Espejo de Doble Filo

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COLECCIÓN

DE POESÍA
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Espejo de
doble filo
Poemas en torno a la violencia
Selección y prólogo de Iván Trejo
Espejo de
doble filo
Poemas en torno a la violencia
Selección y prólogo de Iván Trejo
Espejo de
doble filo
Poemas en torno a la violencia
Selección y prólogo de Iván Trejo
Miguel Ángel Navarro Navarro
Rectoría General
Carmen Enedina Rodríguez Armenta
Vicerrectoría Ejecutiva
José Alfredo Peña Ramos
Secretaría General
Sonia Reynaga Obregón
Coordinación General Académica
Patricia Rosas Chávez
Dirección de Letras para Volar
Sayri Karp Mitastein
Dirección de la Editorial Universitaria

Primera edición electrónica, 2018


Directores de la colección
Hugo Gutiérrez Vega †
Lucinda de Gutiérrez Vega †
Coordinador de la colección
Jorge Alfonso Souza Jauffred
Selección y prólogo
Raúl Iván Trejo Vázquez
D.R. © 2018, Universidad de Guadalajara

Se prohíbe la reproducción, el registro o


Editorial Universitaria la transmisión parcial o total de esta obra
José Bonifacio Andrada 2679 por cualquier sistema de recuperación de
Colonia Lomas de Guevara información, existente o por existir, sin el
44657, Guadalajara, Jalisco permiso previo por escrito del titular de los
www.editorial.udg.mx
derechos correspondientes.
Noviembre de 2018
Hecho en México
ISBN 978-607-547-263-8 Made in Mexico
Estimado lector:

La lectura es una actividad esencial para la transfor-


mación de los seres humanos; constituye la base del
aprendizaje, la comunicación, la imaginación y la inte-
ligencia, determinantes para el desarrollo intelectual y
emocional.
Leer nos permite conocer el mundo, enriquecer
el espíritu y recrear nuestras experiencias. Leer nos
constituye como individuos libres, capaces de ejercer
nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones.
Leer nos ayuda a resolver problemas, leer es pensar.
Leer es descubrir otros mundos, universos desco-
nocidos que abren otras puertas; leer es conocer las ex-
periencias, las emociones y los pensamientos de otras
personas. Leer es un privilegio.
Prácticamente todos los niveles escolares y todas
las ocupaciones laborales requieren de habilidades lec-
toras. Ser un lector funcional demanda comprender los
documentos y las leyes que regulan nuestro comporta-
miento en sociedad. La lectura propicia la formación
de ciudadanos informados, críticos e independientes y
los convierte en agentes de cambio.
El Programa Universitario de Fomento a la Lectu-
ra Letras para Volar, de la Universidad de Guadalajara,
tiene el objetivo de poner a la disposición de niños y
jóvenes de distintos niveles educativos, dentro y fuera
de las instalaciones universitarias, obras que motiven
su entusiasmo por la lectura y promuevan el desarrollo
de su competencia lectora.
Letras para Volar es el resultado del trabajo y la ge-
nerosidad de un gran equipo de académicos, autores e
ilustradores. Va por ellos nuestro agradecimiento por
esta contribución.

Miguel Ángel Navarro Navarro


Rector General

6 | presentación
Índice

11 Espejo de doble filo

15 Colombia
17 John Galán Casanova (1970)
Bandera
Solidaridad
19 J. J. Junieles (1970)
En el jardín de los mártires olvidados
20 Felipe García Quintero (1973)
Masacre
Pájaro
22 Andrea Bulla (1976)
Encuesta
23 Alejandro Cortés (1977)
Título de propiedad
24 Laureen Mendinueta (1977)
Aquí y allá, en el recuerdo, en la realidad
25 Hellman Pardo (1978)
Mapiripán (Los pliegues del agua)
26 Saúl Gómez Mantilla (1978)
La memoria de mis muertos
28 Pequeño conteo de los gritos
29 Fredy Yezzed López (1979)
Voy por el mundo con un agujero
Si hubiese tenido padre
31 Angye Gaona (1980)
Pequeño ardid
33 Henry Alexander Gómez (1982)
A la espera de la tarde
35 Robert Max Steenkist (1982)
A unos campesinos asesinados
36 Jorge Valbuena (1985)
Los colores de la sed
37 Jenny Bernal (1987)
De las batallas triunfantes que dimos
No tenemos paz
38 Danny Yesid León (1990)
Monólogo de un veterano de guerra

41 México
43 Julián Herbert (1971)
Splendor in the wrap
Oscura
47 Luigi Amara (1971)
El llano de los avestruces (o variaciones
sobre el mismo tema)
49 María Rivera (1971)
Los muertos
57 Balam Rodrigo (1974)
Tres des(en)cabezados tomados del diario
60 Luis Felipe Fabre (1974)
Trailer 1
Infomercial (para los tiempos que corren)
64 Antonio Salinas (1977)
A filo de navaja
68 Jair Cortés (1977)
Del miedo
70 Luis Jorge Boone (1977)
Toque de queda
72 Omar Pimienta (1978)
Goliat
«Se cayó una tonta»
74 Francisco Alcaraz (1979)
Motivos del frío
77 Iván Cruz Osorio (1980)
Epístola con carácter de urgente
Los dominios perdidos
79 Nadia Escalante (1982)
Aurora
81 Luis Téllez Tejeda (1983)
Una bicicleta
83 Manuel Iris (1983)
Yo es otro
85 Esther M. García (1987)
Sicario
II

89 Bibliografía
Espejo de doble filo

IVÁN TREJO

Si abrí los labios para ver el rostro


puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero

Hay cierto riesgo al hacer una introducción a una an-


tología temática que abarca el trabajo poético de dos
países con heridas similares, pero más riesgoso resulta
cuando el trabajo reunido ronda el pesar más próximo,
el más doloroso.
Antecedentes a esta reunión temática hay pocos
en nuestra lengua, ciñendo la mirada a nuestros países.
En Colombia existe La casa sin sosiego, antología selec-
cionada por Juan Manuel Roca en 2007. En México se
publicó en 2010 País de sombra y fuego, que tomando
como pretexto la celebración del bicentenario, recopila
poemas sobre la patria, mismos que sin ser el tema pri-
mordial, inevitablemente abordan la violencia en esta
maltrecha tierra. En 2011, el movimiento Nuestra Apa-
rente Rendición publicó con edición de Lolita Bosch
un libro que reúne material publicado en su página de
internet. Ese mismo año edité para la Revista Posdata
una selección de poesía y otra de narrativa, pidiendo a
los autores textos relacionados con el atentado que su-
frió el Casino Royale de Monterrey donde perecieron
cincuenta y dos personas. La convocatoria fue abierta
y se incluyeron poetas y narradores de cinco países, las
revistas se publicarían en octubre y noviembre de ese
mismo año.
La idea inicial de esta antología es entablar un diá-
logo abierto, poniendo los pesares sobre la mesa de lec-
tura e involucrando diversas generaciones de poetas. El
primer punto crucial fue el alcance, por lo tanto, enfo-
carse en los poemas escritos por autores nacidos a par-
tir de 1970, era la mejor forma de delimitar claramente
la búsqueda y la selección. El segundo era incluir un
número significativo de poetas por país. En Colombia
existían poemas publicados en revistas, antologías y li-
bros individuales sobre el tema, la recopilación fue re-
lativamente más fácil que en el caso mexicano, ya que
resultó necesario preguntar a muchos autores si tenían
trabajo sobre el tema, y a cuenta gotas fue llenándo-
se esta antología como cántaro, hasta desbordarse. Es
destacable, por otra parte, la polifonía poética en cada
país, ya que, claro está, hay diferencias cronológicas y
estéticas abismales. No me corresponde hacer un análi-
sis historicista sobre la violencia en ambos países, ni un
análisis crítico de las obras aquí reunidas, ya que su va-
lía la determinarán los jóvenes lectores universitarios y
los críticos especializados, es decir, ustedes con el libro

