ATLETISMO
ATLETISMO
ATLETISMO
Introducción
Los orígenes del atletismo no institucionalizado ni reglamentado son tan antiguos como el
hombre. Correr, saltar y lanzar constituyen actividades motrices básicas del ser humano que
van más allá del momento cultural e histórico. Contemplar el atletismo como un solo deporte
es un error. El atletismo es una suma de especialidades que culturalmente se han agrupado
bajo este nombre general. (Rius Sant, 2005).
Historia del atletismo
Las acciones en que se basan la mayor parte de las distintas modalidades atléticas, como
arrojar pesos, saltar obstáculos o correr, formaron parte de la cotidianeidad del hombre
prehistórico en el ejercicio de la caza, uno de sus principales medios de subsistencia: según
las circunstancias, el cazador había de perseguir a la presa o huir, salvar obstáculos, lanzar
armas arrojadizas o pelear cuerpo a cuerpo. Con el paso de los siglos, el ser humano
descubrió el placer de la actividad atlética, fundamentalmente de la carrera a pie, y a partir de
ahí se diversificó su finalidad y comenzó la competición, ya con carácter deportivo.
Los principales artífices de este cambio fueron los antiguos griegos (Platón, por ejemplo,
elogiaba con entusiasmo la carrera pedestre), y la plasmación de estas inclinaciones
deportivas son los Juegos que, desde muchos siglos antes de Cristo, se disputaban en la
ciudad griega de Olimpia. Los Juegos de Olimpia, documentados desde el año 776 a.C. con el
triunfo del velocista Coroebus, se celebraban cada cuatro años. Sólo competían hombres
(había otras competiciones aparte para mujeres, los Juegos Hereos) y las principales pruebas
eran el estadio (es decir, una vuelta a la pista de cerca de 200 metros), el diaulo (dos
estadios) y el dolico (prueba de fondo), además del salto de longitud y el lanzamiento de
disco.
Ruinas de Olimpia
Con el tiempo adquirió mayor preponderancia el pentatlón, prueba combinada que incluía
competiciones de estadio, disco, longitud, jabalina y lucha. Pero el refinado espíritu griego fue
degenerando en Roma en barbarie y sangrientos espectáculos de lucha y combate, muy lejos
del ideal de tregua y paz de los Juegos de la Grecia clásica. En el año 393 d.C., el emperador
romano Teodosio I, influido por la Iglesia, los prohibió.
Cronológicamente, y aunque no tuvieran la trascendencia de los Juegos Olímpicos de la
antigua Grecia, hay que citar también los Tailteann Games, que se celebraban en Irlanda ya
desde nueve siglos antes de Cristo. Al parecer, eran competiciones basadas sobre todo en
lanzamientos (fundamentalmente uno, precursor del actual martillo) y saltos, incluyendo el de
altura. Pudiera ser que estas raíces atléticas quedasen impregnadas en el espíritu de esos
pueblos, pues no en vano fue en las islas Británicas donde se impulsó el deporte moderno en
general, y en concreto el atletismo, con su posterior influencia en Estados Unidos.
Ciertamente, el atletismo actual se origina en el impulso que se dio a las prácticas deportivas
en algunos centros educativos ingleses. El director del Rugby College, Thomas Arnold (1795-
1843), promovió la práctica de algunas de las actuales modalidades atléticas entre los
alumnos, subrayando su valor educativo y favoreciendo la celebración de competiciones en
colegios y universidades. El siglo XIX fue el de los espectaculares corredores de fondo, que
disputaban duelos a veces inhumanos, y el de las primeras competiciones oficiales realizadas
no solamente en Inglaterra, sino también en Estados Unidos (Nueva York, 1868) y Alemania
(Hamburgo, 1880); tuvieron lugar asimismo los primeros encuentros internacionales.
