Octavo Pleno Casatorio Civil

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UNIVERSIDAD NACIONAL JORGE BASADRE GROHMANN

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS EMPRESARIALES


“ESCUELA DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS”

TEMA:
NULIDAD DEL ACTO JURIDICO. ANÁLISIS DEL OCTAVO PLENO
CASATORIO. CASACIÓN No. 3006-2015-JUNIN.
DOCENTE:
DR. ABOG. JESÚS ATAHUASI CHAPARRO
CURSO:
SEMINARIO DE DERECHO CIVIL Y PROCESAL CIVIL
ALUMNOS:
LIZBETH DELIA COAQUIRA GALLEGOS
PAOLA YURANY NINA SANCHEZ
CÓDIGO:
2016-1270
2016-127006

TACNA – PERÚ
2023
INDICE
INTRODUCCIÓN......................................................................................................................3
OBJETIVOS...............................................................................................................................4
OBJETIVO GENERAL.........................................................................................................4
OBJETIVOS ESPECÍFICOS................................................................................................4
MARCO TEÓRICO..................................................................................................................5
CONCLUSIONES......................................................................................................................9
RECOMENDACIONES Y SUGERENCIAS.........................................................................10
BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................................11
ANEXOS...................................................................................................................................12
INTRODUCCIÓN

El presente análisis busca analizar el VIII Pleno Casatorio Civil publicado el 20 de

setiembre de 2020, brindando definiciones en relación a la nulidad de acto jurídico y las

implicancias de la decisión de la corte suprema. En este pleno se ha establecido

precedentes vinculantes que uniformizan las decisiones judiciales, es así que la corte

suprema estableció mediante sentencia que el acto jurídico de disposición de bienes de

la sociedad conyugal, en el que interviene solo uno de los cónyuges, es nulo, esta

decisión se basa en su contravención a una norma de orden público, contenida en el

artículo 315 del Código Civil.

Previo a la emisión del Octavo Pleno Casatorio Civil, existía un panorama de

incertidumbre e inseguridad jurídica respecto de la discusión sobre la disposición de

bienes de la sociedad conyugal. En ese sentido, consideramos que esta decisión

Suprema es sumamente relevante, en tanto el debate que ha surgido en torno a si el acto

de disposición de un bien social realizado por uno solo de los cónyuges, sin la

intervención del otro, es un supuesto de nulidad, anulabilidad o ineficacia, no es un

debate artificioso, sino que tiene consecuencias importantes de carácter práctico, y que a

partir del octavo pleno, dichas consecuencias podrán ser previstas por las partes

dependiendo del supuesto en el que se encuentren.


OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL

 Determinar los precedentes vinculantes fijados en el octavo pleno casatorio civil

peruano.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 Determinar los criterios doctrinarios utilizados para establecer las reglas

jurisprudenciales emitidas en el octavo pleno casatorio civil

 Determinar la consecuencia jurídica del acto de disposición de bienes sociales

realizado por uno de los cónyuges


MARCO TEÓRICO

El presente Octavo Pleno Casatorio Civil, Casación N° 3006-2015-JUNIN fijo

precedentes, y dio bases doctrinarias para la legislación civil a fin de resolver las

demandas de nulidad de acto jurídico, sin embargo, nos cuestionamos ¿se logró el

objetivo de resolverlos? ¿Era necesario el análisis de dicha institución por parte de la

Corte? ¿Cuál era la situación antes de dicho Pleno Casatorio Civil?, por otro lado el

mencionado pleno, despertó debate y polémica en el ámbito jurídico nacional, (solo si te

sirve la info)

1. Consecuencia jurídica del acto de disposición de bienes sociales realizado

por uno de los cónyuges

Una de las causales más utilizados para buscar la nulidad de lacto jurídico, es la

falta ausencia de la manifestación de voluntad. La intervención conyugal determina que

la voluntad concorde de los cónyuges es un elemento esencial de la estructura del acto,

por lo que su no concurrencia determina su ineficacia estructural o invalidez.

La falta o esencia de consentimiento aparece, en este caso, como la causal de

nulidad de lacto jurídico conforme al inciso 1º del artículo 219 del código civil;

dispositivo aplicable, de pleno derecho, a la venta de un bien social por sólo uno de los

cónyuges.