12 | prólogo
en mano, constituyen la primera aduana que deberán
pasar estos poemas, no para la conmiseración ni para
el escándalo, simplemente para generar empatía con
todos aquellos que han sufrido los horrores de la vio-
lencia institucional o la generada por las grietas y dife-
rencias sociales en nuestros territorios.
Alejado de cualquier tipo de pretensión, espero
que este documento sirva como un vehículo más para
registrar nuestras voces contra el olvido, para no callar
nunca más, pero sobre todo, para rendir un humilde
homenaje a los desaparecidos, a todas las víctimas y sus
familias, no como una estatua estéril, sino como un ti-
bio abrazo para, al final, no sentirnos tan solos.

prólogo | 13
Colombia
John Galán Casanova (1970)

Bandera

El hombre sale
y tiende la camisa
en la cuerda.

Arrima el taburete
al tronco
y se recuesta
al fresco de la enramada.

Allí lo asesinan.

La camisa ondea,
bandera
de una patria vencida.

poemas en torno a la violencia | 17


Solidaridad

Los pañuelos
blancos
agitados al mediodía

para la tarde
enjugan nuevos lutos.

18 | espejo de doble filo


J. J. Junieles (1970)

En el jardín de los mártires olvidados

Alguien me debe una patria.


Aquí las camisas de domingo también
sirven de mortaja,
no alcanzan las paredes para colgar
los santos que nuestro miedo demanda.

Aquí,
en el jardín de los mártires olvidados,
los perros muerden primero y luego ladran
y si alguien te pide un beso es para morder tus labios.

Alguien me debe una patria.


Me robaron la risa innumerable,
el fútbol bajo la lluvia,
las calles donde bailaba,
los besos profundos en la azotea
a donde llegaban las balas perdidas.

Alguien me debe una patria,


maldita sea, y no es mi madre.

poemas en torno a la violencia | 19


Felipe García Quintero (1973)

Masacre

Junto a la mano abierta,


cerca de la luz indomable del cuerpo,
muy quedo en el pecho, la tibia ceniza latiendo.

El tañido de la sombra aún arde en el bosque


y en los pasos lentos los párpados de la noche se abren.

Fugitivos matorrales de huesos.

20 | espejo de doble filo


Pájaro

A los secuestrados de mi país

A quien vive en su corazón tañendo


la sangre marchita del silencio,
y el insomnio del río le arrulla el sueño,
yo lo imagino anidar
sobre el hierro inmarcesible de la selva,
picotear el óxido vegetal de los huesos,
donde el horizonte en tajos se derrumba.

A quien lejos canta y adentro vuela


y es cautivo del cielo,
yo lo veo jugar con el aire que sostiene la mirada,
embriagarse con el vino crudo del crepúsculo.

Esa tierra transparente de la música en los ojos,


se hace niebla voraz en el aliento.

Como savia la mañana adentro crece,


lenta la hierba invicta de la mano en la distancia,
donde la lluvia se acalla y socava otras entrañas.

poemas en torno a la violencia | 21


Andrea Bulla (1976)

Encuesta

E1 13.7% de los entrevistados sueñan en las noches


con ángeles púrpura colgados de los árboles del purga-
[torio.

El 15.7% de los entrevistados sueñan y roncan en


las noches, con tenedores punzantes, al rojo vivo,
penetrando en su garganta.

El 23% de los entrevistados sueña (en las noches y en


los días) con mendigos durmiendo en los coches del
Diablo.

El 9% de los entrevistados sueña, en el día,


con héroes disfrazados de payasos haciendo su show
en sus propias tumbas.

El 38.6% de los entrevistados no sueña;


tiene pesadillas.

22 | espejo de doble filo


Alejandro Cortés (1977)

Título de propiedad

A la barca abandonada
un hilo de cuerda la amarra al mundo.
El agua que la mece y la duerme,
es el agua que la desmiembra.
Lo que queda de barca
no se decide a ser lago ni orilla;
sólo un cuerpo enraizado de cabuya que,
mientras se rompe,
oscila
y espera,
oscila
y espera.

El abandono es propiedad de la deriva.

poemas en torno a la violencia | 23


Laureen Mendinueta (1977)

Aquí y allá, en el recuerdo,


en la realidad

Cuando miro hacia atrás,


hacia los años primeros de mi juventud,
veo El Danubio, la finca de mis abuelos,
sus naranjales, el arroyo,
la capilla en la que no se casó nadie,
el pozo, la sierra,
el gato montés con sus ojos esmeralda,
la gruta,
el murciélago que enterré con mis primos,
la mecedora de mi abuela en el portal de la casa.
Detrás de todo eso
—enloquecida, irritada, resuelta—
la violencia, siempre ella,
corriendo hacia nosotros
como una yegua desbocada.

24 | espejo de doble filo


Hellman Pardo (1978)

Mapiripán (Los pliegues del agua)

No es el golpe invernal de los árboles dolidos


que tropiezan con
[la noche
o el rencor de las luciérnagas cuando naufragan por el
[aire
y llevan a media asta las alas húmedas de abandono
No la fatiga del valle
el tardío arrepentimiento de cuchillos jubilados
No es el hambre
su llanto en el estómago
su meandro de llovizna en los jornaleros

Asciende una fiebre imperturbable


en aguas solísimas

Es el río Guaviare
madre
su aguacero
su estanque de cuerpos condenados
donde lavabas y herías la ropa contra las piedras de tus
[pechos

poemas en torno a la violencia | 25


Saúl Gómez Mantilla (1978)

La memoria de mis muertos

Cada noche me persigue


la memoria de mis muertos,
aquellos abandonados
invaden mis pensamientos
y me invitan a pasear
por la extensión de sus cadáveres,
sus bellos rostros agusanados
sus esbeltos huesos color marfil.

Me visitan los suicidas


risueños
soñadores,
amigos que sucumbieron
intactos en su silencio.

Llega la procesión de familiares


envueltos en su soberbia
ocultando lo que todos saben
jugando al lamento
al encuentro con su olvido.

26 | espejo de doble filo


Los últimos en llegar
son los amigos asesinados,
balas que todavía zumban
impactan en mi pecho
desangran corredores
vastos caminos en mis sueños.

