Metodología para La Estimación Del Gasto en Salud
Metodología para La Estimación Del Gasto en Salud
Metodología para La Estimación Del Gasto en Salud
Diciembre de 2015
El Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud - IETS, es una corporación sin ánimo de lucro, de
participación mixta y de carácter privado, con patrimonio propio, creado según lo estipulado en
la Ley 1438 de 2011. Su misión es contribuir al desarrollo de mejores políticas públicas y prácticas
asistenciales en salud, mediante la producción de información basada en evidencia, a través de
la evaluación de tecnologías en salud y guías de práctica clínica, con rigor técnico, independencia
y participación.
Son socios del IETS: el Ministerio de Salud (MINSALUD), el Instituto Nacional de Vigilancia y
Medicamentos (INVIMA), el Instituto Nacional de Salud (INS), Departamento Administrativo de
Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias), la Asociación de Facultades de Medicina
(ASCOFAME) y la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas (ACSC).
Conflictos de interés
Los autores declaran, bajo la metodología establecida por el Instituto de Evaluación Tecnológica
en Salud - IETS, que no existe ningún conflicto de interés invalidante de tipo financiero, intelectual,
de pertenencia o familiar que pueda afectar el desarrollo de esta evaluación económica.
Derechos de autor
Los derechos de propiedad intelectual del contenido de este documento son de propiedad
conjunta del Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud - IETS y del Ministerio de Hacienda y
Crédito Público. Lo anterior, sin perjuicio de los derechos morales y las citas y referencias
bibliográficas enunciadas.
Correspondencia
1. Introducción .................................................................................................................................................6
2. Marco conceptual.......................................................................................................................................8
2.1. Contexto actual del Sistema de salud colombiano : aseguramiento y Ley estatutaria .........8
2.2. Herramientas de gestión y optimización (eficiencia) del gasto ................................................. 16
3. Metodología .............................................................................................................................................. 37
La Ley 1751 de 2015, marca un nuevo hito en la evolución del Sistema de salud colombiano. Esta
ley sitúa a la salud como derecho fundamental de los ciudadanos y pretende cerrar las
posibilidades de negación del acceso al servicio de la salud, brindando servicios oportunos y de
calidad. En el marco de la regulación de esta ley, el gobierno tiene la oportunidad de observar,
evaluar y reorientar aquellos aspectos del SGSSS que han impedido históricamente un acceso
efectivo de los individuos a los servicios de salud.
Los principios de sostenibilidad fiscal del Sistema, presentes desde la Ley 100, también han
merecido toda atención; la Ley 1751 de 2015 establece que la sostenibilidad no puede estar por
encima de la prestación del servicio de salud. Lo cual propone que el reto de optimización de los
resultados en salud con recursos finitos, siga estando dentro de los primeros puntos de análisis
en el marco de la actual etapa de regulación de la mencionada Ley
2.1. Contexto actual del Sistema de salud colombiano: aseguramiento y Ley estatutaria
La provisión de los servicios es realizada por prestadores públicos y privados, estos venden los
servicios a las Empresas Promotoras de salud (EPS), quienes tienen el rol de aseguradores dentro
SGSSS.
La rectoría y regulación del SGSSS la ejerce el Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS).
Como lo describe Giedion (Giedion 2010), desde la Ley 100 de 1993 y hasta el 2009, el Consejo
Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS), funcionó como organismo permanente de
dirección del Sistema y de concertación entre los diferentes agentes del mismo, teniendo como
objeto la adopción de la regulación requerida para dirigir y orientar el sistema de aseguramiento.
Entre sus funciones regulatorias se encontraba la definición y ajuste de los planes de beneficios y
la fijación de las primas en el régimen Subsidiado y Contributivo.
Por medio de la Ley 1122 de 2007, se creó la Comisión de Regulación en Salud (CRES), quien
sustituyó al CNSSS en la función de regular el sistema. La CRES cumplió con las funciones de
definir el contenido del POS, el valor de la UPC, las prestaciones económicas y las tarifas mínimas,
entre otros (Giedion 2010).
La CRES fue suprimida y las funciones que tenía fueron asumidas por el Ministerio de salud, en
esta última etapa de arreglo institucional, se crea la Comisión Asesora de Beneficios, Costos,
Tarifas y Condiciones de Operación del Aseguramiento en Salud, organismo que tiene a su cargo:
“la asesoría en los temas referentes a la formulación de la política de beneficios, costos y tarifas
en aseguramiento en Salud”. (Decreto 2562 de 2012). La nueva comisión está compuesta por
funcionarios del Ministerio de Salud, Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el Departamento
Nacional de Planeación, el IETS, y un representante de la Presidencia de la República.
Las funciones de afiliación, gestión de riesgo inherente al seguro de salud, administración del plan
de beneficios y articulación de la oferta de servicios, son parte de la gestión que deben llevar a
cabo las EPS. Las EPS en su naturaleza de aseguradoras, tienen funciones dentro de la
recaudación de los recursos provenientes de la cotización y la capitación (en el régimen
Contributivo). Además tienen a su cargo, la promoción de la salud de sus afiliados, garantizando
las prestaciones de los servicios definidos en el POS (Giedion 2010).
A partir de la institucionalidad descrita, las reglas del aseguramiento para la provisión de servicios
de salud de los colombianos se basan en:
Los sistemas de salud en general enfrentan un reto de política pública similar: todos, sin
excepción, enfrentan el reto de la restricción presupuestal. Este reto sería menos difícil de
enfrentar si no existieran presiones hacia el aumento del gasto agregado en salud. El efecto del
envejecimiento poblacional y la mayor prevalencia de enfermedades crónicas, generan una
presión constante sobre los presupuestos disponibles, que se exacerba con aquellas nuevas
tecnologías en salud que generan beneficios incrementales pequeños a costos incrementales
altos.
El sistema de salud de Colombia no es ajeno a esta realidad. Además de estos tres factores:
restricción presupuestal, aumento en el gasto e innovación tecnológica, el sistema colombiano
enfrenta retos propios. Por una parte, el incremento en la cobertura de aseguramiento que ha
permitido reducir considerablemente las barreras de acceso al reducir el gasto de bolsillo de los
hogares, ha generado un crecimiento en la demanda de servicios de atención médica que al
parecer no se ha acompañado de un crecimiento concomitante de la oferta, tanto de
instalaciones físicas como de profesionales de la salud. Por otra parte, la efectividad de la acción
de tutela para hacer justiciable el derecho a la salud ha llevado a que el acceso de los pacientes
a nuevas tecnologías sea expedito y se concentre particularmente en aquellas tecnologías de
altos costos incrementales y pequeños beneficios incrementales.
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención en cuanto a la Ley estatutaria, es la
introducción de un cambio en las reglas existentes, pues define los beneficios a los ciudadanos
de una manera amplia que no necesariamente puede seguir desarrollándose mediante la
definición explícita de un plan de beneficios (POS) y por lo tanto dificulta el establecimiento de
una prima de riesgo asociada a unos beneficios explícitos (UPC).
La Ley Estatutaria de la Salud (Ley 1751 de 2015) introduce tres elementos claves en el marco
jurídico del sistema de salud, que hacen intensifican el reto de satisfacer las necesidades de
atención médica con los recursos disponibles. En primer lugar, esta Ley introduce en el artículo
15 el concepto de plan de beneficios basado en exclusiones, es decir, lo que está cubierto por el
plan de beneficios no se lista explícitamente, como ocurre en la actualidad, sino que se listan
explícitamente las exclusiones y ello deja implícito que lo demás está cubierto.
En segundo lugar, la Ley ratifica el principio pro-homine (artículo 6) que se venía planteando en
la jurisprudencia de la Corte Constitucional. Según este principio, el derecho fundamental a la
salud se entiende desde la perspectiva del individuo y no del colectivo. Este principio puede
terminar dando prioridad a las intervenciones curativas y tardías, pues son estas las que los
individuos y los hogares demandan con mayor frecuencia ante los jueces de tutela.
De esta manera, a las condiciones ya conocidas de presión del gasto en salud, se suman algunas
otras que deben ser consideradas, con el objetivo de lograr la armonización de las necesidades
en salud y los recursos disponibles.
