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LAS CONSECUENCIAS ACCESORIAS APLICABLES A LAS

PERSONAS JURÍDICAS

Fernando Vicente Núñez Pérez1

Las bases del Código Penal de 1991 entienden que cuando se define el delito como la
acción u omisión dolosa o culposa penadas por ley (artículo 11 del Código Penal), ésta
sola puede ser cometida por un ser humano, en tanto que cuando el mismo cuerpo
normativo prevé el catálogo de penas (artículos 28 y 29-A del Código Penal), como
manifestación de las consecuencias jurídicas del delito, estas solo se les puede imponer
a un sujeto de carne y hueso. De la misma manera podemos decir con respecto a la
regulación de las medidas de seguridad (artículos 71 y 72 del Código Penal),
consecuencia jurídica que también exige la presencia de un ser humano.

De acuerdo al apotegma jurídico del societas delinquere non potest, el estatuto


sustantivo de 1991 no ha admitido ni ha regulado en forma expresa la responsabilidad
penal de las personas jurídicas, dogma que asume que las personas jurídicas carecen
tanto de la capacidad de acción, culpabilidad y punibilidad, siendo que el único que puede
cometer delitos e imponérseles penas eran a las personas naturales, conforme a un
Derecho Penal, teoría del delito y teoría de la pena dirigido al ser humano, que requiere
como presupuesto una conducta humana voluntaria (acción u omisión dirigida hacia una
finalidad).

Tomándose como sustento en el artículo 27 del Código Penal que regula la figura del
actuar en lugar de otro, se puede entender, aparentemente, el porqué de la
inadmisibilidad de la responsabilidad penal de las personas jurídicas en nuestro
ordenamiento jurídico, al describirse que el que actúa como órgano de representación
autorizado de una persona jurídica o como socio representante autorizado de una
sociedad y realiza el tipo legal de un delito es responsable como autor, aunque los
elementos especiales que fundamentan la penalidad de este tipo no concurran en él,
pero sí en la representada. Sin embargo, se debe dejar muy en claro que concordamos
con aquella posición dogmática que interpreta que la regulación legal del actuar en lugar
de otro no tiene nada que ver con que aquel mismo ordenamiento jurídico acepte o no
la responsabilidad penal de las personas jurídicas. La regulación del actuar en lugar de
otro no busca concretamente enfrentar la problemática de la responsabilidad de las
personas jurídicas, sino la problemática de la responsabilidad penal individual derivada
de la existencia de delitos especiales que exigen, valga la redundancia, elementos
especiales que fundamentan la penalidad del tipo penal, que no concurren en él pero sí
en la representada, ello con la finalidad de poder evitar lagunas de punibilidad con

1
Catedrático de Derecho Penal y Derecho Procesal Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad de San
Martín de Porres (Pregrado y Posgrado). Máster Internacional en Prevención y Represión del Blanqueo de
Dinero, Fraude Fiscal y Compliance por la Universidad de Santiago de Compostela (España). Maestro en
Ciencias Penales por la Universidad de San Martín de Porres. Magíster en Derecho Constitucional y Derechos
Humanos por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Máster en Cumplimiento Normativo en Materia
Penal/Criminal Compliance por la Universidad de Castilla-La Mancha (España). Máster en Prevención de
Blanqueo de Capitales y Financiación del Terrorismo por Esneca Business School (España). Miembro de la
Asociación Iberoamericana de Derecho Penal Económico y de la Empresa.
respecto a la persona natural que con su propias manos, en forma material, comete el
delito2.

Como negación a la responsabilidad penal de las personas jurídicas, de acuerdo a las


reglas de la Parte Especial que brinda nuestro Código Penal, se tiene establecido que la
utilización de la fórmula en la redacción de los tipos penales como “el que” para referirse
al autor del delito, significaría que los tipos penales se encuentran construidos para ser
cometidos exclusivamente por las personas físicas3. Así, en forma concordante, el
profesor Luis Miguel Reyna Alfaro ha tenido a bien sustentar lo siguiente: “Nuestro CP
descarta la responsabilidad penal de las personas jurídicas (no ingresaremos en este
momento a examinar la situación en la Ley N° 30424). Esto porque las estructuras
dogmáticas sobre las que se descansa el estatuto punitivo nacional son de corte
claramente individual. En efecto, el artículo 11° del CP (“Son delitos y faltas las acciones
y omisiones dolosas o culposas penadas por la ley”) reconoce como presupuesto del
hecho punible la existencia de una acción jurídica penalmente relevante”4.

Empero, con el fin de poder evitar en alguna medida la impunidad y no dejar sin
consecuencia a los entes corporativos que se encuentran relacionados con la comisión
de delitos, se les prevé las denominadas consecuencias accesorias aplicables a las
personas jurídicas reguladas en el artículo 105 del Código Penal. Por eso se sostiene
que: “Incluso, en las legislaciones penales de algunos países donde se considera que las
personas jurídicas no pueden ser penalmente responsables, se estima que sí es posible
imponérseles ciertas medidas denominadas como consecuencias accesorias, con la
finalidad de impedir que sean utilizadas para la comisión de nuevos delitos. Este fue el
criterio político-criminal que se siguió en el Perú, a través del artículo 105 del Código
Penal de 1991 (…)”5.

Estas consecuencias accesorias tienen como sustento que las personas jurídicas sirvieron
para la realización, favorecimiento o encubrimiento de un delito cometido por una
persona natural en tanto que su estructura organizativa continúe siendo propicia para
cometer más hechos de esa naturaleza6, esto último como una suerte de proyección de
que el ente corporativo vaya ser nuevamente utilizado para cometer delitos a futuro, por
lo que, el legislador nacional buscó tener en cuenta un peculiar tipo de represión contra
las entidades corporativas.