Cada noche me persigue


la memoria de mis muertos
agujas en espera de una cita.

poemas en torno a la violencia | 27


Pequeño conteo de los gritos

A Fabio lo mataron saliendo de su casa un 18 de di-


ciembre. Roberto no soportó su juego y se hundió en
sus miedos. James en lo profundo de una fosa recibe
el abrazo de su hermano. Luis viajó y no dejó noticias
de su impenetrable paradero. A Mireya, el tedio de sus
pulmones la arrojaron fuera del escenario. Alexander
quedó en la autopista de Villa del Rosario esperando
con ansia la fecha de su grado. Javier espera tendido en
medio de una emboscada. Arturo no pensó que el mie-
do de sus vecinos pesara tanto. Tirso vio a su esposa
envolver su cuerpo. Gersón dibujaba sobre los árboles
pensando en sus abuelos. Edwin reía y sentía al bailar
cómo se le iba el cuerpo.
Los demás como débiles sombras se alejan lastimera-
mente.
Todos ellos me reciben en sueños, toman mis libros y
desordenan mi ropa. Todos ellos reclaman mi silencio,
penan por mi olvido y esperan un encuentro que no se
mida en lágrimas.

28 | espejo de doble filo


Fredy Yezzed López (1979)

Voy por el mundo con un agujero

Voy por el mundo con un agujero de bala en el pecho.


El aire me atraviesa de frío. Los niños juegan a asomar-
se de un lado y otro. Por allí, la única mujer se me fugó
y la única orquídea que sembré no quiso echar raíces.

Voy con esa música de violín perforada. Con ese delirio


de insomnio.

Voy caminado por las calles con un agujero de bala en


el pecho. Represento muy bien mi papel de muerto. La
gente no se asombra de verme malherido y distante.
Los hombres meten su dedo índice comprobando que
no es un engaño. Creen meter el dedo en un sueño. Y
la pérdida es que despierto y la herida sigue sangrando.

Es un sueño que me sostiene de los hilos del mundo.


Es un agujero de bala donde me cabe todo el mundo.

poemas en torno a la violencia | 29


Si hubiese tenido padre

Si hubiese tenido padre, le hubiese rogado que me


llevase a conocer el mar. Pero, tal vez, sea él parte del
mar. Pero, tal vez, haya volado en su último segundo
al mar. La masa informe tiene la sal de su cuerpo. El
mar abrió su boca larga para tragarlo y guardarlo en
sus tripas. Esa ola infinita debe extender sus cabellos
en otra memoria; sus ojos deben ver otras músicas.
Mi madre me contó la historia con una voz delgada.
Habló de unos vuelos siniestros. Soy un hijo más del
desaparecido.

No tengo nada más que decirle, doctora.

Creo que usted pierde el tiempo conmigo.

30 | espejo de doble filo


Angye Gaona (1980)

Pequeño ardid

Acuérdate de tu guardián.
René Daumal

Guárdame de mí,
gran silencio leve que habitas
más allá de la sombra,
entre los tumultos del enebro
y las mentiras sabias.

Guárdame de mi viento en contra


pues la brisa ha dejado de ser
mensajera tuya de pureza.

Qué traerás, qué ofrecerás,


más acá de las sombras,
en un tiempo de desapariciones,
cuando vuelven las cabezas separadas
a preguntarse descreídas
si no dejaron
algún secreto bajo la lengua.

poemas en torno a la violencia | 31


Te escucho, oh Guardián,
pero no alcanzo tu clara diadema de sortilegios acechan-
[tes,
pues no perteneces a este lado de la sombra,
donde acaso te tome por un borracho en mitad de la
[calle.

32 | espejo de doble filo


Henry Alexander Gómez (1982)

A la espera de la tarde

¿Qué nos deparará la tarde con sus inquebrantables


[fantasmas?
¿Un galil, o un ladrón? Gases lacrimógenos.
Tal vez una lluvia de peces, un simple coma etílico,
o el cierre secreto de un cofre repujado en oro,
que guarda los nombres de los que han de morir
bajo los vástagos de esta guerra y sus ojos de granito.

Hay alguien que grita, hay alguien que reza su lamento.


En estas costas también redoblan los tambores:
Grodek, Beirut, o Mapiripan;
en estas costas también resuena la fuga inagotable de la
[muerte.

Se puebla esta última hora,


con el tiro leve de los hogares y su carga sali-
[trosa,
con siluetas de hombres dibujadas
sobre sábanas blancas con olor a cal.

Hay en esta hora última un viento que mana,


un triste silbo que mana;

poemas en torno a la violencia | 33


un viento
envejecido por las súplicas,
por los ruegos de esta tierra enjuta que delira con sus
[piedras.

Marchan las botas militares con su lluvia incesante.


Lluvia negra de alambres.
Lluvia que resbala por mi rostro y bebo.
Lluvia que bebemos.

Qué nos deparará la tarde con sus húmedos cadáveres.


En qué momento llamará a la puerta mi verdugo.
En qué momento tronará el timbre del fusil en mis oí-
[dos,
para que mi nombre desaparezca por siempre al caer en
[la fosa.

Entre las carnes anónimas este poema encontrará refu-


[gio.

34 | espejo de doble filo


Robert Max Steenkist (1982)

A unos campesinos asesinados

Las hormigas
en un gesto de redención
o rabia de los elementos
terminarán de esparcir sus restos
por otras vías
estas sí
inalcanzables
a las balas
las cenizas
el odio.

poemas en torno a la violencia | 35


Jorge Valbuena (1985)

Los colores de la sed

Sabía Arturo Cova


que el lugar donde guardaba el cuchillo
era del mismo color de su piel.

Esperaba que el dolor se durmiera en la sangre


que pasara de sol de los venados
a selva de réquiem, caucho calcinado,
y ese vaho de mujer
con la savia del llanto
soportando el fango del camino,
las palabras áridas de olvido
y una caricia de fuego
que nacía en el fondo de la tierra…

Sabía Arturo Cova


que esa ira era
una semilla sembrada en un revólver
en mitad de la vía
de un disparo eterno.

36 | espejo de doble filo


Jenny Bernal (1987)

De las batallas triunfantes que dimos

De las batallas triunfantes que dimos


y las grandes derrotas
de las columnas construidas
y las derribadas

¿cuál fue la pérdida más grande


en aquel vasto despojo?

—Pobladores, buscaremos otras regiones


de ser preciso cambiaremos a otras formas
acá, todo se lo ha llevado el miedo—.

