
más. Ambos se hacían demasiado bien y ese beso fue el inicio de algo grande.
ELIAN
Otro día de trabajo se hacía presente; ésta vez no era mi labor estar frente a caja,
me encontraba acomodando los productos con los auriculares en los oídos
mientras me desplazaba por el lugar bailando al ritmo de la canción.
— Aplica la mía, llámale Ramiro, ahí sí que gira la cara — habló Manuel quien se
encontraba unos pasos atrás sentado sobre una caja con productos y comía
papitas que seguramente pertenecían al supermercado.
— Llevamos hablándote desde hace rato— susurré un "lo siento" para continuar
acomodando las latas de atún; quizá no escuchaba música de mi teléfono pero
igual movía el pie al ritmo de la canción que sonaba por todo el lugar— Veo que
estás de buen humor...
— No me han contado como les fue en su cita— sonreí ladino al escuchar Manuel.
En estos días había escapado de sus acusadores preguntas ya que no
compartíamos turno y él quería abordarnos a los dos juntos.
— Ya que no creo él vaya a decir algo; te contaré yo— miré a Diego quien se
había apoderado de la palabra. Como siempre Eróticos feliz por alimentar su
shippeo le prestó toda la atención mientras se abrazaba a su escoba y comía.
—Bueno; China es mi segundo shipp favorito — ambos lo miramos raro ante eso
— chino, Regina...No es tan difícil de entender.
— Si; eso hicimos — su voz era baja; yo mantenía los ojos cerrados pero hasta
así sabía que mantenía una sonrisa, la mía igual estaba presente. — Y... ¿Quieres
volver a hacerlo?— mi corazón dio un salto al escucharle decir eso. Era como si
miles de mariposas revolotearan diciendo una y otra vez "si, si, si"
—...si quiero — salió como un pequeño murmuro pero fue suficiente para volver a
sentir sus labios sobre los míos.
—Tienes que contarnos Miller— intenté caminar hacia el lado contrario pero Diego
fue más rápido—Oh no, nada de escapar ésta vez...
— Somos amigos; no es como que vaya a gritarlo a los cuatro vientos— miré a
Manuel tan pronto dijo eso mientras elevaba una ceja— solo me siguen 500
personas en Instagram...No es tanto.
Ambos me miraban mientras unían sus palmas y hacían puchero suplicando por
que contara un poco. No sabía si era buena idea hacerlo pero en sí tenían razón,
son mis amigos y debo confían en ellos. Si en verdad quiero abrir mis sentimientos
esto es parte del proceso.
—Romántico — susurró el mayor siendo callado por Diego con un fuerte "shhh".
— ¿Dos?—
— ¿Me permiten? Creo que iré al baño — habló en un tono bajo y agudo.
Segundos después corrió fuera de nuestro pasillo.
—No ha gritado; sí que se contiene, hay que reconocerle eso— volvimos a reír.
— Lo estoy intentando. Sólo que aún no sé muy bien cómo— el temor dentro de
mí aún existe y Ángel me hace sentir cosas que experimento por primera vez, la
incertidumbre a lo desconocido perdiste y tengo que aprender a afrontarlo.
— Habla con Ángel; todo con calma, así vas bien. Paso a paso — asentí mientras
lo escuchaba.
— Gracias por escucharme Diego — ambos sonreímos— ¿Todo bien con Regina?
— Nos hemos visto en estos días; le agrado, pero no quiere decirlo— reí bajo; al
parecer ella es contraria a su hermano en eso.
Solté la risa al escucharlo. Le encanta decir que Ángel y yo nunca nos tratamos
realmente como amigos.
— ¿Y? ¿Cómo estuvieron los besos? ¿Es buen besador?— subió y bajó las cejas
mirándome coqueto. Sólo pude mirar hacia a otro lado soltando una risa boba—
¡Ya dime!
— Si, ¿Okey? Es muy bueno. Ahora cállate y hay que trabajar. — le entregué una
pequeña caja para que ordenara los productos de su interior.
—Uhh; ¿Hubo lengua? ¿Mordida?— sus comentarios solo hacían que la sangre
subiera a mis mejillas; hacer que algo tan simple me ponga así es lo que me da
miedo, pero yo debo dejar ese miedo.
— Si, ya ya...trabaja—
ISAAC
Yo volví a aferrarme a su cuello; lo atraje nuevamente para sentir sus labios tal
delicados sabor cafeína. Ramiro no puso ni un pero ante eso; al contrario, regresó
las manos a mi cintura siguiéndome el beso mientras ambos soltábamos
pequeñas sonrisas.
— ¿Debería ir, cierto?—hablé tan pronto el beso culminó, sin embargo nuestras
frentes seguían unidas. Él asintió levemente, pude sentirlo por cómo se movía su
cabeza junto a la mía.
— ¿Cómo vas a explicar que estas lleno de pintura?— no había pensado eso
realmente. Yo estaba cubierto de pies a cabeza. Lo escuché reír
—Tu boca ahora está rosa por mi pintura— sonreí al escucharlo. — Y la mía es
amarilla.
Ambos volvimos a reír pero con más intensidad ésta vez. Mi interior cosquilleaba
por completo y me sentía volar por toda la habitación expandiendo mis alas. Lo
lindo de esto es que ambos quedamos embarrados del color favorito del otro,
como si con un beso le hubiésemos pegado nuestra esencia.
Corrí con mucha suerte ese día ya que mis padres no habían llegado; Regina hizo
miles de preguntas al verme lleno de pintura pero yo evadí todas y cada una de
ellas. Apenas y podía hablar, mi mente seguía en un shock total tras haber
compartido besos con Ramiro.
Esos besos despertaron tanto en mí; y dios, sus labios. Eran tan suaves que al
morder con suavidad sentía que me llevaba una parte de estos; su amargo sabor
a cafeína era embriagante y no puedo sacarme ese sabor de la boca.
— Al parecer alguien está en las nubes. ¿A qué se debe?— la dulce voz de Catriel
se hizo presente— ¿Es por tu enamorado?
— Bueno... —solté una risa tonta al escucharla llamarlo así. No podía ocultar mi
sonrisa, me sentía feliz— ¿Recuerdan a Ramiro?
— Dios; te dedicó Halo— chilló con felicidad mi amiga. Ella era la más
emocionada hasta ahora— ¿Y?
— Deja de ver tanto Disney Catriel— escuché un "Ouch" así que supuse mi amiga
había golpeado a su novio— Bueno; sigue contando del beso...
— Alto; ¿Y hace días decía a que solo eran amigos? Quien te entiende Isaac —
todos reímos ante el comentario de Nathaniel— Ahora son pareja supongo...
—Sólo espero que ese chico también considere ese beso mágico. Si Ramiro...—
— ¡Amor! Si el chico le dedicó Halo y tiene tantos detalles con él obviamente fue
mágico. Así que cierra tu boca— reí al escuchar como lo reñía— tú disfruta Isaac
— Sólo lo digo. No quiero que mi amigo salga lastimado — solté un suspiro y tomé
su mano con cuidado. Su lado de hermano mayor siempre sale a relucir.
NARRADOR
El día transcurría y tanto Ramiro como Ángel mantenían el recuerdo de aquel beso
en su mente. Podían estar haciendo diferentes labores, pero eso no hacía que
dejarán de pensar en los labios del otro.
Elian mantuvo ese buen humor durante el trabajo; todos sus compañeros le
miraban sorprendidos cuando su hora de tomar la caja llegó, por lo regular él
detesta ese puesto y opta por mantener su humor de perros, pero hoy fue
diferente.
— Gracias por su compra; recuerde que en Soriana compra a precios accesibles y
la sonrisa es gratis — sonrió el rizado mostrando la mejor sonrisa al cliente.
Manuel desde su puesto de empacador no podía creer lo que veía.
— ¿A éste que mosco le picó?— susurró Ofelia quien se encontraba una caja
delante.
— El mismo que les picó a Daniela y a ti— Manuel soltó un suspiro dramático — el
amor...
—Yo creo que si le picó algo; seguro fue una pulga por que no se baña— habló
Daniela ganando el asentimiento de su novia.
[...]
Por otro lado, Isaac se mantuvo respondiendo a cada pregunta de Catriel quien
era la más interesada en saber de aquel día especial. Tan pronto llegó a su casa
no tardó en ir con su abuela para contarle de su día ya que con anterioridad no
habían tenido momentos a solas para hablar con comodidad sin ser interrumpidos
por la madre del chico.
Al hablar con su tan adorada abuela sentía que alguien al fin le entendía; en estos
días se había apegado más a ella. Se maldecía a si mismo por no haberle
prestado la atención debida antes. Escuchar las anécdotas que vivió con su
abuelo eran ahora las partes favoritas de su día.
— El primer beso con alguien es mágico Isaac— soltó un suspiro — Es algo que
se queda en nuestra mente...me apuesto aún piensas en eso.
— ¿Y? ¿Lo sentirás nuevamente? ¿Cuándo vas a verlo?— la emoción salía por
los poros de su abuela y por los de él también.
— ¿Ves? ¡Es conexión! Te dije— el pequeño soltó una pequeña risa. Le era tan
lindo que justo al hablar de eso él le llamara, como si leyera su pensamiento a
distancia.
— Ojala me pagaran. Pero prosigue, ahora sin tartamudeo por favor — Emilio no
evitó sonrojarse tras la otra línea; le gustaba que Ángel fuese así de seguro.
— Puedo estar ahí dentro de 10— el menor guiñó un ojo a pesar de que sabía no
podía mirarlo. El coqueteo era tan fluido cuando tenía que ser para Ramiro.
— Te encuentro ahí...—
— Seré el mejor parecido de ese parque, así que encontrarme será fácil cariño—
tan pronto la llamada terminó la abuela no pudo evitar soltar pequeñas risas
acompañadas de aplausos.
— Isaac; eres todo un coqueto hijo mío— la mujer se acercó hasta dejar las
manos en sus hombros — mucha suerte con tu enamorado...
—Abuela; Dios...olvidé que estabas ahí —ambos soltaron una pequeña risa.
Sabían lo que era perderse hablando con alguien y olvidar lo que hay a tu
alrededor.
ELIAN
Hoy fue mi día de pago; quizá no era mucho pero con eso fui directo al Starbucks
para comprar el café favorito de Ángel y el mío. Me emocionaba la idea de verlo
luego de unos días; si, estaba nervioso, pero hablar con él me había reconfortado.
"Tienes que aprender a abrirte con la gente Elian; no tengas miedo" me repetía
una y otra vez mientras me encontraba de camino al parque para nuestro
encuentro.
— Hola Ángel. No, ¿Qué tal?, demasiado predecible. ¿Qué onda? Demasiado
barrio —me sentía estúpido al repetir en voz alta que frase sería mejor para
decirle. Ni siquiera sabía porque lo hacía, solo no quería lucir como un estúpido.
Caminaba con la mirada baja todo el tiempo intentando elegir la frase más
"apropiada". ¿Cómo es que tras sentir sus labios me había hecho esto? ¿Cómo lo
hace? Intentaba descifrar ese enigma.
— Santo Jesús — Fue lo primero que solté tan pronto estuve cerca de él. Tras
decirlo me golpee internamente. "Perfecto Elian", y eso que no quería lucir
estúpido.
— Hola para ti también Ramiro — soltó una sonrisa latina. Él no era estúpido,
sabía bien que obtendría una reacción como esta.
—Es, digo...te...te ves muy bien— ¿Desde cuándo tartamudeo al hablar con un
chico? Mierda. Carraspee— Hola Ángel...
— Hola — sonrió lindo mientras tomaba con ambas manos su bastón armable
— ¿Y...? ¿Te parece si tomamos el café en el césped? No me apetece ir a una
banca
— Claro — tan pronto hablé se limitó a guardar ese bastón y tomar mi brazo para
que lo guiara. No fue difícil encontrar un lugar con sombra para poder sentarnos
en el césped tal como él lo quería.
Sentí mi corazón latir con fuerza en todo momento. El tiempo fue pasando y esta
vez la conversación no fluía tan bien como siempre, yo me limitaba a dar
respuestas cortas o reír nerviosamente por todo lo que él me decía, me sentía
completamente estúpido y no podía quitar que el miedo me abrumara.
— Fue divertido porque Catriel se la pasa molestando a Nathy; como sea, ¿Te fue
bien en el trabajo?—
Ángel esperaba una interacción normal y yo estaba arruinando todo con mi actitud;
intentaba cambiarlo pero no podía. Los minutos pasaban y todo se iba cuesta
abajo. No podía manejar la situación y solo me aterraba más porque seguramente
después de esto él dejaría de hablarme.
Sabía que no era buena idea nada de esto; no sé cómo expresar mi cariño o quizá
lo hago sin darme cuenta. Ahora que soy consciente de lo que siento solo me
hace volar la cabeza por no saber qué hacer exactamente.
—es...Yo...—
— ¿Es por lo del beso?— susurré un pequeño "Si"; tan pronto dije eso vi como su
rostro cambió a uno más desanimado — Creo que ya entendí... ¿Quieres
disculparte por eso?
— ¿Entonces? Puedes decirme, no me harás sentir mal. Mira, ya pasé por eso y...
Me sentía mal por él. Yo le había besado y ahora estaba aquí actuando como un
completo cobarde y él no se lo merecía
— Ramiro. No es estúpido— bajó su mano para tomar mi otra mano— para nada
estúpido. Habla conmigo...tranquilo. El otro día estabas bien, en la llamada
también, ¿Qué pasó?
No podía dejar de mirarlo; se veía tan preocupado y su tacto me daba tanta paz
que pude soltar un suspiro para relajarme y hablar.
— Tengo miedo —cerré los ojos para que el miedo no me ganara— nunca me he
sentido...así. Desde la muerte de mi mamá no me permití sentir Ángel...todo es
nuevo y no quiero arruinarlo pero igual lo hago. Me siento avergonzado y muy
estúpido en estos momentos.
Tras soltar todo abrí los ojos con cuidado; cualquier chico se hubiese levantado,
me mandaba a la mierda y se iba. Pero no, él no era cualquier chico. Ángel estaba
frente a mi regalándome una dulce sonrisa.
Asentí lento.
—Me parece bien— solté una pequeña risa. Al fin pude detectar lo que me
recorría el cuerpo. Felicidad, se llama felicidad.
— Sólo vivamos; ¿Si? Un día a la vez — No dejaba de acariciar mis mejillas y yo
no podía dejar de mirarle sin pensar que era el sujeto más comprensivo del mundo
— No escondas lo que sientes; puedes decírmelo... y no temas por estar conmigo.
— Gracias...— me sentía tan liberado al escucharlo decirme eso. Sin ese peso
logré llevar mis manos hasta su cintura para acercarlo a mí de forma que quedó a
horcajadas — prometo cuidar bien tus sentimientos...
— ¿Ya estás mejor?— solté un suspiro y asentí mientras susurraba "mejor". Ángel
bajó sus manos hasta dejarlas en mi cuello y unió nuestras frentes, eso me hizo
sonreír.
— ¿Puedo recompensarla?—
— ¿Cómo?— esperaba que dijera eso. Subí una mano con cuidado a su mejilla y
me acerqué a él uniendo sus labios con los míos. Necesitaba eso.
La sensación del caramelo mezclado con la cafeína daba una combinación tan
exquisita que me hacía no querer separar mis labios de los suyos. Quizá eso era
todo lo que necesitaba para perder el miedo, sus labios. A él.
No fue solo un beso, después vino otro, y otro. Cada vez que se terminaba uno de
los dos comenzaba un beso nuevo, y me gustaba. Todo mi interior cosquilleaba.
—Bueno; quizá le falta algo— lo vi fruncir un poco el ceño por confusión. Llevé la
mano a la pañoleta morada que colgaba en mi cuello para desatarlo y colocársela
a él. — perfecto...
— Bueno, si me veía bien ahora soy un maldito dios griego — solté la risa al
escucharlo; su ego estaba presente.
—Cállate bobo; yo no sólo con el cuello. Me gusta morder otras zonas — sonrió
coqueto haciéndonos reír a ambos. Se acercó hasta dejar un pequeño beso en
mis labios.
— También — esta vez fui yo quien me acerqué para dar un beso corto.
— Si; quizá si me llaman de fantasías sexuales otra vez tome otro paquete—
ambos soltamos la carcajada. Esa llamada no se olvidaba.
—Recuerdo que el tercero dejaba mucho que pensar— volvió a acercarse hasta
rozar nuestras narices — pero me gusta el cuarto... por qué nadie más lo elige.
NARRADOR
Unos metros más allá una mujer los observaba sentada desde una banca. La
abuela de Isaac se maravillaba al ver como su nieto vivía tan libre y feliz. Quizá
para todos los demás solo eran dos chicos besándose; pero ella veía libertad,
valor y mucho amor. Quizá no conocía a él otro chico en persona, pero con ver la
sonrisa que plasmaba en su nieto le era suficiente para quererlo.
Ese día Ángel y Ramiro expusieron sus miedos y prometieron cuidar los
sentimientos del otro. Ese día fue especial para ambos y quizá no lo sabían, pero
ya comenzaban a volar.
CAPITULO 13
ELIAN
Viví atrapado en el dolor y sufrimiento. Era como estar en una montaña rusa que
no tenía fin. 9 años, tenía solo 9 años y quedé completamente abandonado.
Recuerdo a la perfección mis gritos por la madrugada debido a las pesadillas que
frecuentaban mis sueños o los golpes que metía a la puerta de mi padre
intentando ser escuchado. Jamás abrió.
— ¡Papá! Por favor abre...papá — sollozaba tras dar fuertes golpes a esa puerta
de madera que había permanecido cerrada por días — ¡Papá te necesito! Por
favor papá... ¡Papá!
Fue una pérdida de tiempo. Era demasiado ingenuo para darme cuenta que mi
padre prefería lidiar con su dolor sólo sin importarle el mío. Ese día no solo perdí a
mi mamá, también lo perdí a él; porque mi padre jamás volvió a ser el mismo. Fue
gracias a la familia Valderrama que comía; fue gracias a Diego que logré ir a la
escuela nuevamente. Sólo aparentaba estar bien, ya era suficiente cargar con la
mirada de lástima que me regalaba la gente cómo para verme destruido y darles el
placer de sentir aún más lástima por mí.
Poco a poco mi vida tomó un nuevo curso. Ya no pasaba el día jugando con mis
amigos en la escuela, ahora contaba los minutos para salir de ahí. Ya no
acompañaba a mamá al supermercado para después juntos preparar la comida
favorita de papá, ahora trabajaba ahí y apenas y me alcanzaba para comer algo
decente. Ya no salíamos los fines de semana en familia al parque para jugar fútbol
junto a mi padre y mirar las nubes con mamá. Ahora me escondía en mi recámara
esperando el día terminara. Y lo más triste, mamá ya no estaba ahí para pintar y
reír conmigo.
Me volví un ser lleno de color negro en su alma. Me volví eso que mi madre no
deseaba para mí; pero, ¿Cómo no? ¿Acaso no ve la falta que me hace?
Ya no era el Elian Galdan Miller que ella conoció; de ese niño soñador no quedaba
nada...o eso pensaba. Mi padre se había encargado de destruir mi esperanza, me
había metido preso en una celda de la cual yo no veía salida. Y entonces, cuando
sentí que todo se había jodido para mí, él apareció en mi vida.
— Estoy bien así dulzura— llevé nuevamente la botella a mi boca para beber todo
el contenido. Me encontraba unas cuadras arriba de mi casa en el auto de un
chico que había conocido hace un par de horas en el baño de Starbucks; chico del
cual desconocía su nombre, tampoco es que me importara mucho.
—No te ves bien. ¿Quieres que te ponga feliz?— susurró seductor la última frase
en mi oído. Ni siquiera el sexo ayudaría a sentirme mejor. Estaba a días del
aniversario número 10 de mi madre y yo solo quería meter mi cabeza bajo la
cama.
Al mantener los ojos cerrados los últimos momentos con mi madre venían a mi
mente haciéndome soltar un par de lágrimas. No sabía si era por el alcohol en mi
sistema que mi mente me hacía una mala jugada, pero podía escuchar la voz de
mamá llamándome.
Los labios del desconocido se unieron con los míos de forma desesperada, yo
intentaba centrarme en sus caricias y no en mi dolor, pero no podía. No podía
hacerlo. Sus besos me hacían sentir más vacío y su tacto no hacía efecto en mí.
Poco a poco una pesadilla me abrumó. Ya no sentía las manos de ese chico por
mi cuerpo, ni sus labios que ahora vagaban por mi cuello. Podía escuchar los
gritos que mis padres tenían en la habitación vecina; después las últimas palabras
brindadas por madre y al finalizar la voz de mi padre culpándome por todo...por su
muerte.
Sus palabras impactaron por completo en mí. Sabía que la gente sentía lastima
por mí, pero no sabía con qué términos se referían hacia mi persona y mucho
menos que me creían un traumado.
— Vete a la mierda — salí con rapidez del auto. Caminé sin girarme a verlo,
estaba borracho y tropezaba con facilidad, la cabeza me quería explotar y mi vista
no era la mejor, pero no me quedaría un segundo más ahí.
— Vete con tu mierda a otro lado muchacho. No eres el único que sufre el
desprecio de la gente —
No era sorpresa que mi vida le importara tan poco. No iba a pelear, limpié las
lágrimas en mi rostro y caminé a tropezones hasta mi recámara.
— ¿Entonces por qué debes de repetirlo tanto?— soltó una risa burlona — La
culpa es grande Elian...
— ¿Quieres que te aplauda por ser la razón por la cual mi esposa decidió no
tratarse la enfermedad?— se levantó de su sofá para poder mirarme mientras
mantenía su botella en mano— Quieres que te vea a la cara, luego de ver como
ella se acababa por ti...
— Ella me amaba...—
— ¡Y ve lo que consiguió! ¡Ve lo que la gente gana por tu culpa! ¡Tú maldita
culpa!— lanzó la botella impactando a solo unos centímetros de mi rostro
sobresaltándome por completo. Quizá no dio en mi rostro pero algunos vidrios
alcanzaron mi cara, la sangre no tardó en aparecer— Haces miserable la vida de
la gente Elian...
—Si se meten con Elian antes pasan por mí — Diego se negó a apartarse aun
cuando yo se lo pedí. Vi como los niños frente a nosotros reían entre ellos.
《Es por tu padre; ¿No? ¿Ahora que te hizo hacer? ¿De cuánto es la fianza?
Manuel fue explotado en el trabajo al robar dinero de la caja a causa mía. Sufrió
por mi culpa. Y no quiero recordar todo lo demás, tanto sufrimiento. Papá tenía
razón, la gente que me rodea termina sufriendo por mí. No los merezco.
Una, dos, después tres, no sabía cuántas pastillas metía a mi organismo, yo solo
necesitaba que este dolor desapareciera. Yo quería desaparecer.
Los cambios que da la vida son sorprendentes; un día intento quitarme la vida y al
otro conozco a la persona que llegaría a romper las barreras que yo había
construido y poco a poco se colaría a mi corazón. Fue un Ángel, el nombre le
quedaba a la perfección, fue el Ángel que vino a salvarme de este sufrimiento.
Mi vida cambió; las mañanas en mi trabajo eran más amenas, los fines de semana
en clase mi inspiración era mayor. Las tardes las dedicaban a pasar tiempo con
Ángel, a veces hacíamos un poco de arte o actividades apagadas a él. Lo que
hacíamos era brindarle un poco de nuestro mundo al otro y eso era divertido para
ambos porque somos muy diferentes.
— Estados Unidos; fue unos meses tras mi accidente. Todo un drama— hizo una
cara graciosa mofándose de eso y dejó caer la cabeza en mi hombro — Sería
divertido viajar juntos. Como en UP
— Vamos a atar muchos globos a nuestro lugar secreto — ambos soltamos la risa
ante eso — Sólo te advierto que Eróticos será como el niño que se cuela al viaje.
— Aprendí a lidiar con él. A eso y que me grité ¡Rangel el real perras! Cada que
me ve — volvimos a reír. Al parecer mi amigo era el más feliz con nuestro
acercamiento.
La gente nos miró cuando Ángel gritó eso, pero no le importaba, aprendí a no
verlos.
— Te queda el estilo; te ves chulo— sonreí al verle con ese pañuelo en la cabeza.
— Con todo me veo "chulo"— se pavoneo mientras sonreía ladino. Giré los ojos
manteniendo mi sonrisa, llevé mi mano a su barbilla para girar su cabeza en mi
dirección.
— ¿Vienes aquí cada mes? — observé el lugar. Los hospitales no eran mi lugar
favorito, les tenía cierto terror pero aun así había aceptado acompañarlo a una
cita.
— Cada dos o tres— se encogió de hombros, movía los pies todo el tiempo
mientras estaba sentado en esa camilla que usan los doctores para revisarte;
sabía que estaba nervioso.
— Tranquilo...— caminé hasta posicionarme entre sus piernas dejando las manos
en cada una de estas y así él pudiese sentir mi cercanía.
— Oye; el futuro es muy raro ¿Sabes? Un día estas mal y al otro...te encuentras
coqueteando con el chico de la fila en un Starbucks — tal como lo pensé soltó una
pequeña risa.
— Ramiro; ¿Cuándo te volviste más optimista eh?— pasó sus manos por mi cuello
para mantenerme cerca.
Hablé seductor al final provocando su sonrisa ladina. Esta vez usaba un overol
junto a una playera color amarillo y se veía malditamente bien.
— No lo habías mencionado; pero ya que lo dices...— reí al ver como bajaba las
manos hasta mi pecho pasándolas muy descaradamente.
— Sólo intento notar que usas—ni él se creyó eso. Detuvo las manos en mi
cinturón acercándome más a él y elevó el mentón dándome a entender lo que
quería.
— Como si fueses tan inocente — me acerqué para besarlo. Este tiempo hemos
compartido un par de caricias; quizá nos aventuramos un poco más allá pero no
hemos dado ese paso. No aún.
— No; no lo soy — sonrió coqueto tras separarnos — por cierto; tú igual debes
verte bien, en mi mente es jodidamente sexy
Así como yo él me abrió un poco las puertas a su mundo llevándome a esa cita; yo
hice lo mismo con él. Mi padre se iría a apostar con sus amigos y al conocerlo
sabía que se desaparecía por unos días así que aproveché para llevarlo a mi
casa.
Ángel parecía muy entusiasmado así que no dudé en darle un pequeño tour
haciendo que su tacto deje volar su imaginación. La idea principal para llevarlo era
darle un poco de color al lugar, pero quizá se nos salió de las manos un poco.
— Soy un desastre así — reí. Ángel había optado por cubrir mis ojos con el
pañuelo morado y hacerme pintar.
—Tú me enseñaste; ahora mismo eres ciego no estúpido — sonreí al escucharlo;
seguí su ejemplo y pinté siguiendo las instrucciones que suelo darle a él— a decir
verdad es bueno...
— Bueno; si tú puedes hacerlo, ¿Por qué no? Así me pongo en tus zapatos —
seguí pintando y él se mantuvo en esa posición.
"Seguro vas bien" susurraba de vez en cuando para apoyar. No lo veía, no veía
nada pero sabía que él sonreía y le gustaba saber que yo intentaba ponerme en
sus zapatos porque podía sentir su corazón latir con fuerza. Yo colocaba mi mano
libre sobre una de las suyas de vez en cuando y él dejaba besos pausados en mi
hombro.
No supe como pequeñas caricias inocentes se iban volviendo algo más. Los besos
pausados se convirtieron en pequeñas mordidas y mi agarre en su mano era un
poco más fuerte.
Llegó un momento en que mi mano temblaba al pintar debido a las sensaciones
que iban invadiendo mi cuerpo, todas y cada una de ellas provocadas por Ángel.
— ¿Si?... — murmuró.
"Mmju" murmuré. Mis labios estaban ocupados disfrutando del sabor a caramelo.
Mis manos por otro lado, vagaban acariciando esa pequeña cintura que volvía loco
a cualquiera.
— ¿Acaso no hacías lo mismo?— soltó una pequeña risa que se vio interrumpida
por un jadeo tan pronto pasé mi lengua por esa zona tan débil en su cuello.
—Es divertido si yo lo hago— "hazlo" decirle eso fue suficiente para que sintiera
como se daba la vuelta y pasaba los brazos por mi cuello.
No tardamos en unirnos en un beso que cada vez iba aumentando más de nivel.
Mis manos se aferraban a su cintura tentando con bajar a su retaguardia mientras
las suyas se entretenían en mi cabello. No era la primera vez que nuestros besos
se volvían más salvajes sin embargo jamás habíamos tocado más abajo de la
cintura.
El calor se iba apoderado del lugar; no supe en que momento yo había bajado las
manos hasta sus muslos para levantarlo y caminaba a ciegas hasta mi cama.
Ambos soltamos una pequeña risa; Ángel llevó las manos hasta la pañoleta para
subirla hasta mi frente y así pudiese ver.
Llevé sus manos bajo mi camisa dándole el permiso de acariciar mi pecho; Ángel
no perdió el tiempo de explorar al mismo tiempo que su lengua exploraba mi
cavidad bucal. La excitación nos comenzaba a invadir a ambos, lo sabía por el
bulto bajo su bóxer.
— Está bien; hazlo — susurró. Tenía miedo de dar un paso en falso luego de las
cosas que me ha contado. Ha pasado experiencias realmente malas; se basan
prácticamente en sujetos solo acostándose con él y dejándolo al día siguiente.
Me había contado lo difícil que se volvió para él sentirse seguro en esa situación;
no porque no estuviese seguro de su cuerpo, sino porque esos momentos volvían
a su mente. Al tener luz verde de su parte quise ir con lentitud; no quería que se
llevara una mala experiencia.
— ¿Estás seguro?—
— Debo dejar de tener miedo; ¿No? — Lo miré para estar seguro de eso. Su
rostro reflejaba temor; me recordó a la vez que le conté mis miedos.
— Pero eso no pasa de un día a otro— llevé mis manos hasta sus mejillas para
acariciar un poco. Sabía lo que intentaba hacer, forzar, se estaba forzando a sí
mismo y yo no quería eso.
—No pienso nada malo Ángel— junté su frente con la mía y negué lento para que
supiese que hago esa acción— Un paso a la vez...
— Gracias por cuidar de mi Ramiro — unió sus labios con los míos en un cálido
beso haciendo que me invadan millones de sensaciones —pero; si quiero un
poco... más...
Con el tiempo él fue adquiriendo seguridad, ahora él era quien movía sus caderas
y joder, las movía realmente bien. La habitación a estas alturas debía oler a
caramelo y café debido a nuestro encuentro tan íntimo.
— Joder — giré con cuidado quedando yo sobre él. Nuestros labios volvieron a
unirse para callar los pequeños gemidos que se escapaban. Moví mis caderas a
mayor velocidad pero la prenda que nos cubría hacía menos satisfactoria la
sensación.
Ambos estábamos ciegos repartiendo placer al miembro del otro al tiempo que nos
uníamos en un beso lento y un tanto dulce a la vez. No era necesario ver para
saber que los colores inundaban mi habitación.
Estaba seguro que el rojo se volvía intenso cuando un gemido salía por la boca de
Ángel; el naranja tomó lugar cuando mis labios pasaron a su cuello, pasamos al
amarillo cuando nuestras manos libres vagaban por el cuerpo del otro; verde al
acelerar nuestros movimientos, azul al unirnos en un nuevo beso y finalmente
ambos llegamos al morado; al color de la pañoleta que se vio envuelta en nuestro
encuentro.
— Mierda — solté una pequeña risa al escucharlo. Ángel llevó una mano hasta
alcanzar la pañoleta morada y llevarla nuevamente a mi frente dejándome ver—
¿Qué se sintió ser ciego en una situación así?
—Excitante — ambos reímos — fue lindo; no necesito verte para que...me hagas
sentir bien.
Lo pude ver sonreír. Él sabía lo mucho que me costaba decir ese tipo de cosas, él
dejaba que yo fuese a mi ritmo, eso me gustaba.
— Eres lindo. Me gustó poder conocer...más de ti. Ahora tengo una imagen más
clara — Ángel pasaba sus dedos por mi pecho formando figuras.
— ¿Ah sí?—
—Huele a latte—
— Tiré el café por accidente mientras te traía a la cama— volvimos a reír. Giré la
cara con cuidado para dejar un beso en sus labios— gracias por dar ese paso.
Conozco tus miedos y es lindo ayudarte en eso...
—Ángel; ¿Recuerdas mis miedos?— asintió con lentitud— descubrí algo que me
ayuda...
— ¿Qué?— llevé la mano a mi mesa de noche buscando mi teléfono. Al
encontrarlo entré con rapidez a mi música para colocar una canción
— Fue una canción lo que me hizo abrirme y poder besarte. Así que la música me
hace. Decir lo que a veces no puedo — Lo miré de reojo. Sonreía muy orgulloso
de mi pequeño avance.
— Los dejamos atrás —nos unimos en un pequeño beso, justo al tiempo en que la
voz del artista comenzaba a inundar la habitación.
ELIAN
El sábado se hacía presente; hoy como cada fin de semana debía acudir a mi
escuela de arte. Quedaba un poco retirada a mi casa por lo cual debía tomar el
colectivo pero valía la pena ya que ahí dentro de esa cuatro paredes es donde mi
verdadero mundo se encuentra.
Las últimas noches vividas con Ángel se repetían en mi mente una y otra vez
haciéndome sacar una que otra sonrisa. No podía creer que había encontrado una
persona que realmente se interesara en mí y comprendiera mis sentimientos; o
aún mejor, los cuidara tan bien.
— ¿Sabes? Nunca había tenido esto. Hablo de, una conexión verdadera — lo
observé; ambos nos encontrábamos en el sofá de mi casa la cual se encontraba
habitada solo por los dos.
El decir su nombre posee un significado fuerte; significa que dejó los miedos atrás
y confía en mí. Quizá él no sabe que mi nombre también es falso; pero planeo
decirle que soy Elian, quiero hacerlo cuando me sienta bien con eso; será
entonces cuando esté listo de entregarle todo de mí y tener todo de él.
— Hoy pareces inspirado Elian; ¿Puedo ver lo que haces? — salí de ese pequeño
recuerdo al escuchar la voz de mi profesor.
—Claro señor — asentí. Esa acción lo hizo desplazarse hacia otro de mis
compañeros.
[...]
El tiempo en clase había culminado; todos estaban tomando sus materiales para
acto seguido desaparecer del aula. Desde que ingresé al plantel hace un año pude
percatarme de la diferencia entre la mayoría de mis compañeros y yo; quizá por
eso me cohíbo tanto a la hora de socializar aquí.
Sus materiales son de los mejores; todo su equipo de trabajo son de esos que yo
solo deseo tener algún día. Cuando entré el primer día recibí un par de miradas
por parte de ellos, lo recuerdo muy bien.
—Él es Elian Galdan Miller; se incorpora a esta aula a partir de hoy—los ojos de
todos se centraron en mí. Pude ver como algunos me miraban de arriba abajo,
unos con mirada indiferente y otros burlona— Elian; allá puede ser tu espacio de
trabajo. Siéntete cómodo...
— Hoy iremos a lo básico, quiero conocerlos realmente. Quiero que hagan una
pintura que exprese quienes son. ¿Entendido? — vi como todos con rapidez
iniciaban la tarea. Yo no entendía cuál era su prisa.
Esto es un arma de doble filo. Nadie sabe realmente quien es; cuesta tanto
conocerse a sí mismo y él quien eres. A pesar de decir que era algo básico mi
interior me decía todo lo contrario.
Tardé en hacer mi trabajo; uno, debía pensar bien lo que haría y dos, como
hacerlo con los materiales que tengo.
Al final opté por usar solo un lápiz y sacapuntas. Me sentía muy orgulloso de mi
trabajo, hasta que vi el de los demás.
El profesor pasó por cada lugar sin decir una palabra, hasta detenerse en el mío.
Ahí sentí que se avecinaba algo malo.
— Elian— tomó en manos mi trabajó y lo giró hacía la clase; yo solo pude detener
la mirada en mis zapatos— sacapuntas y un lápiz...
Escuché un par de risas tontas; bueno, ahora es cuando quiero desaparecer.
—Elian; acércate por favor— el profesor Soto me llamó tan pronto el último
alumno salió del aula.
No dudé en dirigirme a él una vez tomé mi mochila.
— ¿Si? —
— ¿Sabes por qué se pinta Elian? ¿Qué es lo que quiere reflejar un artista en su
arte? —
—Lo que siente — me señaló tan pronto dije eso. No se veía molesto así que
pude bajar la guardia; incluso sonreía ladino.
— Ese chico que es tu musa...No le dejes; parece hacerte mucho bien- sonreí al
escucharlo. Quizá desde hace un par de clases atrás venía pintando a Ángel—
— Lo hace...realmente lo hace—
ISAAC
Su llegada no sólo me hizo sentir más libre; sino también logró sin saberlo que la
relación con mi abuela y hermana se fortalezca. Ahora me tomo tiempos para salir
con mi querida abuela Beatriz para contarle las anécdotas que paso con Ramiro y
ella me escucha felizmente.
Mis amigos han estado al pendiente de eso también; sobre todo Catriel, ella es la
única que conoce a detalle lo que pasó en la habitación de Ramiro aquel día,
sabía que si Nathy se enteraba haría todo un drama y prefería saltarme eso.
Los fines de semana los ocupó para salir con mis amigos ya que Ramiro va a su
escuela de arte por la mañana; eso solo me recuerda que debo tomar una
decisión dentro de poco y me aterra.
—Venga ya; la idea de los bolos es bastante aburrida—se quejó Tamara; 1 hora
después. Llevábamos bastante tiempo aquí y ella parecía no disfrutarlo. A veces
me estresa demasiado.
Lo que él desconocía es que ya había venido a este lugar un par de días atrás y
mi maestro estrella se había encargado de enseñarme cómo hacerlo.
— ¿Le di? — susurré mientras hacía una mueca graciosa. Habíamos acudido al
boliche más cercano juntos sus dos amigos y mi hermana, al parecer Regina sigue
cerca de ese Diego.
— Si pelean no van a ganarnos —habló Regina esta vez. Ella, Diego y “Eróticos”
eran un equipo y "Rangel" éramos otro. Yo seguí mostrando el dedo corazón pero
movía la mano hacia todos lados haciéndolos reír.
— Bien; pero debes concentrarte— su pequeña clase tardó un par de tiros. Igual
no se rindió; eso me agradaba de él.
Unos 10 tiros después logré derribar unos cuantos pinos, pero estábamos
decididos a irnos hasta que el último callera. El juego seguía y el equipo contrario
iba ganando, así que yo tenía el último saque.
— Venga Ángel —se alejó unos pasos para darme libertad de hacer el tiro. Me
concentre en sus palabras una y otra vez; incluso podía sentir aún su mano en mi
cintura y la otra en mi mano para tirar.
Lancé la bola; la escuché girar y unos segundos después como los pinos caían.
— ¿Lo hice? ¡Lo hice! — Elevé una mano victorioso—- En su cara perras—mostré
nuevamente mi dedo corazón.
No pensaba hacerlo tan bien; me llevé una gran sorpresa al escuchar los gritos de
mi equipo.
— ¡Chuza! No mames—
— ¿Cómo te quedó el ojo Nathy? — sonreí burlón al momento que colocaba una
mano en mi cintura y la otra la acercaba a mi boca para soplar mis uñas— Que
bueno que estoy ciego; así no veo tu vergüenza y el papel lamentable que
hiciste...
Todos soltaron la carcajada; muy sonriente volví a mi lugar gracias a Catriel quien
muy emocionada se acercó a mí. Todos parecían muy sorprendidos ante mi gran
logro y Nathy no dejaba de dramatizar el momento.
—Ajá sí. ¿Desde cuándo juegas tan bien Bardelli? — sonreí elevando la barbilla al
escuchar el comentario que provenía de Max.
—Me enseñaron—
—Uhh Ramiro —mis mejillas tomaron color tan pronto escuché a mi pelirroja
amiga.
— ¿Quién es ese tal Ramiro? ¿Es el chico que subes a tus historias? —y ahí
estaba Tamara preguntando sobre todo nuevamente.
ELIAN
— Volví— hablé tan pronto había dado un par de pasos en el interior de la casa.
Mi padre ya se encontraba comiendo.
—Hay algo en la estufa. Siéntate— al parecer es uno de sus días más sobrio. No
tardé mucho en acompañarlo en la mesa luego de dejar mis cosas y servirme.
La comida consistía en frijoles, arroz blanco y un poco de carne, no era mucho
pero estaba acostumbrado a eso y sabía bien.
— ¿No hay partido en la televisión? — trataba de sacar algún tema; todo lejos de
mis estudios o su bebida.
— Nuevo inicio, nuevo inicio. ¿Cómo te fue la semana que te dejé solo? —
— No es como que tenga a quien traer— él soltó una pequeña risa, así que opté
por reír con él.
—Es de Diego; me lo prestó para estar al pendiente del cargamento que estaba
por recibir en el supermercado— traté de sonar natural. Él me miraba serio y
después dirigía la mirada al reloj
— Diego...que curioso—extendí la mano para que me lo diera— ¿Entonces la
pañoleta esa que cargas siempre con olor a perfume también es de Diego? Y qué
me dices de tus sábanas... ¿Son por Diego también?
— Papá; solo dame el maldito reloj—hablé con calma acercando más mi mano a
él. Mi padre colocó el reloj en mi palma pero antes de que alejara mi brazo me
tomó de la muñeca con fuerza.
—Esta casa no es un hotel Elian. Te lo he dicho muy bien, no quiero a nadie aquí
¿Entendiste? — su voz se fue elevando a medida que hablaba; yo solo intentaba
alejar la mano pero su fuerza era mayor.
— Papá; basta... —
— ¿Quién es? —
— ¿Qué? —
— ¡Quien es el maldito prostituto que metiste a esta casa Elian! ¡QUIERO SABER
QUIÉN ES! — gritó con fuerza en mi cara. No iba a decirle eso; uno, porque no sé
su nombre real y dos, porque de hacerlo perdería lo único bueno que hay en mi
vida ahora.
—Te lo voy a repetir una última vez muchacho... — comenzó a aproximarse a mí;
yo solo pude retroceder con cautela— ¿A quién jodidos metiste a mi casa?
¡Dímelo!
No dije ni una palabra; eso solo fue la gota que derramó el vaso. Segundos
después su puño se estrelló en mi pómulo haciéndome girar la cara. No paró ahí,
vino otro, y luego otro. Estaba seguro de que mi nariz sangraba y mi labio se había
roto. Apenas y pude reaccionar cuando ya me tenía tomado por el cuello de la
camisa y me estampaba contra la pared.
— ¡No! — Eso lo hizo enfurecer más— No vas a joderte lo único bueno que tengo
— No lo conoces... —
— No; pero conozco lo que es ser padre. Te aseguro que ninguno quiere que su
hijo salga con un don nadie. Y menos si cargas con el apellido Galdan— me miró
de arriba abajo—Quizá te quiera. Pero su familia jamás te va a aceptar. Hazle un
favor y aléjate de él...
Me aparté del espejo tras escuchar mi teléfono con ese tono tan característico de
"Girasol". No tardé en atender, él era lo que necesitaba.
— ¿Hola? —
Reí ante eso; al hacerlo mi labio dolía pero no me importaba. Ese juego era algo
nuestro.
— Bueno; planeaba arreglar el auto viejo. ¿Qué tan bueno eres siendo asistente
de mecánico? —
[...]
—Por aquí; a unos 10 metros —No tardó mucho en acercarse a mí. Le ayudé con
mi bebida dando un trago rápidamente.
—Hueles a cafeína pasada —reí ante su comentario. Él como siempre se veía
bien; ahora usaba un overol de mezclilla acompañado de una playera blanca y una
gorra roja. Se toma en serio el papel.
Estábamos vestidos casi iguales; solo que el mío era pantalón y la parte de arriba
era playera de tirantes. Ángel se acercó a mí a tientas hasta tocar mi brazo y
aproximarse a mis labios dejando un beso en la comisura de estos, para mí suerte
del lado bueno de este.
—Estoy muy sudado— hice que quitará la mano de mi brazo para que no se
ensuciara— Repararlo no es cosa fácil.
-—Me daría asco pero imaginarlo me parece muy sexy— sonreí y negué con la
cabeza. Él no cambia. Estiró la mano hasta mi cabello acomodando mis rizos—
como lo imagine; hasta tus rizos están mojados
No iba a negarme. Tomó mi mano y se dejó guiar por mí hasta los escalones de
entrada de la casa donde había sombra. Ambos tomamos asiento ahí y dimos un
trago a las bebidas.
