La Medicina y La Farmacia en El

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La Medicina y la Farmacia en el Códice Florentino

El libro X titulado:1,2 "De los vicios y virtudes de esta gente indiana; y de los miembros
de todo el cuerpo interiores y exteriores; y de las enfermedades y medicinas
contrarias; y de las naciones que han venido a esta tierra" es sin duda alguna, un
testimonio invaluable que da una idea de la forma de concebir la enfermedad y los
remedios usados por parte de los nativos mesoamericanos de la segunda mitad del
siglo XVI.

Con base en su contenido temático, el libro puede dividirse en cinco partes claramente
definidas y separadas por el autor 1,2. La primera habla del ,2: "los vicios y virtudes
de esta gente indiana", y comprende de los capítulos I al XXVI.

En el capítulo XXVII se lee:1,2 "de todos los miembros exteriores e interiores asi del
hombre como de la mujer", por el título se esperaría encontrar una descripción de la
ideación del cuerpo, por el contrario encontramos una nota de Sahagún que
menciona:1,2 "De este capítulo no tradujo en lengua castellana cosa alguna el autor,
porque en lugar de la traducción de él puso el autor la relación siguiente, la cuál es
digna de ser notada, y más gustosa que pudiera ser la declaración del texto". Se
desconoce la razón por la que el franciscano omitió la traducción de toda la sección.

El capítulo XXVIII versa sobre "las enfermedades y medicinas contrarias" y por último
el capítulo XXIX describe a:1,2 "las naciones que han venido a esta tierra".

En el libro X, específicamente en el "Capítulo VIH. De otros oficiales como son


carpinteros y canteros", fray Bernardino de Sahagún hace alusión a los médicos de la
siguiente manera:12 "El médico suele curar y remediar las enfermedades; el buen
médico es entendido, buen conocedor de las propiedades de las yerbas, piedras,
árboles y raíces, experimentado en las curas, el cual también tiene por oficio saber
concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos, y al fin librar de las
puertas de la muerte. El mal médico es burlador, y por ser inhábil, en lugar de sanar,
empeora a los enfermos con el brebaje que les da, y aun a las veces usa hechicerías y
supersticiones para dar a entender que hace buenas curas."

En el capítulo XIV, "de las condiciones y oficios de las mujeres". Sahagún menciona a
las mujeres médicas de la siguiente forma,1,2 "La médica es buena conocedora de las
propiedades de yerbas, y raíces, árboles, y piedras, y en conocerlas tiene mucha
experiencia, no ignorando muchos secretos de la medicina. La que es buena médica
sabe bien curar a los enfermos, y por el beneficio que les hace casi vuélvelos de
muerte a vida, haciéndoles mejorar o convalecer con las curas que hace; sabe sangrar,
dar la purga, echar medicina y untar el cuerpo, ablandar palpando lo que parece duro
en alguna parte del cuerpo, concertar los huesos, sajar y curar bien".

En el mismo libro décimo1,2 pero en el Capítulo XXIV denominado: "De los que venden
gallinas, huevos, medicinas etc." Sahagún se refiere a los Farmacéuticos o Boticarios
como: "El que trata en cosas de medicina conoce las hierbas, raíces, árboles, piedras,
y el incienso de la tierra y todas las cosas medicinales, que sean raíces, que sean
hierbas, de las cuales se trata en el libro onceno, de cada género por sí; pónelas
aparte en algún petate en el tiánguez, para vender".

Estas referencias tienen trascendencia para la historia de las ciencias; farmacéuticas


en México. Los informantes de Sahagún y el franciscano mismo, mencionan a la
Medicina y a la Farmacia como entidades diferentes y separadas. En la parte del Códice
Florentino escrita en náhuatl, el médico es referido cono titícitl, tanto para el hombre
como para la mujer; mientras que la voz panamacac1,2 es usada para designar al
equivalente de los boticarios españoles, figura 2. En este punto es necesario precisar
que panamacac es el plural y panamacani el singular.15

Se entiende entonces que los panamacac eran los especialistas dedicados a la


comercialización, preparación y dispensación de remedios usados por los nativos
mesoamericanos de finales del seto XVI.

Estas referencias dejan entrever al menos 3 cosas:

• Tanto Sahagún como sus informantes mencionan la presencia de hombres y mujeres


que curaban o titícitl.