No tenemos paz

No tenemos paz

todo es guerra
en la habitación del hombre.

poemas en torno a la violencia | 37


Danny Yesid León (1990)

Monólogo de un veterano de guerra

He vuelto de la guerra
con tres costillas rotas,
con las cicatrices de la pólvora,
con ojos extraviados por el miedo
y manos temblorosas.
No sabría decir qué me queda ahora
de lo que antes fui.
Sé que la sangre no es la misma
ni la vida que pende de mi aliento.
Sé que las pesadillas me rondan
y son mis muertos en busca de venganza.
Ellos tienen la carne incorrupta,
los huesos hinchados
y un aliento de insepultos,
de cuerpos ateridos a las vestiduras,
manchados por el sol
y picoteados por los carroñeros.
Ellos buscan beber el agua turbia de mi cantimplora,
buscan extraviar las municiones,
atascar mi fusil.
Quieren verme perder la esperanza,
rendirme a su muerte,

38 | espejo de doble filo


a su muerte que es tan mía
ahora que he vuelto
y veo el mundo con ojos de mortal.
Pero yo no decaigo con sus voces.
En las noches despierto preso de la fiebre,
enciendo la lámpara,
busco las cartas de mi madre
y curo mis heridas con sus palabras.
Mi madre sabía que lo único que volvería
de la guerra conmigo, intacto,
serían sus palabras,
ese silencio que ahonda la boca de mis muertos
cuando más los escucho.

poemas en torno a la violencia | 39


México
Julián Herbert (1971)

Splendor in the wrap

Deseoso es aquel que huye de su madre.


José Lezama Lima

Anoche el Espíritu de las Navidades Futuras me hablaba


sin hacer pausas para respirar
como si lo hubiera poseído el espíritu de mi madre. De-
[cía:
«una limosina en la alfalfa / mira cómo la perra
se desnuda / posesionarios
de terrenos federales / tímidas, sedentarias, solitarias,
[caníbales
y nocturnas /
Tóxico Sólido No Peligroso / agujeritos
que hace la muerte en el muro del kindergarten / el
amor de mi vida has sido tú /
el amor de mi vida sigues siendo tú». Era un
baldío y lo llamábamos
la alfalfa: ahora han puesto un Soriana y quinceañeras
cruzan el estacionamiento saludando
desde sosos quemacocos
a la gente y los carritos
en sus nubosas ropas

poemas en torno a la violencia | 43


las quinceañeras: acarreo
de mortadela: acarreo
de votantes: acarreo
de pensionados a la fiesta. Queda (pero dónde) lo que
[no
se compara: la metáfora de
sí.
«La pobre: cinco meses de salario tirados en una noche
y el marido la engaña, el amante la engaña, la mujer
con la que tiene cibersexo la engaña», decía (el voto,
[la pensión, la
mortadela: olor a muerto sin bañar) el Espíritu de las
Navidades Futuras poseído por
el espíritu de mi madre: «Habráse visto: una
limosina en la alfalfa,
una limosina en la alfalfa, una
limosina en la alfalfa».

44 | espejo de doble filo


Oscura

A Javier Sicilia

Pasé toda la noche con el brazo en una grieta.


No era un aula de santos.
Era un hotel a las afueras de Querétaro.
Dos camas individuales provisionalmente pegadas
para caber los tres (siempre tres) juntos.
Ascésis: duermevela: Aníbal Barca, mi hijo, cayendo
[cada 15 minutos por el hueco.
Es vulgar pero no es falso: pasé toda la noche con el
[brazo en una grieta.
Me inculcaba el demonio de una negra rabia acústica:
[¿para qué escribir poemas
si todo lo que hiere tiene el tacto vacío, usura de una
[tumba?
Encandilado, muy orondo y sin luz (sin otra luz y guía
[sino etcétera etcétera),
escribí de memoria estos versos:

«Al menos toca lo que matas.


Siéntelo babosa lumbre negro caracol con la que marcas
[—meas—
plásticos: Identidad.
Recuerda, cuando vayas al cine a ver películas de nazis,
[que tú no eres judío.

poemas en torno a la violencia | 45


Pero si eres judío no recuerdes nada: al menos toca lo
[que matas.
No te metas en dios. No vueles coches. No hagas citas
[sagradas. No discutas conmigo.
No me vendas muñones. No me traigas cabezas. No me
[pidas que aprenda a respetar.
Toca.
Al menos toca lo que matas».

Son pésimos. Lo supe de inmediato.


Hace un par de años que no logro hacer poemas.
Lo extraño pero no lo lamento.
Todos sabemos que la poesía no es más (ni menos) que
[una destreza pasajera.
Una destreza que, perdida, se hace tú y alumbra oscura.
Igual que un padre pasará toda la noche con el brazo en
[una grieta
procurando que la cabeza de su hijo no toque nunca el
[suelo.

46 | espejo de doble filo


Luigi Amara (1971)

El llano de los avestruces


(o variaciones sobre el mismo tema)

Primero fue un dedo en el buró,


un dedo huérfano
al apagar la lámpara de noche;
después la oreja que colgaba
como un pendiente macabro
de tu lóbulo;
más tarde eran cabezas,
cabezas rodando en el boliche
insospechado del pasillo,
cabezas servidas en bandeja
con todo y jugo de naranja,
cabezas tras la puerta no cerrada
de una frase.

Debíamos continuar, fingimos


que no estaba la lengua
envuelta en el periódico,
que las manchas de las sábanas
no eran mensajes con faltas de ortografía,
que no había un cuerpo en la cajuela
tras las bolsas del súper.

poemas en torno a la violencia | 47


(En los actos oficiales se citaba
sorprendentemente a Kawabata:
«Cualquier clase de inhumanidad
se convierte, con el tiempo, en humana».

Fue entonces que empezamos a perder


la cabeza:
niños jugando con muñecos sin cabeza,
plazas llenas de estatuas sin cabeza,
edificios sin cabeza, árboles sin cabeza,
moscas volando sin cabeza, cabezas sin cabeza.
(El lápiz con que escribo se quedó también
sin cabeza.)

Y ahora, mientras quiero girar


mi falta de cabeza,
veo que alrededor todos esconden
bajo tierra la cabeza.

48 | espejo de doble filo


María Rivera (1971)

Los muertos

Allá vienen
los descabezados,
los mancos,
los descuartizados,
a las que les partieron el coxis,
a los que les aplastaron la cabeza,
los pequeñitos llorando
entre paredes oscuras
de minerales y arena.
Allá vienen
los que duermen en edificios
de tumbas clandestinas:
vienen con los ojos vendados,
atadas las manos,
baleados entre las sienes.
Allí vienen los que se perdieron por Tamaulipas,
cuñados, yernos, vecinos,
la mujer que violaron entre todos antes de matarla,
el hombre que intentó evitarlo y recibió un balazo,
la que también violaron, escapó y lo contó viene
caminando por Broadway,
se consuela con el llanto de las ambulancias,

poemas en torno a la violencia | 49


las puertas de los hospitales,
la luz brillando en el agua del Hudson.
Allá vienen
los muertos que salieron de Usulután,
de La Paz,
de La Unión,
de La libertad,
de Sonsonate,
de San Salvador,
de San Juan Mixtepec,
de Cuscatlán,
de El Progreso,
de El Guante,
llorando,
a los que despidieron en una fiesta con karaoke,
y los encontraron baleados en Tecate.
Allí viene al que obligaron a cavar la fosa para su her-
[mano,
al que asesinaron luego de cobrar cuatro mil dólares,
los que estuvieron secuestrados
con una mujer que violaron frente a su hijo de ocho años
tres veces.

¿De dónde vienen,


de qué gangrena,
oh linfa,
los sanguinarios,
los desalmados,

50 | espejo de doble filo


los carniceros
asesinos?