—Era de mi papá pero ya no puede usarlo. ¿Cómo te fue con tus amigos los fifís?
— ambos reímos. Tras contarme más acerca de ellos yo los había apodado así ya
que según él mis amigos son cholos.
—Bueno; ya...Me golpee con las puertas del supermercado. No quería verme
idiota pero ya lo hice, gracias — No se tragó mi mentira. Intentó tocar mi rostro
pero volví a detenerlo—Ángel...
—No es nada —mi voz salió en un tono más bajo está vez. Ángel dejó su bebida a
un lado para hacer uso de sus dos manos y está vez no pude impedir que las
posicionara en mi rostro—Ángel...
Su rostro reflejaba total preocupación y verle así por mí solo me hacía sentir
avergonzado por lo que me había sucedido. No pude evitar que unas cuantas
lágrimas salieran por mis ojos, y él se encargó de limpiar las mismas.
—Ángel... —
— Lo olvidaste en mi casa... —
— ¿Te ha lastimado antes? — Solté un suspiro, eso parecía una respuesta para él
porque se acercó abrazándome con fuerza— Lo sabía, yo sabía que algo iba mal
con él. No sabes cómo lo detesto...Es tu papá, que te haga eso es...
— Perdón que lo diga; pero si tienes este lugar... ¿Por qué vives con él? —hice
una mueca al escucharlo. Me alejé solo un poco para mirarle.
— Tú más que nadie entiende eso, ¿No? — lo miré. Soltó un pesado suspiro y
asintió— Algún día tomaré mis cosas y me iré.
— Si algún día planeas irte llévame contigo — lo miré cuando dijo eso
ISAAC
Supe que si me llamaban para pasar todo un día bajo el sol sudando a más no
poder, con solo música sonando a medias por la radio y compartiendo una bebida
de Starbucks aceptaría antes que cualquier otra solo si se trataba de Ramiro.
Había salido con chicos antes; me habían llevado a muchos lugares bellos y
prometían bajarme las estrellas; pero ninguno de esos momentos fue como este.
No hubo palabras románticas o ceja bajo la luz de la luna. No lo necesitaba.
La compañía de Ramiro la elegiría las veces que fuese necesario porque estando
con él no importaba el lugar; él me hacía sentir como una mariposa que podía
expandir sus alas y volar por todo el mundo. Él me hace feliz. El me hace libre.
CAPITULO 15
ISAAC
Los días pasaban y con eso yo debía tomar una decisión. Si bien mi vida ahora se
veía acobijada de buenos momentos también existían preocupaciones, y una de
ellas no la había compartido con Ramiro aún. Debía tomar una decisión y no sabía
qué dirección tomar, tengo 19 años y no puedo mantenerme estancado más
tiempo.
Tras mi accidente perdí un año escolar y mi madre optó por clases en casa. No
puedo seguir así; él siguiente año debo iniciar la universidad, debo elegir el rumbo
que tomará mi vida. Es frustrante ya que por años tenía una idea en mente, mi
pasión siempre fue ser piloto aviador pero la pérdida de mi vista me echó esos
planes abajo. Si bien aún hay esperanzas de que yo recupere la visión no puedo
aferrarme solo a eso, debo seguir.
Yo sabía que tenía que afrontar esto en cualquier momento, sólo estuve
aplazando el tiempo. Lo había pensado un par de veces al tocar la almohada por
las noches pero terminaba descartando cada idea. Hoy tocaría el tema con
Ramiro; él es la persona que menos le limita así que quizá pueda ayudarme a
pensar algo que sea para mí.
— ¿Ya pensaste en algo Isaac? Estamos a mitad del año y para Febrero debes
inscribirte a alguna Universidad — sentí la mano de mi madre posarse sobre la
mía. Había tomado asiento en la mesa justo a mi lado.
— Estoy en eso mamá; es difícil dar un giro a mis planes iniciales — rasqué mi
nuca; desde niño tenía solo una cosa en mente y ahora eso me era un problema.
Pensar en eso solo hacía que me diera dolor de cabeza; opté por tontear en mi
teléfono para olvidar la idea acerca de mi carrera. Había enviado un par de audios
a Ramiro pero él parecía desaparecido, supuse estaba muy ocupado en su trabajo
así que no quise interrumpir más.
Mi hermana no estaba en casa, seguramente salió con Diego; ellos llevan mucho
tiempo viéndose y aún no sé si eso me agrada del todo. Mi abuela tampoco
estaba, todo apuntaba a que querían dejarme solo para que tomase una
decisión...Hoy sería un día difícil.
ELIAN
Así como hay días buenos también hay malos. Hoy es un día oscuro. Había
llegado el recibo de luz de la casa, el cable también y ni hablar del agua. En
resumen necesitaba pagar muchas cosas y con mi salario apenas y podía cubrir la
mitad de todo.
— Más deudas — solté un suspiro al ver la cantidad de dinero que debía juntar
para poder solventar los gastos— ¿Tienes algo?
— Tu amiguito puede darte su reloj— giré los ojos al escucharlo. Meter a Ángel en
todo esto era ridículo.
— Sólo nos quedan las joyas— se levantó del sofá dejándome perplejo.
No dejé de darle vueltas al tema una y otra vez en mi cabeza. Yo sabía bien cuál
era la solución a mi problema, pero era a algo a lo que sólo recurría en situaciones
extremas. Solté un suspiro al ver mi cartera con tan poco dinero y la foto de mi
madre en ella; tenía que hacerlo.
— ¿Qué? ¿Quién?— reí bajo al ver como se sentaba correctamente con rapidez y
colocaba una mano en su frente cual saludo de soldado — ¿Si Jefecito?
— Soy Elian tonto — le di un pequeño zape que logró despertarlo; se sacó las
gafas y soltó un bostezo — tardaré un poco en mi descanso. ¿Me cubres?
Caminé hasta un parque para pensar un poco lo que haría. Observé a la gente de
mí alrededor; sabía que era desconsiderado de mi parte y no tenía perdón pero no
tenía mucho tiempo. Me coloqué mi sudadera negra cubriéndome el rostro con
ayuda del gorro y metí la mano en mi bolsillo para tomar la navaja.
Tenía solo 11 años. 11. Era sólo un niño y ya estaba cometiendo atrocidades para
mi gusto. Con esto logré sacarle dinero a un niño de mi curso y así poder comer
luego de un día pasando hambre. Yo era despreciable.
— Exactamente por eso. Uno decide como ver el mundo— sonrió muy alegre
manteniendo la vista al frente — Hoy creí que sería un mal día porque tuve
dolores en el corazón nuevamente. Pero ¿Sabes qué? Decidí venir para ver cómo
vivían los demás su día. Ese niño por ejemplo— señaló un infante que se
encontraba a unos metros de nosotros.
— Lo vi al llegar. Pisó popo un par de veces — ella dejó salir una melodiosa risa.
— Si; pero eso no lo detuvo, se ve muy feliz aun así. Entonces pensé, ¿Por qué yo
no iba a estar feliz?— mientras la escuchaba no dejaba de observar sutilmente su
bolso, prácticamente tenía la mina de oro ahí y no sabía si era una señal— Tú no
te ves muy feliz
— No hablas mucho; pero fue bueno compartir estos minutos contigo. Que tengas
más días felices — No dijo más. Comenzó a alejarse dejándome con sus palabras
en mi mente.
Fue entonces cuando mi mirada fue directa a su bolsa la cual permanecía ahí; ella
se seguía alejando y parecía no recordar haberla olvidado. Con miedo de ser visto
observé el interior de esta, al abrir la cartera pude ver muchos billetes ahí. Con
todo eso podría pagar dos veces mis gastos pero las palabras que me había
brindado no desaparecían.
Miré mi reloj. Mi tiempo se había agotado. Miré al cielo esperando una señal pero
sabía que eso no llegaría. Solté un suspiro y me levanté con la bolsa en mano.
— ¡Hey! Señora... ¡Señora!— corrí detrás de aquella mujer; no tuve que correr
demasiado ya que ella iba a un ritmo lento. Al escuchar se giró para mirarme—
Olvidó esto...
— ¿Dónde tengo la cabeza eh? Parece que vivo en marte — la tomó muy
sonriente y se acercó a mí para depositar un beso en mi mejilla— Gracias querido.
Que chico tan amable, ten un gran día.
— Igual — le sonreí leve al ver como se alejaba. Miré mi reloj, estaba perdido.
Debía regresar al trabajo y ahora no tenía el dinero lo que significaba que perdería
lo último que me quedaba de mamá.
A veces me maldigo por el corazón de pollo que tengo; no pude robar teniendo
todo en mis manos. Joder.
[...]
— Si ganas será porque te metiste con el jefe— se burló Diego tomando asiento
sobre la barra ganando una mala cara de parte de nuestro amigo.
— Bien; búrlense. Pero si vuelve a ganar Diego juro que me voy de aquí por no
aprovechar mi talento — las carcajadas no tardaron en salir. Incluso el moreno río
de su propio comentario.
Ella se había ganado ese apodo luego de que corriera por todo el lugar con las
manos en su trasero hasta llegar al baño luego de que comiera algo que le cayó
muy mal.
— Ese burrito me cayó mal. La diarrea no depende de mí, tus piojos sí. Báñate—
todos rieron al ver como se defendía. Ofelia trataba de no reír pero cada que
Daniela no la miraba ella dejaba escapar risas por el apodo de su novia.
—Ya, no te enojes bebé — Ofelia se acercó a su novia para calmarla pasando un
brazo por sus hombros y dejando un beso en su mejilla — Mejor habla Elian,
¿Quién crees?
— ¡Qué solo fue una vez carajo!— reímos bajo al escucharla. No le íbamos a
quitar ese apodo nunca. Todos teníamos uno.
Justo cuando estaba por colocarme los audífonos alguien colocó sus compras en
la barra haciéndome elevar la mirada dispuesto a dar el típico saludo. Sin
embargo, me llevé una sorpresa al ver a la mujer del parque ahí.
— Hola...— no supe bien que decir. No sabía qué hacía ahí, y ahora que veo su
compra solo son unos caramelos; ¿Quién viene al supermercado solo por eso? —
¿Es todo?
— Si; es todo— sacó su cartera para pagar pero no soltó el billete cuando yo lo
tomé — ¿Sabes? No me equivoqué en lo que te dije. Por un momento creí que
realmente sacarías esa navaja, pero ahora veo que mi corazón no mintió.
Al escuchar sus palabras sentí que la cara se me caía de vergüenza y quería que
la tierra me tragara. Ella lo sabía, esa mujer no estaba aquí para comprar
caramelos.
— Señora...— levantó una mano para que no dijera nada; le sonrió muy amable y
habló.
— Estaré afuera. Te espero ahí tan pronto termines tu turno— recibió el cambio y
salió de ahí sin decir ni una palabra más.
El reloj marcó las tres de la tarde dando fin a mi jornada y con eso solo pude
aventurarme a mi destino. Quizá se atravesó por mi mente salir por la puerta
trasera pero yo no era un cobarde; si la señora me había atrapado con la intención
de robarle ahora debía darle la cara.
— Y no lo soy...— hice una mueca mirando al frente. Sin saberlo había jodido todo
con Ángel. Ahora su abuela conocía realmente como soy y siendo así no le
querrán cerca de él.
— Si lo eres. ¿Crees que olvido mis bolsos por accidente todo el tiempo?— me
miró sonriendo dulcemente. Ahora veo de dónde sacó ese carisma Ángel.
— Lo sé. Es por eso que sé que no me equivoque al pensar que eres un buen
chico— llevó una mano a mi barbilla para obligarme a mirarla — La vida no es
muy justa. La vida no te a tratado muy bien y cuando uno se siente sólo, es que
por sí mismo busca salir de sus problemas.
Asentí al escucharla. Esa mujer tenía tan buen corazón como Ángel.
— Porque veo la sonrisa que pones en el rostro de mi nieto todos los días —
sonrió dulce a medida que tomaba mi mano— Le das mucho color. Las buenas
personas hacen eso; las que son malas jamás podrán darle color a la vida de
alguien.
— Más bien creo que es al revés— la señora Beatriz soltó un suspiro y se levantó
estirando su mano. Supe a lo que se refería así que me levanté ofreciéndole mi
brazo para que se agarrara y así caminar juntos.
— Puedo llevarla— cuando volví a su lado ella palmeó mi brazo regalándome una
dulce sonrisa.
— Bien; pero quiero que me cuentes más de ti. Las anécdotas de mi nieto son
divertidas pero es mejor escucharlas de quien las vive; ¿no?— sonreí al saber que
Ángel le contaba de mí. Una imagen de ambos compartiendo historias llegó a mi
mente y eso fue suficiente para darme felicidad.
[...]
El camino no fue tan largo pero tomamos nuestro tiempo para que yo le contara de
mi vida. La señora Bea no me juzgó en ningún momento y fue muy comprensiva;
ella era otra persona multicolor.
— Los vi hace tiempo; no quise mencionarle nada a Ángel. No quería que sintiera
que lo vigilo— soltó un suspiro soñadora— Sólo me gusta ver lo feliz que es
ahora.
— Ay Helena. Mi hija es testaruda; no la culpo, es difícil lidiar con algo así pero
ella parece ser la cegada — me miró — Ella aún no está lista para ver la realidad.
Creo que le atemoriza más a ella que a mi nieto.
— Usted sabe si...— rasqué mi nuca. No sabía bien como preguntar esto.
— ¿Si sabe de ti? Ay cariño. Tango ella como Andrés lo sospechan— hizo una
mueca— me preocupa su pensar. Más el de ella; es demasiado cerrada. Pero no
te preocupes, yo mantengo ese secreto muy bien, ser "Ángel" es lo mejor que le
pasó a mi sobrino.
— Bea— me detuve al estar a unos metros de su casa — ¿Tú crees que ellos?
Digo...
— Hijo mío— se colocó frente a mí — Nadie puede decidir con quién debe estar
mi nieto más que él. Quien te conoce mejor es él. No te atormentes con esos
pensamientos...
— Es que alguien me dijo que ningún padre quiere a alguien como yo para su
hijo— hablé bajo. Dolía decirlo en voz alta, más aun sabiendo que quien me lo dijo
fue mi propio padre.
— ¿Por qué? ¿Por qué has cometido errores? — rio bajo— ¿Quién está libre de
pecado?
Sonreí al escucharla.
— Si mi nieto te elige es por una razón. Sólo piensa en eso— se acercó para
depositar un beso en mi mejilla y tomó las bolsas de mis manos— Espero verte
pronto
— Gracias por todo — ella me sonrió dulce; buscó algo en su bolsillo y tomó mi
mano para depositar algo en ella.
Al ver mi palma pude distinguir unos billetes. La miré sin entender y estiré la mano
intentando regresarle el dinero.
—No seas tan orgulloso querido— sonrió al momento que alejaba mi mano para
que me quedara con el dinero.
ISAAC
—Hijo; ¿Qué haces?—Al escuchar la voz de mi abuela me caí del sofá debido al
susto. Desde hace horas que estaba solo y fue tanto mi aburrimiento que termine
de cabeza en el sofá.
— ¿Regalo?—
Escuché su risa; supuse era algo bueno. Caminé con cuidado fuera de la casa con
ayuda de mi bastón tal como lo había indicado, ahora me preguntaba por qué
rayos no había salido yo por mi propia cuenta. Mi paso se detuvo cuando una
mano se posicionó en mi hombro.
—Te desapareciste todo el día baboso; ya pensé que andabas dando paquetes en
otros lados— me alejé un poco de él al momento que guardaba mi bastón para
cruzarme de brazos fingiendo indignación.
— Bueno; ahora que proceso todo...mi abuela te trajo— mi confusión era evidente.
— Te contaré. Sube a mi espalda y vamos al parque — no iba a negar eso así que
me quede quieto hasta que él posicionó mis manos en sus hombros; al sentir que
se había agachado me subí. Sentí como colocó las manos en mis muslos y
después volvía a su posición recta.
—No hay una razón. Pero ahora me das una idea para hacer ejercicio — comenzó
su andar.
No nos tomó mucho tiempo llegar al parque; cuando así lo hicimos ambos
tomamos asiento en una banca alejada y yo subí mis piernas para subirlas sobre
Ramiro.
— Le gusta verte feliz; Manuel es un shipper loco— sonreí ante eso. Mi abuela en
este tiempo se convirtió en mi favorita definitivamente. Y si hablamos de su amigo,
tenía toda la razón.
— Si; de hecho se llevaría bien con tu abuela también — soltó una risa— Si mamá
te hubiese conocido te amaría demasiado. No tengo dudas; quizá nunca te lo he
dicho...porque ya sabes— comenzó a jugar con mis manos, hace eso cuando está
nervioso— me cuesta decir las cosas...
— Vas bien— elevé la barbilla para poder dejar un beso en su mejilla.
— ¿Noviembre?—
— Si; ese día fue una completa mierda pero tú fuiste lo único bueno— escucharlo
me hizo explotar de felicidad por dentro. No resistí y tomé su rostro con cuidado
para acto seguido plantarle un beso. Yo era así, muy explosivo y no pude contener
eso que sentía.
— No se pide perdón por un beso Ángel — río bajo uniendo su frente con la mía;
eso me daba tanta paz— Gracias por ir al Starbucks ese día...
—Gracias por tirarme el café — soltamos una pequeña risa; no podía verlo pero
en mi mente él mantenía un sonrojo, lo sabía por esa risita en particular y estaba
seguro que yo también.
Esta vez fue él quien me tomó de la barbilla para unirnos en un beso; esta vez fue
uno largo, un beso que disfruté debido a ese sabor a cafeína. Estaba muy seguro
de ser adicto a ella y más aún de no querer dejarla.
CAPITULO 16
Uno tan amargo como el café y el otro tan dulce como el caramelo.
ELIAN
Toda la noche la dediqué en hacer una pintura para la señora Beatriz; ella había
sido un nuevo ser multicolor que entró en mi vida ayudándome en un momento de
necesidad y quería esmerarme en mi trabajo. Quizá dormí poco pero conseguí lo
que quería, estaba satisfecho de la buena obra que logré.
Ofelia es quien más ha aparecido; lo tiene bien merecido, quizá es quien se toma
el trabajo más en serio. Cada que es fin de mes siempre es igual; todos los
trabajadores tratan de estar más al pendiente de su trabajo, sobre todo las
personas mayores que se sitúan en la zona de panadería, lácteos o mariscos.
Entre los cajeros somos todos chicos de entre 25 y 15 años. De todos ellos yo solo
cruzo palabras con la pareja de chicas, mis dos mejores amigos e Irvin. Él es el
menor de todos con 16 años recién cumplidos y es demasiado tímido.
Para nuestra hora de descanso al fin los tiempos de todos mis allegados
coordinaron así que optamos por comer juntos en la zona de personal.
— ¿Vieron a doña Cristina? Hasta se peinó para venir— Daniela fue la primera en
sacar los comentarios para chismosear. Aquí es como en una escuela; existen
distintos grupitos entre trabajadores y no todos nos llevamos bien.
— Oh calla que eso es poco a comparación de Lourdes— Ofelia giró los ojos; esa
chica es un poco...mm coqueta — Casi se le sale una boobie con la blusa que
trae; eso ni es el uniforme.
— El punto es; todos se pelean el premio está vez— Diego como siempre entró a
calmar la situación. Yo solo escuchaba todo mientras bebía de mi café.
— A mí no me vendría mal; llevo juntando dinero para ir con Regina lejos a pasear
— miré a mi amigo cuando habló. Sí que va en serio con ella. Ahora que lo pienso
jamás me había planteado que haría yo si ganaba dicho premio. Sería lindo hacer
algo para Ángel.
He tenido una idea en mente de algo que he querido hacer; pero aún no sé si
tengo el suficiente valor. Ya lo hablaría más tarde con Diego.
Eso fue suficiente para desatar una pequeña pelea donde Manuel alegaba ser
buen trabajador y las novias se defendían entre ellas. Fue justo mi hora de
indicarle a Diego que saliéramos para hablar un poco.
— Hasta que tenemos un rato— río bajo. Obviamente ambos estamos muy al
tanto de la vida del otro pero no hemos platicado muy a solas.
— Podemos comenzar con el tema de Regina; ¿Ya son algo serio?— soltó una
risa negando; era gracioso por que no se le veían ojos.
— No; pero ella me gusta— a veces envidiaba a mi amigo por ser tan bueno
expresándose así de rápido. Yo ni siquiera digo en voz alta que me gusta Ángel y
eso es poco— Vamos bien; ¿Y tú?
— Vamos poco a poco pero ya conocemos mucho del otro; estuve pensando en el
tema del nombre — me miró cuando dije eso— él no sabe que le he mentido con
eso; y bueno, quería hacerlo de una forma especial...
—Oh nada...nada..
— ¿Sabes su nombre no es cierto?— comenzó a reír bajo así que opté por darle
pequeños golpes en el hombro— ¡Diego!
— Oh vamos; salgo con su hermana, sería ridículo que no se le haya escapado
decirme su nombre — eso era muy cierto— Obviamente no te diré nada porque
eso es cosa suya...
— Me gusta mucho Ángel — no pude evitar sonrojarme al decir eso; Diego solo
sonrió y asintió.
— ¿Quieres formalizar algo con él?— asentí cual niño apenado cuando habló por
mí— Eso es bueno; ¡Me alegro por ti!
—Elian; es obvio que va a aceptar— pasó un brazo por mis hombros obligándome
a caminar junto a él — Le gustas idiota y mucho; prácticamente son una pareja, la
cosa es formalizar como tal.
— Tengo la idea perfecta— sonreí ya más seguro de esto. Por eso es que me
gusta hablar con Diego— Elian Galdan con novio... ¿Te lo imaginabas?
—Siendo sincero no— rio bajo— pero sí que lo quería. Oye; ¿Le dirás tu nombre
junto a la propuesta, cierto?
— Si, si— asentí — Ya te contaré más tarde mi idea. Sólo espero el momento
adecuado...
—Me agrada que te decidas — me miró sonriente — Vas por muy buen camino
Miller y me siento orgulloso. Estoy seguro que tu mamá lo está también, por verte
así de feliz.
Mi amigo es muy sentimental así que no tardó en abrazarme; él sabe lo duro que a
sido para mí la vida y como en consecuencia de eso expresarme es un problema
peor él me ha tenido paciencia y se mantiene fiel.
—Yo también Elian; eres mi tarzan— sus palabras me hicieron reír bajo al
recordar.
— ¡Mi pincel!— me asomé por la cerca tras ver como un perro invadía mi jardín y
se llevaba entre los dientes tan preciado artefacto.
Al no ver a nadie cerca opté por saltar esa valla con cuidado; terminé cayendo de
cara pero no fue doloroso.
— ¿Qué traes ahí Foster?— me detuve al escuchar la voz de otro niño. Al mirar
mejor pude ver un chico muy blanco y dos rendijas como ojos.
— ¿Quién eres?— al acercarme más pude ver que en realidad sí tenía ojos; muy
pequeños pero ahí estaban
—Tu vecino— señalé la casa de a lado— Eso es mío — extendí mi mano. Él
entrecerró los ojos provocando mi risa, muy dudoso me regresó mi pincel.
— ¿ah sí? Tú...tu Pareces Tarzan— señaló mi cabeza; mi cabello era muy largo.
Ambos nos quedamos callados unos segundos y acto seguido soltamos la
carcajada.
ISAAC
— ¿Qué tal si estudias para trabajar en la radio?— mi mejor amigo dio otra idea;
negué dejándome caer en la cama.
—No; no es mi estilo—
— No; una cosa es que me guste vestirme bien pero no pienso estudiar eso—
busqué el plato con uvas que habíamos subido y comencé a comer para calmar mi
angustia.
— Se me agotan las ideas Isaac, decide algo...no sé— gruñí bajo. Llevábamos así
toda la mañana y no logré decidirme por nada, esto era agotador.
— ¿Qué propuestas te ha dado tu novio?— sonreí mientras comía al escuchar a
Catriel.
—No es mi novio...aún —reí bajo; me giré en la cama para quedar panza abajo y
levanté los pies moviéndolos en el aire—Además aún no le comento. Lo haré hoy;
iba a hacerlo ayer pero nos entretuvimos
—Estábamos en el parqué extremista— le lancé una uva; sabía bien donde estaba
así que espero haber atinado — Sólo hablamos de otros temas, me contó más de
su mamá y me gusta eso...
—Uhh ¿Lengua?— la pelirroja me hizo soltar la risa y ganó a su vez un regaño por
su novio.
—Uy salió a atacar el más santo. Cállate Arango que bien que me hiciste comprar
tus condones y lubricante — soltó un fuerte “Shhh” junto a Catriel haciéndome
carcajear.
— ¡Isaac Bardelli! —
— ¿Qué sucede?— ambos nos recostamos boca arriba en mi cama con las
cabezas juntas.
—Bueno; no conozco a Ramiro pero si es como cuentas...te juro que si— tomó mi
mano dando un apretón. Sus palabras solo hacían que mi corazón latiera muy
rápido— Se están enamorando Isaac y es bello.
[...]
El día siguió su curso; tras darle vueltas al asunto decidimos dejar el tema de mi
profesión de lado y disfrutar de una película autodescriptiva para que yo pudiese
pasarla bien. Tras terminar ellos se fueron ya que tenían una cita especial y yo no
quería atrasarlos más.
Una media hora después recibí su llamada; no tardé mucho en vestirme portando
un crop top y un short corto. Salí de mi casa sin problemas ya que mamá ahora
salía algo tarde del trabajo y papá no preguntaba. Lo único que hice fue gritarle a
Regina que saldría, ella solo gritó "Bien" debido a que era obvio con quien iba.
— Hola señorito Ángel — dejó un cálido beso en mis labios haciéndome sonreír.
— Me agrada. Usaré unas gafas de sol muy monas para la ocasión — sonreí
mientras simulaba tomar el sol. Él seguía arreglando algo en la parte delantera del
auto, lo sabía por los ruidos que generaba.
— Un viaje escuchando buena música; podríamos hacer paradas en uno que otro
lugar — la idea de alejarme por un tiempo de mi casa era tentadora. Así que ese
viaje pintaba bastante bien para mí, más aún luego de tener días tan estresantes.
— Sí que lo necesito. Estos últimos días son una mierda — bufé a medida que
bajaba del auto con cuidado para recargarme en las puertas del mismo.
— ¿Y eso?—
—Tengo 19; ya es momento que deje los estudios en casa y entre a una
universidad — solté un suspiro— ser piloto era mi jodido sueño y pensar en otra
carrera me da dolor de cabeza.
— Bueno; es horrible tener que desviar el camino pero a veces no se puede hacer
mucho — escuché como cerraba el capó del auto— te lo digo yo; no tenía
pensado trabajar de lunes a viernes e ir a una escuela sabatina
Escuché sus pasos y segundos después ya estaba frente a mí con una mano en
mi cintura para que sintiese su proximidad.
— Busca algo que te apasione; eres inteligente y algo podrás encontrar— sonreí
al escucharlo.
— Si pudiese lo haría — llevó sus manos a mi nuca y segundos después unió sus
labios con los míos provocando que miles de mariposas volaran por todo el lugar.
ELIAN
Sentir sus labios era como volar; un segundo estaba en mi garaje y al otro sobre la
nube más alta con Ángel volando a mi lado. Ese sabor a caramelo inundaba mi
cavidad bucal y no podía cansarme de que fuese así. Ahora era mi sabor favorito.
— Sea la carrera que tomes. Hazlo por ti, no por alguien más — Lo observé.
Sabía lo duro que era para él dejar algo que ama tanto, la idea de estar sin hacer
arte para mí sería muy difícil.
— Oye... ¿Ya te dije lo bien que te queda esa ropa?— soltó una pequeña risita al
escucharme.
— Se me ve buen culo, ¿Ah que si?— yo fui quien rio está vez. La verdad tenía
toda la razón, tenía un trasero de envidia.
— La verdad si— lo tomé de la barbilla para que elevé la cabeza y así unir mi
frente con la suya.
—Te diría lo mismo pero no tienes— volvimos a reír. Él movió su cabeza iniciando
un beso esquimal así que lo seguí.
— Lo recuerdo bien— llevó sus manos hasta mi nuca. Poco después vi como
comenzaba a colocar la pañoleta morada en mi frente y tras eso la bajó
dejándome ciego.
Sentí como todo se detenía; apenas y distinguí la canción que sonaba por la radio
la cual parecía ser "Fallen angels", todos mis sentidos estaban en Ángel.
— Ángel...—
—...me gustas tanto— solo él lograba hacerme decir eso. Sólo podía expresarme
con Ángel. Esas tres palabras le hicieron soltar un pequeño suspiro.
— Y tú me gustas tanto a mi...— escucharlo fue música para mis oídos. Sentí
como miles de mariposas inundaban mi garaje, todas de diferentes colores.
Luego de tentarnos por un rato ese beso fue tan esperado como si no hubiésemos
unido nuestros labios antes. Tras decir eso habíamos dado un paso más cerca del
otro y eso nos gustaba.
Sus labios sabor a caramelo se unían con la cafeína dando el sabor más
embriagante que alguna vez habían tocado mis labios.
Lo que inició siendo un beso dulce e intenso pasó a ser más necesitado. Un beso
lo seguía otro y el siguiente era aún mejor. Sus manos bajaron a mi pecho
sintiendo la fina tela de esa camisa que portaba y las mías se aferraban a esa
cintura tan delicada que parecía esculpida.
Iniciaron siendo pequeñas caricias pero poco a poco sentí mi pecho subir y bajar
con rapidez tal como el suyo. Podía tener una pañoleta impidiéndome la vista pero
no necesitaba mis ojos para sentir tantas sensaciones correr por mi cuerpo.
Sus manos fueron desabrochando uno a uno los botones de mi camisa; cuando
consiguió hacerlo con todos pasó las manos por todo mi pecho haciéndome
suspirar. Las mías bajaron con lentitud a su trasero apretando un poco, su reflejo
fue levantar una pierna a la altura de mi cadera así que usé una mano para
mantenerla ahí, así nuestra proximidad era mayor.
No sé si el tener los ojos cubiertos lo volvía más excitante para mí; pero de lo que
estaba seguro es que cada caricia proveniente de Ángel me hacía suspirar.
— Quiero hacerlo...en serio quiero hacerlo —dejó un beso corto sobre mis labios
— sé que cuidas de mis sentimientos...
Eso fue todo lo que necesité para volver a besarlo. Ahora no serían solo roces o
caricias como los que habíamos compartido con anterioridad. Él lo quería y estaba
listo para eso, Ángel confiaba en mí tanto como yo en él así que no íbamos a dar
marcha atrás.
Busqué a ciegas la manija del auto para abrir la puerta trasera. Cuando al fin lo
logré él me ayudó subiendo la pañoleta para que así ambos pudiésemos ingresar
al auto sin problemas. Él se recostó dejándome arriba, al sentirme cerca no dudó
en enrollar las piernas en mi cadera para mantenerme cerca.
La habitación cambiaba a tonos naranjas tan pronto Ángel llevó sus manos a mi
pantalón para desabrocharlo; fui yo quien lo ayudó deshaciéndome de él junto a
mis zapatos. Nos uníamos en un beso y de vez en cuando los labios del otro
bajaban a explorar la piel expuesta.
Tonos tenues de amarillo rondaron en el lugar tan pronto me deshice del pequeño
short que portaba. Pero el verdadero explotó cuando cada uno se encargó de
retirar el bóxer del otro. Mis ojos bajaron a su miembro, se deleitaron con cada
parte de su cuerpo pero él me enseñó que el sentir es mucho mejor.
Ambos soltábamos una que otra maldición tras el placer que el otro nos generaba.
Cuando el momento llegó me coloqué bien el condón y retiré mis dedos para ser
intercambiados por mi miembro. Todo se llenó de azul al unir nuestros cuerpos.
Ambos estábamos dentro de ese auto cubiertos solo por esa pañoleta morada que
descansaba en mi frente y nos volvimos uno. La cafeína y él caramelo se
mezclaban tan bien creando un solo sabor.
Besos, gemidos, jadeos. El sudor recorría nuestra piel, mis labios se unían a los
de Ángel para callar los gemidos y sus manos se aferraban con fuerza a mi
espalda. Mis movimientos eran cada vez más rápidos y dirigí una mano a su
miembro con falta de atención para ir al mismo ritmo.
Ambos no podíamos soportar más. Fue entonces cuando el morado apareció. Ese
color marcó fin con nuestro encuentro íntimo haciendo que miles de descargas
corran por nuestro cuerpo. Solté el último gemido dejándome caer escondiendo la
cara en su cuello.
Su corazón latía tan fuerte como el mío. Llevó las manos hasta mi cabello para
jugar con él. Ambos estábamos cansados y quizá no nos veíamos pero estábamos
seguros que el otro mantenía una sonrisa.
Salí con cuidado de él y nos acomodamos de lado quedando frente a frente del
otro. Mis manos se mantenían en su pequeña cintura y las suyas seguían
ocupadas en mis rizos.
— Isaac...—
— ¿Eh?—
—Mi nombre es Isaac...—se acercó hasta rozar sus labios con los míos — Isaac
Bardelli...
Nuestros labios se unieron y mi interior solo podía explotar de felicidad. Eso había
sido todo para darme el valor de hacer lo que tanto me había estado pensando. Él
confía en mí. Yo confío en él.
La frase de hoy fue robada por Ramiro. Se dice que la usará con Ángel.
ELIAN
— ¡Isaac Bardelli! Se llama Isaac Bardelli — corrí hacia la caja cuatro donde se
encontraba Diego para tomarlo por los hombros y sacudirlo un poco.
— Si; es lo que dije — sonreí con emoción. A este punto me importaba poco lo
escandaloso que podía ser mi amigo con respecto al tema.
— Iba a hacerlo pero entró una llamada por parte de Regina; él debía volver a
casa y no creí prudente decirle... ¡Hey! Te mentí, me llamo Elian justo cuando nos
cambiábamos— Solté todo tan rápido que apenas y me di cuenta de mis palabras.
Al terminar inmediatamente tenía a mis dos mejores amigos mirándome. Mierda.
—Como que...mientras se cambiaban — Diego trató de ser sutil pero no lo logró
ya que Manuel se cubrió la boca rápidamente por la emoción.
— ¿Eso es un sí?— al fin habló el chino. Yo alejé mis manos de mi amigo y solté
un suspiro— oh dios...
— Como sea. Felicidades por hacer el delicioso — entre cerré los ojos al escuchar
a Diego — el punto es; ¿Para cuándo le dices tú nombre?
— Menos mal...—
Mi plan era simple. Acordé en llamarle para salir por la tarde como usualmente lo
hacemos; dijo tener una sorpresa para mí y yo tengo una para él. Bueno, dos.
Ayer tan pronto se fue no dudé en terminar aquella primera parte de mi plan la
cual requería completa entrega de mi parte. Ahora lo traigo en la mochila, si voy a
hacerlo quiero que sea en Starbucks, donde nos conocimos.
La parte dos. Lo que significa rebelarle mi identidad será en nuestro lugar secreto
ya que él me reveló el suyo ahí mismo. Realmente espero que después de este
día todo vaya para mejor; lo conozco y sé que no le molestará el hecho de que
esconda mi nombre así que espero disfrute la sorpresa.
— ¡Eliac!— miré a Eróticos quien parecía haber descubierto la cura para él cáncer;
nadie además de él parecía comprender sus palabras.
— ¿Eh?—
— Me gusta más como suena Rangel...— asentí al escuchar a Diego; eso era más
de nosotros.
— Igual ambos son tus patrones — le sacó la lengua — ¡ahora voten por mí que al
terminar el turno se anuncia el ganador!
ISAAC
Podía jurar que la cafeína seguía impregnada en mí. Me había dejado un poco de
él y yo no podía estar más feliz con eso. Al fin había soltado todo, le había dicho
mi nombre dejando atrás cualquier miedo y estaba dispuesto a compartir todo con
Ramiro.
Estoy enamorado.
Los minutos los sentía eternos; si bien había perdido el tiempo hablando con
Catriel por llamada o platicando con Regina nada lograba sacarme de la cabeza la
idea de estar con él. Yo me encontraba impaciente.
— ¿Si? Qué raro; me lo encontré cuando salí hace rato y me dijo que irá a comer
a casa de su novia — maldije internamente al escucharla.
— ¡Uy! Perdona cariño; Nathaniel llamó a la casa hace rato diciendo justo eso...y
que lo disculparas pero que no podía quedar mal con sus suegros— sentí la mano
de mi abuela posarse en mi hombro. Sonreí internamente al saber lo que hacía—
Ya estoy vieja y se me van las cosas. Perdóname hijo, y tú aquí esperando la
llamada...
— ¿Hola?— sonreí
— Fantasías sexuales; ¿Hablo con el señor Isaac Bardelli?— no pude evitar
que un sonrojo adornara mi rostro. Es la primera vez que decía mi nombre y se
escuchaba tan bien viniendo de él.
Quizá no me había dado cuenta cuanto me gusta mi nombre hasta que salió de
los labios de Ramiro.
— Suena interesante. Creo que un chico lindo estará por ahí — escuché su risa,
eso fue suficiente para que mi estómago sintiera la presencia de mariposas.
— Te encuentro ahí...—
— Claro; adiós — colgué soltando un suspiro; sentí una patada en mi pierna así
que no dudé en soltar un "Ouch". Fue entonces cuando capté que había atendido
a su llamada frente a toda mi familia. Maldita sea.
— Pues...con...—
—Un amigo mío mamá. Me quería invitar a salir pero le dije que no me
dejarían...Al parecer llamó para pedir permiso a Isaac y así pueda acompañarnos
ya que no me dejarían ir sola. ¿No es así hermano?— sentí su mano sobre la mía.
— si...Si; eso hizo—asentí
— ¿Y por qué dijiste "Es lindo pero me gusta el otro"?— mi mamá no iba a
creernos a menos que hiciéramos una buena coartada.
— Quería que le diera consejos sobre que ropa usar para impresionar a Regina.
Me relató dos pero me quedé con la primera opción, a nadie le gustan los cuadros
— sonreí intentando parecer confiado.
— Por un café—
— A una fiesta—
Maldije tan pronto hablamos al mismo tiempo. Estaba seguro que Regina me
lanzaba ojos de odio en este mismo momento.
— Hablo de que primero iremos a tomar un café y después hay una fiesta por aquí
cerca; me convenció diciendo que habrá chicos lindos — mantuve mi sonrisa
Colgate el mayor tiempo posible.
NARRADOR
No era la primera vez que la señora Bardelli tenía dudas a la hora de dejar salir a
sus hijos. Algo no cuadraba bien y lo supo desde que repentinamente aparecieron
mariposas en la puerta de Isaac. No quiso atacar más, esta vez actuaría con
cautela.
Sabía que su hijo estaba viendo a alguien y sus sospechas se vieron certeras
cuando se encontró con un viejo amigo de Isaac por la mañana.
— Señora Bardelli; hace tiempo no la veía —Maximiliano estrechó su mano muy
sonriente al ver a la mujer en el centro comercial.
— Max; Hola hijo— muy sonriente Helena dejó un beso en su mejilla— Digo lo
mismo; ¿Cómo estás? ¿Y tú hermana?
—Qué bueno; hace tiempo que no te veo por la casa; ¿Sigues en contacto con mi
Isaac?— a la mujer le extrañaba ya no tener tema de conversación con su hijo que
se centrara en sus amigos. De hecho; ya no tenía un tema con él.
— Si; de hecho hace poco fuimos a los bolos, solo que se fue pronto—
— Si; si me dijo— asintió leve pero le causó intriga el final del diálogo proveniente
por Pineda— ¿Pronto? ¿Cómo que se fue pronto?
— ¡Oh claro! Ramiro —mintió para no verse mal. Ahora sabía el nombre de aquel
sujeto que tanto pasaba tiempo con su hijo.
Prefirió callar por el momento. Ya vería si ese chico le hacía bien o mal a su
pequeño.
ELIAN
Mi turno estaba por terminar y la mayoría de los empleados tenía los pelos de
punta por los nervios. Al fin nuestro jefe daría el nombre del empleado del mes y
obviamente todos querían ganar. Eróticos incluso se bañó, con eso digo todo.
— Oye; ¿Por qué tanto alboroto por ganar?— lo miré. Él soltó un suspiro y tomó
asiento en la barra.
Sus palabras me hicieron ir en retroceso hasta el día en que conocí a Ángel; sentir
que eres un cero a la izquierda era normal para mí, pero ese día de noviembre
que tiré su café fue como si hubiese ganado algo en mi vida. Lo entendía.
— ¿Tú crees?— me miró —A veces soy muy escandaloso y quizá pueda hartarlos
un poquito...
Soltó una pequeña sonrisa y me pasó un brazo por el hombro. Sabía que no suelo
ser muy meloso y respetaba eso ahora así que esta era su forma de decirme
gracias.
—Te diré si no vuelves a decir ñaca ñaca— miró rápidamente hacia los lados;
sabía que buscaba a Diego para cerciorarse que se lo diría solo a él. No tenía
sentido porque mi amigo estaba en la oficina del jefe recibiendo su paga.
— Estuvo muy bien. ¿Okey? Fue algo intimo— cubrió su boca por la emoción;
subió y bajó las cejas— Ya...No diré más.
— ¿Cuántas?
— Elian; Te toca — nuestro amigo llegó para salvarme de ser atacado por más
preguntas de text0s. No perdí tiempo y tomé mi mochila para dirigirme a su oficina,
entre más pronto voy más rápido me encuentro con Ángel.
—No lo hago; es la cantidad extra para él empleado del mes — lo miré cuando dijo
eso; no sabía por qué me había elegido a mí— Si Galdan; hablo de ti
— ¿Has visto a los demás empleados?— dirigí mi vista a la ventana para ver la fila
de mis compañeros. Manuel hablaba con Diego mientras se abrazaba a su
escoba; Ofelia intentaba sacar un chicle pegado del cabello de Daniela, la señora
Paty peleaba con Lourdes por su escote tan provocador y luego estaba Irvin quien
usaba su inhalador en una esquina.
— ¿El mismo que anda con esa escoba a todos lados pretendiendo que barre?—
elevó una ceja.
— Mire, quizá no es el mejor trabajador. Pero vamos, nadie de aquí lo es. Todos
tenemos errores — lo miré — Y él realmente se esforzó estos días para ganarlo.
Mírelo de esta forma, quizá le sirva para tener confianza y mejore en su trabajo...
Mi jefe se limitó a mirarme entrecerrando los ojos; no dijo mucho, me dio otro
sobre con mi salario y susurró un "bien". Eso fue suficiente para que firmara por
recibido y saliera del lugar dando las gracias.
Eróticos fue el siguiente en entrar, choqué los cinco con él deseándole suerte y
salí del lugar para encaminarme al Starbucks.
Tan pronto puse los dos pies fuera del supermercado escuché el grito de felicidad
de mi amigo, eso fue suficiente para saber que había hecho algo bien. Entendí
que solo sería multicolor si compartía mis colores con los demás.
[...]
No soy bueno con las palabras así que decidí que esto hablará por mí. Vaya
sorpresa me llevé al ver a Regina ahí junto a Ángel. Yo no tenía idea del porqué
de su presencia pero suponía su madre era una posible razón.
—Hola — la saludé con un beso en la mejilla y tomé asiento junto a ese pequeño
para dejar un beso en sus labios —Ay; ya comienzo a sentirme mal tercio...
—Ya no te pude avisar; algo salió mal así que mamá quiso traernos hasta acá
para asegurarse de que veníamos juntos — buscó mi mano para entrelazarla con
la suya haciéndome sonreír.
—Mamá ya se fue, nuestra abuela es la cómplice y se la llevó muy muy lejos — reí
al escuchar a Regina; eso me aliviaba un poco.
— Bien. Te sorprenderá pero fue Eróticos— sonreí tras recordar los gritos de
felicidad de mi amigo. Tomé con una mano mi café y la otra la pasé por su cintura.
— Esa si no la esperaba...Al menos espero ya no se robe las propinas — Solté
una risa al escucharlo. Ángel se acercó elevando la barbilla lo cual entendí
rápidamente y acerqué mi rostro para dejar que me besara.
—Okey...no quiero interrumpir su momento de amor pero estoy presente —la voz
su hermana nos interrumpió. Ángel soltó la risa al escucharla— Estaré en una
mesa de por allá esperando a Diego...sigan comiéndose.
Reí bajo sin alejar mi rostro del de su hermano; vi de reojo como se levantaba e
iba a tomar asiento dos mesas más allá de nosotros pero aun así nos apuntaba
con su teléfono dispuesta a sacar fotos. Imaginé que se las enviaría a Manuel para
decirle que era mejor acosadora que él.