Sin embargo, de otro ángulo, si bien el artículo 315 del código civil, establece la

intervención conjunta de los cónyuges para disponer o grabar los bienes sociales, la

ausencia de uno de ellos en la celebración del acto de disposición, determinaría su

nulidad al convertirse en un auto jurídicamente imposible de consumarse. Pues de


conformidad con el artículo 140, inciso 2 y 219 inciso 3 del código civil, la ausencia de

uno de los cónyuges convierte la disposición del bien común en un imposible jurídico

en razón de que no sea cumplido la exigencia de la ley para que se perfecciona

jurídicamente; por consiguiente, mientras persista la situación en lacto jamás llegar a

configurarse, siendo en ese sentido un imposible jurídico respecto del fin quesea

propuesto.

Esta posición de nulidad, se refuerza cuando se asume que el acto de disposición

arbitraria del patrimonio social es contraria al orden público, es decir, como supuesto de

nulidad virtual, que se configura cuando dicho acto es contrario una norma imperativa la

cual no se puede sustituir por la voluntad de los particulares (art. 219, inc. 8 y art. V,

Título Preliminar)

Cabe precisar que existe el principio de protección de la familia y se encuentra

consagrado en el artículo 4 de la Constitución política del Estado cuya regulación

jurídica tiene por finalidad contribuir a la consolidación y fortalecimiento de dicha

institución de derecho.

Eso sí que el artículo 313 del código civil, establece que corresponde ambos

cónyuges la administración del patrimonio común, como provista delo previsto en el

artículo 315 del código acotado, que someter la celebración de los actos de disposición

o de instauración de un gravamen al requisito de intervención de ambos cónyuges. Por

ello en la realización de un acto de disposición por sólo uno de los cónyuges puede

considerarse, analógicamente, como uno de los datos previstos en el artículo 161 del

código civil, actos ultra vires, también con ineficacia ab initio, Y en espera de lo que

decida el cónyuge preferido, ya sea para resolver el acto así celebrado o para ratificarlo,

conforme a la solución prevista en el artículo 162 del código.


2. El acto de disposición de bienes de la sociedad de gananciales por parte de

uno de los cónyuges

2.1. Acto nulo, anulable o ineficaz

2.1.1. Tesis de nulidad

Esta tesis ha sido optada en la sentencia del VIII pleno casatorio como

una sanción al incumplimiento del articulo 315. Las causales de nulidad

se encuentran establecidas en el artículo 219 del código civil de las

cuales daremos un análisis:

- Nulidad por falta de manifestación de voluntad del agente: La falta

de manifestación de voluntad del agente es causal de nulidad, pues es

un elemento constitutivo del acto jurídico, por lo que su falta impide

la formación y la realización de los efectos jurídicos. En el caso en

concreto se ha establecido que sí hay una manifestación de voluntad

por parte de aquellos que intervinieron en el acto jurídico, es decir, la

manifestación de voluntad de solo uno de los cónyuges no sería

suficiente para que el acto se forme. Esta fue una posición que

también se adoptó por mayoría en el Pleno Jurisdiccional Nacional

Civil y Procesal Civil, pues se adujo que la ausencia de uno de los

cónyuges en el acto jurídico implica la falta de un requisito de

validez para la formación del mismo (Poder Judicial, 2015). Del

mismo modo, Priori (2016, p.157) establece que es claro que sí hay

una manifestación de voluntad, el problema es que ha sido hecha por

alguien que carece de legitimación de hacerlo.

- Nulidad por objeto indeterminable, o jurídica o físicamente

imposible. según Beltrán y Campos (2009, p. 204), la


determinabilidad se vincula, por un lado, a la posibilidad de

individualizar el objeto en cantidad y calidad. Por otro lado, también

implica la posibilidad de determinar las características del objeto, de

forma posterior a la celebración del contrato. En este caso, posible

asumir que los bienes sociales son pasibles de ser identificados e

individualizados. En segundo lugar, la posibilidad física se vincula al

hecho de que el objeto exista o pueda existir materialmente. En este

caso, también es posible asumir que los bienes sociales constituyen

cosas corporales, que existen en un plano fáctico. En tercer lugar,

sobre la posibilidad jurídica, Morales señala: “[…] se refiere al caso

en que a priori particulares tipos de actos de autonomía privada no

toleran tener determinados objetos” (2010, p.180). En conclusión, no

se configura un supuesto de imposibilidad jurídica o física del objeto,

ni de indeterminabilidad del mismo.

