AMPARO

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ENTREGABLE 2. Analizar y proponer solución a los siguientes cuestionamientos.

Por Lic. Fátima Lara Vargas.


Caso de estudio:
Carlos López es un vendedor ambulante de alimentos en un parque
público. Ana Ramírez es una representante de la asociación de
comerciantes establecidos en la zona, quien ha tomado medidas que
perjudican directamente a Carlos López y a otros vendedores
ambulantes. Carlos sostiene que las acciones de Ana equivalen a una
actuación de autoridad y han vulnerado sus derechos a la igualdad y
al trabajo.

Planteamiento del problema.


Ahora bien, dada la ambigüedad del caso de estudio por falta de especificidad en
el acto de aplicación que presuntamente le causa perjuicio al C. Carlos López,
resulta aplicable el método inductivo-analítico para así, dar respuesta las
diversas cuestiones planteadas en el presente ejercicio.

Objetivos.
1. Examinar detalladamente los antecedentes del caso.
2. Identificar acciones específicas tomadas por Ana Ramírez en perjuicio de
Carlos López.
3. Investigar derechos fundamentales presuntamente vulnerados,
específicamente el derecho a la igualdad y al trabajo.
4. Analizar criterios establecidos en la legislación y jurisprudencia para
equiparar a un particular con una autoridad en el contexto del juicio de
amparo.
5. Argumentar si las acciones de Ana Ramírez cumplen con los requisitos
necesarios para ser consideradas una actuación de autoridad y si se puede
equiparar a ella con una autoridad para efectos del juicio de amparo.
6. Redactar la demanda de amparo en nombre de Carlos López, con
argumentos legales y fácticos que respaldan su afirmación de vulneración
de derechos fundamentales.
7. Incluir referencias a la legislación y jurisprudencia aplicable, así como a los
precedentes relevantes en casos similares.
Desarrollo de los objetivos.

Como primer punto, relevante establecer que debe entenderse por vendedor
ambulante, mismo que al ser una calidad específica para el sujeto activo requiere
de una interpretación normativa, lo cual conduce al Reglamento de Mercados para
el Distrito Federal (publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 01 de junio
de 1951).

En este orden de ideas, las fracciones IV y V del artículo 3° del Reglamento antes
mencionado, dispone lo siguiente:

“Artículo 3.- Para los efectos de este Reglamento se considera:



IV.- Comerciantes ambulantes A, quienes hubiesen obtenido del
Departamento de Mercados de la Tesorería del Distrito Federal, el
empadronamiento necesario para ejercer el comercio en lugar
indeterminado y para acudir al domicilio de los consumidores.

También se consideran dentro de esta categoría a los comerciantes que


por sistema utilicen vehículo.

V.- Comerciantes ambulantes B, las personas que ejerzan el comercio en


lugar indeterminado y que no se encuentren dentro de las previsiones de la
fracción anterior.
…”.
(Énfasis añadido).

Resulta relevante lo anterior, pues de esto es posible inferir que el C. Carlos


López, al ser un vendedor ambulante, encuadra en la definición contenida en la
fracción V del Reglamento antes citado, y, por lo tanto, se trata de un comerciante
ambulante B.

Sobre este apartado, respecto del lugar de trabajo del C. Carlos López, se llegó a
los siguientes razonamientos:

Derivado de la definición establecida sobre vendedor/comerciante ambulante


(característica que se le atribuye a la persona física), resulta relevante señalar que
es un requisito indispensable para adquirir la calidad de “ambulante”, la
indeterminación del lugar en donde desempeña su actividad comercial.
Contrario sensu, la misma no puede llevarse a cabo en un lugar determinado,
pues en ese caso tendría el carácter de comerciante temporal o comerciante
permanente, como lo establecen las fracciones II y III del diverso 3° del
Reglamento de Mercados para el Distrito Federal.