Pierre de Coubertin
Animado por este renacer deportivo, el barón Pierre de Coubertin promovió infatigablemente
la restauración de las Olimpiadas de la antigua Grecia; finalmente, en 1896 se celebró la
primera edición de los Juegos Olímpicos modernos, siendo elegida como sede la ciudad de
Atenas para simbolizar su continuidad. Desde la refundación y hasta nuestros días, el
atletismo ha sido el deporte olímpico por excelencia.
En 1903 se celebró el primer Cross de las Naciones, precursor del actual Campeonato del
Mundo de la especialidad. En 1912, en Estocolmo, se fundó la Federación Internacional de
Atletismo Amateur (IAAF), para acabar de definir los reglamentos, controlar el amateurismo y
establecer una lista oficial de récords del mundo. Oficialmente, el nacimiento de la IAAF fue
ratificado en Berlín un año después. En la actualidad, la IAAF cuenta con más países afiliados
que la ONU o cualquier otra asociación internacional (más de doscientos), y en torno a ella
gira la organización y regulación del atletismo mundial.
Las pruebas atléticas
El atletismo engloba dos grandes tipos de pruebas: las carreras y los saltos y lanzamientos;
estos dos últimos suelen agruparse bajo la denominación de «concursos atléticos». Las
carreras pueden desarrollarse en un estadio o fuera de él, como suele ser el caso de la
maratón, la marcha atlética o el cross; a excepción de las carreras de relevos, en las que
participan por equipos, los atletas compiten a título individual en una pista despejada o con
obstáculos (como en las carreras de vallas).
Atendiendo a estos factores, las carreras suelen clasificarse en cuatro modalidades: carrera
lisa, carrera de obstáculos, carrera de relevos y carrera de cross. A su vez, las carreras lisas
se subdividen en tres grupos: de velocidad (100, 200 y 400 metros), de medio fondo (800,
1.500 y 3.000 metros) y de fondo (5.000 y 10.000 metros, maratón, marcha atlética). En los
países anglosajones se celebran también carreras de distancias particulares, como la milla.
Las carreras de obstáculos se disputan a 110 (100 en las féminas), 400 y 3.000 metros. Las
de relevos se corren en las modalidades de 4×100 y 4×400 metros.
En los saltos se compite en las especialidades de salto de altura, salto de longitud, triple salto
y salto de pértiga. Los lanzamientos se subdividen en lanzamiento de peso, disco, jabalina y
martillo. Existen, asimismo, las pruebas combinadas o compuestas como el decatlón o el
heptatlón, en las que un mismo atleta participa en un conjunto de diez o siete de las
especialidades antes citadas.
La pista de atletismo
Los estadios de atletismo homologados tienen una pista de 400 metros de diámetro
o cuerda (con dos curvas semicirculares y dos líneas rectas) dividida en ocho calles.
Actualmente, todas las pistas importantes son de un material sintético llamado tartán, una
especie de moqueta porosa que facilita el agarre de las zapatillas de clavos.
Las ocho calles tienen una anchura aproximada de 1,22 metros y, para igualar las distancias,
las marcas de salida de las calles exteriores se avanzan unos 7 metros de forma escalonada
en la salida de 400 metros. A esto se le llama compensación. Los últimos 10 metros de la
pista o zona de meta están marcados por diez líneas transversales. En la salida de las
carreras iguales o inferiores a los 400 metros, los velocistas utilizan los starting-blocks o tacos
de salida para darse impulso.
Además de la pista de tartán, la competición de atletismo requiere otros espacios: zona del
salto de altura, del salto con pértiga, rectas de tartán para los saltos de longitud y triple salto,
zona de lanzamiento de peso con arena, un pasillo para la carrera de lanzamiento de jabalina
y círculos para los lanzamientos de disco y martillo. Algunas veces, por seguridad, estos
lanzamientos se desarrollan en horario diferente a las carreras en pista.
