Beltrame, Castaño, Kandel RESUMEN
Beltrame, Castaño, Kandel RESUMEN
Beltrame, Castaño, Kandel RESUMEN
El presente documento integra el Repositorio Digital Institucional “José María Rosa” de la Biblioteca
“Rodolfo Puiggrós” de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)
This document is part of the Institutional Digital Repository “José María Rosa” of the Library “Rodolfo
Puiggrós” of the University National of Lanús (UNLa)
Cita sugerida
Beltrame F., Castaño J., Kandel, V. (2020). Los derechos humanos y el Estado: una relación
necesaria y compleja. Universidad Nacional de Lanús. Instituto de Justicia y Derechos
Humano. Disponible en https://doi.org/10.18294/rdi.2020.176529
Condiciones de uso
www.repositoriojmr.unla.edu.ar/condicionesdeuso
Los derechos humanos y el Estado. Una relación necesaria y
compleja
Presentación
En este texto nos proponemos hilar los conceptos de Derechos Humanos, Estado,
Ciudadanía y Democracia, pues entendemos que están profundamente relacionados,
y que, además, comprenderlos por separado y ligarlos, va a permitirnos una mejor
aproximación a los Derechos Humanos. Reflexionaremos sobre el Estado como una
institución Moderna, y veremos cómo se fue organizando concretamente en el caso de
la Argentina. Al mismo tiempo, veremos que los derechos están íntimamente ligados al
Estado, pues éste es quien tiene la capacidad de reconocerlos y hacerlos efectivos
mediante leyes, recursos y presupuesto.
En la primera parte presentamos algunos conceptos generales sobre el Estado, los
Derechos y la Democracia. Luego, en la segunda parte, nos referimos específicamente
al caso argentino, intentando plantear el modo en que los conceptos explicados en la
primera parte han ido tomando forma concreta en nuestro país.
1
Parte I
El Estado como problema y como solución para el ejercicio de los derechos
humanos
A la hora de reflexionar sobre la garantía y efectivización de los derechos de todos los
ciudadanos y todas las ciudadanas, es preciso hablar del Estado. Fundamentalmente
porque el Estado es responsable, tanto por acción como por omisión, de la garantía y
ejercicio pleno de los Derechos Humanos. En caso de que exista una vulneración de
derechos, se evidencia una “acción u omisión de derecho consagrado en un
instrumento internacional” (Kawabata, 2003). Por esta razón, podemos decir,
parafraseando al autor Peter Evans1, que el Estado es un problema, pero también una
solución para el pleno cumplimiento de los derechos humanos. Es un problema
cuando interfiere, obstaculiza o impide el acceso a un derecho, pero también es la
solución, cuando actúa, protege y promueve el pleno desarrollo de los derechos.
Desde que los Estados se comprometen en el ámbito internacional, los ciudadanos y
las ciudadanas tienen la posibilidad de ser sujetos de derecho en el Sistema
Internacional de Protección de Derechos Humanos para demandar prestaciones y
acciones estatales (Abramovich, 2006). Si bien el paradigma de los Derechos
Humanos no impone u obliga a la implementación de políticas públicas específicas, sí
proponen una orientación desde el enfoque de derechos2, que se basa en los
siguientes principios: la exigibilidad, la participación social, la universalidad y la
progresividad. Por todo lo dicho podemos afirmar que el Sistema Internacional de
Protección de Derechos Humanos plantea obligaciones a los Estados. Desde esta
perspectiva, el Estado tiene distintos niveles de obligaciones que suponen tanto
acciones como omisiones en la conducta estatal: respetar, no impedir ni obstaculizar,
proteger, garantizar y promover los derechos.
Cuadro Nº1: Niveles de obligaciones estatales
1
Peter Evans (1992) publicó el artículo “El Estado como problema y como solución” en el cual
analizó el rol del Estado para comprender el desarrollo económico. El autor propone una
contribución al neoinstitucionalismo, la tercera ola de ideas acerca del papel del Estado,
indagando sobre las características institucionales del mismo durante los procesos de cambio
estructural, cualquiera sea la orientación macroeconómica: de transformación industrial o ajuste
estructural de matriz neoliberal. Preocupado por las deficiencias institucionales, vinculadas con
las capacidades y la autonomía del Estado, el autor hace foco en la iniciativa estatal como
factor primordial para el funcionamiento adecuado del plan económico a desempeñar. Para ello
realiza un estudio comparado entre diferentes trayectorias de desarrollo y el papel que tuvo el
Estado en dicho proceso.