2
El artículo 28 del Proyecto del Código Penal buscar regular la figura del actuar en lugar de otro de la siguiente
manera: “El que actúa como administrador o representante, de hecho, o de derecho, de una persona jurídica
regular o irregular, o como representante de hecho o de derecho de una persona natural, y realiza un hecho
previsto como delito o falta responde penalmente como autor, aun cuando los elementos que fundamentan o
agravan la pena no concurran en él, pero sí en la persona a quien administra o representa, a pesar de que el
hecho requiera la actuación en provecho propio y el agente no haya actuado con tal fin”. Véase:
http://www.gacetajuridica.com.pe/boletin-nvnet/img_bol08/PROYECTO-DEL-CODIGO-
PENAL.pdf.

3
Cfr. CARO CORIA, Dino Carlos. “La responsabilidad de las personas jurídicas en el Perú y los criminal
compliance programs como atenuantes y eximentes de la responsabilidad de la persona jurídica”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal N° 123, Editorial Gaceta Jurídica, setiembre de 2019, p. 132.
4
REYNA ALFARO, Luis Miguel. “La persona jurídica ante el Derecho Penal (III). Responsabilidad penal de las
personas jurídicas en el Perú (I). Prolegómenos”. En: Derecho Penal Económico y de la Empresa, Tomo I Parte
General (Dino Carlos Caro Coria y Luis Miguel Reyna Alfaro), Editorial Gaceta Jurídica, primera edición, octubre
de 2019, p. 557.
5
MADRID VALERIO, Cecilia; PALOMINO RAMÍREZ, Walter. “La reacción sancionadora del Estado sobre las
personas jurídicas en el marco del sistema penal peruano”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal N° 121, Editorial
Gaceta Jurídica, julio de 2019, p. 100.
6
Cfr. MADRID VALERIO, Cecilia; PALOMINO RAMÍREZ, Walter. “La reacción sancionadora del Estado sobre las
personas jurídicas en el marco del sistema penal peruano”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal N° 121, Editorial
Gaceta Jurídica, julio de 2019, p. 97.
Si bien la exposición de motivos del Código Penal de 1991 no señaló los fundamentos de
esta inédita regulación, hizo mención, en algunas breves líneas, sobre la importancia y
novedad de lo que significaban estas consecuencias accesorias de la siguiente manera:
“Consecuencias Accesorias. Resaltan, por su importancia y novedad, las distintas
medidas aplicables a las personas jurídicas cuando el delito fuera perpetrado por
personas naturales que actúen en ejercicio de las actividades sociales o utilizando la
organización para favorecer u ocultar las infracciones penales. Entre las medidas
enumeradas en el proyecto destacamos las siguientes: clausura de la empresa,
disolución de la sociedad, asociación o fundación, y suspensión o prohibición de
actividades (artículo 105˚)”. De acuerdo a esta exposición de motivos, se asume que el
delito es cometido por una persona natural y no por la persona jurídica, pero esta
persona física que comete el delito lo realiza en el ejercicio de las actividades sociales o
cuando utiliza su organización para favorecer u ocultar el evento delictual, lo que implica
la presencia de un hecho de referencia o de conexión.

La Corte Suprema nacional interpreta que nuestra normatividad punitiva de 1991 no ha


regulado la responsabilidad penal de las personas jurídicas, aun cuando, apunta que no
se puede negar la existencia de las consecuencias accesorias aplicables a las personas
jurídicas, en donde si bien los entes corporativos no tienen propiamente capacidad de
acción, si existe un supuesto de hecho cometido por la persona natural que lo relaciona.
Así, por Casación N° 134-2015/Ucayali del 16 de agosto de 2016, se hizo destacar lo
siguiente: “Octavo. No obstante, el Código Penal no ha establecido la responsabilidad
penal de las personas jurídicas, sino, como señala Roxin, la aplicación de consecuencias
accesorias, cuya imposición depende de factores ajenos a los elementos de la atribución
de responsabilidad penal. (…) Décimo tercero. (…) ii) El Código Penal no regula la
responsabilidad penal de la persona jurídica. (…) Vigésimo quinto. Por ello, la persona
jurídica tiene la categoría de sujeto pasivo, aplicable también a la persona natural
(imputado), que se explica por tres razones: la primera porque contra ella recaerá, al
final del proceso, una consecuencia jurídica de las establecidas en los artículos 104° y
105° del Código Penal. La segunda, que se deriva de la primera, es que contra ella es
posible imponer durante el proceso una medida cautelar, más en concreto una medida
preventiva de las señaladas en el catálogo que nos presenta el artículo 313° del Código
Procesal Penal. Sin embargo, hay una tercera que ya no tiene que ver con las
consecuencias sancionatorias o instrumentales sino más bien con el supuesto de hecho.
Si bien, no existe capacidad de acción por parte de un ente colectivo, sin embargo, el
“supuesto de hecho imponible” lo encontramos en aquella condición establecida en el
primer párrafo del artículo 105° del citado cuerpo de leyes, esto es, que el hecho punible
realizado por la persona natural “fuere cometido en ejercicio de la actividad de cualquier
persona jurídica” o “utilizando su organización para favorecerlo e encubrirlo” (…)”.

