Metáforas de ACT
Metáforas de ACT
Dos escaladores
Objetivo: Explicar qué hace un psicólogo y el contexto de la relación que se establecerá
durante el tratamiento. Es como si los dos fuésemos escaladores, escalando dos montañas
diferentes pero enfrentadas. Yo puedo ver un camino por el que puedes subir, no porque
conozca esa montaña. Tampoco porque sea más inteligente, sino porque estoy situado en una
posición diferente donde puedo ver cosas que vos no.
Yo estoy escalando mi propia montaña y vos, podrías hacerme indicaciones sobre el camino
que me espera a mí. Mi única ventaja con respecto a vos durante el tratamiento será la
perspectiva y la distancia. Aunque hay cosas que yo no puedo saber sobre tu montaña. Esas
tendrás que contármelas vos. Aunque yo te pueda aconsejar sobre el camino que veo, no
subiré la montaña por vos. Vos tenes la tarea más difícil.
Arenas movedizas
Si vos estuvieras atrapado en arenas movedizas. Lo primero que intentarías hacer es salir de
ellas, pero cuanto más intentas escapar, menos te mueves. Cuánto más luchas, más te hundes.
Cuánto más intentamos luchar contra un pensamiento, una emoción, un hecho o situación
exterior, etc., más grande y pesado se vuelve, y más nos hundimos.
El hombre en el hoyo
Se cuenta la historia de un hombre que cayó en un hueco grande y profundo. No podía saltar
fuera y tampoco había otras vías de escape. En el hueco solo encontró una pala. Así que
comenzó a cavar más y más y más y más rápido, pero seguía en el hoyo. Lo intentó con
grandes paladas y con pequeñas, arrojando lejos la tierra o arrojándola cerca… pero seguía en
el agujero. Todo ese esfuerzo y todo ese trabajo, y lo único que conseguía es que el hoyo se
hiciese cada vez más y más profundo. Entonces, se dio cuenta que cavar no era la solución,
no era la forma de salir del hoyo. Al contrario, cavando es como se hacen los hoyos más
grandes. Como consecuencia, empezó a pensar que quizás todo el plan que tenía estaba
equivocado y que no tenía solución. Cavando no podía conseguir una escapatoria, lo único
que hacía era hundirse más.
Metáfora de la Gárgola
Objetivo: Generalmente se usa para pacientes con depresión, con el objetivo que comience a
detectar pensamientos negativos que aparecen de forma frecuente, y que influyen en el estado
de ánimo.
Imagínate una gárgola en tu hombro. Como las gárgolas son de piedra y, por lo tanto pesadas,
hace que se te dificulte moverte para realizar cualquier tipo de actividad. Además, te habla al
oído y te da mensajes negativos, humillantes, te culpabiliza de todo. Si te encuentras mal, la
gárgola te afirma rotundamente que así te sentirás siempre. Y lo peor es que tú te crees todo
lo que te susurra.
En las próximas semanas deberás aprender a identificar cuáles son estos mensajes y ser
consciente que vienen de la gárgola. Es imposible no escucharla, pero, si aprendes a
identificar cuáles son sus mensajes, sabrás que son opiniones de la gárgola y dejarás de creer
en ellos. La gárgola gritará más para convencerte, pero, con el tiempo, si no se siente
escuchada, tal vez se marche de tu hombro.
Los pensamientos, sensaciones y emociones negativas son como el calor: muy desagradables.
Pero seguro que no te culpas de tener calor. No estás pensando todo el día que el calor es
horrible, insoportable, etc. Es molesto, pero sabemos que de vez en cuando hemos de pasar
por eso, sobre todo en verano y no le damos mayor importancia que esa.
Había una vez un granjero que tenía un asno muy viejo. Un día, el asno cayó al fondo de un
pozo abandonado. El granjero cuando lo vio pensó que el asno era viejo y ya no podía
realizar ningún trabajo en la granja. Por otro lado, el pozo se había secado hacía muchos años
y, por tanto, tampoco tenía utilidad alguna. El granjero decidió que simplemente enterraría al
viejo asno en el fondo del pozo.
Cuando comenzó a palear tierra encima del asno, éste se puso más inquieto de lo que ya
estaba. No sólo estaba atrapado, sino que, además, lo estaban enterrando en el mismo agujero
que le había atrapado. Al estremecerse en llanto, se sacudió y la tierra cayó de su lomo de
modo que empezó a cubrir sus patas. Entonces, el asno levantó sus cascos, los agitó, y cuando
los volvió a poner sobre el suelo, estaban un poquito más altos de lo que habían estado
momentos antes. Los vecinos echaron tierra, tierra y más tierra, y cada vez que una palada
caía sobre los lomos del asno, éste se estremecía, sacudía y pisoteaba. Para sorpresa de todos,
antes de que el día hubiese acabado, el asno apisonó la última palada de tierra y salió del
agujero a disfrutar del último resplandor de sol.
Las paladas de tierra son como nuestros problemas, esos de los que nos entierran. Pero ¿Y si
hubiera alguna forma en la que usted, como el asno de la historia, pudiera encontrar la
manera de pisotear sus dificultades? Si hubiera un modo por el cual las mismas cosas que
ahora parecen estar amenazando su existencia pudieran en realidad usarse para elevarse,
¿podría entonces alcanzar esa vida que tanto anhela? Me gustaría hacerle notar que en esta
historia el asno no podría haber salido del pozo de no ser por la misma tierra que amenazaba
por enterrarlo.
Esta metáfora es muy apropiada para aquellas personas que sufren ataque de pánico.
Empiezas sintiendo un poco de ansiedad que no estás dispuesto a tolerar y al querer evitarla,
porque piensas ¡esto es horrible, no debo sentir ansiedad!, acabas sintiendo aún más. Cuando
te quieres dar cuenta, ya has caído al tanque de los tiburones.