Desde que se conocieron y ambos cayeron en cuenta que eran grandes fanáticos
de nuestra relación se tenían un amor/odio por ver quién era mejor shippeando;
jamás sabremos quién ganará. Pero Eróticos con sus historias de Instagram
donde se apoda a sí mismo “Agente E” y usa el “dubidubiduba” sin duda lo hace
llevar la delantera.
— ¿Ya se fue?— asentí lento; eso fue suficiente para que volviera a unir sus
labios con los míos. Parecía que desde nuestro último encuentro no queríamos
alejarnos— te extrañé; pasó poco tiempo pero lo hice...
— Si; de hecho a estado aquí varias veces cuando venimos — él abrió su boca en
O en modo de indignación. No mentía, justo ahora el chico babas estaba a unas
mesas de nosotros bebiendo de su café y haciendo uso de su computadora.
— ¿Y nunca me dijiste? Alta traición —se alejó de mí cruzado de brazos. Pude ver
como a lo lejos Regina me hacía señal de "Uhhh". Estaba bien al pendiente de
nosotros.
— ¿Y? Yo te estoy mirando a ti— lo vi sonreír tan pronto dije eso— además
fantasías sexuales solo llama a una persona — me acerqué para abrazarlo por la
cintura. Era obvio que no estaba molesto y solo quería dramatizar la situación.
— Además solo comparto pañoleta con una persona ¿no?— él giró el rostro en mi
dirección.
—Bueno; ¿nos está viendo ahora?— miré hacia el chico el cual evidentemente
nos miraba al igual que unos cuantos más. Para este entonces pude ver que mi
amigo Diego ya se encontraba ahí con Regina e incluso Manuel los acompañaba.
— Si... nos mira —Tan pronto terminé la oración Ángel llevó las manos a la
pañoleta que descansaba en mi cuello, al tomar los extremos con ambas manos
me jaló para estampar mis labios con los suyos plantándome un beso.
Pero no era uno cualquiera, no. Era un beso lento en el cual su lengua exploraba
mi cavidad bucal brindándome un rico sabor a caramelo y a su vez creando una
fusión con la cafeína para así obtener un exquisito latte. Me encanta.
— ¿Eres muy celoso no es así?— sonreí ladino tan pronto nos alejamos para
beber de nuestro café.
—Dejando al chico babas atrás; traje dos libros para elegir uno— llevó las manos
a su mochila la cual se encontraba a su derecha. Cada que venimos solemos leer
un poco juntos — ¿Qué dices?
— ¿Cómo...? Olvídalo —Le hice entrega del libro el cual rápidamente exploró con
sus manos. Su rostro era de total confusión, él suele expresar mucho con sus
gestos y en este instante una mezcla de ellos aparecía.
— Aquí voy...Una mariposa se mantenía sin vuelo atrapada en una jaula; sus alas
se encontraban un poco rotas y no tenía color alguno. Estaba casi sin vida...—
— Estaba sola. Ni siquiera podía sentir sus alas rotas, no sentía nada en absoluto.
No tenía interés en emprender su vuelo, solo quería desaparecer por el negro que
habitaba en su alma— vi como su rostro reflejaba una mueca así que me acerqué
dejando un beso en su coronilla para animarlo a seguir.
—Leíste bien...—
—Pero;... ¿Qué es? Tú...— estaba conmocionado. Cerré el libro con cuidado y
tomé una de sus manos mirándolo— Tú hiciste esto... ¿Para mi?
— Eres un apasionado a las historias románticas. Creí que sería bueno que
tuvieses la tuya — al escucharme inmediatamente una sonrisa apareció en sus
labios— me tardé un poco en hacerlo porque es realmente difícil, pero sólo así
lograba expresarme mejor.
—No puedo creer que hayas hecho esto para mí...— tragó duro.
— Volamos juntos — llevó las manos a mi cuello y no perdió tiempo para unir
nuestros labios. Cerré los ojos pero aun así podía ver la gama de colores por todo
el Starbucks.
Todo era perfecto. Mis ojos cerrados observaban el arcoíris que se formaba, mi
estómago sentía las mariposas volar, mis fosas nasales reconocían el aroma del
latte y mis labios sabor cafeína se empapaban de caramelo.
Estaba confirmado. Habíamos cerrado esto con un beso. Él era mi novio y yo era
el suyo.
CAPITULO 18
ELIAN
Tras unos cuantos besos regresamos a establecer una conversación común, aun
así la sonrisa en nuestros rostros no se borraba y la emoción seguía en el aire.
Ángel no dejaba de pasar sus manos por el libro que hice para él y eso para mí
era la cosa más adorable del mundo. Me alegraba saber que le gustó la sorpresa,
pero había una más.
— Regina fue la salvadora del día. Pero bien que hace plan con maña— frunció un
poco el ceño — chaperón…
— ¿Qué tienes en contra de Diego?— reí bajo al observar sus celos— Es una
buena persona, lo conozco desde niños. Además tu hermana le gusta, créeme, se
la pasa cantando canciones de Morat por ella...
— ¡Lo dije de broma por ti! — esa ni él se la cree. Sólo negué y lo acerqué más a
mí jalándolo por la cintura— Cómo sea, no es que Diego no me agrade...
— Es menor que yo; debe soportarlo — No iba a cambiar. Miré hacia la mesa de
ellos; Manuel estaba lejos en la fila para pedir otro café así que esos dos estaban
sentados muy cerca hablando entre sí. Si él los viera seguramente se iría a sentar
en medio.
— Como sea; te tengo una sorpresa más...—giró la cara en mi dirección en
cuando dije eso— Es importante.
— ¿Debería asustarme?—
—No lo sé; yo creo que no— junté mi frente en su coronilla y negué para que
supiese que hacía la acción.
Me acerqué para morder ligeramente el lóbulo de su oreja, cosa que lo hizo soltar
una pequeña risa.
— Cállate baboso— giró el rostro nuevamente para unir nuestros labios —Me
gusta ir ahí por el arte, me gusta pintar
Sus mejillas se volvieron aún más rojas; asintió lento y volvió a besarme. Ángel me
está volviendo loco.
— Nathy; ¿Qué haces aquí?— parecía confundido; miré hacía mis amigos y
Regina se encontraba en las mismas.
Nathaniel no venía solo; la chica pelirroja la cual reconocí como la mejor amiga de
Ángel de nombre Catriel estaba con él y más atrás un chico y una chica que yo
desconocía completamente.
— Salimos y quisimos pasar a Starbucks; te llamamos para invitarte pero no
respondiste — habló la pelirroja muy sonriente para después centrar su mirada en
mí — ¡Ramiro!
—Isaac me ha contado mucho de ti; ¡Y al fin te conozco! Qué bonito —esa niña
derrocha miel por donde la veas. Los de en frente no dejaban de mirarme, en
especial el chico.
—Oh; los presento— habló Ángel dejando nuestras manos entrelazadas sobre la
mesa— Ellos son mis amigos; Nathaniel el que se fue, ya sabes de Catriel y ellos
son Tamara y Max
Tan pronto dijo su nombre recordé perfectamente quien era. Maldita sea; no me
caía bien en ese entonces y no me cae bien ahora mirándolo, mucho menos
viendo cómo ve a Ángel. Tranquilo Elian, tranquilo.
— chicos, él es Ramiro; mi novio — sonreí cuando dijo eso; no pude evitar mirar
con la barbilla en alto a ese tal Max.
Miré a Ángel quien parecía tener un debate mental; yo no podía decirle que no
porque me vería muy mal, él ha salido conmigo y mis amigos un par de veces.
Todos ellos asistieron felices por la noticia; sentí como apretó mi mano
disculpándose un poco, pero no debía hacerlo, no sabíamos que ellos iban a
llegar.
—Ramiro; ¿Te he visto antes? perdón que lo diga pero me resultas familiar— al
escucharlo supe que no estaba loco cuando pensé que me miraba
acusadoramente.
—Mmm cuando conocí a Ángel quizá —me encogí de hombros. Sólo de ese día lo
recuerdo.
— Te he visto antes; yo sé que sí. Sólo que no me suena donde— ahí estaba
Nathaniel nuevamente — ¿A qué secundaria fuiste? Yo fui a la del centro, seguro
nos topamos ahí.
Sentí un hueco en mi estómago tan pronto dijo eso; yo también fui a esa escuela y
si me conocía seguramente era por la mala fama que tuve ahí. Joder.
—No, no creo —
— Recuerdo ese día; desde entonces fui el mar tercio —se burló Ángel ganando
un "shh" de parte de la pareja.
— Si, recuerdo esos tiempos. Ahí conocí a Isaac, ¿Te acuerdas de las tardes en
mi casa?— sentí algo en mi estómago quemar cuando ese tipo habló. Max no
puede mantener la puta boca cerrada.
— Oh mira esta—
— Droga en los baños; que asco…digo, teníamos ¿Qué? ¿15?— Catriel hizo una
mueca — Seguro eran los de grupo C
— Ahí iba puro mal viviente — se burló Max ganando el asentimiento de
Nathaniel.
—Seguro fue este tipo... ¿Cómo se llamaba? El que iba a dirección todo el
tiempo— tragué duro al escuchar hablar a mejor amigo de mi novio; estaban
hablando de mí. Sé que se referían a mí y agradecía infinitamente que no
pudiesen reconocerme.
Aún que no los culpo; recuerdan a un niño de 15 años un poco gordinflón con
cabello largo y gorro de la sudadera en alto impidiendo verles mucho de su rostro,
ese era yo.
— ¡Si es cierto! Le apodábamos así — soltó la risa Nathaniel. Era el primer dato
que desconocía.
Sentía mi estómago matarme; era como si todas las mariposas se golpearan entre
ellas intentando salir de este lugar tanto como yo.
— Como sea; pobre chico, tenía una vida fea — la pelirroja hizo una mueca.
— ¿Y? Nadie tiene la vida bien; uno tiene que tomar decisiones y él parecía tomar
las peores— las palabras de Nathaniel me lastimaron definitivamente.
— El fin no justifica los medios— sentí como mis colores se apagaron al escuchar
a Ángel — Igual prefiero dejar el tema. Ni sabemos que fue del chico.
Miré a Ángel...asintió. Asintió dándole la razón y con eso me rompió por completo.
En ese instante sentí como todos mis colores se iban apagando poco a poco y me
atrapaba nuevamente en esa jaula.
— ¡Hey! Pero que cosas; uhh tienen galletas — todos dirigimos la mirada a
Manuel quien ya estaba frente a nosotros robando las galletas de ellos. Sentí un
gran alivio al verlo ahí— Me presento, soy amigo de Ramiro. ¿Qué onda?
Todos ahí estaban súper confundidos menos Ángel quien rápidamente sonrió y
soltó un "Hola Eróticos". Mi amigo me dirigió una mirada señalándome el baño, al
ver hacía allá pude reconocer a Diego así que entendí todo.
No tardé mucho en llegar; ya ahí dentro de inmediato fui directo al lavabo para
echar un poco de agua en mi cara.
Vi como el rostro de mi amigo se deformó hasta crear una mueca; todo Diego
reflejaba preocupación absoluta.
—Soy esa persona Diego — sentí un nudo en mi garganta —Mi pasado siempre
va a estar ahí, maldita sea... — me acercó a él envolviéndome en un abrazo. Yo
solo pude abrazarlo con fuerza.
Quizá me dirán exagerado pero un solo día siéntense a escuchar cómo la gente
habla de la mierda que son, supone cosas de ti y se burla, es horrible.
—Que el fin no justifica los medios — sentí mi corazón doler, dolía mucho.
—Él dio la razón cuando dijeron que nadie quisiera estar con alguien así...— Sentí
como todo en mi interior se iba rompiendo— si sabe quién soy...
—Ibas a decírselo hoy. Tienes un plan— tomó mis manos— Síguelo, díselo...
—Hey...— dejó las manos en mis mejillas pero yo negué lento. Cerré los ojos y
solo podía imaginar a Ángel subiendo a esa ambulancia...
—Elian lo hago solo para asegurarme que estés bien...No porque sea correcto—
volví a asentir. Sabía a qué se refería, él tenía miedo de que yo hiciera algo tonto
como aquel día— Dile a Ángel que algo me surgió, hoy dormirás en mi casa...
— ¿Y Regina?— lo miré
Esperamos un rato para que mis ojos no se vieran llorosos; tras eso fui hacia la
mesa donde todos ya se encontraban riendo por alguna locura de mi amigo.
— Ya te dije que yo soy la shipper número uno; soy cómplice de todo— escuché a
Regina hablar.
Lo aparté un poco de ellos para hablar en privado pero sabía que nos miraban.
— ¿Sucede algo? Perdón...pero no sabía que vendrían — hizo una mueca y se
acercó más pasando las manos por mi cuello— En serio lo siento, yo quería mi
sorpresa...podemos ir ahora.
—No, no…No es eso — hice una mueca — surgió algo con Diego y necesito ir con
él a su casa, es algo de su familia.
— Oh; claro, ve— se acercó dejando un beso en mis labios. Con esa sola acción
las pocas mariposas que seguían con vida comenzaron a volar — Cualquier cosa
me avisas, espero todo esté bien con Diego.
— ¿Te veo mañana?—se colocó de puntas para unir su frente con la mía.
—Eso espero, te llamo—lo sujeté bien de la cintura para que no cayera; observé
como desde lejos ese Max nos miraba así que no dudé en acariciar lento su
cintura y besarlo. Si iba a vernos que fuera así.
— ¿Todo bien?—habló tan pronto culminó nuestro beso. Sabía que ese tipo
quería ver si teníamos problemas o cual era la razón por la cual aparté a Ángel de
todos, no iba a darle el gusto.
[…]
No dije mucho en el transcurso a su casa; me senté en la parte trasera del auto
mirando hacia la ventana tratando de procesar lo que había pasado. El sol se
comenzaba a esconder y yo solo podía escuchar ese horrible ruido de ambulancia
mientras mis ojos se dejaban cegar por aquellos recuerdos.
—Elian Galdan; ¿Qué voy a hacer contigo? ¿Por qué Elian? ¿Por qué?— yo no
dejaba de jugar con mis manos esquivando la mirada del director quien sostenía
aquella bolsita con polvo blanco. Trataba de no reflejar alguna emoción, ya era
demasiado patético que me haya sacado de clases y toda la escuela pegara sus
rostros a la ventana queriendo saber lo que sucedía— Llamaré a tu padre...
—Por favor no...No lo haga — elevé la mirada; el miedo podía reflejarse en mis
ojos — Yo haré lo que sea; por favor no llame a mi padre.
—No es la primera vez que te paso algo como esto. Agradece que no llamo a la
policía — Al ver como se acercaba al teléfono cerré los ojos al ver lo que me
esperaba.
Una hora después ahí estaba yo siendo jalado por el brazo con fuerza por mi
padre; exhibido frente a toda mi escuela. Poco le importó que los demás chicos
me vieran con susto u otros se burlaran. Él me arrastraba por toda la explanada
mientras gritaba barbaridades. Yo solo podía retener las lágrimas y cubrir mi rostro
con ayuda de mi sudadera; prefería la correccional a esto.
— ¡Eres un bueno para nada!— el primer golpe salió al entrar a nuestra casa.
— Eso no decías cuando comías con el dinero que ganaba— solté con enojo; yo
no vendía eso o robaba por gusto.
— No hay que dejarlo solo; me preocupa que haga algo tonto—ese fue Diego.
[…]
—Me encantas; ¿Lo sabías?— sus manos seguían en mi cabello y las mías se
aferraban a su cintura
—No me dejes tú a mí — sus delicados labios rozaron con los míos — prometiste
quedarte Ramiro...por favor quédate.
— Lo haré...—
[...]
Desperté sin tener uso de razón de donde me encontraba; me bastó mirar las
paredes repletas de posters para reconocer la habitación de Diego. La risa de
Manuel me hizo recordar cómo había llegado aquí; los miré. Ambos estaban frente
al televisor jugando una partida de Mario Car.
Tan pronto me senté con cuidado en la cama pude observar que en la mesa de
noche se encontraba mi desayuno junto a una nota del mayor "De: Eróticos, el
empleado del mes" reí en mi interior. No quise hacer mucho ruido así que me
limité a comer mientras observaba su partida en silencio.
— ¡No me hagas trampa! Aleja tus habilidades chinescas —alegaba Manuel al ver
como el platinado lo superaba en el juego.
— Sólo tienes que tomar el atajo que está detrás de la cascada —hablé captando
su atención. Ambos giraron la cabeza en mi dirección, no tardaron en pausar el
juego y venir rápidamente a la cama.
— ¿Cómo estás?— ambos trataban de ser sutiles pero sabía que él interrogatorio
se venía ahora. Sólo me encogí de hombros y seguí comiendo mi desayuno.
— Ángel conoce de Elian Galdan lo que dice la gente sobre él— él platinado dejó
una mano en mi hombro— enséñale lo que eres realmente... si no te acepta
entonces perdona que lo diga; pero no es para ti…
— ¿Qué haces?— sentí como algo caía en mis piernas; al bajar la mirada pude
reconocer las llaves de la furgoneta.
— Estaba planeando esto con Regina. Creo que es una buena oportunidad para
todos— volvió a tomar asiento a mi lado— Eróticos también puedes venir...
— ¿Yo junto a dos parejas?— sonrió ladino— Sólo porque me gusta shippear.
—No lo sé... — observé las llaves. No estaba del todo seguro acerca de esto,
pasar más tiempo a solas con él solo me hará no querer dejarlo y si al descubrir mi
nombre lo hace me dejará destruido.
— Bien...Le diré— ambos soltaron un "Yes"— alto, a todo esto... ¿Cómo es que su
madre los dejará?
— Tengo eso cubierto — miró a Manuel quien rápidamente fue hasta el escritorio
para tomar algo de la impresora y pasármelo. Se trataba de un tríptico.
Días después…
CAPÍTULO 19
ISAAC
— Retiro para invidentes — leyó en voz alta el tríptico que le había entregado
hace unos minutos — No lo sé Isaac; son muchos días lejos...
— Además yo iré con él. Así aprenderé más; es un programa muy inclusivo mamá
— Yo asentí ante las palabras de mi hermana.
— Es que ahí dice que es para jóvenes; y no es por decirte vieja mamá...pero...—
mi hermana soltó una risita tras hablar.
— Deja que tus hijos se diviertan. Seguro conocen gente nueva — las palabras de
mi abuela parecieron hacer un clic en la cabeza de mi madre.
— ¡Ay te amamos!— ambos la abrazamos muy felices de que el plan saliera como
habíamos pensado. Mi abuela ya estaba al tanto y nos avisaría por cualquier cosa.
[...]
— Es feo que no nos hayamos juntado en esta semana— solté un bufido— Pero
ya mañana...— sonreí ladino. Una vez que mis padres salieron de casa para ir a
cenar y los demás estaban dormidos no dudé en llamar a Ramiro para contarle
todo.
— ¿Ya listo para el "retiro"?— reí bajo; no puedo creer la treta que armaron sus
amigos pero la idea era perfecta.
— Estoy muy seguro de eso. Ya quiero verte — solté un suspiro a medida que
me dejaba caer en la cama. Me encanta escuchar su voz.
— ¿Ah sí? —
— Si — ¿Cómo es posible que con palabras tan simples haga que todo dentro de
mi cobre vida?— la pañoleta te queda bastante bien...
— A mí todo me queda bien— mantuve mi ego al aire mientras jugaba con los
extremos de la prenda mencionada— De hecho la tengo ahora...
—Más abajo...por tu entrepierna —a este punto su tono de voz era más ronco y
solo hacía que mi piel se erizara. Posicioné mi mano justo en la zona que había
mencionado y no pude evitar tragar duro.
— ¿Y...que más?— mi voz salió como un susurro; mantuve mis ojos cerrados
concentrándome en su voz. No supe en que momento la conversación dio un giro.
Ingresé la mano en mi bóxer tomando mi hombría; lo que inició como una inocente
llamada para informar sobre nuestra salida terminó volviéndose algo erótico.
Y me gusta.
—... Sigue hablando— rogué; todo mi cuerpo comenzaba a quemar y podía sentir
como por toda mi habitación los colores comenzaban a hacer aparición.
— Sólo si me dejas escucharte...— su ronca voz me hizo soltar un pequeño
jadeo. Esto estaba subiendo mucho de nivel— mueve más rápido tu mano
Ángel...
Seguí sus palabras; sujeté con mayor fuerza mi teléfono cuando sentí como miles
de sensaciones recorrían mi cuerpo en cuanto mi mano aumentaba su ritmo.
Ahí estábamos ambos repartiendo placer a nuestros propios cuerpos.
Intentaba no hacer mucho ruido; mi puerta estaba cerrada a llave pero aun así no
quería ser escuchado en esta situación. Todos mis sentidos estaban activándose
en ese momento; podía estar ciego pero eso no me impedía divisar los tenues
rojos hacer aparición.
Los jadeos por parte de Ramiro avivaban el fuego de mi interior; por mi parte me
deshice de la ropa interior por completo quedando al desnudo con solo esa
pañoleta adornando mi cuerpo. Pude sentir el naranja por toda la recámara.
Arqué la espalda tras escuchar como gemía mi nombre desde el otro lado de la
línea y puedo jurar que el amarillo estaba presente. Mis movimientos se volvieron
más precisos mientras mi mente imaginaba a Ramiro a mi lado siendo él quien me
brinde este divino placer; fue entonces cuando el verde se presentó.
Mordí mi labio inferior para no ser ruidoso; mis piernas temblaban y los pequeños
jadeos fondos provenientes de mi novio hacían que toda mi piel se erizara. Estaba
muy cerca, lo supe cuando el azul tomó su lugar.
— ¿Si?—
— Creo que necesito llamadas más seguido — escuché su linda risa la cual aún
mantenía ese tono ronco.
—No...—
—Pues me encantas...—
—Y tú a mí...—
ELIAN
Los tres nos encontrábamos en el punto de reunión acordado con los hermanos
Bardelli. Manuel se encontraba muy impaciente sentado sobre el auto mientras
comía su paleta y miraba a todos lados esperando a que ellos llegaran.
El plan era que la señora los llevaría a tomar un autobús que los llevaría al
dichoso retiro pero en realidad ellos se bajarían una cuadra arriba a donde
nosotros nos encontramos. Según sabemos por los mensajes de Regina todo va
bien.
Diego me dejó ir a mi casa hasta el tercer día y aun así no dejaba de hacerme
llamadas. Ayer casi me mata por no atender a sus mensajes, claro que yo estaba
muy ocupado atendiendo un "asunto" con Ángel pero eso él no lo sabía. Tuve que
mentir diciendo que me quedé dormido.
— ¿Y si no es así? ¿Y si te equivocas?—
—Pero yo quiero a ese...a ese chico— me bajé las gafas de sol en cuanto divisé a
Ángel unos metros más allá de nosotros. No me cansaré de decir lo bien que sabe
vestirse y como todo le queda perfecto.
— ¡Hello New York!— movió una mano en el aire ya que la otra estaba aferrada al
brazo de Regina. Manuel movió las manos muy emocionado mientras gritaba
"¡Ángel! Es Ángel" siempre que lo veía lo trataba como si fuese famoso.
— Wow wow mínimo dejen que me alejé par de melosos— se burló Regina
soltando rápidamente a su hermano y encaminándose a Diego para saludarle.
— ¡Te extrañé!—Se aferró a mi cuello y elevó el mentón para que pudiese besarlo;
no tardé mucho en hacerlo, el caramelo siempre lograba animarme— Hola novio...
—Hola novio— ambos soltamos una pequeña risa. Lo abracé bien por la cintura y
volví a dejar pequeños besos en sus labios. Esto era lo que yo necesitaba. Lo
necesito a él.
— ¿Listos?— todos gritaron un sí muy eufóricos así que no dudé en colocar las
llaves y echar a andar la furgoneta. Manuel era el encargado de colocar la música
así que no dudó en hacer sonar algo bailable para poner un buen ambiente.
El viaje se vio envuelto de risas por parte de todos; el ambiente siempre era
agradable y eso me hacía bien a mí. Incluso podía reír de la peleas entre Manuel y
Regina por sacarnos fotos cada vez que Ángel tomaba mi mano libre.
— Hace mucho que no voy; ya me hace falta — sonrió Ángel jugando con mi
mano. Me gusta que haga eso, más por que de vez en cuando deja un pequeño
beso en ella.
— La última vez que fui tenía 7 años— reí bajo recordando aquellos tiempos— vi
como un niño se caía de un caballo...
—...yo fui a esa edad y me tiró un caballo—habló muy serio haciendo que lo miré
rápidamente. Comenzó a carcajearse haciendo que le dé un pequeño golpe en el
hombro — ¡Caíste baboso! ¿Cómo crees que iba a caerme de un caballo? Yo
tengo gracia...
—Me caí por tu culpa; tú ibas manejando— me sacó la lengua— volviendo al tema
serio; sería bonito montar a caballo.
Al llegar al lugar quedé impresionado por lo lindo que es; recordaba que era algo
bello pero ahora mis ojos se deleitaban con el paisaje; más aún cuando mi novio
estaba a mi lado tomando mi mano.
No tardamos mucho en ir hacia donde Regina nos indicaba. Al parecer ella tenía
razón ya que un señor muy amablemente nos dio tres cañas de pescar. Ángel y yo
nos alejamos para poder tener nuestro momento de intimidad, aun así sabíamos
que ellos tenían la cámara del teléfono en alto en todo momento.
Al caer la carnada al agua él dio un grito de alegría ya que el sonido al caer fue
muy preciso; yo regresé mis manos a su cintura y dejé un beso en su coronilla,
ahora sólo quedaba esperar.
— No sabes cuánto estoy disfrutando esto. El estar tan lejos contigo — lo miré;
una sonrisa adornaba su rostro y para mí era lo más adorable en este mundo—
Gracias por hacerme vivir aventuras...
— ¿Tú jefe les dio permiso a los tres de faltar? ¿No hay problemas verdad?— reí
al recordar como habíamos llegado a un acuerdo en el trabajo.
— ¡Por favor! Hortensia; solo por este tiempo, serán pocos días...anda...— ahí
estábamos los tres rogando porque ella cediera.
— ¡Jamás!— se aferró a ella. Todos los trabajadores nos miraban raro a este
punto— Yo amo mi escoba; además es mía, me acompaña en mis momentos de
soledad.
Chocamos las palmas en celebración y soltamos uno que otro grito. Ellas cubrirían
nuestros turnos así que no teníamos problema alguno.
Guiñó un ojo al aire. Reí ante eso; en cada caja del supermercado se podía ver
una foto con la cara de Manuel y abajo se leía "Empleado del mes".
— Pregúntale a pañal...—
— ¿Quién es pañal?—
Nuestra pesca duró aproximadamente una hora y media; logramos sacar tres
pescados y en ese tiempo compartimos más de una conversación y besos. Eso
último era mi parte favorita.
Al encontrarnos con los chicos dentro del local Regina y Diego se encontraban
compartiendo un café lo cual me resultó tierno y luego estaba Manuel cubierto por
una manta y con el cabello mojado.
— Estoy bien— sonrió. Su nariz estaba un poco roja haciéndolo ver adorable.
Tomé sus manos haciendo que las llevara por dentro de mi chamarra y así
abrazarme, de forma que entrara en calor. Ángel sonrió ante la acción y recargó la
cabeza en mi pecho.
Sabía que los tres ahí presentes estaban felices de que Ángel y yo estemos juntos
así que no iban a hacer que guardáramos nuestras muestras de afecto por más
incómoda que fuese la situación ya que ambos no habíamos tenido algo así antes.
Manuel no dejó de fotografiar a los chicos en varias ocasiones; incluso lo hizo con
Diego y Regina los cuales se mantenían hablando muy cerca y a veces el
platinado acomodaba el cabello detrás de la oreja de la chica dando una escena
tierna.
— Se ven tan tiernos— río Regina observando como su hermano iba unos metros
más allá acompañado de su novio en ese caballo.
— ¿Te agrada mi amigo para tu hermano eh?— Diego quien era su acompañante
fue quien habló.
— ¿Cómo no? Mira nada más como lo pone — río bajo— jamás había visto a
Isaac tan feliz.
Diego abrió bien los ojos por primera vez al escuchar eso, cosa que hizo reír
mucho a Regina.
— Mamá está cegada por su miedo. Isaac no es estúpido, solo está ciego— giró
un poco la mirada para ver a Diego — Realmente me gustaría que se le caiga la
venda de los ojos...porque él es perfecto para mí hermano.
— Puedo decir lo mismo — sonrió observando a esa bella chica — Ahora; sabes
quién es perfecto para Isaac...¿Y para ti?
—Hey; Regina...—el caballo se detuvo y Diego hizo que la chica girara el rostro en
su dirección— Importas. A mí me importas...
Se miraron fijamente. Esas palabras provocaron tanto dentro de la chica; luego del
accidente de su hermano toda la atención giraba en torno a él y poco le importaba
a su madre la vida de ella. Diego la hacía sentir eso que tanto quería.
No hubo más que decir; fue el momento perfecto para que ellos se unieran en un
beso.
ELIAN
— wow...—solté al dirigir mi mirada hacia la derecha y toparme con mi mejor
amigo besando a la hermana de mi novio.
— ¿Es algo se Regina y Diego no?— reí bajo; a veces olvido que sabe más de lo
que deja ver — Ya sé que se gustan. Me estuve mentalizando con lo que pasaría
durante el viaje... además hablé con ella
— vaya vaya...Mi pequeño Ángel está guardando sus celos de hermano— soltó la
risa al escucharme.
— Oh calla baboso. Igual los molestaré así que shhh— sonreí al escucharlo.
Nuestro viaje en caballo estaba culminando así que bajé con cuidado y lo ayudé a
él a hacerlo. Igual terminó tropezando y cayendo en mis brazos, por suerte lo
cargué.
—...y dices que tienes mucha gracia eh— escondió la cara en mi cuello al
escucharme. Soltó un "baboso". Me había llamado así infinidad de veces y nunca
iba a cansarme. Me encanta.
— Lo hice a propósito para que me cargues —se acomodó bien haciendo que lo
sujete por los muslos.
— Tienes razón; pero es una sorpresa Angelito— dejé un pequeño beso en sus
labios.
— ¿Qué intentas?— reí bajo; poco a poco fue bajando el pedazo de tela hasta
cubrir mi vista.
ISAAC
La intriga me carcomía; no sabía cuál sería nuestro próximo destino y eso lo volvía
más interesante aún. El día se nos fue bastante rápido entre tantas risas por parte
de todos; me gustaba pasar tiempo con los amigos de Ramiro, quizá solo tendrá
dos pero es suficiente porque son de esos que valen toda la pena del mundo.
Salimos de la marquesa para llevar la furgoneta hacía alguna zona boscosa donde
pudiésemos pasar la noche; Manuel durmió rápidamente en el asiento del piloto ya
que estaba exhausto (No entiendo por qué si estuvo a caballo todo el tiempo). Mi
hermana y Diego se perdieron un rato por el lugar, al parecer querían un poco de
intimidad, no negaré que mis celos de hermano estaban activados pero sabía que
Regina se lo merecía.
Por nuestra parte; mi novio y yo tomamos nuestro lugar en la parte trasera del
auto donde ya habíamos colocado un par de mantas y almohadas para poder
dormir ahí. Llevábamos una casa de campaña que al parecer ahora estaría a la
disposición de Diego y Regina. Bien, eso sí me preocupaba, pero ahora estaba
demasiado centrado en Ramiro.
— Sólo van a dormir Ángel — río bajo; ya nos encontrábamos recostados pero yo
no dejaba de mover mis pies inquieto por la situación.
— Igual no me agrada del todo— me acerqué a su pecho pasando mis brazos por
su cintura. Él dejó un pequeño beso en mi coronilla y nos cubrió con una manta.
No queríamos dormir aun; ni siquiera era tan tarde, seguro no pasaban de las
10pm así que preferimos entablar conversación hasta que el sueño apareciera. Lo
que hizo aparición antes fue mi madre llamando a mi teléfono.
— ¿Hola?— atendí. Lleve el dedo índice a mis labios indicándole a mi novio que
guardara silencio.
—Se descargó su teléfono. Ella está dormida, está cansada luego de tantas
actividades — sé que estaba mal mentir, pero valía la pena.
— Vale; espero los dos se estén divirtiendo mucho...— sentí como los labios
de Ramiro dejaban muchos besos por mi cuello haciéndome soltar una pequeña
risa.
— Claro que si mamá. Cuídense allá en casa, los amo— atraje más a Ramiro
hacía mí; no podía dejar de sonreír al sentir como dejaba besos por mi cuello,
mejilla y hombro. No eran besos con otra intención, eran dulces.
— ¿Si?—
—Ya te extraño...— sonreí. Respondí un "Yo más" a pesar de todo yo amo a esa
mujer; y si, quizá es dura conmigo pero también me cuida— por cierto; guardé
algo en tu mochila...espero te guste. Ahora debo irme, descansa.
Tras buscar en su interior mi tacto hizo contacto con esa pieza tan conocida para
mí. La tomé entre manos y me giré con cuidado para quedar frente a frente con mi
novio.
—Tú mariposa...— sonreí al escucharlo. Quizá mi mamá no era tan dura, espero
esto signifique que comienza a entenderme.
— Creo que ella comienza a entender— pasé las manos por mi tan preciada
mariposa durante un rato sin dejar de sonreír.
— Espero que sí... — sentí sus labios sobre los míos. Eso era lo que necesitaba
para dar cierre a la noche como se debía. Todo va mejorando.
ELIAN
— ¿Ya vamos a llegar?— volvió a preguntar por décima vez. Ángel estaba
impaciente y no dejaba de moverse en su lugar.
— Es que se me hace una falta de respeto que todos ustedes sepan a donde
vamos menos yo— todos reímos al escucharlo.
—Oh cálmate Belinda— se burló Manuel sacándonos una risa a todos.
—Lo dije. Lo hago — solté la risa. Mantenía esa cara de divo pero aun así lucía
bastante adorable. Llevé nuestras manos entrelazadas a la altura de mi boca para
dejar un beso en el dorso de éstas.
— No seas llorón—
— ¡AHH! ¡Estamos llegando!— gritó el mayor haciendo que Ángel giré la cara
hacia ambos lados esperando escuchar algo que le dé una pista— No; era
mentira...caíste iluso
Todos comenzamos a reír por la tontería de mi amigo ganando que mi novio llevé
su mano hacia atrás para mostrar su dedo corazón. Le encanta hacer eso.
— Mira Ángel; no me aguanté los dramitas de Ramiro, su cara de bobo y sus "es
mi amigo" para que me vengas con esto— atacó “Eróticos”— alta traición.
— Oye; yo tuve que soportar a Isaac también. Y eso que le encanta hacer drama
— reí al escuchar a Regina.
—Deja a mi escoba —
— Es que deben admitir que era ridículo el decir que eran amigos — Manuel se
acercó recargando los brazos en los asientos para poder mirarnos de cerca —
ustedes están casados en mi mente. Ya lo dije.
— Lo es; pero preocupante más por lo que use Ramiro...— le dediqué una mirada
de pocos amigos a Eróticos; siempre critica mi ropa— El punto es que están
casados y mi ojo shippeador no se equivoca.
Llegamos al lugar una hora después; tan pronto bajamos de aquella furgoneta
Ángel comenzó a dar pequeños saltos en su lugar emocionado. No dejaba de girar
la cabeza en diferentes direcciones esperando tener alguna señal.
— ¿Dónde estamos? — sonreí al ver lo impaciente que se encontraba. Lo abracé
por la cintura con cuidado y dejé un beso en su cabeza.
— Vamos a volar...No te he contado esto antes; pero solía venir aquí con Diego
cuando todo iba mal en casa— posó sus manos sobre las mías y giró el rostro en
mi dirección regalándome una sonrisa radiante— Vamos a tirarnos en
paracaídas...tú te vas a lanzar conmigo.
Tan pronto dije eso se alejó de mi cubriéndose la boca con ayuda de sus manos y
comenzó a soltar uno que otro grito de felicidad. Siempre ha sido un chico muy
enérgico y expresivo así que no tardó mucho en dar pequeños saltos.
— Tuve algo de ayuda...— miré a mi amigo el cual estaba más allá junto a su
novia no oficial.
— ¿Cómo?— la alegría le salía por los poros; sólo pude repetir " fue con ayuda" y
me acerqué para abrazarlo— Ay Ramiro...muchísimas gracias
— Me haces muy feliz. ¿Lo sabías?—mantuvo nuestras frentes unidas. Ahora fue
él quien unió nuestros labios en un pequeño beso.
— Y tú me haces feliz a mí. Le das color a mi vida — nos dimos un último beso
antes de alejarnos para entrelazar nuestras manos y caminar al interior del lugar
ya que debíamos firmar papeles y llenar un pequeño formulario.
El tiempo pasó bastante rápido; tras llenar papeles fue hora de recibir
indicaciones, mostraban la postura correcta y las cosas que debíamos y no hacer.
Diego y yo conocíamos eso bastante bien, su familia suele venir aquí seguido ya
que uno de sus tíos es dueño del lugar así que se volvió una tradición en la cual
yo estoy incluido.
La primera vez que nos lanzamos fue a la edad de 16 años; desde entonces lo
hemos hecho más seguido y tenemos los conocimientos así que saltar con los
Bardelli no es un problema.
— Es que no puedo creerlo. ¿Qué se siente? ¿Me puedo comer una mosca? ¿Y si
me desmayo? Eso sería burla— lo tomé por los hombros para detenerlo y dejé un
beso en sus labios para callarlo ya que había hablado con rapidez.
— Si; parece que todos están listos. Andando— dio un aplauso eufórico y se alejó.
Aquí vamos...
Fue todo un lío meter al mayor a la avioneta; mientras Diego, Julio y yo corríamos
para atrapar a mi amigo Regina se moría de risa grabando todo. Mi novio estaba
muy ocupado hablando con el señor que piloteaba el avión y tuve la imagen más
bella al ver como ese sujeto muy amablemente lo dejó tomar el mando y comenzó
a explicarle un poco.
Dejé de perseguir a mi amigo para caminar hacia él tan pronto vi el señor se alejó
dejándolo sólo.
— Siempre me la paso bien contigo. No sé; vuelves todo mejor— las mariposas en
mi interior revoloteaban al escucharlo— en otra circunstancia quizá lloraría por
estar en este lugar. Pero no sé; ahora lo veo como algo bueno...
Sabía a qué se refería; estaba siendo consciente que su sueño parece imposible
pero eso no iba a detenerlo.
— Por primera vez me siento feliz de estar vivo en ese día...— susurré — Pero no
soy de fiestas...
— Si; desde ese día soy libre. Así que voy a celebrar por la libertad — una sonrisa
apareció en mi rostro. Lo que decía era verdad, desde ese día ambos nos
volvimos libres a nuestra forma.
[...]
La hora había llegado. Todos nos encontrábamos en nuestros respectivos lugares
y la avioneta vuela en el aire. Manuel no dejaba de rezar mientras se abrazaba a
Julio el primo de Diego con quien saltaría ya que ellos serían los primeros.
—No; no puedo...No puedo —gritó tan pronto le colocaron el arnés para unirlo a
Julio. Yo me encontraba muy ocupado colocando el de mi novio ya que yo iría
detrás de él.
—San Juditas por favor ayúdame. Me voy a cagar... Me voy a cagar y a todos les
cae la popo— lloriqueo logrando que todos soltemos la risa.
—A la cuenta de tres...una...—
—Dos—
— ¡NO! Dios no; estoy como ano de oso polar. ¡CONGELA...— No pudo culminar
por que Julio había saltado así que todo lo que escuchamos fue el "Do" alargado
de Manuel mientras caía.
— Más les vale no llorar como el Eróticos— reí al escuchar a Regina. Uno de los
chicos que nos acompañaba repitió las indicaciones y me recordó que debía jalar
para que se abriera el paracaídas.
— ¿Listo?—
—Nací listo...—asintió frenéticamente.
— A volar...— conté hasta tres y juntos nos lanzamos a la nada. La caída hacía
que todo mi cuerpo temblara sintiendo descargas eléctricas debido a la adrenalina
del momento.
Ángel no pudo evitar soltar gritos de emoción; yo debía recordarle la posición que
debía tomar para que no ocurriera algún accidente. Ahí estábamos los dos,
volando juntos y era posiblemente lo mejor que había pasado hasta el momento.
— ¿Qué tal?—
—Ya estoy con una— sonreí al escucharlo. Siempre me había dicho que yo soy
una; quizá yo soy su mariposa y él es la mía.
[...]
Al aterrizar todo salió bien. Tal como dije Manuel ya estaba en piso firme haciendo
un baile de felicidad contándole a Julio lo valiente que era y que realmente no
tenía miedo. Regina y Diego fueron los últimos en llegar y por lo que vi esos dos
ya no se tratan tanto como amigos, estoy feliz por él.
—No tenía miedo. Sólo era para que Ángel se sintiera más seguro — aseguró
Manuel.
— La pipi en tus pantalones habla por ti Eróticos — se burló mi novio. Tan pronto
aterrizamos y él se acercó a abrazarnos Ángel aseguró que huele a Pipi.
—Calla Ángel—
—Yo tengo una idea; pero primero hay que comer...muero de hambre —
—Ah... ¿Ahora así nos llevamos eh?— lo abracé por la cintura dejando la cabeza
en su hombro. Él asintió.
Tal como dijo no me contó ni una sola palabra sobre su idea; sólo se alejó con
Diego y Regina a media comida para tener una larga conversación con ellos. Ya
después ellos le contarían al mayor porque suele abrir la boca muy rápido.
Lo único que sé es que lo que sea que planea no es del agrado de su madre. Lo
supe cuando Regina soltó un "¡Mamá nos va a matar!...me encanta". Al parecer a
mis dos amigos les gustaba lo que proponía porque no pusieron ni un pero; al
contrario, apoyaron a Ángel todo el tiempo.
Ahora sentía el mismo sufrimiento que él por no conocer sus planes. Tan pronto
cayó la noche la furgoneta volvió a la carretera para una nueva aventura y todos
estaban muy emocionados, aún más al saber mi reacción.
— ¿Y si es algo que no me gusta? O que no apruebo — cuestione nuevamente.
Diego estaba al mando del auto y yo me encontraba en la parte trasera con la
pañoleta morada en los ojos.
—Te gusta. Además es algo que siempre has querido hacer — habló mi amigo
para tranquilizarme un poco. No tenía ni la menor idea de que se trataba, por más
que intentaba que algo llegara a mi cabeza no lo lograba.
—Te gustará. Ahora shh— Ángel dejó un beso en mis labios para que dejara de
parlotear— Créeme que es una idea loca pero buena...
— No— soltó la risa— Y aquí el único que chantajea soy yo así que no te funciona
baboso
Solté un "diablos" haciendo reír a todos. Ángel no tardó en dejar varios besos en
mis labios mientras reía.
[...]
No me fue difícil saber en qué lugar estábamos. Era un local para tatuarse; y
maldita sea, yo había querido eso hace tiempo pero lo terminaba posponiendo por
gastar mi dinero en otras cosas.
—El punto es...—llevó sus manos hasta mi rostro para que lo mirara— No te gusta
celebrar o recibir regalos. Pero todos quisimos dar un poco de nosotros para que
tuvieses esto que tanto quieres...
Regina parecía muy decidida a tatuar en su piel lo que parecía ser un cohete;
Diego seguía decidiéndose y ahora que lo pienso no tengo una idea clara de que
poner en mí, o donde.
— ¿Te propongo algo?— Ángel sonrió ladino. Parecía muy emocionado por
decirme algo.
—Dime...—
— ¿Yo?
— Si señorito. Me conoces más que yo algunas veces —volvimos a reír— así que
tú vas a elegir...
Al observarlo a lo lejos pude ver como daba instrucciones muy claras al tatuador
sobre lo que quería; el señor padeció comprender rápidamente sus palabras y fue
muy amable con él todo el tiempo. Era lindo ver como se esforzaba con esto,
sabía que era especial para mí.
—Sí; pero una sorpresa más...—sentí como el tatuador dejaba una mano en mi
hombro y me extendía esa pequeña máquina para tatuar.
— ¿Estás bromeando no?— miré a mi novio pero estaba realmente serio así que
no se trataba de una broma.
Esas tres palabras fueron suficientes para mí. ¿Quién lo diría? Un día estas
tirándole café a un chico lindo y al siguiente tatuando en su piel. Ya era bastante
noche; partimos de nuestro punto aproximadamente a las 11pm así que no
tardaba en ser el día siguiente; día en que nos conocimos.