Carreras de velocidad
Las carreras de velocidad (100, 200 y 400 metros) han visto a lo largo de su historia una serie
de evoluciones técnicas que han contribuido a una ostensible mejora de las marcas. Atletas
norteamericanos potenciaron la velocidad con inventos como la zapatilla de clavos, utilizada
por primera vez por William B. Curtis en 1868, o la «salida agachada» de Sheril, que no se
reconoció hasta 1896. En 1934 se oficializó la sustitución de los hoyos (excavados en pista
para marcar la salida) por los tacos de arranque, que permitían un mejor impulso al corredor.
Actualmente, todas las carreras de velocidad se disputan en calles. Los 400 metros fueron
inicialmente una prueba de medio fondo en la que los atletas no corrían por calles
diferenciadas. En los Juegos Olímpicos de Londres de 1908, tres norteamericanos
encerraron, próximo a la línea de meta, al único británico que competía con ellos en la final
para impedirle la victoria. El caso forzó la modificación del reglamento tras una decisión del
Comité Olímpico Internacional, no exenta de polémica.
Los 100 metros lisos son la prueba reina de la velocidad. Para los atletas de esta
especialidad, es fundamental el tiempo de reacción al escuchar el disparo de salida. En esos
breves instantes, la técnica es muy importante; el centro de gravedad de los grandes
velocistas no oscila en más de cuatro o cinco centímetros, y el momento del apoyo es
fundamental para aplicar toda la fuerza elástica, en que la superficie se reduce básicamente al
metatarso. El tronco, los brazos y la cabeza deben soportar la tensión y, por consiguiente, han
de estar lo más relajados posible para no gastar un ápice de energía. El físico de un velocista
se caracteriza por su gran fuerza y un sistema nervioso privilegiado, con un porcentaje de
fibras musculares rápidas del 70%.
Para los corredores de 200 metros se exige velocidad y resistencia. Es necesario automatizar
correctamente la técnica en la curva y aguantar el esfuerzo máximo pasados los 12-15
segundos iniciales, cuando las reservas se agotan y se acumula el ácido láctico, residuo de la
combustión de energía. En los 400 metros, los corredores pueden utilizar diversas estrategias,
estableciendo un equilibrio de fuerzas entre la velocidad y la resistencia. Durante la carrera de
400 metros se alcanzan altas concentraciones de ácido láctico en la sangre; esta acumulación
puede provocar la descoordinación de los movimientos, dolores intensos y hasta náuseas y
mareos, de los que el atleta tarda varias horas en recuperarse.
Tradicionalmente se consideran carreras de medio fondo las que cubren los 800, 1.500 y
3.000 metros. En estas pruebas resultan fundamentales la correcta dosificación de la energía
y la aplicación de una buena estrategia. Tras la primera curva, los atletas corren por la calle
interior y reservan sus últimas fuerzas para la dura recta final, donde se decide en muchas
ocasiones el resultado.
En algunas carreras, especialmente a la hora de batir récords, se utiliza un corredor de
referencia, conocido como liebre, que lleva el ritmo del grupo en las primeras vueltas. Con ello
se consigue reducir la resistencia del aire y, sobre todo, proporcionar un efecto psicológico
para los que compiten por la marca final. A grandes rasgos se pueden diferenciar dos tipos de
atletas: el explosivo, con un gran sprint final, y el resistente, que intentará llevar un ritmo muy
alto, con continuos cambios de velocidad y tirones, para descolgar al resto de los atletas.
Carreras de fondo
En las carreras de fondo (5.000 metros, 10.000 metros y maratón) es sumamente importante
la reserva de energías y la correcta hidratación del deportista. El maratón es una carrera de
42,195 kilómetros que se instauró en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908; tal distancia
es la que separa el castillo de Windsor y el estadio de White City. El lingüista francés Michel
Bréal, amigo del barón de Coubertin, propuso incluir el maratón en los Juegos Olímpicos para
rendir homenaje a la hazaña de un soldado llamado Filípides, que murió de agotamiento tras
correr hasta Atenas para anunciar la victoria griega frente los persas (490 a.C.) en la batalla
de Maratón.
