Derechos Individuales Y Colectivos en El Nacionalismo: Juan Olabarría Agra
Derechos Individuales Y Colectivos en El Nacionalismo: Juan Olabarría Agra
Derechos Individuales Y Colectivos en El Nacionalismo: Juan Olabarría Agra
EN EL NACIONALISMO
vado en una publicidad comunitaria. Benjamín CONSTANT (La libertad de los antiguos
comparada con la de los modernos) desarrollará un ideal político basado en la preser-
vación de la libertad individual y de la privacidad, que, incorporado a la tradición de-
moliberal, contribuyó a descartar de ésta las tentaciones holistas de la democracia rous-
soniana.
7 «Idées sur la philosophie de l'histoire de l'humanité» par HERDER, oouvrage traduit
de l'allemand et précedé d'une introduction par Edgar Quinet, París, Lévrault, 1834,
3 t.
8 Vid... III, lib. XV, cap. V, p. 144..«El Dios que yo busco debe ser el mismo en
la historia que en la naturaleza; porque el hombre no es más que una pequeña parte del
todo; y su historia, como la historia de un insecto, está íntimamente unida a la trama
en que transcurren sus días. Por lo tanto es preciso que prevalezca un sistema de leyes
inherentes a la esencia misma de las cosas» (oo.)
9 VILLACAÑAS, José L., «Fichte y los orígenes del nacionalismo alemán moderno»,
Revista de Estudios Políticos (Nueva Epoca), n.O 72, abriHunio de 1991, pp. 129-172.
Derechos individuales y colectivos en el nacionalismo 179
12 «El Estado más natural es una nación con un carácter distintivo. Nada nos parece
más contrario al fin de los gobiernos que el engrandecimiento desproporcionado de los
Estados y que la mezcla de razas y de naciones reunidas bajo un cetro único» (Idées,
lib. IX, cap. IV, p. 196, apud. Gregario de YURRE, Totalitarismo y egolatría, Madrid,
Aguilar, 1962, p. 39).
13 Vid. un típico ejemplo de la ambigüedad herderiana: «El negro tiene derecho a
tratar a sus salvajes opresores con los nombres deshonrosos de albinos y demonios
blancos...penetremos sin ningún sentido de orgullo en el lugar que le ha sido destina-
do...puesto que en semejante clima era imposible que el negro recibiese una más noble
impronta, lejos de despreciarle, sepamos compadecerle» (1. I, lib. VI, cap. V, p. 348.
Herder rechaza la jerarquización racista, aún cuando él mismo había contribuido a
su fundamentación: así, por ejemplo en 1. II, lib. VII, p. 8: «yo desaría que todas las
distinciones que se han establecido» ...«algunos, por ejemplo, han juzgado conveniente
emplear el término de razas.. .la palabra se refiere a una diferencia de origen que no
existe» (ibidem).
Derechos individuales y colectivos en el nacionalismo 181
Revolución y contrarrevolución
Por lo demás Herder compartía con muchos de sus contemporáneos (por ejemplo
con Montesquieu o con el conde de Boulainvil1iers) los prejuicios germanistas: «Todas
las naciones que viven en los bosques según las costumbres de sus antepasados son
fuertes, atrevidas...las que viven en países cultivados, privados de sombra y de frescor,
se degeneran poco a poco: el alma y el coraje habitan en el fondo de los bosques» (t.
I1, lib. VII, p. 54).
Para el antijudaísmo de Herder vid. lib. XII Y XVI.
14 En el contractualismo de Locke el hombre como individuo tiene derechos antes
de abandonar el estado de naturaleza. Por el contrario para Herder «el hombre aislado
no tiene ningún derecho natural propio» (apud. VIl.LAC.-\SAS. p. 135 j.
15 SJEYES. ¿Qué es el tercer estado". ~adrid, Aguilar. 1973. p. 13.
182 Juan Olabarría Agra
16 Es claro que Napoleón, cuyo célebre código civil encarna el principio jurídico
igualador y centralizador difícilmente podría ser llamado jacobino. Lo mismo puede
decirse del Directorio, que siendo una reacción política antijacobina no fue por ello
menos centralista.