Tuve mucho cuidado al realizar dicho tatuaje; tenía miedo de que le doliera y que
a la vez quedara fea mi diseño. Afortunadamente no pasó nada de eso; tan pronto
terminé fue mi turno. Dejé mi brazo al descubierto para tatuar la zona; no negaré
que estaba nervioso por saber que había pensado Ángel.
— ¿Te duele?— negué mientras jugaba con una de sus manos. No quería
alejarse de mí y eso era muy lindo.
Mi tatuaje duró un poco y ardía pero se logró terminar. De igual forma sentía que
necesitaba algo.
—Eres ciego no estúpido —le recordé una vez que le entregaron esa pequeña
máquina.
—Pero...—
—Ciego; no estúpido — sabía que estaba nervioso así que trate de susurrar
palabras de apoyo en todo momento. El tatuador fue muy gentil al guiarlo todo el
tiempo, lo que me agradó es que nunca le influyó miedo y eso sirvió para que ese
punto fuese tatuado en mi piel gracias a Ángel.
Yo no sabía cómo había quedado ya que no tenía permitido ver el tatuaje aún.
Cuando la hora llegó nos llevaron frente a un espejo para ver el resultado. Yo me
encargué de relatarle el suyo a mi novio, aún no podía tocarlo para evitar alguna
infección así que no podría disfrutar de él al 100%, sin embargo parecía muy feliz
con el resultado.
— Son dos mariposas volando juntas...sin una jaula de por medio— dejé un beso
en su mejilla admirando ese tatuaje en su cadera. Lo lucía bastante bien.
— Es perfecto...—
—No sólo eso...; el dibujo está compuesto por pequeños puntitos que juntos
forman la mariposa — eso lo hizo sonreír aún más. Yo sabía que eso era muy de
él; y quería que lo disfrutara.
—wow...
— Es una mariposa; porque eres una. La mitad está compuesta por flores porque
una vez me dijiste que tu mamá las amaba— sonreí. Él recordaba pequeñas
cosas sobre mí, eso lo comenté hace muchos meses atrás — Es para recordarte
que siempre está contigo...
ELIAN
Tras nuestra aventura tatuándonos nos dormimos hasta tarde hablando sobre
boberías; Ángel fue el primero en quedarse dormido en mis brazos así que decidí
llevarlo a la furgoneta para que pudiese estar cómodo, para ese entonces la luz
del sol comenzaba a salir.
Todos dormimos hasta tarde; había sido un día largo, por lo tanto emprendimos
nuestro viaje hasta las 5pm. Manuel era quien iba al volante así que las canciones
infantiles no tardaron en sonar. Le gustaba repetir una y otra vez la que fuese de
su gusto.
— ¡Oh vamos Eróticos! Deja que cambiemos la música —se quejó Diego a su lado
intentando cambiar a algo agradable para todos pero mi amigo se negaba.
— Nada. Yo voy al volante, yo digo— solté un suspiro al saber que esa canción la
escucharíamos una hora más.
— Ya quiero llegar. Será divertido subirnos a todos esos juegos— como siempre
el más optimista era Ángel, quien prefería ignorar la música y concentrarse en lo
bueno.
— ¿Eh?— soltó una pequeña risa. Nos encontrábamos sentados; él entre mis
piernas con su espalda pegada a mi pecho así que dejó caer la cabeza en mi
hombro.
— ¿Qué pasa? Estas en las nubes—habló bajo; giró el rostro para dejar un dulce
beso en mi cuello— ¿Todo bien?
—Sí; bueno...es solo, quiero hablar contigo— me ponía nervioso incluso decirle
esto. Supe que a él también cuando se tensó.
—No, no...Bueno; quiero contarte algo de mí —comencé a jugar con sus manos
para olvidar un poco mi nerviosismo.
—Si—
—No; no...Sólo quédate conmigo —lo abracé fuerte. Tenía miedo, sí; pero no
podía callarme más tiempo. No.
El tiempo pasó rápidamente luego de eso; Regina fue la valiente que logró
cambiar la música de Manuel por algo más ameno para todos, eso ganó que mi
amigo la mirase mal durante todo el camino. Era divertido poder pasar mi día así;
junto a las personas que quiero cantando a todo pulmón una canción.
Era lindo ver como Diego y Regina tenían pequeños momentos donde se
hablaban al oído o reían juntos. Me alegra mucho que mi mejor amigo pueda ser
tan feliz como lo soy yo ahora.
Por nuestra parte Ángel y yo nos mantuvimos en una pequeña burbuja que
ninguno de ellos se permitió romper.
—Te lo juro. Cuando era niño corrí por todo mi jardín sin ropa porque no me
quería bañar aún —solté una pequeña risa al escucharlo. Era adorable imaginarlo
en esa situación y más aún a su madre corriendo tras él.
—Luego de eso mamá me bañaba dos veces para castigarme— volví a reír. Por
las anécdotas que contaba su madre siempre ha sido una mujer muy estricta a la
cual le gusta que las cosas se hagan como ella dice.
—Es que no bañarse atrae a los chicos dice —habló el moreno desde su lugar
ganando la carcajada de Ángel.
—Qué asco—
—Funcionó contigo— se alejó un poco para estar a una distancia prudente en que
pudiese verlo y abrir la boca en O. Eso me hizo reír a mí.
—Y en Irvin— tan pronto Manuel dijo eso Diego soltó un fuerte "Uhhh" ganando la
atención de Ángel quien giró la cabeza hacia donde escuchó su voz— por que
diariamente te ve con carita de enamorado y a la vez te quiere desvestir.
—No les hagas caso— reí bajo. Irvin es mi compañero de trabajo; esos de los
pocos con quienes habló. Manuel y Diego siempre han dicho que quiere conmigo
solo porque el chico es atento.
—No, cuéntame de ese tal "Irvin"— suspiré. Su barbilla se elevó, aquí va la diva.
— Es un coqueteo discreto Ángel — miré mal al piloto tan pronto habló. Conocía a
mi novio y si bien no estaba molesto si sentía celos de su parte.
—Irvin solo es atento. Que haya cubierto mi turno en el trabajo no significa nada;
además ustedes lo han hecho también —defendí. La verdad el chico quizá si se
pasa de atento un par de veces pero es muy tímido a la hora de hablar conmigo.
Sea como sea yo ni al caso con él— No se pasen; además es menor de edad, ni
que quisiera pisar cárcel...
—Ah o sea que de ser mayor de edad sería otra cosa—elevó una ceja. Lo
escuché refunfuñar bajo y solo me di cuenta que metí la pata. Ahora si los otros
tres ya no decían nada.
—No; no...Es solo un niño— tomé sus manos para que dejara de cruzar los
brazos— no te pongas celoso.
—Ya no les hagas caso— me acerqué para dejar un beso en sus labios pero
seguía teniendo la misma cara—Oh vamos Ángel...yo no digo nada de Max
— Los que dicen amistad laboral son los que esconden relaciones — se encogió
de hombros.
Eso le hizo soltar una pequeña sonrisa; sabía que no podía mantener su rabieta
de celos por mucho tiempo así que levantó los labios para que lo besara; así lo
hice y ambos soltamos una pequeña sonrisa.
—Más te vale. Porque eres mis ojos — pasó sus manos por mi cabello y movió su
cabeza hacia los lados para crear un beso esquimal.
—Igual espero que ese fulano Irvin vea mis historias de Instagram y me envidie—
soltamos la risa. Al parecer nuestras peleas bobas duraban poco y eso me gusta.
[...]
— Andando niños. La montaña rusa nos espera — El mayor se sentía como todo
un padre a cargo de adolescentes y era realmente gracioso por que quien actuaba
más como niño es él.
— Yo quería ir a las sillas voladoras— habló Regina quien iba junto a Diego. Al
verlos con detenimiento pude percatarme que se iban agarrando por el meñique.
Al parecer sí que les hizo bien el viaje.
— Bobo—
—Ya no peleen. Primero vamos a la montaña rusa y luego a las sillas voladoras—
hablé yo para calmar a esos dos. Eso pareció agradarles por que no alegaron.
Nos dirigimos hacia el lugar indicado; para nuestra suerte la fila no era tan larga
así que posiblemente solo nos debíamos mantener 10 minutos esperando. Creí
prudente mencionarle a mi encantador novio la peculiar historia en Instagram que
había plasmado de los dos juntos donde se leía perfectamente etiquetado mi
compañero de trabajo.
— ¿Lo hice? Ay; estoy ciego, cometo errores eh— solté la carcajada al escucharlo
— seguro fue error de dedo.
—De querer hacerlo bien le hubiese mandando una imagen más fuerte
directamente — sonrió ladino— quise apiadarme de esa pobre alma en desgracia
— Eres un bobo— me acerqué dejando besos por su rostro para hacerlo reír —No
tienes que demostrar nada a nadie. Tú ya me tienes.
— ¡Ya basta!— los miré — tú de este lado. Y tú vete allá con Diego— jalé a mi
amigo con nosotros el cual le seguía sacando la lengua a Regina.
—Ahora pídanse perdón — Habló Ángel. Ambos refunfuñaron entre ellos—
Háganlo o no se suben.
—Oye tú no nos mandas— hablaron al unísono. Sólo pude ver como Diego quería
esconderse por que todos nos miraban.
Ángel solo tuvo que cruzarse de brazos y elevar una ceja para que esos dos se
abrazaran y se juraran amor eterno. Era demasiado gracioso, parecíamos sus
padres en este mismo momento.
Tuvimos que subirnos otras dos veces más ya que la sensación era
impresionante. Todos disfrutamos de la montaña rusa debido a los gritos que
soltaba Manuel; sin embargo no nos dejaron subirnos una cuarta vez porque en la
tercera vuelta soltó muchas groserías y había menores presentes así que nos
vetaron.
Tras eso decidimos ir a las sillas que tanto pedía Regina. La pasamos bien yendo
de juego en juego aún que Ángel y yo parecíamos padres de esos tres ya que
decidir a donde ir después era todo un lío.
Luego de cansarnos de nuestros "hijos" decidimos dejarlos subirse solos a una
atracción mientras los esperábamos sentados en alguna jardinera.
—Sus peleas solo me ponen de mal humor. Me estresan— me quejé una vez
estuvimos solos.
— ¿Te quito el estrés?— pasó sus manos por mi cuello haciéndome sonreí.
— Suena interesante— reí bajo tomándolo por la cintura; solo él logra ponerme de
buen humor. Se colocó de puntas para susurrar en mi oído:
—En la noche te doy lo que te debía — sonreí ladino al escucharlo. Vaya que si
necesitábamos cerrar así la noche.
[...]
Ángel y yo tuvimos nuestro pequeño momento paseando por el lugar; justo cuando
tenía intención de tocar el tema de mi nombre mi celular sonó; la hora había
culminado y debíamos irnos de ahí. Maldita sea, en definitiva necesito un
momento a solas con mi novio.
Nos mantuvimos ahí contando anécdotas junto al calor del fuego; fue hasta que mi
novio decidió ir a cambiarse dentro de la casa de campaña que Regina tomó
asiento a mi lado.
— Ya era hora; ¿no?— la miré y ella asintió. Ambos dimos un trago a nuestra
bebida.
—Creo que yo tengo más que agradecerle a él — ella sonrió y dejó una mano en
mi hombro.
—Gracias a ti. Le devolviste esos ojos que tanto quería por que junto a ti no se
siente ciego —dejó un beso en mi mejilla y se levantó para regresar a su lugar. Me
gustó escuchar eso de ella; supe que no tenía nada más que hacer ahí cuando
noté como mi amigo y ella se hundían en su charla y Manuel se quedaba dormido.
Decidí ir con Ángel para ver si había terminado de vestirse.
Vaya sorpresa me llevé al entrar y verlo entre las cobijas con el torso expuesto;
algo dentro de mi decía que no era lo único desnudo.
—Estoy algo borracho. Así que no me culpes del todo— soltó una pequeña risa.
Ambos habíamos bebido pero no lo suficiente para perdernos, teníamos nuestros
sentidos bien activos.
—No te culpo si entras bajo las cobijas conmigo — sonreí ladino al escucharlo.
Buscó el pañuelo en mi cuello para atraerme más a él.
—Ángel; ellos están afuera — reí bajo tan pronto él se acercó más a mí para ir
dejando besos por mi cuello.
—No lo harán bobo. Calla y bésame que sé que quieres...— solté una pequeña
risa. Amo su seguridad. Apagué la pequeña lámpara que teníamos ahí para
alumbrar y me metí bajo las cobijas una vez me había deshecho de toda mi ropa.
Comprobé que estaba en lo cierto al pensar que estaba desnudo completamente.
La única prenda presente era la pañoleta morada que yo portaba, la cual él no
tardó en colocar sobre mis ojos cegándome por completo. Nuestros labios se
unieron con necesidad a medida que nuestras manos buscaban explotar el cuerpo
del otro. Bien sabíamos que ya necesitábamos nuestro momento de intimidad, lo
más cercano que tuvimos fue esa llamada, pero esto es aún mejor.
Intentábamos ser callados para prevenir cualquier cosa pero los pequeños jadeos
que soltaba en mi oído me hacían enloquecer completamente. No necesitaba ver
para deleitarme con el cuerpo de mi novio, mi mano se encargaba de ir desde su
delicada cintura a su trasero para apretar un poco. Sus labios recorrían mi cuello
divirtiéndose con morder aquella zona; una de sus manos se mantenía en mi nuca
y la otra se deslizaba por mi espalda ya que yo me encontraba sobre él.
—Shhh recuerda ser silencioso — susurré tras abrir sus piernas con mucho
cuidado y posar una mano en su miembro con falta de atención. Él no tardó en
arquear la espalda y gruñir bajo.
Mi lengua vagó por su zona más íntima logrando que se aferre a mi cabello. Todo
esto se estaba volviendo tan pasional que seguramente toda la casa de campaña
destilaba color rojo en su máximo esplendor.
Volví a subir para esconder mi cara en su cuello y así él pudiese llevar sus manos
a mi miembro y atenderlo. Gemidos roncos salieron de mi boca junto un nuevo
color; el amarillo.
Supe que estaba listo cuando con el ingreso de mi segundo dedo Ángel inició un
movimiento de caderas. Nos unimos en un nuevo beso para callarnos entre sí;
ellos seguían allá afuera y nosotros aquí íbamos alcanzando el verde tras frotar
nuestros cuerpos.
Los gemidos seguían presentes; por más que quisiéramos ser muy silenciosos no
podíamos evitar soltar una que otra maldición acompañada de uno. Sus labios
sobre los míos sabían malditamente bien. El caramelo abundaba en el lugar y ni
hablar de la cafeína. En nuestros momentos de intimidad solo podía percibir ese
delicioso aroma a latte acompañado de los colores del arcoíris; pero nos faltaba
uno, aún necesitábamos ese último.
—Los que iban a ser silenciosos...— me burlé tras un rato de permanecer así para
recuperar fuerzas. Salí con cuidado de él para deshacerme del condón y llevar esa
pañoleta a mi frente.
—Diría que me daría pena verlos mañana. Pero la pena la pasas tú; punto por ser
ciego— soltó la risa haciéndome reír a mí también. Si ellos escucharon no me la
voy a acabar una vez que los Bardelli no estén con nosotros.Él me ayudó a
cambiar la cobija la cual había terminado con restos de nuestro pequeño
encuentro. Tras eso volvimos a recostarnos quedando frente a frente.
— ¿Estás cansado?—
— ¿Quieres un segundo round? ¿No te cansas?— reí al escucharlo.
—Tengo miedo...pero bien. Aquí va, suéltalo— bien; era el momento perfecto.
Estoy a solas con él y nadie va a interrumpirnos así que no puedo dar marcha
atrás.
—Si...—
—Bueno; te diré uno de mis miedos para que así te sea más fácil decir el tuyo—
uní mi frente a la suya y asentí lento. Él siempre lograba tranquilizarme.
—Bien...—soltó un suspiro y se aferró a mi pecho. Pude sentir su corazón latir con
fuerza así que supuse que lo que fuera que me dijera si le daba miedo.
—Fue hace unos años atrás...6 de Diciembre; había una fiesta en casa de Alex;
era la fiesta de último año y toda la escuela estaba ahí. La pasé tan bien con
Nathaniel y Catriel — soltó una pequeña sonrisa — tuve que irme antes porque
mis padres eran estrictos con el horario. Recuerdo que antes de irme pude ver
como todos saltaban a la alberca; me hubiese gustado quedarme...Pero no.
A medida que hablaba esa fiesta volvía a mi mente; yo había asistido junto a
Diego; todo iba bien para mí hasta que mi padre hizo aparición, desde entonces
borro eso de mí por completo.
—No sé cómo pasó; un segundo estaba hablando con mis padres y al otro un auto
impactó contra nosotros...Recuerdo que fue por eso de la 1am. Lo sé porque esa
hora indicaba mi teléfono...— tragué duro al escucharlo — lo último que recuerdo
es el auto de mis padres girando; quizá era yo quien giraba, solo sé que mi cabeza
impactaba con diferentes zonas hasta que todo se volvió negro. Desde entonces
no volví a pasar por la calla Aldama...por que sí. Recuerdo bien donde fue...
— ¿Ramiro?—
—Lo siento...— sólo pude decir eso. Hablar me dolía, todo mi interior dolía.
Hice lo más cobarde que pude; tomé mi teléfono colocando mi tono de llamada
para así fingir una conversación con Diego.
— ¿Está todo bien con él? ¿Qué pasó?— intentó levantarse pero se lo impedí.
—Es algo de su familia...No tardo. Que-quédate aquí... Quédate aquí por favor—
hablé un poco desesperado. Él asintió un poco confundido; quizá pensó que debía
darme mi espacio porque aún sentía miedo. Él no podía ver lo roto y aterrorizado
que me encuentro ahora.
— ¡Me vale! ¿Qué si armo un numerito? Ja— Estaba ebrio. Con su mano libre
sostenía una botella ya casi vacía— Este inepto bueno para nada debería estar en
la casa...
—Papá por favor aquí no...— las risas iban en aumento y yo solo podía esconder
la cara lo mejor que podía.
— ¡No tengo dinero para el maldito taxi! Arranca el maldito auto Elian, ¿Puedes
hacer algo bien?— rompió su botella estrellándola con la guantera
sobresaltándome por completo.
Las risas externas seguían. La gente había salido al jardín para observar y todo
era tan asqueroso para mí. No dudé en colocar las llaves y arrancar el auto, quería
desaparecer.
—Al menos guíame...No... No se manejar bien aún— hablé con miedo de verle
con esa botella rota en mano. Si bien había usado el auto quizá en dos ocasiones
para hacer viajes cortos este no era el caso, además ni siquiera tenía una licencia.
— ¿Es que ni esto puedes hacer bien? —bufó con molestia.
Corrí con mayor fuerza al sentir mis piernas doler recordando aquel suceso; mis
lágrimas no dejaban de salir y mi corazón se había roto por completo. Mis alas
estaban rotas.
—Elian...
— ¡Sólo quiero eso joder!— golpee el volante un par de veces molesto por todo
esto, por sus humillaciones.
—Necesito que dejes de ser tan estúpido y hagas algo bien — me riñó
apuntándome con su botella. El enojo y la rabia se apoderaron de mí. Apreté la
mandíbula e hice lo que quería.
Si no quería que me detuviera en ese rojo e hiciera algo iba a hacerlo. Así que
aceleré; aceleré esperando que ningún auto pasara por ahí, ya era de madrugada,
seguramente la 1am y no hay autos a esa hora.
— ¿Eso quieres? Bien—
Salí con rapidez del auto tan pronto pude; el panorama que tenía frente a mí me
horrorizó. El miedo me abrumó por completo al ver el otro auto volcado por
completo. Temeroso comencé a caminar hacia ellos con lentitud; tenía que hacer
algo. Yo acababa de provocar un accidente.
Me importó poco el dolor que sentía en la nuca; caminé hacia ese auto.
— ¡Elian! ¡Elian vuelve aquí carajo!— escuché a mi padre gritar desde nuestro
auto.
—Papá...ellos...—
— Yo...yo los...—
—Cállate. Cállate de una maldita vez carajo. Vámonos — arrancó el auto con
rapidez para alejarnos de esa calle. Yo solo pude mantener la mirada en ese
letrero "Calle Aldama"— Quedarnos significaba que tú y yo nos jodamos más...
—No vuelvas a hablar de esto. Esto nunca pasó ¿Entendiste Elian? — me miró
con rapidez. Yo solo podía abrazarme a mí mismo— ¡Repítelo, mierda!
—Soy basura...yo soy basura— abracé mis piernas escondiendo la cara entre
ellas dejando escapar mis lágrimas—No soy nada...Me odio. ¡Me odio! ¿Por qué
no fui yo? ¡Porque!
Él no merecía eso. Yo sí
Solo podía llorar abrazado a esa pañoleta deseando que todo fuera un sueño...
Corro para ahuyentar mis miedos; pero tú me haces volar para enfrentarlos.
NARRADOR
Un nuevo día se abría paso. La furgoneta ya estaba lista para emprender el viaje
de vuelta a casa. Ninguno de los presentes hablaba; era como si sintiesen la
tensión emanar de Elian. Nadie sabía lo que le pasaba; Diego lo vio regresar por
la madrugada usando solo su pantalón de dormir, su rostro era pálido y parecía no
haber dormido pero prefirió no preguntar.
La partida fue bastante rápida por lo cual no se sintió demasiado la distancia entre
la pareja; Ángel imaginaba que su novio no hablaba porque seguramente sus
amigos habían escuchado su pequeño encuentro nocturno y sentía vergüenza, así
que se dedicó a tomar su mano de vez en cuando, pero él parecía más empeñado
en intentar dormir.
— ¿Está todo bien? Ayer no regresaste a la tienda — el menor buscó la mano del
rizado hasta tomarla y entrelazar sus manos
— Estoy bien...en serio; solo cansado porque dormí mal. Perdón por no volver —
el mayor apenas y pudo abrazarlo; dejó descansar las manos en su espalda pero
no más.
Esa pregunta hizo que una punzada se presentara en su corazón. Podía sentir
como lo que quedaba de la mariposa en su interior moría un poco más.
— Si; sólo...solo quería decirte que eres la persona más importante para mí —
tragó duro intentando contener las lágrimas. Lo que decía era cierto; pero sentía
que lo decía como una despedida— Que...tú me haces tanto bien; y no te
merezco; tú eres un Ángel, eres merecedor del cielo y yo solo puedo ser tu
infierno.
Lo abrazó con fuerza. Lo abrazó con temor de hacerle más daño. Ya no quería
lastimarlo, no más.
— ¿Cómo puedes decir eso bobo?— el pequeño se aferró a su cintura— No
merezco el cielo. No soy perfecto, nadie lo es... he cometido errores; he hecho
cosas malas también. Pero; ¿Sabes? Era una mariposa, pero estaba enjaulada y
de nada me servía ser tan colorida si no era libre....tú me diste libertad.
Las palabras del menor solo lo rompían más. "Yo fui quien te puso en esa jaula"
pensó.
— Debo ir a casa. Te llamo más tarde para avisarte como salió todo— se colocó
en puntas para dejar un beso en sus labios. Por primera vez Elian no sintió
felicidad al sentir el caramelo.
—Claro; con cuidado— se alejaron a paso lento. El menor hizo uso de su bastón
para ir hacia su hermana y juntos dirigirse al autobús que ya se encontraba en la
parada— ¡Ramiro!
Lo miró
ELIAN
Sentí el impacto y como el auto de mi padre giraba por los aires; todo era a
cámara lenta, podía observar la cabeza de mi papá estamparse con su asiento
una y otra vez, los vidrios flotar a mi alrededor y la sangre en mis nudillos. Mis ojos
se mantenían en el auto intacto con el cual impacté; en especial en ese par de
ojos que me miraban. Miraban.
Mi mejor amigo limpió mis lágrimas para acto seguido abrazarme nuevamente. Por
primera vez ni siquiera un abrazo me hacía sentir un poco mejor, ya no tenía
efecto en mí.
— No quiero hablar de eso Diego — abracé mis piernas y evité sus miradas; sabía
que se preocupaban por mí pero no podía decirlo.
— No puedo seguir con Ángel —tragué duro y negué. Tenerlo cerca me hacía
sentir sucio— Él es demasiado bueno para mí...
—No entiendo...—
— ¡No! Joder, no— salí tras él tan pronto vi como salía de la furgoneta. El mayor
no tardó en seguirnos
— Será lo que sea Elian pero ningún chico va a hablar mal de mi mejor amigo.
¡Nadie!— se giró a mirarme. Estaba molesto por esa idea que cruzó por su
cabeza.
— ¿Qué? Estás loco. Regina y su abuela te aman...— se acercó hasta dejar las
manos en mis hombros.
— ¡Lo harán joder! Van a odiarme más que nadie. Todo por mi maldito error — me
aparté con brusquedad. Diego parecía no comprender nada, no sabía de lo que
hablaba pero es mejor así.
— ¿Qué error? ¿Qué hiciste como para que ellos te odien?— en mi mente
inmediatamente se reprodujo la escena de mi auto estamparse con el vehículo
donde iba Ángel. Sentí una lágrima recorrer mi mejilla.
— Es mejor que me vaya...Por favor no me busquen— solté un suspiro y regrese
a la furgoneta para tomar mi mochila y alejarme de ahí. Sé que gritaron mi nombre
pero me importó poco, no quería escucharlos a ellos tampoco, solo quería
ahogarme en mi dolor.
ISAAC
El encuentro con mis padres había sido todo un éxito; más aún cuando Manuel
dejó en nuestras maletas un par de playeras falsas del "retiro de invidentes". Mis
padres parecieron tragarse por completo la mentira, en el autobús Regina y yo
tuvimos suficiente tiempo para ponernos de acuerdo por lo cual no fallamos a
ninguna pregunta. Estamos muy felices por eso.
— ¡Mi niño hermoso!— sonreí al sentir los brazos de mi abuela rodear mi cuerpo,
así que no tardé mucho en corresponderle.
— Tienes que contarme todo de tu viaje — asentí rápidamente una y otra vez;
tenía mucho que contar, omitiendo la casa de campaña claro está.
— Tengo tanto que contarte — estaba emocionado por contarle cada parte del
viaje; en especial porque ella entiende todo lo que siento por mi novio.
No tardamos mucho en salir al jardín lejos de mis padres para poder tener
comodidad. Regina se había ocupado de mamá abordándola en la cocina para
cocinar juntas un pastel por nuestro regreso así que teníamos mucho tiempo para
conversar.
Le relaté cada parte del viaje; acentuando lo mucho que mi corazón latía al sentir
los labios de Ramiro, las cosquillas al tomar su mano y la corriente eléctrica que
recorre mi cuerpo con solo escuchar su voz.
Mi parte favorita de hablar con mi abuela es la atención que pone en mí, parece
entender por completo como me siento y se emociona como si ella volviese a
vivirlo. Es un ser lleno de colores.
— Y me dijo que me quería...—solté una pequeña risa mientras jugaba con mis
manos. En mi mente seguía su voz diciendo una y otra vez esas dos palabras —
Abuela; al fin estoy viviendo lo que siempre quise...Mi épico amor.
—Ay mi amor. Estoy tan feliz por ti— soltó un suspiro y tomó mis manos —
¿Sabes algo? Todos tenemos una vida donde diferentes personas entran y salen
de ella. Muchos amores— dejó un beso en mi coronilla — pero pocos
encontramos nuestro gran amor tan pronto.
— Eso espero. Algún día me gustaría que viniera a la casa sin necesidad de
colarse a escondidas —hice una mueca — Estoy preocupado por él...
— ¿Porque?—
— Anoche tenía algo que decirme...tenía tanto miedo; sus manos estaban frías y
sudaban. Al final lo que me dijo...bueno, no creo que haya sido lo que pensó —
tenía miedo de que algo malo le pasara. El silencio de parte de mi abuela alimentó
mi miedo— ¿Abuela?
— Te voy a preguntar algo. ¿Lo quieres?— asentí sin dudar — entonces no tienes
que preocuparte. Sea lo que sea te lo dirá, solo ten paciencia y compréndelo...
— ¿No vienes?—
[...]
— ¿Necesitas una mano? Iba a decir ojos pero pues no— hablé al llegar a la
cocina. Escuché la risa de mi hermana y como era costumbre la riña de mi madre.
—Puedo hacer...
— Bueno; fue mi ofrenda de paz. Me agradó que hayas ido a ese retiro Isaac, te
veo...y estas tan feliz que creo que te subestimé— colocó una mano sobre la mía
— te hizo bien ir y estar con gente como tú
Me sentía un poco mal por haberle mentido tan descaradamente, más porque sé
que sus palabras son sinceras.
— Gracias mamá...—
— ¿Fuera de casa?—
No esperé más para abrazarla, este en verdad era un gran paso para ella y sé que
si las cosas siguen así muy pronto ella puede conocer a mi novio, aceptarlo.
Entonces toda mi vida se sentirá plena.
— Gracias mamá...—
— No hay de que— la abracé con más fuerza logrando oler su perfume tan
característico — Lo supe desde que hablé con tu amigo Max; me hizo darme
cuenta que conozco poco de ti. Ese chico es encantador...pareces agradarle
mucho. Por eso me tomé la molestia de invitarlo a comer pronto...
ELIAN
No sabía qué hora era exactamente. Había recibido un par de llamadas por parte
de Ángel pero no atendí a ninguna de ellas, solo fui lo suficientemente valiente
para apagar mi teléfono. Estaba seguro de que mis amigos intentarían buscarme,
tampoco quería verlos.
— ¡Elian! ¡La puerta! ¡Abre la maldita puerta que arruina mi partido de fútbol!— los
gritos de mi padre me hicieron ponerme de pie con pesadez. Imaginaba se trataba
de algún vendedor, no podían ser mis amigos ya que no eran tan estúpidos como
para tocar a mi puerta.
— ¿Quién diablos es? — gritó mi padre, a este punto mis piernas temblaban.
No sabía que esperar, si ella se presentó en mi casa es porque sabía quién era yo
y eso me preocupaba demasiado. No hablamos hasta llegar a una parada de
autobús cercana donde tomamos asiento, hasta ahora noté que se hacía de
noche. Nadie dijo nada, solo estábamos sentados y el miedo me carcomía vivo.
— ¿Desde cuándo sabe quién soy?— solté en voz baja cansado de tanto silencio.
— Desde el día que partieron a ese viaje...—mis ojos se querían llenar de lágrimas
por la vergüenza que sentía; no estaba seguro de cuanto sabía pero el hecho de
que conozca a “Elian Galdan” es suficiente.
— ¿Cómo?—
— Fui al supermercado; me sentí un poco mal así que tu jefe me llevó a su oficina
para darme un poco de agua y llamar a la mamá de Isaac. Al estar ahí pude ver su
pared llena de los que han sido el empleado del mes en este año...— a medida
que hablaba yo sentía que quería desaparecer — Te reconocí en la foto, al
acercarme pude ver que el nombre era diferente...Elian.
—Por favor no lo diga — negué lento mirando el suelo— no me gusta ser ese
chico.
— Porque no es todo lo que soy— mis ojos amenazaban con cristalizarse. Yo solo
podía ver a esa buena mujer.
— Sé la vida que atravesaste. Digamos que hice bien mi tarea mientras ustedes
estaban de viaje— dejó una mano sobre la mía — Sé quién es tu padre, y sé la
buena mujer que era tu madre...No tienes por qué mentir mi niño.
— Usted no sabe nada Bea — bajé la mirada dejando que un par de lágrimas se
escapen.
— Me atendió una vez hace mucho tiempo cuando fui a su florería junto a mi
esposo— soltó un suspiro al recordar — Yo era más joven para ese entonces y tú
eras un bebé. Ella era una muchacha tan bella y con tanto amor que dar...
— Ya no llores mi amor —la mujer de cabellos rubios arrullaba a su pequeño bebé
de aproximadamente seis meses— ¿Quieres que te cante?
No esperó demasiado para cantar una dulce melodía que paró el llanto de su hijo.
La mujer se desplazaba por la florería con el niño en brazos y usaba un pequeño
girasol para atraer la mirada del bebé el cual intentaba alcanzar esa flor.
— Eres un mañoso eh? Te gusta que te cante —el bebé soltó una risa haciendo
sonreír a la mujer la cual volvió a colocarlo en su cuna detrás del mostrador. La
campana sonó anunciando un nuevo cliente, en este caso dos ya que una pareja
se aproximaba a ella.
— Nuestro nieto se ve tan delicado como una, pero sin duda será fuerte como su
abuela — todos sonrieron ante eso. Un estornudo los hizo llevar la mirada detrás
del mostrador.
— Elian... ¿Cuántas veces debo decirte que no juegues con las flores?— la dueña
tomó en brazos a su hijo a la vez que apartaba el girasol de él. Al parecer en su
despiste el niño lo había tomado.
— Mira que hermoso niño — habló el señor al ver como el pequeño intentaba
tomar el girasol.
— Es mi hijo Elian. Lo lamento; pero le gustan mucho los girasoles en especial —
sonrió la mujer observando a su niño
— Espero le encanten a su nieto. Estoy seguro de que será un lindo bebé girasol
— la pareja sonrió al escucharle hablar así.
La dueña no tardó en armar aquel arreglo para la pareja la cual quedó sorprendida
al ver como esa mujer hacía todo con tanto amor y dedicación.
— Está listo...— guardó el dinero tan pronto se lo dieron por si trabajo — que
tengan un lindo día y un largo amor.
—Lo mismo digo...— Bea dejó una mano sobre esa mujer regalándole una bella
sonrisa.
Ese momento lo rompió el pequeño bebé, el cual movía su girasol que tenía en
manos en dirección al arreglo.
— Al parecer mi hijo también quiere darle un regalo— todos rieron al ver al niño.
Su madre le ayudó colocando ese girasol en el arreglo para dar el toque final; al
hacerlo el pequeño comenzó a aplaudir — Ahora si está listo...
— Los vi unos minutos pero pude saber cuánto te amaba...Estoy segura de que no
le gustaría verte así —
— Por dentro sigues siendo ese niño...el mismo que dio su girasol para Isaac sin
saberlo— sus palabras solo hacían que las lágrimas siguieran saliendo de mis
ojos— A él no va a importarle que hayas mentido; ni tus arrestos, ni tus malas
decisiones, ni nada...va a perdonarte
— Hay algo que jamás va a perdonarme...—
No pude quedarme más tiempo junto a ella. Fui cobarde y corrí, corrí lejos de mis
problemas; lo hago siempre que algo va mal, corrí cuando Miguel Bermúdez me
quitó mi al almuerzo en tercer año, corrí cuando el equipo de fútbol se burló de mi
por intentar besar a mi compañero, corrí después del funeral de mamá, corrí
cuando mis compañeros se burlaron de mi por ir con zapatos rotos a clase, corrí al
saber la verdad del accidente de Ángel y ahora corro de Bea.
1 semana después
ISAAC
Una semana había pasado exactamente desde que regresé a casa de aquel viaje
lleno de aventuras. Los días se habían pasado bastante tranquilos dentro de mi
hogar a decir verdad, gastaba el tiempo saliendo junto a mis amigos a ayudando a
mamá en la cocina; lo único preocupante es mi novio. Ramiro parece haber
desaparecido de la tierra y eso me inquieta.
Regina ha intentado preguntar a Diego pero éste solo responde diciendo que mi
novio tiene asuntos que resolver; yo no tengo idea alguna de lo que se refiere pero
confío en que Ramiro pronto llamará a mi teléfono haciendo otra broma tonta de
fantasías sexuales y saldremos a Starbucks para aclarar las cosas y resolver mis
dudas.
Hoy es un día "especial" para mamá; invitó a Max junto a su familia para comer;
no negaré que la idea no es de mi total agrado, sé lo que busca, soy ciego no
estúpido. Es una lástima que su cometido no se cumpla. Lo siento mamá, estoy
enamorado de mi novio, no pienso cambiar mi libertad por una jaula de oro.
— ¿Crees que se vuelva loca si bajo usando mi pijama? — Ella soltó una pequeña
risa, tampoco estaba muy de acuerdo con la cena— Hablo en serio; es estúpido
todo esto...
Mamá siempre ha sido una fiel amiga de la familia Pineda, por lo cual para ella
sería ideal que Max y yo saliéramos juntos, más aun considerando que es una
"buena familia" y él me trataría como si fuese un muñeco de cristal. Es la típica
historia de novela de horario familiar; bastante estúpido a mi parecer.
— Ella quizá no lo sabe; pero tengo novio, ni porque ella me lo pida voy a estar
con Max— tomé mi teléfono con la esperanza de encontrar alguna llamada
perdida. Entraba y salía de WhatsApp un par de veces esperando que
mágicamente sonara señalando un audio, pero no.
— Sigues preocupado por Ramiro, ¿No? — asentí; no podía estar tan tranquilo.
Una cosa es no estar juntos 24/7 y otra muy diferente no saber absolutamente
nada de él.
— Lo entiendo Regina; pero al menos quiero que responda un "No puedo hablar
ahora" o no sé, algo que me tranquilice. Si no se comunica más me valdrá he iré a
buscarle nuevamente. ¿Sabes lo preocupante que es para mí? Dicen que no
trabaja más en el supermercado— yo estaba entrando en desesperación. Su
compañera Daniela fue la encargada de decirme eso tan pronto lo busqué dos
días atrás, eso solo provocó que mi nerviosismo aumentara.
— ¿Y dónde vas a buscarlo? — sabía cuál era mi última alternativa. No estaba
muy seguro de donde quedaba exactamente pero me daba una idea del lugar
donde era seguro estaría presente.
— ¿Estás loco, no? — Giré la cabeza en su dirección elevando una ceja— hablo
de que estás loco si crees que te dejaré ir solo. Voy contigo
— Bien, pero solo es el plan si sigue desaparecido por hoy— estaba decidido. Una
vez hace meses le dije que si se desaparecía sin regresarme la pañoleta morada
sabía dónde buscarlo, eso sigue en pie.
ELIAN
Escuché su decimocuarto audio por octava vez; escuchar su voz era como estar
volando, él podía estar a kilómetros de mí pero aun así provocaba cosquillas en mi
estómago. Sé que estaba actuando como un cobarde, había evadido a Ángel por
toda una semana y en general a todo el mundo.
No sé bien lo que debo hacer; sé que no puedo encerrarme por siempre porque
eso solo nos provocaría dolor a ambos; pero de decirle o callar igual saldremos
lastimados en un momento u otro. ¿Alguna vez han sentido la sensación de
enjaulamiento? Jamás la había sentido tan presente.
En este momento puedo ver como la jaula en la que permanezco que hace más
pequeña; no puedo distinguir si soy una mariposa porque no hay unas alas que
adornen mi espalda, solamente soy un ser sin vida luchando por encontrar un
poco de color.
— ¿Te encanta desaparecer no es así? — habló tan pronto lo dejé pasar por la
ventana. Papá había salido desde temprano así que no había problema alguno.
—Que gracioso, ¿A caso ves? — soltó una risa burlona para acto seguido tomar
asiento a mi lado y quitarme la botella antes de llevarla a mi boca— Se pide
— No me vengas con eso hermano— ni siquiera dio un trago, solo lanzó la botella
por la ventana logrando que yo suelte una maldición.
—Mierda Diego. ¿Sabes lo que me costó? — gruñí
—No me jodas— me levanté de golpe. Diego sabía bien que no me gusta tocar el
tema de mi padre.
—Es en serio— se levantó también— No sé qué diablos pasó esa noche, pero no
voy a quedarme aquí para ver cómo te conviertes en tu padre y como tu novio se
desgasta buscándote...
—No voy a hablar de eso. Así que si vienes a eso mejor vete— señalé hacia la
ventana. Yo comenzaba a irritarme, seguramente era por el dolor de cabeza
provocado por el alcohol.
— ¿Qué diablos te pasó? — cerré los ojos apretando con fuerza al escucharlo. En
mi mente se reprodujo el accidente nuevamente.
—Nada...— intenté tomar el dibujo pero Diego retrocedió tomándolo bien con
ambas manos y mirando lo ilustrado. Sabía lo que yo había dibujado, se trataba de
mí, era yo con los parpados abajo y ensangrentados mientras mostraba como en
ambas manos descansaban mis ojos— Solo es un dibujo...
— ¿"No quiero ver el mundo del que te privé"? — Leyó la frase que había escrito
en una esquina de la hoja; sentí como todo mi estómago se revolvía— Creo que
es más que un dibujo...
—Dios...dime que no es lo que estoy pensando —cerré los ojos sin tener el valor
para mirarle. Negué lento a medida que bajaba la cabeza y sentía como las
lágrimas comenzaban a salir.
ISAAC
La hora de la tan esperada cena había llegado. ¿Se nota mi sarcasmo? Como
sea; aún no tenía señal alguna de Ramiro, mi humor no es el mejor así que espero
no explotar durante la comida por algún comentario estúpido. Tomé mi teléfono
dispuesto a enviar mi última nota de voz.
—Hola baboso; soy yo nuevamente. ¿Sabes? Estuve pensando un poco mientras
me bañaba, dicen que el agua ayuda a despejar la mente. Me puse en tu
situación, pero... ¿Te has puesto en la mía? No estoy molesto, solo preocupado.
Necesito escucharte...realmente necesito volver a escuchar tu voz para que las
mariposas dentro de mi cobren vida. ¿Lo entiendes? No sé lo que te pase pero
estoy seguro de que escuchar mis audios puede darte un poco de paz, ¿Podrías
darme lo mismo a mí? — solté un suspiro
—No quiero llenarte de preguntas si así lo prefieres. Solo quiero escuchar tu voz y
sentir tus brazos rodear mi cintura, tus labios dejar un beso en los míos y como tus
rizos chocan con mi frente— sonreí al recordar todo eso— Necesito mi dosis de
cafeína porque ya soy un adicto a ella...y sé que tú necesitas el caramelo.
—Debo irme; pero sabes que puedes llamarme... ¿Sí? Por favor no tardes, o me
veré obligado a buscarte—reí bajo— ¿Recuerdas? Debes devolverme la
pañoleta...Hasta tu llamada novio.
Envié el audio estando seguro de que respondería esta vez; algo dentro de mi
quería que lo hiciera ya que de lo contrario significa que mis palabras ya no hacen
efecto en él, eso sí sería preocupante. Los gritos de mi madre se hicieron
presentes, lo que significaba que nuestros invitados ya habían hecho aparición.
Solté un suspiro cansado por todo esto y bajé importándome poco si estaba bien
peinado, lo único que quería era terminar con esto lo más rápido posible.
Como siempre todo inició con las típicas frases "Que grandes están tus hijos" y
sonrisas falsas, no los veía pero no necesitaba de eso para saber que estaba
presente dicha acción. Lo que sabe un ciego como yo es que lo peor es durante la
conversación ya que siempre los invitados tratan de decir palabras que no
involucren la visión para no hacerme sentir "menos", lo cual para mí es estúpido
porque me siento en la cima del éxito.
—Algunos más que otros— habló mi abuela haciéndome sonreír. Pude deducir
que se encontraba sentada justo frente a mí.
—Bueno; la noche no nos hace más jóvenes así que iniciemos la comida—al fin
mi padre dijo las palabras que yo tanto esperaba. Mi madre y la señora Aurora se
encargaron de servir a todos los presentes, en los momentos de interacción yo no
dejaba de hacer cualquier comentario a Regina para evitar a Max.
—A tu hijo parece gustarle mucho el café— habló la señora Pineda tras un rato,
me limité a sonreír.
—Creo que cualquiera que me trate como una persona me basta—elevé la barbilla
y sonreí ladino para dar un sorbo a mi café.
Traté de evitar ese comentario, no quería generar todo un caos y ganar un regaño
por parte de mamá, no aún. Preferí dejarlo pasar e ignorar por completo la
conversación que establecían ya que todo ahora iba a girar en torno a Max y yo, lo
cual es ridículo porque jamás habrá un "nosotros".
La cena se tornó demasiado aburrida para mí; tras un rato de charlas en la mesa
todos los adultos pasaron al despacho de mi padre para beber un poco
dejándonos a los hijos en la sala. Era demasiado evidente su plan de "dejarnos
solos", no iba a caer en eso así que dediqué mi tiempo a husmear en mi teléfono.
—Amigos; grábatelo bien, porque hace poco parecía que pedían mi mano—me
crucé de brazos indignado por la situación.
—Oh vamos; no es mi culpa que tu madre me quiera tanto. Además no es secreto
que llamas mi atención— sentí su proximidad al sentir su aliento muy cerca de mi
rostro.
—No me vengas con tonterías; solo llamo tu atención porque ahora soy feliz con
mi novio. Oh, y mejor aléjate— moví mi mano para indicar que se aparte— porque
tú te llegas a pasar de listo y sabrás lo que es amanecer sin pene, bueno, si dices
tener uno— sonreí ladino.
