Tesis Doctoral - Samuel Garcia-Oteiza

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos

LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA


UNA ENCRUCIJADA ENTRE TERRITORIO Y CARTOGRAFÍA
1870-1910

Samuel García-Oteiza

Tesis presentada a la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile para
optar al grado académico de Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos

Director de tesis: Wren Strabucchi Chambers

Comisión de tesis: Germán Hidalgo Hermosilla


Joaquín Bascopé Julio
Mateo Martinic Beros

Santiago de Chile | Diciembre de 2020

© 2020. Samuel García-Oteiza


Nota para el lector
El formato de esta tesis consiste en un volumen escrito y un volumen
de imágenes. En este archivo PDF se encuentran los dos volúmenes
mencionados. El volumen de imágenes se encuentra a continuación
del volumen escrito. En el volumen escrito las imágenes se encuentran
citadas mediante un número en el interior de un paréntesis que se
encuentra destacado con negrita (X). Este número, a la vez, se ubica en
el borde superior derecho de cada imagen que compone el volumen de
imágenes. Cada volumen puede ser revisado de manera independiente.
Índice

Reconocimientos 1
Resumen 2

Presentación

1. Problema de investigación
- Aproximación empírica: experiencia y archivo 3
- Estudios camineros en Fuegopatagonia 4
- Camino y territorio 7
- Ingreso del camino al soporte cartográfico en Fuegopatagonia . 11
- Cartografía y Territorio 11
- “Fuegopatagonia” / “Patagonia Austral y Tierra del Fuego” 14
2. Preguntas de investigación 18
3. Hipótesis y objetivos 19
4. Objetivos 19
5. Temporalidad y área geográfica de la investigación 19
6. Estructura de la tesis 20
7. Metodología 20
8. Fuentes documentales 21
9. Aportes de la investigación 22

PARTE I.
CONFIGURACIONES CAMINERAS Y TRANSCRIPCIONES
CARTOGRÁFICAS. 23

Introducción 24

CAPÍTULO 1. Aproximación al territorio fuegopatagónico 30

1.1. El espacio geográfico fuegopatagónico 30


1.2. La ausencia de caminos hispanos, ferrocarriles y parkways 36
1.3. El establecimiento de los asentamientos fijos 1842-1910 37
1.4. La partición del territorio 1881-1903 41
1.5. De ovejas y estancias 45

CAPÍTULO 2. La red caminera actual del territorio 49

2.1. Aspectos generales de la actual red de caminos 49


2.2. La era de las “sendas de penetración” 51
2.3. El camino y el mapa turístico en Fuegopatagonia 53
2.4. El arribo de la “vialidad” el automóvil
y la construcción de los primeros caminos, 1930-1948. 54
2.5. El arribo del mapa caminero a Fuegopatagonia 1933 1945 59

CAPÍTULO 3. La Estructura de la red caminera de 1910 65

3.1. Descripción de la red camineria de 1910 66


3.2. La ausencia de planes camineros estatales 69
3.3. Configuraciones de la red caminera, 1897-1910 73
CAPÍTULO 4. El camino y su registro cartográfico
en fuegopatagónia 1910-1897 77

4.1. La incorporación del camino en el soporte cartográfico 77


4.2. Lectura cartográfica de la red caminera 91

Epílogo 93

PARTE II.
EL CAMINO EN EL UMBRAL DE SU INGRESO AL SOPORTE
CARTOGRÁFICO 1869-1886 97

Introducción. 98

CAPÍTULO 5. Exploradores en Fuegopatagonia:


itinerarios en el mapa y mapas sin caminos 105

5.1. George Musters (1869) 105


5.2 Francisco Moreno (1877) 108
5.3. Julius Beerbohm (1877) 111
5.4. Juan Tomas Rogers (1877) 114
5.5. Ramón Lista (1878) 117
5.6. Diego Dublé Almeida (1879) 120
5.7. Florence Dixie (1879) 122
5.8. Ramón Serrano Montaner (1879) 123
5.9. Giovanni Roncagli (1882) 125
5.10. Carlos Moyano (1882-1883) 128
5.11. Alejandro Bertrand (1885) 131
5.12. Ramón Lista (1886) 135

CAPÍTULO 6. El cruce de los exploradores: ¿caminos en el


territorio? 137

6.1. Itinerarios y territorio 137


- Territorios recorridos 137
- Línea fronteriza 138
- Ambientes traspuestos 139
6.2. Itinerarios y nativos 140
- Guías nativos 140
- Paraderos nativos 141
- Caminos nativos: sendas, rastrilladas, hondonadas y senderos 141
6.3. “Caminos” y territorio 143
- Colonia de Punta Arenas-isla Pavon 143
- Una imagen caminera 144

Epílogo 146

PARTE III.
CAMINERÍAS
DE LAS PRIMERAS NACIONESFUEGOPATAGÓNICAS 149

Introducción 150

CAPÍTULO 7. Icnotipia fuegopatagónica 157

7.1. Icnotipia dispersa en textos 159


7.2. Icnotipia en cartografías 165
7.3. Construcción del lugar indígena o toponimia 170
7.4. Icnotipia aoneka 174
7.5. Desclasificación de tres toponimias 177
- Toponimia de la Patagonia¡ 179
- Toponimia indígena de Santa Cruz 181
- Toponimia aónikenk 182
7.6. Sobre la icnotipia de las naciones canoeras 185

CAPÍTULO 8. Indicios camineros 187

8.1. La trashumancia en el territorio 187


- La estacionalidad: veranadas e invernadas 187
- Paraderos nativos. 192
8.2. Registros de nativos a lo largo del territorio 193
- Sam Slick 193
- Platero 194
- Orkeke 196
- Casimiro 197
- Enrique el Fueguino 198
- Papon 200
- Chumjaluwün 201
8.3. En el camino del baqueano nativo 203
- Sam Slyck 203
- Chesko 204
- Lara y Cachihuano 205
- Compen 207
- Hallen 207
- Noshte 208
8.4. La huella del camino y sus registros 209
- Registro alfabético del “camino” 209
- La ambigüedad del camino nativo en la cartografía 212
- Apuntes, descripciones e imágenes: el camino como cancha 215
- Pasos de porteos; la camineria del fiordo 224

Epílogo 228

Conclusiones 231

Bibliografía texto 233


Bibliografía cartográfica 251
Anexo I Expediciones científicas-militares en Fuegopatagonia 252
Anexo II. Registros alfabéticos en lengua aoneka colectados
de mapas, 1869-1923 256
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Reconocimientos
Quisiera dejar de manifiesto mis más sinceros agradecimientos al
director de esta tesis doctoral, el doctor Wren Strabucchi Chambers, por
su constante e importante apoyo durante todo el proceso y desarrollo de
esta investigación. Agradezco su confianza, sinceridad, calidad humana, y
humildad con la cual enfrentó este desafío. De la misma manera, agradezco
enormemente al doctor Joaquín Bascopé Julio, quien formó parte de la
comisión de esta tesis. Su constante apoyo, dedicación, conocimiento y
mirada crítica fue crucial para el mejor desarrollo de esta investigación.
Al historiador y Premio Nacional de Historia (2000) Mateo Martinic
Beros, evaluador externo de esta tesis doctoral, le agradezco su constante
apoyo y entusiasmo, en especial en mis inicios como investigador de
Fuegopatagonia. Siempre a puesto a mi disposición su conocimiento y
su biblioteca particular. También agradezco al baqueano y bagualero
José Alvarado “Machuca”, quien me compartió sus conocimientos de la
comarca fueguina de Yendegaia.

Agradezco al programa doctoral en Arquitectura y Estudios Urbanos de


la Pontificia Universidad Católica de Chile, el haber permitido desarrollar
mi investigación y por el constante apoyo que siempre me brindaron.

Cabe destacar que esta tesis doctoral recibió el financiamiento de la Beca


Doctorado Nacional (2016-2020) otorgada por ANID (ex CONICYT)

Dejo mis agradecimientos a mi madre Mireya, padre Samuel, hermanos,


Luis y Mario, y a mi hermana, Constanza. Mi madre y mi padre desde que
era niño pusieron a mi disposición, quizás sin saberlo, distintos objetos
que despertaron mis inquietudes hacia el saber, conocer y explorar las
inquietudes y caminos de la vida y el mundo.

Dedico esta investigación al baqueano fueguino Reinaldo Catalán Oporto


(1927-2016), quien a través de sus relatos me encamino hacia los caminos
fuegopatagónicos.

1
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Resumen
Si bien Fuegopatagonia fue intensamente cartografiada a partir del siglo
XVI, fue con la presencia Estatal que la cartografía comenzó a registrar
los caminos de este territorio. En otras palabras, la fuente cartográfica no
registró camino alguno en Fuegopatagonia por casi tres siglos y medio,
específicamente entre 1523-1896.

A partir de lo anterior, la tesis estudia la relación entre cartografía y


camino en Fuegopatagonia, centrándose en el umbral del registro del
camino en la cartografía -esto es, el momento inmediatamente previo
al registro- y su posterior consolidación en ella. En este contexto surge
la siguiente interrogante: ¿Qué rol juega la cartografía en su calidad de
fuente documental para acceder y conocer las caminerías practicadas
en Fuegopatagonia entre 1870-1910; a saber; las caminerias nativas,
baqueanas y estancieras-estatales?

La hipótesis central de la tesis sostiene que la cartografía en Fuegopatagonia


registró un tipo de caminería y obliteró otras. En primer lugar, cuando no
registró caminos (1870-1896), obliteró la camineria nativa y baqueana
y, en segundo lugar, cuando comenzó a registrar caminos, es decir la
camineria estanciera-estatal (1897-1910), obliteró nuevamente todo
rastro caminero de nativos y baqueanos. En consecuencia, la cartografía
consolidó una imagen caminera hegemónica, una imagen que contrasta
con la heterogeneidad y las realidades camineras del territorio.

Ante este panorama, la tesis busca demostrar que la cartografía y su


registro del camino efectivamente obliteró las caminerias baqueanas y
nativas. A través de diferentes indicios, dispersos en distintas fuentes
documentales, así como la construcción de distintas imágenes (diagramas,
mapas, dibujos), esta investigación busca identificar las caminerías
obliteradas en la cartografía. En este sentido, la tesis propone una nueva
mirada para acceder y adentrarse en las caminerías fuegopatagónicas.

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DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Presentación

1. Problema de investigación

Si bien el territorio fuegopatagónico fue intensamente cartografiado luego


del descubrimiento del estrecho de Magallanes (1520), fue recién a fines
del siglo XIX cuando la cartografía comenzó a registrar caminos en él. En
otras palabras, durante casi cuatro siglos (1523-1897), la cartografía no
registró ningún camino en Fuegopatagonia.

Por otro lado, cuando la cartografía comenzó a registrar caminos, a partir


de 1897, lo hizo inmediatamente a modo de una red caminera, lo cual
impide entender, desde la misma cartografía, el origen de esta red. Así, en
1910 y desde la cartografía ya se disponía de una estructura caminera que
abarcaba gran parte del territorio.

Ahora bien, a partir de lo expuesto emerge una contradicción. En primer


lugar; es sabido que pueblos nativos trashumaban el territorio desde
siglos antes que el hombre blanco se instalara en él. Luego, la colonia de
Punta Arenas (1848) se convirtió en el punto de partida y retorno para
baqueanos que recorrían el territorio y traficaban pieles, plumas y alcohol
con los nativos. Sin embargo, a pesar de las caminerías que se practicaban
en el territorio, tanto por nativos como por baqueanos, en la cartografía
no se registró ninguna de ellas. En segundo lugar; cuando la cartografía
comenzó a registrar caminos (1897), la actividad estanciera-ganadera
se había desplegado y consolidado en gran parte del territorio, lo que
produjo una proliferación de caminos. A pesar de ello, la cartografía
registró selectivamente los caminos. La problemática de esta tesis, por
tanto, consiste en investigar los caminos que la cartografía registró, así
como también aquella gran diversidad de caminerías que la cartografía no
registró en el territorio fuegopatagonico.

Aproximación empírica: experiencia y archivo

El primer acercamiento al problema de investigación fue el cruce de dos


factores. En primer lugar, mi propia experiencia caminera (explorando
rutas, identificando antiguos caminos en desuso, asistiendo a bagualeros,
etc.) y, segundo, la revisión de distintas fuentes documentales, textos,
dibujos, fotografías, cartografías, films.

Mi experiencia caminera en Fuegopatagonia permitió desdibujar


mentalmente la línea fronteriza que divide al territorio (en chileno/
argentino) y advertir una geografía configurada por “ambientes
subantárticos”. Por otro lado, al desvincularnos del camino “oficial” y
desprendernos del “mapa caminero” o “mapa rutero”, descubrimos que
estos ambientes, de alguna manera, inciden en la configuración caminera
del territorio, pero no sobre cualquier tipo de camino, sino caminos de

3
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

veranadas e invernadas utilizados por baqueanos y bagualeros, en los


cuales se práctica la trashumancia del territorio. El ambiente no es un
mero dato anecdótico sino activo que influye tanto en la expresión física
del camino como en sus usos, espesores, anchos, velocidades, trazados,
incluso en el transporte para cruzarlo, independientemente del sujeto que
recorre el camino (viajero, nativo, bagualero, campañista, agrimensor,
canoero, científico, estanciero, militar, etc.)

A partir de la revisión de fuentes documentales, se detectó que no existen


estudios específicos para los caminos en Fuegopatagonia. Existen más
bien comentarios breves y generales. Sin embargo, en la fuente primaria
encontramos algunas pistas cruciales para aproximarnos al problema de
investigación. Al observar y confrontar una cantidad importante de piezas
cartográficas, rápidamente identificamos el momento en el cual el camino
comenzó a incorporarse en el soporte cartográfico.

Una confrontación preliminar entre las distintas fuentes documentales y


mi propia experiencia caminera sugirió ciertos descalces, dando pie a una
serie de preguntas que son el origen de esta investigación: ¿Cuál era la
situación de los caminos del territorio fuegopatagónico en el momento en
que comenzaron a ser incorporados en la cartografía? ¿Cómo se usaban
los caminos previos a su cartografización? ¿Qué conectaban? ¿Qué
relación tenían con los ambientes que configuran el territorio? ¿Cómo se
configuró la red de caminos dibujada en la cartografía?

Estudios camineros en Fuegopatagonia

Resulta llamativo el hecho que no exista una bibliografía específica


sobre los caminos en Fuegopatagonia. La historiografía caminera de este
territorio es escasa y los trabajos existentes son más bien tangenciales al
tema, centrándose en un solo lado de la frontera argentina/chilena.

El camino en Fuegopatagonia como tema de investigación ha sido


abordado de forma superficial y no se ha encarado con la profundidad
que amerita. Tampoco se ha problematizado a pesar de las variantes
presentes en el territorio con las cuales podría ponerse en tensión el tema,
esto es: toponimia fuegopatagónica, frontera internacional, divisiones
prediales, asentamientos fijos y móviles, invasiones estatales, colectivos
trashumantes fuegopatagónicos, geografías, cartografías, etc.

En el libro “Patagonia de ayer y hoy”1, el historiador magallánico Mateo


Martinic dedica un breve subcapítulo a la cuestión caminera titulada
“Los caminos del antiguo Magallanes”2. De modo general, el autor realiza
un esfuerzo por construir o sentar las bases para “una” historia de los
caminos del territorio, describiendo la transición -a modo evolutivo- de
“sendas”, “caminos” y “trazado vial”. De esta forma, para el autor, el
momento inicial de los caminos regionales se remonta a 1847, cuando la

1 Martinic, M. (1980). Patagonia de ayer y hoy. Punta Arenas: Difusora Patagonia


2 Op. cit. p. 71-76

4
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

población residente en Fuerte Bulnes (establecido en 1843) se trasladó por


vía terrestre hasta la localidad Punta Arenosa, distante aproximadamente
a 60 kilómetros3. El autor realiza un recorrido panorámico desde 1847
hasta mediados del siglo XX, centrándose en la forma en que las distintas
localidades del territorio se fueron conectando mediante los caminos.
Por otro lado, Martinic reconoce, al menos en la sección continental de la
región, que algunos caminos surgen a consecuencia de la superposición
de “sendas tehuelches” y de “sendas baqueanas”. Puede desprenderse que
el autor utiliza el término “senda” para referirse a los trazados practicados
por aborígenes y baqueanos y “camino” para aquellos trazados derivados
del proceso colonizador. En cuanto a Tierra del Fuego (sección chilena),
el autor plantea que con anterioridad a la presencia del hombre foráneo
no existían “caminos” y que, por lo tanto, éstos se originan a consecuencia
de la fiebre del oro y de la colonización. Finalmente concluye que para la
década de 1940 el trazado vial de la región, en cuanto a rutas troncales,
estaba prácticamente completo4.

Recientemente (2016), Martinic publicó el artículo “Reescribiendo


la historia. Algunas reflexiones sobre el conocimiento y dominio del
territorio nororiental de Magallanes (1870-1900)”5. Sin ser el objetivo
específico de la investigación, el autor vuelve en busca de los orígenes de
los caminos del territorio, manteniendo una perspectiva evolutiva que
distingue entre “senda” y “moderno sistema vial”: “[…] el camino de los
indios conducía a los baqueanos y cazadores y traficantes a lo largo de la
costa nororiental del estrecho de Magallanes […] pues sus senderos [de
los baqueanos], a las rastrilladas de sus tropillas, siguieron sucesivas con
el andar del tiempo las rutas más estables de las cabalgaduras y carretas
de los colonizadores, origen a la vez de los precarios caminos vecinales y
territoriales. Sobre esas mismas huellas de los viejos senderos indígena-
baqueanos pudo estructurarse en buena medida el moderno sistema vial
del nororiental magallánico y del sur santacruceño”6.

Esta visión evolutiva, donde el camino es asociado a un sujeto idealizado


–el pionero o colono-, se puede identificar en el ya clásico estudio de
Frederick Jackson Turner “El significado de la frontera en la historia
americana” (1921), donde se plantea que: “La pista del búfalo se convirtió
en pista del indio y después en el sendero del traficante; estos senderos se
convirtieron en caminos y los caminos en caminos de peaje, y a su vez estos
fueron transformados en vías de ferrocarril.”7 En cuanto a la terminología
caminera, Martinic utiliza una serie de sinónimos para referirse a los
trazados practicados tanto por indígenas como por baqueanos sin
explicitar diferencia alguna entre ellos (“sendero de baqueanos”, “ruta de
los baqueanos”, “viejos senderos tehuelches”, “el camino de los indios”,
“senda baqueana”, “sendero aónikenk”, “ruta indígena”).

3 Op. cit. p. 71
4 Op. cit. p. 75
5 Martinic, M. (2016). Reescribiendo la historia. Algunas reflexiones sobre el conocimiento y
dominio del territorio nororiental de Magallanes (1870-1900). Magallania, Vol. 44(2), 5-36
6 Martinic, M. (2016). Reescribiendo la historia. Algunas reflexiones sobre el conocimiento y
dominio del territorio nororiental de Magallanes (1870-1900). Magallania, Vol. 44(2), 5-36.
p. 16
7 Turner, F. (1987[1921]). El significado de la frontera en la historia americana. Secuencia.
Revista de Historia. Nº 7, 187-207. p. 194
5
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Respecto al estudio de los caminos en las provincias argentinas de Santa


Cruz (al sur de la ribera del río Santa Cruz) y Tierra del Fuego, solo se
han encontrado breves menciones respecto al tema. Uno de los grandes
referentes en el estudio histórico del territorio de Santa Cruz es el libro
“Los dueños de la Patagonia Austral 1880-1920”8, de la historiadora
Elsa Barbería (2001). De manera detallada, la autora va exponiendo la
conformación de la propiedad privada del territorio en estudio como
consecuencia directa del proceso colonizador iniciado en las últimas
décadas del siglo XIX. Si bien los caminos no son el interés del estudio,
la autora realiza una breve mención explicitando que el trazado de éstos
surgió de manera paralela a los asentamientos industriales ganaderos:

“La red de caminos trazada durante esta etapa no era abundante […]
existía uno principal que unía los puertos con los centros poblados
ubicados en la meseta y en la cordillera, siguiendo el curso de los ríos;
desde las estancias principales se abrían algunos que se entroncaban
con éstos. Son notables los correspondientes al sur del río Santa Cruz,
especialmente los que finalizan en Puerto Natales y Punta Arenas. Esta
dirección de los caminos muestra claramente la calidad de tributario de
nuestro territorio en relación con esos centros”.9

Sobre el mismo territorio de Santa Cruz, el historiador Juan Hilaríon


Lenzí publicó un breve artículo titulado “Puentes y caminos construyeron
los pobladores del Sur”10. En este trabajo se exponen, de forma general,
antecedentes referidos a la construcción de puentes (mandante, año de
construcción, financiamiento, costos), con fondos gubernamentales y
privados, en el territorio de Santa Cruz, algunos de ellos emplazados en
la región sur del río Santa Cruz y sobre los ríos Gallegos (1911) y Coyle
(1914).

En cuanto a la sección argentina de Tierra del Fuego cabe mencionar el


libro En la isla Tierra del Fuego: 2º Colonización11 (1975) del historiador
salesiano Juan Belza. En este texto, el autor hace una breve mención a la
“apertura” del camino entre la estancia “Harberton” y el lago Fagnano.

En perspectiva arqueológica y/o etnohistórica también ha existido un


esfuerzo por la reconstrucción de trayectos indígenas en la sección
continental del territorio (Magallanes, Santa Cruz). Mediante la realización
de trabajos de campo y revisión de fuentes documentales primarias
se ha propuesto la posible ubicación de los trayectos o “rutas” sobre el
territorio12. En esta misma relación rutas/cartografía, se ha intentado, a
partir de la revisión de fuentes primarias, establecer (sobre un soporte
cartográfico actual) las rutas históricas practicadas por baqueanos,
exploradores, viajeros13.
8 Barbería, E. (2001). Los dueños de la Patagonia Austral 1880-1920. Santa Cruz: UNPA
9 Op. cit. p. 63-64
10 Lenzí, J. (1960). Puentes y caminos construyeron los pobladores del Sur. Argentina Austral.
Selección de los 434 números publicados entre los años 1929-1968, pp. 467-470.
11 Belza, J. (1975). En la isla Tierra del Fuego: 2º Colonización. Buenos Aires: Instituto de
investigaciones Históricas de Tierra del Fuego. p. 285-286.
12 Massone, M. (1984). Los paraderos tehuelches y prototehuelches en la costa del Estrecho de
Magallanes. Una aproximación teórica y metodológica. Anales del Instituto de la Patagonia,
Vol. 15, 27-42. Pallo, M. (2016). Corredores naturales, fuente de obsidiana y estacionalidad:
el caso de la circulación humana entre Pali Aike y Sierra Baguales (Patagonia meriodinal).
Chungara, 48(1), 25-37.
13 En este tipo de trabajos se puede mencionar: Martinic, M. (1977). Centenario de las
6
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Camino y territorio

Ante la indefinición y el poco consenso que existe en torno a la palabra


camino en estudios sobre la materia, tomamos como una referencia
meramente inicial las dos primeras entradas que para dicha palabra tiene
el Diccionario de la Real Academia Española (en adelante RAE): “tierra
hollada por donde se transita habitualmente” y “vía que se construye
para transitar”14. La primera se podría asociar a la derivación de prácticas
sociales en el espacio (por ejemplo, trashumancia, arreos entre veranadas
e invernadas, etc.) que, si dejan de practicarse, pueden bien desaparecer.
La segunda aproximación a la definición la asociamos a la utilización de
herramientas o maquinarias, lo que involucra mano de obra y planificación
previa (por ejemplo, proyectar un trazado, la apertura específica de
un camino para extraer materias primas o conectar dos o más puntos
estratégicos). En estas definiciones generales de “camino” propuestas
por la RAE, se puede visualizar que a la idea de camino subyace una
intencionalidad y una necesidad que tiene lugar en el territorio. Si bien
diversos estudios sobre caminos comienzan con un camino ya construido
o naturalizado en el territorio como algo dado, nuestro interés se centrará
en indagar cómo los caminos se configuran.

En el trabajo titulado “La conquista de una frontera. Mentalidades y


tecnologías en las vías de comunicación en el desierto de Atacama”15, José
González Pizarro se aproxima teóricamente al origen de la configuración
de las vías de comunicación (terrestres, marítimas, aéreas) desde la
geografía histórica. Basándose en autores como Lucien Febvre, Marc
Bloch, Fernand Braudel, Roger Dion, Carl Sauer, Donald Worster, entre
otros, González Pizarro plantea que la relación entre el hombre y su medio
deriva sobre miradas e imágenes culturales sobre el espacio16. Por otro
lado, respecto a la relación naturaleza-cultura, González Pizarro, siguiendo
a Eder Klaus, sostiene que hay tres tipos de construcción social de la
naturaleza: cognitive, normative, and simbolic construcción of nature17,
asociando el segundo (normativo o prágmatico-utilitarista) al impulso
capitalista y la necesidad del dominio del hombre sobre la naturaleza,
lo cual daría sustento a la historia de un medioambiente construido. En
el proceso de apropiación y dominación por parte de la cultura sobre la
naturaleza o del hombre sobre el medioambiente, la noción de territorio
tiene un rol fundamental. El geógrafo Andréz Corboz en “El territorio
como palimpsesto”18 plantea el territorio como una construcción social
y cultural en la cual se van superponiendo a modo de capas las distintas
ocupaciones e intervenciones que las sociedades realizan sobre el soporte
geográfico. De esta forma, los caminos, en su condición de sedimento,
podrían ser leídos y descifrados bajo la noción de palimpsesto.
expediciones del Teniente Juan Rogers, de la Armada de Chile, en la Patagonia Austral, 1877
y 1879. Anales del Instituto de la Patagonia, Vol. (8), 71-80. Martinic, M. (1977). El trayecto
de George Ch. Muster por territorio magallánico. Anales del Instituto de la Patagonia, Vol.
8, 59-69. Martinic, M. (1987). La expedición Silva-Pacheco a la cuenca de la Laguna Blanca e
inmediaciones. Anales del Instituto de la Patagonia, serie Ciencias Humanas. Volumen 17,
19-22.
14 http://dle.rae.es/?id�6xxQ4ub
15 González, J. (2008). La conquista de una frontera. Mentalidades y tecnologías en las vías
de comunicación en el desierto de Atacama. Revista de Geografía Gente Grande, 40, 23-46.
16 Op. cit. p. 24
17 Op. cit.
18 Corboz, A. (2004). El territorio como palimpsesto. En: Lo urbano en 20 autores
contemporáneos. Ángel Martín Ramos (Coord.), Barcelona: UPC. 25-34.
7
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Por otro lado, el territorio para Córboz es también entendido como un


espacio donde existen relaciones y tensiones de poder; ya sean simbólicas,
espaciales y/o políticas. En este sentido, todo territorio tiene sus límites,
bordes, y fronteras19 (delimitación, jerarquía, integración). En este
contexto, los caminos cumplirían un rol fundamental debido a que un
espacio delimitado por caminos sería por definición accesible y, por lo
tanto, dominable y manipulable.

La relación entre caminos y territorio es estrecha, pues se considera el


camino como un elemento del territorio20. El historiador de los caminos,
Antonio Ledo, en “El contenido histórico de los antiguos caminos”21,
plantea que comúnmente al concepto abstracto de camino se asocia
la idea de accesibilidad, pues el camino permite acceder al territorio
constituyéndose en la base para futuras intervenciones. De esta forma,
“la red viaria de cada época puede considerarse (a ciertos efectos), como
la expresión sintética e ilustrativa de la manera de ocupar el territorio
propia de cada civilización”22.

Sin embargo, Ledo advierte que la historia de los caminos es inseparable


a la historia del territorio o de una visión territorial de la historia,
sosteniendo que no se puede considerar a los caminos como simples líneas
de enlace entre dos lugares más o menos lejanos, sino que éstos deben
contextualizarse en todo momento dentro del territorio que atraviesan
y modifican. Desde una dimensión territorial, Ledo hace hincapié en las
intersecciones de caminos23, así como en la relación temporal y espacial
entre asentamientos y caminos24, observando la interdependencia que
existe entre estos elementos del territorio.

Desde una perspectiva socio-antropológica, Nicolás Richard en


“Aproximación al problema de los caminos, u odografía, en el Chaco y en
la Puna contemporáneos”25 reconoce que no hay un término que permita
nombrar o abordar el asunto de los caminos en todas sus dimensiones o en
un sentido más amplio. De esta forma, para el autor, términos como el de
vialidad o de red de comunicaciones no permiten visualizar las distintas
posibilidades de caminos (o caminerías) existentes en un territorio, pues
estos conceptos derivan de una definición estatal, imperial de los caminos

19 Turner, F. (1987). El significado


significado de la frontera en la historia americana. Secuencia.
Revista de Historia. Nº 7, 187-207. Taylor, L. (2007). El concepto histórico de frontera. En
Antropología de las fronteras: Alteridad, historia e identidad más allá de la línea. (Coord.)
Miguel Olmos Aguilera. Tijuana: El colegio de la Frontera Norte, 231-261. Ayala, L. (2015). De
territorios, límites, bordes y fronteras: una conceptualización para abordar conflictos sociales.
Revista de Estudios Sociales. Nº 53, 175-179.
20 Capella, H. (2009). Por los caminos de la identidad y del desarrollo regional. Atenea. 500
(2), 75-90. p. 76
21 Ledo, A. (1995). El contenido histórico de los caminos antiguos. Lengua e historia, XII
(9-10), 451-458
22 Op. cit. 452
23 “Un intersección o encrucijadas de caminos puede ser motivo para la fundación de un
asentamiento, así como evidenciar un punto desde el cual se ordena el territorio”. Op.cit. p.
454.
24 En esta relación, Ledo reconoce que las vías de comunicación son, al mismo tiempo,
consecuencia y causa de poblamiento de tal manera que pueden establecerse dos secuencias
de interdependencia; aquella en que la que la elección de puntos de asentamientos es
tributaria de la red de caminera, y aquella otra en la que esta última se modifica atendiendo
a un esquema urbano preexistente. Op.cit. p. 455.
25 Richards, N. (2013). Aproximación al problema de los caminos, u odografía, en el Chaco
y en la Puna contemporáneos. En Al pie de los Andes: estudios de etnología, arqueología e
historia. P. F. Sendón y D. Villar (Eds.) Itinerarios-ILAMIS, Cochabamba.
8
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

(caminos del Inca, caminos de Roma, caminos de China, caminos del


Estado-Nacional).

En contraste, Richard expone que hay una infinidad de modos y formas


camineras, tales como caminos parciales, caminos efímeros, caminos
clandestinos, caminos sin salidas, caminos de cazadores que siguen
caminos de animales que siguen caminos de agua, etc. Así, el autor afirma
que la fenomenología del camino no se agota en los conceptos de vialidad
o red de comunicaciones, así como tampoco en “ponts et chaussées”
(puentes y calzadas) o “sistema de transporte”. Como respuesta a esto,
propone reutilizar un antiguo término en desuso, Odografía (descripción
de las vías y caminos), pues permite una aproximación más neutra y más
abierta al problema o la cuestión, en toda su variedad, de los caminos
(estratos odográficos, odografía del territorio, problemas odográficos,
cuencas odográficas, shock odográfico, odografías clandestinas, etc.).

Por último, Richard indica que los caminos no se acaban donde se señala
“fin de camino”, “punta del riel” o donde termina la línea que representa el
camino en un mapa, sino más bien se acaba la dimensión técnica (medio
de transporte) que está asociada a este “tipo” de caminos.

Respecto a los “tipos” de caminos que pueden existir en un territorio,


Menéndez de Luarca y Arturo Soria en “El territorio como artificio
cultural. Corografía histórica del norte de la Península Ibérica”26 plantean
que: “Igualmente es necesario asumir que independientemente del tipo de
camino que nos encontremos, éstos suplen necesidades específicas, por lo
tanto es posible hablar de ellos como estructuras que fueron construidas
y usadas correspondiendo a una intencionalidad social e individualmente
consciente, y posible en la medida que se tenía un conocimiento profundo
de un territorio, el cual se construye y se consolida mental y físicamente”27.

Un punto importante en el estudio de los caminos es la falta de precisión y


la ambigüedad de su terminología y los derivados de ésta. En este sentido,
Sonia Botero en “Redescubriendo los caminos antiguos desde Colombia”28
expone una problemática constante y casi naturalizada: la tendencia
de utilizar sinónimos de la palabra camino, tales como vialidad, vía de
comunicación, ruta, sendero, rastrillada, senda, etc., reconociendo que
cada una de ella tiene connotaciones distintas29. Respecto a la semántica
caminera, la RAE entrega las siguientes definiciones:

1) Sendero: Senda.
2) Senda: Camino más estrecho que la vereda, abierto principalmente
por el tránsito de peatones y del ganado menor.
3) Senderar: Abrir una senda.
4) Huella: Camino hecho por el paso, más o menos frecuente, de
personas, animales o vehículos. Señal que deja el pie del hombre o del
animal en la tierra por donde pasa.
26 Menéndez de Luarca, J., Soria, A. (1994). El territorio como artificio cultural. Corografía
histórica del norte de la Península Ibérica. En: Ciudad y territorio. Estudios territoriales.
Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente, Madrid, Vol. 2, Nº 99, 63-94.
27 Op. cit, p. 72
28 Botero, S. (2007). Redescubriendo los caminos antiguos desde Colombia. Bulletin de
I´Institut francais d´etudes andines. 36 (3), 343-352.
29 Op. cit. p. 345
9
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

5) Rastrillada: Surco o huellas que en el suelo firme o sobre el pasto


dejan los cascos de tropas de animales
6) Calle: Vía pública, habitualmente asfaltada o empedrada, entre
edificios o solares.
7) Circuito: Recorrido previamente fijado que suele terminar en el punto
de partida.
8) Picada: Camino o senda abierta por el hombre a través de la espesura
del monte.
9) Camino: Tierra hollada por donde se transita habitualmente. Vía que
se construye para transitar.
10) Carretera: Camino público, ancho y espacioso, pavimentado y
dispuesto para el tránsito de vehículos
11) Vía: Calzada construida para la circulación rodada.
12) Vialidad: Conjunto de servicios perteneciente a las vías públicas.
13) Odografía: Ciencia que estudia los caminos.
14) Odonimia: Nombre propio que designa y se aplica a una vía de
comunicación o espacio de comunicación.
15) Caminería: Suma de elementos que componen el camino, el caminante
y su entorno. Estudio de las vías de comunicación, de su relación con el
entorno geográfico y social y con los itinerarios históricos y literarios.

Como se puede apreciar, la mayoría de las definiciones remiten a un


aspecto físico del fenómeno que se asocia con cierto grado de formalización
y visibilización. En el caso de Fuegopatagonia, los estudios camineros
han vinculado al indígena con “sendas” y, difícilmente, con un “camino”.
La senda en este contexto parece algo ligero, casi improvisado, que
fácilmente puede desaparecer. Mientras tanto, el camino aparece en el
relato histórico cuando se habla del colonizador y pionero. Sin embargo,
en una “senda indígena” no hay menos inteligencia que en el camino del
colono. Se consideran los dos como “caminos”. Por tal motivo, en esta
investigación se entenderá siempre con el término camino a todo tipo de
vía de comunicación terrestre presente en el territorio, sin diferenciar
entre sendas, huella, rastrilladas y/o sendero.

Ahora bien, a partir de lo anteriormente expuesto cabe exponer que se


abordará el estudio del camino no solamente desde el camino como tal,
es decir como objeto físico y marca tangible, sino desde la caminería. Se
entenderá por caminería a aquello que determina al camino, es decir: el
camino es la expresión física y material de una caminería. La caminería
sería aquello invisible que determina lo visible, en este caso, el camino.
Ahora bien, la caminería sería una producción que implica múltiples
variables tales como individuos, tiempos, técnicas, registros, geografías,
velocidades, formas de relacionarse y comunicarse con el entorno,
lecturas ambientales, archivos, distancias físicas y mentales, medios de
transportes, señaléticas, rumbos, paraderos y puntos de abastecimientos.

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DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

El ingreso del camino en el soporte cartográfico

Como plantea Mateo Martinic:

“La Región Magallánica desde la época de su hallazgo para la geografía y


para la historia al concluir el primer quinto del siglo XVI, pasó a constituir
un objetivo recurrente en la representación cartográfica de tierras y mares
conocidos, de diversos grados de importancia, y que se ha mantenido de
manera ininterrumpida hasta nuestros días, en una secuencia productiva
que no tiene parangón con las otras regiones del país chileno y que se
acerca o asemeja a la registrada para otras partes del orbe” 30.

Sin embargo, esta cualidad que evidencia Martinic no ha sido suficiente


para la realización de estudios sistemáticos sobre la representación
cartográfica del territorio fuegopatagónico. En este contexto, abordar el
camino de forma crítica desde el archivo cartográfico, esto es, la forma en
que el camino se representa, constituye una posibilidad para acceder al
territorio que no ha sido explorada.

Si bien el territorio fuegopatagónico ha sido intensamente cartografiado


desde el siglo XVI, la cartografía incorporó el camino en este territorio
sólo a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. De esta manera, la
cartografía oficial fijó una imagen en torno a los caminos del territorio
fuegopatagónico. Esta imagen que devino hegemónica presentó los
caminos como homogéneos, estáticos, universales. Ante esta situación, el
inicio de la “cartografización” del camino en Fuegopatagonia se presenta
como un problema, pues incidió y ha incidido hasta el día de hoy en la
comprensión y devenir histórico de los caminos del territorio.

Cartografía y Territorio
“El territorio ya no precede al mapa,
ni le sobrevive; en lo sucesivo,
será el mapa el que preceda al Territorio”

Jean Baudrillard31

“De acuerdo con casi todas las teorías de la comunicación


y el sentido común, un mapa es una abstracción científica de la realidad.
Un mapa sólo representa algo que ya existe objetivamente ‘ahí’.
En la historia que he descrito, esta relación se invirtió.
El mapa se anticipaba a la realidad espacial, y no a la inversa.
En otras palabras, un mapa era un modelo para lo que pretendía representar,
en lugar de ser un modelo de esto”

Winichakul Thongchai32

La cartografía es afrontada como una representación de la realidad33 y


como texto cultural. Esta aproximación remite al estudio histórico y
también considera su contexto de producción. La noción de cartografía
30 Cf. Martinic, M. (1999). Cartografía Magallánica 1523-1945. Punta Arenas: Universidad
de Magallanes, p.4
31 Baudrillard, J. (1977). Cultura y Simulacro. Barcelona: Kairós, p. 5
32 citado en : Anderson, B. (1991). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y
la difusión del nacionalismo. Mexico D.F.: Fondo de Cultura Económica. p. 242
33 Chartier, R. (1995). El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y
representación. Barcelona: Gedisa.
11
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

como texto cultural proviene de John Brian Harley en su ya clásico texto


“La nueva naturaleza de los mapas”34, donde sitúa la cartografía en la
historia del territorio cuestionando el rol descriptivo de carácter neutral,
objetivo y científico-técnico. Desde esta perspectiva, la cartografía
es una construcción de realidad, imágenes cargadas de intenciones y
consecuencias que se pueden estudiar en las sociedades de su tiempo35.
De la misma forma, siguiendo a David Olson, la cartografía pregona
“una visión organizada del mundo, proveyendo un marco de referencia
en términos del cual se experimentan los hechos”36. De esta manera, el
mapa no es un elemento inocente ni neutral, tal como postula Estrella de
Diego: “No hay mapa objetivo, sino que todo depende del lugar desde el
cual se definen los espacios y el mundo, porque el mapa, pese a todo, está
condicionado en su escritura y lectura por la Historia que habita tras esa
mano que diseña y esa visión que lee e interpreta” 37

Gian Torricelli en su trabajo “El mapa, imagen, modelo e instrumento”38


analiza el mapa como modelo del mundo, el mapa como instrumento
de comunicación y el mapa como instrumento de apropiación del
espacio39. En consecuencia, el mapa se constituye en un instrumento
para representar el mundo, en particular para crear una visión de mundo
ordenada e institucionalizada. Siguiendo esta idea, Estrella de Diego
Otero sostiene que “los mapas son algo semejante a la representación
del mundo con todas las implicancias de control y dominio que el propio
término representación conlleva. Lo explicita Andrews en sus reflexiones
sobre el mapa: un espacio que se usa para representar otro espacio”40.
En este contexto, el mapa deviene en “dispositivo de poder”, en el
sentido expuesto por Giorgio Agamben quien, siguiendo a la vez a Michel
Foucault, señala que “siempre tiene una función estratégica concreta y
siempre se inscribe en una relación de poder, resultando por lo tanto en el
cruce entre relaciones de poder y relaciones del saber”41

Por todo lo anterior, los caminos registrados en las cartografías habrá que
entenderlos como una representación de ellos, teniendo claro que no son
una copia fiel de la situación caminera del territorio y más bien formarían
parte de una proyección de mundo e imagen de los caminos. Es por ello
que, en la presente investigación, se analiza la fuente cartográfica desde
su contexto histórico de producción.

34 Harley, J. (2005). La nueva naturaleza de los mapas. Ensayos sobre la historia de la


cartografía. México: Fondos de Cultura Económica.
35 Ver: Melo, W., Piccolo, M., Perillo, G. (2008). La cartografía de bahía Blanca en los
paradigmas históricos. Geoacta 33, 57-69. En este trabajo los autores analizan distintas
cartografías históricas identificando a través de ellas los paradigmas históricos (según la
definición de Thomas Khun) en los cuales se elaboraron. Se concluye que el nivel de urgencia
que exige una sociedad para conocer un ambiente se evidencia en los elementos prioritarios
que se vuelcan en un documento cartográfico. En este sentido, en nuestro caso de estudio,
mediante la observación de los caminos sobre el soporte cartográfico podríamos vislumbrar la
relevancia que este elemento cultural representa en cierto momento histórico.
36 Olson, D. (1998). El mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la lectura en la
estructura del conocimiento. Barcelona: Gedisa. pp. 230, 254
37 Estrella de Diego (2008). Contra el mapa. Disturbios en la geografía colonial de occidente.
Madrid: Siruela
38 Torricelli, Gian (2000). El mapa, imagen, modelo e instrumento. Buenos Aires: Universidad
de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. p. 4.
39 Núñez de las Cuevas, R. (2012). El poder de los mapas. Estudios Geográficos. Vol. LXXIII,
581-598
40 Estrella de Diego, Op. cit. p. 30
41 Agamben, G. (2014). Qué es un dispositivo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo. pp. 8-9
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DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Ahora bien, las cartografías que se utilizarán en nuestra investigación


fueron elaboradas a fines del siglo XIX, cuando el territorio
fuegopatagónico es sometido a la soberanía de los estados-nacionales
de Chile y Argentina. En “Cartografía y Estado: Los mapas topográficos
nacionales y la estadística territorial en el siglo XIX”, Francesc Nadal
y Luis Urteaga plantean un aspecto fundamental: “La cartografía del
siglo XIX no es tan sólo una cartografía expresiva, precisa y de base
científica, es, sobre todo, una cartografía ‘sin nombres’, una empresa
del Estado” 42. En esta perspectiva, destacan los trabajos de Carla Lois,
quien ha profundizado teórica y conceptualmente el análisis cartográfico,
centrándose en la cartografía como imagen, acción política, dispositivo de
control y discurso de la nación. Entre sus trabajos se pueden mencionar
“La invención de la tradición cartográfica. De las cartografías de autor a la
cartografía del estado”43, “Imagen cartográfica e imaginarios geográficos.
Los lugares y las formas de los mapas en nuestra cultura visual”44 y “Mapas
para la Nación. Episodios en la historia de la cartografía Argentina”45. En
esta misma perspectiva, Karl Schlögel aborda la relación entre el plano
y el territorio desde el punto de vista geopolítico46, analizando la forma
en que distintas cartografías son manipuladas con objetivos específicos
y estrategias de control por parte del Estado. En esta línea, situamos los
trabajos de Denis Word “The power of Maps”47 y “How lie with maps” de
Mark Monmonier48.

La cartografía como imagen se ha asociado también a la construcción de


imaginarios geográficos. Daniel Hiernaux y Alicia Lindon, en “Geografías
de lo Imaginario”49, plantean que los imaginarios geográficos son objeto
de representación en el soporte cartográfico. Estos imaginarios poseen
un sentido político comúnmente vinculado a intereses dominantes que
pueden construir la imagen que se desea. En este sentido, resulta de
interés el trabajo a modo introductorio de Perla Zusman “La geografía
histórica, la imaginación, y los imaginarios geográficos”50. Actores
relevantes en la creación de imaginarios geográficos en el cambio de siglo
(XIX-XX) fueron los exploradores auspiciados por los estados nacionales,
situación que no fue ajena en Fuegopatagonia.

Desde un punto de vista metodológico y de análisis de la fuente


cartográfica, Irma García en “El estudio histórico de la cartografía”51,
propone alcances metodológicos novedosos para enfrentar, analizar,
desclasificar y auscultar el dispositivo cartográfico. En esta misma

42 Nadal, F. y Urteaga, L. (1990): “Cartografía y Estado. Los mapas topográficos


topográficos nacionales y la
estadística en el siglo XIX ”. Geocrítica, 88, en http://www.ub.edu/geocrit/geo88.htm (Fecha
de consulta: 15 de abril de 2017).
43 Lois, C. (2004). La invención de la tradición cartográfica.
cartográfica. De las cartografías de autor a la
cartografía del estado. Litorales. Nº 4.
44 Lois, C. (2009). Imagen cartográfica
cartográfica e imaginarios geográficos.
geográficos. Los lugares y las formas de
los mapas en nuestra cultura visual. Scripta Nova. Vol. XIII, núm. 298
45 Lois, C. (2014). Mapas para la Nación. Episodios en la historia de la cartografía
Argentina. Buenos Aires: Biblios.
46 Schögel, K. (2007). En el tiempo leemos el espacio: sobre historia de la civilización y la
geopolítica. Madrid: Siruela. Ver capítulo: Leer Mapas, pp. 83-262.
47 Word, Denis (1992) The power of Maps. New York: The Guilford Press
48 Monmonier, M. (2003). How to lie the maps. Chicago: The university of Chicago Press.
49 Hiernaux, Daniel; Lindón, Alicia. “Renovadas intersecciones: la espacialidad y los
imaginarios”. En Geografías de lo imaginario (Hiernaux, Daniel; Lindón, Alicia, eds.).
España: Anthropos Editorial, (2012): 9-28.
50 Zusman, Perla. La geografía histórica, la imaginación y los imaginarios geográfi
geográficos.
cos. En
Revista de Geografía Norte Grande, Nº 54 (2013): 51 - 66.
51 García, I. (2008). El estudio histórico de la cartografía. Takwá, Nº 13, 11-32.
13
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

línea situamos los trabajos de Carla Lois, “La elocuencia de los mapas:
un enfoque semiológico para el análisis de cartografías”52 y “El mapa,
los mapas: propuestas metodológicas para abordar la pluralidad y la
inestabilidad de la imagen cartográfica”53. Tanto García como Lois, insisten
en que al mapa hay que situarlo en su contexto histórico de producción.
En este sentido, lo que importa no es tanto el mapa en sí mismo, sino
más bien, y siguiendo a Dennis Cosgrove, el mapa como una “expresión
geográfica de identidades sociales e individuales”54. Por otro lado, Andrés
Nuñez, sitúa el análisis cartográfico desde la disciplina hermenéutica y
plantea que “el ejercicio de interpretar se asimila a extraer de la imagen
aquellos mundos proyectados por los mapas. Nos referimos entonces a
un ejercicio de recuperación del sentido cartográfico, a través de explicar
y comprender. Explicar en la medida que buscamos poner en relieve la
estructura oculta de los procesos detrás de la obra. Comprender en la
búsqueda por reproducir el proceso temporal que dio lugar a la obra”55.

La geografía del territorio; Fuegopatagonia /


Patagonia Austral y Tierra del Fuego

La presente investigación se despliega en un territorio conocido y


difundido bajo “Patagonia Austral y Tierra del Fuego”. Este concepto
naturalizado en la geografía remite de forma inmediata y poética al
“extremo austral” del continente americano, a un lugar inhóspito, a un
paisaje “extremo”, aislado y ubicado “abajo” en el “sur” “, en el “extremo
austral del país”, en el “fin del mundo” (1). Estas apreciaciones son
imaginarios que contribuyen a distorsionar las realidades geográficas
del territorio. La idea de lo “lejano” proviene desde los ambientes
metropolitanos, forjando enunciados que vinculan a Tierra del Fuego con
la idea de un “Paisaje Cultural Extremo”56 o a la producción de narrativas
epopéyicas grandilocuentes que buscan patrimonializar este territorio:
“Por su situación geográfica Tierra del Fuego representa lo extremo, un
paisaje melancólico, en el que la falta de puntos de referencia, como lo es
la cordillera de los Andes para un habitante de Chile central, agudiza la
sensación de soledad y vastedad que marcan su territorio”57

Ahora bien, “Patagonia Austral y Tierra del Fuego” está dividida


políticamente, desde 1881, entre Chile y Argentina y repartida entre la
“Región de Magallanes y Antártica Chilena”, “Provincia de Santa Cruz”
y “Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur”.
Mediante esta geografía, suele reconocerse una Patagonia Occidental y
una Oriental, así como una Patagonia Septentrional y una Meridional,
una Patagonia Chilena y una Argentina, una Tierra del Fuego Chilena y
una Argentina.
52 Lois, C. (2000). La elocuencia de los mapas: un enfoque semiológico para el análisis de
cartografías. Documents d´analisi geográfica. N º36, 93-109.
53 Lois, C. (2015). El mapa, los mapas: propuestas metodológicas para abordar la pluralidad
y la inestabilidad de la imagen cartográfica. Geograficando, 11(1).
54 Cosgrove, D. (2002). Observando la naturaleza: el paisaje y el sentido europeo de la vista.
Boletín de la A.G.E. Nº 34, 63-89 p. 66
55 Nuñez, A., Zambra, A., Aliste, E. (2017). El poder de los mapas, los mapas del poder: la
construcción del saber geográfico de Patagonia-Aysen. Universum, Vol. 32, 149-162, p. 153
56 Garcés, E. (Dir.) (2013). Tierra del Fuego. Historia, Arquitectura, Geografía. Santiago:
ARQ
57 Sagredo, R. (2016). Magallanes: de la geografía mundial al patrimonio histórico-
geográfico de Chile. En: coloquios patrimoniales, Consejo de la Cultura y las Artes. 24 de
noviembre 2016. Punta Arenas. Disponible online.p.9
14
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

“Patagonia Austral y Tierra del Fuego” se inscribe en una geografía Norte-


Sur. Una espacialidad subsidiaria “del eje Norte-Sur del mundo, con la
cual se orienta la administración metropolitana desde Londres, Santiago o
Buenos Aires”58. Una geografía abstracta que poco o nada tiene que ver con
la realidad geográfica subantártica del territorio en cuestión. En síntesis,
se advierte que se ha hecho un uso irreflexivo del término, fabricándose
un imaginario geográfico “que abastece la percepción metropolitana del
fin del mundo”59, benéfico para la industria turística (2-3) y cómodo para
el control del territorio desde los poderes centrales que lo administran.

Entonces, “Patagonia Austral y Tierra del Fuego” es un concepto


cartográfico y a la vez confuso al momento de definir o imponer límites
geográficos. No son pocos los autores que se han enfrascado en dilucidar
y establecer sus límites60. Su límite septentrional o nortino resulta ser
comúnmente el más escurridizo. Algunos lo anclan a un paralelo, otros
a un accidente geográfico (al río Negro, por ejemplo). A veces, la misma
Tierra del Fuego suele incluirse como parte de la Patagonia y en otras
ocasiones no. Al respecto, Rey Balmaceda comenta: “pues si bien algunos
autores la consideran [a Tierra del Fuego] excluida de la Patagonia
alegando para ello su constitución geológica, la calidad y aspecto de su
suelo y su clima más moderado, en realidad no se justifica esta exclusión
por cuanto la separación de esta isla del resto del continente por la
formación del estrecho de Magallanes es un hecho sumamente reciente
y en toda la historia geológica anterior han permanecido unidas la
Patagonia continental y la insular”.61

Como se ha insinuado más arriba, el concepto de “Patagonia Austral y


Tierra del Fuego”, al anclarse en una geografía Norte-Sur, asistida por la
cartografía, oblitera la principal particularidad del territorio, a saber; su
condición “subantártica”. Entonces, a la división política y administrativa
Norte-Sur que parte el territorio en dos naciones, subyace una condición
fitogeográfica y biogeográfica que no se agota o diluye en la línea
fronteriza (4). Por el contrario, demuestra y derriba una inconsciencia
geográfica y sesgo Norte-Sur con que la frontera fue estudiada y trazada
desde el gabinete metropolitano. El territorio en estudio no es estático, su
marcada estacionalidad climática promueve la trashumancia de veranada
e invernada. Esto se ha mantenido desde la trashumancia del guanaco a la
trashumancia ovina-vacuna y a la trashumancia anual de miles de turistas
que se trasladan a la veranada en el “fin del mundo”, ya sea en avión o
cruceros transatlánticos.

Por lo expuesto, la geografía que se empleará para enfrentar un estudio


caminero es crucial. Realizar un estudio caminero inscrito en “Patagonia
58 Bascopé, J. (2018). En un área de transito polar. Desde el establecimiento de líneas
regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura del canal de
Panamá (1914). Villa Tehuelches: CoLibris. p.16
59 Op. cit. p. 23
60 Rey Balmaceda, R. (1976). Geografía histórica de la Patagonia (1870-1960). Buenos Aires:
Ediciones Cervantes. p. 25-26. Bandieri, S. (2005). Historia de la Patagonia. Buenos Aires:
Sudamericana. pp. 19-20. Martinic, M. (2001). Nociones geográficas de Magallanes. Punta
Arenas: Universidad de Magallanes. Por ejemplo, una clásica limitación física de la Patagonia
imperante a fines del siglo XIX y aún activa era: “La rejion patagónica está comprendida entre
los paralelos 42º i 56º de latitud S., i los meridianos 64º i 76º de lonjitud O. de Greenwich”,
Meneses, J. (1897). Jeografía de Chile. Santiago: Imprenta del Comercio. p. 56
61 Rey Balmaceda, R., 1976, p. 26
15
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Austral y Tierra del Fuego” es hacerse cargo de una representación


geográfica proyectada desde el Norte. Es pensar y lidiar entre caminos
chilenos y/o caminos argentinos. Es preguntarse cuándo el Norte se
desconectó del Sur y cuándo el Sur dejó de estar aislado por el hecho
de conectarse con el Norte. Estas distinciones nada aportan a un
territorio que geográfica y culturalmente está conectado y que comparten
caminerías en común. En fin, “Patagonia Austral y Tierra del Fuego” es
mirar con ojos metropolitanos, es homogeneizar el espacio geográfico, es
seguir alimentando la ficción del “fin del mundo”. Es enfatizar a priori al
Estado, prolongar y reproducir su discurso. Es una cartografía proyectada
por el aparato estatal.

Proponemos el término Fuegopatagonia no como sustituto a “Patagonia


Austral y Tierra del Fuego” sino más bien como forma directa para
acceder a una geografía regional. El término fue propuesto por el geógrafo
y geólogo finlandes Väinö Auer en 1948: “Tierra del Fuego y Patagonia
constituyen una extensa región geográfica con características comunes y
distintas a las de otras unidades del globo, por lo que, con toda razón,
al igual que cuando hablamos de Fennoscandia, podríamos denominar
a esta unidad Fuegopatagonia. Si nos referimos a una u otra, en forma
separada, usamos el nombre específico de cada una”62 Respecto a su
escritura, aun no existe un consenso. De hecho, el mismo Auer, en una
publicación posterior, divide la palabra (casi como imitando la frontera
chilena-argentina) con un guion, es decir; Fuego-Patagonia63. El término
sería utilizado e incorporado a modo de título en trabajos, por ejemplo,
del antropólogo suizo Daniel Hammerley (1952)64, y en los del botánico
magallánico Edmundo Pisano (1977)65.

Fuegopatagonia nos remite a una geografía que, por el lado de


“Fueguia”, alude a la condición archipielágica del territorio y, por el
lado de “Patagonia”, a su condición esteparia. En este contexto, la
geografía fuegopatagónica resalta las particularidades fitogeográficas y
biogeográficas del territorio, conectando el archipiélago magallánico,
fueguino y falklander.

Operativamante, Fuegopatagonia es la fusión entre archipiélago/fiordo y


estepa. Por lo tanto, no es lo mismo aproximarse a un estudio caminero
desde la geografía “Patagonia Austral y Tierra del Fuego” que desde la
geografía “fuegopatagónica” (15).

Fuegopatagonia implica desconectarse de la cartografía Norte-Sur y


sugiere precisar una imagen que contribuya a potenciar la condición
transpolar del territorio. Bajo esta idea, Tierra del Fuego y Patagonia
forman parte de una misma unidad geográfica, sin guion e “Y”, que
62 Auer, V. (1948). Las capas volcánicas como método de cronología postglacial en
Fuegopatagonia. Publicación Nº 6, república Argentina, Ministerio de Agricultura de la
Nación, Dirección General de Investigaciones, Instituto de Suelos y Agrotecnia, tomo VIII,
pp. 311-336
63 Auer, V. (1949). The Pleistocene and post-glacial period in Fuego-Patagonia.
Sitzungs. Finn. Akad. Wissen. 1946: 189-208. Auer, V. (1949). Historia de los bosques
fuegopatagónicos. Buenos Aires: Asociación Forestal Argentina. Auer, V. (1949). Historia de
los bosques fuegopatagónicos. Buenos Aires: Asociación Forestal Argentina.
64 Hammerley, D. (1952). Los pueblos canoeros de Fuegopatagonia y los límites del hábitat
Alakaluf. Runa. Vol. 5, pp. 135-170
65 Pisano, E. (1977). Fitogeografía de Fuego-Patagonia chilena. I. Comunidades vegetales
entre las latitudes 52 y 56º. Anales del Instituto de la Patagonia. Vol. 8, pp. 121-250.
16
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

trasciende la frontera internacional argentina-chilena. En otras palabras,


acceder al territorio desde la geografía fuegopatagónica es desprenderse
del sesgo geográfico Norte-Sur, proyectado y actualizado constantemente
desde las metrópolis santiaguina y bonaerense. En este sentido, el estudio
de los caminos en Fuegopatagonia debe empezar desde la comprensión
de los ambientes que configuran el territorio y no desde la cartografía
Norte-Sur.

Para el investigador Joaquín Bascopé, “Fuegopatagonia” es la actualización


del “área del Fuego”, propuesta en los trabajos realizados por Otis Tufton
Mason a fines del siglo XIX. Mason fue curador del museo Smithsonian
y del Bureau de Etnología Americana de Washington66. Lo notable de
la “área del Fuego” es la evidencia de una conexión geográfico/cultural
que subyace al territorio fuegopatagónico por sobre la línea fronteriza
fijada desde Santiago y Buenos Aires el 23 de julio de 1881.67 Por otro
lado, Bascopé otorga al termino fuegopatagónico una connotación
ambiental, de conectividad y de movilidad: “Fuegopatagonia designa un
área de transporte y comunicaciones basada en la provincia fitogeográfica
subantártica, la cual reconoce un ambiente común a los archipiélagos de
las Georgias, las Falkland, Tierra del Fuego y Patagonia continental”68

Si bien el término “Fuegopatagonia” ha sido recurrentemente utilizado en


la última década por investigadores de distintas disciplinas (arqueólogos,
folkloristas, historiadores, botánicos, antropólogos, glaciólogos,
paleontólogos, paleoecólogos)69, no se ha reflexionado y discutido en
torno a su representación gráfica, en su imagen cartográfica, si resulta
prudente llamarla así. Se ha seguido representando el espacio geográfico
denominado “Fuego-Patagonia” en la plantilla geográfica Norte-Sur
(5-6). En este contexto, Joaquín Bascopé da un paso importante y
encara esta situación proponiendo una nueva posibilidad de encuadre
geográfico. Para ello, el autor recurre a la imaginación y dimensión aérea,
específicamente atendiendo a la actividad aérea polar: “A pesar de la
intensificación del tráfico aéreo, la consciencia geográfica de los habitantes
del área está cargada con mapas de imaginación terrestre y marítima, de
eje norte-sur, con la región al final, en el fin del mundo. Afortunadamente
la imaginación aérea implica un rediseño de la geografía, más próxima de
la realidad de las comunicaciones en el área”70

Respecto al encuadre y límites geográficos del área del Fuego, el autor


plantea: “Emplearemos entonces, y solo para representar correctamente
el área del Fuego, una anteversión de la imaginación norte-sur, ubicando
la Antártica adelante en la imaginación y a un costado del mapa. No

66 Ver: Bascopé, J. (2016). Clasificación


Clasificación artesanal versus clasifi
clasificación
cación étnica. La historia
natural del Folklore de Otis Mason y el Área de Fuego. Estudios Atacameños, 53, 135-157
67 Al respecto ver “El área del Fuego”, en: Bascopé, J. (2018). En un área de transito polar.
Desde el establecimiento de líneas regulares de vapores por el estrecho de Magallanes
(1872) hasta la apertura del canal de Panamá (1914). Villa Tehuelches: CoLibris. p.16-29
68 Bascopé, J. (2020). Actividad icónica subantártica versus mentalidad sureña. Trabajo
inédito en prensa, el cual forma parte de la primera edición en español del libro de Rockwell
Kent, “Viajando al sur desde el estrecho de Magallanes”, publicado originalmente en ingles y
en 1924.
69 Incluso en centros de investigación universitarios como por ejemplo el reciente inaugurado
(marzo 2018) “Centro de Documentación Patrimonial Fuego-Patagonia” perteneciente al
Instituto de la Patagonia, universidad de Magallanes, Punta Arenas. https://laprensaaustral.
cl/cronica/instituto-de-la-patagonia-inauguro-su-centro-de-documentacion-patrimonial/
70 Op. cit. p. 16
17
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

abajo, ni en el “sur”, sino donde representa correctamente la atracción


que ejerce el derretimiento y conservación del continente sobre puertos
subantárticos como Stanley, Ooshooia/Ushuaia o Punta Arenas” (7).71

Esta imagen geográfica que pone en relieve la geografía desde una


perspectiva regional y no desde la del estado-nacional resulta difícil de
imaginar desde la metrópoli y claramente no sería visada y autorizada
por las agencias estatales encargadas de velar por la cartografía nacional:
el Instituto Geográfico Militar en Chile y el Instituto Geográfico Nacional
en Argentina (8-10). De igual forma, cabe indicar que este tipo de
representación territorial desde una dimensión aérea fue recurrente con
anterioridad al siglo XIX. Sin embargo, en un momento dado se extravió y
fue literalmente sepultada por la representación subsidiaria al eje Norte-
Sur que ordena al mundo (11-11.2).

2. Preguntas de investigación

Considerando que la cartografía tiene un papel importante como fuente


histórica, tanto en la producción de imágenes geográficas como en el
diseño político-administrativo de un territorio, se plantea la siguiente
pregunta de investigación:

¿Que rol juega la cartografía en su calidad de fuente documental para


acceder y conocer las caminerías practicadas en Fuegopatagonia, entre
1870-1910, a saber: las caminerias nativa, baqueana y estanciera-estatal?

A partir de lo expuesto, se desglosan tres preguntas específicas:

¿Cual es la lógica que origina y estructura la primera red de caminos


registrada en el camino cartográfico (1897-1910)?

¿Cual es la relación entre el itinerario de los viajeros-exploradores,


registrado en sus cartografías, y la caminería del territorio entre
1870-1887?

¿Cual es lógica que configura los sentidos de la caminería nativa?

71 Op. cit. pp. 26-27


18
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

3. Hipótesis

Se sostiene que la cartografía registró un tipo de caminería y obliteró


otras. En este contexto, la cartografía en primer lugar, cuando no registró
caminos (1870-1896), obliteró la camineria nativa y baqueana y, en
segundo lugar, cuando comenzó a registrar caminos, es decir la camineria
estanciera-estatal (1897-1910), obliteró nuevamente todo rastro caminero
de nativos y baqueanos. En consecuencia, la cartografía consolidó una
imagen caminera hegemónica que contrasta con la heterogeneidad y las
realidades camineras del territorio.

4. Objetivos

Objetivo general

Demostrar el rol que jugó la cartografía en cuanto al registro de las


caminerías practicadas en Fuegopatagonia entre 1870 y 1910.

Objetivos específicos

Describir y analizar el proceso de registro y representación de la


caminería estanciera-estatal en la cartografía producida entre
1897-1910.

Identificar y analizar la caminería baqueana practicada durante el


proceso exploratorio científico-militar efectuado entre 1870 y
1887.

Identificar y establecer indicios de la caminería nativa practicada


entre 1870 y 1910.

Elaborar una representación homologable para cada una de las


caminerías estudiadas.

5. Temporalidad y área geográfica de la investigación


1870-1910
Si bien el camino comenzó a registrarse en el soporte cartográfico a
partir de 1897, el inicio de la investigación se fija en 1870. A partir de este
año, se produjo el arribo sistemático a Fuegopatagonia de exploradores
científicos-militares interesados en el espacio terrestre. Desde entonces,
se comienza a disponer de antecedentes sobre los caminos del territorio
y a la vez el soporte cartográfico comenzó a servir de base para el registro
de ellos.

El punto de término queda establecido en 1910 y coincide específicamente


con la publicación del atlas titulado “Mapa de Chile”. En esta obra es
posible visualizar por primera vez una serie de caminos agrupados a
modo de una red caminera y en ambos lados de la frontera internacional,
tanto en Patagonia como en Tierra del Fuego.

En síntesis, la temporalidad de la investigación permite analizar el


camino desde el umbral de su registro al soporte cartográfico -es decir,
19
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

el momento previo de su registro- hasta su consolidación en él, cuando


se registra el camino en la cartografía como una red que estructura las
circulaciones terrestres en el territorio.

En cuanto al área geográfica que abarca la investigación, ésta queda


definida desde una perspectiva geográfica fuegopatagónica, esto es, que
presenta un territorio enlazado por ambientes (estepa/archipiélago) y no
partido mediante una línea fronteriza (Chile/Argentina). En este sentido,
se identifica un área geográfica y culturalmente vinculada: la Tierra del
Fuego (archipiélago) y la Patagonia (estepa). Bajo esta perspectiva, el área
de estudio queda definida entre el Onashaga/canal Beagle y el río Santa
Cruz. Este río, de trescientos kilómetros de largo y una anchura que varía
entre cien y seiscientos metros, se origina en Carr o lago Argentino, el cual
limita, hacia el archipiélago, con el casquete de campos de hielo sur. En
este contexto, el río Santa Cruz se presenta como un destacable punto de
referencia caminero en el territorio (15). Ahora bien, para la parte tres de
la tesis, el área geográfica es ampliada hasta Mowaish o cerro Ventana.

Actualmente, el área de estudio comprende la Región de Magallanes


y Antártica Chilena (Chile), la Provincia de Santa Cruz (Argentina) y
la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur
(Argentina).

6. Estructura y partes de la tesis


La tesis se estructuró en tres partes. La primera parte de la tesis, titulada
“Configuraciones camineras y transcripciones cartográficas, 1897-1910”,
se centra en la caminería estanciera-estatal. Mediante sus cuatro capítulos,
se expone el origen y desarrollo de la configuración de la primera red de
caminos registrada en el soporte cartográfico.

En la segunda parte de la tesis, titulada “El camino en el umbral de su


ingreso al soporte cartográfico 1870-1887”, el foco está puesto en la
caminería baqueana. Aquí se expone que los itinerarios y rutas realizadas
por los exploradores no se realizaron sobre un territorio sin caminos, tal
como lo representaba la cartografía, sino que los exploradores utilizaron
la caminería baqueana durante sus periplos.

La tercera parte de la tesis centra en la caminería nativa y se titula


“Caminería de las primeras naciones fuegopatagónicas, 1870-1910”.
Mediante sus dos capítulos se expone, a pesar de la ausencia de caminos
nativos en la cartografía, la existencia de un despliegue caminero nativo
configurado a partir de una lectura ambiental y estacional del territorio.

7. Metodología
Debido a la escasez de fuentes primarias –esto es, documentos de
primera mano en los cuales se registran los caminos existentes, tales
como bitácoras de viajeros, exploradores o cartografías centradas en
lo caminos- y secundarias -trabajos posteriores de investigación que
abordan el tema que tratan la cuestión caminera en Fuegopatagonia-,
la metodología apuntó principalmente a describir y analizar de manera
crítica las escasas fuentes disponibles. En este contexto, se optó por una
metodología de carácter exploratorio, donde la representación gráfica
asume un rol protagónico. Así, se estableció una metodología para cada
parte que compone esta tesis.

En la primera parte, la metodología consistió en un análisis cartográfico.


La principal operación consistió en homologar distintas cartografías
que permitieran representar el desarrollo de los caminos en relación a
la división predial y la frontera entre Chile y Argentina entre 1897-1910.

20
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Para la segunda parte de la tesis, la metodología consistió en la elaboración


de una representación diagramática de indicios camineros identificados
en los diarios de viajes de doce exploradores, a partir de una lectura
crítica. En primer lugar, se elaboró un diagrama por cada expedición,
luego se construyeron diagramas temáticos y, finalmente, un diagrama
conclusivo en el cual se sobrepusieron los distintos indicios camineros
identificados en cada expedición.

La tercera parte de la tesis es la menos nutrida en cuanto a fuentes


documentales, tanto primarias como secundarias. Por tal motivo y para
revelar la caminería nativa, se optó metodológicamente por una revisión
y lectura crítica de la toponimia nativa disponible. Esta fue analizada y
observada bajo el concepto de “icnotipia” –que profundizaremos en la
tercera parte de esta investigación- y fue desplegada sobre un esquema
cartográfico. A partir de la construcción de esta imagen del territorio
nativo fue posible discutir las configuraciones, alcances y sentidos de la
caminería nativa. Además, se realizó una serie de dibujos figurativos que
dan cuenta de la práctica caminera nativa y los ambientes donde ésta se
desarrolla.

La tesis concluye con la comparación y sobreposición de un esquema


cartográfico síntesis y homologable de la caminería estanciera estatal,
baqueana y nativa.

8. Fuentes documentales
La tesis consultó y utilizó distintas fuentes documentales, tanto gráficas
(fotografías, dibujos, pinturas, cartografías), como escritas, algunas
publicadas y otras inéditas.

En la primera parte de la tesis, la principal fuente utilizada fue la


cartográfica. Aquí se revisaron alrededor de cuatrocientas cartografías y
se seleccionaron aquellas donde se incluyeron caminos. Cabe señalar que
siempre se intentó acceder a una copia original y física de la cartografía.
Asimismo, para obtener una copia óptima y en alta resolución -para
posteriormente vectorizarla- se procedió a escanearlas, lo que a veces
supuso una complicación adicional, tanto por las dimensiones físicas
como por el deteriorado estado en que se encontraban.

En cuanto a la compilación y selección cartográfica, imprescindible en


esta parte de la tesis, cabe indicar que se consultaron dos fuentes de
carácter compilatorio: “Cartografía Magallánica” de Mateo Martinic
(1999) y los atlas cartográficos producidos por el Estado de Chile para la
defensa de Laudo Arbitral ante Argentina por el límite del canal Beagle:
“Chilean Memorial” (1973), “Chilean Counter Memorial” (1974) y “Chile
Reply” (1975).

Además de la cartografía, otra fuente importante utilizada en esta parte


de la tesis fueron las memorias de las Gobernadores de los Territorios de
Magallanes, Tierra del Fuego y Santa Cruz publicadas entre 1870 y 1910.
Éstas fueron vitales ya que permitieron cotejar, comparar y contrastar la
información volcada en la cartografía y lo ocurrido en el territorio. Cabe
señalar que no fue fácil acceder a estos documentos ya que se encuentran
dispersos en distintos repositorios, es más: no fue posible dar con algunos
de ellos y otros se encontraban incompletos, faltándoles encartes, mapas,
páginas, etc.

En la segunda parte de la tesis, la principal fuente utilizada correspondió


a los diarios y/o informes de viajes efectuados por viajeros y exploradores.
Esta fuente se compone, en su mayoría, de un relato escrito acompañado
con dibujos y cartografías que grafican el itinerario realizado. Cabe señalar
que algunos de estos diarios fueron publicados en formato de informe
y otros, en formato de libro. Se trató siempre de acceder a una copia
original e impresa de estos diarios o bitácoras y se procedió a escanear las
21
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

cartografías en caso de que las incluyesen.

En la tercera parte de la tesis se consultaron y utilizaron fuentes de


distinta índole, tanto primarias como secundarias, entre ellas: mapas
toponímicos, cartografías, mapas etnográficos, fotografías, dibujos,
informes de viajes exploratorios, informes de misioneros, informes
policiales, correspondencia oficial, diccionarios lingüísticos, frasearios
y vocabularios que registraron el idioma de las primeras naciones
fuegopatagónicas.

Los archivos y mapotecas consultados y revisados fueron: mapoteca


Ramón Cañas Montalva del Instituto Geográfico Militar de Chile, Santiago;
mapoteca de la Dirección de Vialidad de Obras Públicas de Chile, Santiago;
mapoteca del Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes, Punta
Arenas; mapoteca de la Biblioteca Nacional de Chile, Santiago; mapoteca
particular Mateo Martinic Beros, Punta Arenas; mapoteca del Archivo
Histórico Nacional de Chile, Santiago; archivo Histórico de Relaciones
Exteriores de Chile, Santiago; archivo Histórico del Congreso Nacional
de Chile, Santiago; archivo de la Oficina de Tierras y Colonización de
Magallanes, Punta Arenas; Jane Cameron National Archive, Port Stanley,
Falklands Islands; archivo de la Armada Argentina, Buenos Aires; archivo
de la Colección Charles Wellington Furlong, Rauner Special Collections
Library, Dartmouth College University, Hannover, New Hampshire.

En cuanto a plataformas digitales, fueron consultadas y revisadas las


siguientes: Biblioteca Nacional de Chile (www.bncatalogo.cl), Archivo
Histórico Nacional (www.archivonacional.cl), Archivo General de la
República Argentina (www.agnargentina.gob.ar), Archivo del Ministerio
de Bienes Nacional de Chile (www.catalogo.cl), Biblioteca Digital Aike,
Universidad de Magallanes (www.bibliotecadigital.umag.cl), David
Rumsey Historical Map Collection (www.davidrumsey.com).

9. Aportes de la investigación
El aporte de esta tesis es instalar una temática que no ha sido abordada de
forma sistemática y con la profundidad que amerita, a saber: la caminería
en Fuegopatagonia, marcando un precedente en los estudios territoriales
de esta región.

La investigación sistematiza y analiza una cantidad importante de


fuentes documentales de diversa índole. En este contexto, se ha generado
una recopilación cartográfica exhaustiva y se han elaborado imágenes
del territorio que hasta ahora no existían. Por otro lado, la tesis pone
en tensión -desde la observación de “el camino”- una de las fuentes
documentales más influyentes en la imaginación geográfica del territorio
y sin dudas una de la menos estudiada de forma crítica: la cartografía.

Por otro lado, un gran aporte y a la vez una de las principales dificultades
y desafíos que enfrenta esta tesis es el abordaje del territorio desde
una geografía regional, desprendiéndose de la geografía Norte-Sur
con la cual suele abordarse. Este detalle supone una forma diferente
y novedosa de ver el territorio que abarca ambos lados de la frontera
internacional impuesta desde 1881.

22
PARTE I
CONFIGURACIONES CAMINERAS Y
TRANSCRIPCIONES CARTOGRÁFICAS

Carting wool across the pampas –a difficult haul”, en; “Among the sheep ranches of Patagonia”, 1910, Harpes Monthly Magazines, Vol. CXXII,
53-63, autor: Charles Wellington Furlong, p.61
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Introducción
En la actualidad hay una cantidad indeterminada de caminos,
generalmente de ripio, que cruzan el territorio fuegopatagónico en
distintas direcciones (48). Muchos de éstos carecen de sensibilidad
geográfica, fueron trazados bajo una lógica política administrativa Norte-
Sur y generalmente imitan la línea fronteriza argentina/chilena. Entre
ellos figuran caminos para la exploración y extracción petrolera, caminos
para la extracción de bosques, caminos para explotar la turba, caminos
para el tráfico turístico, caminos para instalar antenas celulares72, caminos
soberanos, caminos militares, etc.

Hay caminos asfaltados, caminos de ripio, caminos de tierra, caminos


públicos, caminos privados, caminos nocturnos, caminos clandestinos,
caminos para el abigeato. Pocas personas saben a dónde van y dónde
terminan. Ninguna cartografía podría mostrarlos todos73. Sin embargo,
su lógica de trazado no esconde ningún misterio: conectar A con B de
la forma más directa. Para observar lo expuesto, basta simplemente
con sobrevolar la región en Google Earth. Cabe indicar que la “red de
caminos” en estudio se emplaza en un territorio que tiene una longitud
aproximada de 700 kilómetros y un ancho de 500 kilómetros74.

Aun sobreviven distintas caminerías invisibles para un ojo no entrenado.


Nos referimos, en primer lugar, a caminerías fuegopatagónicas practicadas
por colectivos trashumantes nativos. Estas caminerías se extraviaron
definitivamente en el proceso de “cartografización” del territorio a fines
del siglo XIX. Arrastraderos de canoas, vados, caminos para conectar
paraderos, etc., fueron invisibilizados al no ser considerados “caminos”.
Sin embargo, siempre quedan pistas para visibilizarlos75.

También sobreviven caminos trazados y abiertos en las primeras décadas


del siglo XX. Principalmente, en los ambientes de bosques, cordillerano y
de fiordo, lugares donde la vialidad aún no ha llegado, pero ya los acecha
(48). En términos ganaderos, estos ambientes poseen mayores aptitudes
para la explotación del vacuno por sobre la oveja. Los caminos de estos
ambientes son conocidos por el folklore regional como “picadas”. Éstas
fueron transitadas a caballo por baqueanos, campañistas, bagualeros
ambiente en explotación fue abandonado76 o bien porque el arribo de la
“vialidad” las dejó obsoletas77. Sin embargo, algunas siguen ocupándose
72 Debe tenerse en cuenta que, en determinadas zonas denominadas rurales de la región en
general, la conectividad telefónica celular se ha implementado en la última década.
73 “Los mapas son representaciones selectivas de realidad, y han de serlo forzosamente.
Un mapa que represente todo no representa nada y es una insensatez, no sería sino caos y
confusión” en; Schlögel, K. (2007). En el espacio leemos el tiempo. Sobre historia de la
civilización y geopolítica. Siruela: Madrid. p. 104
74 Considerando la sección continental e insular, desde el cabo de Hornos hasta el río Santa
Cruz y desde el océano Pacífico al océano Atlántico.
75 En palabras del crítico de arte paraguayo Tircio Escobar; “Aun en los más duros procesos
de dominación cultural, los más feroces casos de etnocidio, no pueden cubrir todo el campo
colonizado y dejan, a su pesar, una franja vacante. En ese baldío opera la diferencia” Escobar,
T. (2004). El arte fuera de si. Asunción: Museo del Barro, p. 22. Citado en; Foerster, R.
(2008). Ülmen longko o cacique malonero? Contraimaginarios de Manuel Olascoaga y
Ambrosio Payllalef, p. 110. En: Menard, A., Pavez, J. (edit.) (2008). Mapuche y Anglicanos.
Vestigios fotográficos de la misión araucana de Kepe 1896-1908. Santiago: Ocholibros, pp,
107-114
76 Bascopé, J. (2016). La emboscada del guanaco joven. Ambientes trashumantes en Fuego
Patagonia antes de la guerra de 1914-1918. Theomai. Vol. 34. 65-87. p 72
77 Como bien plantea Nicolás Richard, si bien “vialidad” hace caminos, al mismo tiempo
24
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

para el arreo de masas ovinas/vacunas durante la época de veranadas e


invernadas o simplemente de cacería.

Algunas “picadas” han sido inscritas de tal forma sobre el suelo que hay
tramos que permanecen casi intactos e incluso pueden ser identificadas
por Google Earth78. Otros, se han fundido con el sotobosque o han quedado
hundidos bajo el agua de las castoreras79. Otras han sido habilitadas
para el arreo de turistas80. Este tipo de caminos resultan de interés, pues
tienden a desbordar la línea fronteriza Norte-Sur impuesta en 1881.
Al mismo tiempo, dejan en evidencia las desinteligencias políticas/
administrativas y geográficas que la metrópoli santiaguina o bonaerense
imagina/proyecta y ejerce sobre el territorio fuegopatagónico.

Las entidades estatales encargadas de la vialidad del territorio


fuegopatagónico son la Dirección Regional de Vialidad de Magallanes
(Punta Arenas/Chile), la Dirección provincial de Vialidad de Santa
Cruz (Río Gallegos/Argentina) y la Dirección provincial de Vialidad
de Tierra del Fuego (Río Grande/Argentina). Las funciones de estas
instituciones estatales son mantener, reparar, registrar, trazar, fijar,
construir, clasificar, administrar y codificar los caminos “públicos”81.
En otras palabras, hegemonizar y homogenizar la forma de circular por
el territorio. Como se verá en el desarrollo de los capítulos, el arribo de
“Vialidad” al territorio fuegopatagónico fue a partir de 1930, momento en
el cual la “red de caminos” del territorio ya estaba en gran parte normada
y fijada.

Para revisar la actual “red de caminos” se han utilizado los mapas


camineros oficiales publicados por las agencias estatales de vialidad tanto
argentina como chilena (54-56). En el caso chileno, se ha observado
el mapa titulado: “Red Vial. Región de Magallanes y de la Antártica
Chilena” (escala 1:950.000). Este mapa forma parte de la colección
“Carta caminera” publicada el 2017 y que cubre todo el territorio del
país82. Geográfica y espacialmente, este mapa encuadra el territorio en
ambos lados de la frontera (desde el océano Pacífico al océano Atlántico)
así como su respectiva información caminera. Para el caso argentino,
se han revisado los mapas publicados por la Dirección Provincial de
Vialidad de “Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur” y “Santa
Cruz”. Ambos mapas se encuentran disponibles en los sitios web de las
respectivas agencias de vialidad estatal. A diferencia del mapa publicado
por Chile, estos mapas sólo consideran el espacio geográfico que forma

borra caminos. Ver: Richard, N., Galaz-Mandakovic, D., Carmona, J., Hernández, C. (2018).
El camino, el camión y el arriero: La reorganización mecánica de la puna de Atacama (1930-
1980). Historia 396, Vol. 8 (1), 163-192
78 Nos referimos específicamente
específicamente a aquellas “picadas” talladas sobre rocas, y planchados de
maderas de grandes extensiones.
79 Los castores fueron introducidos a Tierra del Fuego en 1946.
80 Respecto a Tierra del Fuego ver; Fernández, M. (2014). Rastreando huellas. La dinámica
del paisaje en la paciencia, Tierra del Fuego. Magallania, Vol. 42(1), 35-53. García-Oteiza, S.
(2015). Los orígenes de las comunicaciones terrestres en el sur de Tierra del Fuego (Chile).
Magallania, Vol. 45 (2), 5-43
81 La creación de estas instituciones específicas
específicas para la cuestión vial tanto para Chile como
en Argentina fue motivada sin dudas por el “Primer Congreso Panamericano de Carreteras”
realizado el 5 de octubre de 1925 en Buenos Aires. Al respecto ver: Booth, R. (2009).
Automóviles y Carreteras. Movilidad, modernización y transformación territorial en Chile
1913-1930. Tesis doctoral. Pontificia Universidad Católica de Chile.
82 También se ha consultado su versión 2016. El mapa puede ser consultado y descargado
desde http://www.mapas.mop.cl
25
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

parte del territorio nacional/provincial83. En el caso de “Tierra del Fuego”,


encuadra desde la línea fronteriza hasta el borde litoral del océano
Atlántico. Para “Santa Cruz”, si bien muestra el territorio próximo a la
frontera, éste es representado en blanco o mudo.

Como se verá, la estructura de la “red caminera” es rígida si la comparamos


con la diversidad ambiental y geográfica del territorio. En síntesis, hay tres
caminos principales que administran y direccionan la totalidad de la “red
de caminos”. Actualmente, se están construyendo costosos y “estratégicos”
caminos en áreas donde la “red de caminos” nunca ha llegado, al menos
desde el soporte cartográfico. Estas áreas se ubican principalmente en los
ambientes precordilleranos, cordilleranos y del fiordo. De las miles de
islas que configuran el territorio, sólo en tres se registran caminos (Tierra
del Fuego, Navarino, Riesco). La conexión caminera oficial entre uno y
otro lado de la frontera es limitada. Esto si se considera que no hay un
accidente topográfico que la obstaculice y que en los casi 1.000 kilómetros
de línea fronteriza hay seis pasos aduaneros autorizados. Dos en Tierra de
Fuego (sólo uno abierto todo el año) y cuatro en Patagonia.

En este contexto, nos interesa indagar en qué momento y cómo se logró


configurar la estructura, la matriz, de la “red de caminos” actual. Aquella
que condiciona, directa e indirectamente, la forma de interactuar con
el territorio, que visibiliza e invisibiliza paisajes y geografías al mismo
tiempo.

Al revisar el archivo cartográfico, se advierte que la estructura caminera


que actualmente se despliega por el territorio encuentra sus cimientos
durante la primera década de 1900, específicamente en 1910 (71-72).
Como se verá más adelante, en dicho año se logra visualizar por primera
vez, desde el soporte cartográfico, un conjunto de caminos que logran
conectar los principales asentamientos insertados en el territorio.

La red caminera de 1910 se encuentra registrada en el atlas denominado


“Mapa de Chile” (121-123). Esta obra fue publicada en 1911 por la Oficina
de Mensura de Tierras. Al momento de su publicación era la obra más
actualizada, científica y completa de la que disponía la nación84. Solo
quedaría obsoleta, desde un punto meramente administrativo, en 1928,
año en que el Ministerio de Fomento publicó el también llamado “Mapa
de Chile”, que incorporaba la nueva división política/administrativa del
país. Si bien el “Mapa de Chile” de 1910 fue producido en la metrópoli
santiaguina, de igual forma consideró parte del territorio bajo soberanía
argentina.

A partir de la observación y análisis de la información caminera plasmada


en el “Mapa de Chile” de 1910 se revisitará el territorio fuegopatagónico
y su cartografización. Para analizar y comparar la información, se ha
transcrito la información registrada en el “Mapa de Chile” de 1910 a dos
plantillas geográficas que se ha elaborado. Una plantilla geográfica Norte-
Sur y una plantilla fuegopatagónica.
83 No se indica la escala utilizada y tampoco el año de publicación.
84 Rosenblitt, J. � Sanhueza, C. (2010). Cartografía histórica de Chile. Santiago: Dibam. pp.
xxiv-xxv

26
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Sin dudas desde el siglo XVI hasta comienzos del siglo XX la cartografía
ha constituido una de las fuentes documentales visuales más atractivas
del denominado “extremo austral del continente americano”. Desde el
paso de Hernando de Magallanes y su tropa en 1520 por el estrecho que
luego llevaría su apellido, la cartografización de Fuegopatagonia fue una
necesidad y al mismo tiempo una obligación para las potencias europeas,
al menos hasta mediados del siglo XIX. Desde entonces, las nuevas
repúblicas de Chile y Argentina tomaron el poder y destino del territorio
fuegopatagónico y con ello su cartografización. En este sentido, la fuente
cartográfica es indiscutiblemente un vehículo válido para acceder a una
historia del territorio fuegopatagónico.

El dispositivo cartográfico, en su afán de encuadrar en un eje norte-sur


el “territorio nacional”, instaló de paso una imagen fragmentada del
territorio fuegopatagónico. Es decir, muchas veces la representación
cartográfica trastocada del territorio culmina en la línea fronteriza. Esto
aplica tanto para accidentes geográficos como para los caminos.

Desde 1523, los levantamientos cartográficos de Fuegopatagonia habían


sido emprendidos por distintas potencias europeas85 cuyo interés era
más bien el espacio marítimo que el espacio terrestre. Sin embargo,
como ya hemos señalado, hacia fines del siglo XIX los levantamientos
cartográficos fueron liderados por los estados nacionales de Argentina
y Chile, en especial luego del trascendental Tratado de Límites de
1881. Como plantea Joaquín Bascopé, “Con el Tratado de Límites de
1881, las autoridades de Santiago y Buenos Aires imitaron la división
del mundo del Tratado de Tordesillas (1494), y se dividieron la región
fuegopatagónica, continental e insular, según el eje norte-sur. Parecía así
concluir ahí un ciclo de negociaciones de derechos territoriales, con las
respectivas acumulaciones de textos jurídicos e imágenes geográficas”86.
Desde entonces surgió la necesidad de reconocer e inventariar el nuevo y
desconocido espacio geográfico anexado a la nación.

La cartografía fue la herramienta visual para ir re-descubriendo y pre-


figurando el contorno del territorio fuegopatagónico. Durante los
primeros siglos de cartografización, el saber del espacio marítimo primó
por sobre el espacio terrestre y el dibujo de éste último resultó ser,
cartográficamente, el negativo del primero. Esto se refleja en la cantidad
de topónimos con los cuales se fueron atiborrando los bordes litorales.
En este sentido, es importante señalar que el proceso de cartografización,
el cual suele asociarse con la hazaña exploratoria, forma parte de un
proyecto de apropiación cultural del espacio trazado desde occidente.

Como se ha mencionado, fueron varias naciones europeas las que


compitieron y asumieron la cartografización del territorio fuegopatagónico.
Sin embargo, fue Gran Bretaña la que dedicó la mayor cantidad de
tiempo continuo. Entre 1826 y 1834 el Almirantazgo Británico dispuso
85 Entre ellas; Gran Bretaña, España, Portugal, Holanda, Francia.
86 Bascopé, J. (2018). En un área de transito polar. Desde el establecimiento de líneas
regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura del canal de
Panamá (1914). Villa Tehuelches: CoLibris. p. 17

27
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

a la corbeta “Adventure” y el bergatín “Beagle” para realizar el primer


levantamiento sistemático de las costas del “extremo austral de América”.
Por entonces los británicos contaban con la vasta experiencia adquirida
en la cartografización de la India, la cual se prolongó desde 1765 hasta
184387. La incorporación de la triangulación geodésica en las mediciones
cartográficas fue clave para el objetivo dominante del imperio británico,
al respecto Schlögel comenta:

“La ventaja de la trigonometría estaba justamente en que permitía


mediciones exactas y “construía” un espacio estructurado con rigor en
que se podía insertar los diversos datos y observaciones. Al ser todos
los puntos igualmente importantes en una triangulación, se produce
un espacio homogéneo y uniforme. El mapa se vuelve cada vez más
exacto, cada vez van apareciendo más lugares, y más lugares quedan a su
alcance. El mapa se vuelve cada vez más un instrumento de penetración
y dominio”88

Los trabajos del Almirantazgo Británico en aguas fuegopatagónicas


fueron publicados en distintos formatos; textos, dibujos y cartografías.
La cartografía producida se presentó como un avance notable para el
conocimiento de la geografía física de la región. En este sentido, el trabajo
de los británicos incorporó en la cartografía nuevos accidentes geográficos
y buscó precisar el contorno del territorio con la mayor exactitud posible.

A diferencia de los trabajos cartográficos realizados en la India, en


Fuegopatagonia el trabajo de los británicos se focalizó en los bordes
litorales. Cartografiar el espacio terrestre no formaba parte de los
objetivos del proyecto. Lo que ello involucraba, en términos de tiempo y
costo, lo sabían bien tras su experiencia en la India. La remontada del río
Santa Cruz (por casi 160 km.) liderada por Robert Fitz Roy (abril, 1834)
y la travesía de a caballo de Charles Darwin en las islas Falklands (marzo,
1834), acompañando a dos bagualeros, fueron las mayores excursiones
“tierra adentro” realizadas por los británicos en Fuegopatagonia.

Ahora bien, cabe señalar que la cartografía del territorio fuegopatagónico


producida por los británicos tuvo una vigencia por más de medio siglo89. De
hecho, constituyó la base cartográfica sobre la cual la Oficina Hidrográfica
de la Marina Nacional de Chile, creada en 1874, y otras expediciones
como la “Misión Científica del Cabo de Hornos 1882-1883” trazaron sus
derroteros, al mismo tiempo que contribuyeron a su sistemática y gradual
actualización. Entre los principales accidentes geográficos que fueron
“hallados” e incorporados por los británicos al soporte cartográfico se
pueden mencionar las islas Navarino, Hoste, Picton, Lennox, Nueva,
Gordon, Dawson, los senos Obstrucción, Almirantazgo, Otway, Skyring,
Owen, las bahías Inútil, Parry, Ainsworth, Brookes, los canales Fitz Roy,
Beagle, Murray y las penínsulas Brecknock y Brunswick. Quizás uno de
los accidentes geográficos más notorio que no fue identificado por los

87 Ver; “Mapping an Empire: la construcción geográfica


geográfica de la India 1765-1843”. En: Schlögel,
K. (2007). En el espacio leemos el tiempo: sobre historia de la civilización y la geopolítica.
Madrid: Siruela. pp. 187-196
88 Op. cit. pp. 193-194
89 De hecho, fue una fuente autorizada de información que fue utilizada incluso en litigio por
el canal Beagle entre Chile y Argentina en 1978.
28
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

británicos fue la isla Riesco, la cual recién en 1904 el capitán de fragata de


la Armada de Chile, Ismael Gajardo, pudo identificar como tal.

Al momento de iniciarse los trabajos hidrográficos por parte de los


británicos, los accidentes geográficos claves para las naves europeas ya
contaban con topónimos, especialmente en el estrecho de Magallanes.
Desde el paso de Hernando de Magallanes (1520), el territorio
fuegopatagónico comenzó a poblarse de forma gradual con topónimos
que acompañaron al dibujo cartográfico. El santoral cristiano, nombres
de ciudades y autoridades europeas, nombres de embarcaciones y
expedicionarios, descripciones geográficas y anécdotas fueron la
inspiración del europeo para nombrar el nuevo espacio que tuvieron ante
sus ojos. De esta forma, se comenzó a configurar una geografía racional,
abstracta y universal en la cual, por ejemplo, el registro de la toponimia
nativa fue de casi nulo interés.

Como se ha señalado, fueron diversas las expediciones que durante siglos


colaboraron con la distorsión icnotípica (o toponímica) del territorio
fuegopatagónico. Sin embargo, los británicos, en tan sólo una década,
atiborraron el territorio con nuevos nombres. Si bien ya se han indicado
algunos de los principales accidentes geográficos “hallados” y nombrados
por los británicos, hay una cantidad mayor de islas, islotes, bahías,
canales, estuarios, senos, montañas y cabos que adquirieron nombres
de expedicionarios ingleses, de batallas y/o localidades vinculadas con el
imperio británico y que aún perduran en el territorio.

Así, la cartografía británica validó topónimos y agregó muchos más,


imponiendo su presencia, apropiándose de lo aparentemente desconocido,
desdibujando y entorpeciendo la comprensión de los sentidos regionales
del territorio fuegopatagónico. La cartografía de los británicos no incluyó
información caminera de ningún tipo. Gran parte de la superficie terrestre
se representó lisa, blanca y homogénea, a excepción de algunos bordes
litorales donde se bosqueja más o menos el dintorno.

La imagen cartográfica de los británicos derivó en una imagen geográfica


del territorio fuegopatagónico que fue observada con atención desde
Santiago, Buenos Aires y Londres. Esta imagen geográfica devino en una
“plantilla geográfica” oficial para ir cargando con información de todo
tipo.

