Tema 4 DPT

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TEMA 4 - EL CONTRATO.- 1. Concepto y clases.- 2. Perfección del contrato.

3. Eficacia del contrato.- 4. Ineficacia del contrato.- 5. Contratación actual y


protección del consumidor

1. CONCEPTO Y CLASES

Puede definirse el contrato como "un acuerdo de voluntades entre dos o más
personas, dirigido a crear, modificar, transmitir o extinguir obligaciones entre
ellas".

También por consecuencia de ciertos contratos -denominados traslativos del


dominio-, como la compraventa, mediante la entrega de la cosa vendida se
adquiere y transmite la propiedad de ésta.

El contrato se edifica sobre el principio de autonomía de la voluntad, que


consagra el art. 1255 Código civil al disponer: “Los contratantes pueden
establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente,
siempre que no sean contrarios a las leyes (IMPERATIVAS), a la moral ni al
orden público”.

El citado principio de autonomía de la voluntad en el ámbito contractual supone:


• La libre opción del individuo entre contratar y no contratar.
• La libertad de elección del tipo contractual.
• Libertad para celebrar contratos atípicos. Los contratantes además de
utilizar los tipos contractuales regulados por las leyes (contratos típicos),
también pueden construir o inventarse otros distintos denominados
contratos atípicos.
• La posibilidad de modificar el contenido de los contratos típicos, si dicho
contenido se regula por normas de carácter dispositivo.

Elementos del contrato: esenciales, naturales y accidentales

A) Elementos esenciales o requisitos son aquellos sin los cuales el contrato no


puede existir. Según el art. 1.261 del Código Civil: "No hay contrato sino cuando
concurren los requisitos siguientes: 1º Consentimiento de los contratantes. 2º
Objeto cierto que sea materia del contrato. 3º Causa de la obligación que se
establezca". A los citados hay que añadir el requisito de la forma en los llamados
contratos formales o solemnes.

B) Elementos naturales son aquellos que en principio forman parte del contrato,
aunque pueden ser suprimidos o modificados por pacto expreso de los
contratantes, pues se regulan por normas dispositivas. Así sucede, por ejemplo,
con la gratuidad en el contrato de depósito.

C) Elementos accidentales son aquellos que pueden ser introducidos en el


contrato por la voluntad de las partes. Son elementos accidentales la condición, el

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término y el modo. A diferencia de los elementos naturales, que se entienden
implícitos en el contrato ante el silencio de las partes, los elementos accidentales
para formar parte integrante del contrato deberán ser introducidos de forma
expresa, a partir de lo cual gozan del carácter de esenciales.

Clasificación de los contratos

Unilaterales y bilaterales o sinalagmáticos

Los contratos unilaterales sólo originan obligaciones para una de las partes
contratantes. Ej. En la donación, contrato unilateral por excelencia, el único
obligado es el donante que tiene que entregar la cosa al donatario.

Los contratos bilaterales o sinalagmáticos originan prestaciones recíprocas, es


decir, para ambas partes contratantes. Así, en la compraventa surgen ambas
partes quedan recíprocamente obligadas: el vendedor, a entregar la cosa y el
comprador, a entregar el precio. En los contratos bilaterales, la parte ha cumplido
su obligación puede pedir, frente a la otra, la resolución del contrato por
incumplimiento (art. 1.124 C.c.).

Consensuales, reales y formales

Desde el punto de vista de su perfección, los contratos pueden ser consensuales,


reales y formales.

Son contratos consensuales aquellos que se perfeccionan por el mero


consentimiento, con independencia de la forma en que se celebren, ya que rige en
nuestro Código civil un principio de libertad de forma en materia contractual
(véase art. 1278 C.c.). Los contratos consensuales constituyen la regla general en
nuestro ordenamiento jurídico. La compraventa es el paradigma de contrato
consensual.