—No te entiendo. ¿Sabes? —supe que se dejó caer en el respaldo del sofá por el
ruido que generó al hacerlo— Te trato bien, mierda, podría darte lo que quieras.
Nuestras familias se llevan bien, mis padres te aceptan.
Solté un suspiro, hay personas que parecen más ciegas que yo. Se supone que
soy ciego pero veo más claramente que todos aquí.
— ¿Ves? —Reí sin humor—eres tan idiota que lo etiquetas por como se ve. Te
diré algo, No me importa.
—Ese chico no es para ti— aparté su mano de mi hombro tan pronto la sentí—
¿Quieres vivir en la calle toda tu vida? ¿Quieres ser un don nadie como él?
El fuego comenzó a invadir mi interior por completo; pude distinguir el rojo llenar
toda la habitación y solté mi furia en un golpe. No supe como tuve tan buena
puntería pero sí que mi puño se estampó directo en lo que parecía ser su pómulo.
—Que sea la última vez. ¡La ultima! Que le dices don nadie— apreté mis puños
con furia. Estaba cansado de que la gente le llamara así; por lo poco que Ramiro
me contaba puedo saber que lo describen así, no dejaré que una sola persona
hable así de él en mi presencia— Te diré algo y espero me escuches muy bien.
Prefiero mil veces a ese "don nadie" antes que a un imbécil como tú. Si se te
ocurre decirle una palabra de esto a mis padres, te juro que voy a hacerte la vida
miserable...
ELIAN
—Yo realmente no tenía idea Diego, te lo juro— tragué duro y terminé de limpiar
mis lágrimas tras culminar con todo mi discurso.
—No sé qué hacer ahora; ¿Cómo puedo mirarle a la cara? No quiero verlo pero a
la vez no puedo alejarme, lo necesito — jugué con mis manos, quizá no fue mucho
lo que hice pero hablar con Diego logró que mi dolor disminuyera un poco.
— ¿Cómo va a perdonar algo así? — hice una mueca. Esa duda no me dejaba
dormir.
—Lo sé— llevé la mano hasta mi celular, tal como imaginé tenía un mensaje de su
parte— solo que no soy tan valiente.
—Creo que Ángel sabrá sopesar las cosas. Pero si decide alejarse—dejó una
mano sobre la mía nuevamente— Aquí tienes a un amigo para ser un ala, y por
allá tienes a otro un poco loco para ser la otra
—No puedo decirte que pasará, pero te aseguro que no estarás solo. No vas a
dejar de volar— al escuchar las palabras de Diego no pude evitar abrazarlo, eso
era todo lo que necesitaba ahora. En estos momentos es que sé quiénes
realmente son mi familia, a quienes necesito a mi lado.
[...]
Tras la partida de Diego tuve el suficiente valor para escuchar el audio de Ángel, el
cual me arrancó un par de lágrimas y sonrisas a la vez. Las palabras de mi amigo
se quedaron en mi mente, no podía seguir evadiendo a mi novio, eso lo sabía
bien. Pero lo que me tocó el alma fueron las palabras de "Te aseguro que no
estarás solo".
¿Había sido tan ingenuo al pensar que esto era un hogar? Miro atrás y solo puedo
pensar en las palabras de mi madre.
"Siempre tienes que volver a tu hogar, con tu familia, porque es ahí donde
obtienes la mayor felicidad"
Mi felicidad no estuvo en esta casa desde que ella partió; fui feliz en esa
furgoneta, en el supermercado, en mi lugar secreto. Soy feliz junto a mis amigos,
ellos son mi verdadera familia. Ellos son quienes están cuando necesito ayuda, no
ese hombre que dice ser mi padre. Entonces; ¿Por qué permanezco aquí?
—No...—
—Por el arte en ti— esas palabras lograron revivir a esa pequeña mariposa.
Era un poco egoísta de mi parte no decirle nada aún; pero si realmente quería
hablar con Ángel debía estar como nuevo y él era mi medicina pura. Lo
necesitaba, con su simple voz hace que el rojo entre en mi interior, con un abrazo
suyo puedo sentir el naranja, sus manos recorriendo mis rizos hacen que el
amarillo se presente, con su risa el verde abunda por el lugar, cuando sus labios
dulces con sabor a caramelo tocan los míos puedo ver el azul y al volvernos uno
es cuando el morado complementa la gama.
CAPÍTULO 24
ISAAC
Todo cobró color luego de esa llamada. Aún no sé la respuesta a esa constante
pregunta de cómo con solo escuchar su voz mi día puede cambiar para bien.
Luego de una cena turbia donde los esfuerzos de mis padres por emparejarme
con Max se vinieron abajo; todo dio un giro al recibir la llamada por parte de mi
novio. Fue como si de un segundo a otro toda preocupación se desvaneciera tan
pronto mi teléfono sonó con la canción de Halo.
No sé cuánto tiempo duró la llamada; sólo puedo decir que estuvo llena de risas,
sonrojos, momentos cursis y doble sentido por parte de ambos. Al final yo me
quedé dormido mientras Ramiro me contaba algo trivial. Hoy tan pronto desperté
no perdí tiempo; hice mis pequeños labores en casa esperando a que llegara la
hora de reunirme con mi novio. Ya me arreglaría yo con Regina para salir juntos.
— ¿Ramiro se reportó? ¡Al fin!— chilló mi hermana tan pronto le conté todo lo
ocurrido por la madrugada.
— Shhh calla o mamá nos puede escuchar — la mandé a guardar silencio. Ambos
estábamos en mi habitación y ella debía estar alerta por si nuestra madre se
encuentra cerca — El punto es que nos queremos ver...
— Sabes que yo te ayudo bobo— sonreí. Sabía que siempre podía contar con
ella; nuestra hermandad es incondicional— además ya tenía planeado salir con
Diego
Su tono de voz cambió tan pronto nombró al chico; yo sé lo que eso significaba. Lo
sé porque me escucho así cuando hablo del baboso de Ramiro.
— Él te gusta mucho, ¿No?— susurré. Era algo nuevo ver a mi hermana como
alguien que puede tener novio.
— Pfff no; cómo crees — ambos reímos ante eso; era demasiado obvio que le
gustaba así que negarlo es ridículo.
La carcajada se hizo presente; ahora sólo falta Manuel para que todos tengan su
persona. Su mariposa.
[...]
— ¿Sucede algo?— escuché su suspiro. Eso era un "no", así que ingresé en el
lugar hasta llegar a la encimera— ¿Te ayudo en algo?
—Cómprate algo bonito tú también. Quizá vuelvo a invitar a Aurora y...— solté un
suspiro y negué dejando el dinero en la mesa.
—Mamá; no lo intentes ¿Si?—hice una mueca— Max no me gusta ni me gustará
—Isaac...—negué
— Él te quiere bien. Perdóname por querer un buen chico para mi bebé —volvió a
tomar mi mano acariciando un poco para calmarme.
— Mamá; no puedes guardarme en una caja de cristal por siempre —por primera
vez no gritábamos al hablar del tema. Nuestra voz era tranquila — algún día van a
lastimarme...
ELIAN
— ¿Puedes creerlo? Lourdes pintó una de mis fotos del empleado del mes—gruñó
molesto Manuel quien me ayudaba como empacador.
— Y no sólo eso; ¿Sabías que Bertha se quejó con el jefe sobre Ofelia y yo?—
Daniela se integró rápidamente a la conversación girándose desde su caja—Eso
es discriminación. ¡Que insulto!
— ¡Aplacada gata! Fuchi— le lanzó agua con el rociador que tenía en manos ya
que lo utilizamos para limpiar la barra.
— ¡Ahora sí! Éntrale Eróticos —estaba por lanzarse sobre mi amigo cuando su
novia entró a detenerla; Ofelia siempre llegaba en los mejores momentos.
—Dejen de pelear por favor...solo un día —Diego hizo presencia en su lugar para
tomar asiento sobre la barra, por el momento era demasiado temprano así que no
habían tantos clientes— ¿Cómo va todo? ¿Hablaste con Ángel?
— ¿Alguien dijo Rangel?— eso en definitiva le bajó el mal humor a Manuel el cual
rápido volvió a centrar su atención en mí.
—O quizá un poco antes —giré tan pronto Diego señaló hacia la entrada donde mi
lindo novio venía haciendo uso de su bastón y a su lado Regina reía junto a él.
Era la primera vez que lo veía desde que nos despedimos del viaje, así que algo
en mi corazón dio un salto y mi estómago se revolvió un poco. Yo realmente debía
intentar no pensar en aquel suceso.
—Dígame señorito—
— Anoche le dije que podía encontrar el camino hasta sus labios. ¿Juegas al
escondite o le temes al éxito?— definitivamente es una propuesta que solo él
me haría.
Pude ver como se perdía entre los pasillos así que no dudé en hacerle una señal a
Manuel para que ocupase mi lugar y yo perderme entre el supermercado.
—Tienes que darme una pequeña pista—sonreí al escucharlo. Más aún porque
a lo lejos el golpeteo de su bastón se hacía presente.
—Digamos que el sabor es muy amargo —escuché su risa. Ángel seguía su paso.
Estaba seguro de que mis compañeros estaban observándonos; más cuando veía
sus cabezas asomándose a lo lejos. Regina y Manuel se peleaban por tener el
mejor lugar manteniendo el celular en alto. Incluso algunos clientes se detenían
para observar ya que les daba curiosidad el por qué una bola de chicos me
apuntaban con sus teléfonos.
El golpeteo del bastón se escuchaba más cercano; cada vez se aproximaba más a
mí. Supe que había logrado su objetivo cuando vi como su mano se posaba en el
checador de precios que se encontraba al inicio del pasillo donde yo me
encontraba.
Ahí estaba mi novio.
Sonrió a la nada y comenzó a olfatear un poco para estar seguro. Soltó una risa
risueña y guardó su bastón armable en su pantalón, eso no me lo esperaba.
Comenzó a caminar con lentitud llevando con cuidado sus manos al frente con
miedo a chocar con algo, aun así esa hermosa sonrisa no desaparecía de su
rostro.
Sonará bobo; pero tener este panorama me hacía sentir que llegaba al cielo y un
bello Ángel me recibía, más aún cuando la canción del mismo nombre sonaba por
todo el supermercado, eso seguramente fue obra de Manuel.
Había más gente en el pasillo así que cuando alguien pasaba a su lado chocaba
levemente con él, sin embargo nunca pensó que era yo. No me confundió. Siguió
su paso hasta que sus manos chocaron con mi pecho.
—Te extrañé tanto —lo abracé con fuerza escondiendo mi cara en su cuello.
Sentir sus brazos rodear mi cuello y peinar mi cabello era todo lo que necesitaba
para sentir un poco de paz.
—Me hacías falta. Lo lamento—me alejé un poco para mirarlo. Volví a dejar un
beso corto en sus labios.
—Ya no te lamentos bobo— pasó las manos por mi rostro acariciando con
delicadeza sacándome pequeñas sonrisas—Estoy aquí contigo...
—Lo estás — asentí con lentitud. Alejé mis manos de su cintura para llevarlas al
pañuelo que adornaba mi cuello y así desatarlo— Yo te debía algo...
—Hay que devolver la pañoleta así más seguido— ambos reímos. Regresé las
manos a su cintura para volver a besarlo, necesitaba mi caramelo.
— Si; creo que sí. Los vi en la tele— soltamos la risa al escuchar como una mujer
le respondía eso a la anciana.
Era gracioso que nos confundieran con famosos.
—Casi todos— giré un poco la cara para ver como Irvin se acercaba— Hola Ángel,
Hola El…
— ¡El Ramiro; claro que sí!—di una palmada en su hombro tan pronto pasó a mi
lado. A veces olvido que tengo otro nombre—Hola Irvin
Una vez dije su nombre sentí los brazos de mi novio envolverse en mi cintura y su
cabeza pegarse a mi pecho. Es un celoso.
Traté de soportar la risa; verlo así era muy divertido. Olvidé que esperaba mi
respuesta así que me apresuré a hablar.
—Bueno; ahora andando que tu turno aún no termina y debes estar en caja —
tomó mi mano firmemente; sacó su bastón y comenzó a caminar arrastrándome
tras él
— Claro...—
—Adiós Irwin— habló tan pronto nos encontramos fuera del pasillo
— ¿Adiós? Pero es Irvin— giré a ver a mi compañero el cual seguía igual de
confundido. Al parecer no sabe por qué razón mi novio lo detesta.
No dije nada por el momento. Dejé que me llevara hasta mi caja donde volví a
ocupar mi lugar y como ya era costumbre Ángel tomaba asiento a mi lado
haciendo el tiempo más llevadero y se ocupa de la música.
Todo el tiempo mis amigos se burlaban de mi haciendo señas con las manos
aludiendo a que Ángel es quien manda en la relación; preferí solo mostrarles el
dedo de en medio.
—No seas celoso—me coloqué entre sus piernas para estar más cerca— Es un
compañero y ya.
— No escucho que digas que me quieres — escuché las risas de Diego y Regina;
seguro que se divertían viéndonos. Observé a mi novio el cual elevaba la barbilla.
—Te quiero tonto — dejé un corto beso en sus labios y lo abracé pasando los
brazos por su cuello— Nada más a ti. ¿Okey?
— También te quiero baboso — elevó los labios y así pude darle otro beso. Yo
sabía que él estaba consciente de que Irvin estaba cerca ya que es empacador de
la caja 7, así que lo hacía a propósito. Pero, ¿Qué puedo hacer? Este novio me
tocó y este quiero.
— Ay perdón que interrumpa —me giré al escuchar la voz de una viejecita— ¡Ay!
Ustedes otra vez. Que bonitos novios.
Miré a Ángel; ambos comenzamos a reír, esa señora viene comúnmente, la
primera vez nos encontró en una posición similar y nos dijo exactamente lo mismo.
Que tiempos...
— Gracias — sonreímos. Esta vez no íbamos a negar nada, porque si, somos
novios.
Me apresuré a cobrarle sus productos. Tan pronto se fue eso desató risas entre mi
pequeño y yo; es gracioso el giro que da la vida. Seguimos con nuestro trabajo, él
siendo mi ayudante y ambos peleábamos por el mando de la música ya que las
suyas son lentas y las mías más para bailar.
— Espera— alejó mi mano en cuando la voz anunció "Make you feel my love"—
Esa canción me recuerda a ti...
— ¿A mí?— sonreí ladino tan pronto por todo el supermercado comenzó a sonar
esa dulce melodía.
Sentí como entrelazaba nuestras manos así que entendí lo que quería, uní mi
frente con la suya para hacerlo sonreír.
—No sé lo que pasa. Entiendo que te cuesta hablar a veces; solo quiero que
sientas mi amor— sus palabras lograron acelerar más mi corazón si es que era
posible.
—Créeme que lo siento —uní mis labios con los suyos; estaba siendo un completo
cobarde pero nadie puede entender el sentimiento. ¿Quién podría decir algo así?
[...]
No queríamos estar sentados el día de hoy; así que una vez nos dieron el café
salimos tomados de la mano para recorrer las calles. Era divertido porque en la
mayoría de lugares teníamos algún recuerdo.
—Ahí está nuestra mariposa —hice que ambos ingresáramos en el callejón donde
hace tiempo juntos vivimos pequeños momentos de arte.
— ¿Sigue bonita?—
—Mucho. Le puse una A por ti y una R— tomé su mano con cuidado; llevé uno de
sus dedos a la pared siguiendo la línea de las letras para que supiese donde se
encontraban.
— ¿Me prometes algo?— "dime"— No puedo saber si algún día llegaré a verla;
pero promete que siempre me traerás a ella...
— Así deba pegar mariposas de cerámica desde tu casa hasta aquí para que
encuentres el lugar lo haré— sonrió al escucharme. Sabía que no mentía.
— Eso es de locos...—
NARRADOR
Cualquier persona que mirase a ese par de chicos no dudaría del gran amor que
se tienen. Juntos sus problemas quedaban atrás y solo eran dos enamorados
disfrutando de la vida. Eran el uno para el otro; Ramiro amaba crear arte y Ángel
era el arte puro, siendo así ambos la mezcla perfecta.
—Claro que sí, voy a presumirte en mis redes — el más pequeño sonrió
abrazándose al mayor el cual estaba al pendiente del celular.
— ¿Más?— ambos rieron al saber a lo que se refería; ya que unas horas atrás
estando en el supermercado y ver los constantes celos de Ángel su novio decidió
dejarle en claro quien habitaba su corazón.
— Hola a todos los clientes; soy Ramiro el cajero de la caja 6 y el chico lindo de mi
lado es mi novio Ángel —
—Quiero anunciar que me tiene bien amarrado; así que no debe tener celos de
nadie — a medida que hablaba las mejillas de Ángel se pintaban de carmín —Eso
es todo. Cambio y fuera
—Te tengo amarrado eh?— el pequeño asintió leve sacando una sonrisa en el
rizado.
— Me voy a desquitar...—
Ángel se había mantenido paciente todo este tiempo y él amaba eso, pero su café
ya se había agotado y estaba seguro que dieron dos vueltas por todas las calles
así que no podía escapar de su pregunta. Algo tendría que inventar.
—... oye amor—el corazón de Ramiro dio un salto, uno, le gustaba ser llamado así
y otra, la hora llegó
—Lo sé y lo lamento—la mente del mayor era todo un lío en estos momentos; no
podía mentirle a su novio a la cara pero no podía ser sincero —Algo pasó con mi
padre; algo que preferiría desaparecer...
—no; no...Verás; fui un estúpido y me dejé llevar por mi miedo. Por mi pasado—
tragó duro y cerró los ojos para no ver ese bello rostro— No volverá a pasar. Lo
prometo
—Oh Ramiro— envolvió al más alto en sus brazos en un abrazo lleno de amor con
el cual buscaba transmitirle todo lo que siente por él — Mira; sé que hay cosas de
tu pasado que te da miedo decirme; todos tenemos miedo a algo...
Ramiro solo podía abrazarse con fuerza a ese pequeño que tanto quería. A ese
Ángel que llegó a su vida y el cual no quería que de fuera.
—Sólo quiero que sepas que estoy aquí...estoy para ti— se alejó un poco para
poder tener el rostro de su novio cara a cara y acto seguido unir sus labios en un
beso.
Ese beso lograba pintar colores en el interior de Ramiro; lograba que poco a poco
sus alas se fuesen reconstruyendo. Ángel era mágico para él ya que con un beso
le regresaba la vida.
Conocía la silueta de su hijo el cual unía sus labios a otro chico de cabello rizado y
más alto que él. No podía ver a aquel muchacho ya que le daba la espalda pero sí
que pudo ver como su pequeño se abrazaba a él y llenaba de besos su cara.
Les siguió el paso de cerca hasta que llegaron a la entrada; ahí estaba siendo una
mujer adulta tras los árboles viendo como su hijo le mentía y tratando de escuchar
su conversación.
— ¿Nos vemos mañana? ¿Seguro te darán permiso?— pudo escuchar la voz de
ese joven.
—No te preocupes por eso. Le diré que saldré con Regina a algún lado—río bajo
llevando las manos al cuello de Ramiro— puedo decirle que iremos de pijamada
con Catriel
— ¿Pijamada?—
—Pronto. Ahora mejor entra, Regina ya te espera — la señora vio como aquel
desconocido besaba a su hijo de despedida. En ningún segundo pudo ver su
rostro, aquel muchacho siguió su camino rápidamente una vez Ángel ingresó en la
privada.
Fue como si una banda se callera de los ojos de Helena; todo este tiempo sabía
que su hijo veía a alguien a escondidas. Pero jamás imaginó que le haya mentido
en tantas cosas, en especial en el viaje; prácticamente su pequeño le ha mentido
por meses.
Poco a poco todo fue encajando; su hijo, si hija, su propia madre; todos le habían
estado mintiendo este tiempo. Una cosa es que Isaac se viera con un chico de vez
en cuando pero al escuchar lo del retiro fue la bomba que detonó todo, ella
realmente comenzaba a creer en él.
Ramiro y Ángel encendieron una bomba de tiempo sin saberlo; ahora no sabrán
cuando explotaría.
CAPÍTULO 25
ISAAC
— Te fue bien, ¿no?— Regina entrelazó su brazo con el mío para caminar de
vuelta a casa.
—Lo sé; al menos un rato. ¿Sí? Quiero estar con él — me abracé más a ella aún
que sabía que no se negaría.
Hoy no me interesa nada que llegue a pintar mi interior de negro. Mis colores
están más fuertes que nunca.
ELIAN
6 de Diciembre. Mi humor al levantarme no fue el mejor con tan solo ver la fecha
en mi teléfono celular. Pero el escuchar el mensaje de buenos días por parte de mi
novio logró sacarme una sonrisa.
Me siento el mayor hijo de puta por esconderle algo como esto. No lo merece.
Pero tampoco puedo hablarlo ahora; temo que luego de contarle no quiera saber
más de mí, porque, seamos realistas. ¿Quién aceptaría algo así?
— Pueden ir a una cena. Conozco un buen restaurante— dio la idea Diego tan
pronto le mencioné el tema— Dices que le gusta el romance pero no tan
exagerado...es perfecto. Te puedo prestar...
—Oh no; ni lo intentes —negué tras dar un sorbo a mi café — Tengo un buen
dinero por ahí guardado. Son las propinas más parte de mi último pago. Es el
dinero que he ahorrado para mi carrera universitaria, tomar un poco no es para
tanto.
Quiero hacerlo yo Diego...
—Bien; bien — levantó ambas manos como disculpa — Yo aprovecho para salir
con Regina...
—Uhh ¿Ya van formalizando?— hice más aguda la voz, subí y bajé mis cejas
burlón ganando que mi amigo se sonroje— Eso es un si
—Oh cállate. Ya hasta te pareces al Eróticos — ambos reímos. Justo cuando dijo
eso nos miramos parando nuestra risa.
No dudamos en burlarnos un rato dejándolo un tiempo más ahí dentro; era muy
divertido ver las cosas que subía a sus redes sociales dramatizando toda la
situación. Una vez lo dejamos salir optó por aplicar la ley del hielo diciendo que
buscaría venganza apoyándose en donde más nos duela. Al parecer no mentía
por que 15 minutos después tenía una llamada entrante de Ángel.
— Él habla — hice un tono de voz más serio pero mi cara debía ser muy graciosa.
— Me llegó una queja. ¿Tienes algo que decir?— sonreí ladino. Eché una
mirada hacia mi amigo Manuel el cual ya me miraba burlón y sacaba la lengua. Es
un niño.
— Listo. Ahora; señorito Ángel. Prepare sus mejores galas porque nos espera una
noche maravillosa— no podía verle pero sabía de su emoción por los pequeños
ruiditos que soltaba. Cuando algo le pone feliz grita.
— ¿Mis mejores galas? ¿De qué hablas baboso?— podía saber que caminaba
por su habitación debido al ruido que provocaban sus zapatos. Sí que le gustaba
la idea.
— Te quiero invitar a una cena romántica hoy por la noche. ¿Qué dices?—
— Que será difícil elegir mis mejores galas porque todas son buenas...—solté
la carcajada al escucharlo. La verdad no mentía en eso— Será un placer...
— ¿Podrás salir? ¿Te espero en el parque?—
— Ahí te encuentro...—
ISAAC
La noche estaba por caer; lo que significaba que mi encuentro con Ramiro estaba
más cerca. Regina y yo habíamos creado el plan perfecto por la tarde
aprovechando que todos salieron de casa. Todo consistía en mentir acerca de una
pijamada con Catriel, la cual ya estaba más que enterada y la idea marchaba bien
ya que sus padres no están en casa.
La casa se comenzó a sentir silenciosa una vez Regina salió con papá para
comprar unos medicamentos; me dijo que no tardarían ya que ella tampoco quería
llegar tarde con Diego, le gusta mucho ese chico. Yo opté por preparar mi maleta
colocando en el interior lo que ya había elegido para llevar con Ramiro.
— ¿Vas a guardarme el secreto?— reí tras escuchar eso por quinta vez.
Obviamente le dije que no era necesario; yo ni nadie iba a decidir sobre Regina
pero se me hizo un gran detalle.
— Lo haré — solté un suspiro. Realmente estoy enamorado de ese chico por que
con solo nombrarlo me pone así— gracias a ti; pásala bien con Regina...cuñado
—Aún no lo soy— soltó una risa baja; seguro se sonrojó
Desde que mi vista se fue toda la atención a girado en torno a mí y soy consciente
de como mi hermana pequeña ha sido desplazada un poco; quizá algunos
soltaron su mano, pero yo no lo haré jamás.
Lo único que puedo pedirle a Diego es eso; su felicidad. Es lo único que deseo y
sé que no va a fallarme con eso.
— ¿Regina?—
— Bueno; espero que no tarde mucho. Falta poco para ir con Catriel — cerré bien
la mochila. La colgué en mi hombro e hice uso de mi bastón para ir a la salida—
Iré a esperarla abajo con la abuela
ELIAN
Ingresé a la casa siendo recibido por el abrumante olor a marihuana y cerveza; no
era algo nuevo pero está vez se sentía más intenso. Como si más de un hombre lo
consumiera. Mi teoría se vio acertada al ver en la mesa con cartas de juego
regadas junto a botellas vacías.
— ¿Qué pasó aquí?— no tardé mucho en buscar una bolsa negra para levantar
tremendo desastre. Sabía que él no movería ni un dedo.
— Mejor...—
— Papá sabes que odio que apuestes. Aún que el dinero…alto. ¿Mejor? ¿Qué
ganaste?— me acerqué a él intrigado.
— ¿Qué no es para tanto?— caminé hasta estar cara a cara con él no sin antes
dejar el retrato de mi madre en el sofá— ¡Llevo tiempo matándome en el trabajo
para ganarlo! ¡Es para mi carrera! Me costó meses ganarlo y tú lo dejaste ir en un
día. ¡Un puto día!
— Eres un egoísta — Me miró de arriba abajo tras dar una calada— Todo para
ti...para esa absurdo pasatiempo al que llamas carrera.
— ¡Es mi carrera!—
— Vas a morirte de hambre. ¡Crece ya! Hice una buena inversión —le quité de
golpe su churro de marihuana lanzándolo al suelo. Sentí que echaba fuego por los
ojos.
Dolía. Estaba tan molesto pero sobre todo dolía. Me quemaba el saber cómo mi
padre prefería eso antes que a mí. Como sin dudarlo tomó mi futuro lanzándolo
por la borda solo por su bienestar. Por su patética adicción.
Poco a poco las imágenes de lo vivido con mi padre pasaban por mi mente una y
otra vez. Como me dejó de lado, como me obligó a vender droga, a robar...y a
conducir su auto.
Las palabras de mi madre volvían a mí. Ella dice que con la familia obtienes la
mayor felicidad. Con mi padre solo tuve dolor, sufrimiento y desgracia. Ahí entendí
que los lazos de sangre no significan nada; él no era mi familia.
Las lágrimas caían por mis ojos sin darme cuenta; poco le importaba mi situación.
Ahí estaba el hombre que me dio la vida preocupada por fumar antes que
prestarme atención. No iba a llorarle más, ya no. Si bien fue el peor padre, me
enseñó una cosa.
Las lágrimas que derramaba ahora no eran por él. Eran por mí, porque al fin
comprendí las palabras de mamá. Desde que ella se fue este ya no era mi hogar,
por lo tanto no seguiría aquí.
Salí con maleta en mano. Tampoco era tanto lo que debía llevar. Caminé de
regreso a él viéndolo fumar. Estar cerca de él y su olor me generaba repulsión.
Tomé el retrato de mamá que había dejado ahí anteriormente y me acerqué hasta
dejarlo en la mesa en su dirección.
—Estás de broma...— soltó una risa burlona la cual se vio apagada una vez miró
mi maleta— ¿Sabes que puedo ir con la policía y contar lo que pasó en la calle
Aldama? — dio un paso aproximándose
Lo miré. Por primera vez vi algo en su rostro, lo mismo que hace años cuando
observaba como mamá iba en aquella camilla directo a la ambulancia.
Entonces entendí. Ahora yo era la ambulancia; y tampoco volvería.
— Lo hago por ella— tomé con fuerza mi maleta— Porque iré a vivir nuestros
sueños. Sueños que tú reprimiste...
Salí. Salí de esa jaula sintiendo como se destruía a medida que yo avanzaba. Yo
volaba, yo iba dispuesto a encontrar a mi mariposa. Sabía a donde debía ir. Mi cita
se vio arruinada; ahora en definitiva no tengo ni un solo peso, pero aprendí que no
necesito de dinero para volver una noche mágica.
— Hola. Soy yo; la noche tendrá un ligero cambio de planes...tengo algo que
contarte. Tomé la valentía que aprendí de ti— sorbí la nariz. Enviaba un mensaje
de voz a mi novio mientras me encaminaba a nuestro lugar secreto para dejar mi
maleta y vestirme más presentable ya que aún usaba mi uniforme.
ISAAC
Sentía los minutos eternos. Mi madre no decía ni una palabra y yo solo pedía a
gritos que Regina llegara. No me agradaba mucho lo que sucedía.
— Mm...Mamá, ¿Podemos dejarlo para otra ocasión?— traté de levantarme
—Yo misma te llevaré con ese tal Ramiro — escuché la puerta cerrarse en mi cara
de golpe haciéndome sentir un hueco en el estómago una vez dijo su nombre.
—Te diré. ¿Por cuánto tiempo creíste que podrías engañarme?— por sus pasos
sabía que se aproximaba a mi así que retrocedí— Dime hijo. ¿Es que crees que
soy estúpida?
— ¿Conocerlo? No quiero saber nada de ese vándalo. Lo quiero lejos de ti— sus
palabras lograron que mi corazón diera una punzada.
— ¡Es porque él es una mala persona Isaac! Te hace mentir. Te hace ocultarme
las cosas...te hace…
— ¿Por qué estoy ciego?— sus palabras formaron un nudo en mi garganta. Ahí
estaba ella, haciéndome menos sin darse cuenta—Pues adivina que mamá—
aparté su mano con cuidado — Lo estoy.
—Isaac...—
—Lo estoy. ¡Estoy ciego!— hablé con mayor fuerza. Aun así no pude retener las
lágrimas que salían de mis ojos — ¡Otro año más estando ciego! ¿Y sabes qué?
Jamás había tenido una visión tan clara...
Grité. Lo grité con todas mis fuerzas por primera vez. Agradecía no poder ver el
rostro de mi madre ahora por que posiblemente su reacción me destruiría.
— M-mamá...—
— No voy a permitirlo...ni ahora ni nunca —su tono fue frío. Escuché sus pasos
alejarse y segundos después como la puerta de mi habitación se cerraba. Me
quedé en silencio tomando con fuerza la mochila en mis hombros muy
desconcertado por lo sucedido, las lágrimas aún bajaban por mis mejillas.
Escuché ruido abajo; las voces me indicaban que todos estaban de vuelta en casa
así que no dudé en levantarme para ir escaleras abajo, sin embargo, una vez
intenté dar un paso fuera de mi habitación alguien pasó de largo chocando con mi
hombro. Imaginé se trataba de mi madre.
— ¡Mamá no! Por favor déjame hablarlo— caminé en su búsqueda pero ella era
más rápida, solo podía escuchar como descolgaba mis cuadros y el ruido de estos
siendo guardados en una bolsa negra. Agradecía llevar la pañoleta en el bolsillo.
— ¡Calla Isaac! Calla— gritó. Escuché los gritos de mi padre en la planta baja. Al
detectar los ruidos en mi puerta supuse lo que hacía ahora— ¡Todo se va en este
mismo momento!
Sentía como ese gato sacudía una y otra vez mí jaula dispuesto a hacerme caer.
—Helena...—
—No voy a repetirlo Isaac. ¡Dame esa mariposa ya!— gritó con mayor fuerza.
— ¡No!— la arrebató de mis manos tan rápido que apenas y pude reaccionar.
Después todo sucedió en cámara lenta, cada ruido.
Los gritos de mi padre y hermana, la voz de mi abuela a lo lejos y al finalizar el
estruendo de mi mariposa impactando en el suelo.
La rompió...Ella la rompió.
Negué una y otra vez intentando unir ambas partes, como si así todo volviera a la
normalidad.
Apenas y podía escucharla; no podía dejar de llorar sintiendo como yo era esa
mariposa; a mí fue a quien le cortó las alas, me destruyó.
— ¿Qué dijiste?—
—Tu dijiste que todo lo que tenga que ver con Ramiro se va de esta casa— tragué
duro — Y yo soy su novio. Así que me voy...
El silencio reinó unos segundos. Podía sentir el agarre de Regina con mayor
fuerza brindándome su apoyo. Mi padre se aproximó a mí dispuesto a hablar, lo
supe en cuanto sentí una mano en mi hombro.
— Bien. Hazlo por tu cuenta entonces —No tenía que verla para saber que ella
tenía en mano mi bastón. Sus palabras herían; ella quería verme fallar al salir por
mi falta de visión.
La angustia estaba en su voz. Jamás había salido de casa sin mi bastón pero
cualquier cosa era mejor a esto. No voy a quedarme en esta jaula a ser una
mariposa con alas rotas. Voy a volar.
ISAAC
La mariposa rota seguía entre mis manos y hasta ahora pude percatarme de que
yo estaba temblando. Mis pasos eran lentos con miedo a chocar con algo o
desviarme lo suficiente para ser arrollado por un auto.
Me siento tan roto como esa mariposa; pero quedarme en mi casa es dejarme
morir. No puedo seguir permitiendo que extingan mis colores.
Conté cada paso; yo sabía de memoria cuantos debía dar y en qué dirección para
llega al parque; solo debo calmarme, necesito un poco de paz.
Entré en desesperación tras impactar un par de veces con arbustos o un poste de
luz; cada golpe me hacía sentirme más roto, más oscuro.
— Tengo que estar cerca; tengo que llegar...no soy inútil. No lo soy —sollocé tras
caer al suelo debido a un bache que no contemplé. No podía quedarme ahí, eso
era lo que ella deseaba, quería verme fracasar; pero no. No se lo voy a permitir.
Repetía esa frase una y otra vez en mi cabeza. Él tenía razón; yo sé hacerlo.
Me incorporé, me aferré a los trozos de esa mariposa y caminé. Caminé
imaginando a Ramiro al otro extremo esperando por mí.
Yo le prometí que lo encontraría; que siempre llegaría a esos labios sabor a
cafeína y hoy no será la excepción.
— Lo lamento — sorbí por la nariz y alejé mis manos con miedo de aquel
desconocido frente a mí.
—Dios; ¿Qué te pasó? — Sus manos se posaron en mis mejillas para asegurarse
que yo estaba bien— ¿Te hicieron daño? ¿Quién fue? ¿Dónde está tu bastón? ¿Y
Regina?
— Tu mariposa...—
NARRADOR
Aquella jaula que Ángel había dejado atrás explotaba en caos. Beatriz y Regina
regresaban luego de una pequeña búsqueda por el chico, las cuales una vez lo
vieron en brazos de Ramiro ambas eran conscientes de que todo era mejor así.
— ¡No puedo creer que le hagas esto a tu propio hijo!— gritó el hombre de la casa
furioso contra su mujer — Es su vida
— ¿Te has puesto a pensar en por que lo hizo?— gruñó estampando su puño en
la pared — Se siente atrapado.
— ¿Es que ahora yo soy la mala? ¿Es malo querer lo mejor para mi hijo?— las
lágrimas estaban presentes para ambos. Cada uno por una razón diferente.
— ¿Lo mejor para Isaac o para ti?— señaló con el dedo índice a su esposa— Él
no perdió la visión solamente Helena; perdió su libertad.
—Sólo tengo miedo que alguien lo lastime — la mujer pasó las manos por su
cabello entrando en desesperación.
Sí; ella estaba actuando mal, pero sólo una madre que experimentó la impotencia
por ver sufrir a su pequeño puede comprender sus palabras, así no sean las más
certeras.
— Prefiero que me llore ahora a llorarle yo toda una vida si algo llega a pasarle —
sollozó la mujer.
— Algo ya le pasó mamá —habló Regina quien se encontraba en los brazos de su
abuela — Desde su accidente él prefería estar muerto. Lo prefería antes de seguir
aquí...
— Cállate Regina —
— ¡Es la verdad!— dejó escapar un par de lágrimas — No tenía que decirlo en voz
alta para que uno se diera cuenta. ¿No ves que lo haces sentir un inútil?
— ¡Está ciego!—
— ¡Es ciego; no estúpido mamá! Lo que hizo Ramiro fue verlo realmente, ver
quién es y no su discapacidad. ¿Es mucho pedir?— se alejó de los brazos de Bea
para aproximarse a su madre — No sabes cuánto gustó me da que se haya ido...
—No; desearle el mal sería pedirle que se quedara — le echó una última mirada y
pasó de su lado para ir escaleras arriba; había sido un largo día y solo necesitaba
estar en cama.
— Si sigues así; Isaac no será el único en salir por esa puerta —susurró el hombre
mirando fijamente a su esposa. No volvió a repetirlo, solo dio unas palmadas en su
hombro y subió, deseando que todo esto acabara.
ELIAN
Las estrellas brillaban en el cielo anunciando la noche. Fue una corazonada lo que
me llevó a colarme en la privada una vez Ángel tardó en su llegada al parque; al
cruzar la calle y chocar con él pude ver en su rostro lo roto que se encontraba.
Con una frase logró estrujar mi corazón.
— ¿Hola? ¿Regi?—
— ¿Isaac está contigo, verdad? ¿Él está bien?— su preocupación era evidente.
Supuse lo que había pasado era muy fuerte.
— Está mejor. Sé está bañando; ¿Qué sucede? ¿Tú estás bien?— lo que haya
pasado debió interrumpir los planes con Diego ya que ella susurraba así que debía
seguir en su casa.
Mientras hablaba caminé por la casa; eché una mirada hacia el baño
aproximándose hasta poder mirar desde el umbral de la puerta. Ángel descansaba
sentado en la pequeña tina dejando que la regadera lo cubra mientras abraza sus
piernas.
— Por favor cuídalo mucho. ¿Crees que se pueda quedar hoy en tu casa? O
no sé; estoy hablando con Catriel...—
— Esa era una jaula Regina. No vivo más ahí; te mando la dirección por si quieres
venir a verlo mañana; ¿Si?—
La casa a la cual nos gustaba llamar nuestro lugar secreto no era la gran cosa.
Era sólo de un piso; la sala era prácticamente todo mi estudio de arte, la cocina no
estaba tan habitada y la habitación aún se encontraba polvosa ya que no
frecuentaba mucho el usarla.
Opte por revisar de pies a cabeza lo que contenía para hacer mejor la estadía de
mi novio; había prometido que este 6 de Diciembre sería diferente e iba a
cumplirlo.
Luego de revisar la nevera y los cajones logré encontrar lo suficiente para crear un
picnic poco decente. Sacudí el viejo colchón para llevarlo a la zona central de la
sala y lo cubrí con una manta para volverlo un poco más acogedor. No se requiere
mucho material para crear algo, solo se necesita ingenio y de eso tengo de sobra.
Una vez todo estaba preparado decidí volver con mi novio el cual se encontraba
en la misma posición en la tina; cerré la llave para llamar su atención.
— ¿Estás listo?— tomé asiento en el borde para acercarme a él y dejar una mano
en su hombro.
— ¿Para dormir?—
—No. ¿Qué no recuerdas? Te prometí una cena romántica — busqué sus manos
hasta tomarlas.
—No estoy de ánimos para salir...— negó para acto seguido dejar que su mejilla
se apoye en sus rodillas.
—No tenemos que salir —sonreí ladino. Lo animé a ponerse de pie; parecía
confundido pero igual se dejó guiar fuera de la tina— No es una cena en un
restaurante lujoso pero no importa el lugar, solo la compañía...
—No eres un inútil. Y créeme; yo más que nadie lo entiende— dejé un beso en su
frente sin soltarle; él se aferraba a mi cintura— Sé lo que es que tu familia te
lastime...
— Tu mamá te amaba...
— Y mi padre me vendió hoy por marihuana — tragué duro al decirlo en voz alta.
El sentimiento seguía presente; eso lo hizo alejarse un poco de mí; obviamente
desconocía esa información.
—Tranquilo; estoy bien— tomé sus manos dejando un beso en el dorso de estas
— Es una larga historia. Los dos tuvimos un mal día y los dos nos fuimos de
nuestra casa; pero no vamos a dejar que todo terminé así ¿Entendido?
—...Esta bien —
Lo guíe a la salida; sin soltar sus manos lo llevé hasta el colchón que yacía en el
suelo. Quizá Ángel no podía observar el panorama que había formado para él
pero yo me encargué de relatarle cada parte.
— Puse dos velas también; las encontré por ahí — reí bajo. Todo era un
verdadero desastre— es patético a decir verdad
Ahí estábamos ambos, vistiendo solo bóxer y una camisa; en una casa vieja sobre
un colchón desgastado, a la luz de dos velas compartiendo un sándwich de
mantequilla de maní y bebiendo café con música de fondo reproduciéndose desde
mi teléfono celular.
— El café te quedó delicioso. ¿Quién lo diría? ¿Eres bueno en otra cosa y aún no
lo sé?— elevó una ceja tras dar un sorbo
— Mmm; no lo sé. Dime tú— sonreí ladino. Ambos soltamos la risa al comprender
el doble sentido.
— Yo soy bueno en algo que no sabes — ¿Ah sí? Dije burlón. Ángel asintió y se
aproximó hasta susurrar dos palabras en mi oído.
—Lo haría; pero ya bebí mi dosis de cafeína. No puedo beber en exceso — solté
la risa. Sólo nosotros podíamos entender a lo que se refería— Hablando en serio.
Gracias por preparar esto para mí— tomó mi mano para jugar con ella— sólo tú
puedes cambiar mis días malos.
— No tienes que agradecer — llevé una mano a su cabello acariciando con
lentitud
— Es que haces tanto por mí y ni siquiera te das mérito. El aceptarme hoy aquí
y...—
— ¿Hoy? ¿No pensarás que dejaré que te vayas a tu suerte o sí?— reí bajo.
— No me importaría vivir bajo un puente si así soy libre Ramiro —ambos soltamos
una sonrisa—gracias por darme un gran día
— Reconstruye mis alas — susurró tan bajo que soy el único ser en la faz de la
tierra que puedo escucharle. Llevó una mano tras él buscando algo. Al mostrarla
pude ver que sostenía la pañoleta morada; me pregunto en que momento la
escondió ahí.
Los labios de mi novio eran tan delicados como las alas de una mariposa y me
hacían ver un naranja tan intenso que opacó el color anterior. Nuestros cuerpos
creando ficción eran el mismísimo amarillo, uno tan feroz que dejaba muy detrás al
sol.
El verde apareció una vez mi nombre salió de sus labios y juraría que ni el mejor
jardín se comparaba a este color. A medida que avanzaba el tiempo ambos
pedíamos y necesitábamos más. Nuestras manos ansiosas repartían placer en
nuestra hombría pero eso no era suficiente.
A este punto seguramente las velas se habían derretido por completo. No tardé
mucho en hacer uso de mis dedos y saliva para dilatar a mi novio. El azul a este
punto era como el cielo, queríamos más.
Al entrar en él nos hicimos uno; ahí fue como si una gama de azules explotaran
por toda la casa. Mi piel se erizaba al mínimo toque y de mi garganta salían
pequeños gemidos que no lograba retener. Yo estaba en el mismísimo cielo y no
iba a bajar de él.
— Eres todo lo que necesito...tú eres todo lo que está bien— llevó las manos tras
mi cuello para abrazarme. Sus palabras lograban en mí que las mariposas
despertaran y revoloteen por todo el lugar.
[...]
— ¿Es mi mamá? No vayas— fue lo primero que dijo. Por lo que sé de esa mujer
seguramente ahora lo debe estar buscando por la desesperación. Pero no podía
tratarse de ella.
— No; no te preocupes— caminé hasta él con mi taza en manos una vez vi cómo
me buscaba por medio del tacto— Sólo cámbiate; yo abro
— ¿Que hacen aquí?— mis dos mejores amigos estaban de pie con dos bolsas
grandes en cada mano mostrando una gran sonrisa.
— Oh, por mí — detrás de ellos apareció Regina regalándome una sonrisa—
quería ver a Isaac...
— Te buscamos en casa; digamos que tú padre nos descubrió y nos dio la noticia
de una forma peculiar — habló Manuel señalando a Diego el cual tenía la camisa
manchada; al acercarme un poco por el olor entendí que se trataba de alcohol.