Según la definición de Hacienda pública clásica, el presupuesto puede concebirse como una
estimación de los ingresos y una autorización de los gastos por parte de una autoridad
popularmente electa. El Congreso es el encargado de renovar esta autorización cada año. Un
presupuesto debe seguir principios como la legalidad, universalidad, equilibrio presupuestal,
planificación, coherencia macroeconómica, entre otros. En cuanto al alcance del ejercicio
presupuestal, están involucrados los ministerios, establecimientos públicos y las empresas
industriales y comerciales del Estado. El presupuesto está sujeto a control político, disciplinario y
fiscal. El cierre del ciclo presupuestal coincide con una evaluación de resultados.
En el proceso de ejecución del presupuesto, usualmente al final, hay lugar a una rendición de
cuentas. Se pueden encontrar al menos tres modelos: (i) de mercado, (ii) “corporatista” y (iii)
político. El modelo de mercado consiste en la rendición de cuentas entre el productor y el cliente.
En este modelo el productor le rinde cuentas al comprador y es palpable cuando este último pide
una garantía por el producto adquirido. Segundo, el “corporatista” que se ejerce entre el
productor y los actores interesados, y funciona a modo de una junta directiva que pide explicación
al gerente o director de una empresa sobre sus decisiones o acciones. Por último, el modelo
político consiste en la rendición de cuentas realizada entre el funcionario que le responde a una
autoridad electa, y esta última a sus electores como en las audiencias donde el presidente escucha
a la comunidad y pide respuesta a sus funcionarios.
El alcance del presupuesto público en el sector salud depende del papel que desempeña el Estado
en el sistema de salud. El Estado puede ejecutar su presupuesto en las áreas de provisión,
articulación y compra, y en la financiación de servicios. Como puede observarse en el Tabla 1,
según la presencia del Estado en estas áreas se puede denominar al Estado como provisor,
comprador o financiador y regulador.
El Estado provisor abarca desde la provisión de servicios (e.g. salud, educación, etc.), la compra
centralizada de estos hasta su financiación. El Estado comprador, no provee el servicio al
ciudadano pero sí compra los recursos para su provisión y financia todo el sistema. Por último, el
Estado financiador sólo se encarga de la financiación del sistema, pero delega a terceros la
compra y la provisión del servicio.
Previo a la Ley 100, Colombia tenía un modelo estatal. Las entidades del sector, desde el ministerio
hasta las secretarías y los hospitales públicos funcionaban con la lógica y las normas del
presupuesto público. La Ley 100 trajo un modelo de Estado financiador. Delegó la articulación y
compra de los servicios en las EPS, y habilitó la participación de prestadores privados en el sistema
públicamente financiado. El régimen contributivo se financió con recursos parafiscales, y quedó
por fuera del presupuesto general de la nación, mientras que el subsidiado sí quedó incluido en
los presupuestos de la nación y los entes territoriales.
El papel del presupuesto varía según el nivel macro, medio, o micro en que se defina. Y depende
también del papel de la entidad que lo fija.
Corresponde al Estado, en el orden nacional, fijar un monto global de recursos para los servicios
de salud que habrá de cubrir el sistema. Estos servicios pueden ser colectivos (dirigidos a las
comunidades) o personales, dirigidos a los individuos, los cuales a su vez pueden ser preventivos
o curativos. Este monto global se debe fijar de acuerdo a los criterios y normas de la Hacienda
Pública, y el gobierno nacional debe rendir cuentas, a través del sistema político por los resultados
logrados. En este contexto se entiende por presupuesto no una predicción del gasto futuro sino
una autorización para que el gobierno comprometa recursos bajo cierto límite.
En la etapa siguiente los recursos toman diferente rumbo según si se trata de servicios de salud
personales o colectivos. Para los segundos, que corresponden a actividades de salud pública, la
mayoría de los recursos fluye a las entidades territoriales y se incorporan al presupuesto de éstas.
En ese punto se ejecutan, también, bajo las normas presupuetales de hacienda pública. En las
entidades territoriales el presupuesto también se entiende como una autorización.
Los recursos para los servicios personales fluyen a las EPS en forma de una cápita ajustada por
riesgo. La capitación puede entenderse de dos maneras según el papel que juega. Una es la
capitación como fórmula para asignar un presupuesto y otra como mecanismo de pago a un
prestador. La capitación como fórmula de asignación presupuestal se usa, por ejemplo, en el
sector educativo.
En el sector salud la capitación no solo establece una relación entre los recuros y las poblaciones,
sino que se constituye en un mecanismo de pago a la EPS que tiene una lógica similar a la de
una prima de aseguramiento. Reconoce que el monto total de gastos es aleatorio, pues depende
entre otros factores de la morbilidad, y calcula el pago como un valor esperado, en el sentido
estadístico, de los gastos futuros. Si el gasto resulta inferior a lo esperado el asegurador debe
constituir reservas y puede distribuir ganancia, pero si resulta superior debe cubrir el faltante con
reservas. Esta es una diferencia fundamental frente a la lógica de la Hacienda Pública, que
considera los gastos previsibles y no aelatorios. Una entidad pública que no ejecuta la totalidad
del gasto que le fue autorizado en un periodo no puede constituir una reseva con el sobrante, y
no tiene garantía de que en el siguiente periodo le vuelvan a autorizar los recursos que no ejecutó.
A nivel de la EPS la palabra presupuesto se asocia a un el valor esperado o la media de los gastos,
no a un monto máximo autorizado de gastos. No es ilegal para una EPS gastar por encima de
sus ingresos. De hecho es un evento previsible para el cual se constituyen reservas previas. Los
ingresos por UPC no son entonces un techo presupuestal rígido en el sentido de que no se pueda
gastar por encima de él, pero tiene un efecto de contención de gastos similar, pues las
supervivencia de la aseguradoras depende de que no desvíen mucho del equilibrio financiero.
En la relación de las EPS con los prestadores la palabra presupuesto puede tener todavía otras
connotaciones según la forma que se pacte el pago por los servicios. Puede entenderse como el
costo de prestar una unidad de servicio (por ejemplo una consulta, o un procedimiento sencillo),
en cuyo caso el presupuesto no es más que un precio o una tarifa. Si la cantidad de servicios a
prestar es incierta el valor de los servicios (precios por cantidades) se vuelve aleatorio y da lugar
a un riesgo financiero que el asegurador puede o no ceder al prestador. Si lo cede, el “prespuesto”
será nuevamente análogo a una prima de aseguramiento. También puede ocurrir que el
prestador agrupe servicios, por ejemplo todos los relacionados a una patología, y los cobre
agrupados. En ese caso el presupuesto será el valor esperado estadístico de manejar un caso de
la respectiva patología. En la relación pagador-prestador el presupuesto, entendido como
previsión de gastos, es un insumo para gestionar la modalidad que se haya pactado
contractualmente para el pago de los servicios.
Establecer el monto de recursos que deben ser invertidos, asignados al sector salud ha sido
materia de discusión en el sector público y privado para los gobiernos. La tendencia al aumento
de esta inversión, hace que los gobiernos estén permanentemente en la búsqueda de alternativas
para estimar correctamente los costos e inversiones en salud así como alternativas para mitigar
su aumento y hacer un manejo eficiente de los mismos. Sub-financiar el sector puede llevar a
consecuencias funestas en la salud de la población que pueden a mediano y largo plazo redundar
en un menor desarrollo económico o en la necesidad de una mayor inversión para manejar la
discapacidad. Así mismo asignar más recursos de los necesarios al sector puede fomentar la
ineficiencia y la búsqueda de rentas por parte de los actores involucrados en las mismas.
La necesidad de tener una metodología solida para hacer el cálculo del presupuesto del sector
es entonces un asunto relevante técnicamente, para garantizar un equilibrio en la asignación de
recursos, que promueva la eficiencia, la calidad y los resultados en salud deseados por el país.
En general se reportan tres tipos de métodos para proyectar costos en salud: modelos de
equilibrio general o parcial computables; modelos de micro simulaciones; proyecciones o
extrapolaciones a nivel macroeconómico o combinaciones de estos métodos. La tabla 2 presenta
un resumen de cada uno de estos.