Los contratos reales, además del consentimiento, exigen para su perfección la


entrega de la cosa objeto del contrato. En el Código son contratos reales el
contrato de préstamo, el contrato de depósito y el contrato de prenda.

Los contratos formales, como categoría diferenciada de los consensuales y los


reales, son aquellos que se caracterizan porque precisan que el consentimiento se
manifieste de una forma especial exigida por la ley en cada caso (escritura
pública, documento privado, etc.), de modo que su inobservancia supone la
inexistencia del contrato. Estos contratos son excepciones a la regla general de
perfección de los contratos por el simple consentimiento. Son contratos formales:
la hipoteca, las capitulaciones matrimoniales, la donación de inmueble o el
contrato de seguro, entre otros.

Onerosos y gratuitos

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Contratos onerosos son aquellos en los que hay un intercambio de prestaciones.
En estos contratos el sacrificio patrimonial que realiza cada una de las partes se
encuentra compensado o encuentra su equivalente en el correlativo sacrificio de
la contraparte. Así, en la compraventa, contrato oneroso por excelencia, el
patrimonio del vendedor sufre una disminución de su patrimonio como
consecuencia de la entrega de la cosa vendida, que sin embargo es compensada
por la entrada en el mismo del precio pactado.

Los contratos onerosos pueden ser conmutativos y aleatorios:

Son conmutativos aquellos en que la relación de equivalencia de las prestaciones


a cargo de ambas partes se encuentra fijada de antemano. Ej. En la compraventa
las partes han predeterminado el precio y la cosa a entregar.

Son aleatorios aquellos en los que la prestación de una de las partes no se


encuentra predeterminada de antemano, puesto que depende de que tenga lugar o
no un determinado evento, corriendo los contratantes con un riesgo de ganancia o
pérdida. Son aleatorios el contrato de seguro, el juego y la apuesta y la renta
vitalicia.

Son contratos gratuitos o lucrativos aquellos en los que el beneficio obtenido por
una de las partes no le exige ningún sacrificio patrimonial. En estos contratos una
de las partes proporciona a la otra una ventaja patrimonial sin contraprestación.
La donación es el paradigma del contrato lucrativo. Sin embargo, hay otros
contratos gratuitos como el comodato o préstamo de uso, préstamo de dinero sin
interés o el depósito gratuito.

Típicos y atípicos

Por su regulación legal, los contratos pueden ser típicos y atípicos.

Los contratos típicos o nominados son los que tienen individualidad propia y
gozan de regulación legal específica en el Código o en las leyes especiales. Son
contratos típicos, entre otros muchos, la compraventa, la donación, el
arrendamiento, el mandato, el préstamo, el depósito, el seguro, etc.

Son contratos atípicos o innominados los que carecen de regulación legal y rigen,
en consecuencia, por las normas generales de la contratación. Los contratos
atípicos son una manifestación de la autonomía de la voluntad (art. 1.255), en
cuya virtud las partes contratantes no utilizan un esquema típico y su
correspondiente regulación legal, sino que crean o inventan un nuevo tipo o
esquema al que dotan de regulación.

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Son atípicos aun cuando tengan un específica denominación jurídica en el ámbito
de la doctrina y de la jurisprudencia; lo determinante es la carencia de regulación
legal expresa, la falta de una disciplina normativa.

El contrato de hospedaje, el contrato de corretaje o intermediación o el de


aportación de solar a cambio de vivienda a construir son algunos ejemplos del
contrato atípico; los citados, sin embargo, pueden calificarse de socialmente
típicos por su amplia implantación en el tráfico jurídico.

2. PERFECCIÓN DEL CONTRATO

Podría identificare la perfección del contrato con su nacimiento a la vida jurídica.


El contrato se perfecciona cuando concurren sus elemento esenciales o requisitos.
Ya hemos visto la clasificación de los contratos atendiendo a su perfección:
consensuales, reales y formales.

La regla general en nuestro Código civil son los contratos consensuales.