Allá vienen
los muertos tan solitos, tan mudos, tan nuestros,
engarzados bajo el cielo enorme del Anáhuac,
caminan,
se arrastran,
con su cuenco de horror entre las manos,
su espeluznante ternura.
Se llaman
los muertos que encontraron en una fosa en Taxco,
los muertos que encontraron en parajes alejados de Chi-
[huahua,
los muertos que encontraron esparcidos en parcelas de
[cultivo,
los muertos que encontraron tirados en la Marquesa,
los muertos que encontraron colgando de los puentes,
los muertos que encontraron sin cabeza en terrenos eji-
[dales,
los muertos que encontraron a la orilla de la carretera,
los muertos que encontraron en coches abandonados,
los muertos que encontraron en San Fernando,
los sin número que destazaron y aún no encuentran,
las piernas, los brazos, las cabezas, los fémures de muer-
[tos
disueltos en tambos.

poemas en torno a la violencia | 51


Se llaman
restos, cadáveres, occisos,
se llaman
los muertos a los que madres no se cansan de esperar
los muertos a los que hijos no se cansan de esperar,
los muertos a los que esposas no se cansan de esperar,
imaginan entre subways y gringos.
Se llaman
chambrita tejida en el cajón del alma,
camisetita de tres meses,
la foto de la sonrisa chimuela,
se llaman mamita,
papito,
se llaman
pataditas
en el vientre
y el primer llanto,
se llaman cuatro hijos,
Petronia (2), Zacarías (3), Sabas (5), Glenda (6)
y una viuda (muchacha) que se enamoró cuando estu-
[diaba la primaria,
se llaman ganas de bailar en las fiestas,
se llaman rubor de mejillas encendidas y manos sudo-
[rosas,
se llaman muchachos,
se llaman ganas
de construir una casa,
echar tabique,

52 | espejo de doble filo


darle de comer a mis hijos,
se llaman dos dólares por limpiar frijoles,
casas, haciendas, oficinas,
se llaman
llantos de niños en pisos de tierra,
la luz volando sobre los pájaros,
el vuelo de las palomas en la iglesia,
se llaman
besos a la orilla del río,
se llaman
Gelder (17)
Daniel (22)
Filmar (24)
Ismael (15)
Agustín (20)
José (16)
Jacinta (21)
Inés (28)
Francisco (53)
entre matorrales,
amordazados,
en jardines de ranchos
maniatados,
en jardines de casas de seguridad
desvanecidos,
en parajes olvidados,
desintegrándose muda,
calladamente,

poemas en torno a la violencia | 53


se llaman
secretos de sicarios,
secretos de matanzas,
secretos de policías,
se llaman llanto,
se llaman neblina,
se llaman cuerpo,
se llaman piel,
se llaman tibieza,
se llaman beso,
se llaman abrazo,
se llaman risa,
se llaman personas,
se llaman súplicas,
se llamaban yo,
se llamaban tú,
se llamaban nosotros,
se llaman vergüenza,
se llaman llanto.

Allá van
María,
Juana,
Petra,
Carolina,
13,
18,
25,

54 | espejo de doble filo


16,
los pechos mordidos,
las manos atadas,
calcinados sus cuerpos,
sus huesos pulidos por la arena del desierto.
Se llaman
las muertas que nadie sabe nadie vio que mataran,
se llaman
las mujeres que salen de noche solas a los bares,
se llaman
mujeres que trabajan salen de sus casas en la madrugada,
se llaman
hermanas,
hijas,
madres,
tías,
desaparecidas,
violadas,
calcinadas,
aventadas,
se llaman carne,
se llaman carne.

Allá
sin flores,
sin losas,
sin edad,
sin nombre,

poemas en torno a la violencia | 55


sin llanto,
duermen en su cementerio:
se llama Temixco,
se llama Santa Ana,
se llama Mazatepec,
se llama Juárez,
se llama Puente de Ixtla,
se llama San Fernando,
se llama Tlaltizapán,
se llama Samalayuca,
se llama el Capulín,
se llama Reynosa,
se llama Nuevo Laredo,
se llama Guadalupe,
se llama Lomas de Poleo,
se llama México.

56 | espejo de doble filo


Balam Rodrigo (1974)

Tres des(en)cabezados tomados


del diario

1. «Rescatan vivo a colgado en puente […]»

Riego con sangre, en sueños,


un jardín de jarchas tañidas por el viento:
cuelgo de un árbol, hora de horca
tatuada en ataúd, y mi cuerpo sabe el nudo,
el moño y la corbata tejidas por la muerte.

Aquí la vida pende, no de la sangre


sino de un hilo —de ixtle o de plástico—
con tal fuerza que escribe las sílabas más negras
en una rama de metal, dígase viga, dintel,
vértebra de asfalto que apuntala puentes
para tocar su música de ahorcados:
cientos de silbos partidos por el aire,
tajados por el filo de la lengua
—hacha de carne, pez que nada
un mar de salivas en la boca—
para lamer la pus del viento
en remolinos de polvo contra moscas:
volátiles puntos, decapitadas comas…

poemas en torno a la violencia | 57


2. «Encuentran cabeza en hielera»

No nos sorprende la barbarie


cuando leemos que aparecen
cabezas en hieleras,
envueltas en bolsas de plástico,
colgadas en puentes o dispuestas
como trofeos de guerra en autos, aceras,
en bardas de casas y escuelas.

Nos sorprende únicamente porque nunca


habíamos utilizado la cabeza para pensar
—fríamente— en, únicamente, la cabeza,
como en la heptasílaba y profética pieza:

«hallan choya en hielera».

3. «[…] México tiene forma de horca»

a)

Un poco más (de metralla) y aprieta la lluvia


raíces donde florecen ramas:
la blanca soga de la tierra anuda,
ahorca el duro cuello de los (verdes)
nopales: negras espinas brotan y,
regadas por el suelo,

58 | espejo de doble filo


ruedan varias tunas rojas
(picoteadas por un águila ciega).

b)

Ciñe la tierra su invisible horca


sobre el árbol: un fruto es luz ahogada
en la memoria de la pulpa.

Ciñe la sangre su visible horca


sobre el puente: el cuerpo de un ahorcado
es fruto de la infamia.

(Y no hay aquí jamás memoria.

No, ninguna:

ni para cuándo habremos de tener


alguna luz).

poemas en torno a la violencia | 59


Luis Felipe Fabre (1974)

Trailer 1

Una chica desaparece en circunstancias misteriosas:


otra
chica desaparece y luego
otra

y otra y otra y otra y otra y otra: no

hay motivos de alarma, explica


el jefe de la policía: según las estadísticas,
es normal que en México algunas chicas
desaparezcan. Pero

una noche, un cuello, un alarido, unos colmillos


ensangrentados:
hubo testigos:

¡las chicas han vuelto!:

una linterna que se enciende en medio de la


oscuridad
sólo para iluminar el terror: una estampida de
murciélagos:

60 | espejo de doble filo


¡las chicas han vuelto!:

rosas dentadas, tarántulas de terciopelo, rojas bocas


del infierno:
son las mujeres vampiro

que del crimen, la muerte y el olvido han vuelto


como el karma, como
los remordimientos han vuelto, sedientas
de sangre y de venganza.