Derechos individuales y colectivos en el nacionalismo 183
de los gobiernos»(... )«De estos principios indiscutibles nace una consecuencia que no
lo es menos: el contrato social es una quimera...porque, si las formas de estos gobiernos
están prescrita, imperiosamente por la potencia (pusissance. palabra a la que de Maistre
asigna el sentido de potencia angélica o «poder intermedio» entre la divinidad y el
mundo) que ha dado a cada nación tal posición moral. física. moral, comercial, etc, ya
no puede hablar de pacto (subrayado por el autor). Cada modo de soberanía es el re-
sultado inmediato de la voluntad del creador»(. .. ) (lbid., cap. IV. pp. 328, 329).
21 El romanticismo político insistía en la necesidad de religiones nacionales.
22 DUMo:-.'T define a la nueva nación romántica como individuo colectivo. Ensayos
dualismo. Este debía ser anulado en todos sus aspectos: negación del
individualismo político implícito en las ideas contractualistas, rechazo
de las formas de representación individual (<<numéricas~~) frente a la re-
presentación orgánica colectivista del Antiguo Régimen. Se trataba tam-
bién de negar los aspectos económicos y sociales del individualismo
triunfante. Frente a una sociedad móvil, de individuos competitivos, una
sociedad jerarquizada y estática cuyo modelo ideal es el Egipto antiguo
o, mejor aún, el código de Manú, que consagraba la sociedad de castas
en una India dominada por los arios 23.
Era una rebelión contra el individualismo económico y la compe-
tencia, contra el ascenso social de la burguesía, contra las nuevas for-
mas de riqueza inmobiliaria, a las que se contraponía la idealización de
los antiguos vínculos sociales. Se daba así desde el primer nacionalismo
un rasgo destinado a persistir hasta la actualidad en muchas de sus pos-
teriores versiones: la exaltación del mundo precapitalista y agrario fre-
cuentemente acompañada de esos ataques al capitalismo 24 que Marx
llamaría el «socialismo reaccionario» 25.
La usurpación del individuo por la personalidad colectiva fue tan
intensa que nada quedó a salvo. Si el egoísmo hedonista había desatado
ambiciones generalizadas, si era culpable de haber trocado la paz en
conflicto, el patriotismo, exaltando las pasiones altruistas, incitando al
individuo al sacrificio, a «hacer don de sí», volvería a transformar el
conflicto en paz.
Así, contra el individualismo hedonista el nacionalismo romántico
predicaba el sacrificio altruista 26 a la colectividad; contra la cultura
ilustrada y cosmopolita en la que el individuo elige según sus afinidades
personales, la cultura colectiva de raíz popular, el «Volksgeist»,la tra-
dición nacional o el prejuicio como reflejo de una sabiduría primitiva
23 Vid. DROZ. Ob. cit. pp. 19 Y 172. Y Léon POLIAKOV, Le Mythe Aryen, París, Cal-
man-Lévy, 1971.
24 Vid. DROZ, ob. cit., p. 77 Y ss.
25 Vid. Manifiesto del Partido Comunista y Manuscritos de 1844, ambas publicadas
recientemente eri un volumen titulado La cuestión judía y otros escritos, Planeta Agos~
tini, Barcelona, 1993. pp. 113 Y 271.
26 La necesidad del sacrificio individual a la colectividad es un tópico de toda la
literatura contrarrevolucionaria, tanto la nacionalista como la que no lo es (p.e. Luis de
Bonald). Lo mismo puede decirse de la formación del pensamiento sociológico (vid.
Robert A. N¡SBET, La formación del pensamiento sociológico, Buenos Aires, Amorrortu,
1990.)
Derechos individuales y colectivos en el nacionalismo 187
y originaria 27. Pero sobre todo la reacción más profunda fue la que se
produjo en el terreno epistemológico.