Perfección de los contratos consensuales ----------------------------------------------

Dicha perfección exige la concurrencia de los tres requisitos citados:


consentimiento, objeto y la causa. Analizamos cada uno de ellos, a la luz del
Código civil.

El consentimiento

El acuerdo de voluntades es el núcleo esencial del contrato. Para que exista


consentimiento contractual válido se exige:

1) Que concurran, al menos, dos partes contratantes, cada una integrada por uno
o más sujetos, personas físicas o jurídicas, salvo el supuesto de autocontratación.

2) Que ambas partes tengan gocen de la capacidad necesaria para prestar


válidamente consentimiento. Como regla general, los menores de edad no
emancipados deberán actuar a través de sus padres o tutores (representantes
legales). El artículo 1263 C.c. dispone que Los menores de edad no emancipados
podrán celebrar aquellos contratos que las leyes les permitan realizar por sí
mismos o con asistencia de sus representantes y los relativos a bienes y servicios
de la vida corriente propios de su edad de conformidad con los usos sociales.

3) Que ambas partes presten su consentimiento de forma libre y consciente. Falta


este consentimiento consciente y libre cuando alguna de las partes ha sufrido uno
de los llamados “vicios del consentimiento”, a saber: error, violencia,
intimidación y dolo (engaño). El contratante que haya sufrido vicio del
consentimiento debe probarlo.

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En relación con los vicios del consentimiento, dispone el Código civil que:

• Para que el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre la


sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato o sobre sus condiciones
principales.
• El error sobre la persona sólo invalidará el contrato cuando la
consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo.
• Hay violencia cuando para arrancar el consentimiento se emplea una
fuerza irresistible.
• Hay intimidación cuando se inspira a uno de los contratantes el temor
racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona o
bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes o
ascendientes.
• Para calificar la intimidación debe atenderse a la edad y a la condición de
la persona.
• La violencia y la intimidación anularán el contrato, aunque se hayan
empleado por un tercero que no intervenga en el mismo.
• Hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno
de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin
ellas, no hubiera hecho.
• El dolo sólo anulará cuando ha sido empleado por una de las partes.
Cuando el dolo es recíproco, es decir, empleado por ambas partes
contratantes, se produce una compensación de los dolos y se trata el
contrato como si ambos hubiesen procedido de buena fe.

4) Que no exista divergencia entre la voluntad interna y la voluntad declarada.


Existen casos de divergencia inconsciente y de divergencia consciente entre la
voluntad interna y la declarada. Como hipótesis de divergencia consciente, la
simulación relativa de contrato, que supone la expresión en el mismo de una
causa falsa: se quiere celebrar determinado contrato (contrato disimulado) bajo
apariencia de otro diferente (contrato simulado). Nos remitimos a lo expuesto en
la causa del contrato.

El objeto

Los contratos pueden tener por objeto toda clase de bienes o servicios, siempre
que dicho objeto posible, lícito y determinado o determinable.

Dispone el Código civil que:


• No podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles.
• Pueden ser objeto de contrato todas las cosas que están en el comercio de
los hombres, aun las futuras (éstas, siempre que puedan llegar a existir).
• Pueden ser igualmente objeto de contrato todos los servicios que no sean
contrarios a las leyes o a las buenas costumbres.

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• El objeto del contrato debe ser una cosa determinada en cuanto a su
especie. La indeterminación en la cantidad no será obstáculo para la
existencia del contrato, siempre que sea posible determinarla sin necesidad
de nuevo convenio entre los contratantes.

La causa

Podría definirse la causa contractual como la común intención de las partes sobre
la finalidad económico-jurídica perseguida con contrato y que justificaría la
tutela que el ordenamiento le otorga.