El primer método –modelos de equilibrio general- sirve para modelar el comportamiento de los
actores dado que toma en cuenta los incentivos que conducen la oferta y demanda de salud.
Con este modelo, como lo menciona Gutiérrez et.al (2015), se establece la cantidad de servicios
de salud demandados, ofrecidos y la cantidad de recursos disponibles para el gasto en salud al
entender la conducta de los individuos. Los datos utilizados corresponden a información
macroeconómica, modelando las relaciones económicas que conducen el gasto en salud.
Los modelos microeconómicos, son los más exhaustivos en términos de datos necesarios. En
general exigen datos por persona y sirven para modelar el gasto y para hallar relación entre
variables de las personas o condiciones del mercado y el gasto en salud. Como lo menciona
Wunderlich (2010), este tipo de modelos son adecuados para estudiar los efectos de escenarios
alternativos de política, de cambios positivos en las condiciones de salud o cambios en la
tecnología del cuidado de salud que afectan a aspectos particulares del sistema de salud. Así,
estos modelos son los más frecuentemente utilizados cuando los gobiernos quieren estimar los
gatos en salud o cuando se estiman primas de seguros de salud. En todos los modelos
microeconómicos, se debe definir la agrupación de los servicios a costear, amparos a brindar, lo
cuáles pueden tener dentro varios niveles y sus niveles de agrupación. Ver detalle de
características de agrupaciones en el anexo 2.
Entre los resultados de la revisión, se encontró que en algunos casos, para poder realizar el análisis
los datos oficiales debieron ser procesados y se utilizaron supuestos que pueden agregar sesgos
o desviaciones. Otras limitaciones son la disponibilidad de información detallada acerca de ciertos
rubros cubiertos por los pacientes, o de los cuáles no hay la misma disponibilidad de información.
Cuando se hace un costeo de servicios específicos, se puede generar mayor detalle pero no se
tiene el panorama completo de todos los servicios o de las interacciones con los servicios fuera
del programa.
Entre las ventajas se encontró que algunas metodologías son de fácil aplicación y que es fácil de
acceder a la información utilizada, como por ejemplo partir de información rutinaria. Los análisis
macro integran evidencia del comportamiento de los factores que influyen en el gasto en salud
en un modelo con diferentes escenarios. En la medida que exista disponibilidad de información
confiable, la introducción de más aspectos que determinan el gasto, puede mejorar las
predicciones.
Uno de los determinantes del crecimiento del gasto per cápita en salud de las útlimas décadas
ha sido la difusión y el uso de nuevas tecnologías sanitarias. Estas tecnologías tienen un impacto
cada vez más importante sobre la sostenibilidad financiera de los sistemas de salud, son decisivas
para la calidad de la atención y representan un impacto presupuestario cada vez mayor que
puede amenazar la sostenibilidad de los sistemas de salud. (Giedión et al. 2014).
Los tres elementos planteados en la Ley Estatutaria de la Salud (plan implícito, prinicipio pro-
homine y autonomía profesional) hacen más difícil el reto de garantizar la sostenibilidad financiera
del sistema en las condiciones en las que éste actualmente opera. En respuesta a ello, las
soluciones que se plantean por parte de los formuladores de política varían desde agregar más
recursos hasta regular los precios.
En cuanto a agregar más recursos, esta es la solución más amparada puesto que se parte del
supuesto de que el sistema de salud funciona correctamente y por lo tanto se le deben asignar
los recursos que necesite para que funcione bien. De cara a la opinión pública esta es una solución
fácil de impulsar en la agenda de política pública, aunque ciertamente no se acompaña de la
misma disponibilidad de los hogares a contribuir con más impuestos.
Esta solución de agregar más recursos con frecuencia oculta otros caminos, como el de mejorar
la eficiencia de asignación y la eficiencia de producción, como se verá más adelante. Este
planteamiento lo han hecho claramente varios autores, entre los cuales cabe destacar a Bohmer
(2009) y a Christensen et al (2009). El primero plantea que: “...Este debate (sobre la reforma a la
salud en los Estados Unidos) básicamente se centra en el financiamiento de la salud (...). Menos
atención se le ha puesto al diseño y a la gestión de los procesos y las organizaciones que
componen un sistema de prestación.” Por su parte, Christensen et al plantean que “...la falta de
innovación en modelos de negocio en la industria de la salud – en muchos casos, debido a que
los reguladores no lo han permitido- es la razón por la que la atención en salud es impagable.”
Las herramientas de optimización del gasto, tienen como objetivo generar un efecto en la
asignación eficiente de recursos, impactando en la cantidad consumida (Q) o el precio (P) pagado
por tecnología.
En la figura 1 se muestran los posibles efectos del uso de las guías de práctica clínica (GPC). Esta
herramienta mejora la calidad de las decisiones clínicas en atención y prevención, alerta sobre
métodos ineficientes y practicas derrochadoras, y actualiza a los médicos en las nuevas practicas
bajo el supuesto de que estas deben ser actualizadas constatemente (Woolf et al, 1999),
reduciendo la incertidumbre en el uso de recursos y optimizando el gasto a nivel hospitalario,
dejando como impacto en el primer escenario una reducción en el uso de recursos y por ende
una reducción en el gasto, y en el segundo escenario evitando un aumento en el uso de recursos.
Las GPC no tienen como propósito reducir los costos de la atención médica, pues en ocasiones
pueden llevar a que una tecnología sub-utilizada incremente su frecuencia de uso. Pero pueden
reducir el costo de la atención médica en aquellas tecnologías que presentan sobre-uso o uso
inadecuado, con lo cual, particularmente en las tecnologías de altos costos incrementales pero
bajos beneficios incrementales, se pueden lograr mejoras en la eficiencia de asignación.
Figura 2. Negociación de precios
Los esquemas de negociación de precios pueden ser por negociación de precios por volumen y
la negociación de costo + o por margen de ganancia. En la negociación de precios por volumen
se fija el precio de la tecnología dependiendo del volumen de personas objeto de uso de esta
permitiendo que el precio disminuya y la cantidad de esta aumente creando un efecto ambiguo
sobre el gasto el cual dependería de la negociación realizada por parte del tomador de decisión
y la industria. La negociación por costo + o margen de ganancia consiste en negociar un margen
de ganancia sobre la tecnología vendida entre el tomador de decisión y la industria dejando el
precio constante, y por consecuencia, se espera mantener, un gasto constante.
Por último, están los acuerdos basado en valor (VBP), que consisten en fijar precios de acuerdo
a varios criterios de análisis de las tecnologías como la efectividad o la costo–efectividad del
medicamento.
En general todos estos mecanismos hasta acá descritos, pueden ser similares en términos de su
posible impacto sobre el presupuesto; el impacto será sostenible en la medida en que se logré
llegar a incidir en las frecuencias de uso, lo cual, no se obtiene si estas estrategias no se
acompañan de innovaciones en los mecanismos de prestación y mecanismos de pago, que
permitan alinear los incentivos.
En la tabla 4 se presentan los riesgos de implementación de cada una de las herramientas y cómo
gestionarlos:
Las GPC presentan el riesgo de que los prestadores de servicio no implementen las
recomendaciones, y para ello se establecen procesos de auditoría médica previa, concurrente o
retrospectiva. En otros contextos son los mismos médicos cuando ejercen en un entorno
controlado por ellos mismos, quienes determinan si el uso de las tecnologías está siendo
adecuadamente guiado por la mejor evidencia disponible y no simplemente por preferencias del
médico o del paciente que no tienen nada que ver con el uso racional de los recursos.
Con respecto a las intervenciones del precio, los riesgos identificados, se pueden resumir: falta de
transparencia y sistemas de información insuficientes. Otros riesgos como la no adecuada
referenciación de países o los riesgos de desfinanciación en la producción de algunas tecnologías
son específicas de las herramientas de referencianción de precios y de fijación de precios por
grupos, como se muestra en la tabla 4.
En los VBP, ETES y precios por volumen existe un riesgo común, el cual llamamos sistemas de
información insuficientes. Este riesgo, en el caso de precios por volumen, se puede identificar y
gestionar como se muestra en la tabla 4. En el caso de los VBP y ETES se identifica con la falta de
información sobre la efectividad de una tecnología o mas comparadas con otras, con el fin de
hacer un análisis de costo – efectividad. Este riesgo puede ser gestionado de dos formas:
Acuerdos de riesgo compartido o pagos compartidos (Castillo-Laborde C., Silva-Illanes N. ,2014).
