Bolilla 8

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 11

BOLILLA 8: RÉGIMEN PATRIMONIAL MATRIMONIAL –

CONTINUACIÓN-

8.1. EXTINCIÓN DE LA COMUNIDAD. CAUSAS. MOMENTO DE LA EXTINCIÓN


(ARTS. 475 A 480 CCC)

EXTINCIÓN DE LA COMUNIDAD
Art. 475. Causas. “La comunidad se extingue por:
a) la muerte comprobada o presunta de uno de los cónyuges;
b) la anulación del matrimonio putativo;
c) el divorcio;
d) la separación judicial de bienes;
e) la modificación del régimen matrimonial convenido.”

La disolución del régimen de gananciales se produce en el momento en el que concluye la comunidad dinámica
de bienes y se transforma en una comunidad estática pendiente de liquidación y partición.
Reproduciendo el sistema del Código Civil y en armonía con lo que prescribe el art. 463 del Cód. Civ. y Com.
con relación al inicio de la comunidad, las causas de disolución de la comunidad son taxativamente enumeradas
en el artículo en comentario, ello en virtud de que el régimen de comunidad se organiza sobre normas
relativamente imperativas a las que están sometidos los cónyuges y los terceros.
Se concentran en una norma todas las causales de extinción de la comunidad. Lo dicho importa que no existe
disolución de la comunidad fundada en el acuerdo de partes salvo el supuesto de modificación de régimen
matrimonial y con esos alcances.
Conforme lo antes expuesto el inc. a) establece como primer causal a la muerte comprobada o presunta de uno de
los cónyuges, convirtiendo a la declaración de ausencia con presunción de fallecimiento en causa de disolución de
la comunidad que opera de pleno derecho.
En lo atinente a la nulidad de matrimonio, como no todos sus supuestos producen la extinción de un régimen
matrimonial, aclara la norma en el inc. b) que sólo la comunidad se extinguirá en el supuesto del matrimonio
putativo.
La sentencia de divorcio produce la extinción de la comunidad de pleno derecho estableciendo el inc. c) de la
norma en comentario a la institución como causal disolutoria de la comunidad.
El inc. d) estipula a la separación de bienes como causal extintiva a pesar del arduo debate sobre el sentido y la
conveniencia de mantener la institución en análisis.
Luego en el art. 477 del Cód. Civ. y Com. Se establecen las causales de separación judicial de bienes.
De conformidad a lo dispuesto en el art. 449 del Cód. Civ. y Com., la circunstancia de que los cónyuges puedan
elegir entre el régimen de comunidad o el de separación de bienes y a su vez modificar luego esa decisión,
determinó la necesidad de estipular una nueva causal de extinción de la comunidad, la que fue agregada en el inc.
e) como la modificación del régimen convenido. Esta incorporación importa que los cónyuges puedan convenir la
disolución de la comunidad, circunstancia ésta que antes vedaba nuestro ordenamiento, para pasar a tener otro
régimen patrimonial.
Los efectos de la disolución operan hacia futuro, independientemente de la retroactividad que determinará la
sentencia en algunos supuestos, autorizando la liquidación y partición de la masa de bienes existente a dicha
fecha, así como también respecto de los bienes adquiridos con posterioridad a ella, ya que con la extinción de la
comunidad cesan las condiciones de ganancialidad de los bienes que ingresen posteriormente salvo las
adquisiciones que se hiciesen en el marco de lo previsto por el art. 465 del Cód. Civ. y Com.
Calificación de las causales:
Las causales de disolución de la comunidad pueden dividirse en judiciales y extrajudiciales: Las causales
extrajudiciales son la muerte y el pacto de un régimen diferente al de comunidad mientras que las causales
judiciales resultan ser la nulidad, el divorcio, la separación judicial de bienes y la muerte presunta.
Por otra parte las causales también pueden dividirse entre las que operan de pleno derecho de las que requieren
petición de parte. Son causales automáticas de finalización de la comunidad la muerte declarada o presunta, el
divorcio y la nulidad y por el contrario las requieren petición de parte son el cambio de régimen y la separación
judicial de bienes (la mala administración, el concurso, la quiebra, la separación sin voluntad de unirse y la
administración de bienes por un tercero).

1
Art. 476. Muerte real y presunta. “La comunidad se extingue por muerte de uno de los cónyuges. En
el supuesto de presunción de fallecimiento, los efectos
de la extinción se retrotraen al día presuntivo del fallecimiento.”

Conforme lo analizado precedentemente la muerte de uno de los cónyuges produce la extinción de la comunidad
de pleno derecho a partir del día del fallecimiento.
Por otro lado la norma aclara, siguiendo en ello el destierro que realizara el Código francés de la institución
denominada "comunidad continuada", que una vez producida la muerte resultará imposible la continuación de la
comunidad tanto si esa prórroga en el tiempo hubiera sido acordada oportunamente por los cónyuges como si ella
resultara del acuerdo del supérstite con los herederos del causante, invalidándose de esta manera los pactos en
contrario.
Finalmente, el artículo pone punto final al interrogante que se había generado respecto a la disolución de la
sociedad conyugal en caso de muerte presunta. La norma en análisis opta por establecer la retroactividad de los
efectos al día presuntivo del fallecimiento, opinión compartida por buena parte de la doctrina nacional respecto a
la interpretación que correspondía hacerse de la ley 14.394.

Art. 477. Separación judicial de bienes. “La separación judicial de bienes puede ser solicitada por uno
de los cónyuges:
a) si la mala administración del otro le acarrea el peligro de perder su eventual
derecho sobre los bienes gananciales;
b) si se declara el concurso preventivo o la quiebra del otro cónyuge;
c) si los cónyuges están separados de hecho sin voluntad de unirse;
d) si por incapacidad o excusa de uno de los cónyuges, se designa curador del otro a un tercero.”