El Código civil distingue entre la causa en los contratos onerosos y la causa en


los contratos gratuitos. En los contratos onerosos, la causa está en el intercambio
de prestaciones. En los contratos gratuitos, la causa está en el ánimo de
liberalidad de quien realiza en favor de otro una atribución patrimonial sin
contrapartida o le proporciona una ventaja.

Distintos de la causa del contrato (necesariamente común a ambas partes) son los
motivos individuales que hayan podido llevar a cada una de ellas a celebrarlo;
motivos que, en principio, son irrelevantes para el Derecho.

Para que el contrato sea válido, la causa debe ser existente, lícita y verdadera.
Sobre ello, dispone el Código civil que:
• Los contratos sin causa, o con causa ilícita, no producen efecto alguno. Es
ilícita la causa cuando se opone a las leyes o a la moral
• Aunque la causa no se exprese en el contrato, se presume que existe y que
es lícita, mientras no se pruebe lo contrario.

La expresión de una causa falsa da lugar a la figura conocida como “simulación


de contrato”. La simulación se da cuando las partes, con la finalidad de engañar a
terceros, manifiestan exteriormente celebrar un determinado contrato, sin que tal
declaración se corresponda con su verdadera voluntad. La simulación puede ser
absoluta y relativa.

Hay simulación absoluta cuando el contrato simulado no encubre ningún otro


contrato (es el llamado supuesto vacío),

Hay simulación relativa, cuando el contrato simulado encubre un contrato


distinto, al que se denomina “contrato disimulado”. El contrato simulado, que es
pura apariencia, es nulo por falta de causa; pero, en cambio, el contrato
disimulado será válido cuando se pruebe que reúne los requisitos necesarios para
su validez.

Perfección de los contratos reales ------------------------------------------------------

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Los contratos reales exigen para su perfección, además, la entrega de la cosa
objeto del contrato. Conviene recordar que en nuestro Código civil contratos
reales son el préstamo, el depósito y el contrato de prenda.

Perfección de los contratos formales o solemnes ------------------------------------

Los contratos formales exigen para su perfección, además, la observancia de la


forma prescrita por la ley en cada caso (escritura pública, documento privado,
etc.), de modo que su inobservancia supondrá la inexistencia del contrato.
Conviene recordar que en nuestro Código civil contratos formales o solemnes
son la hipoteca, las capitulaciones matrimoniales, la donación de inmuebles, que
requieren su otorgamiento en escritura pública, y el contrato de seguro, que
deberá constar por escrito, aunque sea privado.

3. EFICACIA DEL CONTRATO

A partir del momento en que el contrato se perfecciona, el mismo despliega sus


efectos; al margen de los específicos de cada tipo contractual, se puede decir que
todo contrato produce los siguientes efectos esenciales:

Obligatoriedad del contrato.


El contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes (art. 1091 CC), y
obliga a éstas a cumplir, no sólo lo expresamente pactado, sino también todas las
consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a
la ley (art. 1258 CC).

Irrevocabilidad e inalterabilidad del contrato


Una vez perfeccionado el contrato, ninguna de las partes puede unilateralmente
(por su sola voluntad) dejarlo sin efecto o modificarlo. Constituyen excepciones
a este principio los supuestos del desistimiento unilateral, que prevé la ley en
ciertos casos, en que puede una de las partes dejar sin efecto unilateralmente el
contrato (así, la revocación de la donación por el donante en supuestos
legalmente previstos).

Sin embargo, celebrado un contrato, pueden ambas partes dejarlo sin efecto o
modificarlo mediante otro contrato denominado "mutuo disenso".

Relatividad del contrato


El contrato sólo produce efectos entre las partes contratantes y sus herederos;
como excepción, no produce efecto respecto de los herederos del contratante en
el caso de que los derechos y obligaciones que deriven del contrato sean
intransmisibles (así, los llamados personalísimos).