En forma similar, a través de la Casación N° 864-2017/Nacional del 21 de mayo de 2018,


se ha sostenido que el fundamento de las consecuencias accesorias es el estado de
desorganización que ha propiciado y favorecido la comisión del delito por la persona
física relacionada con aquella, teniendo como finalidad neutralizar o disminuir la
peligrosidad objetiva como medio de prevención de la comisión futura de nuevos delitos.
En ese sentido, se describió lo siguiente: “Noveno. Que (…) Cuando el hecho delictivo
entraña la intervención de personas jurídicas, el tipo infraccional es propio. El
presupuesto del tipo es el injusto típico, pero no es su elemento o supuesto de hecho
constitutivo. Éste es, alternativamente, que el injusto típico (i) fuere cometido en
ejercicio de la actividad de la persona jurídica o (ii) que se utilice su organización para
favorecerlo o encubrirlo –es decir, como apunta GRACIA MARTÍN, el fundamento de las
medidas contra las personas jurídicas (artículo 105 del Código Penal y fijadas en el rubro
de las “consecuencias accesorias del delito”, que no de la pena) es tal estado de
desorganización que ha propiciado y favorecido la comisión del hecho por la persona
física relacionada con aquella, y la relación existente entre ambas personas, y finalidad
es la neutralizar o disminuir en lo posible tal peligrosidad objetiva como medio de
prevención de la comisión futura de nuevos hechos punible–. (…)”.

En un sentido práctico, esta modalidad especial y concreta de consecuencia jurídica, no


ha tenido gran aplicación impositiva a nivel jurisprudencial, falencia omisiva que conllevó
que nuestra Corte Suprema expida el Acuerdo Plenario N° 7-2009 del 13 de noviembre
de 2009 (Asunto: Persona jurídica y consecuencias accesorias), decisión judicial que
buscó resaltar sus presupuestos aplicativos e interpretativos, así como sus reglas
procesales. Seguramente una de las causas del porqué estas consecuencias accesorias
aplicables a las personas jurídicas han tenido poca incidencia práctica, en cuanto a su
aplicación procesal (fiscal y judicial), se debe porque en su inicio la regulación establecía
en forma expresa que “(…) el Juez podrá aplicar todas o algunas de las medidas
siguientes (…)”, es decir, como una imposición facultativa, sin embargo, por el Decreto
Legislativo N° 982 del 22 de julio de 2007 esta regulación fue sustituida por una
imposición obligatoria al preverse que “(…) el Juez deberá aplicar todas o algunas de las
medidas siguientes (…)”. Además, esta modificación buscó también resaltar que el
cambio de la razón social, la personería jurídica o la reorganización societaria, no
impedirá la aplicación de las consecuencias accesorias.

Si bien la normativización legal de las nombradas consecuencias accesorias aplicables a


las personas jurídicas en el Código Penal no significa asumir que nuestro ordenamiento
jurídico penal tiene regulado la responsabilidad penal de las personas jurídicas, ni que
las mismas sean parte de catálogo formal de las penas, no obstante, la Corte Suprema
Nacional por el citado Acuerdo Plenario N° 7-2009 da a entender que estas
consecuencias jurídicas, conforme a su estructura, operatividad, presupuestos y efectos,
deben ser consideradas como sanciones penales especiales, porque para su aplicación
se requiere que las personas jurídicas sean declaradas judicialmente como involucradas
con la ejecución, favorecimiento u ocultamiento de un delito, por existir defectos de
organización o deficiente administración de riesgos, así también porque su imposición
produce consecuencias negativas que se expresan en la privación o restricción de
derechos y facultades de la persona jurídica.

Así se apuntó lo siguiente: “11°. Si bien subsiste un delineado debate en la doctrina


nacional sobre el concepto y la naturaleza que corresponde asignar a esta modalidad de
las consecuencias accesorias, su estructura, operatividad, presupuestos y efectos
permiten calificar a las mismas como sanciones penales especiales [PERCY GARCÍA
CAVERO: Lecciones de Derecho Penal Parte General, Editorial Grijley, Lima, 2008, página
757 y ss.]. En primer lugar, porque la legitimidad de su aplicación demanda que las
personas jurídicas sean declaradas judicialmente como involucradas -desde su actividad,
administración u organización- con la ejecución, favorecimiento u ocultamiento de un
hecho punible, sobre todo por activos y criminógenos defectos de organización o de
deficiente administración de riesgos. Y, en segundo lugar, porque su imposición produce
consecuencias negativas que se expresan en la privación o restricción de derechos y
facultades de la persona jurídica al extremo que pueden producir su disolución. [LAURA
ZÚÑIGA RODRÍGUEZ: Las consecuencias accesorias aplicables a las Personas Jurídicas
del artículo 105° CP: Principales Problemas de Aplicación. En: Anuario de Derecho Penal
2003, página 484 y ss.]”. Claro, sin perjuicio de que Corte Suprema nacional identifica
a las consecuencias accesorias como sanciones penales especiales, en la doctrina penal
existe todo un debate al respecto, en donde algunos lo identifican de la siguiente
manera: medidas preventivas de carácter asegurativo sin naturaleza sancionatoria;
medidas de seguridad; reparación civil; medidas administrativas; auténticas penas.
CONSECUENCIAS ACCESORIAS APLICABLES A LAS PERSONAS JURÍDICAS

(ARTÍCULO 105 DEL CÓDIGO PENAL)

• Clausura de sus locales o establecimientos, con carácter temporal o


definitivo. La clausura temporal no excederá de cinco años.

• Clausura de sus locales o establecimientos, con carácter temporal o


definitivo. La clausura temporal no excederá de cinco años.

• Disolución y liquidación de la sociedad, asociación, fundación, cooperativa


o comité.

• Suspensión de las actividades de la sociedad, asociación, fundación,


cooperativa o comité por un plazo no mayor de dos años.

• Prohibición a la sociedad, fundación, asociación, cooperativa o comité de


realizar en el futuro actividades, de la clase de aquellas en cuyo ejercicio se
haya cometido, favorecido o encubierto el delito. La prohibición podrá tener
carácter temporal o definitivo. La prohibición temporal no será mayor de
cinco años.