Los legisladores han optado nuevamente por mantener la institución en análisis con algunas modificaciones y
concentrando en una sola norma las causales que habilitan a requerirla que antes se encontraban dispersas en los
arts. 1289, 1290 y 1294 del Cód. Civil. A continuación analizaremos cada una de las causales:
1. La mala administración del otro si le acarrea el peligro de perder su eventual derecho sobre los bienes
gananciales
Se reproduce en este inciso parte del art. 1294 del Cód. Civil.
Además del sistema de asentimiento conyugal como vía de contralor de la gestión del cónyuge administrador, el
régimen patrimonial del matrimonio contiene esta norma de protección de la comunidad matrimonial.
Así, si la labor de control del esposo no administrador se ve afectada por una conducta impropia del cónyuge
administrador que pone en peligro la comunidad de bienes, la ley otorga la vía de respaldo al esposo "afectado"
que, si bien han resultado una alternativa polémica tanto en el ámbito doctrinario como jurisprudencial, integra la
tutela de la comunidad matrimonial.
La norma reitera la vieja terminología utilizada por el art. 1294 al aludir a la "mala administración", sin
especificar qué debe entenderse por tal frente al significado diverso que aquella expresión mereció a lo largo del
tiempo. Ello determina que deba recurrirse para su interpretación a las pautas que la jurisprudencia reseñara al
respecto.
Entendemos que los alcances de la causal se extienden tanto al patrimonio ganancial como al propio.
2. El concurso preventivo o quiebra del otro cónyuge
Se recepta aquí la opinión mayoritaria de la doctrina que venía sosteniendo que el vocablo "concurso" debía
entenderse como sinónimo de quiebra o falencia y no de concurso preventivo, opinión ésta compartida también
por la jurisprudencia.
Si bien la quiebra del esposo no conlleva la disolución de la sociedad conyugal, se decidió que aunque "se
susciten dudas sobre el alcance de la expresión concurso" esto es, si ella refiere sólo a la quiebra o también al
concurso preventivo, o sobre si es exigible que además se configure el "peligro de perder su eventual derecho
sobre los bienes gananciales", como el marido está en quiebra — supuesto concursal más severo y, por ende, al
cual refiere sin duda el art. 1294—, y ese proceso concursal está enderezado prioritariamente a la liquidación de
bienes, el peligro a que alude dicha regla está "in re ipsa" y no requiere prueba adicional”.
La causal de disolución en estudio es procedente desde la apertura del concurso o quiebra hasta la rehabilitación
del concursado o finalización del proceso falencial.
La discusión desarrollada anteriormente en relación a la utilidad actual de la causal de mala administración
también puede hacerse extensiva al supuesto de concurso y quiebra.

2
Respecto de esta última cabe recordar que el esposo reclamante de la separación no podrá anteponer su derecho
sobre los bienes gananciales titularidad del fallido hasta desinteresarse a los acreedores de la quiebra, quienes
podrán avanzar sobre la cuota que le corresponde al fallido de los gananciales del otro cónyuge.
De la redacción de la norma en comentario surge de manera clara la legitimación activa en cabeza de cónyuge in
bonis solamente.
3. Si los cónyuges están separados de hecho sin voluntad de unirse
Ya no se debe indagar la culpabilidad en la separación toda vez que el deber de cohabitar no se encuentra
estipulado como tal.
Por ese motivo la reforma adecuó la causal legitimando activamente a solicitar la separación judicial de bienes a
ambos cónyuges que se encuentren separados de hecho. Esta última circunstancia habilita por sí sola la acción en
base a que el fundamento ético económico de la subsistencia de la comunidad de gananciales entre los cónyuges
es el esfuerzo y aportes comunes. Frente al hecho del cese de convivencia matrimonial esta causal se constituye
en un remedio para evitar que los cónyuges separados de hecho tengan que compartir las adquisiciones que cada
uno de ellos realice con su propio esfuerzo.
4. Si por incapacidad o excusa de uno de los cónyuges, se designa curador del otro a un tercero
Si uno de los cónyuges no puede o no quiere asumir la curaduría del consorte en las hipótesis mencionadas en la
norma, el curador que necesariamente debe designarse asumirá la administración de los bienes del cónyuge,
conforme a la reglamentación legal correspondiente sin afectar la gestión del otro cónyuge sobre sus bienes
propios y gananciales.
La reforma optó por mantener la causal y consagrar el derecho de ambos cónyuges a reclamar la separación en
este supuesto conforme la igualdad jurídica de que gozan los cónyuges.

Art. 478. Exclusión de la subrogación. “La acción de separación de bienes no puede ser promovida
por los acreedores del cónyuge por vía de subrogación.”

Se recepta lo manifestado por la doctrina respecto a la necesidad de determinar —ante ausencia de norma
específica— si los acreedores tienen o no legitimación para iniciar, vía subrogación, la acción de separación
judicial de bienes de su deudor, adoptando la posición negativa mayoritaria que se basa en el carácter
personalísimo de la acción.

Art. 479. — Medidas cautelares. “En la acción de separación judicial de bienes se pueden solicitar las
medidas previstas en el artículo 483.”