En conclusión, es de señalarse que, atendiendo a las propias especificaciones del


caso en estudio, el acto de aplicación planteado se llevó a cabo en el parque
público, haciendo notar que este lugar no es el recurrente donde el C. Carlos
López lleva a cabo sus actividades mercantiles, pues si fuera el caso, esta
circunstancia eliminaría la calidad específica del sujeto activo, como comerciante
ambulante B.

Ahora bien, de acuerdo a lo establecido en el caso que se somete a estudio,


respecto de que, la C. Ana Ramírez es una representante de la asociación de
comerciantes establecidos en la zona.

En este sentido, cabe resaltar lo establecido en el Capítulo VI del Reglamento de


Mercados para el Distrito Federal, el cual establece lo referente a las asociaciones
de comerciantes.

“Artículo 77.- Los comerciantes a que se refiere este Reglamento podrán


organizarse en asociaciones.

Estas asociaciones serán reconocidas por el Departamento de Mercados


de la Tesorería del Distrito Federal cuando el número de asociados sea de
cien, como mínimo.

Artículo 80.- Las asociaciones deberán colaborar con el Departamento de
Mercados para el debido cumplimiento de las disposiciones de este
Reglamento y la Ley de Hacienda del Departamento del Distrito Federal.
…”.
(Énfasis añadido).

Resalta de lo anterior, la potestad de la que gozan las personas físicas en su


carácter de comerciantes permanentes, temporales o ambulantes A y B para
constituir asociaciones.

Lo anterior resulta relevante, pues esta libertad de asociarse debe entenderse


como un derecho y no una obligación si la cual no puedan desempeñar su
empleo. Dicho de otro modo, no es necesaria la constitución de una asociación
para poder realizar las actividades inherentes de un comerciante.
Consecuentemente se procede a examinar el apartado donde la C. Ana Ramírez
ha tomado medidas que perjudican directamente a Carlos López y a otros
vendedores ambulantes.

Este apartado representa la mayor incógnita que a dilucidar en el caso de estudio


pues, la ambigüedad del caso no permite identificar de manera fehaciente, clara y
precisa el acto que se reclama a la C. Ana Ramírez, por parte del C. Carlos López.

En consecuencia, y con el fin de evitar la subjetividad en el planteamiento del


caso, se hace la enunciación de las diversas conductas contenidas en el
Reglamento de Mercados para el Distrito Federal, tomando como base la calidad
del sujeto activo, que como ya se reiterado, se trata de un comerciante; sabiendo
que son estas las diversas hipótesis normativas en las cuales se podría encuadrar
cualquier afectación potencial de derechos humanos, sin caer en la ilicitud de la
conducta.

Dicho lo anterior, resalta lo establecido en el Reglamento multireferido, mismo que


establece, entre otras cosas, lo siguiente:

“Artículo 1.- El funcionamiento de los mercados en el Distrito Federal,


constituye un servicio público cuya prestación será realizada por el
Departamento del Distrito Federal por conducto del Departamento de
Mercados de la Tesorería del mismo Distrito. Sin embargo, dicho servicio
podrá ser prestado por particulares cuando el Departamento del Distrito
Federal otorgue la concesión correspondiente.

Artículo 2.- Todo lo referente a las concesiones a que se refiere este


Reglamento, se regularán por las disposiciones relativas de la Ley Orgánica
del Departamento del Distrito Federal.

Artículo 5.- El Departamento de Mercados de la Tesorería del Distrito
Federal tendrá las siguientes atribuciones:

II.- El empadronamiento y registro de los comerciantes a que se refiere el
artículo 3° de este Reglamento.

III.- Aplicar las sanciones que establece este mismo Reglamento.



IX.- Vigilar el cumplimiento de las disposiciones legales en los mercados
públicos, sean o no propiedad del Departamento del Distrito Federal.
X.- Las demás que fije el presente Reglamento.

Artículo 6.- El Departamento de Mercados de la Tesorería del Distrito


Federal, sólo tramitará las promociones que se hagan cuando el interesado
tenga capacidad jurídica.