2
El enfoque de derechos en las políticas públicas tiene como fuente el trabajo realizado en el
ámbito de las Naciones Unidas (ONU), asociado expresamente a la defensa de los DDHH.
Según Cunill Grau (2010), el enfoque de derechos se puede definir como un marco de normas
y valores que moldean las políticas y las instituciones.
2
El derecho internacional de los DDHH no formula
políticas, sino que establece estándares que sirven de
marco orientador a los Estados. En este sentido, el
Estado es responsable internacionalmente en materia
de Derechos Humanos, tanto cuando viola derechos por
sus acciones directas, como cuando no implementa las A modo de ejemplo, el 18 de abril de
políticas públicas que promuevan y garanticen el acceso 2019, la CIDH admitió el tratamiento
a los derechos para todos y todas por igual. del caso de José Delfín Acosta
Martínez y familiares, respecto de
Por ello, cabe mencionar un elemento adicional: el
Argentina (Caso 12.906). La Comisión
Sistema Internacional de Protección de los Derechos
decidió elevar la causa a la Corte
Humanos (SIPDH) es subsidiario a los Estados
nacionales: esto quiere decir que interviene en caso de Interamericana de Derechos Humanos,
que no se cumpla internamente con las instancias de a causa de profundizar la investigación
reclamo institucional para hacer efectivos esos derechos de la muerte de José Delfín Acosta
consagrados en convenciones y tratados. El Estado Martínez, afrodescendiente y de
tiene sus propios mecanismos para garantizar la justicia, nacionalidad uruguaya, cuando fuera
como los procedimientos establecidos en la Constitución detenido de forma ilegal, arbitraria y
Nacional, el Código Civil y Comercial o el Código Penal, discriminatoria por la policía en 1996.
a los fines de proteger el debido proceso judicial de La Comisión consideró que el Estado
todos los ciudadanos y todas las ciudadanas. Kawabata era responsable por la violación de los
(2003) explica que existen dos requisitos que deben derechos a las garantías judiciales y
cumplirse para poder decir que se está vulnerando un protección judicial, y recomendó la
derecho humano: por un lado, la existencia de la realización de diversas acciones por
afectación de un derecho garantizado en algún parte del Estado: reparar
tratado internacional, esta acción puede ser realizada integralmente las violaciones de
por el Estado o por un particular; por otro lado, debe derechos humanos declaradas en
tratarse de un derecho que haya sido consagrado en dicho informe, tanto en el aspecto
un instrumento internacional al cual la Argentina haya material y moral; disponer las medidas
suscripto y se haya comprometido a garantizar. Este necesarias para investigar penalmente
segundo requisito es central, dado que sólo los Estados y disciplinariamente de manera
tienen la facultad de suscribir acuerdos internacionales. exhaustiva, diligente y en un plazo
Según la Constitución Nacional Argentina en su Artículo razonable, todas las responsabilidades
99 Inc. 11, el o la Presidente de la Nación es quien derivadas de las violaciones adoptar
representa internacionalmente al país y firma los pactos, las medidas necesarias para evitar la
convenciones, protocolos o declaraciones repetición de los hechos del caso.
internacionales: “Concluye y firma tratados, concordatos
y otras negociaciones requeridas para el mantenimiento Para saber más, consultar en
de buenas relaciones con las organizaciones https://www.corteidh.or.cr/
internacionales y las naciones extranjeras, recibe sus
ministros y admite sus cónsules”. Luego, el Congreso
Nacional, tiene la competencia de aprobar dichos
tratados de derechos humanos emprendidos desde la
Presidencia: “Aprobar o desechar tratados concluidos
con las demás naciones y con las organizaciones
internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos
tienen jerarquía superior a las leyes”3.
3
Vale la pena mencionar que existen tratados internacionales de derechos humanos que cuentan con jerarquía
constitucional, quiere decir que deben ser considerados al igual que la Carta Magna de nuestra nación. Estos diez
tratados son mencionados en el Artículo 75 Inc. 22 de la Constitución y son los siguientes: la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de
Genocidio; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la
3
En síntesis, entendemos que el Estado es responsable internacionalmente.
¿Cuándo? Siempre. Porque el Estado debe responsabilizarse por la violación a los
derechos humanos cuando actúa directamente infringiendo algún derecho como
cuando no realiza las medidas necesarias para prevenir la afectación de los derechos
cometida por terceros, o para reparar la violación perpetrada por un particular.