Como se verá en el desarrollo de esta sección, correspondió a Chile y


Argentina dibujar el dintorno y rellenar con topónimos el espacio terrestre
de la “plantilla geográfica” llevada en la mente y en los bolsillos/alforjas
de las sistemáticas exploraciones científicas-militares enviadas desde las
metrópolis santiaguina y bonaerense a partir de 1877.

29
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

CAPÍTULO 1
Aproximación al espacio geográfico
fuegopatagónico

1.1. El espacio geográfico fuegopatagónico

El espacio geográfico es determinante en las configuraciones territoriales


y por ende en las configuraciones camineras90. En este sentido, es preciso
señalar las particularidades geográficas/ambientales que configuran al
territorio fuegopatagónico. El territorio en cuestión, y desde un punto de
vista fitogeográfico, pertenece al dominio subantártico, perteneciente a la
Región Antártica91 (no sudamericana). Esta condición es compartida con
otros puntos del planeta, por ejemplo; Nueva Zelandia. Entre las especies
vegetales destacables del dominio subantártico se encuentran el Tussok y
el Nothofagus (7).

El botánico magallánico Edmundo Pisano desde fines de de la década de


1970 comenzó a incluir la etiqueta “Fuego Patagónico” en el título de sus
trabajos. En su notable trabajo titulado “Fitogeografía de Fuego Patagonia
Chilena” (1977) -referente de los estudios botánicos del territorio- sostiene
que, desde un punto de vista fisiográfico y orográfico, en Fuegopatagonia
se encuentran cuatro regiones claramente identificables. Entre estas zonas
a veces existen transiciones graduales que pueden resultar difíciles de
apreciar a simple vista, en otros casos no existe transición y se pasa de una
zona ambiental a otra de forma brusca. Las cuatro regiones identificadas
por Pisano en su estudio son: región archipielágica, región cordillerana,
región sud-andina oriental, región de las planicies orientales (24). Cada
una de estas regiones tiene tipos climáticos y provincias bióticas.

Pisano visualiza mediante la fitogeografía una geografía regional dentro


la cual participan las islas Falklands, “Según Moore en la actual flora de
las islas Malvinas (Falklands) se encuentran representados los elementos
fitogeográficos; sud patagónicos-fueguino, patagónico oriental,
valdiviano, sub-antártico (que, ampliándolos se puede considerar
circumantártico y endémico). Se puede generalizar, estableciendo que
los mismos, aunque diversas proporciones, integran la flora fuego-
patagónica”92. Así entendemos a Fuegopatagonia como una síntesis
botánica, donde la fitogeografía y biogeografía están condicionadas por
las características geográficas, climáticas y ambientales del territorio y no
por una dimensión política/administrativa nacional del espacio.
Según lo expuesto, cabe indicar que el territorio fuegopatagónico posee
definida una sección continental y una sección archipielágica (12-14). La
sección continental corresponde a “Patagonia”, mientras que la sección
archipielágica corresponde al archipiélago fueguino. El archipiélago

90 Claval, P. (2002). El enfoque cultural y las concepciones geográficas


geográficas del espacio. Boletín
de la A.G.E, nº 34, 21-39
91 Cabrera, A. (1971). Fitogeografía de la República Argentina. Boletín de la Sociedad
Argentina de Botánica. V. XIV, Nº 1-2, 1-42
92 Pisano, E. (1989-1990). Labilidad de los ecosistemas terrestres fuego-patagónicos. Anales
del Instituto de la Patagonia, Vol. 19 (1), 17-25. p. 19

30
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

fueguino está compuesto de miles de islas e islotes que en su conjunto


envuelven como una membrana a la sección continental patagónica
desde el océano Pacífico hasta el océano Atlántico (15-16). La principal
isla que configura esta sección es la isla grande de Tierra del Fuego. La
isla de Tierra del Fuego está rodeada por el océano Atlántico, estrecho
de Magallanes y canal Beagle. Tiene una longitud aproximada de 270
kilómetros y 410 kilómetros de ancho. Posee dos penínsulas destacables:
península “Brecknock” y península “Mitre”. Otras islas destacables en
cuanto a dimensión que configuran el archipiélago fueguino son las islas
Navarino, Hoste, Riesco, Dawson, Clarence, Santa Inés, Desolación y
Capitán Aracena (17).

Todo el conjunto de islas/islotes y penínsulas patagónicas configuran una


serie de accidentes geográficos marítimos que otorgan particularidad a
la geografía del territorio, tales como canales, estuarios, bahías, fiordos,
ensenadas, golfos, senos, estrechos, itsmos. Aquí cabe destacar los senos
o “mares interiores” de Otway y Skyring, los que permiten vincular
directamente la estepa patagónica continental con el archipiélago
fueguino (11). Otros senos destacables son el seno Almirantazgo en Tierra
del Fuego y el seno de Última Esperanza. Éste último vincula Patagonia
con el archipiélago fueguino próximo al Campo de Hielo Sur.

Respecto a la sección continental y sus dimensiones físicas, su parte más


delgada tiene 10 kilómetros de longitud y su parte más ancha es de 450
kilómetros aproximadamente (océano Atlántico/océano Pacífico). Su
sección más larga es de aproximadamente 410 kilómetros (cabo Froward/
estrecho de Magallanes-río Santa Cruz). Del continente se desprenden
dos importantes penínsulas: península Brunswick” y península “Muñoz
Gamero”. Ambas se encuentran separadas por la isla Riesco (18).

La sección archipielágica y continental se encuentran dividas por el estrecho


de Magallanes o, mejor dicho, el estrecho de Magallanes se configura
a partir del encuentro entre la sección continental y el archipiélago
fueguino (12,19). Este canal interoceánico vincula el océano Pacífico
con el océano Atlántico. Morfológicamente, el estrecho de Magallanes
tiene una geometría zigzagueante, marcando notablemente dos áreas
paisajísticas y ambientales (fiordo/estepa). Este canal de comunicación
tiene una longitud aproximada de 600 kilómetros. Su sección más ancha
es de 35 kilómetros y su parte más delgada de 3 kilómetros. Las bahías
más amplias del estrecho de Magallanes se ubican en la sección esteparia
del territorio, es decir, cerca de su boca oriental. Éstas son, por el lado de
Patagonia, “Posesión” y “San Gregorio” y, por el lado de Tierra del Fuego,
“Lomas”, “Gente Grande” e “Inútil”. Gran parte del borde litoral central
del estrecho, en sus ambas orillas, es transitable de a pie o de a caballo,
exceptuando la bahía Posesión donde el litoral prácticamente desaparece
por los acantilados a piques existentes. En la península Brunswick, a
partir de la altura de la isla Dawson y cabo Froward93 y en dirección al
océano Pacífico, el tránsito por el borde litoral es dificultoso debido a la
densa vegetación y la ausencia de costa.

93 Bajo una lógica geográfica


geográfica Norte-Sur, el cabo Froward es el punto más “Austral” de
continente americano.
31
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

El territorio posee dos campos de hielos principales. Uno de ellos es el


Campo de Hielo Sur ubicado en el continente. Tiene aproximadamente
350 kilómetros de longitud y un ancho promedio de 40 kilómetros
(16.800 km2). El segundo cuerpo de hielo corresponde al Campo de
Hielo Fueguino, ubicado específicamente en la cordillera de Darwin,
Tierra del Fuego. Tiene una longitud aproximada de 110 kilómetros y un
ancho promedio de 20 kilómetros. Desde un punto de vista caminero,
ambos cuerpos de hielos son transitables a pie únicamente con equipo
especializado de alta montaña. Por esta misma razón, constituyen
barreras infranqueables para el caminante normal. Cabe señalar que en el
territorio se encuentran diseminados varios casquetes de hielos ubicados
principalmente en la cordillera Sarmiento, isla Riesco, península Muñoz
Gamero, isla Hoste, isla Clarence, isla Santa Inés e isla Capitán Aracena.

Los principales lagos de la sección continental del territorio se ubican


cercanos a los ambientes cordilleranos/fiordo. Es el caso de los lagos
Toro, Balmaceda, Aníbal Pinto, Sarmiento y Argentino. Éste último es
el de mayor dimensión. Nace de los glaciares del Campo de Hielo Sur
y desagua al océano Atlántico a través del río Santa Cruz. Tiene una
longitud aproximada de 100 kilómetros y un ancho de 20 kilómetros. En
él se vierten también las aguas procedentes del lago Viedma, otro depósito
lacustre que nace a los pies del Campo de Hielo Sur. Otro cuerpo de agua
destacable es la denominada laguna Blanca. Tiene 20 kilómetros de largo
y un ancho de 10 kilómetros. Tanto por sus dimensiones como por su color
blanquecino constituye un referente en el paisaje. En Tierra del Fuego,
el mayor depósito lacustre es el lago Fagnano. Tiene 100 kilómetros de
longitud y su ancho promedio es de 3 kilómetros. A diferencia de los lagos
mencionados, el lago Fagnano se encuentra contenido o delimitado, casi
en toda su extensión y en ambas orillas, por dos cadenas montañosas cuyas
alturas se aproximan a los 900 metros. Cabe señalar que en el territorio
patagónico se encuentran desperdigadas una cantidad importante de
lagunas pequeñas u “ojos de agua”, especialmente en el área comprendida
entre el río Coyle y río Santa Cruz.

Los ríos constituyen un elemento importante en el territorio y en la


configuración de sus caminerías. En cuanto a su geometría o morfología
en Fuegopatagonia encontramos ríos con trechos rectilíneos, sinuosos,
meándricos y anastomosados. Es importante indicar la alta presencia de
chorrillos cuya anchura varía fácilmente entre 1 metro a 2 metros.

En Fuegopatagonia los ríos se originan principalmente en áreas


montañosas o cordilleranas, cuerpos lacustres y, directamente, desde
glaciares o ventisqueros. Los principales ríos de la sección continental,
en cuanto a extensión y caudal son los ríos “Gallegos”, “Coyle” y “Santa
Cruz”. Todos ellos desaguan en las costas del océano Atlántico (20-23).
El río Gallegos tiene una longitud aproximada de 200 kilómetros. Su
anchura promedio es de 70 metros. Recorre principalmente ambiente
estepario. Sus principales afluentes son el río Rubens, Penitente y Ciake/
Chico. En tanto, el río Coyle posee tres brazos principales con los cuales
cubre gran parte del territorio comprendido entre el río Gallegos y el
río Santa Cruz. Su configuración es predominantemente anastomosada.

32
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Corre por el valle homónimo. Su anchura promedio es de 10 metros y


su mayor longitud es de 230 kilómetros. Próximo a su desembocadura,
su anchura promedia los 40 metros. Se origina en la meseta central y en
las cumbres de la cordillera Latorre. Al igual que el río Gallegos, recorre
ambiente estepario y cabe señalar que no tiene afluentes destacables.

El río Santa Cruz es sin dudas el más importante del territorio. Nace
directamente del lago Argentino y alcanza una longitud aproximada de
300 kilómetros. Su anchura fluctúa entre los 100 a 300 metros. Su caudal
y volumen de agua es de estabilidad estática. Morfológicamente tiene
trechos meándricos y sinuosos. Corre por el valle homónimo cuyo ancho
varía entre 10 kilómetros a 40 kilómetros y en ciertos tramos adquiere
una altura de 600 metros. Próximo a su desembocadura se ubica la isla
Pavón94, punto que históricamente ha servido como punto de cruce o
vado.

Debido a sus fuentes de origen, el cauce y volumen de agua de los ríos


Gallegos y Coyle disminuyen considerablemente durante la temporada
invernal, incluso congelándose parcialmente. De la misma forma,
durante la primavera y a causa de los deshielos, sus cauces y volúmenes
de agua aumentan considerablemente. Cabe señalar que ninguno de los
ríos descritos es infranqueable de a caballo. Sin embargo, cada uno tiene
vados específicos.

En Tierra del Fuego, los principales ríos desembocan en el océano


Atlántico, canal Beagle y estrecho de Magallanes. El principal curso de
agua es el río Grande. Tiene una longitud aproximada de 150 kilómetros
y desemboca en el océano Atlántico. Su ancho promedio es de 40 metros.
Se origina en altas cumbres y lagos (Blanco, Linch, Chico). Sus principales
afluentes son los ríos Rasmussen, Las Turbas y Mac Leod. Atraviesa la
región de ecótono, cruzando a lo largo áreas de turbales, bosque y estepa.
Su cuenca hidrográfica cubre una extensa área de territorio. Desde una
perspectiva Norte-Sur, el río Grande divide el Norte con el Sur. Desde una
perspectiva Fuegopatagonica, el río Grande marca un área de transición
ambiental fitogeográfica/biogeográfica y caminera. El río Azopardo es
considerado el más caudaloso de Tierra del Fuego. Tiene una longitud de
12 kilómetros y su ancho varía entre trechos de 15 metros a trechos de 40
y 100 metros. A través de él desagua el lago más importante de la isla, el
lago Fagnano, de 100 kilómetros de longitud. Otros ríos considerables son
el Lapataia y Yendegaia. Ambos ríos se ubican en la región cordillerana
y boscosa de Tierra del Fuego. El río Lapataia tiene una longitud de
30 kilómetros, un ancho promedio de 50 metros y se caracteriza por
su morfología meándrica. Proviene principalmente de altas cumbres,
glaciares y ventisqueros. Desagua en el lago Roca, el cual vierte sus aguas
en el canal Beagle. El río Yendegaia tiene una longitud de 15 kilómetros y
desemboca en la bahía homónima, que se conecta con el canal Beagle. Su
ancho tiene trechos que van desde los 30 metros a los 100 metros y corre
por el amplio valle homónimo. Su curso se origina en el glaciar Stoppani,
el cual forma parte del campo de hielo de la cordillera de Darwin.

94 Sus dimensiones aproximadas son de 2 kilómetros de largo por 300 metros de ancho.
33
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

A excepción del río Azopardo, los cauces y volúmenes de agua de los


demás ríos se ven alterados durante el invierno, con importantes trechos
congelados, pudiendo incluso cruzarse de a pie o de a caballo. De la
misma forma, durante la primavera y a causa de los deshielos, sus cauces
y volúmenes de agua aumentan considerablemente, casi no existiendo
vado posible.

Tanto la sección continental patagónica como la sección archipielágica


fueguina del territorio están enlazadas mediantes ambientes
subantárticos. Nos referimos específicamente a los ambientes esteparios
y ambientes archipielágicos o del fiordo95. Estos ambientes están
vinculados tanto fitogeográficamente como biogeográficamente. Como
se puede observar en la imagen (24), existe un traspaso gradual entre
estos dos ambientes dominantes. El ambiente estepario se distingue por
su color predominantemente amarillento que contrasta con los tonos más
verde y anaranjado del ambiente archipielágico.

En el ambiente archipielágico y cordillerano se encuentran las mayores


altitudes del territorio (25), especialmente en la vecindad de los campos
de hielo sur y fueguino, alcanzando los 2.500 msnm. En este ambiente
las precipitaciones anuales son mayores que en el ambiente estepario.
Aquí abundan los bosques frondosos de lenga/coigue y extensas áreas
pantanosas de turbas donde el tránsito se dificulta. La topografía del
terreno es más bien heterogénea. Se compone de valles, cañadones y pie
de monte. Existen portezuelos estratégicos para trasponer los cordones
montañosos.

En el ambiente estepario abundan los pastos y las gramíneas, extensas


praderas y mesetas. La superficie del suelo es más bien homogénea,
presentando una mayor facilidad para el tránsito si bien existen áreas
volcánicas como las de Pali Aike, donde el tráfico de a caballo resulta
imposible por la cantidad de piedras presentes. En este ambiente, que
puede parecer a primera impresión desértico, coexiste una cantidad
importante de especies animales y vegetales. No posee cordones
montañosos y es cruzado e irrigado por varios ríos y chorrillos. Esto
sucede tanto en Patagonia como en Tierra del Fuego.

Entre los ambientes existen áreas denominadas “ecotono”, es decir, áreas


de transiciones ambientales en las cuales se traspasa de un ambiente a
otro. Puede ser desde un espacio abierto a uno cerrado. Es decir, desde
un espacio amplio con profundidad visual como la estepa a un espacio
más contenido y con bordes próximos como el ambiente archipielágico y
cordillerano. Un ecotono notable es aquel que se ubica en la vecindad del
río Grande en Tierra del Fuego (24).

El territorio fuegopatagónico posee tres importantes variables que


modifican la percepción del espacio según la época del año: nieve, viento
y luz solar (24.1-24.3).

95 Pisano, E. (1977). Fitogeografía Fuego Patagonia chilena Anales del Instituto de la


Patagonia. Vol. 8, 121-251

34
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Las bajas temperaturas y la nieve constituyen una condición metereológica


imperante en Fuegopatagonia que, además, condiciona la caminería del
territorio. En los meses de invierno, las temperaturas pueden alcanzar los
-15º grados en las zonas alejadas de los bordes litorales. Estas extensas
áreas “interiores” son proclives a quedar cubiertas de nieve por un lapso
de tiempo importante. Esto aplica tanto para los ambientes esteparios,
principalmente las mesetas, como en los ambientes cordilleranos, donde
las altas cumbres y la débil luz solar invernal impiden el derretimiento de
la nieve. Por este motivo, el tránsito por estas áreas se dificulta, aunque a
veces las gruesas capas de escarcha pueden facilitar y agilizar el tránsito,
principalmente en áreas turbosas.

El viento es otro factor imperante en Fuegopatagonia. Éste influye en las


formas de utilizar el territorio y por lo tanto en su caminería. El viento
es una variable meteorológica que en Fuegopatagonia se comporta más
o menos de forma similar en la totalidad del territorio, a diferencia,
por ejemplo, de otras variables como las precipitaciones, humedad,
nubosidad, temperatura o insolación96. Su dirección predominante
(sotavento) es desde el océano Pacífico al océano Atlántico, es decir desde
el fiordo a la estepa. Su presencia en el territorio es intermitente, teniendo
una mayor intensidad y velocidad en los meses de verano. Los ambientes
esteparios, por su horizontalidad, están más expuestos y azotados a la
acción de los vientos, mientras que los ambientes del fiordo y cordillerano
están más protegidos. Sin embargo, hay áreas específicas donde el
viento se encajona, produciendo un efecto Venturi. Esto suele ocurrir en
valles, fiordos, senos y cañadones que se abren y orientan a la dirección
predominante del viento. Las rachas de viento pueden superar en verano
fácilmente los 100 km/h.

Debido a la latitud del territorio fuegopatagónico, las horas de luz son un


factor relevante. En los meses de verano, las horas de claridad son 18 y
de oscuridad, 6. En los meses de invierno este fenómeno es totalmente
lo contrario, es decir, las horas de oscuridad son de 18 y las de luz de
6. Camineramente esto se traduce que en los meses de verano pueden
recorrerse mayores distancias que en invierno. En efecto, una travesía
puede comenzar a las 6:00 am y prolongarse hasta las 22:00 pm.

96 Santana, A., Olave, C., Butorovic, N. (2010). Estudio climatológico con registros de alta
resolución temporal en campamento Posesión (ENAP). Magallanes, Chile. Anales del Instituto
de la Patagonia. 38(1), 5-34. p. 7
35
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

1.2. La ausencia de caminos hispanos, ferrocarriles


y parkways en Fuegopatagonia

En Fuegopatagonia no hubo caminería hispana. Conjeturamos que la


ausencia de ella otorga cierta particularidad al estudio de los caminos
en este territorio. Si bien es de dominio público que la corona española
intentó establecer su presencia en el estrecho de Magallanes a fines
del siglo XVI97, esta intención/proyecto fue mínima e incomparable
con el grado de intervención que los hispanos realizaron en el resto del
continente (26).

Desde el arribo de los españoles a América, tanto la construcción como la


mantención del “camino” fueron una preocupación constante por parte
de la Corona. Sin caminos expeditos las mercancías y la riqueza metálica
no podían circular y el territorio no podía defenderse. En este contexto, el
camino era un elemento clave para el progreso del imperio español. Como
han planteado diversos autores, los españoles se apropiaron y utilizaron
muchos de los caminos ya existentes y practicados por indígenas98. Estos
fueron mejorados, extendidos, registrados, rotulados e identificados bajo
nombres específicos: “camino del Plata”, “camino del Asia”, “camino Real
al Alto Perú”, etc. Todas estas operaciones debidamente documentadas
por los hispanos en distintos soportes (escritos y gráficos) permiten
acceder al estudio de la configuración de los caminos en un lapso de
tiempo amplio. Situación similar se puede observar en la historia de los
caminos de Norteamérica, territorio al cual los europeos comenzaron a
arribar, desde la costa atlántica, desde inicios del siglo XVII99.

Gran parte de los estudios camineros del continente americano se


han concentrado en los “caminos prehispánicos”, “camino del Inca”,
“caminos Reales”, “caminos Coloniales” y/o “caminos Republicanos”100.
Estas categorías no aplican al territorio fuegopatagónico. Aquí no
hubo colonización hispana ni de otra nación europea que incidiera
tempranamente en la configuración caminera del territorio. Como es
sabido, al menos hasta la mitad del siglo XIX, la relación entre los colectivos
trashumantes chon y el hombre blanco fue más bien ocasional y se limitó
a los bordes litorales, especialmente los del estrecho de Magallanes101.

97 En 1584, Pedro Sarmiento de Gamboa fundó dos poblados en el estrecho de Magallanes.


Nombre de Jesús y Ciudad Rey Don Felipe. Ambas fueron abandonadas a los pocos meses. Ver:
Martinic, M. (1977). Historia del estrecho de Magallanes. Santiago: Andrés Bello. pp. 109-122
98 Choque, C. (2017). Caminos reales y troperos. Las redes viales coloniales y las comunidades
andinas en los altos de Arica (siglos XVI al XVIII). Revista Chilena de Antropología. Vol.
36, 412-429. Langebaek, C. (2000). Por los caminos del piedemonte. Una historia de las
comunicaciones entre los Andes Orientales y los llanos, Siglos XVI a XIX. Bogota: Universidad
de los Andes, Centro de estudios socioculturales e internacionales. González, M. (Coord.).
(2010). Caminos reales de Colombia, La ruta de la herencia prehispánica. Biblioteca Digital
Luis Ángel Arango. Ortiz, S. (1992). Caminos y transporte en Mexico. Una aproximación
socioeconómica: fines de la colonia y principios de la vida independiente. D.F. Mexico: Fondo
de Cultura Económica, Secretaría de Comunicaciones y Transportes. AAVV. (2016). Dossier
Caminos, Rutas y transporte en Latinoamérica. Historia 2.0. Año VI, Nº 11, Enero-Junio.
99 Burghardt, A. (1969). The origin and development of the road network of the Niagara
peninsula, Ontario, 1770-1851. Annals of the Association of American Geographers. Vol. 59 (3).
pp. 417-440. Virginia Department of Transportation. (2006). A history of road in Virginia. The
most convenient wayes. Disponible en http://virginiadot.org/about/resources/historyofrds.
pdf
100 Otra arista investigativa abierta y en boga ha sido la relación entre cultura, automóviles e
infraestructura.
101 Respecto a la relación entre los colectivos trashumantes chon ecuestres y el hombre blanco
ver: Martinic, M. (2013). Los Aonikenk. ¿Epitome del buen salvaje?. Magallania. Vol. 41 (1).
5-28. pp. 21-25
36
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Esto incidió en el vacío documental de casi tres siglos (1520-1860) que


existe en torno a los caminos en Fuegopatagonia.

Desde el arribo de Chile al estrecho de Magallanes (1843) mediante


el establecimiento penal de “Fuerte Bulnes”, trasladado en 1848 y
denominado “Punta Arenas”, la caminería trashumante chon comenzó a
conocerse. A diferencia del arribo de los españoles a América, los chilenos
en el estrecho de Magallanes no encontraron caminos construidos o algo
que se pareciera a una infraestructura vial visible a simple vista. Sin
embargo, con la gradual interacción entre la población del establecimiento
colonial chileno y los colectivos trashumantes ecuestres se advirtió la
existencia de una caminería presente en el territorio102. Situación diferente
ocurrió en Tierra del Fuego donde no hubo espacio para una diplomacia
caminera entre los trashumantes pedestres y el hombre blanco.

Así, el conjunto de caminerías practicadas en Fuegopatagonia no surgieron


o se vieron trastocadas tempranamente por una caminería imperialista
o estatal. Tampoco por caminos “Republicanos” o “Coloniales”, como
aquellos que traspusieran el macizo de los Andes para conectar la
metrópoli santiaguina y bonaerense, por ejemplo.

Por último, cabe mencionar otro aspecto importante que caracteriza el


desarrollo de la caminería en Fuegopatagonia: la ausencia de una línea de
ferrocarriles como medio de transporte, tanto de pasajeros como de carga,
que diera estructura y organización a los desplazamientos terrestres103. Si
bien a comienzos del siglo XX hubo proyectos para conectar mediante
rieles el estrecho de Magallanes con el seno de Última Esperanza (325 km.
app.) y Río Gallegos con el lago Argentino (300 km. app), éstos finalmente
se desecharon104. De esta manera, el “camino” fue la única vía de terrestre
de comunicación del territorio.

1.3. El establecimiento de los asentamientos fijos


1842-1910

Como se verá a continuación, el emplazamiento de los primeros enclaves


nacionales en el territorio fuegopatagónico fue en los bordes litorales.
Ningún enclave se fundó en el “interior”. Éstos dependían política
y administrativamente de las metrópolis santiaguina, bonaerense y
londinense. Las dos primeras ubicadas a casi 2.000 kilómetros de distancia
y la tercera a 13.000 kilómetros. La vía marítima fue la principal vía de
comunicación entre las metrópolis y sus nuevos enclaves “australes”.
El intento de establecer asentamientos “urbanos” o “civiles” en
Fuegopatagonia datan de fines del siglo XVI. En 1584, el español Pedro
Sarmiento de Gamboa, en representación de la Corona Española,
fundó en el estrecho de Magallanes los poblados de “Nombre de Jesús”
y “Ciudad Rey Don Felipe”. El destino de estos asentamientos fue un

102 Martinic, M. (2016). Reescribiendo la historia: Algunas refl


reflexiones
exiones sobre el conocimiento y
dominio del territorio de Magallanes (1870-1900). Magallania. 44 (2), 5-36
103 Es sabido de la existencia de un tren que conectaba la ciudad de Punta Arenas con la
mina de carbón Loreto a fines del siglo XIX. Sin embargo, tenía un alcance local, no teniendo
impacto a nivel territorial.
104 Un buen resumen de los proyectos ferroviarios en la región en: Martinic, M. (1985). Última
Esperanza en el tiempo. Punta Arenas: Universidad de Magallanes. pp. 159-166.
37
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

rotundo fracaso. A los pocos meses fueron abandonados105. Desde los


proyectos liderados por Gamboa, y por casi dos siglos y medio, no existen
antecedentes de algún nuevo intento por instalar un asentamiento formal
en las costas del estrecho de Magallanes (26).

A pesar que las islas Falklands fueron avistadas por primera vez a fines
del siglo XVI, el primer desembarco en ellas fue en enero de 1690. Desde
entonces surgió un mayor interés por establecer un enclave colonial en
las Falklands que en el estrecho de Magallanes. Francia, España y Gran
Bretaña fueron las primeras potencias europeas interesadas en tomar
posesión efectiva de las islas Falklands.

Tras las operaciones hidrográficas realizadas en aguas fuegopatagónicas


por el Almirantazgo Británico (1826-1834), la región adquirió
nuevamente una importante connotación geopolítica a nivel mundial.
La posesión geográfica de las Falklands era clave por su proximidad al
océano Antártico y al estrecho de Magallanes. Así, en 1842, los británicos
fundaron Puerto Stanley en la isla Falklands del este. Es importante
señalar que, al momento del arribo del primer gobernador designado,
Richard Moody (enero, 1842), el ganado doméstico de la colonia consistía
en 86 vacunos, 43 caballos, 31 ovejas, 3 cabras, 20 cerdos y 45 perros.
Esta cifra contrastaba con las estimaciones del ganado bagual: 30.000
vacunos, 3.000 caballos y 500 cerdos106.

La joven república de Chile, basándose en los límites territoriales


heredados del Virreinato español, tomó posesión del estrecho de
Magallanes en septiembre de 1843. Dicho acto se materializó mediante
la fundación del enclave militar y penal bautizado “Fuerte Bulnes”107.
En 1848, la población residente del “Fuerte Bulnes” trasladó el enclave
chileno a las inmediaciones de la desembocadura del río de las Minas en
el estrecho de Magallanes, casi 60 kilómetros al norte108. El 8 de agosto de
1853, con el objetivo de fomentar la población y desarrollo económico de
la entonces denominada “Colonia de Magallanes”, se creó el “Territorio de
Colonización de Magallanes”109. En los años siguientes, la colonia militar/
penal pasó a denominarse “Punta Arenas”110 (27).

A diferencia de Puerto Stanley, Punta Arenas nunca tuvo un acta de


fundación. A pesar de varias dificultades derivadas de la distancia y
descoordinación política/administrativa con los centros metropolitanos
santiaguino y londinense, tanto Punta Arenas como Puerto Stanley
lograron sustentarse y mantenerse en el tiempo durante sus primeros
años. Si bien ambos enclaves están a 1.000 kilómetros de distancia vía
105 Martinic, M. (1977). Historia del Estrecho de Magallanes. Santiago: Andrés Bello.
106 Henniker-Heaton, H. (1980[1923]). Early Settlement of the Falkland Islands. The
Falkland Islands Journal. s/p. Respecto al arribo de los animales devenidos en baguales en las
islas Falklands ver: Spruce, J. (1992). Corrals and gauchos. Stanley: Falklands Conservation.
107 El lugar escogido fue el mismo donde Pedro Sarmiento de Gamboa había fundado 264 años
antes (1584) la malograda Ciudad Rey Don Felipe.
108 Luego del traslado de la población, el Fuerte Bulnes quedó abandonado. En 1851 y tras
el “Motín de Cambiaso” que sucumbió a la naciente “colonia de Magallanes” las instalaciones
del Fuerte fueron completamente destruidas. En 1943 y bajo la iniciativa liderada por el
General de Ejército Ramón Cañas Montalva se construyó un replica en el mismo lugar de su
emplazamiento original.
109 Martinic, M. (2011). Magallanes en el ordenamiento territorial de Chile republicano, su
expresión cartográfica (1853-1884). Magallania, Vol. 39(1), 37-45. pp. 40-42
110 Punta Arenas es la traducción del topónimo ingles “Sandy Point”, nombre con el cual se
denominaba al lugar donde se emplazó definitivamente la colonia chilena.
38
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

marítima, eran los poblados más cercanos entre sí. La colaboración entre
ambos, en cuanto al intercambio de materias primas, fue clave para sus
economías111.

Desde el establecimiento de Puerto Stanley (1842) y Punta Arenas (1843),


pasaron 41 años hasta que se establecieron nuevos enclaves nacionales en
el territorio fuegopatagónico (28). En 1884, tres años después del Tratado
de Límites de 1881, la republica de Argentina promulgó la ley 1.532 con
la cual creó la figura administrativa de los “Territorios Nacionales”. Entre
los nuevos Territorios Nacionales creados estuvieron el de “Santa Cruz” y
de “Tierra del Fuego”112.

La capital del “Territorio de Santa Cruz”113 fue ubicada en una primera


instancia en la desembocadura del río Santa Cruz y recibió el nombre de
“Puerto Santa Cruz” (400 kilómetros vía terrestre de Punta Arenas). La
capital del Territorio de “Tierra del Fuego” fue ubicada en la bahía de
Ooshooia/Ushuaia, a orillas de onashaga/canal Beagle (500 kilómetros
vía marítima de Punta Arenas). En 1885, la capital administrativa del
Territorio de Santa Cruz fue trasladada al estuario del rio Gallegos114. De
esta manera surgió el poblado homónimo y emplazamiento definitivo de
su capital (200 kilómetros vía terrestre de Punta Arenas)115.

Comenzando la última década del siglo XIX, la república de Chile fundó


dos nuevos enclaves nacionales. Ambas fundaciones se realizaron siendo
el gobernador de Magallanes el capitán de Navío Manuel Señoret (1892-
1896). La necesidad de estos nuevos enclaves derivó del creciente auge
aurífero que se desató en el territorio a inicios de la década de 1880,
primero en Tierra del Fuego y luego en la costa atlántica del continente116.
Así, en noviembre de 1892 se fundó en isla Navarino “Puerto Toro”,
específicamente en el paraje que los canoeros yaganes denominaban
“afluruwaia”117. El lugar fue escogido por su proximidad a los lugares
donde se concentraban las faenas de extracción auríferas, islas Picton,
Lennox y Nueva. La duración de “Puerto Toro” no se prolongó por más
de cuatro años. En 1894, se fundó el primer enclave chileno en Tierra
del Fuego denominado “Porvenir”. En efecto, el 20 de junio de 1894 se
dictaba desde la metrópoli santiaguina: “1º procédase a establecer una
población en el puerto denominado Porvenir, en la Tierra del Fuego”118.

111 Martinic, M. (2009). Relaciones y comercio entre Magallanes y las islas Falklands (1845-
1950). Magallania 37 (2), 5-13.
112 Bandieri, S. (2005). Historia de la Patagonia. Buenos Aires: Sudamericana. p. 155-156
113 El territorio de Santa Cruz fue uno de los más extensos, alcanzando una longitud
aproximada de 600 kilómetros
114 El principal motivo por el cual se decidió trasladar la capital del territorio de Santa Cruz
a río Gallegos se debió al hallazgo de arenas auríferas en el borde litoral atlántico entre el
estrecho de Magallanes y el estuario de Río Gallegos en 1884.
115 Barbería, E. (2000). Los dueños de la Patagonia Austral 1880-1920. Santa Cruz: UNPA.
116 Según Mateo Martinic hubo al menos dos acontecimientos oficiales oficiales que evidenciaron
la presencia del metal preciado en fuegopatagonia. Primero fue el hallazgo realizado por
el teniente de marina Ramón Serrano Montaner durante su viaje exploratorio a la región
esteparia de Tierra del Fuego en 1879. El segundo acontecimiento fue el naufragio, en 1884
del vapor francés “Arctique” en las costas del cabo Virgen. Durante su rescate se advirtió la
presencia de oro en las barrancas costeras. Martinic, M. (2005). Crónicas de las Tierras al sur
del canal Beagle. Punta Arenas: Lakutaia. p. 87
117 Ver: Bridges, L. (1948). Uttermost Part of the Earth. London: Hodder � Stoughton.
118 Vera, R. (1897). La colonia de Magallanes i Tierra del Fuego. Santiago: Imprenta la
Gaceta. p. 396
39
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Punta Arenas (1848), Puerto Santa Cruz (1884), Ushuaia (1884),


Río Gallegos (1885) y Porvenir (1894) fueron los primeros enclaves
nacionales instalados en Fuegopatagonia. Sin embargo, cabe señalar que
solamente Punta Arenas, el primer enclave nacional, fue emplazado en
un espacio donde no existía indicio de asentamiento humano previo, ni
por parte del hombre blanco ni por parte de algún colectivo trashumante
fuegopatagónico o canoeros kawesqár. En el caso de Puerto Santa Cruz,
el capitán Luís Piedra Buena había establecido en 1859 una factoría para
el procesamiento de grasa y pieles en la isla Pavón. Por otro lado, se sabe
la existencia previa de paraderos de colectivos trashumantes aonikenks
con los cuales Piedra Buena traficaba pieles de guanaco y plumas de
avestruz. Desde entonces, en las inmediaciones de la desembocadura
del río Santa Cruz en el Atlántico se registraron constantes intentos de
asentamientos privados/particulares por parte de misioneros anglicanos,
comerciantes y personal de las Armadas navales de Argentina y Chile119,
algunos con más éxitos que otros. En el caso de “Ushuaia”, se escogió
la bahía homónima y en la cual los misioneros anglicanos se habían
instalados en 1869120, es decir 15 años antes. A la vez, la misión anglicana
se había instalado en un frecuentado paraje yagan. Por otro lado, con
anterioridad a la fundación de Río Gallegos en el estuario homónimo, se
habían establecidos paraderos de colectivos trashumantes aonikenks. En
1873 se había levantado un pabellón en nombre de Chile que no prosperó.
En 1882 había un campamento en el que habitaban dos chilenos, según
pudo constatarlo el científico Giovanni Roncagli121. En 1885 y previo a la
fundación de Río Gallegos se había establecido una prefectura marítima.

En cuanto al poblado de Porvenir, su fundación es tardía si se considera


las actividades previas que en ella se realizaban. En el verano de 1879 el
teniente segundo de la marina chilena Ramón Serrano Montaner lideró
la primera expedición científica/militar en Tierra del Fuego122. En tal
ocasión, el marino chileno pudo constatar la presencia de restos auríferos
en áreas cercana al litoral del estrecho de Magallanes, específicamente en
el cordón bautizado “Baquedano”. La noticia no tardó en llegar a Punta
Arenas. Al año siguiente, el marino chileno Jorge Porter cartografiaba y
denominaba Porvenir a la nueva bahía descubierta próxima al cordón
“Baquedano”. La bahía de Porvenir se transformó de inmediato en lugar
de desembarco para los buscadores de oro. Casi seis años más tarde el
gobernador de Magallanes Francisco Sampaio (1880-1889) informaba en
su memoria anual; “sobre el puerto de Porvenir, centro de operaciones
de lavaderos, se levanta una pequeña población cuyo desarrollo parece
estar a la expectativa del incremento que toman las faenas mineras”. En
119 “Llegado al río Santa Cruz, procedí a la construcción de una casita, que pueda de servir
para albergar a los que más tarde deban ocuparse de ese trabajo […] Aquí es ocasión de que
haga conocer a Ud. que a mi llegada a aquel puerto [Santa Cruz] encontré a que la goleta de
guerra argentina Chubut había construido una casita en la cual había instalado un empleado
que se decía Gobernador marítimo, plantando al mismo tiempo una asta de bandera en la
cual me aseguró se izaba el pabellón argentino”. Viel, O. (1874). El Gobernador de Magallanes
al Ministro de Relaciones Esteriores i de Colonizacion (Punta-Arenas, mayo 1º de 1874. En
Memoria de Relaciones Esteriores i de colonización presentada al Congreso Nacional de
1874. Santiago: Imprenta de la República. pp. 968-969
120 La base misionera de los anglicanos se ubicaba desde 1856 en la isla Keppel, una de las
más de 700 islas que configuran el archipiélago de las islas Falklands.
121 Bove, G. (2005). Expedición a la Patagonia. Un viaje a las tierras y mares australes
(1881-1882). Buenos Aires: Continente.
122 Serrano, R. (1880). Diario de la excursión a la isla grande de Tierra del Fuego durante los
meses de enero i febrero de 1879. Anuario Hidrográfico de la Armada de Chile. Nº 29. pp.
151-211
40
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

consecuencia, la bahía de Porvenir, en calidad de puerto, se convirtió en


un caserío minero que fue adquiriendo cierta urbanidad en la medida
que se fueron estableciendo los servicios básicos que asistían a las faenas
extractivas de oro. Cabe señalar que, previo a la fundación oficial de
Porvenir, operaba allí un enclave policial que, como plantea Bascopé,
servía “para contener la barbarie asociada no ya, o no sólo, a los ‘indios’
sino a los buscadores de oro desperdigados en la isla desde 1881”123

1.4. La partición del territorio fuegopatagónico


1881-1903

La necesidad de establecer y fijar límites mediante líneas para convertir


el espacio geográfico en espacio nacional no estuvo ausente en
Fuegopatagonia. Desde mediados del siglo XIX las nacientes repúblicas
de Chile y Argentina comenzaron a interesarse por la definición de sus
límites “australes”. Por aquel entonces los británicos habían tomado
posesión de las islas Falklands y los chilenos del estrecho de Magallanes.
Ambos mantenían sus respectivas colonias (Puerto Stanley y Punta
Arenas). Al mismo tiempo, los viajes de exploración hacia las aguas
antárticas comenzaban a incrementarse.

La intención de fijar la línea divisoria de forma definitiva se inició con


un tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navegación firmado en 1855.
La norma del tratado era el utti possidetis de 1810. Año en que Chile y
Argentina se separaron del domino español. Bajo esta lógica los límites
territoriales del Virreinato del Rio de la Plata y de la Capitanía General
de Chile se transferían a las nuevas repúblicas. El tratado tendría una
vigencia de doce años, hasta 1868124.

Luego de varias discusiones de carácter diplomático entre Buenos Aires y


Santiago125 y con un evidente desconocimiento geográfico del territorio, la
cuestión limítrofe fue sentenciada con el Tratado de Límites firmado en
23 de julio de 1881 en la metrópoli bonaerense (30). A partir de entonces,
el territorio fuegopatagónico fue imaginado y anclado a la geografía
“Patagonia austral y Tierra del Fuego”, una geografía sistemática Norte-
Sur. Las islas Falklands quedaron fuera del Tratado, siendo un tema a
resolver entre Londres y Buenos Aires.

El Tratado de Límites de 1881 estuvo compuesto por siete artículos. De


manera general, sentenció que el límite entre las dos repúblicas era el
macizo cordillerano de los Andes. La línea fronteriza sería determinada
por las cumbres más elevadas del macizo andino que configuraran la
divisoria de aguas hacia los océanos Pacífico y Atlántico. Por otro lado,
Chile no tendría acceso al océano Atlántico y Argentina al océano Pacífico.

De los siete artículos que componen el tratado, los artículos segundo


y tercero tuvieron incidencia directa en nuestra área de estudio. El
artículo segundo aplicó para la sección continental. De modo breve,
123 Bascopé, J. (2010). Sentidos Coloniales I. El oro y la vida salvaje en Tierra del Fuego, 1880-
1914. Magallania. Vol. 38(2), 5-26. p. 7.
124 Bandieri, S. (2005). Historia de la Patagonia. Buenos Aires: Sudamericana. p. 317-318
125 Basta recordar el fallido pacto Fierra-Sarratea firmado
firmado el 6 de diciembre de 1878 en
Santiago.
41
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

aquí la línea internacional fue definida en dos partes. La primera, tuvo


como objetivo salvaguardar el estrecho de Magallanes para Chile. Esto se
resolvió mediante la unión de tres topónimos, a saber: Punta Dungeness,
Monte Dinero y Monte Aymond, más la racionalidad y exactitud de la
intersección entre el paralelo 52º y el meridiano 70º. La segunda parte fue
menos elaborada. Desde la intersección del paralelo 52º con el meridiano
70º se proyectaría una línea siguiendo la dirección del paralelo hasta que
se intersectara con la divisoria de aguas de los Andes. En otras palabras,
hasta que se uniera con la línea abstracta que venía “bajando” desde el
norte.

El artículo tercero fue el responsable de la partición de la Tierra del Fuego


mediante una línea recta Norte-Sur. Esta línea inventó una Tierra del
Fuego Argentina y otra chilena. En este caso el inicio de la frontera se ancló
por el norte en la “latitud cincuenta y dos grados cuarenta minutos” y se
prolongó hacia el sur hasta que coincidiera con el “meridiano occidental
de Greenwich, sesenta y ocho grados treinta y cuatro minutos hasta tocar
el canal Beagle”. Todas las islas ubicadas “al sur” del canal Beagle hasta el
cabo de Hornos quedaban para Chile.

Como se verá más adelante, la línea fronteriza imaginada, fabricada,


escrita, analizada y dibujada desde “arriba” hacia “abajo” en los gabinetes
metropolitanos no tuvo consideración alguna de los ambientes geográficos
del territorio y menos de sus caminerías. En este sentido, como plantea
Joaquín Bascopé, la frontera argentina/chilena en Fuegopatagonia puede
ser leída meramente como “un alambre en el paisaje”126.

La fijación de la frontera en terreno

Los trabajos demarcatorios de la frontera internacional en Fuegopatagonia


se iniciaron en 1894 y se prolongaron hasta 1903. Estos trabajos fueron
realizados por las prestigiosas “Sub comisiones Australes de Límites”,
lideradas por ingenieros, topógrafos y agrimensores (31).

Previo al inicio de los trabajos demarcatorios, se firmó un acuerdo


conocido como Protocolo de Límites de 1893. El objetivo de este
documento era anticiparse a posibles descalces geográficos/Tratado
que ya eran evidentes. Cualquier diferencia e imprevisto que surgiera en
terreno sería subsanado por las mismas Sub-comisiones. En el caso de no
llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes, se recurriría a una
tercera nación para que intercediera como mediadora. Así, con las reglas
del juego claras, los emisarios del Estado bajaron desde la metrópoli al
“sur”. Los trabajos demarcatorios se realizaron durante los meses de
verano.

La primera línea en demarcarse fue en Tierra del Fuego. Los trabajos


se iniciaron en febrero de 1894 y concluyeron en mayo de 1895.
Mediante veintidós hitos de fierro y tres de piedra, fijados, registrados
científicamente y alineados en una perfecta línea recta Norte-Sur, la isla

126 Bascopé, J. (2018). En un área de transito polar. Desde el establecimiento de líneas


regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura del canal de
Panamá (1914). Villa Tehuelches: CoLibris. p. 11-62
42
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

quedó “perfectamente” partida.

El inicio de la demarcación limítrofe en Tierra del Fuego había comenzado


en marzo de 1892, sin embargo, un pequeño detalle detectado en terreno
retrasó los trabajos por casi dos años. Al empezar a fijar el primer hito “se
suscitó la dificultad de saber cuál sería el punto denominado cabo Espíritu
Santo, desde donde debía partir el límite hacia el sur”127. Finalmente el
protocolo firmado el 1 de mayo de 1893 zanjó el problema determinando
un punto intermedio entre los dos puntos que proponían ambas partes128.

Luego detectaron un segundo descalce importante debido al cual tuvo


que modificarse la posición de la frontera. Siguiendo las instrucciones del
Tratado de 1881, la frontera pasaba sobre la bahía San Sebastián, esto
significaba que Chile tenía acceso al océano Atlántio. La solución fue
simple, la inquebrantable “línea recta” fue desplazada dos kilómetros
al oeste del borde litoral. En adelante no hubo mayores dificultades en
terreno en cuanto a discordancias por la posición de la línea limítrofe
norte-sur.

Concluida la demarcación fronteriza en Tierra del Fuego, las sub-


comisiones se trasladaron a la “Patagonia Austral” para continuar con
la fijación de los hitos. Los trabajos de reconocimiento comenzaron
en noviembre de 1895 y se prolongaron hasta marzo de 1898 (35). La
primera dificultad fue establecer la línea recta que conformaba la frontera
uniendo lo topónimos “Punta Dungeness”, “Monte Dinero”, “Monte
Aymond” y la intersección del paralelo 52º/meridiano 70º. Esto último
debido a que, al proyectar la línea que debía unir dichos puntos, pasaba
sobre las aguas del estrecho de Magallanes. Sin embargo, en este caso
las sub-comisiones lograron llegar a un acuerdo satisfactorio. La segunda
dificultad fue más compleja debido a que se trataba de la intersección del
paralelo 52º con la siempre engorrosa divisoria de aguas de la cordillera
de los Andes. Durante los primeros meses de 1898 ambas sub-comisiones
propusieron distintas alternativas, pero no hubo consenso.
Ante tal situación, Buenos Aires y Santiago decidieron en noviembre de
1898 apelar a un arbitraje limítrofe. Gran Bretaña fue el país escogido
como mediador ante la causa fronteriza. En febrero de 1899 se constituyó
el Tribunal Arbitral Inglés. Sus miembros fueron Thomas H. Höldich
“el famoso creador de Límites”129, John Ardagh y Lord MacNaghten.
Mientras tanto, Argentina y Chile siguieron trabajando en terreno en
miras de producir el material suficiente para la defensa arbitral130.

El dispositivo cartográfico, elocuente por su rigor científico, se convirtió en


un elemento clave para reforzar y visibilizar la argumentación discursiva
que cada país sostuvo131. Mediante la producción de sendos volúmenes
127 Donoso, A. (1906). Demarcación de la línea de frontera en la parte sur del territorio:
trabajos de la Quinta Sub-Comisión Chilena de Límites con la República Arjentina, con una
introducción de Luis Risopatrón. Santiago: Imprenta Cervantes. p.1
128 Op. cit. p. 2
129 Así lo denominó el geógrafo miembro de la defensa chilena Hans Ste�en. Ste�en. Ste�en,
Ste�en, H.
(2014[1929]). Problemas limítrofes y viajes de exploración en la Patagonia: recuerdos de la
época del conflicto fronteriza entre Chile y Argentina. Santiago: DIBAM. p. 287
130 En el caso chileno Hans Ste�en,
Ste�en, Alejandro Bertrand, Oscar Fischer, Santiago Marín
Vicuña, Manuel Moore, Alberto Fuentes, Ramón Serrano Montaner, fueron algunos de los
hombres enviados a estudiar el terreno.
131 Lois, C. (2014). Mapas para la nación. Episodios de la historia de la cartografía en
argentina. Buenos Aires: Biblos. pp. 191-219
43
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

escritos y cuidadosamente ilustrados mediante cartografías y fotografías


(plegables y hasta de un metro y medio de largo) cada defensa presentó
y expuso sus memorias y contra-memorias ante el tribunal inglés (1900-
1901).

En marzo de 1902, Thomas Höldich desembarcó en el seno de Última


Esperanza para visitar la región en disputa. Su estadía se prolongó por
tres días (15-18 de marzo). Lo acompañaron miembros de ambas sub-
comisiones y algunos estancieros establecidos en la zona desde 1894132. En
terreno y con antecedentes en mano, al menos las cartografías producidas
por Chile, Höldich deliberó sus propias conclusiones.

El veredicto final fue presentado por el Tribunal Británico el 20


noviembre de 1902. La divisoria de agua continental fue definida como la
configuradora de la nueva frontera. Con Höldich nuevamente en terreno
se procedió a instalar los primeros hitos de fierros. Entre el 5 de febrero
y el 16 de marzo de 1903 se instalaron desde la sierra Baguales hasta
el paralelo 52º, donde la frontera había quedado demarcada en 1898,
veintiséis hitos. Así se dio por finalizada las operaciones demarcatorias
que se prolongaron por cerca de siete años (32-33).

Concluidos los trabajos, las “Sub-comisiones Australes de Límites”


emprendieron su marcha de retorno a las metrópolis nortinas. Sin duda
alguna, sus trabajos fueron realizados con una rigurosidad científica
inapelable. Desde el norte trajeron aparatos y técnicas de medición
nunca antes empleadas en Fuegopatagonia. Instalaron verdaderos
laboratorios de producción y reproducción de imágenes geográficas. Pero
la complejidad de la línea fronteriza y todos los elementos necesarios para
su demarcación no deriva del terreno sino de la geografía Norte-Sur que
se proyectó e imaginó desde Santiago y Buenos Aires (34-35). En otros
términos; de una “inconciencia geográfica”133.
Las sub-comisiones vinieron a Fuegopatagonia a “nortificar” el territorio
con toda la maquinaria y aparataje estatal disponible. De esta forma,
actuaron como dispositivos de poder: toponomizaron, crearon vistas
fotográficas, encuadraron paisajes, universalizaron la geografía,
redactaron informes, definieron lo que era camino y lo que no, etc.
Mediante la producción cartográfica -que sorprende por su cantidad,
definición y formato de impresión- contribuyeron a torcer y retorcer
una geografía regional (36). Una vez marcada la línea fronteriza de
manera tangible, ésta se convirtió en un nuevo punto de orientación
espacial y geográfica, modificando los sentidos camineros del territorio.
En consecuencia, surgió un territorio chileno y un territorio argentino.
Es decir, los accidentes geográficos adquirieron una nacionalidad según
el lado de la línea fronteriza en el cual quedaron. Ríos, lagos, cordones
montañosos y campos de hielos pasaron a ser “binacionales” (37-41).

132 Entre ellos los alemanes Rodolfo Stuberaunch y Ernesto von Einz. Martinic, M. (2000).
Última Esperanza en el tiempo. Punta Arenas: Universidad de Magallanes.
133 Cañas-Montalva R. (1972). Donación General Ramón Cañas Montalva. Catalogo del
Fondo Bibliográfico. Santiago: Biblioteca del Congreso Nacional. pp. 7-14
44
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

1.5. De ovejas y estancias

El arribo de la primera partida de ovejas al estrecho de Magallanes en 1877,


provenientes desde al archipiélago de las islas Falklands, fue decisivo en la
transformación del territorio en estudio134. Por alrededor de casi 30 años,
las extensas planicies ubicadas al norte de Punta Arenas no despertaban
ningún indicio de actividad productiva. Por tal motivo, las por entonces
“desoladas” y “estériles” pampas inquietaban a las autoridades chilenas
en el estrecho de Magallanes.

Como se ha indicado, el arribo de las primeras ovejas al estrecho


de Magallanes está fechado a partir de mayo de 1877 (42-43). Sin
embargo, esto fue consecuencia de conversaciones y estudios previos que
visualizaban la reproducción del negocio ganadero en el continente135. Al
respecto, el gobernador de Magallanes Diego Dublé Almeida (1874-1878)
expuso en su memoria anual de 1877:

“Durante mi estadía en las Malvinas [diciembre 1876] mis esfuerzos


también se dirijeron a indicar a algunos señores que se dedican a la
crianza de ganados (única industria en aquella Colonia) a visitar nuestro
territorio que es tanto mas apropiado al objeto que el de aquellas islas.
Uno de los más ricos propietarios debe venir pronto a Magallanes para
estudiar la materia. Si las observaciones que haga resultan favorables,
como debe esperarse, indudablemente tendremos la inmigración de
honrados industriales que vendrán a buscar a Magallanes los terrenos
que faltan en Malvinas i que aquí se les brinda con tantas seguridades i
garantías”136

La primera partida de ovejas, compuesta por 300 ejemplares, fueron


desembarcadas en la isla Isabel. Lugar donde fueron puestas a observación.
El experimento de aclimatación resultó positivo. Sólo faltaba saber bajo
la soberanía de qué nación quedarían las ahora codiciadas “pampas” del
estrecho de Magallanes.
Esclarecida la situación fronteriza, definida con el Tratado de Límites de
1881, se entregaron los primeros permisos formales de terrenos para la
explotación ovina. En efecto, el 25 de noviembre de 1884 se realizó en
la gobernación de Magallanes la primera subasta de tierras en calidad
de arrendamiento. Se arrendaron por un plazo de quince años 522. 200
hectáreas emplazadas principalmente en la región oriental del estrecho
de Magallanes, considerada con las mejores aptitudes ambientales/
fitogeográficas y de fácil acceso para el embarque de productos.

Si bien en 1883 el gobernador de Magallanes Francisco Sampaio (1880-


1889) se quejaba de que la ganadería no prosperaba por la falta de

134 Este arribo corresponde al primero con fi


fines
nes de una explotación a gran escala. Al respecto
ver: Martinic, M. (s/f). La Crianza de ovejas en Magallanes antes de 1877. Disponible en
biblioteca digital Aike, universidad de Magallanes.
135 En diciembre de 1876, el ingles Jame Galle había solicitado una extensión de terreno en la
inmediaciones de la bahía de San Gregorio para insertar 30.000 ovejas traídas desde las islas
Falklands. Tal solicitud no prosperó. Archivo Histórico Ministerio RR.EE. Vol. 52 letra D, del
01-10-1875 a 19-12-1876. Nº Fojas 253. p. 230.
136 Sampaio, F. (1887). El Gobernador del Territorio de Magallanes al señor Ministro de
Colonización (Punta Arenas, 25 abril, 1887). En: Memoria presentada por el Ministro de
Relaciones Exteriores i Colonización al Congreso Nacional. Santiago: La Época. p. 220
45
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

transportes adecuados para el traslado de ovinos desde las Falklands137,


en 1886 el panorama era totalmente distinto:

“Ya la parte occidental [oriental] del Estrecho cuenta con valiosas estancias
de ganado pecuario importado de las Islas Malvinas, i con no menos
valiosas de vacunos y caballar, cuya masa va en creciente i notable aumento
con los arreos que están haciendo de Río Negro y Chubut. La experiencia
de tres años que hace que se dio principio a la introducción de ganado
ovejuno en número que merezca mencionarse, viene demostrando que el
clima se presenta como patrocinante de su reproducción, alcanzándose
un éxito mas satisfactorio que el que se obtiene en Malvinas mismo”138

Tan sólo un año más tarde, en 1887, el negocio ganadero ya comenzaba a


consolidarse. Sampaio informaba a Santiago cómo el progreso animaba a
una región que hasta hace poco estaba, en su imaginación, vacía de vida:

“[…] pudiendo, si, aseverar que el comercio en general continúa


aumentando de una manera notable, haciendo desaparecer el desierto
con las pequeñas poblaciones que en todas direcciones levantan lavaderos
de oro, las estancias de ganados, la labranza i corte de maderas”139.

A partir de 1885, el gobernador del nuevo Territorio de Santa Cruz, Carlos


Moyano, entregó los primeros permisos formales para la explotación
ovina. De esta manera, la crianza ovina se comenzó a desplegar en ambos
lados de la frontera140.

En cuanto a la Tierra de Fuego, el primer permiso formal fue entregado en


1883 a la sociedad “Wehrhahn y Cia”. Esta comenzó a funcionar a fines de
1884 en la bahía Gente Grande. El segundo permiso fue otorgado en 1887
al ex misionero anglicano Thomas Bridges. Éste último ubicó su estancia
en Ukatush/Puerto Harberton.

Si bien las primeras masas ovinas fueron traídas desde las islas Falklands,
luego, de forma paralela, comenzaron a traerse desde el norte del
continente y por vía terrestre141. Cabe señalar que las primeras masas
ovinas arribadas a las islas Falklands con fines industriales provenían
desde Montevideo. Así lo muestra el registro de “desembarcos” de la

137 “Si la importación de ganado de las Malvinas no estuviese sujeta a los poco que puede traer
un pequeño vapor, que la compañía alemana Kosmos tiene destinado para el tráfico en esas
islas, su internación habría sido mucho mas crecida porque últimamente se ha despertado
cierto interés en la crianza del ganado lanar que ha enriquecido esas islas”. Sampaio, F.
(1883). El Gobernador del Territorio de Magallanes al señor Ministro de Colonización (Punta
Arenas, abril 28 de 1883). En: Memoria presentada por el Ministro de Relaciones Exteriores i
Colonización al Congreso Nacional. Santiago: Imprenta La Nacional. p. 244
138 Sampaio, F. (1886). El Gobernador del Territorio de Magallanes al señor Ministro de
Colonización (Punta Arenas, 1 de junio de 1886). En: Memoria presentada por el Ministro de
Relaciones Exteriores i Colonización al Congreso Nacional. Santiago: Imprenta La Nacional.
p. 111
139 Sampaio, F. (1887). El Gobernador del Territorio de Magallanes al señor Ministro de
Colonización (Punta Arenas, 25 abril, 1887). En: Memoria presentada por el Ministro de
Relaciones Exteriores i Colonización al Congreso Nacional. Santiago: La Época. p. 217
140 Martinic, M. (1976). La expansión económica de Punta Arenas sobre los territorios
argentino de la Patagonia y Tierra del Fuego, 1885-1925. Anales del Instituto de la Patagonia.
Vol. 7. 5-42
141 “In 1888 fi five
ve Scotsmen-John Hamilton, Henry Jamieson, John Mac Lean, George Mc
George and Williams Saunders-Took almost two years to drive several thousand sheep and
horses in a grand drive of arreo from Necochea to the Río Gallegos via Bahía Blanca, 1500
miles”. Mainwaring, M. (1983). From the Falklands to Patagonia. The story of a Pioneer
family. London/New York: Allison � Busby. p. 93
46
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

gobernación de las islas fechado el 16 de enero de 1853, en el cual se dejó


constancia del desembarco de 1.000 ovejas142.

La invasión ovina daría forma a un nuevo tipo de asentamiento en


Patagonia y Tierra del Fuego: “la estancia”. En el archipiélago de las
Falklands, este enclave productivo fue introducido en 1852 por la firma
“The Falklands Island Company”143. Luego, casi treinta años después,
la “estancia” se expandió al estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego.
En Magallanes se replicó el mismo modelo aplicado en el archipiélago
falklander, como plantea Joaquín Bascopé: “Dichas concesiones se
denominaron ‘estancias’ y fueron semejantes a las station que existían
en las islas Falklands. De las Falklands se importaron las primeras ovejas
y los primeros pastores de la colonización. Este movimiento alteró la
vida social de la región y en particular de los cazadores pedestres (onas o
selknam) de la isla Tierra del Fuego”144.

La estancia requiere para su funcionamiento, y es lo primordial,


una importante extensión de terreno (“lote” o “predio”) calculado
en hectáreas145 (44). Para la época, la proporción óptima era de una
(1) oveja por hectárea. En cuanto a eficiencia y economía, el cerco de
alambre resultó ser el dispositivo clave y por excelencia para el cierre
del predio. Como se verá más adelante, el conocimiento exacto del límite
predial siempre resultó ser conflictivo. Esto impactó directamente en las
circulaciones terrestres del territorio.

La administración del lote o predio que da cabida a la estancia se divide en


secciones y en algunos casos en sub-secciones. Cada una de éstas, a su vez,
se divide en potreros y campos de “veranadas” e “invernadas”. El control y
vigilancia de las áreas de pastoreo, por lo general distante de los cascos de
estancias, se lleva a cabo mediante el despliegue e instalación de puestos
fijos y puestos rodantes146. Estos son habitados por los “puesteros”,
quienes son los encargados de vigilar el ganado, revisar cercos, etc147.

La “estancia” tiene un núcleo que se denomina “casco”. Algo similar a


un centro administrativo (45-47). Este espacio está compuesto por las
principales construcciones que requiere la estancia para operar: galpón
de esquila, casa administración, casa para empleados, comedor, perreras,
talleres mecánicos, torres de agua, caballerizas, leñeras, bodegas,
carnicería148. El emplazamiento y la disposición de estos recintos obedece

142 Junto con Montevideo, también arribaron ovejas desde Carmen de Patagones/
Río Negro. Ver: http://www.fig.gov.fk/archives/jdownloads/Shipping%20Registers/
Shipping%20Register%20Volume%20I%20 %201842-1878.pdf
143 Lorton, R. (2012). Falkland Islands. South Georgia & the South Sandwich Islands-The
History. (s/a)
144 Bascopé, J. (2018). En un área de transito polar. Desde el establecimiento de líneas
regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura del canal de
Panamá (1914). Villa Tehuelches: CoLibris. p. 65
145 Una hectárea equivale a 10.000 metros cuadrados (100x100 mts). Una buena descripción
de la estancia como unidad arquitectónica en: Benavides, J, Valenzuela, M., Pizzi, M., Martinic,
M. (1999). Las estancias magallánicas: un modelo de arquitectura industrial y ocupación
territorial en la zona austral. Santiago: Universitaria. Lolich, L. (2003). Patagonia:
arquitectura de estancias. Buenos Aires: Cedodal
146 Martinic, M. � García-Oteiza, S. (2014). Arquitectura rural menor en Magallanes I.
Magallania.Vol. 42(1), 5-16
147 García-Oteiza, S., Recabarren, N. (2014). Patrimonio inadvertido. Ranchos y puesto en el
sur de Tierra del Fuego. Punta Arenas: Mani
148 Martinic, M. � García-Oteiza, S. (2014). Arquitectura rural menor en Magallanes II.
Magallania. Vol. 42(2), 5-21
47
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

de forma implícita una lectura topográfica y funcional mediante la cual se


establece una jerarquía de uso/poder entre los residentes (administrador/
obrero).

El funcionamiento de la estancia es estacional149. La mano de obra colectiva


se conglomera sólo en época estival. Es decir, principalmente para las
faenas de esquila y marca. El resto del año la mano de obra requerida
disminuye considerablemente hasta el punto en que casi únicamente son
necesarios los puesteros que vigilan el predio.

Es vital que la estancia tenga vías de comunicación expeditas para


el transporte de su producción anual. Es decir, caminos expeditos
que conecten de la forma más directa posible el “casco” y el puerto de
embarque. En el caso de las estancias falklander, todas tenían su propio
muelle de embarque. Situación similar se repetía en Tierra del Fuego.
En tanto, en Patagonia -específicamente en el territorio de santa Cruz- el
muelle de embarque era fiscal150.

El “camino” para la estancia era vital para la movilización de la mercancía.


Es el mayor de los casos, correspondió a particulares llevar a cabo el
trazado, construcción y mantención de caminos. Esto también traería
conflictos, pues “basta con echar una ojeada sobre el plano de la red
actual de caminos, para darse cuenta de ello. Donde la conveniencia del
estanciero termina, allí también termina el camino”151

Como era de esperar, las primeras estancias insertas en el territorio


ocuparon los mejores terrenos, por lo general, los ubicados en los bordes
litorales del estrecho de Magallanes. Esta condición aseguraba campos
para la invernada y embarque de los productos vía marítima. Este fue el
caso de las estancias “San Gregorio”, “Kimiriake” y “Punta Delgada” en
Patagonia y “Bahía Felipe”, “Gente Grande” y “Caleta Josefina” en Tierra
del Fuego.

149 Respecto a la estacionalidad del funcionamiento de la estancia desde una perspectiva


sociológica ver: Bascopé, J. (2008). Pasajeros del poder propietario. La sociedad explotadora
de Tierra del Fuego y la biopolítica estanciera (1890-1920). Magallania. Vol. 36(2), 19-44
150 Este se emplazaba en la capital del territorio Río Grande y puerto Santa Cruz.
151 Correa-Falcón, E., Klappenbach, L. (1924). La Patagonia Argentina. Estudio gráfico y
documental del Territorio Nacional de Santa Cruz. Buenos Aires: G. Kraft. pp. 48-55
48
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

CAPÍTULO 2
Estructura de la red caminera actual
“La formulación de la red caminera del Territorio de Magallanes está
íntimamente vinculada al desarrollo de la Industria regional, la ganadería,
que impuso la necesidad de transportar sus productos, lanas, cueros,
etc. desde las fuentes de producción, estancias, frigoríficos, hasta los
puertos más próximos para ser transportados por medio de los barcos de
cabotaje hasta los centros de consumo. Esto dio origen a la formación de
los primeros caminos que en un principio se hizo adaptando las huellas
de los animales a las necesidades del tráfico incipiente de entonces. Poco
a poco, con el acrecentamiento progresivo del tráfico, se formaron las
huellas carreteras que constituyeron los primeros caminos propiamente
tales. Las necesidades de la industria crearon en un principio dos clases
de caminos: carreteros y para arreos”152

2.1. Aspectos generales de la actual red de caminos

Actualmente, desde un punto de vista vial, el territorio fuegopatagónico


se re-estructura mediante cinco caminos principales, a saber; “Ruta
3”, “Ruta 40”, “Ruta 9”, “Ch 255”, “Ch 257”. Las dos primeras cruzan
territorio argentino, las restantes suelo chileno. Estas rutas absorben
los principales flujos vehiculares y turísticos del territorio. Todas ellas se
encuentran pavimentadas (52).

La Ruta Nacional 3 (57), cuya longitud es de casi 3.000 kilómetros


permite conectar la capital de Buenos Aires con la ciudad fueguina
de Ooshooia/Ushuaia (70.000 habitantes aproximadamente), capital
de la provincia de Tierra del Fuego. Su trazado bordea la costa litoral
atlántica. Esta ruta, subsidiaria a la geografía Norte/Sur, es, además, la
principal vía de comunicación terrestre utilizada para conectar Punta
Arenas con la capital de Chile. En la región fuegopatagonica, la ruta
nacional 3 une de manera directa las ciudades de Ooshooia/Ushuaia,
Tolhuin, Río Grande (en Tierra del Fuego) y Río Gallegos, Puerto Santa
Cruz y Comandante Piedra Buena (en Patagonia). En Patagonia, entre el
estrecho de Magallanes y río Santa Cruz/isla Pavón, tiene una longitud
de 300 kilómetros. En Tierra del Fuego alcanza los 385 kilómetros. Entre
los ríos destacables que cruza están: río Grande (Tierra del Fuego), río
Gallegos, río Coyle y río Santa Cruz (Patagonia).

La Ruta Nacional 40, con 5.194 kilómetros de longitud, es la ruta más


larga de Argentina. Conecta el litoral del estrecho de Magallanes con la
provincia de Jujuy, frontera con Bolivia. Al igual que la Ruta Nacional
3, es subsidiaria al eje geográfico Norte/Sur. Su trazado, paralelo a la
línea de la frontera internacional, bordea el pie de monte oriental de la
cordillera de los Andes para luego imitar la dirección del paralelo 52º.
En su trayecto, une 21 parques nacionales. En la región fuegopatagónica
tiene una extensión de 577 kilómetros y permite unir de forma directa las
ciudades de Río Gallegos, 28 de Noviembre, Río Turbio y el Calafate. Esta
152 Revista Día del Camino, Departamento de Caminos de Magallanes. Vol. I, 1941, p. 49. Esta
revista sólo tiene un volumen.
49
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

última se encuentra emplazada a orillas del lago Argentino. Entre los ríos
destacables que cruza se puede mencionar el río Santa Cruz (Patagonia),
donde existe un puente de alrededor de 150 metros de largo y se ubica a
una distancia de 7 kilómetros del nacimiento del río en el lago Argentino.

La ruta CH-9, recorre la sección continental de la región de Magallanes y


tiene una longitud aproximada de 300 kilómetros. Conecta las ciudades
de Punta Arenas, capital de la región (165.593 habitantes), Puerto Natales
(21.477 habitantes) y el parque nacional “Torres del Paine” (principal
atractivo turístico de la región), consolidándose como una de las rutas más
importantes a nivel regional. Su trazado está condicionado por la frontera
internacional, especialmente por el paralelo 52º. Geográficamente, esta
ruta se presenta como un corredor que permite conectar el estrecho de
Magallanes con los ambientes del fiordo, pre/cordilleranos y glaciares.
Los principales ríos que cruza son el río Rubens y el río de las Chinas.

La ruta Ch 255 tiene una longitud aproximada de 140 kilómetros y articula


las rutas Ch9, Ch 257 y 3. Parte de su trazado bordea la sección continental
del estrecho de Magallanes. A nivel regional, permite conectar la ciudad
chilena de Punta Arenas, capital de la región de Magallanes, con la ciudad
argentina de Río Gallegos (95.796 habitantes), capital de la provincia de
Santa Cruz. La ruta Ch 255 se empalma a la altura del kilómetro 50 de
la ruta Ch 9, en Cabeza del Mar, y con la ruta nacional 3 en el “Paso de
Integración Austral”, punto aduanero argentino/chileno.

La ruta Ch 257, tiene una longitud aproximada de 175 kilómetros de


los cuales 160 kilómetros recorren la isla de Tierra del Fuego. De modo
general, conecta la ruta Ch 255 hasta el paso fronterizo “San Sebastián”
para luego empalmar con la ruta nacional 3. Tiene una dirección Norte-
Sur, pero al aproximarse a la bahía Inútil toma radicalmente dirección
Oeste-Este. Esta vía es la ruta obligada para conectar la sección argentina
de Tierra del Fuego con el continente.

A partir de las principales rutas mencionadas se organizan, según su


carga de tránsito, caminos secundarios o “interiores”. El tráfico por
éstos es destacablemente menor y suelen ser ocupados para el arreo
de masas ovinas/vacunas, así como para conectar estancias ganaderas,
asentamientos menores y centros industriales.

Actualmente existen seis pasos fronterizos habilitados, cuatro en


Patagonia: “Río don Guillermo”, “Casas Viejas”, “Dorotea” y “Monte
Aymond”; y dos en Tierra del Fuego: “San Sebastián” y “Bellavista”. Este
último sólo está habilitado en la época estival. Los principales pasos,
según su tráfico, son “Monte Aymond” y “San Sebastián” (52).

La mayor elevación a la que se enfrenta la red de caminos no supera los


700 msnm. Esta red actualmente traspone dos portezuelos. Ambos en
Tierra del Fuego. Uno cruza la sierra Alvear (450 msnm) y otro la sierra
Beauvoir (690 msnm). Mediante estos pasos cordilleranos se une el canal
Beagle con el lago Fagnano.

50
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

La red de caminos se despliega principalmente en el continente y en la


isla de Tierra del Fuego. De las miles de islas que configuran el territorio,
además de Tierra del Fuego, solo en dos figuran caminos: isla Navarino e
isla Riesco153. En ambos casos los caminos bordean el borde litoral. En isla
Navarino el camino (Y-906) corre paralelo al canal Beagle uniendo Puerto
Navarino y Puerto Eugenia (80 km. aproximadamente). En isla Riesco el
camino bordea el seno Skyring (Y-500) y el seno Otway (Y-560) uniendo
Punta Sunshine y Punta Rocallosa (110 km. aproximadamente).

2.2. La era de las “sendas de penetración”

Actualmente, en el territorio -y específicamente en Magallanes- está


en ejecución la construcción de caminos para el tránsito vehicular
denominadas “sendas de penetración”. Estas obras viales financiadas por
el Estado de Chile y proyectadas desde la metrópoli santiaguina tienen
la misma connotación ideológica y geográfica Norte-Sur que la Carretera
Austral154. El objetivo declarado de estos caminos es la “integración” física
del territorio a escala regional y nacional mediante la expansión de la
red caminera estatal. Así, estas infraestructuras buscan “activar” zonas
“despobladas” del territorio con alto potencial ambiental, industrial,
turístico y prolongar el eje geográfico/administrativo Norte-Sur bajo
el slogan nacionalista “Unir Chile por Chile”. Es decir, sin pasar por
Argentina para conectar Santiago/Punta Arenas.

Actualmente, se está ejecutando la construcción de cinco “Sendas


de Penetración”, una de ellas en Tierra del Fuego y las restantes en el
continente (53). Estas sendas han recibido su denominación oficial según
los accidentes geográficos que conectarán:

Senda de penetración Vicuña-Yendegaia (Tierra del Fuego)


Senda de penetración Hollemberg-Río Pérez (península Muñoz
Gamero)
Senda de penetración San Juan-Cabo Froward (península Brunswick)
Senda de penetración Estero Worsley-Fiordo Staines (península
Antonio Varas)

Las “sendas de penetración” se construyen en el ambiente del fiordo, aquel


que tras el proceso de colonización quedó des-integrado del resto del
territorio. La topografía del fiordo suele ser accidentada, lo que dificulta
la construcción. A esto se suman los constantes estudios de impacto
ambiental, que en algunos casos han modificado el trazado inicial del
proyecto vial.

Debido a la geografía Norte-Sur que buscan construir, sin una inteligencia


geográfica regional, las Sendas han sido convertidas discursivamente
en una proeza heroica y de conquista ingenieril. Las Sendas más
emblemáticas para el Estado están siendo construidas por el Cuerpo
153 Durante la década de 1950 y 1980 en cartografías publicadas por el Instituto geográfico
geográfico
Militar, la isla Dawson figuró con caminos que bordeaban el litoral del canal Whiteside.
154 Al respecto ver: Urrutia, S. (2017). Carretera Austral: ¿Integración o fronterización?
Representaciones geopolíticas entorno a la ruta austral durante la dictadura militar (1973-
1990). En: Imaginarios geográficos, prácticas y discursos de fronteras. Aisen-Patagonia
desde el texto de la nación. Núñez, A., Aliste, E., Bello, A., Osorio, M. (editores). Santiago:
GeoLibros. pp. 239-262.
51
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Militar del Trabajo (CMT). Es el caso de la senda de penetración Vicuña-


Yendegaia (Tierra del Fuego) y la senda de penetración Estero Worsley-
Fiordo Staines (península Antonio Varas).

Si bien la construcción de las sendas de penetración se inició en la década


de 1990, como proyecto vial se remontan al menos a la década de 1970,
como se puede constatar en un mapa confeccionado por la Dirección
Provincial de Vialidad de Magallanes. En esta fuente se graficó una serie
de trazados camineros -incluyendo su grado de dificultad constructivo-
en la península Muñoz Gamero, isla Riesco, península Brunswick, Tierra
del Fuego e isla Navarino. Algunos de los caminos proyectados coinciden
con los trazados de algunas de las sendas de penetración. Sin embargo, la
mayoría quedaron en sólo en el papel, como los caminos proyectados en
la isla Navarino, aquellos que rodeaban la península Brunswick y el seno
Almirantazgo en Tierra del Fuego.

El interés del estado de Chile por la ampliación de la red vial se debió sin
dudas a las latentes discrepancias limítrofes con Argentina en el canal
Beagle. Esto podía devenir en un conflicto armado entre ambas naciones.
En este contexto, las vías terrestres resultan claves para el desplazamiento
de tropas. La situación diplomática entre ambos países se agravó en 1977,
cuando el tribunal ingles falló a favor de Chile por la soberanía de las islas
Picton, Lennox y Nueva. Al igual que en el arbitraje limítrofe de 1902,
nuevamente la región fue invadida con textos y cartografías Norte-Sur155.

Esta situación tuvo inmediatamente repercusiones camineras. Chile


proyectó geopolíticamente la apertura de un camino que cruzara
longitudinalmente la Tierra del Fuego chilena hasta el canal Beagle. En
febrero de 1978 ya estaba en terreno una comisión encargada del estudio
de prefactibilidad técnica del nuevo camino proyectado. El camino
conectaría la estancia “Vicuña”, punto donde concluía el camino para
automóviles, con la bahía de Yendegaia en el canal Beagle. En este último
lugar, desde 1915, funcionaba la estancia “Yendegaia” y, desde 1964,
un retén policial. Según el informe de prefactibilidad técnica, la idea
básica del proyecto “era poder establecer una vía de desarrollo regional y
afianzamiento de la soberanía chilena en una zona prácticamente virgen,
despoblada y de difícil acceso”156

El estudio en terreno fue liderado por el ingeniero y arqueólogo Hans


Niemeyer Fernández, asistido por los baqueanos Reinaldo Catalán y
Francisco Oyarzún157. El camino comenzó a construirse a partir de 1980.
Se estimaba que su construcción concluiría en 1985. La tensión limítrofe/
militar por la línea fronteriza en el canal Beagle concluyó en el tratado
de 1984. Al mismo tiempo las faenas de construcción del camino fueron
abandonadas. En 1994 la construcción del camino fue retomada por
el Cuerpo Militar del Trabajo. El trazado considera 138 kilómetros de
longitud y a la fecha se han construido alrededor de 95 km.
155 En el caso chileno, se prepararon tres atlas que recopilaron cartografías históricas y 20
volúmenes de textos escritos.
156 Ministerio de Obras Públicas (1978). Proyecto de factibilidad técnica de un camino de
estancia Vicuña a Yendegaia, Tierra del Fuego- XII región. Santiago: MS. p. 1
157 García-Oteiza, S. (2012). Reinaldo Catalán y Francisco Oyarzún, baqueanos del sur de
Tierra del Fuego y su participación en el origen de la senda de penetración Vicuña-Yendegaia.
Magallania, 40(2), 63-91
52
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

La senda de penetración Estero Worsley-Fiordo Staines, considerada


como la continuación de la “Carretera Austral”, forma parte del anhelado
proyecto de “Unir Chile por Chile”. El estudio formal de este proyecto se
inició a fines de la década de 1980. La idea de sus gestores era conectar
el punto de remate de la “Carretera Austral” con la región de Magallanes
“por Chile”158.

La construcción de esta senda tiene dos etapas. La primera comenzó en


1997 y concluyó el 2015. Mediante 40 kilómetros de longitud une Punta
Daroch con bahía Talcahuano en la península Antonio Varas. Ahora debe
ejecutarse el segundo tramo entre el estero Worsley y fiordo Stainess.
En este último punto se habilitará un terminal marítimo para comenzar
la ruta marítima hacia puerto Yungay. La apertura del camino en este
último tramo es el más complejo debido a las condiciones topográficas y
ambientales del terreno. Si bien recientemente se desarrolló un estudio de
prefactibilidad técnica, aún no está claro el trazado definitivo.

Se supone que, una vez concluida esta senda de penetración, “Chile


quedará unido por Chile” (Santiago-Punta Arenas) por territorio nacional
mediante la “Ruta Nacional 8”159, nombre más bien abstracto, que oblitera
historias, ambientes y geografías regionales. Es importante señalar que el
tramo entre Puerto Yungay-Puerto Natales no será directo por tierra. El
proyecto original considera nueve balseos. En un total de 690 kilómetros,
434 serán por vía marítima y 256 por vía terrestre. Si bien en la actualidad
existe un tramo marítimo de carácter público entre Puerto Yungay-Puerto
Natales no se considera que “Chile esté unido con Chile”.

2.3. El camino y el mapa turístico en Fuegopatagonia

Debido a la impronta turística atribuida al territorio fuegopatagónico,


anclada a la idea “fin mundista”160, el mapa turístico/rutero ejerce un
rol clave en la “imagen caminera” traspasada desde la imaginación
metropolitana al territorio161. De hecho, este tipo de mapa, de gran
difusión, organiza espacialmente el territorio tanto para el turista como
para el habitante local. Aquí todo gira entorno a los principales atractivos
escénicos/paisajísticos (convertidos en parques nacionales) del territorio
emplazados en ambos lados de la frontera, tales como “El Calafate”,
“Torres del Paine” o “Ushuaia” (3).

158 Martinic, M. (2004). Archipiélago Patagónico. La Última Esperanza. Punta Arenas:


Universidad de Magallanes. pp. 268-278
159 Martinic, M. (2017, 22 de julio). Futura ruta 8. Hacer posible lo imposible. El Magallanes,
Punta Arenas
160 Respecto a la idea de fi fin
n de mundo impuesta en el territorio fuegopatagónico ver:
Bascopé, J. (2018). En un área de transito polar. Desde el establecimiento de líneas regulares
de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura del canal de Panama.
CoLibris: Villa Tehuelches (Magallanes). pp. 16-29
161 Como bien propone Schlögel, el mapa turístico además de su función práctica de indicar
cómo llegar al atractivo turístico de forma directa y rápida, implanta al mismo tiempo lo
que es central y lo que es periférico: “Los mapas turísticos, otro caso de mapas inocentes
apocalípticos, muestran con qué rapidez se alcanza la costa o la montaña, dónde esta la salida
más próxima a un hotel o motel. Michelin, Shell, Esso que producen sus propios mapas y
atlas no poco influyentes, muestran un territorio de velocidades y cómodos caminos con sus
correspondientes áreas de servicios hacia lugares dignos de visitarse. Incluso las más simples
imágenes de mapa tienen gran poder: implantan en las cabezas imágenes de qué es central
y qué periférico y establecen jerarquías, aún cuando sea casi siempre inocuas”. Schlögel, K.
(2007). En el espacio leemos el tiempo. Sobre historia de la civilización y geopolítica. Siruela:
Madrid. pp. 109-110.
53
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

En Magallanes, la dirección regional de turismo, en supuesta coordinación


con la dirección de vialidad regional, ha intentado patrimonializar los
caminos con alto tráfico turístico. Para ello han inventado “Las Rutas
del Fin del Mundo”. Estas son dos: “circuito baqueanos” y “circuito
aonikenk”. Con el primero se ha etiquetado a la Ruta 9 Norte. Con el
segundo a la Ruta Ch 255. Esto sugiere que la vialidad se superpone a
modo de palimpsesto a los caminos históricos practicados por traficantes
de pieles y colectivos trashumantes tsonecas. Es sabido que tal situación
no es así, pues las geografías que habitaban los involucrados no era una
geografía subsidiaria al eje Norte-Sur. Por otro lado, el “circuito aonikenk”
no considera la toponimia tsoneca, desvirtuándose de esta manera los
sentidos ambientales/territoriales que configuraban sus caminerías.

2.4. El arribo de la “vialidad” y la construcción de


los primeros caminos, 1930-1948

Tras el Tratado de Límites de 1881, la sección continental chilena en


Fuegopatagonia quedó sin comunicación terrestre directa con el resto
del país. Por otro lado, Chile quedó con la sección más angosta entre el
continente y Tierra del Fuego. En este punto llamado “Punta Delgada” se
encuentra el principal balseo de la isla. En síntesis, en Fuegopatagonia,
para acceder a territorio chileno hay que pasar por territorio argentino y
viceversa.

Desconocemos cuál fue el primer viaje en vehículo entre Punta Arenas y


Santiago. Al menos tenemos el conocimiento de que al final de la década
de 1920, unir estos dos puntos era todo un acontecimiento. En efecto, en
el verano de 1929 se realizó el primer raid automovilístico denominado
“Circuito Austral Sud Americano” liderado por Emilio Karstulovic y Carlos
Aspeita. El objetivo era conectar vía terrestre Buenos Aires/Estrecho de
Magallanes/Santiago/Antofagasta/La Paz/Buenos Aires. En la revista
“Auto y turismo”, difusora de la travesía, se explicaba que el protagonista
del Raid “ha querido demostrar prácticamente que los caminos que
unen la capital argentina con Magallanes [Punta Arenas] y Santiago son
perfectamente viables”162 y “Es curioso notar que Magallanes [Punta
Arenas] está en Chile y para continuar a Chile hay que pasar por territorio
argentino”163. La nota publicada en la revista incluía un mapa. Éste grafica
la distancia geográfica entre la metrópolis bonaerense/santiaguina y el
estrecho de Magallanes, así como la desconexión terrestre entre Punta
Arenas y Santiago por suelo chileno y el sentido Norte-Sur de la red de
caminos.

En este mismo año (1929), la sección estadística del “Departamento de


Caminos” de Chile publicó “Mapa de los Caminos de Chile” (135x18 cm.,
escala 1:1.000.000). El mapa comprende Arica/Puerto Montt. Magallanes,
al igual que Aysen, fue incluido en un pequeño recuadro de 9.5x8 cm. y
a una escala 1:500.000 que no coincidía con la dimensión del formato
físico. Esto evidencia la mirada metropolitana con la cual se imaginaban
los caminos del “extremo austral del país”. El mapa en cuestión incluía

162 Auto y turismo. Nº 164. Año XI. Abril 1929. p. 166


163 Op. cit.
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dos caminos para Magallanes. Esto ocurre en un momento donde la


tracción mecánica (vehículos y camiones) se consolidaba como el medio
de transporte exclusivo del territorio164 (58-59), si bien el transporte
a tracción de sangre de todas formas seguía utilizándose (60-61). El
“Departamento de Caminos” de Chile en 1929 estimaba en 842 la cantidad
de vehículos motorizados en Magallanes165.

Iniciada la década de 1930, la ganadería continuaba siendo la mayor


actividad económica del territorio166. En cuanto al movimiento de masas
ovinas, se estimaba que entre el 1 de enero y el 31 de mayo de 1929
habían cruzado a Magallanes 642.947 lanares desde el lado argentino
del territorio. Estas masas ovinas eran arriadas principalmente hacia los
frigoríficos: “Puerto Bories”, “Puerto Sara”, “Río Seco”, “Tres Puentes”,
“Natales” (62). Los puntos de internación se habían realizado por los
siguientes caminos y pasos fronterizos167:

- Camino “Dorotea” (Natales) 222.660 lanares


- Camino “Cancha Rayada” (Natales) 146.901 lanares
- Camino “Baguales” (Magallanes) 24.113 lanares
- Camino “Bellavista” (Magallanes) 5.000 lanares
- Camino “Gallegos Chico” (Magallanes) 18.479 lanares
- Camino “Cóndor” (Magallanes) 46.680 lanares
- Camino “Morro Chico” (Magallanes) 61.716 lanares
- Camino “San Sebastián (Tierra del Fuego)117.398 lanares

Una buena descripción que nos ayuda a imaginar la situación de los


caminos y del tráfico de grandes masas ovinas conducidas a los frigoríficos
la encontramos en el registro del científico Väinö Auer, quien en 1929
recorrió el tramo entre Punta Arenas y Puerto Natales:

“El auto avanza rugiendo. Enfrente se levanta una gran nube de polvo
que se acerca y de pronto emerge un rebaño de ovejas que se aproxima
lentamente al camino. Un par de gauchos vestidos con ponchos siguen a
las ovejas a caballo y los perros corren con la lengua fuera manteniendo el
rebaño agrupado. Allí deambulan los rebaños desde las lejanas estancias
de la pampa hacia el matadero de Magallanes. Las ovejas vetustas, de
lana de malas condiciones y defectuosas que han sido separadas durante
la esquila caminan trasquiladas hacia la muerte. Luego la nube de polvo
desaparece tras nosotros, los ladridos de los perros y los retumbos en
el suelo avanzan hacia las grandes construcciones de los mataderos
en Magallanes. La superficie terrestre es pisoteada por las numerosas
pequeñas pezuñas de las ovejas”168

164 Martinic, M. (2009). Los comienzos del transporte mecanizado en Magallanes 1900-1930.
Magallania, Vol. 37(1), 7-19
165 Dirección General de Obras Públicas (1929). Departamento de Caminos.1) Nómima
de las Leyes Especiales de Obras de Caminos. 2) Cifras estadísticas de Caminos y Puentes
correspondiente al año 1928. Santiago: Editorial Universitaria. p.57 Considerando que la
población censada era de 35.210, habian un vehículo por cada cuarenta y dos personas.
166 Considérese que entre 1929/1930 se beneficiaron
beneficiaron 2.496.078 ovejunos sólo en los
frigoríficos de Magallanes. Serrano, O. (1930). Chile Austral: anexos de la zona central y
norte: predios agrícolas, con la producción por comunas, riego, caminos, puentes, paisajes.
Santiago: La Unión. p. 645.
167 Op. cit., pp. 53-54
168 Auer; V. (2018[1929]). Tierra del Fuego. Santiago: Procultura. p. 253
55
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Ahora bien, cabe mencionar que el primer camino que se construyó con
fondos estatales en Fuegopatagonia -y que forma parte de la actual red de
camino- es aquel que une Punta Arenas con Puerto Natales. Este camino
fue inaugurado a principio de 1931. La línea fronteriza acordada con el
Tratado de Límites de 1881, superpuesta al paralelo 52º, cortó literalmente
como una guillotina el camino que por entonces conectaba el estrecho
de Magallanes con el seno de Última Esperanza. En consecuencia, para
conectar los poblados chilenos de Punta Arenas/Puerto Natales (fundado
en 1911) había que pasar por un espacio de 50 kilómetros por territorio
argentino. Esta situación fue transformándose en un problema de
carácter económico, tras los cobros aduaneros, y también en un problema
de soberanía169.

En 1908 la idea de abrir un camino en esta área parecía imposible. Así


lo manifestaba el ex gobernador de Magallanes Lautaro Navarro (1896-
1898):

“Como se ha visto, para ir por tierra a la Rejion de Última Esperanza hai


que cruzar por territorio argentino. Puede decirse que es casi imposible
hacerlo por territorio chileno por las serranías i bosques al occidente de
Laguna Blanca, i más al occidente por las pantanosas llanuras de Diana.
Sin embargo, últimamente se ha logrado colocar una línea telefónica a
través de dichos pantanos”170.

Al momento del inicio de la construcción de este camino, faltaba conectar


el tramo entre Morro Chico/Puerto Natales, una istancia aproximada de
100 kilómetros. Si bien no existían obstáculos geográficos insalvables, el
denso bosque existente y la calidad del suelo dificultaban la formación
de un camino sin tratamiento o “natural”. El trazado del camino imitó
la dirección de la línea fronteriza. Su diseño y dirección técnica de
construcción estuvo a cargo del Ingeniero del Territorio de Magallanes y
a la vez Director de Obras Municipales Fortunato Ciscutti. Los primeros
movimientos de tierra comenzaron en abril de 1922, pero los trabajos
fueron paralizados al breve tiempo171. En 1924 -y con la intención de
reanudar los trabajos- el gobernador de Magallanes Arturo Swett
comunicó a la metrópoli santiaguina:

“Desde que se fundó el pueblo de Puerto Natales, hay necesidad de pasar


por territorio argentino, en una extensión de 86 kilómetros, para llegar a
él, debido a que el terreno Sur de los límites entre Morro Chico (situado
a 153 kilómetros de distancia de Punta Arenas) (145.3) y la región de
Última Esperanza, no es apropiado para camino natural, como lo es por el
lado argentino, pues hay muchas vegas, esteros, cerros y bosques espesos
de grandes arboles. Antes que se estableciera derechos de aduana en la
Patagonia argentina y no había huelgas de carácter subversivo, el tránsito
por territorio argentino se hacía sin dificultad tal como el nacional.”172

169 Zorrilla, M. (1925). Magallanes en 1925. Tomo I. Obra histórica, geográfica, Estadística,
Comercial e Industrial. Desde el descubrimiento del Estrecho hasta nuestros días. Punta
Arenas: s/e. p. 155-158.
170 Navarro, L. (1908). Censo Jeneral de Magallanes. Tomo I. Punta Arenas: El Magallanes.
p. 471
171 Op. cit.
172 Op. cit. p. 156
56
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Tras la insistencia de las autoridades magallánicas ante la metrópoli


santiaguina, el 13 de enero de 1928 el Congreso Nacional aprobó la ley
4253, referida a la “Construcción del camino Punta Arenas a Puerto
Natales”. Su artículo primero expresaba:

“Se autoriza al Presidente de la República para contratar un empréstito


interno o externo en moneda nacional o extranjera que produzca la suma
de dos millones trescientos mil pesos, con un interés máximo de un ocho
por ciento anual y con una amortización acumulativa del cinco por ciento.
Este empréstito se destinará a los estudios, construcción e inspección
técnicas del Camino de Punta Arenas a Puerto Natales en la sección
Morro Chico a Casas Viejas”173

En 1929, durante la presidencia de Carlos Ibáñez del Campo, los trabajos


de construcción del camino fueron reanudados. El 10 de enero de 1931 se
daba por inaugurada la obra vial174. El proyecto incluyó la construcción
de dos grandes puentes sobre el río Rubens y Penitente. El primero tuvo
una luz libre de cuarenta y dos metros y su estructura fue construida en
hormigón armado. El segundo tuvo una luz de noventa y ocho metros
y fue construido en madera. En 1938 fue reemplazado y construido en
hormigón armado.

El 1934 el conocido explorador alemán Max Junge, en compañía de un


joven Augusto Grosse, se trasladaron de Punta Arenas a Puerto Natales
utilizando el nuevo camino nacional. Luego de su arribo a la capital
santiaguina, Junge expuso en una charla abierta al público metropolitano:

“De aquí [Morro Chico] tomamos el camino nuevo que conduce hasta
Puerto Natales. Cruza solamente territorio chileno, evitando la antigua
pasada a Argentina. Se encuentra en esplendidas condiciones y es una
de las obras más importantes y de progreso realizadas por nuestros
Gobiernos. Hermosos bosques de Nothofagus Antarctica atravesamos en
veloz carrera. A medio día estamos en Puerto Natales”175

Este camino se inscribió como la primera obra vial proyectada, trazada,


financiada y construida por el estado de Chile en Magallanes. Sería, como
se verá más adelante, la primera “senda de penetración” construida en el
territorio.

A mediados del siglo XX, se construyó el segundo camino para el tráfico


vehicular con fondos estatales en Fuegopatagonia. Éste camino conectó
el canal Beagle con el lago Fagnano en la sección argentina de Tierra del
Fuego. Al igual que el camino Punta Arenas/Puerto Natales, es actualmente
uno de los principales de la red caminera del territorio. Permite conectar
las ciudades de Ushuaia, capital del territorio (74.365 habitantes), y Río
Grande (78.614 habitantes). Desde su construcción forma parte de la ruta
nacional 3. Por alrededor de sesenta años fue el único camino vehicular
173 Dirección General de Obras Públicas (1929). Departamento de Caminos.1) Nómina de
las Leyes Especiales de Obras de Caminos. 2) Cifras estadísticas de Caminos y Puentes
correspondiente al año 1928. Santiago: Editorial Universitaria. p. 13
174 Martinic, M. (2000). Última Esperanza en el tiempo. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes. pp. 244-246
175 Junge, M. (1934) “ Un viaje de estudio geográfi
geográfico
co a Tierra del Fuego a bordo de la corbeta
“General Baquedano”. Anales de la Universidad de Chile, 14, 184-210. p. 200
57
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

que trasponía un portezuelo cordillerano en Fuegopatagonia (450 msnm


aproximadamente).