Artículo 7.- El horario de funcionamiento de los puestos, permanentes o


temporales, será el siguiente:

I.- Tratándose de puestos instalados en la vía pública, habrá tres jornadas:

Diurna, de las 6 a las 22 horas.

Nocturna, de las 20 a las 6 horas del siguiente día.

Mixta, de las 15 a las 24 horas.



Tanto el horario como sus modificaciones serán publicados en las puertas
de los mercados públicos.

V.- No quedan sujetos a horario los ambulantes B.

VI.- Las accesorias que existan en el exterior de los edificios de los


mercados públicos, así como el comercio no previsto en las fracciones
anteriores, se sujetarán al horario establecido por el reglamento
correspondiente.

Artículo 26.- …
Tratándose de los ambulantes B, éstos deberán registrarse en el mismo
Departamento de Mercados, a efecto de que pueda tenerse un control de
estos comerciantes.
…”.

Una vez establecido lo anterior, se tienen las herramientas y argumentos


suficientes para poder dar mayor precisión y/o especificidad al caso de estudio,
por lo que, se procede a establecer el mismo, siendo este:

“Que los día 10, 14, 21, 25 y 28 de noviembre de 2023, el C. Carlos


López y otros comerciantes ambulantes independientes, se
presentaron en el parque público con el fin de realizar su actividad
comercial, sin embargo, al momento de instalarse, fueron abordados
por la C. Ana Ramírez, de manera reiterada y subsecuente, por quien
se ostenta como representante de la asociación de comerciantes
establecidos en la zona, y les negó la instalación en dicho lugar pues
no contaban con el empadronamiento correspondiente al que hace
referencia el CAPÍTULO II, además de referir que se encontraban fuera
de los horarios establecidos en el Reglamento de Mercados para el
Distrito Federal.”

Una vez plasmadas los temas que han de analizarse dentro del presente caso, es
necesario entrar al estudio de si las acciones que se han llevado a cabo, se
configuran dentro de la hipótesis normativa que la Ley de Amparo señala para la
procedencia del AMPARO CONTRA ACTOS DE PARTICULARES,
EQUIPARABLES A ACTOS DE AUTORIDAD.

En este sentido, el último párrafo del artículo 1° de la Ley de Amparo,


Reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos establece que el juicio de garantías tiene por objeto
proteger a las personas frente a actos u omisiones por parte de particulares.

Asimismo, el segundo párrafo de la fracción II, del diverso 5° de la ley en comento


señala que los particulares tendrán la calidad de autoridad responsable cuando
realicen actos equivalentes a los de autoridad, que afecten derechos y cuyas
funciones estén determinadas por una norma general.

En este sentido se considerará acto todo aquello que, con independencia de su


naturaleza, crea, modifique o extinga situaciones jurídicas en forma unilateral y
obligatoria, u omita el acto que de realizarse modificaría o extinguiera dichas
situaciones jurídicas.

Por lo tanto, sabiendo que uno de los propósitos de las asociaciones de


comerciantes es colaborar con las diversas autoridades para el cumplimiento de
las disposiciones contenidas en el Reglamento.

En este sentido cabe concluir que, toda vez que las asociaciones de comerciantes
encuentran su justificación en el Reglamento de mercados para el Distrito Federal,
por lo que, la C. Ana Ramírez al ser Presidenta de la asociación, su actuar se rige
bajo una norma general, en este caso formalmente legislativo, pero materialmente
ejecutivo, pues se trata de un Reglamento.
Siendo que, dadas las manifestaciones del C. Carlos López, al referir que con el
actuar de la C. Ana Ramírez, se vulneran derechos fundamentales, se configura la
procedencia del juicio de amparo indirecto.

Finalmente, debe entrarse al estudio de los derechos humanos presuntamente


vulnerados con los actos equiparables a los de autoridad, realizados por un
particular, cuando estos encuentran su sustento en una norma general que, en
este caso, es el Reglamento de Mercados para el Distrito Federal

En este sentido, se tiene el Derecho al trabajo y la igualdad, estableciendo como


única condicionante que este debe ser lícito.