El art. 483 del Cód. Civil y Comercial establece en primer término el derecho de los cónyuges a requerir las
medidas cautelares que prevén los ordenamientos provinciales para luego enunciar en dos incisos las medidas
urgentes que específicamente puede solicitar uno de los cónyuges en la acción de indivisión
postcomunitaria a saber, a) la autorización judicial supletoria para la realización de actos que requieren el
consentimiento del otro cónyuges frente a la negatoria injustificada del otro, así como b) la designación de un
administrador de la masa del otro cónyuge, ya sea en su persona o en un tercero, desempeño ese que se regirá por
las normas de administración de herencia en cuanto a facultades y obligaciones del administrador.
Respecto a la posibilidad de designar al cónyuge o un tercero como administrador de la masa reproduce la norma
de manera actualizada el viejo art. 74 de la ley 2393, que establecía que si durante el juicio de divorcio la
conducta del marido hiciese temer enajenaciones fraudulentas o disipación de los bienes del matrimonio, la mujer
podía pedir al juez de la causa que se haga inventario de ellos y se pongan a cargo de otro administrador.

Art. 480. — Momento de la extinción. “La anulación del matrimonio, el divorcio o la separación de
bienes producen la extinción de la comunidad con efecto retroactivo al día de la notificación de la
demanda o de la petición conjunta de los cónyuges. Si la separación de hecho sin voluntad de unirse
precedió a la anulación del matrimonio o al divorcio, la sentencia tiene efectos retroactivos al día de esa
separación. El juez puede modificar la extensión del efecto retroactivo fundándose en la existencia de
fraude o abuso del derecho. En todos los casos, quedan a salvo los derechos de los terceros de buena fe
que no sean adquirentes a título gratuito. En el caso de separación judicial de bienes, los cónyuges
quedan sometidos al régimen establecido en los artículos 505, 506, 507 y 508.”

Siguiendo la tendencia doctrinaria actual en cuanto a la necesidad de equiparar los efectos temporales de todas las
causales de disolución de la comunidad, la norma en comentario establece que para las causales previstas en los
3
incisos b, c, y d, del art. 475 de Cód. Civil y Comercial, la sentencia que recaiga tendrá efectos retroactivos en lo
atinente a la extinción de la comunidad a la fecha en que se notificara el traslado de demandada o presentación
conjunta de las partes.
El segundo párrafo se avoca al supuesto de separación de hecho previa a la demanda de divorcio o nulidad
estableciendo que los efectos de la sentencia se retrotraerán a la fecha de ese alejamiento. Con la extensión de la
retroactividad a la fecha de la ruptura de la vida en común la norma en comentario resuelve, frente a la regulación
de un divorcio total y exclusivamente incausado, que no ingresarán a la masa común los bienes que adquieran los
cónyuges a partir de la separación de hecho, bienes éstos a los cuales se los calificaba como gananciales
anómalos.
Al no haber inocente que pudiera participar de los bienes que engrosaron el patrimonio del culpable durante la
separación, la reforma opta por excluir a ambos de la participación de dichos bienes al extender los efectos de la
disolución de la comunidad de manera retroactiva al día en que comenzó aquella separación, lo que resulta lógico
ya que los bienes que los cónyuges adquieren luego no provienen del esfuerzo común de ambos como dijéramos
anteriormente, salvo que fueran producto de la subrogación con otros bienes gananciales existentes con
anterioridad a la separación.
Finalmente en el tercer párrafo se faculta al magistrado interviniente a fijar la extensión que deberá tener la
retroactividad frente a los supuesto de abuso del derecho o al fraude, lo que también obedece a un espíritu de
equidad a la hora de establecer las pautas de la disolución, quedando en todos los supuestos a salvo los derechos
de los terceros de buena fe.
En el último párrafo el artículo remite para los supuestos de separación judicial de bienes al capítulo que regula el
régimen patrimonial de separación de bienes, ello toda vez que sigue vigente el matrimonio entre los cónyuges.

8.2. INDIVISIÓN POSTCOMUNITARIA. REGLAS APLICABLES. ADMINISTRACIÓN. USO


DE LOS BIENES. FRUTOS Y RENTAS. MEDIDAS PROTECTORIAS. ACREEDORES (ARTS.
481 A 487 CCC)

INDIVISIÓN POSTCOMUNITARIA
Belluscio define a la indivisión posteomunitaria corno "la situación en que se encuentra la masa de bienes
gananciales desde la disolución de la sociedad conyugal hasta su partición".

Art. 481. Reglas aplicables. “Extinguido el régimen por muerte de uno de los cónyuges, o producido el
fallecimiento, mientras subsiste la indivisión postcomunitaria se aplican las reglas de la indivisión
hereditaria. Si se extingue en vida de ambos cónyuges, la indivisión se rige por los artículos siguientes
de esta Sección.”

Ante el silencio del CC, se generó un gran debate en nuestra doctrina acerca de la naturaleza jurídica de esa
indivisión y los problemas que se plantearon fueron: la integración de la indivisión; el uso de los bienes durante
ese período; el régimen de gestión sobre ellos y, fundamentalmente, el régimen de deudas de los cónyuges
durante ese período.
Se denomina indivisión postcomunitaria al estado de los bienes gananciales desde la disolución del régimen de
comunidad y hasta su efectiva partición. Claro está que esos bienes no se mantienen inmutables durante el
período, es así que también integrarán la indivisión sus frutos y los bienes que eventualmente se adquieran con
causa producida durante la vigencia del régimen de comunidad.
Es entonces que la sección que comentamos regula por primera vez sobre la indivisión postcomunitaria partiendo
de la postura de Eduardo Zannoni que distingue las causales de disolución a los efectos de la regulación.
Así el artículo en comentario establece que si la extinción se produce por muerte, se aplican las reglas de la
indivisión hereditaria. Ellas también resultan aplicables al caso de muerte de uno de los cónyuges durante la
indivisión.
En caso de extinción en vida de ambos cónyuges se aplican los artículos que comentamos a continuación.