Los acuerdos de riesgo compartidos son herramientas de gestión usadas en escenarios donde
no existe información suficiente para el desarrollo de un análisis de costo – efectividad, que se da
por ejemplo, cuando existe incertidumbre acerca de la efectividad de cierta tecnología (Neumann,
2011). En estos casos, los acuerdos de riesgo compartidos se dan mediante una negociación entre
el tomador de decisión y la industria en donde se condiciona la cobertura o el precio de una
tecnología a los resultados observados luego de que la evidencia es encontrado.
Pero, aunque se utilizara las ETES y los mecanismos de definición de precios basados en valor,
todavía queda el reto de que las tecnologías incluidas en el plan de beneficios se utilicen de la
manera más eficiente tanto en términos de asignación como en la producción.
En este sentido, es necesario tener en cuenta que el efecto de las GPC, las ETES y los mecanismos
de precios basdos en valor va a depender del alcance que se les de en cada sistema de salud.
Las GPC pueden ser simples sugerencias, o mandatos que admitan excepciones justificadas, o
pueden convertirse en protocolos rígidos. Las ETES pueden ser informativas o pueden ser usadas
por el tomador de decisión para definir contenidos de planes de beneficios en salud o precios de
reconocimiento a nivel macro, o a coberturas a nivel messo, o adquisición de tecnologías a nivel
micro. Por otro lado, el efecto de los mecanismos de pago y la regulación de precios sí depende
de cómo se haga. En lo que tiene que ver con el efecto en la eficiencia, es tan importante la
metodología como el alcance de los mecanismos de pago y la regulación de precios dado que
son temas macro, amplios, menos estandarizados que las GPC y ETES.
En el corto plazo el efecto en la reducción de gasto de estas medidas, puede ocurrir en el corto
plazo, sin embargo para que el efecto sea sostenido en el largo plazo, es necesario seguimiento
y una actualización de la información insumo de las. A continuación en la tabla 5, se muestra los
mecanismos de seguimiento para cada una de las herramientas.
Aparición de nuevas
intervenciones o estrategias para el
cuidado de una condición o
población de interés.
Con base en la tabla 5, se evidencia que no existe una metodología precisa de cuando es
pertinente actualizar las herramientas de optimización de gasto o qué mecanismos de
seguimiento son los mejores, especialmente cuando se abordan las herramientas de evaluaciòn
de tecnologías de la salud o acuerdos basados en valor, los cuales dependen de la información
que se pueda encontrar en bases de datos.
El mecanismo más usado para vigilar los precios y la demanda de las tecnologías en los países,
son los observatorios de precios, los cuales se alimentan de la información que la industria, los
proveedores y los prestadores entregan con el fin de llevar una estricta vigilancia del
cumplimiento de las medidas adoptadas sobre las tecnologías cubiertas, y su uso. En Colombia,
por ejemplo, existen bases de datos donde los actores involucrados entregan información sobre
precios y cantidades con el fin de que el tomador de decisión pueda hacer uso de esta para
calcular el gasto anual.
Las herramientas descritas en la sección anterior son las que típicamente han surgido desde la
rectoría del SGSSS. En esta sección se plantea el marco en el cual el ejercicio de la prestación de
servicios se desarrolla y en qué campos podría ser optimizado para lograr una mayor eficiencia.
En otras palabras, donde se enfoca para la obtención de mejores resultados en salud dadas las
restricciones presupuestales.
Con frecuencia se argumenta que el sistema de salud colombiano sería sostenible si se dedicaran
más recursos a la promoción de la salud y a la prevención de la enfermedad, pues de esta manera
se reduciría la morbilidad y por lo tanto el sistema gastaría menos en atención curativa. Este
argumento merece un escrutinio a la luz de los datos de gasto en salud de otros sistemas de
salud en el mundo.
Los recursos de los sistemas de salud en su inmensa mayoría se dedican a la atención médica,
pese a que este rubro del gasto no es el que mayor impacto tiene sobre la salud agregada de la
población. Esto lo había planteado Dever (1976) en términos claros: mientras el sistema de
atención sanitaria solo contribuye en un 11% a la reducción de la mortalidad, consume el 90,6%
de los recursos del sistema de salud, como se muestra en el Figura 4. Esta proporción aún se
conserva. Si se toman los datos de las cuentas nacionales de salud de la OCDE, se encuentra que
el 93,22% de los recursos totales de los sistemas de salud de estos países se dedica a atención
curativa.
Estas cifras hacen pensar que la sostenibilidad financiera de un sistema de salud es un reto
diferente, aunque interrelacionado con el reto de maximizar el nivel agregado de salud. La
sostenibilidad financiera de un sistema de salud depende críticamente de la forma como se
producen los servicios de atención médica y de cómo éstos se mezclan para lograr la mayor
eficiencia en la asignación de recursos.
Kenneth Arrow (1963) planteó en un artículo seminal sobre los mercados de atención médica que
estos no funcionan como el resto de los mercados porque están viciados por la incertidumbre y
asimetría de información. En el mercado de prestación de servicios de salud, la gran asimetría de
información entre el demandante (paciente) y el productor (médico), hace que este último asuma
una función de agencia.
Pero, a diferencia de otras relaciones de agencia, en el caso de los servicios de atención médica
hay una gran incertidumbre porque el conocimiento científico no está lo suficientemente
desarrollado para predecir los resultados con variaciones mínimas. Por el contrario, entre más
débil sea la evidencia científica será más difícil entender cómo obtener los resultados esperados
en un paciente dado (por ejemplo, curar la artritis reumatoidea o predecir la sobrevida de un
cáncer metastásico).
La incertidumbre en las decisiones médicas no permite entonces que las leyes de la oferta y la
demanda funcionen adecuadamente en el sector de servicios médicos, pero el Estado tampoco
logra sustituir al mercado en el control de las imperfecciones de este sector. Por esta razón
emergen instituciones de “no-mercado” tales como el profesionalismo, y normas como la
prohibición del fin de lucro y de la publicidad, y la prohibición de la competencia por precios.
Aunque este conjunto de normas planteadas por Arrow en 1963 ha ido cambiando con la
evolución del sector, aún sirve para explicar la “mentalidad de oferta” que predomina en la
industria de servicios médicos, según la cual el sector concibe y construye sus propuestas de valor
desde la perspectiva de la oferta y no desde las necesidades, expectativas y preferencias de la
demanda. La perspectiva de la demanda se enfoca a lo sumo en los tradicionales elementos de
satisfacción del paciente en la esfera interpersonal y de comodidades.
Más allá del problema de agencia descrito anteriormente, es necesario entender el reto de la
sostenibilidad financiera a partir de una función de bienestar en salud cuya optimización está
sujeta a la restricción presupuestal del sistema de salud. En la figura 5, las funciones S1, S2 y S3,
representan diferentes combinaciones de intervenciones que arrojan el mismo nivel de salud
agregado en la sociedad.
Figura 5. Combinación de intervenciones
AIBC
y1
S3
y2 S2
S1
A
x1 x2
ACBI
Entre las primeras se incluyen, por ejemplo, la atención del parto institucional, la
complementación nutricional, la detección precoz del cáncer o las inmunizaciones. Entre las
segundas se incluyen, por ejemplo, las atenciones curativas tardías como el tratamiento del cáncer
o de la enfermedad cardiovascular. La convexidad de las curvas de indiferencia está dada porque
la función de utilidad de cada tipo de intervención presenta es decreciente en la margen.
La restricción A está dada por los recursos disponibles en el sistema de salud, los cuales se deben
distribuir entre los dos tipos de intervenciones (AIBC y ACBI). Estos recursos son los de la
seguridad social más otras fuentes de financiamiento (regímenes especiales, asignaciones para
salud de impuestos generales, gasto de bolsillo, etcétera). En este gráfico se puede concluir que
la distribución óptima de los recursos disponibles es aquella que corresponde al punto y1x1, pues
es la distribución que permite llegar al nivel máximo de salud posible (S2), dados dichos recursos
disponibles.