Ahora bien, en la Ciudad de México, todas las personas gozan de los derechos
humanos en materia laboral reconocidos por la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, los tratados e instrumentos internacionales y las leyes
que de ella emanen.

En este orden de ideas, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos


establece en su artículo 25 que corresponde al Estado la rectoría del desarrollo
nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable, mediante la
competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo, y una más justa
distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la
dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege la
Constitución; entendiendo por competitividad el conjunto de condiciones
necesarias para generar un mayor crecimiento económico, promoviendo la
inversión y la generación de empleo; el Estado planeará, conducirá, coordinará y
orientará la actividad económica nacional, para llevar a cabo la regulación y
fomento de las actividades que demande el interés general en el marco de las
libertades que otorga la Constitución; así mismo dispone que al desarrollo
económico nacional concurrirán con responsabilidad social el sector público, el
sector social y el sector privado, sin menoscabo de otras formas de actividad
económica que contribuyan al desarrollo de la Nación.

Que conforme a lo señalado en el artículo 17, apartado B, numeral 11 de la


Constitución Política de la Ciudad de México, el Gobierno de la Ciudad de México
y sus Alcaldías promoverán y fomentarán la economía social y la distribución de
alimentos básicos a través de los sistemas de abasto tradicionales como son los
Mercados Públicos, los tianguis, las concentraciones y los pequeños comercios.

Que en términos de lo dispuesto por el artículo 30, fracciones I y II de la Ley


Orgánica del Poder Ejecutivo y de la Administración Pública de la Ciudad de
México, a la Secretaría de Desarrollo Económico le corresponde establecer las
políticas y programas generales en materia de desarrollo, promoción y fomento
económico; formular, conducir, coordinar y evaluar los programas sectoriales y de
Alcaldías correspondientes, así como formular y ejecutar los programas
específicos en materia industrial, de comercio exterior e interior, abasto, servicios,
desregulación económica y desarrollo tecnológico.

Que con fundamento en el artículo 147, fracción VI, del Reglamento Interior del
Poder Ejecutivo y de la Administración Pública de la Ciudad de México, la
Dirección General de Abasto, Comercio y Distribución tiene como objetivo
establecer las políticas públicas que propicien el mejoramiento y
fortalecimiento de las condiciones en las que se desarrollan las actividades
comerciales dentro de los canales de abasto, así como emitir la normatividad
que regule su operación y funcionamiento, adecuándola a las necesidades
actuales, impulsando su desarrollo.

Bajo estos razonamientos, es plausible concluir que las personas trabajadoras no


asalariadas, prestadoras de servicios por cuenta propia, que producen bienes y
artesanías y comerciantes, tienen derecho a realizar un trabajo digno y poseer una
identidad formal en la Ciudad de México, a asociarse para defender sus intereses,
recibir capacitación y las demás que establezca la legislación en la materia, siendo
las autoridades las encargadas de garantizar sus derechos. Pues el derecho al
trabajo ha sido reconocido en su totalidad en diversos documentos internacionales
sobre derechos humanos, como los artículos 6o, 7o y 8o del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ofrecen un planteamiento amplio
sobre el derecho al trabajo. El artículo 6o garantiza a todos la oportunidad de
ganarse la vida trabajando (una elección que pueden hacer libremente). Esta
amplia definición puede incluir a las personas que optan por trabajar en las calles;
sin embargo, no existen referencias específicas acerca del derecho a trabajar en
la calle como tal. Por el contrario, el Pacto Internacional y otros documentos
emitidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) refieren al trabajo en
la calle como una expresión de informalidad, y se concentran en la necesidad
de establecer derechos para dichos trabajadores.