En caso de vulneraciones de distintos derechos, las personas pueden accionar
diversos mecanismos para visibilizar y hacer cumplir sus demandas y necesidades y
denunciar injusticias. En caso de que los reclamos no fueran resueltos en la vía
administrativa y tampoco en la vía judicial en el marco de un Estado nacional, es
posible realizar un reclamo en el Sistema Internacional de Protección de los Derechos
Humanos. Para los casos de denuncias contra Estados del Continente americano, los
reclamos deben realizarse en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos4 (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA), siempre y
cuando dicho Estado se encuentre comprometido internacionalmente mediante la
firma o suscripción de los Tratados Internacionales correspondientes.
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la
Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño.
4
La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en
la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros
independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan sus países de
origen o residencia (OEA, 2018).
4
dominación moderna, refiere al ejercicio del poder político por medio de un cuerpo
administrativo burocrático, que procede mediante normas y leyes que enmarcan la
acción gubernamental. Los tipos ideales propuestos por Weber no son puros, son
construcciones analíticas que nos permiten estudiar las formas en que se construye el
poder político. Si bien el Estado en la actualidad se rige en gran parte por estructuras
administrativas y burocracias, es real que puede combinarse con liderazgos políticos
carismáticos, por lo que no son conceptos antagónicos o excluyentes.
A la hora de pensar sobre el Estado moderno, no nos aparecen imágenes concretas.
El Estado no aparece como tal sino que constituye un concepto abstracto, lo que
vemos son sus instituciones. Por ello, el Estado es una relación de dominación que se
materializa, se cristaliza en instituciones, en una estructura organizativa, tiene una
burocracia que es el personal del sector público que toma decisiones y las implementa
a lo largo de todo un territorio. En síntesis, el Estado es poder pero también es un
conjunto de instituciones que tienen por objetivo cumplimentar con un sistema de
gestión, mediante diferentes poderes instituidos: el poder ejecutivo, el poder legislativo
(en Argentina refiere al Congreso de la Nación) y el poder judicial, que comprende a
los jueces, fiscales y defensores públicos.
En su libro El tiempo de los derechos (1991), Norberto Bobbio, afirma que hay una
estrecha conexión entre los regímenes democráticos y los Derechos Humanos. El
reconocimiento y la protección de los Derechos Humanos están en la base de las
constituciones democráticas modernas porque los derechos surgieron históricamente
a partir de la consolidación de los Estados Modernos. Esto sucedió cuando las
personas dejaron de ser súbditos y se convirtieron en ciudadanos, teniendo derechos:
“Derechos humanos, democracia y paz son tres elementos necesarios del mismo
movimiento histórico: sin derechos humanos reconocidos y protegidos no hay
5
democracia; sin democracia no existen las condiciones mínimas para la solución
pacífica de los conflictos. Con otras palabras, la democracia es la sociedad de los
ciudadanos, y los súbditos se convierten en ciudadanos cuando se les reconoce
algunos derechos fundamentales” (Bobbio, 1991:14).
En este sentido, se podría decir que mientras la sociedad antigua era jerárquica, la
sociedad moderna dialoga con la igualdad. Entonces, otro concepto importante refiere
a que los Derechos Humanos nacen con el Estado moderno, cuando a partir de un
cambio radical en la forma de pensar al mundo genera un cambio sobre la forma de
organización política de la sociedad: la relación de representación política entre
gobernantes y gobernados pasa de soberano-súbdito a Estado-ciudadano/a. Según
Bobbio, esta transformación es producto de las guerras de religión por las que surgió
el derecho a no ser oprimido/a, es decir, a resistirse a la opresión, y así se iniciaron los
reclamos por las libertades fundamentales. Este reconocimiento de los derechos de
los ciudadanos y ciudadanas de un Estado fue el paso previo y necesario al
reconocimiento de los derechos del ciudadano/a del mundo. Ello quiere decir que, a
partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, las personas pasaron a
ser ciudadanos y ciudadanas del mundo y sus derechos debieron ser respetados por
todos los Estados, no solamente por el que habitan.
En tercer lugar, el Estado produce identidades, O´Donnell (1984) explica que el Estado
se construye históricamente y aglutina a la sociedad a partir de las ideas de nación,
pueblo y ciudadanía. Vilas también reflexiona en el mismo sentido: “El Estado
moderno occidental constituyó a su población como pueblo, y más exactamente como
pueblo-nación. Un pueblo de sujetos portadores de derechos, es decir un pueblo de
ciudadanos, igualados formalmente en su condición de tales por encima de las
diferenciaciones derivadas de la heterogeneidad social y de su acceso a recursos”
(Vilas, 2012 16).