Sin embargo, la distribución óptima nunca se logra por las siguientes razones:
- Los individuos demandan con mayor fuerza las intervenciones de alto costo y bajo
impacto (tanto para aquellas que están cubiertas por el plan de beneficios como para las que no
lo están), porque son las que requieren cuando su salud se deteriora. En esta situación, la utilidad
marginal para el individuo de las intervenciones curativas es muy alta, en comparación con la
utilidad marginal de las intervenciones de alto impacto y bajo costo en un individuo sano.
- Pero los individuos no toman estas decisiones por su cuenta sino que el médico, en
ejercicio de su función de agencia y buscando el bienestar máximo para su paciente sin importar
el costo de oportunidad, opta por la tecnología que sea más efectiva clínicamente, por pequeño
que sea el beneficio incremental. Un ejemplo típico de esta situación es el uso de aquellos
medicamentos en cáncer que mejoran la sobrevida unos meses pero a un costo incremental muy
alto.
- La sociedad es más sensible a las necesidades de intervenciones de tipo ACBI de un
individuo que a las necesidades de tipo AIBC. Este efecto, denominado el “efecto de la víctima
identificable” lo analizan Jenni y Lowenstein (1997), y consiste en que la sociedad está dispuesta
a dedicar grandes recursos para ayudar a una víctima visible, así estos recursos tengan un mayor
impacto agregado pero en víctimas invisibles o estadísticas. En este sentido, es muy difícil aceptar
que un individuo (la víctima identificable) no debe recibir una atención de tipo ACBI bajo el
argumento que con esos mismos recursos se pueden salvar muchas vidas (las víctimas
estadísticas) con intervenciones tipo AIBC.
Por estas razones, la distribución de los recursos termina desviándose hacia las intervenciones
tipo ACBI. En el Gráfico 2, el punto y2x2 ilustra esta situación. Claramente se concluye que esta
situación es ineficiente, puesto que no logra obtener el nivel máximo posible de salud S2 sino S1.
También puede decirse de esta situación, que si se disminuyen los recursos dedicados a
intervenciones tipo ACBI y se dedican a intervenciones tipo AIBC, será posible que la distribución
se acerque al punto óptimo y1x1.
Ahora bien, las intervenciones en atención médica para producir salud en términos de las
funciones S1, S2 y S3 del Gráfico 2, tienen a su vez sus propias funciones de producción. Por
ejemplo, para producir servicios de atención médica para pacientes con enfermedad coronaria
se requieren mezclas de factores de producción cuyo producto muestra rendimientos marginales
decrecientes.
Mano de Mano de
obra obra
m1
m2
P1 P2
P1
B B’
k1 k2
Capital Capital
Pero dado que un elemento crítico en los servicios de salud es la mano de obra, también se
puede expresar la función de producción en términos de las diferentes combinaciones de mano
de obra calificada y no calificada que pueden ser utilizadas para producir servicios de atención
médica.
Cabe anotar que uno de los elementos clave de las innovaciones en modelos de prestación de
servicios médicos y que permite generar mayor valor por cada peso utilizado, es la reasignación
de tareas (task shifting) de tal manera que el recurso humano más calificado y costoso se reserva
solamente para aquellas tareas que requieren su experiencia y conocimiento, mientras que el
resto de tareas son reasignadas a personal menos costoso. Incluso la Organización Mundial de
la Salud ha promovido el concepto de reasignación de tareas en los países en desarrollo como
una estrategia para superar los déficits de oferta de médicos especialistas. Este punto es
particularmente relevante para el caso colombiano, pues uno de los elementos que se ha
señalado como causa de los problemas de oportunidad en el acceso a especialistas es la
insuficiente oferta de estos.
La figura 7 ilustra las isocuantas que reflejan diferentes combinaciones de personal médico
especialista y del resto de personal que se pueden utilizar para producir un número dado de
servicios de atención médica P1, P2 y P3. Los recursos disponibles para producir dichos servicios
se expresan en la restricción B y el punto actual de distribución de los recursos sería el punto
y3x3.
Figura 7. Combinaciones de personal
Médico
espe
cialista
y3
y4 P3
P2
P1 B’
x3 x4 Resto de
B recurso
humano
Esto quiere decir que la combinación actual de recurso humano es ineficiente porque es
excesivamente dependiente del especialista, y que podría ser mucho más eficiente si se reasignan
tareas a personal menos costoso, sin que se afecte la calidad técnica del producto. Esta situación
se muestra en el punto y4x4 para ilustrar que es posible, sin agregar recursos, sustituir mano de
obra especializada con mano de obra no especializada para producir más servicios de atención
médica.
Esta situación se ilustra con la consulta médica especializada, en la cual el médico realiza múltiples
tareas, tales como llenar formatos, tomar signos vitales o recopilar información estandarizada.
Estas tareas pueden reasignarse a recursos humanos menos costosos, con lo cual el especialista
tendrá más tiempo para dedicar a aquellas tareas que no son reasignables, y podrá producir más
consultas o cubrir un mayor número de pacientes, sin afectar la calidad técnica, y reducir así el
déficit de oferta.
Pero más allá de la consulta, si en el ciclo de atención de una condición médica dada se reasignan
tareas tales como verificar la adherencia del paciente al tratamiento, o apoyarlo para que
abandone aquellos hábitos que aumentan la probabilidad de complicaciones agudas o crónicas
de su enfermedad, el paciente requerirá menos horas de especialista porque ya no tendrá que
acudir al especialista para que le de estas indicaciones, y porque permanecerá estable durante
más tiempo. En esta misma medida, el especialista tendrá más tiempo disponible para cubrir un
número mayor de pacientes, contribuyendo aún más a resolver el déficit de oferta.
La pendiente de la restricción B muestra que el precio de la hora del médico especialista es mucho
más alto que el precio de la hora del resto de personal de salud. Si la substitución se hace con
personal no médico con una relación de precios médico/no médico mucho más alta, permitirá
producir aún más servicios. En un extremo mayor, si se utilizan recursos comunitarios voluntarios
la relación de precios es muchísimo mayor; la nueva restricción B’ muestra que se podrían
producir aún más servicios de salud.
En esta figura se muestra que el consumo de recursos financieros por cada individuo durante un
año es el producto del número de condiciones médicas (enfermedades o patologías, sean estas
leves o graves, crónicas o agudas) multiplicadas por el número de episodios o contactos del
individuo con los servicios médicos. Cada contacto o episodio a su vez consume un número dado
de servicios de diversos tipos, y cada servicio requiere unos procesos y unos factores de
producción (insumos, recurso humano). Cada uno de estos factores de producción tiene un
precio o un costo.
Pagos retrospectivos
Capitación tradicional
RIESGO PRIMARIO
(INSURANCE RISK)
- Los pagos retrospectivos (reembolso de costos y pago por servicio) solo involucran los
dos últimos componentes del costo médico, sin ninguna transferencia de riesgo del pagador al
prestador.
- Los pagos por episodios involucran los tres últimos componentes e implican transferencia
de riesgo técnico pero no de riesgo primario. Esta categoría de mecanismos de pago incluye los
pagos por episodios hospitalarios (GRDs, paquetes quirúrgicos), cirugía ambulatoria (paquetes
quirúrgicos), y otros episodios ambulatorios (pago por contacto).
- Los pagos por individuos con condiciones médicas, en los que se reconoce el valor
esperado del costo de atender a dicho individuo durante un año, y que son muy adecuados para
enfermedades crónicas. Estos pagos implican transferencia de riesgo técnico y parte de riesgo
primario, específicamente las complicaciones no evitables.
- Los pagos por capitación tradicional, que incluyen población con condiciones médicas y
población sana. En estos pagos hay transferencia de riesgo técnico y riesgo primario del pagador
al prestador.
Como consecuencia de esto, el ejercicio médico tiene dos características muy particulares:
El pago por servicio (fee-for-service) tiene una consecuencia ampliamente reconocida por la
evidencia: genera incentivos hacia la inducción de la demanda innecesaria de servicios y no
genera ningún incentivo para coordinar entre varios componentes del proceso de atención ni
para prevenir la ocurrencia de condiciones médicas o de episodios dentro de una condición.