• Multa no menor de cinco ni mayor de quinientas unidades impositivas


tributarias.

• Intervención de la persona jurídica, cuando alguna de estas medidas fuera


aplicada, para salvaguardar los derechos de los trabajadores y de los
acreedores de la persona jurídica hasta por un período de dos años.

Una de las consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas previstas en el


artículo 105 del Código Penal, entre otras, es la multa que no se encontraba prevista en
su inicio, siendo incorporada en su abanico alternativo por el Decreto Legislativo N° 1351
del 7 de enero de 2017, consecuencia accesoria que curiosamente sí se encontraba
regulada en forma previa en algunas leyes penales especiales, como para el delito de
lavado de activos (artículo 8 del Decreto Legislativo N° 1106 derogado por el Decreto
Legislativo N° 1352) y para la criminalidad organizada (artículo 23 de la Ley N° 30077).
Por tanto, en este punto, a la fecha la multa comparte el rol de ser una clase pena para
las personas naturales (artículo 28 del Código Penal), el ser una consecuencia accesoria
para las personas jurídicas (artículo 105.5 del Código Penal), como el ser también una
medida “administrativa” para las corporaciones (artículo 5.a de la Ley N° 30424), sin
perjuicio de su previsión como una sanción administrativa para el derecho administrativo
sancionador.

La regulación de las consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas exige


que el delito debe ser cometido en el ejercicio de la actividad de cualquier persona
jurídica o en todo caso cuando se utilice su organización para favorecer o encubrir este
evento delictual. De acuerdo a lo que se detalla, es posible sostener la existencia de un
defecto de organización en la estructura de la persona jurídica, organización defectuosa
que conllevó justamente a que el delito se cometa en el ejercicio de sus actividades o
que se haya permitido utilizar su organización para favorecer o encubrir el delito
(deficiente administración de riesgos).

Para este concreto régimen de consecuencias accesorias aplicables a las personas


jurídicas, los programas de cumplimiento normativo en materia penal o criminal
compliance no tienen expresa mención, esto es, ni como eximente ni como atenuante,
deviniendo por este motivo, desde el punto de vista legal, en una falta de incentivo o
estímulo para su incorporación en la estructura de la corporación. Pese a lo afirmado, el
Acuerdo Plenario N° 7-2009 buscó sostener que la aplicación de las consecuencias
accesorias requiere que las personas jurídicas sean declaradas judicialmente como
involucradas con la ejecución, favorecimiento u ocultamiento de un delito, por existir
defectos de organización o deficiente administración de riesgos. Por este motivo se
sostuvo lo siguiente: “11°. (…) la legitimidad de su aplicación demanda que las personas
jurídicas sean declaradas judicialmente como involucradas -desde su actividad,
administración u organización- con la ejecución, favorecimiento u ocultamiento de un
hecho punible, sobre todo por activos y criminógenos defectos de organización o de
deficiente administración de riesgos (…)”.

Es relevante que se haya hecho resaltar que el involucramiento delictual de la persona


jurídica tiene que ver con el defecto de organización o con la deficiente administración
de riesgos, lo que implica que las consecuencias accesorias no se imponen a las personas
jurídicas en forma automática sino que se requiere la probanza judicial de este defecto
de organización o de la deficiente administración de riesgos, por lo que, si en un caso
en concreto se concluye que la persona jurídica se organizó conforme a derecho o que
administró sus riesgos en forma eficiente, no se encontrará involucrada con el delito
cometido, no pudiéndose imponer alguna consecuencia accesoria.

La Corte Suprema nacional, para el ámbito de las consecuencias accesorias aplicables a


las personas jurídicas, ha buscado darle contenido jurisprudencial al denominado defecto
de organización que pueda existir en la entidad corporativa. Por ejemplo, por la Casación
N° 864-2017/Nacional del 21 de mayo de 2018, se hizo destacar lo siguiente: “Noveno.
(…) No hay duda de la comisión de un acto de lavado de activos con el inmueble
“Cervatel”, pero lo que debe dilucidarse es si la adquisición del inmueble por Inmobiliaria
Santa Clara –y, antes, por la empresa Shamrock– importó o no un negocio jurídico
realizado bajo la pauta de un “defecto de organización”. Es decir, si se incorporó al
patrimonio de la empresa un bien que se sabía que era delictivo o que, por la forma y
circunstancias de su adquisición, estaba en condiciones de advertir su origen delictivo,
todo lo cual fue posible porque la persona jurídica no tenía incorporado mecanismos
internos de control, protocolos de seguridad en el ámbito de sus negocios con terceros
o modelos de prevención adecuados e idóneos. La determinación de tal defecto de
organización se examina a partir de la existencia de estos programas –si legalmente
están impuestos, como en el caso de las disposiciones sobre responsabilidad
administrativa de personas jurídicas (Ley número 30424, de veintiuno de abril de dos
mil dieciséis, y Decreto Legislativo número 1352, de siete de enero de dos mil
diecisiete)–. En todo caso, la corrección o ilicitud de la transacción en cuestión se
advertirá indiciariamente. Los indicios más relevantes están en función, por ejemplo, (i)
al precio de venta del bien; (ii) al tipo de vínculos entre comprador y vendedor; (iii) a si
su adquisición pertenece al giro del negocio de la persona que lo adquirió o sirve a sus
fines sociales; (iv) a si se compra de una persona –natural o jurídica– solvente o de
reputación consolidada; (v) a la seriedad y legalidad de la documentación y registros del
inmueble; (vi) a la utilización de empresas financieras o bancarias de sólida reputación;
(vii) a la realización de operaciones que dificulten o impidan la localización o destino de
sus fuentes y que carezcan de una justificación legal o económica válida; (viii) al rol de
la persona física que intervino en la transacción, etcétera”.