Emancipada de la fe religiosa o sometida a ella, la razón había te-
nido un carácter universal en cuanto a sus reglas objetivas e individual
en cuanto al sujeto que la ejerce. Este individualismo del sujeto pen-
sante y este universalismo del pensamiento alcanzaron su cénit con la
filosofía cartesiana. Como ha señalado acertadamente Léon Brunsch-
wicg 28, «Descartes había proclamado lo que es efectivamente la base
del racionalismo moderno, la unidad de la sabiduría humana; no hay
más que una inteligencia, un método, una verdad».
Los ataques al universalismo racionalista, que habían comenzado
con el escepticismo empirista de Hume, se renovaban ahora con otros
métodos. Se postulaba una nueva epistemología, en la que el individuo
sólo podía percibir la realidad objetiva a través de categorías mentales
colectivas determinadas por el lenguaje. Esto tuvo dos efectos paralelos:
acabar con la universalidad de la razón y con la individualidad del su-
jeto pensante 29. El pensamiento así «nacionalizado», ni tenía al indi-
absoluto de los dogmas nacionales, es decir de los prejuicios útiles» (Etude sur la Sou-
veraineté, en O.c., 1. 1, p. 375 Y ss.)
Para la negación de la razón individual en Bonald vid. KOYRE, Alexander: Etudes
d'histoire de la pensée philosophique, Paris, Gallimard,1971, p. 145 Y ss.
30 Para los grandes cambios en las concepciones lingüísticas de finales del XVII! son
útiles las obras siguientes: GENEITE, Gérard, Mymologiques. Voyage en Cratilie, Paris,
Seuil, 1976. OLENDER, Maurice, Les langues du Paradis, Galimard-Seuil, 1989. Eco,
Umberto, La búsqueda de la lengua perfecta, Barcelona, Crítica, Grijalbo-Mondadori,
1993.
Una cuestión decisiva en la ruptura con la universalidad fue el abandono del antiguo
mito de la «lengua perfecta» o lengua originaria creada por Dios e instrumento ideal
para el conocimiento de la verdad. Fue el relativista cultural Herder quien rompió con
el ideal lingüístico de la lengua perfecta. (Ensayo sobre el lenguaje humano, en Obra
Selecta, Madrid, Alfaguara, 1982, pp. 207-225) Fichte, de manera contradictoria puesto
que quiere insistir a la vez en la superioridad y en la peculiaridad alemanas, aún se
mantiene fiel al mito de la lengua originaria.
31 La tendencia a la divinización del mundo y de la naturaleza es evidente en mu-
chos nacionalistas románticos, entre otros Fichte y José de Maistre. Para de Maistre
vid. Robert TRIOMPHE, Joseph de Maistre. Etude sur la vie et sur la doctrine d'un ma-
terialiste mystique, Ginebra, Droz, 1968, p. 590.
32 Para la oposición de Mettemich a los nuevos nacionalistas románticos por razones
tanto dinásticas como religiosas vid DRoz, ob. dt. p. 31 Y ss. Fue, por ejemplo muy
significativo elabandono del panteísmo y la «conversión» religiosa de Adam Müller.
Fichte es uno de los nacionalistas que, por sus ambiguedades y contradiciones, más
dificilmente podía ser asimilado a la filosofía política de la Restauración. Por un lado
Derechos individuales y colectivos en el nacionalismo 189
Centro de Estudios Constitucionales, 1987. Los liberales alemanes, sin embargo, en-
tienden la nación más como comunidad que como asociación de los individuos.
Para el progresivo alejamiento de las teorías contractualistas en el pensamiento ju-
rídico alemán a partir de 1848 vid. KLIPPEL, Diethelm, La polémique entre Jellinek et
Boutmy: une controverse scientifique ou un conflit de nationalismes, artículo publicado
en la Revue Fran¡;:aise d'Histoire des Idées Politiques, n.O 1, 1 semestre de 1995, p. 85
Y ss.
35 Vid. DROZ, Jacques, Europa: Restauración y revolución. (1815-48), Madrid, Siglo
XXI, 1981, p. 164 Y ss.