Por lo tanto, el contrato no produce efectos respecto de los terceros (se denomina
tercero a quien no es parte en el contrato); como excepción, cabe la posibilidad

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de que el contrato atribuya derechos a un tercero que no haya intervenido en él:
el el llamado contrato a favor de tercero; p. ej., el seguro de vida en que se
designa beneficiario al tercero). En tal caso, el tercero o beneficiario podrá exigir
el cumplimiento a su favor, siempre que hubiera hecho saber su aceptación al
obligado antes de que la estipulación fuera revocada.

4. INEFICACIA DEL CONTRATO

En nuestro Derecho existen dos categorías de nulidad que se diferencian por sus
causas y sus efectos: la nulidad absoluta y la nulidad relativa o anulabilidad.

NULIDAD ABSOLUTA.
- Sus causas son la inexistencia o ilicitud de alguno de sus elementos
esenciales (consentimiento, causa, objeto o forma), dando lugar al
llamado contrato inexistente, y que la infracción por el contrato de
alguna norma imperativa o prohibitiva, dando lugar al contrato nulo de
pleno derecho.
- La nulidad absoluta opera de forma automática o ipso iure; es decir, el
contrato nulo no produce ningún efecto, sin necesidad de que la nulidad
sea declarada expresamente por un Tribunal. No obstante, suele ser
conveniente ejercitar la acción de nulidad con el fin de obtener una
sentencia judicial en la que se declare expresamente que el contrato es
nulo, evitando así cualquier posible apariencia de validez.
- Se trata, por tanto, de supuestos en los que está en juego el interés general
o el orden público. La legitimación para ejercitar la acción de nulidad es
muy amplia, puesto que puede ser ejercitada por cualquier persona que
acredite interés legítimo, sea o no parte en el contrato; incluso el Juez,
actuando de oficio, puede declarar nulo un contrato sometido a su
consideración, aunque ninguna de las partes se lo pida.
- La acción de nulidad no está sujeta a plazo (es imprescriptible)
- Se trata de una nulidad insubsanable: no es posible la convalidación del
contrato nulo.
- Una vez que el contrato ha sido declarado nulo, las partes deben proceder
a restituirse recíprocamente las prestaciones que hubieran realizado para
dar cumplimiento al contrato.

NULIDAD RELATIVA O ANULABILIDAD.


- El contrato anulable es provisionalmente válido, mientras no se ejercite la
acción judicial encaminada a anularlo.
- Sus causas son el defecto de capacidad y la concurrencia de vicio del
consentimiento en alguna de las partes.
- En estos casos no están en juego los intereses generales, sino sólo el
interés particular del menor, incapacitado o persona que ha sufrido el

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vicio; por tanto, sólo corresponde a éstas o a sus representantes legales
solicitar judicialmente la nulidad del contrato.
- La acción está sujeta a un plazo de caducidad de cuatro años.
- Las mismas personas que pueden pedir la nulidad del contrato puede optar
por la confirmación del contrato, quedando definitivamente convalidado
con efecto retroactivo.
- Anulado el contrato mediante la correspondiente sentencia, operará el
efecto restitutorio en los mismos términos que en los casos de nulidad.

5. CONTRATACIÓN ACTUAL Y PROTECCIÓN DEL CONSUMIDOR

El modelo de contrato que regula el Código civil es aquél en que las dos partes
intervinientes, en condiciones de igualdad, manifiestan libremente su decisión de
vincularse tras un proceso de negociación.