Art. 482. Reglas de administración. “Si durante la indivisión postcomunitaria los ex cónyuges no
acuerdan las reglas de administración y disposición de los bienes indivisos, subsisten las relativas al
régimen de comunidad, en cuanto no sean modificadas en esta Sección.
Cada uno de los copartícipes tiene la obligación de informar al otro, con antelación razonable, su
intención de otorgar actos que excedan de la administración ordinaria de los bienes indivisos. El
segundo puede formular oposición cuando el acto proyectado vulnera sus derechos.”
4
El texto sancionado otorga a los ex cónyuges la posibilidad de acordar la gestión de los bienes indivisos, es decir
que podrán formularse acuerdos donde se decida la gestión conjunta de todos los bienes gananciales o alguno de
ellos o la continuidad de las normas vigentes durante la comunidad. También podría pactarse la distribución de
gestión de acuerdo a la naturaleza de los bienes o los intereses de los cónyuges.
A falta de acuerdo se inclina el Código por la postura que extiende la aplicación de las reglas de la comunidad
durante el período de indivisión postcomunitaria, es decir que cada uno de los ex cónyuges conservará la libre
administración y disposición de los bienes por él adquiridos (art. 470).
Se crea la obligación de informar al otro, con antelación razonable, la intención de otorgar actos que excedan de
la administración ordinaria y se otorga el derecho de formular oposición a esos actos.
Por otra parte no se encuentra prevista la sanción ante la falta de cumplimiento de la obligación de informar, claro
está que si el acto es de enajenación o gravamen la falta de asentimiento determina su eventual nulidad por
aplicación del art. 470 y si es que se trata de uno de los actos allí enumerados.

Art. 483. Medidas protectorias. “En caso de que se vean afectados sus intereses, los partícipes pueden
solicitar, además de las medidas que prevean los procedimientos locales, las siguientes:
a) la autorización para realizar por sí solo un acto para el que sería necesario el consentimiento del otro,
si la negativa es injustificada;
b) su designación o la de un tercero como administrador de la masa del otro; su desempeño se rige por
las facultades y obligaciones de la administración de la herencia.”

En este punto el Código deja librado a la ley local la enumeración, extensión y procedencia de las medidas
cautelares. Sin embargo se agregan dos medidas cautelares especiales.
La primera de ellas es, en realidad, una regulación similar a la prevista en el antiguo art. 1277 que facultaba al
cónyuge administrador a solicitar la autorización judicial en caso de negativa injustificada del otro a prestar su
asentimiento.
La segunda medida es la posibilidad de solicitar se excluya al otro de la administración de los bienes por él
adquiridos. La norma no lo aclara, mas entendemos que ella sólo podrá otorgarse cuando los actos de
administración del titular pongan en peligro la participación del solicitante sobre esos bienes, ya que de no ser así
la medida no tendría justificación. Se aplicará aquí la doctrina elaborada sobre la base del texto anterior (art. 1294
Cód. Civil derogado) referida a la denominada causal de separación de bienes.
Otro supuesto de posible aplicación de la norma es el caso de declaración de incapacidad absoluta de uno de los
es cónyuges, supuesto en el cual perderá la gestión de sus bienes.

Art. 484. Uso de los bienes indivisos. “Cada copartícipe puede usar y disfrutar de los bienes indivisos
conforme a su destino, en la medida compatible con el derecho del otro.
Si no hay acuerdo, el ejercicio de este derecho es regulado por el juez. El uso y goce excluyente sobre
toda la cosa en medida mayor o calidad distinta a la convenida, solo da derecho a indemnizar al
copartícipe a partir de la oposición fehaciente, y en beneficio del oponente.”

Se regula por primera vez el derecho al uso y goce de los bienes indivisos durante este período.
La redacción de la norma no es del todo clara y de su lectura no se infiere directamente que el uso exclusivo del
bien genere un derecho a favor del otro copartícipe de reclamar un canon locativo por él. Sin perjuicio de ello,
puede interpretarse que ese derecho se encuentra regulado en la segunda parte del tercer párrafo, aunque se utilice
el término "indemnización".

Art. 485. Frutos y rentas. “Los frutos y rentas de los bienes indivisos acrecen a la indivisión. El
copropietario que los percibe debe rendición de cuentas, y el que tiene el uso o goce exclusivo de alguno
de los bienes indivisos debe una compensación a la masa desde que el otro la solicita.”

Se incorpora como novedad la obligación de rendir cuentas en caso de que alguno de los copartícipes posea el uso
exclusivo del bien o bienes.
Luego de regular esta rendición de cuentas la norma se oscurece en cuanto a su sentido y significado ya que se
viene hablando de los frutos y rentas pero el artículo concluye con la regulación de una compensación por el uso
exclusivo de alguno de los bienes indivisos.

5
Art. 486. Pasivo. “En las relaciones con terceros acreedores, durante la indivisión postcomunitaria se
aplican las normas de los artículos 461, 462 y 467 sin perjuicio del derecho de éstos de subrogarse en los
derechos de su deudor para solicitar la partición de la masa común.”

Art. 487. Efectos frente a los acreedores. “La disolución del régimen no puede perjudicar los derechos
de los acreedores anteriores sobre la integralidad del patrimonio de su deudor.”

El Código se inclina por esta última tesis y en consecuencia mantiene la aplicación de los artículos relativos al
régimen de deudas durante la comunidad. Así se establece la continuidad de los arts. 461, 462 y 467 del
ordenamiento durante este período. También se otorga expresamente la posibilidad del acreedor de subrogarse en
los derechos de su deudor y solicitar la partición de la masa común.
Claro está que se mantiene vigente la doctrina elaborada en el ordenamiento anterior donde la extinción del
régimen no podía alterar la masa de bienes que los acreedores tenían frente a sí para el cobro de sus acreencias.