- Nulidad por fin ilícito: Al respecto Morales sostiene: “[…]la causal

de nulidad por fin ilícito […] deberá entenderse como de aquel acto

de autonomía privada cuya causa sea ilícita, por contravenir las

normas imperativas; o las normas que interesan al orden público o a

las buenas costumbres” (2010, p.185). Del mismo modo, Vidal

Ramírez establece: “La ilicitud de la finalidad se determina,

entonces, cuando la manifestación de voluntad no se dirige a la

producción de efectos jurídicos que puedan recibir tutela jurídica,

pues la intención evidenciada del o de los contratantes del acto

jurídico es contraria al ordenamiento jurídico […]” (2005, p. 494).

En el VIII Pleno Casatorio Civil, se hace referencia a la posibilidad


de que el acto jurídico de disposición de bienes sociales, realizado

por un solo cónyuge, tenga un fin ilícito. Según este planteamiento,

el fin es ilícito, porque las partes del acto (el cónyuge contratante y el

comprador) tienen “la voluntad de engañar y perjudicar al cónyuge

que no interviene en dicho acto jurídico” (Corte Suprema, 2020). Al

respecto, cabe señalar que es posible que el propósito de las partes

haya sido, en efecto, perjudicar al cónyuge no interviniente y

despojarlo de un bien que, en la práctica, también le pertenecía. Sin

embargo, no es correcto asumir que ello sucede en todos los casos en

los que uno de los cónyuges no interviene en el acto jurídico.

Entonces, no es posible aplicar esta causal como regla general. Por

ejemplo, es posible que se trate de una promesa de venta de bien

ajeno (art. 1537), en el que ambas partes contratan con el pleno

conocimiento de que el bien es ajeno, y que no se realiza con el

ánimo de perjudicar al cónyuge no interviniente, pues el acto no será

eficaz hasta que ambos cónyuges no brinden su consentimiento para

transferir la propiedad de dicho bien. También es posible que el

cónyuge contratante sí tenga el propósito de perjudicar al otro

cónyuge, pero el comprador puede desconocer ello. En este caso, no

se configura el supuesto, pues ambas partes deben haber tenido la

intención de perjudicar y engañar. En ese sentido, no se debe

generalizar y asumir que siempre hay un fin ilícito detrás de un acto

de disposición de bienes sociales, efectuado por un solo cónyuge.

Como hemos establecido, puede haber más de una causa subyacente

a dicho acto.
- Otras causales de nulidad: En este acápite, se hará referencia a las

tres causales de nulidad restantes (con excepción de la establecida en

el art. 219 numeral 8, pues esta ya fue desarrollada anteriormente).

Así, en el artículo 219 numeral 5, se señala que el acto jurídico es

nulo cuando adolece de simulación absoluta. Ello se produce cuando

“[…] las partes se ponen de acuerdo para manifestar una voluntad

[…] que no es correlativa a su voluntad interna, lo que produce un

acto jurídico simulado, con simulación absoluta, porque las partes en

realidad no han querido celebrarlo” (Vidal Ramírez, 2005, p. 494).

Es decir, se trata de un acuerdo simulado, a partir del cual se busca

engañar a terceros (Morales, 2010, p.185). Al igual que como se

estableció con la causal de fin ilícito, este supuesto podría darse con

el propósito de despojar al otro cónyuge del bien social, por ejemplo.

Sin embargo, no es posible señalar que todos los casos de disposición

de bien social por uno de los cónyuges, son supuestos de simulación

absoluta. El juez debe valorar ello en cada caso, pero no puede

establecerse como regla general. De otro lado, en el artículo 219

numeral 6, se establece que el acto jurídico es nulo cuando no reviste

la forma prescrita bajo sanción de nulidad. Ello se da en casos en

donde la ley prescribe que un determinado acto jurídico revista una

forma ad solemnitatem. Sin embargo, esto no sucede en el caso del

acto de disposición de bienes sociales. La norma que regula este

supuesto, el artículo 315 del Código Civil, no exige que el acto

jurídico revista una forma para ser válido. Por tanto, no se configura

este supuesto. Finalmente, en el artículo 219 numeral 7, se señala que


el acto jurídico es nulo cuando la ley lo declara así. El artículo 315

del Código Civil regula la disposición de los bienes sociales y

prescribe la intervención de ambos cónyuges en el acto jurídico. Sin

embargo, no establece una consecuencia a la inobservancia de dicha

exigencia. Ello precisamente motivó el VII Pleno Casatorio Civil,

pues había confusión con respecto a cuál era la sanción ante el

incumplimiento de este requisito. En ese sentido, la ley no ha

considerado expresamente a la ausencia de uno de los cónyuges en el

mencionado acto jurídico, como una causal de nulidad. Por ello, no

se configura este supuesto.