La idea de nación dota de contenido al interés general, cimenta comunidad; implica la
construcción de un nosotros delimitado que genera cohesión social mediante la
conformación de una identidad colectiva. Además, la constitución de un pueblo supone
una solidaridad colectiva como manera de integrar las diferencias en la sociedad y
subsanar las contradicciones de clase y diferencias socioeconómicas de origen a fin
de organizar el consenso y convivencia social:
“La construcción del Estado es por lo tanto un proceso histórico y cultural. No
sólo en el sentido de culminación de un encadenamiento prolongado de acciones
que a la postre convergen en ese resultado –convergencia que no es inevitable--,
sino también porque el Estado perdura en la medida en que es creado y recreado
por una miríada de actos cotidianos, de decisiones y mandatos formales y
prácticas informales. Ese conjunto de pequeñas acciones y actitudes cotidianas en
el ámbito de la vida privada y en sus articulaciones con la esfera pública, da
testimonio de una conjugación multifacética entre utilidad y afectividad, entre
intereses y emociones, entre percepciones y convicciones, que constituyen los
microfundamentos de legitimidad de las grandes estructuras formales y de los
procesos macrosociales. “Un Estado existe sobre todo en el corazón y en la mente
de su pueblo –dice Strayer--; si éste no cree que esté allí, ningún ejercicio lógico lo
traerá a la vida” (Vilas, 2012: 6).
6
Sin embargo, este tratamiento igualitario que ¿Estado y nación o Estado-Nación?
brinda el Estado a partir de la construcción de
las ideas de nación, pueblo y ciudadanía Las nociones de Estado y nación son diferentes
presenta algunas complejidades. La entre sí. Mientras que ya hemos dado una
ciudadanía implica la existencia de una definición de Estado como una forma de
igualdad formal de todos los sujetos de dominación política, la nación refiere a
derecho en el marco de un Estado, es una identidades y tradiciones construidas histórica y
abstracción que afirma la libertad jurídica y culturalmente, que reflejan la idiosincrasia y el
elimina la desigualdad entre los sujetos en un espíritu social de la población situada en un
territorio determinado. Así, la igualdad ante la territorio determinado. Tal como plantean
ley es fundamental para la puesta en marcha Moreira et al. (2011) la idea de nación es lo que
de una democracia, fundamental para la visión confiere legitimidad y consenso al
liberal. funcionamiento del Estado como ordenamiento
jurídico y político en el marco de sus fronteras
nacionales.
Estado e igualdad
Volviendo al tema del Estado, la Modernidad comenzó a
delinear una institución política –el Estado- apoyada en la
defensa de la igualdad de los ciudadanos y ciudadanas.
Esta concepción de la igualdad es formal, se traduce como
igualdad ante la ley, porque nació como reacción contra
las sociedades medievales que justificaban y legalizaban
las distinciones entre las diferentes castas. Por ello, la
igualdad emerge en la modernidad como una erradicación
de las distinciones legales fundadas en el nacimiento, la
religión, la clase social u origen socioeconómico, las
preferencias individuales (Abramovich y Courtis, 2006).
Desde el marxismo se denunció y expuso la desigualdad
material que escondía la igualdad formal. Según esta Karl Marx (1818-1883)
posición, crítica del liberalismo, la existencia del Estado
moderno no puede ser pensada sin la génesis del
capitalismo (Hirsch, 2001). Previamente, en la Edad Media, el señor feudal controlaba
la libertad física y económica del siervo. En la modernidad, rige la igualdad ante la ley,
sin embargo, el trabajador está desposeído de los medios de producción y no se
encuentra en igualdad de condiciones que el dueño de la fábrica. Por lo tanto, aunque
7
exista igualdad formal, no estaba garantizada la igualdad de oportunidades para los
diferentes grupos sociales.