36 MANCINI,Pasquale Stanislao, Sobre la nacionalidad, Madrid, Tecnos, 1985.
37 ( .•• ) «la familia y la nación. Hijas ambas de la naturaleza y no del artificio» (...)
«ambas tienen el mismo sagrado origen, porque son igualmente revelaciones elocuen-
tísimas de los designios de la creación, de la constitución natural y necesaria de la
humanidad» (ibid., p. 25)
38 «la unidad de lenguaje manifiesta la unidad de la naturaleza moral de la nación
y crea sus ideas dominantes». (Ibid., p. 33.)
39 ¡bid., p. 16
otra: coexistencia y armonía de las nacionalidades libres de todos los pueblos» (Ibid.,
p. 59). «El derecho de nacionalidad no es más que la misma libertad del individuo,
ampliada al común desarrollo del agregado orgánico de individuos que forman las na-
ciones; la nacionalidad no es más que la manifestación colectiva de la libertad, siendo
tan santa y divina como la libertad misma». (ibid. p. 37).
Así pues. la idea de personalidad nacional no nace como sostiene Elie Kedouri, de
Kant, sino de la transferencia de la autonomía individual kantiana a la nación, trans-
ferencia que efectúa constantemente el nacionalismo romántico. Vid E. KEoouRI, Na-
cionalismo. Madrid. Centro de Estudios Constitucionales. 1985. p. 12 Y ss.
-11 ¡bid., p. 38.
-13 ( ••• ) «Los tristes principios franceses» (...) «la libertad de creencias» (que) «rompe
con toda comunión de fe» (<<Los deberes del hombre», en «Scritti Politici», Imo1a,
1935, vol. LXIX, p. 11 Y ss.
44 «Sobre la revolución francesa de 1789» en Scritti Politici, Imola, 1941, vol.
beralismo, lo único que ocasionalmente le acercaba a sus principios era el miedo a «una
dictadura clerícal». Vid. DIGEON, Claude, La crise allemande de la pensée franfaise
(1870-1914). París, P.V.F., 1992, p. 186 Y ss. En realidad puede considerarse aRenan
como uno de los fundadores del «neotradicionalismo» francés. Vid. RENAN, E. La re-
forma intelectual y moral de Francia, Barcelona, Península, 1972.
Derechos individuales y colectivos en el nacionalismo 193
Liberales ingleses como John Stuart Mili o Lord Acton, que habían
expresado su simpatía por el «principio de las nacionalidades», mani-
festaban ahora su alarma ante unos principios esencialistas de la co-
munidad nacional basada en razas, «identidades naturales» o en «cul-
turas homogéneas». Para Mili la absorción de diferentes etnias en un
Estado común, y la fusión cultural consiguiente representaban ventajas
frente al ideal etnicista -17 Para Lord Acton el nacionalismo de la iden-
tidad sacrificaba la libertad de los individuos a la de las naciones en-
tendidas como comunidades naturales y eternas: «el nacionalismo se
convirtió en una condena de todo Estado que incluyera diferentes razas
y constituyó finalmente la completa teoría según la cual el Estado y la
nación deben ser coextensivos».(...)
«la nación es aquí una unidad ideal fundada en la raza...controla los
derechos de los individuos y los deseos de los habitantes, absorbiendo
sus intereses en una unidad ficticia»( ...)«la teoría de la nacionalidad, por
lo tanto, es un paso retrógrado en la historia»(...)«la nacionalidad no
apunta ni a la libertad, ni a la prosperidad, sacrificadas a la necesidad
imperativa de convertir a la nación en el molde y la medida del Esta-
do» 48.
·17 «La experiencia prueba que es posible a una sociedad fundirse en otra y cuando
esta nacionalidad era originariamente una porción inferior o atrasada de la especie hu-
mana, la absorción es muy ventajosa para ella. Nadie puede dudar que no sea más
ventajoso para un bretón o para un vasco de la Navarra francesa ser arrastrado a la
corriente de ideas y sentimientos de un pueblo altamente civilizado y culto...que vivir
adheridos a sus rocas. resto semisalvaje de tiempos pasados. girando sin cesar en su
estrecha órbita intelectual...Todo lo que tienda a mezclar las nacionalidades, a fundir
sus caracteres y sus cualidades en una unión común es un beneficio para la raza hu-
mana» (Del gobierno representativo, Madrid, Tecnos. 1965, p. 331).