Por este motivo, si bien los programas de cumplimiento normativo en materia penal no
han tenido expresa regulación legal para la aplicación e interpretación de las
consecuencias accesorias para las personas jurídicas, con todo, a nivel de desarrollo
jurisprudencial elaborado por nuestra Corte Suprema se ha señalado que pueden tener
efectos de favorabilidad con respecto a la existencia o no de responsabilidad del ente
corporativo. Si la persona jurídica tiene incorporado un mecanismo interno de control,
un protocolo de seguridad en el ámbito de sus negocios con terceros o un modelo de
prevención adecuado e idóneo, significaría que administró o desarrollo sus actividades
dentro del riesgo permitido, no evidenciando que la organización se encuentra
involucrada con el evento delictivo.

Para la imposición judicial de estas consecuencias accesorias a las personas jurídicas, se


han establecido, por el Acuerdo Plenario N° 7-2009, algunos requisitos como los
siguientes:

• Que se haya cometido un delito, descartándose con esto a las faltas.

• Que la persona jurídica haya servido para la realización, favorecimiento o


encubrimiento de un delito, evento delictual que tiene haber sido cometido por
una persona natural, lo que implica la existencia de un hecho de conexión o de
referencia (supuesto de hecho cometido por la persona natural que lo relaciona).

• Que se haya condenado penalmente al autor, físico y específico, del delito, siendo
por este motivo del porque considerar a las consecuencias como accesorias,
requisito que si bien es descrito y aceptado por nuestra Corte Suprema, es
polémico y dudoso si en realidad es parte de su contenido legal de acuerdo a la
expresa redacción del artículo 105 del Código Penal, porque parecería suficiente
la acreditación de la comisión de un delito que demuestre la peligrosidad de la
estructura organizativa del ente corporativo.
FUNDAMENTOS DE IMPOSICIÓN DE LAS CONSECUENCIAS
ACCESORIAS APLICABLES A LAS PERSONAS JURÍDICAS

• Que se haya cometido un • Que la persona jurídica haya


hecho punible (delito). servido para la realización,
favorecimiento o
encubrimiento del delito.

• Que se haya condenado penalmente al autor, físico y específico, del


delito.

Incidiendo en la explicación de la exigencia de que se haya condenado penalmente al


autor del delito para poder imponer a la persona jurídica alguna consecuencia accesoria,
genera la razón del porque a estas medidas se le agrega el término de accesoria, es
decir, la obligatoria identificación y condena de una persona natural como autora del
delito que se encuentra relacionada con la persona jurídica (hecho de conexión o de
referencia), tratándose como una condición objetiva de su imposición, descartándose
con esto que lo accesorio tenga que ver con la imposición de una pena principal al autor
del delito. Es evidente que condicionar la imposición de las consecuencias accesorias a
las personas jurídicas a la previa identificación y condena de la persona natural que
cometido el delito, implica que este concreto régimen no tiene ni presenta autonomía, a
diferencia de la normatividad que regula la responsabilidad “administrativa de las
personas jurídicas prevista en la Ley N° 30424 del 21 de abril de 2016, que sí normativiza
una autentica responsabilidad autónoma.

Esta es una de las razones de importancia del porque se permite negar la existencia de
responsabilidad penal de las personas jurídicas a través de la regulación de las
consecuencias accesorias, en este caso por no tener independencia y autonomía
aplicativa, por más que la Corte Suprema nacional los haya podido definir como una
forma de sanción penal especial. Por este motivo, la doctrina nacional sostiene que: “La
aplicación de alguna de dichas medidas será fruto de la verificación de que la persona
jurídica sirvió para realizar, favorecer o encubrir el delito cometido por una persona
natural, que no solo deberá ser plenamente identificada, sino judicialmente declarada
culpable”7.

Por tanto, si en un caso en concreto, el autor del delito no puede ser condenado
judicialmente porque no es individualizado (identificado), porque se sustrae de la
persecución penal o porque se le extinguió el ejercicio de la acción penal, por ejemplo
por prescripción o por muerte, no se le podrá imponer la respectiva consecuencia
accesoria a la persona jurídica, pese a que existan evidencias que la persona jurídica

7
MADRID VALERIO, Cecilia; PALOMINO RAMÍREZ, Walter. “La reacción sancionadora del Estado sobre las
personas jurídicas en el marco del sistema penal peruano”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal N° 121, Editorial
Gaceta Jurídica, julio de 2019, p. 98.
estuvo involucrada en la realización, favorecimiento o encubrimiento de un delito y que
continúa siendo propicia para la comisión de ilícitos penales8.

Una de las razones por el cual se argumenta la necesaria incorporación de la


responsabilidad penal de las personas jurídicas es por la existencia de la
“irresponsabilidad penal organizada”, esto es, por existir dificultades para determinar la
responsabilidad penal de los miembros individuales que son parte de la entidad
corporativa, así también porque la sola regulación de la responsabilidad penal de las
personas naturales no tiene los efectos preventivos que se quisieran para evitar la
comisión de delitos a través de la actividad de la persona jurídica. La dificultad que puede
existir para establecer la responsabilidad punitiva de los miembros individuales que
integran la corporación, no significa que no haya existido la comisión de un delito por
parte de esta persona natural, es decir, un injusto penal de acuerdo a la accesoriedad
limitada de la participación. En un régimen de responsabilidad penal de las personas
jurídicas, el delito cometido por la persona natural en nombre o por cuenta y en beneficio
de la persona jurídica debe ser entendido en términos similares a la accesoriedad
limitada de la participación (intervención necesaria,).