• La práctica realizada por el panamacani requería actividades intelectuales y manuales


diferentes a las del titícitl.

• No hay evidencia en el Códice Florentino que las mujeres ejercieran


como panamacac.

A juzgar por los múltiples oficios descritos en el Códice Florentino.1,2 las actividades
realizadas por los panamacac, no corresponden a las de un simple herbolario o
curandero que luna parte de su tiempo a preparar remedios y el resto a la tierra o
ejercer otra actividad. El panamacani desempeñaba una función específica,
especializada y socialmente útil.

El Códice Florentino es el primer testimonio que presenta un nombre náhuatl para


quien preparaba y dispensaba remedios.1

El vocablo panamacac y su definición descrita en el libro X, XXTV del Códice


Florentino1, nos llevan a concluir que su presencia y actividad no fueron producto de la
influencia europea; por el contrario, la información plasmada corresponde a un
conocimiento desarrollado por los pueblos autóctonos de Mesoamérica y representa un
bagaje cultural fruto del trabajo de varias generaciones y que los informantes de
Sahagún, generosamente entregaron a los colegiales latinos del Colegio de la Santa
Cruz de Tlatelolco.

Lo anterior forzosamente lleva a pensar que la práctica farmacéutica practicada por los
pobladores de Mesoamérica durante la segunda mitad del siglo XVI, tenía un bagaje
respetable de conocimientos sistematizados como para constituir un oficio con
personalidad y carácter propios. Por tal motivo, el conjunto de aptitudes exigidas en la
preparación de medicamentos, requerían de una formación específica y sistemática
que colocaban al panamacani en un nivel social diferente. Es necesario tomar en
consideración que desde la perspectiva cultural de los antiguos pueblos
mesoamericanos, la presencia de enfermos, enfermedades y remedios para evitarlas,
formaba parte de su filosofía y cosmovisión, ya que el mundo era vida y
movimiento.16 Sin este marco de referencia, es imposible intentar una revisión
farmacéutica y endocultural de las enfermedades y remedios plasmados en el Códice
Florentino.
En el mismo libro X capítulo XXVIII, fray Bernardino de Sahagún describe 70
enfermedades del cuerpo humano y las medicinas contra ellas. La estructura es la
siguiente:1,2

1. "El primer párrafo es de las enfermedades de la cabeza, ojos, oídos, dientes y


narices

2. De las enfermedades y medicinas del pescuezo y garganta

3. De las enfermedades y medicinas contrarias de los pechos, costados y espaldas

4. De las enfermedades del estomago, vientre y vejiga

5. De las enfermedades y medicinas contrarias

6. De las medicinas para heridas, y huesos quebrados y desconcertados"

En la Tabla 1 se enlistan las 34 "enfermedades de la cabeza, oídos, dientes y narices".


Cabe resaltar la precisión con que son descritas en la "hinchazón de las encías", las
medidas profilácticas para la higiene dental:1,2 "limpiarse los dientes y muelas después
de haber comido, y quitarse la carne de entre medias, con un palito, porque suele
podrir y dañarse la dentadura".

Con respecto a "las enfermedades y medicinas del pescuezo y garganta" Sahagún


describe 5 enfermedades y sus remedios: 1,2

1. Para la enfermedad de las paperas, e hinchazones de la garganta,

2. Cuando estuviere envarado el pescuezo (dolor de las vértebras del cuello)

3. La enfermedad de las sequillas de la garganta (seca la garganta)

4. Las postemas (acumulación de materias extrañas e hinchazón de los tejidos en un


punto determinado del cuerpo19) del pescuezo

5. Para la enfermedad de la tos

En la tabla 2 se presentan las "enfermedades y medicinas contrarias de los pechos,


costados y espaldas". En la tabla 3 se presentan las "enfermedades del estomago,
vientre y vejiga.", en la tabla 4 aparecen las "enfermedades y medicinas contrarias"
y en la tabla 5 se enlistan las "medicinas para heridas, y huesos quebrados y
desconcertados".
Una primera revisión de los remedios descritos en el capítulo XXVIII del libro X,
muestra que los tratamientos tienen, como principios activos, en su mayoría plantas,
siguiendo en importancia componentes minerales y en menor medida animales. Se
observa que las mezclas simples y complejas se usan por igual en curaciones difíciles o
padecimientos simples. A lo largo del capítulo se describen infusiones, enjuagues,
emplastos, ungüentos, baños medicinales, zumos, polvos, purgantes, conocimientos,
cataplasmas, y diversas operaciones quirúrgicas, como puntos de sutura y bilmas
o entablillados.