Esta denuncia, que fue iniciada por las organizaciones obreras a principios del siglo
XX, permitió visibilizar que el rol del Estado, en realidad, perpetuaba la desigualdad
socioeconómica. A pesar de que se garantizaban los derechos de ciudadanía, se
realizaban exclusiones en términos de género y raza, y a su vez se igualaba a los
diferentes grupos, sin considerar las desigualdades existentes entre trabajadores/as y
empresarios/as. Este giro dio lugar al surgimiento del Derecho Social, trabajo,
seguridad social, salud, educación, vivienda o medio ambiente para garantizar un
mínimo estándar de vida, brindando más oportunidades a las poblaciones
desaventajadas, fundamentalmente trabajadores y trabajadoras. Por ello, el derecho
social, procura garantizar la igualdad material: “que pretende constituirse en
instrumento de equiparación, igualación o compensación. Se trata de un modelo que
concibe las relaciones legales a partir de la conciencia de la desigualdad material y de
oportunidades de las personas pertenecientes a distintos grupos sociales. Esto supone
la posibilidad de dar un trato diferente a personas pertenecientes a grupos en distinta
situación” (Abramovich y Courtis, 2006: 16).
En la actualidad, las demandas por las injusticias socioeconómicas y socioculturales
siguen presentes (Fraser, 1997), de forma tal que a pesar de la existencia de
condiciones democráticas y de la vigencia del Estado de derecho “es común que los
campesinos, los residentes en barrios pobres, los indígenas, las mujeres, etcétera, no
reciban un trato justo en los tribunales, ni gocen de acceso a servicios públicos a los
que tienen derecho, estén a salvo de la violencia policial, carezcan de derechos
laborales, etcétera (O´Donnell, 1993: 16).
Para resumir esto último, podemos identificar un primer momento, cuando en los siglos
XVII y XVIII en Europa y también en América se comenzaron a organizar los Estados,
se buscó generar un marco de igualdad formal que garantizara derechos políticos a
quienes eran considerados ciudadanos en ese momento: varones, propietarios,
alfabetizados. A lo largo del siglo XIX se fue consolidando el Estado como institución,
pero al mismo tiempo se fue consolidando también el capitalismo como modelo
económico, y en él, los trabajadores como un sector social importante. Tan importante
que a lo largo de los siglos XIX e inicios del XX esos trabajadores se organizaron y
lucharon por incorporarse a la vida política de los Estados. Lo lograron primero
accediendo a los derechos civiles y políticos y, puntualmente, al voto. Pero luego,
avanzó una discusión sobre la necesidad de construir una igualdad sustantiva, es
decir, sobre las posibilidades reales y concretas de hacer efectiva esa igualdad. Nos
ocuparemos de esto en el siguiente apartado, pues deberemos mencionar que los
Estados no siempre interactuaron del mismo modo con la igualdad.
La discusión sobre las funciones del
Estado
El Estado no tuvo siempre la misma forma,
no siempre se encargó de cumplir las
mismas funciones. A partir del siglo XVIII
emergieron las ideas que pusieron en
cuestión el Estado absolutista. Este tipo de
organización política, moderna pero
autoritaria porque concentraba el poder
político en los monarcas, fue puesta en John Locke (1632-1704)fue un
jaque por el liberalismo. Para los importante pensador inglés.
fundadores del liberalismo, corriente
difundida por autores como John Locke
(1632-1704), el poder del Estado había nacido para garantizar la vida, la libertad y la
8
propiedad de los individuos que se asociaban para autogobernarse. Estos derechos se
denominan derechos civiles y políticos, de primera generación.
Esta corriente de pensamiento sostuvo que las funciones del Estado debían ser
mínimas, porque el objetivo era limitar el poder del Estado absolutista. En este sentido,
el Estado no debía intervenir en la esfera de los asuntos privados de los ciudadanos
salvo que estos asuntos se convirtieran en una ofensa al derecho de uno por parte de
otro. Incluso, todavía en las primeras décadas del siglo XIX, los pensadores,
investigadores y políticos que sostuvieron este punto de vista, consideraron que la
función mínima del Estado era asegurar que cada individuo pudiera gozar de la más
completa libertad para desarrollar sus facultades singulares.
Para los liberales, el Estado tampoco tenía que intervenir en las actividades
económicas que las personas organizaban para satisfacer sus necesidades básicas.
La riqueza y la pobreza eran explicadas como resultado de los esfuerzos individuales
para desarrollar al máximo las capacidades de cada persona y obtener los mayores
beneficios. Esta transformación en el campo de las ideas políticas se desarrolló
contemporáneamente a la consolidación del modo de acumulación capitalista, de la
industrialización y de la conformación del asalariado urbano, que supuso el traslado de
las familias, que dejaron de vivir de la producción en el campo para pasar a producir
bienes y servicios en las grandes urbes.