En el contexto de la práctica médica de principios del siglo XX no había otra manera de pagar los
servicios médicos, por lo cual se afianzó la fragmentación de los modelos de prestación. A esta
tendencia se sumó la organización del ejercicio médico y de la formación profesional por órganos
y sistemas como consecuencia del famoso informe de Abraham Flexner.
El problema de este tipo de organización es que segmentaba los servicios de salud de acuerdo
a lo que el médico sabía hacer y no de acuerdo a lo que el paciente necesitaba, es decir, una
manifestación temprana de la organización de los servicios de salud bajo una mentalidad de
oferta, como se señaló arriba. Esta división aún se conserva hasta nuestros días con la
organización por especialidades médicas.
Cuando empiezan a entrar en escena los pagadores públicos o privados en diversas épocas del
siglo XIX y XX, encuentran un sector prestador dominado por la lógica del pago por servicio y su
consecuente fragmentación. En aras de predecir mejor el comportamiento del costo médico,
algunos pagadores organizan sus presupuestos en función de los componentes del servicio, pues
así se acostumbraba pagarlos.
Y aparece así el concepto de “nota técnica”, que no es otra cosa que un presupuesto de qué
frecuencias se esperan de cada componente del servicio y cuáles son sus precios. Al multiplicar
estos dos factores se puede estimar cuánto se gastará en cada rubro y esto permite hacer una
gestión del presupuesto. El concepto de nota técnica ha ido evolucionando hacia niveles más
desagregados de componentes del servicio, y en el caso de Colombia se ha arraigado
profundamente entre los terceros pagadores de la seguridad social, como una herencia de los
seguros voluntarios de las décadas previas a la reforma de 1993.
El problema que esta “mentalidad de nota técnica” es que se limita a los dos últimos componentes
del costo médico en la figura 8, y termina por perpetuar la fragmentación en los modelos de
atención. Bajo la mentalidad de nota técnica, el asegurador busca reducir el costo médico en los
términos en los que su nota técnica le permite visualizarlos, es decir, buscando precios más bajos
y controlando las frecuencias de uso, pero de manera fragmentada por cada componente de
dicha nota técnica.
De este modo, se cierra un círculo vicioso en el que el sector prestador está fragmentado como
un legado del pago por servicio, y el pagador perpetúa esta fragmentación cuando contrata bajo
esta modalidad, y con una mentalidad de nota técnica.
Pero aún dentro de dicha mentalidad de nota técnica, el pagador en su afán de hacer más
predecible el gasto en cada rubro de esta, trata de pasar a pagos prospectivos como la capitación.
El objetivo que busca al migrar hacia esta modalidad de contratación es que el prestador adquiera
el incentivo a gestionar el riesgo primario y el riesgo técnico y de este modo sea el mismo
prestador quien controle los costos.
Sin embargo, una cosa es cambiar de un mecanismo de pago a otro y otra muy distinta es
desarrollar las capacidades organizaciones, las estructuras y los procesos que se requieren para
gestionar correctamente el riesgo. Si los prestadores siguen prestando los servicios de la misma
manera fragmentada a la que están acostumbrados en el contexto del pago por servicio, no
podrán gestionar el riesgo adecuadamente y se verán tentados a caer respuestas no deseables
en el afán de controlar los costos. Estas respuestas no deseables son la negación de servicios, la
desmejora de la calidad, la transferencia de costos a otros prestadores o al paciente mismo, o el
descreme del mercado.
Esta reacción de los prestadores podría explicar el fenómeno de demanda excesiva de servicios
de urgencias y de consultas a especialistas. Por una parte, el incentivo a trasladar costos lleva a la
sobre-remisión de los niveles básicos pagados por capitación a los servicios de mediana y alta
complejidad que son pagados por servicio. Y en la gestión de enfermedades crónicas, la
contratación de servicios de baja complejidad ambulatoria separados de los de mediana y alta
complejidad, genera una fragmentación que el pagador no logra resolver, así como un incentivo
a la remisión a estos niveles superiores de complejidad.
3. Metodología
Se pueden refinar considerablemente las estimaciones entre más control se pueda tener sobre el
valor de las variables, es decir, entre más constantes puedan llegar a ser los factores incorporados
en la estimación. En un ejercicio como los típicamente descritos en las estimaciones de
presupuesto en donde son básicamente dos elementos a tener en cuenta: precios (p) * cantidades
(q) = gasto o en terminos de seguros frecuencia * severidad = prima pura, connvergen dos
componentes de incertidumbre, de un lado la incertidumbre del precio, asociado a la variabilidad
de opciones terapéuticas y los costos asociados a la resolución de los problemas de salud y de
otro lado la probabilidad de ocurrencia de los eventos.
La propuesta se divide en cuatro partes fundamentales, la primera plantea las mejores prácticas
para las estimaciones de gasto en salud desde lo macro, la segunda un complemento de análisis
desde el costeo de lo micro, se muestra como desde las dos perspectivas tienen diferentes
alcances, objetivos y utilidad. Una tercera parte en donde se describe la articulación de las
herramientas de optimización para máximizar los resultados esperados, interviniendo con las
variables de P y Q articuladamente bajo el enfoque de un sistema orientado a las metas en salud
y finalmente las recomendaciones que desde el modelo de gestión se deben considerar para
lograr mejor aprovechamiento de los recursos.
Al establecer una metodología se debe tener claridad de cuáles serían el o los objetivos que
desean abordarse.
Una vez el objetivo esté claro, debe definirse el método más acorde con los objetivos. Por ejemplo
si se desea tener claridad acerca de las proyecciones para las finanzas públicas generales, el más
adecuado sea utilizar un método de simulación macro de equilibrio general. El método basado
en series de tiempo con extrapolaciones pudiera ser el más adecuado en caso de establecer una
capitación, tal y como es el caso de la UPC.
Si bien la mayor parte de los ejercicios de proyección incluyen las variables demográficas de sexo
y edad en sus análisis, otras variables como el costo de los servicios de salud en el último año de
vida, viene cobrando interés para afinar las predicciones de gasto por cambios demográficos. En
la Figura 9 se presentan los aspectos referidos por Przywara y colaboradores (1989) como
responsables o asociados con el gasto en salud.
Figura 9. Factores asociados con el gasto en salud
Fuente: Traducción de Przywara et al, Health-care expenditure projections: results, policy conclusions and
recommendations for future work, Bank of Italy, 1989 – 1990.
En el momento de tratar los datos y realizar los cálculos surgen las preguntas de los parámetros
a calcular y que métodos estadísticos pueden ser los que más se ajustan para calcular una
estimación de punto o para identificar una distribución de probabilidad de cómo se puede llegar
a comportar el gasto en salud.
Para el fortalecimiento de las proyecciones de gasto a nivel agregado se deben invertir mayores
esfuerzos en los siguientes aspectos:
Otra decisión importante es cómo se van a agrupar las categorías de análisis del gasto, por tipo
de servicios, tales como servicios ambulatorios, hospitalarios, de alto costos o por grupos de
patologías y sus procedimientos pares, tales como los Grupos de patologías o Conjuntos de
patologías-procedimientos (DRG). En el Anexo 2 se presenta una revisión de los diferentes
mecanismos para construir estas agrupaciones, y se concluye que: la CIE es la agrupación más
utilizada como herramienta para la (Kutzin, 2011)) identificación de pacientes y (BID, 2014) la
estimación del gasto por patologías. La identificación de los pacientes afectados por alguna
patología en particular, especialmente en grandes conglomerados poblacionales, es importante
para una adecuada atención en salud (Auxentyeva, 2014).
Se podrían cruzar los datos de gasto, con los certificados de defunción para valorar si en
Colombia, la cercanía a la muerte predispone a un gasto mayor como se ha observado en otros
países. Entender este fenómeno puede llevar a crear incentivos para atenciones adecuadas para
cada caso de enfermedad, o a introducir incentivos para el manejo paliativo.
Por otra parte, estimar cuánto ha sido el efecto en el gasto de la oferta de nuevas tecnologías y
progresos médicos en el país e idealmente asociarlo a los avances en indicadores de salud,
permitiría realizar una definición presupuestal más inteligente. Para esto se requiere que los
sistemas de información, el INVIMA, los recobros al FOSYGA, los RIPS, el SISMED y los reportes
de gasto de las aseguradoras pudieran cruzarse y complementarse de manera sistemática. Esta
integración facilitaría el monitoreo de costos y de renovación tecnológica.