De este modo, el artículo 7o del Pacto Internacional contiene diversas


disposiciones que buscan establecer un conjunto mínimo de garantías para
estos trabajadores, como son sueldos justos y condiciones seguras de trabajo,
entre otras. La interpretación de estas disposiciones permite identificar a los
vendedores callejeros como un grupo que debería recibir los beneficios del
trabajo formal.
Bajo el marco internacional de derechos humanos, los Estados partes tienen tres
niveles de obligaciones: respetar, proteger y cumplir. El respeto a los vendedores
callejeros significa que los servidores públicos no deben interferir con los negocios
de los comerciantes ambulantes, sin la debida justificación. La protección de los
vendedores ambulantes se refiere a la obligación que tienen los servidores
públicos de mantener alejados a terceros en el caso que interfieran con su
derecho a trabajar. Finalmente, los servidores públicos deben cumplir con los
derechos de los vendedores ambulantes proveyendo seguridad social y demás
servicios que mejoren su condición.

Así, el derecho que tienen las personas a trabajar en la calle ha sido


ponderado contra el derecho que tienen otros a usar el mismo espacio y con
el mandato del gobierno de controlar y regular dicho espacio. En varios
casos, los tribunales constitucionales han afirmado que los vendedores
ambulantes "tienen el derecho fundamental de realizar el negocio o comercio de
su elección". No obstante, ese derecho puede estar restringido. Por ejemplo,
ciertas zonas de una ciudad pueden ser consideradas como "zonas libres del
comercio ambulante", mientras que, en otros casos, las decisiones judiciales
pueden reforzar una orden socio-espacial particular, donde sólo la clase más
desfavorecida pueda trabajar en las calles, sujeto a la voluntad de la autoridad
municipal.

A manera de conclusión resulta indiscutible que con las acciones de la C. Ana


Ramírez se vulneran los derechos de igualdad y derecho al trabajo, por las
razones y argumentos vertidos a lo largo del presente documento, lo que lleva al
C. Carlos López a promover el juicio de garantías contra particulares, siendo que
en todo momento, las autoridades, incluso de manera extensiva a estas, los
particulares, deben respetar y garantizar los derechos humanos que la propia
Constitución Federal y los Tratados Internacionales protegen en cada una de las
disposiciones.

Lo anterior, previa acreditación del interés jurídico en el juicio de amparo, en


donde se requiere la cédula de empadronamiento o autorización correspondiente,
es decir, para reclamar situaciones dolosas en el juicio de garantías, la impetrante
debe acreditar su interés. Al respecto resulta aplicable la siguiente tesis asilada:

Registro digital: 221634


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Octava Época
Materias(s): Administrativa
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo VIII, Octubre de 1991,
página 148
Tipo: Aislada

COMERCIANTES AMBULANTES. PARA ACREDITAR SU INTERES


JURIDICO EN EL AMPARO, REQUIEREN CEDULA DE
EMPADRONAMIENTO O LA AUTORIZACION CORRESPONDIENTE.

Si se reclama que se impida al demandante la actividad de comerciante


ambulante, debe demostrar la afectación al interés jurídico que se
actualizará, cuando el acto de autoridad ocasione un perjuicio derivado,
precisamente, de la lesión de un derecho subjetivo protegido por una norma
jurídica específica. Se afecta el interés jurídico del comerciante ambulante
si se acredita contar con la cédula de empadronamiento o autorización
correspondiente a que se refiere el artículo 26 del Reglamento de
Mercados, ordenamiento conforme al cual las personas que se dediquen a
una actividad comercial, bien sea en forma permanente o temporal o como
comerciantes ambulantes, deben contar necesariamente con el
empadronamiento obtenido del departamento de mercados de la Tesorería
del Distrito Federal. Si no se demuestra esta condición debe sobreseerse
en el juicio constitucional.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL


PRIMER CIRCUITO.

Amparo en revisión 1943/91. Flor Gabino Bustamante. 10 de julio de 1991.


Unanimidad de votos. Ponente: Fernando Lanz Cárdenas. Secretaria:
Norma Lucía Piña Hernández.

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