Carreras de obstáculos
Los atletas deben superar en estas pruebas una serie de vallas instaladas a intervalos
regulares y de distintas alturas según la modalidad. La principales modalidades son los 110
metros vallas masculinos, los 100 metros vallas femeninos, los 400 metros vallas masculinos
y femeninos, y los 3.000 metros obstáculos masculinos.
En los 110 metros vallas masculinos, los corredores tienen que salvar diez vallas de un metro
de altura con una separación entre ellas de 9,14 metros; la altura y distancia entre los
obstáculos es algo menor en los 100 metros femeninos. Las vallas están diseñadas de
manera que caigan hacia adelante si un atleta tropieza con ellas, para evitar lesiones. Estas
carreras requieren una gran perfección técnica encaminada a reducir el tiempo de vuelo. Es
fundamental adquirir un buen ritmo de zancada y mantenerlo, intentando que el salto sobre la
valla sea como una zancada más; por lo general, los atletas dan tres zancadas entre valla y
valla.
En los 400 metros hay que sortear diez vallas de 0,91 metros de altura colocadas a intervalos
de 35 metros. La especialidad de los 3.000 metros obstáculos es una de las más recientes del
programa olímpico. En esta modalidad es preciso superar veintiocho obstáculos (que, a
diferencia de las vallas, no pueden ser derribados) y siete rías de agua de 3,66 metros de
largo.
Carreras de relevos
Los cuatro corredores de las pruebas de relevos se pasan unos a otros, después de recorrer
la distancia correspondiente, un objeto cilíndrico, el «testigo», en una zona de 20 metros
delimitada por dos líneas trazadas en la pista. Existen varios tipos de relevos, pero en los
grandes campeonatos se disputan habitualmente dos: los 4×100 metros y los 4×400 metros.
Tales denominaciones indican ya el número de componentes del equipo y la distancia que
cada uno de ellos debe recorrer. En los 4×100 metros, los corredores no deben salir de su
calle, mientras que en la prueba de relevos de 4×400 metros, sólo el primer recorrido y los
100 primeros metros del segundo recorrido se efectúan dentro de la propia calle.
Carreras de cross
Las carreras de cross (o cross-country) suelen practicarse en otoño e invierno, a campo
abierto (bosques, campos) o en diversos terrenos (hipódromos). La distancia a recorrer varía
mucho según las competiciones y países, pudiendo alcanzar los 12 o 15 kilómetros en unos
casos y reducirse hasta longitudes propias del medio fondo en otros. El primer campeonato
internacional, el Cross de las Naciones (organizado en Escocia en 1903), se disputó sobre un
circuito de 12,9 kilómetros.
Marcha atlética
La marcha atlética viene a ser un «andar deprisa»: los atletas deben efectuar la progresión
paso a paso y de manera que se mantenga un contacto ininterrumpido con el suelo, sin llegar
a correr. El reglamento insiste en la norma más importante: el atleta no podrá tener los dos
pies en el aire al mismo tiempo y deberá mantener siempre recta (sin flexionar) la pierna de
apoyo. Numerosos jueces, situados a lo largo del recorrido de la prueba, que muchas veces
se disputa en ruta, controlan el cumplimiento de las reglas, advirtiendo a los atletas con dos
avisos antes de la descalificación. Las distancias más habituales en los grandes campeonatos
son, en categoría masculina, los 20 y 50 kilómetros, y en categoría femenina, los 10 y 20
kilómetros.
Los saltos
Salto de altura
Dick Fosbury introdujo la técnica de salto que lleva su nombre (México 68)
En la época gaélica, los irlandeses mostraban su habilidad sobrepasando con sus saltos la
altura de otros hombres. En su historia competitiva, la técnica del salto de altura es la que ha
registrado más modificaciones: «tijera», «tijera con vuelta al interior», «rodillo californiano»,
«rodillo ventral» y la más extendida hoy en día, el «estilo Fosbury». Esta técnica, que consiste
en saltar el listón de espaldas, en posición dorsal, fue empleada por vez primera por el
norteamericano Dick Fosbury (de quien toma el nombre) en los Juegos Olímpicos de 1968, en
México.
