Las Vivencias Emocionales - Lersch
Las Vivencias Emocionales - Lersch
Las Vivencias Emocionales - Lersch
DE LA PERSONALIDAD
P H IL IP P LERSCH
Profesor O. de Psicología 7 Filosofía.
Director del Instituto Psicológico
de la Universidad de Munich
RAM ÓN SARRÓ
Profesor de Psiquiatría 7 Psicología Médica
en к Facultad de Medicina de Barcelona
19 6 6
EDITORIAL SCIENTIA
Peligro, 39. Barcelona
VIVBNCIAS P U L SIONALBS Y EMOCIONES
Emociona
FIG. 3
Así como la temática del impulso vital tiene sus correspondientes emo
ciones, en las que percibimos valores vitales positivos o negativos, con sus
satisfacciones, fracasos o trastornos, así también hay emociones cuyo conte
nido vivencial esencial se refiere a la temática del yo individual. Entre ellos
deben señalarse en primer-lugar aquellos en los que resulta afectado lo
referente a la conservación d d individuo,
En el amor, pues, el ser y el modo de ser del otro son dados con el valor
de una Idea, mientras que en la sim-patía, en el placer o el dolor, solamente
la suerte o desgracia ajena penetran directamente en nuestra intimidad. Tam
bién la cualidad endotímica es distinta en la sim-patía y en el amor. En Ja
primera es un alegrarse o un sufrir con el estado del otro, en el amor es
la vivencia de ser elevados a una altura en la que, al mismo tiempo, se siente
el cumplimiento del sentido de la propia existencia.. Así lo ha expresado
G o e t h e en la Elegía de Marienbad :
Los sentimientos normativos. — Ya dijimos que las Ideas no sólo son bus
cadas en su aparición individual concreta, como ocurre en la tendencia al
amor, sino también en su validez general abstracta. Esto puede decirse igual
mente de las tendencias de la transitividad que hemos designado como éticas.
También a ellas les corresponden determinados sentimientos, los normati
vos. A este grupo pertenecen en primer lugar el sentimiento del deber y
el sentimiento de la justicia. En los sentimientos normativos tiene lugar
una percepción de llamadas que solamente un incorregible psicologismo
puede relacionar con motivos derivados del temor. Lo que nos conmueve en
los sentimientos normativos son las Ideas de deber y de justicia que llegan
directamente a nuestra intimidad y originan allí lo que llamamos ligámenes
normativos. Precisamente el concepto de ligameri pone de manifiesto el
enraizstmiento real de las emociones normativas en el fondo endotímico.
Pues el conocimiento de las exigencias del deber, de la obligatoriedad y
de la justicia no procede de la lógica de un cálculo ni de la reflexión sobre
la conveniencia de una acción o una omisión respecto a las consecuencias
o al éxito, o sea, no de la esfera de la inteligencia, sino de la posibilidad
directa de ser afectado por valores de sentido. Los sentimientos normativos
representan un preocuparse, un interesarse, y esté es un proceso del fondo
endotímico. Por ello, la falta de comprensión de las exigencias del deber y
de la justicia no es una imperfección de lo que después conoceremos como
superestructura personal, sino un defecto del fondo endotímico.
Además de los sentimientos del deber y de la justicia deben incluirse
también en la esfera normativa la contrariedad, la indignación y la cólera,
lo cual puede parecer extraño a primera vista. Pero en la práctica estas
emociones sólo pueden comprenderse si las referimos a la .temática de las
tendencias morales, pues una conducta o una omisión nos contraría, indigna
o encoleriza respecto a una acción, siempre en nombre de lo que debiera
ser u ocurrir. La cualidad objetiva de aquello que provoca estos sentimientos
es siempre una acción o una conducta en la que no se ha tenido en cuenta
lo que debería ser u ocurrir. La cualidad endotímica consiste en la provo
cación de la actitud de protesta y de reproche. Son diferentes en sus configu
raciones mocionales propias la contrariedad, la indignación y la cólera. En
la primera, la protesta se limita a las palabras ; es, por así decir, sólo teórica.
En la indignación se desarrolla ya como un sublevarse, un dirigirse «contra
algos. Pero solamente en la cólera se encuentra el gesto de ataque e inter
vención contra la instancia que ultrajó la ley de lo que debería ser u ocurrir.
Así, la Biblia habla de la cólera de Dios. Lo que en la cólera se expresa es
la vivencia de una exigencia formulada, o por lo menos formidable, que
se dirige a un determinado responsable. Tras la idea religiosa de la cólera
de Dios se halla la idea de su omnipotencia, que exige la obediencia de los
hombres, y que se dirige directamente contra el que ha vulnerado sus man
datos.
Ahora se percibe también la diferencia entre la cólera y la ira. Siempre
nos encolerizamos en nombre de lo que debiera ocurrir según las normas
de validez general. En la cólera siempre existe una relación de sentido, pero
sólo somos presa de la ira en virtud de las conveniencias de nuestro yo
individual. Coincide también con esto el que en la cólera se conserva el
horizonte noètico de la conciencia, mientras que en la ira está completar
mente confuso. La cólera se halla desprovista de aquel impulso sordo que
está contenido en el movimiento emocional de la ira. El hombre justo puede
muy bien montar en cólera porque uno le haga un mal injustamente, pero
nunca será presa de la ira. La diferencia fundamental entre ira y cólera, que
a menudo no es tenida en cuenta en el lenguaje vulgar, aparece de un modo
especialmente drástico cuando pensamos que es posible hablar de la «cólera
de Dios», pero que es una blasfemia hablar de su ira *.
Naturalmente que a veces podemos encolerizarnos— y lo mismo puede
decirse de la contrariedad y de la indignación— y, desde un punto de vista
objetivo, no tener ningún motivo, ninguna justificación para ello. Pero
siempre ocurre que el que se encoleriza o se indigna, cree tener derecho
D. Cordialidad y conciencia
F. Combinaciones de sentimientos
DIFERENCIAS INDIVIDUALES
B. La capacidad vivencial
C. El umbral de la (¡vivencia»