— Lo lamento...—
— No importa. Ahora que vives en otro lado imaginamos tu alacena está vacía así
que nada de decir que no— se apresuró a hablar Diego y sin más entró en la
casa seguido de los otros dos.
— Nosotros iremos a hacer más café...— como supuse Diego me apartó de todos
para hablar a solas. Lo conozco bastante bien.
— ¿Y?—
— ¡Oh joder! No mames — miré hacia Renata la cual seguía muy ocupada
poniéndose al día con su hermano— ¿Cuándo? ¿Cómo? Pensé que lo de ayer se
jodió.
— Si; así —
Mamá tenía razón cuando decía que tu familia te da la felicidad. Ahí estaba yo en
una casa vieja y poco amueblada comiendo en el suelo pero estaba rodeado de la
gente que quería y era todo lo que necesitaba.
NARRADOR
— Por supuesto que lo haré. Sabe que yo veo por el bien de Isaac — contestó
Nathaniel
CAPÍTULO 27
ISAAC
Unos días habían pasado aproximadamente desde que partí de mi jaula; si bien
vivir con Ramiro no era tener la máxima comodidad era por mucho mejor que mi
casa. Me gustaba compartir más tiempo con mi novio, así descubría pequeñas
cosas de él, como el hecho de que canta en la ducha y siempre antes de dormir
da gracias por un buen día y le desea buenas noches a su mamá. Eso me resulta
muy adorable.
Estar con él es vivir un mundo nuevo, uno donde "Ángel" es más libre y es
impulsado a realizar todo tipo de actividades que jamás me habían permitido
hacer. Como por ejemplo; cocinar juntos.
— Dije movimiento sutil, no uno ninja— se burló de mí. Escuché sus pasos
moverse por la habitación para acto seguido sentir como con ayuda de lo que
debía ser una franela limpiaba mi rostro de los restos de comida.
Ramiro siempre ha sido muy paciente conmigo; si intento ayudar en algo jamás
dice que no, y si ve que la tarea se me dificulta no pone pero alguno, más bien
busca una forma indirecta de ayudarme y eso me gusta.
— El auto no— fruncí un poco el ceño al escucharle. Siempre que sugería esa
opción él se negaba.
Salí de la casa y busqué a tientas el auto; aún no tengo mi bastón pero decidí no
volverme preso de él e intentar seguir a mi propio paso. No tardé en escuchar la
puerta cerrarse a llave lo que significaba que mi novio ya venía en mi búsqueda.
— Bien; dame las llaves...— sonreí orgulloso al saber que había logrado lo que
quería. Extendí las llaves al aire; cuando él las tomó sentí como dejaba otra cosa
en mi palma. Una tela. Demonios, sabía de qué se trataba.
Se trataba del uniforme. Una vez el jefe del supermercado me entregó las prendas
para volver todo más formal pedí a mi novio que me describiera a la perfección
como era. Digamos que el resultado no es de mi agrado.
—Oh vamos, no es para tanto — habló una vez los dos nos encontrábamos en el
interior de auto y éste ya estaba en marcha.
— El chaleco tiene una tela horrible y el color no ayuda mucho que digamos — al
hablar me dediqué a colocarme la prenda. Ese chaleco era mi perdición. Ramiro
no dejaba de reírse de mí.
Sonreí al escucharle. Esa noche fue muy lindo, pues ninguno durmió hasta que mi
crop top estuviese listo; según él quedó bastante bien así que voy a creerle.
— ¿Quieres decir que me veo bonito?— hablé fanfarrón a medida que abría el
termo para dar un sorbo al café.
El pequeño viaje se vio envuelto de risas ya que yo debía alimentarlo debido a que
él iba al mando del auto. Todo resultó un caos por que le piqué los ojos un par de
veces; aun así nuestro buen humor se mantenía.
— Isaac; da los avisos, ya te mandé la lista a tu teléfono — escuché la voz del jefe
una vez guardé mi pequeña mochila en el locker.
Asentí regalándole una sonrisa. Era lindo como personas como él ayudaban a la
gente; yo era consciente que mi trabajo aquí no era cosa del otro mundo y
posiblemente no necesitaba a un trabajador extra. Pero, aun así se tomaba la
molestia de adaptar las cosas para mí.
El señor me escribía a mi teléfono celular los avisos que yo debía dar por el
micrófono para que así éste lo leyera por mí y yo lo repitiera.
En pocas palabras, me hacía sentir útil.
— Limpieza en el pasillo ocho Manuel, dos chicos acaban de derramar los botes
de helado — hablé por el micrófono. El mencionado soltó un quejido y supongo
fue a atender su tarea— ¿Su escoba sigue sin aparecer?
— Sigue pérdida. Eróticos está por volverse loco; si no fuera porque "alimentamos
su material de shippeo" seguro estaría peor — me respondió mi novio. Para este
entonces ambos ya habíamos tomado nuestras posiciones en la caja 6.
Me resultaba tierno el apego que Manuel le tenía a esa escoba, pero aún no
lograba comprender del todo a que se debía, parecía tomarse muy en serio su
papel de encontrarla porque una vez al día me pedía el micrófono para vocearla
por todo el supermercado.
— ¿Para qué?—
[...]
Su voz era apagada esta vez; lo cual es raro porque él destila colores. La escoba
quizá es más importante de lo que pensamos.
— ¿Te puedo preguntar por qué la buscas con tanta desesperación?— traté de
sonar lo más gentil posible, no quería cruzar una línea. Pensé que bromearía al
respecto como siempre suele hacerlo, pero no, soltó un largo suspiro.
Todo mi interior dolía con solo escuchar su historia, pensar que a Regina le pueda
pasar algo me destruye así que no puedo ni imaginar el dolor que Manuel ha
experimentado, y aún mejor, se mantiene siendo multicolor a pesar de todo.
— Jamás sabré que pasó con ella. Si murió, si abusaron de ella...—su voz se iba
apagando aún más — recuerdo lo que ese policía le dijo a mi madre cuando ésta
alegó a que hicieran su trabajo "Tenemos más casos de mujeres desaparecidas".
Y yo pensé... Ese es el problema. Hay tantos casos por que ustedes no hacen
nada.
No soporté más; envolví al chico en un fuerte abrazo para hacerle saber que no
estaba solo. Escuchar su historia me hace pensar lo mucho que un ser humano
puede guardar, tanto dolor. Cada uno tiene una historia por contar...
— Lamento lo que has pasado. Estoy seguro de que ella cuida de ti; no se
necesita estar cerca para conectar con una persona— escuché como sorbía la
nariz
— Para eso era la escoba; Flora diariamente cantaba sus canciones favoritas
mientras bailaba por toda la casa con esa escoba. Era muy alegre,
sonará tonto pero así la siento cerca de mí. Cuando la tengo...siento que puedo
escuchar "I want it that way" con su voz — sus palabras me enternecían. Eso no
era para nada tonto.
— No lo es; es más, te ayudare a buscarla ¿Si? Y estoy seguro que todos aquí lo
harán— le animé
— Va a aparecer. Lo prometo...—
ELIAN
—Si—
— Espero tu respuesta para la próxima clase; ¿Si? — susurré un "si"
nuevamente y tras intercambiar un par de palabras más corté la llamada; ese tema
me había dejado pensando.
— ¿Ahora por qué tienes esa cara?—me giré al escuchar a mi mejor amigo. Diego
se encontraba a unos pasos de mí.
— Digamos que tengo otro lío —señalé mi teléfono celular; fui a tomar asiento a
su lado en uno de los estantes vacíos del supermercado.
— Tengo una beca para estudiar en una escuela de arte muy prestigiosa —vi
como la boca de mi amigo se abría en "O", estaba por felicitarme pero proseguí—
Es en otro estado; lejos de aquí...
—Sabemos bien que no puede venir conmigo. Pero tampoco quiero ir sin él —
susurré. Sólo podía ver como mi novio reía junto a Manuel y en esa acción tan
simple lucía hermoso.
— Bueno; si quieres que vaya contigo debes hacer una cosa— me miró.
Sabíamos a lo que se refería. Bajó de un salto del estante — Piénsalo bien...no
tomes una mala decisión
—...Lo haré —
[...]
Volví a mi puesto una vez pude poner mi mente en blanco; para este entonces
Ángel reía junto a Daniela de algún tema que yo desconocía, a Ofelia no parecía
hacerle gracia.
— ¿Ahora por qué Hortensia tiene mala cara?— dejé un beso en la cabeza de mi
chico para que notara mi presencia.
— Sólo acéptalo y vive con eso— habló mi novio mientras simulaba limar sus
uñas. Yo seguía sin comprender.
— Cuando dije lo de morder la almohada por la noche no me refería a...— sí; justo
ahí solté la carcajada comprendiendo todo.
— ¡Si lo sabe Dios que lo sepa el mundo bebé!— Daniela la abrazó intentando
calmarla.
— Además no tiene nada de malo; uno lo goza más — mi novio elevó la barbilla
sonriendo ladino; yo solo pude reír y aproximarme a él para abrazarlo por la
cintura.
— No soy pasiva; púdranse— la morena se alejó hecha una fiera; y ahí iba
Daniela tras ella gritando.
— ¡Ay eso nadie te lo cree amor!— una vez se fueron ambos soltamos las risas;
ese tema era algo que le picaba mucho a Ofelia.
— ¿Disfrutas molestando no es así?— dejé mi mano en su barbilla acariciando
con el pulgar. Eso le sacó una sonrisa.
—Ya que Irvin no está debo hacerlo con alguien más — se encogió de hombros y
elevó los labios; comprendí así que me acerqué para unir nuestros labios—
¿Cómo te fue cargando cajas?
— Ay ajá; tienes brazos del tamaño de mi cabeza, no te hagas — reí al ver como
pasaba las manos por mis brazos, siempre ha dicho que le gustan.
— ¿Y?—
NARRADOR
— Nathaniel; ¿Qué haces con mi teléfono?—habló la pelirroja entrando a la
habitación. Dicha acción la desconcertaba ya que su novio no era de esos que
revisan el celular.
— Sólo buscaba una foto que nos tomamos— se excusó el chico dejando el
aparato de lado— como sea; no tardes mucho...
—Otra vez...—
—No es eso; solo me preocupa que algo le pasé. ¿Sabes? Es como mi hermano,
pensar en donde puede estar o que debe estar haciendo...— no mentía.
— Está con Ramiro; lo sabes, él está bien — Catriel acarició el cabello de su chico
para tranquilizarlo.
—No lo sé amor; me dijo lo mismo que a ti "Estoy bien, no les diré donde"—
Nathaniel sabía que su novia mentía; jamás había sido buena para esconder las
cosas y más ahora que casualmente se frecuentaba más con Regina, le parecía
demasiado sospechoso.
— Me gustaría verlo...—
—Él llamará — tomó su bolsa y se levantó de la cama para dejar un beso en los
labios del chico— ahora debo irme...
—Espera...—tomó su mano— ¿No crees que es raro que todo ese asunto sea tan
secreto? Digo; ¿Por qué?
— Amor, solo no te metas —susurró la chica para acto seguido mandarle un beso
y salir de la habitación; dejando así a su novio con más dudas en la cabeza, quizá
sí debería hablar con la señora Helena.
Trabaja en el supermercado
Vive dos cuadras arriba del mismo
Su mamá se murió
Va al Starbucks
La última vez que fue al supermercado (por que sí, había buscado al chico antes)
todos negaron conocerlo; pensó que había mentido a Isaac. Sería poco probable
encontrarlo en el Starbucks así que su idea principal sería ir unas calles arriba de
su aparente lugar de trabajo para preguntar. Por suerte, está vez tenía una foto de
él la cual fue posteada por su propio amigo.
[...]
ELIAN
Diego llegaría con Manuel en cualquier momento y yo debía terminar esta tarea.
Una vez Ángel me contó la historia que entrelazaba al mayor con la escoba "Flora"
mi corazón dolió a más no poder así que no pude quedarme de brazos cruzados.
Yo conocía el dolor de perder a alguien, pensar lo que es no saber el paradero de
esa persona me hace pensar que mi amigo es realmente fuerte por soportar el
golpe que le dio la vida.
— ¡Ya casi vienen! Los veo a lo lejos—mi cuñada comenzó a dar pequeños saltos
en su lugar.
— ¿Qué hacen todos aquí?— habló una vez se encontró a unos pasos de
nosotros. Su mirada vagó por el lugar, al parecer lo reconoció—... ¿Qué hacemos
aquí Diego?
La llamada que mantuvo Diego con la madre de Manuel logró que consiguiéramos
una pequeña foto de la que fue Flora a la edad en que desapareció. Yo no dudé
en plasmarlo en una pintura.
—Lastimosamente nuestro gobierno es una mierda y así Flora como muchas otras
no han vuelto a casa—hablé. Todos a este punto teníamos un nudo en la garganta
con solo ver el rostro de nuestro amigo— Y quizá el país la olvidó...
No la conocimos pero no dejaremos que se quede en un recuerdo. Queremos que
Flora vuelva al lugar que le arrancó su última sonrisa.
Manuel no dudó en acercarse a la placa hasta pasar las manos por el rostro de su
hermana. Me dolía tanto verlo así.
De su rostro salió una pequeña sonrisa al leer las palabras que había escrito a
lado de su retrato.
"Sin importar la distancia quiero que sepas que muy dentro de mí tú eres mi fuego,
mi único deseo"
Palabras que saqué de la canción que tanto cantaba y esa que Manuel no lograba
sacar de su cabeza.
—No puedo creer que hagan esto por mí—limpió sus lágrimas — gracias...
— No necesitas una escoba para saber que la tienes cerca. Ella vive en cada uno
de nosotros, porque no te vamos a dejar solo —habló Diego. Todos ya teníamos
un par de lágrimas corriendo por nuestras mejillas.
—Todos aquí hemos perdido algo —hablé mientras pasaba un brazo por los
hombros de Diego y la otra mano la mantenía en la cintura de mi novio—pero
juntos hemos ganado mucho...
Lo que dije era cierto; ahora conocía la historia de cada uno de ellos y nadie a
tenido el camino fácil. Lo que me hace feliz es saber que les tengo.
En este preciso momento, al sentir los brazos de las personas que más me
importan rodearme de que decidí una cosa:
NARRADOR
Nathaniel caminaba sin descanso por cada calle que quedase arriba del
supermercado. No dejaba de preguntar a la gente pero nadie parecía conocer a
algún Ramiro, no sabía si eso le aliviaba o le generaba aún más preocupación.
Justo cuando se daba por vencido mirando aquella foto con ese rostro tan familiar
es que un ruido captó su atención, para ser más precisos, una voz.
Aquel hombre miró la foto por un largo rato; pues era la primera vez en días que
miraba el rostro de su hijo, y la primera vez en años que lucía tan feliz.
— ¿Para qué?— cuestionó. Miró de arriba abajo al chico ya que a primera vista
por su ropa se veía su posición social.
— Necesitarás más que palabras para hacerme hablar —se cruzó de brazos
observando fijamente el reloj del muchacho.
Tras salir del callejón fueron a dar a una casa; se veía vieja y al abrir la puerta un
apestoso olor a marihuana salía de ella pero aun así no dijo ni una palabra.
Observo como aquel señor se perdía en una habitación, momento que aprovechó
para enviar un mensaje a Helena en caso de que algo malo pasara.
Sin embargo, otra fue su sorpresa al ver como ese hombre salía con una
fotografía en mano del mismísimo Ramiro.
— Porque es mi hijo— la foto parecía muy reciente; no había duda alguna de que
se trataba de él. ¿Pero si su nombre no era Ramiro? ¿Cuál era?
Sus preguntas se fueron respondiendo de apoco una vez echó una mirada a los
cuadros que habitaban la casa. Un niño con mejillas regordetas y cabellera larga
era el protagonista de la mayoría; todo fue como un flashback para él.
El día de la fiesta de diciembre, el encuentro en Starbucks y la cara de
incomodidad que mantenía durante toda la charla.
[...]
Hay veces que el destino te arrastra hasta donde deberías estar; no podemos huir
de eso. Si bien algunas veces actúa en tu favor, hay algunas otras donde no se
puede evitar que un suceso ocurra. Y hoy, fue como si todo se alineará para
Helena.
— ¿Ramiro?—
— Yo, muchas gracias...— su mirada fue a parar a aquel chico quien recibía dos
vasos de café. En uno de estos pudo leer el "Ángel", inmediatamente su mente
voló hacia aquellas mariposas en la puerta de su hijo las cuales formaban esa
palabra.
Su teléfono comenzó a vibrar anunciando una llamada la cual atendió sin prestar
mucha atención, pues ésta seguía en aquel muchacho.
En ese preciso momento aquel joven se giró dejando así su rostro al descubierto.
Lo miró cinco segundos pero eso fue suficiente para transportarla unos años atrás.
La voz de Isaac, el sonido del auto impactando, los vidrios volando a su alrededor,
aquel rostro del chico y para finalizar ese nombre "¡Elian!".
El celular cayó de sus manos importándole poco que impactara contra el suelo. Su
hijo estaba ahí besándose con la persona que ella más odiaba en este mundo y se
había prometido encontrar.
El gato había sacado las uñas; está dispuesto a desgarrar las alas de esa
mariposa.
CAPÍTULO 28
NARRADOR
Ángel y Ramiro habían pasado por esto también; eran más jóvenes en ese
entonces y no prestaban atención a los pequeños detalles; pero más de una vez el
mundo les gritaba que estaban hechos para estar juntos. Porque su historia;
comenzó antes de pisar el Starbucks...
5 años atrás...
— ¡Te lo juro Nathy! Es obvio que ese chico quiere conmigo. Además; ¿Cómo no?
Soy encantador —habló el pequeño chico que portaba una bandana morada en la
frente.
— Isaac; a veces eres tan ególatra—se burló su amigo con la voz entre cortada.
En la clase de educación física siempre los ponían a correr alrededor de las
canchas y eso cansaba al muchacho.
Nathaniel giró los ojos y soltó una risa al ver como su mejor amigo corría mientras
lanzaba caras coquetas a los chicos que le miraban.
—Oh cállate; solo soy seguro de mi — comenzó a detener su trote para hablar con
más calma a medida que se acomodaba mejor su pañoleta — Saldré de la
secundaria con un promedio de 9.7; más actividades extracurriculares. Ingresaré a
la mejor preparatoria del centro, tomaré talleres de idioma. Después ingresaré a la
universidad de mis sueños donde me prepararé para ser el mejor piloto y...
—No. Conoceré ahí al amor de mi vida. Quizá por accidente tire mis libros, o sea
de esos momentos donde entre una habitación llena de gente nuestras miradas
conectan...— suspiró soñador mientras miraba a la nada imaginando ese mágico
momento.
—Isaac; ésta es la vida real. Seguro y lo más cercano a eso es que te tire la
bebida en tu ropa — soltó la carcajada logrando que su amigo lo mire
reprobatoriamente.
— ¡Valderrama y compañía! ¡Si vuelven a hacer eso les costará dos vueltas más!
— ambos chicos rieron bajo al escuchar el grito del profesor.
—Mejor sigamos antes de ser los siguientes...—Lo jaló Nathaniel para volver a las
vueltas. Fue un movimiento tan rápido que Joaquín no se dio cuenta que había
dejado un pedazo de tela color morado en aquel asiento.
[...]
— ¿Otra vez tú Galdan?— la mujer bajó sus gafas para observar al chico que se
encontraba lleno de pintura de pies a cabeza— ¿Ahora que te pasó?
—Nada...chicos estúpidos—habló bajo sin atreverse a mirar a la mujer a la cara.
Él no había hecho nada malo; solo pintaba en el aula de artes y a una bola de
adolescentes se le hizo muy gracioso lanzarle globos con pintura.
—Puedes tomar ropa de las cosas perdidas. Seguro hay algo que te queda—
señaló hacia una esquina donde descansaba una caja de cartón vieja.
No tardó mucho en encontrar una cambia de ropa que fuese mejor para él.
Cuando estaba por irse a cambiar un pedazo de tela morado llamó su atención,
así que lo tomó.
[...]
Las semanas pasaban; y con eso el aburrimiento de los jóvenes durante las clases
se volvía más evidente. Para los profesores era más difícil captar la atención de
todos.
— ¡Ahora!— el chico le dedicó una mala mirada a su amigo para acto seguido
tomar sus cosas e ir a tomar asiento donde el docente señalaba.
La clase se pasó demasiado lenta para Joaquín el cual ya no tenía con quien
divertirse así que invirtió su tiempo en dibujar en su banca. Se supone intentaba
ilustrar al profesor con un vestido y bolso de señora pero al final parecía una araña
mal formada.
"Mi mejor intento en ponerle tacones al odioso profesor Núñez" escribió a lado de
su dibujo para después señalar el mismo con una flecha.
Soltó una pequeña risa al ver tan perfecto dibujo. Sea quien sea lo haya hecho le
alegró el día en un segundo así que no dudó en escribir algo.
[...]
—Se supone es el profesor— volvieron a reír. El joven se alejó un poco para ver
su obra maestra; había culminado justo a tiempo ya que la campana sonó
marcando el fin de la clase.
— ¡Al fin! Andando...no quiero ganarme otra paliza por los del grupo B— su amigo
tenía razón. Guardó rápidamente sus cosas sin darse cuenta que la pañoleta
morada que descansaba en su muñeca ya casi desatada caía al suelo—
¡Muévelas!
— ¡Ya voy!— se colgó la mochila y se acomodó bien el gorro de su sudadera para
cubrir su rostro.
Escucharon los pasos del otro grupo acercarse así que no dudaron en salir
bruscamente del aula importándoles poco si chocaban con los estudiantes que
iban entrando.
— ¡Ouch! Mis zapatos son nuevos, que salvaje — se quejó aquel chico de
pequeña cintura.
—Ja; perdón. Ya que pisó mis zapatos nuevos ese bruto— refunfuñó ganando la
risa de Nathaniel.
Isaac entró al aula lanzando maldiciones a aquel desconocido; pero cesó una vez
vio aquella pañoleta morada tan conocida para él descansar a los pies de su
asiento.
— ¡Al fin te tengo de vuelta!— sonrió tomando aquel pedazo de tela; para acto
seguido atarlo a su muñeca. Imaginó que alguien la encontró y decidió de volverla.
Sea cual sea la situación le agradaba tenerla.
Si eso alegró su día el tomar asiento y ver aquel dibujo de un avión hecho a la
perfección fue la cereza del pastel.
[...]
Aquel joven ingresó a un cubículo del baño para poder saborear ese pequeño
sándwich de jalea. Se sacó la sudadera que usaba para cubrirse del mundo
dejando así sus brazos al descubierto los cuales lo adornaban pequeñas marcas
de quemadura de cigarro y tomó uno de sus plumones en particular para dibujar
en las paredes.
— ¿Hola? ¿Todo bien ahí?— se animó a hablar tras dar una mordida a su
emparedado.
— Díselo a tus mocos—habló con ese típico humor, eso le arrancó una pequeña
risa a ese desconocido— Tampoco es como que esté mal llorar.
— Que suerte para ti; no puedo verte — se mofó sacándole otra risa. No sabía por
qué razón deseó establecer una pequeña conversación con aquel extraño; quizá
porque era la primera vez que alguien le respondía.
— Oh; es un gusto contarle mis penas a un desconocido mientras lloro
desconsoladamente en el cubículo —contra atacó el chico haciendo que el rizado
sonría un poco.
— Bueno; mi mal día empeora porque olvidé mi dinero y ahora no tengo para
comer o comprar tus servicios — sus palabras hicieron efecto en Ramiro el cual
observaba la mitad de su emparedado; él más que nadie sabía lo feo que es
quedarse con hambre.
—Bueno; feliz Navidad adelantada— estiró la mano bajo la pared plástica que los
separaba para que aquel muchacho tomara esa mitad de sándwich.
—No. Lo tonto es que llores por él — Ramiro entendía el sentimiento del joven;
porque desde hace tiempo era consciente de lo que los chicos causaban en él —
Y lo raro es que no te corresponda.
Ramiro soltó una mueca; había pasado un buen momento, si; pero si el chico lo
veía todo de iría cuesta abajo.
— ¿Ciego?—
— Les juro que pasó. Pensé que era Diego, se parecían — alegó Manuel tras
contar su relato.
— Abrazaste a un tipo. No mientas diciendo que era yo— se burló el chico de ojos
rasgados.
—Estás más ciego que yo—se carcajeo Ángel. El rizado no puedo evitar sonreír e
ingresar al lugar. Se aproximó a su novio dejando un beso en su cabeza para
captar su atención
— ¡Era idéntico! Lo juro. Pero este llevaba una bendición en manos— se defendió
a medida que se levantaba de su lugar ya que su descanso había culminado.
—Ya me las pagaran— fue lo último que dijo; pues salió muy indignado del lugar.
ELIAN
—Traje algo para ti— hablé una vez nos quedamos solos en la habitación. Dejé en
la mesa frente a él la mariposa y guíe sus manos a ella para que pudiese
explorarla.
— ¿Qué? ¿Cómo? Es mi mariposa...—No dejó de pasar las manos una y otra vez
envuelto de emociones.
— Digamos que me dediqué a repararla. Tiene algunas grietas pero sigue igual de
bonita. Como tú — me acerqué a él para dejar un cálido beso en sus labios.
Sabía lo mucho que significaba esa figura para él; y yo tenía razón, él era igual a
esa mariposa porque a pesar de sufrir se mantenía siendo hermosa y multicolor.
— Esto es...dios —soltó un suspiro — Cada que pienso que has hecho lo mejor
para mí siempre te superas...
—Gracias por reparar mis alas...—se aproximó hasta unir nuestras frentes.
—Es hora; debo irme pero volveré por ti a la hora de salida... ¿Bien?— asintió. Yo
debía verme con mi profesor para hablar ese tema tan importante de la beca
universitaria. Ángel aún no sabía; prefería decirlo una vez se haya asentado una
decisión.
—Lo sé. Sólo cuídate — se colocó de puntas para dejar un pequeño beso en mis
labios. Eso era todo lo que yo necesitaba.
[...]
Es ridículo como una prenda puede darte seguridad. No sé por qué razón cada
que porto la pañoleta me siento cercano a mi novio a pesar de no estar a mi lado.
A veces pienso que siempre ha sido así; que desde aquella vez yo le regalé ese
girasol a la corta edad de 6 meses sin saberlo fue como si tomara esa pañoleta
morada de un extremo y esperaba él hiciera lo mismo con el otro.
Cuando nos veo puedo imaginar como una gran pañoleta morada adorna nuestras
muñecas uniéndonos en uno.
NARRADOR
— ¿Qué días puedo encontrarlo?— el hombre la miró burlón; ella comprendió todo
y dejó un fajo de billetes en la mesa.
—Los sábados; solo asiste esos días a clase — sonrió a medida que tomaba cada
billete con los ojos llenos de felicidad.
[...]
— ¿Usted es el profesor Santiago?— se acercó al hombre que guardaba cosas en
la cajuela del auto.
— Bueno; quería hablar acerca de...—tomó aire para poder pronunciar ese
nombre —Elian Galdan
—Oh; el nuevo Van' Gogh; solo que él si venderá en vida eh—sonrió orgulloso de
su estudiante — ¿Usted es...?
— Su tía —
Todo pareció marchar en su favor una vez logró observar al chico que hacía que
un agujero creciera en su estómago con solo verlo aproximarse a la salida.
Cuando Elian salió por aquella puerta es que todo a su alrededor se detuvo; el
universo se quedó en pausa en el momento en que sus ojos conectaron con los de
Helena Bardelli. Ya no podía huir más de aquel 6 de Diciembre.
[...]
— ¡Isaac!— el pequeño se sobresaltó al escuchar el grito de su amigo llamarle; sin
embargo, una sonrisa se pintó en su rostro una vez sintió los brazos de Nathaniel
rodearlo.
—Necesitamos hablar; ya van días sin vernos y necesito saber cómo estas; ¿Qué
haces usando ese feo chaleco?— Nathaniel observó de arriba abajo a su amigo al
cual parecía no reconocer.
—Alto; ¿Tú? Dios; ¿Quién eres y que hiciste con mi mejor amigo?— rio bajo
ganando una sonrisa en el joven.
—Muy gracioso. Como sea; no puedo hablar ahora porque estoy trabajando...
¿Puede esperar?—
Nathaniel parecía no reconocer del todo al chico que estaba frente a él; verlo ahí
en un trabajo que jamás imaginó, rodeado de gente a la cual Isaac antes no
tomaba en cuenta y bromear sobre cosas que no sabía eran de su interés le hizo
ver que ahora él era otra persona.
ELIAN
Terror; fue todo lo que sentí una vez aquella mujer pronunció mi nombre. Yo era
consciente de que ella percibía mi miedo por que dio un paso hacia mí para verse
más imponente.
— ¿Me conoces?—
— Volveré a repetir. ¿Me conoces? ¿Acaso te suena la calla Aldama?— con esas
palabras sentí como me tomaba por ambas alas dispuesta a arrancarlas.
El recuerdo de aquel día volvió a mi mente.
— Yo...—levantó una mano para callarme. Jamás había sentido tanto miedo en
toda mi vida; no desde que vi partir a mamá en esa ambulancia, así que
nuevamente me sentía un niño de 9 años.
— Sé quién eres y lo que hiciste —mis ojos comenzaron a cristalizarse una vez la
escuché. Mis rodillas temblaban y sentí como rasgaba una de mis alas pintando su
interior de negro.
—Yo no quería...
— ¡Escúchame!— elevó la voz sobresaltándome — Te quiero lejos de Isaac.
Vuelve a tu patética vida en esa repugnante pocilga como la rata que eres y deja a
mi hijo en paz...
Su voz quemaba como el infierno. En sus ojos podía ver el odio que me tenía y lo
mucho que deseaba verme en la miseria. No necesitó ponerme una mano encima
para destruirme por completo.
—Más te vale que dejes a mi hijo en paz o juro que te voy a refundir en la cárcel
junto a tu patético padre —gruñó. Lo sentí como otro rasguño directo a mis alas.
Llevó una mano hasta la pañoleta que descansaba en mi pecho y la desató dando
un tirón para despojarme de ella.
— Espero te haya quedado claro. Voy a hacer tu vida tan miserable que rogaras
haber muerto en ese accidente si no te alejas de mi hijo— con eso desgarró mis
alas haciéndome caer en picada.
No dijo ni una palabra más; giró en su lugar y subió a su auto para marcharse de
ahí. Hasta ese momento fui consciente de las lágrimas que bajaban por mis
mejillas y el temblor de todo mi cuerpo.
ELIAN
—Claro que no. ¿Qué te trae por aquí? ¿Ya lo pensaste?—señaló la silla frente a
él para que tomase asiento así que eso hice.
—A ver Elian; ¿Qué sucede?— se dejó caer en su asiento para prestarme mayor
atención— Siéntete en confianza
—Bueno; mi novio siempre ha tenido un plan de vida. Quería ser piloto— él asintió
mientras escuchaba mi relato— pero sufrió un accidente y ahora es ciego. La ficha
para universidad debe sacarla ya...pero no sabe que quiere.
Sonreí al saber que tenía su apoyo; el señor Soto era quizá la figura paterna más
cercana que tenía. Nos mantuvimos charlando sobre Ángel durante un largo rato
hasta sugerirme una carrera que encajaba perfecto con mi novio.
Lo observé sin poder ocultar mi sonrisa; no sólo me ayudaba a elegir una posible
carrera para mi novio, a la vez me daba opciones para que Ángel y yo
permanezcamos juntos.
—La beca realmente me interesa; pero eso implicaría irme de aquí...y no tengo ni
un solo peso —dije sincero.
— Profesor...
— Elian; sé lo que es estar en tus zapatos. Déjame ayudarte, tienes un talento que
merece ser apreciado por el mundo— se levantó hasta quedar junto a mí y dejar
una mano en mi hombro.
Caminé a la salida del edificio y una vez abrí la puerta mis ojos conectaron con
otros los cuales sembraron terror en todo mi ser.
ACTUALIDAD
Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos. Unos minutos atrás estaba
explotando de felicidad dispuesto a iniciar una nueva vida con Ángel y ahora
apenas y puedo caminar sin temblar.
Ella lo sabe, me quiere lejos de su hijo y hará todo lo posible por mantenerlo
apartado de mí.
No puedo permitirlo; no.
Tengo que correr, pero no lejos de Ángel, voy a correr hacia él; por que la cafeína
también puede seguir el camino directo al caramelo.
Corrí; corrí con todas mis fuerzas importándome poco quien estuviese a mi paso.
Pero me sentía perdido, la cabeza me daba vueltas y sentía que en cada paso me
hundía más. Era como si todo a mí alrededor fueran rejas y por más que corría no
salía de la jaula.
ISAAC
Hice uso del bastón que Manuel muy amablemente me había prestado para
caminar hacia la salida esperando encontrar a Nathaniel. Una vez di unos cuantos
pasos fuera del supermercado su voz se hizo presente así que no dudé en
dirigirme a él.
— Al fin; ¿Día duro?— reí y negué. En realidad era más chisme que nada.
—En realidad debo esperar a Ramiro —lo escuché soltar un bufido. Igual decidí
ignorar su acción.
—Mándale un mensaje y que nos encuentre ahí... ¿Okey?— esa idea no era del
todo mala así que decidí acceder, después de todo necesitaba una conversación
con mi mejor amigo.
— Suena bien—
Decidimos ir a pie ya que el lugar no quedaba del todo lejos; además durante ese
tiempo la conversación fluía por sí sola.
Era imposible olvidar eso, aún que es estúpido porque sólo tenía 15 años.
—Tengo todo perfectamente planeado. Tendré una casa aquí y otra en los
Ángeles; porque vamos ¿Quién no ama los Ángeles?— hablé mientras intentaba
trazar un dibujo de mí con gafas de sol. No soy el mejor dibujante siendo sincero.
— Yo tendría una en Nueva York con Catriel— me apoyo Nathy mientras tomaba
un lápiz he intentaba trazar en mi cuaderno unos edificios.
—Asco; no. Paleta que pruebo, paleta que tiro— hablé descaradamente— mi
novio será un chico de LA; uno jodidamente sexy, empresario seguramente. De
una buena familia, trabajador. Ya sabes...
—O Gerardo — ahora dirigimos la mirada hacia la otra punta del lugar para
observar al chico de piel morena y rizos definidos.
—Si quiero voy a tenerlo. ¿Con quién crees que estás hablando?— explotamos en
carcajadas ganando el grito de la mesa tras nosotros.
— Es sólo que no pareces seguir todos esos mm puntos — fruncí un poco el ceño
sabiendo por donde iba la cosa.
—nada; dios...relájate. Solo, no sé; desde que estas con él tus aspiraciones
parecen otras más mmm...pobres — me deshice de su agarre una vez lo escuché
y detuve el paso—Isaac no me mal entiendas...
—Lo hago—
—No me gusta por donde va esto; así que si vas a atacar a Ramiro es mejor que
te detengas porque poco me va a importar seguir mi camino solo—
—Bien; lo lamento —soltó un suspiro y tomó mi mano— Sólo quiero que sepas
que me preocupas, me da miedo que tomes malas decisiones...
—Bien; entonces hay que llegar al Starbucks. Quiero saber si ahí piensas lo
mismo...—
ELIAN
Mis piernas dolían pero no más que mi corazón o mi espalda debido a mis alas
arrancadas. Sentía los oídos sordos y mi vista nublada pero no podía detenerme.
— Mamá no quiero que me dejes; tengo miedo — me abracé a mi madre una vez
me contó lo que el doctor le había diagnosticado.
— Nadie está listo para enfrentar un problema. Pero no puedes dejar que el miedo
te consuma —tomó mis manos con fuerza — sé valiente... ¿Vamos a ser valientes
juntos. Okey?
—Juntos mamá...— me lancé a abrazarla para sentir su calor. Eso me dibujó una
sonrisa en los labios.
—Por favor no me dejes solo mamá —susurré mirando al cielo y pasando una
mano por mí brazo, justo en la zona de mi tatuaje.
Entré al Starbucks, el camino hasta la mesa lo sentí eterno, pero cuando logré
llegar tomé asiento frente a mí novio.
Ángel bajó sus gafas dejándome ver sus ojos completamente rojos y llenos de
lágrimas. Ahora estoy hecho polvo por completo. Lastímenme a mí, pero no, él no.
—Ángel...—
—No me llames Ángel —soltó con desprecio y trago duro intentando contener las
lágrimas; yo no pude contener las mías— no puedo, simplemente no puedo...
—Deja que te explique— intente tomar sus manos pero las alejó con brusquedad
una vez sintió las mías.
—Yo confíe en ti. En todos...y todo este tiempo se burlaron de mí— se levantó
para caminar fuera del lugar con la ayuda de su bastón; supuse no quería armar
una escena ahí así que le seguí afuera
—No; jamás haría eso...perdón; solo, yo no...— ni siquiera podría formar una
oración correcta. Todo era demasiado doloroso.
—Dios mío, no sabes cuánto agradezco no poder verte ahora por que seguro te
daría un maldito golpe—
—Es que ni siquiera puedo hacerlo. Dios... —llevó las manos a su rostro
cubriéndolo mientras sollozaba— No puedo creer lo que me hiciste...
—Perdóname por favor...por favor. Mi padre me obligó; yo tenía 15 años y, y, fui
un estúpido. Yo no lo sabía, te juro que no lo sabía —hablé entre sollozos
mientras intentaba que bajara las manos de su rostro—No sabes cuánto me odio
por eso...
—Tu...—
—Yo era quien merecía quedarse ciego. Morir, lo que sea. ¡No tú!— mi voz se
rompía a medida que hablaba — Si pudiera darte mis ojos lo haría...te juro que lo
haría.
—Es que...— me abracé a él. Tenía miedo, estaba tan asustado y solo no quería
que me dejara. Cada vez las ambulancias se sentían más cerca.
—Yo no lo sabía; cuando te conocí no sabía que eras tú. Lo juro— él seguía
sollozando y no sabía cómo hacer que eso parara; me sentía tan impotente.
— ¿Es que no lo entiendes?— limpió sus lágrimas — Cuando lo supe eso fue lo
que menos me importó...
— ¿Qué?—
—Me mentiste. Formaste toda una ilusión para mí. Creaste a Ramiro; salí con él,
no contigo — negó mientras daba pasos hacia atrás alejándose de mí.
Sus palabras dieron un fuerte impacto en mí; cada vez que Ángel hablaba mi
corazón se rompía un poco más. ¿Y mis alas? No existían más. No había nada.
— Tú me diste vida...Yo era quien soy contigo —lo señalé a pesar de que sabía no
podía verme— Ramiro es quien soy realmente.
— ¡No vuelvas a llamarme así!— gritó —no quiero escuchar ese maldito nombre
nunca.
—Sé que me equivoque...Pero por favor no me dejes — caminé con lentitud hasta
él— eres todo lo que me queda...
—Lo eres
—No— negó lento. Buscó mi mano; pensé que iba a tomarla pero cuando sentí
algo en mi palma es que mi interior murió. Era la mariposa.
Esas tres palabras me derrumbaron; jamás lo había escuchado tan roto. Yo había
provocado en eso. Sólo yo.
Era la primera vez que decía que me amaba.
Sólo podía desear una cosa en este momento; estar muerto.
Él caminó con cuidado hacia ellos; una vez estuvo cerca su madre lo ayudó a
entrar mientras me dedicaba una cara de odio. Sólo pude quedarme ahí; viendo
como Ángel se iba de mi lado...se iba para no volver, tal como mamá.
[Antes...]
— Llegamos...— Nathaniel me guío hasta una mesa así que no tardé en tomar
asiento; sin embargo un olor repugnante llenaba mis fosas nasales.
— ¿Qué estás diciendo? Mi novio se llama Ramiro Miller— me giré con cuidado.
No entendía nada de esto.
— ¿Qué?—
Sentí como tomó con fuerza mi mano. A medida que mi madre hablaba sentí como
algo dentro de mí se iba rompiendo de a poco. Llegó un momento en que me sentí
sordo incluso y solo podía escuchar la voz de Ra...Elian. Cada mentira.
— ¿Cómo esperas que te crea eso?— solté con rapidez sus manos para limpiar
mis lágrimas, odiaba que me vieran llorar.
— ¿Vas a creerme a mí?— escuché una voz ronca y un olor asqueroso inundó el
lugar — Debes conocerme, a no ser que mi hijo también te mienta de eso...
— Te diré qué; no eres el primer chico ni serás el último. Elian es así, siempre va a
ese estúpido Starbucks para conseguir a alguien — negué. No iba a escuchar eso.
— Eso lo sé; pero conmigo fue diferente...— soltó una pequeña risa al
escucharme.
— Dime; ¿Qué Ángel eres? ¿El 24? ¿25?— al escucharlo mi corazón se rompió
por completo y una lágrima más cayó. Pude sentir los brazos de Nathaniel
envolverme.
— ¿Qué?—
— Si; ya sabes...así les llama a todos sus chicos. Otra cosa; ¿También te dio una
mariposa? Oh espera; te dijo esa boba frase de que conozcas el arte en ti...—
— Hijo; sé que duele...Lo sé cariño. Pero; te dije que no podías confiar en esa
gente—sentí como acariciaba mi mano; ni siquiera su tacto podía hacerme sentir
mejor.
—Él iba a dejarte Isaac — sentí como mis colores se apagaron de un momento a
otro— ¿No te dijo? Tiene una beca para estudiar en otro estado...
Fue ahí cuando cada palabra que me había dicho él volvió a mi mente...
Como no le gustaba usar el auto...
Odiaba hablar de su familia...
Muy apenas me dijo un apellido...
Por qué sus compañeros de trabajo jamás le llamaban por su nombre...
El hecho de que hoy iba a hablar con su profesor de arte...
Todo
— Yo lo amo mamá...—Mi voz se rompió al igual que mis alas las cuales ya se
volvían polvo. Algo me aferraba a no creer nada de esto.
Fue entonces cuando sentí como colocaba algo en mi mano. Tras exploraba con
el tacto reconocí ese pedazo de tela: la pañoleta morada. Por primera vez estar
con la mariposa en mano, la pañoleta y el olor a cafeína no le generaba alegría;
solo tristeza. Una muy devastadora.
Sólo deseaba despertar de esta pesadilla; despertar en el día del accidente y morir
ahí mismo.
ÁNGEL
No emití palabra alguna una vez me encontré en el interior del auto. Podía sentir la
mano de Regina tomar la mía y la voz de mamá en la parte delantera pero en ese
preciso momento yo solo intentaba desactivar todos mis sentidos.
Cada parte de mí dolía a tal grado que me pregunto si así se sintió mi mariposa
tras impactar contra el suelo semanas atrás.
Al llegar a casa no quise hablar con nadie; esquivé los brazos de mi padre y
abuela para dirigirme escaleras arriba. Sentí que con cada paso que daba dejaba
un pedazo de mi corazón atrás. Cerré de golpe la puerta y solté cada lágrima que
había retenido. Su voz seguía en mi mente y solo podía llevar las manos a mi
cabeza sacudiendo un poco deseando que salga de ahí. No quiero escucharlo.
Dolía tanto recordar cada frase que salía de su boca. Creo que de escucharlo una
vez más me rompería por completo. ¿Cómo la persona que más amas puede
causarte tanto dolor?
Su voz me daba dolor de cabeza; no podía escapar. Apretaba los ojos con fuerza
mientras sujetaba mi cabello y gritaba deseando que se vaya, que me deje solo;
porque aún puedo sentir su proximidad.
— ¿Alguna vez sabré tu nombre Ángel?— reí al escucharlo. Recién nos habíamos
conocido hace poco más de un mes — Seguro tienes uno muy feo...
— ¡Oye! Baboso—Me quejé —No lo sé; es divertido ser Ángel. ¿Sabes? Es como
ser otra persona y así puedo guardar mis inseguridades; ¿Lo entiendes?
—Lo entiendo...—me acomodé en la banca para estar más cerca de él. Ramiro
me tomó del mentón para direccionar mi rostro y así estar cara a cara.
—Si algún día te digo mi nombre es porque te quiero conservar — sonreí ladino.
Él dejó salir una risa.
— ¿Es algo así como el límite para regresar un producto? Como tú ticket —asentí
No me había sentido así desde el día de mi accidente; solo que ahora las cosas
son diferentes. Ese 6 de Diciembre al despertar todo mi corazón dolió al saber que
no podía ver nada. Ahora duele por ver demasiado claro.
Y todo...todo se debe a la misma persona.
[...]
RAMIRO
Él se fue
No supe por cuanto tiempo me quedé fuera de ese Starbucks con la mariposa en
manos al igual que mis sentimientos.