El atleta de salto de longitud debe alcanzar de un solo salto hacia adelante la mayor distancia
posible, tomando impulso, después de una carrera, sobre una tabla, para caer en un pequeño
foso con arena. La relación entre el impulso logrado por el atleta y la longitud alcanzada en el
salto es directamente proporcional, lo que explica los numerosos casos en que los grandes
especialistas en carreras de velocidad son también campeones en esta prueba.
El «salto del siglo» de Bob Beamon en México 68 (8,90 metros) permaneció imbatido durante 23 años
La tradición clásica del triple salto es más que discutible. Parece ser que la modalidad se
practicó en Olimpia o Delfos, pero bien podría tratarse de tres saltos de longitud afrontados de
modo sucesivo. En los inicios del atletismo moderno, la prueba constaba de un salto de
longitud seguido de dos saltos con los pies juntos.
La técnica del triple salto, como se realiza hoy en día, consiste en hacer tres vuelos después
de impulsarse dos veces con cada una de las piernas de forma alternativa; se intenta alcanzar
la mayor distancia posible, impulsándose en una tabla tras la cual se halla un foso de arena,
como en el salto de longitud. El triple salto es de una gran complejidad y riesgo, ya que el
peso generado por la inercia del cuerpo en movimiento se apoya únicamente sobre un pie,
que debe volver a despegar; la coordinación es muy importante.
Salto de pértiga
Los precedentes del salto de pértiga hay que buscarlos en Creta y España, donde se utilizó
desde épocas remotas una especie de garrocha o pértiga para saltar por encima de los toros.
También entre los acróbatas circenses del siglo XIX era habitual la utilización de tales
artilugios. Los británicos introdujeron esta modalidad en sus festivales atléticos en 1866. La
técnica del salto con pértiga también ha experimentado grandes cambios desde los tiempos
del climbing, práctica posteriormente prohibida en la que el atleta prácticamente trepaba por la
pértiga.
En esta modalidad el saltador debe superar, con ayuda de una pértiga, un listón horizontal
situado a la mayor altura posible. La carrera de impulso se efectúa hasta un «tope», en la
vertical del listón, en el que los competidores apoyan su pértiga. El reglamento de competición
prohíbe que durante el salto el atleta cambie de lugar en la pértiga la mano superior, y que la
inferior pase a situarse por encima de la superior. Los materiales con los que se fabrica la
pértiga también han ido perfeccionándose: fresno, bambú, aleaciones de aluminio o acero,
nailon y fibra de vidrio, hasta llegar al actualmente preferido por los profesionales, la fibra de
carbono.
LOS LANZAMIENTOS
Lanzamiento de peso
Diversos documentos y fuentes nos hablan de los orígenes de la práctica del moderno
lanzamiento de peso. En los remotos tiempos de la guerra de Troya, los guerreros competían
entre sí en el lanzamiento de piedras. Al parecer, la soldadesca de siglos posteriores nunca
olvidó del todo tal costumbre, y así, en la Francia de mediados del siglo XIX, todavía los
soldados se entretenían lanzando con las manos balas de artillería. De ahí que en ciertos
lugares, por ejemplo en algunos cantones de Suiza, el lanzamiento de peso se conozca
todavía con el nombre de «lanzamiento de bala».
El lanzamiento de peso consiste en arrojar lo más lejos posible una bola de hierro macizo,
latón u otro material de 7,2 kilogramos en la categoría masculina y de 4 en la femenina. En el
momento del lanzamiento, el atleta sujeta el peso con los dedos y lo sitúa en contacto con el
cuello; al lanzarlo, despliega todo el cuerpo de forma encadenada en un movimiento explosivo
del brazo. Existen dos estilos de lanzamiento: el lineal, en que el lanzador toma impulso y
despliega el brazo hacia adelante; y el estilo con rotación, muy parecido al lanzamiento de
disco, pero con un único giro.