8.3. LIQUIDACIÓN DE LA COMUNIDAD. RECOMPENSAS: SUPUESTOS, PRUEBA,


VALUACIÓN. OPERACIONES DE LIQUIDACIÓN (ARTS. 488 A 495 CCC).

LIQUIDACIÓN DE LA COMUNIDAD
La liquidación de la sociedad conyugal es el conjunto de operaciones destinadas a determinar la masa de bienes
que luego deberá particionarse.
Art. 488. Recompensas. “Extinguida la comunidad, se procede a su liquidación. A tal fin, se establece
la cuenta de las recompensas que la comunidad debe a cada cónyuge y la que cada uno debe a la
comunidad, según las reglas de los artículos siguientes.”

Correctamente define la norma, con la denominación de "recompensas", a aquellos créditos entre uno de los
cónyuges y la comunidad, que surgen con motivo de la gestión patrimonial de los bienes propios y gananciales,
durante la vigencia de la comunidad. Su propósito es establecer con exactitud la masa que ha de entrar en la
partición, restableciendo la debida composición de las masas patrimoniales propias de cada cónyuge, teniendo en
cuenta los bienes que las constituían al iniciarse el régimen y los que fueron adicionándose o sustrayéndose
después. La determinación de las recompensas procura evitar que el haber propio de cada cónyuge aumente a
expensas del común o disminuya en beneficio de la masa ganancial, en la forma dispuesta en el art. 495 del
Código.
La acción para obtener el reconocimiento de la recompensa es personal, está sujeta a la prescripción decenal, y no
goza de privilegio alguno. Tal como lo enuncia el artículo, la admisión del derecho a recompensa no se resuelve
en un pago a realizarse entre los esposos sino a través de su computación en la cuenta de división de la
comunidad.
A continuación se enuncian el art. 489, referido a las cargas de la comunidad, y el art. 490, que alude a las
obligaciones personales. Tal remisión significa que nacerá un derecho de recompensa, que se evaluará al
momento de la liquidación de la comunidad, siempre que una deuda propia sea solventada con dinero ganancial o
una deuda ganancial sea solventada con dinero propio.

Art. 489 Cargas de la comunidad. “Son a cargo de la comunidad:


a) las obligaciones contraídas durante la comunidad, no previstas en el artículo siguiente;
b) el sostenimiento del hogar, de los hijos comunes y de los que cada uno tenga, y los alimentos que
cada uno está obligado a dar;
c) las donaciones de bienes gananciales hechas a los hijos comunes, y aun la de bienes propios si están
destinados a su establecimiento o colocación;
d) los gastos de conservación y reparación de los bienes propios y gananciales.”

Son a cargo de la comunidad:


a) las obligaciones contraídas durante la comunidad, no previstas en el artículo siguiente:
Esta nueva formulación enuncia una limitación, exceptuando como cargas de la comunidad a aquellas que estén
indicadas en el artículo siguiente, que las anuncia como obligaciones personales.

6
b) el sostenimiento del hogar, de los hijos comunes y de los que cada uno tenga, y los alimentos que cada uno está
obligado a dar. En definitiva todo lo necesario para la manutención de la familia como asistencia médica,
comestibles, ropa, y gastos de vacaciones, entre otros.
c) las donaciones de bienes gananciales hechas a los hijos comunes, y aun la de bienes propios si están destinados
a su establecimiento o colocación. No cambia el concepto base, puesto que incluye todas aquellas erogaciones
que en definitiva estén relacionadas con la educación de los hijos, en sentido amplio.
d) los gastos de conservación y reparación de los bienes propios y gananciales. Resulta de toda lógica puesto que
los frutos de los bienes propios y gananciales son de carácter ganancial. Los actos conservatorios no son solo
aquellos que se refieren a la conservación física de la cosa, sino también los referidos a su conservación jurídica,
por ello ser incluirán en este rubro aquellos gastos u honorarios devengados en juicios vinculados a la
conservación de bienes propios y gananciales y también las primas de los contratos de seguros que protejan a la
propiedad contra incendios, accidentes, robo etc. Esta nueva redacción suprime como carga de la comunidad lo
que se hubiere perdido por hechos fortuito, como lotería juego, apuestas etc. Esta situación armoniza con la falta
de inclusión de los bienes adquiridos por hechos fortuitos en el listado de bienes gananciales.

Art. 490. Obligaciones personales. “Son obligaciones personales de los cónyuges:


a) las contraídas antes del comienzo de la comunidad;
b) las que gravan las herencias, legados o donaciones recibidos por uno de los cónyuges;
c) las contraídas para adquirir o mejorar bienes propios;
d) las resultantes de garantías personales o reales dadas por uno de los cónyuges a un tercero, sin que de
ellas derive beneficio para el patrimonio ganancial;
e) las derivadas de la responsabilidad extracontractual y de sanciones legales.”