En materia económica, hacia fines del siglo XIX, algunas sociedades europeas
comenzaron a revisar la idea de que el Estado no debía intervenir en la economía ni
en la distribución de la riqueza producida por la sociedad (Abramovich y Courtis,
2006). Por un lado, los problemas cada vez más complejos que enfrentaba la
economía capitalista internacional justificaron, para los economistas liberales, la
intervención del Estado en la regulación de algunos aspectos del sistema económico.
Por ejemplo, la conquista militar de regiones del planeta para asegurar mercados y
fuentes de materias primas y la protección de sus propias industrias a través de
impuestos que tenían que pagar los productos importados. Por otro lado, las malas
condiciones de trabajo y de vida que sufría la mayoría de la población en cada país
donde se desarrollaba la industrialización originó numerosos conflictos impulsados por
el movimiento obrero que poco a poco comenzó a organizarse para luchar por sus
derechos laborales.
Algunos pensadores liberales comenzaron a plantear que, para garantizar el orden
social, los Estados no debían responder a la pobreza solo con represión. Pensadores,
economistas y políticos estuvieron de acuerdo con que el Estado impulsara algunas
leyes sociales y asumiera nuevas funciones para asegurar un bienestar mínimo a toda
la población. Desde entonces, cada vez más Estados comenzaron a intervenir en la
organización de la economía y la sociedad a través de algunas medidas como las
siguientes:
- la expansión progresiva de la educación, la vivienda y la asistencia médica
como servicios públicos a cargo del Estado;
- el establecimiento de derechos laborales;
- el establecimiento de un sistema de aportes jubilatorios para asegurar una
política de seguridad social en caso de enfermedad y retiro laboral.
9
Los gobiernos de las sociedades capitalistas comenzaron a impulsar el pleno empleo
como solución para reactivar la economía. Esta política tenía como objetivo asegurar
ganancias para los capitalistas pero, al mismo tiempo, permitía el acceso al trabajo y a
las condiciones laborales y salariales dignas, de forma tal de garantizar y satisfacer las
necesidades básicas. Las políticas keynesianas permitieron al Estado utilizar más
recursos para financiar más servicios públicos y sociales.
10
De esta manera surgió el Estado Social o Estado de Bienestar por el cual el Estado
pasa a tener un rol activo en la provisión de servicios sociales, como la seguridad
social, la salud y la educación, fundamentalmente para atender la pobreza.
En el plano de las ideas, el constitucionalismo social fue la corriente de pensamiento
que impulsó la defensa de los derechos sociales, como crítica a los modelos
constitucionales liberales vigentes desde el siglo XIX. Surge a principios del siglo XX y
tiene su origen en la Constitución mexicana de 1917. También tiene particular
incidencia en las reformas constitucionales en otros países de América Latina, como
Perú (1933), Uruguay (1934), Cuba (1940), Brasil (1946) y en nuestro país, Argentina
(1949). Estas constituciones extienden y generalizan derechos para los trabajadores y
obligan al Estado a “protegerlos” con derechos mínimos como el salario mínimo vital y
móvil, vacaciones y descansos pagos, retribución justa, condiciones dignas de trabajo,
jornada limitada, protección contra el despido arbitrario, entre otras.
5
Como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID).
11
directa, privatizaciones y desregulación (Bustelo, 1998; Nahón et al, 2006; Schteingart,
2014). Las respuestas para las nuevas crisis económicas sostuvieron, entre otros
aspectos, que el Estado debía abandonar la mayoría de las numerosas funciones que
venía desempeñando desde mediados del siglo XX.
Para concluir con este apartado, conviene que hagamos un repaso del recorrido hecho hasta
aquí.
En las próximas páginas, vamos a trabajar sobre las formas particulares que adopta el
Estado argentino. Pues, es preciso recordarlo, estos modelos analíticos fueron
tomando forma distinta en contextos particulares.
12
CONSTITUCIÓN
Parte II
NACIONAL DE 1853
El Estado argentino y los derechos
13
En este sentido, la Constitución Argentina de 1853/60 ha sido reflejo de la instauración
de un Estado liberal en nuestro país y expresión formal de la constitución de un Estado
nacional. Como hemos visto, en el ideario liberal, el mercado es considerado el
mecanismo más eficiente de asignación de recursos económicos y generación de
riqueza y por ende la intervención estatal sobre el mercado debe ser mínima –limitada
a asegurar la seguridad interior, defensa exterior, justicia civil y penal, dictado de leyes
generales y provisión de algunos bienes comunes básicos. Este ideario concibe a
todos los seres humanos como libres e iguales, con igual capacidad para participar en
el mercado y producir, hacer circular y transar bienes (Abramovich, Courtis, 2006: 6/7).