Debido al cordón montañoso que cruza transversalmente Tierra del Fuego


(denominada sierra Alvear) y que configura la divisoria de aguas entre el
lago Fagnano y canal Beagle, el enclave nacional de Ushuaia quedó, desde
su fundación, a “trasmano” del resto del territorio. Desde los primeros
años del siglo XX, y en un sentido norte-sur, la red de caminos en la Tierra
del Fuego argentina culminaba en la cabecera oriental del lago Fagnano,
a los pies de la cordillera. De ahí en adelante continuaba un “camino
de herradura” que cruzaba la cordillera hasta Puerto Harberton (tramo
aproximado de cuarenta kilómetros). Desde aquí el camino continuaba
bordeando el litoral del canal Beagle, pasando por Puerto Remolino,
hasta alcanzar Ushuaia (tramo aproximado de setenta kilómetros). Este
“camino de herradura” había sido trazado y construido en 1900 por
Lucas Bridges y un colectivo ona, permitiendo por casi cincuenta años
unir el “norte” con el “sur” de Tierra del Fuego. Sin embargo, su tránsito
era limitado, practicable de a caballo y generalmente su cruce debía ser
asistido por algún baqueano. La rueda por entonces no era bienvenida en
la cordillera fueguina.

Para Juan Lenzi, hacia 1920 ya existían en la sección argentina de Tierra


del Fuego las principales trazas camineras que combinaban diferentes
dimensiones técnicas: automóvil, carreta y caballo: “Tratábase de una
red improvisada, cuyas trazas a veces se superponían, debido a que las
mismas habían respondido a las cambiantes necesidades del transporte.
Pero había comunicación terrestre. Los pioneros de la ganadería los
fueron asimismo de la vialidad”176.

Una vez fundado el poblado de Río Grande en 1921 se hizo más urgente
conectar de forma definitiva los dos asentamientos nacionales argentinos
existentes en la isla. La principal dificultad derivaba en hallar un nuevo
paso cordillerano que resultara más directo que el conocido por aquel
entonces. El portezuelo fue finalmente descubierto a fines de 1935 y
fue denominado “Garibaldi” en reconocimiento a su descubridor, Luis
Garibaldi Honte. Garibaldi era un fueguino haush y su nombre original
era Kautel. Durante alrededor de veinte años trabajó en las dependencias
de la Dirección de Vialidad Nacional177.

Las obras de construcción del camino comenzaron en 1948 y concluyeron


en noviembre de 1956, alcanzando una longitud aproximada de 85
kilómetros. De esta manera se habilitó un paso cordillerano para todo tipo
de vehículos y tráfico. A fines de la década de 1960 un tramo del camino,
próximo al portezuelo, fue modificado asumiendo desde entonces su
trazado actual.

176 Lenzi, J. (1967). Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; su pasado, su
presente y su proyección. Obra preparada con el auspicio del Gobierno del Territorio
Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Buenos Aires: Progreso p.
310
177 Molina, M. (1974). Toponimia indígena fueguina. Karukinká. Cuaderno fueguino Nº 8,
2-10
58
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

La apertura de este camino fue asociada a la conquista de la naturaleza


por la tecnología ingenieril, convirtiéndose en un hito vial de la nación
argentina. Su imagen formó parte de las portadas de las revistas
especializadas en vialidad. El historiador Juan Lenzi escribió al respecto:

“La obstinación de la naturaleza hostil ha sido poco a poco vencida; los


caminos fueron surgiendo y éste es el momento en que se puede viajar con
rapidez y tranquilidad entre Cullen, Río Grande, lago Fagnano y Ushuaia.
El movimiento de tierra fue importante y numerosos árboles tuvieron que
ser derribados, tronchados y alejados de la ruta, mientras se alargaba y
ensanchaba el buen camino de herradura por el cual cada vez será mayor
el número de vehículos”178

El mismo año de la inauguración del camino, incluso meses antes, fue


publicado el mapa “Administración general de Vialidad Nacional.
Territorio Nacional de Tierra del Fuego. Copia de un plano oficial argentino
facilitado por el ingeniero Jefe de Vialidad de la Provincia de Magallanes.
III Zona Naval-abril-1956” (dimensiones; 90x80 cm., sin escala). En este
mapa se muestra una red de caminos longitudinal que une toda la isla
en un sentido norte-sur. En la viñeta se indican tres tipos de caminos:
a) ruta 3 mejorada completamente, b) rutas complementarias mejoradas
parciales, c) huellas, d) pista de aterrizaje, e) policía, f) establecimientos
ganaderos, g) Puentes, h) faros, i) pozo de petróleo. Los caminos
clasificados como “rutas complementarias” son codificados con las letras:
a), b), c), d), e), f), g), h), i), p). Junto a la línea que representa la “ruta
3” se indica el kilometraje que tiene su punto de inicio en la metrópoli
bonaerense. Éste se inicia el extremo norte de la isla, cabo Espíritu Santo,
“km 2.820” y finaliza en Ushuaia, “km 3.220” (63). De esta manera se
actualizó inmediatamente “la red caminera”. El mapa sólo muestra el lado
argentino de Tierra del Fuego y no sugiere ninguna conexión terrestre con
la “otra” porción de la isla.

2.5. El arribo del “mapa caminero” a


Fuegopatagonia, 1933-1945

El “Mapa Caminero” arribó a Fuegopatagonia en la década de 1930.


Con anterioridad, los caminos habían sido insertados en mapas que
pertenecían a otros géneros cartográficos, no al de los caminos. En el caso
de Magallanes, la caminería registrada en el “Mapa de Chile” publicado
en 1911 por la prestigiosa Oficina de Mensura de Tierras (1907-1914) no
había sido actualizada. Es decir, durante casi dieciocho años no hubo
nuevos caminos trazados. De hecho, dicha información caminera seguía
reproduciéndose con sus aciertos e imprecisiones en los mapas más
actualizados del país. Fue el caso, por ejemplo, del atlas “Mapa de Chile”
publicado en 1928 por el ministerio del Fomento179 y que dejó obsoleto al
178 Lenzi, J. (1967). Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; su pasado, su
presente y su proyección. Obra preparada con el auspicio del Gobierno del Territorio
Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Buenos Aires: Progreso.
p. 314
179 Plano de parte del territorio de Magallanes con la Subdivisión de las tierras. Ministerio
de Fomento. Departamento de Tierras y Colonización. Escala 1:500.000. 107,5x148.5 cm.
“Reproducción fotográfica del Mapa de Chile de la ex Oficina de Mensura de Tierras con
modificaciones efectuados por el Departamento de Tierras y Colonización. Ministerio de
Fomento”.
59
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

“Mapa de Chile” de 1911. En el territorio de Santa Cruz, en el mapa titulado


“Plano del Territorio de Santa Cruz” (106x82 cm., escala 1:666.666) se
presentaba una extensa red de caminos desplegada al menos entre el
paralelo 52º y el río Santa Cruz. En lo que respecta a la Tierra del Fuego
chilena, seguía la misma información caminera del “Mapa de Chile” de
1911. En cambio, en la Tierra del Fuego argentina y en el mapa “Territorio
de Tierra del Fuego” (150x125. Escala 1:300.000) publicado en 1917 por
la Dirección General de Territorios Nacionales (Ministerio del Interior)
se incorporó por primera vez una detallada información caminera que se
desplegaba por gran parte del territorio.

La aparición y boom del “Mapa Caminero” en la década de 1930 está


ligado directamente con la cultura del transporte motorizado y la
vialidad180. A fines de la década de 1920, el automóvil se convirtió en
el símbolo por excelencia de lo moderno181. La realización del “Primer
Congreso Panamericano de Carreteras” celebrado en Buenos Aires
en octubre de 1925 fue crucial en la difusión e impulso del binomio
automóvil/carretera desde la esfera estatal y privada, tanto para Chile
como para Argentina182. El imperativo de la época en torno a la figura
del camino puede ser esbozada con los siguientes enunciados expuestos
en los medios especializados: “Los caminos son necesarios no sólo para
el progreso sino aun para la simple existencia del país”, “los caminos y
carreteras bien construidas facilitan el transporte”, “Quereis ver Chile
bien poblado y económicamente poderoso, unid sus pueblos por caminos
y carreteras”183.

La Dirección de Obras públicas lanzó de inmediato (1925) el atlas:


“Red Caminera. Dirección General de Obras Públicas. En adhesión al
primer Congreso Panamericano de Caminos” (Dimensiones 43x32 cm.,
escala 1:750.000). Esta obra contiene la misma información caminera
presentada en el “Mapa de Chile” de 1911. Sin embargo, el camino que
unía Punta Arenas con Puerto Natales cruzaba por territorio chileno.
Como se ha expuesto, este camino no sería una realidad hasta 6 años más
tarde, en 1931.

Este mismo año, 1925, Chile creó la agencia estatal que estaría
exclusivamente a cargo de la vialidad de la nación, cuya primera función
era normar para homogenizar y luego hegemonizar la forma y saberes de
circular y desplazarse por el territorio. La nueva agencia fue denominada
“Departamento de Caminos”, dependiente de la Dirección General
de Obras Públicas con su base de operaciones fijada en la metrópoli
santiaguina. Su sucursal austral fue llamada “Departamento de Caminos
de Magallanes” con sede en Punta Arenas. Esta comenzó a funcionar
entre 1929/1930184.
180 Mendoza, H. (2015). El automóvil y los mapas en la integración del territorio mexicano,
1929-1962. Investigaciones Geográficas. Nº 88, 91-108.
181 Giucci, G. (2007). La vida cultural del automóvil. Rutas de la modernidad cinética.
Buenos Aires: Universidad de Quilmes/Prometeo. p. 84.
182 Booth, R. (2009). Automóviles y Carreteras. Movilidad, modernización y transformación
territorial en Chile 1913-1930. Tesis doctoral. Pontificia Universidad Católica de Chile. Piglia,
M. (2016). Autos, Rutas y Turismo, el automóvil club argentino y el estado. Buenos Aires:
Siglo XXI
183 Auto y turismo. Nº 164. Año XI. Abril 1929
184 A partir de 1953, el “Departamento de Caminos de Magallanes” pasó a denominarse
“Dirección provincial de Vialidad de Magallanes”. Lamentablemente un incendio ocurrido en
sus dependencias en la década de 1960 destruyó gran parte de su archivo documental.
60
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Así, los caminos fueron ganando la atención del estado chileno. El 10


de marzo de 1930 Chile promulgó la “Ley de Caminos”, una ley referida
solo a los caminos públicos, a los cuales dividía en: a) Internacionales,
b) Nacionales y c) Regionales. Con respecto a los caminos “regionales”,
que son los que nos interesan, la ley sólo menciona que “son caminos
regionales aquellos que no son internacionales y nacionales”185.

En todo este proceso de “vialización” y estandarización de los caminos,


la “cartografización del camino” mediante el mapa era clave. El
“mapa caminero” es, a fin de cuentas, la imagen o dimensión política/
administrativa del camino, donde la escala funciona como un “dispositivo
visual”. Como plantea Nicolás Richards: “un mapa límpido, definitivo
y legislado de la estructuración vial del país, […] la transparencia y la
inteligencia universal de un espacio definitivamente orientado”186.

Como se ha expuesto, el arribo del “Mapa Caminero” a Fuegopatagonia


fue tardía si la comparamos con el inicio de la incorporación del “camino”
en el soporte cartográfico. El “Mapa Caminero” vino no a reproducir lo
visible (“los caminos”) sino más bien a “hacer visible” (“el camino”). Para
el caso en estudio, su función no fue proyectar y trazar caminos. Estos
ya estaban. Su función fue clasificarlos, jerarquizarlos, enderezarlos,
organizarlos, ubicarlos, homogeneizarlos, codificarlos y kilometrarlos,
siendo todo ello información que integraba las memorias anuales de las
respectivas direcciones de vialidad nacionales.

No deja de resultar interesante observar cual sería el encuadre geográfico


y la escala que se utilizaría para el “Mapa caminero” en Fuegopatagonia.
Esto, considerando las dimensiones geográficas del territorio, su
proyección Norte-Sur, una línea fronteriza inerte en un paisaje estepario
y donde un país requiere pasar por un país vecino para acceder al suyo.
Estas condiciones no pasan inadvertidas en un mapa caminero sino
todo lo contrario: las visibiliza. El tema es ¿Hasta dónde se cartografía el
camino en un territorio con estas condiciones? ¿Hasta la frontera?

Hay dos aspectos que llaman la atención. Los primeros mapas camineros
de Fuegopatagonia no fueron producidos por una agencia de vialidad
estatal sino por una organización particular y militar. Los primeros mapas
camineros fueron producidos desde el lado chileno del territorio. Estas
fuentes actualizaron la información caminera hasta entonces plasmada
en el soporte cartográfico.

Cabe señalar que entre los meses de enero y abril de 1945 se realizaron
en Fuegopatagonia los primeros vuelos aerofotogramétricos. De esta
manera, la producción cartográfica Norte-Sur fue actualizada y se obtuvo
una mayor precisión de la geografía física. Esta labor fue realizada por la
United State Army Air Force (USAAF). A partir de las fotografías aéreas

185 Archivo Biblioteca de Congreso Nacional de Chile, Ley Nº 4.851, promulgada el


10 de marzo de 1930, Ministerio de fomento. Consultada: https://www.leychile.cl/
Navegar?idNorma�24951
186 Richard, N., Galaz-Mandakovic, D., Carmona, J., Hernández, C. (2018). El camino, el
camión y el arriero: La reorganización mecánica de la puna de Atacama (1930-1980). Historia
396, Vol. 8 (1), 163-192. pp. 164-165
61
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

trimetrogónicas se obtuvo nuevas cartografías desarrolladas y publicadas


por el Instituto Geográfico Militar a partir de 1954187. Los levantamientos
de la USAF dejaron también una cantidad importante de fotográfias
verticales en blanco y negro con una buena resolución. Si bien con las
imágenes aéreas cambió la forma de hacer la cartografía, el trasfondo de
la cartografía como dispositivo sigue siendo el mismo188.

El primer mapa caminero se publicó en 1933 y fue denominado “Plano de


los caminos de la provincia de Magallanes. Preparado para sus socios por
el Auto Club de Magallanes” (dimensiones 92x75 cm., escala 1: 500.000)
(64). El mapa encuadra el territorio comprendido entre estancia
“Vicuña”, Tierra del Fuego, y sierra Baguales (paralelo 54º/50º). Hacia
el ambiente del fiordo, el territorio gráficamente se degrada y difumina
hasta desaparecer. Se trata del primer mapa en el cual se incorpora el
camino entre Punta Arenas y Puerto Natales por suelo chileno. De forma
tangencial a los caminos se incorporó el kilometraje acumulado. Aparte
de Tierra del Fuego, ninguna otra isla tiene caminos. La línea fronteriza
es representada mediante una línea punteada con forma de cruz. En la
viñeta se indica:

Lagunas
Edificios
Ríos
Caminos en buen estado para autos todo el año
Caminos en buen estado
Caminos inservibles en invierno para autos
Caminos casi inservibles para autos

En el borde derecho se inserta una viñeta en la cual se indica la relación


entre lugares y distancia medida en kilómetros. Éstas son:

Caminos a Natales /vía Argentina


Camino a Río Gallegos /vía Cóndor/vía estancia Pali aike/vía Mr.
Aymond
Tierra del Fuego
Última Esperanza

Cabe señalar la existencia de dos mapas camineros inéditos y sin


identificación (autor y año de publicación) que presentan cierta similitud
con el mapa recientemente descrito189. Ambos mapas se titulan “Territorio
de Magallanes. Red de Caminos” (65-66) y poseen el mismo encuadre y
plantilla geográfica y escala que el mapa anterior (64). En cuanto a sus
dimensiones, los tres poseen pequeñas variaciones. Por la información
caminera, división predial que contienen, además de la denominación
de “Magallanes” en vez de “Punta Arenas”190, se puede estimar que su
187 Pentz, C. (1951). Aerofotogrametría. Cámaras para toma de vistas aéreas, instrumentos
de restitución y métodos de trabajo para levantamientos topográficos de grandes territorios a
escalas pequeñas y medianas. Revista Geográfica de Chile, Nº 5, 53-56. Instituto Geográfico
Militar. (1952). El empleo de procedimientos electrónicos en los Levantamientos y en la
Cartografía. Revista Geográfica de Chile, Nº 6, 11-21
188 Martinic, M. (1999). Cartografía magallánica 1523-1945. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes. p. 174-184
189 Se han consultado estos dos documentos en la mapoteca del Instituto de la Patagonia,
Universidad de Magallanes, Punta Arenas.
190 En 1928 el gobierno central decidió reemplazar el nombre de “Punta Arenas” por el de
62
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

fecha de producción es hacia 1930. Por ejemplo, el camino que une Punta
Arenas con Puerto Natales está proyectado (con líneas segmentadas) en
su totalidad por suelo nacional chileno. Es sabido que la construcción de
este camino concluyó a comienzos de 1931. Conjeturamos que su autor
debiese ser el Departamento de Caminos de Magallanes, agencia estatal
vial arribada al territorio a comienzos de 1930.

Ambos mapas en cuestión poseen exactamente la misma información


caminera, sin embargo, difieren de la registrada en el mapa publicado por
el “Autoclub de Magallanes en 1933” (64). Este último mapa incorporó
una cantidad mayor de caminos, principalmente secundarios.

En los mapas denominados “Territorio de Magallanes. Red de Caminos”


los caminos fueron insertados bajo dos situaciones territoriales distintas.
En uno (65), los caminos son superpuestos con la división predial. En el
otro (66), los caminos son superpuestos con la topografía, indicándose
nombres y alturas de los accidentes orográficos del territorio. En ambos
mapas los caminos fueron representados con color rojo y mediante
líneas continuas y segmentadas. Ninguno incorporó una viñeta en la cual
se explique la nomenclatura y códigos utilizados, así como las fuentes
desde la cual se obtuvo la información caminera y de la división predial
registrada. Los dos llevan sus nombres en el borde superior derecho e
incorporan una escala gráfica.

El segundo mapa fue publicado por el Destacamento Militar de Magallanes


en 1939 y se tituló “Carta caminera de la Patagonia” (dimensiones 138x100
cm., escala 1:500.000) (67). El mapa encuadra el territorio comprendido
entre el cabo de Hornos y la estancia Cañadón de las Vacas/sierra
Baguales (paralelo 56º/50º). Los caminos son indicados en color rojo
y mediante dos líneas paralelas, continuas para los caminos principales
y segmentadas para los caminos secundarios. La representación gráfica
del camino es homogénea para todo el territorio que encuadra, es decir
para ambos lados de la frontera. La línea fronteriza fue intensamente
destacada mediante distintos tratamientos gráficos (línea punteada,
círculos rojos y franja de puntillismo). Junto a los caminos se indicó el
trazado del tendido telegráfico. Llama la atención en Tierra del Fuego el
camino indicado entre “La Paciencia” (seno Almirantazgo) y la estancia
“La Marina” (50 km. de longitud aproximada). Si bien este camino existió
–es más, aún quedan vestigios- su presencia en el soporte cartográfico
oficial es casi nula191. A excepción de Tierra del Fuego no hay caminos en
ninguna otra isla. En la viñeta se indica:

Caminos traficables todo el camino


Caminos traficables solo en verano
Líneas telegráficas y telefónicas
Estancias
Casas
Puestos de Policía
Cerros notables
“Magallanes”. Sólo en 1938 se volvió el nombre original a la ciudad.
191 Respecto a este camino, conocido como la “Picada Pasinovic” ver: García-Oteiza, S.
(2015). Los orígenes de las comunicaciones terrestres en el sur de Tierra del Fuego (Chile).
Magallania, Vol. 45 (2), 5-43
63
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Carabineros
Limites departamentales

El tercer mapa fue publicado por el Departamento de Caminos de


Magallanes en 1941 “Red de caminos de Magallanes” (dimensiones
39x28 cm., escala 1:1.000.000) (68). El mapa encuadra el territorio
comprendido entre el cabo de Hornos y lago Argentino (paralelo 56º/49º).
Los caminos son indicados en color rojo y jerarquizados con distintos
tipos de líneas (gruesas, delgadas y segmentadas). El territorio nacional
se diferencia del “otro” mediante la aplicación de otro color (amarillo) a la
superficie terrestre. En el continente y el territorio argentino, los caminos
son indicados en color rojo y negro. Además de la isla Tierra del Fuego se
indica un camino en la isla Riesco, bordeando el litoral del seno Skyring.
Este último color aplicó para los caminos situados entre Río Gallegos y
el río Santa Cruz. En Tierra del Fuego los caminos en ambos lados de la
frontera son representados en color rojo. En la viñeta se indica:

Camino de grava, transitado para automóviles en todo el tiempo


Camino de tierra, transitable para automóviles la mayor parte del año
Huella natural, tránsito eventual
Capital de Provincia
Capital de Departamento
Punto de interés al turista

El cuarto mapa fue también publicado en 1945 por el Departamento de


Magallanes y se denominó de la misma forma que su antecesor, “Red de
caminos de Magallanes” (dimensiones 70x50 cm., escala 1:1.000.000)
(69). El mapa encuadra el territorio comprendido entre el cabo de
Hornos y lago Argentino (paralelo 56º/49º). Los caminos son indicados
en color rojo y jerarquizados con distintos tipos de líneas (gruesa, delgada
y segmentada). A excepción de Tierra del Fuego ninguna isla figura con
caminos. Los caminos en territorio argentino, tanto en Patagonia como
en Tierra del Fuego, son indicados mediante una delgada línea negra.
La copia a la que se ha tenido acceso está en formato heliográfico. En la
viñeta se indica:

Camino de grava, transitado para automóviles en todo el tiempo


Camino de tierra, transitable para automóviles la mayor parte del año
Huella natural, tránsito eventual
Capital de Provincia
Capital de Departamento

El quinto mapa fue publicado igualmente en 1945 por el Departamento


de Caminos de Chile (70). Forma parte de un atlas de alcance nacional
publicado por la institución mencionada. El mapa se tituló “Zona caminera
de la provincia de Magallanes” (36x43,5 cm., escala 1:1.000.000). El
mapa encuadra el territorio comprendido entre la estancia Vicuña,
Tierra del Fuego, hasta la sierra Baguales, Patagonia (paralelo 54º/51º).
Aparte de la isla de Tierra del Fuego, considera un camino en la isla
Riesco, el mismo señalado en el mapa publicado por el Departamento
de Caminos de Magallanes en 1941. Los caminos son indicados en color

64
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

rojo y jerarquizados con distintos tipos de líneas (gruesas, delgadas y


segmentadas). A diferencia de los mapas anteriores, en este caso sólo
se representa el territorio nacional chileno. Es decir, los caminos llegan
sólo hasta la línea fronteriza. El “otro” lado del territorio es literalmente
amputado y se recurre al recurso del espacio en blanco. En cuanto a la
información caminera, en la viñeta se indica:

Caminos transitables todo el año


Caminos transitables en temporada seca
Caminos troperos

CAPÍTULO 3
Estructura de la red caminera de 1910
Como se ha visto, la estructura de la “red caminera” es rígida si la
comparamos con la diversidad ambiental y geográfica del territorio.
Actualmente se están construyendo costosos y “estratégicos” caminos
en áreas donde la “red de caminos” nunca ha llegado, al menos desde
el soporte cartográfico. Estas áreas se ubican principalmente en los
ambientes precordilleranos, cordilleranos y del fiordo. De las miles de
islas que configuran el territorio, sólo en tres se registran caminos (Tierra
del Fuego, Navarino, Riesco). La conexión caminera oficial entre uno y
otro lado de la frontera es limitada, considerando que no hay un accidente
topográfico que la obstaculice y que en los casi 1.000 kilómetros de línea
fronteriza no hay más que seis pasos aduaneros autorizados: dos en Tierra
de Fuego (sólo uno abierto todo el año) y cuatro en Patagonia.

En este contexto, indagaremos en qué momento y cómo se logra configurar


la matriz de la “red de caminos” actual, esto es, aquella estructura que
condiciona, directa e indirectamente, la forma de interactuar con el
territorio, que a la vez visibiliza e invisibiliza paisajes y geografías.

Al revisar el archivo cartográfico se advierte que la estructura caminera


que actualmente se despliega en el territorio encuentra sus cimientos
durante la primera década de 1900, específicamente en 1910 (71-72).
Como se verá más adelante, en este año se logra visualizar por primera
vez, desde el soporte cartográfico, un conjunto de caminos que logran
conectar los principales asentamientos insertados en el territorio.

La red caminera de 1910 se encuentra registrada en el atlas denominado


“Mapa de Chile” (121-123). Esta obra fue publicada en 1911 por la Oficina
de Mensura de Tierras. Al momento de su publicación era la obra más
actualizada, científica y completa de la que disponía la nación192. Sólo
quedaría obsoleta, desde un punto meramente administrativo, en 1928,
año en que el ministerio de Fomento publica “Mapa de Chile”, que
incorpora la nueva división política/administrativa del país. Si bien
el “Mapa de Chile” de 1910 fue producido en la metrópoli santiaguina,
192 Rosenblitt, J. � Sanhueza, C. (2010). Cartografía histórica de Chile. Santiago: Dibam.
pp. xxiv-xxv

65
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

de igual forma consideró parte del territorio bajo soberanía argentina y


administrado desde Buenos Aires.

Se revisitará el territorio fuegopatagónico y su cartografizazción a


partir de la observación y análisis de la información caminera plasmada
en el “Mapa de Chile” de 1910. Para ello, se ha vuelto a transcribir la
información -previamente transcrita en el “Mapa de Chile de 1910- a dos
plantillas geográficas: una plantilla geográfica Norte-Sur y una plantilla
fuegopatagónica.

3.1. Descripción de la red caminera de 1910

En 1910 la estructura caminera, localizada en el soporte cartográfico, se


despliega por casi la totalidad del ambiente estepario del territorio y hacia
ambos lados de la frontera (73). La red de caminos alcanza los 2.581
kilómetros, 1.781 kilómetros en Patagonia y 808 kilómetros en Tierra del
Fuego (74-75).

En Patagonia, en dirección Sur/Norte, la red caminera se extiende desde


el estrecho de Magallanes hasta el Río Santa Cruz y luego hasta Río
Negro/Carmen de Patagones. En Tierra del Fuego, en la misma dirección
geográfica, la red caminera se extiende desde el río Grande, paralelo
54º, hasta el estrecho de Magallanes. En el territorio comprendido entre
Onashaga/canal Beagle-Cami/lago Fagnano y río Grande no hay caminos.
Sin embargo, es sabido que al menos desde 1900 había un camino que
conectaba estos parajes193.

El medio de transporte terrestre que se desplazaba por el territorio seguía


siendo el caballo y las carretas tiradas a tracción animal o de sangre
(caballos y bueyes) (76-78). Estas últimas ingresaron al territorio hacia
1883. Si bien el transporte motorizado ingresó al territorio, vía marítima,
a comienzos de 1900194, su uso para viajes prolongados (turismo,
excursión, etc.) comenzó en los primeros años de la década de 1910195. El
primer automóvil en arribar al territorio llegó a Punta Arenas en 1903.
En el Territorio de Santa Cruz, el primer automóvil arribó a Río Gallegos
en 1908196(79). En Tierra del Fuego -a la sección argentina de la isla- el
primer automóvil llegó a Río Grande en 1924. En cuanto a la porción
chilena, fue durante la década de 1910.

Mientras tanto, el principal medio de transporte del territorio continuaba


siendo el transporte marítimo, específicamente el barco a vapor.
193 Nos referimos al camino trazado y abierto por Lucas Bridges y un colectivo ona, el cual en
1900 ya se encontraba habilitado.
194 Al respecto ver: Martinic, M. (2009). Los comienzos del transporte mecanizado en
Magallanes 1900-1930. Magallania, Vol. 37(1), 7-19
195 En 1912 el gobernador de Santa Cruz realizó un viaje en automóvil recorriendo alrededor
de 800 kilómetros: “El Gobernador, Doctor Lamarque, ha hecho un largo viaje en automóvil,
recorriendo el trayecto desde la Capital del Territorio al Lago Argentino y regresando por la
ribera sur del río Santa Cruz hasta el puerto del mismo nombre, y por la ribera del Océano hasta
volver otra vez a Río Gallegos (…) El viaje se ha podido realizar sin mayores contratiempos; el
señor Gobernador ha anotado las principales obras a realizar, entre las que figuran un puente
en el río Coyle, y otro en el Santa Cruz; arreglo general del camino llamado de la Bajada al Lago
Argentino, y compostura y reparaciones de algunos cañadones y falderos de cerros.” (s/a).
Memoria del Ministerio del Interior presentada al Honorable Congreso Nacional 1912-1913.
Buenos Aires: Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional. pp. 196-197.
196 Correa-Falcón, E., Klappenbach, L. (1924). La Patagonia Argentina. Estudio gráfico y
documental del Territorio Nacional de Santa Cruz. Buenos Aires: G. Kraft. pp. 48-55
66
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Distintas embarcaciones “bajaban” desde Valparaiso hasta Punta


Arenas e isla Navarino/cabo de Hornos. Otras “bajaban” desde Buenos
Aires para recalar en Río Gallegos y Ushuaia (81). Estas embarcaciones
correspondían a barcos de las respectivas Armadas nacionales y a los
denominados “Transportes Nacionales”. De esta forma, se lograba
mantener una comunicación al menos mensual con las lejanas metrópolis
bonaerense y santiaguina. También existían embarcaciones particulares
que, partiendo desde Punta Arenas o Ushuaia, realizaban viajes de
distinta índole: transporte de mercaderías (animales, materias primas,
materiales de construcción, etc.), transporte de pasajeros, excursiones,
etc. (82). Por último, existía la navegación regular marítima transpolar
(o interoceánica) instaurada en el territorio desde fines de la década de
1860 y con punto principal de recalada en el puerto de Punta Arenas
(83). Ésta conectaba semanalmente puertos europeos con el estrecho
de Magallanes -previa parada en Puerto Stanley (islas Falklands)- para
luego continuar hacia los principales puertos del océano Pacífico hasta
el seno Puget/Seatle (30.000 kilómetros aproximadamente). Hacia fines
del siglo XIX, navegaban regularmente por el estrecho de Magallanes las
siguientes compañías navieras; “Compañía Alemana de vapores Kosmos”,
“The Pacific Steam Navigation Company”, “Compañía Inglesa Lamport
Holt”, “Greenock Steam Ship”, W.R. Grace Co.”, “Compagnie Chargeurs
Reunis”, “Línea Hamburgo-Sudamericana”, “Gulf Line Ltda”. En 1906
fondearon en el puerto de Punta Arenas 863 vapores, de los cuales 68
correspondían a naves de guerra 197.

En tanto, la dimensión aérea en Fuegopatagonia se inició de forma


incipiente hacia 1914/1916. Recién durante la década de 1940 la aviación
comenzó a derivar en medio de transporte a nivel regional, permitiendo
una comunicación con centros poblados y lugares más distantes198.

Hacia 1910, la casi totalidad de los caminos “carreteros” estaban “al


natural”, es decir, sin tratamientos de compactación o relleno que
aseguraran su estabilidad y solidez. La intensificación del uso de la carreta
y las pesadas cargas que transportaban influía considerablemente en
el deterioro de los caminos. Esta situación se intensificaba durante las
faenas de esquila, en las que se transportaban los fardos de lana a los
puertos de embarque (84). A esto se suma la nula mantención, la calidad
de los suelos y las condiciones climáticas propias del invierno e inicios de
la primavera, estación donde los caminos se transformaban en barriales
intransitables.

En Tierra del Fuego, específicamente en la vecindad del cordón Baquedano


-lugar donde, hacia 1904, particulares habían construido caminos para el
ingreso de grandes dragas auríferas199- la condición del camino al cesar la
197 Martinic, M. (1977). Historia del Estrecho de Magallanes. Santiago: Andrés Bello. pp. 159-
179
198 Sobre la historia de la aviación en el estrecho de Magallanes ver: Fernández, A. (1994). La
aviación en Magallanes. Santiago: Dirección General de Aeronáutica Civil
199 “Personas llegadas de Tierra del Fuego nos aseguran que ya estáestán
n pró
próximos
ximos a terminarse
los trabajos del camino que debe unir el pueblo de Porvenir con los yacimientos auríferos que
en algún tiempo más empezarán a explotar la The Sutphen Gold Fields Co., en el punto en que
se une el chorrillo Baquedano al Río del Oro. El camino tiene 21 millas de extensión y es de
primer orden y apto para toda clase de vehículos. Con la conclusión de esta importante obra de
vialidad pública, vendrá a coincidir la llegada de una draga, que ya viene en camino de Nueva
York por uno de los vapores Merchant ́s Line, destinada a la empresa ya nombrada”. (“El
Comercio”, 23 de enero 1904, Punta Arenas).
67
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

explotación era deplorable200. El gobernador del territorio daba cuenta de


este panorama en su memoria anual de 1910: “Subdelegación de Tierra
del Fuego. Viabilidad: Habría conveniencia en que se consulte alguna
suma de dinero para la conservación de los caminos rurales que, como se
sabe, fueron arreglados por cuenta de las diferentes sociedades mineras i
que, debido a la paralización de las operaciones de éstas, han quedado en
completo abandono”201.

A mediados de la primera década del siglo XX comenzó un nuevo tipo de


tráfico por los caminos del territorio fuegopatagónico. Nos referimos a la
movilización, en época estival, de grandes masas ovinas -cinco mil a veinte
mil cabezas- en dirección a los frigoríficos emplazados en el estrecho de
Magallanes (85-86). El primer frigorífico del territorio fue inaugurado
el 23 de febrero de 1905 por la sociedad “The South American Export
Syndicate Limited”202. Este establecimiento industrial se instaló en la
localidad de “Rio Verde”, a orillas del estrecho de Magallanes. Durante
la temporada de 1905/1906 exportó a Inglaterra 172.082 corderos
congelados203.

Tres años más tarde, el 20 de febrero de 1908, la “Compañía Frigorífica


de la Patagonia” inició el segundo frigorífico en el estrecho de Magallanes.
Éste fue instalado en Puerto Sara, en la bahía de San Gregorio, y su
capacidad anual alcanzaba 150.000 capones204.

Los frigoríficos de la “The South American Export Syndicate Limited”


y de la “Compañía Frigorífica de la Patagonia” se encontraban
aproximadamente a cien kilómetros de distancia vía terrestre y a sesenta
kilómetros vía marítima. Además, y desde el punto de vista caminero,
ambos se emplazaban aledaños a los caminos principales del territorio.
Con esto aseguraban el arribo expedito de las masas ovinas. Cada uno tenía
su propio muelle de embarque. Cabe señalar que a estos dos frigoríficos
llegaban animales arriados desde Tierra del Fuego, Magallanes y Santa
Cruz.

El tráfico caminero en dirección a los frigoríficos del estrecho de


Magallanes se vería alterado al iniciarse en 1915, en el seno de Última
Esperanza, el frigorífico de “Puerto Bories”. Este nuevo establecimiento
perteneciente a la “Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego”, por su
capacidad anual de faenamiento (300.000 capones), se constituyó como
el más importante del territorio205. Su influencia se extendía hasta el
lago Pueyrredón/Cochrane, ubicado aproximadamente a quinientos
kilómetros de distancia206.

200 Una descripción sintética del arribo de la maquinaria para la extracción aurífera
mecanizada en fuegopatagonia en: García-Oteiza, S. (2017). Sociedad Aurífera “Navarino”,
bahía Windhond (1905). Magallania, 45(1), 165-169. p. 165
201 Chaigneau, F. (1910). Memoria del Gobernador de Magallanes. En: Memoria del
Ministerio del Interior correspondiente al año 1910. Santiago: Imprenta Nacional. p. 19
202 Navarro, L. (1908). Censo Jeneral de Magallanes. Tomo I. Punta Arenas: El Magallanes.
pp. 298f-298i
203 Op. cit.
204 Op. cit.
205 En 1918 el frigorífi
frigorífico
co Puerto Bories produjo 5.000 toneladas de carne frigorizada. Díaz,
Contardi y Cia. (1920). Ganadería, industrias y comercio del territorio de Magallanes, desde
sus principios hasta la actual época1919- Punta Arenas: El Magallanes. p. 103
206 Barbería, E. (2000). Los dueños de la Patagonia Austral 1880-1920. Santa Cruz: UNPA

68
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Como se verá más adelante, el tráfico de grandes masas ovinas en tránsito


hacia los frigoríficos instalados en el estrecho de Magallanes devino en el
intento por establecer una política caminera gubernamental que apuntaba
al acondicionamiento y regularización de los caminos.

3.2. La ausencia de planes camineros estatales

Llama la atención que, en las memorias anuales de los gobernadores del


territorio, “el camino” no fuese un tema de interés sino hasta bien entrada
la primera década del siglo XX. En el caso de Magallanes, estas memorias
comienzan a ser publicadas en 1852. Mediante estos documentos oficiales,
a modo de reporte, las autoridades territoriales mantenían informado al
poder central en cuanto a las actividades económicas, sociales y políticas,
así como respecto a asuntos de salud, educación, infraestructura, justicia,
jurisdicción, loteo de tierras, mensuras, demarcaciones prediales,
concesiones industriales, meteorología, exportaciones, importaciones,
tráfico marítimo, etc. que se desarrollaban en sus sucursales australes
(Punta Arenas, Ushuaia, Río Gallegos). Asimismo, exponían a modo de
denuncia distintos problemas y controversias que se originaban en el
territorio. Sus extensiones varíaban entre 4 planas a 600 planas. Algunas
incluían cartografías.

La primera mención “del camino” es hallada en la memoria del gobernador


de Magallanes presentada al Ministerio de Relaciones Exteriores el 31
de marzo de 1901. En ésta, el Gobernador Carlos Bories daba cuenta de
la falta de caminos: “Inter liega[sic] la tan deseada i por tanto títulos
reclamada constitución de la propiedad rural, debe resolverse sin mas
espera la apertura de caminos para dar fácil acceso a las estancias de la
Patagonia central, que en el día, en parte del año, se encuentra casi sin
comunicación alguna”207

La segunda mención es hallada siete años después en la memoria


presentada al Ministerio de Relaciones Exteriores el 31 de marzo de 1908.
El antecedente es interesante ya que sugiere un momento en el cual “el
camino” es visibilizado como elemento del territorio. El gobernador de
Magallanes, Fernando Chaigneau (1907-1914), exponía:

“A principios del año pasado, cumpliendo instrucciones verbales del


señor Ricardo Salas Edwards, Ministro de Colonización en ese entónces,
esta Gobernación citó a reunion a los estancieros del Territorio a fin de
tratar sobre el mejoramiento de los caminos rurales, a cuyo fin formuló
un proyecto al que se acompañaba un plano en el cual se señalaban los
caminos reales de la rejión de la Patagonia chilena.
Todos los asistentes estuvieron de acuerdo en aceptar que los caminos
principales debian tener un ancho no menor de 50 metros i al mismo
tiempo estimaron conveniente establecer las reservas señaladas en el
plano, que podrían ser de 10 hectáreas de superficie, para pastoreo de
animales.
207 Bories, C. (1901) Memoria presentada al Ministerio de colonización por el Gobernador
de Magallanes (31 marzo de 1901). Santiago: Imprenta Nacional, p. 29

69
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Como hasta ahora nada se ha resuelto sobre el mencionado proyecto, me


permito reiterar a US. alguna resolución sobre el particular, tomando por
base los estudios ya hechos i otros que US tuviera a bien disponer, para lo
cual se contaría con los servicios del injeniero de la Gobernación, quien
podria encargarse de estos trabajos, como ya lo he mencionado a US.
anteriormente.” 208

Como deja entrever el escrito del gobernador, “el camino” apareció en


la medida que devino en problema. El problema era que no se sabía
cuales eran los caminos “reales” que había en el territorio. Por otro lado,
la dimensión de los caminos no respondía al tráfico ovino/vacuno que
circulaba por ellos209.

En el mismo año 1908 se publicó el “Censo Jeneral de Magallanes”. Esta


extensa obra fue elaborada por Lautaro Navarro, ex gobernador y médico
del territorio de Magallanes. En ella se consideró el ítem “caminos”,
donde se describen de forma detallada los principales caminos que
existen tanto en Tierra del Fuego como en Patagonia, indicando sus
direcciones, kilometrajes, asentamientos y lugares que conectan, así
com sus respectivos estados y condiciones materiales, puntos de cruces
e intersecciones, ubicación de puentes, etc. Al respecto Navarro escribió:

“Como rejion esencialmente ganadera, es urjente tomar una


determinación sobre caminos para facilitar el transporte de los ganados
para los frigoríficos.
En Diciembre de 1906 se ordenó, por el Ministro de Colonizacion, a la
Gobernacion del Territorio que la oficina de ingenieros estudiara un plan
jeneral de caminos para facilitar el tráfico de los ganados.
Posteriormente algunos estancieros se reunieron en la sala de la
Gobernacion i se trató sobre esta cuestion caminos que debe resolverse lo
mas pronto posible. Aun se mandó un memorial al Gobierno.
Lo que se necesita es que los caminos, a lo menos principales, tengan 50
metros de ancho, i que a cada cierto número de kilómetros haya, a uno u
otro lado de ellos, unos espacios de algunas hectáreas cerrados por tres
de sus costados, que sirvan tanto para descansar i pastorear los piños
durante la noche, como para evitar la mezcla de ganados en los casos de
cruzarse dos piños. Esta medida es indispensable.
Tambien debe de una vez aprobarse un plan jeneral de caminos para todo
el Territorio, el que no podrá alterarse sino en casos mui justificados i
con permiso especial. Hoi por hoy cada estanciero cierra donde quiere
sus campos, sin respetar los antiguos caminos o variando éstos con grave
perjuicio para los viajeros.”

Como se observa, el problema al que alude Navarro tiene como principal


causa la ausencia de un “Plan de Caminos”, lo que devela la inexistencia
-hasta entonces- de una política caminera que ordenara “el camino” en el
territorio. En el mismo ítem “caminos”, Navarro expone una transición
y torcedura caminera, el paso desde el camino del indio al camino del
208 Chaigneau, F. (1908). Memoria del Gobernador del Territorio de Magallanes (31 de marzo
de 1908). En: Anexo a la Memoria del Interior presentada al Congreso Nacional en 1908.
Santiago: Imprenta Nacional. p. 1221
209 Lamentablemente no se ha podido encontrar el plano en el cual se supone se indicaron los
caminos “reales” del territorio. Tampoco se encontraba adjunto en la memoria del gobernador.
70
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

blanco, o más bien, la coexistencia de dos sociedades y dos geografías en


un mismo territorio:

“Cuando empezaron a ocuparse los campos de la Patagonia chilena, los


caminos, propiamente trazados por los indígenas patagones que venian a
comerciar a Punta Arenas, seguían por las partes mas altas de los campos,
evitando los pantanos, buscando los mejores pasos de los chorrillos, i de
ahí que se duplicaran las distancias por las muchas curvas.
Despues de establecidas las estancias, los campos se han ido cerrando con
alambrados i dándose a los caminos direcciones mas rectas, por lo que
se ha necesitado efectuar algunos arreglos para asegurar el tránsito, pero
aun queda mucho por hacer”210

El problema caminero se concentraba principalmente en una parte


específica del territorio, ubicada en el espacio comprendido entre el
borde litoral del estrecho de Magallanes y la línea frontera fijada en
el paralelo 52º. En este punto, el ancho entre el Estrecho y la frontera
varía entre un kilometro a setenta kilómetros. Allí se concentraba una
cantidad importante de estancias ganaderas con distintos propietarios
y arrendatarios. Además, los límites prediales entre ellas fueron
constantemente difusos y los lotes de terrenos no se adaptaron al trazado
y dirección del camino preexistente (129-142). Por otro lado, por esta
área cruzaba el principal camino que conecta Punta Arenas con Río
Gallegos y Punta Arenas con Punta Dungeness. En este último lugar se
ubicaba desde 1898 el faro homónimo que indica el acceso oriental del
estrecho de Magallanes.

Cabe señalar que la “cuestión del camino” se presentaba distinta en las islas
Falklands. Si bien la principal vía de comunicación era marítima (todas
las estancias tenían acceso al mar), de igual forma el camino era un tema a
considerar en la organización del territorio en el momento en que se inició
la explotación ganadera ovina a gran escala. Esta situación fue advertida
por el ingeniero metropolitano chileno Alejandro Bertrand. Tras su viaje
a Magallanes en el verano de 1885, dos meses después del primer remate
de tierras, Bertrand exponía en su memoria de viaje algunos puntos
principales respecto a la industria ganadera en el archipiélago falklander.
En esta memoria se puede advertir la forma en que, a través de una norma
o principio general, los británicos se anticipaban a un caos caminero y a
una comunicación poco fluida o fragmentada. Al respecto, el ingeniero
chileno señaló que, en las Falklands “El arrendatario o propietario tiene
obligación de dar paso a todo camino público que se forme”211.

El problema caminero en Magallanes venía siendo visibilizado con


anterioridad por las “Sub Comisiones de Límites Australes”. Como se
ha indicado, éstas recorrieron el territorio durante 1894-1903. Álvaro
Donoso, miembro de la Comisión Chilena de Límites escribió:

“Existen en el territorio de Magallanes, innumerables caminos que sirven


210 Donoso, A. (1906). Demarcación de la línea de frontera en la parte sur del territorio:
trabajos de la Quinta Sub-Comisión Chilena de Límites con la República Arjentina, con una
introducción de Luis Risopatrón. Santiago: Imprenta Cervantes. pp. 105-114
211 Bertrand, A. (1886). Memoria sobre la rejion central de las tierras magallánicas.
Presentada al Ministro de Colonización. Santiago: Imprenta Nacional. p. 119
71
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

para comunicar las estancias unas con otras o bien para comunicar las
estancias i los puestos de ovejeros con los caminos ya descritos.
En general se puede traficar con cabalgaduras i carruajes livianos en
cualquiera dirección, eso si que hai que tener mui presente los alambrados
de las estancias, pues ponen a cada paso inconvenientes para el tráfico.
Mui a menudo los estancieros varian los trazados de los caminos i nos ha
sucedido encontrar algunos cerrados, por el estanciero dueño del suelo,
así es que es importante informarse ántes de recorrer un camino si ha
sufrido alguna variación a fin de no perder el tiempo.
Digno de especial atención de parte del Supremo Gobierno debería ser
el ejecutar un plan bien estudiado de caminos, ahora que la propiedad
particular recién se está formando, pues después será mas dificil una vez
que se hayan hecho instalaciones i cercos de carácter permanente”212.

El problema caminero se gesta cuando los estancieros comienzan a cerrar


o a cercar con alambres sus terrenos. Ahora bien, el conflicto no se reduce
al mero acto de cercar, sino más bien a que la geometría del predio no
consideraba ni era capaz de alinearse con los caminos preexistentes. Este
descalce geográfico entre el camino y la geometría del predial (129-142)
promovió entonces el origen del camino “público” en el territorio. En
1893, el capitán de Ejército Ramiro Silva y el Teniente 1º de la Armada de
Chile Baldomero Pacheco recorrieron los alrededores de la laguna Blanca
previo a la demarcación limítrofe213. Tras su experiencia dan cuenta del
surgimiento del problema entre el camino y la propiedad privada:

“Otro punto que sin duda alguna merece atención es el relativo a los
alambrados establecidos para cerrar una pertenencia o potrero. Las
puertas en ellos establecidas, i en los pasos del camino, no siempre
satisfacen; creemos, a las exigencias del tráfico público, ya sea por no ser
suficientemente anchas para el paso de animales o vehículos, o ya por su
forma o construcción, o aún por que los propietarios, atendiendo solo a su
conveniencia propia, las cambian de un sitio a otro sin consultar que con
ello es necesario también desviar el camino, muchas veces con perjuicio
de las distancias. De esto hemos tenido conocimiento por insinuaciones
verbales.
Estos puntos, Señor, tendrían también oportunísima solución con
la mensura antes referida; la comisión de ingenieros encargada de
su realización, fijaría igualmente las vías más cortas i espeditas de
comunicación”214.

Sin embargo, tal situación se prolongaría por varios años. De hecho, este
panorama caótico se mantenía de igual forma durante los primeros años
de la década de 1910. La calidad de los caminos, así como su tránsito
libre, iba tomando la forma de un problema perpetuo en Magallanes. El
origen de este problema seguía siendo la no fijación de los caminos y sus
deslindes al momento de constituirse la propiedad del territorio a partir
212 Donoso, A. (1906). Demarcación de la línea de frontera en la parte sur del territorio:
trabajos de la Quinta Sub-Comisión Chilena de Límites con la República Arjentina, con una
introducción de Luis Risopatrón. Santiago: Imprenta Cervantes. pp. 105-114
213 Una síntesis de la expedición en: Martinic, M. (1987). La expedición Silva-Pacheco a
la cuenca de la Laguna Blanca e inmediaciones. Anales del Instituto de la Patagonia, serie
Ciencias Humanas. Volumen 17, 19-22
214 Martinic, M. (comp.) (2002). Marinos de a caballo; exploraciones de la Armada de
Chile en la Patagonia austral y la Tierra del Fuego 1877-1897. Valparaiso-Punta Arenas:
Universidad Magallanes-Universidad de Playa Ancha de ciencias de la educación. pp. 238-239
72
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

de 1884, es decir veinte y ocho años atrás. En este contexto, nuevamente


el gobernador de Magallanes exponía en su reporte anual correspondiente
a 1912:

“Antes de terminar, llamo especialmente la atencion de US. a la situacion


en que se encuentran los caminos del territorio, que constituye un
verdadero problema a resolver.
En efecto, desde el punto de vista material, dadas las enormes extensiones
que atraviesan i el poco cuidado que se ha tenido al iniciarlos, sin elegir
el terreno mas adecuado, es imposible atender a su conservacion y
mejoramiento con los fondos municipales i los mui reducidos que suele
a veces proporcionar el Supremo Gobierno. Citaré un solo ejemplo, de
los muchos que podria citar. Para dejar transitable durante el invierno
el camino que va de Punta Arenas a la Patagonia arjentina atravesando
casi toda la Patagonia Chilena, habria que hacer una rampla que por si
sola, segun los cálculos ménos exagerados, costaria mas de cincuenta mil
pesos. Estos enormes desembolsos se evitarian con desviaciones de los
caminos que eludieran las naturales sinuosidades del terreno por donde
pasan los actuales, ya que esto es mui posible si se toma en cuenta la
configuracion topográfica de la Patagonia, que es llana en su mayor parte,
i solo accidentada por escepcion. Ahora bien, miradas las cosas desde
el punto de vista legal debo hacer presente a US. que continuamente se
suscitan entre los dueños de estancias y aun entre estancias ganaderas,
cuestiones muy enojosas sobre los derechos de usar o nó un camino, es
decir, sobre si el camino es público o no lo es. Como al constituirse la
propiedad del Territorio no se han fijado los caminos ni sus deslindes con
la debida claridad, no es fácil solucionar estos conflictos que, como los
de agua en el norte del pais, exaltan i crean odiosidades perennes entre
los vecinos. En vista de las razones espuestas, me permito recomendar
encarecidamente a US. que se sirva recabar del Ministerio respectivamente
la venida a Magallanes de un injeniero de caminos, para que de acuerdo
con esta Gobernacion i con los mismos estancieros del Territorio,
proceda definitivamente a su ubicación, subsanando de una sola vez los
inconvenientes materiales i legales que he dejado indicados”.215

3.3. Configuraciones de la red caminera, 1897-1910

Morfológicamente se pueden identificar en la red de caminos las siguientes


configuraciones (87-94):

1) La primera configuración consiste en caminos que corren paralelos y


que convergen en un punto. En toda su extensión no hay caminos que los
una perpendicularmente y por lo tanto no logran configurar un circuito.
2) La segunda configuración consiste en la conformación de circuitos.
La condición de circuito permite recorrer el territorio de manera circular
y por lo tanto no es necesario retornar al punto de partida por el mismo
camino de ida. El circuito configura a la vez un perímetro y deja un área
central sin acceso.

215 Chaigneau, F. (1912). Memoria del Gobernador de Magallanes (Punta Arenas, 20 de mayo
de 1912). En: Memoria del Interior presentada al Congreso Nacional en 1912. Santiago:
Imprenta Nacional. p. 17-18
73
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

3) La tercera configuración identificada consiste en caminos paralelos


conectados mediante caminos de menores longitudes. Esto permite
fraccionar el territorio configurando espacios localizados en un “entre”.

4) La cuarta configuración consiste en la conformación de encrucijadas


camineras. Esta condición se caracteriza por una importante cantidad
de convergencias camineras mediante caminos de corta longitud que
configuran circuitos.

5) La quinta configuración consiste en caminos sin salida. Surgen de


un camino principal del cual nace un camino que remata en un punto
específico, sin lograr empalmar con otro camino.

Topografía

Topográficamente, la red caminera no enfrenta accidentes geográficos que


pudiesen devenir en obstáculos notables e incluso insalvables (cordilleras
elevadas, campos de hielos, etc.). De hecho, como se ha mencionado más
arriba, la red de caminos se despliega principalmente por el ambiente
estepario del territorio, esto es, un terreno más bien horizontal, sinuoso y
que ofrece un campo visual amplio. A primera vista la estepa parece lisa,
homogénea, monótona y transitable por cualquier lado. Sin embargo. esta
idea es errónea.

En Patagonia, la red de caminos sigue los extensos valles de los


ríos Gallegos (190 kilómetros), Chico (120 kilómetros) y Coyle (202
kilómetros), así como el borde litoral del estrecho de Magallanes, entre
Punta Arenas y Punta Dungeness (250 kilómetros). En cuanto al borde
atlántico, el camino corre paralelo (200 kilómetros) a una distancia de
aproximadamente 20 kilómetros del litoral debido a lo escarpado de la
costa. El trazado del camino que une el seno de Última Esperanza con
la sierra Baguales (100 kilómetros) está configurado por cursos de ríos,
valles, bordes de lagos, lagunas y montañas que fluctúan entre los 500 a
1000 metros sobre el nivel del mar.

En Tierra del Fuego, al igual que en Patagonia, la red de caminos se


localiza principalmente en el ambiente estepario. El río Grande, que cruza
la isla en sentido oeste-este se convierte en el límite meriodinal de la red
caminera. Gran parte de la red recorre el borde litoral del estrecho de
Magallanes y parte del océano Atlántico. A diferencia de Patagonia, en la
isla la red de caminos no sigue extensamente algún río, valle o sierra. Por
el contrario, el trazado se presenta mas bien perpendicular a la dirección
de los accidentes geográficos mencionados.

En cuanto a la relación entre la red de caminos y los ríos del territorio,


estos últimos no suponen obstáculos insalvables. En efecto, los principales
ríos del territorio son vadeables de a caballo durante gran parte del
año216 (95). Durante el invierno el estiaje de algunos ríos permite que
una persona pueda cruzarlos de a pie sin inconvenientes. Sin embargo,
esta situación es alterada durante la primavera y verano debido a los
216 Por ejemplo, en la Tierra del Fuego los ríos más caudalosos son el río Azopardo, Yendegaia
y Lapataia. Aún así, en puntos específicos son vadeables de a caballo.
74
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

deshielos provenientes de las altas cumbres, los que provocan el aumento


del volumen de agua y caudal de los ríos. En la memoria del gobernador
de Santa Cruz correspondiente a 1900 se daba cuenta de esta situación;
“No es menos urgente la necesidad de construir un puente sobre el Rio
Gallegos. Esta obra facilitaría la circulación de personas y productos
que tienen que atravesar ese rio, insalvable en épocas de crecientes”217.
Cabe señalar que “Río Gallegos”, capital del territorio de Santa Cruz, se
emplazaba en la orilla sur del río homónimo por lo cual durante la crecida
del río la capital quedaba aislada del amplio territorio ubicado al “norte”
de ésta. En la memoria del año siguiente, 1901, se recordaba e insistía en
la necesidad de un puente definitivo sobre el río Gallegos: “El transporte
de los productos de los establecimientos de campo, en la parte Norte
de Río Gallegos, se dificulta por la falta de un puente, ya proyectado y
aceptado, y cuya construcción depende de que sean votados los recursos
necesarios para esa obra”218. Finalmente, el puente fue construido en 1911
y ubicado en el paraje de “Guer Aike”, a treinta kilómetros del centro de
Río Gallegos219.

El río Santa Cruz, en palabras de geólogo norteamericano John Bell


Hatcher, es por lejos el más grande de todos los ríos de la Patagonia
austral220. Su longitud es aproximadamente de trescientos kilómetros y
su ancho varía entre cien a trescientos metros, corre en dirección oeste-
este y desemboca en el océano Atlántico. Este río es el único cauce por
el cual desagua el lago Argentino, depósito lacustre aproximadamente
de cien kilómetros de largo y veinte kilómetros de ancho. Este lago es
alimentado principalmente de aguas vertidas desde los Campos de Hielo
Sur. La condición que el río Santa Cruz sea emisario de un lago de las
dimensiones del lago Argentino incide en el hecho de que su volumen de
agua se mantenga estable a lo largo de la año. Desde un punto de vista
caminero, esto impide que el río pueda cruzarse a pie y/o con carretas,
por lo que el vadeo se realizaba mediante balseo. Un punto de cruce se
ubicaba próximo a su embocadura y el otro próximo a su desembocadura,
específicamente en la isla Pavón.

Infraestructura

Una buena solución ingenieril para el vado de los ríos fue la instalación
de puentes colgantes de estructura metálica (80-80.2). El arribo de esta
nueva infraestructura al territorio fuegopatagónico comenzó en la década
de 1910. La mayoría de estos puentes fueron diseñados y fabricados por
la firma inglesa “David Rowell � Co Ltda”221. De esta manera, se buscó
asegurar el tráfico de rodados y arreo de animales, contribuyendo a
normalizar las circulaciones y la producción ganadera industrial. Así, la
217 (s/a) (1900). Memoria del Departamento del Interior correspondiente al año 1899. Buenos
Aires: Talleres tipográfico de la Penitenciaria Nacional. p. 105
218 (s/a) (1901). Memoria del Departamento del Interior correspondiente al año 1900.
Buenos Aires: Talleres tipográfico de la Penitenciaria Nacional. p. 76
219 Si bien el puente ya no se encuentra en uso, su sólida estructura mixta compuesta con bases
construidas en hormigón armado y superestructura en acero ha permitido que el puente aún
permanezca en pie y en buen estado.
220 Hatcher, J. (2005[1903]). Cazadores de huesos en la Patagonia. Expediciones de la
universidad de Princeton a la Patagoniam marzo 1896-setiembre 1899. Buenos Aires: Zagier
� Urruty. p. 270
221 No hay antecedentes, los puentes poseen una placa donde se registra el nombre del
fabricante. En el caso del puente en las Falklands, existe un exhaustivo registro en Cameron
Archive, Falklands Island.
75
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

crecida de los ríos en la época de los deshielos dejó de ser un problema,


pues los puentes colgantes permitieron el cruce de los ríos durante
todo el año. La luz que salvaban los puentes colgantes instalados en
Fuegopatagonia variaba entre los 50 metros a 150 metros de longitud.

Entre los puentes metálicos colgantes instalados en el territorio se pueden


mencionar los del río Gallegos, río de las Chinas y río Paine en Patagonia,
río Grande en Tierra del Fuego222 y el río Bodie en la isla Falkland del
este. Cabe señalar que los costos asociados a estas infraestructuras fueron
financiados por particulares, en especial por la compañías ganaderas
arrendatarias o propietarias del predio en donde fueron instalados.

Asentamientos/red caminera

El principal “hábitat fijo” que se despliega en el territorio son las estancias


ganaderas, enclaves instalados en el territorio a partir de 1884. Sin
aventurarnos en proponer qué fue primero, si “la estancia” o “el camino”,
se advierte que existe cierta correspondencia entre la red de caminos de
1910 y el emplazamiento de los cascos de las principales estancias.

En Patagonia, en el camino que une Punta Arenas/Río Gallegos, se


encuentran los cascos de las estancias “Ciake”, “Markatch aike”, “Pali
aike”, “Chimen aike”, “Killik aike”. En el camino que conecta Punta
Arenas con el faro Dungeness se emplazan los cascos de las estancias “San
Gregorio”, “Kimiriake”, “Condor”. En el camino que une Río Grande con
la isla Pavón en el río Santa Cruz, se emplazan los cascos de las estancias;
“Guer aike”, “Guakenken aike”, “Moy aike”, “Coy aike”, “Cañadón de las
Vacas”. Remontando el valle del río Coyle desde Río Gallegos se ubican
las estancias “Las Horquetas”, “Chali aike”, “Tapi aike”. En el camino que
une el seno de Última Esperanza con la sierra Baguales se emplazan los
cascos de las estancias “Puerto Consuelo”, “Cerro Castillo”, “Cerro Guido”,
“Cuarto Chorrillo”. En el camino que recorre el río Gallegos se emplazan
los cascos de las estancias “Glencross”, “Las Buitreras”.

En el Tierra del Fuego la correspondencia entre estancia/caminos es


aun más evidente. De hecho, todos los cascos de estancias se emplazan
contiguas a los caminos que conforman la red caminera: “Springhill”, “San
Sebastián”, “Caleta Josefina”, “Gente Grande”, “Río Oro”, “Nueva Río Oro”
“China Creek”, “Mac Clelland”, “Harberton”, “San Pablo”, “Viamonte”,
“Primera Argentina”, “Segunda Argentina”, “Sara”, “Cullen”. Lo mismo
aplica para las dragas auríferas; “Oscar”, “Progreso”, “Baquedano”, “el
Paramo”, enclaves donde los caminos rematan.

Frontera/red caminera

La línea fronteriza tiene dos direcciones en el territorio (96-97). En


Patagonia tiene sentido Norte/Sur y Oeste/Este. Esta última dirección
sigue el paralelo 52º. En Tierra del Fuego sólo tiene sentido Norte/Sur.

222 Nos referimos al instalado, en 1918, próximo a su desembocadura en el océano Atlántico.


En cuanto al instalado en el lado chileno se desconoce su año de instalación, sin embargo,
sostenemos que fue al promediar la década de 1930.
76
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

En Patagonia, la línea fronteriza es cruzada nueve veces. Siete de estos


cruces son realizados cuando la frontera adquiere sentido Oeste-Este.
Hay dos caminos que cruzan dos veces la frontera para ingresar a
territorio chileno. Cuando la línea fronteriza adquiere sentido Norte/Sur,
los puntos de cruce disminuyen.

A diferencia de Patagonia, en la Tierra del Fuego la influencia de la


frontera es más evidente. En Tierra del Fuego, la línea fronteriza es
cruzada tres veces. Hay caminos paralelos y tangenciales a la frontera y
otros que culminan directamente en ella.

CAPÍTULO 4
“Caminos” en el soporte cartográfico
1910-1898
“Siempre que un mundo llega a su fin y se inicia
uno nuevo es tiempo de mapas.
Tales épocas señalan el tránsito de un orden espacial a otro”

Karl Schlögel223

4.1. La incorporación del camino en el soporte


cartográfico

Si bien el territorio fuegopatagónico fue intensamente cartografiado


a partir de 1523224, no fue hasta fines del siglo XIX cuando comenzó a
figurar con “caminos” en el soporte cartográfico. En consecuencia,
desde el archivo cartográfico y por casi tres siglos y medio (1523-1893)
no hay indicios de caminos en Fuegopatagonia. Esto sugiere la noción
e imaginario de un elocuente “vacío caminero”, asociado entonces a
un territorio despoblado, sin gentes ni lenguas, desconocido, en otras
palabras: un espacio disponible para la expansión territorial, el fomento
del progreso y la civilización. De hecho, por décadas la colonia de Punta
Arenas -primer asentamiento nacional establecido en el estrecho de
Magallanes (1848)- figuró como un punto aislado e inmerso en un gran
espacio homogéneo, sin caminos que remataran o partieran desde ella.

Ni siquiera en los primeros atlas nacionales elaborados a partir de la


mitad del siglo XIX en los gabinetes metropolitanos de Buenos Aires y
Santiago e impresos en Europa figurarían caminos para Fuegopatagonia.
Esto sugiere al menos dos ideas: o existía un desconocimiento total sobre
el territorio desde los centros cartográficos nacionales (emplazados
a dos mil kilómetros), o bien, la ausencia de caminos respondió a una
estrategia de invisibilización vinculada a una acción política. En el caso
chileno, la producción cartográfica con base científica en formato de
“Atlas” fue liderada por los franceses y “hombres de ciencia” Claudio

223 Schlögel, K. (2007). En el espacio leemos el tiempo. Sobre historia de la civilización y


geopolítica. Siruela: Madrid. p. 91
224 Ver; Martinic, M. (1999). Cartografía Magallánica 1523-1945. Punta Arenas: Universidad
de Magallanes. p. 3-184
77
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Gay y Amado Pissis225, naturalista y geólogo respectivamente. Ninguno


de los dos estuvo presencialmente en el territorio fuegopatagónico por
lo que sus cartografías fueron elaboradas en base a una recopilación de
publicaciones anteriores, particularmente de la cartografía publicada por
el Almirantazgo Británico hacia fines de la década de 1830.

Claudio Gay, en su clásica obra “Átlas de la Historia Física y Política de


Chile” (1854), incluyó una lámina titulada “Estrecho de Magallanes” (98).
Ésta comprende el territorio situado entre Chiloé por el océano Pacífico y
Golfo San Jorge por el océano Atlántico hasta el cabo de Hornos. A lo largo
de la sección continental y en su centro se indicó “Tierra desconocida”. El
territorio encuadrado no se vincula o asocia a ninguna nación. Caminos
no hay y resulta curioso que se haya omitido la presencia de la colonia de
Punta Arenas, instalada en el estrecho de Magallanes seis años antes de la
publicación del mapa en cuestión.

La producción del segundo atlas de Chile estuvo a cargo de Amado


Pissis. Fue denominado “Mapa de la República de Chile” y salió a la
luz en 1884 (99), es decir treinta años después del trabajo de Gay, tres
años después del tratado limítrofe de 1881 y el mismo año en que la
gobernación de Magallanes otorgó los primeros permisos formales de
concesiones de terrenos para dar cabida a la explotación ovina/vacuna.
El autor incluyó el “extremo austral” del país fragmentado en cinco
láminas, abarcando desde el paralelo 49º al paralelo 56º. La superficie
terrestre “chilena” fue representada de color gris mientras que el lado
“argentino” fue simplemente dejado del color de la hoja de impresión,
recurriendo al recurso del espacio en blanco. El territorio es representado
principalmente liso y con algunos mínimos detalles orográficos en ambos
lados de la frontera. Se incluyó el poblado de Punta Arenas, el que parece
inmerso en un territorio prácticamente vacío. El patrón cartográfico de
un territorio “vaciado de caminos” continuaría y se perpetuaría en obras
clásicas como por ejemplo el “Atlas de Chile” de Juan Türke publicado
en 1895 y “Jeografía Descriptiva de Chile”226 de Enrique Espinoza, en
especial su edición de 1897 la cual incluyó “mapas” y “planos”.

Desde el lado argentino del territorio, el primer atlas geográfico nacional


fue publicado en 1873 y fue titulado “Atlas de la Confédération Argentine”.
Esta obra estuvo a cargo del médico de origen francés Víctor Martin de
Moussy. La lámina XI del atlas fue titulada “Carte de la Patagonie et des
archipels de la Terra de Feu des Malouines” (100). Geográficamente
abarca desde el río Negro/Limay hasta el cabo de Hornos, incluyendo las
islas Falklands. El territorio comprendido entre el río Negro y el estrecho
de Magallanes es señalado como Patagonia (sin vincularla con Argentina
y Chile), la cual está a la vez dividida por una “Patagonia Boreal” y
una “Patagonia Austral”. La colonia de Punta Arenas en el estrecho de
Magallanes figura como único enclave fijo y sin ninguno indicio de
conexión terrestre con otros puntos del territorio.

225 Al respecto ver: González, J. (2007). Primeros levantamientos cartográficos


cartográficos generales
de Chile con base científica: los mapas de Claudio Gay y Amado Pissis. Revista de Geografía
Norte Grande. Nº 38, 21-44. Sagredo, R. (2018). El futuro de Chile delineado en un mapa.
Revista de Geografía Norte Grande. Nº 69, 49-69
226 Espinosa, E. (1897). Jeografía descriptiva de la República de Chile. Santiago: Imprenta,
litografía, encuadernación Barcelona
78
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

El mapa contiene variada información de corte etnológico tanto en


el continente como en Tierra del Fuego, afirmando, como plantea la
geógrafa argentina Carla Lois, “el dominio indígena sobre territorios en
los que, hacia 1880, el Estado encararía agresivas campañas de conquista
y colonización basándose en la negación del derecho a la propiedad de las
comunidades aborígenes”227.

Una vez pactado el Tratado de Límites de 1881, la república de Argentina


publicó en 1886 la obra “Atlas de la República Argentina” (escala
1:2.000.000, dimensiones 52x39 cm) (101). La obra estuvo a cargo
del renombrado ingeniero y topógrafo prusiano Arturo Seelstrang. El
mapa muestra el territorio nacional de la república argentina divido
en “Gobernaciones”, división política y administrativa establecida y
definida en Buenos Aires en 1884. Respecto a este atlas nos interesa
específicamente la lamina XXVI “Gobernación de Santa-Cruz” y lámina
XXVII “Gobernación de la Tierra del Fuego y de las islas Malvinas”. Estas
dos láminas que encuadran nuestra área geográfica de estudio no contienen
caminos. Sin embargo, se indicó, quizás para compensar y romper con lo
liso del mapa, el trazado de “Rutas de esploradores” y “Paraderos Indios”
en el continente, es decir en la lámina “Gobernación de Santa-Cruz”, pues
la Tierra del Fuego figuró sin ningún tipo de información pedestre. En el
continente se indicó mediante una línea segmentada la ruta realizada por
George Musters (1869), Tomas Rogers (1877), Francisco Moreno (1877),
Ramón Lista (1878), Giovanni Roncagli (1882) y Carlos Moyano (1883).

Tan sólo un año después de la aparición del “Atlas de la República


Argentina” fue publicado en Buenos Aires un nuevo atlas cartográfico
para la nación titulado “Atlas Geográfico de la República Argentina”
(1887) (102, 103). Este trabajo fue realizado por el geógrafo peruano
Mariano Paz Soldán. La obra se compuso de veintinueve láminas
cartográficas, dentro de las cuales la lámina XXV se titulaba “Gobernación
de Santa-Cruz” y la lámina XXVI “Gobernación de la Tierra del Fuego y
de las islas Malvinas”. No se incluyó información caminera y, a diferencia
del atlas elaborado por Arturo Seelstrang, se omitió la totalidad de la
información de las rutas de explorados. Sólo se mantuvo la localización
de los “Paraderos Indios” en el continente. La ausencia de caminos para
Fuegopatagonia en los atlas nacionales argentinos sería una constante
que se prolongó hasta bien entrado el siglo XX.

Ahora bien, la cartografía más completa en cuanto a información


caminera publicada a fines del siglo XIX y geográficamente más cercana
al estrecho de Magallanes debió ser el “Plano del Territorio de la Pampa
y Rio Negro y de las onces provincias chilenas que lo avecinan por el
Oeste” publicado en 1880 e inscrito en la denominada “Conquista del
Desierto”. Este mapa fue publicado en 1880 y su autor/recopilador fue
el militar Manuel José Olascoaga, jefe de la Oficina Topográfica Militar
de Argentina (103.1)228. Aquí se indicaron detalladamente caminos
227 Lois, C. (2006). Técnica, Política y “deseo territorial” en la cartografía oficial
oficial de la
argentina (1852-1941). Scripta Nova. Vol. X, núm. 218 (52).
228 Respecto a este mapa existen al menos tres versiones. Se ha consultado en : Olascoaga, M.
(1880). Estudio topográfico de la Pampa y Rio Negro. Comprende el itinerario de todas las
columnas de operaciones que ocuparon el desierto y llevaron la línea de frontera sobre dicho
río, á ordenes del Exmo. Señor Ministro de Guerra y Marina General D. Julio A. Roca. Buenos
79
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

de indios, tropas militares e itinerarios de viajeros. Geográficamente


encuadra el territorio comprendido entre Santiago/Buenos Aires por el
norte y el río Chubut/Chiloé hacia el sur. Se indican dos tipos de caminos
etiquetados como “Caminos Generales y de Indios” y “Caminos de Chile a
las Pampas”. Sin embargo, el río Chubut, limite meriodinal del mapa está a
una distancia aproximada de 900 kilómetros del estrecho de Magallanes.
Respecto a este mapa, Carla Lois comenta: “El plano de Olascoaga ha
filtrado la información sobre los indígenas y ha sobreimpuesto una nueva
matriz sobre los territorios anexados, organizada a partir de una red
de infraestructura de comunicaciones moderna (en gran parte, todavía
inexistente, aunque figura como “planificada”) […] los mapas militares
se dedican al futuro: telégrafos, ferrocarriles, líneas de fortines y colonias
(algunos reales y otros, apenas proyectados) componen una nueva
geografía”229.

Como se ha mencionado, la cartografía comenzó a incorporar el camino


en Fuegopatagonia a fines del siglo XIX, momento en el cual los estados
de Chile y Argentina asumieron la empresa cartográfica del territorio
(levantamiento, producción, edición, impresión, difusión). Si bien la
cartografización del territorio fue compartida por las dos naciones
mencionadas, la inclusión de caminos fue más recurrente en las
cartografías producidas por el estado de Chile.

En primera instancia, correspondió a militares y marinos -acompañados


a menudo por científicos- la tarea de dibujar o rellenar mediante una
geografía sistemática el dintorno del nuevo espacio geográfico nacional.
Por aquel entonces se disponía de un elocuente dibujo cartográfico del
contorno del territorio (entiéndase litoral) realizado por el Almirantazgo
Británico230. Los levantamientos cartográficos realizados por los británicos
en Fuegopatagonia (1826-1834), fueron una fuente obligada de consulta
y sólo serían superados “técnicamente” durante las primeras décadas del
siglo XX231.

Si bien la frontera fue definida en 1881, su demarcación en terreno se


realizó entre 1895 y 1903. Fue justamente en este periodo de tiempo cuando
el territorio fuegopatagónico comenzó a ser cartografiado con “caminos”.
Por otro lado, y de forma simultánea, se incorporó el dibujo de la división
predial en el dispositivo cartográfico (129-142)232. Cabe recordar que la
demarcación en terreno de la nueva frontera argentina/chilena se llevó
a cabo en los meses de verano de los años 1894-1903, primero en Tierra
del Fuego (1894-1895) y luego en Patagonia (1896 y 1903). En el caso de
Patagonia, la demarcación fronteriza estuvo paralizada entre 1898 y 1902
debido a diferencias entre las Comisiones de Límites producidas por el
descalce entre lo que dictaba el tratado de 1881 y la realidad geográfica

Aires: Imprenta de Ostwald y Martinez


229 Lois, C. (2006). Técnica, Política y “deseo territorial” en la cartografía oficial
oficial de la
argentina (1852-1941). Scripta Nova. Vol. X, núm. 218 (52). Respecto al mapa de Olascoaga
ver: Andermann, J. (2000). Entre la topografía y la iconografía: Mapas y Nación, 1880.
En Monserrat, M. (comp), La ciencia en la Argentina entre siglos. Textos, contextos e
instituciones. Buenos Aires: Manantial. pp. 101-125
230 Una clara evidencia del paso del Almirantazgo Británico se refl refleja
eja en el atiborramiento
toponímico con el cual re-denominaron a una importante cantidad de accidentes geográficos.
231 Correspondió principalmente a la Marina de Chile a través de su Ofi Oficina
cina Hidrográfi
Hidrográfica,
ca,
fundada en 1874, mejorar y actualizar las cartas del Almirantazgo Británico.
232 Antes sólo se había indicado de forma escrita y precisada en el espacio mediante paralelos
y meridianos.
80
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

del territorio.

Como se ha señalado, la incorporación de “caminos” en la cartografía fue


simultánea a la demarcatoria de la frontera internacional. Sin embargo,
entre Tierra del Fuego y Patagonia hubo un importante desfase temporal.
Si bien para Patagonia el camino fue localizado en el soporte cartográfico
a partir de 1894, especialmente en la región oriental del estrecho de
Magallanes, en Tierra del Fuego el camino fue insertado a partir de
1910233, es decir, quince años después de la demarcatoria fronteriza
en la isla. De hecho, según la Comisión de Límites chilena, durante su
estancia en la isla (verano de 1894 y de 1895), no había caminos en dico
territorio: “No hay caminos en la rejion [Tierra del Fuego]; en la parte
despejada i llana se hace el tráfico en cualquier dirección, teniendo
cuidado de buscar las partes mas suaves i el suelo mas firme. En la rejion
montañosa tuvimos que abrir sendas y componer los pantanos a fin de
poder pasar con nuestros animales y cargas” 234. La incorporación de los
caminos en Tierra del Fuego fue realizada por la “Oficina de Mensura de
Tierras de Chile”, la cual entre 1906 y 1909 realizó distintos trabajos de
mensura y triangulación en la sección chilena de la isla. En el caso de la
sección argentina de Tierra del Fuego, los caminos fueron incluidos en la
cartografía a partir de 1917235.

Un aspecto importante a destacar es la forma en la cual el camino fue


incorporado en el soporte cartográfico. No se trató del resultado de un
proyecto o de un proceso paralelo a la cartografización del territorio, sino
que se produjo más bien de forma abrupta. En este sentido, y desde el
archivo cartográfico, no se podría distinguir una cronología caminera,
pues “todos” los caminos fueron incorporados en un breve lapso de
tiempo (1894-1910).

En la época en que se comenzó a incluir los caminos en el soporte


cartográfico, la ganadería ovina-vacuna había invadido la casi totalidad
del ambiente estepario del Territorio y gradualmente se expandía sobre
los ambientes boscosos y del fiordo236. También alcanzaba las cifras
históricas más altas de producción. Los cascos de las estancias ganaderas
se encontraban desperdigados en ambos lados de la frontera internacional
y del estrecho de Magallanes. Los estancieros comenzaban a cercar sus
predios. El tendido telegráfico comunicaba Punta Arenas-Río Gallegos-
Puerto Santa Cruz- Buenos Aires. Caravanas de carretas cargadas con
fardos de lanas transitaban rumbo a los puertos de embarque. Grandes
masas ovinas eran arriadas a los frigoríficos instalados en el litoral del
233 En el mapa publicado en la memoria de Manuel Señoret de 1896, se incluyó un camino
“carretero” entre la bahía Inútil y la bahía San Sebastián. Este camino fue repetido en el mapa
publicado en la obra de Alberto Fagalde (1900) y en el mapa publicado en 1904 por Agustín
Torrealba.
234 Donoso, A. (1906). Demarcación de la línea de frontera en la parte sur del territorio:
trabajos de la Quinta Sub-Comisión Chilena de Límites con la República Arjentina, con una
introducción de Luis Risopatrón. Santiago: Imprenta Cervantes. p. 15
235 Específi
Específicamente
camente en el mapa titulado: “Tierra del Fuego” publicado en 1917 por la
Dirección de Tierras y Colonización. Buenos Aires, república de Argentina (escala 1:300.000,
dimensiones 150x125 cm).
236 Martinic, M. (1980). Ocupación del ecúmene de Magallanes, 1843-1930. La colonización
de las áreas marginales. Anales del Instituto de la Patagonia. Vol. 11, 7-46. En la sección
argentina de Tierra del Fuego según el censo agropecuario de 1908 se registraban 11.657
bovinos, 10.175 equinos y 1.348.351 ovinos. (s/a). (1911). Memoria del Ministerio del Interior
presentada al Honorable Congreso Nacional 1910-1911. Buenos Aires: Imprenta y casa editora
Juan Alsina. p. 96.
81
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

estrecho de Magallanes. La división predial del territorio se hizo visible al


incorporarse en la cartografía (129-142). Sin embargo, y a pesar de toda
la dinámica territorial descrita, no hubo un plan caminero que ordenara y
regulara los desplazamientos terrestres por el territorio.

Para el Tratado de Límites de 1881, la caminería del territorio no fue un


tema. La geografía física era lo imperante por entonces, no la población
humana presente y futura. Por otro lado, al parecer la imaginación
metropolitana no lograba concebir un territorio con caminos previo a la
invasión del estado-nacional.

Ahora bien, se puede sostener que la repentina y rápida incorporación/


localización de una red de “caminos” en la cartografía oficial respondió
más bien a una estrategia política que al interés de conocer y entender la
caminería del territorio. Cabe recordar que la incorporación de caminos al
soporte cartográfico se realizó cuando se comenzó a demarcar en terreno
la frontera argentina/chilena (1894-1903).

La “mercatoriedad” de la línea fronteriza en Tierra del Fuego zanjó sin


mayores controversias la nueva frontera impuesta. En caso de alguna
diferencia o descalce entre terreno/Tratado era cuestión de mover la línea
recta un poco a la derecha o la izquierda, como en efecto ocurrió237. En
Patagonia la situación fue diferente. Especialmente en el punto en que el
paralelo 52º se debía intersectar con la divisoria de aguas de la cordillera
de los Andes. De hecho, ante el nulo acuerdo entre las Comisiones de
Límites chilena/argentina, la demarcación fronteriza quedó detenida en
1898 y el trazado de la frontera en la región del seno de Última Esperanza
fue sometida a un arbitraje fronterizo liderado por Gran Bretaña. Entre
1898 y 1901 los países litigantes prepararon la defensa/evidencia ante el
tribunal británico: textos, fotografías, esquemas, atlas cartográficos.238
Aquí los caminos tenían un rol clave ya que podían incidir en la decisión
del tribunal. Camino era entonces sinónimo de ocupación territorial
y soberanía. Si bien existía el acuerdo previo que decretaba que en las
zonas en litigio no podían construirse caminos, lo cierto es que en Última
Esperanza, al menos desde 1894, existía un camino que había sido
construido por los propios colonos239. Este camino unía en sentido norte-
sur la sierra baguales con el seno de Última Esperanza.

El tribunal arbitral londinense entregó su veredicto en 1902. Éste


fue interpretado como una victoria para Chile y una derrota para las
pretensiones argentinas. Sobre la frontera en disputa señala Joaquín
Bascopé: “dicha frontera sucedió a otro acuerdo político entre Santiago,
Buenos Aires y Londres por el que se repartieron soberanamente los
descubrimientos científicos y los atractivos turísticos y ganaderos de
la región”240. El camino habilitado previo a la disputa limítrofe quedó
237 Nos referimos por ejemplo en el desplazamiento de la línea fronteriza en Tierra del Fuego
en la bahía San Sebastián. En este caso, la línea fue desplazada dos kilómetros hacia el oeste,
evitando de esta forma que la línea pasara por sobre la bahía partiéndola en dos. A la vez esto
significaba que Chile tendría litoral del océano Atlántico.
238 Lois, C. (2014). Mapas para la nación. Episodios de la historia de la cartografía en
argentina. Buenos Aires: Biblos. p. 191-219
239 Siewert, C. (1896). Un viaje a la Patagonia (Región austral del Territorio de Santa Cruz).
Boletín del Instituto Geográfico Argentino. Tomo XVII, 363-391
240 Bascopé, J. (2018). En un área de transito polar. Desde el establecimiento de líneas
regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura del canal de
82
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

en suelo chileno y fue incorporado inmediatamente en las principales


cartografías nacionales.

Las cartografías nacionales sobre las cuales se localizaron los caminos


del territorio no correspondían al género de los “Mapas Camineros”. Es
decir, su centro no eran los caminos, aunque sí los consideraron. Por ese
entonces, camino era sinónimo de progreso y civilización. Un mapa con
caminos representaba el triunfo de la civilización sobre la barbarie. El
camino, de alguna manera, representaba la conversión de un territorio
estéril e inerte en uno productivo y nacional.

Las escalas empleadas para representar cartográficamente el territorio


fuegopatagonico fueron: 1:250.000, 1:500.000, 1:1000.000. Los motivos
de la escala respondían a un tema más bien práctico pensando en el costo
de producción final. Así lo deja entrever la Oficina de Mensura de Tierras
de Chile, la institución encargada entre 1907-1914 de la producción
cartográfica de Chile241: “Nuestros trabajos habían sido ejecutados a
escala 1:100.000; pero se vió que publicándolos a escala 1:250.000 se
perdían pocos detalles i se facilitaba en gran medida su publicación”242.
En la práctica, la estrategia era abarcar y encuadrar la mayor cantidad de
espacio geográfico en la menor cantidad de hoja posible.

La morfología que adquirió el territorio tras el tratado de 1881 -una


Tierra del Fuego partida longitudinalmente y una Patagonia partida
transversalmente- incidió en la cartografización del territorio,
especialmente en su encuadre geográfico. En este sentido, los caminos
fueron incorporados en dos trastocados formatos de cartografías: aquellas
que encuadraban partes específicas de territorio (1:250.000) y otras que
encuadraban su totalidad, es decir, desde el océano Pacífico al océano
Atlántico (1:500.000).

En 1894 apareció el primer mapa con “caminos”. El mapa se tituló “Plano


Topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en el Territorio de
Magallanes” (104). Debido al mal estado del mapa, y con el fin de facilitar
su lectura, ésta ha sido redibujado (105) 243. Sus autores fueron los
miembros de la Subcomisión chilena de Límites Aníbal Contreras, Álvaro
Donoso y Carlos Soza. Este documento fue publicado en el volumen 2 de
la memoria del gobernador de Magallanes Mariano Guerrero Bascuñán
(1896-1898), correspondiente a 1897244. Cabe señalar que al momento de
su publicación los trabajos demarcatorios de la línea fronteriza ya habían
comenzado en Tierra del Fuego.

El mapa diferencia inmediatamente la sección chilena y argentina del


territorio. El territorio chileno es indicado como “Patagonia Chilena” y
Panamá (1914). Villa Tehuelches: CoLibris. p. 27
241 Rosenblitt, J. � Sanhueza, C. (2010). Cartografía histórica de Chile. Santiago: Dibam
242 Memoria que presenta el Ministerio de Relaciones Exteriores al Congreso Nacional de
Chile, 1906. Santiago: Imprenta la Nacional. Anexo Nº 5. p. 117
243 Cabe señalar que resultó difícil acceder a este mapa debido a que en todos los tomos
que consultamos había sido arrancado. La copia que pudimos consultar no se encuentra
en condiciones físicas aceptables y está alojada en el Archivo Histórico Nacional de Chile.
También se encuentra en la mapoteca del Instituto Geográfico Militar pero su condición física
lo hace casi inconsultable.
244 Guerrero-Bascuñan, M. (1897). Memoria que el delegado del Supremo Gobierno en el
territorio de Magallanes Don Mariano Guerrero Bascuñan presenta al señor ministro de
Colonización. Dos tomos. Santiago: Librería y editorial Ercilla
83
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

el territorio argentino como “República Arjentina”. El límite superior del


mapa coincide con el límite internacional establecido en el paralelo 52º.
Sólo la sección continental del territorio tiene información. Se señalan
divisiones prediales (incluye el nombre del arrendatario y superficie del
predio), la ubicación de establecimientos ganaderos (representados con
pequeños cuadrados negros), nombres de ríos, cerros y el trazado de la
línea fronteriza (aún por demarcar). Mediante una iconografía vegetal se
intenta representar la fitogeografía patagónica y mediante un juego de
líneas la topografía del terreno. Los caminos son representados mediante
una delgada línea negra segmentada. Sólo hay caminos en Patagonia,
Tierra del Fuego figura casi totalmente vacía: se indica la “población de
Porvenir” (recién fundada) y la línea fronteriza hasta la altura de la bahía
de San Sebastián. En la viñeta, ubicada en borde inferior se señala:

a) Límites amojonados en el terreno


b) Ídem. en que se ha dado la dirección con dos o más postes
c) Ídem. por señalar en el terreno
d) Caminos

Ahora bien, cabe señalar que gran parte de la información volcada en este
mapa pertenece al mapa elaborado por el ingeniero y geógrafo santiaguino
Alejandro Bertrand. Luego de sus levantamientos topográficos en el
desierto atacameño, a fines de 1884 Bertrand es enviado al territorio de
Magallanes. El objetivo era mensurar el territorio, traspasarlo al dispositivo
cartográfico y describir el ambiente ganadero que recién se estaba
iniciando en el territorio. A su regreso a la metrópoli santiaguina publicó
adjunto a su memoria “La Rejión Central Magallanica” (1886) el mapa
“Plano Topográfico de la Rejión Central Magallanica” (escala 1:500.000,
dimensiones físicas 70x50). El mapa de Bertrand registró la fitografía
del territorio, emplazamientos de asentamientos ganaderos, topónimos,
topografía, ríos, línea fronteriza tentativa y su supuesto itinerario. En este
contexto, lo único nuevo que agregó el mapa de 1894 fueron los trazados
prediales que Bertrand no consideró245. Los caminos señalados en el mapa
de 1894 no corresponden a un levantamiento realizado por el ingeniero
Aníbal Contreras y su equipo, sino a información indicada por Bertrand
como su itinerario, practicado casi una década atrás. Incluso el itinerario
de Bertrand se prolongaría en algunas cartografías nacionales publicadas
durante la primera década de 1900246.

El segundo mapa donde se incorporaron “caminos” fue publicado en


1896. No tiene titulo, autor ni escala. Sus dimensiones físicas son 74x67
cm. Fue publicado en la memoria anual del Gobernador de Magallanes
Manuel Señoret (105). El mapa muestra la totalidad de Tierra del Fuego
bajo soberanía chilena y su reparto predial. Se señala un sólo camino
etiquetado como “Camino Carretero” y graficado mediante dos líneas
delgadas paralelas. Éste camino une las estancias “Río Pantanos o Caleta
Josefina” y “San Sebastián”. Ambos establecimientos ganaderos fueron
iniciados hacía 1893/1894 por la Sociedad Explotadora de Tierra del
245 Cabe recordar que Bertrand arribó a Magallanes sólo meses después del primer remate de
tierras realizado por la gobernación de Magallanes en noviembre de 1884.
246 Por ejemplo, en el “Nuevo Mapa de Chile” (Santiago, 1904) de autoría de Nicanor Boloña
y publicado por Cárlos Tornero, para el territorio de Magallanes los caminos corresponden al
itinerario practicado por Alejandro Bertrand en 1885 (31).
84
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Fuego. El camino indicado en este mapa figuró como el único camino de


la isla hasta 1909. Cabe señalar que por este camino en 1895 fue arriado
un colectivo de 165 arqueros onas acusados y apresados por atacar una
estancia ganadera perteneciente a la poderosa Sociedad Explotadora
Tierra del Fuego (S.E.T.F). Durante este mismo año y por el mismo
camino, fueron arriados otros onas. En un descuido de sus captores
(empleados de la S.E.T.F.), los onas los emboscaron derribándolos con
sus flechas. El caso sería ampliamente difundido en la prensa y medios
locales247. Conjeturamos que por estos motivos se supo en la colonia de
Punta Arenas la existencia de este camino y en consecuencia su ingreso al
soporte cartográfico.

En el mapa publicado por Alberto Fagalde titulado “Territorio de


Colonización de Magallanes. La Región Ganadera, 1900” (escala
1:1.000.000, dimensiones físicas 72x52 cm.) (109)248, el único camino
que figura para todo el territorio encuadrado es justamente el que conecta
la bahía Inútil y la bahía de San Sebastián en Tierra del Fuego. Este
camino mantuvo la misma etiqueta: “Camino Carretero” (110). Cabe
indicar que en el libro de Fagalde se realiza una breve descripción del
mapa en cuestión. Sin embargo, no se hace ninguna mención al camino
registrado en Tierra del Fuego ni tampoco a la total ausencia de caminos
en la sección continental del territorio. Luego, en el mapa publicado en
1904 por Agustín Torrealba “Mapa de la Rejion Austral de Chile Provincias
de Llanquihue, Chiloe i Territorio de Magallanes” (escala 1.1.100.000,
dimensiones físicas 191x70) se reprodujo nuevamente el mismo camino
para Tierra del Fuego (A-24).

El tercer mapa compulsado donde se incorporaron “caminos” fue


publicado en 1898 (107-108). No tiene título. Su autor fue Hugo
Pietrogrande, Ingeniero agrimensor del Territorio de Magallanes (1898-
1927). El mapa fue dibujado en escala 1:250.000 y sus dimensiones
físicas son 97x57 cm. Abarca el territorio patagónico comprendido entre
el Estrecho de Magallanes y la frontera internacional. Los caminos fueron
representados mediante dos líneas delgadas y paralelas, una de ellas
continua y la otra segmentada. Tres caminos fueron etiquetados con los
nombres de las localidades que conectan: “Camino de Punta Arenas a
Punta Dungeness”, “Camino a Laguna Blanca”, “Camino de Punta Arenas
a Gallegos”. Su objetivo era el catastro del estado de la tierra fiscal y
surgió como resultado de levantamientos topográficos realizados durante
1898249. Cabe recordar que, al momento de producción de esta cartografía,
la frontera (en el paralelo 52º) estaba recién demarcada en terreno, por lo
cual era necesario conocer rápidamente el nuevo espacio fronterizo.
El cuarto mapa fue publicado en 1900. Se tituló “Carta Parcial del
Territorio de Magallanes” (111-112). No se señala la autoría. El mapa fue
dibujado en escala 1:666.666 y sus dimensiones son 68x51 cm. El espacio
terrestre fue representado en color blanco y el espacio marítimo en verde
pastel.

247 Martinic, M. (1973). Panorama de la colonización en Tierra del Fuego entre 1881 y 1900.
Anales de Instituto de la Patagonia. Vol. IV, Nº 1-3, 5-59. pp. 43, 45
248 Este mapa es anexo en el libro; Fagalde, A. (1901). Magallanes: el país del Porvenir.
Valparaiso: Talleres Tipográficos de la Armada
249 Nota. Pendiente. Revisar documento de mensura en Archivo Histórico Nacional.
85
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Este mapa fue publicado en el libro de escasa difusión y de difícil


acceso “Estudios Militares en el Territorio de Magallanes”, escrito por
el teniente-coronel de Ejército Manuel Moore250. Este libro contiene
86 páginas y expone información detallada respecto a los caminos. De
hecho, el primer capítulo se denomina “Memoria Jeneral de todas las vías
de comunicación del Territorio”. Aquí, tanto en el mapa como en el texto,
los caminos son visualizados bajo la perspectiva del estratega militar, es
decir, pensando en el desplazamiento de tropas armadas. Por tal razón, el
autor de forma constante va describiendo, en el texto, el entorno natural
del camino y otros aspectos de interés. Es decir, si hay pasto, agua, leña,
vados, distancia entre establecimientos, días de marcha, lugares para
pernoctar, formación y tipo del suelo, existencia de alambrados, carga y
capacidad del camino (a caballo, a pie, con ruedas).

Según se desprende del libro, Moore estuvo en Punta Arenas en el verano


de 1899. No se sabe el tiempo exacto de su estadía; “El Teniente-coronel
don Manuel Moore durante su permanencia en Punta Arenas, hizo
estudios parciales i levantó croquis de la Zona de Magallanes i Patagonia;
trabajos éstos de importancia que convendría recopilar, revisando ántes
su redacción i plan que le sirvió de base al iniciarlos”251

Por otro lado, la presencia declarada de Moore en el territorio sugiere


que tomó notas de los caminos de forma directa. Sin embargo, en un
pasaje del libro se advierte que algunos datos fueron obtenidos desde
informantes. Por ejemplo, y con respecto a la información caminera entre
la línea fronteriza y el río Gallegos, se señala con nota al pie de página:
“Datos tomados a un individuo que se mandó con tal objeto”252.