48 Apud. KOHN, Hans, El nacionalismo, Buenos Aires. Paidós. 1966, p. 171.
194 Juan Olabarría Agra
49 Para la reacción antipositivista vid. entre otros STRmIBERG, Roland, Historia in-
telectual europea desde 1789, Madrid, Debate 1990, p. 259 Y ss. LUKACKS, G. El asalto
a la razón, Barcelona, Grijalbo. Para el irracionalismo alemán y sus conexiones polí-
ticas con el nacionalismo desde 1850 hasta los años 20 vid., STERN, Fritz, Politique et
désespoir. Les ressentiments contre la modernité dans l'Allemagne prehitlerienne. Pa-
ris, Armand Colin, 1990. Se encontrará una síntesis muy sugestiva de las tendencias
irracionalistas en Italia y Francia en las obras de Zeev STERNHELL: El nacimiento de la
ideología fascista. Madrid, Siglo XXI, 1994. La droite révolutionnaire. Les origines
fran(;aises dufascisme, 1885-1914, Seuil, 1984. En especial la introducción a Maurice
Barres et le nationalisme fran(;ais. París, Complexe, 1985.
50 En la estela de la gran ruptura con la racionalidad moderna que supuso la obra
de Dostoyewski habría que citar H. Bergson en Francia, M. de Unamuno en España,
G. Papini en Italia, Paul de Lagarde o Julius Langbehn mucho más inlfluyentes en
Alemania que el «demasiado aristocrático» Nietzsche, autores todos cuyo interés radica
en que cultivaron paralelamente el irracionalismo y el nacionalismo (Bergson no fue
un escritor nacionalista. pero desde SOREL hasta los futuristas ilatianos se inspiriaron en
su obra. vid. THIBAl'DET, A.. Bergson et le bergsonisme politiqueo Paris. 1922).
51 La coincidencia entre nacionalismo y subjetivismo irracionalista está ejemplifi-
cada por Barres (Le culte du moi) y por Unamuno (Vida de D. Quijote y Sancho).
52 Ya el romanticismo había exaltado las fuerzas incoscientes (vid. BEGUI', A. El
alma romántica." el sueiío, F.C.E.. 1993. El romántico Carus inspiró a Dostoyewski
(vid. FRA:-iK, Joseph. Dosto."ewski. La secuela de la liberación, 1860-1865). A finales
del siglo pasado tuvieron gran difusión las teorías sobre el inconsciente colectivo for-
muladas por E. Hartmann y Gustave Le Bon (Inspiradores directos de Freud y Jung).
53 Vid. MICHELI, Mario de. Las Vanguardias artísticas del siglo XX, Madrid, Alianza,
1985.
54 No es casual que la decadencia y la muerte se convirtiesen en tópicos literarios
de la «belle époque»: Marcel Proust, Gabriel D' Annunzio, Thomas Mann entre los
grandes; Barrés Y Maurras entre los menores. El nacionalista antisemita E. DRUMONT,
publicaba en 1889 «El fin de un mundo».
55 Salvo excepciones (el futurismo) los nacionalismos se asocian a la una nostalgia
del pasado deseosa de inmovilizar la historia. La «intrahistoria» de Paz en la Guerra es
un ejemplo de tiempo inmóvil. del deseo unamuniano de librarse de la muerte eterni-
zando el pasado.
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las certezas científicas los mitos 56, contra la moral hedonista el com-
portamiento imprevisible ajeno al cálculo utilitario 57, contra el indivi-
duo aislado 58 el retorno a la comunidad primigenia.