Las chicas han vuelto: una película de Luis Felipe Fabre.

Las chicas han vuelto: próximamente en cines.

poemas en torno a la violencia | 61


Infomercial
(para los tiempos que corren)

Señora ama de casa: ¿está harta


de tallar día y noche

coágulos de sangre imposibles de limpiar


en la ropa de toda su familia?

¿Las vísceras embarradas en las paredes de su casa


no le permiten dormir?
¿Se ha descubierto a sí misma
exclamando sonámbula: «¡Fuera, fuera mancha
maldita!»?

Compre ahora
el Limpiador Quitamanchas Lady Macbeth
y póngales fin a esas viscosas pesadillas.

El limpiador Quitamanchas Lady Macbeth

está compuesto a base de microorganismos


carroñeros
que harán por usted el trabajo sucio
eliminando

62 | espejo de doble filo


los restos cadavéricos
sin dañar la superficie en la que se encuentran
adheridos:
¡científicamente comprobado!

Señora, usted lo sabe: matar


es fácil, lo difícil viene después.

Pero ahora
el Limpiador Quitamanchas Lady Macbeth le ofrece
una increíble solución que revolucionará la higiene
doméstica:

¡Diga adiós al rastro de sesos en su sillón favorito!


¡Diga adiós
a esas alfombras ensangrentadas!

Marque ahora el número que aparece en su pantalla


o llame al 01800 666
y obtenga junto con su compra

el aplicador multifuncional y un paquete de bolsas


para cadáveres
¡totalmente gratis!

Con el Limpiador Quitamanchas Lady Macbeth


usted volverá a dormir
como una verdadera reina.

poemas en torno a la violencia | 63


Antonio Salinas (1977)

A filo de navaja

Un hombre fuma y tira las colillas


como cabezas humanas en las aceras,
como un balón de un equipo de nimios resultados,
sucede a cuenta gotas
contagiar uno que otro día el sueño con lágrimas.
Alguien pone un recado a un lado de las colillas
¿de las cabezas? No interesa el mensaje.
La selección acaba de ser eliminada en tiros penales:
también el año comienza ejecutado.

Dicen los cronistas de la ciudad que el conjunto


contrario tomó la delantera, el saldo:
dos levantones con lesión, un arsenal de disparos,
una madre que llora aún frente a un cauce de luz
que se apaga,
y otros más trasladados en ambulancia.
Dos horas palpándome lo acalambrado,
quitándome lo saudade, lo oscuro de los de casa.
Dos horas tirando piedras al mar de mi infancia
mientras chillan lentas, ruidosas, sirenas.

64 | espejo de doble filo


II

Dejaron más nítida su presencia de hecatombe


en medio del día con sus juguetes en forma de fusiles.
Era invierno,
quedó la luna desparramada por las calles,
no había noches sin insomnios
ni plazas arremolinadas en días pálidos,
fuimos todos testigos de la desconfianza.
Ellos se adueñaron del tímido respiro de los peatones,
sobre una camioneta Liberty de púrpura tristeza,
de los días por venir y de mi gato.

No había muros donde guarecerme a salvo:


corría por tradición hacia la playa,
ahí
donde las heridas se curan con sal,
y mi infancia no sabía
de territorios en pugna:
sólo el de la línea naranja
donde vivía la niña de mis amores,
donde no había levantones
y los hombres sin cabeza
tan sólo eran leyendas
para que nos acostáramos temprano.

poemas en torno a la violencia | 65


III

Duró largos minutos la huída


no más largos que la incertidumbre después.
Un puñado de civiles y uniformados atiborraron las
[aceras
frente a una iglesia rodeada de autos.
Al final
lo que nos duele es el miedo,
vivir así, a filo de navaja.
La casa ya no es refugio seguro:
las paredes son blandas,
hieden a pólvora los rincones.
Desde la azotea se ve al viento
que golpea con humo las ventanas,
tal vez no sea así,
tal vez soy yo quien me acalambro
en una ciudad que se achica.

Con tantos casquillos regados


más valdría volver a la calma.
No deberíamos sentirnos a salvo
pasada la tormenta.
No deberíamos hacer
como que nada drena en la calle,
como que tanta sangre mancha sólo las coladeras.

66 | espejo de doble filo


IV

Entre los edificios, las calles y los autos


la noche se quiebra, se agrieta.
Con tanto ruido en la ciudad
el silencio dejó de pasearse descalzo
como enamorados que caminan por la playa.
Estamos enjaulados.
Un hombre se detiene frente a mí,
dudo en mirarlo, trae un arma en la mano.
No me alcanza la voz para defenderme:
el poema se desarma con cualquier retén falso.
La noche se agrieta, se quiebra.

poemas en torno a la violencia | 67


Jair Cortés (1977)

Del miedo

Lo malo es la infancia
cuando el niño es el enemigo del niño.
En la paredes busca soledad para matar,
orienta
parvadas con sus inexplicables trucos de magia,
en una libreta anota con rencor el nombre
y la fecha de sus más íntimos contrincantes.

Afuera de la celda le espera un grupo de miedosos


él se une,
luego se rebela,
nadie le sabe decir: acerca tu rostro a la flama, hermano,
el fuego quemará tus pocas perversiones.

Y quiere o no quiere
pero ya usa mayúsculas cuando escribe dinero
y teje como su tía la tuerta
un gran manto para cuando sea rey.

68 | espejo de doble filo


II

Da vuelta, y notan que algo oculta,


en el camino le señalan,
le dicen: tú, acerca tu rostro al agua y lava esa abuela y
[quita tu mancha.
Pronuncia como se debe,
corre y no sabe
qué hacer
(ahí) con tanto miedo.

Con tanto miedo,


no sabe si lo persigue su infancia a media noche
o es él mismo quien acaba con el niño que fue.

poemas en torno a la violencia | 69


Luis Jorge Boone (1977)

Toque de queda

Hasta aquí se escucha el atroz ladrido de los perros.


¿Dónde ocultarnos si en la oscuridad
avanzan?

Hasta aquí llega el ruido de las detonaciones.


¿Dónde encontrarán refugio mis hijos?

Hasta aquí llega el olor a humo y sangre.


¿Qué carne se quema bajo las ráfagas?
¿Qué cuerpos se desangran?

Afuera algo estalla. Afuera


sucede una matanza.
¿Cuántos pasos podré dar en la oscuridad?

«Abandone el edificio bajo su propio riesgo». Sellaron


las puertas. Hijos. Tenemos hijos. Corren, desaparecen
allá afuera.

Calles fantasma de un pueblo abandonado. Qué profun-


[da desolación
en cada paso, en el eco que no se dispersa
y regresa.

70 | espejo de doble filo


Aquí afuera el tiempo parece detenido. Yo tenía que salir,
[tenía que saber
dónde estaban mis hijos.