2.1.2. Tesis de la anulabilidad

Esta tesis fue abordada a lo largo del VIII Pleno Casatorio. A

continuación, se analizará si el acto jurídico de disposición de bienes

sociales, en el que interviene solo un cónyuge, puede ser anulable. En el

artículo 221 del Código Civil, se establecen las causales de anulabilidad:

capacidad de ejercicio restringida, incapacidad relativa del agente, vicio

resultante de error, dolo, intimidación o violencia, simulación, o por

disposición de ley. ¿En este caso hay una capacidad de ejercicio

restringida o una incapacidad relativa del agente? No, porque las partes

del acto jurídico (uno de los cónyuges y el comprador) tienen una plena

capacidad jurídica y una plena capacidad de ejercicio. ¿Se presentaría un

vicio resultante de error, dolo, intimidación o violencia? Ninguna de

estas situaciones se presenta en este caso. ¿Sería un caso de simulación?

La simulación implica un acuerdo simulatorio entre las partes, a partir

del cual se buscaría engañar o defraudar a terceros. Este supuesto podría


darse, por ejemplo, si el cónyuge y el comprador simulan la compraventa

con el fin de despojar al otro cónyuge del bien. Sin embargo, no se puede

asumir que esto sucede en todos los casos en los que un cónyuge dispone

de un bien social sin la intervención de su cónyuge, y por tanto, no se

puede aplicar esta causal como una regla general para todos los casos de

este tipo. El juez deberá valorar si este supuesto se presenta en el caso

concreto, e invocar esta causal si así lo amerita. Asimismo, en el art. 221

también se indica la posibilidad de que se establezcan causales

adicionales de anulabilidad mediante ley. Sin embargo, no se establecido

ninguna causal adicional vinculada al acto jurídico de disposición de

bienes sociales. Entonces, la ausencia de intervención de uno de los

cónyuges en el acto de disposición de bienes sociales, no ha sido

comprendida como una causal de anulabilidad. Por ende, no se puede

considerar a este acto como anulable, pues este supuesto debe constar

expresamente como una causal de anulabilidad.

2.1.3. Tesis de la ineficacia

La tesis de la ineficacia fue sostenida en el voto en minoría. En primer

lugar, es importante señalar que la eficacia de un acto jurídico presupone

su validez: El contrato válido es el contrato que responde a las

prescripciones legales. Por el contrario, la eficacia del contrato se refiere

a la producción de sus efectos. De esta diversidad de nociones, se

concluye que la validez no implica necesariamente la eficacia del

negocio. El concepto de validez no se contrapone al de eficacia. La

eficacia supone validez del contrato, pero no solamente validez, sino

además idoneidad de producir consecuencias jurídicas (Morales, 2010,


158). En ese sentido, ¿el acto jurídico de disposición de bienes sociales

por un solo cónyuge es válido? Según el artículo 140 del Código Civil,

para que el acto jurídico sea válido, se requiere: 1) Plena capacidad de

ejercicio, 2) Objeto física y jurídicamente posible, 3) Fin lícito, y 4)

Observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad. En este caso,

ambas partes gozan de una plena capacidad de ejercicio. Tampoco hay

un objeto física y jurídicamente posible, ya que los bienes sociales

existen materialmente y además, es posible contratar sobre ello, pues el

ordenamiento jurídico permite incluso la venta de un bien ajeno (el bien

es ajeno porque es parte del patrimonio autónomo de la sociedad de

gananciales). Asimismo, el fin del contrato no es ilícito, pues la promesa

de venta de bien ajeno se halla regulada en el Código Civil. Finalmente,

el art. 315 no establece una forma ad solemnitatem que deba revestir el

acto. Entonces, el acto sí es válido. En esa línea, cabe analizar qué puede

causar que un acto válido sea ineficaz, y si ello sucede en el caso del acto

jurídico de disposición de bienes sociales cuando este es efectuado por

solo uno de los cónyuges. Al respecto, Fernández Cruz señala: “Aquí ya

no están en discusión cualidades intrínsecas del sujeto, sino la posición

de este respecto a determinadas cosas o bienes considerados como

posibles objetos de negocios jurídicos (circunstancias extrínsecas al

negocio)” (2016, p.28). Asimismo, Morales sostiene: “[…] la ineficacia

en sentido estricto tiene otras causas diferentes de la invalidez. Por

ejemplo, la ausencia de legitimidad de contratar, la falta de realización de

la condición o la ausencia de la inscripción.” [el subrayado es mío]