En el mapa se indican dos tipos de caminos: “Camino Estratéjico en


proyecto” y “Camino del Territorio”. Los primeros fueron dibujados con
una línea negra segmentada y se trazaron cuatro en el continente. Estos
tienen una dirección norte-sur y corren de forma paralela. A excepción
de uno, todos culminan en el borde superior del mapa, dando a entender
que se prolongan más allá. Uno parte en la bahía Posesión, otro en un
punto impreciso entre el río Zurdo, el río Gallegos Chico y la frontera
internacional, otro en el litoral del seno de Última Esperanza y el último,
el más corto, bordea una sección del seno Obstrucción. En Tierra del
Fuego se trazaron cuatro caminos “en proyecto”. Estos se concentran en
la región esteparia de la isla, corren en línea recta y de forma paralela,
uniendo el estrecho de Magallanes y la bahía Inútil. Sin embargo y en
contraste con los caminos de este tipo en Patagonia, en Tierra del Fuego
éstos se articulan mediante caminos transversales.

Los “Caminos del Territorio”, esto es, los caminos que que efectivamente
existen, fueron dibujados con dos líneas negras continuas y paralelas,
adquiriendo un grosor que lo destaca por sobre los caminos “estratégicos
en proyecto”. Respecto al levantamiento de éstos se indica en el mapa:
250 Este libro se ha podido consultar en la biblioteca y mapoteca “Ramón Cañas Montalva”
del Instituto Geográfico Militar de Chile, Santiago.
251 Moore, M. (1900). Estudios Militares hechos en el Territorio de Magallanes. Trabajo
mandado a recopilar por órden del Supremo Gobierno por Decreto Núm. 640 de fecha de
Junio de 1899. Santiago: Imprenta Litográfica de la Sección Técnica del Estado Mayor Jeneral.
p. 5
252 Op. cit. p. 65
86
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

“Los contornos de las costas se han trazado tomando por base varias
cartas del territorio; i los detalles interiores de la Patagonia Chilena han
sido tomados de la memoria Jeneral confeccionada por el comandante
Dn. Manuel Moore. Los detalles de las rejiones inesploradas han sido
tomados vistos solamente de a bordo.”

En la sección continental del territorio se dibujó una interesante


configuración de caminos que no sería replicada en otras cartografías. Se
observan algunos caminos que corren de forma paralela y muy próximos
entre sí, así como otros caminos tangenciales que a simple vista no tienen
mayor sentido. Estas incongruencias o enredos camineros se focalizan
principalmente en la proximidad del valle conocido como “del Bautizo” y
del crucero “Dinamarquero” (145.4). Respecto al cruce del río Gallegos,
sólo se indica un vado y está ubicado aproximadamente a 150 kilómetros
de su desembocadura. El lugar del vado coincide con el punto donde el río
Penitente y Rubens se unen a río Gallegos, en la vecindad de los morros
Phillipi y Domeyko (145.1).

Respecto a los “caminos del Territorio”, en Tierra del Fuego se consideró


por primera y última vez un camino que bordea la totalidad del contorno
litoral y la frontera internacional. Este camino de circunvalación traspone
una única vez la línea fronteriza. Específicamente lo hace al aproximarse
al canal Beagle y remata en el poblado de Ooshooia. Es sabido que parte de
los caminos dibujados en Tierra del Fuego y señalados como “existentes”
corresponden más bien a una proyección/imaginario y no a la realidad
de entonces253. Nos referimos específicamente a la sección del camino
que bordea ambas orillas del seno Almirantazgo, el canal Beagle y cruza
transversalmente el campo de hielo de la cordillera de Darwin.

Mediante una simbología específica se representó las condiciones


ambientales del territorio, es decir, se indicaron zonas boscosas,
pastosas y pantanosas. Igualmente se consideran aspectos orográficos,
divisiones prediales (con nombres de arrendatarios y hectáreas), tendido
telegráficos, lagos y lagunas.

Este mapa fue producido cuando el trazado de la línea fronteriza en la


región de Última Esperanza estaba en litigio. Esto ayuda a explicar la
evidente “militarización” del territorio proyectada en el mapa. En efecto,
se consideran una serie de asentamientos e infraestructura militar “en
proyecto”, las cuales nunca se concretaron. La viñeta, que lleva por título
“referencias”, señala:

a) Camino estratéjico en proyecto


b) Camino del Territorio
c) Telégrafo terrestre en proyecto
d) Telégrafo submarino en proyecto
e) Colonias militares en proyecto
f) Comisarias militares en proyecto
g) Fuertes en proyecto
h) Torpedos en proyecto

253 De hecho, en la actualidad dichos caminos no existen ni han existido.


87
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Cabe señalar que el libro que contiene el mapa en cuestión, incluye


otro mapa titulado “Croquis Nº 5. Del camino de Punta Arenas a Bahía
Blanca” dibujado en escala 1:2.500.000 y cuyas dimensiones físicas son
40x60 cm. Tal como lo indica el título del mapa, se señala un camino
en sentido sur-norte, es decir, desde “abajo” hacia “arriba”. El mapa va
acompañado de una descripción escrita titulada “Patagonia Arjentina.
Camino de Punta Arenas a Bahía Blanca” (65-73).

En torno al camino se incluyen aspectos orográficos e hidrográficos (ríos,


arroyos, lagos, lagunas) y se indican mediante pequeños rectángulos
negros el lugar de emplazamiento de asentamientos ganaderos y
nacionales. Mediante una línea negra segmentada se indica un trayecto
aproximado de 1.880 kilómetros. Entre Punta Arenas y Río Gallegos se
indican dos caminos. Ambos se bifurcan en Cabeza del Mar. Uno sigue
bordeando el estrecho de Magallanes hasta la bahía Posesión y luego se
voltea en dirección a la ría del río Gallegos. El otro camino, desde Cabeza
del Mar, toma dirección diagonal bordeando el flanco noroeste de las
cumbres de San Gregorio hasta la desembocadura del río Gallegos. Aquí
se intersectan y fusionan los dos caminos para seguir hasta la isla Pavón.

Este mapa resulta de interés para acceder a la imaginación caminera del


territorio, pues en la época de su publicación son escasos los mapas que
se aventuraban a insertar caminos que abarcaran o cubriesen espacios
tan amplios. Como se verá más adelante, el camino más difundido desde
Punta Arenas hacia el río Negro bordeaba, una vez que se alcanzaba el
río Santa Cruz, el pie de monte oriental de la cordillera andina para luego
retomar dirección hacia el Atlántico, ya fuera desde el nacimiento de los
ríos Chubut o Limay/Negro.

El quinto mapa fue publicado en 1901. Se tituló “Mapa preliminar de


la Región Meriodinal de la República Argentina” (113). Su autoría
corresponde a la Comisión de Límites de Argentina liderada por el perito
Francisco Moreno. Fue dibujado en escala 1:1.000.000 y sus dimensiones
son 207x122 cm. La obra encuadra el territorio comprendido entre
el Cabo de Hornos y el Río Negro (1.800 km aproximadamente). Los
caminos fueron representados mediante dos líneas delgadas y paralelas
y fueron identificados en la viñeta como “Caminos Carreteros”. El mapa
corresponde al número XIV de la serie titulada “Cuestión de Limites
Argentino-Chilena” preparada específicamente para la defensa argentina
ante el diferendo limítrofe de 1903. Este mapa fue el primero donde se
señalaron los “caminos” a ambos lados de la frontera y, por lo tanto,
su información caminera fue considerada por varios mapas elaborados
con posteridad. Sin embargo, sólo se indicaron “caminos” en Patagonia.
Tierra del Fuego aparece solamente con leves detalles topográficos.

Luego, en 1902, Chile publicó un nuevo mapa titulado “Plano topográfico


de la hijuelación de los terrenos fiscales en el terreno de Magallanes”
(escala 1:250.000, dimensiones físicas 120x70 cm., coloreado) (114-116).
Su autor fue Álvaro Donoso, miembro de las Subcomisiones Australes de
Límites. Cabe recordar que, al momento de producción de este mapa, la
frontera superpuesta sobre el paralelo 52º estaba totalmente demarcada

88
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

en terreno y, en Londres, estaba aún por definirse el trazado definitivo de


la frontera en la región de Última Esperanza.

El objetivo de este mapa no era precisamente un levantamiento


cartográfico del “camino”. De hecho, reconocemos que la información
caminera vertida en este mapa proviene del mapa publicado en 1894
(104) y del mapa publicado en 1898 (107). La producción de este
mapa respondía a un próximo remate de tierras fiscales magallánicas a
efectuarse en la metrópoli santiaguina. En el mapa, el territorio esta re-
partido en 101 lotes de terrenos, los cuales fluctuaban entre las 1.750 a
33.000 hectáreas. En efecto, el 13 enero de 1902 fue promulgada una ley
que autorizaba por primera vez la venta pública en subasta de hasta un
millón de hectáreas en un plazo de tres años.254. Si bien el mapa no indica
el mes de publicación, se sabe que al menos en 1902 hubo dos remates de
tierras. Uno en el mes de marzo y otro en octubre. En la introducción de la
memoria anual de las gobernaciones de Chile presentada por el Ministerio
de Relaciones Exteriores al Congreso Nacional correspondiente a 1903
se informaba: “Santiago 15 septiembre de 1902. Estando concluida
la mensura de quinientas mil hectáreas de terreno de pastoreo en el
territorio de Magallanes”255.

Este mapa encuadró específicamente el espacio geográfico denominado


como “la región central del territorio”, es decir la sección continental
del territorio. Esto comprende el territorio situado entre Punta Arenas
y el paralelo 52º, bordeando el estrecho de Magallanes hasta la punta
Dungeness. En este espacio se ubicaban los mejores campos para la
industria ganadera, tanto por sus pastizales como por su cercanía al
litoral del estrecho de Magallanes. Respecto a las condiciones naturales
del territorio, el mapa considera ríos, chorrillos, vegas, áreas boscosas,
montañas, mesetas, cordilleras, morros, lagunas, aguadas.

La Tierra del Fuego se presenta marginal. En efecto, el título del mapa fue
insertado sobre ella. La única parte “animada” de la isla corresponde a las
cercanías de la línea fronteriza. Aquí se insertó la información topográfica
registrada en el mapa “Plano de la línea divisoria de Tierra del Fuego”
(1895) (A-9).

Todos los caminos fueron representados de forma homogénea mediante


una línea de color rojo delgada. Éstos se ubican casi en su totalidad en
el continente. No se diferencian tipos de caminos (carreteros, troperos,
senderos, por ejemplo). El camino que une Punta Arenas y Río Gallegos
fue etiquetado como “Camino de Punta Arenas a Gallegos”. Existe otro
camino etiquetado como “Camino a Punta Arenas”. Sin embargo, este
camino termina de forma abrupta en las cercanías de la laguna “Del
Zurdo”. No logra unirse con el camino que desde un extremo de la laguna
Blanca llega efectivamente hasta Punta Arenas. Ambos extremos de los
caminos están a una distancia aproximada de treinta kilómetros. En
Tierra del Fuego se trazó una línea roja delgada que pasa por sobre una
parte del título del mapa. Ésta va paralela al estrecho de Magallanes y
254 Sasso, M. (2006). Remates de tierras fiscales
fiscales en el territorio de Magallanes (1903).
Magallania. Vol. 34, 157-160
255 (s/a) Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores presentada al Congreso Nacional
de Chile (1903). Santiago: imprenta La Nacional. pp. cxcvi –ccxx. cxcviii
89
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

remata en un extremo de la amplia bahía Felipe. Suponemos que indica


un camino. Sin embargo, no logra entenderse qué es lo que conecta.

Con una línea punteada de color rojo se indica un trazado sinuoso que
va paralelo a la línea fronteriza. Si bien no se indica a qué corresponde
este trazado, conjeturamos que atañe al derrotero utilizado por las
subcomisiones Australes de Límites durante sus faenas demarcatorias. De
hecho, en puntos específicos de esta línea punteada se insertan triángulos
rellenos de color rojo en cuyo extremo superior poseen un banderín, lo
que parece señalar un punto de campamento (115). De esta manera, se
intentó dejar constancia que los autores del mapa estuvieron “allí”.

El sexto mapa forma parte del atlas titulado “Mapas de la Región Andina”
compuesto por treinta y ocho hojas (fig. 5). Fue elaborado por la Comisión
Chilena de Límites y publicado en 1907 (118-120). Fue dibujado en
escala 1:250.000 y sus dimensiones son 86x51 cm. El territorio en interés
fue encuadrado en cuatro hojas. Una de estas hojas se denominó “Tierra
del Fuego” y las restantes “Magallanes”. En el borde inferior derecho se
indica que el mapa fue “completado con los trabajos de hijuelacion i con
los planos de Bertrand, Siewert, Renjifo i cartas de navegación”.

Los caminos fueron representados mediante líneas continuas, líneas


continuas paralelas, líneas segmentadas y clasificados como “Caminos
Carreteros” y “Senderos”. Al igual que el mapa anterior, solo consideró
“caminos” en la sección continental del territorio. Debido a la escala
utilizada (1:250.000) muestra más caminos que el mapa anterior
publicado por la república de Argentina (1:1.000.000).

Finalmente, en 1911 y en conmemoración del primer centenario de


la independencia nacional, la Oficina de Mensura de Tierras de Chile
publicó el atlas “Mapa de Chile” (121-123). Esta obra está compuesta por
veinte hojas que cubren la totalidad del territorio nacional. Fue dibujado
en escala 1:500.000 y sus dimensiones generales son 85x54 cm. Nuestra
área de interés fue encuadrada en seis hojas o cuarterones. El territorio
bajo soberanía argentina fue parcialmente considerado en la sección
continental, mientras que la Tierra del Fuego fue considerada completa.
Tanto la isla de los Estados como las islas Falklands quedaron fuera del
encuadre cartográfico.

Los caminos fueron representados mediante líneas continuas, líneas


continuas paralelas y clasificados como “Caminos Carreteros” y “Caminos
Troperos”. En cuanto a los caminos en Patagonia, se recogió gran parte de
la información publicada en “Mapa de la Rejión Andina” incluyendo los
“senderos”. Sin embargo, en este mapa los “senderos” fueron denominados
“Caminos Troperos”. Estos caminos fueron ubicados específicamente en
la sierra Baguales, en las inmediaciones del río Gallegos y entre este río y
el río Coyle siguiendo el litoral del océano Atlántico.

Para el caso de Tierra del Fuego se incluyó por primera vez un conjunto
de caminos a modo de una red, específicamente concentrada en la sección
chilena. Solo hay “Caminos Carreteros”, “Caminos Troperos” no fueron

90
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

incluidos. En ambos lados de la línea fronteriza los caminos no sobrepasan


el río Grande. De hecho, en el lado argentino, el camino remata en este
río. De esta manera el “sur” de la isla quedó completamente desprovisto
de caminos. Este levantamiento y localización de los caminos en suelo
fueguino fue producto de los trabajos topográficos y de mensura realizados
por la Oficina de Mensura de Tierra entre 1906-1909. A excepción de
Tierra del Fuego ninguna otra isla figura con caminos.

Cabe destacar que la información caminera registrada en este mapa


no fue actualizada al menos hasta la década de 1930 en la producción
cartográfica realizada por el estado de Chile.

4.2. Lectura cartográfica de la red caminera

Para la realización de la lectura cartográfica de los caminos, se han


transcrito y redibujado los caminos localizados en la cartografía histórica
en una nueva plantilla cartográfica base.

En primer lugar, se puede mencionar que los caminos fueron localizados


en el soporte cartográfico histórico inmediatamente a modo de una “red
de caminos”. Esta situación no es extraña si se considera que, al momento
de comenzar a insertarse los caminos en la cartografía, el territorio ya
tenía definido, de alguna manera, sus caminos. Esta situación impide
realizar una lectura de larga duración que nos permita “ver”, por ejemplo,
qué camino se configuró primero y cuál después. Por lo tanto, siguiendo
el archivo cartográfico, se puede sostener que en el lapso de una década
se configuró la estructura caminera del territorio. Se ha divido la
lectura cartográfica de los caminos en cuatro momentos. Éstos han sido
ordenados en un sentido cronológico (124).

Primer momento (1898-1900)

A primera vista se observa una estructura arbórea compuesta por cuatro


caminos articulados por un nodo. Todos los caminos confluyen y arrancan
en la ciudad de Punta Arenas, por entonces con una población estimada
de 8.000 habitantes (125).

El camino numero uno, cuya longitud aproximada eran doscientos


cincuenta (250) kilómetros, bordea el litoral del estrecho de Magallanes
desde Punta Arenas hasta Punta Dungeness, boca oriental del estrecho de
Magallanes. En este lugar y en 1899 fue instalado el faro “Dungeness”, el
cual mantenía comunicación directa con Punta Arenas vía telégrafo.

El camino numero dos, cuya longitud aproximada eran ciento setenta (70)
kilómetros, bordeaba el estrecho de Magallanes hasta cabeza del Mar.
Luego se introducía en diagonal hacia el interior en dirección noreste en
busca del estuario del río Gallegos en el océano Atlántico.

Los caminos uno y dos cruzaban por las zonas mejores evaluadas para
la explotación ganadera a gran escala. Esto se debía a la calidad de sus
pastos y su cercanía al borde litoral. Esta condición permitía realizar
91
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

los movimientos de veranada e invernadas de las masas ovinas, así


como facilitar el transporte marítimo de los productos. Por esta razón, e
incluso antes del arribo de las primeras partidas de ovejas al estrecho de
Magallanes desde las islas Falklands (1877), estos terrenos ya estaban en
la mira de los nuevos empresarios ganaderos.

El camino numero tres, cuya longitud es aproximada ochenta y ocho


kilómetros, al igual que los anteriores, bordea el estrecho de Magallanes
hasta Cabeza del Mar. Luego sigue en dirección norte hacia la laguna
Blanca. Este cuerpo de agua constituyó un referente en el paisaje y en
la caminería del territorio. Sus dimensiones son aproximadamente de
veinte dos (22) kilómetros de largo por diez kilómetros de ancho. Este
camino era por entonces obligatorio para unir el estrecho de Magallanes
con el seno de Última Esperanza. En este sector las estancias ganaderas
se instalaron a partir de las primeras subastas públicas realizadas en la
gobernación de Magallanes en noviembre de 1884256.

El último camino que compone este momento tiene una longitud


aproximada de noventa (90) kilómetros. En cuanto a trazado, coincide
igualmente con los caminos anteriores hasta Cabeza del Mar. Desde este
punto tomaba dirección hacía las cabeceras de los senos o mares de Otway
y Skyring. Ambos cuerpos de agua, de setenta (70) kilómetros de largo y
veinte (20) kilómetros de ancho aproximadamente, están separados por
la isla Riesco. En estos lugares las estancias ganaderas se comenzaron a
establecer hacia 1890257.

Segundo momento (1901-1905)

En el segundo momento cartográfico de los caminos puede observarse una


red de caminos que cubre la casi totalidad del territorio (específicamente
su ambiente estepario). Los caminos que componen el momento anterior
no sufren alteraciones y prolongan sus distancias (126).

Por primera vez las ciudades de Punta Arenas (1848), Río Gallegos (1885)
y Puerto Santa Cruz (1876) aparecen unidas mediante caminos, así como
también el estrecho de Magallanes con el seno de Última Esperanza. En
este último lugar y en 1893 comenzaron a instalarse las primeras estancias
ganaderas. Más tarde, en 1911 se fundó la ciudad de Puerto Natales.

A diferencia del momento anterior, pueden observarse convergencias


e intersecciones de caminos. Por otro lado, se observa un área de
concentración de caminos que luego se va despejando. Esta área de
concentración corresponde a la zona de la laguna Blanca. En este contexto
pueden distinguirse dos tramas camineras que se combinan. La primera
se proyecta en línea recta. La segunda es del tipo circular.

Puede observarse una cierta “diagonalidad” en la dirección de los caminos.


El camino más directo entre Punta Arenas y Puerto Santa Cruz posee una
longitud aproximada de cuatrocientos (400) kilómetros, distancia que
256 Martinic, M. (1978). Exploraciones y colonización en la región central magallánica.
Anales del Instituto de la Patagonia. Vol. 9, 5-41. p. 19
257 Martinic, M. (1980). Ocupación del ecúmene de Magallanes, 1843-1930. La colonización
de las áreas marginales. Anales del Instituto de la Patagonia. Vol. 11, 7-46. p. 21
92
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

podía recorrerse en nueve días de a caballo.

Tercer momento (1906-1909)

Los caminos de los momentos anteriores permanecen sin modificaciones.


Sin embargo, aumenta la cantidad de caminos localizados. Estos nuevos
caminos son de longitudes más cortas y preferentemente en dirección
diagonal. Podríamos denominarlos caminos secundarios. Nuevamente se
observa la proliferación de caminos en el área de la laguna Blanca (127).

Cuarto momento (1907-1910)

En cuanto a la sección continental, la trama caminera no sufre alteraciones.


La principal modificación es la incorporación y visibilización por primera
vez de caminos y una trama caminera en la isla de Tierra del Fuego.

Se aprecian caminos sin salidas que corresponden a los caminos abiertos


especialmente para la internación de dragas auríferas. Por entonces los
caminos conectaban las estancias de la Sociedad Explotadora de Tierra
del Fuego (Caleta Josefina, Springhill, San Sebastián, Cameron, Bahía
Felipe).

Cabe señalar que para entonces existía un camino que conectaba con
el canal Beagle, camino combinado para carreta hasta el lago Fagnano
y luego de herradura hasta Puerto Harberton. Desde aquí continuaba
bordeando el borde litoral hasta Ushuaia. Este camino, conocido como
“camino del gobierno” fue construido por Lucas Bridges y un colectivo de
onas en 1900258 (128).

Epílogo
A través del desarrollo de los capítulos, se ha demostrado que la aparición
del camino en el soporte cartográfico –así como la forma en que aparece-
no fue casualidad y estuvo determinada por varios factores territoriales
y geopolíticos, tales como; la discusión, fijación, e instalación de la línea
fronteriza chilena-argentina, la instalación de la propiedad privada y de la
división predial (129-142). Se trata de eventos nuevos en el territorio y que
tuvieron ocurrencia en un lapso de tiempo breve, específicamente entre
1898 y 1910. Todo este proceso de organización, control y administración
política-estatal del territorio se llevó a cabo con la ausencia de un
“proyecto o plan caminero”. Es decir, no hubo una planificación caminera
deliberada; lo que hubo, en cambio, fue una improvisación. Esto sucedió
a pesar de varias observaciones hechas a la autoridad a partir de 1892,
en las cuales ya se visualizaban las consecuencias negativas de la no
regulación del trazado de las vías terrestres ya existentes, sobre todo en el
momento en que la propiedad privada comenzaba a instaurarse y con ella
la instalación de cercos de alambres para delimitar los lotes de terrenos.
Ahora bien, cabe recordar que este proceso fue asistido por un encuadre

258 Bridges, L. (1952). El último confín de la tierra. Emecé: Buenos Aires, pp. 281-293

93
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

geográfico y cartográfico norte-sur. Se destacó que este encuadre no


considera el sentido y estacionalidad de los ambientes geográficos de la
región y busca reorientar los flujos y circulaciones en su dirección.

Se detectó y develó que la actual estructura caminera del territorio, 2020,


ya se visibiliza en el “Mapa de Chile de 1910”. Por esta razón, y para
conectar el presente con el pasado, la investigación se centró en analizar
y comprender el origen de dicha red. Para hacerlo, se redibujaron,
superpusieron y se compararon distintas cartografías oficiales financiadas
y producidas por el estado de Chile y Argentina. Estas cartografías
fueron publicadas entre 1898 y 1910 y tuvieron una circulación más
bien metropolitana. Cabe recalcar que difícilmente los habitantes del
territorio fuegopatagónico tuvieron acceso a ellas. Ninguno de los agentes
estatales (agrimensores, exploradores, ingenieros, geógrafos, científicos)
que recorrieron e hicieron levantamientos del territorio (cartografía,
mediciones atmosféricas, recolecciones fitogeográficas, informes
geológicos, etc.) tuvieron la misión y orden de realizar un levantamiento
caminero. Estos individuos recorrieron el territorio en breve tiempo y en
época estival. Se detectó que esto incidió en la precisión y rigurosidad
del registro caminero, pues los agentes estatales recorrieron una fracción
mínima del territorio. Por otro lado, un detalle no menor fue la escala
empleada en las cartografías. Ésta fue preferentemente 1:250.000 y
1:500.000 (a veces con impresión reducida). Sin dudas, la escala fue más
bien pensada para la proyección y encuadre de una imagen geográfica
nacional chilena y argentina, donde los detalles del territorio no son el
objetivo, sino mas bien su contorno y su esquema general. Por ejemplo,
superficies de 100 kilómetros por 100 kilómetros quedaban contenidas en
una hoja de 40 cm x 60 cm. En este panorama, la caminería y el camino
representado con una línea deviene en un elemento decorativo sobre el
soporte cartográfico.

Se expuso de manera cronológica la aparición de camino en el soporte


cartográfico. De esta manera, se visibilizó que la primera cartografía
donde apareció el camino, como una vía de comunicación terrestre
consolidada, fue publicada en 1898. Esta cartografía, sin título, dibujada
en escala 1:250.000 y producida por el estado de Chile, señalizó tres
caminos. Todos tenían como punto de arranque y/o convergencia la
colonia de Punta Arenas. Uno conectaba Punta Arenas con la punta
Dungennes, bordeando el estrecho de Magallanes hasta su entrada
oriental. Un segundo conectaba, a modo de una gran diagonal, Punta
Arenas con el poblado argentino de Río Gallegos. Un tercero surge como
desvío del camino que conecta Punta Arenas con Río Gallegos, que a
la altura de Tres Chorrillos/río Dinamarquero toma dirección hacia
la conocida Laguna Blanca (145.4). Estos tres caminos bordeaban la
entrada de mar conocida como “Cabeza del Mar”, la cual asume un rol
de rotonda, adquiriendo una presencia caminera notable. Sin duda,
uno de los aspectos interesante de esta cartografía es que por primera
vez permite visibilizar de manera simultanea la relación entre el camino,
el trazado de la división predial, la línea de la frontera internacional,
aspectos topográficos del territorio y el emplazamiento de los cascos de
estancias ganaderas. Sin embargo, la investigación advirtió un descalce

94
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

entre los elementos mencionados, visibilizando una desarticulación y


desincronización entre estos elementos territoriales, pues cada uno se
desenvuelve casi de manera independiente.

Por otro lado, la investigación visibilizó que en el momento previo a


la aparición del camino en el soporte cartográfico había un casi total
desconocimiento caminero por parte de las autoridades del territorio,
en especial de los gobernadores del territorio de Magallanes. Así, en la
sede del territorio surgieron las preguntas ¿Cuántos caminos había en
el territorio?, ¿qué conectaban?, ¿dónde se ubicaban? En este contexto
histórico surgían eventos nunca vistos en el territorio, tales como los
arreos de grandes masas ovinas-vacunas en dirección a los frigoríficos.
En valores numéricos, estas masas fluctuaban entre los 5.000 a 20.000
animales y las distancias recorridas superaban los cien kilómetros.
Al mismo tiempo, con el establecimiento de la propiedad privada y la
consecuente instalación de los cascos de estancias ganaderas se produjo
un entorpecimiento en las circulaciones y flujos hacia los enclaves
urbanos (Punta Arenas, Río Gallegos principalmente) e incluso entre
las mismas estancias ganaderas. Surgió entonces la noción de la figura
técnica del “camino público” y su consecuente incorporación en el soporte
cartográfico.

Desde el soporte cartográfico, el camino apareció primero en Patagonia


(1898) y luego, casi una década mas tarde en la Tierra del Fuego (1910).
En Patagonia, el curso de los ríos (Gallegos, Coyle, Ciake/Chico y Chico
de Santa Cruz) y la ubicación de enclaves urbanos (Río Gallegos, Punta
Arenas, Puerto Santa Cruz) contribuyeron a la configuración del trazado
de los caminos. A éstos se acoplaron los cascos de las primeras estancias
ganaderas instaladas en el territorio (Pali aike, Kimiriaike, Ciake, San
Gregorio, Monte Dinero, Oazy Harbour, Chimen aike, Monte Dinero,
Otel aike, Cañadón de las vacas, Las Buitreras, La Portada (145.2), Guer
aike, Guekenken aike, Brazo Norte, Markatch aike, Tapi aike). En tanto,
en Tierra del Fuego, al analizar la red de caminos cartografiada, se devela
que ésta se configuró a partir del emplazamiento de los cascos, al igual
que en Patagonia, de las primeras estancias ganaderas (Springhill, Caleta
Josefina, Gente Grande, China Creek, Cameron, Río Chico, Sara, Primera
Argentina, Bahía Felipe).

Durante este periodo de tiempo estudiado (1890-1910), la carreta tirada


a caballo (o tracción a sangre) era el principal vehículo para el traslado de
personas y el transporte de cargas (materiales de construcción, alimentos,
fardos de lanas, etc.). El automóvil comenzaría a incorporarse con mayor
fuerza desde fines de la década de 1910, integrándose definitivamente al
tránsito vial a partir de la década de 1930. Por entonces, para la autoridad
del territorio, los caminos de los “indios” patagones ya eran cosa del
pasado, un mero recuerdo romántico quizás. En tanto, en la Tierra del
Fuego, para la autoridad ni siquiera hubo caminos “indios”.

El conocimiento caminero desde la cartografía quedó estancado y solo fue


actualizado a principios de la década de 1930. Esto coincidió con el arribo
de la vialidad estatal a comienzos de la década de 1930, la cual respondió

95
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

a un contexto nacional tanto en Argentina como en Chile. Por otro lado,


cabe señalar que se pudo establecer que las bases de la construcción de
las actuales “sendas de penetración” (2020) (aquellas que abren camino
hacia el fiordo) se hallan en la red caminera fijada en el “Mapa de Chile
de 1910”, pues justamente la caminería de la época no estableció, o dejó
pendiente, la comunicación entre la llanura y el fiordo.

En esta parte de la tesis se han visibilizado, al menos, dos realidades


camineras. Una, la del territorio. La otra, la del soporte cartográfico. La
primera es una trama llena de convergencias, encrucijadas y desvíos, en
donde resulta imposible establecer un orden y poder visualizarla ya que
nunca fue registrada cartograficamente. La segunda, una mirada estatal,
se presenta como una camineria límpida, universal, la cual no genera, a
simple vista, cuestionamiento alguno y tiene un orden y carácter político-
administrativo. Aquí es el estado el que se apropia y clasifica los caminos
ya existentes (carreteros y troperos) y determina qué caminos son
silenciados -y cuáles no- en el dispositivo cartográfico.

96
PARTE II
EL CAMINO EN EL UMBRAL
DE SU INGRESO AL SOPORTE
CARTOGRÁFICO 1869-1886

“Río Pellegrini”, en; “Viaje al país de los Onas, Tierra del Fuego”. Autor: Ramón Lista, 1887, p.99
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Introducción

I
Esta parte de la tesis tiene como objetivo principal conocer la caminería del
territorio fuegotagónico en un momento donde los mapas lo representaban
sin caminos. Estratégicamente, utilizamos como fuente primaria un
conjunto de doce expediciones terrestres realizadas entre 1869-1886.
Diez de éstas se centraron en la sección continental del territorio. Las
dos restantes se centraron en la principal isla del archipiélago fueguino,
conocida naturalmente como Tierra del Fuego.

El inicio del periodo de estudio, 1869, corresponde al viaje del inglés


George Musters. Como se verá en detalle más adelante, este viaje marcó
un hito en la historia del territorio. El término, 1886, coincide con la
expedición realizada por Ramón Lista en Tierra del Fuego. Este viaje
cierra el ciclo de una primera e intensa diáspora exploratoria terrestre
sin precedentes hasta entonces. Como se verá en el desarrollo del primer
capítulo, los objetivos de las expediciones eran variados, desde estudios
geopolíticos hasta traslados ocasionales. Ninguna tenía como objetivo
realizar un estudio caminero.

Este periodo de estudio es clave para al conocimiento caminero del


territorio al menos por dos motivos. En primer lugar, porque la invasión
ganadera ovina-vacuna, normalmente asociada al surgimiento de los
caminos del territorio, recién estaba iniciándose en ambas orillas del
estrecho de Magallanes. En segundo lugar, porque este periodo de tiempo
nos permite acceder al territorio sin una línea fronteriza establecida
(chilena-argentina) y, luego, con esta línea recién instalada, pero sólo en
el mapa (1881)259.

Como ya se ha señalado, se han tomado deliberadamente estas


expediciones como forma para acceder a la caminería del territorio. Esto
debido a que los registros documentales (textos y mapas) que realizaron
los exploradores son los únicos disponibles, por ahora, para poder abordar
la temática. Y, por otro lado, porque justamente fueron los exploradores
los que produjeron una imagen cartográfica del territorio fuegopatagónico
sin caminos. Cabe recordar que el territorio en estudio fue representado
cartográficamente con caminos a partir de 1898. Además, como se ha
advertido en los capítulos anteriores, el camino como problema se instaló
en la agenda pública a partir de la primera década del siglo XX260. De esta
manera, la expedición se presenta como una fuente primaria indiscutible
para abordar el camino en el umbral de su ingreso al soporte cartográfico.

En las últimas décadas, la figura del explorador ha sido revisitada desde las
ciencias sociales. La figura heroica, valiente, erudita, intelectual, objetiva
y neutral con la cual se había asociado al explorador, ha sido fuertemente
criticada y puesta en duda. Como forma de generar nuevos conocimientos,
se ha convertido en un imperativo auscultar los imaginarios geográficos
259 Como se ha visto en el capítulo anterior, su señalización o demarcación física en el
territorio fue realizada entre 1894-1903, es decir casi dos décadas más tarde.
260 De hecho, por ejemplo, en las detalladas memorias de los gobernadores de Magallanes,
publicadas desde la década de 1850, el camino como tema sólo apareció en la memoria
correspondiente al año 1908.
98
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

que los exploradores contribuyeron a construir desde sus textos y mapas261.


En este sentido, resulta crucial situar al explorador en el contexto cultural
y social en el cual se desenvolvió, conocer la agencia o institución a la
cual prestó sus servicios, así como los lugares en los cuales circularon
sus obras. Todo ello constituye una serie de factores determinantes que
permiten comprender el discurso que condicionó y direccionó la mirada
del explorador, permitiéndole sentenciar, por ejemplo, qué era un camino
y qué no lo era. Si bien las expediciones pueden ser estudiadas desde
muchos puntos de vista, para efectos de este estudio la revisitamos desde
la óptica del camino.

El argumento central de esta parte de la tesis sostiene que al momento


del arribo de las primeras expediciones terrestres efectivamente había
“caminos”262, aún cuando los mapas de la época representaban al territorio
fuegopatagónico como un espacio desprovisto y vaciado de ellos. Estos
caminos forman parte de la caminería practicada en el territorio por
baqueanos, bagualeros, comerciantes y traficantes (específicamente de
pieles y plumas). A través de un análisis crítico y una lectura entrelíneas
de las expediciones estudiadas, se ha revelado no tan sólo una serie de
caminos existentes sino también los elementos territoriales que los
configuran.

Para construir el argumento se ha utilizado una metodología mixta. Es


decir, una revisión de fuentes primarias y elaboración de diagramas
“camineros”. Las fuentes primarias son básicamente los textos de las
expediciones publicados y sus respectivos mapas (143). Tanto los textos
como los mapas fueron revisados de manera crítica y la información
extraída de ellos fue sintetizada en cuatro tablas, adjuntadas a modo de
anexo. Por otro lado, cabe señalar que se consultaron y escanearon, en
alta resolución, los mapas originales de cada expedición.

A partir del análisis de los documentos de las expediciones, los itinerarios


fueron reconstruidos, en primera instancia, en el programa Google
Earth Pro, en el cual se intentó identificar la mayor cantidad de lugares
mencionados por los exploradores tanto en sus textos como en sus mapas
(144). Realizada esta operación, la información fue volcada sobre una
plantilla cartografía de nuestra elaboración. Una vez que se obtuvo el
trazado del itinerario, éste fue representado a modo de un “diagrama
caminero”, donde se propuso una iconografía específica para representar
cada elemento identificado como relevante para la revelación de la
caminería del territorio (145).

Cabe mencionar que para la reconstrucción de los itinerarios se ha tenido


también a la vista un mapa publicado por argentina en 1886, titulado
“Gobernación de Santa-Cruz” (146-146.1) y en el cual se compilan gran
parte de las expediciones que estudiamos. Por otro lado, se ha tenido
como referencia los escasos trabajos publicados que han compilado
los itinerarios de exploradores. Estos son dos y fueron publicados por

261 Al respecto ver: Zúñiga � Núñez, 2017. Una crítica al mapa como objeto neutro en: de
Diego, 2008.
262 Colocamos camino “entre comillas” para referirnos a la amplia posibilidad de vías
terrestres repetibles, es decir; huella, senda, rastrillada, sendero, picada.
99
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Mateo Martinic en 1977 (147-147.1)263. Tanto el mapa publicado por


Argentina en 1886, como los mapas publicados por Martinic se enfocan
sólo en la sección continental del territorio. De esta manera, nuestro
trabajo se presenta como una actualización y, en alguna medida, como
una rectificación264 de los trabajos mencionados. Asimismo, se han
reconstruido gráficamente los itinerarios de aquellas exploraciones que
en su publicación original no consideraron un mapa del viaje, como es el
caso de Florence Dixie (1879) y Diego Dublé Almeida (1879).

Es importante declarar que resultó difícil –si no imposible- fijar con


exactitud el trazado preciso de las expediciones265. Como se verá en
el desarrollo de los capítulos, si bien la mayoría de los exploradores
estudiados realizaron mapas indicando sus itinerarios, algunos de ellos
no resultan precisos o claros en algunos tramos. En este sentido, se ha
sido lo más riguroso posible al contrastar distintos tipos de información
disponible e incluyendo nuestra propia experiencia personal en el
territorio.

A partir del argumento sostenido, esta parte de la tesis fue estructurada


en dos capítulos. El primero de ellos se tituló: “Exploradores, itinerarios
y mapas”. Aquí, las expediciones fueron contextualizadas y se analizó de
manera independiente el itinerario de cada una de ellas. Cada itinerario
fue traducido en un “diagrama caminero”, en el cual se identificaron
los caminos reconocidos por los exploradores y los elementos que
participaban en su configuración. Una vez analizados los itinerarios de
forma independiente, estos fueron sobrepuestos dando origen al segundo
capítulo denominado “El cruce de itinerarios: ¿un territorio sin caminos?”.
Para desarrollar este capítulo se construyeron cinco diagramas temáticos,
a partir de los cuales se analizó la relación entre los itinerarios y a) los
caminos reconocidos, b) la presencia nativa, c) los ambientes y geografía
y d) la línea fronteriza.

II
Durante la década 1870 y mediados de la década siguiente, el espacio
terrestre comprendido entre el estrecho de Magallanes y el río Santa
Cruz fue escenario de una diáspora exploratoria sin precedentes. A
partir de entonces, de las exploraciones hidrográficas se daba paso a las
expediciones terrestres. La casi totalidad de estas expediciones fueron
financiadas por Chile y Argentina y se llevaron a cabo en un contexto en
el que ambas repúblicas estaban disputándose los límites del territorio
fuegopatagónico. Así, desde Santiago y Buenos Aires se organizaron una
serie de expediciones de carácter científico-militar que fueron enviadas
a Patagonia “Austral” y Tierra del Fuego. Ahora bien, cabe indicar que,
263 Uno fue titulado “Exploraciones en la Patagonia Austral 1877-1879” y compila los
itinerarios de Muster (1869), Moreno (1877) y Rogers (1877, 1879). El otro mapa publicado
por Martinic intenta fijar con exactitud el itinerario de George Muster realizado en territorio
chileno, es decir desde Punta Arenas hasta el paralelo 52º.
264 Rectificación
Rectificación en el sentido que las nuevas herramientas tecnológicas, como por ejemplo
Google Earth e imágenes satelitales digitales en alta resolución, nos ha permitido precisar con
mejor detalle los itinerarios en el territorio.
265 Otros investigadores ya han experimentado esta situación. A modo de ejemplo se puede
mencionar la discusión entre Martinic y Rey Balmaceda, cuando éste último intento precisar
el itinerario, de la primera parte, del viaje de Muster. Cf. Martinic, M. (1977a). Trayecto de
George Ch. Muster por territorio magallánico. Anales del Instituto de la Patagonia, Vol. 8,
59-69

100
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

de forma paralela o simultánea, se realizaron y/o intentaron realizar


excursiones particulares lideradas principalmente por europeos.
Así, nos situamos en un territorio que está siendo recorrido en distintas
direcciones y que, al mismo tiempo, está comenzando a ser registrado ya
no desde los bordes litorales -como se hizo por siglos- sino que desde el
espacio terrestre (148). Por ese entonces, los mapas que enmarcaban el
territorio fuegopatagónico prácticamente no tenían dintornos ni ningún
tipo información que indicara o señalara la existencia de caminos (149).
Los mapas eran mas bien cartas náuticas y estaban principalmente
basadas en las producidas por el Almirantazgo Británico (1826-1834),
conceptuadas, por décadas, como las más exactas. En este contexto,
el espacio terrestre era una continua superficie en blanco (149.1), en
ocasiones acompañadas con el rótulo “territorio inexplorado” o bien con
etno-rótulos que indicaban supuestas (o hipotéticas) distribuciones macro
étnicas: “Yacana indians”, “Tehuelches del Sur”, “Southern Tehuelches”,
etc.

En este capítulo se analizarán un total de doce expediciones266. Éstas se


pueden dividir, a partir de sus objetivos, en dos grupos. En el primer
grupo se situan aquellas expediciones financiadas por Chile y Argentina
y planificadas en Santiago y Buenos Aires respectivamente. En ellas, el
objetivo consiste en estudiar las condiciones geográficas del territorio,
primero para proponer y defender (con argumentos) una división
limítrofe conveniente y luego, una vez definida la frontera (1881),
catastrar el nuevo territorio anexado y reconocer posibles potenciales
de los recursos naturales disponibles, entre otros. A este primer grupo
pertenecen las expediciones lideradas por los agentes de los servicios
geográficos nacionales; Francisco Moreno (1877), Ramón Lista (1878,
1886), Juan Tomas Rogers (1877), Diego Dublé Almeida (1879), Ramón
Serrano Montaner (1879), Giovanni Roncagli (1882), Carlos María
Moyano (1883) y Alejandro Bertrand (1885). Cabe indicar que, de estas
nueve expediciones, siete se realizaron en la sección continental del
territorio y sólo dos en la Tierra del Fuego267.

Este conjunto de exploradores disponía de un tiempo y recursos limitados


y tenían instrucciones específicas, en las cuales se les indicaba lo que
debían observar el espacio que debían explorar. Portaban, mentalmente,
un encuadre geográfico Norte-Sur268 (probablemente también un mapa
impreso), instrumentos modernos de medición (teodolito, sextante,
brújulas) y representaban la mirada del Estado que los auspiciaba.
La mayoría tenía menos de treinta años al momento de realizar su
expedición. Poseían conocimientos geográficos y militares y llevaban
una imagen clara de lo que era un camino269. Por otro lado, cabe precisar
266 Ahora bien, cabe mencionar que estas expediciones no fueron las únicas realizadas.
267 Ahora bien, cabe recordar que la cordillera de los Andes jugaba un rol clave, pues
actuaría como frontera “natural” entre la republica de Chile y Argentina. Sin embargo, en
nuestro territorio de estudio, la morfología del macizo andino era difusa y confusa para el
saber geográfico de la época. La gran incógnita por resolver era determinar justamente donde
terminaba esta cadena montañosa. Esto explica, el porque las expediciones prestaron tanta
atención a la sección continental del territorio y no así a la Tierra del Fuego. De hecho, de las
nueve, sólo dos se realizaron en Tierra del Fuego.
268 Por ejemplo, Ramón Serrano, tras su viaje a Tierra del Fuego identifi
identifica
ca automáticamente
una región septentrional (desprovisto de árboles) y una meriodinal (montañoso y cubierto de
bosques).
269 En el caso de los exploradores chilenos, la imagen de un camino era representada por la vía
terrestre que conectaba Santiago-Valparaiso.
101
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

que ninguno de estos exploradores llegó por la vía terrestre al punto de


partida de su expedición. Todos debieron, previamente, realizar un largo
trayecto marítimo de unos dos mil quinientos kilómetros270. En el caso
chileno, zarpaban desde el puerto de Valparaiso, y en el caso argentino
desde el puerto de Buenos Aires (151).

El segundo grupo de las expediciones corresponde a viajes particulares


efectuados por europeos, específicamente británicos. Su principal objetivo
era la declarada, búsqueda de aventuras en un territorio imaginado
como inexplorado y salvaje. Es el caso de George Musters (1869), Julius
Beerbohm (1877) y Florence Dixie (1879). Estos tres viajeros, clasificados
como “viajeros imperiales”271, realizaron sus travesías en la sección
continental del territorio, tenían distintas formaciones académicas y
menos de treinta años.

Cabe señalar que todos los exploradores mencionados dejaron testimonio


escrito de sus travesías en formato de bitácora de viaje. Algunas de
éstas fueron publicadas en formato de libro, otras incluidas en boletines
científicos, anuarios hidrográficos y revistas de historia. Estos textos, en
su mayoría fueron publicados al año siguiente de la expedición.

Como se verá en el desarrollo del capítulo cinco (y primero de esta parte),


uno de los productos más importantes obtenido como resultado de las
exploraciones fue la producción del mapa de la “expedición”. Esto aplica
para los dos grupos mencionados. Lamentablemente, no se dispone de
los croquis o bosquejos preliminares de los mapas, aquellos borradores
realizados en el terreno mismo. Esto hubiese resultado útil en el sentido
que nos habría permitido conocer lo que se traspasó, se omitió, se negoció
y se agregó en la versión final del mapa elaborado sobre el escritorio
metropolitano. ¿Habrá habido caminos en esos bosquejos preliminares?

Ahora bien, ante los ojos de los exploradores mencionados, se presentaba


un territorio completamente desconocido. Ninguno había estado con
anterioridad en él. Las imágenes visuales contemporáneas (fotografías,
pinturas, grabados, etc.) -además de resultar escasas y de difícil acceso272-
mostraban casi exclusivamente el litoral marino. En la obra “Chile
Ilustrado”, publicada en 1872 -la más autorizada guía visual de Chile
por entonces- era prácticamente nada lo que se decía del territorio “De
Magallanes”273. El mismo panorama se repitió con el álbum fotográfico
“Magallanes. Vistas de la Patagonia, del Estrecho de Magallanes y de la
Patagonia” publicado en 1874 y con fotografías de Peter Adams274. Por lo
tanto, la imagen del territorio que cargaban los exploradores era más bien
aquella producida por la atmosfera literaria, desde la cual se alimentaba el
imaginario geográfico del “fin del mundo”, de lo “extremo”, lo “inhóspito”
y lo “salvaje”.

270 El tiempo podía variar entre 8 a 20 días. Dependía tanto de las condiciones climáticas
como las recaladas que hiciera la embarcación
271 Cf. Rodríguez, M. (2010). De la extinción a la autoafirmación: proceso de visibilización
de la comunidad Tehuelche Camusu Aike (Provincia de Santa Cruz, Argentina). PhD
Dissertation in Literature and Cultural Studies, Georgetown University.
272 Principalmente era publicadas en medios europeos, por ejemplo; “The ilustred London
News”, “Le tour du monde, nouveau journal des voyages”
273 Este libro sólo incluía un grabado de la colonia de Punta Arenas.
274 Este álbum se compone de 21 fotografías. Disponible en www.bibliotecadigital.umag.cl
102
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Respecto a la población “urbana” del territorio, durante el periodo


que estudiamos (1869-1886), la colonia de Punta Arenas y puerto
Stanley, ambas con una población aproximada de mil personas275,
eran los principales centros urbanos. Sin embargo, el enclave chileno,
al ser el único puerto del Estrecho de Magallanes, adquirió un mayor
protagonismo a partir del establecimiento del tráfico regular de vapores
(1870) que conectaban Europa con los principales puertos del Pacífico.
Por tal motivo, la colonia de Punta Arenas devino en el principal punto
de arranque o de llegada (incluso ambos) de las expediciones terrestres.

Además de los centros ya mencionados, existían además los siguientes


asentamientos paraestatales: la misión anglicana de Cranmer (isla
Keppel, archipiélago de las Falklands, 1855), una factoría en isla Pavón
(sobre el río Santa Cruz, 1859)276 y la misión anglicana de Ooshooia
(Tierra del Fuego, 1869). Una vez definida la frontera chilena-argentina
(1881), Argentina fundó los asentamientos de Ushuaia (Tierra del Fuego,
1884), Puerto Santa Cruz, (1884) y Río Gallegos (1885)277 (150).

Como se verá en el primer capítulo de esta parte, la factoría en isla Pavón,


distante a cuatrocientos kilómetros278 de la colonia de Punta Arenas, fue
el punto de destino de varias de las expediciones que estudiamos. Su
población permanente no superaba las cinco personas y una “sola casa”279
era toda la edificación existente, una “casa muy confortable para aquellos
parajes”280. Sin embargo, su posición estratégica la convirtió en paradero
habitual de población plurilingüe (ajen, castellano, inglés) y punto
obligado de vado del río Santa Cruz.

Respecto a las comunicaciones entre los distintos asentamientos


mencionados, existía un flujo marítimo de carácter local entre la colonia
de Punta Arenas y Puerto Stanley281 (lugar donde se referían al enclave
chileno con la expresión “the coast”282). También se realizaban viajes
ocasionales, por la misma vía, entre Punta Arenas - misión anglicana en
Keppel, isla Pavón-Punta Arenas, y misión de Ooshooia-Punta Arenas
(151). De hecho, cabe señalar que las primeras partidas de ovejas que
arribaron, con fines ganaderos, al estrecho de Magallanes (1877) y al
onashaga/canal Beagle (1887) fueron importadas desde el archipiélago
275 Hacia 1871 la colonia de Punta Arenas tenía una población aproximada de 800 personas.
Mientras tanto, Puerto Stanley hacia 1878, contaba con una población de 1.100 personas.
276 Iniciada por el marino Luis Piedra Buena en 1859.
277 “El departamento de Gallegos cuenta con una población que no debe bajar de 300 almas,
sin incluir en este número los soldados de línea al servicio del Delegado de Minas, ni tampoco
a los tehuelches que viven nómades en él”. Lista, R. (1887). Viaje al país de los onas. Tierra
del Fuego. Buenos Aires: Establecimiento tipográfico de Alberto Núñez, p.66.
278 Distancia terrestre. “La isla Pavón es el paradero obligado de los indios y cristianos que
cruzan el río ?Santa Cruz?, pues como este no es vadeable en ningún punto vénse forzados
á cruzarlo en los botes que hay en ella”. Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches:
exploraciones en la Patagonia Austral. Buenos Aires: Imprenta de Martin Biedma, p. 51
279 Descripción realizada por Musters, tras visitarla en 1869. Muster, G. (1964). Vida entre
los Patagones. Un año de excursiones por tierras no frecuentadas, desde el estrecho de
Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/Hatcher. Estudio preliminar y notas de
Raúl Rey Balmaceda, p. 73.
280 Una descripción de esta casa fue realizada por Lista, quien la visitó en 1878: “El casucho
es bajo, edificado en barro y está rodeado de una palizada que forma parte del Este un
pequeño corral donde se recojen en la noche algunas ovejas y hermosas cabras de Angora, que
proporcionan á sus moradores abundante leche y rica manteca” Lista, R. (1879). Viaje al país
de los tehuelches: exploraciones en la Patagonia Austral. Buenos Aires: Imprenta de Martin
Biedma, p. 49.
281 Martinic, M. (2009). Relaciones y comercio entre Magallanes y las islas Falklands (1845-
1950). Magallania, Vol. 37(2), 5-21
282 Bascopé, J. (2016, 6 de agosto). Reportaje de un viaje a tierras falklander. El Magallanes.
Punta Arenas
103
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

de las Falklands283.

Ahora bien, el territorio al que arribaron los exploradores y viajeros


metropolitanos que estudiamos no era un espacio vacío como se imaginaba.
En el periodo de estudio, circulaban comerciantes, traficantes de pieles y
plumas284 (conocidos como “pampistas”), bagualeros, colectivos nativos,
misioneros, reos del presidio de Punta Arenas, soldados persecutores
y buscadores de oro. A modo de ejemplo del tráfico y flujo de personas
que recorrían la estepa patagónica cabe señalar que “solo en 1870
salieron de Punta Arenas 182 expediciones hacia las pampas a negociar
con los aonikenks y el año siguiente la cantidad superó los 300”285. Lo
anteriormente expuesto aplica a la sección continental del territorio, pues
en Tierra del Fuego la situación fue distinta. Al contrario de lo que ocurrió
en el continente, donde los nativos aonikenks asistieron a los foráneos
ya sea guiándolos e incluso salvándoles la vida en situaciones adversas,
en Tierra del Fuego -y de manera previa al arribo de los exploradores
metropolitanos- no hubo espacio para la diplomacia entre nativo y
foráneo. En este sentido, los exploradores y su grupo fueron los primeros
foráneos en recorrer la Tierra del Fuego286.

Es importante indicar que las distancias físicas que recorrieron las


expediciones que se analizarán, fluctuaban entre los trescientos y los
novecientos kilómetros. Algunas realizaron su itinerario en nueve días, un
mes, dos meses y hasta en cuatro meses. El medio de transporte empleado,
tanto para el personal como el transporte de las cargas, siempre fue el
caballo, es más, la carreta aun no arribaba al territorio287. Al menos en
Patagonia, todas las expediciones fueron asistidas por guías o baqueanos,
alquilados o contratados principalmente en la colonia de Punta Arenas.
Algunos de estos sujetos sociales tenían mejor reputación que otros y
los más experimentados llevaban alrededor de diez años recorriendo el
territorio288.

En el primer capítulo de esta parte se demostrará que los exploradores


reconocieron la existencia de “caminos” en el territorio, pero a modo de
retazos o fragmentos. Ahora bien, en el capítulo 6 (y segundo de esta
parte) se reúnen todos los elementos reconocidos por los exploradores,
incluyendo los “retazos y fragmentos” de caminos.

A partir de lo expuesto, se ha creado una serie de ocho imágenes, a modo de


diagramas, que combinan, superponen y cruzan los distintos elementos.
Estas imágenes han sido agrupadas, y dan origen a las tres secciones que
componen el presente capítulo. La primera sección se titula “Itinerarios

283 El arribo de los primeros vacunos a Onashaga, también provenían de las islas Falklands.
García-Oteiza, S. (2018). Nota sobre la colonización del país de los Yendagians/Yundagians,
Tierra del Fuego, 1898. Magallania, Vol. 46 (2), 253-260
284 Nos referimos específi
específicamente
camente a pieles de puma y plumas de ñandúes o avestruces como
solía llamárseles.
285 Martinic, M. (2016). Reescribiendo la historia. Algunas refl
reflexiones
exiones sobre el conocimiento
y dominio del territorio nororiental de Magallanes (1870-1900). Magallania, Vol. 44(2),
5-36, p. 12
286 Una vez instalados en el Onashaga, los misioneros de la misión anglicana de Ooshooia
habían efectuados algunos breves viajes al “interior” de Tierra del Fuego.
287 Si en Punta en Punta Arenas y Puerto Stanley.
288 En la medida que la industria ganadera ovina-vacuna comenzó a consolidarse y el territorio
a cercarse con alambre, algunos de estos guías devinieron en estancieros o trabajadores de
estancia.
104
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

y territorio” y a través de tres imágenes se busca establecer la relación


entre los itinerarios y el territorio en una escala macro. La segunda, se
titula “Itinerarios y nativos” y busca, mediante tres imágenes, visibilizar
el grado de relación entre itinerarios y las formas nativas de ocupación del
territorio. Finalmente, la tercera sección se titula “Caminos y territorio”.
Esta sección se compone de dos imágenes, con las cuales se busca realizar
un contraste entre la representación cartográfica del itinerario y una
posible imagen caminera del territorio a partir de una relectura de los
mismos itinerarios.

El objetivo de las acciones anteriormente descritas es, además de reforzar


el argumento de que había “caminos” en el periodo estudiado (1869-
1887), aproximarnos a una imagen caminera del territorio, una imagen
en la cual se reflejen los sentidos y las lógicas que subyacen al trazado de
los itinerarios de los exploradores.

CAPÍTULO 5
Exploradores en fuegopatapagonia:
itinerarios en el mapa, y mapas sin
caminos

5.1. George Musters (1869)

En abril de 1869, el oficial de marina británico George Musters289,


luego de una estadía en las islas Falklands, desembarcó en la colonia de
Punta Arenas. Su objetivo era realizar una travesía terrestre –algo sin
precedentes para la época- acoplarse a un colectivo nativo y recorrer,
longitudinalmente, un extenso territorio señalado en los mapas como
“Patagonia”.

De esta manera, Musters unió, en una travesía de dos mil setecientos


cincuenta (2.750) kilómetros y que se prolongó por mas de un año, la
colonia de Punta Arenas con Carmen de Patagones (151). Respecto a los
objetivos “reales” de su viaje existen varias hipótesis: que era un viaje
meramente deportivo o bien que lo hizo en calidad de emisario de la
Corona Británica290.

Ahora bien, es importante señalar que el tramo que analizamos del viaje
de Musters (Punta Arenas-isla Pavón) es breve (400 kilómetros) en
comparación del itinerario total (2.750 kilómetros). En este contexto, es
quizás el menos interesante y por lo mismo el más carente de análisis 291.

289 Al momento de la expedición, George Musters tenía 28 años de edad.


290 “No se ha comprobado que Musters fuera informante de la corona, pero tanto los temas
que fueron objeto de su observación como las conferencias que brindó al regresar en las
principales sociedades científicas permiten conjeturar que si.” Vezub, J. (2015). La caravana de
Musters y Casimiro. La “Cuestión Tehuelche” revisitada por el análisis de redes. Punta Arenas-
Carmen de Patagones, 1869-70. Magallania, Vol. 43(1), 15-35, p. 22
291 De hecho, los principales estudios de la travesía de Musters, justamente se centran fuera de
nuestra área de estudio, es decir entre isla Pavón y Carmen de Patagones. Cf. Op. cit.
105
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Como testimonio de su travesía, Musters publicó el libro “At home with


the patagonians: a year`s wanderings over untrodden ground from straits
of Magellan to the rio Negro”, publicado en Londres en 1871. Esta obra se
convirtió en un hito para la historia del territorio fuegopatagónico y en un
precedente para los futuros exploradores, incluyendo los que revisamos
aquí. De hecho, se advierte que Musters fue el primer foráneo que dejó
registro escrito y gráfico del trayecto entre la colonia de Punta Arenas y
la isla Pavón. El mapa incluido en su libro fue el primero en el cual una
línea representaba una ruta factible de realizar. Una línea, como se verá,
sobrecargada de datos camineros no visibles en el mapa.

En el tramo que estudiamos, Musters se unió a una patrulla policial que se


dirigía rumbo a la isla Pavón-río Santa Cruz en búsqueda de reos fugados
desde la prisión de Punta Arenas. Además de los policías, comandados
por el teniente Gallegos292, el grupo lo conformaban traficantes de pieles,
y un baqueano, identificado como “Jaria”, que Musters, por solicitud
del gobernador de Magallanes, tuvo que contratar293. En el trayecto,
específicamente en el vado del río Gallegos, el grupo interceptó al nativo
Sam Slick (152.3), un “aventajado discípulo de la misión” anglicana de
Keppel, que oficializó de baqueano hasta la isla Pavón.

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Musters, se tituló “Map. of Patagonia showing


Captn. Musters route”. Sus dimensiones son 36.5cm. x 20cm. No indica
la escala empleada y está impreso a color. En su viñeta indica “Author´s
Route” (152).

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca un amplio territorio ubicado


entre el cabo de Hornos y Carmen de Patagones, por el Atlántico y Valdivia,
por el Pacífico (1.750 kilómetros aproximados). Las islas Falklands no
figuran. No se incluye ningún tipo o indicio de “camino” ni los puntos o
lugares de campamentos. El itinerario del autor es señalado con una línea
de color rojo (152.1).

El itinerario arranca en la colonia de Punta Arenas y continúa hasta el vado


de Cabeza del Mar. Alcanza “Peckett Harb” y pasa cerca de importantes
paraderos nativos, señalados con el rótulo “Winter Quarters of Southern
Tehuelches” y tres “toldos”. A continuación, avanza por una superficie
blanca, cruza un cordón montañoso identificado como “Volcanic Ra.” y
vadea los ríos Gallegos y “Cuhely”, éste último en su desembocadura. Entre
estos dos ríos, el itinerario se tuerce, justo cuando cruza el meridiano 70º.

En su tramo final, antes de alcanzar la isla Pavón, el itinerario bordea


dos pequeños cuerpos de agua y un área identificada como “High Barren
Plain” (152.2).
292 En los años siguientes, Gallegos se instaló con una estancia en los alrededores de cabo
Negro, a orillas del estrecho.
293 “Pero era probable que los desertores fueran alcanzados en las pampas, en cuyo caso la
partida regresaría sin seguir hasta Santa Cruz; y, por lo tanto, me aconsejó que asegurara
los servicios de alguien que conociera el camino y que pudiera hacer de guía en caso de que
estuviese que seguir yo adelante sin el resto de la partida”. Musters, G. (1964). Vida entre
los Patagones. Un año de excursiones por tierras no frecuentadas, desde el estrecho de
Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/Hatcher. Estudio preliminar y notas de
Raúl Rey Balmaceda, p. 51
106
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Desde el punto de vista topográfico, el itinerario atraviesa una superficie


más bien plana y homogénea, irrumpida por una puntual cadena volcánica
(Volcanic. Ra.) ubicada en las inmediaciones de la intersección entre el
paralelo 52º y el meridiano 70º.

En cuanto a la presencia nativa, en nuestra área de estudio (Punta Arenas-


isla Pavón) el mapa incluye dos rótulos: uno indica “Winter Quarters of
Southern Tehuelches” y el otro “Southern Tehuelches”. Este último abarca
una gran parte del área de estudio.

Lectura desde el diagrama

Al observar el diagrama, se advierte inmediatamente una serie de


elementos geográficos que configuran el itinerario, éstos son: litoral del
estrecho de Magallanes, laguna del Cabo Negro, Cabeza del Mar, laguna
Pozo la Reina, paradero Namer aike, laguna Romero, La Portada (145.2),
río Gallegos, cerro y paradero Guer aike, río Coyle, paradero Otel aike,
Tres Chorrillos, subida de las Chinas, río Santa Cruz. La diferencia en
cuanto a la visibilización de los elementos geográficos identificados que
participan en la configuración del itinerario es notable si lo confrontamos
con el mapa de la expedición, en el cual solo se indican los ríos Gallegos,
Coyle, y “Volcanic Ra.” (152.4).

Como puede apreciarse, hay dos tramos importantes en los cuales


Musters reconoce la existencia de “caminos”. El primer tramo, de cien
(100) kilómetros aproximadamente, se ubica entre Cabeza del Mar y La
Portada (145.2). Un segundo tramo, aproximadamente de doscientos
(200) kilómetros, va desde el vado del río Gallegos hasta la isla Pavón.
Es importante precisar que el reconocimiento de este extenso tramo
como camino se debió exclusivamente a que en el vado del río Gallegos
la comitiva enganchó como guía al nativo Sam Slick (152.3). Como bien
expone Musters, al interceptar con el nativo, el jefe del grupo le solicita
sus servicios debido a ciertas dudas que tenía sobre el otro guía del grupo:

“Gallegos ?jefe de la comitiva? preguntó a Sam ?Slick? si quería guiarnos


hasta Santa Cruz, porque Jaria ?baqueano de la comitiva? no estaba
muy seguro del camino. Las huellas hechas por los guanacos pueden
ser confundidas casi por cualquiera que no sea un indio, por huellas
de “chinas”, o caravanas de mujeres y caballos cargados; y esto unido
a la falta de mojones en las pampas y a la desconcertadora sucesión de
cerros fuertemente parecidos unos a otros, hace que sea en extremo
difícil conservar la dirección acertada. Prueba el hecho de que, de los diez
prófugos que la partida andaba buscando, hubo seis de los que nunca más
se llegó a saber nada. El mismo Jaria perdió el camino una vez que iba de
Santa Cruz a la colonia ?Punta Arenas? y se hubiera muerto de hambre
inevitablemente a no haber tenido la suerte de dar con una partida de
indios”294

294 Muster, G. (1964). Vida entre los Patagones. Un año de excursiones por tierras no
frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. Estudio preliminar y notas de Raúl Rey Balmaceda, p. 68
107
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Ahora bien, en un extremo del segundo tramo reconocido como camino,


se identifica la utilización de columnas de humo. Justamente esta área
es identificada como “High Barren Plain”. Aquí Musters no reconoce
“camino” y, en este sentido, las columnas de humo (190) devienen
elementos camineros al servir de señalética, aunque sea efímera:

“Al humo de nuestro fuego, que servía tanto para atraer a los indios
como para indicar la dirección de nuestra marcha a Gallegos y Jaría,
respondieron en seguida [...]”295

5.2. Francisco Moreno (1877)

A comienzos de 1877, el todólogo argentino Francisco Moreno296 dirigió


una expedición que tenía como objetivo realizar un estudio completo
de carácter científico sobre de las condiciones geográficas, orográficas e
hidrográficas del valle del río Santa Cruz y sus alrededores.

Los resultados de su expedición fueron publicados en el libro “Viaje á la


Patagonia Austral: 1876-1877”, publicado en Buenos Aires en 1879. El
libro incluye varios dibujos y un mapa que muestra el itinerario del autor
(153.7).

Desde la isla Pavón, Moreno y compañía remontaron el río Santa Cruz


hasta sus nacientes. Navegaron el lago Argentino (bautizado así por él),
remontaron el río Chico y alcanzaron los bordes de los lagos Viedma y San
Martín. Todo el espacio que no fue recorrido, fue indicado en el mapa con
el rótulo “territorio inexplorado”.

A su regreso a la isla Pavón, Moreno se dividió del grupo y se dirigió


por vía terrestre a la colonia de Punta Arenas, puerto en el cual debía
alcanzar un vapor para retornar a Buenos Aires. Por ende, el tramo
que nos interesa fue realizado por necesidad, más que por un tema de
exploración. Sin embargo, Moreno dejó registro de algunos antecedentes
que nos interesan. Este tramo lo realizó en ocho días (6 al 14 de abril)
y fue guiado por Isidoro (un civil devenido en “salvaje”) y su pareja,
una nativa identificada como Estrella297. La distancia total recorrida fue
aproximadamente de cuatrocientos kilómetros.

El mapa de la expedición

Moreno publicó, al menos, dos mapas en los cuales se muestra su


itinerario entre la isla Pavón y la colonia de Punta Arenas. El primer
mapa se tituló “Croquis de una parte de Patagonia según datos recojidos
durante el viage, 1876-1877” (153). Sus dimensiones son 49cm. x 26cm.
No se indica la escala empleada y está impreso a color. En la viñeta indica
“Camino seguido por el autor” y “Paraderos Indios”.
295 Muster, G. (1964). Vida entre los Patagones. Un año de excursiones por tierras no
frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. Estudio preliminar y notas de Raúl Rey Balmaceda, p. 71
296 Al momento de la expedición, Francisco Moreno tenía 25 años de edad.
297 En el relato del viaje, tanto Isidoro como Estrella son totalmente invisibilizados por parte
de Moreno.
108
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca el territorio comprendido


entre la bahía Coy hasta el lago San Martín. Sin embargo, su centro es
el río Santa Cruz. El itinerario es señalado con una línea de color rojo y
segmentada. Sólo por donde circula la línea del territorio la superficie del
mapa es animada. Todo el resto de superficie es representada en blanco
y sobre ella se posa el rótulo: “Territorio Inesplorado”. No indica ningún
tipo de camino existente, sin embargo, en dos oportunidades señala, con
una delgada línea de negra, “Camino probable de los indios”. Uno de ellos
atraviesa el río Santa Cruz (en el punto identificado como Yaten Uajeno) y
el otro atraviesa la Sierra Baguales y remata en el lago Argentino.

El mapa muestra varios itinerarios, sin embargo, nos interesan dos (153.1,
153.2). El primero corresponde al trayecto, de unos doscientos veinte
(220) kilómetros aproximadamente, que Moreno realizó remontando
el río Santa Cruz, por su orilla “norte”, desde la isla Pavón hasta su
embocadura en el lago Argentino.

El segundo itinerario, de casi cuatrocientos kilómetros, corresponde al


realizado entre la isla Pavón y Punta Arenas. Sin embargo, en el mapa sólo
se muestra una breve sección o tramo, específicamente entre la isla Pavón
y la bahía Coy. Como se observa en el mapa, el itinerario parte en la isla
Pavón y sigue a un paraje identificado como “Amenkelt” (acompañado
de 3 toldos). Luego, remonta una depresión y de manera sinuosa recorre
una superficie lisa, bordea dos pequeñas lagunas, una de ella identificada
como “Las Perdices”, e ingresa a una destacada depresión (denominada
“Los 3 Chorrillos”), en cuyo centro hay una laguna rodeada de cinco toldos
nativos. A continuación, el itinerario sale de la depresión y nuevamente
avanza por una extensa superficie blanca, bordea una leve depresión,
y alcanza el paradero nativo Uakengen-aike, que coincide con el borde
inferior del mapa.

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, se observa que


el itinerario va conectando y reconociendo distintas superficies. Así, en
la superficie lisa el itinerario conecta y se orienta mediante pequeños
cuerpos de agua, así como también con destacables depresiones, como
el cañadón “Los tres chorrillos”, lugar de campamento nativo, en cuyo
interior se encuentran “preciosos manantiales de agua dulce”298.

En cuanto a la presencia nativa, el mapa incluye varios topónimos, entre


ellos: Amenkelt, Chickerook-aiken, Los 3 chorrillos, Uakengen-aiken,
Kehel aike y Yaten Uajeno.

El segundo mapa, en el cual se compilan varias expediciones realizadas


por el autor, se tituló “Esquisse de la Patagonie (Republique Argentine)”.
Sus dimensiones son 40cm. x 30cm. Está dibujado a escala 1:6.000.000
e impreso a color. En la viñeta se señala: Iitineraire de M. F. P. Moreno
1873-1880 (153.3).

298 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877: emprendido bajo los
auspicios del gobierno nacional. Buenos Aires: La Nación, p. 452
109
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca un amplio territorio


comprendido entre el cabo de Hornos y la bahía Blanca, por al Atlántico,
y Temuco, por el Pacífico (1.950 kilómetros aproximadamente). No se
incluyen las islas Falklands. Los paralelos y meridianos están indicados
en los bordes del mapa, pero no están proyectados sobre él. El itinerario
del autor es señalado con una línea roja gruesa y segmentada (es lo único
a color en el mapa). No se incluye ningún tipo de “camino” (153.4).

El itinerario atraviesa diagonalmente -y prácticamente en línea recta- el


territorio comprendido entre la isla Pavón y la colonia de Punta Arenas.
Éste no es acompañado con ningún tipo de dato o pista que ayude a
comprender la rigidez de la “gran diagonal” que adquiere. A grandes
rasgos, el trayecto de Moreno atraviesa una gran superficie homogénea,
interrumpida por los valles del río Coyle y Gallegos (153.5, 153.6).

Respecto a la relación entre topografía e itinerario, cabe indicar que se


recalca la condición de meseta del territorio. En este sentido, el itinerario
atraviesa tres grandes superficies o mesetas claramente delimitadas.
Gráficamente, la topografía es representada mediante un achurado de
líneas de distintas intensidades.

En cuanto a la presencia nativa, en nuestra área de estudio, se incluye un


rótulo que indica “Indies Tehuelches”

Lectura desde el diagrama

A partir de la lectura del diagrama, reconocemos los siguientes elementos,


que configuran el itinerario de Moreno: Subida de las Chinas, Tres
Chorrillos, Otel aiken, Uajen aiken, Guerr aiken, Pozo la Reina, cabeza
del Mar y cabo Negro. Cabe destacar que cuatro de estos elementos
son paraderos nativos, lo que devela su relevancia en cuanto puntos de
referencia (distancia y destino) en el territorio (153.8).

Ahora bien, como observamos en el diagrama, solo en un tramo Moreno


hace alusión a un “camino”. Si bien Moreno no declara de manera directa
la existencia de camino, si no lo hace tangencialmente. Por ejemplo, en un
pasaje del texto deja entrever la relación entre ambiente y “camino” en el
punto indicado:

“El pasto es muy elevado en esas regiones ?valle del río Dinamarquero?
que el viagero cae muchas veces en los pozos ocultos de esos manantiales,
sobre todo en aquellos que se hallan cerca del camino y entre ellos el Pozo
de la Reina [...]”299.

Desde una perspectiva caminera, el itinerario de Moreno es bastante más


dinámico que su representación en el mapa. Esto queda claro al final del
viaje, donde Moreno realiza una especie de síntesis paisajística desde el
“camino” que realizó:

299 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877: emprendido bajo los
auspicios del gobierno nacional. Buenos Aires: La Nación, p. 455
110
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

“El camino serpentea por sinuosidades caprichosas, unas veces en bajos


ocupados por lagunas y manantiales, formando valles preciosos, otros
tantos paraderos indígenas, otras en elevaciones que, cubiertas de pasto,
dejan ver á intervalos grandes piedras erráticas.”300

5.3. Julius Beerbohm (1877)

A mediados de agosto de 1877, el ingeniero inglés Julius Beerbohm301


se embarcó desde Buenos Aires con destino al puerto de San Julián.
Beerbohm formaba parte de una comisión que iba a estudiar la naturaleza
del territorio comprendido entre el Puerto Deseado y el río Santa Cruz302.
A las semanas de estar recorriendo los alrededores del puerto de San
Julián, el inglés tuvo que retornar, debido a un imprevisto, rápidamente
a Buenos Aires. Sin embargo, para lograrlo no tenía más opción que
dirigirse hasta la colonia de Punta Arenas, único puerto donde podía
tomar un vapor con destino a la capital argentina.

La travesía de Beerbohm quedó registrada en el libro de su autoría,


titulado “Wanderings in Patagonia or life among the ostrich-hunters”,
publicado en Londres en 1879303. La obra incluye cinco dibujos y un mapa
(154.4).

En el mismo puerto de San Julián, Beerbohm tuvo la suerte de acoplarse


a una partida de “cazadores de avestruces”304 que se dirigían justamente
a la colonia de Punta Arenas. El dos de octubre, el grupo compuesto por
tres hombres305, arrancó desde isla Pavón, arribando a la colonia de Punta
Arenas el once de noviembre, casi un mes y medio después. Como ya
se ha visto con Musters y Moreno, este trayecto, de unos cuatrocientos
kilómetros, podía realizarse en alrededor de nueve días. Sin embargo,
Beerbohm y compañía tuvieron la mala fortuna de encontrarse con el
río Gallegos crecido, como nunca antes se había visto. Esta situación,
totalmente imprevista, retuvo al grupo casi un mes a orillas del citado río
esperando vado306.

Los compañeros y guías de Beerbohm, entre Pavón y Punta Arenas, eran


dos hombres experimentados en el territorio. Uno de ellos era Isidoro,
un argentino devenido en “salvaje”307. El otro era un francés identificado
como Antonio Guillaume. Como se verá más adelante, Guillaume participó

300 Op. cit. p. 454


301 Al momento de la expedición tenía 23 años de edad.
302 “En el año 1877, José María Ortiz, a quien se le había otorgado la explotación de las
salinas y mantos carboníferos ubicados entre los ríos Deseados y Santa Cruz, contrató a un
grupo de ingenieros para que determinasen la conveniencia o no de dicha explotación. Uno
de los ingenieros contratados fue Julius Beerbohm”. Beerbohm, J. (2013). Vagando por
la Patagonia: la vida entre cazadores de ñandúes y un motín en Punta Arenas-agosto a
noviembre 1877. Buenos Aires: Claridad, p. 7
303 La obra relata el viaje por tramo y episodios, se divide en veintiocho (28) capítulos.
304 Así los identifica
identifica Beerbohm.
305 Además de 25 caballos y 5 perros.
306 De hecho, los viajeros llegaron al río Gallegos el 7 de octubre, es decir cinco días después
de haber salido de isla Pavón.
307 “Intentaré dar un perfil
perfil de mis cuatro compañeros, comenzando por el más llamativo de
ellos, Isidoro, quien es mencionado varias veces en el interesante libro del capitán Musters
Vida entre los Patagones”. Beerbohm, J. (2013). Vagando por la Patagonia: la vida entre
cazadores de ñandúes y un motín en Punta Arenas-agosto a noviembre 1877. Buenos Aires:
Claridad, p. 29. Al parecer es el mismo Isidoro que guio a Moreno.
111
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

como guía en la expedición de Florence Dixie (1879)308.

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Beerbohm se tituló “Map of part of Patagonia to


illustrate Mr. Beerbohm`s journey”. Sus dimensiones son 22cm. x 13cm.
No indica escala empleada y está impreso a color (154). En la viñeta se
indica: Author`s Route.

El mapa, con encuadre Norte-Sur (no incluye las islas Falklands), enmarca
el territorio comprendido entre el cabo de Hornos y puerto Deseado,
por el Atlántico. Desde el punto de vista gráfico y contenido, se advierte
ciertas similitudes con el mapa publicado por Musters. El itinerario del
autor es señalado con una línea de color rojo y continua. No se incluye
ningún tipo de “camino”.

El itinerario conecta la isla Pavón con la colonia de Punta Arenas y en


gran medida va zigzagueando el meridiano 70º. Saliendo de isla Pavón, se
distancia del borde litoral atlántico, atraviesa un área identificada como
“High Barren Plain” y luego bordea un destacado elemento orográfico. A
continuación, vadea el río Coyle y, zizagueando sinuosamente el meridiano
70º, alcanza el río Gallegos cerca de su desembocadura. Después de
bordear el río Gallegos un buen trecho, lo vadea y vuelve nuevamente a
zigzaguear sinuosamente el meridiano 70º. Cruza un área rotulada como
“Cap. Of Lava � Scoria” y luego otra indicada como “Grassy Plain”. Desde
este punto, el itinerario se aproxima al litoral del estrecho de Magallanes,
pasa por “Indian Camp.” y un área rotulada como “Beech Forest”. Luego
sigue bordeando el estrecho de Magallanes (“Cabeza del Mar”, “Pecket
Harb.”) hasta alcanzar la colonia de Punta Arenas (154.1).

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, cabe señalar


que el itinerario atraviesa una superficie más bien lisa y homogénea,
representada en color blanco. El mapa representa una condición
topográfica abrupta para los bordes litorales del Atlántico y del estrecho
de Magallanes (154.2).

En cuanto a la presencia nativa, se incluye un rótulo con el texto “Indian


Camp”, acompañado de dos pequeños triángulos que representan toldos,
ubicado en la parte posterior de las “Gregory R.”309

Lectura desde el diagrama

A partir de la lectura del diagrama, reconocemos los siguientes elementos


que configuran el itinerario de Beerbohm: laguna la Leona, Guerr aike,
Ciake, laguna Romero, Pozo la Reina, Cabeza del Mar, cabo Negro
(154.3).

Cabe mencionar que todos los elementos mencionados se ubican entre


el río Gallegos y la colonia de Punta Arenas. Para el primer tramo (isla

308 En las décadas siguientes se estableció con una estancia ganadera en el territorio de Santa
Cruz.
309 Se refiere
refiere a las Cumbres de San Gregorio.
112
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Pavón-río Gallegos) no se reconocen elementos, aunque la dirección


del itinerario, “en la llanura desnuda”310, es más bien recta, tal como se
puede observar en el mapa de la expedición (154.2). En segundo lugar,
entre estos elementos figuran dos paraderos nativos, separados por una
distancia aproximada de cien (100) kilómetros. Respecto a su arribo al
segundo paradero nativo, Beerbohm realizó una notable descripción, la
cual nos ayuda a comprender y a imaginar la relación entre el “camino” y
el acceso al paradero:

“ [...] un poco hacia la izquierda del humo había un sitio llamado “campo
de batalla” donde se asientan los indios [...] por fin cerca de las cuatro,
descendimos a un valle y tras una curva repentina en el paisaje pudimos
disfrutar de una vista del campamento indio [...] cientos de caballos
pastaban en el valle [...]. Los aborígenes estaban recién llegando de la
cacería; bajaban de las llanuras en cantidades y en todas direcciones.
Pronto nos percibieron y en seguida cincuenta hombres o más se
acercaron galopando rápidamente hacia nosotros [...]”311

Como se observa en el diagrama, Beerbohm reconoce en dos oportunidades


la existencia de caminos. Uno de ellos tiene una longitud aproximada de
treinta (30) kilómetros y conecta el vado del río Coyle con el vado del río
Gallegos. Respecto a este “camino”, Beerbohm lo relaciona directamente
a un “camino” nativo y hace una breve descripción de su origen, expresión
física y uso de género:

“[...] y nos alegramos al alcanzar por fin una larga hondonada llamada “de
las indias”, que conduce al ?valle? del Gallegos bajando por las llanuras.
Lleva ese nombre porque las indias que vienen del Coyle en dirección
al valle deben entrar siempre allí. Como suelen ir en filas, los cascos de
tantos caballos que pasan uno tras de otro han dejado un sendero de
huellas largo y profundo en el suelo ...? los hombres van por cualquier
lado sin prestar atención a los movimientos de las indias, que siempre
llegan a sus campamentos por exactamente los mismos puntos [...]”312.

El segundo tramo en el que Beerbohm reconoce la existencia de “camino”


se ubica en la vecindad de Paliake y coincide con el sector de La Portada
(145.2). Este camino reconocido por Beerbohm como “nativo”, lo
conduce hasta el paradero nativo de Ciake (20 kilómetros aproximados) y
luego hasta Pozo la Reina (50 kilómetros aproximados):

“Nuestro camino aún seguía atravesando el valle y bordeando el río y ahora


estábamos entrando en la senda deteriorada que conduce a Punta Arenas,
formada por los indios en su visita anual a ese establecimiento en el curso
de varios años [...] Cerca de las doce del medio día, el sendero abandonó
el valle y el paisaje tomó una apariencia amenazadora, abriéndose a una
larga sucesión de cerros” 313

310 Así denomina Beerbohm a esta área. Beerbohm, J. (2013). Vagando por la Patagonia:
la vida entre cazadores de ñandúes y un motín en Punta Arenas-agosto a noviembre 1877.
Buenos Aires: Claridad, p. 78
311 Op. cit. p. 123
312 Beerbohm, J. (2013). Vagando por la Patagonia: la vida entre cazadores de ñandúes y un
motín en Punta Arenas-agosto a noviembre 1877. Buenos Aires: Claridad, p. 80
313 Op. cit. p. 121
113
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Como se ha comentado, uno de los hitos del viaje de Beerbohm fue el


vado del río Gallegos, situación que lo mantuvo detenido casi un mes. En
el diagrama se aprecian tres puntos o lugares de vado mencionado por el
inglés, éstos son: Paso del “Medio”, Paso “Guerr aike”, Paso “Alquinta”.
Estas denominaciones demuestran el conocimiento caminero que se tenía
en cuanto a puntos exactos de vado en estaciones de deshielos. Respecto
a esto Beerbohm escribió:

“En el medio ?del río Gallegos? aun podíamos ver una larga mata de pasto
que se torcía por la fuerza de la corriente, y según Isidoro, pertenecía a
una pequeña isla que cuando el río es vadeable puede verse varios pies
sobre el nivel del agua” 314

5.4. Juan Tomas Rogers (1877)

A fines de 1877, el teniente segundo de la Armada de Chile Juan Tomás


Rogers315 realizó la primera exploración terrestre oficial chilena entre el
estrecho de Magallanes y el río Santa Cruz. Los resultados de la expedición
fueron presentados en 1879 en un texto elaborado por Rogers titulado
“Espedicion a la parte austral de la Patagonia”. Éste incluía un mapa y fue
publicado en el Anuario Hidrográfico de la Armada de Chile.

Como se desprende del escrito de Rogers, el objetivo de la expedición


era realizar un completo levantamiento de corte científico de la región
comprendida entre la orilla sur del río Santa Cruz y el faldeo de los valles
orientales de la cordillera de los Andes. Además, se ordenaba a Rogers que
“a fin de alcanzar un conocimiento cabal de aquella rejion, sus campos,
su vegetación e importancia”316 el itinerario debía realizarse de manera
zigzagueante y que debía construir un plano “completo del itinerario” que
siguiera.

La expedición liderada por Rogers se efectuó entre el diez y veintiséis de


noviembre. Su punto de partida fue el seno Skyring y concluyó en la colonia
de Punta Arenas. El grupo estuvo compuesto por siete personas, veintiún
caballos y perros. Parte del grupo lo componían los experimentados
baqueanos Santiago Zamora317 y Francisco Jara, quienes guiaron a
la comitiva en todo el trayecto. En un tramo puntual de la travesía, la
comitiva fue guiada por el experimentado baqueano William Greenwood.

Cuando la expedición se encontraba en el lago Argentino, ésta fue


interrumpida de forma abrupta, motivo por el cual los exploradores
tuvieron que regresar rápidamente a la colonia de Punta Arenas318.
314 Beerbohm, J. (2013). Vagando por la Patagonia: la vida entre cazadores de ñandúes y un
motín en Punta Arenas-agosto a noviembre 1877. Buenos Aires: Claridad, p. 80
315 Al momento de la expedición, Juan Tomás Rogers tenía 26 años de edad.
316 Martinic, M. (Ed.) (2002) Marinos de a caballos. Exploraciones terrestres de la armada
de Chile en la Patagonia austral y la Tierra del Fuego 1877-1897. Punta Arenas/Valparaiso:
Universidad de Magallanes/Universidad de Playa Ancha, p. 19
317 En palabras de Rogers, Zamora era “[...]
“ uno de los mas conocedores de la rejion S. Del
río Santa Cruz hasta hoi en la Colonia ?de Punta Arenas? Martinic, M. (Ed.) (2002) Marinos
de a caballos. Exploraciones terrestres de la armada de Chile en la Patagonia austral
y la Tierra del Fuego 1877-1897. Punta Arenas/Valparaiso: Universidad de Magallanes/
Universidad de Playa Ancha, p. 25
318 El mismo día que la expedición iniciaba su partida (11 de noviembre) en la colonia de Punta
Arenas se había producido el alzamiento militar conocido como el “Motín de los Artilleros”,
114
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Resulta interesante mencionar que esta expedición nombró varios


accidentes geográficos que aun están vigentes (Morro Philippi, Gay
y Domeiko, etc.) (145.1), así como que insertó por primera vez varios
otros, con sus respectivas denominaciones, que nunca habían sido puesto
sobre el mapa (laguna Blanca, laguna del Zurdo, laguna Romero, laguna
Redonda, Pozo la Reina, Sierra Baguales, río Dinamarquero (145.4),
río del Bautismo, etc.). Finalmente, la distancia total recorrida por la
expedición fue aproximadamente de setecientos kilómetros.

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Rogers se tituló “Derrotero de la espedicion a la


Patagonia verificado por el Tte. 2º J.T.Rogers, el guardiamarina L. V.
Contreras, i el naturalista E. Ibar. 1877”. Sus dimensiones son 42cm. x
140cm. No indica escala empleada y está impreso en blanco y negro (155).
Tal como se indica en el borde inferior del mapa, éste fue construido en
Santiago, a partir de los datos tomados por la expedición, por el ingeniero
civil Alejandro Bertrand.

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca el territorio comprendido


entre el estrecho de Magallanes y el río Santa Cruz. El itinerario del autor
es indicado una delgada línea de color negro y segmentada y junto él se
indican los lugares de campamento y el día que se efectuó (ej. “30 de
Nov.”). Además, tangencialmente a la línea de itinerario se precisa “viaje
de ida” y “viaje de vuelta”. El mapa no incluye ningún tipo de “camino”
(155.1).

El itinerario, arranca en el seno Skyring y toma dirección a la destacada


laguna “Blanca”. Continúa hacia el río Gallegos, previo paso por la laguna
del “Zurdo”. Al vadear el río Gallegos, se introduce en el área de los
morros “Gay”, “Domeyko” y “Philippi” y aquí (campamento “Nov. 29”)
el itinerario tiene un apéndice que se dirige hacia el litoral marítimo de
Última Esperanza cruzando un área rotulada como el “Bosque de los
Huemules”.

Desde del campamento “Nov. 29”, el recorrido atraviesa el cordón


montañoso “Cordillera “Latorre” y va cortando otros cordones
montañosos, hasta llegar a la laguna “Redonda”. Desde este punto, se
atraviesa el “Valle de los Guanacos” llegando al pie de monte de una
cadena montañosa destacada. El itinerario la cruza diagonalmente,
avanzando por una sucesión de valles hasta llegar al río Santa Cruz y
luego al lago Argentino. Desde aquí se inicia el viaje de vuelta, rumbo a la
colonia de Punta Arenas.

A diferencia del viaje de ida, el de vuelta es una gran diagonal en línea


recta, entre el nacimiento del río Santa Cruz y el estrecho de Magallanes,
cubriendo una distancia aproximada de doscientos ochenta kilómetros.
En este tramo, el itinerario vadea el río Coy y nuevamente el río Gallegos.
En el medio, se indica una “Toldería ambulante” y en el punto exacto
donde vadea el río Gallegos se apunta otra “Toldería ambulante”. En
producto del cual el enclave chileno había sido prácticamente destruido.
115
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

adelante el itinerario vadea una sucesión de ríos (“Dinamarquero”


(145.4), “Baustismo”, “Los tres chorrillos”) hasta llegar a un cuerpo de
agua señalado como “Pozo la Reina”. En este punto, el itinerario se tuerce
hasta alcanzar el borde del estrecho de Magallanes y lo sigue hasta la
colonia de Punta Arenas (155.1).

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario cabe señalar que


el mapa permite reconocer claramente un área o región de transición
entre las “Pampas Patagónicas” y la región Cordillerana. En esta última,
como logra apreciarse, el itinerario es acompañado con bastantes datos
(accidentes geográficos y topónimos), a diferencia del itinerario de
vuelta, donde la homogeneidad de la superficie permite efectuar una gran
diagonal en línea prácticamente recta y por una distancia no menor (280
kilómetros).

En cuanto a la presencia nativa, el mapa incluye dos rótulos con los textos
“Toldería ambulante”, acompañado cada uno con tres toldos (aunque se
sabe por el relato del viaje que eran entre diez y diecinueve toldos). Se
ubican en el río Coyle y otro sobre el río Gallegos. No se incluye ningún
topónimo nativo.

Lectura desde el diagrama

A partir de la lectura del diagrama, distinguimos los siguientes elementos


que configuran el itinerario de Rogers: laguna Blanca, paso Los Robles (río
Gallegos), laguna del Zurdo, los Morros (145.1), laguna Redonda, Sierra
Baguales, río Santa Cruz, lago Santa Cruz, río Dinamarquero (145.4), río
del Bautismo, Tres Chorrillos, Pozo de la Reina (155.3).

Rogers, en su relato, recurre varias veces a la palabra “camino” o “senda”.


Sin embargo, la utiliza para hacer referencia más bien al “andar” (p. ej. “el
camino o sea la pampa”, “El camino es muy monótono”, “Esta parte del
camino era bastante penosa”, “Hicimos camino hacia”, etc.). Ahora bien,
como observamos en el diagrama, en un solo tramo de su extenso viaje
(700 kilómetros aproximadamente), Rogers reconoce la existencia de un
camino:

“Desde el riachuelo Dinamarquero entramos, se puede decir, a camino


real [...] Este se compone de 6 u 8 sendas, algo angostas, formadas por el
tráfico de los caballos, que guían perfectamente. Estas siguen hácia el rio
Santa Cruz i hasta un punto llamado la Portada”319 (145.2).

Como se muestra en el diagrama, el “camino” atraviesa un área con


buenos pastizales y conduce, al menos, hasta el vado de Cabeza del Mar.

En el viaje de ida, el itinerario de Rogers va conectando varios elementos


aparentemente dispersos en el espacio, además de cruzar áreas de
bosques y con abundancia de guanacos. Ahora bien, la distancia entre
estos elementos es variada. Por ejemplo, entre la laguna Blanca y el paso

319 Martinic, M. (Ed.) (2002) Marinos de a caballos. Exploraciones terrestres de la armada


de Chile en la Patagonia austral y la Tierra del Fuego 1877-1897. Punta Arenas/Valparaiso:
Universidad de Magallanes/Universidad de Playa Ancha, p. 59
116
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

los Robles hay cincuenta (50) kilómetros. Entre los Morros (145.1) y la
laguna Redonda, la distancia es de ochenta (80) kilómetros aproximados.

En el viaje de regreso, que se resume en una gran diagonal de trescientos


treinta kilómetros aproximadamente (realizado en 9 días) entre el lago
Santa Cruz y el estrecho de Magallanes, prácticamente no hay elementos
reconocibles. Cabe recordar que este trayecto no estaba planificado con
anterioridad y que se realizó por fuerza mayor. Sin embargo, en este
trayecto Rogers se interceptó en cinco oportunidades con colectivos
nativos, enganchando algunos como baqueanos hasta el río Gallegos.

5.5. Ramón Lista (1878)

A mediados de 1878, el militar argentino Ramón Lista320 desembarcó,


desde un vapor comercial proveniente desde Montevideo, en la colonia de
Punta Arenas321. Su presencia en el enclave chileno era de alguna manera
forzada, pues su objetivo era la isla Pavón, ubicada a unos cuatrocientos
kilómetros de distancia.

Lista presentó los resultados de su exploración en el libro de su autoría


“Viaje al país de los Tehuelches. Exploraciones en la Patagonia Austral
(Primera Parte)”, publicado en 1879 en Buenos Aires. El libro incluye
dibujos y un mapa (156.6).

Como bien expone Lista, el objetivo de su traslado a la “Patagonia Austral”


era realizar una exploración de carácter científico en el “interior de la
Patagonia, entre los paralelos 43º y 49º de latitud Sud, donde como es
sabido, no ha penetrado hasta el día de hoy ningún viajero, exceptuando el
Capitan Musters que ha visitado la parte occidental (1869-1870)”. Ahora
bien, para iniciar su exploración debía, en primer lugar, trasladarse vía
terrestre desde Punta Arenas a la isla Pavón, repitiendo el mismo trayecto
y dirección que Musters había realizado hace una década y que Moreno
había realizado en sentido contrario un año antes.

Lista partió de la colonia de Punta Arenas el diecinueve de agosto y


llegó a la isla Pavón el quince (15) de septiembre. En todo momento fue
acompañado. El baqueano Luis Navarro lo guió todo el trayecto entre
Punta Arenas y la isla Pavón (400 kilómetros). Entre cabo Negro y Kili
aike (200 kilómetros) lo acompañó una partida de traficantes de pieles y
plumas que iban a tratar con los nativos. Finalmente, en Kili aike se sumó
un chileno de apellido Arias que lo acompañó, junto a Navarro, hasta la
isla Pavón (200 kilómetros).

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Lista, incluido en su texto, se tituló “Mapa de la


Patagonia Austral”. Sus dimensiones son 28cm x 26cm. No se indica la
escala y está impreso a color (156). Cabe indicar que al año siguiente

320 Al momento de la expedición, Ramón Lista tenía 23 años de edad.


321 Esta (1878) era la segunda vez que Lista estaba en la colonia de Punta Arenas. El año
anterior (1877) lo había intentado, pero tuvo retraerse debido que fue sorprendido por el Motín
de los Artilleros. En 1879 hizo el viaje entre Pavón y Punta Arenas. Fue guiado por Guillaume.
117
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

(1880) Lista publicó un segundo mapa, el cual revisamos aquí, de


similares características y que incluye etiquetas ambientales, ubicación
y nombres de paraderos nativos (156.3). En la viñeta se indica “Camino
seguido por el Autor”.