¿En qué aciaga orilla del mundo nacen estas caravanas


[de miedo?
¿Hacia dónde llevan
las cicatrices de la avenida? ¿Qué ciudad
es ésta? ¿Cuántos los cadáveres? ¿En qué oscuro muelle
[atracan
los pesados cargamentos de muerte y de miedo?

poemas en torno a la violencia | 71


Omar Pimienta (1978)

Goliat

Mataron a un vecino del Pareja:


balazo en la espalda; bala expansiva.

El migra dijo que la víctima era traficante de gente, de


[droga;
que fue en defensa propia,
que sólo disparó después de ser atacado con piedras.

Todos sabemos lo que pueden lograr las piedras.

72 | espejo de doble filo


«Se cayó una tonta»

El Pareja, con las manos casi tocando el cielo, me dice:


va para un mes que es imposible encontrar mota en la
[colonia.

El noticiero nacional afirma:


se decomisó una tonelada en Tijuana, en una de sus
[colonias más viejas,
en La Libertad.

Al reportero le extrañó que el chofer lograra huir;


es fácil escapar en La Libertad, sobre todo si de perder-
[la se trata.

El camión se estrelló contra el muro.

¿Cómo es posible que entren toneladas a la colonia


y en las calles no haya ni para un gallo?

Si esto sigue así, la gente se hartará, rodarán cabezas.

poemas en torno a la violencia | 73


Francisco Alcaraz (1979)

Motivos del frío

Un gran principio de violencia


regía nuestras costumbres.
Saint-John Perse

No es mía esta ciudad. En la ribera, donde el apareo de


las aves sesgaba el viento y la poderosa frescura de la
Ceiba se extendía (calcinados) veo dos niños: en sus
ojos se petrifican los veranos, y un olor a fruta. Nunca
ha sido mía esta ciudad erigida sobre huesos.

La mañana pegajosa ve nacer muchachas de las sábanas


con la boca llena de un perfume extraño (ah, la noche,
salvación de la cerveza). Así transcurre el día. Y la tarde
como un hermoso escombro del espíritu.

74 | espejo de doble filo


II

El corazón de la ciudad es una isla: allí convoca la muer-


te su colmena. Vertiginosa y hambrienta cae su lluvia
de alfileres. La Tribu corre, se alarma, se guarece bajo
oraciones de piedra. Un hombre sueña con un mapa
rojo sobre la nieve y dos niños. En mi sueño, un ciervo
se pierde en la profundidad de un bosque blanco. Yo,
como el hombre, no he visto jamás la nieve.

El camión se acerca al centro. Relampaguea la ciudad


en la ventana y puedo ver a dos niños que juegan a es-
cribir en las bardas la palabra Sangre. Sé que el invierno
está por venir.

Afuera llueve y el amor es un frío que herrumbra nues-


tras armas. Insectos refugiados en los lugares comunes
de la noche (siguen la luz) absueltos en la ingenua tra-
yectoria de sus alas. La ciudad no hincha sus pulmo-
nes. Parecen tan lejanos los días en que las muchachas
yacerán desnudas para quemar su piel sobre la arena
del delirio. Hoy llueve, seis muchachos murieron ayer
alrededor de la cerveza.
Leo:
—Seis muchachos…

poemas en torno a la violencia | 75


debajo de la fotografía de unos senos moldeados en la
boca de Dios. El sexo (oculto) disimula la obscenidad
de la palabra: «Masacre…».
De nuevo hay sangre en la estirpe de la nieve; de nuevo
un rey espera arrodillado en las cenizas, rodeado por
sus hijas mancilladas, en una ciudad que rendida entre-
ga su bandera.

76 | espejo de doble filo


Iván Cruz Osorio (1980)

Epístola con carácter de urgente

Queridos asesinos:

Buscamos, pedazo a pedazo, un sueño desmembrado


para revivir nuestros cuerpos, para encender nuestros
cadáveres, para reunir el cielo, el mar, y las montañas
de este país de archipiélagos. Quizá puedan ayudarnos,
quizá, si trabajamos juntos, si nos apuramos, quizá to-
davía se muevan solos, quizá aún palpiten los miembros
arrebatados. Por favor, dense prisa, la hierba ya ocupa el
lugar de nuestros cráneos, de nuestras narices, del cuen-
co agusanado de nuestros ojos…

poemas en torno a la violencia | 77


Los dominios perdidos

Llorad, amigos míos,


tened entendido que con estos hechos
hemos perdido la nación mexicana.
Cantares Mexicanos

No tenemos una patria,


tenemos un paisaje,
tenemos cólera, indignación,
tenemos divinidades rotas,
tenemos a los muertos hundidos
en las entrañas,
tenemos un puñado de escombros
que el viento intenta dispersar.

78 | espejo de doble filo


Nadia Escalante (1982)

Aurora

Los escuchaste mientras dormías,


en la carretera hacia Tampico.
Detuvieron el autobús de madrugada,
lo desviaron de su ruta;
no creíste en la premonición
de que el sueño a veces amenaza.

El ruido blanco del monte,


los somníferos que tomaste para el viaje
los ocultaron en la niebla,
pero escuchaste el contorno de sus voces,
las líneas duras del metal
permanecieron a tu lado.

Te despertó una época


en que es difícil regresar a casa
hacia el norte por la carretera del Golfo.
Las noches, antes,
eran sólo eslabones viejos y oxidados,
lentos para abrirse al día.
Ahora te ha alcanzado lo real
y se ha encadenado a tu sueño

poemas en torno a la violencia | 79


con argollas de voces,
acentos familiares,
que ordenan descubrir rostros,
contestar preguntas y abandonar el viaje.

Uno tiene un solo sueño para resguardarse,


pero ahora vigilan los caminos.

Uno tiene un solo cuerpo


a donde regresar en la vigilia.
Un cuerpo oscuro y precario
parecido a otros miles
que han dado la cara, forzados,
al ruido blanco del monte.

Bajaron a dieciséis
para dejarlos tirados sobre su propia sombra,
lo supiste cuando en Tampico
escuchaste las noticias.

80 | espejo de doble filo


Luis Téllez Tejeda (1983)

Una bicicleta

Trescientos cuarenta y siete días.


Las partículas de polvo caen.
El óxido aparece en la intemperie.
Aire que escapa de las cámaras
mientras la cadena cede
a la contracción de la quietud.

Una bicicleta es la premonición


y el extravío de su dueño.

Dieciocho días que nadie contará.


Ruedas inmóviles, en freno permanente.
El manubrio, sin rumbo,
no recorre ya las calles
sobre las que su piloto conducía.
Cae más polvo, cae más tiempo.

Una bicicleta es la certeza


y el consuelo para un padre.

poemas en torno a la violencia | 81


Veintitrés años perdidos.
Sin manchas de sangre,
el asiento se corroe al viento.
Las esquirlas no quedaron en las llantas,
el caer del polvo comenzó con una bala
que pocos escucharon.

Una bicicleta es la fe
de un cadáver que no aparece.