(2010, p. 161). De hecho, en el voto en minoría, la tesis de la ineficacia


se fundamentó principalmente en una falta de legitimación por parte del

cónyuge que realiza el acto de disposición de bienes de la sociedad

conyugal, sin la intervención del otro cónyuge. A través de los años, esta

posición también ha sido adoptada en numerosas casaciones. Por

ejemplo, en la Casación N° 381-2015- Lima Norte y en la Casación N°

111-2006- Lambayeque, los magistrados de la Corte Suprema de Lima

Norte y Lambayeque, respectivamente, establecieron que el acto jurídico

de disposición de bienes sociales por un solo cónyuge es ineficaz, pues sí

se cumple con todos los requisitos de validez, pero se carece de

legitimación para contratar. Así, es fundamental resaltar que si bien la

legitimación no es un elemento del negocio jurídico (como la

manifestación de voluntad, por ejemplo), sí forma parte de su estructura,

pues es un presupuesto: “Los presupuestos si bien no componen el

interior del negocio jurídico son necesarios para su estructuración,

siendo, de esta manera, antecedentes (previos) e indispensables de la

construcción del supuesto normativo del negocio jurídico” (Beltrán y

Campos, 2009, p.200). Así, las partes del negocio jurídico deben cumplir

con los requisitos de capacidad, determinabilidad y legitimación, para

que dicho negocio se configure como tal (Beltrán y Campos, 2009,

p.200). En ese sentido, ¿qué implica tener legitimidad o legitimación

para contratar? El primero en esbozar un concepto de “legitimación” fue

Francesco Carnelutti. Carnelutti clasifica las relaciones jurídicas activas

y pasivas en dependientes e independientes. En las relaciones

independientes, hay, a su vez, dos tipos de relaciones jurídicas: una

relación cualificante y una relación cualificada. Entra estas dos


relaciones, hay un vínculo de dependencia, lo que implica que la relación

cualificante debe existir al mismo tiempo en el que nace la relación

cualificada, a fin de que esta última pueda desplegar sus efectos jurídicos

(Carnelutti, citado en Priori, 2016, p. 150). Así, es fundamental destacar

que, a partir de la tesis de la ineficacia, sí se cautelan los intereses del

cónyuge, pues puede interponer una acción de ineficacia, y el acto no le

será oponible. El bien permanecerá en la esfera patrimonial de la

sociedad conyugal. Sin embargo, también se le da la oportunidad de

ratificar el acto. Además, cabe resaltar que también se cautelan los

intereses del adquirente de buena fe, pues el acto es válido y eficaz entre

las partes. Ello permite que tenga acceso a otro tipo de remedios, como la

rescisión, la resolución por incumplimiento, la posibilidad de acceder a

una tutela resarcitoria, etc. En ese sentido, la tesis de la ineficacia

permite cautelar todos los intereses dignos de tutela presentes en este

caso, en especial los del cónyuge que no intervino y los del adquirente de

buena fe. Efecto de la nulidad del acto jurídico

2.2. Implicancia de la nulidad del acto jurídico en el tercero registral de

buena fe

En el acápite anterior, se analizó los efectos de la nulidad del acto jurídico de

disposición de bienes sociales, en relación al comprador. Sin embargo,

también es importante analizar cómo afectaría la nulidad de este acto al

tercero que contrata y adquiere el bien del comprador. En ese sentido, es

fundamental distinguir al tercero que adquiere bajo los parámetros del

artículo 2014 del Código Civil de cualquier otro tercero. Para ello, se debe

analizar el artículo 2014 y a qué principio registral se vincula.


El artículo 2014 del Código Civil recoge el principio de fe pública registral:

El tercero que de buena fe adquiere a título oneroso algún derecho de

persona que en el registro aparezca con facultades para otorgarlo, mantiene

su adquisición una vez inscrito su derecho, aunque después se anule,

rescinda, cancele o resuelva el del otorgante por virtud de causas que no

consten en los asientos registrales y los títulos archivados que lo sustentan.