En resumen, se recomienda integrar los sistemas de información para analizar otras variables que
explican el costo o sus variaciones y se recomienda hacer seguimiento a las proyecciones
realizadas para que los modelos de estimación sean afinados.
El paso clave para la realización de estos ejercicios es determinar con claridad hacia qué
prioridades en salud van a ser direccionados.
Una vez identificados y priorizados tanto los problemas de salud como las condiciones y
programas de salud e intervenciones sanitarias, estas deben ser costeadas de manera que se
identifique el costo esperado por persona.
El micro-costeo es un insumo para mejorar la gestión de los recursos del sistema de salud. En
particular, puede contribuir a mejorar la gestión de los recursos y a clarificar las reglas de juego
para los agentes, en particular la forma como se distribuyen los incentivos alrededor de la cadena
de atención de una condición. Con este tipo de ejercicios, a partir de los recursos disponibles, se
pueden definir ciertos paquetes para generar dinámicas en la prestación que logren cambiar los
modelos de producción y prestación en ciertas condiciones en salud de interés prioritario para el
gobierno. Ahora bien, si el costeo por indicaciones se plantea como un mecanismo para generar
incentivos en la prestación, es necesario determinar los indicadores trazadores que se quieren
modificar para establecer el incentivo más adecuado.
De otro lado, para la configuración de estos microcosteos es importante conocer cómo se van a
agrupar las categorías de análisis del gasto, por tipo de servicios, tales como servicios
ambulatorios, hospitalarios, de alto costos o por grupos de patologías y sus procedimientos pares,
tales como los Grupos de patologías o Conjuntos de patologías-procedimientos (DRG).
En lo que respecta a la definición global de presupuestos y el uso del CIE, existen aspectos que
tienen implicaciones en la asignación de presupuestos nacionales y con el sistema de reembolsos
entre proveedores de servicios, como los siguientes:
Tradicionalmente el manejo del presupuesto hospitalario había sido abordado mediante dos
metodologías principales: el pago retrospectivo por servicios basados en listas de precios y
servicios (fee-for service payments), así como por los presupuestos globales (global budgets),
basados en número de casos o números de días de hospitalización, con una variada fuente de
clasificaciones de base. Las deficiencias en estas aproximaciones llevaron a la búsqueda de nuevas
alternativas del manejo del presupuesto hospitalario lo que también impulsó la creación del
sistema de grupos relacionados de diagnóstico (GRD), anteriormente mencionado. Este sistema
surgió con el propósito de incrementar la transparencia, incrementar la eficiencia y la calidad
dentro de las instituciones de salud, así como administrar sistemas de incentivos.
Para el abordaje metodológico detallado de como realizar el costo por patologías, ver el
documento Lineamientos metodológicos para evaluar el impacto económico de la transición a
un plan implícito en el marco de la Ley 1751 de 2015 (MHCP - IETS 2015).
Para identificar las prioridades debe realizarse como un estudio sistémico de: carga de
enfermedad, costos de las tecnologías, análisis de la demanda por servicios de salud y carga
financiera que las patologías puedan representar para el Sistema.
El sistema de presupuesto que plantea la presente propuesta, tiene entre otros, el objetivo de
materializar en propuestas cuantificadas los diferentes objetivos en materia de Salud. En el
ejercicio de la planificación presupuestaria como un proceso sistemático para determinar el valor
de una actividad, política o programa (Robinson, 2015); se deben incorporar herramientas que
permitan obtener los resultados deseados en política en función a la asignación optima de
recursos.
Por ultimo, crear mecanismos de gestión de riesgo y seguimiento a las herramientas, y el gasto
presupuestal las cuales podrían darse al invertir en innovación al sistema, mejorar la transparencia
y realizar un monitoreo constante de precios y frecuencias de uso de los servicios de salud, en
el caso donde se presenten ineficiencias el ente que vigila tenga un mayor tiempo de respuesta
para evitar el gasto excesivo e ineficiente en recursos.
La sostenibilidad financiera del sistema y la generación de mayor valor por cada peso utilizado,
requiere mucho más que la implementación de controles de precios, controles de entrada a
tecnologías o guías de práctica clínica. Se requiere una evolución en tres frentes:
- El sector prestador debe evolucionar hacia modelos de prestación que exploten las
ventajas de la estandarizabilidad, la separabilidad y la delegabilidad, y que abandonen la
tradicional mentalidad de oferta que predomina en la concepción de los modelos de
prestación. Los modelos tradicionales del hospital general y el consultorio médico se
deben transforman para enfocarse en procesos no estandarizables y no separables,
mientras por otro frente se deben generar incentivos hacia la creación de modelos
innovadores de prestación diferentes a estos dos modelos tradicionales.
- El sector prestador y pagador deben evolucionar hacia modalidades de contratación que
alineen correctamente las diferentes etapas, escenarios de atención y disciplinas del
conocimiento que hacen parte del ciclo completo de atención de una condición médica
y sus comorbilidades principales.
- Los médicos deben evolucionar hacia modelos de práctica que hagan posible el control
entre pares como mecanismo de rendición de cuentas en un sector plagado de
incertidumbre y asimetrías de información. Este control entre pares es el pilar fundamental
para que la autonomía médica que establece la Ley Estatutaria no desemboque en una
exacerbación de los problemas de agencia médica, fundamentales en los sistemas de
salud.
Estas recomendaciones coinciden con muchos de los planteamientos del documento borrador
de la OECD sobre el sistema de salud de Colombia (OCDE, 2016) y contribuyen a desarrollar
algunas recomendaciones que allí se plantean de manera abstracta.
El hospital general y el consultorio médico son los modelos tradicionales de prestación sobre los
cuales se edifica el sector prestador en cualquier sistema de salud. Estos dos modelos son
adecuados para enfrentar procesos con alta incertidumbre, es decir que no pueden ser
estandarizados, o procesos que por sus interdependencias no se pueden separar de ellos.
En la medida que hay más evidencia científica hay menos incertidumbre, y será más factible
estandarizar un proceso, subproceso, actividad o tarea. A mayor certidumbre y estandarización
será más factible garantizar un resultado clínico y entre menos multicausal y más proximal en el
tiempo sea este resultado, es mucho más factible propiciar una competencia por resultados
clínicos y así disminuir los problemas de agencia médica.
Ahora bien, estos conceptos se pueden aplicar a una etapa de la atención y podrían generar
efectos positivos. Pero tales efectos serían mucho más positivos aún si se establece como unidad
de análisis la condición médica en su ciclo completo de atención. Por ejemplo, en la reparación
de una hernia de la pared abdominal una cosa es el procedimiento quirúrgico aislado y otra muy
distinta el ciclo completo desde el diagnóstico inicial hasta la recuperación completa sin recidiva
al menos cinco años después.
En las enfermedades crónicas esto es aún más clave, pues estas típicamente se abordan de
manera fragmentada por niveles de complejidad y por especialidades, lo cual hace muy difícil
que un solo prestador logre impactar los resultados clínicos pues se requiere la acción coordinada
de muchos escenarios de atención (ámbito ambulatorio y comunitario, hospital, apoyos
diagnóstico y terapéuticos, etc) y disciplinas del conocimiento (especialidades médicas,
profesiones no médicas, técnicos y auxiliares), a lo largo de la vida del paciente.
Diseñar cursos virtuales o presenciales sobre los elementos básicos de los mecanismos
de pago y las innovaciones en esta área, que permitan prosperar a los modelos de
prestación innovadores. Estos cursos deben ser dirigidos principalmente a ejecutivos del
sector prestador y pagador (Castaño, 2014b).
Desarrollar experiencias piloto con mecanismos de pago innovadores que permitan
minimizar riesgos y que, acompañadas de procesos de investigación, permitan evaluar
su impacto y determinar los factores clave de éxito.
Adoptar el pago por GRDs para los episodios hospitalarios y cirugías ambulatorias, y el
pago anual ajustado por condiciones médicas para las enfermedades crónicas.