En las primeras competiciones, los atletas lanzaban el peso desde el interior de un cuadrado
de algo más de dos metros de lado. Fueron los norteamericanos quienes transformaron en
círculo el recinto de lanzamiento, norma que se oficializó en 1909. Actualmente, también los
lanzamientos de disco y de martillo se efectúan desde un círculo que, por razones de
seguridad, se rodea además con una red metálica alta.
Lanzamiento de jabalina
Lanzamiento de disco
Lanzamiento de martillo
Lanzamiento de disco
El decatlón agrupa diez pruebas que se disputan en un orden invariable y se organizan en dos
días consecutivos: el primer día, los 100 metros lisos, el salto de longitud, el lanzamiento de
peso, el salto de altura y los 400 metros lisos; el segundo día, los 110 metros vallas, los
lanzamientos de disco y de jabalina, el salto de pértiga y los 1.500 metros.
El heptatlón consta de siete pruebas que también se celebran siguiendo siempre el mismo
orden y se desarrollan en dos días sucesivos: el primer día, los 100 metros vallas, el salto de
altura, el lanzamiento de peso y los 200 metros lisos; el segundo día, el salto de longitud, el
lanzamiento de jabalina y los 800 metros. En ambos circuitos, cada marca conseguida se
corresponde con una puntuación establecida en una tabla; resulta vencedor el atleta que,
habiendo tomado parte en todas las pruebas, totaliza más puntos.
Reglamento básico del atletismo
Para las carreras en pista, el sentido de la marcha es el contrario al de las agujas del reloj.
Los jueces disponen de dos aparatos para la homologación de las marcas: la cámara de
la foto-finish, que marca electrónicamente los tiempos en la línea de meta y facilita el
cronometraje oficial centesimal, y el anemómetro, que se coloca en las rectas de los 100
metros y del salto de longitud y se utiliza para medir la velocidad del viento. Un récord
conseguido con la ayuda de un viento de velocidad superior a los dos metros por segundo no
se considera homologado.
El reglamento internacional obliga a los atletas a correr dentro de los límites de su calle. Éstas
se reparten previamente de acuerdo con las marcas de los atletas; las calles centrales se
reservan a los mejores, ya que tienen cierta ventaja al disponer de una mayor referencia
visual de los demás atletas y de la amplitud de la curva. Un atleta puede ser descalificado por
los siguientes motivos: salirse de la calle asignada, molestar a un contrario o tomar la salida
antes del disparo. Dos salidas nulas de un mismo atleta significan su descalificación
inmediata.
En las pruebas de relevos, la entrega del testigo debe efectuarse en cada una de las tres
zonas de 20 metros marcadas en la pista. Si a un corredor del equipo se le cae, debe
recogerlo para poder continuar, siempre que no se salga de su calle. Al llegar a meta, el último
corredor de cada equipo debe entregar el testigo a los jueces.
En los saltos de altura y de pértiga, cada atleta dispone de tres intentos para superar una
misma altura; si lo consigue, puede acceder a una altura superior, para la que volverá a contar
con otros tres intentos. No existen reglas en cuanto a la longitud y el diámetro de las pértigas.
El atleta que alcanza la máxima altura sin derribar el listón es el vencedor; a igualdad de
marca, gana quien haya efectuado menos intentos nulos en la última altura franqueada.
En las competiciones de salto de longitud y triple salto, todos los atletas realizan tres saltos,
pero sólo los ocho mejores tendrán opción a tres más. Un salto se considera nulo si las
huellas de los clavos de las zapatillas del saltador quedan marcadas en la línea de plastilina
que se encuentra en la tabla de batida. En las mediciones se toma como referencia la huella
más próxima a la línea de batida que deje cualquier parte del cuerpo del atleta en la arena.
Gana la prueba el que logra el salto válido más largo. Si se produce empate, se proclama
vencedor el que haya obtenido el mejor segundo salto de los otros efectuados. El reglamento
para los lanzamientos determina las dimensiones y los pesos de los artefactos; los atletas
pueden utilizar cualquiera de los pesos homologados.
Conclusiones