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca el territorio comprendido


entre el estrecho de Magallanes y el puerto de San Julián. El itinerario
del autor es señalado con una línea de color rojo y segmentada. No indica
ningún tipo de “camino” (156.2, 156.4).

El itinerario arranca en la isla Pavón y avanza hasta el río Coyle


atravesando un área señalada como “Región de las Salinas”. En este
trayecto la superficie es lisa y sobre ella se indican tres pequeños cuerpos
de agua y un borde que insinúa un borde orográfico. El río Coyle es
vadeado en su intersección con el meridiano 70º, y luego este mismo
meridiano es zigzagueado sinuosamente hasta el río Gallegos. Este tramo
(Coy-Gallegos) es acompañado con el rótulo “Campos muy abundantes
en guanacos”.

El río Gallegos es vadeado en el punto indicado como “Guerr-aiken”, lugar


desde el cual, el itinerario se tuerce en dirección al estrecho de Magallanes
casi en línea recta y en dirección diagonal. En este tramo, se traspone un
cordón montañoso denominado “cadena volcánica” y se avanza por una
superficie lisa hasta el rótulo “Paradero de los Tehuelches”. Desde aquí,
el itinerario sigue el borde del Estrecho hasta llegar a la colonia de Punta
Arenas.

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, cabe señalar que


la superficie recorrida es prácticamente lisa, a no ser por la irrupción del
cordón “cadena Volcánica”. De igual forma, se advierte una acentuada
topografía en los bordes litorales del atlántico, lo que de alguna medida
ayuda a comprender una razón por la cual el itinerario se distancia de la
costa marítima.

En cuanto a la presencia nativa, se incluye un rótulo, que abarca una gran


extensión de superficie, con el texto “Tehuelches del Sur”. En la vecindad
del estrecho de Magallanes se indica “Paraderos de los Tehuelches”
(acompañado de dos toldos). En la desembocadura del río Gallegos se
señala el paradero “Guerr-aiken” y sobre el río Coyle el paradero “Uagen
aiken”.

Lectura desde el diagrama

A partir de una lectura del diagrama identificamos los siguientes elementos


que configuran el itinerario de Lista: Cabeza del Mar, Pozo de la Reina,
Dinamarquero (145.4), laguna Romero, Yrhué, La Picana, Guerr aike,
laguna la Leona, Uajen aike, Otelaike, Tres Chorrillos, Subida las Chinas
(156.7). Como vemos, seis de éstos corresponden a paraderos y parajes
nativos. Por otro lado, reconocemos una sección donde participan una
mayor cantidad de elementos. Ésta se sitúa entre Cabeza del Mar y el río
Coyle. Entre el río Coyle y la isla Pavón, los elementos disminuyen y se

118
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

concentran prácticamente en dos.

Lista sólo reconoce en un tramo la existencia de un “camino”. Como


vemos en el diagrama, éste se ubica aproximadamente en la vecindad del
cerro La Picana:

“Para llegar a Yrhué, viniendo del Sur, es preciso seguir la rastrillada de


los indios que pasa cerca, despuntando algunas lagunas permanentes, en
cuyas orillas se bañan multitud de patos y bandurrias”322.

Ahora bien, el itinerario de Lista recorre en primer lugar un área de buenos


pastizales ubicados entre Pozo la Reina hasta La Picana, tramo de ochenta
kilómetros aproximadamente. En este tramo se ubica un paradero nativo.
Un segundo tramo corresponde a un área de superficie volcánica de unos
treinta (30) kilómetros de extensión. Un tercer tramo, se sitúa entre el
río Gallegos y el río Coyle. Aquí se presentan interesantes intercepciones
con nativos, específicamente en la vecindad de Guerr aike. También visita
el paradero de Kili aike, ubicado sobre la ría del río Gallegos y que en el
mapa de la expedición no se indica, es más, ni siquiera se insinúa que
Lista fue a este paradero. En Kili aike, Lista se encontró con dos chilenos
y un argentino, que se dedicaban al tráfico con los nativos. Al dejar Kili
aike, con dirección al vado del río Coy, Lista anotó:

“Tristemente impresionados por la despedida, marchamos por una


pampa apenas ondulada, cuya monotonía aumentaba la tristeza de
nuestros pensamientos” 323.

En el río Coyle comienza el cuarto y último tramo de la expedición, el


cual tiene una longitud aproximada de ciento ochenta kilómetros. Como
se observa en el diagrama, en el valle del Coy se encuentran buenos
pastizales y abundancia de guanacos.

Lista indicó en su mapa que sobre el valle del río Coy se ubica el paradero
nativo Uajen aike. Justamente en este paraje, Lista se encontró con un
colectivo nativo realizando una emboscada cooperativa. Al respecto, Lista
anotó:

“Al día siguiente, de mañana, llegaron al campamento muchos indios,


que habían salido de Uajen Aiken, en el valle del Coy-Inlet. Casi
simultáneamente aparecieron algunos guanacos y avestruces, y fui testigo
de una voleada interesantísima [...] Por la tarde, después de la comida,
montaron á caballo y se alejaron silenciosos seguidos de algunos perros
(46).

Finalmente, luego de haber realizado una lectura de la expedición de Lista


desde el diagrama, no resulta fácil comprender la síntesis que realiza
sobre el territorio recorrido. En estas líneas se evidencia claramente como
se alimenta el imaginario de un territorio sin “caminos”, una geografía
despoblada:

322 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches: exploraciones en la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Imprenta de Martin Biedma, p. 39
323 Op. cit. p. 46
119
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

“De Punta Arenas á Santa Cruz, el viaje es sumamente monótono. Nada


que alegre el corazón del viajero, ni que provoque la curiosidad ó el interés
del naturalista. Llanuras sin fin; vegetación raquítica y algunos cerros
aislados y sombríos, que se levantan como mudos gigantes en medio del
desierto. El pecho oprime dolorosamente, cuando se cruza por aquellos
parajes, verdadera tierra de desolación”324.

5.6. Diego Dublé Almeida (1879)

El 24 de diciembre de 1878, el militar Diego Dublé Almeida325 (157), fue


comisionado por el gobierno chileno para trasladarse a la desembocadura
del río Santa Cruz. La razón del viaje era verificar en terreno una supuesta
violación por parte de Argentina al tratado limítrofe provisorio que
mantenía con Chile326. Para realizar su cometido, Dublé Almeida tenía
que trasladarse desde Valparaíso, vía marítima, a la colonia de Punta
Arenas y por vía terrestre hasta el río Santa Cruz/isla Pavón.

La travesía de Dublé Almeida quedó registrada en el escrito de su autoría


titulado “Diario de viaje al Río Santa Cruz”. Éste fue publicado de manera
póstuma en 1938, es decir; sesenta (60) años después del viaje. Los
motivos se desconocen. El texto relata el viaje día por día e incluye una
tabla que sintetiza los días, lugares de campamento y distancia entre ellos.
No contiene ningún tipo de información gráfica, ya sean mapas, dibujos,
croquis, diagramas, etc.

La expedición dirigida por Dublé Almeida consistió en un viaje de ida y


vuelta entre Punta Arenas e isla Pavón-río Santa Cruz. El viaje de ida se
efectuó entre los días diez y diecinueve (19) de enero. El retorno entre
el veinte y treinta del mismo mes. Como expone Dublé Almeida, el viaje
debía realizarse en el menor tiempo posible, ya que éste debía alcanzar en
la colonia de Punta Arenas un vapor con destino a Valparaíso programado
para fines de enero.

Dublé Almeida fue acompañado por Emilio Bays (suizo que había realizado
una vez la travesía), Remigio Muñoz (campañista con poca experiencia
en las “pampas”) y Luis Ulloa (quien se desempeñaba como guía oficial).
La expedición utilizó dieciocho caballos y la distancia recorrida total fue
aproximadamente de novecientos kilómetros.

Lectura desde el diagrama

Al observar el diagrama, se identifican los siguientes elementos que


configuran el itinerario: Cabeza del Mar, Pozo la Reina, Dinamarquero
(145.4), laguna Romero, La Portada (145.2), La Picana, Guerr aike,
laguna La Leona, Otel aike, Tres Chorrillos, Monte León. Cuatro de estos
corresponden a paradero nativos (157.1).
Dublé reconoce un solo “camino” durante su exploración. Éste conecta
Cabeza del Mar con la Portada (145.2), tramo aproximado de cien
324 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches: exploraciones en la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Imprenta de Martin Biedma, p. 29
325 Al momento de la expedición, Dublé Almeida tenía 38 años de edad.
326 Se había informado que una escuadra de la armada nacional argentina se hallaba en la
desembocadura del río Santa Cruz, realizando actos de posesión territorial.
120
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

kilómetros.

“Este camino hasta río Gallegos es fácil de andar porque está marcado
por profundas rutas de un pie de ancho, que varían en número de 4 a
10 y a la misma distancia una de otra. Estas rutas han sido producidas
por el continuo paso de los indios patagones que en sus viajes andan a
caballo uno de tras de otro, y por los comerciantes de Punta Arenas que
van en busca de aquellos para comprarles o cambiarles pieles de guanaco,
de avestruz y plumas por artículos que los indios consumen” 327

Todo este camino es un corredor ambiental notable, y en el se ubica


un importante paradero nativo, entre el valle del Bautismo y río
Dinamarquero (145.4). Al respecto Dublé Almeida expuso:

“Al subir a la colina que encierra el cañadón Dinamarqueros, contemplé


el mas hermoso paisaje. Los indios saben elegir sus alojamientos. Este
cañadón o valle verde es muy hermoso. Esta circundado de cerros, lo que
lo hace ser muy abrigado de los vientos reinantes del Oeste, y corre por el
centro un cristalino riachuelo por entre lo mas abundantes de pastos” 328

Además, Dublé Almeida entrega otros antecedentes que hacen imaginar


este camino como una verdadera Parkway. Por un lado, sostiene que toda
esta localidad “esta cubierta de abundante pasto que llega hasta el pecho
del caballo” 329, y luego que:

“hasta nuestro alojamiento en La Portada no hemos encontrado menos


de diez mil. Y debe tenerse presente que ésta es una parte bien pequeña
del camino y que estos animales son más abundantes en todas las pampas
que no son traficables como los lugares por donde hoy pasamos” 330

Ahora bien, este camino desde La Portada (145.2) hacia el río Gallegos
desaparece abruptamente:

[...] y después de tomar café dejamos La Portada [...] A poco andar


desapareció la ruta y tuvimos que dirigirnos al norte por la brújula” 331

La desaparición abrupta de este camino, como vemos en el diagrama,


coincide con el cambio de ambiente. De un paisaje con tonalidades
y matices verdes y amarillo dorado, se pasa a un paisaje gris, de suelo
volcánico y pedregoso, donde el pasto prácticamente está ausente.

Como observamos en el diagrama, desde el vado del río Coyle (“el que
contiene los pastos mas hermosos que he visto” 332) hasta la isla Pavón (150
kilómetros aproximadamente) es recurrente la utilización de columnas de
humos tanto para comunicarse como para mantener el rumbo correcto333,
327 Dublé, D. (1938a). Diario del viaje al río Santa Cruz, Patagonia. Revista chilena de
Historia y Geografía. Vol. LXXXIV, 208-231, p. 213
328 Op. cit. p. 218
329 Op. cit. p. 215
330 Op. cit. p. 219
331 Op. cit. p. 220
332 Dublé, D. (1938a). Diario del viaje al río Santa Cruz, Patagonia. Revista chilena de
Historia y Geografía. Vol. LXXXIV, 208-231, p. 224
333 “Los humos son señales comunes en las pampas, ya sea por convenio anticipado para algún
objeto, o ya para pedir auxilio algún extraviado. Se hacen encendiendo pasto o quemando un
121
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

esto debido a que el guía de la comitiva, “[...] se detuvo y confesó que


estaba extraviado suplicándome sacar la brújula”334. Aquí el paisaje
cambia y el “camino” no es visible para un ojo no entrenado:

“Nada mas triste que la travesía que hemos hecho por estas inmensas
llanuras, ininterrumpidas rara vez por alguna hondonada [...] el pasto
escasísimo [...] Tenia sólo a una cuadra delante de mí un cañadón y no lo
había notado, lo que sucede a todos en estas pampas, pues hay ocasiones
que uno se encuentra con un cañadón o laguna repentinamente sin indicio
alguno presente en la superficie del terreno que manifieste la existencia de
una u otra cosa ...? Ya estábamos sobre el valle del río Coy y no veíamos
humo ninguno, y lo necesitábamos para caer sobre el alojamiento, pues es
muy difícil, no teniendo sino la brújula y no habiendo en esta inmensidad
de llanuras un punto notable en que fijar la vista, llegar al lugar que uno
desea [...] Es extraordinaria la distancia a que se ven los humos en las
pampas” 335

5.7. Florence Dixie (1879)

A comienzos de 1879, y desde un vapor comercial proveniente de Europa,


desembarcó en la colonia de Punta Arenas un grupo aristocrático británico.
El grupo era liderado por Florence Dixie336 y entre sus integrantes estaba
Julius Beerbohm, quien como se ha visto ya había estado en el territorio
y acababa de publicar en Londres su libro “Wanderings in Patagonia”.

La travesía quedó estampada en el libro “Across Patagonia”, escrito


por Florence Dixie, y publicado en Londres en 1880337. El escrito fue
acompañado por doce dibujos y no incluye mapa (158-158.1).

El objetivo de los británicos era realizar una excursión de tipo turístico-


deportivo en una “exótica y lejana”338 Patagonia. Sin embargo, como se
desprende del libro de Dixie, el grupo no tenía claro el lugar de destino, y
éste fue resuelto en la colonia de Punta Arenas.
El viaje arrancó y terminó en la colonia de Punta Arenas y se extendió
hasta la sierra Baguales. La distancia recorrida fue de alrededor de
setecientos kilómetros.

Es importante mencionar que los ingleses fueron asistidos durante todo


el viaje por cuatro guías o baqueanos enganchados en la colonia de Punta
Arenas. Estos ya tenían experiencia en el territorio y fueron identificados
como; Arias (chileno), Gregorio (argentino), Augusto Poivre (francés)
y Augusto Guillaume (francés). Éste último ya había servido de guía a
Beerbohm en 1877.

arbusto llamado monte negro”. Op. cit. 213


334 Op. cit. p. 226
335 Op. cit. p. 229, 268
336 Al momento de la expedición, Florence Dixie tenía 24 años de edad.
337 La obra se compone de veintiún (21) capítulos, en los cuales se relatan tramos y episodios
del viaje.
338 Ver: Chiuminatto, P., Del Rio, R. (2016). Patagonia: Retorno a lo desconocido, la
paradódija reminiscencia de un paisaje vacío. Magallania, Vol. 44(1), 73-83, p. 78
122
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Lectura desde el diagrama

A partir de la lectura del diagrama identificamos los siguientes elementos


que configuran el itinerario: Cabeza del Mar, Pozo la Reina, paradero
nativo en Dinamarquero (145.4), laguna Blanca, laguna del Zurdo,
laguna Larga, paso Los Robles (río Gallegos), los Morros (145.1), laguna
Redonda, Sierra Baguales, laguna Azul, paso Alquinta (río Gallegos),
La Portada (145.2), laguna Romero, litoral del estrecho de Magallanes
(158.2).

Florence Dixie, en un solo tramo y casi al final del itinerario reconoce la


existencia de un “camino”, el cual se ubica entre La Portada (145.2) y la
laguna Romero. Al respecto Dixie escribió:

“Dos días después de haber dejado el campamento dimos con la huella


india que llevaba a Punta Arenas [...]”339.

Como indica Dixie, este “camino” pasaba por el paradero nativo, ubicado
en Dinamarquero (145.4), que el grupo había visitado en el trayecto de
ida.

Como puede apreciarse en el diagrama, el itinerario va conectando varios


elementos que parecen sueltos en el espacio, sobre todo en el trayecto
de ida (Punta Arenas-sierra Baguales). En cuanto al trayecto de vuelta
a la colonia de Punta Arenas, los elementos reconocibles se ausentan y
aparecen las columnas de humo. En este tramo, el territorio es más bien
horizontal y fácil perder el rumbo. En efecto, uno de los guías del grupo
se extravió y sólo regresó al campamento gracias a las columnas de humo
que sus compañeros habían generado para comunicarlo. Una imagen de
aquella situación fue registrada por Dixie, en la cual queda claro cómo
la columna de humo, ante la ausencia de un camino visible, deviene un
elemento caminero en paisajes dominados por la horizontalidad:

“[...] Después de que había andado una buena distancia miró alrededor
y la línea del horizonte a sus espaldas pareció ser singularmente similar
a la que recordaba haber visto al dejar el campamento. Pero de alguna
manera, el horizonte hacia la izquierda también tenía el mismo aspecto
¿Cual era correcto? Justo estaba resolviendo en su mente esta pregunta
desconcertante, de no muy buen humor, cuando vio el humo de las fogatas
que habíamos encendido, por fortuna no muy lejos [...]340

5.8. Ramón Serrano Montaner (1879)

A fines de 1878, el teniente segundo de la Armada de Chile, Ramón


Serrano Montaner341 fue comisionado para realizar la primera expedición
oficial chilena a la isla de Tierra del Fuego. El objetivo de la expedición
era simplemente, en el amplio sentido de la palabra, “explorar” la Tierra

339 Dixie, F. (1996). A través de la Patagonia. Punta Arenas: Universidad de Magallanes, p.


136
340 Op. cit. p. 134
341 Al momento de la expedición, Ramón Serrano tenía 31 años de edad.
123
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

del Fuego.

La expedición se realizó entre el uno de enero y el veintiocho de febrero


de 1879 y sus resultados fueron publicados al año siguiente (1880) en el
Anuario Hidrográfico de la Armada de Chile. El texto lo escribió Serrano
y llevó por título “De la excursión a la isla grande de Tierra del Fuego
durante los meses de enero y febrero de 1879”342. El escrito no incluyó
ningún tipo de información gráfica (fotografías, dibujos, diagramas, etc.)
a excepción de un mapa.

El grupo expedicionario estuvo compuesto, además de Serrano, por doce


personas, entre soldados y cabos, un naturalista del museo nacional de
Historia Nacional y un campañista de la colonia de Punta Arenas. En total
se utilizaron veintisiete caballos y recorrieron alrededor de trecientos
cincuenta (350) kilómetros.

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Serrano, incluido en su texto, se tituló “Derrotero


de la escursion a la isla grande de la Tierra del Fuego durante los meses
de Enero i Febrero de 1879 por Ramon Serrano Montaner. Teniente 2º de
Marina”343. Sus dimensiones son 42cm x 33cm. No se indica la escala y fue
impreso en blanco y negro (159).

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca la Tierra del Fuego entre


el paralelo 54º y el estrecho de Magallanes. El itinerario del autor es
señalado con una línea de color negra y segmentada, junto a él se indica
el lugar y día de los campamentos (ej. “Enero 21”, “Febr. 3”). No se indica
ningún tipo de “camino” (159.1, 159.2).

El itinerario se inicia en un extremo de la bahía Gente Grande, continúa


bordeando la laguna “Deseada” y comienza a atravesar una sucesión de
cordones montañosos y valles. Al alcanzar el río del “Oro”, el itinerario se
tuerce hacia el litoral de la bahía Inútil, el cual recorre por un gran tramo
conectando varias lagunas pequeñas. En el punto que la bahía Inútil
comienza a girar, el itinerario se aleja de ella y avanza hasta un cordón
denominado cerro de los “Bosques” (“Enero 26”). Desde este punto,
el itinerario se dirige hacia el paralelo 54º, recorriendo una extensa
superficie rotulada como “Altiplanicie con bosques y pantanos”.

Retornando al cerro de los “Bosques”, el itinerario toma dirección hacia


la bahía San Sebastián, atravesando previamente una superficie rotulada
como “Itsmo bajo i pantanoso”. El itinerario se aproxima al litoral de la
bahía San Sebastián y toma dirección hacia el estrecho de Magallanes.
Cruza un área con bastantes lagunas hasta alcanzar una especie de
cañadón, el cual recorre hasta aproximarse a la bahía “San Felipe”, para
luego inclinarse en dirección a la bahía Gente Grande y volver al punto de

342 Este texto ha sido nuevamente publicado en; Martinic, M. (Ed.) (2002) Marinos de a
caballos. Exploraciones terrestres de la armada de Chile en la Patagonia austral y la Tierra
del Fuego 1877-1897. Punta Arenas/Valparaiso: Universidad de Magallanes/Universidad de
Playa Ancha
343 En el borde inferior del mapa se indica: “Este derrotero fue trazado sobre la carta del
Almirantazgo Británico nº 554”.
124
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

partida de la expedición.

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, cabe indicar


que los principales elementos topográficos son mas bien “cortados” que
seguidos de manera fluida por el itinerario. En este mismo sentido se
advierten al menos tres áreas traspuestas por Serrano y su grupo. Un área
cordillerana, donde el itinerario va en contra del sentido topográfico de
la superficie, un área litoral donde el itinerario sigue la línea del borde, y
una tercera área en la cual el itinerario va casi en línea recta y la distancia
entre campamentos es mayor que en las otras dos áreas.

En cuanto a la presencia nativa en el territorio, el mapa no entrega ningún


tipo de antecedente (rótulo, topónimo, campamento, etc.).

Lectura desde el diagrama

A partir de una lectura del diagrama, se identifica que el itinerario es


configurado por los bordes litorales marítimos, cordones montañosos,
cuerpos de agua dulce, bloques erráticos y áreas boscosas (159.3).

Serrano no identifica, en todo su itinerario, la existencia de “caminos”.


La intercepción con nativos se dio con mayor intensidad en el área de los
cordones montañosos, donde abundaban buenos pastizales y cureras. Sin
embargo, estas intercepciones se dieron más bien en movimiento, ya sea
con los nativos emboscándolos u observándolos a distancia.

5.9. Giovanni Roncagli (1882)

Durante los primeros meses de 1882, el territorio fuegopatagónico fue


recorrido por la Comisión Científica Exploradora Italo-Argentina344.
A grandes rasgos, su objetivo era realizar un reconocimiento y estudio
científico de los territorios que había anexado Argentina tras la reciente
resolución limítrofe (1881) con Chile. El jefe de la expedición era el joven
teniente de la marina italiana Giacomo Bove.

Dentro de las distintas exploraciones, principalmente marítimas, llevadas


a cabo por la Comisión Exploradora se contempló la realización de una
expedición terrestre entre la colonia de Punta Arenas y la desembocadura
del río Santa Cruz. Esta expedición fue liderada por el sub-teniente
de marina Giovanni Roncagli345 quien, además de sus conocimientos
científicos, oficiaba como “artista, pintor y fotógrafo de la expedición”.

Tras la expedición, Roncagli escribió un informe donde detalla sus


pormenores titulado “De Punta Arenas a Santa Cruz. Relación hecha por
el Teniente Giovanni Roncagli al Gefe de la Expedición”, el cual contiene
dibujos, diagramas y un mapa. Este informe forma parte del libro general
de la expedición italo-argentina titulado “Expedición Austral Argentina.

344 Entre los italianos que conformaban la expedición estaban: Spegazzini, Roncagli, Bove,
Lovisato. Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados
al A.S.S.E.E. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino
345 Al momento de la expedición, Roncagli tenía 25 años de edad.
125
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Informes preliminares”, publicado en Buenos Aires en 1883. Cabe señalar


que, al año siguiente, es decir 1884, Roncagli publicó nuevamente en
Italia el informe de su expedición. Si bien el texto escrito es idéntico (en
italiano), los dibujos, los diagramas y el mapa tienen un mayor detalle
gráfico (160.5).

Como expone el jefe de la expedición científica Giacomo Bove, el objetivo


de la expedición de Roncagli era “el estudio de la hidrografía terrestre de
esta parte de la Patagonia y de la posibilidad de establecer alguna factoría
al Sud del Santa Cruz”346.

Ahora bien, para unir la colonia de Punta Arenas con la isla Pavón-rio
Santa Cruz, la expedición ocupó veintiún días del mes de mayo347. Roncagli
contrató como guía al traficante de pieles y plumas José Montes y en la
desembocadura del río Coyle enganchó como guía al adolecente nativo
Hallen (160.4), quien dirigió al grupo hasta el río Santa Cruz a cambio
de algunos obsequios. La expedición utilizó nueve caballos cargueros y
recorrió una distancia aproximada de cuatrocientos sesenta kilómetros.

El mapa de la expedición

Respecto a la producción cartográfica de la expedición, cabe señalar que


Roncagli publicó dos mapas. El mapa incluido en el informe oficial de
la expedición (1883) se tituló “Patagonia. Territorio argentino, cerca del
océano Atlántico entre el río Santa Cruz y el Estr. de Magallanes”. Sus
dimensiones son 24cm x 16 cm. No se indica la escala y está impreso en
colores (160.3). El segundo mapa publicado en el boletín de la Sociedad
Geográfica Italiana (1884) se tituló “Traccia del viaggio attraverso
la Patagonia australe”. Está dibujado en escala 1: 1.920.000 y sus
dimensiones son 42cm. x 33 cm. (160). Por considerarlo más completo,
aquí se revisará el segundo mapa.

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca el territorio comprendido


entre la colonia de Punta Arenas-estrecho de Magallanes y la
desembocadura del río Santa Cruz en el Atlántico. El itinerario del autor
es señalado con una línea negra continua y junto a ésta se van indicando
el lugar de campamento y su número (21 en total). La viñeta tiene una
vocación ambiental, indicando distintos tipos de vegetación. Además, se
indica “campamento de indio” y “frontera chilena-argentina”. Solamente
la superficie por la cual transcurre el itinerario es animada, el resto de
superficie es representada en blanco, sin ningún tipo de información a
excepción del límite internacional. A grandes rasgos, el itinerario es
de borde litoral. Primero bordea el estrecho de Magallanes y luego va
siempre paralelo y cercano a la costa atlántica (160.1, 160.2).

El itinerario arranca en la colonia de Punta Arenas y, siguiendo el litoral


del estrecho de Magallanes, continúa hasta el vado de la Cabeza del Mar.
Desde este punto se tuerce hacia el oriente y continúa bordeando el
Estrecho, pasando por “Pozo de la Reina”, “Colcaique” y “Kimorocaique”.
346 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al
A.S.S.E.E. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino, p. 79
347 Roncagli solo indica que la expedición se realizó en el mes de mayo y el número de días
utilizados.
126
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Luego bordea la orilla poniente de la bahía Posesión hasta llegar a la


frontera, justamente donde se intersectaría el meridiano 70º con el
paralelo 52º. Sin embargo, como se advierte, ambas referencias están
notoriamente desplazadas en el mapa.

Al cruzar la frontera, el itinerario tuerce bruscamente hacia el oriente,


dejando a su izquierda el monte “Aymond” y pasando sobre el monte
“Anfiteatro”. Dejado atrás este monte, el itinerario vuelve a torcerse
gradualmente y atraviesa una extensa superficie llana, identificada como
“Terreno vulcanico”, hasta alcanzar el monte “Frias”. Luego cruza el
“cañadón de la Escoria” y vadea el río Gallegos en su ría.

Vadeado el río Gallegos, el itinerario cruza en línea recta una extensa


superficie, donde se señalan dos lagunas y tres depresiones separadas a
equis distancia unas con otras. Cruzando esta superficie, el itinerario llega
a la desembocadura del río Coyle, donde se indican cuatro toldos nativos.

En adelante, el itinerario sigue en la misma dirección, paralelo y a la


vez distanciado del borde marítimo. Cruza el “cañadón de la aguada”,
“Ottelaique”, un grupo de lagunas sin nombres, “Tres Chorrillos”, una
laguna denominada “Coy Nash” y llega hasta la orilla del río Santa Cruz,
rematando en el paraje identificado como “Misioneros”.

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, cabe indicar que


se advierten claramente los elementos que van orientando el itinerario,
los cuales son conectados entre sí a través del itinerario, principalmente
en línea recta.

En cuanto a la presencia nativa, se incluyen los topónimos Colcaique,


Kimorocaique, Kilincaique y Ottelaique. En la desembocadura del río
Coyle, se señalan cuatro toldos y el rótulo: “Campamento de los Indios”.

Lectura desde el diagrama

Al partir del diagrama, se identifican los siguientes elementos que


configuran el itinerario de Roncagli: laguna Cabo Negro, Cabeza del Mar,
Pozo la Reina, Colcaique, Kimiroaique, monte Aymond, Monte Frias,
Kilincaique, Otelaique, Tres chorrillos, Coy Nash, subida de las chinas.
Seis de estos elementos corresponden a paraderos nativos (160.6).

Roncagli, reconoce en dos oportunidades la existencia de “camino” y lo


relaciona directamente con los nativos. El primer camino, de 70 kilómetros
aproximados, corre bordeando el litoral del estrecho de Magallanes, entre
Colcaique y la bahía Posesión:

“De aquel punto me puse en marcha hacia el medio día, tomado el sendero
que conduce á Bahía Posesión, conocido bajo el nombre de Camino de
Indios”348.

Como expone Roncagli, al llegar a la bahía Posesión, el camino desaparece


348 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al
A.S.S.E.E. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino p. 142
127
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

completamente y de manera abrupta, por lo cual deben seguir al norte


guiados por la brújula y apuntando al monte Aymond, el cual “[...]
irrumpía la uniformidad monótona del inmenso territorio [...]”349.

El segundo “camino” que reconoce Roncagli arranca desde el paraje


“Cañadón de la Aguada”, punto donde se encuentra con Williams
Clark y familia, y se extiende hasta el río Santa Cruz (130 kilómetros
aproximados). Como expone Roncagli:

“Al poco tiempo encontramos una senda que seguimos hasta el río Santa
Cruz” 350

Ahora bien, como se indica en el diagrama, en el vado del río Coyle,


Roncagli engancha como baqueano al nativo Hallen, quien lo guía hasta
el mismo río Santa Cruz:

“A las 9:00 am del día siguiente nos pusimos en camino, y empezó el indio
á hacer parte activa del viaje, es decir, á hacer de guía” 351

La presencia de Hallen, nos ayuda a comprender la relación entre el


“camino” y el territorio. En esta sección, los lugares que reúnen buenas
condiciones para acampar son escasos y difíciles de encontrar, sin
embargo, el “camino” de Hallen, conduce a uno de ellos. Al respecto
Roncaglí anotó:

“Había perdido la esperanza de hallar un buen alojamiento para la noche,


pero una hora mas tarde llegamos á un valle que el indio me dijo llamarse
Coy Nash” 352

5.10. Carlos Moyano (1883-1884)

A fines de 1883, el capitán de fragata de la armada argentina Carlos M.


Moyano353 y su comitiva desembarcaban en la bahía de Santa Cruz para
luego dirigirse a la isla Pavón. Desde este lugar arrancaría la expedición
que debían realizar, cuyo objetivo principal era la realización de un
completo estudio hidrográfico de las nacientes de los ríos “argentinos”
Gallegos, Coyle y Santa Cruz354.

La expedición fue registrada por Moyano a modo de un diario del viaje,


el cual fue publicado, en 1887, bajo el título “Exploración de los ríos
Gallegos, Coile, Santa Cruz, y canales del Pacífico”. El texto no incluye
información gráfica a excepción de un mapa.

La expedición estuvo compuesta por catorce personas y “tres indios”. Si


bien Moyano expone que los indios iban en calidad de acompañantes,
349 Op. cit. p. 143
350 Op. cit. p. 155
351 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al
A.S.S.E.E. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino p. 155
352 Op. cit. p. 157
353 Al momento de la expedición tenía 28 años de edad.
354 Estos cursos fl fluviales,
uviales, tras la repartición limítrofe del territorio (1881), quedaron en
territorio argentino.
128
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

suponemos que oficiaban de guías. Uno de los nativos es identificado


como Compem. Respecto a los otros dos, no se hace ninguna referencia en
el texto. La expedición utilizó sesenta y cinco caballos355 y treinta perros
de caza.

El punto de inicio y término de la exploración fue la isla Pavón y se realizó


entre el dos de noviembre de 1883 y el veintiocho de febrero de 1884.
Cabe agregar que Moyano había explorado las nacientes del río Santa
Cruz junto a Moreno en 1877, por lo cual ya tenía cierta idea del territorio
que se afrontaba a recorrer.

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Moyano, incluido en su texto, se tituló “Patagonia.


Croquis de la parte comprendida entre los paralelos 50 a 53 con el
itinerario de expedición efectuada en Noviembre á Febrero de 1883-1884
por el Capitán de la Armada Argentina Carlos M. Moyano y el subteniente
Teófilo de Loqui”356. Sus dimensiones son 62.5cm x 70cm. Está dibujado
en escala 1:1.000.000, e impreso a color (161).

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca el territorio comprendido


entre aproximadamente la colonia de Punta Arenas y el puerto de San
Julián (500 kilómetros aproximados). El itinerario del autor es señalado
con una delgada línea negra que, en tramos, tiende a confundirse con los
ríos. No se indica ningún tipo de “camino” (161.1).

Según la línea fronteriza indicada en el mapa, la cual (siguiendo el paralelo


52º) se prolonga hasta pasado el paralelo 73º y luego, en ángulo de 90º, se
alinea con el centro de la cordillera de los Andes, la totalidad del territorio
recorrido por Moyano es argentino.

A rasgos generales, el itinerario realiza una circunvalación por el territorio


explorado (161.2). Comienza en isla Pavón y desde aquí toma dirección
hacia la “subida de las Chinas”. Atraviesa el paraje de “Tres Chorrillos”,
“Ottilten aike” y alcanza el río Coyle próximo a su desembocadura.
Remonta el río y lo vadea en el punto identificado como “Waken aiken”.
Al vadear el río Coyle, el itinerario lo remonta un trecho y en el punto
denominado “Horquetas” tuerce en dirección al río Gallegos, llegando al
punto identificado como “Guerr aike”.

En “Guerr aike” el itinerario cruza el río Gallegos y lo remonta


aproximadamente ciento veinte kilómetros aguas arriba. Frente a unas
lagunas, el itinerario vadea nuevamente el río y se bifurca. Una rama
remata en la vecindad del seno Última Esperanza. La otra continúa,
traspone la “Cadena falda del monte” y bordea una pequeña laguna,
ubicada en un área rotulada como “Páramo sin arbustos”. Desde este
punto, avanza por un “Gran bajo muy quebrado”, bordea nuevamente una
pequeña laguna “Salina” y llega a los pies de la sierra Baguales. Desde aquí,
355 Moyano no expone de donde obtuvo tal cantidad de caballos. Conjeturamos que tal
cantidad de caballos era propiedad de los nativos.
356 En el borde inferior del mapa se indica: “Notas; El relieve está tomado de las cartas
hidrográficas inglesas”,“Exploración 1883-84”, y “Exploración 1876-1883”.

129
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

el itinerario bordea la sierra en dirección al oriente, cruza un área rotulada


como “Páramo muy árido” y alcanza el río Santa Cruz. Aquí nuevamente
el itinerario se bifurca: una sección se dirige al lago Argentino y la otra
sección avanza bordeando el río Santa Cruz por alrededor de doscientos
kilómetros y llega nuevamente al punto de partida de la expedición, la isla
Pavón.

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, cabe indicar que


se distingue un área ubicada en la costa atlántica donde la topografía
no entrega muchas opciones al trazado del itinerario, esto a pesar de
ser una superficie más bien llana. Lo contrario ocurre hacia el área del
fiordo, donde la topografía sugiere mas posibilidades, pero finalmente
el itinerario se muestra poco orgánico en relación a la topografía del
territorio representada.

En cuanto a la presencia nativa, se incluyen los nombres y ubicación de


los siguientes paraderos: Karken aiken, Ottilten aiken, Waken aiken, y
Cetz aiken.

Lectura desde el diagrama

A partir de una lectura del diagrama identificamos los siguientes


elementos que configuran el itinerario del grupo liderado por Moyano:
Subida las chinas, Tres Chorrillos, Otelaike, Waken aike, laguna La Leona,
Guerr aike, Cetz aike, paso Lo Robles (vado sobre el Gallegos ubicado a
unos 140 kilómetros de su desembocadura), los Morros (145.1), Sierra
Baguales, río Santa Cruz. Al menos cinco de estos elementos corresponden
a paradero nativos (161.3).

Moyano reconoce la existencia de un sólo “camino”. Éste se ubica en el


tramo comprendido entre la isla Pavón y el vado del río Gallegos (distancia
de 200 kilómetros aproximadamente) y Moyano lo asocia directamente a
un camino nativo, proporcionando una imagen física de él:
“[...] en el punto llamado Karken-aiken o paradero de las Chinas, que es
donde arranca el camino de Punta Arenas, el cual debemos seguir hasta
llegar al río Gallegos. Al decir camino, no se debe tomar esta palabra en
el sentido estricto. Es mejor dicho el derrotero de los indios, que apenas
han dejado trazada una huella donde el terreno blando lo permite y
apareciendo ó perdiéndose á largos intervalos, hace al viadante prefiera
“rumbear” antes de andar de aquí para allí en su busca. Podría servir éste
tipo de los caminos de los indios en Patagonia”357

Como se observa en el diagrama, Moyano vadea en dos oportunidades el


río Gallegos, primero cerca de Guerr aike y luego en el paso de Los Robles,
que según Moyano es uno de los mejores paso que ofrecía el río358. En este
punto se encuentran con un campamento nativo, del cual extraen algunos
antecedentes sobre el camino que debían seguir en adelante:

“En el arroyo encontramos acampados desde el día anterior, dos toldos

357 Moyano, C. (1999


(1999?1887?). Patagonia Austral. Exploración de los ríos Gallegos, Coile,
Santa Cruz y canales del Pacífico. Buenos Aires: Confluencia, p. 4
358 Op. cit. p. 34
130
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

de indios que nos recibieron perfectamente, dándonos detalles sobre el


territorio que íbamos a recorrer y refrescando la memoria de nuestro
baqueano ?nativo Compem?, que los había visitado cuando era niño” 359

Como se puede observar, el itinerario que siguieron estaba configurado,


en primer lugar, por bosques minados por cururos:

“Al ?problema? de los bosques se agregaba el del suelo mismo, horadado


por millones de cururos, en cuyas cuevas los caballos se hundían, cayendo
con los jinetes [...] hay retazos de varias leguas donde sería imposible
penetrar á caballo sin salir con la cabeza ó algún miembro roto” 360

En segundo lugar, nos encontramos con un área que Moyano considera


como“[...] uno de los parajes más desheredados de la Patagonia” 361, en
la cual los elementos que configuran el itinerario son escasos, puntuales
y distanciados entre sí. A esto se suma una superficie dominada por
“terremontos”, sobre los cuales:

“[...] pasan los cascos de los caballos casi sin dejar huellas, porque éstas
desaparecen al poco rato, como cuando se pisa una esponja” 362

5.11. Alejandro Bertrand (1885)

En diciembre de 1884 desembarcó en la colonia de Punta Arenas,


proveniente desde el puerto de Valparaiso, el ingeniero civil chileno
Alejandro Bertrand363. Podríamos sostener que, de alguna manera, era la
segunda vez que el ingeniero visitaba la región, pues ocho años atrás la
había visitado desde su escritorio metropolitano. En tal ocasión le tocó
verter sobre el mapa los datos recogidos por la ya referida expedición de
Juan Tomás Rogers.

Según se ha consignado en las memorias de los gobernadores de


Magallanes, la visita del destacado ingeniero chileno era esperada364. De
alguna manera, su presencia se asociaba con la anhelada construcción
de un mapa con base científica y el ordenamiento del nuevo y extenso
territorio que Chile anexó tras el tratado limítrofe de 1881. De hecho,
en el mes de noviembre de 1884 se había efectuado en la gobernación
de Magallanes el primer remate público de tierras destinadas al
establecimiento de estancias ganaderas. Sin embargo, ante la ausencia de
un mapa preciso, los limites prediales fueron determinados por paralelos
y meridianos.

El objetivo principal de la expedición que debía realizar Bertrand, además


de medir, fijar los limites prediales y catastrar el nuevo territorio chileno
(aspectos hidrográficos, fitogeografía, geología, orografía), era encontrar
359 Op. cit. p. 33
360 Op. cit. p. 47
361 Op. cit. p. 67
362 Op. cit.
363 Al momento de la expedición, Alejandro Bertrand tenía 31 años de edad.
364 Cabe agregar que Bertrand, era un funcionario público del Estado de Chile con experiencia
en la realización de levantamientos geográficos. De hecho, antes de embarcarse al estrecho de
Magallanes, acababa de culminar un intenso viaje por las cordilleras del desierto de Atacama.
131
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

el difuso punto de intersección entre el paralelo 52º y la divisoria de agua


de la cordillera de los Andes.
Los resultados de la expedición fueron escritos por Aníbal Contreras,
ingeniero asistente de Bertrand. El escrito se tituló “Memoria sobre la
Rejion Central de las Tierras Magallánicas”, y fue publicada en 1886.
No incluyó información gráfica a excepción de un mapa, el cual, según
Bertrand, fue el resultado más positivo de las operaciones que realizó.

Si bien Bertrand durante su estadía en Magallanes realizó cuatro


excursiones, aquí se revisarán las dos principales365. La primera se efectuó
entre el veinte (20) de enero y trece (13) febrero y se centró en la región
comprendida entre el seno Skyring, río Gallegos y la laguna Blanca. La
segunda se realizó entre el diecinueve de febrero y el nueve de marzo y se
centró en la región oriental del estrecho de Magallanes. Cabe agregar que
todas las excursiones de Bertrand arrancaron y terminaron en la colonia
de Punta Arenas.

En ambas excursiones mencionadas, Bertrand fue guiado por baqueanos.


En la primera excursión fue guiado por Juan Alvarado. En la segunda, por
Luis Navarro y Rojas366. La habilidad de uno de ellos llamó la atención de
Contreras: “el guía Navarro iba adelante i era admirable la seguridad con
que marcha a través de la pampa, donde no se distinguía punto alguno de
referencia [...]”367

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Bertrand, incluido en su texto, se tituló “Plano


topográfico de la Rejión Central Magallánica”. Sus dimensiones son 70cm
x 50cm. Está dibujado en escala 1:500.000, y no tiene colores. Incluye
una viñeta con vocación ambiental en la cual se incluye una iconografía
para representar: “Bosques”, “Terreno pastoso”, “Pantanos” y “Terreno
árido” (162).

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca el territorio comprendido


entre el paralelo 54º y el paralelo 52º, incluyendo una sección de Tierra
del Fuego y del continente. El itinerario del autor es señalado con una
delgada línea negra y segmentada, que en tramos resulta difícil de
identificar (162.1, 162.2). No se indica ningún tipo de camino. Cabe
agregar que, al momento de su publicación, este mapa era el más
completo y detallado e incluyó por primera vez una cantidad importante
de accidentes geográficos “camineros” entre ellos la formación volcánica
denominada “La Portada” (145.2), y el mítico vado del río Gallegos
conocido como el paso “Los Robles”.

En la sección continental del territorio, el límite internacional, además


de ser indicado con una línea punteada, es reforzado con los rótulos:
“Confederacion Arjentina” y “Patagonia Chilena Oriental”. Con cuadrados
pequeños de color negro se indican enclaves, principalmente ganaderos.
Por otro lado, la superficie del territorio es representada según el tipo
365 Isla Dawson, Tierra del Fuego, península Brunswick.
366 No se indica el nombre.
367 Bertrand, A. (1886). Memoria sobre la región central de las tierras magallánicas.
Santiago: La Nacional, p. 45
132
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

de suelo expuesto en la viñeta y se incluyen rótulos con características


ambientales, tales como: “La mapa de los Guanacos”, “Pampa de los
Terremontos”, “Lomajes de Las Leoneras”.

Si bien en el mapa el itinerario del autor se presenta como uno solo, aquí se
revisarán por separado, es decir, el de las dos expediciones que interesan.

El primer itinerario comienza en la colonia de Punta Arenas, sigue el


estrecho de Magallanes y, al alcanzar la laguna del Cabo Negro, se tuerce
hacia el poniente hasta llegar al borde litoral del seno Otway. Luego, el
itinerario continúa bordeando toda la cabecera del seno Otway, alcanza
el canal Fitz Roy y remata en la cabecera del seno Skyring. Como parte de
este mismo itinerario figura la línea que, desde la laguna del Cabo Negro,
sigue hasta alcanzar el borde poniente de la Cabeza del Mar. Luego avanza
hasta llegar a la laguna Blanca, previo paso por el punto indicado como
“Manzano”.

El segundo itinerario parte también en la colonia de Punta Arenas,


sigue hasta la laguna del Cabo Negro y avanza hasta el “vado de Cabeza
del Mar”. Desde este punto se dirige hasta “Pozo de la Reina”. Aquí el
itinerario se bifurca, según el mapa. Una línea se dirige hasta la laguna
Romero, previo paso por los parajes de “Tres Chorrillos”, “El Bautismo”
y “Dinamarquero” (145.4). La otra línea, avanza bordeando el litoral del
estrecho de Magallanes. Sortea varios chorrillos, bordea las bahías de San
Gregorio y Santiago y remata en la bahía Posesión.

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, cabe indicar que el


mapa devela una relación clara entre el itinerario, el suelo y los elementos
geográficos que lo van configurando. De hecho, resulta evidente que el
itinerario recorre de un modo orgánico el territorio, conectando parajes
reconocibles e identificado sus respectivas denominaciones de manera
lógica y no yendo en contrasentido o de manera forzada. Es un itinerario
fácilmente repetible.

En cuanto a la presencia nativa, se incluyen sólo dos topónimos que


corresponden a los ríos Okerai y Kemerokaike.

Lectura desde el diagrama

A partir de la lectura del diagrama, identificamos los siguientes elementos


que configuran el itinerario de Bertrand: laguna Cabo Negro, cabeza del
Mar, paso Los Robles, morro (145.3) Ciudadela (morro Chico), laguna del
Zurdo, laguna Blanca, Pozo la Reina, río Dinamarquero (145.4), laguna
Romero, La Portada (145.2), La Picana, Pali aike, monte Aymond, litoral
del estrecho de Magallanes (162.3).

Bertrand reconoce en cuatro oportunidades la existencia de “camino”.


Como vemos en el diagrama, el primero va entre Punta Arenas y el río
Pescado (30 kilómetros aproximadamente) y va paralelo al estrecho de
Magallanes. Un segundo camino bordea la totalidad de la orilla oriente de
la laguna Blanca (25 kilómetros aproximadamente). Un tercer camino se

133
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

ubica en los alrederos del río Ciake. Al respecto, Bertrand escribió:

“A las 12:15 llegamos al rio ciaque, pasado el cual seguimos un camino


formado por senderos de 20 centímetros de profundidad, que son debido
al tráfico de los indios. Mas allá del Ciaque, el camino se aparta mucho de
este rio i atraviesa un pampa suavemente ondulada, mui escasa de pasto,
i en el cual no se ve un solo arbusto”368.

Como se puede observar, el camino descrito arriba cruza por una sección
con abundancia de guanacos, un importante paradero nativo, excelentes
pastizales y una extensa “pampa patagónica”. En cuanto a esta última,
Bertrand precisó:

“Debe tenerse en cuenta que la pampa patagónica no es un terreno


horizontal, ni siquiera plano. Aparece a primera vista como una sucesión
de colinas y pliegues irregulares del terreno” 369

El cuarto “camino” reconocido se ubica en el borde litoral del estrecho de


Magallanes, cercano a la bahía Posesión:

“Nos pusimos en marcha para regresar al cañadón del Cóndor; pasamos


un poco al norte del monte Dinero i, acercándonos a la costa, encontramos
un sendero mui traficado que por su orilla conduce a Punta Arenas”370.

Ahora bien, el camino descrito arriba no es continuo en cuanto a su


aspecto físico o material, sino que suele fundirse en el paisaje, al punto de
desaparecer para luego volver nuevamente a aparecer. Bertrand escribió:

“[...] llegamos a un paraje tan cubierto de arena que la senda que


seguíamos se borra enteramente [...] mas adelante la senda sigue por un
cañadón paralelo a la costa.”

Hay dos puntos importantes de mencionar respecto al itinerario de


Bertrand. En primer lugar, el itinerario señalado en el mapa de la
expedición sólo representa algunas secciones del itinerario efectivamente
realizado. De hecho, en el mapa, los itinerarios revisados terminan en
“punta de riel”, siendo el recorrido real aquel graficado en el diagrama.
Es decir, fueron itinerarios circulares, que en ocasiones traspusieron la
frontera con argentina.

Por otro lado, el itinerario representado en el mapa de Bertrand luego


derivó en los mapas producidos por Chile como caminos “oficiales”. De
hecho, esta situación se mantuvo por lo menos hasta las primeras décadas
del siglo371. Se puede conjeturar entonces que Bertrand, más que marcar
su itinerario (no lo señala en la viñeta del mapa ni en su memoria), quiso
representar lo que eventualmente era y podrían ser caminos.

368 Bertrand, A. (1886). Memoria sobre la región central de las tierras magallánicas.
Santiago: La Nacional, p. 41
369 Op. cit. p. 79
370 Op. cit. p. 50
371 Por ejemplo, en el “Mapa de Chile” elaborado por Nicanor Boloña y publicado en 1904.
134
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

5.12. Ramón Lista (1886)

A fines de 1886, el militar argentino Ramón Lista372 desembarcó desde un


vapor de la Armada Nacional argentina en la bahía San Sebastián, Tierra
del Fuego. Lo acompañaba un contingente de veintinueve personas,
cincuenta ovejas y varias mulas para el transporte del personal y de
carga373.

La expedición quedó registrada en el libro, de autoría de Lista, “Viaje al


país de los Onas”, publicado en Buenos Aires en 1887. La obra incluyó
varios dibujos (paisajísticos y retratos de nativos) (163.3) y un mapa.

El objetivo principal de la exploración, como expone el propio Lista, era


“conocer con exactitud el litoral é interior de la Tierra del Fuego, cuyos
recursos industriales se ignoran”374. Además, debía reconocer “todas las
arterias fluviales que desaguen en el Océano Atlántico, anotando todos
aquellos detalles hidrográficos que interesen a la navegación”375. Cabe
precisar que esta expedición se inscribió como la primera exploración
oficial terrestre financiada por Argentina en Tierra del Fuego, país que,
tras el tratado de límites de 1881, anexó la mitad “oriental atlántica” de
Tierra del Fuego.

La expedición unió, entre el veintidós de noviembre y el veinticuatro de


diciembre, la bahía de San Sebastián con la bahía Thetis, trayecto de unos
doscientos noventa kilómetros. La expedición fue acompañada por los
nativos Rosa, Eloisa, Sebastián, Célica, Noshte y Kaukiolski, los cuales
sirvieron de guías e interlocutores, en especial los dos últimos.

Resulta interesante exponer la imagen que Lista tenía de Tierra del Fuego
previo a su exploración: “Solo queda ahora, velada para la ciencia, la
insular Tierra del Fuego, en cuyas soledades sin caminos no ha dejado
aun el hombre civilizado la huella de su paso”376.

El mapa de la expedición

El mapa publicado por Lista e incluido en su texto se tituló “Mapa de la


Tierra del Fuego, según las exploraciones y estudios de Don Ramon Lista
1886-1887”. Sus dimensiones son 41cm. x 41cm. Está dibujado en escala
1:250.000, e impreso a color (163). En la viñeta se señala: “Camino del
Autor”, “Tolderias de Indios” y “Limite Internacional”.

El mapa, con encuadre Norte-Sur, enmarca la casi totalidad de Tierra del


Fuego y una pequeña sección del continente. El itinerario del autor es
señalado con una delgada línea roja y segmentada. No se incluye ningún
“camino”, sin embargo, se señala un camino hipotético indicado como
“Camino probable de indios”, el cual conectaría la bahía Buen Suceso con
372 Al momento de la expedición, Ramón Lista tenía 30 años de edad.
373 Cabe recordar que, al momento de la realización de esta expedición, Lista disponía de
las publicaciones de los diarios de viaje de las expediciones a Tierra del Fuego lideradas por
Ramón Serrano (1879) y Giacomo Bove (1882).
374 Lista, R. (1887). Viaje al país de los onas. Tierra del Fuego. Buenos Aires:
Establecimiento tipográfico de Alberto Núñez, p. 24
375 Op. cit.
376 Op. cit. p. 18
135
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

la bahía Aguirre (163.1, 163.2).

El itinerario bordea la costa litoral atlántica y corta una cantidad


importante de ríos y arroyos, principalmente en sus desembocaduras.
Arranca en el “cañadón de los exploradores”, tocando la frontera
internacional, y concluye en la bahía Buen Suceso. En todo este trayecto,
cruza dos amplias zonas señaladas como “valles pastosos” y “bosques”. El
vado del río Pelligrini (Río Grande) es identificado como “Paso Marzano”.

Respecto a la relación entre la topografía y el itinerario, cabe señalar


que el itinerario siempre bordea la falda de los montes. No se distingue
que el itinerario haya cruzado o traspuesto algún cordón montañoso.
Gráficamente, la topografía es representada mediante juegos de luz
y sombra en tono gris, configurando montañas aisladas, cadenas
montañosas y acantilados o barrancos en la costa litoral.

En cuanto a la presencia nativa, se incluyen dos rótulos con el texto “Indios


Onas” y un rótulo con el texto “Alacalufes”. Con pequeños triángulos
se indican “tolderías” nativas, las cuales son conectadas por la línea de
itinerario, y están ubicadas en la bahía San Sebastián, río de los Toldos,
cabo Sunday, cabo Peñas y cabo Santa Inés. En la proximidad del cabo
San Vicente se indica un monte con el nombre nativo de Kárken.

Lectura desde el diagrama

A partir de la lectura del diagrama, se desprende que el litoral marítimo


atlántico es, exclusivamente, el elemento que configura el itinerario
de Lista. En este sentido, los cabos Peñas, Santa Inés, San Pablo y San
Vicente juegan un rol importante en cuanto a hitos destacables en el
paisaje (163.4)

Se reconocen claramente en el diagrama dos regiones ambientales que


cruzan el itinerario, ambas con presencia nativa. El río Pellegrini (río
Grande) resulta ser el umbral de traspaso entre ambas regiones.

La primera región corresponde a la de los “valles pastosos”. Aquí la marcha


para las cabalgaduras resultó dificultosa debido a la alta presencia de
cureras. En este trayecto fue alta la visibilidad de nativos, tanto presencial
como por sus rastros. Al vadear el río Pellegrini se accede a la región de los
“Bosques”. En ella no hay cureras, sin embargo, la densidad del bosque y
la topografía del terreno derivan en importantes obstáculos. Esta región
se compone, de manera casi intercalada, de bosques y pantanos. Como
vemos, al final del itinerario, Lista se intercepta nuevamente con nativos
y los engancha como baqueanos.

El recorrido de Lista se presenta lineal, a excepción del quiebre que


produce el vado del río Pelligrini. Como vemos, en todo el itinerario, Lista
no reconoce la existencia de ningún “camino”, tanto en su escrito como
en su mapa. Ahora bien, lo que, en el tramo final, Lista denomina como
“Posible camino de Indios” es una hipótesis del autor. Ésta se generó
luego de que Lista envió, desde la bahía Thetis, a una partida del grupo

136
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

guiados por el nativo Noshte hasta la bahía Buen Suceso.

CAPÍTULO 6
El cruce de los exploradores: ¿caminos
en el territorio?

6.1. Itinerarios y territorio

Territorios recorridos

La siguiente imagen (166) plasma en un sólo soporte todos los itinerarios


de los exploradores estudiados en este capítulo. Además, en la imagen
se han insertado los principales accidentes geográficos del territorio. El
objetivo es comprender y dimensionar la escala y el alcance territorial de
los itinerarios.

Como puede observarse, estratégicamente no se han superpuesto los


itinerarios uno sobre otro. Podemos apreciar que, en trabajos anteriores,
los distintos itinerarios solían ser resumidos en una sola línea (146.1-
147). De esta manera, develamos un “espesor” que hasta ahora no se
había visibilizado.

A partir de la imagen, se puede reconocer que la diáspora exploratoria que


tuvo lugar entre 1869-1886 realizó un importante despliegue territorial,
pero, al mismo tiempo, dejó un vasto territorio sin ser recorrido.

La imagen devela una sobrecarga de itinerarios concentrados entre la


colonia de Punta Arenas y la isla Pavón. Llama la atención que, en este
tramo, casi todos los itinerarios se superponen en cuanto al “camino” que
siguen. En sentido cronológico estos itinerarios fueron practicados por
George Musters (abril de 1869), Francisco Moreno (abril, 1877) Julius
Beerbom (octubre, 1877), Ramón Lista (agosto, 1878), Diego Dublé
Almeida (enero de 1879) y Giovanni Roncagli (mayo, 1882). Como vemos,
ningún explorador cruzó el territorio en plena estación invernal. En lo que
respecta a la Tierra del Fuego la imagen es clara: los itinerarios en ningún
tramo se superponen y tocan.

Un aspecto relevante que la imagen permite observar, en una escala macro,


es el grado de interacción entre los itinerarios y los accidentes geográficos.
Respecto a la relación entre los itinerarios y los principales ríos del
territorio, se puede sostener que es baja. De hecho, sólo los ríos Gallegos y
Santa Cruz fueron remontados y recorridos por los exploradores, y en sólo
dos oportunidades (Moreno 1877 y Moyano 1883). Ningún explorador
remontó el río Grande y el río Coy. Ahora bien, respecto a los puntos
de vados de los ríos Gallegos y Coy, para el primero se registran dos (2)
principales, mientras que para el río Grande y Coyle solo uno. En todos
los casos, los vados más frecuentados se ubicaban a unos veinte (20)
kilómetros de sus desembocaduras. A partir de lo anterior se desprende,
claramente, que el objetivo de los itinerarios estaba en los “bordes” y no

137
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

en la médula del territorio.

Respecto a la relación entre los itinerarios y los principales elementos


orográficos del territorio, la imagen permite visibilizar una relación
importante donde destacan tres accidentes geográficos que condicionan
al itinerario: las cumbres de San Gregorio, la que generan una bifurcación;
un área de acantilados que genera una distancia con la costa atlántica y la
sierra o cordillera baguales, que genera una especie de barrera. A partir
de lo expuesto, identificamos dos tipos de interacciones entre itinerario-
accidentes geográficos: una, donde el accidente geográfico direcciona
el itinerario (este corre a su largo) y otra, donde el accidente geográfico
actúa como un límite permeable.

Respecto a los itinerarios y los principales cuerpos lacustres del territorio,


identificamos la laguna Blanca, y el lago Argentino. La primera de veinte
kilómetros de longitud y el segundo de sesenta (60) kilómetros377. Como
se puede observar, la laguna Blanca actúa como un elemento de borde
que direcciona al itinerario y sirve de punto intermedio entre la colonia de
Punta Arenas (distante a 100 kilómetros) y el río Gallegos (distante a 50
kilómetros). Por su lado, el lago Argentino, asume una condición de límite
y destino, un punto de remate.

Ahora bien, como se ha visto, la imagen posibilita múltiples lecturas,


permitiéndonos visibilizar, a una escala macro, una serie de elementos
físicos y tangibles que participaron directa y activamente en el trazado de
los itinerarios.

Línea fronteriza

El objetivo de las siguientes imágenes (167-168) es dilucidar si la línea


fronteriza que partió el territorio (1881) tuvo alguna incidencia en cuanto
a la representación cartográfica de los itinerarios de los exploradores. Se
han creado dos imágenes, una incluye los itinerarios realizados de forma
previa a la partición limítrofe -es decir, aquellos realizados entre 1869-
1879- y la otra comprende los itinerarios practicados de forma posterior a
la partición limítrofe, es decir, aquellos efectuados entre 1882-1886.

Como vemos en la primera imagen (167), los itinerarios se realizaron


principalmente de manera longitudinal al territorio, conectando en el
continente la colonia de Punta Arenas con isla Pavón y el lago Argentino,
ambos trayectos aproximadamente de cuatrocientos (400) kilómetros de
longitud. En el caso de Tierra del Fuego, el itinerario fue más bien circular.

Ahora bien, como observamos en la segunda imagen (168), la situación


anterior cambia una vez instalada la línea fronteriza. Si bien la línea
fronteriza era por entonces una línea imaginaria (pues solo estaba en
el mapa y no demarcada en terreno), se observa que los itinerarios se
alinearon en el mapa automáticamente a ella. Así, por ejemplo, en el
continente, al no atravesar la frontera, el itinerario pierde su condición
longitudinal, mientras que en Tierra del Fuego el itinerario justamente
377 Solo se ha considerado su cuerpo principal, con sus dos ramificaciones
ramificaciones principales, supera
los cien (100) kilómetros de longitud.
138
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

adquiere esta condición de longitud.

Una vez fijada la frontera en el continente, por ejemplo, el itinerario ya


no es entre la colonia de Punta Arenas y la isla Pavón, sino que entre la
colonia de Punta Arenas y la línea fronteriza fijada en el paralelo 52º, o
bien entre el paralelo 52º y la isla Pavón.

Cabe señalar que si bien la línea fronteriza condicionó la representación


cartográfica de los itinerarios (se sabe que en algunos casos el itinerario
puesto en el mapa cubrió menos distancias que el efectivamente
realizado), por otro lado, influyó el hecho de que se realizaron itinerarios
por áreas que no habían sido cubiertas o recorridas por los exploradores.

Ambientes traspuestos

La siguiente imagen (169), busca poner en relieve las condiciones


naturales del territorio a partir de la relación entre sus ambientes y los
itinerarios de los exploradores. Para elaborar la imagen, se han extraído
los rótulos ambientales incluidos en los mapas de las expediciones y se los
ha superpuesto a los itinerarios.

Como se mostró en la viñeta de la imagen, algunos exploradores


aportaron e incluyeron más rótulos ambientales que otros. En los mapas,
los rótulos tienen distintas dimensiones y orientaciones. Algunos abarcan
mayor superficie del mapa, otros siguen la sinuosidad de algún accidente
geográfico, etc.

Al colectar todos los rótulos e insertarlos en un mismo soporte, surge


un desperdigado e interesante catastro medioambiental y bilingüe
(castellano, inglés) del territorio. Los rótulos indican condiciones
fitogeográficas y biogeográficas del territorio. Como vemos, cubren áreas
sin límites precisos y reflejan una mirada utilitarista del territorio.

Ahora bien, la imagen (169) devela que los itinerarios conectan una
serie de ambientes y geografías presentes en el territorio. De esta forma,
observamos que los itinerarios conectan bosques de lengas, planicies
pastosas, terrenos volcánicos, regiones salinas, áreas con abundancia de
guanacos (“valle”, “campos”, “mapa”), superficies áridas y sin arbustos,
bosques donde habita el huemul, áreas donde se ubican vacunos baguales
(vaquería del “Norte” y “Sur”) y pumas (“Lomaje de las Leoneras”). En
la Tierra del Fuego los itinerarios conectan valles pastosos, bosques, y
pantanos.

Por otro lado, la imagen permite visibilizar una diversidad de paisajes que
derriban cierta homogeneidad fijada en los mapas. Queda claro que los
exploradores no recorrieron un territorio liso, monótono, y estático, sino
todo lo contrario.

139
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

6.2. Itinerarios y nativos

Guías nativos

En la siguiente imagen (170) se han indicado los lugares en los que los
exploradores captaron, en la misma ruta, a nativos para que sirvieran de
guías. Como vemos, fueron pocas la ocasiones, pero las hubo, en los casos
de Musters (1869), Roncagli (1882) y Lista (1886). La imagen demuestra
que existía un detallado conocimiento caminero por parte de la población
nativa.

Como muestra la imagen, los puntos de captación de Musters (1869) y


Roncagli (1882) fueron en las cercanías de los vados del río Gallegos y
Coyle. Desde estos parajes, fueron guiados por los nativos Sam Slick (23
años) (152.3) y Hallen (16 años) (160.4) respectivamente. El tramo
guiado por los nativos es de alrededor de doscientos (200) kilómetros,
distancia que fue recorrida aproximadamente en cinco (5) días.

Llama la atención que los tramos en que los exploradores fueron guiados
por los nativos resultan ser prácticamente idénticos, y aun más si se
considera el hecho de que éstos fueron realizados con trece (13) años de
diferencia y que los elementos que conectan se reiteran, a saber: laguna
La Leona, cañadón de la Aguada, Otelaike, Tres Chorrillos, Coy Nash y
Subida de las Chinas.

En el caso de Ramón Lista (en Tierra del Fuego), la situación es algo


diferente pues captó y capturó a nativos con fines de que sirvieran de
guías. Como vemos en la imagen, Lista captó, luego de un enfrentamiento,
a cuatro nativos en el mismo punto de partida de la expedición (bahía
San Sebastián). Luego capturó a un colectivo compuesto por párvulos
y mujeres (cabo Peñas) y finalmente captó a Nohste y a Kauskioski
(bahía Policarpo). Estos últimos guiaron a Lista y su comitiva hasta la
bahía Thetis, trayecto de casi veinte kilómetros por terrenos dominados
por pantanos, bosques densos y topografía accidentada. Respecto a la
captación de los nativos, Lista anotó:

“ [...] y como deseo llegar cuanto antes á la bahía Tetis? Thetis?, he pedido
a los onas que nos acompañen; pero solo uno de ellos parece dispuesto á
ir con nosotros [...]”378

“Felizmente nuestro guía Nohste no ha querido abandonarnos, y él y


otro indio, que de motu propio viene agregado á la expedición, hánnos
ayudado á salir de ese sitio detestable.” 379

Al observar la imagen, inferimos que el enganche de guías o baqueanos


nativos en la ruta refleja claramente la presencia de transiciones camineras
determinadas por los ambientes. Así, por ejemplo, en el caso de Muster y
Roncagli, los puntos de captación coinciden con el traspaso a un ambiente
de escasa vegetación y con agua dulce en parajes específicos, un paisaje
378 Lista, R. (1887). Viaje al país de los onas. Tierra del Fuego. Buenos Aires:
Establecimiento tipográfico de Alberto Núñez, p. 116
379 Op. cit. p. 118
140
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

dominado por la horizontalidad. En fin, se trataba de un trayecto de casi


doscientos kilómetros que requería otra forma de conocimiento que no
era manejado por los guías que los exploradores traían desde la colonia
de Punta Arenas. Un claro reflejo de lo expuesto se resume en las palabras
de Musters:

“?El teniente? Gallegos ordenó que hiciésemos un alto, aunque Sam


?Slick? deseaba que siguiéramos, observando que la luna brillante era lo
mismo que si fuese de día” 380

Paraderos nativos

El objetivo de la siguiente imagen (171) es visualizar la relación entre los


itinerarios de las expediciones y los nativos del territorio. Para ello, se han
ubicado los itinerarios de las expediciones en conjunto con los paraderos,
campamentos y parajes nativos registrados por los mismos exploradores,
tanto en sus diarios de viaje como en sus mapas.

En primer lugar, la imagen revela una presencia nativa desplegada a lo largo


de los itinerarios. Se observa una concentración importante de paraderos
nativos registrados en el trayecto Punta Arenas-isla Pavón, los cuales van
configurando el itinerario. Sin embargo, como muestra la imagen, en
este trayecto no sólo los paraderos participan en la configuración de los
itinerarios, sino que también lo hacen las intercepciones con los nativos,
ya sea cabalgando o acampando.

Por otro lado, desviando la mirada del centro de la imagen, observamos


junto a los itinerarios una dispersión de campamentos, restos de
campamentos (o abandonados) y nativos en movimiento (ya sea
trasladando campamentos, realizando emboscadas cooperativas, etc.).

A partir de lo comentado, se puede afirmar que existió una relación


directa entre la ocupación nativa del territorio -en sus distintas formas
y expresiones (trashumancia, campamentos, paraderos, parajes,
emboscadas cooperativas)- y el itinerario del explorador. A través de la
imagen (171) no solo se demuestra lo expuesto, sino que también permite
visibilizar las intensidades y grados de la presencia nativa en el territorio.
Como refleja la imagen, el territorio recorrido por los exploradores,
distaba de ser un territorio desierto de humanidad.

Caminos nativos: sendas, rastrilladas, hondonadas,


senderos

La siguiente imagen (172) busca visibilizar los caminos reconocidos


por los exploradores como “caminos nativos”. La imagen se ha basado,
exclusivamente, en los registros escritos realizados por los exploradores
(cabe recordar que los exploradores no señalaron ningún tipo de “camino”
en sus mapas.). Para ello, se ha extraído de los relatos de las expediciones
fragmentos de textos donde se hace mención a “caminos”. Los textos

380 Muster, G. (1964). Vida entre los Patagones. Un año de excursiones por tierras no
frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. Estudio preliminar y notas de Raúl Rey Balmaceda, p. 69
141
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

han sido espacializados, ubicándolos, aproximadamente, en los lugares


que indican y los parajes que conectan (o conectarían). Cabe señalar que
los “textos” se pueden dividir en dos grupos: aquellos que reconocen
“caminos” y aquellos que de manera hipotética indican la existencia de
“caminos”. La imagen está compuesta de un total de diecisiete textos,
quince pertenecen al primer grupo y dos al segundo.

Como muestra la imagen, una cantidad importante de “caminos”


reconocidos se concentra en el área de las cumbres de “San Gregorio”.
Aquí registraron la existencia de “camino”, en sentido cronológico,
Musters (1869), Moreno (1877), Beerbohm (1877), Rogers (1877) Lista
(1878), Dublé Almeida (1879), Dixie (1879), Roncagli (1882) y Bertrand
(1885). Es decir, todos los que pasaron allí.

Otra área que presenta reconocimiento de “camino” corresponde a


aquella ubicada entre la desembocadura del río Gallegos y la isla Pavón.
Aquí registraron “camino” Beerbohm (1877), Roncagli (1878) y Moyano
(1883).

Como se puede observar, en la primera área identificada (cumbres de


San Gregorio), que cubre una distancia de ochenta kilómetros, hay ocho
reconocimientos de “camino”. En la segunda área (Río Gallegos-isla
Pavón), la cual abarca una distancia de ciento ochenta kilómetros, se
registran cuatro.

Como puede apreciarse en los textos insertados en la imagen, éstos


informan sobre el origen de los “caminos” y su apariencia física. Aquí es
importante resaltar que el origen es adjudicado a los nativos, es decir,
caminos formados: “debido al tráfico de los indios”, “por el continuo paso
de los indios patagones”, “por los indios”. Ahora bien, para referirse al
“camino” nativo, los exploradores ocupan denominaciones tales como:

“huella india”
“camino o huella de los indios”
“rastrillada de los indios”
“subida de las chinas”
“derrotero de los indios”
“hondonada de las chinas”
“camino de los indios”

Respecto a las descripciones físicas, los textos indican que los “caminos”
son “profundas rutas de un pie de ancho, que varían en número de 4 a 10”,
“sendero de 20 centímetros de profundidad”, que “se compone de 6 a 8
sendas” y que son “huellas numerosas y profundas”.

Ahora bien, en la imagen se indican cuatro “caminos nativos”, que cubren


los siguientes tramos:
1) Pozo de la Reina-La Portada (80 km.)
2) Pozo la Reina-Bahía Posesión (100 km.)
3) Guerr aike-Uaken-aike (45 km.)
4) Otelaike-isla Pavón (100 km.)

142
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Respecto a los caminos “hipotéticos” cabe señalar que fueron indicados


por Moreno (1877) y Lista (1886) y son los únicos que fueron indicados
en mapas. Moreno indica dos “Camino probable de los indios”. Uno cruza
el río Santa Cruz y el otro, la sierra Baguales. Lista, por su lado, insertó
en su mapa un “Posible camino de indios”, el cual conecta la bahía Buen
Suceso con la bahía Aguirre. Como se observa en la imagen, los caminos
“hipotéticos” se presentan aislados y sin conexión alguna con los caminos
“reconocidos”.

A partir de una lectura de la imagen (172), se puede establecer que los


itinerarios de los exploradores se montaron y utilizaron, en importantes
tramos, “caminos” nativos. Por otro lado, a partir de la observación de
los “caminos” nativos, identificamos cierta coherencia con la movilidad
estacional del territorio. Esto, espacialmente, se traduce en caminos de
veranadas e invernadas. Los primeros corren cercanos a los litorales
marítimos, los segundos se distancian de la costa y corren por cañadones
y valles.

6.3. “Caminos” y territorio

Colonia de Punta Arenas-isla Pavón

La siguiente imagen (166) presenta de manera comparativa el trayecto


que más veces se realizó. Para ello, se han utilizado directamente los mapas
de las expediciones, extrayendo de éstos el área que recorre el itinerario.
El objetivo es, en primer lugar, observar los grados de coincidencias y
diferencias entre las distintas representaciones cartográficas del itinerario,
y, en segundo lugar, identificar ciertas claves que ayuden a comprender la
relación entre el itinerario y el territorio.

El trayecto más reiterado corresponde al tramo “Colonia Punta Arenas-


isla Pavón”, el cual cubre una distancia aproximada de cuatrocientos
kilómetros. Dentro de las expediciones estudiadas, cinco realizaron este
trayecto, a saber: Musters (1869), Moreno (1877), Beerbohm (1877), Lista
(1878) y Dublé Almeida (1879). De los exploradores mencionados, solo
Dublé Almeida no realizó un mapa de su itinerario, motivo por el cual está
ausente en esta imagen.

Como se puede observar en la imagen, los mapas señalan los ríos más
destacables con sus respectivos nombres: Gallegos, Coyle (“Coy Inlet”,
“Coinlet”, “Cuheyli”). Todos los mapas indican el itinerario en color rojo
(con líneas segmentadas o continuas) y son atravesados por universales
coordenadas geográficas (paralelos y meridianos).

Al observar los mapas de manera comparativa, se advierte que, en rigor,


ningún itinerario es el calco de otro. Todos tienen diferencias. Algunos son
más sinuosos, otros más rectos. Un aspecto reiterativo en los mapas fue
la condición topográfica del borde litoral atlántico (casi 100 kilómetros
de costa son playa), lo cual ayuda a entender porqué los itinerarios se
distancian de la costa. Asimismo, se destacó la presencia de las bahías
143
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

donde desembocan los ríos Gallegos y Coy, las cuales penetran 40 y 20


kilómetros respectivamente y prefiguran una distancia entre el itinerario
y el borde atlántico. A excepción del mapa de Moreno, todos indican
presencia nativa en el mismo lugar (“Paraderos de Tehuelches”, “Indian
Camp.”, “Winter Quaters of southern Tehuelches”).

Respecto a los elementos que acompañan al itinerario, se han advertido


algunas diferencias y similitudes. Musters incluyó una cadena volcánica
(“Volcanic Ra.”) transversal al itinerario, y, al final del trayecto, dos
pequeños cuerpos de agua, los cuales son bordeados por el itinerario.
Moreno no incluyó ningún elemento. Beerbohm, incluyó cuatro etiquetas
ambientales, las cuales son atravesadas por el itinerario (“Beech forest”,
“Grassy Plain”, “Cap. Of lava � scoria”, “High barren plain”) y al final
del itinerario incluyó, casi en un ángulo de 45º grados en relación al
meridiano 70º, una especie de sierra o cordón montañoso, el cual define la
dirección del itinerario. Finalmente, Lista tomó en préstamo los mismos
elementos presentes en el mapa de Musters, es decir: la cadena volcánica
y los pequeños cuerpos de agua al final del trayecto.

Ahora bien, un aspecto interesante que surge tras la comparación entre


estas imágenes es la dimensión física del mapa y las escalas empleadas,
entendiendo esta última como un dispositivo visual. ¿Cómo incide esto
en la representación del itinerario y en los eventuales “caminos”? Como
vemos, los mapas, más que una escala precisa, incluyen una escala gráfica
en millas (“inglesa” o “geográfica”), a excepción de Moreno que emplea
una atípica escala 1:6.000.000. Al observar este aspecto, se detecta
claramente que prevalece el total por sobre el detalle, es decir; la mayor
superficie de territorio en la menor superficie de hoja. A modo de ejemplo,
el mapa de Musters enmarca dos mil kilómetros (cabo de Hornos-río
Colorado) en apenas treinta y seis centímetros. Ahora, centrándonos en
nuestra área de estudio, los mapas de Musters y Beerbohm cubren los
cuatrocientos kilómetros del trayecto “Colonia Punta Arenas-isla Pavón”
en siete centímetros, en el caso de Moreno, dos centímetros, y en el caso
de Lista, catorce centímetros. Ahora bien, en el contexto expuesto, la
negociación entre los elementos que se incluyen en el mapa y los que
quedan afuera no es un tema menor. En tal sentido, y teniendo presente
el marco que tenían quienes elaboraron los mapas (longitud del territorio
versus dimensiones de la hoja), reconocemos una capacidad de filtro
notable. Sin duda, no era mapas confeccionados para mostrar los detalles
del itinerario, sino más bien el territorio que el explorador sacaba de las
tinieblas de lo desconocido.

Finalmente, lo que develan en conjunto estos mapas es que, debido a la


ausencia de obstáculos insalvables, el trayecto “Colonia Punta Arenas-isla
Pavón” era practicable, hubiese o no un “camino huellado”.

Una imagen caminera

La siguiente imagen (173) busca, a partir de la superposición de los


distintos elementos que participan en la configuración de los itinerarios
estudiados, develar o determinar una imagen del territorio, la cual en

144
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

adelante se denominará “imagen caminera”.

A grandes rasgos, la “imagen caminera” que surge es, al fin y al cabo,


una imagen que refleja un gran y variado despliegue humano sobre el
territorio. Como vemos, la imagen resultante son múltiples fragmentos de
“elementos” y trozos de “caminos”, una especie de collage, donde Tierra
del Fuego y Patagonia, prácticamente, se han fusionado.

Si bien la imagen no devela “todos” los “caminos” que pudiesen existir, al


menos permite visibilizar los elementos que éstos conectan, es decir, una
sucesión continua de orígenes y destinos. De esta forma, las opciones de
conexión entre estos elementos sugieren múltiples posibilidades. En este
contexto reconocemos elementos que juegan un rol de intermediarios
y de apoyo para alcanzar otros puntos. Por otro lado, en la imagen se
identifican distintas tramas, configuradas a partir de un mayor o menor
grado de distanciamiento existente entre los elementos.

Los elementos que configuran la imagen caminera son; paraderos-


campamentos nativos, cerros, montes, morros, cordones montañosos,
ríos y vados, lagos, lagunas, conos volcánicos, rocas, arboles, bosques,
cañadones, valles, columnas de humos, litorales marítimos, áreas de
“terremontos”, pantanos, áreas con animales baguales (vacas, caballos),
áreas plagadas de cururos, áreas con abundantes guanacos, áreas de
veranadas e invernadas y áreas de ecotónos. Todos estos elementos
destacan en el paisaje. Algunos por su verticalidad, otros porque quiebran,
abruptamente, continuidades. Como ha expuesto Diego Dublé Almeida,
algunos elementos se observan a kilómetros de distancia, otros solamente
una vez que se llega a ellos. Es decir, en un momento, estos elementos
tienen una dualidad. En un momento son paisajes, y luego, cuando se les
alcanza, devienen lugares.

Ahora bien, la “imagen caminera” nos permite visualizar los elementos


mencionados arriba en su totalidad, es decir, en conjunto y no de manera
aislada o sitio-céntrica. Dicha condición devela una conexión y notable
diversidad medioambiental. Por otro lado, la “imagen caminera” entrega
pistas de la imagen cultural que el individuo proyecta sobre el territorio381,
una imagen, donde la comprensión medioambiental del territorio es la
que prima.

En fin, la imagen y la imaginación caminera en el periodo que abordamos


y a la cual accedimos a través de las expediciones analizadas es una imagen
de múltiples elementos, detalles, percepciones, matices y sutilezas que se
funden y se ocultan en el territorio, pero que nunca desaparecen.

381 Como plantea Capel en la década de 1970: “En el análisis tradicional de la relación hombre-
medio se aceptaba implícitamente que el primero adaptaba su acción a las características del
segundo. Se olvidaba así lo que ha sido precisamente uno de los grandes descubrimientos de la
Geografía actual: el papel decisivo de la percepción humana en la formación de una imagen del
medio real, la cual, y no este, es la que influye directamente sobre su comportamiento” Capel.
H. (1973). Percepción del medio y comportamiento geográfico. Revista de Geografía. Vol. 7,
58-15, p. 59.

145
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Epílogo
A través de la revisión y análisis de doce expediciones, realizadas
entre 1869-1886, se ha intentado acceder a los “caminos” del territorio
fuegopatagónico, tomando en cuenta que se trata de un momento en que
los mapas que encuadran al territorio en estudio no contienen ningún
tipo de información caminera.

En este contexto, se analizó, específicamente, el trayecto o itinerario que


realizó cada expedición de forma separada. El objetivo fue identificar los
elementos que configuraron los itinerarios y luego determinar si estos
itinerarios podían ser, de alguna manera, “caminos” ya establecidos en
el territorio.

Metodológicamente, cada expedición fue tabulada, redibujada y


diagramada. A partir de estas operaciones, las expediciones fueron
contextualizadas, se analizaron sus mapas y finalmente se propuso una
interpretación de cada una de ellas a partir de una lectura del diagrama.
Los “diagramas camineros” resultaron de gran ayuda para visibilizar una
serie de elementos dispersos en el territorio, que adquieren notoriedad al
ser conectados o vertebrados mediante los itinerarios, transformándose
indiscutidamente en elementos y tramas camineras. Entre estos elementos
hay una cantidad importante de nombres de paraderos y parajes nativos.
Esto se verá en detalle en el siguiente capítulo.

Tras la revisión individual de cada expedición, se ha advertido que


todas las expediciones reconocieron superficialmente la existencia
de “caminos” en el territorio, a excepción de aquellas realizadas en la
Tierra del Fuego. Los exploradores se refirieron a estos “caminos” como:
“sendas”, “rastrilladas”, “sendero” u “hondonadas”. Cabe recordar que
ninguno de los exploradores estudiados tenía como objetivo realizar un
levantamiento o catastro de los “caminos” existentes. Tampoco ninguno
lo hizo por iniciativa propia.

Respecto a lo anteriormente expuesto hay dos aspectos relevantes a


señalar. En primer lugar, se ha advertido que de todos los exploradores
que reconocieron “caminos” en sus diarios de viaje (o texto escrito),
ninguno lo indicó o incluyó en su “Mapa de exploración”. Y, en segundo
lugar, que todos los exploradores vincularon estos “caminos” a “caminos”
trazados por los nativos.

Como se ha visto, queda demostrado que el explorador fue un censor que


capturó una serie de “caminos” y que los representó como su itinerario.
Es decir, se puede afirmar que el explorador y la práctica exploratoria
contribuyeron a producir la imagen del territorio sin “caminos”.

Cabe exponer, dos detalles importantes que han pasado inadvertidos.


En primer lugar, ninguna expedición se realizó en pleno invierno, por lo
cual no pudimos conocer la situación de los caminos en aquella estación.
Por otro lado, por el territorio no sólo transitaban, como se ha indicado
en la introducción, colectivos nativos, traficantes de pieles y plumas,
146
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

comerciantes, bagualeros, misioneros, sino que también transitaban


familias comunes y corrientes, como fue el caso de Williams Clark,
interceptado por Roncagli (1882) en el “cañadón de la aguada”, quien
junto a su familia se dirigía desde la colonia de Punta Arenas hasta la
factoría en isla Pavón, lugar donde residía.

Ahora bien, se puede sostener que el itinerario del explorador es finalmente


el “camino” del guía o baqueano. Como se ha visto, estos sujetos sociales,
silenciosos o silenciados, jugaron un rol clave en el sentido de que nos
permiten comprender ciertas lógicas camineras cristalizadas en el
territorio (puntos de vados de ríos, distancias, ambientes, hitos, etc.). Por
otro lado, también se ha demostrado que estos guías o baqueanos tenían
ámbitos territoriales definidos. Esto queda evidenciado en los relevos de
guías que realizan tanto Musters (1869) como Roncagli (1882). En ambos
casos, los exploradores engancharon en “la ruta” a nativos (Sam Slick y
Hallen) y los utilizaron como guías, coincidentemente en el mismo tramo:
Río Gallegos-Isla Pavón.

Ha resultado igualmente de interés la detección de algunos descalces


o imprecisiones entre el texto escrito y el itinerario representado en el
mapa de la expedición. Identificamos, por ejemplo, omisiones en los dos
sentidos (texto-mapa, mapa-texto). Uno de los casos más notorios resultó
ser Alejandro Bertrand. En su mapa, el itinerario representado resultó
ser sólo un tramo de la expedición descrita en el texto. Y, por otro lado,
el itinerario señalado en su mapa en las décadas siguientes fue tomado
por distintos mapas, literalmente, como caminos oficiales en el territorio
chileno. Incluso en el Mapa de Chile, publicado en 1904, a cargo de
Nicanor Boloña, los caminos del “Territorio de Magallanes” resultan ser
el itinerario del mapa de Bertrand.

Finalmente, surge una gran incógnita, ¿por qué los exploradores no


registraron “caminos” en los mapas de sus expediciones?, o mejor dicho
y pensando en la posibilidad de una acotada participación o intervención
del explorador en la versión final del mapa, ¿por qué en los mapas de las
expediciones no se registraron “caminos”?

Conjeturamos lo siguiente: si se considera que el mapa encarna “una


imagen” subjetiva del territorio, que aparenta ser objetiva, y si se considera
además el contexto histórico del periodo estudiado, en el que el territorio
se prefigura, por un lado, como exótico y salvaje (por los viajeros europeos)
y, por otro lado, como un territorio atrasado, infértil, inhóspito y extremo
en litigio (por las expediciones Estatales), la aparición de “caminos”
(símbolo de progreso y modernidad) en los mapas hubiese derribado una
imagen geográfica por entonces cómoda y conveniente para los centros
metropolitanos (del poder). Un “camino” puesto en un mapa, es distinto a
un “camino” mencionado en un texto. El mapa, sin dudas tiene un mayor
alcance e influencia en cuanto a la imagen que se quiere proyectar en un
territorio determinado, en nuestro caso, el territorio fuegopatagónico.

En fin, la ausencia de “camino” en el mapa no es tan sólo la ausencia


de vías de comunicación(es) terrestre(s), sino que implica también la

147
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

invisibilización y obliteración de un espacio vivido, donde hay individuos


y formas culturales de habitar el espacio (por entonces autónomas y
no Estatales), que simplemente no se ajustaban a los intereses de los
invasores, en este caso del estado nación argentino y chileno. Hay que
recordar que todas las proposiciones de la línea fronteriza sobre el Mapa,
entre Chile y Argentina, se realizaron sobre un territorio, o bien dicho,
sobre una superficie en blanco (149.1).

A partir la re-lectura de un conjunto de doce itinerarios se ha llevado a


cabo la construcción de una serie de ocho imágenes. A través de estas
imágenes, en las cuales se cruzó variada información, nos hemos
aproximado a una “imagen caminera” del territorio fuegopatagónico. La
relevancia y aporte de esta imagen radica en que presenta una lectura
renovada e inédita del territorio, con la cual se des-cubren una serie de
elementos, aparentemente inertes, que participaron activamente en la
configuración de los “caminos” del territorio. Decimos “caminos”, pues
como se ha demostrado en el capítulo anterior, casi la totalidad de los
itinerarios practicados por los exploradores eran “caminos” conocidos por
los distintos sujetos sociales que sirvieron de guías o baqueanos. Prueba
de ello es el continuo calce entre itinerarios, lo cual no es casualidad.
Ahora bien, las series de imágenes no tenían por objetivo principal
identificar todos los caminos existentes en el territorio, sino que entender
la(s) lógica(s) que subyacen a los itinerarios y caminos reconocidos.

Ahora bien, cabe recalcar que la “imagen caminera” que se ha elaborado se


ha desprendido desde el archivo de las expediciones metropolitanas que
recorrieron Fuegopatagonia, y, por lo tanto, no pretende ser una imagen
definitiva, por ningún motivo, sino más bien, una primera aproximación,
una pequeña pista que abre nuevos caminos.

La serie de imágenes que se ha elaborado nos permitieron, en su conjunto,


desbaratar la idea hegemónica que la imagen cartográfica, en el periodo
estudiado, había fijado en torno a la caminería del territorio. Una imagen
cartográfica que planteaba directamente un perverso “silencio caminero”.

148
PARTE III
CAMINERÍAS DE LAS PRIMERAS
NACIONES FUEGOPATAGÓNICAS

“Ona women and dog of shore of lake Kami, Tierra del Fuego, Argentine, Jan. 1908”, Charles Wellington Furlong, Rauner special collections
library, Darmouth College University, Hannover, New Hampshire, EE.UU. Box 133, nº 277
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

“Cuando empezaron a ocuparse los campos de la Patagonia chilena, los caminos,


propiamente trazados por los indígenas patagones que venían a comerciar a Punta Arenas,
seguían por las partes mas altas de los campos, evitando pantanos,
buscando los mejores pasos de los chorrillos,
i de ahí que se duplicaran las distancias por las muchas curvas”

Lautaro Navarro, 1908382

Introducción
En la presente parte se estudiará la caminería nativa en dos capítulos.
En el primer capítulo se abordará críticamente el registro alfabético de
distintos parajes del territorio. A este registro alfabético se le denominará
“icnotipo” en vez de topónimo. Se considera al icnotipo (estudio de las
huellas y rastros) como una fuente importante de aproximación a la
geografía del territorio nativo y por ende un vehículo clave para acceder
a sus caminerías. Mientras la toponimia presenta un lugar indígena y
afirmaría la “presencia” de caminos, la icnotipia escribe la diferencia entre
huellas combinando distintas formas de escritura (dibujo, imagen aérea,
registros alfabéticos, traducciones). En lugar de trazar líneas y puntos
indígenas que estarían presentes en el territorio, la icnotipia registra las
diferencias ambientales, sociales y políticas que hacen de la huella una
estructura móvil.

En el segundo capítulo se revisará y analizará una serie de indicios y


antecedentes variados que ayudaran a tener una aproximación amplia
en torno a la caminería nativa. En cuanto a las imágenes que integran
esta parte de la tesis, además de fotografías e imágenes digitales, se ha
recurrido a la técnica del dibujo a mano para explorar y aproximarse a la
relación entre los ambientes, geografía y caminos.

A diferencia de las dos partes anteriores de esta tesis, aquí la cartografía


no deviene en un vehículo para acceder a la caminería (174). Un
lector inadvertido, al observar una serie de cartografías que encuadran
Fuegopatagonia, puede concluir inmediatamente que nunca hubo caminos
nativos en el territorio. Sin embargo, el argumento de esta tercera parte
es justamente que, a pesar de que la cartografía representó un territorio
vacío de información caminera nativa, efectivamente había caminos. Por
otro lado, se sostiene que la caminería nativa se configura a partir de una
lectura ambiental del territorio. Es decir, una caminería que recoge para
el diseño de sus caminos factores climáticos, estacionales, fitogeográficos,
topográficos, zoogeográficos (biogeográficos), hidrográficos, etc. De esta
manera, la caminería nativa transita entre estepas, fiordos, cordilleras,
llanuras, mesetas, vegas, turbales, bosques, ecotonos, cañadones,
piedemontes, litorales y valles.

Cabe advertir que el objetivo principal de esta parte no consiste en


realizar un levantamiento de los caminos nativos practicados en el
382 Navarro, L. (1907). Censo jeneral del territorio de Magallanes. Punta Arenas: Talleres de
la Imprenta de El Magallanes, p. 467
150
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

territorio e insertarlos en un mapa, lo que sería imposible (de hecho, ni


la arqueología ha logrado hacerlo), sino más bien a develar ciertas lógicas
que los configuran. Para ello, el foco no está en el camino mismo, sino
en la caminería que los determina y el territorio donde ésta se despliega.

Por otro lado, se desmontará la idea de los caminos nativos fueron la base
de la primera red de caminos. Es importante dejar claro que los caminos
nativos y la red de caminos estatal (estudiada en la primera parte de esta
tesis) responden a dos geografías totalmente distintas. Dar por sentado
que la red de camino estatal se superpone a los caminos nativos es
invisibilizar otras formas, no estatales, de habitar el territorio.

Si bien la cartografía no registró caminos nativos, si registró nombres


empleados por ellos para designar parajes. En este contexto, se utilizará
la icnotipia como vehículo para acceder a la caminería nativa. Para ello
se cotejará la mayor cantidad de registros posibles y serán revisados
de manera crítica. Ahora bien, uno de los principales problemas de
los icnotipos nativos es que el contexto de elicitación generalmente es
omitido por el colector.

Es importante agregar que en esta parte de la investigación se emplearán


los nombres nativos o icnotipos conocidos para referir a distintos
accidentes geográficos. De esta manera, se indicará en primer lugar el
nombre nativo, seguido por el nombre en castellano. Así, por ejemplo,
se indicará: Hasterr/estrecho de Magallanes, Jorrka/bahía Inútil. Es
importante señalar que se desconoce si los nativos designaban a los ríos
con nombres particulares. En el caso de Patagonia se sabe que usaban el
genérico “koong” para designar un curso de agua.

Indagar los caminos nativos presenta varios problemas. Por un lado, no


existen fuentes documentales primarias que aborden los caminos nativos.
Hasta donde se sabe, en Fuegopatagonia no hubo un Archer Butler, es
decir alguien que se hubiese dedicado al estudio sistemático de los
caminos en compañía de los nativos383. Como vimos en la parte II, ningún
explorador o viajero tuvo como objetivo la observación y comprensión
de los caminos nativos. Caminaron o cabalgaron sobre ellos, pero no los
advirtieron. Tampoco hubo un Karl Bodmer, un Alfred Jabob Miller, un
Seth Eastman o un George Catlin, es decir, algún pintor/dibujante cuyo
objetivo fuera el registro visual y sistemático de las naciones nativas.
Como se verá, los registros visuales de nativos en Fuegopatagonia “a lo
largo” del camino son casi inexistentes.

Por otro lado, tal como advierte el estudioso del paisaje John Brinckerho�
Jackson, una dificultad para abordar la caminería nativa es la imposibilidad
de localizarlos con exactitud en el espacio384. Aunque Jackson está
pensando en los caminos de los nativos norteamericanos, la afirmación es
383 Butler fue un geógrafo norteamericano interesado en la geografía histórica y el estudio
de los caminos norteamericanos. Para Butler, los caminos nativos podían dividirse en cinco;
“Indian thoroughfares may be divided into hunting, war, portage, river, and trade trail.”, Butler
Hulbert, A. (1902). Historic Highway of American. Indian Thoroughfares. Vol. 2. Cleveland,
Ohio: Ther Arthur H. Clark Company, p. 45. Respecto a camino de Guerra Butler apunta; “The
war path was a deeper, wider, harder trail than any other early Indian thoroughfare, flanked by
a thousand secret hiding places and lined with a long succession of open spots where warring
parties were wont camp”. Op. cit. p. 50.
384 Brinckerho�
Brinckerho�,, J. (2011). Las carreteras forman parte del paisaje. Barcelona: Gustavo Gilli
151
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

aplicable a nuestra área de estudio. La visibilización de caminos nativos se


dificulta, entre otros motivos, por la condición material del mismo. Aquí
la huella que dejaba el tránsito era aquella que dejaba el mismo medio de
transporte, el paso del caballo y el andar a pie. Veredas empedradas o algo
similar no existió. Tampoco se tiene conocimiento de que se construyesen
y erigiesen hitos que perduraran en el tiempo. Así, al quedar en desuso los
caminos nativos, éstos se fundieron con el paisaje ya sea en su totalidad
o de manera parcial o fragmentada. En este contexto, es poco lo que ha
podido aportar la arqueología. No hay que dejar de tener en consideración
que quizás fueron “caminos no huellados”385 o bien, que se está rodeados
de ellos y simplemente no se saben ver.