Adoptar pagos por resultados inicialmente en procesos de atención altamente
estandarizables y que tengan resultados observables en un plazo no mayor a un año.
Adoptar mecanismos de ajuste de riesgo para los pagos por capitación entre las EPS y
los prestadores.
Diseñar e implementar fondos municipales en los que se aglutinen recursos de UPC, PIC
y fuentes de otros sectores, para la implementación y pago de actividades del ámbito
comunitario (redes de pacientes, redes comunitarias de apoyo, cuidadores formales,
rehabilitación psicosocial comunitaria, programas de APS).
En el ámbito de las decisiones médicas rodeadas de incertidumbre, el actuar del profesional debe
regirse por principios éticos que son el eje fundamental del concepto de profesionalismo. Según
estos principios, el médico debe actuar buscando el beneficio de su paciente, no hacerle daño y
respetar su autonomía. Sin embargo, el principio de justicia entra en conflicto con los principios
de beneficencia, no maleficencia y autonomía. Para este caso el principio de justicia implica poner
en la balanza las necesidades del paciente frente a las de otros pacientes; es decir, el principio de
justicia aquí se refiere a la justicia distributiva.
La eficiencia de asignación a nivel global del sistema de salud, depende críticamente de cómo los
médicos toman decisiones en el día a día de su práctica y de manera totalmente descentralizada.
Si al tomar estas decisiones el médico desconoce el conflicto entre los principios beneficencia y
justicia, es muy difícil que se logre la eficiencia de asignación.
Con frecuencia se argumenta que este conflicto ético se puede resolver estandarizando el
ejercicio médico en protocolos o guías de práctica clínica y luego obligando al médico a que se
adhiera a ellos. Sin embargo, esto solo es posible en aquellos casos en los que hay poca
incertidumbre, mientras en los casos en los que hay alta incertidumbre, las guías de práctica
clínica tienen poco efecto cuando se utilizan como herramientas para disminuir la variabilidad en
el uso de recursos.
Ahora bien, se da por hecho que el profesional siempre actúa de manera ética en su ejercicio
clínico. Ya se argumentó arriba que esto no necesariamente resuelve el conflicto ético entre
beneficiencia y justicia. Pero más allá de este conflicto que se presenta en una práctica médica
ética, el profesional podría caer en la tentación de poner otros intereses secundarios, tales como
su interés pecuniario, o su interés por la investigación, por encima de los principios de
beneficencia y justicia. Este comportamiento anti-ético debe también ser controlado por los
mismos profesionales pues en la gran mayoría de casos se presentan como conflictos de baja
intensidad que no alcanzan a ser controlados por mecanismos ex-post como la auditoría
retrospectiva o los Tribunales de Etica.
Por estas razones es necesario crear las instituciones, estructuras y procesos necesarios para que
sea la profesión misma la que controle el ejercicio clínico de sus miembros. Este control
usualmente se entiende como el ejercicio en abstracto de diseñar guías de práctica clínica,
esperando que todos los profesionales se adherirán a ellas y que las EPS las utilizarán como
herramienta de auditoría concurrente o retrospectiva. También se entiende como el control
disciplinario que ejercen los Tribunales de Etica frente a los profesionales que violan los principios
fundamentales del ejercicio médico.
Sin embargo, estos controles en abstracto y ex-post tienen un alcance muy limitado y es mucho
más efectivo desarrollar capacidades en las instituciones prestadoras que permitan el control
entre pares en el día a día de su ejercicio profesional. Este es un elemento fundamental del
profesionalismo, y el profesionalismo a su vez es un elemento fundamental de la relación entre
la profesión médica y la sociedad, pues por la complejidad del conocimiento y la imposibilidad
de que el mercado o el Estado ejerzan el control como en otras industrias, es necesario que la
profesión se autocontrole para preservar la confianza de la sociedad.
A la luz del artículo 17, la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas ha entendido la gran
responsabilidad que implica la autonomía profesional, y en consecuencia ha venido desarrollando
una propuesta para asumir este reto de manera que la autonomía profesional no ponga en riesgo
la sostenibilidad financiera del sistema, pero que al mismo tiempo fortalezca la confianza de la
sociedad en sus médicos.
Dada la importancia de crear las instituciones, estructuras y procesos que hagan posible un
ejercicio médico con un equilibrio entre beneficencia y justicia, y que garanticen que los intereses
secundarios no estén por encima de los principios éticos de la práctica médica, se plantean las
siguientes recomendaciones:
Como parte del proceso de elaboración de la metodología propuesta, se realizó una mesa de
trabajo con expertos del sector, con el fin de recoger las opiniones y complementar las
recomendaciones en el marco del contexto colombiano. A continuación, se describen algunas
consideraciones que pueden ser orientadoras en el camino de regulación que se plantea para el
SGSSS, toda vez que los aspectos mencionados inciden de forma directa en el uso eficiente de
los recursos financieros del sistema:
- Proceso de recobros.
Para algunos de los expertos consultados, el problema del no POS, que tiene un
protagonismo importante como causa de muchas de las actuales iniciativas de reforma, no
es su existencia. El problema es cómo se ha configurado el proceso de pago y las reglas de
exigibilidad. Tiene sentido desde el punto de vista médico que exista bajo un diseño de
mecanismo de pago de prestaciones excepcionales con mayores condiciones, rigurisidad y
seguimiento. Otros expertos, tienen una posición más radical en que no debería existir y que
la Ley Estatutaria ocasiona las condiciones para que este mecanismo de acceso desaparezca.
Merece la pena una profunda investigación que defina la existencia o no de este proceso en
el futuro.
Fue común en muchas de las intervenciones que el ordenador del gasto en el Sistema termina
siendo el médico tratante, por lo que se hace necesario, concientizar e involucrar a los
médicos relacionados con la atención de su responsabilidad en la optimización de los
recursos, sin que esto riña con su prioridad máxima que es el bienestar del paciente.
En general la Ley deja abierta las posibilidades de interpretación sobre listas positivas, listas
negativas, plan implícito o explicito, debe ser una prioridad darle claridad a estas
interpretaciones para así direccionar y tomar mejores decisiones sobre las estimaciones o
destinaciones de los recursos financieros.
No todas las condiciones de salud deben estar dentro del aseguramiento, puede estudiarse
en que aspectos el Estado puede actuar como un estado que directamente realice la provisión
de los servicios.
Todas las decisiones del Sistema de salud son altamente demandantes de información que
hace necesario incluso contemplar la necesidad de una institucionalidad específica para el
manejo de los volumenes de información que el Sistema demanda y producen (un DANE de
salud).
Conclusiones y Recomendaciones
- La actividad médica asocia un nivel de incertidumbre que hasta ahora es muy poco
controlada por las herramientas matemáticas, estadísiticas, económetricas o actuariales.
- Dadas las limitaciones de una ajustada proyección, la construcción del presupuesto en salud
debe ser un orientador de gasto asociado a la obtención de resultados deseables.
2. Identificar las prioridades para el diseño de políticas que persigan el uso eficiente de los
recursos, con base en el estudio sistémico de: carga de enfermedad, costos de las tecnologías,
análisis de la demanda por servicios de salud y carga financiera que las patologías puedan
representar para el Sistema.
4. Construcción de costeos por patologías dirigidos hacia las prioridades del Sistema, de acuerdo
con los lineamientos metodológicos diseñados para tal fin (ver Lineamientos metodológicos
para evaluar el impacto económico de la transición a un plan implícito en el marco de la Ley
1751 de 2015. Bogotá, D.C.).
5. Orientar las herramientas para la optimización del gasto hacia las prioridades establecidas en
el sistema de salud. Una vez identificadas las prioridades en salud, disponer de un conjunto
de herramientas que promuevan un uso eficiente de los recursos, como: GPC, protocolos o
rutas de atención, evaluación de tecnologías, observatorios para el seguimiento de la
innovación tecnológica y regulación de precios.
6. Los modelos de atención con incentivos en el paciente sano, también deben estar en
coherencia con las prioridades identificadas para el sistema. Diseñar la forma como se
distribuyen los incentivos alrededor de la cadena de atención de una condición. Y determinar
los indicadores trazadores en los que se quiere incidir, para establecer el incentivo más
adecuado.
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