Debemos resaltar un punto que se desprende de este primer análisis del Códice
Florentino, aunque en la cosmovisión mexica el agua tenía un papel importantísimo en
la agricultura y en todas las actividades de la vida cotidiana, 25 en el Códice
Florentino el agua es usada únicamente como vehículo para la preparación del remedio
o para la administración del medicamento, sin que se le otorguen de manera implícita
o explícita propiedades medicinales.

Este hecho contrasta con los conceptos europeos de la época, donde al agua se le
atribuían cualidades terapéuticas definidas. Una breve revisión de las farmacopeas
europeas de la época da cuenta de ello, en los textos europeos se mencionan diversas
aguas con propiedades terapéuticas definidas:25 agua de menta, agua de rosas, agua
de mar, agua de trigo, etc.

Es evidente que los informantes ofrecieron a Sahagún una forma de preparar remedios
por encima de los conceptos europeos vigentes en el siglo XVI, y que su cosmovisión
determinaba la forma de preparar los remedios descritos en el Códice Florentino.

Por otro lado, se ha planteado que el empleo en el Códice de más plantas, menos
animales y minerales en la preparación de remedios evoca al galenismo, lo que
implicaría la presencia de una transculturización. En este punto los autores queremos
aclarar que no somos los indicados para concluir si existe o no transculturización en el
Códice pese a la coincidencia de elementos que recuerdan al galenismo, nuestro
trabajo es más modesto, simplemente ponemos en perspectiva la información sobre el
empleo de plantas, animales y minerales y que aún con las modificaciones que realizó
Sahagún a los textos de los Informantes, los conocimientos plasmados en el Códice
representan, independientemente de una transculturización o no, un bagaje de
información acumulado durante mucho tiempo por los habitantes de Mesoamérica.

Por otro lado, el libro XI presenta el conocimiento que los informantes dieron a
Sahagún sobre la zoología, botánica y mineralogía y es quizá, uno de los libros más
extensos y bellos del Códice Florentino, seguramente del que más materia debieron
haber tenido los informantes y con certeza, de lo que menos se escribió. Los párrafos
quinto y sexto del Capítulo VII del Libro XI son un maravilloso acervo de información y
muestran sólo una parte de la vasta cantidad de conocimientos que tuvieron los
pueblos autóctonos de Mesoamérica sobre la zoología, la mineralogía, la herbolaria, la
Farmacia y la medicina.1,2 Un tratamiento a fondo de este capítulo y una descripción
sistemática y puntual de los animales, minerales, plantas, y remedios ahí plasmados,
salen de los alcances de este trabajo. Simplemente mencionaremos, que de forma
general, la descripción "de las hierbas medicinales" y de las "piedras
medicinales" sigue un recurrente orden de redacción:

• Nombre y explicación, en algunos casos, la razón de haberle dado ese nombre.


• Descripción, aspecto, forma y cualidades.

• Parte activa y modo de uso.

• Qué hace, principales propiedades medicinales y en qué males se usa.

• Cómo y dónde se localiza.

Durante la descripción de las plantas y minerales no se aprecia criterio alguno de


ordenamiento, ya sea por enfermedades, cualidades o nombres. Se presentan hierbas
y raíces medicinales para los males de la nariz, para purgar, para sanar postemas o
sarna. De forma similar ocurre con las piedras medicinales. La información contenida
en el Códice Florentino no permite determinar si los informantes fueron nombrando las
plantas y piedras medicinales de acuerdo con su cosmovisión o como las fueron
ubicando y recordando. Los tlacuiloque que ilustraron el libro XI del Códice
Florentino tuvieron gran imaginación y sensibilidad artística para plasmar la
descripción, aspecto y forma de las plantas mencionadas por los informantes,
posiblemente la expresiva naturalidad de las figuras obedezca a que muchos de ellos
conocían las plantas o las tuvieron a la vista, ya que se presentan con admirable
maestría los detalles de flores, frutos, hojas, tallos y raíces de las plantas medicinales
descritas. Las imágenes de las plantas están dentro de un discreto marco formado por
líneas negras que le brindan una identidad propia a cada figura. Los dibujos están
ubicados en la parte izquierda de cada hoja, y en la parte derecha se desarrolla el
texto escrito con tinta negra.