Se incluyen, con acierto, en este artículo aquellas deudas que serán consideradas personales de cada uno de los
cónyuges, lo que significa que deberán ser, en definitiva, solventadas con dinero propio, o con la porción que
reciba luego de la liquidación de los bienes gananciales
a) las contraídas antes del comienzo de la comunidad : no hay duda que aquella deuda que cualquiera de los
contrayentes tenga antes del inicio de la comunidad deberá ser solventada con su dinero propio, o con la hijuela
que le corresponda al momento de liquidación respectiva.
b) las que gravan las herencias, legados o donaciones recibidos por uno de los cónyuges : Por aplicación del
principio de subrogación real, resulta lógico también que mantengan estas también el mismo carácter de propio.
c) las contraídas para adquirir o mejorar bienes propios. Hay que distinguir aquí, nuevamente, los gastos para
adquisición o mejora que si serán propios con aquellos otros gastos que sean de carácter conservatorio, que son
considerados como obligaciones comunes conforme la inclusión que se efectúa en el artículo anterior.
d) las resultantes de garantías personales o reales dadas por uno de los cónyuges a un tercero, sin que de ellas
derive beneficio para el patrimonio ganancial: Este inciso importa un novedoso cambio en torno a la
responsabilidad por deudas en la relación interna de los cónyuges, puesto que de acuerdo a la antigua norma del
art. 1275 todas las deudas y obligaciones que cualquiera de los cónyuges contrajera durante el matrimonio iban a
ser solventadas con el haber ganancial. Sin embargo esta distinción importa que tales obligaciones serán
solventadas con el haber ganancial sólo en aquellos casos en que de ellas derive beneficio para el patrimonio
ganancial, debiendo en los demás casos ser solventadas con dinero propio.
e) las derivadas de la responsabilidad extracontractual y de sanciones legales. También éstas deberán ser
solventadas con el dinero del cónyuge que resulte responsable.

Art. 491. Casos de recompensas. “La comunidad debe recompensa al cónyuge si se ha beneficiado en
detrimento del patrimonio propio, y el cónyuge a la comunidad si se ha beneficiado en detrimento del
haber de la comunidad. Si durante la comunidad uno de los cónyuges ha enajenado bienes propios a
título oneroso sin reinvertir su precio se presume, excepto prueba en contrario, que lo percibido ha
beneficiado a la comunidad.
Si la participación de carácter propio de uno de los cónyuges en una sociedad adquiere un mayor valor a
causa de la capitalización de utilidades durante la comunidad, el cónyuge socio debe recompensa a la
comunidad. Esta solución es aplicable a los fondos de comercio.”

Tal como lo expusiéramos en el comentario del art. 488, el objeto esencial de las recompensas es establecer con
exactitud la debida composición de la masa que ha de entrar en la partición, constituye un mecanismo corrector
del proceso de liquidación.
7
En relación a la presunción que enuncia el segundo párrafo, será suficiente, entonces, que aquel que reclama la
recompensa acredite la venta del bien y la recepción del precio para que se presuma iuris tantum que el dinero lo
aplicó a la satisfacción de gastos que se encuentran a cargo de la comunidad, correspondiendo, en consecuencia,
al otro cónyuge, justificar que los fondos no fueron realmente empleados en beneficio de aquélla, sea porque se
reinvirtieron en la compra de otro bien propio, o se gastaron en beneficio exclusivo del enajenante, o bien, se
destinaron a actos extraños a la comunidad.

Art. 492. Prueba. “La prueba del derecho a recompensa incumbe a quien la invoca, y puede ser hecha
por cualquier medio probatorio.”

Tal como lo menciona el artículo la prueba del derecho a recompensa incumbe a quien la invoca; es decir, al
cónyuge acreedor o sus sucesores si se trata de recompensa a su favor, y al cónyuge no deudor o sus sucesores si
se trata de recompensa a favor de la comunidad.

Art. 493. Monto. “El monto de la recompensa es igual al menor de los valores que representan la
erogación y el provecho subsistente para el cónyuge o para la comunidad, al día de su extinción,
apreciados en valores constantes. Si de la erogación no derivó ningún beneficio, se toma en cuenta el
valor de aquélla.”

La redacción del artículo pretende poner un límite en relación al monto que debe abonarse por la recompensa.
Ésta, según el enunciado, deberá ser equivalente al monto de lo que se invirtió, si éste es menor al beneficio que
aquella inversión produjo, o en el supuesto que de dicha erogación no derivara beneficio alguno para el cónyuge o
para la comunidad, según sea la recompensa reclamada.
Todo ello apreciado en valores constantes y si bien no lo dice expresamente, de acuerdo a lo que contempla el
artículo siguiente, será al momento de la liquidación de la comunidad.

Art. 494. Valuación de las recompensas. “Los bienes que originan recompensas se valúan según su
estado al día de la disolución del régimen y según su valor al tiempo de la liquidación.”

Resulta de toda lógica que si las recompensas se determinan después de la disolución del régimen de comunidad
que su valuación sea realizada al tiempo de la liquidación, lo que por otra parte elimina todo problema de
desvalorización de la mejora o el cambio del poder adquisitivo de la moneda.

Art. 495. Liquidación. “Efectuado el balance de las recompensas adeudadas por cada uno de los
cónyuges a la comunidad y por ésta a aquél, el saldo en favor de la comunidad debe colacionarlo a la
masa común, y el saldo en favor del cónyuge le debe ser atribuido a éste sobre la masa común. En caso
de insuficiencia de la masa ganancial, en la partición se atribuye un crédito a un cónyuge contra el otro.”

Explica el artículo que si la recompensa es de la comunidad contra el cónyuge, su valor se adiciona al haber
ganancial y se imputa a la porción del cónyuge deudor; y si la recompensa es del cónyuge contra la comunidad, su
valor se debita del haber ganancial, y al cónyuge acreedor se le atribuye, además de la mitad del haber ganancial
líquido, el importe de la recompensa. Sólo habrá lugar a pagos de uno de los cónyuges al otro cuando el haber
común sea insuficiente para cubrir los derechos del cónyuge no deudor, o en su caso subsistirá el crédito.

