Cuento Inventado 1

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Había una vez un niño llamado Martín el cual estaba cumpleaños, ese día su padre le regaló un

libro ¡sin dibujos! El pobre niño quedó un poco desconcertado, pero al notarlo su padre le dijo:

- Este no es un libro cualquiera hijo, es un libro mágico. Pero para descubrir su magia, tendrás que
leerlo.

Eso estaba mejor, porque a Martín le gustaban todas las cosas mágicas, así que empezó a leer el
libro, aunque no tenía muchas ganas. A la mañana siguiente, su padre le preguntó:

- ¿has encontrado ya la llave mágica?

¡Así que tenía una llave! Pensó Martín, allí mismo salió corriendo a hojear el libro nuevamente
buscándola, pero no había ni rastro de ella. Volvió muy contrariado, pero su padre le advirtió:
- Así no la encontrarás. Tienes que leer el libro.

Pero Martín no tuvo mucha paciencia, y dejó de leer, pensando que su padre le había engañado
para hacerle leer un poco más, como le había estado diciendo el profesor.

Poco después, su hermana Ángela, sólo un poco menor que él, le pidió el libro para tratar de leerlo
ella. Tras varios días esforzándose por leerlo sin demasiado resultado, apareció en el salón
gritando loca de contenta:

- ¡La he encontrado, he encontrado la llave del libro mágico! -y entonces no paró de hablar,
cuando vio entre las nubes un angelito cantando una bella canción.
Ángela comento: También yo canté y bailé con ellos, llevando el compás con las palmas de las
manos, Sentía ganas preguntarle tantas cosas aquellos ángeles, Cuando terminase la canción lo
haría, estaba segura. Ya estaba lista para comenzar a soltar mi curiosidad, pero enseguida
desaparecieron.

La niña pensó que por allí debían estar las puertas del cielo, y sería divertido ver qué había. Así
que comenzó a construir una gran torre de madera para llegar a las nubes, pero cuando fue muy
alta, se derrumbó. Lo intentó también con adobe, con ladrillos y acero, pero su torre siempre se
derrumbaba.

Cuando iba a abandonar, volvió a ver al angelito, rodeado de más ángeles, y al atender a la canción
escuchó que su mensaje era que allí sólo se podía llegar si se quería con el corazón. La curiosidad
desapareció, y deseó con todas sus fuerzas subir con ellos al cielo.

Pero no pudo, y vencida por la impotencia y la pena, se sentó y comenzó a llorar. Lloró, lloró y
lloró tanto, tanto, que al salir el sol apareció en aquel lugar un magnífico arcoíris, que
precisamente fue a parar a la nube, donde se abrieron las puertas del cielo.
Aquella historia terminó por convencer a Martín para volver a leer el libro. Al principio era un
rollo, ni un triste dibujo, pero poco a poco la historia se fue animando, empezó a interesarse por
aquella fabula que su hermana les había contado, y cuando quiso darse cuenta, allí estaba. Era el
propio libro el que tenía a sus ojos forma de llave, y era verdad que en cuanto lo abría, se sentía
transportado a las puertas del cielo con aquellos ángeles, aquellas bellas canciones y sus melodías
como si fuera él mismo. Y su cabeza y sus sueños se llamaban de aventuras a la primera
oportunidad.

Pero lo más especial de esta historia, fue que a partir de entonces, en cada nuevo libro veía una
nueva llave a mil mundos y aventuras, y ya nunca dejó de viajar y viajar a través de las letras y las
palabras.

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