En la misma lógica de permitir la viabilidad aplicativa de las consecuencias accesorias,


bajo la nomenclatura jurídica de criterios para la determinación de las consecuencias
aplicables a las personas jurídicas, por la Ley N° 30077 del 20 de agosto de 2013, se ha
introducido al Código Penal el artículo 105-A, norma que regula los criterios de
fundamentación y determinación judicial motivada de las consecuencias accesorias.

CRITERIOS PARA LA DETERMINACIÓN DE LAS CONSECUENCIAS


ACCESORIAS APLICABLES A LAS PERSONAS JURÍDICAS

(ARTÍCULO 105-A DEL CÓDIGO PENAL)

• Prevenir la continuidad de la utilización de la persona jurídica en actividades


delictivas.

• Modalidad y la motivación de la utilización de la persona jurídica en el hecho


punible.

• Gravedad del hecho punible realizado.

• Extensión del daño o peligro causado.

8
Cfr. MADRID VALERIO, Cecilia; PALOMINO RAMÍREZ, Walter. “La reacción sancionadora del Estado sobre las
personas jurídicas en el marco del sistema penal peruano”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal N° 121, Editorial
Gaceta Jurídica, julio de 2019, p. 98.
• Beneficio económico obtenido con el delito.

• Reparación espontánea de las consecuencias dañosas del hecho punible.

• Finalidad real de la organización, actividades, recursos o establecimientos de


la persona jurídica.

• Disolución de la persona jurídica se aplica siempre que resulte evidente que


ella fue constituida y operó habitualmente para favorecer, facilitar o encubrir
actividades delictivas.

Evitar la futura comisión de un delito, dada la peligrosidad objetiva que existe en la


organización de la entidad corporativa, en la probabilidad de que personas naturales
puedan utilizarla nuevamente para cometer delitos, es concordante con el criterio de
determinación judicial que busca “prevenir la continuidad de la utilización de la persona
jurídica en actividades delictivas”.
La aplicación de estas consecuencias accesorias a las personas jurídicas debe tomar en
cuenta, con racionalidad, el principio de proporcionalidad de acuerdo a lo exigido por el
Acuerdo Plenario N° 7-2009, pudiéndose en forma excepcional decidir la omisión de su
imposición en forma fundamentada, por la intrascendencia de la intervención e
involucramiento del ente colectivo en el delito o en su facilitación o encubrimiento, al
sostenerse lo siguiente: “17°. Es pertinente destacar que por su naturaleza
sancionadora, las consecuencias accesorias imponen que su aplicación judicial observe,
también, con justificada racionalidad, las exigencias generales que derivan del principio
de proporcionalidad concreta o de prohibición del exceso. En tal sentido, el órgano
jurisdiccional deberá evaluar en cada caso la necesidad especial de aplicar una
consecuencia accesoria en los niveles de equidad cualitativa y cuantitativa que
correspondan estrictamente a las circunstancias del suceso sub judice y según los
criterios de determinación anteriormente detallados. Ello implica, pues, que
excepcionalmente, el Juez puede decidir omitir la aplicación de tales sanciones a una
persona jurídica cuando lo intrascendente del nivel de intervención e involucramiento
del ente colectivo en el hecho punible o en su facilitación o encubrimiento, hagan
notoriamente desproporcionada su imposición. Por lo demás, cabe recordar que estas
opciones jurisdiccionales no son ajenas a nuestra legislación vigente y se expresan
normativamente en el sentido y función del artículo 68° del Código Penal, al tratar de la
exención de pena. No obstante, es de demandar siempre que esta clase de decisiones
sean consecuencia de un riguroso análisis fáctico y normativo, y que ellas sean
motivadas de manera específica y suficiente”.
Si bien las consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas no significan la
aceptación de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, es interesante que la
Corte Suprema nacional les haya calificado como sanciones penales especiales por su
involucramiento delictual, en tanto que en el marco procesal ha resaltado los siguientes
términos sobre el ente corporativo: persona jurídica con juicio de imputación; persona
jurídica denunciada; persona jurídica involucrada en el hecho punible imputado; persona
jurídica como sujeto pasivo imputado; persona jurídica procesada; responsabilidad de la
persona jurídica por medio de la acusación fiscal.
Para la incorporación de una persona jurídica como sujeto pasivo o imputado en un
proceso penal, debe exigirse como presupuesto esencial la aplicación potencial de alguna
de las consecuencias accesorias, sustentada en la imputación de su involucramiento
delictual (defecto de organización o deficiente administración de riesgos). Con respecto
a una legítima incorporación de una persona jurídica a un proceso penal pasible de una
consecuencia accesoria, el Acuerdo Plenario N° 7-2009 materia de estudio sostuvo lo
siguiente: “21°. En el NCPP las normas relativas a la persona jurídica y a su rol en el
proceso penal se encuentran comprendidas entre los artículos 90º/93º. Cada una de
estas normas legisla aspectos específicos vinculados con la capacidad procesal, los
derechos y garantías reconocidos a las personas jurídicas, así como sobre la actividad
procesal que estas pueden desplegar. La morfología y función de tales disposiciones es
la siguiente: A. El artículo 90º NCPP identifica a las personas jurídicas que pueden ser
partes procesales y objeto de emplazamiento por la autoridad judicial. (…) Al respecto,
el presupuesto esencial que exige dicha norma se refiere a la aplicación potencial sobre
el ente colectivo de alguna de las consecuencias accesorias que contemplan los artículos
104º y 105º CP. (…) B. El artículo 91º NCPP disciplina la oportunidad y la tramitación
del emplazamiento e incorporación procesal de la persona jurídica como parte procesal.
(…) La solicitud, además, debe señalar, de modo circunstanciado, los hechos que
relacionan a la persona jurídica con el delito materia de investigación. Por tanto, se debe
referir la cadena de atribución que la conecta con acciones de facilitación, favorecimiento
o encubrimiento del hecho punible. Y, en base a todo ello, se tiene que realizar la
fundamentación jurídica que justifique incluir al ente colectivo en el proceso (…)”.