8.3. PARTICIÓN DE LA COMUNIDAD. REGLAS APLICABLES: MASA PARTIBLE,


DIVISIÓN, ATRIBUCIÓN PREFERENCIAL. FORMA. CASOS ESPECIALES (ARTS. 496 A
504 CCC)

PARTICIÓN DE LA COMUNIDAD

ARTÍCULO 496.- Derecho de pedirla. “Disuelta la comunidad, la partición puede ser solicitada en todo tiempo,
excepto disposición legal en contrario”

8
La última etapa de la liquidación de la sociedad conyugal es la partición, periodo que puede ser definido como el
medio a través del cual se convierte el derecho en expectativa a la mitad indivisa que cada conyuge tenia en una
suma de valores concretos de su absoluta propiedad.
Una vez disuelta la comunidad cualquiera de los conyuges o los herederos del conyuge fallecido pueden requerir
la partición. Los acreedores están facultados también a subrogarse en los dchos de su deudor para solicitar la
partición de la masa común.
Dos únicos supuestos donde no habrá partición:
1- cuando no existen bienes.
2- cuando la disolución es por muerte y el conyuge supérstite es el único heredero.
La demanda puede ser incoada en cualquier momento

ARTÍCULO 497.- Masa partible. “La masa común se integra con la suma de los activos gananciales líquidos de
uno y otro cónyuge.”

La masa partible estará constituida por los activos gananciales liquidos de cada uno de los conyuges.
Se determina bajo la operación matematica que reste el pago o satisfacción de las cargas de la sociedad conyugal
o deudas comunes del pasivo definitivo, al total de los valores del activo, formado por los bienes adquiridos por
los conyuges.
El activo de la comunidad disuelta esta integrado por los bienes gananciales existentes al momento de la
disolución de la sociedad conyugal, los adquiridos después por titulo o causa anterior a la disolución, los que los
sustituyen por subrogación real y los que se suman por accesión, los créditos gananciales de uno y otro esposo
aun los divisibles, y los frutos, rentas y productos de los bienes gananciales.
Para que sea factible la partición, es necesario que los respectivos créditos y deudas queden determinados
haciendo posible establecer el haber liquido partible.
En los casos de extinción de la comunidad por muerte en primer lugar habrá que establecer el caudal relicto
transmitible, deduciéndose las deudas.

ARTÍCULO 498.- División. “La masa común se divide por partes iguales entre los cónyuges, sin
consideración al monto de los bienes propios ni a la contribución de cada uno a la adquisición de los
gananciales. Si se produce por muerte de uno de los cónyuges, los herederos reciben su parte sobre la
mitad de gananciales que hubiese correspondido al causante. Si todos los interesados son plenamente
capaces, se aplica el convenio libremente acordado.”

Una vez determinados los bienes que deben partirse, los bienes gananciales deben repartirse por mitades entre
ambos cónyuges o entre uno de ellos y el heredero del otro (finalidad: coronar el régimen con una participación
igualitaria)
Si existe convenio que regula la liquidación de los bienes en la comunidad regirán las pautas allí establecidas.

ARTÍCULO 499.- Atribución preferencial. “Uno de los cónyuges puede solicitar la atribución preferencial de
los bienes amparados por la propiedad intelectual o artística, de los bienes de uso relacionados con su actividad
profesional, del establecimiento comercial, industrial o agropecuario por él adquirido o formado que constituya
una unidad económica, y de la vivienda por él ocupada al tiempo de la extinción de la comunidad, aunque
excedan de su parte en ésta, con cargo de pagar en dinero la diferencia al otro cónyuge o a sus herederos. Habida
cuenta de las circunstancias, el juez puede conceder plazos para el pago si ofrece garantías suficientes.”

La norma incorpora la posibilidad de solicitar la atribución preferencial de determinados bienes, abarcando dos
sub-hipotesis determinadas por el bien que es objeto de la solicitud judicial de uno de los esposos, a saber, el
establecimiento comercial, industrial o agropecuario por el adquirido o formado que constituye una unidad
económica, o la vivienda por el ocupada al tiempo de la extinción de la comunidad.
Solo contempla frente al potencial conflicto que esta adjudicación preferencial pudiera ocasionar en saldar la
diferencia en los valores de las hijuelas de dinero.
Finalmente la norma facilita el trabajo del juez al facultarlo a conceder plazo para el pago mientras se otorguen
garantías suficientes.

ARTÍCULO 500.- Forma de la partición. “El inventario y división de los bienes se hacen en la forma prescripta
para la partición de las herencias.”

9
Las operaciones básicas de la liquidación son el inventario, el avaluo de los bienes y por último la partición, que
pone fin al estado de indivisión. En materia de inventario y avaluo son de aplicación las normas pertinentes del
proceso sucesorio (arts. 2341 y ss) respecto del inventario y al titulo VIII en lo atinente a la partición.
El art. 2369 señala que la partición se podrá hacer en la forma y por el acto que por unanimidad juzguen mas
conveniente los coparticipes presentes y capaces.
Durante este periodo las partes se encuentran habilitadas para convenir libremente sobre los bienes que integran la
masa de ganancias. Ellos podrán dividir y adjudicarse los bienes de la forma y modo que entiendan pertinente
(por el ppio de libertad contractual).
Para considerar unitariamente el conjunto de bienes que integraron la sociedad conyugal, será necesario efectuar
no solo las dos operaciones de determinación de los bienes existentes en el patrimonio y su avaluo, sino también,
el procurar los pagos y reintegro de sus bienes a cada uno de los conyuges, al establecer un adecuado régimen de
compensaciones, recompensas o indemnizaciones, para finalmente procurar la división de los gananciales,
deducido el pasivo definitivo o las deudas de la comunidad.

ARTÍCULO 501.- Gastos. “Los gastos a que dé lugar el inventario y división de los bienes de la comunidad
están a cargo de los cónyuges, o del supérstite y los herederos del premuerto, a prorrata de su participación en los
bienes.”

Las cargas deben ser pagadas, al igual que las deudas en proporción a las cuotas que les corresponden a los
beneficiarios en la partición.