Si bien dicho modelo de contratación por negociación sigue dándose con


frecuencia, el desarrollo de la contratación en masa y la creciente intervención
del Estado en la economía han determinado que en las últimas décadas el
desarrollo de nuevas formas de contratación que se caracterizan, bien porque
falta la libertad para contratar o no (los llamados “contratos forzosos”), bien
porque el contenido del contrato viene predispuesto total o parcialmente por la
ley (“contratos reglados o normados”), bien porque las partes no se encuentran en
situación de igualdad a la hora de negociar las condiciones del contrato; en este
último caso, se habla de “contratos con condiciones generales”, no dejando al
contratante débil otra opción que rehusar o prestar su adhesión al contrato tal
como se lo presenta el contratante fuerte: se trata de los denominados “contratos
de adhesión”. Estos se caracterizan porque su contenido viene total o
parcialmente predispuesto de forma unilateral por una de las partes (normalmente
una empresa o un grupo de empresas) para aplicarlas con carácter general a todos
los contratos de un determinado tipo que celebre en el ejercicio de su actividad,
de tal manera que la otra parte, normalmente un consumidor, no puede evitar su
aplicación si desea obtener el bien o servicio de que se trate.

La Constitución Española (1978) en su artículo 51 consagra el principio de


protección del consumidor, que encuentra desarrollo en la vigente la Ley General
para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (LGDCU, 2007).

La citada LGDCU (art. 3) contiene la noción legal de consumidor:


A efectos de esta norma ...., son consumidores las personas
físicas que actúen con un propósito ajeno a su actividad
comercial, empresarial, oficio o profesión.
Son también consumidores a efectos de esta norma las
personas jurídicas y las entidades sin personalidad jurídica

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que actúen sin ánimo de lucro en un ámbito ajeno a una
actividad comercial o empresarial.
Nótese que se trata de una noción funcional (a efectos de esta norma....)
A diferencia de la normativa comunitaria, nuestra legislación admite que
puedan ser consideradas como consumidores no sólo las personas físicas, sino
también las personas jurídicas.
Sólo será razonable reconocer la cualidad de consumidor a una persona jurídica
que adquiere bienes o servicios para que sean utilizados o consumidos materialmente
por personas vinculadas a ella cuando no medie entre ellas relación alguna de
mercado; en fin, se tratará a aquellos supuestos de personas jurídicas que, sin
finalidad de lucro, transmiten a título gratuito o a precio de coste, los bienes y
servicios adquiridos.
Por ejemplo, el caso de las fundaciones o asociaciones que adquieren bienes o
servicios para que sean utilizados por empleados de la entidad, asociados... etc.
Sin embargo, como veremos en el tema siguiente, la normativa de Viajes
Combinados, recogida también en la propia LGDCU, es de aplicación exclusivamente
a las personas físicas.

La protección del consumidor en el ámbito de la contratación se hace efectiva a través


de la consagración legal de
A.- su derecho a la información previa al contrato,
B.- su derecho a desistir del contrato,
C.- la integración contractual de la oferta, promoción y publicidad,
D.- la necesidad de forma escrita en los contratos con consumidores;
E.- la nulidad de las denominadas cláusulas abusivas.

PORQUE LAS NORMAS DE CONSUMO TIENEN CARÁCTER IMPERATIVO, TALES DERECHOS


DEL CONSUMIDOR SON IRRENUNCIABLES.

A. La información previa al contrato

El consumidor tiene derecho con carácter previo al contrato a recibir gratuitamente


información clara y comprensible, relevante, veraz y suficiente sobre las
características principales del contrato, en particular sobre sus condiciones jurídicas y
económicas.

B. El derecho de desistimiento

El derecho de desistimiento de un contrato es la facultad del consumidor de dejar


sin efecto el contrato celebrado, notificándoselo así a la otra parte contratante en
el plazo establecido para el ejercicio de ese derecho, sin necesidad de justificar su
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decisión y sin penalización de ninguna clase. El ejercicio de este derecho no
implicará gasto alguno para el consumidor (art. 68 y ss.).

Serán nulas de pleno de derecho las cláusulas que impongan al consumidor


-una penalización por el ejercicio de su derecho de desistimiento
-o la renuncia al mismo

El derecho del consumidor a desistir del contrato no se da en todos los casos de


contratación con consumidores, como sucede con el derecho de información u
otras medidas de tutela del consumidor, sino que sólo lo reconoce la ley en
algunos tipos de contrato que, por sus características sitúan al consumidor en una
posición aún más débil que la comúnmente presenta. Así, en los contratos a
distancia (entre ellos, los celebrados a través de internet) o los celebrados fuera
de establecimiento mercantil.