Si bien se puede especular sobre la ubicación del trazado respecto a un


mapa cartográfico, esto no es más que una ilusión que se desvanece por
completo al estar en el terreno mismo. Ahora bien, los únicos intentos
por fijar en el mapa cartográfico caminos nativos fueron llevados a cabo
por Mateo Martinic en la década de 1970. Estos trabajos se centraron
exclusivamente en los caminos aonikenk practicados en la sección
chilena continental, específicamente en el espacio central ubicado
entre el Hasterr/estecho de Magallanes y el paralelo 52º. Para los onas
y aush nadie se ha aventurado en intentar fijar caminos sobre el mapa
cartográfico, más bien se ha indagado sobre el “uso del espacio” de forma
general386. En tanto para las naciones canoeras, en el último tiempo se ha
investigado sobre pasos terrestres utilizados para el arrastre y porteo de
canoas.

Sin dudas, otra dificultad para abordar la caminería nativa en


Fuegopatagonia es la diferencia abismal que existe entre las fuentes
disponibles para Patagonia y la Tierra del Fuego. Si para Patagonia se
dispone de antecedentes desde mediados del siglo XIX (1849), para
Tierra del Fuego es a comienzos del siglo XX. Por ende, en Patagonia se
puede observar la caminería en un territorio autónomo, es decir, previo
a la invasión estatal y ovino-vacuna. En Tierra del Fuego, en cambio,
arrancamos en un territorio ya partido mediante un alambre fronterizo
(instalado imaginariamente en 1881), subdividido predialmente y con la
población nativa siendo cazada, acorralada, deportada, amontonada en
misiones cristianas e iniciándose en las faenas ganaderas. De hecho, toda
la documentación se acota geográficamente a la comarca cordillerana,
boscosa y turbosa de Cami/lago Fagnano, lugar de refugio para los nativos
sobrevivientes. Para la región esteparia casi no hay fuentes disponibles.
Como se verá más adelante, se ha afirmado que, hacia fines del siglo XIX,
gran parte de los onas que habitan la estepa y los cañadones con planicies
(189) se encontraban asilados en la misión salesiana enclavada en la isla
Dawson.

385 Donoso, A. (1906). Demarcación de la línea de frontera en la parte sur del territorio:
trabajos de la Quinta Subcomisión Chilena de Límites con la República Argentina, con una
introducción de Luis Risopatron. Santiago: Imprenta Cervantes
386 Manzi, L. (1991). De cómo y donde se movían os grupos cazadores-recolectores pedestres
de la isla Grande de Tierra del Fuego. Sinchal 3 (3), 184-190. Manzi, L. (1999). Diseño
exploratorio acerca del uso del espacio por grupos cazadores-recolectores pedestres de la isla
grande de Tierra del Fuego. Actas de las Terceras Jornadas de Arqueología de la Patagonia,
pp. 420-438
152
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Por último, cabe agregar que la caminería aonikenk es la que ha tenido más
especulaciones fuera del ámbito académico. Así, por ejemplo, en la actual
sección chilena del territorio, el servicio nacional de turismo (Sernatur)
inventó las “Rutas del fin del mundo”. Así a la ruta internacional CH 255,
que conecta Punta Arenas con el “Paso Integración Austral” se le bautizó
como “circuito Aonikenk”. El mapa que muestra el “circuito aonikenk”
no figura ningún icnotipo nativo, solo se indica “San Gregorio” y “Punta
Delgada”. En fin, esta ruta, mal denominada “circuito aonikenk”, es con
todas sus palabras, una vialidad estatal. Si bien reconocemos que este tipo
de iniciativas que generalmente surgen en cuatro paredes sin participación
de las comunidades nativas pueden tener buenas intenciones, en el fondo
contribuyen a forjar una imagen que distorsiona la caminería nativa al
dar entender que lo mismo que se ve desde la ventanilla del automóvil
es el paisaje que veían los nativos, cuando se sabe que no es así. Por otro
lado, este tipo de acciones deja entrever claramente ciertos imaginarios
que se han proyectado en cuanto a los caminos nativos en la región.

Se ha aceptado que las naciones fuegopatagónicas presentes en


nuestra área geográfica de estudio son cinco. A partir de sus medios de
transportes, se pueden presentar como canoeras, pedestres y ecuestres.
Entre las canoeras se encuentra la nación yagan y kawéskar. Ambas
naciones habitan la región marítima configuradas por canales, bahías,
fiordos y archipiélagos fueguinos (Onashaga) y magallánicos (Hasterr).
A la población pedestre pertenecen los arqueros y porteadoras fueguinos
conocidos como onas y aush. Estos habitan las montañas, estepas,
cañadones con planicies (189) y bosques de la Tierra del Fuego. A partir
de una lectura crítica de las fuentes disponibles, en la isla habría distintos
grupos, los cuales se podrían identificar según los ambientes donde
desenvuelven sus vidas y no según la predominante clasificación binaria.
Esta clasificación homogeniza una diversidad de personas y lenguas entre
aquellos del “norte” y aquellos del “sur”, y utiliza a Jorroskol/Oriski/
río Grande como frontera entre ambos. Al grupo ecuestre pertenecen
los aonikenks. Según los registros disponibles, los aonikenks habrían
adoptado al caballo en el siglo XVII. El primer registro de un nativo
montado de a caballo en el litoral de Hasterr/estrecho de Magallanes fue
en 1741, mientras que en la bahía de San Julián en 1699387. Sin dudas,
el caballo fue un elemento relevante en la configuración de la caminería
aoneka, como plantea Mitchell al estudiar la relación entre el caballo y
los colectivos nativos en América; “[...] But horses’ agency was also
expressed in how keeping and feeding them required people to alter their
own patterns of movement and settlement organization, as well as in the
new sensory environments that their presence created and facilitated: in
smell, sight (seeing from horseback rather than afoot), sound, and the
many ways in which their owners decorated and adorned them”388.

Ahora bien, cabe precisar que la presencia humana en nuestra área de


estudio es de larga data. En efecto, los registros prehistóricos más antiguos
corresponden a 11.000 AP. en la sección continental, 9.000 AP. en la isla
387 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes, p. 75. Entre ambos lugares y en línea recta media una distancia aproximada de
400 kilómetros (medición realizada con Google Earth).
388 Mitchell, P. (2015). Horse of nations. The worldwide impact of the horse on indigenous
societies post-1492. University Oxford: Oxford, p. 7
153
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

de Tierra del Fuego, 7.000 AP. para los canoeros. Asimismo, se estima
que el puente que hizo posible el cruce terrestre a lo que luego sería la
isla de Tierra del Fuego estuvo disponible hacia 13.000 a 10.500 años
AP. Sin embargo, no hay que confundir y equiparar a estos “habitantes
tempranos” con las naciones fuegopatagónicas mencionadas en el párrafo
anterior.

Un tema que ha preocupado a los investigadores ha sido la obsesión por


poner sobre el mapa cartográfico los límites territoriales de las naciones
fuegopatagónicas. Sin embargo, ninguno se ha cuestionado el encuadre
cartográfico y por ende la tendencia ha sido el incrustamiento y acomodo
de las naciones fuegopatagónicas en un encuadre cartográfico Norte-Sur.
En nuestro caso, se ha producido una plantilla geográfica fuegopatagónica
y en ella se ha insertado el nombre de las lenguas en vez del nombre de
la “etnia”. Además, se ha esquivado la definición de límites rígidos entre
éstas.

Ahora bien, los primeros intentos de clasificar y distribuir a las “etnias”


con rótulos sobre el mapa cartográfico proceden del trabajo del misionero
Falkner (1774). Sin embargo, en estos primeros trabajos los posibles
límites entre las “etnias” no eran dibujados de manera rígida sino más
bien de manera sugerente. Ya entrado el siglo XX, las posibles áreas
se convirtieron en el “mapa etnográfico”, en límites físicos precisos y
cerrados, dibujados con una línea continua y acompañados a veces con
achurados y/o con colores, cual mapa indicando colonias británicas,
holandesas, francesas, etc. Ahora bien, el límite “septentrional” o “norte”
siempre ha sido, si es que ha existido como tal, difuso y a veces antojadizo.
Esto aplica con mayor notoriedad para los colectivos ecuestres. Se ha
impuesto con presteza que el límite “norte” de los aonikenks es el río
Santa Cruz, específicamente su orilla “sur”. Es decir, éstos habitan, en
un lectura norte-sur, entre dicha orilla y la orilla “norte” del Hasterr/
estrecho de Magallanes. Sin embargo, para nuestro estudio caminero,
el río Santa Cruz no presenta un límite o frontera. De hecho, era un río
vadeable para los nativos desde antes que se estableciera la factoría en la
isla Pavón (1859) y se dispusiera, desde entonces, de una chalupa para su
cruce. Así, nuestra área de estudio para esta parte de la tesis, no se define
al buscar un límite “norte” o “septentrional” sino que más bien se basa
en el hallazgo de un “umbral caminero”. De esta manera, el valle del río
Chico de Santa Cruz, como se conoce, deviene en nuestro mal llamado
“límite norte”.389

Como ha quedado demostrado, los señalados límites territoriales distan


de ser rígidos, fijos o estáticos. Varias investigaciones han desmontado
dicha idea. El transporte de la obsidiana negra y verde desde los fiordos
hacia las llanuras patagónicas es una prueba de ello. Recientemente, el
hallazgo de un instrumento musical en el litoral del Hasterr/estrecho
de Magallanes confeccionado en tiempos históricos, develaría la
conexión entre pedestres fueguinos, canoeros magallánicos y ecuestres
389 Los investigadores, en su afán clasifi
clasificatorio,
catorio, han vacilado en la creación de “parcialidades
étnicas” y de “homogenización étnica” para todas estas naciones, diferenciadas, principalmente,
por un área geográfica, aspectos físicos y lingüísticos. La contraparte ha sido homogeneizar a la
población, invisibilizando diversidades, así como se ha hecho con el exónimo “Tehuelche” con
el cual agrupan distintos grupos nativos.
154
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

patagónicos390.

Desde el punto de vista de la lengua, como quedó demostrado a principios


del siglo XX, los aonikenks y onas pertenecen al grupo linguístico
denominado “chon”391. Los canoeros kawéskar y yaganes tienen una raíz
idiomática distinta.

Si bien los desplazamientos de los canoeros son por el mar, es sabido


que usaban pasos terrestres o paso de porteos o de arrastres. En los
mapas cartográficos producidos a comienzos del siglo XX, estos pasos
fueron indicados como “caminos de los indios”. En nuestros términos
geográficos, estos “pasos” son istmos y serán revisados en detalle en el
desarrollo del capítulo dos.

Como se verá más adelante, todas estas naciones empleaban nombres


para denominar lo que para nosotros serían “accidentes geográficos”.
Se dispone de una buena cantidad de icnotipos onas, aush, yagan y
aonikenk. Estos últimos son los que más han perdurado en el territorio
debido principalmente a que las estancias ganaderas los absorbieron o
jalonaron como nombres particulares. En Tierra del Fuego, ninguna de
las primeras estancias recogió alguna denominación ona. Esto refleja
claramente el grado de violencia de la colonización blanca en la isla,
la cual no dio lugar a un espacio diplomático entre nativos y foráneos,
algo que en algún momento si se dió en la orilla patagónica de Hasterr/
estrecho de Magallanes. Lamentablemente, de los nombres empleados
por los kawéskar es muy poco lo que se sabe. Hasterr, por ahora, está casi
despoblado de registros icnotípicos en lengua kawéskar.

Ahora bien, es preciso señalar algunos antecedentes demográficos de la


población nativa para el arco temporal que abarcamos. Esto es importante
para poder dimensionar la “carga de ocupación” del territorio y los
rastros camineros. Hay que recordar que el territorio en estudio tiene,
en Patagonia, aproximadamente 550 kilómetros de longitud (Hasterr/
Mowaish) por unos 300 kilómetros de ancho (Atlántico/campos de hielo
Sur) y en Tierra del Fuego unos 300 kilómetros de longitud (Onashaga/
Hasterr) por unos 190 kilómetros de ancho (Najmish/Hasterr). Hay que
advertir que estás cifras, todas discutibles, son estimaciones realizadas
por foráneos que estuvieron de paso por el territorio. Ninguna cifra
numérica, hasta donde se sabe, correspondió a un estudio sistemático de
la población nativa. Por ende, siempre existirá una distancia, difícil de
medir, entre lo que se registró y lo que había.

Para efecto de este trabajo sólo se indicarán las cifras estimadas para fines
del siglo XIX. Es de dominio público que la población nativa fue diezmada
violentamente una vez que se intersectó con la población blanca. A partir
de entonces, enfermedades contagiosas (entre ellas: viruela, sífilis,
sarampión), tráfico de alcohol, abusos sexuales y cacerías humanas fueron
las principales causas de muerte de la población nativa. Los principales
sujetos responsables fueron los mineros, cazadores de pinnípedos y
390 Díaz, R. (2018). La Tierra del Fuego se apaga: réquiem para fl
flauta
auta sola. Diagonal: An
Ibero-American Music Review, 3(2), 44-79
391 Lehman-Nitsche, R. (1913). El grupo lingüístico Tshon de los territorios magallánicos.
Revista del Museo de La Plata, Vol. (22), 217-276
155
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

ganaderos. En este contexto, los arqueros fueguinos onas fueron los


únicos que guerrearon con los foráneos que invadieron su territorio. Por
ende, las cifras poblacionales, a partir de las últimas décadas del siglo XIX
y las primeras del siglo XX, tuvieron un notorio descenso.

Para la población de arqueros y porteadoras fueguinas se estima para


1899 una cifra de 738 personas. Esta cifra considera la población
confinada en las misiones salesianas (La Candelaría y San Rafael). El
desglose de la cifra es el siguiente: 250 onas en los bosques fueguinos,
20 en la estepa, 163 en la misión La Candelaria y aproximadamente unos
350 en la misión de San Rafael de Arcangel ubicada en la isla Dawson.
Algunas investigaciones afirman que para 1898 la mayoría de los onas que
habitaban la estepa fueguina invadida por Chile se encontraban, tras ser
deportados y despojados, en la misión salesiana en la isla Dawson.392 Ya
en 1919, Gusinde contaba a 279 onas en Tierra del Fuego. Se ha estimado
que la población en la isla previo al arribo del hombre blanco (1881)
difícilmente podía haber superado las 1.500 personas393, aunque también
se ha estimado una población de 3.500 a 4000 personas394.

Respecto a la nación yagan, en 1902 su población se estimaba en 100


personas. Esta cifra fue señalada, en su diario de viaje aún inédito, por
el antropólogo Lehman Nistche. La información fue proporcionada por
Lucas Bridges y se basaba en yaganes que residían o frecuentaban, por
entonces, Ukatush/Puerto Harberton, Shamakush/Puerto Remolino,
isla Bertrand, Ualla/isla Navarino y Usin/Hoste (bahía Tekenica). De
manera previa al establecimiento del poblado estatal de Ushuaia, que
trajo consigo el fatal sarampión, las estimaciones de la población yagan
era de alrededor de 1000 a 1500.

Respecto a los kawéskar, existen a partir de 1832 distintas estimaciones


en cuanto a su población. La mayoría de las estimaciones fueron
realizadas desde las cubiertas de las embarcaciones. Desde el arranque de
la misión salesiana en la isla Dawson (1889), una población importante
de kawéskar fue deportada a dicho enclave cristiano o de “salvación”. Así,
para los kawéskar se ha estimado una población, para fines del siglo XIX,
de 500 a 800 personas395. Gusinde lanzó la cifra de 6.000 personas para
un momento previo al arribo del hombre blanco al territorio kawéskar. Ya
en 1923, Gusinde, a partir de su experiencia en Puerto Ramírez, estimaba
en 250 a la población de canoeros magallánicos.

En cuanto a la población aoneka para fines del siglo XIX, se ha estimado


que esta no superaría a las 600 personas396. Hay que advertir que
las estimaciones fueron realizadas principalmente por viajeros que
atravesaron el territorio durante los meses de primavera-verano, es decir
en época de dispersión de la población nativa. Por ello, no es de extrañar
el caso de Julius Beerbohm, quien recorrió un tramo superior a 200
392 García-Moro, C. (1992). Reconstrucción del proceso de extinción de los selknam a través
de los registros misionales. Anales del Instituto de la Patagonia, vol. 21, 33-46, p. 41.
393 Op. cit.
394 Gusinde, M. (1990). Los indios de la Tierra del Fuego. Los selknam. Tomo primero, Vol.
II. Buenos Aires: Centro Argentino de Antropología Americana
395 Martinic, M. (2004). Archipiélago Patagónico. La última frontera. Punta Arenas:
Universidad de Magallanes. pp. 66-67
396 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes, p. 140.
156
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kilómetros sin encontrar a nativo alguno (entre río Santa Cruz-Ciake). Lo


mismo aplica para el caso del militar chileno Diego Dublé Almeida, quien
en el verano de 1879 hizo el mismo tramo.

Una idea y aproximación de la población aoneka entre Hasterr/estrecho


de Magallanes y el río Santa Cruz-río Chico se puede obtener al desmontar
el relato de George Musters. El inglés, quien emprendió su viaje en el
mes de abril de 1869, se interceptó con seis nativos en el río Gallegos,
entre ellos Sam Slick y el doctor fueguino Enrique. Luego, en el río Coy,
estimó en 40 nativos a un grupo que salió a su paso. Antes de llegar al
río Santa Cruz se interceptó, sin entregar una cifra, con algunos nativos
(entre ellos Platero y Reina María) además de una caravana de mujeres.
Una vez vadeado el río Santa Cruz, se dirigió al paradero nativo ubicado
en el río Chico, donde según lo anotado por Musters se desprende que la
población podría bordear las 50 personas397. A partir de lo que registró
Musters, podríamos exponer que, en abril de 1869, la población nativa
entre Hasterr/estrecho de Magallanes y el río Chico (450 kilómetros
aproximadamente) no superaría las doscientas personas. Para 1912, en la
reserva indígena de “Camusu aike”, creada en 1898, se contabilizaba una
población nativa de 259 personas.

CAPÍTULO 7
Icnotipia fuegopatagónica
Los registros alfabéticos en lenguas de las primeras naciones son
elementos fundamentales para aproximarnos al territorio de las naciones.
Estos registros cargan con preguntas históricas y territoriales, y resultan,
al mismo tiempo, fundamentales para comprensión de la caminería
previa a la invasión (estatal, y ovino-vacuna).

A continuación, se realizará una breve historización de los registros


alfabéticos en las lenguas de las primeras naciones fuegopatagónicas,
empleando la icnotipia (de ikhnos, rastro, huella) como herramienta para
colectar registros dispersos en distintas fuentes y formatos gráficos (cinco
en total): textos, cartografía, dibujo, fotografía y video aéreo.

La icnotipia conecta registros alfabéticos relativos al territorio


fuegopatagónico, con la performance que incita a la caza o la pesca, con el
cerco de emboscada que se organiza en una vega pastosa, en una laguna
o entre la playa y el acantilado (y sus bordes). También con las trampas
para cazar aves en humedales o en árboles, con los corrales de pesca, las
canchas deportivas y el espacio que se forma durante la comunicación
mediante señales de columnas de humo (176-176.3).

Definimos icnotipia como la tarea de relacionar las variaciones de los


registros alfabéticos con las acciones colectivas que diseñan territorios
transitorios o estaciones. Para establecer estas relaciones reprodujimos
397 Muster anotó; “18 fornidos tehuelches, con un numero proporcionado de mujeres y
criaturas”. Muster, G (1964 [1871]). Vida entre los patagones. Un año de excursiones por
tierras poco frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires:
Solar/Hatcher. (introducción de Rey Balmaceda).
157
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

una serie de emboscadas, canchas de juego, señalética mediante humo,


trampas para animales y pasos de porteo de canoas. Las ordenamos en
diecisiete láminas (187-199).

En lo que sigue, el estudio se centrará específicamente en los registros en


lenguas de las primeras naciones.

Los registros alfabéticos se inician en el siglo XVI, junto con el tráfico


de embarcaciones (a vela y luego a vapor) por archipiélagos y fiordos.
Sin embargo, los primeros registros en el hinterland -o extensa área de
bosques y pampas- sucede a partir de la década de 1830. En el hinterland
de la Isla Grande de Tierra del Fuego, los registros en lenguas nativas
relativos al territorio ocurren recién a partir de la década de 1900
(exceptuando el borde litoral de Onashaga/canal Beagle).

La principal explicación de esta diferencia la encontramos en la casi


inexistente diplomacia entre invasores y nativos en la isla. Mientras, en
el continente, la nación aonekenk se vuelve una guía fundamental para
los invasores, en la isla sucede una guerra de exterminio y deportación
producida por buscadores de oro, criadores de ovino y misioneros,
respaldados con un precaria policía chilena y argentina.

Desde el tratado relativo al comercio y libre tránsito firmado por


dirigentes aonekos con el Fuerte Bulnes en 1847, la nación aonek’enk fue
fundamental para la economía de la colonia de Punta Arenas. También
para el “nuevo” conocimiento geográfico del territorio.

En Tierra del Fuego, en cambio, los campos de las primeras naciones


fueron expropiados formalmente en el Tratado de límites de 1881 antes
de ser invadidos (1885-1890).398 Dicho tratado dividió la isla en el mapa:
una mitad para el gobierno de Buenos Aires y otra para el de Santiago de
Chile.

Como se verá, los registros alfabéticos relativos al territorio fueguino se


concentran principalmente en la región boscosa y montañosa de la isla,
considerada como el principal refugio de los nativos tras la invasión de la
región esteparia por la minería aurífera y la ganadería ovina. La región
esteparia, como es sabido, fue la más apetecida por los estancieros, por
presentar los mejores campos y pastos para el pastoreo ovino. Hacia
1900, y a ambos lados del alambre fronterizo, en dicha región ya pastaban
miles de ovejas, se habían levantados los primeros galpones y comenzado
a cercarse los campos. Sin embargo, la resistencia nativa no cesaba. Ya
instalada las principales estancias de las Sociedad Explotadora de Tierra
del Fuego, los onas seguían en la primera línea. En 1896, en la bahía
Inútil, el marino Waldo Becerra fue testigo de una emboscada nativa que
concluyó con un miembro de su expedición abatido por las flechas de los
arqueros parrika (llaneros)399. Tan solo un año antes, y hacia la misma
bahía Inútil, habían sido arreados, embarcados y deportados a Punta
398 Donoso, A. (1906). Demarcación de la línea de frontera en la parte sur del territorio:
trabajos de la Quinta Subcomisión Chilena de Límites con la República Argentina, con una
introducción de Luis Risopatron. Santiago: Imprenta Cervantes
399 Becerra, W. (1898). En la Tierra del Fuego. Exploración al país de los Onas-la bahía Inútil.
Revista de Marina. Vol. 25
158
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Arenas ciento sesenta y cinco onas. Por otro lado, las misiones salesianas
ya operaban en el territorio “San Rafael” en isla Dawson (1889) y “La
Candelaria” en Tierra del Fuego (1893) y, además, comenzaban a reclutar
a los primeros nativos capturados por empleados de las estancias.

En el lado chileno de la isla no hallamos ningún registro alfabético en


lengua ona, al menos en el mapa. Algunos autores como Beauvoir y
Molina, ambos salesianos, registraron algunos nombres de lugares en lo
que sería el lado chileno, pero ninguno pasó a la cartografía oficial. Así,
la totalidad de los registros alfabéticos ona en cartografía se ubica en
territorio argentino.

Cabe agregar lo raro de la ocurrencia de registros alfabéticos territoriales


ona en las expediciones invasoras. Por ejemplo, Ramón Serrano, tras su
viaje de dos meses por la isla en el verano de 1879, no aportó ninguno400.
Thomas Bridges tampoco anota. Lo mismo aconteció con el sueco Otto
Nordenkjöld, quien realizó entre 1895-1897 distintas excursiones por
la isla dejando escritos, fotografías y mapas. Otro caso sería el capitán
británico Richard Crawshay y autor del libro “Bird´s of Tierra del Fuego”
(1907), quien recorrió la isla en 1904 junto a un ona quien le sirvió de
guía401. Por último, cabe mencionar al artista norteamericano Rockwell
Kent, quien estuvo en Cami en 1923402 y al geógrafo finlandés Väinö Auer,
quien recorrió Tierra del Fuego entre 1928-1929403. Ambos estuvieron
con nativos, Kent en Cami y Auer en la estancia “Vicuña” (Chile) y en
la estancia “Los Cerros” (Argentina). Tanto el norteamericano como el
finlandés no registran icnotipos en lengua ona, ni en sus textos ni en sus
mapas.

7.1. Icnotipia dispersa en textos

Por dispersión nos referimos a menciones circunstanciales de nombres de


accidentes geográficos generalmente insertos en diarios de viaje. Algunos
fueron traspasados a mapas y/o a listas de nombres y otros simplemente
no clasificaron a ninguna de las posibilidades documentales mencionadas.

En este contexto, se puede citar el caso de Ramón Lista, quien en su viaje


por la isla a fines de 1886 anotó en su diario y mapa de la expedición un
monte (ubicado en la península Mitre) que registra como Karken. Tras
revisar el diario de viaje se desprende que el nativo aush que lo guiaba le
proporcionó el nombre. Este icnotipo no fue posteriormente considerado
en textos ni en mapas404.

A principios de la década de 1900, desembarcaron en la costa atlántica


de Tierra del Fuego nuevos investigadores, científicos, agrimensores y
antropólogos, ya no tanto para “descubrir” -etapa ya dada por concluida405-
400 Serrano, R. (1880). Diario de la escursion a la isla grande de Tierra del Fuego durante los
meses de enero i febrero de 1879. Anuario Hidrográfico de la Armada de Chile, Vol. 29, pp.
151-211
401 Crawshay, R. (1907). The birds of the Tierra del Fuego. London: Bernard Quaritch
402 Kent, R. (1924). Voyaging Southward from the Straits of Magellan. New York: Halcyon
House
403 Auer, V. (1929). Tulimaata Tutkimassa. Otava: Helsinki
404 Lista, R. (1887). Viaje al país de los Onas. Tierra del Fuego. Buenos Aires: Establecimiento
tipográfico de Alberto Núñez
405 Bascopé, J. (2009). De la exploración a la explotación. Tres notas sobre la colonización
159
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

sino para inventariar espacios y cuerpos. En efecto, la presencia del


trinomio agrimensor-naturalista-antropólogo era habitual dentro de la
práctica expedicionaria.

En este contexto cabe mencionar la excursión efectuada entre marzo


y abril de 1902 lidera por el “naturalista y viajero de Ministerio de
Agricultura”406 Eduardo Holmberg. También integraba el grupo el director
de la Sección de Antropología del Museo de La Plata Roberto Lehman-
Nitsche, cuyo interés de participar en el viaje era ampliar su Vocabulario
Õõna que llevaba a cabo hace algunos años407, además de un naturalista
y un ingeniero encargado de realizar un levantamiento topográfico del
territorio que se recorrería. Los detalles del viaje fueron publicados en
1906 en el libro “Viaje al interior de Tierra del Fuego”.

Durante el mes de marzo, Holmberg y el grupo nortino efectuaron una


excursión que desde, el destacamento policial Río Fuego (instalado
en 1897), pretendía llegar hasta Cami/lago Fagnano. En el mismo
destacamento policial engancharon como baqueano al ona Pedro
Covasovich. Los excursionistas recorrieron a caballo alrededor de
cincuenta kilómetros, cruzando cerros, ríos, bosques, praderas, pantanos
y observando rastros (pisadas y fuegos) de onas que los acechaban. En
su libro, Holmberg hace mención a un sólo icnotipo en lengua ona y da a
entender que lo obtiene de un mapa y no de la boca del guía nativo. Así,
al llegar a un cuerpo de agua, Holmberg escribió: “es el lago Ch´eépel,
llamado Cheepelmej en algunos mapas [...]”408.

Por otro lado, Lehman-Nitsche, en su diario de viaje aún inédito409, también


refirió a un sólo icnotipo durante la excursión a Cami/lago Fagnano.
Durante su trabajo lingüistico en la misión salesiana “La Candelaria” no
registró ninguno. El funcionario del museo de La Plata se refirió a Cami tal
como Lucas Bridges lo hizo un año antes en un manuscrito recientemente
desclasificado410. Al respecto el antropólogo anotó: “25.III.1902 [...] en el
fondo delante de los cerros altos se ve la superficie de un lago, ¿el Cami?”,
y: “27.III.1902 [...] Sin embargo partimos a nuestro último intento de
seguir la ruta para llegar al C’ami” 411. Queda instalada la duda de cómo
el antropólogo obtuvo esa denominación, pues de antemano ya la sabía,
y también porqué con dos días de diferencia modificó la escritura de la
palabra.

Otros icnotipos fueron anotados por Carlos Gallardo, quien estuvo


en Tierra del Fuego a principios de 1904 junto al naturalista Roberto
de la Patagonia Austral. Nuevo mundo Mundos Nuevos. [En línea], Coloquios, Puesto en
línea el 06 julio 2009, consultado el 11 junio 2020. URL : http://journals.openedition.org/
nuevomundo/56645 ; DOI : https://doi.org/10.4000/nuevomundo.56645
406 Así se le presenta en la portada del libro.
407 Malvestitti, M. (2014). Palabras selknam. El vocabulario oona recopilado por Roberto
Lehman-Nitsche. Magallania, Vol. 42(2), 69-89
Se empleaba en la Sección de Antropología del Museo de la Plata. P. 14 (ana maria garay)
408 Holmberg, E. (1906). Viaje al interior de Tierra del Fuego. Buenos Aires: Anales del
ministerio de Agricultura, p. 83.
409 Agradezco a Joaquín Bascopé el acceso al diario, el que se encuentra aún en proceso de
traducción y edición.
410 Manuscritos enviados por Esteban Lucas Bridges a Bartolomé Mitre, en; Bascopé, J.
(2018). En un área de tránsito polar. Desde el establecimiento de líneas regulares de vapores
por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura de canal de Panamá (1914). Villa
Tehuelches: Co Libris, pp. 609-658. Bridges avistó y visitó Kami en marzo de 1898.
411 Diario inédito en traducción
160
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Dabbene, el fotógrafo J. Ojeda y el británico Williams Barclay. Tras el


viaje, Gallardo publicó en 1910 el libro “Los Onas”, libro polémico en
cuanto a la verdadera autoría tanto de la información expuesta como de
las fotografías412. Cabe señalar que, a diferencia del texto de Holmberg,
Gallardo no narra el texto del libro a modo de un diario de viaje, sino que
lo organiza por temática.

En un pasaje del libro, Gallardo se refiere brevemente a la “terminología


geográfica ona”, exponiendo que “es también rica debiendo atribuirlo a
la costumbre de poner nombres á muchísimos de los sitios que visita. Así
es como las montañas y las altas lomas son bien conocidas por ellos y
sirve de base para bautizar á muchos lagos y ríos”, [...] “Como ejemplo de
nombres citaré: Lago Fagnano, el más grande y hermoso de la Tierra del
Fuego, llamado Kame, nombre propio sin significado. Otro lago también
con nombre propio, se llama: Yegüin. Pero, también podemos citar el
lago: Hantu choo, nombre tomado de Hantu�montaña de uno 500 pies
de altura. Choo�agua. Es decir: agua de Hantu ó Lago Hantu” 413

Según Gallardo, los nativos de las planicies (que los denomina del “norte”)
dan nombre propio a cada paraje, mientras que los nativos de los bosques
(que los denomina del “sur”) designan a un paraje con el nombre de
alguna montaña “vecina”. Por otro lado, expone que “Los pasos de los ríos
llevan también el nombre de las montañas, bosques ú otros accidentes del
terreno”414. En este mismo contexto advierte que un mismo curso de agua
(río, arroyo, chorrillo) puede tener distintos nombres según el paraje que
vaya cruzando.

Si bien Gallardo reconoce en su libro que pudo “[...] conocer mucho del
idioma ona debido á la bondadosa cooperación que me presentó el señor
Lucas Bridges que lo ha aprendido entre aquellos salvajes”415, es muy
probable que el mismo Bridges, como se verá más adelante, haya sido su
informante en cuanto a la “terminología geográfica ona”. Es sabido que la
denominación “Cami” o, como anota Gallardo, “Kame”, fue justamente
anotada por Bridges en 1900.

Casi a una década de instalada la primera misión de los curas salesianos


en la Tierra del Fuego (La Candelaria, 1893), el proyecto evangelizador-
civilizador comenzó a agrietarse. Prueba de ello fue la práctica de la misión
volante o nómade, la cual atentaba contra el principio de comunidad
“aislada y sedentaria” a la que apelaba el proyecto salesiano416. Ante
la escasez de nativos residentes en la Misión, el cura Giovanni Zenone
primero optó por salir a buscarlos y luego instalarse donde ellos habitaban
mediante pequeñas sucursales. En este contexto, Giovanni Zenone,
Santiago Dalmasso, Giovanni Ferrando, Antonio Fagnano y los nativos
Gabriel, Francisco, Felipe 2º, Guillermo y José realizaron en febrero de
1906 una excursión que se prolongó por diez días y que tuvo la misión de
La Canderia como punto de inicio y fin. El objetivo era la “atracción de

412 Gallardo, C. (1910). Los Onas. Buenos Aires: Cabaut � Cia.


413 Op. cit. p. 388-389
414 Op.cit. p. 390
415 Op. cit. p. 364
416 Bascopé, J. (2009) Desvíos salesianos. La expedición de 1906 y los misioneros volantes.
Magallania, Vol. 38(2), 249-259, p. 250.
161
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

nuevos sujetos a la misión”417, los cuales, ante la invasión ovina-vacuna,


se habían desplazado hacia la región boscosa y turbosa de la isla. Si bien
resulta difícil establecer el itinerario preciso que realizaron, se entiende, a
modo general, que recorrieron la región comprendida entre el río Grande
y las nacientes del río de las Turbas para luego retornar tangente a la
frontera argentina-chilena. En todo el relato del viaje, Zenone anotó un
sólo icnotipo que hace referencia a un lago rodeado de bosque y montaña,
posiblemente el lago Deseado418. Zenone anotó: “no se sabe si hay camino
hasta el lago Coj-elz (mar dulce) por eso pusimos campamento en el
monte cerca de la laguna cerrada”419, y luego “[...] Después de la misa,
el P. Zenone, Antonio Fagnano, Dalmasso y 4 indios van de a pié a ver el
lago Coj-elz. Es bastante grande; corre de Sur a Norte; de la parte norte
nace el Río Grande”. Tal denominación a un supuesto lago nos remite al
manuscrito elaborado por Bridges en 1900, cuando indicó “large lake in
the interior” como la traducción de “ein cepelmus terren cokilgi”, donde
cokilgi podría ser otra escritura de coj-elz.

El sacerdote y etnógrafo Martín Gusinde, quien desarrollo una influyente


y abultada obra sobre las primeras naciones (ona, aush, yagan, kawéskar),
nos entrega algunos icnotipos ona y aush. Cabe agregar que la obra
de Gusinde es el resultado de tres viajes efectuados a la isla durante
algunos meses, entre los años 1918 y 1923420. Respecto al conocimiento
geográfico nativo, Gusinde indicó: “Variadas circunstancias inducen
al indígena a ampliar grandemente la utilidad de su exacto y fidedigno
conocimiento del lugar, asignando a tal fin un nombre propio a todos
y cada uno de los lugares de su tierra. Y en verdad, cada paraje, colina,
arroyo y peñasco, cada pradera, lago, sierra y pantano, cada depresión
y cada pampa se ven así provistas de una denominación inequívoca. En
cualquier sitio donde uno se encuentre, se entera de boca del indígena de
la específica denominación geográfica del lugar. Su formación y su origen
se remontan hasta la era mitológica; pues todas las formaciones naturales
mencionadas fueron otrora antepasados, y, como tales, también tenían su
nombre propio, que, en su mayoría de los casos, conservaron inalterado
hasta la actualidad”421

Luego Gusinde expone un caso para graficar lo que comentaba en el


párrafo anterior: “Durante una excursión desde el Lago Fagnano hasta las
cercanías de Nueva Harberton, un refugio meriodinal para los pastores
de ovejas de la estancia Bridges, pedí a los hombres que me acompañaban
que me nombraran las designaciones geográficas de todos aquellos lugares
y parajes que atravesáramos; allí obtuve una larga lista de nombres, que
es imposible reproducir aquí; yo mismo me sorprendí por la riqueza y
exactitud en la denominación de cada paraje o lugar ?Nota al pie: “Puedo
incluir estos nombres propios mas tarde en el vocabulario de la lengua
selknam, aunque entonces lamentablemente no resalta con claridad la
inmensa riqueza que ostenta”?”422.

417 Op. cit. 257


418 Op. cit.
419 Op. cit.
420 Gusinde, M. (2015 [1968]). Expedición a la Tierra del Fuego. Universitaria: Santiago
421 Gusinde, M. (1990). Los indios de la Tierra del Fuego. Los selknam. Tomo primero, Vol.
II. Buenos Aires: Centro Argentino de Antropología Americana, p. 1088
422 Op. cit. 1089
162
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Ahora bien, hasta donde se sabe Gusinde no publicó ningún “vocabulario”


ona y aush. Ningún texto o mapa que compile las designaciones
geográficas de todos aquellos lugares. No hay que descartar que dicho
material, en caso de existir, no haya sido aún desclasificado. Se sabe
de la existencia un mapa inédito (o muy poco conocido) elaborado por
Gusinde, el cual encuadra la isla Navarino y sus alrededores, entre ellos la
costa fueguina de Onasahaga. El mapa registra una variedad de icnotipos
yaganes relativos a las costas (puntas, cabos, bahías, canales).

A pesar de no haber publicado la lista de nombres propios de lugares que


colectó, Gusinde utiliza algunos de ellos para ejemplificar ciertos temas.
Así, por ejemplo, cuando explica la relación de tiempo y distancia en el
caminar de los nativos, expuso: “Cuando el sol está en su punto máximo
(-o- cuando el sol de pone), llegaremos a Tólwen (un pequeño paraje en
la orilla sur del Lago Fagnano)”, “Al pie del Kosakonh (una colina al norte
del Kami) en Hanims (una pradera vecina al lago), etcétera.” 423

Gusinde elaboró y publicó un mapa, en el cual indicó los límites,


localización y nombre de las unidades territoriales en las cuales los
arqueros fueguinos dividirían la isla. A estas unidades los identificó como
“Haruwen” y a cada uno lo individualizó con un nombre que refería a
un linaje (175.1). Los Haruwen propuestos por Gusinde han sido objeto
de controversia específicamente porque el autor no expuso, al menos
en su obra editada, la forma a través de la cual obtuvo la información:
nombre de su(s) informante(s), nombre de los Haruwen, cantidades
y sus límites424. Algunos investigadores han intentado hacer calzar los
límites de los “Haruwen” sobre mapas actuales. A primera vista resulta
interesante ver como las líneas coinciden con cursos de ríos y bordes de
cuerpos de aguas (lagunas y lagos), así también llama la atención ver
líneas que no tienen asidero alguno. Al ver los calces “perfectos” entre
límites de “Haruwen” y accidentes geográficos, queda la sensación de que
el nativo tenía un conocimiento profundo del territorio. Sin embargo,
existe un punto importante y que Gusinde nunca expuso. Durante sus
viajes por Tierra del Fuego, el cura del Verbo Divino, además de toda la
parafernalia de artefactos necesarios que transportaba para registrar a los
nativos (fonógrafo, cámara fotográfica, cuadernos, etc.), llevaba consigo
el Mapa de Chile de 1910 en un formato plegable425, específicamente las
Hojas que encuadraban su área de estudio426. Como se sabe, este Mapa
era el más completo para su época, sobre todo en cuanto a la hidrografía
fueguina. En él se había vertido la información capturada durante los
trabajos efectuados por las Comisiones de Límites (1894-1895) y la
Oficina de Mensura de Tierras durante sus campañas (1907-1909)427.
De esta observación se puede entender lo orgánico de los límites de los
“Haruwen” así como también su contexto de elicitación, pues el marco
ya estaba rígido (Norte-Sur) y sólo había que hacer calzar las piezas.
Hasta ahora, ningún autor había reparado en este detalle, lo cual sin duda
sumará un nuevo antecedente para la controversia de los Haruwen.
423 Op. cit.
424 Prieto, A. (2011). Arquería de la Tierra del Fuego. Santiago: Cuarto Propio
425 Sin embargo, este antecedente nunca lo menciona. Gusinde, M. (2015 [1968]). Expedición
a la Tierra del Fuego. Universitaria: Santiago.
426 El Mapa de Chile fue publicado en formato de Atlas, compuesto por X hojas, las cuales se
podían adquirir por separadas.
427 concentradas en la región esteparia de la isla
163
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

A pesar de que Gusinde indica que obtuvo una lista larga de nombres,
en su mapa no figura ninguno. De hecho, insertó los “Haruwen” sobre
un mapa cuyos nombres geográficos (principalmente ríos) registran la
colonización de la isla (175.1). La ausencia de icnotipos en el mapa de
Gusinde resulta curioso si se considera, siguiendo a Anne Chapman, que:
“Los límites del territorio eran bien conocidos por los vecinos y aun por
gente que vivía lejos. Casi todos los accidentes topográficos, lagos, ríos,
cerros, montes, llanuras etc. tenían nombres. Estas toponimias eran,
en cierto sentido, las que marcaban la extensión y los contornos de los
territorios, pues no usaban mojones”428. Cabe recordar que Chapman,
quien realizó sus trabajos de campo en la isla en la década de 1960, sostuvo
que la cantidad de “Haruwen” propuesta por Gusinde (treinta y nueve)
eran incorrectas. Ella estimaba, a partir de sus informantes, en ochenta
y dos los “Haruwen”, divididos entre onas, aush y canoeros kawésqar.429

En 1948, Lucas Bridges, el primer hombre blanco nacido en la Tierra del


Fuego, publicó “Uttermost part of the earth”, sus memorias. Esta obra es
de consulta imprescindible para el conocimiento de las primeras naciones
fueguinas. Lucas Bridges, hijo del fundador de la misión de Ooshooia,
nació en 1874 y permaneció en Tierra del Fuego hasta 1914, cuando se
alistó para combatir en la guerra europea de 1914-1918. Como es sabido,
la relación y grado de cercanía entre Bridges y los nativos fue excepcional
e inédita. Reflejo de ello es la variedad de icnotipos que Lanushwaiwa
(apodo con el cual los nativos yaganes identificaban a Lucas Bridges)
registra en sus memorias. No se trata de una lista sino de registros en
un mapa que sitúa geográficamente las memorias. Aproximadamente
son treinta y cinco icnotipos relativos a distintos tipos de cerros, bosques,
pampas, lagunas, sierras, lagos, ríos y acantilados. Estos icnotipos se
despliegan a lo largo de un camino que Lanushwaiwa, junto a un colectivo
ona, habilitaron en 1900, siguiendo la ruta Ukatush-Kami-Najmishk-
Shaikush. Entre 1896 y 1914, Lanushwaiwa registro icnotipos en idioma
ona y en aush.

En 1896, Lanushwaiwa (Lucas Bridges) compuso un vocabulario y frases


trilingüe, ona / inglés / castellano, con 330 entradas, anotadas en alfabeto
Ellis. El vocabulario incluye 35 icnotipos. Catorce de ellos aparecen
agrupados como “diferentes recreos entre Cabo Inés y Río Grande”. Otros,
como Ceen / misión Río Grande, o Cilʃ tɋrʃ / Casa del Sr. Menéndez Río
Grande, plantean referencias históricas y políticas, además de geográficas
y lingüísticas. Por último, se consideran los registros ɷ́ɛken / he who
drives the guanaco, ɷ́pen / he who waits for the guanaco, iciʃ keʃ ti ɑk
/ Where has the track reached, junto a ocho orientaciones de transporte
compuestas con la expresión chen / caminar, como parte de las entradas
icnotípicas que incluye el vocabulario. El documento se encontraba hasta
hace poco clasificado en el archivo histórico del museo de La Plata.

Entre los co-autores ona de los registros de Lanushwaiwa figuran las


mujeres Kohpen (bilingüe, aush-ona, esposa de Kaushel) y los varones
Kaushel, Ahnikin, Halimink, Kankoat (hijo de Saklhbarra), Talimeoat,

428 Chapman, A. (2012). Fin de un mundo. Los selknam de Tierra del Fuego. Santiago:
Pehuén, p.117
429 Prieto, A. (2011). Arquería de la Tierra del Fuego. Santiago: Cuarto Propio. p. 43
164
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Kaichi. Entre sus consultantes aush, identificamos a Yoiyimmi y


Saklhbarra (madre e hija).

En 1901, Lanushwaiwa envió a Bartolomé Mitre este trabajo colectivo, en


forma de un nuevo vocabulario y frases, con 931 entradas, también anotado
en Ellis. En este nuevo vocabulario omite y repite algunos icnotipos del
manuscrito de 1896. Entre los icnotipos que se repiten está “cami” (the
lake Fagnano)430. También incluyó frases camineras que serán revisadas
más adelante. Lanushwaiwa avistó y visitó “cami” por primera vez en
1898431, sin más referencia que la entregada a él por los aush: “Además
me informaron que en la tierra de los onas había un gran lago tan largo
y tan ancho como el canal Beagle, aunque pocos de ellos lo conocían”432.
Es muy probable que algunos icnotipos que figuran con anterioridad a la
publicación de las memorias de Lanushwaiwa, hayan sido aportados por
él a otros autores433. Por ejemplo, la laguna “okelkash”, que figura en el
mapa de Lanushwaiwa y en un Mapa de Tierras publicado en 1925. Más
adelante se detallará lo expuesto con un ejemplo, específicamente cuando
revisemos el libro “Romancero del topónimo fueguino” del salesiano Juan
Belza.

7.2. Icnotipia en cartografías

¿En que momento se comenzó a incluir registros alfabéticos en lenguas


nativas en los mapas de la Tierra del Fuego?

En esta sección se revisarán mapas producidos y publicados por los


estados argentino y chileno, así como por particulares, específicamente
exploradores, científicos y estancieros. Con el objetivo de tener un
panorama más amplio de la relación cartografía y registros alfabéticos en
lenguas de las primeras naciones fueguinas, se extenderá el arco temporal
de estudio, establecido en 1910, hasta la década de 1970.

Los mapas que se revisarán fueron producidos por la Comisión Chilena de


Límites, la Oficina de Mensura de Tierras de Chile, la Dirección General de
Tierras Nacional de Argentina, el explorador italiano y salesiano Alberto
María De Agostini, el antropólogo alemán y sacerdote Martín Gusinde, el
estanciero fueguino Lanushwaiwa y el Instituto Geográfico Nacional de
Argentina.

Cabe adelantar que, a excepción de Lanushwaiwa, ninguno de los autores


de los mapas que serán revisados hace referencia en sus textos a los
430 Bascopé, J. (2018). En un área de tránsito polar. Desde el establecimiento de líneas
regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura de canal de
Panamá (1914). Villa Tehuelches: Co Libris, p. 636
431 Junto a sus dos hermanos y con dos nativos (Slim Jim y Minkiyolh).
432 Bridges, L. (1952). El último confin de la tierra. Buenos Aires: Emecé, p. 197 Como
sabemos, la Quinta Subcomisión de Límites en el verano de 1895 realizó la demarcación
limítrofe en el lago y luego paralizó los trabajos de levantamiento y medición debido a una
emboscada realizada por los nativos a sus campamentos. Entonces, la Subcomisión se trasladó
vía marítima desde el seno Almirantazgo hasta Ushuaia para fijar el último hito. Si bien “Cami”
ya había sido navegado y recorrido por las Subcomisiones, resulta extraño el hecho de que
para Bridges en 1898 este cuerpo de agua era aún todo un enigma. Esta situación refleja
claramente la circulación y difusión de la información hacia y en la metrópoli por sobre la
región. ¿Cuántos de los trabajos publicados por científicos, exploradores (memorias, informes,
mapas), presentados en los círculos científicos de Santiago y Buenos Aires llegaron a mano de
los habitantes de Tierra del Fuego?
433 Fue un informante para varios investigadores.
165
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

icnotipos que anota en el mapa. Esto dificulta la posibilidad de rastrear


el origen, obtención y antecedentes de cada registro. Por otro lado, cabe
señalar que en los mapas que serán analizados, no figura ningún icnotipo
en el lado chileno de la isla.

De modo general, la mayoría de los icnotipos en los mapas se ubican en


los alrededores de la cabecera oriental de Kami (lago Fagnano). Es sabido
de antemano que en dicho paraje se instaló una sucursal de la misión
salesiana (dirigida por el coadjuntor salesiano Santiago Dalmasso), que
además era parte del camino que comunicaba Ukatush (puerto Harberton-
Onashaga-Ushuaia) con Najmishk (costa atlántica). Cabe recordar que
dicho camino, de unos cien kilómetros, fue trazado y construido en 1900
por un colectivo ona y Lanushwaiwa.

Se sabe de la existencia de mapas elaborados por agrimensores que


efectuaron distintas mensuras en la sección argentina de la isla entre
1890-1900434. Sin embargo, no se ha podido acceder a ellos. No
descartamos que éstos puedan incluir registros en lenguas nativas. La
duda queda instalada cuando Holmberg escribe, a propósito de un cuerpo
lacustre avistado en 1902,: “es el lago Ch’eépel, llamado Cheepelmej en
algunos mapas [...]”435. Este lago lo reencontramos recién en un mapa de
1917. Posiblemente fue anotado por Lanushwaiwa en 1900 e indicado al
agrimensor Carlos Siewert hacia 1902436.

Los mapas en cuestión son los siguientes:

1) “Tierra del Fuego” (1906) Comisión Chilena de Límites. (1:250.000)

Este mapa forma parte del atlas “Mapas de la rejion andina” y encuadra el
territorio comprendido entre el río Grande y Onashaga (canal Beagle). El
centro geométrico de la hoja del mapa es la línea fronteriza. Incluyó siete
registros en lengua ona principalmente asociados a la cabecera este de
Cami/lago Fagnano. Estos son:

río Ajej, cerro Cashun, cerro Carhashcho, cerro Cheken, cerro


Heohopen, río Hennenshiki, cerro Jeepen.

2) “Mapa de Chile ejecutado por orden de S.E. el presidente de la República


Sr. D. Pedro Montt.” (1911). Oficina de Mensura de Tierras (1:500.000).
Cuarterón: 53º-55ºS/65º30´-71ºO.

Este Mapa-Atlas fue el más actualizado en su época. Su influencia se


prolongó hasta la primera mitad del siglo XX. En cuanto a la icnotipia,
incluyó exactamente los mismos registros que el mapa anterior437. Tiene,
sin embargo, la excepcionalidad de incluir Kami por primera vez en
mapas oficiales. En efecto, sobre dicho largo se indicó: “lago Fagnano o
434 Belza, J. (1978). Romancero del topónimo fueguino. Buenos Aires: Centro de
investigaciones históricas, p. 149.
435 Holmberg, E. (1906). Viaje al interior de Tierra del Fuego. Buenos Aires: Anales del
ministerio de Agricultura, p. 83.
436 Ver mas adelante.
437 Esto resulta obvio ya que ambos mapas fueron confeccionados por la misma ofi oficina
cina y
profesionales. La actualización del Mapa de Chile de 1910 para el encuadre de Tierra del Fuego
se llevó a cabo principalmente en la región esteparia de la isla, específicamente el lado chileno,
donde la Oficina de Mensura de Tierras realizó mediciones entre 1907-1909.
166
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Cami”. En adelante en ningún mapa oficial se indicará la denominación


Cami o Kami para este lago.

3) “Territorio de Tierra del Fuego. Republica Argentina” (1917) Ministerio


del Interior. Dirección General de Tierras Nacionales. Sección registro
gráfico. (1:200.000).

Este mapa, de grandes dimensiones, es uno de los primeros -si es que


no lo es- que representa la topografía, los ambientes y la división predial
(con los nombres de sus respectivos arrendatarios o dueños) del lado
argentino de Tierra del Fuego. Además, incluye la red caminera y tendido
telegráfico. Se incluyeron ocho registros en lengua ona:

-Rio Ajej, cerro Aupen, río Chappel, lago Chéepelmuth, río Ewan, río
Henenshiki, lago Jhuin, río Lastfashaj, laguna Okelkask, cerro Spion
Kopf, roca Tuckmay.

En este mapa se observa un camino que conecta Kami y Ukatush-Onashaga


con los siguientes hitos: Cº Aupen, río Henenshiki, Cº Chechen y el Cº
Spion kopf. Al comparar los registros de este mapa con el anterior (1906),
además de incluir nuevos icnotipos y excluir otros precedentes (Jeepen,
Cashun, Carhashcho), se identifican algunas diferencias gráficas en los
registros: Henenshiki por Hennenshiki (1906), Aupen por Heohopen
(1906). Este mapa servirá como plantilla y como marco para el siguiente
mapa que será comentado

4) “Dirección General de Tierras. Territorio Nacional de Tierra del Fuego.


Plano demostrativo del estado de la Tierra”. 1925 (1:300.000)

El objetivo del mapa es dar cuenta de la división predial del lado


argentino de Tierra del Fuego. En ese sentido, es muy similar en cuanto a
la información que incluye en el mapa anterior. En cuanto a la geografía
física del territorio, sólo consideró cursos de aguas, lagos y lagunas. No hay
datos orográficos y, además, se omiten los lagos “Jhuin” y “Chéepelmuth”.
El mapa incluye tres registros en lengua ona, ya registrados en el mapa
de 1917: laguna “Okelkash”, río “Ewans” y lag. “Schepelmesch”. Respecto
a este último, cabe señalar que se refiere al lago “Chéepelmuth” y lo
considera sólo como nombre, sin representar la figura y contorno del lago.

Cuatro años después, en 1929, se publicó el mapa Territorio Nacional de


Tierra del Fuego438. Tiene características similares al mapa de 1925 en
cuanto a información (ríos, lagunas, lagos, caminos, tendido telegráfico,
etc.), con la diferencia que representó con colores la condición de los lotes
de tierra. En cuanto a la icnotipia, mantuvo los mismos registros; laguna
“Okelkash”, río “Ewans”, lag. “Schepelmesch”.

6) “Tierra del Fuego”. Según las exploraciones y los estudios efectuados


por Alberto M. De Agostini 1910-1918. 1929 (1:1.000.000).

Este mapa forma parte del libro “Mis viajes a la Tierra del Fuego” del
explorador salesiano Alberto María De Agostini, publicado en 1929. Se
438 Propiedad de Enrique del Castillo. 1929. (1:300.000).
167
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

advierte inmediatamente que utilizó el mapa de Chile de 1910 como


base. El cura-geógrafo-explorador viajó por la isla durante los veranos
de 1910-1913 y luego entre 1922-1923. Se concentró en alcanzar cumbres
y bautizarlas con nombres cristianos. Al menos en sus textos editados
y en la sección que aborda a “los fueguinos” no hace mención alguna a
registros territoriales en lengua ona. En el mapa, sin embargo, se incluyen
los siguientes icnotipos, todos cercanos a Kami;

Cerro Aklekoi, monte Carhashcho, lago Cepelmasc, monte Cheken,


cerro Kasem, río Henenshiki, monte Hewhuepen, monte Jeepen,
río Lasifashaj. monte Tulué

A diferencia del Mapa de Chile de 1910 y el Mapa de Tierra del Fuego


de 1917, en el mapa de Agostini se incluyen los registros “Aklekoi”,
“Tulué” y “Kasem”. Propuso la escritura Hewhuepen para el mismo
cerro identificado en los mapas anteriores como Aupen y Heohopen,
Cheken para Chechen, así como Cepelmasc para el lago identificado como
Chéepelmuth.

En una edición posterior, Agostini publicó un mapa similar en cual


incorporó la laguna Antuk, el lago Yehuin y modificó la escritura de lago
Cepelmasc a Chepelmut.

8) “Magallanesgebiet und Feuerland” 1937.439

El siguiente mapa fue incluido en la obra de Martín Gusinde “Los


Yámana”, versión alemana, publicado en 1937. Como se ha indicado, tras
estudiar a los nativos fuegopatagónicos entre 1918-1924 (divididos en
cuatro expediciones) Gusinde produjo una influyente obra etnográfica, la
cual se materializó en textos, fotografías y archivo sonoro.

Tal como se expone en el borde derecho superior del mapa, éste tuvo como
base al Mapa de Chile de 1910 y el mapa “Tierra del Fuego” de Alberto
María De Agostini comentado arriba.

Suponemos que el mapa no tiene otro objetivo que mostrar una mirada
hegemónica del territorio, pues los estudios de Gusinde no se observan
en ninguna medida. En este sentido, lo único que agrega Gusinde son
los lagos Blanco, Chico y Lynch, sobre los cuales denuncia en uno de sus
informes que el Mapa de Chile de 1910 no lo había incluido.

Respecto de registros en lengua ona, se incluyen siete y ninguno que no


apareciera en los mapas ya comentados. Éstos fueron:

monte Akelkwoi, monte Carhashcho, lago Cepelmasc, monte


Cheken, monte Heuwepen, río Larsiparchacy monte Tulué.

439 El título completo de la cartografía es; “Unter Benutzu der Karte der Oficina
Oficina de Mensura de
Tierras de Chile, der Karte Tierra del Fuego “von De Agostini und der Karte 547 des Deutschen
Reichsmarineamtes, sowui auf Grund eigener Forschungen, von Martin Gusinde bearbeitet
von Karl Streit. 1:500.000. (Map of Magallanes and Tierra del Fuego área from “Die Yamana”
By Martin Gusinde. Glogau. 1937)
168
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Cabe señalar las variaciones gráficas que introducen estos icnotipos


respecto de registros previos: “Aklekoi” por “Akelkwoi” y “Hewhuepen”
por “Heuwepen”. Por otro lado, se mantuvo la primera escritura indicada
en el primer mapa de Agostini para el lago Chepelmut: “Cepelmasc”.

9) “Ona-Land” 1948

Las memorias de Lanushwaiwa, comentadas más arriba, incluyen un


interesante mapa para encuadrar el Ona-Land o país ona. Hasta donde
se sabe es el único mapa donde Lanushwaiwa ubicó e insertó registros
en lengua ona, en alfabeto romano en vez de en alfabeto Ellis como en
sus vocabularios y frasearios. En sus memorias, Lanushwaiwa no realiza
ningún comentario en cuanto a la producción del mapa. Sí menciona, en
cambio, gran parte de los icnotipos incluidos en el mapa en el texto de las
memorias. Los icnotipos ona son treinta y dos y se asocian a ríos, lagos,
lagunas, cerros, sierras, rocas. Éstos fueron:

cerro Aklek goöiyin, cerro Awul, río Chappel, lago Cheepelmuth, rio
Ewan, lago Hyewhin, cerro No Kake, cerro Chaák, cerro Kashim,
, cerro Goljeohrrh, lago Halilk, lago Hantu, lago Heulsha, cerro
Heuhupen, río Hushan, lago Kami cerro K-Jeëpenohrrh, cerro
K- Wheipenohrrh, , cerro Kaäpelht, río Lasifharshaj, lago
Okelkask, sierra shilan , Najmishk, Shaikush, cresta Shaikrk,
lago Shaipoöt, sierra Shimkai, cerro Spion Kop, cerro Smaikrn
cerro Tijnolsh y roca Tukmai

Lanushwaiwa se desentendió del Mapa de Chile de 1910, del mapa de


Agostini y el de Gusinde, publicados con anterioridad. Dudamos si acaso
los conocía. Pero, en un acto político, desplazó el nombre “Fagnano” por
“Kami”, aunque dejó entre paréntesis el nombre cristiano. Además de los
icnotipos ona, el mapa incluyó los límites prediales por entonces actuales
y pasados de la familia Bridges de la estancia Viamonte, además del
camino entre Ukatush (puerto Harberton) y el océano Atlántico abierto
en 1900, por el propio Lanushwaiwa y una cuadrilla ona.

Cabe reiterar que Lanushwaiwa permaneció en Tierra del Fuego hasta


1914. Por lo tanto, es dable suponer que sus registros en lengua ona
no sucedieron con posterioridad a esta fecha. Llama la atención que
Lanushwaiwa no haya apuntado ningún icnotipo para las montañas
aledañas a Kami, como sí lo hizo en cambio el Mapa de Chile de 1910
y Agostini en 1929. Es muy probable que Bridges nunca haya visto
dichos mapas, pues difícilmente circulaban por la región. También
existe la posibilidad de que algunos de esos registros hayan surgido con
posterioridad a la partida de Lanushwaiwa de la isla.

10) Cartas del Instituto Geográfico Militar. Ejército Argentino, 1972


(1:500.000)

En 1972, el Instituto Geográfico Militar argentino publicó nuevas cartas


topográficas. Como se indica en el borde superior derecho, la compilación
de información se realizó en 1970. El encuadre de Tierra del Fuego

169
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

se realizó en tres cartas: Río Grande, Ushuaia y Isla de los Estados.


Justamente en las dos últimas se incluyeron icnotipos ona.

Ushuaia (Hoja 5569):

Sierra Apen, cerro Alchater, cerro Atukoyak, lago Chepelmut, cerro


Chenen, cerro Chi-ien, cerro Co Uep, loma Cuej-Ca cerro Hinjo,
cerro Houlte-kuoien, sierra Inju Gooiyin, cerro Houshteinque-
Kuoien, río Larsiparsahk, cerro Nemenatlaia, cerro Shair
Ain, cerro Kuoien Tesh, cerro Schenolsh, cerro Taarsh, cerro
Kooholjsh, cerro Or Jain y lago Yehuin

Isla de los Estados (Hoja 5566-5563):

cerro Aklekoyen, río Capel, laguna de Chaipot, cerro Chechen,


laguna de Hantuk, cerro Jeepen, cerro Kashem, cerro Knokeke,
cerro Nahuin y cerro Torn.

Resulta interesante la cantidad de icnotipos nuevos que aparecen, en total


dieciocho y todos vinculados a nombres orográficos tales como cerros,
lomas y sierras. Cabe indicar que gran parte de estos nuevos registros se
ubican entre el lago “Yehuin”, “Cami”, la línea fronteriza y el río Grande,
una comarca para la cual no se habían registrado icnotipos. Éstos son:

Cerro Alchater, cerro Atukoyak, cerro Chenen, cerro Chi-ien, cerro Co


Uep, loma Cuej-Ca cerro Hinjo, cerro Houlte-kuoien, sierra Inju
Gooiyin, cerro Houshteinque-Kuoien, cerro Kuoien Tesh, cerro
Nemenatlaia, cerro Kashem, cerro Knokeke, cerro Kooholjsh,
cerro Nahuin, cerro Or Jain, cerro Schenolsh, cerro Taarsh y
cerro Torn.

Por otro lado, cabe señalar tres aspectos en cuanto a estos icnotipos.
Primero, la obliteración del río Henenshiki por río Valdez; luego, el
cambio de la escritura de cerro Aklekoi por Aklekoyen y del río Chappel
por río Capel y, finalmente, el desconocimiento del contexto de obtención
de los registros.

7.3. Construcción del lugar indígena o toponimia

El sacerdote salesiano Beauvoir, en su diccionario publicado en 1901,


incluyó una breve lista con diez nombres de lugares bajo el título
“nombres propios de parajes”. La casi totalidad de los parajes pertenecen
a accidentes geográficos de la costa fueguina (cabos y bahías)440.
Cabe agregar que, en este listado de parajes, el salesiano incluyó las
denominaciones “Karukinka” para Tierra del Fuego y “Hatetily” para el
estrecho de Magallanes.

En 1915, Beauvoir publicó una actualización y ampliación de su obra


lingüística e incluyó nuevamente un conjunto de nombres de lugares.
440 Río Grande, cabo Peñas, cabo Sunday, punta Sinai, bahía san Sebastián, bahía Inútil, lago
Fagnano, isla Dawson, punta Valentín.
170
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Estos registros no se exponen como una lista, sino como parte de un


relato en la sección titulada “Nomenclatura topográfica fueguina (viaje
de circunvalación entorno a la Tierra del Fuego)”. Beauvoir circunnavegó
la isla en una fecha que suponemos posterior a 1901. Desde la cubierta
del barco fue apuntando nombres de bahías, cabos, cerros y ríos. Son
alrededor de cien registros, de los cuales desconocemos su origen, ya que
el misionero no emitió ningún comentario respecto a cómo los obtuvo,
aunque a veces expone: “como creo lo llamaron los indígenas”. Se sabe
que su asistente principal en asuntos lingüísticos ona fue Kalapacta
(“Calafate”), por lo que atribuimos provisoriamente a Kalapacta la co-
autoría.

Los icnotipos anotados por Beauvoir no fueron acompañados con ningún


mapa. Si bien los icnotipos relativos a accidentes costeros como puntas,
bahías y cabos son fáciles de ubicar -ya que Beauvoir los asocia al nombre
cristiano que se impuso en el mapa- no ocurre lo mismo con la orografía.
En este sentido el salesiano es poco riguroso: “Viene enseguida una
serie continuada de cerros de variada elevación que sigue desde Gente
Grande hasta la Bahía Felipe [...] Los cerros principales son: el Shiarren,
el Tawtam, el Laspie, el Tenjewar, el Altr-kuar, el Honaüa, el Teamjanwar
y el Ainwar, cuyos nombres tienen todo su particular significado, según
el modo y la vista con que se presentan”441. Como es sabido, estos cerros
son de poca altura (no superan los 300 msnm) y muy homogéneos en
cuanto a sus perfiles, por lo cual no es fácil individualizarlos y menos aún
desde el mar (distante a unos 60 kilómetros aproximadamente). De los
casi cien icnotipos que anotó el misionero, sólo cuatro registros vienen
con una traducción al castellano. Además, advirtió que un mismo cerro
puede tener más de un nombre dependiendo desde donde se le enfrente o
mire442. Por otro lado, cabe agregar que Beauvoir fue el único que propuso
nombres para las principales bahías de la isla: Jorrka/bahía Inútil,
Jowske/bahía Gente Grande, Urjenwarn/bahía Felipe, Hoshmérr/bahía
Lomas, Atlshamka/bahía San Sebastián.

Del registro de Beauvoir también llama la atención que en su publicación


de 1901 que Cami/lago Fagnano es “Kakinchue’n”, y luego, en 1915, el
registro cambia a “Kakenchow” (lago largo) sin explicación alguna. Un
segundo problema surge con este registro. Se sabe que, para 1902, ya
figuraba el registro “Cami” asociado al lago Fagnano y que incluso éste
fue reconocido en el Mapa de Chile de 1910.

Por otra parte, cabe señalar que el registro alfabético territorial en lengua
ona no representa un interés especial en la lingüística salesiana. Las
anotaciones de Beauvoir son más bien circunstanciales y excepcionales443.
Esto podría deberse a que, desde el comienzo, el proyecto salesiano se
basa en el secuestro y retención de niñas y niños ona confiscados a sus
padres. La misión está desconectada de la geografía e introduce divisiones
441 Beauvoir, G. M. (1915). Los Shelknam. Indígenas de la Tierra del Fuego. Sus tradiciones,
costumbres y lengua. Buenos Aires: Talleres Gráficos de la Compañía General de Fósforos. p.
221.
442 Situación que expuso de igual manera Carlos Gallardo, pero para el caso de los ríos.
Gallardo, C. (1910). Los Onas. Buenos Aires: Cabaut � Cia.
443 Malvestitti, M. (2019). Intervenciones salesianas en torno a la lengua selk`nam:
documentación, codificación y uso en contexto misionero. Pp. 359-388. En; Cerro-Palomino,
R., Ezcurra, R., Zwartjes, O. Linguistica misionera. Aspectos lingüísticos, discursivos,
filológicos y pedagógicos. Lima: Pontificia universidad católica del Perú
171
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

geográficas extrañas, como la división entre onas “del norte” y “del sur”
de Jorrowskol/río Grande, en circunstancias que el río nunca ha sido
reconocido como un límite territorial entre colectivos ona.

En la década de 1970, nuevamente un salesiano se interesó por los registros


alfabéticos en lengua ona relativos al territorio. Se trata del presbítero
Manuel Molina, quien publicó en 1974 un artículo titulado “Toponimia
indígena fueguina” (175.1). Con Molina comienza formalmente en Tierra
del Fuego la especialidad académica de identificar accidentes geográficos
y registros lingüísticos, suponiendo que una identidad indígena comunica
al lugar con el nombre y viceversa. Esta suposición es la que permite
-no sólo en Tierra del Fuego, sino que en otras regiones colonizadas- el
establecimiento de la “toponimia indígena” como campo de estudio.

A diferencia del trabajo publicado por Beauvoir, Molina inicia su


toponimia indicando directamente las distintas fuentes que empleó para
producir los registros. Incluye las traducciones al castellano de todos los
topónimos y un mapa donde los ubica en el espacio. Entre las fuentes
que utiliza, la mayoría corresponden a trabajos escritos producidos por
salesianos que trabajaron en la misión de La Candelaria (1893-c1925),
entre ellos: Maggiorino Borgatello, José María Beauvoir y Giovanni
Zenone. Pero el principal consultante de Molina, y verdadero co-autor
del texto, es Pa:ka, también conocido como “Luis Garibaldi Honte”. Pa:ka
pertence a la nación aush y trabajó en la construcción de caminos en
Tierra del Fuego: “acostumbrado a manipular mapas como sobreestante
de Vialidad elaboró a mi pedido uno de la Tierra del Fuego con todos los
detalles que recordaba. Es el que sirve para estos apuntes”444. Al parecer
las reuniones entre Molina y Pa:ka se llevaron a cabo en la ciudad de Rio
Grande y no realizaron ningún viaje especial al terreno.

Los registros de Pa:ka / Molina se concentran en lo que este último


denomina “Sección norte”. Esta sección, siguiendo el mapa que se incluye
en el texto, abarca aproximadamente desde la orilla sur de la bahía Inútil
hasta el litoral norte de Hasterr/estrecho de Magallanes y a ambos lados
del alambre fronterizo. Según Molina, esta “Sección Norte conserva
una apreciable cantidad de topónimos indígenas debido a la mayor
concentración de la población por las características topográficas de la
región y a la paciente recolección del infatigable misionero P. José María
Beauvoir, quien se sirvió de un informante chonkóiuka de la Bahía Gente
Grande, Kalapacta [...]”445. Respecto al trabajo de Kalapacta/ Beauvoir,
Molina no adhiere a ninguna posición crítica sobre éste.

Molina organizó su trabajo en dos partes. La primera la denominó


“toponimia general” y corresponde casi en su totalidad a registros
de accidentes geográficos costeros. Luego, siguiendo las divisiones
territoriales que dibujó Pa:ka, anota registros en el “interior” de la isla,
según las sietes “parcialidades” que Pa:ka bosquejó. En la “toponimia
general” figuran cuarenta topónimos, mientras que en las parcialidades
444 Pa:ka / Garibaldi Honte, Luis � Molina, Manuel 1974. “Toponimia indígena fueguina”,
Karukinka, nº 8, pp. 2-10, p. 3
445 Op. cit. p. 5. Es importante precisar que, si bien Beauvoir menciona en su trabajo, al que
se ha referido anteriormente, a Kalapacta, no identifica a éste como un informante o fuente de
información para su “Nomenclatura topográfica fueguina” como lo asevera Molina.
172
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

suman en total treinta y cuatro topónimos.


Respecto al mapa, cabe mencionar que es más bien referencial, aunque,
según el autor, empleó como base cartográfica “los mapas 1:200.000 de
Minería y Geología de la Argentina, de 1949”. Se observan las divisiones
territoriales que indicó Pa:ka a partir de su recuerdos, las cuales no
tienen nada que ver con los Haruwen proyectados por Martín Gusinde.
En cuanto a la ubicación de los accidentes “interiores”, resulta difícil,
sino imposible, ubicarlos en una cartografía actual. Al igual que Gusinde,
Molina produjo su toponimia a distancia, sobre un mapa y a partir de los
recuerdos de Pa:ka.

En 1978, otro salesiano continuó la promoción de la “toponimia indígena”


fueguina. Esta vez fue el sacerdote historiador Juan Belza. Su libro,
publicado en Buenos Aires, se tituló “Romancero del Topónimo Fueguino”.
Si bien no es una obra dedicada exclusivamente a los registros alfabéticos
en lenguas nativas, los considera en parte. El libro propone, en realidad,
un homenaje romántico a los nombres cristianos desparramados por la
isla desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX. Al igual que con los
nombres cristianos, Belza colecta registros en lengua ona dispersos en
libros y mapas. Utiliza como fuente de información el trabajo del salesiano
Molina (quien a la vez utiliza a Beauvoir) y a Natalie Prosser Goodall. Esta
última le proporciona los registros alfabéticos de la costa de Onashaga.

Además de las fuentes mencionadas, Belza rescató registros de distintos


mapas, en especial de aquellos realizados por agrimensores a comienzos
del siglo XX. Aquí hay un punto interesante donde es preciso detenerse y
que tiene que ver con el contexto de elicitación del icnotipo. El salesiano
e historiador responsabiliza al agrimensor Carlos Siewert de colectar
y verter en el mapa los siguientes registros geográficos en lengua ona:
Tehú, Scholenhenway, Tuckmay, Schilen, Antuko, Antuli, Schepelmesh.
Esta colecta se habría realizado durante los trabajos efectuados por
Siewert en los alrededores de la estancia “Tercera Argentina” y tuvieron
ocurrencia hacia 1900-1902 aproximadamente. Hay un punto que no
reparó Belza y que nos corresponde a nosotros exponerlo. En el libro “El
último confín de la Tierra” (1948), Lanushwaiwa se refiere justamente al
trabajo de Siewert y a la mensura de su campo recientemente adjudicado,
donde inició la estancia “Viamonte” (1902). Bridges comenta que fue a
buscar a Siewert a Río Grande, lugar donde arribó desde Buenos Aires.
Luego trasladó al agrimensor a la estancia para realizar la mensura. Sin
embargo, Siewert, ya de avanzada edad, se negó a realizar al trabajo por
las dificultades del terreno. Ante la situación y sin querer Lanushwaiwa
perder la oportunidad tan necesaria de medir el campo, tomó la iniciativa
y, junto a un colectivo ona, inició la mensura de su campo, datos que luego
fueron validados por el mismo Siewert446.

Si Siewert no se movió de su puesto, ¿cómo obtuvo los icnotipos que


insertó en su mapa? Si nos quedamos solamente con su mapa, los registros
aparecen por arte de magia. Difícilmente Siewert habrá reconocido que le
446 “Después de trabajar con él algunos días, comprobé que el alemán estaba demasiado
enfermo para poder concluir la tarea que había emprendido. Cuando por segunda vez rodó
con su caballo en los pantanos, se descorazonó completamente. Trémulo de ira y sofocado por
las lágrimas, dijo que era imposible trabajar en aquel horrible país y decidió regresar a Buenos
Aires”. Bridges, L. (1952). El último confín de la tierra. Buenos Aires: Emecé p. 467.
173
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

hicieron su trabajo y, más aun, personas sin los estudios requeridos. En


este contexto, el relato de Lanushwaiwa ayuda a contextualizar la situación
y a explicar el origen de la obtención de los icnotipos, lo cual Belza obvió.
Al respecto, Bridges escribió: “Pasé un verano muy interesante, vagando
por la región con una banda de jóvenes onas solteros, que resultaron los
mejores compañeros imaginables. Nuestro trabajo nunca fue monótono
pues lo alternábamos con cacerías. Por las tardes, siempre que yo no
estuviera en la resolución de problemas relacionados con las mensuras
del día, nos entreteníamos luchando [...] La mensura duró cuatro meses”
y “Sewart ?Siewert? llegó triunfante a Buenos Aires, anotándose un tanto
a su favor”447.

En el “Romancero del topónimo fueguino” evidenciamos una latente


dificultad de colectar icnotipos desde el Mapa. Esta dificultad tiene que
ver con el registro y fecha de aparición del topónimo. Así, por ejemplo, el
historiador salesiano expone sin titubear que el Mapa de Tierra del Fuego
de 1917 tiene por única novedad la aparición del topónimo Ajej para un
río que desemboca en Onashaga. Sin embargo, se sabe que, en un mapa
de 1906, tal río ya figuraba con tal denominación448. Tales errores, por
mínimos que parezcan, advierten del peligro que presenta el mapa, una
especie de trampa en la cual es fácil caer, debido a la cantidad importante
de mapas existentes y a los cuales muchas veces es difícil acceder por
distintos motivos.

En fin, como recuento del “Romancero...”, se identifican aproximadamente


cien icnotipos ona-aush y veinte yaganes, los cuales son expuestos de
manera alternada y como parte de una narración en el texto. Para la
mayoría se proporciona una traducción al castellano. La obra incluyó
un mapa-logotipo de Tierra del Fuego referencial que poco aporta a la
ubicación espacial de los registros alfabéticos. El autor acompañó este
mapa-logotipo con la siguiente explicación: “ubicación aproximada de
los Topónimos Indígenas mencionados en este Romance. Esquema
geográfico sobre toponimia indígena. Solo pretende situar con
aproximación los nombres locativos”449. Por último, cabe agregar como
“novedad” el icnotipo Aiterhuarn asociado al río Azopardo, única vía por
donde desagüa Kami. Sin embargo, no se expone ningún antecedente
sobre la obtención del registro.450

7.4. Icnotipia aoneka

Como anunciamos más arriba, los primeros registros alfabéticos en


lengua aoneka relativos al territorio de esta nación datan de mediados del
siglo XIX. Mayoritariamente, estos registros resultan de la intercepción

447 Bridges, L. (1952). El último confín de la tierra. Buenos Aires: Emecé, pp. 467, 469
448 “El mapa de tierras del año 1917 ofrece pocas novedades. Una es el río Ajej, que ni sé
cuando se convertirá en Pipo [...]” Belza, J. (1978). Romancero del topónimo fueguino. Buenos
Aires: Instituto de investigaciones históricas, p. 215.
449 Belza, J. (1978). Romancero del topónimo fueguino. Buenos Aires: Instituto de
investigaciones históricas. p. 21
450 No se puede dejar de mencionar “Registro de topónimos de Tierra del Fuego, Antártida
e Islas del Atlántico Sur” (2000) “Departamento de Cartografía”, Dirección General de
Planificación y Ordenamiento Territorial, Ministerio de la Producción” aparecen las coordenas
geográficas.

174
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

entre aonekenk e invasores.


El comercio de pieles y plumas, el tráfico de aguardiente y el interés
geopolítico de los estados chileno y argentino (previo al tratado limítrofe
de 1881) son los factores que intensifican la producción de registros
alfabéticos.

Al comienzo, la confusión es general: los expedicionarios no distinguen


entre el informante y el paraje que están refiriendo.

Así, al pasar frente Koikash / paradero de la laguna grande (Outes, 1928),


la expedición de Parker King (1839) registra a sus consultantes como Coig
(“laguna”) y Aighen (“estación, parada”).

Koikash, por otra parte, es un ejemplo de cómo algunos registros se


vuelven “topónimos” tras la invasión del territorio, sin importar quién
ni cómo se producen. Martinic registra Koikash en un apéndice titulado
“Toponimia aónikenk” y señala que fue “recogido” por el misionero
Schmid. Se sabe que este misionero coprodujo registros lingüísticos con
los dirigentes aonek’enk Casimiro y Platero y los hijos de éste último:
Belokon y Mariquita. Pero, al revisar el diario de Schmid, Coicash no
figura. Martinic lo recoge en realidad de una publicación de Outes quien,
afortunadamente, admite en una nota al pie que Coicash no figura en el
viaje de Schmid pero él lo inserta de todas maneras en su viaje porque el
registro se lo comunicó el naturalista Georges Claraz (Outes, 1928a: 311,
nota 5). Outes no explica, sin embargo, por qué habría que aceptarlo si,
hasta donde se sabe, Claraz nunca anduvo en la región. Coicash también
es mencionado por Rey Balmaceda (1964: 78 y 1976: 70) como si fuera
Outes la fuente, eliminando la mediación de Claraz. Se sabe que Claraz se
entrevistó y recibió documentos de Hunziker, compañero de andanzas de
Schmid, en la estación misionera de San Javier / Carmen de Patagones
(Outes, 1928b: 367). Por otra parte, la traducción al castellano de Coicash
/ paradero de la laguna grande, sólo figura en Martinic (1995: 354), quien
no precisa cómo la obtuvo. Considerando, en fin, que Outes es uno de los
iniciadores de la “toponimia indígena” a partir de registros alfabéticos en
lengua aoneka, la historia de Coicash nos advierte sobre las creaciones de
autoría y las borraduras de mediaciones que participan en la clasificación
de nombres de lugares indígenas o toponimias, ya sea en forma de lista o
de mapa. Por el momento, hay que retener simplemente que la “toponimia
indígena” es una creación posterior al momento de producción de los
registros alfabéticos que nos ocupan.

Las expediciones invasoras co-producen estos registros junto a baqueanos


nativos, que recorren el territorio en calidad de misiones religiosas,
exploraciones estatales y viajes privados. Ninguno tuvo la intención a
priori de colectar “topónimos”.

Se advierte que la operación toponímica, entendida como la identidad entre


nombre y lugar “indígenas”, presentados como unidad de información en
una lista y/o en un mapa, es un trabajo posterior a la colecta lingüística.

175
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

En este contexto, es importante exponer que los icnotipos que


desclasificamos en esta sección fueron incluidos como parte de
narraciones de relatos de viaje o exploraciones y no como parte de un
estudio toponímico del territorio.

Antes de la invasión del territorio aoneko, se realizaron algunas


excursiones terrestres más allá de los bordes litorales de Hasterr/estrecho
de Magallanes y del Atlántico, que contaron con la asistencia de guías
nativos. Sin embargo, a excepción del nombre de un lago, no hallamos
registros lingüísticos del territorio451. De hecho, hasta fines de la década
de 1860, en ningún mapa figura un registro en lengua aoneka para
cañadones, llanuras, valles, depresiones, lagunas, etc. Hasta entonces,
sólo nombres cristianos se anotan en las costas (bahías, cabos, golfos,
puntas) y en los ríos más notables (Gallegos, Coy, Santa Cruz, Chico) y en
uno que otro cerro que servía como hito o referencia para la navegación
(como las cumbres de San Gregorio, montes Aymond, León, Observación,
Tigre, Dinero o Frías).

Pero, desde mediados del siglo XIX y hasta 1885, la mayoría de las
expediciones ofrecen registros lingüísticos que orientan respecto al
transporte y traslado de las primeras naciones fuegopatagónicas. Después
de esta fecha, como se verá, la intercepción de población nativa fue más
escasa, ya sea que porque efectivamente no hubo intercepciones o bien
por que fueron omitidos en los textos.

Se ha identificado que, con anterioridad al tratado de 1881, los guías


aonekos tenían una relevancia en las narrativas de los exploradores.
Posteriormente, este protagonismo retrocede en los textos, adquiriendo
el nativo el rol de peón además de consultante lingüístico. La geografía
nativa comienza, a partir de esta fecha, a archivarse en los mapas y
bibliografías de los invasores.

Al igual que en Tierra del Fuego, no todos los misioneros, viajeros y


exploradores dejan icnotipos o registros lingüísticos relativos al traslado
o transporte de las primeras naciones. Esto vale tanto para textos
como para mapas publicados. Sin embargo, la mayoría dejó registro
de intercepciones con alguna colectividad nativa. En algunos casos los
icnotipos son indicados en el texto de la expedición, pero no en el mapa.
En otros, al revés.

Por otro lado, es sabido también que sus libros publicados no fueron una
transcripción directa de sus libretas, apuntes o diarios de viaje. Estos
fueron textos editados, en los cuales puede haber tanto omisiones como
registros lingüísticos agregados con posterioridad al viaje.

Algunos registros no son consecuencia de interacciones con población


aoneka, sino con traficantes de pieles y plumas que, a menudo, oficiaron de
baqueanos de las expediciones. En alguna medida, y de manera indirecta,
algunos de éstos “pampistas” -como se les solía identificar- fueron
responsables del registro toponímico nativo. También cabe mencionar a
otros hombres que sirvieron de guías y que vivían entre aonek’enk, los
451 Este corresponde al lago Capar, registro realizado por el español Antonio Viedma en 1782.
176
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

“civilizados aindiados”452 como se los identifica, que también podrían ser


fuente de registros lingüísticos del territorio aoneko.

Los registros lingüísticos del país aoneko tienen su auge entre fines de
la década de 1870 y durante la primera mitad de la década de 1880. En
este contexto, se advierte que, en los mapas producidos por las primeras
expediciones científicas-militares, realizadas entre 1877-1883, existe un
interés por registrar la geografía en idioma aoneko. Así se evitaba, por
lo demás, el espacio en blanco que por entonces dominaba en el mapa
oficial.

Los registros alfabéticos aonekos relativos al territorio se fueron


traspasando de mapa en mapa por casi una década. A partir de 1897
aparecen los primeros mapas que indican la división predial del territorio
en ambos lados del alambre fronterizo. En adelante, se volverán raros los
registros alfabéticos nuevos.

A partir de la instalación de la estancia ganadera y la división predial del


territorio, los icnotipos disminuyen y el territorio se escribe con nombres
cristianos, dados por estancieros y agrimensores. Por otro lado, con la
instalación de las estancias, el icnotipo es capturado y encapsulado
cambiando radicalmente de sentido. Así, desconectado de la geografía
de traslados donde tiene sentido, el icnotipo se vuelve un “topónimo
indígena”. Se lo inserta en la cuadrícula de la división predial y pasa a
adornar, como un vestigio del pasado, la tierra que se apropian los colonos
asistidos por los estados nacionales. En algunos casos, se inventan
topónimos indígenas para bautizar estancias453

7.5. Desclasificación de tres toponimias

Los primeros estudios específicamente “toponímicos” para nuestra área de


estudio datan de mediados del siglo XX. En esta sección se desclasificarán
tres de ellos.

Describiendo la estructura y contenido de estos estudios se irán


desclasificando también los registros alfabéticos del lugar indígena o
aborigen referidos en mapas toponímicos y colectas bibliográficas de
topónimos. Definimos esta tarea como la icnotipia.

Las toponimias indígenas que se desclasificarán emplean la plantilla


geográfica norte-sur. Emplean incluso las fronteras provinciales y
regionales para ordenar el material toponímico colectado. Replican
mediante topónimos indígenas la geografía estatonacional.

La plantilla norte-sur funciona, por lo demás, no sólo para mapas y


bibliografía con “toponimia indígena”. Esta plantilla es todavía un marco
de comunicación para diversos estudios sobre la región (históricos,

452 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al


A.S.S.EE. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino
453 Por ejemplo, las estancias: Ruben Aike, Palermo Aike, Mendi Aike, Nibepo Aike, Tamel
Aike.
177
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

sociológicos, arqueológicos, lingüísticos, geográficos, biológicos, por


mencionar algunos campos de investigación).

Al respecto, la icnotipia advierte la dependencia entre la toponimia


indígena y el encuadre sureño (tanto cartográfico como bibliográfico). A
continuación, se dejará a la vista el lugar indígena que crea el topónimo
en mapas y bibliografías, relacionando los registros alfabéticos en lenguas
de las primeras naciones clasificados como topónimos con la geografía
fuegopatagónica en sus distintos soportes: dibujo, imagen aérea, mapa y
fotografía.

Se verá que la austeridad casi matemática del mapa de la toponimia


indígena es la ruina o la antípoda de la cartografía de los primeros siglos
de la invasión a Fuegopatafonia, la que representó fantásticamente a las
primeras naciones.

La supresión del territorio de las primeras naciones es condición de


posibilidad de cualquier lista o mapa con toponimia indígena. A esta
borradura se agrega la fuente y/o el contexto de obtención de cada
registro alfabético clasificada como toponimia. Sólo a partir de esta
confusión, la toponimia puede suponer una identidad entre nombres y
lugares “indígenas” sobre la cual se crean listas y/o mapas.

Uno de los mayores problemas que presentan los registros alfabéticos


del territorio es la omisión de su contexto de elicitación u obtención de
la información. En este sentido, es normal encontrarse con registros que
aparecen sin explicación alguna en textos y mapas. Lo mismo sucede
en cuanto a su traducción al castellano. Por otra parte, se advierten
variaciones en los caracteres o tipos gráficos que remiten a un mismo
cerro, río, cañadón, paradero, etc. Constatamos, en fin, diferentes
etimologías para un mismo registro.

Así, en vez de asumir de manera automática que un registro alfabético es


un “topónimo”, optamos por una historia crítica de la identificación de
lugares con nombres “indígenas”. Se ha realizado un rastreo de registros
alfabéticos en lenguas nativas, comparando diferentes fuentes y contextos
en el que se producen.

Es sabido que hay registros que persistieron (algunos transformados en


nombres de estancias ganaderas, por ejemplo), otros que desaparecieron
y otros que son teknónimos454 dados por los invasores. Otros parecen
“topónimos indígenas”, pero fueron inventados (ej. Ruben-aike, Nibepo-
aike). Como primera aproximación, se trata de verificar si los registros
alfabéticos en lenguas de las primeras naciones fuegopatagónicas se
relacionan o no con el territorio nativo. Se comenzará revisando los
escasos trabajos disponibles.

Los registros alfabéticos fueron colectados por los invasores del territorio
de las primeras naciones. La mayoría de los colectores de nombres de
lugares estuvieron de paso por el territorio y los menos tuvieron una
permanencia mayor. Se advierte que durante el periodo entre 1870 y 1910
454 Nombre dado tras la muerte.
178
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no hubo nadie que se dedicara a estudiar exclusivamente “toponimia


indígena”. Sí hubo, en cambio, un registro sistemático de las lenguas en
forma de vocabularios, frasearios y diccionarios bilingües. Se observará
que la toponimia es una tarea clasificatoria posterior a la colecta de
registros y se desarrolló junto con trabajos etnológicos que ubican a las
primeras naciones como aborígenes de los nuevos estados nacionales.

Toponimia de la Patagonia

En 1956 el geógrafo autodidacta Leoncio Deodat publicó un breve trabajo


titulado “Toponimia de la Patagonia”455 (175). Deodat presenta aquí los
resultados de una colecta de registros alfabéticos relativos al territorio
entre la cuenca del río Gallegos y la del río Negro456 (una distancia de 1.400
kilómetros en línea recta). En total son setenta y un registros, clasificados
como pertenecientes a la “familia aike” (aike: estación, paradero, de la
raíz chon aik, relativo a la visión).

En primer lugar, Deodat discute el origen, significado y distintas grafías


del sufijo “aike”. Luego presenta su colecta lingüística, la cual ordena no
por orden alfabético sino en una original sucesión de categorías: lagos,
ríos, “veredas” (“Santa Cruz-Punta Arenas”, “Santa cruz-Neuquen”,
“costeando el río Chico”, “en el desvío de río Chubut al Carmen de
Patagones”, “tramo Chubut-Valcheta”), bajo de San Julian, precordillera.
Para los que no logran cuadrarse con alguno de los ítems anteriores, crea
las categorías; “dispersos” y “dudoso”.

En tercer lugar, Deodat aborda la traducción al castellano. Sin embargo,


advierte que de los setenta y un registros colectados sólo para veinticinco
de ellos dispone “una interpretación que los vuelve inteligibles”.

Si bien Deodat no incluye directamente una bibliografía para su trabajo,


en el texto va exponiendo nombres de personajes relacionados a cada
registro alfabético y su respectiva traducción457. Entre sus fuentes
figuran Carlos Ameghino, Carlos Burmeister, Francisco Moreno, Carlos
Moyano, Georges Musters, Ramón Lista, Giovanni Roncagli y Teófilo
Schmid. Para algunas traducciones e interpretaciones, en especial
para el sufijo “aike”, menciona a los investigadores Robert Lehmann-
Nitsche, Tomas Harrington y Federico Escalada. En algunas traducciones
e interpretaciones no queda clara la fuente (fraseario, diccionario,
vocabulario, etc.), entendiéndose por lo tanto que son interpretaciones
propias o de “traducción libre”.

En nuestra área de estudio se sitúan cuarenta y cinco registros alfabéticos


aonekos colectados por Deodat. Para catorce de éstos propone una
interpretación o traducción, a saber: Aonic, Coy, Karr, Karken, Korpen,
Orr, Otiti, Shewen, Tapel, Tar, Pelkek, She, Wakenken y Yotel. Para
algunos registros, el autor ahonda más en cuanto a su interpretación. para
otros es escueto y tajante. Por ejemplo: “Voy a limitarme a recordar como
entiendo a Coy Aike; “paradero Lago”. El nombre mantiene armonía
455 Deodat, L. (1956). Toponimia de la Patagonia. Guía de la Viaje de la Argentina. Zona Sur.
Buenos Aires: Automóvil Club Argentino, pp. 177-191
456 Él indica entre el paralelo 41º y el 52º de latitud sur.
457 Revista de gran difusión y destinada para un público amplio.
179
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

con el aspecto más notable de la hoya hidrográfica a la cual pertenece”.


Otro ejemplo es: “Pelkek. Bajo la forma Pelqueque corresponde a un río
afluente del Coyle. Pelkel o pelque es el hacha. ‘Lugar Hacha’, entonces”.
Para las interpretaciones que no le convencen, prefiere advertirlo y
plantear la interrogante a la espera de nuevos antecedentes. Es el caso de
Wakenken: “[...] será de conveniencia conservar la traducción [paradero
Cenizas], a título de base para futuras discusiones etimológicas”458.

Deodat acompañó la escritura de su trabajo con un mapa titulado


“dispersión geográfica de la familia toponímica aike”. En este mapa,
basado en la plantilla geográfica norte-sur, el autor inserta registros
alfabéticos sobre una trama geográfica hecha de líneas abstractas, como
son la frontera internacional y la división política-administrativa de las
provincias de Santa Cruz y del Chubut. Los registros alfabéticos aonekos
colectados y clasificados por Deodat se limitan, por lo demás, al territorio
“argentino”. Su estudio toponímico se interrumpe en el paralelo 52º y
excluye, de esta manera, las estaciones de invernada aonekenk ubicadas
en los litorales de Hásterr / primera angostura del estrecho de Magallanes.

Deodat señala en el mapa los topónimos mediante puntos negros (sin


anotar el registro alfabético), privilegiando la dispersión visual de éstos.
En el mapa figuran sesenta y dos puntos (aunque Deodat menciona
setenta y uno), de los cuales cuarenta y cinco se ubican en nuestra área de
estudio, distribuidos principalmente entre los ríos Gallegos, Coyl y Chalía.

Cabe consignar, por último, dos observaciones de Deodat, relevantes para


nuestra icnotipia fuegopatagónica. Una es la advertencia en cuanto al
traslado acrítico de registros alfabéticos de un paraje a otro y sus nefastas
consecuencias para el conocimiento de la geografía nativa:

“Es bien conocida la tendencia a dar amplitud al nombre


geográfico indígena, vinculándolo con su comarca aledaña. Esta
propensión tiende a provocar, en algunos casos, extinciones de
nombres primarios al ser trasladados a nuevos parajes, exista o
no afinidad topográfica”459.

Con esto en mente, surge la pregunta de cómo los colectores de registros


alfabéticos referidos a la geografía evitan caer en este tipo de error de
manera sistemática. Es difícil, sin embargo, cotejar información al
respecto, ya que en los registros de Deodat, y de manera general en los
estudios toponímicos, el contexto de elicitación de no queda debidamente
expuesto.