82 | espejo de doble filo


Manuel Iris (1983)

Yo es otro

II

Esto es lo que tienen que hacer, hijos de puta…


los hombres empezaron a golpearse con los mazos. Me
divertí. Atrás, varias mujeres eran violadas en el suelo
encharcado de sangre. Adentro, todo huele a sangre y a
quemado. Todo duele adentro. Todo duele dentro
de los otros
de nosotros todo
duele a los que somos con ese mazo en las manos
los que sienten miedo compasión por el que matan
yo fui quien dijo por favor tengo una hija
tuve que matar a dos muchachos que también dijeron
por favor tengo familia por favor dios mío
asesinar se vuelve fácil cuando lo pierdes todo
fui yo soy el que se orinó encima y tiene el mazo en las
[manos
contra su propio abuelo
soy el nieto enfermo el niño que murió
dentro del cuerpo de la angustia penetrada por barretas
soy el anciano que me está mirando
cuya cara escupo

poemas en torno a la violencia | 83


qué me ves pendejo te vas a morir
soy ese hombre y el gargajo en sus arrugas
la risa de los otros que también lo escupen
soy la muerte el perro sucio
el que pidió perdón que quiso defender
soy la muchacha que violamos frente a su noviecito
la flaquita que murió sin que nos percatemos
y la violamos más
soy el cadáver y la bala soy la mano
que estrechaste ayer
la que se pone con la palma para arriba
poco antes
de la comunión.

84 | espejo de doble filo


Esther M. García (1987)

Sicario

Soy el resultado de una mala ecuación Soy la respuesta


incómoda Soy el cero el número olvidado El nombre
que nadie recuerda la sombra que pasa flotando por las
calles ése ente soy yo Soy el desvalido que está cayendo
siempre el feto que está por nacer en un charco oscuro
Soy el niño que no tiene padres el que sus amigos han
olvidado Soy el mudo el que ve por sus venas la san-
gre de otros en ellas coagulada Soy la voz de la muerte
que se mece entre las hojas de los árboles Soy la caótica
juventud sin futuro Soy el chico esnifando Soy carro-
ñero entre la basura del mundo Soy la pequeña sonrisa
con los dientes caídos Soy la escoria que sobró de sus
guerras Soy la palabra que olvidó en su discurso el pre-
sidente Soy un elemento más en los tristes paisajes por
donde los políticos pisan Soy algo que ellos saben que
existe pero que parece una mentira Soy un gruñido de
tripas algo sin vida que está ahí una cosa que respira
Hablo desde la pobreza desde el olvido hablo con el za-
pato roto con la esperanza de comer algo aunque sea
de hace días Estoy aquí de pie pero a mí nadie me mira
Soy el olvidado el desaparecido Soy el joven sin rumbo
esperando ver las luces que marquen su camino desde

poemas en torno a la violencia | 85


la oscuridad de su casa en pedazos ve la luz mortecina
de la realidad hecha jirones la infancia rota He visto la
luz roja que me guiará Soy yo el que decide quien vive o
muere Soy Barrabás pisando la arena ardiente mientras
degüello a un hombre Soy Judas Iscariote besando la
baja sangre de la madera Soy don Pablo Escobar Soy
Jhon Jairo «el Popeye» Soy Jesús Malverde patrono y
protector Soy Lamberto portando orgulloso radio pe-
chera y metralleta Soy don Paulino Vargas recorriendo
el desierto al componer mi primer corrido Soy un Mo-
hawk aullándole a la luna haciendo mis plegarias con
los huesos de los muertos Soy la bestia atea de doce
años rezándole a María Auxiliadora de Sabaneta Hal-
cones y águilas son mis ojos y oídos Soy un gansta de la
frontera haciendo bling bling mientras cerceno el brazo
de mi enemigo I’am nothing I’am a pure mexican withe-
trash Soy el demonio la Santa Muerte Soy la gran bestia
lo bárbaro lo salvaje Yo soy el hombre que destruirá tu
vida el país el mundo porque yo soy el jefe de jefes, señores
y nada ni nadie podrá conmigo

86 | espejo de doble filo


II

Me arrancaron el nombre en la oscuridad de un cuarto


Golpe tras golpe cada palabra se fue desprendiendo de
mi cuerpo Arrancaron mi nombre ¿puedes verlo? Se
arrastra por el piso para tratar de abrazarme pero ellos
no lo dejan acercarse Soy como la bestia en el matadero
donde hileras simétricas de animales esperan ansiosas
los brazos ásperos de una higuera oscura sangre derra-
mada por mi cuerpo en líneas que se desprenden como
costras ya secas Arrancaron mi nombre y él me grita
desde el suelo desde esta vista de ciegos Bruma que in-
vade la imagen del mundo y de mí mismo Ya no poseo
nada no soy nada He dejado de ser nombrado para ser
cualquier cosa Una cosa que se puede averiar y tirar Un
ente Una sombra transparente escupiendo la violencia
con que la golpean Arrancaron mi nombre pequeños
demonios grises Arrancaron mi nombre y lo tiraron
a un lado tuyo ¿lo escuchas gemir? Como el mío hay
muchos otros que mueren en las tinieblas los huesos
se siembran sin que puedan dar un fruto que señale el
camino hacia ellos Arrancaron mi nombre pobre de él
No pude defenderlo Maniataron mi libertad encadena-
ron mis ojos manos y piernas fueron amordazadas No
quedó nada cuando el sol abrió los ojos Yo era una hoja
azul y por más que quise nombrarle mi nombre ya no
estaba Arrancaron mi nombre Cuando traté de recla-
marlo algo cortó las ganas dejando rígida mi lengua y

poemas en torno a la violencia | 87


mi cabeza Una daga afilada brilló en la oscuridad como
un hombre de fuego corriendo por las calles dormidas
de la ciudad Arrancaron mi nombre y cuando quise
palparlo en esa noche roja con mis manos sentí cómo el
aire vino a cortarlas Arrancaron mi nombre y mis pies
quisieron correr en su búsqueda Todo fue en vano Una
hoja hiriente de veneno detuvo su movimiento y ellos
se quedaron inmóviles lejos de mi tronco y mis piernas
Otros tres sufrirán lo mismo que yo Los despojarán de
su existencia dejarán de nombrarlos El filo de la daga
callará el ritmo de sus pies la lengua las manos ¡Shhh!
Grillos gritan en medio de esta nube negra La cara de
mis padres se arrastra por mis manos cortadas La son-
risa de mi hija besa mis pies desmembrados Nadie me
llamará hijo Nadie me llamará padre Nadie me llamará
hermano esposo primo porque ya no tengo nombre
¿Puedes ver mi miedo suspendido en sus ojos? Él ha
descuartizado mi nombre y tengo miedo de los brazos
de la muerte su amistoso silencio y que nadie de nuevo
pueda volver a nombrarme Ayúdame a reconocerme
cuando el señor de arriba junte a sus hijos y los llame
por su nombre

88 | espejo de doble filo


Bibliografía

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Poemas en
torno a la violencia
se terminó de editar en noviembre de 2018 en las
oficinas de la Editorial Universitaria, José Bonifacio
Andrada 2679, Lomas de Guevara, 44657
Guadalajara, Jalisco

Modesta García Roa


Coordinación editorial

Laura Baeza
Cuidado editorial

Daniel Zamorano Hernández y Pablo Ontiveros Pimienta


Lucero Elizabeth Vázquez Téllez
Diseño y diagramación

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