Un punto a resaltar tiene que ver con el análisis jurídico sobre la probabilidad de que se
comentan futuros hechos delictivos a través o con auxilio de la persona jurídica (juicio
de prognosis), esto último identificado como la peligrosidad objetiva de que la entidad
corporativa sea en forma posterior nuevamente utilizada por la persona física para la
comisión delictiva. Uno de los criterios que permiten determinar, entre otros, la
imposición de consecuencias accesorias es aquella que tiene como fin “prevenir la
continuidad de la utilización de la persona jurídica en actividades delictivas” (peligrosidad
objetiva). En la práctica forense ha existido el debate si esta consideración de la
peligrosidad objetiva, que sí debe existir en el momento que judicialmente se imponga
una consecuencia accesoria, también comprende cuando se decida incorporar a la
persona jurídica como sujeto pasivo del proceso penal.
Este dilema ha conllevado a que la Corte Superior Nacional de la Justicia Penal
Especializada emita el Acuerdo Plenario N° 02-2021-CSN del 22 de octubre de 2021
[Asunto: La incorporación de la persona jurídica no tiene como presupuesto la
peligrosidad objetiva (artículos 90 – 93 CPP)], en el que se busca distinguir tres
momentos procesales de acuerdo al principio de progresividad que existe en el proceso
penal: el momento de incorporar a una persona jurídica como sujeto pasivo del proceso
(artículos 90 y 91 del Código Procesal Penal del 2004); el momento que se le imponga
a una persona jurídica una medida preventiva (artículo 313 del Código Procesal Penal
del 2004); el momento que se le imponga a una persona jurídica una consecuencia
accesoria (artículos 105 y 105-A del Código Penal).
MEDIDAS PREVENTIVAS CONTRA LAS PERSONAS JURÍDICAS

Clausura temporal, parcial o total, de sus locales o Suspensión temporal de


establecimientos. todas o alguna de sus
actividades.

Nombramiento de un Administrador Judicial. Sometimiento a vigilancia


judicial.

Anotación o inscripción registral del procesamiento Estas medidas no durarán


penal. más de la mitad del tiempo
previsto para las medidas
temporales establecidas en
el artículo 105 del Código
Penal. En los delitos
ecológicos, la suspensión o la
clausura durarán hasta que
se subsanen las afectaciones
al ambiente que
determinaron la intervención
judicial.

Este Acuerdo Plenario N° 02-2021-CSN llega a la conclusión que la presencia de la


peligrosidad objetiva de la persona jurídica debe ser considerada tanto en el momento
que se imponga una medida preventiva (peligrosidad objetiva a nivel indiciario), como
para el momento que se imponga la respectiva consecuencia accesoria (sanción penal
especial), ya que en ellas subyace la valoración del riesgo futuro, descartándose que
esta deba ser tenida en cuenta, como un presupuesto, al momento que se decida su
incorporación.
PELIGROSIDAD OBJETIVA DE LA PERSONA JURÍDICA
(“PREVENIR LA CONTINUIDAD DE LA UTILIZACIÓN DE LA PERSONA
JURÍDICA EN ACTIVIDADES DELICTIVAS”)

Momento de incorporar a una La incorporación de la persona jurídica al


persona jurídica como sujeto pasivo proceso penal no tiene como presupuesto
del proceso penal (artículos 90 y 91 la peligrosidad objetiva.
del Código Procesal Penal del 2004).

Momento que se le impone a una La imposición de una medida preventiva


persona jurídica una medida a una persona jurídica en el proceso
preventiva (artículo 313 del Código penal tiene como presupuesto la
Procesal Penal del 2004). peligrosidad objetiva a nivel indiciario.

Momento que se le impone a una La imposición de una consecuencia


persona jurídica una consecuencia accesoria a una persona jurídica en la
accesoria (artículos 105 y 105-A del sentencia condenatoria tiene como
Código Penal). presupuesto la peligrosidad objetiva.

Por esta razón se sustentó en lo siguiente: “22. Lo anterior responde al principio de


progresividad en el proceso penal, pues el estándar o grado de convicción atraviesa
varias fases, en cada una las exigencias son mayores, es así que en estadios posteriores
recién se puede realizar el análisis de la peligrosidad objetiva a nivel indiciario, como en
el citado artículo para la imposición de una medida cautelar, se puede realizar una vez
que la persona jurídica haya sido incorporada al proceso penal. Por lo tanto, la
peligrosidad objetiva es la fundamentación para la imposición de medidas coercitivas y
de la consecuencia jurídico penal, siendo que en ellas subyace el análisis del riesgo
futuro. (…) 25. En consecuencia, queda claro que normativamente para la aplicación de
una consecuencia jurídico penal a una persona jurídica se debe tener en cuenta su
peligrosidad objetiva (artículo 105-A del CP); asimismo, para imponerle las medidas
preventivas contempladas en el numeral 1 del artículo 313 del CPP se requiere contar
con suficientes elementos probatorios de la comisión de un delito de los que se
desprende su instrumentalización para ese propósito, necesidad de poner término a la
permanencia o prolongación de los efectos del delito y peligro de que persona jurídica
obstaculizará la averiguación de la verdad (artículo 313.2 del CPP). Por otro lado, para
la incorporación de la persona jurídica al proceso (artículo 90 y 91 del CPP) en la etapa
de investigación preparatoria el legislador no consideró necesario acreditar su
peligrosidad objetiva, por ello la resolución judicial que resuelve este pedido no requiere
analizar este extremo”.
PRESUPUESTOS MATERIALES PARA LA IMPOSICION DE LAS MEDIDAS
PREVENTIVAS CONTRA LAS PERSONAS JURÍDICAS