Un segundo aspecto llamativo en el trabajo de Deodat es la propuesta de


“catalogación” de las fuentes de los registros alfabéticos recolectados. Para
Deodat, éstos tendrían un origen antropológico, cosmogónico, ergológico,
faunístico, fitológico, geológico, hidrológico, onomástico y dudoso.460

458 Deodat, L. (1956). Toponimia de la Patagonia. Guía de la Viaje de la Argentina. Zona Sur.
Buenos Aires: Automóvil Club Argentino, pp. 177-191
459 Deodat, L. (1956). Toponimia de la Patagonia. Guía de la Viaje de la Argentina. Zona Sur.
Buenos Aires: Automóvil Club Argentino, pp. 177-191, p. 187
460 Op. cit.
180
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Toponimia indígena de Santa Cruz

El segundo estudio que desclasificamos se titula “Toponimia indígena de


Santa Cruz” y fue publicado por el investigador Mario Echeverría Baleta
en 1982 (175). Desde entonces no ha habido otro similar que se ocupe,
específicamente, de registros alfabéticos en lenguas nativas relativos a
la geografía fuegopatagónica. Los registros colectados por Echeverría
corresponden a las lenguas aoneka y teushen.

La colecta de Echeverría consiste en noventa y dos registros o “topónimos”.


Se presentan como una lista ordenada alfabéticamente y numerada de
forma secuencial. Para cada entrada ofrece una traducción al castellano
y/o una posible explicación sobre su origen.

Respecto a las fuentes de información, el autor las divide en “informantes”


y “bibliografía”, aunque en su listado no precisa a qué informante o
bibliografía corresponde cada uno. En la clasificación de informantes, que
en la icnotipia se consideran co-productores de los registros alfabéticos
aoneko, figuran individualmente los siguientes nombres castellanos:
Andrés Sainol, Marguazo (?), Fernando Yatel, Dora, María y Josefa
Manchado, Agueda Quintillán, Luisa Pascual y Anselmo Fernández. Luego
Echeverría suma a “las familias” Manco, Pocón, Macías, López, Parisi,
Cuaterno y Carminati, como informantes en general. Llama la atención
esta imprecisión ya que las familias aonekas son históricamente extensas
y territorialmente diversas. Los miembros de la familia Carminatti, por
ejemplo, figuran en registros del siglo XX y XXI461 y vienen de la estancia
del dirigente aoneko Chumjaluwün / Mulato.

María y Dora Manchado, Luis Cuaterno y Luisa Pascual son, por otra parte,
co-productoras de un diccionario aoneko462, además de co-productoras de
los registros de Echeverría.

Por la creencia según la cual habría pueblos ágrafos que se comunican


oralmente (y por lo tanto no escriben) se suele excluir a los consultantes
de la co-autoría en las toponimias indígenas. Algo similar sucede en
los diccionarios de lenguas también “indígenas”. Esto se debe a que al
entrevistado o entrevistada es interrogado como un vestigio viviente. No
se le reconoce nación ni territorio.

Cabe agregar que, en su trabajo, Echeverría no indica la utilización de


mapas como fuentes de información.

En la Toponimia indígena de Santa Cruz, se exponen por primera vez


traducciones al castellano para topónimos que anteriormente no las
tenían. Sin embargo, algunas de estas traducciones, aunque novedosas
desde el punto de vista del castellano, no tienen asidero. Tampoco han
sido revisadas de manera crítica por otros autores. A diferencia de la
461 Childs, H. (1997[1936]). El Jimmy, bandido de la Patagonia. Punta Arenas: Universidad
de Magallanes. Rodriguez. M. (2010). De la extinción a la autoafirmación: procesos de
visibilización de la comunidad tehuelche Camusu Aike (Provincia de Santa Cruz, Argentina).
Phd Dissertation in Literatura and CulturalvStudies, Georgetown University. Nota al pie; 242.
462 Fernández Garay, A. (2004). Diccionario Tehuelche-Español Índice Español-Tehuelche.
Leiden: Escuela de Investigación de Estudios Asiaticos, Africanos y Amerindios (CNWS),
Universidad de Leiden, p. 208.
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LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

icnotipia de Deodat, Echeverría no discute las traducciones. En la mayoría


de los casos, simplemente las instala.
El trabajo de Echeverría incluye un mapa toponímico, sin dintorno, que
encuadra la Provincia de Santa Cruz y la divide en los sietes departamentos
que la componen desde el año 1956. Con el contorno geográfico norte-
sur ya dibujado y los departamentos individualizados geométricamente,
el autor va asociando los registros alfabéticos. Cada registro figura en el
mapa con un número cardinal, que permite identificarlo luego en la lista
toponímica que estructura el grueso del texto.

Esta codificación dificulta la comprensión de la geografía de las primeras


naciones. En cambio, la lista y mapa de Echeverría refuerzan la geografía
sureña de los estados nacionales. Antes de iniciar la serie de mapas
toponímicos, leemos: “cada topónimo indígena, es un jalón de la soberanía
nacional”463.

De los registros alfabéticos colectados por Echeverría, sesenta y seis


corresponden a nuestra área de estudio. Éstos se ubican en los actuales
departamentos Güer aike, Corpen aike, Lago Argentino, Río Chico y
Magallanes. La mayor cantidad, un total de veintisiete, se ubican en el
departamento de Guer aike. Lo siguen Corpen aike con catorce, Lago
Argentino con trece, Río Chico con siete y Magallanes con cinco. Ahora
bien, es importante indicar que, en su colecta de registros alfabéticos,
Echeverría incluye algunos que no corresponden ni a la lengua aoneka
ni a la teushen. Se trata de creaciones coloniales a las que se agregó la
raíz aike: “Nibepo aike”, “An aike”, “Mendi aike”, “Domi aike”. En este
contexto, también se aplicaría el caso de “Mulak aike” que según el autor
es la combinación de “mula” y “aike” y por lo tanto “el lugar de las mulas”.
Lo mismo sucede con “Potrok aike”, cuya traducción sería “Paradero de
los potros”. En este panorama encontramos de utilidad y como una pista
importante (para contextualizar su origen), al menos verificar el año en
que el registro alfabético comienza a circular adherido al mapa. Para los
registros Mulak aike y Potrok aike se sabe que figuran en mapas a partir
de 1923.

Toponimia aónikenk

La tercera colecta de registros alfabéticos en lengua aoneka fue publicada


por Mateo Martinic en 1995 (180.1). Al igual que los trabajos anteriores,
Martinic recurre al encuadre norte-sur para distribuir su colecta en el
mapa. Este trabajo destaca, sin embargo, respecto de los anteriores al no
considerar la línea fronteriza estatonacional como límite del estudio.

La colecta de Martinic no corresponde a un trabajo específico sobre el


tema, sino a uno de los tres apéndices documentales incluidos en el libro
Los aónikenk. Historia y Cultura464. El apéndice figura al final del trabajo
con el título “Toponimia Aónikenk”.

En el apéndice los registros figuran en una lista ordenada alfabéticamente


463 Echeverría, M (1982). Toponimia indígena de Santa Cruz. Río Gallegos:s/e. p. 56
464 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes

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y clasificada en dos partes: toponimia en “territorio chileno” y en “territorio


argentino”. Dentro de esta clasificación, los registros se subclasifican en:
“Nombres vernáculos vigentes e históricos” (i.e. Kimiriaike), “toponimia
asociada” (i.e. cerro de los indios) y “toponimia derivada” (i.e. estancia
Pali Aike).

En total, se colectaron cincuenta y tres registros alfabéticos. Una parte


importante de los “nombres vernáculos” incluyen traducción al castellano,
variantes gráficas y, en algunos casos, el nombre del colector del registro.
La colecta de Martinic es principalmente bibliográfica y no registra
nombres de co-productores aoneko de los registros.

La observación que aplica a todas las subclasificaciones de Martinic, es


que todas tienen un lugar en el mapa.

Una novedad en el trabajo de Martinic fue la inclusión de registros


prácticamente desconocidos o que no figuraban en las listas toponímicas
conocidas hasta entonces. En total son once registros.

La mayoría de estos registros fueron colectados por el misionero Giuseppe


Maria Beauvoir tras una excursión realizada en 1889 a los valles del río
Gallegos y río del Coy (Ketenaike, Kaquena, Cangamonvaique, Coñaique,
Huamateaique, Leasque, Matacasque, Othekenaique, sancaique,
Semetaique). El otro fue colectado por el misionero Pedro Renzi en el
valle del río Zurdo (Chej-chej aike).

Respecto de la supresión del territorio aoneko como condición de


posibilidad de cualquier lista o mapa con toponimia indígena, cabe
destacar otros tres aspectos de la colecta de Martinic.

El primero tiene que ver con el registro Namer. Este registro fue colectado
por el misionero Schmid en 1862465 y Martinic lo ha referido en trabajos
previos. Sin justificación, Martinic le agrega a Namer el sufijo aike,
ampliando de este modo la familia clasificatoria creada por Deodat (“la
familia aike”, ver supra). La cuestión se torna más confusa al introducir
el registro Dinamarquero, el cual Martinic señala que es un “nombre
derivado de la corrupción de Nameraik”. En una publicación anterior, sin
embargo, el autor hipotetizaba que Dinamarquero (145.4) se asociaba
a Dinamarca, país de origen de Jorge Schyte, antiguo gobernador de
Magallanes. Por otro lado, Martinic deriva su registro de Schmid y de
Musters, pero éste último no lo registra mientras que el primero lo hace
sin el sufijo aike.

Un segundo aspecto es la ausencia del registro Corriken aiken, colectado


por Hatcher en 1896466 y ubicado en el borde litoral Atlántico entre la
bahía Gallegos y Coy. Resulta extraño que Martinic no lo haya incluido
en su colección, debido a que Hatcher es una fuente importante de

465 Schmid, T. (1964). Misionando por la Patagonia Austral 1858-1865. Uso y costumbre
de los Indios Patagones. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, p. 52 (A. Milciades
Vignati compilador).
466 Hatcher, J. (2005). Cazadores de huesos en la Patagonia. Expediciones de la universidad
de Princetona la Patagonia, marzo 1896-septiembre 1899. Buenos Aires: Zagier � Urruty

183
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

información primaria en Los aónikenk.

Por último, cabe mencionar que Martinic utilizó como fuente de


información el trabajo de Echeverría al menos para la traducción-
interpretación de nueve topónimos. Sin embargo, en sólo uno indica que
utilizó el trabajo Toponimia indígena de Santa Cruz como fuente.

La publicación de Martinic donde se encuentra inserta la “Toponimia


aónikenk” incluye, además, un mapa titulado “País Aonikenk”. El mapa
incluye diecinueve de los cincuenta y tres registros alfabéticos aonekos
recolectados por Martinic.

En este mapa observamos, en primer lugar, la ubicación del registro


“Uajen Aike”, el cual está desplazado casi cien kilómetros de su ubicación
habitualmente aceptada. Sobre este registro, Martinic comenta: “Uajen
aiken: paraje del valle superior del río Coyle (brazo norte) donde acampó
el explorador Juan T. Rogers en 1879, quien recogió el topónimo”. Sin
embargo, Martinic hizo una interpretación errada del texto de Rogers. El
marino chileno escribió: “Se armaron las carpas a orillas de un riachuelo,
afluente también del río Coilé, con el que se junta en Uajen Aiken [...]”.

Como vemos, Rogers no dice que las carpas se armaron en Uajen Aiken
sino en un riachuelo que en Uajen Aike se junta con el río Coy. Cabe
preguntarse cómo se obtuvo este registro aoneko. Creemos que pudo
haber sido proveído a Rogers por el explorador Ramón Lista.

Como vimos más arriba, Lista recorrió el territorio a fines de 1878 y tanto
en el relato de su viaje como en su mapa incluyó el paraje “Uagen Aiken”,
próximo a la desembocadura del río Coy.

Francisco Moreno, un año antes ya había incluido en su mapa el


topónimo Uakengen-aiken en un lugar cercano al señalado por Lista,
y en 1861 Schmid había hecho referencia a este mismo paraje con la
escritura “wakenken” y “kabenben”. La prueba o evidencia de que Lista
le proporcionó el dato a Rogers la encontramos en un párrafo escrito y
publicado por Lista en 1879 (dos años antes de la publicación de Rogers),
donde deja entrever una comunicación entre ambos: “El teniente Rogers,
encargado que fue de la parte geográfica de la expedición chilena que,
durante los meses de noviembre y diciembre [1877], recorrió el territorio
comprendido entre Skyring Water y el lago Viedma [lago Argentino], me
aseguró muy recientemente que las nacientes del río Gallegos quedaban
por 51º 52`de latitud”467. Por último, Martinic no advierte que “Uajen
Aiken” es en realidad una variante gráfica de otro registro que incluye en
su colecta como “Guakenken aike”468.

En tercer lugar, llama la atención que de los once registros colectados por
los misioneros Renzi y Beauvoir incluidos en la toponimia de Martinic,
sólo uno figure en el “País Aónikenk”. Éste corresponde a “Keten Aike” y
el autor lo ubica en la comarca de La Portada (145.2). Conjeturamos que,
467 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 24
468 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes
184
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

ante la dificultad para localizar en el mapa los registros recogidos por los
salesianos, y al no haber otras referencias para ellos, el autor simplemente
prefirió no incluirlos.

Para concluir, conviene hacer hincapié en el confuso universo especulativo


de la toponimia indígena y sus traducciones. Tomamos como ejemplo el
registro anotado inicialmente por Musters como Otiti y que fue incluido
en los tres trabajos revisados. Para este registro existen las siguientes
variantes gráficas: Ottelaique (Roncagli, 1882), Ottilte-aiken (Moyano,
1882), Ottelte (Gobernación de Santa Cruz, 1886), Otitelaik (Burmeister,
1901), Ottel aike (Deodat, 1956), Ototel aike (Echeverría, 1982). Respecto
a su traducción, Deodat plantea que ottel significa ojo y que, por lo tanto,
el registro se asocia al acto de mirar u observar. Para este autor, Ottel
aike se traduce como “mangrullo” (atalaya o torre desde donde se puede
vigilar en terreno) y se condice, según él, con la cualidad del paraje al que
refiere. Echeverría, por su parte, no coteja la traducción propuesta por
Deodat, y plantea que “Ototel aike” significa “Ojos de Agua”. Echeverría
asocia la forma geométrica del órgano visual con una serie de pequeñas
lagunas presentes en el área a la que se asocia el registro. Martinic, en
fin, no agrega nada a esta discusión y toma de manera automática la
propuesta de Echeverría.

7.6. Sobre la icnotipia de las naciones canoeras

La icnotipia de la Tierra del Fuego se halla también en aquellos registros


alfabéticos relativos en la geografía en lengua yagan. El territorio yagan
abarca desde el litoral fueguino de Onashaga (canal Beagle) hasta el cabo
de Hornos. La mayoría de los icnotipos yagan se asocian a bahías. Se
concentran principalmente en el borde litoral fueguino de Onashaga y en
el contorno de la isla Navarino. Por ser más bien una nación marítima que
terrestre, se hará referencia a la icnotipia yagan de manera general.

El registro sistemático de icnotipos yaganes se inició con la instalación de


la misión anglicana en el paraje de Ooshooia en 1869. Para los misioneros,
identificar con nombres propios los parajes donde se concentran los
nativos era importante para la divulgación de su acción evangelizadora.
En la SAMM (South American Missionary Magazine), órgano que
difunde en Inglaterra las actividades anglicanas en la región, se registra
una cantidad importante de icnotipia, con muchas variantes gráficas para
un mismo registro. Sin embargo, los misioneros nunca volcaron sobre un
mapa la ubicación espacial de los registros alfabéticos. Quizás se trató de
una estrategia para no develar la ubicación geográfica de los registros.
En los mapas publicados por los anglicanos, se indican solamente las
estaciones msioneras (Ooshooia, Bayly, Tekenica, Douglas).

Así, los misioneros contribuyeron a perpetuar algunos icnotipos,


previamente apuntados por distintos exploradores (p. ej. yendegaia,
lapataia, onasagan, yagasaga, wulaia, liwaia, etc.). Cabe mencionar el caso
de Giacomo Bove, quien en 1883 publicó dos mapas (“Onasgiaga o Canal
Beagle segun las correciones de la espedicion Austral Argentina” y “Tierra
del Fuoco. Distribuzione delle razze fuegine”) donde hayamos icnotipia
185
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

yagan para las principales islas, canales y bahías (Ueman-asciaga, Lasch-


uf-iosck, Usin, On-asciaga, Iandagaia, Lapataia, Usciiiaia, Ualla, Iagan-
aaciaga, Agaia, Putruaia, Adduuaia, Sciucaiagu, Cippo-aia, Acigami,
Imian).

Después de Bove, los registros alfabéticos yagan relativos al territorio


se retoman casi cuatro décadas después con el trabajo desarrollado por
Martín Gusinde. Como ya se ha comentado, Gusinde enfocó su trabajo
con los yaganes en sus últimas expediciones (1920, 1923). Así como para
el caso de los onas, Gusinde se refirió a la icnotipia yagan en un apartado
titulado “El saber geográfico”. Aquí ofrece varios registros, muchos de ellos
mencionados y extraídos de leyendas yaganes, como el caso de Lasawaia.
Para ninguno de ellos propone alguna traducción al castellano. Gusinde
destaca el agudo conocimiento que el yagan tiene de su territorio469, lo
cual se refleja, según él, en la cantidad importante de “nombres propios”
de lugares. Anota las siguientes denominaciones para accidentes
geográficos; asaga�canal, híka�océano, yíska�isla, roca, yusa�playa,
tulera�montaña, waia grande o pequeña�bahía, Welakir�promontorio.

Cabe señalar que Gusinde tuvo el atino de volcar y ubicar espacialmente en


un mapa los registros colectados: “He registrado en un mapa del territorio
de los yámanas los nombres geográficos más usuales, de los que recogí
mas de 370. La mayoría de ellos son realmente nombres propios, los
restantes son simples descripciones con un vocablo complementario”470.
Si bien la icnotipia de Gusinde es un gran aporte, hay que tener ciertos
resguardos. Esto debido principalmente a que el cura no presenta una
descripción metodológica, lo que instala ciertas dudas, por ejemplo,
sobre si la inserción en el mapa de los registros la hizo desde un punto
fijo o, posteriormente, como trabajo de escritorio. Es sabido que Gusinde
viaja, al menos, con el Mapa de Chile de 1910. También parece extraño
que Gusinde no mencione nada respecto a la icnotipia –especialmente los
nombres de “regiones”- registrada en la SAMM. Cabe recordar aquí las
estrategias textuales de Gusinde para minimizar o invalidar los trabajos
que se habían desarrollado con anterioridad a él, apelando a la falta
de rigor científico y objetividad. En este contexto, cabe mencionar que
algunos registros mencionados por Lanushwaiwa en “Uttermost part...”
como Shucamush/puerto Remolino, Afluruwaia/puerto Toro y Ukatush/
puerto Harberton, Ukukaia/puerto Almirante Brown no coinciden con
los registros Gusinde para esos parajes en su mapa.

Un intento de “rescatar” y poner en valor la icnotipia yagan en la isla


Navarino, en formato de toponimia, fue llevada a cabo por el arquitecto
Álvaro Barros a fines de la década del setenta. El trabajo obtuvo como
469 “Pero lo que mas me sorprende aún es la casi increíble cantidad de denominaciones
geográficas. Aquellas costas que son visitadas a menudo por la familias individuales-ante todo
el cabal Beagle y la Angostura Murray- poseen nombres propios que caracterizan a veces tramos
muy pequeños o un punto único, un pequeño promontorio o una roca mayor, una bahía poco
o muy profunda, una costa playa o acantilada. Cualquier particularidad, por más insignificante
que parezca, se menciona y se le asigna un nombre complementario correspondiente”.
Gusinde, M. (1982). Los indios de Tierra del Fuego. Tomo segundo, volumen III. Cuarta
parte: el mundo espiritual de los yámana. Buenos Aires: Centro Argentino de etnología
america. p. 1432
470 Gusinde, M.(1982). Los indios de Tierra del Fuego. Tomo segundo, volumen III. Cuarta
parte: el mundo espiritual de los yámana. Buenos Aires: Centro Argentino de etnología
america. p. 1432. Agradecemos a Alberto Serrano (director del museo antropológico Martín
Gusinde), el permitirnos acceder a dicho mapa.
186
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

producto el “Mapa de la toponimia primitiva yámana” (1967). Como


se indica en el mapa, los datos fueron proporcionados por distintos
informantes, entre ellos el yagan Felipe Álvarez. Si bien el mapa contiene
nuevos registros, el trabajo no va acompañado por ninguna memoria o
descripción metodológica. De esta manera, se dificulta la veracidad de la
información y más aún cuando no se especifica qué registro aportó cada
informante.

Respecto a la inclusión de la icnotipia yagan en mapas oficiales, cabe


mencionar que ha sido baja. Así, por ejemplo, el mapa de la Comisión
Límites de 1906 incluyó los registros: Lywaia, Acamatail, Waif, Asaskwai,
en la isla Navarino y Yendegaia, Lapataia en Tierra del Fuego. El Mapa
de Chile de 1910, incluye: Leuaia y Wulaia en la isla Navarino, Yendegaia
y Lapataia en Tierra del Fuego y Awaiakir en la isla Hoste (icnotipo
registrado por “La Romache en 1883”). Los mapas que resultaron de
los trabajos de mensura de la isla Navarino en la década de 1930, no
aportaron prácticamente nada en cuanto a icnotipia yagan. Estos mapas
solo conservaron los registros Leuaia y Wulaia471.

En lo que respecta a la icnotipia kawésqar, para nuestra área de estudio es


prácticamente nula. Para la región de Hasterr/estrecho de Magallanes y
los senos de Otway y Skyring no se conoce prácticamente nada. La mayoría
del registro icnotípico se concentra en isla Wellington. Sin embargo, la
data de este registro es de fecha reciente (2011) y ha sido consecuencia de
un trabajo mancomunado entre investigadores/académicos y kawésqar
que residen en Puerto Edén472.

CAPÍTULO 8
Indicios camineros

8.1. La trashumancia en el territorio

La estacionalidad del territorio: veranadas e invernadas

La estacionalidad del territorio es sin duda una característica clave para


comprender la caminería de las primeras naciones fuegopatagónicas.
Para introducir y graficar la estacionalidad del territorio se recurrirá a una
serie de imágenes obtenidas desde Worldview de la NASA (178-178.3).
Esta herramienta, a partir del año 2000, entrega imágenes satelitales
diarias del planeta tierra.

Desde el año 2000 hasta el año 2019 se ha capturado una serie de imágenes
del territorio fuegopatagónico en estación de otoño-primavera. Si bien
estas fechas distan casi un siglo del arco temporal de esta investigación,
teniendo además presente que las condiciones climáticas han variado
471 García-Oteiza, S. (2016). Mensura de la isla Navarino 1929-1930. Magallania, 44(1), 267-
286
472 Aguilera, O, Tonko, José. (2011). Guía etnográfica del parque nacional Bernardo
Ohiggins. Punta Arenas: s/e

187
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

significativamente, al menos nos pueden dar una noción del movimiento


estacional completo del territorio. En especial de las superficies que son
más proclives a cubrirse de nieve y, al mismo a tiempo, de aquellas donde
la nieve permanece por mayor tiempo. Por otro lado, nos muestra aquellas
superficies menos proclives a cubrirse de nieve, así como aquellas donde
la nieve desaparece con mayor rapidez.

Al observar y comparar las imágenes, es elocuente el avance invernal en


sentido fiordo-llanuras. Notable resultan en Patagonia las comarcas de
San Gregorio y de “Dinamarquero” (145.4), desprovistas de nieves. La
imagen devela una gran herradura que en el terreno mismo es imposible
de advertir. Ésta tiene un ancho aproximado de 20 kilómetros y una
longitud de unos 40 kilómetros, medida desde el borde litoral de Hasterr/
estrecho de Magallanes. Entre estos 40 kilómetros, la altura máxima se
ubica al fondo de la herradura alcanzando los 170 metros sobre el nivel
del mar.

Otras comarcas notables son las del río Gallegos, la del Coy y las del río
Santa Cruz. Como se observa, gran parte del territorio está bajo nieve
durante los meses invernales. Los bordes litorales quedan libres de
grandes nevadas. Por eso los misioneros anglicanos Schmid y Hunziquer
pudieron, en el invierno de 1861, desplazarse por el territorio junto al
colectivo aoneko al cual se acoplaron.

Como se observa en las imágenes (1 agosto 2008) (178), el retroceso


de la nieve, empieza levemente durante el mes de agosto. En la sección
continental entre Hasterr/estrecho y el río Santa Cruz, queda despejado
un importante corredor de unos 200 kilómetros entre el mar de Otway
y la punta Dungennes. Aquí se sitúan los paraderos de Namer, Okelkai,
Kimiriak, y Okeraik. A la altura de este último paradero (o Punta Delgada),
comarca donde las cumbres de “San Gregorio” descienden gradualmente
hacia Pali aike, se abre un gran espacio, casi en forma triangular, sin
nieve. En esta imagen, el paradero de Ciake aun permanece bajo nieve.
El río Chico queda despejado unos 50 kilómetros. En el río Gallegos, de
una longitud de 200 kilómetros, quedan unos 75 descubiertos de nieve.
En el río Coyle, quedan descubiertos unos 100 kilómetros desde su
desembocadura. El encajonado río Santa Cruz, queda descubierto en toda
su extensión.

Se reconoce cierta incidencia de las temperaturas del fiordo sobre la


superficie continental, en especial en la comarca de Última Esperanza,
la cual esta a nivel del mar. Esta área se observa con los bordes litorales
desprendidos de nieve, la cual se prolongó hasta los lagos “interiores”
“Toro” (24 m.s.n.m.) y “Sarmiento” (80 m.s.n.m), donde quedan
manchas de superficies descubiertas de nieve. Estas superficies están
aproximadamente entre 20 a 100 metros sobre el nivel del mar y están
rodeadas de cumbres que ascienden, casi de manera abrupta, a los
1000 metros de altura. Igualmente, la meseta que configura el valle del
río Gallegos y el río Shehuen o Chalia, queda cubierta de nieve por 185
kilómetros de largo y por 50 kilómetros de ancho, cuya elevación varía
entre los 300 y 1000 metros sobre el nivel del mar.

188
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Los bordes litorales de Carr/lago Argentino (179 m.s.n.m), Kaparr/


lago Viedma (260 m.s.n.m), Kelta/lago San Martin-Ohiggins (250
m.s.n.m), y lago Cardiel (285 m.s.n.m), quedan despejados, así como
una superficie (de unos 8 kilómetros de ancho por 40 kilómetros de largo
aproximadamente) por donde corre el río La Leona que conecta Kaparr
con Carr.

Sin embargo, como se ha indicado, lo expuesto es una mera referencia a


las condiciones climáticas del territorio. Así, por ejemplo, y contrario a lo
que describimos, cabe citar al ingeniero Alejandro Bertrand, quien el 8 de
febrero de 1885 (en pleno verano) y estando a orillas del río Gallegos, a la
altura de lo Morros (145.1), anotó asombrado: “A poca distancia del río,
vimos un grupo de guanacos helados, lo que revela la crudeza del invierno
en estos parajes”473.

También nos encontramos con repentinas y fugaces nevadas, como


aquella que comenta el militar Ramón Lista, que sorprendió al colectivo
aoneko comandado por el cacique Papon hacia 1875; “[…] á no ser que
algún invierno prematuro los asedie con sus nieves, como me consta
que sucedió en Coy-Inlet, ahora cuatro inviernos. Los indios del cacique
Papon, se hallaban acampados en Uajen-aiken, disponiéndose a marchar
para la costa de Hasterr/estrecho de Magallanes, donde suelen pasar el
invierno, cuando de improviso comenzó a caer nieve que en pocas horas
cubrió el suelo, á tal punto, que solo se veía una que otra blanqueada mata
de calafate. Aunque contrariados los indios tuvieron que aguantarse allí
hasta que los primeros calores deshicieron la nieve congelada […]”474

Ahora bien, son escasos los relatos de viajeros que cruzaron el territorio en
temporada invernal. En este contexto se puede citar a Benjamín Bourne
(1849), Teodoro Schmid (1859, 1861) y John Bell Hatcher (1896).

En la Tierra del Fuego, la imagen satelital de “Worldview” no es tan nítida


como en Patagonia. Sin embargo, de igual forma nos permite observar la
isla, aunque sea de manera parcial.

Claramente la condición invernal en la llanura es distinta a la cordillerana


y al área de los cañadones con planicies. En Tierra del Fuego, la llanura
se ubica cerca de los litorales marinos y a poca altura sobre el nivel del
mar. El área de los cañadones con planicie, en cambio, está rodeada de
llanuras. El ambiente cordillerano coincide con los bosques de nothofagus
que se ubican principalmente entre el Onashaga/canal Beagle y Cami/
lago Fagnano.

En el litoral Atlántico y de Hasterr/estrecho de Magallanes la nieve


tiende a desaparecer y comienza a concentrarse con mayor notoriedad
en la comarca de Cami, donde comienzan a principiar las montañas
que bordean los 700 a 1.000 metros sobre el nivel del mar. En la región
esteparia, la depresión entre Jorrka/bahía Inútil y Atlshamka/bahía San
473 Bertrand, A. (1886). Memoria sobre la rejion central de las tierras magallánicas.
Santiago: La Nacional. p. 32
474 Lista, R. (1999[1879]). La Patagonia Austral. Complemento del “Viaje al país de los
Tehuelches”. Buenos Aires: Confluencia. pp. 88-89.
189
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Sebastián, la cual tiene una longitud de 50 kilómetros aproximadamente,


queda desprovista de grandes acumulaciones de nieve en gran parte del
invierno.

Ahora bien, como se desprende de los relatos de Bourne (1849) y Schmid


(1859, 1861), aplicados en Patagonia, en invierno los traslados, en rigor,
no se detienen. Bourne, acoplado al colectivo nativo que lo toma de rehén,
recorrió entre los meses de mayo y septiembre el territorio comprendido
entre Hasterr/estrecho de Magallanes y el koong (río) Santa Cruz (350
kilómetros aproximadamente). Por su parte, el misionero Schmid, durante
el invierno de 1859 y de 1861 se movilizó junto a los nativos entre Hasterr
y el koong (río) Coy. Tanto en Bourne como en Schmid, la presencia de
la nieve y las bajas temperaturas no fue motivo para quedarse estático
por mucho tiempo en algún paraje. En pleno invierno, el territorio era
transitable por áreas relativamente cercanas a los bordes de Hasterr y del
Atlántico.

Esta dinámica estacional del territorio fue advertida con cierta presteza
por los foráneos metropolitanos. Así, Moyano captaba y establecía una
línea imaginaria en el río Deseado en cuanto al uso del pie cordillerano
y el litoral atlántico. Desde una perspectiva estratégica casi militar y
de control de los colectivos nativos, Moyano exponía que durante el
invierno y “(...) al sur del río Deseado los indios necesitan la costa litoral
para vivir, al norte del Deseado viven en las cordilleras”475. Por su parte,
Ramón Lista, otro militar, describía una dinámica similar; “Esos indios
pasan generalmente el verano en las orillas de los lejos lagos “Arjentino”
y Viedma. Unos cazan en Shehuen y otros en los valles de la cordillera.
Pero empieza a blanquear las cimas, descienden al hermoso valle del
Shehuen y plantan campamento en Korpe-aiken y los Manantiales”476.
La localización del Shehuen es estratégica y un claro ejemplo del uso
estacional del territorio. Moyano describe la dualidad del paraje y sus
buenas aptitudes fitogeográficas; “(...) Este es el paradero Shegüen, donde
los indios engordan sus caballos, en invierno se retiran hacia el litoral
buscando climas mas templados y con menos nieve” 477. Como referencia
cabe indicar que el paraje del Sheuen se ubica aproximadamente a unos
200 kilómetros de la costa atlántica y a unos 100 kilómetros del pie
cordillera andino. Por último, otro ejemplo de la movilidad estacional
corresponde al registro realizado por Carlos Burmeister. El emisario del
museo de La Plata, el 20 de diciembre de 1888, estando en Valcheta, anota:
“Los indios, que en otras épocas del año establecen sus tolderías en este
paraje habían partido á las grandes boleadas en los campos occidentales,
quedando ahora solamente los mas viejos acompañando algunas mujeres
[…]”478

Como se verá, al superponer las áreas despejadas de nieve, éstas coinciden


con los paraderos o “cuarteles” de inviernos de los nativos, al menos en
475 Moyano, C. (1931). Viajes de exploración a la Patagonia (1877-1890). Buenos Aires:
Mercatali
476 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 21
477 Moyano, C. (1931). Viajes de exploración a la Patagonia (1877-1890). Buenos Aires:
Mercatali, p. 45
478 Burmeister, C. (1890). Expedición a la Patagonia por encargo del Museo Nacional. Anales
del Museo Publico de Buenos Aires, p. 256
190
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Patagonia.

Ahora bien, es preciso señalar que la vida animal es clave para visibilizar
la estacionalidad del territorio. Es sabida la estrecha relación entre los
nativos y el guanaco en ambas orillas de Hasterr. Durante las estaciones
de verano, este cuadrúpedo habita preferentemente en los cañadones y
llanuras cercanas al pie cordillerano andino, mientras que en el invierno
prefiere la vecindad a los litorales marinos. Al respecto, Burmeister
anotó: “Durante los inviernos muy rigurosos, en los que la cantidad de
nieve caída cubre la vegetación herbácea, mueren muchos guanacos de
extenuación y frío. Entonces bajan á los valles y cañadones, buscando
reparo alrededor de los arbustos de calafate é incienso, pero ahí mismo
encuentran su muerte á veces tropillas enteras, sepultadas bajo la nieve.
En el invierno pasado de 1899 se ha observado este hecho en el Coyle y
Santa Cruz, notándose también que muchas hembras durante la agonía
abortan fetos ya bastante desarrollados”479.

Por otro lado, es sabido que en Patagonia se practica la “estación del


guanaco chico” durante la estación primavera-verano. Esta acción
estacional moviliza y despliega a los colectivos nativos hacia parajes
específicos configurando un set de traslado. Al respecto, John Bell
Hatcher escribió; “Se puede decir que la temporada del guanaco chico se
extiende entre el 15 de noviembre y el 1 de febrero. Comienza cuando los
guanacos empiezan a parir sus crías y continua hasta que estas alcanzan
una edad promedio de unos 2 meses. Cuando se acerca esta temporada,
los tehuelches [aonikenk] se mudan en pequeños grupos de media docena
de toldos cada uno a sus lugares de caza preferidos, en donde se sabe que
los guanacos son especialmente abundantes. Se instala un campamento
permanente en algún lugar privilegiado y de inmediato comienza una
guerra implacable contra el guanaco joven (...)”480. Para Burmeister, en
cambio, la fecha de la “estación del guanaco chico” sería mas acotada:
“(...) precisamente á fines de Octubre y principios de Noviembre, es
cuando los indios empiezan en Patagonia, las matanzas de las guanacas
para extraerles los nonatos y aprovechar las pieles de éstos, á fin de
confeccionar los quillangos de pelo más fino y delicado. Después, hasta
el 20 de Noviembre siguen matando á los chicos recién nacidos, pero
pasando esa época no los persiguen más, porque ya adquieren lana larga
y pelo más aspero, poco a propósito para los quillangos.”481

En la Tierra del Fuego, la estacionalidad igualmente marca los ritmos


de vida y los traslados en el territorio durante todo el año. Según
Martin Gusinde, los onas y aush advierten claramente las diferenciadas
estaciones de verano e invierno, las cuales dividen el año en dos grandes
periodos482. Lo que nos interesa aquí es destacar los traslados asociados
a la estacionalidad del territorio. Así, por ejemplo, siguiendo a Gusinde,
los onas y aush durante la estación invernal tendrían una mayor relación
479 Burmeister, C. (1901), Memoria del Territorio de Santa Cruz. Buenos Aires: imprenta de
la Nación, p. 74
480 Hatcher, J. (2005). Cazadores de huesos en la Patagonia. Expediciones de la universidad
de Princetona la Patagonia, marzo 1896-septiembre 1899. Buenos Aires: Zagier � Urruty,
p. 292
481 Burmeister, C. (1901), Memoria del Territorio de Santa Cruz. Buenos Aires: imprenta de
la Nación, p. 72
482 Gusinde, M. (1990). Los indios de la Tierra del Fuego. Los selknam. Tomo primero, Vol.
II. Buenos Aires: Centro Argentino de Antropología Americana, pp. 1082-1084
191
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

con la vida del litoral marino. Mientras que en la primavera-verano, los


nativos se concentrarían, preferentemente, en áreas de anidación de aves
y en áreas plagadas de cururos483.

Tal como en Patagonia, en Tierra del Fuego el guanaco también es un


elemento vital para la economía de los nativos. La emboscada del
cuadrúpedo tiene condiciones distintas según la estacionalidad (185). Al
respecto, Gusinde apuntó: “Mucho más cómoda y feliz suele ser la caza en
invierno. Las cumbres nevadas no ofrecen alimentos a los guanacos, por
lo que se reúnen en rebaños de numerosas cabezas y buscan los claros en
la llanura o en las costas abiertas. Allí es más fácil avistarlos y perseguir
sus rastros en la nieve (...)”484.

Paraderos nativos

En Patagonia hay paraderos nativos reconocidos como estaciones


invernales. Principalmente, éstos son dos. Se tiene conocimiento que en
la vecindad de Hasterr/estrecho de Magallanes existió una importante
estación invernal. Para esta área, existen al menos dos registros
alfabéticos. Éstos son los icnotipos Namer (el cual Martinic modificó a
“Namer aike”) y Kolkaike, registrados por Schmid (1861) y Roncagli
(1882) respectivamente. Musters registró en esta misma área y en su
mapa un “Winter quarters of southern Tehuelches” (1871). Por su parte,
Ramón Lista (1879), probablemente con el mapa de Musters a la vista,
y en la misma área, anotó en su mapa: “paradero de los Tehuelches”. Lo
curioso es que tanto Musters y Lista no vieron a ningún nativo donde ellos
indicaron en sus mapas que era un destacado paradero nativo.

El otro paradero invernal registrado se ubica en la vecindad de la


desembocadura del koong chico (de Santa Cruz) en el Atlántico.
Nuevamente es Musters quien vuelve a registrar otro paradero de
invierno, igualmente en el mapa. Esta vez y casi de manera similar indica:
“Frequent winter quarters of Tehuelches”. Esta vez agrega la palabra
“Frequent” y extirpa “southern”. El perito Moreno, en esta misma área,
agregó en su mapa (1879) el rótulo: “Paradero de los indios durante el
invierno”. Sin embargo, estos están distanciados notoriamente del punto
que indica Musters. De hecho, Moreno coloca los paraderos invernales en
la vecindad de la confluencia de los ríos Chico y Chalia/Sheuen, quedando
vinculados con los icnotipos Corpen aiken y Cayik.

La distancia aproximada entre los paraderos de invierno ubicados en


Hasterr/estrecho de Magallanes y Emelk aik, siguiendo la dirección del
camino conocido, es de 380 kilómetros.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que los paraderos nativos no
tienen una ubicación exacta en el espacio (ubicable con coordenadas
cartográficas). Hay que considerar que el icnotipo con el cual se designa
a una comarca podría tener un radio de alcance de incluso hasta de 10
kilómetros485.
483 Gusinde, M. (1990). Los indios de la Tierra del Fuego. Los selknam. Tomo primero, Vol.
I. Buenos Aires: Centro Argentino de Antropología Americana, p. 262
484 Op. cit. p. 253
485 Massone, M (1984). Los paraderos Tehuelches y prototehuelches en la costa del estrecho
192
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

8.2. Registros de nativos a lo largo del territorio

Sin ser el objetivo contribuir a idealizar sujetos, en este apartado se


revisará de manera individual la trayectoria de algunos nativos a partir de
datos dispersos proporcionados por distintos foráneos. Específicamente,
nos interesa mostrar los grados de movilidad practicados en el territorio
(179).

A partir de la revisión de diversas fuentes disponibles, se tratará de


rastrear y de trazar una cronología de los movimientos y rangos de acción
de algunos individuos. El foco será puesto en el territorio patagónico y
se cubrirá temporalmente 1859-1898. Se elaborará una imagen que
intente representar dichas movilidades. Con el objetivo de dar cuenta
de la dimensión física del territorio, se indicarán las distancias entre los
lugares de registro, la cual se tomará en línea recta, desde el programa
Google Earth.

Si bien en la literatura son varios los hombres y mujeres nombrados, aquí


el foco se pondrá en aquellos que han sido mencionados e identificados en
distintas comarcas y en distintos tiempos. Estos son: Enrique el fueguino,
Orkeke, Papón, Sam Slick, Casimiro, Chünjalwum y Platero.

Es importante mencionar que hay registros en los cuales se da cuenta de


importantes desplazamientos realizados por nativos, pero de los cuales
no se dispone información de posteriores desplazamientos. Un ejemplo
es el caso del cacique Gumerto y Conchingan, los cuales se desplazaron
junto a su colectivo nativo (“de sangre Pampa” según Moreno), desde
el lago Nahuel Huapi/país de las Manzanas, hasta la isla Pavón, lugar
donde arribó a principios de 1877, una distancia en línea recta de 1.100
kilómetros aproximadamente486.

Sam Slick

Como se ha señalado, Sam Slick fue hijo del cacique Casimiro Bigua.
Su primera mención directa fue realizada por George Musters, quien lo
interceptó en las cercanías de la desembocadura del río Gallegos en abril
de 1869.

La segunda referencia de Slick está fechada en el verano de 1874 y fue


realizada por Francisco Moreno, quien lo interceptó en los galpones
abandonados de Roucaud en cañadón Misioneros (Puerto de Santa
Cruz)487. Entre el lugar de registro de Musters y el de Moreno existe una
distancia, en línea recta, de 200 kilómetros aproximadamente.

Un año mas tarde, en octubre de 1875, el mismo Moreno se encuentra


nuevamente con Sam Slick, esta vez en Carmen de Patagones488. Aquí la
distancia entre el cañadón Misioneros y Carmen de Patagones es de 1.110

de Magallnes. Una aproximación teórica y metodológica. Anales del Instituto de la Patagonia,


Vol. 15, pp. 27-42
486 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877. Buenos Aires: La Nación pp.
444-445
487 Op. cit. pp. 178, 183, 70
488 Op. cit. pp. 92-93
193
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

kilómetros en línea recta.

Por último, cabe señalar que, en 1867, Sam Slick es fotografiado en


Buenos Aires. Sin embargo, no ha sido considerado, ya que suponemos
que Slick llegó a la capital en barco luego de embarcarse desde algún
puerto de la Patagonia (Santa Cruz, Deseado, Chubut, por ejemplo).
También es sabido que Sam Slick visitó Punta Arenas junto a su padre
el cacique Casimiro Bigua en distintas ocasiones entre fines de la década
de 1850 y durante la década de 1860. Entre la colonia de Punta Arenas y
el enclave de Carmen de Patagones media una distancia aproximada de
1.500 kilómetros, en línea recta.

Platero

Es muy poco lo que sabe sobre este nativo. En su clásica obra “Los
Aonikenk…”, Martinic se restringe a mencionarlo casi como elemento
anecdótico489.

La primera mención a “Platero” fue anotada por el misionero anglicano


Schmid en un reporte a sus superiores elevado en 1864. Allí expone que
Platero es un residente del Puerto de Santa Cruz, comarca donde los
misioneros erigieron una misión que perduró tan solo un año (1862-
1863). En mayo de 1863, desde el Puerto de Santa Cruz, Platero y dos
de sus hijos (Mariquita y Belokon) junto a Schmid y Hunziker zarparon
rumbo a la misión anglicana de Cranmer, emplazada en la isla Keppel,
archipiélago de las Falklands.

En septiembre del mismo año, Platero y Belokon (Mariquita falleció en


Keppel) regresaron junto con los anglicanos a Puerto Santa Cruz. Desde
aquí se embarcaron inmediatamente hasta Carmen de Patagones y,
desde allí, hasta el fuerte de San “Xabier”, lugar donde se encontraban
acampando algunos nativos. Para sorpresa de Schmid, Platero conocía al
jefe de los nativos, el cacique Chingalee, y a varios integrantes del colectivo.
Ahora bien, si trazamos una línea recta entre el Puerto de Santa Cruz y
Carmen de Patagones, la distancia aproximada es de 1.100 kilómetros.
La distancia que recorrió Platero, considerando la navegación, es de
alrededor de 2.500 kilómetros en cinco meses. Ahora bien, un detalle no
menor y no indicado por Schmid es cómo regresó Platero al Puerto de
Santa Cruz, pues, como se verá, en 1869 es registrado en las cercanías del
río Santa Cruz.

En efecto, durante el mes de abril, George Musters registra a Platero,


nombrado como “Pedro Platero”, en las cercanías del paraje de “Tres
Chorrillos”. En tal oportunidad Musters relata que Platero aparece junto
a un colectivo nativo, dentro del cual identifica a una nativa con el nombre
de Reina María. Este paraje se ubica alrededor de 50 kilómetros del río
Santa Cruz y a unos 100 kilómetros del Puerto de Santa Cruz.

En abril de 1874, en el Mercurio de Valparaiso, Platero vuelve ser


registrado. En efecto, el periódico publicó una nota fechada el 20 de abril
489 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes, p. 264, 352.
194
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

de 1874 en la cual la comitiva del vapor chileno “Abtao” al desembarcar


en el Puerto de Santa Cruz, se encuentran con Platero y su toldería. “[…]
Me fui a ver al cacique, que se ocupa en hacer unas bolas de plomo para
laqui, machucándolas entre piedras. Nos saludó gravemente y no se dignó
dejar su grata ocupación. Se llamaba Pedro Platero, ya porque supiese
trabajar la plata, ya porque considerase ser honorífica la profesión de
platero. Era un hombre de elevada estatura, de un color trigueño pálido
y de regulares facciones […]”490. Puede resultar probable que en esta
embarcación hubiese ido el fotógrafo Peter Adams, de ser así, en alguna
de sus fotografías pudo haber quedado registrado Platero, siendo quizás
el primer y único registro gráfico existente491.

Otro registro de Platero es entregado por el baqueano ingles William


Greenwood. La fecha es aproximadamente 1882 y fue en el río Gallegos,
precisamente en los alrededores del vado conocido como “paso los
Robles”. Entre este paso y el Puerto de Santa Cruz, en línea recta, dista
una distancia aproximada de 284 kilómetros.

El último registro que hallamos de Platero data de fines de 1885. Éste


fue proporcionado por el militar argentino Luis Fontana. Fontana lideró
la expedición científica-militar conocida como los “rifleros del Chubut”,
cuyo objetivo era el reconocimiento de las nacientes del río Chubut y la
cordillera de los Andes en el entonces recién creado “Territorio Nacional
del Chubut”. Durante la exploración (octubre 1885-febrero 1886),
capturó en el pie cordillerano a un colectivo nativo. Entre éstos registra a
“Martín Platero”, quien a su gusto tenía “una cara espantosamente fea”492.
Fontana comenta que Platero conocía a Francisco Moreno y a George
Musters. Además, conocía bien la ruta que el inglés había realizado desde
Punta Arenas, vía valle del río Santa Cruz hasta el río Senguer. Estos
antecedentes nos llevan a pensar, al igual que a Vignati493, que estamos
hablando del mismo Platero.

Platero fue forzado a servir de guía a los “Rifleros del Chubut. Fontana
agrega: “Al día siguiente echamos á nuestro Martin Platero por delante
para que de buena ó mala gana sirviera de guía y así él á vanguardia
continuamos viajes”494. Entre el paraje donde Platero fue capturado y el
Puerto de Santa Cruz, media una distancia aproximada de 790 kilómetros
en línea recta.

Por último, cabe mencionar otra mención sobre Pedro Platero, realizada
por el baqueano inglés William Greenwood. En ésta, Greenwood recuerda
haber visto afligido a Platero, sin embargo, no indica ni el lugar ni la
fecha495. Revisando la trayectoria del baqueano inglés, sostenemos que la
490 El Mercurio (Valparaiso), martes 7 abril 1874.
491 Albúm fotográfi
fotográfico
co “Magallanes. Vistas de la Patagonia del Estrecho y de la Tierra del
Fuego. (Emile Garreaud, 1874). Disponible en; http://www.bibliotecadigital.umag.cl/
handle/123456789/1581
492 Fontana, L. (1886). Viaje de exploracion en la Patagonia Austral. Buenos Aires: Tribunal
Nacional. p. 95
493 Schmid, T. (1964). Misionando por la Patagonia Austral 1858-1865. Uso y costumbre
de los Indios Patagones. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, p. 52 (A. Milciades
Vignati compilador).
494 Fontana, L. (1886). Viaje de exploracion en la Patagonia Austral. Buenos Aires: Tribunal
Nacional p. 88
495 Grace Paz, G., Campbell, D. (Eds) (2015). Patagonia bravía. Naturaleza, vidas y
aventuras. Memorias originales del baqueano William H. Greenwood. Punta Arenas: s/e
195
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

intersección entre ambos podría haber tenido ocurrencia en la comarca


de los morros basálticos (río Gallegos) entre fines de la década de 1870 y
comienzos de la década siguiente (145.1).

Orkeke

La primera mención del nativo Orkeke en nuestra área de estudio


pertenece al británico George Musters. Musters lo conoció en la isla Pavón
y se refiere a él como el “cacique de la partida de tehuelches del norte
acampados en el río Chico […]”. Se tomará este paraje como el punto cero.

En noviembre de 1877, el viajero inglés Julius Beerbohm registra


la presencia de Orkeke, en plena faena de caza cooperativa, en los
cañadones del paraje de Ciake. El colectivo nativo, según Beerbohm, se
compone de alrededor de 400 a 500 personas. Orkeke es señalado como
el cacique o jefe del colectivo. “Orkeke es un admirable espécimen de la
raza tehuelche. Era alto y bien proporcionado, y a pesar de su avanzada
edad, extremadamente vigoroso y ágil”496. Entre Ciake y el paraje donde
Orkeke fue localizado por Musters, hay una distancia, en línea recta, de
300 kilómetros.

El siguiente registro de la presencia de Orkeke en el territorio fue apuntada


por el militar-explorador Ramón Lista. Lista, el 9 de septiembre de 1878,
se interceptó con Orkeke y un colectivo aoneko, al igual que Beerbohm,
en plena emboscada cooperativa en la proximidad del paraje de Uajen
aike, en el río Coy (182.2). El militar argentino escribió: “Despues de la
boleada me visitaron algunos indios, y el viejo cacique Orkeke, pronunció
una arenga elogiando á los cristianos (Kadesh) […]”497

Casi dos meses después, 7 de noviembre de 1878, Lista nuevamente se


intercepta con Orkeke. Esta vez fue en un paradero nativo apostado en
el río Chalia, a unos 40 kilómetros de la confluencia entre éste y el río
Chico498. Tal como relata Lista, en tal ocasión Orkeke había llegado hace
poco junto al nativo Pecho Alegre desde Uajen aiken, río Coy499. Ahora
bien, entre este paradero y Uajen Aike, dista una distancia en línea recta
de 210 kilómetros.

Es sabido que Orkeke y su tribu fueron capturados el 19 de julio de 1883


por el ejercito argentino en Puerto Deseado, distante a 490 kilómetros en
línea recta desde fue localizado por Lista en 1878 (Uajen aike, valle del
río Coyle). Una vez capturados, el colectivo fue trasladado, vía marítima a
Buenos Aires, lugar donde Orkeke falleció en 1885.

496 Beerbohm, J. (2013)[1879]. Vagando por la Patagonia: la vida entre cazadores de


ñandúes y un motin en Punta Arenas agosto-a noviembre 1877. Buenos Aires: Claridad, p. 125
497 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 46
498 En el mapa publicado en 1879 “Mapa de la Patagonia Austral”, se indica la ubicación del
paradero en cuestión.
499 Op. cit. p. 72
196
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Casimiro

Con respecto a Casimiro, son varios los trabajos que han abordado tanto su
biografía como su presencia en el territorio. Desde mediados de la década
de 1860 ostentó el título de Cacique. Como expone Rey Balmaceda, sus
orígenes permanecen velado. Algunos lo consideran mestizo, otros no500.
Son varias las anécdotas que giran entorno a él, por ejemplo, cuando
en 1845 vendió Hasterr/estrecho de Magallanes a un irlandés501. En ese
mismo año viajó a Santiago y en 1864 y 1866 a Buenos Aires, metrópolis
que lo invistieron con los títulos de “Capitán de Ejercito” y “Jefe Principal
de las Costas Patagónicas hasta las puntas de las Cordilleras de los Andes”,
respectivamente. Su sucesor fue el cacique Papon.

Como se verá, según los registros compulsados, su radio de movilidad en el


territorio (1844-1869) fluctúa entre el Fuerte Bulnes-Hasterr y Carmen de
Patagones-río Negro. Entre estos dos extremos (Fuerte Bulnes y Carmen
de Patagones) existe una distancia, en línea recta, de 1500 kilómetros.

El primer registro que da cuenta de su presencia data de marzo de 1844,


fecha que coincide con la primera visita que los equitadores aonekos
realizaron al entonces recién instalado Fuerte Bulnes502. Una vez que
la población del Fuerte se auto trasladó a un nuevo emplazamiento,
surgiendo la colonia de Punta Arenas (1848), la presencia de Casimiro en
ésta fue registrada en varias oportunidades.

Ahora bien, el misionero anglicano Teodoro Schmid, quien en su afán


evangelizador incursionó en el territorio entre 1859 y 1863, registró
algunas locaciones de Casimiro.

Su primer encuentro personal con el nativo fue en agosto de 1859. Dicho


encuentro tuvo ocurrencia en las serranías de San Gregorio. En tal
ocasión, Casimiro formaba parte de un colectivo que regresaba a Hasterr
luego de un fallido intento por alcanzar Carmen de Patagones.

Dos años más tarde, exactamente el 17 de junio de 1861, el anglicano


recala nuevamente en la colonia de Punta Arenas, luego de haber zarpado
desde las islas Falklands, y vuelve a interceptarse con Casimiro. Esta vez
Schmid y su compañero Hunziker se acoplan a un colectivo nativo en el
cual participa Casimiro y emprenden un viaje durante los meses de julio y
noviembre. El punto más lejano que alcanzaron desde la colonia de Punta
Arenas fue el río Coy.

Al año siguiente, el 28 de septiembre, Schmid se acopla, desde Santa


Cruz, a un colectivo nativo que cabalgaba desde el río Negro-Carmen
de Patagones y se dirigía hacia Hasterr/estrecho de Magallanes. En el
trayecto, 16 días después de partir, Schmid localiza a Casimiro en el vado
500 Muster, G (1964 [1871]). Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras
poco frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. (introducción de Rey Balmaceda)
501 Muster, G (1964 [1871]). Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras
poco frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. (introducción de Rey Balmaceda), p. 113.
502 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes, p. 120.
197
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

del río Gallegos, paraje denominado Waieneen. Desde allí, Casimiro lo


acompaña hasta el paraje de Ciake y luego a la misión anglicana de Santa
Cruz, lugar donde arriban el 28 de noviembre. Entre el paraje de Ciake y
Santa Cruz (paraje donde estaba emplazada la misión) hay una distancia,
en línea recta, de 275 kilómetros aproximadamente.
Seis años más tarde, localizamos nuevamente a Casimiro en la colonia
de Punta Arenas. En efecto, en 1868, el gobernador del Territorio de
Magallanes, Damián Riobo, dejaba constancia que un incendio forestal
afectaba gravemente a la colonia. Ante la emergencia y aprovechando la
presencia de un colectivo nativo en el enclave chileno, les solicitó apoyo
bomberil. Entre los nativos se encontraba Casimiro503.

En abril del año siguiente, Casimiro es localizado a 375 kilómetros en


línea recta de la colonia chilena. Esta vez, George Musters lo encuentra
en la isla Pavón en abril de 1869 y describe así su primer encuentro con
el cacique: “Sobre mediodía, Casimiro, titulado jefe de los tehuelches,
y padre de Sam Slyck, llegó de una excursión de caza, montado en un
caballo alto y bien formado y trayendo un guanaco sobre la montura”504

Casimiro falleció en 1874 en la comarca de la bahía de San Gregorio,


Hasterr/estrecho de Magallanes.

Enrique el Fueguino

El nativo Enrique, según los antecedentes disponibles era un fueguino, es


decir un canoero. Algunos autores lo señalan como un Guaycurú que fue
tomado como esclavo y luego devino en doctor, hechicero o brujo.

La primera aparición y registro que hallamos fue realizado por George


Musters, quien lo interceptó en abril de 1869 en las inmediaciones del
paraje de Guer aike, río Gallegos. Muster relata que, en el trayecto, luego
de vadear el río Gallegos apareció un colectivo que “se componía de dos
hombres, un muchacho y dos mujeres […] Los hombres eran lindos tipos
de musculatura. Uno de ellos, a quien llamaban Enrique, era fueguino:
antes, creo, había sido cautivo, pero entonces era doctor, o brujo. Viajaba
con esa partida, segregado del resto de la tribu, porque se le acusaba de
haber causado la muerte de un jefe”505.

La siguiente mención sobre Enrique el Fueguino está fechada el 7 de


enero de 1877 y la debemos al explorador argentino Francisco Moreno.
En la víspera de iniciar la expedición de reconocimiento a las nacientes
del río Santa Cruz, Moreno y el grupo que comandaba decidieron visitar
la toldería del cacique Conchingan. El paradero donde estaba situada la
toldería era denominado por los nativos como Shehuen. Moreno no pudo
conocer en persona a Enrique, pues la presencia de éste en aquel paraje
era ya un recuerdo. Al respecto Moreno escribió: “Ninguno de los tres
grandes hechiceros Tehuelches, Cuastro, Samell y Enrique el Fueguino,

503 Riobo, D. (1868). Esposición sobre los acontecimientos que han tenido lugar en la colonia
de Magallanes. Santiago: imprenta La República
504 Muster, G (1964 [1871]). Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras
poco frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. (introducción de Rey Balmaceda), p. 87
505 Op. cit. pp. 67-68
198
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

está en la toldería de Shehuen; ellos viven ahora entre los indígenas que
habitan el valle del Río Gallegos y no pueden, felizmente, esplotar la
credibilidad de mis huéspedes en pró de la gran fama de que gozan y en
contra, quizás, de mi espedicion”506. La distancia entre el río Gallegos,
donde Enrique fue localizado por Musters en 1869 y el paradero de
Sheuen, es de aproximadamente 250 kilómetros en línea recta.

Otro registro de la presencia del doctor Enrique en el territorio fue


apuntada por el explorador chileno Juan Tomas Rogers dos años después
del registro de Moreno, el 14 de enero de 1879. Cuando el militar chileno
se dirigía por segunda vez en dirección a Carr/lago Argentino, y en la
vecindad del vado del río Gallegos conocido como Paso de los Robles,
se intersectó con un colectivo nativo. Éste era liderado por el cacique
Ventura. Entre las personas que componían el colectivo, Rogers identificó
y singularizó al doctor fueguino: “Entre los indios se hallaba Enrique,
titulado doctor […] el señor doctor, al decir de todos sus compañeros,
era fueguino; i en verdad que su tipo así lo hacia sospechar, por ser muy
distinto al patagón. Era ya algo anciano […]”507.

La última referencia de Enrique la situamos en el verano de 1882. Ésta


es aportada por el botánico Carlos Spegazzini. Hay que recordar que
Spegazzini fue miembro de la expedición Austral Argentina (1881-1882)
liderada por Giacomo Bove y que se desarrolló entre el Hasterr/estrecho
de Magallanes y el Onashaga/canal Beagle. Suponemos que en tal
oportunidad realizó el siguiente registro: “El Dr. Enrique, antiguo esclavo
fueguino (ya citado varias veces) es uno de los médicos mas afamados;
lo encontré un día estando de visita en casa del buen gaucho Manuel
Coronel, su yerno […]”508. Ahora bien, hay un punto que precisar y es
la ubicación de la casa del gaucho Coronel. A partir de la información
que compulsamos, al menos entre 1877 y 1878509, Coronel es localizado
entre el Puerto Santa Cruz, isla Pavón y el río Chico. De hecho, cuando
Argentina tomó posesión del Puerto de Santa Cruz en 1878, Coronel y
familia estaban acampando en dicho lugar510. Por otro lado, Spegazzini en
su mismo texto expone que en el mes de enero estuvo en el río Santa Cruz.
Esto afirma que el lugar donde fue localizado Enrique en enero de 1882
fue en el espacio comprendido entre Puerto Santa Cruz-Pavón-Rio Chico.
Ahora bien, cabe indicar que la distancia entre los parajes donde Enrique
fue registrado por Rogers en 1879 (paso de los Robles, río Gallegos) y
Spegazzini en 1882 (río Santa Cruz) es, en línea recta, de 275 kilómetros
aproximadamente.

506 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877. Buenos Aires: La Nación, p.
236
507 Martinic, M. (comp.) (2002). Marinos de a caballo. Exploraciones terrestres de la Armada
de Chile en Patagonia austral y Tierra del Fuego 1877-1897. Punta Arenas-Valparaiso:
Universidad de Magallanes-Universidad de Playa Ancha, p. 125
508 Spegazzini, C. (1884). Costumbre de los Patagones. Anales de la Sociedad Científica
Argentina, Vol. 17, 221-240, p. 237
509 “Coronel tenia toldo en los Manantiales, paradero de los indios sobre el río Chico, y
distante como 36 millas al Noroeste de la isla”.
Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral. Buenos
Aires: Martin Viedma, p.20
510 Luqui, J. (2018). La armada y la fundación de las sunbdelegaciones de marina de la
Patagonia (1878-1887). Polos de civilización, soberanía y madres de ciudades. Revista de
temas de historia argentina y americana, Nº 26, Vol. 2, 78-119, p. 87.
199
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Papon

El nativo Papon comienza a ser registrado a partir de 1874, fecha que


coincidió con la muerte del cacique Casimiro. A partir de entonces,
el recién asumido gobernador de Magallanes, Diego Dublé Almeida
(septiembre 1874), centra su interés en él. De hecho, en su memoria anual
de 1875 (su primera memoria, publicada el 26 de abril), Dublé Almeida
ya advierte el liderazgo de Papon y expone que los nativos “Respetan i
obedecen a la autoridad de esta colonia [Punta Arenas] de quien depende
la subdelegación de la Patagonia, servida por el cacique Papon, jefe de
todas las tribus que habitan al sur del río Santa Cruz511. El 12 de noviembre
de 1875, Dublé Almeida ya se refiere a Papon como Subdelegado512.

El primer registro de localización de Papon, fuera de la colonia de


Punta Arenas, fue realizado en 1877 por el militar y explorador chileno
Juan Tomas Rogers. Luego de haber explorado parcialmente Carr/lago
Argentino y cuando se dirigía a la colonia de Punta Arenas, el 18 de
diciembre, recibió noticias que Papon se encontraba acampando en las
nacientes del brazo sur del río Coyle y que se dirigía hacia el río Gallegos513.

Luego, el 2 de septiembre de 1878, el militar y explorador argentino


Ramón Lista, se intercepta con un colectivo nativo, en el río Gallegos, a
unos 30-40 kilómetros de Guerr aike río arriba514. Entre los miembros
del colectivo identifica a Papon, a quien lo señala como cacique515. Entre
el paraje apuntado por Rogers y por Lista existe una distancia, en línea
recta, de uno 60 kilómetros.

Dos años después, precisamente los días 12 y 28 de enero de 1879, Papon


fue localizado por el entonces ex gobernador de Magallanes Diego Dublé
Almeida en la comarca del valle del Bautismo-Dinamarquero (145.4).
Este paraje se ubica a unos 80 kilómetros, en línea recta, de donde Lista
vio a Papon el año anterior.

El 22 de febrero de 1885, Papon fue registrado por el ingeniero chileno


Alejandro Bertrand, relativamente cerca de donde fue intersectado por
Dublé Almeida en 1879516.

Otra referencia que da cuenta de la movilidad de Papon por el territorio


corresponde a una cartografía. Ésta fue publicada en 1888 por la orden
Salesiana y se titula “Missioni Salesiane della Patagonia Centrale e
Meridionale”517. Al observar la desembocadura del río Coy en la bahía
homónima, se señalan 8 figuras que representan toldos y sobre las cuales

511 Dublé Almeida, D. (1875). Memoria del Gobernador de Magallanes presenta al Ministerio
de Colonización. Santiago: Mejia. p. 287.
512 Martinic, M. (1985-1986). La correspondencia del gobernador Duble con el jefe Tehuelche
Papon. Anales del Instituto de la Patagonia, Vol. 16, 41-43
513 Martinic, M. (comp.) (2002). Marinos de a caballo. Exploraciones terrestres de la Armada
de Chile en Patagonia austral y Tierra del Fuego 1877-1897. Punta Arenas-Valparaiso:
Universidad de Magallanes-Universidad de Playa Ancha, p. 56
514 No indica el lugar preciso, pero al día siguiente marchan todo el día y llegan a Guerr aike
(p. 43)
515 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 41
516 Bertrand, A. (1886). Memoria sobre la región central de las tierras magallánicas.
Santiago: La Nacional, p. 39
517 Agradezco a Camilo Rada el haberme dado a conocer esta cartografía.
200
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se insertó el texto: “Tol. de Pape” (181). A nuestro juicio, esto es: Toldería
de Papon. Si bien no tenemos mayores antecedentes sobre la presencia de
Papon en el lugar indicado por la cartografía salesiana, Martinic expone
que el cacique habría tenido alguna relación con una comunidad nativa
establecida en la cuenca terminal del río Coyle518.

Por último, Beauvoir, entre octubre y noviembre de 1889, indica que


Papon se encuentra en las tierras del distrito de Última Esperanza. Tal
información la obtuvo de manera oral por un colectivo nativo acampado
en el paraje de Chankaike519.

Se ha estimado que Papon falleció en Punta Arenas hacia 1892.520

Chumjaluwüm

Conocido comúnmente como Mulato, su nombre nativo era Chumjaluwüm.


Fue hijo del cacique Casimiro y sobrino del cacique Papón. Luego de la
muerte de éste último (c1892), adquirió el reconocimiento de cacique. Por
tal motivo ha sido señalado, por la historiografía clásica, como “El último
de los grandes jefes aónikenk”521.

Viajó desde Punta Arenas, vía marítima, a la metrópoli santiaguina en dos


oportunidades (1896, 1905)522 y, en una oportunidad, a Estados Unidos
(1904). El 28 de febrero de 1893 se le concedieron, a titulo provisorio,
10.000 hectáreas en la comarca del río Zurdo, justo sobre la línea
internacional. Chumjaluwüm en varias oportunidades visitó la colonia de
Punta Arenas. Falleció en 1905.

Según Martinic, su primera mención escrita figura en una lista de


raciones de la Gobernación de Magallanes en 1880. Sin embargo, como
se expondrá, el registro de su existencia figura, al menos, dos años antes.

La primera mención que hallamos de Chumjaluwüm fue realizada por


el militar y explorador argentino Ramón Lista. El militar se interceptó
en septiembre de 1878, con un colectivo nativo en el río Gallegos, en el
cual se encontraba Chumjaluwüm (probablemente a unos 20 kilómetros
de Guerr aike río arriba). Lista escribió: “Dos días después, el 2 de
septiembre, llegaron los indios y acamparon á dos millas de nuestro
campamento. Inmediatamente recibí la visita de los mas notables.
Mencionaré a Pescado, el Mulato, Mainenéuco, Guina y el cacique Papon.
Papon tiene el grado de Teniente Coronel de los ejércitos de Chile”523.

El siguiente registro de locación de Chumjaluwüm, dista aproximadamente


a una distancia de 95 kilómetros en línea recta. Fue realizada en febrero
de 1885, en la comarca del valle del Bautismo por el ingeniero chileno
Alejandro Bertrand. Al respeto, el ingeniero anotó: “El 22 de febrero,
518 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes, p. 153
519 Op. cit.
520 Op. cit. p. 350
521 Op. cit.
522 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes, p. 173
523 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 41
201
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

cuando nos disponíamos de dejar el alojamiento, llegaron a él tres indios


a caballo. Vestía uno de ellos como nuestros campesinos acomodados i se
espresaba como tal en español. Navarro nos dijo que se llamaba Molato
[sic] y que poseía más de 200 caballos, muchas prendas de plata i armas
de fuego” 524

En octubre-noviembre 1889 el salesiano José María Beuvoir, localizó a


Chumjaluwüm en el lugar del vado del río Gallegos conocido como “Paso
de los Robles”525. Este paraje se ubica a 85 kilómetros, en línea recta, de la
comarca del valle del Bautismo.

A cinco años del registro anterior, en 1893, encontramos nuevamente


a Mulato. Esta vez a casi 15 kilómetros en línea recta desde donde fue
localizado por Beauvoir. Este registro fue realizado en febrero de
1892 por el militar Ramiro Silva y el teniente primero de la armada
Baldomero Pacheco526. Entre los varios objetivos de la exploración, uno
era justamente ubicar al cacique Chumjaluwüm 527. Así, el informe Silva-
Pacheco informó que se interceptaron con el colectivo nativo comandado
por Chumjaluwüm en la comarca del río Zurdo sobre la imaginaria línea
del paralelo 52º. Al respecto, el escrito indicó: “otro punto confiado a Ud. a
nuestra atención, fue la instalación del cacique Mulato en una sección del
territorio Chileno, i donde debiera quedarse como propietario definitivo
[…] El cacique Mulato vive rodeado de un centenar o más de indios sobre
los cuales ejerce aquella superioridad que no tiene más fundamento que
la diferencia fortuna. Mulato es propietario de una hermosa caballada que
alcanzará quizás a 400 animales” 528. Hay que recordar que, en la memoria
del gobernador de Magallanes de 1901, se indicaba que la población
caballar de propiedad de Mulato era de 800 animales529.

El último registro que se mencionará se ubica, en línea recta,


aproximadamente a 50 kilómetros de la comarca del río Zurdo indicada
arriba. Éste fue realizado en enero de 1898 y no corresponde a un texto,
sino a una fotografía tomada por el paleontólogo norteamericano John
Bell Hatcher durante su visita a un campamento nativo en el curso
superior del brazo sur del río Coyle, distante a 120 kilómetros del poblado
de Río Gallegos. El objetivo de la visita era obtener fotografías y “material
que ilustrara sus artes y manufacturas […]”530. Hatcher no indicó el
nombre de ningún nativo en su escrito. Sin embargo, al observar el
archivo fotográfico de Hatcher531, se identifica claramente, en al menos 3
fotografías, a Chumjaluwüm (183.3).

524 Bertrand, A. (1886). Memoria sobre la región central de las tierras magallánicas.
Santiago: La Nacional, p. 38
525 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes, p. 153.
526 Martinic, M. (1987). La expedición Silva-Pacheco a la cuenca de la laguna Blanca e
inmediaciones (1893). Anales del Instituto de la Patagonia, Vol. 17, 19-22
527 Op. cit.
528 Martinic, M. (comp.) (2002). Marinos de a caballo. Exploraciones terrestres de la Armada
de Chile en Patagonia austral y Tierra del Fuego 1877-1897. Punta Arenas-Valparaiso:
Universidad de Magallanes-Universidad de Playa Ancha, p. 238
529 Bories, C. (1901). Memoria que el gobernador de Magallanes presenta al Ministerio de
Colonización. Santiago: Mejia
530 Hatcher, J. (2005). Cazadores de huesos en la Patagonia. Expediciones de la universidad
de Princetona la Patagonia, marzo 1896-septiembre 1899. Buenos Aires: Zagier � Urruty,
p. 176-177
531 Smithsonian Institution. Smithsonian Online Virtual Archives. https://sova.si.edu//
record/NAA.PhotoLot.124
202
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

8.3. En el camino del baqueano nativo

Este apartado se centra en los nativos que oficiaron de baqueanos a


distintos viajeros y exploradores metropolitanos. Específicamente nos
interesa atender al camino utilizado por el nativo (179.1).

Como se ha visto en la parte 2 de esta tesis, era común en la práctica


exploradora enganchar un baqueano, ya fuese un foráneo o nativo. Al
primero se le arrendaba mediante una suma de dinero, al segundo con
alguna promesa, generalmente irrisoria. Ante la ausencia del primero, se
prefería al segundo. A veces se enganchaban a los dos.

Como se verá, algunos baqueanos nativos fueron enganchados en el


camino, otros en el punto de arranque de la expedición. Algunos tuvieron
una mayor participación en los relatos que otros. En muchos casos, se sabe
donde empezó a oficiar de guía, pero no hasta dónde y luego, terminada
la exploración, a dónde partió. Así mismo, se presentan casos donde la
presencia del nativo es difusa y se presenta más bien como peón. Como
por ejemplo el nativo “Pancho Francisco” enganchado por el naturalista
Carlos Burmeister en 1889 en Tawalk532. Otro caso es el del nativo Shopel,
quien sirvió de guía a Ramón Lista en su exploración a las nacientes
del río Deseado en junio de 1885. Otros nativos que oficiaron de guías,
simplemente no fueron individualizados, por ejemplo, en la exploración
de Moyano al Brazo Chacabuco533 o el caso de Richard Crawshay en su
exploración ornitológica a Tierra del Fuego en la comarca de Jorrka/
bahía Inútil534.

Se ha escogido a un total de 7 nativos que participaron como baqueanos


en expediciones realizadas entre 1869 y 1887. Éstos son Sam Slick, Lara y
Cachihuano, Hallen, Chesko, Compem y Noshte.

Sam Slick

Sam Slick, hijo del cacique Casimiro, con 23 años de edad ofició de
baqueano a un grupo policíaco-militar chileno. Acoplado a este grupo
iba el británico George Musters. Además de su lengua aoneko, Slick
manejaba el inglés, y castellano. Fue asesinado hacia 1877, mientras
se trasladaba desde Carmen de Patagones al Chubut535. Como expone
Vignati, “Desgraciadamente, las noticias referentes a su vida son en
extremo suscintas”536.

El grupo policial se interceptó con Sam Slick en el vado del río Gallegos
y, debido a que el baqueano del grupo que guiaba a la comitiva desde la
colonia de Punta Arenas no estaba seguro del camino a seguir, se le pidió
532 “Fue preciso dejar en este paraje al peon Márquez, pues se hallaba tan enfermo, que no
le era posible montar á caballo, y como no había indios tuvimos nosotros mismos que arrear
los caballos hasta la aguada de Tawalk, donde llegamos el 24 de Diciembre y donde tambien
encontramos un indio con el extraño nombre y apellido de Pancho Francisco, que contraté
como peon”. Burmeister, C. (1890). Expedición a la Patagonia por encargo del Museo Nacional.
Anales del Museo Publico de Buenos Aires, p. 256
533 Moyano, C. (1931). Viajes de exploración a la Patagonia (1877-1890). Buenos Aires:
Mercatali
534 Crawshay, R. (1907). The birds of the Tierra del Fuego. London: Bernard Quaritch
535 Vignati, M. (1945). Iconografía aborigen. Casimiro y su hijo Sam Slick. Revista del Museo
de la Plata, Vol. 2, nº 13, 225-236
536 Op. cit. p. 233
203
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

al nativo servir de guía. Así, Slick dirigió al grupo entre el río Gallegos y la
isla Pavón en el río Santa Cruz.

En todo este trayecto (220 kilómetros aproximadamente), como expone


Musters, Slick no titubeó respecto al camino, al contrario: “Siguiendo
las instrucciones de nuestro nuevo guía, que cabalgaba conmigo,
atravesamos una serie de llano altos y yermos, que se sumían en frecuentes
hoyos irregulares […]”537. Musters, destaca las fuertes “inclinaciones
cinegéticas”538 del nativo y su destreza para hacerlo con el uso letal de la
boleadora. Todo esto en plena marcha. Slick le indica al grupo los parajes
apropiados para acampar. Cuando no se le hizo caso, el grupo sufrió las
consecuencias a tal punto que Musters señaló que pasó la noche “mas fría
que hasta entonces había conocido” 539.

Sin duda, uno de los pasajes más notables, que demuestra la seguridad
y conocimiento del territorio que se cruzaba por parte de Slick es cuando
el nativo desafió al grupo a marchar a la luz de la luna. Musters anotó:
“De modo que volvimos a la huella; y, como la noche estaba ya encima
apresuramos la marcha para vadear el río y acampar al otro lado. A las
siete, al llegar a un lindo manantial que brotaba de la barranca, donde
había leña en profusión, Gallegos ordenó que se hiciese un alto, aunque
Sam deseaba que siguiéramos, observando que la luna estaba tan brillante
que era lo mismo que si fuese de día”.

Finalmente, en el último tramo del viaje, Musters señala que ante la


monotonía del paisaje y debido a la distracción que Sam Slick había
tenido cuando intento cazar un zorro, éste se había desorientado; “Y
la situación no mejoró cuando Sam detuvo el caballo y declaró que no
estaba de ninguna manera seguro de no haber perdido el camino” 540. Sin
embargo, tal “desorientación” no tuvo mayores consecuencias y al poco
tiempo ya tenían el valle del río Santa Cruz ante sus ojos. Por otro lado,
esta situación refleja que de alguna el nativo tenía un “camino” en mente,
una línea invisible.

Chesko

Según Moreno, se trataba de un nativo de origen fueguino. Al conocerlo,


el 2 de enero de 1877 en el paradero de Sheuen-aike, lo describe así: “El
cuarto es un mestizo Tehuelche y Fueguino, conocido por Chesko ó Juan
Caballero, indio ladino que servía de interprete de Piedra Buena en sus
viajes á la costa de la Tierra del Fuego”541. Lo engancha como baqueano el
26 de febrero: “Mi comitiva se ha aumentado, llevo á Chesko ó sea Juan
Caballero, quien debe servirme de guía para llegar á los otros lagos”542.
Desde un paradero innominado, pero indicado en la cartografía como

537 Muster, G (1964 [1871]). Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras
poco frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. p. 68 (introducción de Rey Balmaceda), p. 68
538 Op. cit. p. 69
539 Op. cit. p. 72
540 Muster, G (1964 [1871]). Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras
poco frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. p. 68 (introducción de Rey Balmaceda), p. 73
541 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877. Buenos Aires: La Nación, p
221
542 Op. cit. p. 398
204
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

“Paradero Indio”, emplazado frente al monte Cheul, Chesko comanda


al grupo hacia el paradero Tar-aiken (“magnifico, pero nó de gran
estension”) donde se ubica el promontorio denominado Kochait/Kachait.
Aquí, Chesko les enseña a los agentes metropolitanos un gran cuerpo
de agua denominado Kelta, al qu Moreno, al considerarlo sin nombre,
bautiza como lago San Martín. Al respecto, Moreno escribió: “Este es un
paisaje de los Alpes, pero triste, desconocido, sin nombre; sólo lo visita
el indio, que de cuando en cuando, viene á plantar en sus orillas el toldo
primitivo, llamándole al punto donde acampa “Kellt-aike”543 y luego
continua; “(...) El paraje que hemos elegido para campamento, es el mas
fértil que he visitado en este viage; las gramíneas son tan espesas que
incomoda el tener que caminar por entre ellas, y los espesos calafates
están cargados de fruta”544.

Además del extenso relato de viaje escrito por Moreno, el entonces


subteniente Carlos Moyano, miembro del grupo, también dejó un breve
relato del mismo. Si bien Moyano no menciona a Chesko, al menos de
manera directa, sí deja de manifiesto que el grupo exploratorio seguía el
camino de éste; “El regreso al punto donde había quedado el bote [Carr/
Lago Argentino], lo efectuamos en el mismo día, no pudiendo hacerlo
costeando el río [La Leona] como se deseaba, por habernos dicho el guía
indio [Chesko] que el camino era impracticable por allí”545.

Las últimas referencias que tenemos de Chesko corresponden a dos


realizadas por Ramón Lista. El 6 de noviembre de 1878 Lista lo intercepta
en un campamento en el río Sheuen546, y en enero de 1879, Chesko lo
acompaña a una breve excursión a Mowaish 547 (177).

Lara y Cachihuano

Estos dos nativos oficiaron de baqueanos en la expedición liderada


por Carlos Moyano, cuyo objetivo era trazar una ruta terrestre para el
traslado de ganado desde Carmen de Patagones a Santa Cruz. Moyano los
reconoce en todo momento como los “indios baqueanos”. La expedición
se desarrolló entre el 2 de octubre y el 28 de noviembre de 1880 y unió el
río Santa Cruz con la colonia galesa del Chubut Negro (1.100 kilómetros
aproximadamente).

Respecto a datos biográficos de los baqueanos nativos, es poco lo que se


dispone. Según lo que expone el mismo Moyano, Cachihuano es hijo del
cacique Casimiro. En cuanto a Lara, la primera mención que conocemos
de él, la debemos a Ramón Lista, quien lo encuentra en el río Shehuen el
6 de noviembre de 1878548.

543 Op. cit. p. 405


544 Op. cit. p. 408
545 Moyano, C. (1931). Viajes de exploración a la Patagonia (1877-1890). Buenos Aires:
Mercatali, p. 25
546 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 72
547 Precisamente desde el paradero Emel aike, ubicado en las inmediaciones de la
desembocadura del río Chico. La excursión fue realizada entre el 17-28 de enero de 1879. Op.
cit. p. 21
548 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 72
205
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Ahora bien, parte del tramo que realizó la expedición liderada por Moyano
fue el mismo que utilizó el colectivo nativo al cual George Musters se
acopló en 1869. Uno de los hitos importantes de la travesía fue el “bautizo”
de un cuerpo de agua que Moyano, adjudicándose según él el derecho de
“primer descubridor”, llamó lago Buenos Aires.

Como se ha adelantado, esta expedición tiene un interés netamente


caminero. Al observar Moyano549 que colectivos nativos arribaban al
río Santa Cruz provenientes del río Negro (distante a 1.700 kilómetros
aproximadamente), con caballos en buen estado, expresó: “Me sugirió la
idea de conocer los caminos por donde venían y aprovecharlos para el
transporte de haciendas” 550.

Sin embargo, la tarea de convencer a los nativos para que le entregaran


información del camino que practicaban no fue cosa fácil: “Las primeras
tentativas que hice cerca de ellos [los nativos] para obtener noticias de
estos caminos, fueron infructuosas, porque el indio es siempre reservado
cuando se toca un asunto como este, al que da, y con razón, la mayor
importancia para su seguridad presente y del futuro” 551. Finalmente, y
luego de un acuerdo, Moyano logró alquilar a dos baqueanos nativos:
“Conseguí además que, dado el caso, me acompañarían hasta el Rio Negro
dos indios en calidad de baqueanos, por un número de yeguas o vacas que
fijamos de antemano” 552.

Los baqueanos nativos fueron vitales para el éxito de la expedición


científica-caminera planificada por Moyano. Ésta no tuvo contratiempos.
Los nativos le proporcionaron varios nombres de paraderos y accidentes
geográficos. Los campamentos se realizaron en lugares previamente
conocidos por los nativos. Moyano describió algunos de ellos como
“oasis de pastos tiernos” 553. Clave fue también el conocimiento nativo
de las bajadas precisas para acceder a cañadones, así como también su
expertis para hallar aguadas. En este contexto, Moyano expuso: “Nuestra
marcha se hubiese hecho muy difícil si no la hubiésemos efectuado por
un larguísimo cañadón que lo atraviesa de norte a sur y por donde va el
camino de los indios” 554 y “Abandonamos el arroyo por un cañadón ancho
y largo cubiertos de pastos tiernos y fuertes, que apenas dejaban ver la
senda trazada por los indios” 555.

Moyano concluye al final de su escrito; “Siguiendo casi constantemente la


senda trazada por el trayecto de los indios que prefirieron dar vuelta antes
de pasar por donde haya piedra, nuestros caballos han llegado con los
cascos perfectamente sanos, a pesar de haber salido sin herraduras, y en
tal estado de gordura como no había ninguno en el Chubut”556. A partir de
lo expuesto, queda claro el importante grado de conocimiento caminero y
geográfico de los nativos.
549 Desde 1878 Moyano fue subprefecto del Puerto de Santa Cruz.
550 Moyano, C. (1999) [1887]. Patagonia Austral. Exploracion de los ríos Gallegos, Coile,
Santa Cruz y canales del Pacífico. Buenos Aires: Confluencia, p. 58
551 Moyano, C. (1999) [1887]. Patagonia Austral. Exploracion de los ríos Gallegos, Coile,
Santa Cruz y canales del Pacífico. Buenos Aires: Confluencia, p. 59
552 Op. cit.
553 Op. cit. p. 86
554 Op. cit. p. 65
555 Op. cit. p. 64
556 Op. cit. p. 82
206
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Compem

Respecto a este nativo, es casi nada lo que se sabe de él. Su única mención
está ligada a su participación en la expedición liderada por Moyano, entre
1882-1883, la cual fue revisada en la parte dos de esta tesis. Moyano expone
que en el grupo había dos indios más además de Compem, sin embargo,
no entrega ningún antecedente de ellos, de hecho, ni los menciona.

Compem es enganchado como baqueano desde el arranque de la


expedición y son escasas las veces que es mencionado en el relato de la
expedición. De hecho, Moyano en una sola oportunidad lo reconoce como
el baqueano de la expedición, en otras simplemente como un compañero
de viaje557. Por otro lado, no emite ningún comentario referido a las
destrezas de Compem en el territorio.

El lugar donde Compem toma cierto protagonismo en el relato es en el


valle del río Gallegos. Aquí el nativo le proporciona a Moyano varios datos
referidos a acontecimientos del pasado y explica el porqué de tanto rastro
de los “indios de antes” 558: “Durante la marcha, nuestro compañero de
viage, el indio Compem, nos ampliaba un poco las escasas noticias que
otros indios nos habían dado ya sobre estos antiguos paraderos ó Aikens”
559
. Así Moyano reconoce que “Piloteados siempre por Compem, llegamos
a la gruta de los asfixiados”560.

Ahora bien, en la única parte que Moyano reconoce a Compem en calidad


de baqueano es cuando alcanzan el vado del río Gallegos denominado
“Paso los Robles”. En este paraje (a unos 290 kilómetros en línea recta
del punto de inicio de la expedición), el grupo exploratorio se encuentra
con un colectivo nativo acampando y a los cuales Compem reconoce: “En
el arroyo encontramos acampados desde el día anterior, dos toldos de
indios que nos recibieron perfectamente, dándonos muchos detalles sobre
el territorio que íbamos á recorrer y refrescando la memoria de nuestro
baqueano [Compem], que los había visitado cuando era muy niño”561.

Si bien en sus viajes anteriores Moyano menciona en reiteradas ocasiones


la labor de los baqueanos nativos, parece que una vez que el territorio es
partido y repartido entre Chile y Argentina (1881), éstos son desplazados
y pierden su protagonismo en el relato, pasando a ser prácticamente
elementos anecdóticos.

Hallen

Este nativo participó como nativo en la expedición de Roncagli. En aquel


momento era un adolescente de tan sólo 16 años. Lo único que se sabe
de Hallen lo debemos justamente a Roncagli. Cabe señalar que existe un
retrato de Hallen, el cual fue incluido solamente en la versión italiana del
viaje que expuso Roncagli en Italia en 1884.
557 Moyano, C. (1999)) [1887]. Patagonia Austral. Exploracion de los ríos Gallegos, Coile,
Santa Cruz y canales del Pacífico. Buenos Aires: Confluencia, p. 26
558 Op. cit. p. 27
559 Op. cit. p. 26
560 Op. cit.
561 Moyano, C. (1999)) [1887]. Patagonia Austral. Exploracion de los ríos Gallegos, Coile,
Santa Cruz y canales del Pacífico. Buenos Aires: Confluencia, p. 33
207
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

El nativo guió al explorador italiano entre el río Coyle y el río Santa Cruz,
una distancia aproximada de 150 kilómetros que recorrieron en 4 días.
Roncagli reconoció inmediatamente la condición de baqueano de Hallen,
“A las 9 a.m del dia siguiente nos pusimos en camino, y empezó el indio á
hacer parte activa en el viaje, es decir, á hacer de guía” 562

Roncagli destaca la expertis de Hallen, siempre atento, más que al camino


mismo, al entorno de éste. Siempre listo para cazar. Así, con el nativo a la
cabeza del grupo, el viaje de Roncagli es fluido y no tiene contratiempos
como los que tuvo Diego Dublé Almeida en enero de 1879.563

Como se expone en el relato del italiano, se avanza por “sendas” y se


acampa en buenos parajes, abastecidos de buenos pastos y manantiales.
Además, el nativo le proporciona algunos nombres de los parajes: “Había
perdido la esperanza de hallar un buen alojamiento para la noche, pero
una hora mas tarde llegamos á un valle que el indio [Halle] me dijo
llamarse Coy Nash. En el fondo de aquel había una laguna salada, y cerca
una fuente de agua dulce” 564.

Nohste

Noshte es un arquero fueguino aush. Fue enganchado como baqueano por


el explorador militar argentino Ramón Lista tras su expedición a Tierra
del Fuego en 1886. Es probable que este nativo fuese el primer arquero
fueguino que se “ofreció” a servir de guía, al menos registrado. Los
pormenores de la expedición de Lista han sido revisados en la segunda
parte de esta tesis.

Nohste fue intersectado por Lista en la bahía Policarpo el 21 de diciembre


de 1886. Como se ha comentado anteriormente, por entonces no había
baqueanos foráneos en la isla, ante lo cual, el nativo era la única opción.
Una que vez que Lista arribó a la bahía Policarpo, los onas que los
acompañaban, a los cuales había tomado prisioneros, se resistieron a
continuar:

“He pedido a los onas que nos acompañen; pero solo uno de ellos parece
dispuesto á ir con nosotros”565. Por otro lado, al observar a los nativos de
la bahía Policarpo, Lista advirtió; “Acá hemos encontrado algunos indios
hospitalarios […] No tienen en general los mismos caracteres físicos que
los onas del Norte […]566.

Así, desde la bahía Policarpo, Nohste y su hermano Kaukiloski567, guían


a Lista y secuaces hasta la bahía Tetis, tramo de unos 15 kilómetros
aproximadamente. El terreno, en palabra de Lista, es sumamente complejo

562 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al


A.S.S.EE. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino, p. 155
563 Ver parte 2 de esta tesis.
564 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al
A.S.S.EE. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino, p. 157
565 Lista, R. (1887). Viaje al país de los Onas. Tierra del Fuego. Buenos Aires: Establecimiento
tipográfico de Alberto Núñez, p.116
566 Op. cit. p.115
567 “Son dos tipos interensantísimos, y el primero es todo un gentleman; sabe algunas palabras
en ingles como good, sleeps, yes, y siempre que se ocurre las dice con el mayor aplomo”. Op.
cit. p. 120
208
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

y proliferan los arroyos, turbales, tupidos bosques, ríos, quebradas,


pantanos, vegetación espesa, acantilados, etc. Hay que recordar que los
exploradores metropolitanos viajan sobre sus mulas, mientras que los
nativos lo hacían sobre sus mocasines.
Previo de llegar a la bahía Tetis, el grupo llegó a la caleta Falsa, comarca
donde Nohste tenía su toldería568. Aquí y para suerte de Lista, “Felizmente
nuestro guía Nohste no ha querido abandonarnos, y él y otro indio, que
motu propio viene agregado á la expedicion, hannos ayudado á salir de
ese sitio detestable” 569. El grupo llegó a la bahía Tetis el 24 de diciembre y
sin mayores complicaciones gracias a los baqueanos nativos.

Luego, desde la bahía Tetis, el 28 de diciembre de 1886, Nohste sirvió


nuevamente de baqueano a un pequeño grupo que Lista envió a la bahía
Buen Suceso, tramo de unos 17 kilómetros, y a través de un terreno
nuevamente complejo, pantanoso y tupido de bosques, motivo por el cual
todos fueron a pie. El 1 de enero ya estaban todos de retorno en bahía
Tetis.

Finalmente, el 16 de enero 1887, Lista, en la bahía Tetis se embarcó en


el “Bahía Blanca” con 5 indios hacia la misión anglicana de Ooshooia.
Nohste lo acompañaba.

8.4. La huella del camino y sus registros

Registro alfabético del “camino”

Si existe una terminología caminera nativa, es decir registros alfabéticos


específicos para referirse al acto de caminar y todos sus derivados, se trata
aún de un tema que no ha sido indagado con la profundidad que amerita.
A continuación, se intentará bosquejar una primera aproximación de una
terminología caminera.

Para la nación ona, existen registros de palabras, frases y expresiones


relacionadas con la caminería, las cuales nos parece oportuno exponer.
Éstas fueron registradas por el misionero salesiano José María Beauvoir
y el fueguino Lanushwaiwa570/Lucas Bridges en coproducción con
informantes nativos.

Hay que recordar que el ona practica la trashumancia de a pie.

Los términos camineros colectados por Beauvoir fueron vertidos en su


“Diccionario Selknam” publicado en 1915. En el caso de Lanushwaiwa,
fueron incluidas en un manuscrito de su autoría, escrito en 1896, y otro
en 1901. El primero aún se mantiene inédito, el segundo fue publicado en
2018571.

568 Op. cit. p. 117


569 Op. cit. p. 118
570 Lanushwaiwa, nombre dado por los yaganes a Lucas Bridges y que signifi
significa
ca “el hombre
del chorrillo del pájaro carpintero”.
571 Bascopé, J. (2018). En un área de tránsito polar. Desde el establecimiento de líneas
regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura de canal de
Panamá (1914). Villa Tehuelches: Co Libris.
209
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Es importante señalar que, para el caso de Beauvoir, las palabras fueron


obtenidas, seguramente, en el interior de la misión “La Candelaria”,
mientras que, para el caso de Bridges, éstas fueron adquiridas a partir
de la experiencia de caminar junto a sus compañeros nativos. En este
contexto, notamos que la terminología de Beauvoir remite a un espacio
abstracto, estático y universal, mientras que las de Lanushwaiwa nos
remiten a un espacio y ambiente geográfico específico, en movimiento y
dinámico.

Beauvoir estructuró su trabajo bajo un orden alfabético e incluyó “a secas”


(a diferencia de Bridges) las palabras “Andar”, “Caminar”, “Camino”,
“Caminito”, “Sendero”, “Senda” y “Huella”. Sin embargo, no aporta
ninguna información en cuanto a las diferencias o similitudes entre,
“Andar” y “Caminar”, o bien, entre “Camino” y “Sendero”.

Respecto al “Andar”, el salesiano anotó algunos matices. Así, distingue en


relación a la superficie, por ejemplo, entre un “andar por tierra” y “andar
por agua”. También distinguió el andar y su grado de velocidad, por lo que
anotó un “andar despacio” y un “andar delante de prisa”

Respecto a la palabra “Caminar”, al igual que al “andar”, existen matices


y se distingue entre “caminar ligero”, “caminar precipitado” y “caminar
sobre el agua”. Para la frase “andar en el agua” no se especifican sus
alcances, esto es, si se refiere a caminar sobre una posa o charco, un
pantano, un arroyo, por la orilla de un lago, etc.

Otros términos anotados por el salesiano son: “Sendero”, “Sendero,


caminito”, “Sendero, Senda” y “Huella o Rastro”. Sin embargo, no es
explicita la connotación que se le asigna a toda esta variedad alfabética.
Es decir, si es que son sinónimos, antónimos, si es que existe alguna
diferencia fisionómica, etc. Hay que recordar que, hacia 1900, las carretas
ya transitaban por Tierra del Fuego y, con ello, una nueva noción de
camino -una nueva línea- se imponía sobre el paisaje.

Por otro lado, no queda claro el alcance geográfico de los términos


anotados por el salesiano, así como el contexto de su utilización. Beauvoir
no especifica si éstos aplican a toda la isla, a un ambiente y/o colectivo
específico y si estas palabras se utilizarían durante el traslado de un
campamento, durante actividades de cacerías, dentro de la misión etc.
Cabe recordar que el salesiano fue duramente criticado por Lanushwaiwa/
Lucas Bridges, pues para Bridges, Beauvoir “no entendía ni hablaba él
mismo la lengua”572.