ARTÍCULO 502.- Responsabilidad posterior a la partición por deudas anteriores. “Después de la partición, cada
uno de los cónyuges responde frente a sus acreedores por las deudas contraídas con anterioridad con sus
bienes propios y la porción que se le adjudicó de los gananciales.”

La norma se refiere a las deudas que los conyuges hubieran contraído anteriormente a la partición y que se
mantienen impagas, sentando el principio de que aquellas deben ser saldadas por cada uno de los conyuges con
sus bienes propios y con la porción de ganancias recibida con motivo de la extinción de la comunidad.
Antes definimos la partición como el medio a través del cual se convierte el derecho en expectativa a la mitad
indivisa que cada conyuge tenia sobre la comunidad, en una suma de valores concretos de su absoluta propiedad,
por ello resulta lógico que luego de haberse concretado la división los participes respondan frente a sus acreedores
con los bienes propios y los gananciales adjudicados.

Casos especiales:
ARTÍCULO 503.- Liquidación de dos o más comunidades. “Cuando se ejecute simultáneamente la
liquidación de dos o más comunidades contraídas por una misma persona, se admite toda clase de
pruebas, a falta de inventarios, para determinar la participación de cada una. En caso de duda, los bienes
se atribuyen a cada una de las comunidades en proporción al tiempo de su duración.”

La situación contemplada puede darse cuando disulta la comunidad por muerte de uno de ellos, no habiéndose
liquidado esta con posterioridad el supérstite hubiese contraído nuevo matrimonio constituyéndose una segunda
comunidad, la cual al tiempo de su disolución deberá ser liquidada.

ARTÍCULO 504.- Bigamia. “En caso de bigamia y buena fe del segundo cónyuge, el primero tiene
derecho a la mitad de los gananciales hasta la disolución de su matrimonio, y el segundo a la mitad de la
masa ganancial formada por él y el bígamo hasta la notificación de la demanda de nulidad.”

La norma establece que si el segundo coyuge fuere de buena fe, el primero tiene derecho a la mitad de
los gananciales hata la disolución de su matrimonio, el segundo a la mitad de la masa ganancial formada
por el y bígamo hasta la notificación de la demanda de anulación.

8.4. RÉGIMEN DE SEPARACIÓN DE BIENES. GESTIÓN DE LOS BIENES. PRUEBA DE LA PROPIEDAD. CESE
DEL RÉGIMEN (ARTS. 505 A 508 CCC)
RÉGIMEN DE SEPARACIÓN DE BIENES

10
Art. 505. Gestión de los bienes. “En el régimen de separación de bienes, cada uno de los cónyuges
conserva la libre administración y disposición de sus bienes personales, excepto lo dispuesto en el
artículo 456. Cada uno de ellos responde por las deudas por él contraídas, excepto lo dispuesto en el
artículo 461.”

Por régimen de separación de bienes se entiende a aquel donde cada uno de los cónyuges conserva la propiedad
de los bienes adquiridos durante la unión matrimonial sin que exista ninguna expectativa de compartir dichos
bienes. Este régimen que en el Código anterior se preveía sólo como régimen extraordinario pasa a ser un régimen
convencional y mutable anualmente.
En él, cada uno de ellos conserva la libre administración y disposición de sus bienes personales con excepción de
lo dispuesto en el art. 456 referido a la vivienda familiar.
Se mantiene el principio general de separación de responsabilidades con la excepción que marca el art. 461, al
que hace remisión, responsabilidad solidaria para aquellas obligaciones que hayan sido contraídas para solventar
las necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento y la educación de los hijos comunes.

Art. 506. Prueba de la propiedad. “Tanto respecto del otro cónyuge como de terceros, cada uno de los
cónyuges puede demostrar la propiedad exclusiva de un bien por todos los medios de prueba. Los bienes
cuya propiedad exclusiva no se pueda demostrar, se presume que pertenecen a ambos cónyuges por
mitades.
Demandada por uno de los cónyuges la división de un condominio entre ellos, el juez puede negarla si
afecta el interés familiar.”

Se recepta el criterio de amplitud de la prueba para demostrar la propiedad exclusiva de los bienes, y para el caso
que no se lograra probar acabadamente a quién pertenecen, se presumirá que les corresponden a ambos cónyuges
por mitades. En tal caso, y demandada por uno de los cónyuges la división de un condominio entre ellos, el juez
podrá negarla si ello afecta el interés familiar.

Art. 507. Cese del régimen. “Cesa la separación de bienes por la disolución del matrimonio y por la
modificación del régimen convenido entre los cónyuges.”

Disuelto el matrimonio cesa también el régimen de separación de bienes, de pleno derecho, ya que los regímenes
matrimoniales forman el estatuto que regula el interés pecuniario de los esposos entre sí y en sus relaciones con
terceros. La otra causal de cesación, es la modificación del régimen convenido en los términos de lo que autoriza
el art. 449 del Cód Civ. y Com., se permite en forma anual y mediante escritura pública.

Art. 508. Disolución del matrimonio. “Disuelto el matrimonio, a falta de acuerdo entre los cónyuges
separados de bienes o sus herederos, la partición de los bienes indivisos se hace en la forma prescripta
para la partición de las herencias.”

De igual forma que estaba previsto en el art. 1313 del Cód. Civil, para los casos de la partición del régimen de
comunidad, al remitir a las normas para la división de herencias, conforme lo dispone en el Libro 4º del Código,
lo hace en esta nueva norma, y en relación al régimen de separación.
Permite a los cónyuges establecer de común acuerdo cuáles han de ser las pautas de la partición, en caso de no
lograr una solución autocompuesta deberán estar a las previsiones en materia de partición hereditaria.

11

También podría gustarte