Al final del libro decimoprimero, Sahagún revela quienes fueron sus informantes, al
menos para esta parte del Códice Florentino, y con ello les hace un reconocimiento
implícito:5,26 "Esta relación arriba puesta de las hierbas medicinales y de las otras
cosas medicinales arriba contenidas, dieron los médicos de Tlatelulco, Santiago, viejos
y muy experimentados en las cosas de la medicina y que todos ellos curan
públicamente." Agrega sus nombres:5,26

"Gaspar García, vecino de la Concepción; Pedro de Santiago, vecino de Santa Inés;


Francisco Simón y Miguel Damián, vecinos de Santo Toribio; Felipe Hernández, vecino
de Santa Ana; Pedro de Requena, vecino de la Concepción; Miguel García, vecino de
Santo Toribio, y Miguel Motolinía, vecino de Santa Inés.

Un punto que ha desconcertado a los estudiosos de Sahagún es que el


fraile "olvidó", en la relación anterior anotar a varios informantes.5,26

En uno de los manuscritos que conforman el Códice Matritense y que está ubicado en
la Biblioteca de la Academia de la Historia, en la foja 172 R y V aparece la siguiente
nota:5,26

"Los que fueron viendo paso a pasos este Libro de Medicina, todos mexicanos, son:

Juan Pérez, de San Pablo; Pedro Pérez, de San Juan; Pedro Hernández, de San Juan;
Joseph Hernández, de San Juan; Miguel García, de San Sebastián; Francisco de la
Cruz, de Xihuitonco; Baltazar Juárez, de San Sebastián; Antonio Martínez, de San
Juan".
No podemos determinar si fue omisión decidida o descuido involuntario; lo cierto es
que una primera revisión de los nombres permite advertir que en ambas relaciones
sólo aparece Miguel García.

Es posible que se trate del mismo informante, aunque en la relación del Códice
Florentino lo ubican como vecino de Santo Toribio, mientras que en el Códice
Matritense es referido como de San Sebastián. Con la descripción completa de los
informantes, podemos ubicar entre 15 y 16 las personas que refirieron los testimonios
plasmados en libro XI y que permitieron a Sahagún realizar su Ticiámatil o libro de
remedios y medicamentos.5,26

Se sabe entonces quiénes fueron los informantes del libro XI. No así para libro X donde
no existe anotación alguna de quienes o cuántos fueron los informantes que
describieron los remedios y las entidades patológicas descritas en el capítulo XXVIII, o
si fueron los mismos que participaron en el libro XI. La cantidad de informantes, al
menos para el libro XI. es congruente con lo expresado en los manuscritos elaborados
en Tepeapulco 5,7,26 y todo indica que su número para cada materia oscilaba entre 10 y
16.

La gran cantidad de conocimientos sobre herbolaria. Farmacia y medicina que los


informantes ofrecieron y que quedó registrada en el Códice Florentino, hace necesaria
la existencia de expertos dedicados, por lo menos, a dos actividades:

• Investigar las propiedades curativas de animales, plantas y minerales del entorno.

• Sistematizar los resultados de ensayos y observaciones.

Lo anterior pone de manifiesto que los pueblos autóctonos de Mesoamérica buscaron


incansablemente en su entorno los remedios para mantener y preservar la salud, lo
que les permitió comprender su ambiente y adquirir un profundo respeto por la
naturaleza.

El Códice Florentino tiene una enorme valía como fuente de estudio de la medicina y
de la Farmacia de finales del siglo XVI y representa un tesoro artístico y cultural
inapreciable.

Con su expresiva naturalidad, las ilustraciones del Códice Florentino, dejan entrever la
admirable maestría y la exquisita sensibilidad artística de los tlacuiloque mexicanos.
Como un libro lleno de magia, el Códice Florentino preservó parte de la ancestral
sabiduría de los pueblos autóctonos de Mesoamérica; su lectura nos lleva a un mundo
de posibilidades inesperadas, sorprendentes, esperanzadoras y llenas de misterio,
haciendo informantes, los gramáticos latinos y el mismo fray Bernardino de Sahagún,
entrelazando el eco del delicado idioma náhuatl con el suave acento castellano, puedan
hablarnos desde la inmensa lejanía del tiempo y del espacio.

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