También cabe el "derecho contractual de desistimiento" (art. 79 LGDCU),


cuando éste se le reconoce al consumidor en la oferta, publicidad o en el propio
contrato. A falta de previsiones específicas en la oferta, publicidad o en el propio
contrato sobre el derecho de desistimiento reconocido contractualmente, éste se
ajustará al régimen general del derecho de desistimiento.

El consumidor dispondrá de un plazo mínimo de catorce días naturales para


ejercer el derecho de desistimiento.

En el cómputo de este plazo consideramos dos hipótesis:

-Si el empresario haya cumplido con su deber de


información, dicho se computará desde la recepción del bien objeto del contrato
o desde la celebración de éste si contrato fuera de prestación de servicios.

-Si el empresario no hubiera cumplido su deber de


información, el plazo para su ejercicio finalizará doce meses después de la fecha
de expiración del periodo de desistimiento inicial, a contar desde que se entregó
el bien contratado o se hubiera celebrado el contrato, si es de prestación de
servicios. Si el deber de información se cumple durante el citado plazo de doce
meses, el plazo legalmente previsto para el ejercicio del derecho de desistimiento
empezará a contar desde ese momento.

La consecuencia fundamental del ejercicio del derecho de desistimiento es


que las partes deberán restituirse recíprocamente las prestaciones respectivas:

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-El consumidor está obligado a devolver el objeto del contrato al
empresario

- Y El empresario estará obligado a devolver las sumas abonadas por el


consumidor sin retención de gastos. La devolución deberá efectuarse sin demoras
indebidas y, en cualquier caso, antes de que hayan transcurrido 14 días naturales
desde la fecha en que haya sido informado de la decisión de desistimiento del
contrato por el consumidor. Transcurrido dicho plazo sin que el consumidor y
usuario haya recuperado la suma adeudada, tendrá derecho a reclamarla
duplicada, sin perjuicio de que además se le indemnicen los daños y perjuicios
que se le hayan causado.

C.- La integración contractual de la oferta, promoción y publicidad (art. 61


LGDCU)
El contenido de la oferta, promoción o publicidad serán exigibles por los
consumidores, aún cuando no figuren expresamente en el contrato celebrado o en el
documento o comprobante recibido.
No obstante, si el contrato celebrado contuviese cláusulas más beneficiosas, estas
prevalecerán sobre el contenido de la oferta, promoción o publicidad.

D.- La necesidad de forma escrita (vid. art. 63 LGDCU)

En la contratación con consumidores el empresario tiene la obligación de


entregar factura en papel o en formato electrónico; aquéllos no puede renunciar
previamente a su derecho a recibirla y éste la debe expedir gratuitamente.

En principio, los gastos de documentación del contrato son de cuenta del


empresario, salvo que por imperativo legal sean contratos que deban formalizarse en
escritura pública, caso en el que se aplicará lo previsto en la norma correspondiente
(por ej., préstamos hipotecarios). La elección del notario corresponde al consumidor.
La renuncia previa a ese derecho se considera cláusula abusiva y por lo tanto nula.

E.- La nulidad de las denominadas cláusulas abusivas.

La LGDCU considera cláusulas abusivas «todas aquellas estipulaciones no


negociadas individualmente que, en contra de las exigencias de la buena fe
causen, en perjuicio del consumidor y usuario, un desequilibrio importante de los
derechos y obligaciones de las partes que se deriven del contrato» (art. 82).

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Las cláusulas abusivas serán nulas de pleno derecho y se tendrán por no puestas, no
obstante la subsistencia del contrato: el contrato seguirá siendo obligatorio para las
partes en los mismos términos, siempre que pueda subsistir sin dichas cláusulas (art.
83).

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