La buena fe del tercero se presume mientras no se pruebe que conocer la

inexactitud del registro. Así, este principio se vincula a la protección que el

ordenamiento jurídico brinda a aquellos que contratan de buena fe, y

confiando en la información que publicita el Registro. Ello va en

consonancia con lo establecido en el artículo 3 de la Ley N° 26366, Ley de

Creación del Sistema Nacional de Registros Públicos: “ Son garantías del

Sistema Nacional de Registros Públicos: “[…] La seguridad jurídica de los

derechos de quienes se amparan en la fe del Registro […]”. En ese sentido,

la protección que se otorga a quien contrata con quien aparece como titular

de un derecho en el Registro, le permite mantener la titularidad de dicho

derecho. Ello sucede incluso si hay una inexactitud en el contenido del

Registro, en tanto no se demuestre que el tercero tuviera conocimiento de

dicha inexactitud. Así, es fundamental recordar que a partir de la Ley N°

30313, se modificó el artículo 2014 del Código Civil, y se estableció la

obligación del tercero de revisar no solo los asientos registrales, sino también

los títulos archivados vinculados al bien, para poder acogerse a la protección

del principio de fe pública registral. Ello ha sido reafirmado por el Tribunal

Constitucional (2020) en el Expediente N° 0018-2015-PI: “[…] además de la

observancia […] de los propios requisitos exigidos por el artículo 2014 del
Código Civil, en los términos en los que ha sido modificado por la Ley

30313, como por ejemplo, la escrupulosa revisión de los asientos registrales

y de los títulos archivados” [el subrayado es mío]. En esa línea, Avendaño y

Del Risco (2012, pp. 190-191) señalan: El principio de fe pública registral

supone que el verdadero dueño del bien, que no tiene derecho inscrito, queda

privado de su titularidad en beneficio de otra persona (llamado “tercero

registral”) que adquirió de buena fe de quien 36 aparecía en el Registro

como titular del bien y con capacidad para transferirlo, a pesar de que este

último no ostenta dicho derecho. […] El principio de fe pública registral

sacrifica el derecho del verdadero propietario en beneficio del tercero

adquirente, en aras de garantizar la seguridad jurídica y la confianza en la

apariencia registral Asimismo, Mejorada sostiene: La protección de los

terceros adquirentes transcurre en un escenario de excepción, que funciona

para darle a los terceros un derecho que de ordinario no habrían adquirido

[…] cuando se privilegia el tercero adquirente y se afecta la propiedad del

otro, estamos ante la inevitable opción de amparar una propiedad individual

en desmedro de otra, con el fin supremo de atender un interés superior que

beneficie a todos” (2012, p. 142). Este interés superior se vincula al principio

de seguridad jurídica. En ese sentido, es fundamental establecer claramente

cuáles son los requisitos que debe cumplir el tercero para acogerse a esta

protección, según el artículo 2014 del Código Civil: 1) Debe tener buena fe,

2) Debe haber adquirido a título oneroso un derecho, 3) Debe haber

contratado/adquirido de quién figuraba en el Registro con facultades para

otorgar el derecho, 4) Debe haber revisado los asientos registrales y los

títulos archivados vinculados al bien, y haber verificado que no consten


causas que puedan anular, rescindir, cancelar o resolver el derecho del

otorgante del derecho 5) Debe haber inscrito su derecho en el Registro. Estos

requisitos deben concurrir. Si no es así, no se configurará el tercero registral

de buena fe. Así, es importante analizar con mayor detenimiento al cuarto

requisito en relación a este caso, pues pueden surgir supuestos

problemáticos. En específico, cabe analizar dos situaciones. Primera

situación: A y B son cónyuges, y uno de los bienes sociales es un predio. Por

su parte, el VIII Pleno Casatorio Civil ha determinado que la nulidad del

acto jurídico no debería afectar al tercero registral de buena fe: “[…] la

disposición de un bien social por uno de los cónyuges sin el consentimiento

del otro es un contrato nulo, pero no repercute contra aquel tercero que lo

haya adquirido conforme a los requisitos establecidos en el artículo 2014 del

Código Civil” (Corte Suprema, 2020). En esa línea, se señala: “quien

contrata confiado en la información registral, no puede ser perjudicado”

(Corte Suprema, 2020). Como se ha establecido anteriormente, la

“información registral” a la que se hace referencia no solo es la contenida en

los asientos registrales, sino también en los títulos archivados. Este es un

aspecto que la Corte Suprema debió haber desarrollado a mayor

profundidad, especialmente cuando pueden surgir supuestos problemáticos

como al que se hizo referencia párrafos arriba. Asimismo, cabe preguntar:

¿Puede el cónyuge que no intervino en el acto jurídico evitar la

configuración del tercero registral de buena fe? Sí, es posible enervar la

buena fe del tercero a partir de la anotación de la demanda de nulidad del

acto jurídico (contrato de compraventa entre el otro cónyuge y el comprador)

en la partida registral del bien. Esto debe realizarse de manera previa a la


inscripción del derecho por parte del tercero. En lo que se refiere a las

sucesivas transferencias de propiedad del bien (después de la adquisición del

bien por el tercero registral de buena fe), estas tampoco serían afectadas por

la nulidad, pues como señalan Avendaño y Del Risco (2012, p.191), el

tercero es para todos los efectos, el propietario del bien, y tiene la facultad

legítima de disponer del bien. Finalmente, cabe señalar que en el caso

concreto que motiva el VIII Pleno Casatorio Civil, no se configura el caso de

un tercero registral de buena fe, pues, según los hechos del caso, el bien no

se hallaba inscrito en Registros Públicos a nombre de la sociedad conyugal.

De hecho, tampoco fue inscrito por quien realizó el contrato de compraventa

con la cónyuge (Rocío Zevallos), ni por quién, a su vez, adquirió de la

compradora (Martha Matos). Entonces, el principio de fe 39 pública registral

y la protección que brinda al tercero que contrata bajo los parámetros del art.

2014 del Código Civil, no es aplicable en este caso. La buena fe pública

registral, se consagra en el artículo 2014 del código sustantivo, es aquella en

virtud de la cual el tercero que adquiere con base en la legitimación

dispositiva de un titular registral es mantenido en la adquisición non domino

que realiza, una vez queda inscrito su derecho con los demás requisitos

exigidos por la ley.

El sistema jurídico peruano opta por la protección al tercero adquiriente de

buena fe, negando el carácter absoluto de la regla nemo plus iuris, como se

aprecia en lo dispuesto por los artículos 948, 1135, 1542 y 2014 del código

civil principalmente. Y es que la norma de orden público, que obliga la

participación de los dos cónyuges en la disposición de bienes, sede frente a

la seguridad del tráfico pues el adquiriente no podía saber que dicha norma
era aplicable la norma de orden público, que obliga la participación de los

dos cónyuges en la disposición de bienes, sede frente a la seguridad del

tráfico pues el adquiriente no podía saber que dicha norma era aplicable.

3. Precedentes vinculantes

En los casos en los que los jueces de la República adviertan que un solo

cónyuge, sin la intervención del otro, dispone de bienes sociales que

pertenecen a la sociedad de gananciales, deberán tener lo presente lo

siguiente:

El derecho de propiedad es un derecho humano de primera generación y por

tanto la protección de este derecho exige que se desestime cualquier

conducta o artificio con la que se pretenda desconocerlo, afectando los

derechos patrimoniales de una de las partes en el dominio de un bien que les

pertenezca en su condición de cónyuge.

Las normas que se aplican para la co-propiedad de los bienes, resultan ser

aplicables supletoriamente cuando se trata de la disposición indebida de los

derechos que son inherentes a la sociedad de gananciales en la institución

matrimonial, aun cuando existiendo este vínculo, los documentos personales

de cada cónyuge no hagan constar esta condición de sus relaciones

matrimoniales.

Las reglas de tutela del derecho de propiedad deben estar esencialmente

orientadas a impedir en todos los casos el ejercicio abusivo de los derechos

inmobiliarios de uno de los cónyuges, cuyo comportamiento a su sola

iniciativa se impulse para tratar de disponer de los bienes que pertenecen a la

sociedad de gananciales.
La actuación conjunta a que se refiere el artículo 315° del Código Civil,

constituye la regla para los actos de disposición de bienes sociales.

Para disponer de los bienes sociales, se requiere que en el acto de disposición

intervengan ambos cónyuges por mandato expreso del artículo 315° del

Código Civil, como elemento constitutivo necesario para la validez del acto

jurídico. Por ello, el acto de disposición de un bien social realizado por uno

solo de los cónyuges, sin la intervención del otro, es nulo por ser contrario a

una norma imperativa de orden público, según el inciso 8) del artículo 219°

del Código Civil, concordante con el artículo V del Título Preliminar del

acotado Código.

Tratándose del caso referido al cónyuge que dispone del bien social, que

actúa en nombre de la sociedad de gananciales excediéndose del poder

especial otorgado por el otro cónyuge, actos ultra vires, el acto de

disposición deberá reputarse ineficaz en virtud de lo dispuesto en el artículo

161° del Código Civil.