Los hombres, aislados y extraviados en la modernidad, encontraban
la nación la unidad recobrada. Los nacionalistas de ámbito estatal, tanto
como los que reivindicaban la separación respecto a ese estado (Partido
Nacionalista Vasco, Cymru galés o Movimiento Bretón) compartían un
mismo concepto de nación, heredado del romanticismo: la nación es
una identidad colectiva, cuyo ser no depende ni de los avatares histó-
ricos ni de la voluntad de los hombres. Nacionalistas alemanes como
Paul de Lagarde o Julius Langbehn 59 italianos como Francesco Crispi 60
o franceses como Maurice Barres habían adoptado sin alterarlo el con-
cepto romántico y herderiano que otorgaba a la nación una personalidad
independiente de los individuos. Por lo tanto las personas reales tenían
que adoptar la personalidad atribuida por los nacionalistas a la nación.
Pertenecer a la nación significaba para un nacionalista participar de una
identidad común. Esta identidad podía estar constituida por la lengua,
por la raza o, por la ideología.
Asumiendo los principios del tradicionalismo político, los nacio-
nalistas proclamaron el carácter antinacional de las ideologías post-re-
volucionarias: el liberalismo, la democracia, el socialismo. Quien las
defendiera quedaba exluido espiritualmente de la comunidad nacional.
La religión se declaraba preceptiva, no por sus metas trascendentes, sino
como parte de la identidad nacional, y esto incluso por agnósticos tan
notorios como Charles Maurras 61.
riso Félix Alean, 1927. Brunschwicg subraya sobre todo el papel de la epistemología
colectivista en la lucha ideológica con el individualismo. tanto en Bonald «<he querido
hacer una filosofía del nosotros»). como en la tradición sociológica o en las teorías
deterministas.
STER:-iHELL (La droite ré\'Olutionnaire. p. 151 Y ss) interpreta el racismo como un
antiindividualismo extremado.
STER:-i (Politique et désespoir. p. II Y ss. 43 y SS) relaciona el nacionalismo de La-
garde y Langbehn con el deseo de recuperar la comunidad perdida.
63 Vid. MAl'RRAS «La enseñanza de una moral independiente es una perfecta qui-
mera...porque la moral independiente constituye un gran error filosófico al que el genio
de Kant prestó durante mucho tiempo su deplorable autoridad» (Apud ROl'DIEZ. Léon.
Charles Maurras jusqu'a l'Aetion Fra/ll;aise. Paris, André Bonne. 1957. p. 108). La
obra e Barres es en buena medida un ataque a la noción de individuo.
64 Sobre la «invención» del individuo por el humanismo griego Vid. BARRES. M. Du
sang de la I"olupte et de la mort. Paris. Plon. 1921, p. 241. En su novela Los desarri-
198 Juan Olabarría Agra
86 p. 57.
87 p. 85.
88 Las minorías étnicas no aceptan el voto mayoritario por considerarlo la expresión
los pueblos. UII reto para Euskadi y para Europa» (V.V.A.A.), Bilbao, Herria Eliza
2.000, 1985, 2 t., l. p. 62 Y ss.
92 Ibid., p. 67.
93 Ibidem.
94 Vid. THIEBALI. Carlos, Los Lúnites de la Comunidad (las cdticas comunitaristas
y neoaristotélicas al programa moderno), Madrid. Centro de Estudios Constitucionales,
1992.
TAYLOR. Charles. El multiculturalismo v la política del reconocimiento, Méjico,
F.C.E., 1993.
La ética de la autenticidad, Barcelona. Paidós, 1994. (título original: The malaise
of modemity, 1991 l.
DWORKI:", R. Etica privada e igualitarismo político, Paidós, 1993.
RAWLS, J. Sobre las libertades, Paidós, 1994.
Teoría de la Justicia, Madrid. Alianza. 1994.
206 Juan Olabarría Agra
Conclusión
tes, sin que las familias tuvieran opción respecto a qué tipo de escuela deseaban para
sus hijos. (TAYLOR, El multiculturalismo y la política del reconocimiento, p. 79 Y ss).
Derechos individuales y colectivos en el nacionalismo 207