Yo no podía dejar de llorar pero ahora no podía moverme. Estuve por años
corriendo de mis problemas; pero al fin apareció la realidad como una pared
provocando que me estampe con ella. Ángel había partido en esa ambulancia y
debo comenzar a entender que no volverá.
—Elian...— giré con cuidado para encontrarme a mi mejor amigo con el rostro casi
tan destruido como el mío.
—No. No digas eso— intentó tomarme por los hombros pero negué dando pasos
hacia atrás — No todo está perdido; habrá algo que podamos hacer...Ángel va a
entenderlo
— ¡No! Esto se acabó. Todo esto...— llevé las manos a mi cabello sintiendo como
las emociones me invadían. Él no tardó en envolverme en un abrazo. Diego
siempre me refugiaba— Ángel no quiere estar cerca de mí...ya no.
— No puede ser ese el final —lo abracé con mayor fuerza; porque mi mente ya
sabía cuál era el final de todo esto y quería hacérselo entender a mi corazón.
—Lo es...No voy a lastimarlo más —negué —Sólo tengo que aceptarlo...
—Pero...—
— Ramiro ya no existe más. Está muerto...— me alejé con cuidado para secar mis
lágrimas. Diego no supo que contestar; igual no le di tiempo para eso.
Tomé con fuerza la mariposa en mis manos y caminé lejos de él; por primera vez
no corrí, solo di pasos tranquilos.
Una parte de mi sabía que este momento llegaría. Algo muy dentro de mí ser
había imaginado incontables escenas preparándome para este día; era mi corazón
el que se negaba a creerlo pero una vez vi cara a cara a la señora Bardelli supe
que era inevitable.
Había experimentado este dolor antes al perder a mamá; y la parte más dolorosa
es esta: no aceptar lo sucedido y vivir con la ausencia de esa persona.
Ahora duele el doble porque mi mente me hace malas jugadas imaginando como
debe estar Ángel, que tanto lo rompí.
Una vez en la casa el vacío se sintió mucho peor; sus cosas seguían ahí y los
cuadros que adornaban el lugar eran de él. Tomé asiento en la cama
abrazándome a la mariposa; dolía demasiado porque ahora todos mis recuerdos a
su lado me abrumaban...
— Oye... ¿Eso que pintas es un gorila?— me burlé para molestarlo tras ver
como marcaba trazos con el pincel.
— Muy gracioso Angelito; muy gracioso — me acerqué a él para ayudarle con sus
trazos. Un cosquilleo me recorrió una vez mi mano se posó sobre la suya.
— Mejor ayúdame y calla; jamás pensé estar en la casa sola de un chico para
pintar...y realmente pintar — sonreí ladino al escucharlo.
Recién pasaron unos meses desde que nos conocemos pero
ya solemos llevarnos así.
— ¿Por qué me tomas? Yo soy un chico serio— coloqué una mano en mi pecho
para dramatizar el momento.
— Ay; esa nadie te la cree. Seguro aquí te desenfrenas por completo baboso
— soltó la carcajada mofándose de mí. Al parecer disfruta hacerlo.
—No; creo que paso. Este angelito no cae tan fácil — giró la cara hacia otro
lado elevando el mentón.
— Cuidadito con cómo me hablas baboso; ya sabes lo que dicen, daña al Ángel y
te mandan al infierno — tomó mi mano para acercarme más a él
y continuar pintando. Él mantenía una sonrisa ladina así que
no tardé en sacar una también.
Sabía que tenía una salida rápida para esto; la conocía muy bien. Y si había
matado a Ramiro lo más justo sería dejar morir a Elian.
Fue entonces cuando me di cuenta de que nadie llegaría para resolver mis
problemas. Había dejado que mis amigos se vieran envueltos de esto, había
permitido que me salvaran incontables veces; pero no ahora. Ya no más.
Me levanté para ir hasta esa maleta y buscar la navaja. Mis lágrimas no paraban y
el dolor tampoco, pero provocarme dolor físico no iba a salvarme en lo absoluto.
No volvería a ser cobarde; fue esa la razón que me alejó de Ángel, no voy a
cometer el mismo error dos veces.
La dejé caer.
La dejé ir junto a mis inseguridades.
Voy a sufrir...si
Voy a llorar...si
Voy a sentirme miserable y desear estar muerto. Pero después; cuando haya
dejado ir cada lágrima y me permita perdonarme a mí mismo por todo lo que
cometí seguiré adelante.
Quizá mi error siempre ha sido pensar que necesitaba a seres multicolores para
mantenerme así. A veces; hay que llenarse de colores por sí mismos.
Voy a amarme a mí.
NARRADOR
Diego y Manuel dejaron soltar todo el aire que habían retenido durante la ausencia
del chico. Ayer no lograron dormir imaginando lo que su amigo haría en tal
momento de soledad y dolor; les aliviaba saber que estaba bien.
—Por favor no le pregunten por él —pidió muy amablemente Diego; sabía que lo
último que necesitaba su amigo sería escuchar ese nombre.
Salió a paso decidido del supermercado; de tardar sabría que ella entraría y lo que
menos quería es que Regina viese a su mejor amigo o viceversa.
La reconoció rápidamente; la chica se encontraba junto a los carritos manteniendo
la mirada fija en él.
—Regina...—
— Yo no te mentí —
— ¡Pero como pudieron ocultar algo que le haría tanto daño a Isaac!— gruñó con
fuerza dejando escapar un par de lágrimas.
—Pero no quiero que sufra...Todos ustedes lo ocultaron. Era una mentira todo...yo
pensé; creí que él en verdad había encontrado a alguien; que ambos habíamos
encontrado a alguien que nos aleje del dolor de casa— comenzó a desmoronarse
así que Diego no pudo hacer más que abrazarla con fuerza.
[...]
[...]
RAMIRO
— Puedes decir que soy la persona más despreciable del mundo por ocultarle
eso; lo soy... ¿Okey? Yo mismo me considero así; y realmente iba a decirle pero
siempre había algo que me lo impedía. ¿Alguna vez has sentido tengo miedo por
perder algo? ¿Qué harías cualquier cosa por evitarlo?—
Observé a Regina la cual se encontraba sentada a mi lado en las bancas fuera del
supermercado. Diego nos había dejado solos y ambos poníamos las cartas sobre
la mesa.
—Puedes odiarme todo lo que quieras tanto como yo me odio y decir que fui un
idiota por mentir...Pero jamás digas que no lo quise. Sólo entiéndelo—
— Elian Galdan no parece ser tan malo como dices...— sonrió leve y acto seguido
se levantó dispuesta a irse de ahí
—Creo que no lo entiendes — me miró — Por fuera puedes ser Elian; el chico que
la gente juzga...Pero por dentro eres Ramiro; siempre fuiste Ramiro.
— Ramiro es dejar libre tu ser; quien eres. Pero ten en cuenta que siempre
estaremos sujetos a nuestro pasado, nuestros miedos... a Elian. La solución no es
ocultarlo, sino aceptarlo — me regaló una pequeña sonrisa. Siempre considere a
Renata como una persona muy madura y ahora lo afirmo más— ¿Te hago una
última pregunta?
— Claro...—
— ¿Tú lo quieres?—
ÁNGEL
Días después...
— Isaac; hijo...¿Podemos hablar?— escuché nuevamente la voz de mi abuela; sin
embargo no estaba de ánimos ni para eso.
— Abuela; te amo, pero vete por favor— me dolía escucharla. Más aún cuando
por la noche escuché su pelea con mamá donde pude enterarme que quizá sabía
más que yo.
— ¿Por qué te lamentas por un bueno para nada? Sólo te llenó de mentiras—
— ¿Hola? A...Isaac—
— No te odio; y no quiero hablar más de él. Sólo...no quiero perder más ¿Lo
entiendes?—
— Lo haré...—
Estaba cansado de que él ocupará mi mente 24/7; no podía estar así un día más,
siendo miserable. Me lo prometí hace tiempo...
Tenía que cambiar.
[...]
No pude reponerme tan fácil; estar en esas cuatro paredes por días intentando
esquivar su recuerdo me ponía peor. Si iba a hacerlo, voy a hacerlo en serio...
Conté cada lágrima que derramé por él; cada pañuelo que gasté y los días que
pasé encerrado en mi habitación. Tocaron mi puerta incontables veces pero igual
no abrí, no quería escuchar a nadie; no había razón alguna para que me
preguntaran acerca de mi estado si igual podían escuchar mi llanto por las noches.
A esa hora mi estado era peor ya que cada llamada establecida con él volvía a mi
mente. No quería pensar en él, no iba a llorarle más, no iba a necesitarlo y
tampoco amarlo. No
No me quedaré aquí luciendo patético. No le daré esa satisfacción.
No recibí ni una palabra una vez me vieron en la planta baja haciendo uso de mi
bastón; sólo tomé aire y salí de mi casa. Lo siento; pero no me quedaré
lamentando sus acciones egoístas. Y si él no va a amarme; yo tengo suficiente
amor para mí.
Meses después..
.
CAPÍTULO 31
NARRADOR
Ambos habían tomado una decisión; si bien Elian en un principio no quería saber
nada de "Ramiro", tras mantener aquella conversación con Renata entró en
consciencia de que no puede dejarlo, porque es quien él es.
No hay separación. No puede ser uno dejando atrás al otro; Elian siempre ha sido
esa máscara que se veía obligado a mostrar ante los demás para no sufrir ante
sus comentarios y rechazo. Era esa persona que había perdido tanto y se
encontraba envuelto en la agonía y la desesperanza.
Ramiro; era todo eso que deseaba ser y mostrarle al mundo, un artista lleno de
colores. Eso que le había mostrado solo a Ángel.
Pero; no puede soltar a uno sin dejar morir una parte de su esencia. Porque si
bien mostró su verdadero yo usando un falso nombre su pasado siempre estará
ahí para él.
Decidió el equilibrio.
Porque él era ambos; podía tener distintos nombres pero al final el conjunto de
todo era su verdadero yo.
No dejó atrás a Ramiro; lo integró a él. Por qué ahora, no necesitaba una falsa
identidad para ser quien es.
Ya no más...
Por otra parte; Isaac enterró por completo a Ángel, o al menos eso creía. Sé
negaba por completo a cualquier cosa que le recordara lo vivido en esa etapa de
su vida.
No se permitió llorar o sufrir; no pudo dejar salir todo su dolor para así renacer de
las cenizas. Él no se daba cuenta pero poco a poco creó de sí mismo una
máscara, por primera vez mostró al mundo lo que él quería que viesen y no lo que
realmente era.
Isaac estaba cometiendo el mismo error que Elian en el pasado; tragarse todo su
dolor.
Al esconder todo lo que siente sólo dejaba morir su alma; sin ser consciente se
convirtió en una mariposa negra sin intenciones de escapar de aquella jaula que lo
tomaba como prisionero y de la cual muchos de sus allegados tomaban ventaja
para custodiarla.
ÁNGEL
Mi teléfono anunció las dos de la tarde marcando fin a mi jornada de hoy. Solté un
suspiro al saber que podría levantar el trasero de la espantosa silla en la que me
encontraba postrado; pensé en positivo, al menos me mantengo con la mente
ocupada.
Hice uso de mi bastón para salir del edificio; mi madre no estaría para recogerme
hoy ya que Manuel prometió venir por mí y en eso sí que es puntual. Me agradaba
tenerlo cerca como amigo, pero muchas veces era difícil que me contara sobre su
vida sin involucrarlo...a él.
— ¡Oye no me confundas con el árbol! Soy más esbelto — Escuché su voz
acompañada de su peculiar risa lo cual me hizo girar sobre mis pies una vez
identifique su posición.
— Demasiada; a este ritmo tendré el culo de Kim Kardashian — reí bajo. Siempre
hacía eso; tratar de bromear para dejar de lado lo que en verdad pasaba.
— Felicidades por eso; te dije que la idea de cambiar la música del lugar volvería
todo más ameno — esta vez para ganar el puesto del empleado del mes el jefe les
había retado para que dieran una propuesta que atraiga a los clientes.
Mi amigo con gran carisma obviamente ganó.
— Si; me siento feliz por eso, pero nostálgico también — fruncí el ceño un poco,
no entendía la razón. Él pareció notarlo por que continuó — Se vienen grandes
cambios...
— ¿A qué te refieres?— por alguna razón mi corazón dio un salto con solo
escuchar eso y yo me regañe mentalmente por eso.
—Vaya— eso me hizo sonreír por completo; más aún recordando como Daniela
me contaba que quería pedírselo a su novia.
— Irvin sigue ahí siendo él; y bueno, ya sabes...— sentí su incomodidad por lo
cual supuse se refería a "Él"
—No; pero ya no espero a que vuelva...estoy bien así. Si tiene que pasar, pasará
— asentí ante sus palabras; una vez convives más tiempo con Manuel más te das
cuenta de su gran madurez.
— No...—
—Oh por favor por favor... será rápido. Y podemos burlarnos de Max juntos —
— En serio, no puedo...—
RAMIRO
— Eso es todo chicos; fue un placer trabajar con ustedes...pueden irse — Eso fue
suficiente para que mis compañeros comenzarán a juntar sus cosas listos para
irse.
Yo me dediqué el tiempo suficiente para apreciar esto por última vez; esta fue mi
última clase aquí y dentro de poco pondré un pie dentro en la universidad de arte
más prestigiosa de México. Aún no puedo creerlo.
Una vez todos ellos salieron tomé un suspiro; sujeté bien mi mochila dispuesto a
salir pero recordé al inicio de la clase el profesor nos pidió pasar por las obras que
hemos dejado a lo largo del curso. Me dirigí a la puerta ubicada en el fondo del
salón y la nostalgia me abrumó una vez encontré la obra que había dejado ahí.
— Recuerdo ese día; me di cuenta del gran cambio que habías dado— la voz de
mi profesor tras de mí me hizo darme cuenta que ya no estaba viviendo lo que se
mostraba en aquella pintura a óleo.
— Si; también recuerdo ese día — susurré sin perder de vista mi obra; se veía
claramente a esos dos chicos besándose y uno de ellos portando la pañoleta
morada.
— Sigue siendo un tema bastante reciente para ti— dejó una mano en mi hombro.
Me límite a asentir.
— Bueno; es complicado que algo esté presente y al otro día no. El cambio
es...horrible — solté un suspiro. Cerré la puerta, no podía quedarme viendo mi
pintura por siempre.
— Jamás dejaré de agradecer por lo que ha hecho por mí— mi profesor fue quizá
la única influencia paterna que he tenido en un largo tiempo y no podía sentirme
más agradecido.
—No; pueda decirle a tu actual pareja... ¡supera eso!— ambos soltamos la risa
ante su comentario. Desde que me vio pintar a Ángel por primera vez dijo que era
perfecto para mí. Quizá se equivocó.
Fue hermoso mientras duró
— ¿Ah sí? Pues ve que se te hará tarde. El restaurante queda lejos — lo miré
entrecerrando los ojos.
[...]
Emprendí mi viaje hacia la dirección del restaurante donde Diego me había pedido
vernos; no entendía bien por qué pero supuse era un lugar elegante debido al
nombre y decidí ir bien vestido para no desentonar.
¿Saben lo que es pasear diariamente por las zonas que solía visitar con él? No
puedo ver aquella mariposa que pintamos sin que mi corazón de un salto, pero
debo seguir adelante. Diego me lo dijo una vez; sí no me acepta...entonces no es
el chico para mí. Es una lástima, porque mi corazón dice lo contrario.
Llegué al restaurante; una vez dije el nombre de mi amigo el mesero me guío
hasta una mesa situada en la zona de jardín. Vaya sorpresa me llevé al ver ahí a
todos mis amigos.
— ¡Sorpresa!— gritaron todos justo a la par en que Diego abría una botella. No
pude evitar sonreír y acercarme a cada uno de ellos para estrecharlos en un fuerte
abrazo.
— ¿Qué es todo esto?— reí bajo al ver como cada uno de ellos portaba sus
mejores galas.
Todos fuimos tomando asiento; me hacía feliz verlos a todos ahí por mí.
— Lo que mi novia quiere decir es que queremos un último festejo todos juntos
antes de que...ya sabes. Todos tomemos nuevos rumbos — ahí estaba Ofelia
dando siempre en el clavo sacándonos a todos un suspiro.
Manuel me señaló provocando aplausos de parte de todos y uno que otro grito en
aliento, fue imposible no sonrojarme un poco y dejar salir una risa boba.
— ¡Salud!— dijimos al unísono para acto seguido beber el contenido de las copas.
Estar con ellos me hacía tanto bien.
— Irvin tu bebes juguito de uva porque eres menor— se burló Eróticos. Todos
dirigimos la mirada al antes nombrado y este efectivamente bebía jugo.
La conversación fluyó y solo pude reír acompañado de todos mis seres queridos;
por primera vez en años me sentía en familia; sin embargo, sentía que faltaba un
lugar.
Supe que quería hablar en privado así que me levanté y caminé junto a ella a una
esquina del jardín para tener un poco de privacidad. Regina llevaba en manos una
caja mediana de color blanco completamente; iba a decir que no es necesario
pero igual la extendió en mi dirección.
— Sin importar lo que haya pasado; te deseo una vida de éxitos. Me hubiese
gustado que sea diferente...— alejó las manos de la pañoleta mirándome
sonriente— algo me dice que no es la última vez que nos veremos…
—Aún faltan un par de días para que me vaya...— jugué con uno de los extremos
de la pañoleta.
Me regaló una última sonrisa y volvió con los demás; yo por mi parte me tomé
unos segundos para apreciar el pedazo de tela tan significativo antes de volver.
ÁNGEL
Bajé del auto de Max con ayuda de Catriel; a falta de Manuel me he mantenido
cercano a ella durante el trayecto ya que los demás hablan temas que no son
tanto de mi agrado.
Nos dirigimos al interior del restaurante; debido a las alergias de Tamara tuvimos
que ubicarnos en una mesa en el interior lo cual es una lástima para mí porque me
encanta el jardín y sentir el aire fresco.
— Papá me dijo que basta con que termine la universidad para tener la empresa a
mi nombre — ahí iba Max nuevamente; desde que me acoplé a ellos he notado
que me siento un poco fuera de lugar, es cosa de acostumbrarme nuevamente
supongo.
Por suerte para mí un mesero llegó para tomar la orden; pedí lo mismo que Catriel
solo para no perder tiempo. Mediante los minutos pasaban yo solo podía jugar con
el teléfono en mi mano o establecer conversaciones cortas con Catriel ya que al
parecer ella tampoco la pasa muy bien que digamos.
No entiendo cómo siendo mis amigos sus intereses son tan diferentes a los míos,
sus temas de conversación no captan mi atención, sus chistes no son graciosos y
las referencias o anécdotas no las recuerdo.
— ¿Tú qué dices Isaac?— elevé las cejas al escuchar mi nombre salir de la voz
de Tamara.
— ¿De qué?—
Al escuchar a Max mi corazón dio un salto y los recuerdos vividos en ese lugar
aparecieron como flashback en mi mente.
No; no podía pensar en eso.
— No gracias—
NARRADOR
Aquella pañoleta morada cumplía muy bien su función; porque una vez se
encuentra adornando una parte de tu cuerpo ten por seguro que quien sujeta el
otro extremo se aproximará a ti.
Es como un imán. Uno no puede poseerla sin que él otro se una también.
— ¿Me disculpan? Iré al baño — habló el rizado una vez se sacaron unas cuantas
fotos para postear en Instagram.
Parpadeo un par de veces y supo que todo había sido causa de su imaginación.
Se sacó esa prenda con cuidado para observarla entre sus manos; significaba
tanto para él.
La dejó a un lado del lavabo para poder lavar su cara dejando que su mente se
despeje un poco; necesitaba disfrutar este día y esos recuerdos le hacían ponerse
nostálgico. No quería llorar; no así...
Fue ahí cuando ésta cobró efecto; porque un par de pasos torpes ingresaron al
baño junto a un ruido en particular de algo impactar constantemente en el piso. Sin
embargo, Elian no podía escucharlo, estaba demasiado concentrado en su
música.
Isaac se sujetó del lavabo tomando el mismo con fuerza; sus ojos amenazaban
con sacar lágrimas debido a la frustración que sentía en ese momento. Su cuerpo
quería llorar todo lo que él le había negado; quería sentir. Guardarse todo el dolor
sólo lo estaba matando por dentro y ni siquiera lo sabía.
Un par de lágrimas corrieron por sus mejillas y al darse cuenta buscó desesperado
un poco de papel para limpiarlas. Su sorpresa fue tocar un pedazo de tela que le
parecía familiar; pero era estúpido, era imposible para él que se tratara de la
misma así que la usó para limpiarse una vez se percató con el olfato que
estuviese limpia.
Imaginó ahora eso usaba el restaurante en lugar de toallas húmedas.
Se aferró a ese pedazo de tela mientras trataba de no llorar por algo a lo que él
llamaba patético. Oh; se hacía tanto daño y no lo sabía...
Con miedo a ser visto así entró a un cubículo con ayuda de su bastón y soltando
un fuerte suspiro recargó la cabeza en una de las paredes del mismo. Él no lo
sabía, pero esa pequeña pared plástica lo separaba de Elian el cual curiosamente
tenía la cabeza pegada hacia ese lado.
Ahí estaban ambos; uno recordando los viejos tiempos como algo bello que debía
dejar atrás y el otro negándose a pensar en eso por miedo. ¿Qué tan rápido se
invirtieron los papeles?
Isaac dejó caer por torpeza la pañoleta al suelo justo bajo la pequeña pared
plástica que los separaba; el ruido de alguien más entrando al baño lo hizo
incorporarse rápidamente y salir de ahí; no quería ser visto en esa situación.
Salió del baño para dirigirse nuevamente a su mesa en el jardín; ahí estaban las
personas que a pesar de todo seguían ahí para él, que lo querían ver feliz así que
iba a mantenerse así.
Cada uno se situaba en su mesa intentando seguir con su vida; uno sonreía y el
otro aparentaba hacerlo. Uno vivía feliz siendo quien es y él otro lo ocultaba por
completo...
NARRADOR
Aquella canción fue el detonante para que Isaac pidiera a Catriel ser escoltado
fuera del lugar, escuchar esa melodía tan significativa provocaba que su mente
volara meses atrás y recordara a detalle los finos labios de "Ramiro" al igual que
su embriagante sabor a cafeína.
Con los meses alejado de él siendo consciente del revelador secreto llegó a la
conclusión de que Isaac es como un rosal; capta tu atención por su belleza, no
solo física, sino esa personalidad tan atrapante, pero al aproximarte y envolverte
en él sus espinas llegan a desgarrarte.
Esa pequeña mariposa que habitaba en su interior intentaba luchar al escuchar los
pasos que le acercaban a su pareja; sentía que ese tema le llevaría de vuelta a su
par y así juntas emprenderían el vuelo; pero no. Isaac huyó, provocando que ésta
se muriera un poco más; de seguir así se extinguiría por completo y en su lugar
permanecería una jaula vacía, al igual que su corazón.
Ramiro por su parte resistió los recuerdos, se permitió imaginar nuevamente aquel
momento tan íntimo que compartieron en su lugar secreto uniendo sus labios por
primera vez. Pudo sentir el cosquilleo en su estómago con solo pensar en la
textura y sabor; fue inevitable que los sentimientos y la nostalgia le abrumaran.
Extrañaba eso, lo extrañaba a él.
RAMIRO
Un nuevo día se abrió paso; y con eso era uno menos para que mi viaje de una
nueva vida diera inicio. Sé que debería estar feliz al respecto, y lo estoy; pero no
puedo evitar los sentimientos que habitan en mí al saber que dejaré atrás una
etapa de mí.
Si bien lo vivido junto a mi padre es algo que me trajo problemas y perjudicó, de
no haber pasado todo esto no hubiese adquirido tantas experiencias. Y algo que
bien aprendí a la mala, es el perdón. Aprender a perdonar.
— Ultimo día de trabajo. ¿Quién lo diría no? — Diego soltó un suspiro pesado tras
hablar.
Hace días atrás mantuve una conversación con mi jefe donde agradecía la
paciencia que tuvo conmigo y la oportunidad que me brindó aun cuando todos
giraban la cara al notar mi presencia. Se decidió que hoy laboraría por última vez
en el supermercado; y parece que fue ayer cuando inicié mi trabajo.
— Por favor; lo necesito. Le prometo que soy trabajador, puedo hacerle a lo que
sea— supliqué; ya había sido rechazado incontables veces y comenzaba a
considerar el ir a los semáforos para limpiar parabrisas.
— Chico, ¿Por qué no vas a otra parte? No necesito a gente como tú, te conocen
bien por aquí. Mejor no te molestes y sal — señaló la puerta. Perfecto, la farmacia
queda descartada. Sabía a lo que ella se refería así que le ahorré el tiempo de
llamar a la policía; me coloqué bien el gorro de mi sudadera y salí de ahí.
El tiempo se agotaba para mí; no tuve de otra más que gastar las pocas monedas
que me quedaban para comprar una franela y estar dispuesto a limpiar parabrisas
en el semáforo más cercano.
La gente no solía ser muy amable ya que gritan una que otra obscenidad cuando
intentas acercarte; no saben lo que es estar en esta posición. Deberían ser más
considerados.
— Gracias muchacho— " a usted" respondí una vez recibí el dinero y una sonrisa
de parte del señor — Que tengas un buen día
— Ojala — reí bajo mientras secaba el sudor de mi frente; estar bajo el sol
desgasta a cualquiera
— Estoy limpiando parabrisas; ¿Qué puedo decir? — reí sin humor. Él me miró
pensativo durante unos segundos.
— Podría; pero no es algo que disfrute hacer. Sé lo que cuesta ganarte el dinero
como para que alguien te lo quite en un segundo — él parecía comprender mis
palabras. La luz cambió a verde ganando que los autos traseros hicieran sonar el
claxon.
[...]
— ¿Hola? Mmm quería hablar con tu jefe para solicitar trabajo — miré tímido a
aquel chico unos años mayor a mí.
— Oh, deja le hablo al jefecito. Sostén esto — me entregó una escoba y soltó una
risa demasiado ruidosa; yo solo pude observar el instrumento de limpieza y sonreír
amable. El chico desapareció de mi vista; yo cruzaba los dedos con mi mano libre
esperando tener una oportunidad.
— Oh, Si viniste — esa voz familiar se hizo presente; dirigí mi mirada hacia dónde
provenía encontrándome con el hombre que atendí en el semáforo el cual
sostenía en mano un chaleco y se acompañaba del sujeto que me dejó su
escoba— Aquí está tu uniforme; ¿Puedes iniciar hoy? Vamos a mi oficina para
que hablemos de tu sueldo...
Extrañaré el lugar; la zona de lácteos donde solíamos refugiarnos para contar los
chismes más novedosos, el almacén donde más de uno fue descubierto fumando
y ni para que entrar en detalles. Incluso extrañaré a los clientes y como llegaban a
colmar mi paciencia por no decidirse entre que producto comprar. Pero, sobre
todo, no podré dejar de pensar en mis compañeros.
Las peleas eternas entre Daniela y Manuel; como éste pretendía trabajar cuando
normalmente dormía en su jornada de trabajo; los discursos inspiradores de
Ofelia, el ruido del inhalador de Irvin junto a esa inocencia de no comprender
nuestros chistes más negros y la compañía de Diego. Pasé aquí los años más
pesados de mi vida y sin duda ellos lograron hacerlos más pasajeros.
— ¡Al pasillo ocho ahora! — grité generando una carrera entre mi mejor amigo y
yo. Sí; seguíamos siendo unos niños.
ÁNGEL
— ¿Necesito una razón para hablar con mi nieto? — el lado derecho de mi cama
se hundió indicándome que ya había tomado asiento así que cerré el libro.
— ¿Qué leías? — tomó una de mis manos para jugar con ella como siempre solía
hacer para que sintiese más su presencia.
— Sólo comento tu libro; nada más — suspiré. La había estado evitando este
tiempo, no necesitaba esta conversación.
— No hablaré de eso; ¿Okey? Así que puedes irte — traté de no ser grosero con
ella; pero los sentimientos que comenzaban a inundarme me hacían actuar de
mala manera.
— Yo no...—
— No eres mi persona favorita ahora— sus palabras no las esperé; esa frase hizo
tanto ruido en mí que sentí como un balde de agua fría me caía cubriéndome por
completo — Elian se equivocó; lo sé. Pero eso no te da derecho de convertirte en
lo que eres ahora...
— ¡Yo soy feliz! Soy feliz sin él, no lo necesito en mi vida — grité cansado de que
todos quieran traerme de vuelta esos recuerdos que me prometí enterrar.
— Uno no puede ser feliz luego de tantas mentiras...— susurré mientras limpiaba
mis lágrimas negándome a llorar por él.
— Te mientes a ti mismo; sabes que lo que sea que te dijeron ese día tu madre y
ese señor son mentiras. Lo único certero es lo de su identidad; y te dolió tanto que
preferiste odiarlo. Centrar tus sentimientos en odiarlo en lugar de aceptar el dolor
—
RAMIRO
— ¿Qué dices de esto? — Regina levantó uno de mis cuadros para que pudiese
elegir si lo llevaba conmigo a mi nueva vida o lo dejaba atrás.
— No lo sé; ya llevo demasiados... ese es algo viejo— hablé desde la otra esquina
de mi habitación; me encontraba bastante ocupado doblando mi ropa mientras la
pareja me ayuda a empacar.
— Te lo regalo; toma los que más te gusten Regina — le sonreí leve ganando un
pequeño grito de felicidad de su parte; desde que llegó no se separaba de esa
pintura por lo cual deduje le gustaba demasiado.
— ¿Libros? — asentí así que Diego se encargó de guardarlos en una caja. Esto
de la mudanza era demasiado trabajo a pesar de que no poseo muchas cosas y
eso que aún tengo pensado algo más.
— Si— asentí sin muchos ánimos; recuerdo a la perfección como sus amigos
llegaron arruinando por completo mis planes y los comentarios que lanzaron en mi
contra— No pude hacerlo luego de escuchar cómo se expresaban de mí; en pocas
palabras fui un idiota y tuve miedo.
— Él; ¿él cómo está? — susurré por primera vez esa pregunta que tanto había
querido hacerle. Sabía de su vida gracias a los estados que se encargaba de
postear en redes sociales dejando ver su alegría en fiestas en compañía de sus
amigos, o fotos suyas frente al espejo dejando ver lo bonito que es; pero jamás
había preguntado directamente por él.
— Bueno; se la pasa saliendo con esos que dice llamar amigos— dejó mi cuadro
para ir a tomar asiento a mi lado — he intentado que venga a nuestras salidas
pero no accede
— Vivir una mentira no es felicidad — repetí aquellas palabras que tanto me dolía
decir en voz alta.
— Tú nunca fuiste una mentira; las acciones no mienten— me regaló una pequeña
sonrisa y dejó caer la cabeza en mi hombro— ahora creo que mi hermano se
convirtió en una...
No podía creer las palabras de Regina. Un ser tan multicolor y lleno de vida como
lo fue él no pudo convertirse en algo tan frio y distante como ella describió. Por
primera vez me di el derecho de no echarme culpa por eso; o al menos no toda,
porque si bien yo influí no soy quien toma la decisión, él lo es. Algo dentro de mí
ser se niega a pensar que "Ángel" se convirtió en un "Demonio".
[...]
Una pequeña sonrisa salió al ver la pared mal pintada; lo vivido meses atrás era
inevitable no tenerlo en mente, solo a nosotros se nos pudo ocurrir pintar a ciegas.
El ruido de la puerta principal me hizo salir para encarar así al hombre que me dio
la vida.
— ¿Qué haces tú aquí? —mi padre lucía más patético de lo normal; la barba
crecida, desaliñado, ropa rota y ojos rojos dejando en evidencia su estado.
— Si; te irás a otro estado para vivir entre ricos; pero no engañas a nadie
muchacho, sigues siendo ese niño que provocó el accidente— solté una risa sin
humor al escucharlo; cada que habla recuerdo cuan podrida está su alma.
— Tus palabras ya no causan efecto en mí — me encogí de hombros— Y tienes
razón; sé que causé ese accidente y he cometido cosas malas. ¿Pero sabes qué?
Yo si estoy dispuesto a salir adelante
— No importa. Estoy feliz conmigo ahora y eso está bien para mí; he aprendido
muchas cosas por mi cuenta así que solo voy a decirte una cosa — me gire a
mirarlo; por un segundo fue como si nos recorriéramos a años atrás en el
momento en que salió por primera vez de su habitación luego de que mamá
muriera y me gritara a la cara— Te perdono.
— Te perdono por hacer mi vida un martirio; por obligarme a hacer cosas que no
quería y mentirle a Isaac. Te perdono por todo; porque yo no pienso vivir resentido
con la vida. Pronto voy a iniciar una nueva etapa lejos de aquí y quiero saber que
me fui en paz— solté un suspiro y sonreí leve— Que seas más feliz papá...
No dije más; le regalé una última sonrisa y salí de ahí. La jaula se extinguió por
completo y pude sentir la libertad llegar en su máximo esplendor; sabía que ahora
tomaba una buena dirección, lejos del rencor, el dolor y la mentira.
ÁNGEL
Estaba cansado de que todos intentarán adentrarse en mi cabeza o tomar
decisiones que no les pertenecían. Ellos no fueron quienes sintieron el dolor, yo sí.
Ellos no fueron engañados aun cuando se entregaron en cuerpo y alma, yo sí.
Ellos no perdieron a esa persona, yo sí.
No fue la única vez que mi abuela intentó hablar conmigo; sabía que quería
disculparse por la postura tan dura que tomó conmigo pero no abrí la puerta. No
podía; sus palabras dolían y sentía que no soportaría escucharla nuevamente.
— Hijo; por favor abre. Tenemos que hablar...No quiero que termines así—
Los ruidos en la planta baja me hicieron pensar que volvía a pelear con mamá de
acuerdo a mi estado; lo sabía por los gritos que pegaba mi madre llamándola;
normalmente cuando mi abuela de enoja camina lejos evitándola.
Quizá debía ponerle yo un fin a sus peleas.
— Soy Regina — su voz era temblorosa; al sentir sus manos sobre las mías me
preocupé rápidamente ya que estaban muy frías y sudorosas— Tenemos que
irnos...
— ¿Qué? — todo mi cuerpo se comenzó a sentir frío con solo escuchar sus
palabras; fue entonces como los gritos en la planta baja de hace unos segundos
se volvían más claros para mí. Mi madre no gritaba de enojo, era de angustia.
— Van rumbo al hospital; tenemos que alcanzarlos, Diego nos lleva — sabía que
contenía las ganas de llorar y a la vez que intentaba suavizar las cosas para mí.
El miedo me comenzó a invadir una vez estaba dentro del auto de Diego y
escuché como Regina se echaba a llorar durante todo el trayecto. Sentí la
sensación como ese 6 de Diciembre en que el auto de él impactó con el mío; pero
no choqué con un auto, sino con las palabras de mi abuela. “No dejes pasar el
tiempo".
Al llegar al hospital el simple olor del lugar me hacía sentir mareado; me bastaron
dar un par de pasos dentro para sentir los brazos de mi madre envolverme a
medida que se soltaba a llorar. Sólo pude aguantar mi llanto para no dejar que se
derrumbe, ahí estaba yo, guardando todo mi salir nuevamente tal como mi abuela
me dijo; pero esta vez no era por gusto. Me acostumbré tanto a hacerlo que no
sabía cómo sacar las lágrimas y eso dolía aún más.
Escuchaba el llanto de los demás; dolía. Pero dolió más escuchar las palabras de
aliento de papá y Diego para mí madre y Regina; porque sabía que yo ya no tenía
eso.
Ahí; sentado en esa fría banca de la sala de espera con un nudo en la garganta
sentí la soledad llenarme por completo. Ahora mi jaula era mucho más grande y
me hacía sentir un poco más muerto. ¿Qué estaba haciendo?
Sentía los minutos como horas; no importaba cuanto me abrazaran mis padres o
Renata, mi dolor no desaparecía porque algo dentro de mí decía que eran los
brazos incorrectos.
Dicen que en los momentos más duros de tu vida realmente te das cuenta de
quienes son tus amigos y a la vez quienes esperas tú que sean. Catriel, Nathaniel
y Manuel se presentaron unas horas más tarde. Sin embargo; mi corazón pedía a
otras personas, a esas que yo mismo había apartado.
— Todo estará bien Regina; hay que tener fe—las palabras de Diego me dejaron
pensado. Recuerdo a la perfección como luego de mi accidente dejé de tener fe o
creer. Pero igual una vez supe lo que pasaba con mi abuela Beatriz no tardé ni
dos segundos en pedir por ella.
Estará bien. Mi abuela estará bien; me repetí mentalmente una y otra vez. Yo
necesitaba eso. Desperté gracias a la voz de Regina y los movimientos de
Manuel; una vez pude escuchar con claridad sus palabras me incorporé
rápidamente.
— Despertó; ella despertó...— su voz me dio tanta tranquilidad que pude soltar
una sonrisa sincera y abrazarla pensando que nuestro martirio había terminado.
Sabía el por qué me dolía el doble todo esto; ella me pidió hablar y yo la dejé de
lado, la ignore. "Tenemos que hablar" sus palabras seguían presentes y yo debía
cumplirlas.
—La señora Beatriz aún se encuentra delicada; solo quiero preguntar una
cosa…— me abracé bien a Renata al escuchar las palabras de aquel señor—
¿Quién de ustedes es Elian?
Esa simple pregunta levantó una capa de tensión entre todos los presentes; ni
siquiera tenía que verlos para saber que su mirada estaba puesta en mí.
— La señora solo quiere ver a Elian. Me pidió que no vería a nadie hasta hablar
con él. Y si me permiten; les aconsejo que cumplan la petición de Beatriz porque
no sabemos por cuanto tiempo ella...siga con nosotros — sus palabras no fueron
del agrado de mamá; escuché como mi padre se la llevaba lejos para hacerla
entrar en razón ya que comenzaba a gritar.
Regina solo me abrazó sin decir una palabra; nadie de ahí lo hacía, sentía que
todo recaía sobre mí; como si fuese mi decisión.
— Tu abuela está muy delicada; les recomiendo que cumplan su palabra— "podría
ser la última" pensé.
Tragué duro.
Sabía que todos estaban esperando mi respuesta, se sentía como tener la vida de
mi abuela en manos.
No podía ser tan egoísta; no podía hacérselo a ella.
— Diego; ¿Puedes llamar a Elian?— susurré por primera vez su nombre desde
aquel día en que todo acabó.
CAPÍTULO 33
ÁNGEL
Mis manos sudaban frío y aquel corazón que se había mantenido oculto latía con
rapidez a medida que el tiempo avanzaba.
Podía escuchar a la perfección cada ruido generado dentro de la sala de espera;
desde los refunfuñeos de mamá hasta las manecillas del reloj, las cuales solo
lograban ponerme más los pelos de punta. Diego había salido para realizar la
llamada hace un par de minutos que yo sentía eternos; al entrar dijo que él vendría
y no sabía si yo estaba preparado para eso, mi cerebro no lograba procesar toda
la información de los acontecimientos del día.
Cuando mi pulso estaba por relajarse y yo creí que me sentía más tranquilo un
sutil olor a cafeína y colonia entró a mis fosas nasales haciéndome sentir un sin fin
de emociones que no podría explicar con palabras. El aroma se fue intensificando
con los segundos a tal grado de sentirme completamente envuelto por el café. La
mariposa dentro de mi comenzó a revolotear deseando salir de la jaula que la
mantenía prisionera; como si del otro lado otra mariposa le esperara.
Escuché sus pasos aproximarse hacía mí; fue como si todo el aire saliera de mi
sistema, mi piel se erizó y mi corazón dio un gran salto una vez se guardó el ruido.
La tensión estaba en el ambiente. Él estaba aquí.
—... ¿Dónde está Bea?— su voz era un poco más ronca de lo normal; no sabía
que podía pasar por su mente pero yo tenía claro lo que pasaba por la mía.
— En la habitación seis— habló Regina por mí. Por primera vez me sentía mudo;
yo solía transpirar seguridad y me caracterizaba por no quedarme callado. Pero
ahora; simplemente las palabras no salían de mí.
— Hablaré con el doctor para decirle que estas aquí — se apresuró a hablar
Diego; a lo lejos aún se escuchaban los gruñidos de mamá y como mi padre al
parecer la sacaba del hospital.
Pude sentir a la perfección como todos se apartaron dejándome a solas con él; ya
no reconocía el olor de nadie, solo estaba presente la cafeína.
— ¿Mmm?— apenas y alcance a decir; no sabía lo que pasaba conmigo pero era
como estar paralizado ante su presencia.
Su aroma se presentó unos segundos apenas salí de ahí; me llamó por mi nombre
haciéndome girar en mi lugar para prestarle atención. Pensé que preguntaría por
mi abuela o sólo daría otra palabra de aliento. Pero no. Él me acobijó entre sus
brazos.
Sollocé; dejé que cada lágrima que había retenido saliera de mi sistema mientras
mis brazos se aferraban a su cuerpo. Me estaba permitiendo sentir. Y dolía; dolía
demasiado, no quiero que algo malo le pase a ella. No quiero vivir en esta
realidad. No dijo ni una palabra mientras me abrazaba; sólo recargó la barbilla en
mi cabeza mientras yo escondía mi rostro en su pecho dejando que el olor de la
cafeína cure un poco la herida provocada por el estado de mi abuela.
Mi jaula se sentía menos pesada estando entre sus brazos pero ahora tenía
cientos de emociones encontradas debido a su presencia. No quise pensar; solo lo
abracé, realmente lo necesitaba.
No lloré en los brazos de mi madre, mis amigos o Regina. No. Yo lloré en sus
brazos. No me di cuenta del tiempo que nos mantuvimos en esa posición; mis ojos
se mantenían cerrados dejando escapar lágrimas mientras sentía como sus
manos recorrían mi espalda dándome consuelo. No estaba seguro si hacer esto
estaba bien, pero algo no me permitía alejarme.
— Fui un mal nieto— todo salía de mi sistema como vomito verbal; mi cerebro me
decía que callara y me alejé de él pero mi corazón hablaba por mí.
— ¿Cómo...?—
— La necesitas más ahora— articulé un simple "gracias". Estaba seguro que para
ambos la situación era demasiado rara; no nos habíamos encontrado en dos
meses desde aquel día tan devastador y ahora los sentimientos se sentían a flor
de piel.
¿Qué te pasa Isaac? Dijiste que no lo querías cerca; te negaste a llorar por él,
pronunciar su nombre o recordarlo. Pero al tenerlo un segundo en la misma
habitación que tú te lanzas a sus brazos llorando como un niño pequeño para
tener un poco de consuelo.
¿Qué pasa conmigo?
— Está bien...— hice uso del bastón para buscar un asiento y él no tardó mucho
en ubicarse a mi lado.
RAMIRO
No tuve que pensarlo dos veces cuando Diego me llamó por el caso de Beatriz.
Sabía que en estos momentos debería estar haciendo otra cosa pero no podía
ignorar su llamado; ella me ofreció su ayuda y confidencialidad desde que la
conocí. No iba a fallarle.
Odiaba los hospitales; los odiaba desde lo sucedido con mamá y el solo ver una
ambulancia me hace temblar las rodillas; pero aquí estaba yo en el interior de uno
justo al lado del amor de mi vida pretendiendo estar bien por él.
Al llegar y verlo tan sereno me hizo pensar lo peor; una vez dijo que estaba bien
supe que mentía. Dejé todo atrás y le ofrecí mis brazos para llorar, no negaré que
yo derramé un par; saber que Beatriz una mujer tan llena de color se jugaba la
vida ahí adentro lastimaba a cualquiera.
Dolía estar cerca de él y no poder hacer más que brindarle un abrazo o pequeñas
palabras de aliento. Era extraño estar justo a su lado y no poder tomarle de la
mano. Toda la situación era extraña por que los sentimientos seguían ahí, muy
dentro de mí.
Era la primera vez que lo veía desde aquel día y ambas veces debía ser con sus
ojos cubiertos en lágrimas. No me gustaba en lo absoluto. No quería que fuera así.
Lo miré de reojo; sabía que él se sentía tan incómodo como yo al no saber cómo
reaccionar o que hablar sin que resultara aún más extraño. El silencio nunca fue
nuestro mejor amigo.
— Oye...— elevó un poco los hombros para hacer notar que me escuchó—
¿Recuerdas a tu abuelo?
— No; yo era muy niño en ese entonces —negó. Su cabeza se mantuvo baja y
balanceada los pies ya que era tan bajo que no lograba alcanzar el suelo.
— Gracias. Por eso...y por estar. Odias los hospitales — la unión de nuestras
manos duró apenas unos segundos pero fue suficiente para acelerar mi corazón.