De este modo, la mayoría de las cláusulas de la parte dogmática de la Constitución del
´53 estaban dirigidas a proteger la igualdad formal y los derechos civiles y políticos,
también llamados derechos de libertad. Estos derechos se caracterizan por asignar a
su titular una esfera de autonomía libre de interferencia estatal, como la libertad de
pensamiento y expresión, la libertad religiosa, la libertad de trabajar y comerciar, la
libertad ambulatoria, el derecho de propiedad, el derecho a la integridad física, el
derecho de asociación, los derechos políticos, etc. En esta visión, el énfasis estaba
puesto en limitar la intervención del Estado en la libertad y autonomía del individuo y
por ello, tradicionalmente se ha hecho foco en las obligaciones del estado de
abstención, también llamadas obligaciones negativas.
https://www.youtube.com/watch
?v=NHIEVKD0dUA
14
Estado de Bienestar y peronismo
6
En 1946 creó el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI), encargado de controlar el
comercio internacional mediante la fijación de precios a las exportaciones (en su mayor parte, cereales), y
de la regulación de importaciones
15
El 17 de octubre de 1945
16
aprovecharse de esas conquistas”. En el Capítulo III
de la nueva constitución se preveían los derechos
del trabajador, de la familia, de la ancianidad, y de la
educación y la cultura, derechos del trabajador a una
remuneración justa, a la capacitación, a condiciones
dignas de trabajo, derecho a la preservación de la
salud, al bienestar, derecho a la seguridad social, a
la protección de la familia, al mejoramiento
económico, y el derecho a la defensa de los
intereses profesionales.
En definitiva, como sostiene Mauro Benente en relación a la reforma: “Esta no fue la
primera reforma. Ya en 1860 la Constitución de 1853 había sufrido importantes
modificaciones vinculadas fundamentalmente con el federalismo, pero manteniendo la
matriz liberal-conservadora en su estructura política y en el sistema de los derechos, y
las reformas de 1866 y 1898 habían sido muy puntuales y acotadas, por lo que no
reordenaron los cimientos políticos y económicos. De esta manera, la reforma de 1949
representaba la transformación más radical del texto constitucional, proponía otro
modelo de país, que elevaba a rango constitucional, entre otras cosas, la intervención
del Estado en la economía, y hacía una declaración de derechos ya no solo a un
sujeto abstracto sino también a uno bien concreto: el trabajador” (Benente, 2019).
Como plantea Jaramillo: “La Constitución de 1949 sigue siendo una de las primeras
Constituciones que no sólo sanciona todos los derechos proclamados por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, sino que iba más allá, instaurando
derechos sociales y de justicia como se denominan actualmente, en la edad de los
derechos al decir de Bobbio” (Jaramillo, 2013: 6)
17
especial.
En cuanto a la Constitución de 1949, fue anulada por un decreto del régimen militar
instaurado en 1955, que convocó a una Convención Constituyente en 1957, con la
proscripción del Partido Peronista. La Convención sólo se pudo poner de acuerdo en
el agregado del artículo 14 bis que incluye una serie de derechos laborales, sindicales
y sociales; entre los primeros figuran: el de condiciones dignas y equitativas de labor,
descanso y vacaciones pagadas, retribución justa y salario mínimo, igual
remuneración por igual tarea, participación en las ganancias de las empresas con
control de la producción y colaboración en la dirección, protección contra el despido
arbitrario y estabilidad del empleado público. Entre los derechos sindicales, se
mencionan: el de organización social libre y democrática, el de recurrir a la conciliación
y al arbitraje, concertar convenios colectivos, el derecho de huelga, la estabilidad de
los representantes gremiales y entre los derechos estrictamente sociales se
mencionan: el otorgamiento de los beneficios de la seguridad social, el seguro social y
la protección de la familia y el acceso a una vivienda digna.