Cualquiera de los cónyuges puede reivindicar el bien que pertenece a la

sociedad de gananciales, en el caso de que uno solo de ellos hubiera

dispuesto de la propiedad en común.

Bien, se indicaba que serán inválidos por nulidad, según se ha dicho, por tres

razones: (i) por ausencia de declaración de voluntad del cónyuge no

participante, (ii) porque su objeto es jurídicamente imposible y/o (iii) porque

tiene un fin ilícito. Y serían ineficaces en sentido estricto en cuanto son

realizados por una parte que carece de legitimidad para contratar. De darse la

nulidad, lo cual determinaría la invalidez del negocio jurídico, ello

significaría la improductividad de efectos jurídicos del negocio desde un


inicio, tanto para las partes contratantes como para el cónyuge no

participante, así como la imposibilidad de subsanación. “La nulidad del

Contrato impediría también que el adquirente de buena fe actuase remedios

contractuales supletorios establecidos por ley, tales como las garantías de

saneamiento, resolución por incumplimiento y otros remedios

sinalagmáticos”. La parte que contrató con el cónyuge no autorizado sólo

podría pedir jurisdiccionalmente que se le indemnice la afectación a su

llamado “interés negativo” por haber celebrado un contrato inválido, esto es,

que se le reestablezca a la posición inicial en la que hubiera estado antes de

celebrar este negocio. El plazo para solicitar la nulidad es de 10 años. En

cambio, si se opta por la ineficacia en sentido estricto, ello significaría que el

negocio jurídico no surte efectos provisionalmente respecto al cónyuge

preterido, pero éste tiene el poder de ratificar ese negocio jurídico o dejarlo

sin efectos definitivamente con respecto a su persona (oponibilidad)

reivindicación, pudiendo ejercer esta pretensión en cualquier momento dada

su imprescriptibilidad. En caso esto último suceda, quedaría a salvo la

vinculación entre las partes que celebraron el contrato, para quienes el

contrato sí surtiría efectos. En este caso la parte que celebró el contrato

podría exigir el cumplimiento del contrato y, toda vez que ello no va a ser

posible de realizar, dada la negativa de ratificación, podría demandar el

resarcimiento por la afectación a su “interés positivo”, es decir, el interés en

el cumplimiento efectivo del contrato que se verá reflejado en el daño

emergente y lucro cesante que el incumplimiento de su contraparte le haya

generado. La protección del tercero, así como del cónyuge afectado, quedan

aseguradas con esta posición.


CONCLUSIONES
- En la Casación N° 3006-2015-JUNÍN, la Corte Suprema de Justicia de la

República, concluye que la inobservancia del requisito previo en el artículo 315°

del Código Civil (intervención conjunta de los cónyuges) constituye causal de

nulidad, en concordancia con lo dispuesto en el inciso 8 del artículo 219° del

Código Civil.

- El tercero adquirente que haya comprado el bien social de buena fe

(debidamente demostrado) y lo haya inscrito en Registros Públicos se encuentra

protegido por los alcances del artículo 2014 del Código Civil, de tal manera que

en su contra no se podrá amparar la nulidad de acto jurídico.

-
RECOMENDACIONES Y SUGERENCIAS

1.

2. La actualización del estado civil debe ser un acto de oficio de parte del RENIEC, y no
de parte del declarante. Asimismo, la actualización del estado civil debería poder ser
verificada por el Notario y el Registrador Publico, a fin de evitar que cualquier cónyuge
disponga de un bien de la sociedad conyugal, sin el consentimiento del otro.
BIBLIOGRAFÍA

Casación N° 3006-2015-JUNIN (Corte Suprema de Justicia de la República [Perú], 18


de setiembre de 2020)
Varsi, E. (2016). La disposición de los bienes sociales es de interés familiar en el VII
Pleno Casatorio Civil. Actualidad Civil, 19, 112-114.
Plácido, A. (2016). La ineficacia estructural o invalidez de los actos de disposición de
bienes por un solo cónyuge. Gaceta Civil y Procesal Civil, (31), 156-219.
ANEXOS
CUADROS
1. SUJETOS LEGITIMADOS EN UN PROCESO DE NULIDAD DE ACTO
JURIDICO

2. ESTADÍSTICA SEGÚN INFRACCION NORMATIVA INVOCADA POR LAS


PARTES (20..)

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