Suficientes elementos probatorios de la


comisión de un delito y de la vinculación
de la persona jurídica en los supuestos
Fumus delicti previstos en el artículo 105 del Código
Penal (delito cometido en ejercicio de la
actividad de la persona jurídica; utilizar la
organización de la persona jurídica para
favorecer el delito; utilizar la
organización de la persona jurídica para
encubrir el delito).

Necesidad de poner término a la


permanencia o prolongación de los
efectos lesivos del delito, peligro concreto
Periculum in mora de que a través de la persona jurídica se
obstaculizará la averiguación de la
verdad o se cometerán delitos de la
misma clase de aquél por el que se
procede.

La incorporación de una persona jurídica como sujeto pasivo del proceso penal,
adquiriendo la condición de parte con los mismos derechos y facultades que corresponde
a los otros sujetos procesales, correspondiendo al Juez preservar el principio de igualdad
procesal, no tiene como requisito, más allá de los formales, la presencia de su
peligrosidad objetiva, por lo que, se señala, no se puede agregar algún requisito
adicional en violación de principio de legalidad.
REQUISITOS FORMALES PARA LA INCORPORACIÓN DE LAS PERSONAS
JURÍDICAS COMO SUJETO PASIVO DEL PROCESO PENAL

Deberán ser incorporadas siempre que Requerimiento deberá ser formulado por
sean pasibles de imponérseles las el Fiscal luego que se comunique al Juez
consecuencias accesorias. de Investigación Preparatoria su decisión
de formalizar la investigación hasta antes
de darse por concluida la investigación
preparatoria.

Identificación de la persona jurídica. Domicilio de la persona jurídica.

Relación sucinta de los hechos en que se Fundamentación legal.


funda el petitorio (vinculación de la
persona jurídica con los hechos
delictuales objeto del proceso).

Se destacó anteriormente que la pena de muerte, como consecuencia jurídica punitiva,


queda descartado en nuestro ordenamiento jurídico, no obstante, su “aplicación” existe,
descrito como disolución, para las personas jurídicas (artículos 105 y 105-A del Código
Penal y artículos 5 y 10 de la Ley N° 30424), siendo esta la sanción penal especial más
grave que se le puede imponer a una corporación. La disolución de la persona jurídica
se deberá aplicar, según los criterios reglados para la determinación de las
consecuencias accesorias, siempre que resulte evidente que esta fue constituida y operó
habitualmente para favorecer, facilitar o encubrir actividades delictivas, como ocurre
normalmente con las personas jurídicas de fachada o de papel. Por este motivo, el
Acuerdo Plenario 7-2009 otorgó los fundamentos que permiten aplicar esta consecuencia
accesoria de la siguiente manera: “15°. Las consecuencias jurídicas previstas en el citado
artículo 105° CP, tienen las siguientes características y funciones: (…) B. El inciso 2)
considera la disolución de la persona jurídica. Es la sanción más grave que se podría
imponer a un ente colectivo [JOSÉ HURTADO POZO: Personas jurídicas y responsabilidad
penal. En: Anuario de Derecho Penal 1996, Responsabilidad penal de las personas
jurídicas, página 148. LAURA ZÚÑIGA RODRÍGUEZ: Obra citada, páginas 488/499]. Por
tanto, la disolución debe de quedar reservada, entre otros casos, para aquellos donde la
propia constitución, existencia y operatividad de la persona jurídica, la conectan siempre
con hechos punibles, situación que generalmente ocurre con las denominadas personas
jurídicas de fachada o de papel. En estas empíricamente se ha detectado no un defecto
de organización sino un evidente defecto de origen de la organización. Pero, también,
cabe disponer la disolución de la persona jurídica, en supuestos donde se identifique una
alta probabilidad de que aquella vuelva a involucrarse en delitos o peligrosidad objetiva
de la persona moral”.
Por tanto, las principales características que tienen las consecuencias accesorias
aplicables a las personas jurídicas, como antecedente a la responsabilidad penal de las
personas jurídicas en el Derecho Penal peruano, son las siguientes:
• Son una tercera vía de reacción frente al delito.

• No son penas porque no se encuentran ubicadas formalmente en el catálogo


punitivo.

• Son medidas preventivas que buscan evitar que la persona jurídica sea
nuevamente utilizada por las personas naturales para cometer delitos dada la
peligrosidad objetiva que existe en su organización, teniendo por esto un carácter
prospectivo (peligrosidad objetiva de la cosa).

• No se basan en la culpabilidad por un hecho cometido, no teniendo por esto un


carácter retrospectivo.

• Se debe imponer cuando el delito ha sido cometido en el ejercicio de la actividad


de cualquier persona jurídica o utilizando su organización para favorecerlo o
encubrirlo (defecto de organización o deficiente administración de riesgos).

• No tienen autonomía porque se imponen en tanto se dicte sentencia condenatoria


a la persona natural que sea responsable penalmente del delito.

• No está restringido a un catálogo delictual porque su imposición es posible a todo


delito doloso y culposo, descartándose su imposición a las faltas.

• Se imponen a las personas jurídicas de derecho privado.

• Son identificadas como sanciones penales especiales.

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