18
Las características que asumió la última dictadura militar se verán con detalle en
otro texto de este material de lectura. Brevemente señalaremos que el proceso
dictatorial modificó radicalmente las estructuras económicas, políticas y sociales del
país, a través de la instauración de un sistema de Terrorismo de Estado. Cabe
señalar, que el proceso represivo se dirigió principalmente a la desarticulación del
movimiento obrero peronista, actor social que podría haber representado una
resistencia a la implementación del modelo neoliberal en los años 90. En efecto, en
relación a este punto, la dictadura militar asumió el objetivo fundamental de limitar los
derechos sociales de los trabajadores, prohibir partidos políticos y cualquier tipo de
actividad sindical y modificar las normativas legales de la organización del movimiento
obrero. A su vez, en líneas generales, en todo este periodo se produjo una violación
sistemática y masiva de los Derechos Humanos.
En definitiva, el régimen militar pretendía la implementación de un modelo económico
de apertura que produjo el desmantelamiento de la industria nacional y el auge y
predominio de la especulación financiera. Para concretar este modelo, debieron acallar
toda forma de resistencia y oposición.
Estatuto para la Reorganización Nacional
La dictadura militar del 76-83 puso en suspenso a la Constitución Nacional,
supeditándola a una serie de actas y estatutos para su proyecto de Reorganización
Nacional. Si bien en este periodo la Constitución siguió en vigencia debió limitarse
y supeditarse a dichos documentos. Esta medida implicó la violación sistemática de
garantías, libertades y derechos humanos en general.
Por consiguiente, en esta etapa los derechos sociales y civiles y políticos
conquistados en periodos previos se vieron avasallados y suspendidos.
19
Reforma constitucional de 1994: la incorporación de los tratados
internacionales de derechos humanos a la Constitución argentina
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de medidas y políticas públicas representaron una nueva conquista y ampliación de
derechos. Entre ellas se pueden mencionar: “establecimiento de mayores controles
sobre los niveles de inversión de las empresas privatizadas en un intento por regular
sus actividades, estatización de algunas empresas privatizadas durante los ’90 que
mostraban serios problemas financieros, impulso a una fuerte política de mediación
entre el capital y el trabajo a través de los convenios colectivos de trabajo,
implementación de políticas de subsidio al consumo y a la producción (especialmente
industrial), el retorno al estado de una de las principales banderas del Estado de
Bienestar: la seguridad social, privatizada parcialmente durante la década anterior y la
regulación de los medios masivos de comunicación” .
Las primeras décadas del siglo XXI fueron escenario en algunos países de América
latina como Argentina y Brasil, de un proceso de ampliación de derechos y de nueva
reconfiguración del Estado. Insistimos, esto no significa un retorno a un modelo social
tal como fue comentado en el apartado anterior. Asistimos, pues, a una
reconfiguración del rol del Estado y a su ampliación en algunas áreas, como así
también a un proceso donde reivindicaciones de reconocimiento han sido atendidas.
Las reivindicaciones actuales se centran particularmente en grupos LGTBI (lesbianas,
gays, travestis, bisexuales, intersex) mujeres, minorías étnicas, religiosas, pueblos
indígenas y personas con discapacidad.
Sin embargo, como se constata al calor de los acontecimientos que suceden mientras
terminamos de preparar este material (nos encontramos en agosto de 2020, en plena
pandemia, y con las medidas de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio),
nuevamente emerge con fuerza el rol del Estado como mediador ante la sociedad. Son
momentos de gran dificultad para el mundo entero, y los países con mayores niveles
de desigualdad, como la Argentina, está viendo exacerbar la pobreza, la desigualdad y
las diferencias en cuanto al acceso a derechos. América latina vuelve a vivir desde
hace unos años un replanteo respecto del rol del Estado y del modelo económico que
lo enmarca. Es así que en distintos países se ha vuelto a plantear una reconfiguración
que limite la intervención del estado y sobre todo que retraiga la redistribución,
generando nuevos pobres cada vez más restringidos en sus derechos sociales.
Estamos asistiendo a un nuevo replanteo y a nuevas tensiones en cuanto a la lucha,
reconocimiento y garantía de derechos. La pobreza, la exclusión y -su contracara- la
concentración de riqueza, la privatización de los servicios públicos, el impacto
ambiental producto de la explotación indiscriminada de la riqueza de nuestros suelos y
aguas, son parte de las cuestiones que atraviesan e interpelan al Estado y buscan
colocar ciertos límites al avance del neoliberalismo en la región. Tendremos que estar
muy atentos al devenir de los acontecimientos, y desde la universidad insistir en que
las políticas públicas y el rumbo de los Estados no deberían desatender el enfoque de
los derechos humanos.
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