Quizá atravesaba lo mismo que yo; era estúpido intentar estar cerca del otro sin
mezclar los sentimientos o el pasado que arrastramos, eso lo aprendí bien. Fue
entonces, que pasó como el día que lo conocí. Sus ojos se quedaron fijos en mí
como si realmente me mirara y me bastaron dos segundos para quedar
completamente en ellos. Sabía que era cosa del destino que nuestras miradas
hayan conectado pero lo agradecía internamente.
— Eli...— iba a decirlo; iba a decir mi nombre por primera vez sin una pizca de
odio en su voz. Pero no; el destino no lo quería así, nunca fue fácil con nosotros.
— Beatriz despertó; está pidiendo por ti— la voz de Diego interrumpió a Isaac
logrando que maldiga internamente.
— Ve...—
— Vamos...—
[...]
Mis manos sudaban frío a medida que más me intentaba; los recuerdos malos
intentaban regresar pero un par de respiraciones me dieron un poco de paz.
Al señalarme la puerta con el número seis no dudé en entrar.
Una linda Beatriz recostada en su cama sonrió al verme en el umbral y extendió
una mano en mi dirección al mismo tiempo en que decía una y otra vez "Si
llegaste". Escuchar esas dos palabras me hacía doler el corazón porque me
recordaba la injusticia de la vida.
— No pensó que iba a faltar. ¿Oh si?— ambos soltamos una pequeña risa.
Caminé hasta tomar asiento a su lado y tomar su mano con mucho cuidado.
—Puedo decir lo mismo. Pero no aquí; ¿El parque era mucho pedir?— volvió a
soltar una risita al escuchar mis palabras y eso me hacía sonreír a mí.
— Pero aquí la van; la vamos a extrañar mucho— ella llevó ambas manos a una
de las mías.
— Ellos no deben llorar por los que ya no están; sino por los que perdieron aún en
vida — No comprendí sus palabras en un inicio; Beatriz pareció captar mi
confusión así que prosiguió —...¿Sabes por qué te llamé?
— Realmente no —
— No quiero irme de aquí sabiendo que Isaac es infeliz — sus palabras fueron
directo a mi corazón — Sé que tú puedes cambiar eso...
— No...—
— Prométeme que van a arreglar las cosas. Por favor; solo así podré irme en
paz...— ella no sabía el dolor que me causaba; no era su culpa, solo pude mirarla
a los ojos sin saber cómo reaccionar— Elian...
— Lo haré...— con esas dos palabras ella volvió a soltar una sonrisa. Me
lastimaba el mentir pero a veces es mejor decirle a la gente lo que necesita
escuchar.
— Él te ama tanto...— mi cerebro se apagó por completo con esa frase y solo
pude escuchar a mi corazón latir con fuerza; iba a una velocidad realmente
imparable.
Beatriz pareció adivinar mis pensamientos — te ama...
— Él no...—
—Te ama y te necesita...—dio un pequeño apretón a mis manos y esas palabras
parecían suficientes para que mi corazón tomase el mando. Si realmente él me
ama aún hay una pequeña posibilidad de estar a su lado.
— Ya debe salir...—
ÁNGEL
No lo odio
Yo estoy enamorado de él
Oh eso creí
Escuché el ruido de unos zapatos ingresar al cubículo vecino y traté de no hacer ni
el mínimo ruido; sin embargo, su voz se hizo presente.
— Gracias...— no soné mi nariz con ella; solo me dediqué a jugarla entre mis
manos.
—Bea quiere verte...— negué lento a pesar de que sabía no podía verme— No
debes de tener miedo...
— Sólo se despidió de mí, nada del otro mundo — tardó un poco en contestar y su
voz era ronca; ahí me di cuenta que mentía, podía apostar a que rascaba su
cuello.
— Oh...—
—Sólo no tengas miedo; pase lo que pase...— tomó aire — mañana estaré aquí
por si necesitas llorar.
— No quiero llorar...—
— A veces es necesario; eso te sana...— dio dos golpes a la pared plástica así
que llevé mis manos a esa zona deslizándola abajo hasta que mi mano tomó la
suya.
—Puedes hacer todo lo que te propongas; solo debes ver el arte en ti—
[...]
— Isaac...—
—Oh cariño; todos cometemos errores — tomó con fuerza una de mis manos. Yo
me acerqué hasta unir mi frente a su mano.
—No te castigues tanto hijo; sé lo que es estar en tu lugar— siempre habla con
ese tono tan amable; ella es un ser multicolor.
— ¿No me odias?—
—Nadie podía odiarte pequeño; eres un encanto — ambos soltamos una pequeña
risa; extrañaba reír a su lado.
— Igual necesito pedirte perdón— ella limpió mis lágrimas con mucho cuidado. Mi
mano libre seguía jugando con la pañoleta morada — tenías razón... No quise
afrontar mi dolor. Odiar es más fácil...
— Porque fui ciego y estúpido...— esta vez ella río también pero rápidamente me
contradijo.
— Amar no es estupidez...Ahora por favor; no estaré aquí para verte seguir, pero
dime que harás lo correcto — dolían sus palabras; yo no quería alejarme de ella,
era egoísta pero no imagino mi vida sin ella.
— Abuela...—
— Tienes que hacer lo correcto...—su voz era más calmada; había pausas entre
sus palabras.
— Él no... él no me ama—
— Eso quizá es lo más tonto que has dicho — río bajo — trae a tus papás y
Regina...por favor.
Esas palabras salieron en un tono tan bajo y suplicante que imagine lo que se
avecinaba. Mi corazón dolía; pero ella parecía tan tranquila que me permití
regalarle una sonrisa tal como sé ella quería.
— Te amo mi niño...—
[...]
Salí de la habitación no sin antes besar su mejilla; mi familia entró unos segundos
después y yo solo pude alejarme de ahí lo antes posible para dejar salir las
lágrimas. Fue una corazonada; sus palabras eran como una despedida; ella no
estaba ahí para mantener una conversación, mi abuela quería despedirse y yo iba
a aceptar su decisión.
La realidad es; que los que no estamos preparados para la muerte somos
nosotros, los que somos cercanos a la persona; porque en realidad, ellos ya la
aceptaron con una sonrisa y paz en su interior.
[...]
"Hacer lo correcto"
No tenía idea de que sería lo más correcto pero la idea que atravesó mi mente fue
muy clara y mi mejor cómplice se encargó de ayudarme en eso porque minutos
después yo ya portaba dos vasos de café en mano y estaba en busca del chico
olor a cafeína. Manuel me indicó estaba en la sala de a lado así que no tardé en ir
ahí por mí propia cuenta; sin embargo, me detuve al escuchar parte de su
conversación con Diego.
— No puedo dejarlo ahora Diego; Bea acaba de morir y ella me dijo lo mal que
está... ¿Y si comete una locura? Tú estuviste ahí para mí cuando yo lo necesitaba.
Estar ahí para él es lo mínimo que puedo hacer —
Mi corazón dolía; era un conflicto interno el que yo tenía en este momento. Porque
estaba seguro de dos cosas; uno, si él es capaz de pensar en cometer esa
estupidez significa una cosa: me ama.
Y dos; yo jamás le permitiría cometer esa locura.
— ¿Diego? ¿Estás aquí?— hablé en voz alta al tiempo en que seguía mi camino
simulando recién pasar por ahí.
Podía jurar que frunció el ceño en confusión; no necesitaba verlo para saber cosas
como esas.
— ¿Podemos hablar?—
Esa pregunta levantó la tensión en ambos; pero aun así la respuesta fue un "Si".
Ambos decidimos salir del hospital para tener mayor privacidad o al menos estar
alejados de mi madre. Sé que en estos momentos debe esperar cualquier cosa
menos lo que diré; y me duele hacerlo, pero sé que de decir lo que él quiere se
quedaría aquí, reprimiría sus sueños.
Y lo amo tanto; que lo dejaré ir. Porque eso es hacer lo correcto.
— ¿Por qué me dices esto ahora?— parecía confundido; bebí de mi café mientras
me mentalizaba bien que hacer; porque debía convencerlo de que yo estaría bien.
Yo estaré bien.
— Porque creo que mereces saber que me arrepiento de eso. Estoy cansado de
indirectas y pretender que no existes — solté un suspiro; eso era verdad — Sólo
quiero estar en paz...
—...Lo estamos —
— Debo ir adentro para consolar a mamá; pero fue agradable compartir un último
café — todo en mi interior dolía demasiado pero sentía que valía la pena.
Acomodé por última vez la pañoleta morada y me alejé unos pasos de él — Que
seas más feliz...
— Que seas más feliz...—caminé con lentitud al interior del hospital usando mi
bastón. Una vez de estando seguro que no podía verme una lágrima rodó por mi
mejilla y a su vez todos los colores regresaron a mis alas dándome vida.
— Lograste volar...—
CAPÍTULO 34
RAMIRO
Lo vi entrar al hospital y con cada paso que daba un pedazo de mi corazón se iba
con él. Era doloroso; sí, pero por más que intenté detectar una mentira en él no
logré encontrarla, lo que significaba que no mentía, estaba bien. Estaría bien sin
mí. Me dirigí a pie hasta mi casa; por alguna razón no quise tomar el autobús;
quizá estaba de humor para pasear una última vez por la ciudad o era sólo mi
subconsciente el cual trataba de postergar mi viaje.
Caminé; me permití apreciar cada parte del lugar que me vio crecer y donde viví
una de mis mejores aventuras. El amor.
Las zonas donde había paseado siendo Ramiro junto a un Ángel tomando mi
mano me hacían soltar una sonrisa y me remontaban a aquel tiempo donde el "yo"
solía ser un nosotros.
Desde el mural de mariposa hasta nuestro viaje en bicicleta. Todo estaba intacto
en mi mente; y al pasar frente al Starbucks tuve que detenerme para observar
nuestra mesa porque mi mente me hacía imaginarnos ahí sentados compartiendo
un latte. Me quedé de pie; sonreí al ver como Ángel exploraba el rostro de Ramiro
a medida que susurraba algo que sólo ellos podían escuchar y a su vez éste se
acercaba a su pareja para dejar un dulce beso en la nariz.
Seguí mi camino; no eran sólo ellos, entre más avanzaba más me encontraba con
un nuevo Ramiro y un nuevo Ángel. Los podía ver ir en el auto con la música a
todo volumen; sentados en una banca compartiendo una paleta helada o saliendo
de algún local tomados de la mano. Así que sólo los miré...
"Papá"
Miré a ambos lados como si él realmente estuviese ahí; pero no había rastro de mi
progenitor, así que entré a mi morada. No sabía que esperar dentro de esa carta
así que mis manos temblaban un poco, pensé que una vez hablara con él no
volvería a saber de su vida; después de todo desde que me fui de casa él no
mostró señales de buscarme.
》No escribo esto para buscarte o detenerte de tus sueños. Sólo creo que
mereces una explicación del porqué traté de destruir cada uno de ellos.
Te envidio Elian. En serio lo hago.
Desde la muerte de tu madre me sentí el hombre más miserable; yo sabía
que la había perdido desde años antes de que muriera. Pero sólo en ese
punto descubrí que no iba a recuperarla y tampoco a mí.
Por qué me culpé por años el no poder ser un mejor hombre para ella y
descargué todo contigo.
Con el tiempo quería que fueses como yo; que sintieras tanto dolor y mísera
como yo para no quedarme más sólo. Porque de lo contrario; sabía que te
irías de esa casa igual que ella. Quizá ese era mi miedo. No justifica nada de
lo que te hice, no justifica la mierda que soy.
Al mentirle a ese chico busqué desesperadamente la última forma de traerte
a casa; pero no. Tú no necesitas esta miseria. Tú no eres como yo; eres igual
a ella.
Sé que eres tan talentoso y apasionado como tú madre así que seguramente
a donde vayas triunfarás. También sé que eres sentimental e intentarás
buscarme para "solucionar las cosas". Pero quien cambio fuiste tú, no yo.
Así que de hacer eso yo solo volvería a hacer tu vida una mierda..
Para cuando leas esto no volverás saber de mí; no te diré donde estaré pero
no me necesitas.
La casa está a tu nombre por si quieres venderla y llevarte ese dinero.
Espero yo jamás saber de ti porque eso significará que lograste lo que ella
quería.
Eso es todo.
Un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas; esto era realmente el final entre
ese hombre y yo. Tal como escribió no justifica lo que hizo, pero al menos pude
tener una explicación al fin de su parte. Temía a quedarse sólo y al final lo que
hizo terminó por enterrarse en su propio temor. Quizá en eso era como él porque
yo hice lo mismo con Isaac sin darme cuenta.
Todo esto se sentía como un final; como el último capítulo de algo, de mi vida y lo
único que pude hacer ante esto es sonreír, porque cuando algo se cierra un nuevo
libro se abre.
ÁNGEL
Un nuevo día se abría paso. La soledad y silencio habitaba mi casa; todo parecía
un poco más oscuro ahora que mi abuela no la habitaba, sin embargo, me gustaba
imaginar que venía en forma de mariposa junto al abuelo para darnos una visita.
Un vacío me invadió; sé que a ella no le gustaría verme llorar pero no podía evitar
extrañar sus abrazos o las conversaciones tan largas sobre los libros que leía y el
amor. Limpié con rapidez las lágrimas que bajaban por mis mejillas y sorbí con la
nariz.
— Por supuesto...— asentí leve sin dejar de explorar el libro. Estaba cansado de
intentar evitar lo inevitable. Si voy a sufrir para al final levantarme así será; no
ocultaré mi dolor.
—La extraño mucho — tragué duro al escuchar su voz tan rota. Ahora que era
más humano y no me centraba únicamente en mí podía distinguir a la perfección
el dolor ajeno. Y ella estaba sufriendo tanto.
— Yo también — cerré los ojos dejando que más lágrimas caigan; liberando mi
dolor con mi gran confidente y mejor amiga.
— Ella prometió ayudarme a bailar para el baile de fin de año con Diego — rio bajo
al recordar esa promesa; ella no se distingue por su destreza al mover los pies.
— ¿Sabes que le haría muy feliz?— negó manteniendo aún la cara en mi cuello.
Me alejé con cuidado de ella para hacer uso de mi teléfono cosa que parecía
confundirle.
— ¿Qué haces? Ya deberíamos irnos —la canción "Sway" con Dean Martin
comenzó a sonar. No podía verla pero estaba muy seguro de que sonreía, esa era
la canción de nuestros abuelos.
— Ella no está; pero yo siempre estaré contigo...— me acerqué para abrazarla
nuevamente. Yo sabía a qué se debía tanto dolor de su parte, al pasar mi
accidente y mis padres centrar su atención en mí ella se vio obligada a pasar
horas a solas con mi abuela como su única compañía.
Con la canción de fondo y manteniendo mis ojos bien cerrados podía imaginar a la
abuela desplazándose por todo el lugar bailando ágilmente junto al abuelo como
siempre solían hacerlo; solo así pude sentir una verdadera paz.
[...]
El clima era nublado debido a la hora; aún era temprano pero mamá no quería
perder tiempo para enterrar a la abuela; supongo que quería hacerlo lo más rápido
posible o de lo contrario no tendría el valor para hacerlo. Comprendía eso.
— Queridos hermanos; estamos todos aquí para decir adiós a nuestra querida
Beatriz Olvedo quien hoy abre sus alas para entrar al reino del señor —
Podía escuchar los sollozos de mamá; estaba seguro de que papá no la soltaba
en ningún segundo. Regina se aferraba a mis brazos buscando consuelo mientras
yo sostenía las flores que dejaría al pie de la tumba. Diego no estaba presente,
según mi hermana llegaría un poco más tarde por algunos pendientes en casa
pero yo sabía la verdad. Mientras nosotros le decíamos adiós a mi abuela, él junto
a Manuel le decían adiós a Elian.
Escuché atentamente cada palabra del padre; jamás me consideré un fiel creyente
pero su voz transmitía paz. Me hizo preguntarme si realmente existía un cielo,
porque de ser así estaba seguro de que mi abuelo junto a la madre de Elian la
recibían con los brazos abiertos. Yo portaba un ramo de girasoles; mi querida
Beatriz siempre me contaba acerca del primer regalo que me dio al nacer así que
creí prudente devolverle el regalo. Después de todo; ella también era un girasol.
Una vez dieron inicio las palabras uno que otro conocido pasó al frente para leer
un pequeño discurso que habían preparado. Reconocía la voz de esa gente pero
no me interesaba en realidad lo que fuese a decir; después de todo era poco
creíble que verdaderamente conocieran a mi abuela. Mamá no pudo decir ni una
palabra; estaba demasiado dolida y sabía que Regina tampoco lo haría así que
saqué de mi bolsillo el bastón armable para aproximarme al frente siendo guiado
por mi hermana.
— No preparé algo; por que no estaba preparado para este momento. Nadie lo
está — solté un suspiro; me aferré a ese ramo de girasoles y abrí mi corazón, tal
como ella hubiese querido.
— Todos tenemos miedo a decir adiós; todos tememos a quedarnos solos. Saber
que alguien tan importante está hoy pero no estará mañana es realmente
desgarrador — sentí como el agarre de mi hermana se intensificaba al igual que
su llanto — Le tememos al vacío...
— Al vacío que esa persona deja al irse de nuestro lado. A recordar su canción
favorita; el lugar donde compartieron su última risa o donde le conocieron por
primera vez— dejé caer un par de lágrimas. Sentía como cada uno de mis colores
se intensificaba; mis alas volvían a ser tan fuertes como antes y dolía, pero era
necesario — Pero no hay que guardar ese dolor...
Con ayuda de Regina logré dejar los girasoles sobre su tumba. Regresamos a
nuestro lugar y yo solo podía sentir orgullo de mí de soltar aquellas palabras
porque todo eso lo había aprendido de ella y era correcto decirlas ahora. El
entierro llegó a su fin; y con eso nos vimos obligados a recibir condolencias y
abrazos de desconocidos. Perdí la cuenta de las personas que me brindaron
palabras de ánimo y a los cuales les sonreí falsamente.
No estaba de ánimos para sentir brazos ajenos. Yo solo necesitaba unos, pero él
ya debía estar bastante lejos. Sé que quería venir para despedir a Bea, no fue
necesario que lo dijera, yo lo conocía perfectamente. Pero también sabía el motivo
de su ausencia: mi madre. Él era consciente del odio de ella hacia a él y supongo
creyó prudente darle un poco de paz en estos momentos tan difíciles para ella. Es
un ser bastante bueno.
Era triste saber que no está a mi lado y los dos meses que desperdiciamos
distanciados; pero sería aún más triste saber que luego de hablar con mi abuela
se mantenga aquí a mi lado. Él era más, él merecía más; y por ahora yo intentaré
limpiar el desastre que cause.
[...]
— ¿Qué sucede cariño?— yo solo podía exhibir mi libro cual niño que muestra la
estrella en su frente— ¿Qué es esto tan bonito?
— Ramiro lo hizo para mí; ve a la última página...— al saber que mis padres no
estaban en casa pude expresar mi emoción a todo lo que da. Caminé hasta
tirarme en el sofá de espaldas y soltar un gran suspiro.
— No me digas que...—
Mi corazón dolió un poco al recordar sus palabras; porque ahora mismo estaba
dejándolo ir. Lo amaba; y lo hacía a tal grado de preferir su bienestar. Sé lo
merecía totalmente.
— No es el chico perfecto abuela — hablé a la nada a medida que guardaba el
libro en mi mesa de noche— es imperfecto. Todos lo somos; pero yo también lo
soy, por eso encajaba tan bien conmigo...
— Éramos como un par de mariposas con alas rotas a su manera; pero juntos
formábamos una— solté un suspiro.
Lo iba a extrañar.
Desde aquel día en que me separé de Elian y entré al auto junto a mamá y él algo
me decía que teníamos una plática pendiente. Desde ese día él de negaba a tocar
el tema de conversación que nos llevará a recordar lo que pasó en Starbucks. Al
estar tan ocupado intentando odiar a Elian alejé mis pensamientos de él. Pero
ahora que no estoy tan ciego mentalmente no puedo dejar de pensar en que hacía
él ahí con mamá y ese hombre; y por qué razón si sabía quién era Ramiro no
prefirió hablarlo conmigo a solas.
— ¿Qué? ¿Por qué?— la cama se hundió un poco indicándome que había tomado
asiento así que dirigí la cara hacia donde escuchaba su voz.
— Creo que tú no eres mi mejor amigo— solté eso que había pensado desde hace
tiempo — no de este Isaac al menos; creo que sigues extrañando al chico que aún
veía...
— No estarás pensando que no te quiero porque eres ciego — Por su tono de voz
sabía que fruncía el ceño. Suspiré.
— No; sólo que crees que sigo siendo ese chico de antes con el que salías de
fiesta, se burlaban de la vida y hacían planes para años próximos antes de vivir el
presente — hice una mueca; creo que al fin estoy soltando todo lo que reprimí.
— No creo eso; eres ese chico Isaac. Intentaste acobijarte bajo un falso nombre
para vivir otra vida — colocó una mano en mi hombro — pero no eres Ángel; esta
es la realidad...
Sus palabras me dejaron pensando. Fue como si poco a poco mi vida fuese
pasando en mi mente recordando cada parte a detalle y a su vez lo que sentía en
el momento.
— ¿No lo ves? Estaba planeando cosas que no sabía que pasarían. ¿Sabes por
qué? Porque eso querías tú...No yo— me señalé — Tú querías de vuelta a tu
amigo, tus planes...pero está es la realidad.
— Claro que...—
— ¡Lo es! Estoy ciego y está bien así; si llego a ver con la cirugía o no me vale un
comino. ¿Sabes por qué? Me amo como soy — sonreí. Mi voz se había elevado y
me importaba poco si mi familia escuchaba — y ser Ángel no era una mentira...No
lo era...
El sentimiento comenzó a invadirme una vez lo dije en voz alta. Yo estuve tan
equivocado.
— Era feliz; era todo lo que yo necesitaba ser, y el único que lo comprendió fue él
— tragué duro sintiendo como un nudo se formaba en mi garganta.
— Creo que el verdadero doble cara eres tú — solté con un poco de rabia— O vas
a negarme que mientras decías querer mi felicidad a escondidas ayudabas a
mamá para separarme de él...
— Si así fuera pudiste hablar conmigo; hablar con él...pero te sentaste a ese
Starbucks para ver como sus comentarios me destrozaban. Te importaron una
mierda mis sentimientos — gruñí con rabia — solo importabas tú; y que tendrías a
tu tonto amigo de vuelta...
— Yo no...—
—Me llevaste a ese lugar sabiendo cuán destrozado iba a salir...tú; mi "mejor
amigo"— hice comillas con los dedos en forma de burla — Quizá te preocupaba;
pero hiciste las cosas mal, muy mal...
— Me querías encerrado al igual que mamá — solté un suspiro y limpie con las
manos las pocas lágrimas que escaparon por mis ojos— No te odio; pero no
quiero estar contigo ahora...
— Isaac...—
— ¿Puedes respetar eso por favor?— gruñí con molestia y tomé asiento en mi
cama.
— No quiero que me odies; así que me voy— me dediqué a jugar con mis manos
mientras le escuchaba — pero antes de irme diré una cosa...
— Dime...—
RAMIRO
Limpié el sudor de mi frente una vez terminé de empacar todo dentro del auto.
Estaba hecho; me voy...
Al parecer uno no lo cree hasta que puede verlo; cerré la puerta y guarde bien las
llaves en mi bolsillo. Eso es todo.
Me giré para mirar a mis amigos, ambos no podían ocultar la mueca en sus
rostros, igual iba a extrañarlos.
— Y yo a ti...a los dos— reí bajo al ver como Diego se unía al abrazo— Son mi
familia.
Me alejé de ellos; sabían que el tema aún era delicado para mí, aún más
considerando la situación así que se limitaron a asentir y tomar un fuerte aliento.
— Bueno; basta de llorar, tenemos que disfrutar una última antes de que te vayas
— Manuel se sacó la mochila para revelar el interior de esta la cual contenía tres
cervezas. Reí bajo y no dudé en tomar una— Tienen poco alcohol porque no
queremos que te pongas loca en el viaje — Me carcajee al escucharlo.
— Extrañaré el trabajo con ustedes; era divertido fastidiar a Lourdes — los tres
soltamos una pequeña risa; nada mejor que molestar a nuestros compañeros.
— Quizá Irvin sea su tapadera — Me burlé. Nuestro querido amigo siempre que
incumplía en el trabajo nos tenía a uno de nosotros para cubrirlo y ahora que no
estábamos se las vería negras.
— En su cafetera sabe mejor — asentí ante las palabras de mi amigo pero lo incité
a proseguir su relato—Vaya sorpresa me llevé cuando ahí estaba mi preciosa
escoba de cerdas rojas y tallo verde siendo usada por una linda chica de cabello
lacio, piel blanca como la nieve y pies torpes...
— Nos miramos y fue conexión pura; ella intentaba barrer la taza que había roto
así que nuestras manos se tocaron y... —
— ¡Si pasó!— se defendió. No era la primera vez que decía algo similar; según él
Ofelia y Daniela le coqueteaban descaradamente cuando recién llegaron al
trabajo.
— ¿Y después qué? ¿Te invitó a salir?— Sé burlo Diego ganando una pequeña
risa de mi parte.
— De hecho sí; mañana iremos al cine para ver Shakira El dorado en concierto —
nos sacó la lengua mientras se cruzaba de brazos. Diego no paraba de carcajear y
yo solo pude callarlo.
— Se llama Paloma; y es la hija de su ex jefe — nos miró muy sonriente para acto
seguido beber de la botella. Vaya; esa no me la veía venir— al parecer durante un
turno que no estábamos rompió algo y tomó la escoba para limpiar su desastre y
así su padre no la viera; y bueno...Sé quedó en la oficina. Lugar donde no había
buscado por miedo al jefecito.
—Ohh...—
El reloj avanzaba y con eso nuestra única cerveza fue bebida hasta la última gota
marcando el fin de mi estadía. Todo fue automático, como si fuésemos una
televisión a la cual poner mude detuvimos nuestras risas una vez notamos que las
botellas estaban vacías.
La hora llegó.
— Es hora...— susurré mirando mi cerveza; ellos asistieron levemente y
pesadamente se pusieron de pie para que yo lo hiciera también. Me daban
ánimos; porque sabían que sólo así yo tendría la fuerza para dejar todo esto atrás.
— Al primero que lloré...juro que le...—No pude culminar la frase porque un nudo
se formó en mi garganta. Ambos comprendieron así que no tardaron en lanzarse a
mí para darme un fuerte abrazo. Lo necesitaba.
— Si; es bueno, siento que olvido algo— miré hacia la casa y después hacia el
asiento trasero para asegurarme que todo estuviese ahí. Y sí; todo estaba en su
lugar.
— Buen viaje; recuerda poner algo de música, eso siempre ayuda— señaló la
radio — y gafas de sol para lucir cool
Ambos soltamos una pequeña risa; eso solíamos hacer cuando él tomaba el auto
de sus padres para salir por la noche.
— Sólo no digas adiós; promete que es un hasta pronto — asentí leve tomando su
mano por última vez. Solté un suspiro sintiendo el apretón en apoyo que daba y
encendí el auto.
— Hasta pronto...— solté su mano; esperé a que se alejara y al fin eché a andar el
auto; alejándome de esta vida y prometiéndome una mejor.
ÁNGEL
— ¿Se puede pasar?— asentí al saber que mi puerta estaba abierta y se trataba
de Regina— ¿Qué haces?
— Leo; ¿Qué crees que hago?— ella soltó una pequeña risa una vez señalé el
libro.
"Diego ya viene"; sabía lo que eso significaba, ya no está con él, Elian se fue. Es
un hecho. Inmediatamente un agujero se creó en mi estómago y sentí una presión
en mi corazón. Era como si la mariposa dentro de mi chocara una y otra vez
contra su jaula intentando salir para encontrarse con su par. Pero no; ahora su
pareja seguramente volaba muy alto en el cielo, desplazándose entre las nubes y
arcoíris.
—Porque él se quedaría...—
— ¿Era tan necesario poner esa música hoy? ¿Qué le pasa a la radio?— regresó
a tomar asiento a mi lado; ambos nos dejamos caer en la cama al mismo tiempo y
soltamos un suspiro— Es extraño... ¿No sientes?
— Como si fuese el fin de algo. Sí; y duele— tomó mi mano dando un pequeño
apretón. Sabía que la tenía y eso era todo lo que necesitaba.
El sonido del timbre llamó nuestra atención; más aún cuando unos segundos
después el teléfono de Regina anunció un mensaje.
—Igual te voy a correr de mi habitación Ina— la llamé con ese apodo que ella odia
ganando un pequeño golpe de su parte; solo pude reír.
Dolía saber que él se iba; pero al menos ahora tenía a la gente correcta a mi lado
para suavizar el golpe de su partida.
RAMIRO
La nostalgia me abrumaba durante el viaje; al pasar por las calles conocidas solo
podía sonreír un poco recordando lo que viví junto a mis amigos, solo o con él. El
sentimiento que me habitaba era inexplicable; estaba acostumbrado a que las
personas me dejaran; pero no a hacerlo yo. Era extraño y dolía demasiado,
desprenderme de algo tan preciado para mí me hacía sentir un hueco en el
estómago.
Sin embargo; al llevar la mano ahí no encontré ningunas gafas, en su lugar una
fina tela tocó mis de dedos haciéndome girar la mirada rápidamente en su
detección. La pañoleta morada. Creí haberla escondido entre las cosas que
empaque; lo hice exactamente para no encontrarme en esta situación. La pañoleta
siempre iba a traerme recuerdos junto a mi Ángel, desde el más gracioso y torpe,
hasta el más romántico e íntimo.
No pude hacer más que seguir conduciendo con esa prenda entre mis dedos; la
canción seguía sonando y podía jurar que todo a mí alrededor olía a caramelo.
Todo era Ángel en estos momentos. Todo era él.
Pagué lo más rápido posible y me dirigí nuevamente al auto para echar un vistazo.
Tuve que mover dos cajas y solo así pude sacar ese cuadro que había creado
hace meses atrás con la intención de mostrárselo. Era el cuadro que realicé para
él, ese que contenía una mariposa enjaulada con mi nombre justo abajo.
— ¿Cómo llegaste aquí?— tragué duro pasando mis dedos por todo el cuadro;
deteniéndolo en especial donde se encontraba mi nombre.
Poco a poco los últimos momentos vividos a su lado llegaron a mi mente como un
torbellino. Como lo encontré llorando en el baño y lo primero que hizo fue
preguntarme sobre la conversación con Beatriz. Como me pidió perdón y se alejó;
todo era un rompecabezas en mi mente que se iba armando poco a poco. Fue
entonces cuando caí en cuenta de algo.
NARRADOR
Las rosas eran el rojo el día de hoy; algunos autos naranjas habitaban las calles,
él sol era el amarillo, él césped y los árboles se encargaban del verde, el cielo por
su parte se pintaba de azul y el morado...el color morado adornaba el cuello del
chico.
[...]
Las sonrisas estaban presentes en la casa Bardelli; sin embargo, uno de ellos lo
hacía con falsedad. Su corazón seguía doliendo y la mente le hacía cuestionarse
si estaba en el lugar correcto.
— Isaac; la comida está lista por si quieren bajar...— su madre tocó la puerta un
par de veces llamando al chico.
— Isaac; hijo... ¿Prefieres comer aquí en tu habitación?— reconoció la voz de su
padre. Todas esas voces estaban en su cabeza pronunciando ese nombre una y
otra vez.
— ¡ÁNGEL!— esa voz familiar se escuchó tan cerca que pudo creer que era
verdad y no solo un juego de su mente. Era la voz; era su voz — ¡ÁNGEL!
El claxon se escuchó por toda la calle llamando la atención de los jóvenes que se
encontraban en el jardín y sin duda la de aquel pequeño encerrado en la
habitación también. No estaba soñando, no estaba en su mente. Era real.
— ¡Ángel! — el rizado bajó con rapidez del auto sin dejar de gritar ese nombre. La
joven pareja soltó una sonrisa una vez le vio. No se habían equivocado.
— Si es...—
—Isaac; ¿Qué haces?— su madre intentó tomarlo por el brazo al verlo pasar por
su lado dispuesto a salir de la habitación. Sin embargo el señor Bardelli fue más
rápido deteniéndola.
— Déjalo mujer...—
— No dejaré que ese vándalo este aquí gritando fuera de mi casa— gruñó con
violencia. Eso no impidió que Isaac saliera de la casa haciendo uso de su bastón y
secundado por Manuel.
— Ramiro... ¿Qué haces aquí?— susurró con miedo a que todo eso se esfume y
sea solo un sueño— Pensé que te ibas...
— Pero...—
— Soy Elian Galdan Miller; fuimos a la misma escuela pero no lo sabes por qué yo
estaba demasiado ocupado siendo problemático. Me arrestaron un par de veces
por robo en tiendas, llevar una navaja en mi mochila y vender droga en los baños
de la escuela siendo obligado por mi padre el cual me daba una golpiza cada vez
que no llevaba dinero a casa
El rizado hablaba a medida que avanzaba hacia su amado; nadie podía decir
nada, un nudo se formaba en la garganta de ambos.
— Te mentí; te mentí sobre quien soy pero jamás sobre lo que siento. No fue una
ilusión lo que vivimos. Es real; esto es real — se colocó frente a él y tomando sus
manos dejó aquella pieza tan significativa para ambos entre sus manos: la
mariposa.
— Eso se siente tan lejano ya...lo arruiné. Cambié — tragó duro el pequeño una
vez exploró la figura con ayuda del tacto.
— Eso es mentira— negó lento llevando una mano a su mejilla para acariciar
dulcemente — Tú sigues siendo el mismo...eres Ángel; siempre ha sido así. Sólo
que ya no necesitamos escondernos bajo esos nombres...
— Tú...—
— No te diré que hacer; eso ya lo hace todo el mundo, pero sabes que soy
diferente — unió sus frentes provocando que ambos cierren los ojos al sentir la
proximidad — Entendí que nadie te saca de la jaula; uno sale por si solo...
— Pero antes de irme; quiero que sepas una cosa...algo que sé desde hace
tiempo pero no pudiste escucharme cuando lo dije — las lágrimas bañaban las
mejillas de ambos chicos; sus corazones latían feroces y las mariposas en su
interior deseaban estar juntas.
— Te amo...te amo como Ángel y como Isaac— soltó una sonrisa al poder
decirlo— no importa si soy Ramiro o Elian; ten por seguro que voy a amarte...
El pequeño escuchó sus pasos alejarse y la puerta del auto abrirse. Se encontraba
estático mientras le escuchaba marcharse; porque sabía una cosa, esa era su
verdadera despedida y ahora todo dependía de él.
Ese es quizá uno de los momentos más fuertes que vive un ser humano; el
enfrentarse contra el mundo para ser quien es en verdad. Elian sabía eso así que
dejó que él eligiera. Isaac ya ha vivido años dejando que loa demás le digan que
hacer, pero esta vez no; él le dio a elegir. Era su decisión.
— ¡Isaac!— la voz de su madre lo hizo salir de aquel trance — Gracias a dios
sigues aquí...
Sintió como ese gato trataba de clavarle las uñas a sus alas; en esos momentos
se preguntaba si fue Elian quien le hizo perder la visión o fue su propia madre la
que se llevó sus ojos.
Inmediatamente las últimas palabras de su abuela volvieron a su mente "Hacer lo
correcto". Quizá hasta ahora cobraban un sentido...
— Dame esa tontería y quítate eso...— cuando esa mujer intentó tocar su preciada
pañoleta él se negó deshaciéndose de su agarre — Isaac...
— No...—
— ¿No?—
— No; significa que no volveré a dejar que te robes mi vida— retrocedió hasta que
sintió los brazos de su hermana— tú solo buscas tu bienestar; no el mío...
— ¿Qué harás? ¿Vas a irte nuevamente? Para que descubras que te engaña en
algo más...— se burló
La mujer iba a alegar como siempre; pero esta vez, su marido se adelantó.
— Si das un paso lejos de aquí te juro que nunca te lo perdonaré— gruñó con
fuerza intentando desesperadamente retener a su hijo. Pero no; no iba a lograrlo.
[...]
—... ¿Elian?— su nombre salió tan dulcemente de esos labios; fue como si
estuviese envuelto en caramelo.
— Isaac...— caminó hasta él a paso lento hasta poder tomar una de sus manos.
Sus corazones latían con rapidez y estaban deseosos por probar los labios del
otro.
Sólo faltaba cerrar aquello con un beso. Las manos del rizado se desviaron a la
cintura del pequeño mientras Isaac colocaba las suyas tras su cuello atrayéndolo a
él. Y ahí; en el lugar que vio su amor hacer le dieron fin a las mentiras uniéndose
en un beso donde la cafeína y el caramelo se fusionaron creando un exquisito
sabor a latte.
— ¿Estás listo para volar?— habló Elian una vez se encontraron en el auto
dispuestos a vivir una nueva aventura.
Y ahí; dando las 6pm del día 16 de Febrero ambos hicieron polvo las jaulas que
los había tomado presos por años. Dejando atrás los miedos, las inseguridades y
el dolor. Ahora el negro no predominaba en su alma; ni los colores en su totalidad.
Aprendieron, que necesitan de ambos para vivir. Se permitieron ver el negro en las
lágrimas, el blanco en cada recuerdo, el rojo en un beso, el naranja en una
sonrisa, el amarillo al compartir una risa, el verde al escuchar la dulce voz del otro,
el azul en su compañía y el morado al unir sus manos.
Porque al final la pañoleta morada siempre uniría a las dos mariposas
multicolores.
FIN
EPILOGO
Tiempo después...
Los años pasaron; más aventuras se presentaron, sus alas se fortalecieron pero
sobre todo, su amor creció.
— Bien chicos; ¿Una pregunta más? — una de las chicas del fondo hizo sonar su
campana captando rápidamente la atención del joven en ella.
— Ahora antes de irse quiero que todos nos demos un abrazo y vayan a tomar su
mariposa para que se la lleven como recuerdo— señaló hacia la puerta donde un
grupo de mariposas formaban unas grandes alas.
El primer día dando clases decidió que cada uno hiciera una con una hoja de
papel y la pegaran ahí por que representaba a cada uno de ellos. Y el tener todas
juntas creaban unas alas que lo hacían volar. Los abrazos del grupo no tardaron
en llegarle al igual que los "Lo extrañaremos"; él también iba a extrañar a sus
pequeñas mariposas. Recuerda cuando su novio le mencionó la idea de
convertirse en docente; se preguntó dos veces como no había pensado en eso,
después de todo amaba construir el aprendizaje del prójimo.
— ¡Adiós profesor! —
— Y por aquí pueden apreciar las obras del artista Elian Miller. Entre las más
populares podemos encontrar esta que refleja a dos jóvenes uniéndose en un
beso. Como pueden ver; se caracteriza por pintar autorretratos de esta bella mujer
y este chico que es su musa, todos y cada uno de ellos contienen una mariposa o
un girasol si observan con detenimiento - habló aquel hombre pasando por la
exhibición mientras un gran grupo de gente le rodeaba quedando maravillados
ante tanto arte.
— Elian; ¿Por qué tus obras se ven envueltas de tanto color? — preguntó una de
las tantas mujeres y hombres que rodeaban al rizado esperando por escucharle.
— Bueno; la vida es como una paleta de colores, puedes pasar del blanco al
morado en una cuestión de segundo. Hay gente que llega para darte un poco de
multicolor en tus momentos negros pero debes aprender a mantener un balance.
Después de todo así es la vida. Nada es permanentemente bueno o malo— habló
atrayendo la atención como solo él sabía hacerlo.
— Hola; ¿Cómo la están pasando? Deben disculpar al joven Miller pero alguien
muy importante necesita su presencia— habló el hombre de apellido Soto
mientras se acercaba al círculo para dar unas palmadas al hombro de su pupilo.
— Al parecer tengo que solicitar una cita para felicitar al artista... — Elian sonrió al
ver a su novio a unos metros de él portando un traje elegante pero muy a su estilo.
— Con tu presencia eclipsas a los demás así que créeme que una cita es lo de
menos— se acercó a él para tomarlo por la cintura y poder unir sus labios sabor
cafeína al caramelo—¿Qué tal el último día de clases?
— ¿Ah sí? ¿Por qué?- pasó las manos por su cuello y se colocó en puntas para
estar a su altura.
— Por qué parece un Ángel... — unió sus frentes provocando la sonrisa en ambos.
— Ese Ángel ya tiene su Ramiro— ambos soltaron una pequeña risa al escuchar
la pequeña melodía que sonaba por toda la galería de arte. Y así como hace
tiempo atrás los unió en un beso; ésta vez sucedió lo mismo.
[...]
Días...
— ¿Por qué quieres que me cubra los oídos? ¿Acaso quieres que muera? —
Isaac se carcajeo al escuchar la petición de su novio.
— Porque sólo así te dejo desarmado. Te guías de tus otros sentidos así que hoy
te los voy a robar también— Elian sonrió; una vez su pareja accedió prosiguió a
colocarle los auriculares con música en alto.
Los minutos pasaron; después una hora, Isaac solo se entretenía cantando las
canciones a todo pulmón mientras Elian disfrutaba de su compañía. Una vez
lograron llegar al lugar el mayor apagó la música.
— Al fin... ¿Dónde estamos? — Escuchó como su pareja salía del auto y acto
seguido le abría la puerta para tomar su mano y así guiarlo— Oye te tomas muy
en serio eso de los cuidados.
— Soy atento. O quizá te empuje para verte caer — ambos rieron nuevamente.
— Elian... —
—Shhh; no estés nervioso— tomó bien sus manos. Las de ambos estaban
demasiado frías y sudorosas.
— Mis manos tiemblan. No estoy listo— soltó una risa nerviosa. El rizado no dudó
en dejar un beso en el dorso de las mencionadas.
— Tranquilo; estoy aquí... ¿Listo? — tomó con fuerza sus manos. Isaac tomó aire
y asintió lentamente.
— Listo... —
Llevó las manos hacia el vendaje que cubría los ojos del chico tratando de ser
cuidadoso. Había tanto silencio que podía escuchar los latidos del corazón de su
amado el cual incluso temblaba un poco.
— Ya...abre tus ojos amor; pero lento como lo dijo el doctor-— susurró
— Aquí voy... — tomó una bocada de aire y comenzó a abrir esos lindos ojos
girasol. Lo hizo de forma pausada tratando de acostumbrarse a la luz; parpadeo
un par de veces y entonces un mundo de colores entró en ellos cuando lo vio.
Portaba una camisa a manga corta abierta por el pecho de color rosa y unos
pantalones blancos, su cabello rizado era lindo que parecía brillar con los rayos
del sol, su piel parecía irreal, sus ojos transmitían tantas sensaciones y esos labios
fueron su perdición una vez apareció su bella sonrisa.
— Todo es tan hermoso... — sollozó sin poder ocultar la sonrisa de sus labios—
mira cuantos colores...
— ¿Y? ¿Soy tan feo como dijiste? — El menor no podía parar de llorar. Todo
parecía tan irreal; sentía que era otro de sus sueños, pero no. Esto era real,
estaba pasando.
Detuvo la mirada en Elian; lo primero que se preguntó es... ¿Se supone que el
Ángel soy yo?
— Eres arte... — alcanzó a decir a la vez que llevaba una mano a su mejilla para
acariciar esa piel que parecía brillar.
— No; tú eres arte... — le pasó un espejo de mano para que por sí mismo pudiese
apreciar lo angelical de su persona.
Hace tiempo que había perdido la memoria de algunos de sus rasgos; con el
tiempo mucho había cambiado, pero sin duda esa aura de Ángel no desaparece
de él. Elian colocó con cuidado en su cabeza un sombrero de piloto; eso le
sorprendió, sin duda su amado había preparado cada parte del viaje.
— Capitán Bardelli— hizo una señal llevando los dedos medio e índice a su frente.
Isaac no podía creer nada de lo que sus ojos ahora eran capaces de apreciar.
Dejó el espejo de lado una vez vio cómo su novio llevó una mano a su bolsillo.
Una sonrisa se impregnó en sus labios al ver la pañoleta envuelta...era morada.
Podía ver el morado.
— Creo que no logrará secar todas mis lágrimas— río bajo aceptando la fina tela.
— No era para eso... — una vez los dobleces se fueron deshaciendo sintió como
su corazón daba un salto feroz y toda la habitación se pintaba de colores.
— Sólo quiero volar contigo... — tomó con cuidado el anillo— Ángel ¿Vuelas
conmigo?
QUEENM999