Por su parte, como se ha adelantado, Lanushwaiwa coprodujo en 1901


un manuscrito junto a sus compañeros onas. Hay que recordar que
Lanushwaiwa tomó contacto con los arqueros y porteadoras fueguinos de
las montañas a partir de 1894.

572 Hay que recordar que Lanushwaiwa fue considerado como “el único que en realidad
conoce el lenguaje de los Onas”. Bascopé, J. (2018). En un área de tránsito polar. Desde el
establecimiento de líneas regulares de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la
apertura de canal de Panamá (1914). Villa Tehuelches: Co Libris, p. 257.
210
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

El manuscrito se titula “Vocabulario y frase de la lengua de los Onas


escrito según el alfabeto Ellis y la fonética inglesa”. Se trata de un texto,
compuesto por novecientas treinta y una expresiones y frases. Un conjunto
de estas expresiones tendría una connotación caminera u odográfica que
es de nuestro interés.

Cómo bien señala el desclasificador del manuscrito de Lanushwaiwa,


el vocabulario “corresponde a la lengua de los onas de la región de los
cañadones y bosques” de Tierra del Fuego. En especial de la comarca
de Cami/lago Fagnano. Su producción se sitúa en un contexto de
enfrentamientos entre clanes onas y entre éstos y un frente policial-
estanciero573.

Por otro lado, cabe destacar que el manuscrito de Lanushwaiwa tiene


un sentido y una lógica de registro distinta al diccionario de Beauvoir.
En efecto, el manuscrito no se estructura a partir de un orden alfabético.
En este contexto, cabe precisar que “Desde una perspectiva científica
el Vocabulario de Lanuswaiwa es, en realidad, un registro caótico; una
recolección de expresiones que no identifica un grupo lingüístico, sino que
traduce las relaciones personales que entonces mantenía Lanushwaiwa
con los onas” 574.

Así, al observar las expresiones de índole camineras, se advierte


claramente la conexión entre éstas y el ambiente geográfico por el que se
transita, y que además develan la acción en terreno.

Lanushwaiwa identifica una serie de expresiones para caminar, acechar,


para referirse a rastros (track) de zorros, rastros (track) de guanaco en
el bosque (forest step), caminar con bastones, para indicar la dirección,
posición-orientación y referencia de hitos geográficos durante el caminar
(desde, hacia, lado sur, lado norte), caminar delante, atrás, al medio,
perder el rastro (to lose the track), para caminar sobre troncos caídos (“to
walk on a fallen log”) y/o caminar entre montañas.

También anota frases relacionadas con el estado de los ríos, observaciones


claves para sus vados (the river is low, the river is in full, the river is in
flood), su temperatura (the river is frozen) y también para referirse a
pausas en el trayecto (wait on the shore in a bay).

Si bien Lanushwaiwa no lo menciona, imaginamos que pudo haber


existido una terminología (o frases) para referirse al caminar en la nieve
y/o escarcha, así como también con viento y bajo la lluvia. Por otro lado,
es importante señalar que no queda claro el origen de las referencias
cardinales de norte, sur, este y oeste empleadas por Lanushwaiwa en la
traducción al inglés de las expresiones onas.

Aunque entre el registro realizado por Beauvoir y Lanushwaiwa existen


notables diferencias, es importante señalar que ambos ocupan la partícula
573 Cabe señalar que corresponde a registros alfabéticos de la región del bosque y cañadón.
Bascopé, J. (2018). En un área de tránsito polar. Desde el establecimiento de líneas regulares
de vapores por el estrecho de Magallanes (1872) hasta la apertura de canal de Panamá
(1914). Villa Tehuelches: Co Libros, p. 434
574 Op. cit. p. 438
211
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

“chen” para camino. Así, por ejemplo, para el salesiano, caminar se


anota Chénén, caminar ligero es Cheink´n, y caminar precipitado es
Chen´nyoinka. Para Lanush, caminar es Gen, cuya “g” en fonética Ellis
suena similar a una “ch” o “tx”. El registro “Chen” para caminar también
fue anotado por el explorador y militar argentino Ramón Lista en su
“Vocabulario de la lengua de los Onas del Sud” (1887). En esta ocasión,
el argentino designa Kójesh para “Vamos”575. En este mismo contexto, el
marino de Armada de Chile, Waldo Becerra, quien tras un viaje a Jorrka/
bahía Inútil en 1898 publicó un curioso “vocabulario ona”, anotó para
“andar”: “Re-yé”.

En lo que respecta nación aoneko, los términos camineros registrados y


conocidos son escasos. Hasta donde se ha podido indagar, éstos se remiten
casi exclusivamente a caminar y camino, a secas o de forma genérica. Hay
que recordar que los aonekos, a diferencia de los onas, son una nación
ecuestre.

Según Francisco Moreno (1877) “camino” es “Nóon”, y “caminar”


es “Uenolksh”. Para George Musters (1869) “camino” es “Nooma” y
“caminar” es “Wéen”. El anglicano Schmid (1859-1861) anota “Nom”
para camino, pero advierte que se pronuncia Noma576. Por su parte, el
salesiano Beauvoir, para “galope” anota “Ojen” y para “rastro” registró
“Jaujen”, donde nuevamente se hace evidente el “Chen”. Otro registro lo
aporta el joven naturalista Enrique Ibar Sierra quien, tras su excursión
por Patagonia en el verano de 1877, recogió en la vecindad de un vado del
río Gallegos la palabra “Kechene” para “vamos” 577.

Cabe destacar que nuevamente la partícula “chen” se reitera en el registro


de “caminar” de Musters (Wéen), el “Kechene” de Ibar, y el “jen” de
Beauvoir para “galope” y “rastro”. Tal similitud no es de extrañar pues hay
que recordar que las naciones aonekos y onas pertenecen al mismo grupo
linguístico, el “chon” (174). Por otro lado, si bien al parecer existe una
palabra para referirse al “camino” (Noon, Nooma, Noma), desconocemos
los alcances, el sentido y la aparición de la misma, es decir, si es ancestral,
o más bien reciente.

La ambigüedad del camino nativo en la cartografía

Si bien en el registro cartográfico la ausencia del camino nativo es


exhaustiva, existen tres casos aislados donde se señalaron caminos.
Estos casos no tuvieron mayores ecos y remarcan la ligereza con la cual el
foráneo enfrentó al camino nativo (179.2).

El primer caso se trata de una cartografía de autoría de Francisco Moreno,


producida tras su exploración al lago que bautizó como “Argentino”
575 Lista, R. (1887). Viaje al país de los Onas. Tierra del Fuego. Buenos Aires: Establecimiento
tipográfico de Alberto Núñez, p.145
576 Schmid, T. (1964). Misionando por la Patagonia Austral 1858-1865. Uso y costumbre
de los Indios Patagones. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, p. 52 (A. Milciades
Vignati compilador)
577 Rogers, J. (1879). Espedicion a la parte austral de Patagonia. Anuario Hidrográfico de
la Armada de Chile, Vol. V, 56-95. En: Martinic, M. (comp.) (2000). Marinos de a caballo.
Exploraciones terrestres de la Armada de Chile en Patagonia austral y Tierra del Fuego 1877-
1897. Punta Arenas-Valparaiso: Universidad de Magallanes-Universidad de Playa Ancha, p.
104
212
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

(verano de 1877), pero que, sin embargo, él mismo indica que los nativos
llamaban “Carr”. En esta cartografía, a la cual ya se ha referido en parte,
se indica con una línea roja continua el itinerario de Moreno y con una
delgada línea negra y segmentada el “camino probable de los indios”.

La segunda cartografía a la cual se hará referencia es de autoría del militar


Ramón Lista y fue producto de su exploración a la Tierra del Fuego a fines
del 1886.

La tercera cartografía corresponde a la carta náutica titulada “Magallanes,


Senos Skyring i Otway i cabales adyacentes, exploraciones de la Marina
de Chile hasta 1904”. Esta cartografía fue elaborada por la Oficina
Hidrográfica de la Armada de Chile y fue publicada en 1905. Está dibujada
en escala 1:250.000 y sus dimensiones físicas son 87x63 cm.

Los caminos “proyectados” sobre el papel por Moreno los podríamos


individualizar en tres. Éstos corren en dirección norte-sur/sur-norte y
además tienen una leve sinuosidad y atraviesan una superficie en blanco,
rotulada con el texto “Territorio Inesplorado”.

El primero, y el de mayor longitud (160 kilómetros aproximados), arranca


en el borde inferior de la cartografía, el cual se alínea con el paralelo 51º.
Luego avanza paralelo al meridiano 70º y atraviesa una superficie en
blanco hasta llegar al río Santa Cruz. Aquí, en un paraje identificado en
la cartografía como “Yaten Huajeno”, el “camino” vadea el río y continúa
nuevamente por una superficie en blanco. Al dejar atrás esta superficie, el
“camino” ingresa al valle del río Sheuen donde remata de sopetón con la
línea roja que representa el itinerario de Moreno.

El segundo “camino”, al igual que el anterior, arranca del borde inferior


de la cartografía y corre paralelo al meridiano 72º. Primero atraviesa una
superficie en blanco y luego una superficie topográfica irregular. Este
camino remata en la línea roja que indica el itinerario de Moreno y en la
cercanía del monte Frias.

El tercer “camino” no va acompañado del rótulo “Camino probable de


los indios”, pero se representó con el mismo tipo de línea que los dos
anteriores. A diferencia de éstos, éste trazado va desde un “Paradero
Indio” y corta en dirección a paradero de “Sheuen aiken”.

¿Qué hizo imaginar a Moreno la existencia de estos “Camino probable de


los indios”?

Con respecto al primer camino, el argentino sostiene que “Este punto


era en otro tiempo uno de los preferidos por los indios para efectuar el
paso del río y en sus márgenes he encontrado pedazos de palos de toldos.
Le llaman Yaten-Huajeno”578. Lo expuesto, fue la observación base para
suponer su camino norte-sur.

578 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877. Buenos Aires: La Nación, p.
308
213
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Respecto al segundo camino, Moreno se basa en el hallazgo de rastros


y de un camino: “Entre los manantiales cercanos, donde la vegetación
herbácea es espléndida, encontramos muchos rastros de caballos y más
al Oeste, á la orilla de un pequeño río […] vemos un camino de Chinas
lo que nos muestra que los indios del Sur han venido aquí hace pocos
días”579. Próximo a donde remata el camino nativo, en la cartografía figura
el paradero “Kehee-aiken”, sin embargo, no tiene ninguna relación. Por
otro lado, Moreno menciona a este paradero solamente en su cartografía,
en su escrito no lo menciona ni una sola vez.

Con respecto al tercer camino, Moreno no hace referencia alguna en su


escrito, sólo lo insertó en su cartografía. Supuso que estos paraderos
debían estar conectados y trazó la línea más directa y corta. Así, el
argentino se imaginó un trazado a la distancia: “Despues de caminar por
la altura y por las cañadas unos treinta kilómetros, llegamos á un cerro
basáltico inclinado, desde donde distinguimos, hacia el Este, el valle
del Shehuen, donde encontramos los indios de Conchingan, en el mes
pasado”580.

Lo paradójico de Moreno es que, si bien indicó los tramos en los cuales fue
guiado por nativos como parte de su itinerario, aquellos que indicó como
“camino probable de los indios” nunca fueron vistos por él, sino que los
“intuyó” o “supuso”. Claramente, en el soporte cartográfico, Moreno se
desmarca de haber transitado por caminos nativos.

La segunda cartografía fue producida en el contexto de la exploración


de Ramón Lista a Tierra del Fuego a fines de 1886. Esta exploración ya
fue revisada en la parte 2 de esta tesis. Podríamos sostener que es el
único caso donde se hace referencia a un camino nativo. En efecto, no
conocemos otra fuente primaria en la cual alguien se haya aventurado a
insertar un “camino nativo” en la Tierra del Fuego.

Lista incluyó una línea negra y segmentada, acompañada con el texto


“camino posible de los indios”. Esta línea une la bahía Thetis con la bahía
Aguirre y corre paralela al litoral del Onashaga/canal Beagle. Su extensión
es de casi 40 kilómetros.

Lista relata que, estando en bahía Thetis, envió una partida de hombres a
la bahía Buen Suceso para tener información del barco que los recogería.
La partida fue guiada por el nativo aush identificado como Noschte. Es
de suponer que, por esta razón, Lista se aventuró a señalar la hipotética
existencia de un camino nativo. Sin embargo, no es sabido el porqué
lo trazó hasta la bahía Aguirre, lugar donde Lista, además, no pudo
desembarcar581.

579 Op. cit. p. 425


580 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877. Buenos Aires: La Nación, p.
398
581 “Terminados mis estudios y reconocimientos en Buen Suceso, me dirijí a bahía Aguirre,
donde no puede desembarcar a causa del mal tiempo reinante; pero a juzgar por lo que ví desde
a bordo, la naturaleza ha sido muy avara con las tierras que la rodean y poco o nada hallará
el pastor o el industrial”. Lista: R. (1887). Viaje al país de los Onas. Tierra del Fuego. Buenos
Aires: Establecimiento tipográfico de Alberto Núñez, pp 44-45
214
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Ahora bien, hay que señalar que en esta misma comarca (precisamente al
interior de la bahía San Valentín), algunos años más tarde fue registrada
una emboscada cooperativa en la cual participó el ona Capelo582.

La tercera y última cartografía fue producida por la Oficina Hidrográfica


de Chile (1905) y es la única donde se incluyó un paso de porteo. En
efecto, la cartografía indicó el paso de porteo entre el seno Skyring y el
seno Obstrucción. Éste se verá en detalle más adelante. En la localización
del paso de porteo, descubierto en agosto de 1902, se insertó el rótulo
“Camino de los indios”. Contiguo al rótulo se dibujaron tres cuerpos de
aguas de tamaños similares cuyos bordes fueron dibujados con líneas
segmentadas. No se incluyó ninguna línea segmentada que represente un
“camino”. El “Camino de indio” fue incluido, tal cual, en el nuevo Mapa
de Chile publicado en 1913 y en el Mapa de Chile publicado en 1945 por el
IGM. En este último el nombre fue modificado a “Paso de los Indios”. En
la siguiente edición del Mapa de Chile publicado por el IGM en 1954, el
paso de porteo fue extirpado para siempre. Cabe agregar que el “camino
de indio” no fue solamente incluido en cartografías oficiales, sino también
en cartografías publicadas por particulares, como fue el caso del mapa
incluido en la obra “Als Pelzjäger im Feuerland” del marino alemán Hugo
Weber publicada en 1929583 (186.2).

Apuntes y descripciones e imágenes: el camino como


cancha

Observaciones y registros en torno a la caminería nativa prácticamente


no existen. Los escasos registros de los cuales se dispone generalmente
se concentran y se reducen en el “camino” en sí. En otras palabras, se
simplifica la vía de comunicación a una línea abstracta, a la cual luego
algunos intentaran acomodarla, con cierta presteza, sobre el registro
cartográfico, fijándola y perpetuándola como parte de un mundo
indígena que ya no existe. El resultado: el camino del nativo termina
patrimonializado y transformado en un mero recuerdo del pasado.

Ningún viajero, explorador, misionero, científico o militar que haya


recorrido el territorio durante la segunda mitad del siglo XIX presentó
interés en auscultar los caminos nativos. Esto es lógico si entendemos que
estos personajes metropolitanos transportan y despliegan un concepto de
camino y, por ende, han de cumplirse ciertos requisitos para ser archivado
como tal. De manera general para ellos, el camino es entendido como una
marca legible en el suelo, reconocible y visible universalmente, y que tiene
por único fin unir dos puntos o lugares (generalmente de la forma más
directa). Sostenemos que la caminería nativa no se encasilla o reduce a
los puntos mencionados.

Algunos autores, se han aventurado en trazar y reconstruir caminos


nativos sobre la cartografía. Esto lo han realizado a partir de la revisión
de fuentes, principalmente, arqueológicas y etnohistóricas. En este
582 Payro, R. (1898). La Australia argentina. Excursión periodística á las costas patagónicas,
Tierra del Fuego é Isla de los Estados, con una carta-prologo del General Bartolomé Mitre.
Buenos Aires: Imprenta La Nación.
583 Weber, H. (1929). Als Pelzjäger im Feurland. Berlin: August Scherl

215
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

panorama, la Tierra del Fuego queda en total desventaja ya que la


“reconstrucción” del trazado de caminos nativos se han efectuados solo
en Patagonia.

A fines de la década de 1970, Mateo Martinic presentó un primer mapa


donde incluye “Sendas indígenas” 584 (180). Luego, a mediados de la
década de 1980, Martinic lanza un segundo mapa con “Rutas Indias” y
“Paraderos” nativos585 (180). Diez años más tarde, en 1995, el historiador
magallánico nuevamente publica un mapa donde incluye “Rutas
indígenas tradicionales” (Fig. 3). Este mapa lleva por titulo “El País
Aonikenk” y forma parte de su obra titulada “Los Aonikenk. Historia y
Cultura” (180.1)586.

Martinic, en los tres mapas, utiliza el mismo marco geográfico, es decir


un encuadre Norte-Sur. Antes de explorar la caminería nativa, Martinic,
de manera a priori, procura acomodarla a la fuerza dentro de un marco
rígido, estándar y visado. En los dos primeros mapas, Martinic encuadra
solo territorio chileno, específicamente el espacio comprendido entre
el alambre fronterizo colocado en el paralelo 52º y Hasterr/estrecho de
Magallanes. En el tercer mapa, el investigador magallánico extiende el
encuadre entre el río Santa Cruz y Hasterr/cabo Froward (península
Brunswick). A diferencia de los otros dos mapas, en este último no se
incluye la frontera entre Argentina y Chile.

En sus mapas, la operación es básicamente la misma. Martinic utiliza


la misma fórmula: primero ubica “topónimos” indígenas y luego busca
una manera convincente, considerando algunos detalles geográficos,
de unirlos mediante líneas. Llama la atención que durante casi dos
décadas Martinic mantiene la misma imagen para la caminería nativa.
En otras palabras, no hace caminar a los caminos, sino que los detiene
en el tiempo y el espacio. Bajo su perspectiva, el estudio del camino se
basa en clasificarlos entre principales y secundarios (tal como lo hace una
Dirección de Caminos Estatal). Esta categoría Martinic la determina por
la supuesta intensidad de uso. Luego, y a partir de la imagen de caminos
que fabrica, procede a comentarlos. Ahora bien, dicha imagen, a lo único
que puede conducir, es a una concepción homogénea del camino nativo y
luego a una descripción hecha a partir de los puntos conectan las líneas/
caminos. Así, la caminería queda cristalizada en una idea “moderna” de
camino e inscritos automáticamente en una geografía Norte-Sur.

Hay dos puntos importantes que comentar. A pesar de producir


cartografías que incluyen caminos nativos, las cuales han alimentado
y fijado un imaginario del camino “indígena” en la región, Martinic no
dedica ningún apartado exclusivo sobre ellos. Por otro lado, en su tercera
cartografía (180.1), incluye como caminos nativos aquellos señalados
por Moreno, en la cartografía anteriormente descrita, como “Camino
probable de los Indios”.

584 Martinic, M., Prieto, A. (1985-1986). Dinamarquero, encrucijada de rutas australes.


Anales del Instituto de la Patagonia. Vol. 16, pp. 53-83, p. 55
585 Martinic, M. (1977). El trayecto de George Ch. Musters por territorio Magallánico. Anales
del Instituto de la Patagonia. Vol. 8, pp. 59-69, p. 63
586 Martinic, M (1995). Los Aonikenks. Historia y Cultura. Punta Arenas: Universidad de
Magallanes
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DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Como se ha advertido, los registros disponibles se han concentrado en


el camino en sí mismo y fueron producidos, con mayor intensidad, en
las últimas décadas del siglo XIX. Hacia fines de la década de 1890, el
prestigioso paleontólogo norteamericano John Bell Hatcher ya se refería
al camino nativo como un objeto extinto: “Día tras día continuamos por
los varios meandros del curso [río Chico de Santa Cruz], siguiendo la vieja
senda india que por siglos había sido la principal ruta de comunicación
entre los indios del norte y el sur de la Patagonia. Aunque ahora raramente
se les transita, las numerosas sendas que dejaron huellas profundas
en el suelo del valle dan un testimonio silencioso pero incuestionable
sobre lo transitada que fue esta ruta en tiempos pasados. Los palos de
toldos rotos y desechados y otros pertrechos, desparramados a la vera
del camino hablaba claramente de la naturaleza de los viajeros, quienes
habían marcado las sendas con repetidos viajes a través de una región
desconocida y deshabitada que se extiende entre el río Negro al norte y el
Santa Cruz al Sur” .587

En el caso de Patagonia, las descripciones de caminos corresponden a


George Musters (1869), Julius Beerbohm (1877), Francisco Moreno (1877)
y Giovanni Roncagli (1882). Aunque otros exploradores reconocieron
la presencia de caminos “indios” en el territorio, no emitieron ningún
comentario específico sobre ellos, por ejemplo, Juan Tomas Rogers y
Carlos Moyano. Éste último, en una oportunidad, sólo se esmeró en
decir que el camino nativo era una huella apenas visible en el suelo, que
deambulada de un lado para otro y que seguirla no tenía sentido alguno.
Era, en otras palabras, una pérdida de tiempo588. La frustración de varios
exploradores/foráneos, ante la imposibilidad de entender las lógicas del
camino nativo, la resuelven sosteniendo que el camino indio aparece y
se acaba (o se corta) de sopetón. Así, por ejemplo, Roncagli al recorrer el
litoral de Hasterr, en 1882, a la altura de kimiroaike escribía; “(...) En este
punto toda huella del camino de los indios había desaparecido y tomando
por punto de mira al monte Aymond, seguimos (...)589. Situación similar
experimentó el militar chileno Dublé Almeida en Ushaike; “A las5 a.m.
nos levantamos y después de tomar café dejamos la Portada (145.2) a
las 7 ½ y nos dirigimos a río Gallegos. A poco andar desapareció la ruta y
tuvimos que dirigirnos al norte por brújula” 590.

Ahora bien, el mismo Moyano, algunos años antes del comentario anterior,
adulaba la inteligencia del trazado del camino nativo. Estando en el valle
del Sheuen y transitando por un sector de terreno complicado, el marino
argentino reflexionaba; “(...) Es lo que nos había sucedido buscando el
camino mas corto en lugar de dar una ligera vuelta y pasar faldeando la
meseta de la costa donde va el camino de los indios”591.

587 Hatcher, J. (2005). Cazadores de huesos en la Patagonia. Expediciones de la universidad


de Princetona la Patagonia, marzo 1896-septiembre 1899. Buenos Aires: Zagier � Urruty,
p. 132.
588 Moyano, C. (1999) [1887]. Patagonia Austral. Exploracion de los ríos Gallegos, Coile,
Santa Cruz y canales del Pacífico. Buenos Aires: Confluencia
589 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al
A.S.S.EE. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino, p. 142
590 Dublé Almeida, D. (1938). Diario de viaje al río Santa Cruz, Patagonia 1879. Revista
chilena de Historia y Geografía. Vol. LXXXIV, 208-231, p. 220
591 Moyano, C. (1931). Viajes de exploración a la Patagonia (1877-1890). Buenos Aires:
Mercatali, p. 45
217
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Musters es probablemente el primero en detenerse en un detalle


importante en cuanto a la caminería nativa. El inglés advierte una lógica
en la marcha, específicamente en el traslado de campamentos (187-188).
Observa la configuración de una caravana, compuesta por mujeres, niñas,
niños, ancianas y ancianos, y advierte que, en torno a ella, a modo de
satélites se deslizan y zigzaguean los hombres, siempre atentos al entorno
y a la presencia de posibles víctimas de caza. Luego Musters advierte
otro detalle importante: la caravana no es un elemento inerte ni neutral.
Es un elemento activo y participativo. Es un cerco o pantalla móvil.
Configura una trampa letal. En efecto, la caravana asiste y forma parte
de la emboscada cooperativa. El camino aquí es una cancha en constante
movimiento (182-182.1).

Retomando la idea de que el camino es una cancha en constante


movimiento, cabe indicar que la caza no siempre asume un carácter
de emboscada cooperativa. También se practica sin la necesidad del
cerco móvil. De esta manera, se configura rapidamente un camino de
persecución directa. Lo expuesto queda ejemplificado en el siguiente
relato de Ramón Lista: “La inacción me fastidiaba y á pesar del frío
intenso y del cierzo que soplaba del S.O. monté á caballo para recorrer
las cercanías en busca de alguna pieza de caza con que reponer nuestras
ya agotadas provisiones. Los indios me siguieron, pero muy pronto los
ví tomar una direccion opuesta, alejarse y galopar despues en pos de los
perros que corrian en zig-zag, sobre los rastros de un guanaco –huyendo
de los cazadores como un relámpago- perdiéndose á mi vista en breves
momentos […] los cazadores tehuelches vinieron al rato á saludarme y
al referirse los incidentes de la cacería; dijeron haber visto numerosos
rastros de caballos salvages […]”592

Musters asocia el camino nativo con la mujer y con el epíteto despectivo


de “China”. Es decir, es la mujer la que hace el camino y no el hombre,
o más bien: la mujer usa camino y el hombre no (183-183.2). El inglés
anotó: “Las huellas hechas por los guanacos pueden ser confundidas casi
por cualquiera que no sea un indio, por huellas de ‘Chinas’, o caravanas
de mujeres y caballos cargados”593. En otro pasaje de su obra escribió;
“Al día siguiente hicimos una corta marcha por el valle arriba; como de
costumbre, la caravana de mujeres y caballos iba por la huella mientras
los hombres cazaban en los llanos adyacentes”594

El perito Francisco Moreno, una década más tarde, continúa con esta idea
del camino nativo como el camino de la “China”. Claramente este nombre
no fue creación de Musters ni Moreno sino más bien de los baqueanos que
lo guiaban. Al respecto, Moreno escribió: “Sigo un pequeño sendero que
vengo observando desde hace algunos días y que no me parece trazado por
los guanacos; es camino de ‘Chinas’, llamado así por haber sido formado
por las mujeres indias que siempre siguen el mismo trayecto, cuando van
en marcha con los toldos, mientras los hombres buscan la caza”595. Así,
592 Lista, R. (1885). Esploracion de la Pampa y de la Patagonia. Buenos Aires: Tribuna
Nacional, p. 35
593 Muster, G (1964 [1871]). Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras
poco frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes hasta el río Negro. Buenos Aires: Solar/
Hatcher. p. 68 (introducción de Rey Balmaceda).
594 Op. cit. p. 130
595 Moreno, F. (1879). Viaje á la Patagonia austral: 1876-1877. Buenos Aires: La Nación, p.
218
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

toda huella marcada en el suelo es, para Moreno, camino de “Chinas”.


Estando en una oportunidad posterior en la vecindad de Kehee, a orillas
de Carr escribe: “(...) vemos un camino de Chinas lo que nos muestra que
los indios del Sur han vivido aquí hace pocos días (...)”596.

Esta idea del camino de “Chinas” es llevada al registro cartógrafico (1882-


1883) por el argentino Moyano que, además, inserta el rótulo de “Subida
de las Chinas” en las cercanías de la isla Pavón/ río Santa Cruz.597. El
marino italiano Giovanni Roncagli, quien recorrió el territorio meses
antes de la excursión realizada por Moyano, calificaba este pasaje en el
sentido inverso: “Empleamos dos horas en la bajada y á la 1 p.m. llegamos
á la orilla del rio, algunas millas mas al Oeste de la isla Pavon, en un
punto conocido con el nombre de Bajada de las Chinas”598. Por último,
cabe recordar aquí que el ingeniero Julius Beerbohm, en octubre de 1877,
también se refiere a la idea de que el camino nativo es producido por las
mujeres, las que lo marcaban puesto que siempre usaban la misma huella
para transitar. Esta información fue traspasada, sin dudas, a Beerbohm
por los baqueanos Isidoro y Guillaume599.

Respecto al cruce de los ríos, todos éstos eran vadeables. Sin embargo, los
ríos Gallegos y Santa Cruz eran los que presentaban mayores dificultades.
El primero, en especial en la época de deshielos. El segundo, todo el año.
Para ambos ríos los aonekos tenían lugares específicos para vadearlos
(183.5). En el caso del koong Gallegos, los vados estaban en la vecindad
de Guerr-aike y en los Morros (paso Los Robles) (145.1). Para el río Santa
Cruz, el vado estaba, aparentemente, en Chikrookaik600. Al respecto,
Musters indicó: “(...) nuestro punto de reunión preferido era un lugar
situado como a setenta millas de distancia, llamado Chickrookaik, indicado
por Fitz Roy como vado o paso indio, en el río Santa Cruz, información
que confirmaron tanto El Zurdo como Casimiro. En ese punto el koong se
estrecha considerablemente”601. Años más tarde, el perito Moreno vuelve
a reiterar dicha información, aunque su contrincante, el militar Ramón
Lista, lo refutaba602. Como sea, lo importante es que el río Santa Cruz
es vadeable y los caballos siempre, en cualquier estación del año, deben
pasar a nado. La única descripción y dibujos del método para hacerlo fue
realizada por Benjamin Bourne, quien presenció y participó en el cruce
junto a una colectividad nativa en 1849603. En estos casos, lo nativos
construyen balsas de cueros las cuales van atadas a los caballos que hacen
de tiro (183.5). Al interior de la balsa se transportan los integrantes del
colectivo604. Probablemente, este método y el lugar de vado cambiaron
294
596 Op. cit. p. 425
597 “Patagonia. Croquis de la parte comprendida entre los paralelos 50 á 53 con itinerario de
espedicion efectuada...” (1887).
598 Bove, G. (1883). Expedición Austral Argentina. Informes preliminares presentados al
A.S.S.EE. Buenos Aires: Instituto Geográfico Argentino, p. 157
599 Beerbohm, J. (2013). Vagando por la Patagonia: la vida entre cazadores de ñandúes y un
motín en Punta Arenas-agosto a noviembre 1877. Buenos Aires: Claridad
600 Llarás Samitier, M. (1991). Los pasos indígenas del río Santa Cruz. Revista Patagónica.
Vol. 50, 35-38
601 Muster, G. (1964), p. 102. En efecto, el río en este sector tiene aproximadamente 100
metros de ancho.
602 Lista, R. (1879). Viaje al país de los tehuelches. Exploraciones a la Patagonia Austral.
Buenos Aires: Martin Viedma, p. 18-20
603 Bourne, B. (1853). The captive in Patagonia or life among the giants, a personal
narrative. Boston: Lothrop � Co.
604 Llarás Samitier, M. (1991) “Los pasos indígenas del río Santa Cruz” Revista Patagónica,
Vol. 50, 35-38
219
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

una vez que se estableció la factoría de Piedra Buena en isla Pavón (1859).
De hecho, ningún otro viajero, misionero, explorador u otro personaje
volvió a describir el método descrito por Bourne.

En el caso de Tierra del Fuego, no se instauró la idea del camino de las


“Chinas”. De hecho, no se habla ni siquiera de la existencia de caminos
nativos. Hay que recordar que cuando la 5ta Subcomisión de Límites
arribó a la isla en 1894, fue tajante y sentenció que en la isla no existía
camino alguno605. Por otro lado, no ha habido ningún intento de insertar
caminos onas sobre el soporte cartográfico, como lo ha hecho Martinic
para los aonikenks. Tal cosa parece una tarea imposible.

Los apuntes realizados por Carlos Gallardo y publicados en “Viaje al


país de los onas” (1910), así como algunas descripciones realizadas por
el explorador y antropólogo Charles Wellington Furlong (1908), nos
servirán de aproximación al camino ona. Aunque bien, hay que dejar en
claro que estos autores se centran más en la forma de la marcha que en la
caminería en si.

Según las descripciones que entrega Carlos Gallardo, se desprende que la


caminería ona tiene algunos aspectos parecidos al aoneko. Sin embargo,
no hay que olvidar que, a diferencia del aoneko, el medio de movilización
del ona son sus propios pies. Esto, sin duda, dificultó notoriamente al
foráneo el poder “ver” caminos onas.

Ahora bien, según Gallardo, la línea caminera ona marcha con los hombres
adelante, juntos a sus perros, sus arcos y carcajs, atentos agudamente al
entorno. Las mujeres van atrás, porteando en sus espaldas los kowwhi,
enseres, infantes o párvulos. Por su parte, el marino Waldo Becerra, quien
estuvo en Jorrka/bahía Inútil y alrededores en 1898 anotó: “Cuando van en
marcha, el hombre lleva su arco y flechas en un carcaj y la mujer, en algún
pedazo de trapo que se ha preparado, lleva granos, carne y un chiquillo
amarrado a la espalda. En la mano y afirmándose llevan constantemente
unos palos de metro y medio a dos metros de longitud, que se usan para
sostener sus pieles de que se desprenden cuando arman su campamento
para guarecerse del viento, quedando enteramente desnudos alrededor
del fuego”606. Llama la atención la descripción de Becerra en lo que refiere
a los palos que las porteadoras llevan en sus manos a modo de bastón
pero que a la vez son la estructura del Kowwhi. En las escasas imágenes
que registran onas en marcha, a las porteadoras se les vez desprovistas de
elementos en sus manos. Sin embargo, hay que considerar, como se verá
mas adelante, que estas imágenes fueron tomadas en la región boscosa,
donde hay disponibilidad de ramas o palos, mientras que la observación
de Becerra fue realizada en la región esteparia de la isla, donde los palos
de las dimensiones descritas escasean por completo.

605 Donoso, A. (1906). Demarcación de la línea de frontera en la parte sur del territorio:
trabajos de la Quinta Subcomisión Chilena de Límites con la República Argentina, con una
introducción de Luis Risopatron. Santiago: Imprenta Cervantes
606 Becerra, W. (1898). En la Tierra del Fuego. Exploración al país de los Onas-la bahía Inútil.
Revista de Marina. Vol. 25, pp. 1747-1748.
220
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

De esta manera, el camino deviene cancha de acción, difícil de rastrear


para un ojo no entrenado. Al igual que la nación aoneka, mientras el
hombre se desvía del camino de forma imprevista, la mujer continúa hacia
el paraje donde se armará el campamento. Como bien detalla Gallardo:
“Generalmente las mujeres son las primeras en llegar al sitio fijado de
antemano por los hombres de la tribu ó determinado por alguno de los
viejos que acompañan á las mujeres y niños en su penosa marcha á través
de los bosques, montañas, pedregales, bañados, turbales, y con la pesada
carga á la espalda, carga que muchas veces pasa de 50 kilos”607
Si bien algunas fotografías capturadas por Furlong son archiconocidas,
no ocurre lo mismo con las descripciones que el mismo autor realizó
para cada de ellas (184.1-184.10)608. Probablemente la fotografía
más reproducida del explorador norteamericano es aquella donde se
muestra a una caravana en acción, configurada por un grupo familiar
ona que transita por la orilla del litoral marino. La fotografía se titula:
“Ona trekking along the shore near rio Fuego, east coast of Tierra del
Fuego, Argentine, Jan-Feb. 1908”. Debajo del título se detalla: “The
ona usually travel in the rain forest but occasionally choose the paths of
least resistance, the Sandy shores when the tides are low. This shows the
families of the Ona travelling southward, the women carrying the loads
and small children, the man carrying only their bows, arrows and quivers
to be ready for any emergency”.

Hay que recordar que, al momento de la captura fotográfica (1908),


los onas se concentraban en la región de los bosques y montañas. Los
onas de las estepas y cañadones con planicies (189), si es que no habían
sido cazados, habían sido deportados hacia las misiones salesianas que
operaban en isla Dawson o en la misma Tierra del Fuego. De hecho, el
mismo Gallardo señala que los únicos onas que se encuentran en estado
“salvaje”, por entonces, eran los del “sur”. De allí el interés por parte de
científicos, curiosos y exploradores de perseguirlos y poder registrarlos609.
En cuanto a la descripción vertida por Furlong sobre la caravana ona, ésta
coincide con la de Gallardo.

A diferencias de varios personajes que fotografíaron a los onas, el registro


de Furlong se diferencia en cuanto que los mostró como una sociedad
activa. Sus fotografías los muestran actuando y en movimiento, no
trayendo un pasado al presente. Aunque no con la profundidad que
hubiésemos deseado, el norteamericano quiso registrar las formas o el
sistema de transporte de los onas. Sus fotos y las palabras con que las
describe dan cuenta de ello. Paradójicamente, mientras Furlong daba
cuenta de esta situación caminera activa de los onas, en la metrópoli
Santiaguina, la influyente revista Zig Zag, los presentaba como una raza
que se extingue610.

Además de la fotografía comentada mas arriba, Furlong fotografió desde


corta distancia, y por separado, a mujeres y hombres caminando y, al
menos, otra caravana compuesta por arqueros, porteadoras y aprendices.
607 Gallardo, C. (1910). Los Onas. Buenos Aires: Cabaut y Cía. p. 240.
608 Agradezco a Alberto Serrano poner a mi disposición el material disponible en el archivo
de Charles Wellington Furlong.
609 Gallardo, C. (1910). Los Onas. Buenos Aires: Cabaut y Cía. p. 187
610 “Una raza que se extingue”. Revista Zig-Zag. Número 101, 27 enero 1907.
221
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Todas estas tomas fueron realizadas en los ambientes boscosos y


montañosos de las comarcas de Cami/lago Fagnano y río Fuego. Una
imagen interesante es la que el nortemericano tituló “Ona Indians on the
March” (184.8). Ésta muestra una caravana configurada por alrededor
de 20 personas, entre mujeres, infantes, niños y hombres. Acompañan
al grupo al menos 2 perros. Esta foto está tomada de frente. En primer
plano y casi en la misma línea, se observan 4 hombres con sus arcos y
carcaj, un niño, un perro y dos porteadoras. Un poco más atrás, viene
el resto de mujeres y un hombre. La caravana avanza por una especie
de vega abierta y pareciera que viene orillando el borde del bosque. En
comparación con la fotografía descrita anteriormente, ésta, si bien la
caravana avanza junta, no adquiere la forma de una línea recta exacta. En
este momento se ha detectado que existe otra captura fotográfica. Se trata
de una fotografía que captura a la caravana de costado (184.9). El borde
del bosque se aprecia más distante. Dos porteadoras de párvulos van a
la cabecera casi escoltadas por los arqueros y un poco más atrás van las
demás porteadoras de párvulos y enseres domésticos-habitacionales. Al
último aparece un niño. El orden de la caravana ha cambiado.

En las dos últimas fotografías revisadas (184.8-184.9), queda claro


que la única huella o marca visible que podría quedar en el suelo sería
aquella como consecuencia de la percusión de los pies. Sin embargo,
en superficies pastosas o leñosas y en parajes abiertos, como el de las
fotos, resultaría casi imposible detectar por dónde va el camino, aquel
camino recto y homogéneo que el foráneo espera encontrar. El camino
aquí es cancha y dista de la idea moderna de un “camino”. Ésto se aprecia
claramente en el juicio que el cura Martín Gusinde hace respecto al
camino ona. Al no entender el camino como una cancha de acción y en
movimiento, Gusinde afirma que el ona se sale a cada rato de su camino:
“(...) porque el selknam conserva en todo momento y lugar su libertad
personal por lo que se desvía del camino planeado cuando se le cruza
un animal de caza, cuando el capricho imprevesible le hace tomar otro
rumbo, cuando un Yosi [guanaco] le cierra el camino y cuando los pájaros
se mofan de él. Pues depende demasiado de lo que lo rodea y de lo que le
sale al encuentro”611.

Ahora bien, en lo que concuerdan varios autores es en la destreza para


caminar del ona. El marino chileno Ramón Serrano, en el verano de 1879,
los vio aparecer y luego desaparecer como por arte de magia en la región
esteparia de la isla612. El marino Waldo Becerra, tras su estadía en Jorrka/
bahía Inútil en 1898, anotaba: “Son incansables para la marcha y tienen
una especie de trote balanceando el cuerpo que vale tanto como el de un
caballo; este ejercicio les proporciona un gran desarrollo al cuerpo613.
Eduardo Holmberg durante su paso, en 1902, por la región del bosque y
monte de isla, nunca logró ver a los onas. Sin embargo, en todo momento
sintió que lo acechaban.

611 Gusinde, M. (1990). Los indios de la Tierra del Fuego. Los selknam. Tomo primero, Vol. II.
Buenos Aires: Centro Argentino de Antropología Americana p. 1089
612 Serrano, R. (1880). Diario de la escursion a la isla grande de Tierra del Fuego durante los
meses de enero i febrero de 1879. Anuario Hidrográfico de la Armada de Chile, Vol. 29, pp.
151-211
613 Becerra, W. (1898). En la Tierra del Fuego. Exploración al país de los Onas-la bahía Inútil.
Revista de Marina. Vol. 25, pp. 1747-1748.
222
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Finalmente, en este contexto, cabe agregar las descripciones realizadas por


Carlos Gallardo, las cuales van en la misma dirección que las de Becerra:
“En la marcha, el hombre y la mujer revelan poseer mucha resistencia y
efectúan con gran celeridad, haciéndose notable el primero cuando corre
carreras (...)”614; “Generalmente no viajan de noche, pero cuando están
apurados y la luna alumbra bien aprovechan la oportunidad. El paso es
bastante apresurado á pesar de la enorme carga que llevan las mujeres, y
admira ver la fuerza que despliegan y la astucia ó la habilidad que ponen
en juego para vencer los obstáculos y las dificultades que encuentran en
su camino. Para pasar los pantanos, se ayudan con un bastón y la práctica
les ha enseñado á conocer los sitios en que las yerbas ó la tierra presentan
mayor resistencia y ahí asientan el pie, sin titubear615.

Gallardo aporta otros antecedentes interesantes en lo que se refiere a la


caminería ona. Por ejemplo, al vado de los ríos, principalmente aquellos
torrentosos. Según éste, la caravana configura una especie de piquete,
donde los mas fuerte encabezan el grupo aguas arriba y avanzan en
diagonal. En esta acción, porteadoras y arqueros se apoyan de palos para
sostenerse. Podríamos sostener que en toda la isla no existe río que no
pueda ser vadeable a pie616. Otro dato tiene que ver con las configuraciones
de caminos a partir de rastros. En este contexto, Gallardo sostiene que los
nativos dejan en puntos claves, en la orilla de un río, por ejemplo, palos
estacados o los pies bien impresos en el suelo para que sus compañeros
adviertan la dirección seguida. Por último, cabe agregar que Gallardo
apunta que los onas no tiene ningún aparato para transitar por la nieve
o por la turba617. Como respaldo de esto último existe una fotografía de
Furlong (184.4), donde captura a las porteadoras de párvulo Otretelay y
a Warkeeo marchando sobre la turba: “This photo was taken over boggy
country between the Eastern end of Lake Kami and Beagle Channel.
Land such as this, in most cases, would not support horses with pack
(...)”618. Como puede apreciarse en la fotografía, las porteadoras caminan
descalzas y utilizan bastones delgados.

Los expuesto anteriormente se refiere, exclusivamente, a lo que podríamos


denominar como el camino de traslado de campamento. Pero, hay que
advertir que la caminería ona no se agota allí. Los sets de traslados y los
transportes colectivos tampoco.

Por ejemplo, conforman la caminería aquellos caminos que se configuran


o conducen a las acciones de emboscada, a corrales de pesca, para
espiar619, para guerrear, para escabullirse y aquellos que conducen a
canchas de acción (187-199). Un claro ejemplo del camino al combate
lo encontramos en el relato del aush Pa:ka: “Estos (HaAws) vienen de
muy lejos, de Cabo San Diego, donde nací yo y cuando se va formando el
contingente, se hace un camino que llaman: “waj t`gual´de Wax (waj):

614 Gallardo, C. (1910). Los Onas. Buenos Aires: Cabaut y Cía. p. 114
615 Op. cit. p. 239-240
616 El río Azopardo. Los ríos Yendegaia y Lapataia presentan mayores complicaciones, pero
de todas formas son vadeables de a pié. El Yendegaia es mas difícil durante el verano o época
de deshielo.
617 Gallardo, C. (1910). Los Onas. Buenos Aires: Cabaut y Cía. p. 394-395
618 Archivo Charles Wellington Furlong, Smithsonians museum, U.S.A, Nº 274
619 Gusinde, M. (1990). Los indios de la Tierra del Fuego. Los selknam. Tomo primero, Vol.
II. Buenos Aires: Centro Argentino de Antropología Americana, p. 747
223
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

camino y Gual (gual): el lugar”620. En este caso el camino se configura con


la percusión del colectivo.

Pasos de porteo: la camineria del fiordo

Los pasos de porteo en Fuegopatagonia dan cuenta de una inteligencia


caminera poco conocida y practicada por las naciones yagan y kawéskar.
De hecho, los trabajos y autores que han abordado esta vialidad del fiordo
son escasos621. En estos trabajos, el foco se ha puesto principalmente en
intentar escudriñar y explicar los motivos de la existencia del “paso”.
Las hipótesis son varias. Las principales tienen que ver con generar
navegaciones seguras, ahorrar distancia, explotar y trasladar materias
primas, intercambios comerciales con otros grupos nativos y explorar
nuevos espacios marítimos (186-186.4, 198-198.1).

Las escasas fuentes documentales primarias, la poca visibilidad y la no


fácil y siempre limitada accesibilidad al archipiélago fuegopatagónico
dificultan el estudio de los pasos de porteo. Sin embargo, en los últimos
años, se han realizados esfuerzos por “predecir”, mediante herramientas
digitales la existencia de nuevos pasos622. Decimos “nuevos” porque,
como se verá, hay “pasos” de los cuales no se duda de su existencia.
Probablemente el paso más documentado, aunque se encuentra fuera de
nuestra área geográfica de estudio, es el de Ofqui, golfo de Penas.

En cuanto a la cantidad, se estima que los pasos de porteo pueden ser


cientos, incluso miles, en todo el archipiélago fuegopatagónico623. Hay
que recordar que entre el cabo de Hornos y el golfo de Penas existe
una longitud aproximada de 1.300 kilómetros y el ancho de la franja
archipielágica varía, entre el continente y el océano Pacífico, de 100 a 200
kilómetros aproximadamente.

Ahora bien, hasta ahora, los pasos de porteo se han entendido a una
escala micro, es decir, como puntos estáticos, dispersos y aislados en el
mapa. Casi como un faro. Por otro lado, el “paso” sigue incrustándose en
una geografía Norte-Sur, a la cual, como es sabido, no pertenece. Desde
una geografía Norte-Sur, el sentido del “paso” no puede ser otro que el de
acortar distancia, es decir ahorrar kilometraje. Por el contrario, el “paso”,
inscrito en una geografía fuegopatagónica, desborda la idea de “ahorrar
kilometraje” y permite entenderlo como un configurador de ambientes
camineros marino-terrestre.

620 Pa:Ka / Garibaldi Honte, Luis 1971-75. Entrevista. In: Penazzo, Nelly � Guillermo Penazzo
Wot’n: Documentos del genocidio Ona. Buenos Aires: Ediciones Arlequín de San Telmo, 1995,
T. II, pp. 194-197, p. 197.
621 Prieto, A., Chevallay, D., Ovando, D. (2000). Los pasos indios en Patagonia Austral. Desde
el país de los gigantes. Perspectivas arqueológicas en Patagonia. Jornadas de arqueología de
la Patagonia IV. Universidad nacional de la Patagonia Austral, Rio Gallegos, 87-91. Castillejo,
A. (2017). From virtual survey to real prospection: Kawéskar mobility in the Fuego-Patagonia
seascape across terrestrial passages. Quaternary International, Vol. 435, 114-127
622 Castillejo, A. (2017). From virtual survey to real prospection: Kawéskar mobility in the
Fuego-Patagonia seascape across terrestrial passages. Quaternary International, Vol. 435,
114-127
623 Prieto, A., Chevallay, D., Ovando, D. (2000). Los pasos indios en Patagonia Austral. Desde
el país de los gigantes. Perspectivas arqueológicas en Patagonia. Jornadas de arqueología de
la Patagonia IV. Universidad nacional de la Patagonia Austral, Rio Gallegos, 87-91. Castillejo,
A. (2017). From virtual survey to real prospection: Kawéskar mobility in the Fuego-Patagonia
seascape across terrestrial passages. Quaternary International, Vol. 435, 114-127
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DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

En este sentido, aquí no pretendemos des-cubrir nuevos pasos, tampoco


intentar discutir las razones que detonaron su origen. Aspiramos a
esbozar una imagen en la cual los pasos se entiendan en un contexto
mayor, conducirlos hacia una comprensión más amplia e inscribirlos
como parte de una caminería fuegopatagónica. En el fiordo no solo se
rema, también se portea caminando.

Según las fuentes disponibles, en nuestra área de estudio se han


identificado alrededor de cinco pasos (186). De la existencia de varios
más, así como de la intensidad de uso, solo existen supuestos624. No
se dispone, por ahora, de registros alfabéticos nativos vinculados a los
pasos. Cabe advertir además que la información disponible corresponde
más bien a descripciones realizadas, a comienzos del siglo XX, de pasos
deteriorados o en aparente desuso. No se dispone de un registro que
describa el porteo en acción.

Desde un punto de vista descriptivo físico, el “paso de porteo” se emplaza


en una superficie terrestre a través de la cual se pueden articular cuerpos
de agua salada. Esta articulación puede no ser directa y puede tener
como intermediario cuerpos de agua dulce, como lagos o lagunas. Por el
“paso” se desplazan personas, transportando sus canoas ya sean armadas
o desarmadas o, incluso, podría ser sin ellas625. El paso es demarcado
mediante troncos alineados en el suelo, cuya distancia entre ellos podría
ir entre los 50 centímetros y 1 metro. Sobre los troncos se deslizan
las canoas. Respecto al sistema de arrastre de la canoa no se tienen
antecedentes. Éste podría ser a través del tiraje de la canoa mediante una
cuerda, empujándola con las manos o ambas técnicas a la vez. El ancho
de este “sendero de madera” podría ser de 1.50 metros a 2 metros de
ancho626. Su longitud depende de la superficie a cubrir. Como se verá, hay
casos donde la longitud aproximada es de 200 metros. En otros, de 350
metros.

Los denominados “caminos de los indios” emplazados en el archipiélago


fuegopatagónico y, específicamente, en nuestra área de estudio, fueron
des-cubiertos y registrados en los primeros años del siglo XX.

Este periodo coincide con la realización de intensos trabajos de


relevamientos hidrográficos y producción de cartas marítimas efectuados
por la Armada de Chile. De hecho, como ya se ha visto, en una cartografía
publicada en 1905 aparece la primera referencia a un paso de porteo.
Este paso articula las aguas del seno Skyring/seno Obstrucción y fue des-
cubierto en agosto de 1902 por personal de la escampavía “Huemul”627. Su
624 Bahía oración/bahía Itsmo (Península Zach).
625 No hay que descartar que en cada extremo hubiera canoas.
626 Se han tomado las fotografías de Skottsberg como referente para estimar estas dimensiones.
627 “30 (agosto, 1902) entró a puerto Williams el Huemul dando por terminada la esploracion
que se le había encomendado en la parte occidental del seno Skyring. Como resultado final i de
trascendencia encontró que el fondo del estuario que se denominó Exelsior distaba solo 400
metros de las aguas de Obstrucción separados por un itsmo bajo i fácil de recorrer pues los
indios tenían numerosas rucas i un planchado por donde arrastrar sus canoas para comunicar
con ambos mares” (p. 371.)
“Es el camino obligado de los indios para pasar del seno Última Esperanza al seno Skyring,
arrastrando sus canoas por un itsmo bajo que no tiene mas de 350 metros de ancho. En él
se encuentra en medio de un bosque tupido un camino formado con una serie de palos, un
planchado, como se dice en el sur del país. Lo espeso del bosque tanto del seno Skyring como
por el estuario Obstrucción había impedido descubrir antes este camino. El chinchorro del
Huemul fue arrastrado por este planchado en 20 minutos para explorar i reconocer las aguas
225
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

longitud es de 350 a 400 metros (186.3).

En diciembre del mismo año (1902), la misma comitiva de la Armada


de Chile descubrió otro paso de porteo. Esta vez, el paso se ubicaba en
la península Córdoba (isla Riesco) y articulaba las aguas del golfo de
Xaltegua/canal Jerónimo. Este paso era mixto y estaba compuesto por dos
lagos628. La longitud total del paso es de 8 kilómetros aproximadamente,
sin embargo, desconocemos la longitud del “sendero de madera”629. A
diferencia del primer paso des-cubierto, éste nunca ingresó al soporte
cartográfico. La razón de que el primer paso haya sido apuntado en la
cartografía y el segundo no es todavía una incógnita, sobre todo si se
considera que el mismo personal hizo el des-cubrimiento de ambos
pasos y casi de manera simultanea, en agosto y diciembre de 1902
respectivamente.

Un tercer paso se ubica en la isla Desolación, y permite comunicar las


aguas del brazo Lobo/fiordo Mana. Fue des-cubierto y registrado en 1919
por la tripulación de un barco particular. Se trata de un paso de porteo
localizado en la proximidad de Hasterr/estrecho de Magallanes/océano
Pacífico. El primer y único registro de este paso consta de una fotografía
y de la siguiente descripción: “(...) It terminated on low ground, on which
stood the frame of an Indian hut, and pieces of timber had been laid down
to form a portage for canoes. A few steps showed that the low ground
extended only for some 160 yards, while beyond this was another piece
of wáter which had the appearance of an inland lake, some three miles
long and a mile wide630”. La ubicación de este paso de porteo extiende
considerablemente los alcances geográficos y ambientales de la caminería
fuegopatagónica (186.4).

Como se ha visto, los pasos de porteo anteriormente descritos se localizan


o se vinculan con la región de Hasterr y a la nación kawéskar631. Ahora
se hará referencia a pasos de porteo que se localizan en la región del
Onashaga/canal Beagle, del Yekusin/cabo de Hornos y se vinculan a la
nación yagan. Según el cura Martín Gusinde, entre Yekusin y el Onashaga
había varios pasos de porteo, localizados específicamente en los istmos
de Usin/isla Hoste. Así también, en la isla Londonberry y en la península
Brecknock632. Según Gusinde; “Para eludir una costa peligrosa o evitar
un largo rodeo, utilizan de antiguo determinados pasos terrestres (...)
Habian veces que los indios dejaban la canoa en el punto de desembarco
y recorrían el camino a pie. Todas las familias tenían derecho a utilizar
del estuario Obstrucción (pp. 384-385).
(“Esploracion del seno Skyring por la cañonera “Magallanes” i el escampavía “Huemul al
mando del capitán de fragata D. Roberto Maldonado C., en 1902. Anuario Hidrográfico de la
Armada de Chile, Tomo 26, pp. 353-388, 1907)
628 Estos corresponden a los lagos Titus y Botella.
629 “En los terrenos bajos que se estienden entre los lagos existe un sendero de madera,
obra de los indios, construido para arrastrar sus embarcaciones desde uno al otro estuario
mencionados, sendero que fue franqueado sin graves dificultades por una chalupa de la
Magallanes en 1902”, (...) Una vez hecho esto i mientras la jente comia, me dirijí en compañía
del Sr. Grimal a reconocer el paso por tierra entre el estuario i el primer lago, siguiendo la
dirección de los varales que han colocado los indios para pasar sus canoas; como aquellos
estaban muy viejos i en poca cantidad ví que había que cortar palos para pasar el bote” Anuario
Hidrográfico de la Armada, 1905, tomo 26, p. 486
630 Routledge, S. (1919). The mystery of east island. The story of an expedition. London:
Praed. p. 82
631 “Estos indios son mas agraciados que los fueguinos y los del estrecho”. El Huemul
632 Gusinde, M. (1986). Los indios de Tierra del Fuego. Los yamanas. Tomo II, volumen I.
Buenos Aires: Centro argentino de etnología americana. p. 603
226
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

las sendas nombradas. Se trataba de verdaderos caminos afirmados con


troncos de árboles, sobre los que era posible arrastrar la canoa con poco
esfuerzo y relativa rapidez”633. De los pasos a los que hace referencia el
cura del Verbo Divino, solo uno está vinculado a un icnotipo: Awaiakirrh/
Auaiaquir/ Awaiakir634.

En esta región, existe un paso de porteo de carácter plurinacional o


internacional, el cual conecta el seno Almirantazgo-bahía Blanca/
Onashaga. Este paso, al articular Hasterr/estrecho de Magallanes con el
epicentro de la nación yagan, extiende considerablemente la imaginación
de la vialidad del fiordo. Físicamente, el paso tiene aproximadamente 50
kilómetros de longitud y corre por el valle del río Lapataia. Este paso sería
practicado completamente a pie.

En 1885, 1887 y 1889, los misioneros anglicanos entregaron los primeros


registros de este paso, utilizado por colectivos onas y kawéskars. Este
camino plurinacional-internacional llevó a pensar al historiador Mateo
Martinic en la presencia de un nuevo caso de mestizaje interétnico; los
Selkkar635.

A principios de noviembre de 1885 se produjo el primer registro de este


paso: “Visit of Dawson Islanders. To our great surprise and pleasure we
found a party of twelve fine men from Dawson Island and neighbourhood.
They had come a few days before, having crossed over from Admiralty
Sound to Lupataia, and thence here. These men are as much Ona as
Alaculoof, both in language and appearance. In fact, Dataminils could
speak with at least one of them in Ona, though he is a native of Spaniard
Harbour636; and with other Ooshcushtowan, from Londonderry Island637
in the west, could converse intelligibly, though with difficulty. Our old
acquaintance Pedro638, from Europe, was with them, and brought them
here. They were well clad in new guanaco hides, and were well provided
with good bows and arrows. They has spent the winter inland, between
Admiralty Sound and Lupataia, With their families, living on guanaco (...)
I [Thomas Bridges] purpose shortly going to Lupatia to see where they are,
and what can be done. We hear they are waiting there for transit across a
large river with their families, which they cannot ford or swim, though the
men do so bravely. Fred Hamaka was almost drowned in attempting it,
and would have been had not one of these Dawsonians dived and brought
him up. Fred mentioned one of them becoming perfectly intoxicated with
tobacco, the fumes of which he swallowed according to native custom.
No wonder we looked in vain for natives in Admiralty Sound in August
last.”639 El segundo640 y tercer641 registro son similares en cuanto a la
633 Op. cit
634 Se ha transcrito todas las versiones de escritura que se han encontrado.
635 Martinic, m. (1999). Dawsonians o Selkkar: otro caso de mestizaje aborigen histórico en
Magallanes. Anales del Instituto de la Patagonia, pp. 79-88.
636 Entre Puerto Español y Ooshooia hay una distancia aproximada, vía marítima, de 170
kilómetros.
637 Entre la isla Londonberry y Ooshooia hay una distancia aproximada, vía marítima, de 210
kilómetros.
638 Se supone que lo fue a dejar en 1883 a la isla Dawson.
639 South American Missionary Magazine, Feb. 1, 1886, p. 33.
640 “Yesterday morning, about 10 A.M., a report reached me that a party of Alaculoof Indians
were coming, and approaching the Mission station at Ooshooia (..) South American Missionary
Magazine, April. 1, 1887, p. 77.
641 “Since the last opportunity of communication, we have had the pleasure of welcoming
to the Mission station a party of Alaculoof Indians. We were not altogether surprised at their
arrival, as some of them have previously visited Ooshooia. Once only on a former occasion
227
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

información caminera.

Los anglicanos presentaron este paso como una especie de camino “a la


salvación”, una vía escape. En este sentido, el gran esfuerzo físico que se
requería para sortearlo sería motivado, exclusivamente, por la necesidad
de buscar refugio en la misión de Ooshooia. En otras palabras, sin la
existencia de la misión, este paso no hubiese existido como tal. Al respect,
el misionero Thomas Bridges escribió: “The Dawsonians say they wish to
live here at Ooshooia because they can do so without fear of being shot,
which is not the case in their own country, and in Ona-land” 642. Aquí es
importante considerar que el órgano difusor de la SAM era, sin dudas, una
estrategia comunicacional que iba dirigida a los auspiciadores y financistas
-o posibles financistas- del proyecto anglicano en “South America”. Es de
dominio público que las cacerías y deportaciones sistemáticas de onas se
iniciaron a partir de la década de 1890 con la invasión ovino-vacuna a
Tierra del Fuego y la instalación de las misiones salesianas.

Casi cuarenta años después de los registros escritos de este paso, aun era
posible hallar algunos signos materiales de él643.

Epílogo

En el período en que la cartografía representó el territorio fuegopatagónico


como un espacio exento de caminos nativos, lo cierto es que efectivamente
si los había. Aunque en algunas cartografías se incluyeron “probables
caminos de indios”, éstos representaron, en realidad, retazos inconexos.
Este periodo coincide con el momento previo a la invasión estatal
(materializado con la instalación del alambre fronterizo), durante la
exploraciones científicas-militares y luego con la invasión ovino-vacuna
en ambas orillas de Hasterr/estrecho de Magallanes. El ejercicio ha
sido tratar de visiblizar lo que la cartografía oculta. Aunque no se trata de
una tarea simple y la búsqueda nos puede conducir a errores, creemos que
vale la pena intentarlo.

Enfrascarse en intentar localizar el trazado exacto de los caminos nativos


no tendría mucho sentido. No se dispone de la documentación adecuada
para hacerlo. El esfuerzo se ha centrado, más bien, en demostrar la
práctica de una caminería nativa. Esta caminería se configura a partir
de constantes movimientos y acciones deliberadas. A su vez, estos
movimientos y acciones van respondiendo a una lectura estacional y
ambiental del territorio.

have we had the opportunity of seeing the women and children. They have travelled many
miles on foot, crossing mountains and valleys, and several rivers, some of which are sometimes
impassable, the current being too strong to allow of their swimming across. On the present
occasion the men only first reached Ooshooia, guanaco skins being their chief covering. The
women and children were halting at Lupatia, about eight miles from our settlement. After
giving them a warm reception, I suggested their re turning with an invitation from me to bring
to the Mission station (if possible) the remaining party, including their wives and children”
South American Missionary Magazine, Oct. 1, 1889, p. 217.
642 South American Missionary Magazine, Feb. 1, 1886, p. 33.
643 En efecto, en 1922 el artista norteamericano Rockwell Kent halló vestigios de la estructura
de habitaciones nativas. García, S (2015). Los orígenes de las comunicaciones terrestres en el
sur de Tierra del Fuego (Chile). Magallania, 43(2), 5-45, pp. 14-15.
228
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Se ha intentado “hacer caminar” la escasa información disponible.


Para ello, han sido considerados los registros alfabéticos, los que, a su
vez, han sido desplegados de manera crítica. Frente a estos registros,
automáticamente tratados como topónimos, aquí se ha utilizado el
concepto de “icnotipo”, es decir, un registro de datos o huellas más que
un nombre estático vinculado a un lugar o punto en el espacio. De esta
manera, el “icnotipo” nos remite al registro de variables camineras. Así,
nos desvinculados de aquella comprensión estrecha del camino, aquella
que lo presenta como una marca visible y universal trazada y posada
sobre la superficie terrestre.
Sin dudas, parece difícil, sino imposible, representar la caminería nativa
dentro de un marco y encuadre cartográfico norte-sur. Este encuadre
coarta la imaginación caminera nativa.

La caminería nativa no sube ni baja. La caminería nativa va trashumando


entre llanuras y litorales, litorales y pie cordillerano, pie cordillerano y
fiordos, fiordos y cordillera, cordillera y pie de monte, pie de monte y
bosques, bosques y llanuras, llanuras y litorales. La icnotipia viene siendo
un registro de los movimientos entre los ambientes mencionados.

La caminería nativa en Fuegopatagonia es diversa. Su presencia y


sus lógicas no son obvias para un ojo no entrenado. Éste es uno de los
principales motivos por el cual los exploradores foráneos, principales
productores de información y documentalistas del territorio, no los
vieron y, en algunos casos, los omitieron o negaron su existencia. A esto
hay que sumarle una idea metropolitana de camino que los exploradores
transportaban y aterrizaron en el territorio en estudio.

En el caminar por la turba, por el pie cordillera, por la llanura, por el


fiordo, por el bosque, se desenvuelven y despliegan inteligencias,
vialidades camineras y medio de transportes.

En ambas orillas de Hasterr/estrecho de Magallanes, los colectivos


trashumantes emboscan al guanaco. En Tierra del Fuego, los nativos se
acoplan al camino del ungulado. A su senda. En Patagonia, el medio de
transporte equino -su velocidad, específicamente- permite configurar un
nuevo camino para emboscar al cuadrúpedo. Es más, en este camino, la
aparentemente neutral e inofensiva línea de transporte que construyen
los miembros del colectivo es parte del camino.

Los pasos de porteo ubicados en el fiordo, y el tránsito a través de ellos,


nos permiten repensar la caminería en Fuegopatagonia. Hay toda una
región en movimiento e interconectada. En el fiordo no solo se navega.
Fiordos, islas, penínsulas, lagunas, golfos, canales, islotes, senos, bahías,
ensenadas, estrechos, cabos, lagos, todos términos vinculados con el
espacio marítimo, aparentemente ajenos al mundo terrestre, se van
integrando a la caminería fuegopatagónica.

En Fuegopatagonia, el nativo no solo camina, sino que también hace


caminar. Hace caminar y conduce hacia distintos escenarios, bordes y
trampas. En estos actos, el caminar va asistido con distintas señaléticas

229
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

camineras, tales como columnas de humos (190), antorchas, planchados


de madera, pisoteadas en el suelo o varas de madera clavadas en los
bordes de ríos.

Como se ha expuesto, desde mediados del siglo XIX, el nativo asumió


una vocación de baqueano para los foráneos, ya fuesen exploradores,
misioneros o militares. Los agrimensores no requirieron de guías nativos,
pues entraron en terreno cuando el territorio ya estaba asegurado
y despejado, no requerían mas guía que saber ubicar los paralelos y
meridianos. Como advirtió el explorador Carlos Moyano, los nativos
en algunos casos fueron precavidos en mostrar, compartir y enseñar
sus caminos a los foráneos (sobre todo a partir de la década de 1880 en
Patagonia). Sin embargo, revisar los pocos casos registrados donde el
nativo ofició de baqueano nos permite comprender, de alguna manera, las
dinámicas camineras en el territorio. En este tipo de registros, la Tierra
del Fuego se presenta en clara desventaja con la Patagonia.

En esta misma línea, al ir registrando y ubicando sobre nuestra plantilla


fuegopatagónica los nombres de nativos localizados en distintas
comarcas del territorio, se comienza a develar una imagen, flujos y
tráficos sistemáticos, hasta ahora inéditos. Esta imagen en proceso sin
duda contribuye a repensar las configuraciones del territorio y a eliminar
“fronteras” impuestas, como aquella que utiliza el río Santa Cruz como
límite entre nativos del “norte” y del “sur”.

Las series gráficas camineras que han sido producidas deben entenderse
y apreciarse como una primera aproximación a la caminería nativa y del
territorio. En ellas, transformamos en dibujo y espacializamos acciones
que nunca habían sido presentadas de esa forma. En otras palabras, se
ha realizado un trabajo de reescritura que entiende al dibujo como tal y
no como una representación meramente gráfica. Para esta reescritura se
ha utilizado una perspectiva aérea y para su producción se han utilizado
distintas fuentes, entre ellas: textos, Google Earth, fotografías, relatos,
dibujos y nuestra propia experiencia en terreno. La perspectiva aérea nos
posibilita entender el territorio ya no es un primer plano. No nos interesa
la fisonomía del nativo, sino mostrar y resaltar la acción, independiente
del sujeto.

La caminería instalada y desplegada por los nativos no se acabó ni se ha


acabado en Fuegopatagonia. La estacionalidad del territorio tampoco.
En la actualidad, son varios los turistas e investigadores que portean sus
kayaks a través de los fiordos. Los bagualeros siguen emboscando caballos
y vacunos baguales, en invierno y verano. Siguen los arreos entre campos
de veranada e invernada. Científicos siguen, sigilosamente, los pasos de
animales en distintos ambientes y estaciones.

Finalmente, demostramos y hacemos evidente la paradójica relación


entre cartografía y caminos en Fuegopatagonia. Mientras la cartografía
muestra un territorio delicadamente sin caminos, lo que acontece en el
territorio es justamente lo contrario. Esos rótulos desplegados sobre la
cartografía y el territorio, que remiten a una ocupación homogénea y a la

230
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

vez inexacta de las primeras naciones fuegopatagónicas, son derribados


por la camineria nativa, pues, claramente, no todo el territorio es camino.

Conclusiones
Luego de haber estudiado las caminerías estanciera-estatal, baqueana y
nativa de forma separada, esta investigación concluye con la elaboración
de un esquema cartográfico síntesis y homologable, en el cual se
representa cada una de las caminerías mencionadas (200-200.5). El
objetivo es identificar distingos, contrastes, coincidencias, así como los
posibles grados de relación entre ellas.

Al superponer y comparar la caminería estanciera-estatal con la caminería


baqueana es posible distinguir que ambas se despliegan y cruzan el
territorio de manera distinta (200.3). Así, por ejemplo, la caminería
baqueana en Patagonia tiene tres direcciones claras, adquiriendo la
figura de abanico. Es decir: Punta Arenas-lago Argentino, Punta Arenas-
isla Pavón y Punta Arenas-Punta Dungennes. En este sentido, Punta
Arenas actúa como una especie de imán para la caminería baqueana. Otra
diferencia notable entre la caminería baqueana y la estanciera-estatal es
la relación que ambas tienen con las lagunas. Mientras que la caminería
estanciera-estatal se aleja de éstas, para la caminería baqueana las lagunas
son vitales y las utiliza como referentes y estaciones camineras. En el
caso de Tierra del Fuego, la caminería baqueana no tuvo la notoriedad
y relevancia que tuvo en Patagonia y, por ende, ante la escasez de
registros no es posible establecer un punto de comparación crítico entre
la caminería baqueana y la caminería estanciera-estatal.

Al superponer y comparar la caminería estanciera-estatal con la caminería


nativa se logra distinguir un contraste notable entre ellas (200.4). Por
un lado, la caminería estanciera-estatal conecta, de la forma más directa
posible, distintos puntos traducidos en estancias ganaderas y centros
urbanos. Por su lado, la caminería nativa en Patagonia presenta un
despliegue a través de los distintos ambientes presentes en el territorio, a
saber: estepa, meseta, cañadón, pie cordillerano, fiordo, cordillera, turba,
bosque, litorales marinos y lacustres. Ahora bien, como se observa en el
caso de la Tierra del Fuego, debido a la casi nula existencia de registros
camineros nativos (escritos y cartográficos), resulta difícil -sino imposible-
comparar y establecer distingos entre la caminería estanciera-estatal con
la caminería nativa. Por otro lado, cabe señalar que, en Patagonia, algunas
direcciones camineras estancieras-estatales y nativas aparentemente se
superponen. Esto debe considerarse más bien como una coincidencia (o
un alcance), pues hay que tener en cuenta que se está cruzando un mismo
territorio.

Al superponer y comparar la caminería nativa con la caminería baqueana


es posible distinguir que ambas comparten direcciones y orientaciones
(200.5). Hay que recordar que ambas caminerías convivieron por más
de dos décadas en el territorio. Así, es posible aseverar que hay tramos
donde los trazados de la caminería nativa y baqueana se sobreponen. Por
ejemplo, en los vados del río Gallegos y entre Guerr aike y la isla Pavón
231
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

(tramo de unos doscientos kilómetros aproximadamente vía Otelaike-


Coy nash), así como también entre Punta Arenas y La Portada. Hay que
mencionar que, para ambas caminerías, los cuerpos lacustres adquieren
relevancia, pues contribuyen a configurar el trazado de sus caminos.

Ahora bien, luego de superponer las tres caminerías, es posible establecer


que la idea de estudiar y entender los caminos como un palimpsesto
resulta forzosa y limita la imaginación caminera del territorio. Afirmar
que la red de caminos de 1910, la cual representa a la caminería
estanciera-estatal, es el resultado de una superposición de las caminerías
baqueanas y nativas constituye un error. Tanto nativos, baqueanos y
estancieros organizaron sus circulaciones terrestres a partir de una
imagen y compresión particular del territorio. Así, los nativos conectan
ambientes (litorales, llanuras, mesetas, cañadones, fiordos, bosques, pie
de montes, cordilleras), los baqueanos hitos geográficos (morros, cerros,
lagunas, valles, lagos, ríos) y los estancieros puntos (cascos de estancias,
puertos, poblados) (200-200.2).

A partir de lo expuesto, la tesis demuestra que efectivamente la cartografía


obliteró por partida doble a las caminerías baqueanas y nativas. Esto, en
primer lugar, cuando la cartografía del periodo 1870-1896 no registró
ningún tipo de camino. En segundo lugar, cuando el camino estanciero-
estatal registró caminos en 1897-1910, homogenizó, estandarizó y soterró
la presencia, heterogeneidad y diversidad de las caminerías practicadas
en el territorio fuegopatagónico. En un sentido radical, la cartografía
estudiada obliteró caminerías que eran formas de vida que concebían
el territorio y sus diversas geografías. En este contexto, cabe mencionar
que la Tierra del Fuego fue profundamente perjudicada, pues a partir
de la escasa información disponible no es posible acceder y conocer en
profundidad sus caminerías nativas y baqueanas.

--------------

Para finalizar, es preciso detenerse en dos observaciones conclusivas.


Por un lado, es importante señalar que la presente investigación debe
ser considerada como una primera aproximación a la temática de los
caminos en Fuegopatagonia. Por ningún motivo es un trabajo cerrado y
definitivo. Al contrario, se considera que una de las virtudes de esta tesis
es justamente su capacidad de desarrollo644. Así, la principal contribución
del presente estudio es la identificación de aquellas caminerías que no
fueron registradas en la cartografía.

Cabe señalar que el estudio de la caminería en Fuegopatagonia posibilitó


reconocer tres tipos de caminerías. En un lado, la caminería estanciera-
estatal, la cual establece caminos fijos y nivelados topográficamente,
una caminería sometida a la organización política y administrativa
del territorio. Luego, las caminerías nativa y baqueana, sometidas a la
geografía del lugar, a sus pastizales, turbales, chorrillos, ríos, vegas, etc.,
que, por ende, se presentan como vehículo para explorar y adentrarse
644 Para Giorgio Agamben, el “elemento genuinamente filosófico
filosófico contenido en una obra -ya
sea obra de arte, de ciencia, de pensamiento- es su capacidad para ser desarrollada, algo que ha
quedado -o ha sido intencionalmente abandonado- no dicho, y que debemos saber encontrar y
recoger”. Agamben, G. (2016). El fuego y el relato. Madrid: Sextopiso, p. 35.
232
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

en las geografías fuegopatagónicas, es decir, a las geografías del fiordo,


meseta, estepa, cañadón, pies cordilleranos, cordilleras y bosques.

En una primera instancia, se podría creer que solo la caminería


estanciera-estatal es la que aún persiste en el territorio. Sin embargo,
esta investigación es una invitación a repensar y recorrer las geografías
fuegopatagónicas a partir de las caminerías que fueron obliteradas en la
cartografía a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

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and Tierra del Fuego”. South American Missionary Society (SAMS).
Escala no indicada

2) 1871 - “Map of Patagonia showing capt. Musters Route”. George


Muster. Escala no indicada

3) 1873 – “Carta de la Patagonie et des archipels de la Terra de Feu des


Malouines 1865”. Atlas de la confederation Argentine “Víctor Martín de
Moussy. Escala no indicada

4) 1877 – “Carta que manifiesta el estado de la hidrografía de Chile en


fines de Diciembre de 1877. Enrique Simpson. Escala no indicada

5) 1878 - “Derrotero de la espedicion a la Patagonia”. Juan Tomas Rogers.


Escala no indicada

6) c1879 – “Territorios que abraza la cuestión chilena-arjentina”. No


indica autor ni escala

7) 1879 - “Croquis de una parte de la Patagonia según datos recojidos


durante el viage 1876-1877 por Francisco P. Moreno”. Francisco Moreno.
Escala no indicada

8) 1879 - “Map of part of Patagonia of illustrate Mr. Beerbohm´s journey”.


Julius Beerbohm. Escala no indicada

9) 1879 - “Mapa de la Patagonia Austral”. Ramón Lista. Escala no indicada

10) 1880 - “Mapa de la Patagonia Austral por Ramón Lista”. Ramón Lista.
Escala no indicada

251
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

11) 1880 – “Derrotero de la escursion a la isla grande de la Tierra del


Fuego durante los meses de Enero i Febrero de 1879”. Ramón Serrano
Montaner. Escala no indicada

12) 1880 – “Plano del territorio de la Pampa y Rio Negro, y de las once
provincias chilenas que lo avecindan por el oeste”. Manuel Olascoaga.
Escala 1:2.000.000
13) 1881- “Carta general de la Patagonia construida por el capitán de la
Armada Argentina Dn. Carlos Moyano que contiene el resultado de sus
exploraciones y la línea de marcha durante sus viajes realizados en 1876,
1877, 1878, 1879, 1880 y además el trazo de una vía de comunicación
apropiada á la Conducción de Ganados desde el Río Negro hasta el
estrecho de Magallanes.

14) 1883 - “Patagonia. Territorio argentino cerca del océano Atlántico


entre el rio Santa Cruz y el Estr. de Magallanes”. Giovanni Roncagli.
Escala no indicada

15) 1883 - “Esquisse de la Patagonia (Repúblique Argentine)”. Francisco


Moreno. Escala 1:6.000.000

16) 1884 - “Traccia al viagio attraverso la Patagonia australe compiuto da


G. Roncagli”. Giovanni Roncagli. Escala 1: 920.000

17) 1884 – “Mapa de la República de Chile desde el río Loa hasta el Cabo
de Hornos”. Amado Pissis. Escala 1:1.000.000

18) 1886 - “Plano topográfico de la rejion central magallánica”. Alejandro


Bertrand. Escala 1: 500.000

19) 1886 – “Gobernación de Santa-Cruz. Atlas de la República Argentina”.


Arturo Seelstrang. Escala 1: 2.000.000

20) 1887 - “Patagonia. Croquis de la parte comprendida entre los paralelos


50 á 53 con el itinerario de espedicion efectuada en Noviembre á Febrero
de 1883-84 por el Capitán de la Armada Argentina Carlos M. Moyano y el
subteniente Teófilo de Loqui”. Carlos Moyano. Escala no indicada

21) 1887 - “Mapa de la Tierra del Fuego según las exploraciones y estudios
de don Ramón Lista”. Ramón Lista. Escala 1: 1.250.000

22) 1888 – “Gobernación de Santa Cruz. Atlas Geográfico de la República


Argentina. Mariano Paz Soldán. Escala 1: 2.000.000

23) 1888 – “Gobernación de la Tierra del Fuego y de las islas Malvinas.


Atlas Geográfico de la República Argentina. Mariano Paz Soldán. Escala
1: 2.000.000

24) 1888 – “Mission Salesiane della Patagonia Centralle e Meridionale e


della Terra del Fuoco”. Congregación Salesiana. Escala no indicada

252
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

25) 1889 - “Expedición Patagonia. Por orden del Museo Nacional de


Buenos Aires. Mapa itinerario levantado y dibujado por Carlos V.
Burmeister”. Escala no indicada

26) 1895 – “Territorio de Magallanes. Atlas de Chile correjido según los


últimos datos”. Juan Türke. Escala no indicada.
27) 1895 – “Demarcación de límites con la república argentina. Plano
de la línea divisoria de Tierra del Fuego según los trabajos de las sub-
comisiones demarcadoras 1895. Comisión Chilena de Límites. Escala
1:200.000

28) 1896 – Sin titulo [muestra división predial de la sección chilena


de Tierra del Fuego. Mapa incluido en la memoria del gobernador de
Magallanes Manuel Señoret]. Manuel Señoret. Escala no indicada

29) 1897 – “Plano topográfico del Territorio de Santa Cruz levantado por
el agrimensor Carlos Siewert”. Carlos Siewert. Escala 1: 500.000

30) 1897 – “Carte du Territoire de Santa Cruz (Partie Australe)”. Alcides


Mercerat. Escala 1:100.000

31) 1897 – “Plano topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en


el Territorio de Magallanes. Levantado por los ingenieros de la Comisión
de Límites Aníbal Contreras, Alvaro Donoso, Carlos Soza Bruna, 1893.
Escala 1:250.000

32) c1898 – “Map of the Magellan Territories”. Otto Nordenskjöld. Escala


1: 1.500.000

33) 1898- Sin título [muestra división predial del territorio de Magallanes].
Hugo Pietrogrande. Escala 1:250.000

34) 1900 – Territorio de colonización de Magallanes. La región ganadera.


Anexo al libro “Magallanes-el país del porvenir, 1900”. Alberto Fagalde.
Escala 1:250.000

35) 1900 - “Plano parcial del Territorio de Santa Cruz, Patagonia”, Carlos
Burmeister. Escala 1:666.800

36) 1900 – “Carta parcial del territorio de Magallanes”. Manuel Moore.


Escala 1: 669. 034

37) 1901 – “Mapa preliminar de la Region Meridional de la República


Argentina (Mapa XIV)”. Comisión de Límites de Argentina. Escala 1:
1.000.000

38) 1902 – “Plano topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en


el Territorio de Magallanes”. Álvaro Donoso. Escala 1:250.000

39) 1903 – “Plano de la gobernación de Santa Cruz y del Territorio de

253
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Magallanes”. Wilkinson y Lefrancois. Escala 1: 666.666

40) 1904 – “Territorio de Santa Cruz, zona sud del río Santa Cruz”, Carlos
Burmeister. Escala 1:200.000

41) 1904 - “Nuevo mapa de Chile”. Nicañor Boloña. Escala no indicada.

42) 1905 – “Magallanes, senos Skyring i Otway i canales adyacentes.


Esploraciones de la Marina de Chile hasta 1904”. Oficina Hidrográfica de
Chile. Escala 1:250.000
43) 1905 – “Hijuelacion de los terrenos fiscales situados en el Seno de la
Última Esperanza. Agustín Rengifo [dibujo Nicanor Boloña]. Escala: 1:
250.000

44) 1905 – “Plano de remates de terrenos fiscales en el Seno de Última


Esperanza. Aprobado por Inspección de Tierras i Colonización. Agustín
Torrealba [dibujo Julio Aguilar]. Escala: 1: 250.000

45) 1906 – “Magallanes”. Atlas; “Mapas de la Región Andina. Comisión


Chilena de Límites. Escala 1: 250.000

46) 1906 – “Magallanes-Ultima Esperanza”. Atlas; “Mapas de la Región


Andina”. Comisión Chilena de Límites. Escala 1: 250.000

47) 1906 – “Magallanes-lago Argentino. Atlas; “Mapas de la Región


Andina”. Comisión Chilena de Límites. Escala 1: 250.000

48) 1906 – “Línea de frontera en la parte sur del Territorio. Gráfico de


los trabajos geodésicos” [incluye líneas isógonas]. Oficina de Límites de
Chile. Escala 1: 1.000.000

49) 1911 – “Concesiones en la isla Navarino”. Hugo Pietrogrande. Escala


1: 250.000

50) 1911 – “Plano de los territorios de Santa Cruz, Magallanes y Tierra del
Fuego”. Norberto B. Cobos. Escala 1: 1.000.000

51) 1913 – “Mapa de Chile 1910”. Oficina de Mensura de Tierras. Escala


1:500.000

52) 1917 – “Tierra del Fuego”. Dirección Nacional de Tierras. Escala


1:300.000

53) c1918 – “Tierra del Fuego según las exploraciones y los estudios
efectuados por Alberto M. De Agostini 1910-1910”. Alberto M. De Agostini.
Escala no indicada.

54) 1921 – “Plano de los edificios de la estancia Oazy Harbour”. Kenneth


Cara-Sociedad
Explotadora de Tierra del Fuego. Escala no indicada

254
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

55) 1922 – “Territorios de Santa Cruz, Tierra del Fuego y Magallanes,


enero 1922”. Enrique del Castillo. Escala 1:666.666

56) 1923 – “Plano del Territorio de Santa Cruz, Rep. Argentina”. Roberto
Daublebsky von Sterneck. Escala 1:666.666

57) 1928 – “The Falklands islands”. Robert Fitz Roy. Escala no indicada.

58) 1928 – “Parte del Territorio de Magallanes con subdivisión de Tierras”.


Ministerio de Fomento, Chile, departamento de Tierra y Colonización.
Escala 1:500.000

59) 1929 – Sin título [cartografía incluida en el libro “Als Pelzjäger Im


Feuerland”, muestra la totalidad del estrecho de Magallanes e islas
adyacentes, hasta el cabo de Hornos]. Hugo Weber. Escala no indicada

60) 1929 – “Territorio nacional de Tierra del Fuego”. Enrique del Castillo.
Escala 1:300.000

61) 1929 – “Tierra del Fuego”. Alberto M. De Agostini. Escala 1:1.000.000

62) 1933 – “Plano de los caminos de la provincia de Magallanes”. Auto


Club Magallanes. Escala 1: 500.000

63) 1933 – “Territorio de Magallanes. Red de Caminos”. Autor no


indicado. Escala 1:500.000

64) 1937 – “Magallanesgebiet und Feuerland”. Martín Gusinde. Escala


1:500.000

65) 1939 – “Carta caminera de la Patagonia”. Destacamento de


Magallanes-Instituto Geográfico Militar. Escala 1: 500.000

66) 1941 – “Red de caminos de Magallanes”. Departamento de Caminos


de Magallanes. Escala 1:1.000.000

67) 1945 – “Red de caminos de Magallanes”. Departamento de Caminos.


Escala 1:1.000.000

68) 1945 – “Zona caminera de la provincia de Magallanes”. Departamento


de Caminos de Chile. Escala no indicada

69) 1945 – “Magallanes”. Atlas; “Carta Nacional”, Instituto Geográfico


Militar, Santiago de Chile. Escala 1: 500.000[cartas; Canal Trinidad,
Natales, Punta Dungennes, isla Santa Inés, Punta Arenas-Porvenir,
Navarino-Cabo de Hornos]

70) 1956 – “Territorio Nacional de Tierra del Fuego”. Administración


General de Vialidad Nacional. Escala 1: 250.000

255
ANEXO I Expediciones científicas-militares en Fuegopatagonia 1869-1886
(elaboracion del autor)

Kilometros Utilizo
Año de la Reconoce Caminos
Explorador Formacion Edad Mandante Objetivo Principal Territorio Explorado Lugar de Inicio Lugar de Termino Recorridos Fecha de la Expedicion Estación Ambientes R ecorridos Baqueanos Foraneos Baqueanos Nativos Columna de
Expedicion Nativos
Aproximados (*) Humos

George Musters Marino 28 1869 Particular Traslado Continente Colonia de Punta Arenas Isla Pavón 400 19 -27 abril Otoño Vega, llanura, cañadón Jaria Sam Slick Si Si
Francisco Moreno Naturalista 25 1877 Estado argentino Científico/geopolítico Continente Isla Pavón Colonia de Punta Arenas 400 6-14 de abril otoño Vega, llanura, cañadón Isidoro Estrella No No
Juan Tomas Rogers Marino 26 1877 Estado chileno Científico/geopolítico Continente Seno Skyring Colonia de Punta Arenas 700 10 noviembre-23 diciembre Primavera-verano No Si No
Fiordo, Vega, llanura, cañadón, bosque Santiago Zamora, Francisco Jara, Williams Greenwood
Julius Beerboom Ingeniero 23 1877 Particular Traslado Continente Isla Pavón Colonia de Punta Arenas 400 2 octubre-11 noviembre Primavera Vega, llanura, cañadón Isidoro, Guillaume No No Si
Invierno-
Ramon Lista Militar 22 1878 Estado argentino Científico/geopolítico Continente Colonia de Punta Arenas Isla Pavón 400 18 agosto-15 septiembre Vega, llanura, cañadón Luis Navarro, Arias No No Si
primavera
1 enero-28 febrero Verano vega, llanura, cañadón No No No No
Ramón Serrano Marino 31 1879 Estado chileno Científico/geopolítico Tierra del Fuego Bahia Gente Grande Bahia Gente Grande 350
38 1879 Estado chileno Geopolitico Continente Colonia de Punta Arenas Colonia de Punta Arenas 9 00 1-30 enero Verano Vega, llanura, cañadón Luis Ulloa, Emilio Bays No Si Si
Diego Dublé Almeida Militar
Florence Dixie Viajera 24 1879 Particular Turismo Continente Colonia de Punta Arenas Colonia de Punta Arenas 700 Enero-febrero Verano Vega, llanura, cañadón, bosque Guillaume, Poivre, Arias, Gregorio No Si Si

1881

Marino 25 Estado argentino Científico/ geopolítico Continente Colonia de Punta Arenas Isla Pavón 460 1-21 mayo Otoño Vega, llanura, cañadón José M ontes Hallen No Si
Giovanni Roncagli 1882
Carlos M. Moyano Marino 28 1883 - 1884 Estado argentino Científico/ geopolítico Continente Colonia de Punta Arenas Isla Pavón 9 30 2 noviembre-28 febrero Primavera-verano Vega, llanura, cañadón, bosque, fiordo No Compem No Si

Alejandro Bertrand 31 1885 Estado chileno M ensura Continente Colonia de Punta Arenas Colonia de Punta Arenas 9 00 20enero-13 abril Verano Vega, llanura, cañadón, turba, fiordo Juan Alvarado, Luis Navarro, Rojas No No Si
Ingeniero
Ramon Lista M arino 33 1886 Estado argentino Científico/ geopolítico Tierra del Fuego Bahia San Sebastían Bahia Thetis 29 0 22 noviembre-4 diciembre Verano Vega, llanura, cañadón, bosque, turba No Noshte, No Si
Kaukioski

252
Antecedentes de la memoria de la expedición
(elaboracion del autor)

Año de la Año de la Nº de Paginas Nº de Paginas Incluye Incluye Formato de


Explorador Título Idioma
Expedicion Publicacion de la Memoria del Relato Imagenes Mapa Publicacion

George Musters At home with the Patagonias: 1869 1871, Londres Ingles 322 30 Si
a years`s wanderings over untrodden ground from straits of magellan to the rio si Libro
Negro
Francisco M oreno Viaje á la Patagonia Austral: 1876-1877 1877 1878, Buenos Aires Castellano 462 8 Si Si Libro
Juan Tomas Rogers Espedicion a la parte austral de la Patagonia 1877 1878, Santiago Castellano 39 39 No Si Artículo
Julius Beerboom W anderings in Patagonia 1877 1879, Londres Ingles 167 89 Si Si Libro
Ramon Lista Viaje al pais de los Tehuelches 1878 1879, Buenos Aires Castellano 83 16 Si Si Libro
De la escursion a la isla grande de Tierra del Fuego
Ramon Serrano 1879 1880, Santiago Castellano 53 53 No Si Artículo
durante los meses de enero y febrero 1879
Diego Duble Almeida Diario del viaje al rio Santa Cruz, Patagonia 1879 1938, Santiago Castellano 48 48 No No Artículo
Florence Dixie Across Patagonia 1879 1880, Londres Ingles 251 200 Si No Libro

1881

Expedición Austral Argentina.


1883, Buenos Aires Castellano 217 22 Si Si Libro
Giovanni Roncagli Informes preeliminares. Informe X. De Punta Arenas a Santa Cruz 1882
De Punta Arenas a Santa cruz 1884, Roma Italiano 21 21 Si Si Artículo
Carlos M. Moyano Patagonia Austral. Exploración de los ríos Gallegos, Coyle, Santa Cruz 1883 - 18841887, Buenos Aires Castellano 114 114 No Si Libro
Alejandro Bertrand Memoria sobre la rejion central de las tierras magallánicas 1885 1886, Santiago Castellano 147 52 No Si Libro
Ramon Lista Viaje al pais de los Onas. Tierra del Fuego 1886 1887, Buenos Aires Castellano 146 72 Si Si Libro

253
Antecedentes del mapa y de la expedición
(elaboracion del autor)

Formato de
Explorador Título principal Dimensiones (cm) Escala Incluye Itinerario Incluye algún tipo de Camino Indica Presencia Nativa Indicaciones Ambientales
Impresión
George Musters Patagonia Si - "Winter quarter of southern Tehuelches", "Southern Tehuelches",
Color 36 .5x20 No indicada Si No "High BarrenPlain"
"Chikookaik
Esquisse de la Patagonia Monocromatico 30x26 1/6 .000.000 Si No Si - "Indians Tehuelches" " Mesetas terciarias cubiertas en parte con basalto"
Francisco Moreno
Croquis de una parte de la Patagonia Color 49x26 No indicada Si No ("Camino probable de indios" Si - Uagen aiken, Amenkelt, Yaten Huajeno, kehle aiken, Chickerrok, Car aiken "Basalto terciario"
Juan Tomas Rogers Derrotero de la espedicion a la Patagonia Monocromatico 42x40 No indicada Si No Si - " Tolder ia ambulante"
"Bosque de los huemules", "Valle de los guanacos", "Vaquería del norte", "Vaqueria del sur"
Julius Beer bohm Patagonia Color 22x13 No indicada Si No Si - "Indian camp", Chikrookaik "High Barren Plain", "Beech forest", "Grassy plain", "Cap. of lava & scoria"
Mapa de la Patagonia Austral (1879) Color 28x26 No indicada Si No Si - "Paradero de los Tehuelches", "Tehuelches del Sur" No incluye
Ramon Lista
Mapa de la Patagonia Austral (1880) Color 28x26 No indicada Si No Si - " Parader o de los Tehuelches" , " Tehuelches del Sur " , Guerr aike, Uagen aike " Region de las salinas" , " Campos muy abundantes en guanacos"
"Bosque de robledales y lagunas", "Itsmo bajo y pastoso", "Altiplanicie con bosque y
Ramon Serrano Tierra del Fuego Monocromatico 42x33 No indicada Si No No
pantanos"

1881
Traccia del viaggio attraversa la Patagonia australe Color 42x33 1:920.000 Si No Si - Colcaique, Kilincaique, Ottelaique, Kimorocaique "Terreno Vulcánico"
Giovanni Roncagli
Patagonia. Territorio argentino Color 24x16 No indicada Si No Si - "Camp. de indios", Kilincaique, Ottelaique No incluye
Car los M . M oyano Patagonia Color 70x6 2. 5 1:1.000.000 Si No Si - Karken aike, Ottelte aike, Wake aike, Guerr aike, Cetz aike "Paramos sin arbustos", "Falda del monte", Paramos muy áridos"
Alejandro BertrandMapa topográfico de la rejion central magallanica Monocromático 70x50 1:500.000 Si No Si - Kemerokai, Okerai "Mapa de los guanacos", "Lomajes de las Leoneras", "Pampa de los terremontos"
Ramon Lista Mapa de la Tierra del Fuego Color 28x26 1: 250. 000 Si Si (" Pr obable camino de indios" Si - M onte Kar ke, toldos " Valles pastosos" , " Bosques"

254
Intercepciones entre nativos y exploradores (1869 - 1886)
(elaboracion del autor)

Nº de
Explorador Estación Año Lugar de Intersección Tipo de Intersección Nº de Individuos Nº de Toldos Nombre de Nativo Identificado
intersecciones

George Musters Otoño 1869 4 1.- Rio Gallegos 1.- En la Senda 1.- 6 1.- No indica
Sam Slick, Enrique, Pedro el Platero,
2.- Valle Coy 2.- En la Senda 2.- Sobre 40 2.- No indica
Reina Victoria, Isidoro (en Pavón) ,
3.- Tres Chorrillos 3.- Campamento 3.- "filas de mujeres y niños 3.- No indica
Casimiro, Orkeke (ambos en río
4.- Al norte de Tres Chorrillos 4.- En la Senda montados" 4.- No indica
Chico)
4.- "varios indios"
Francisco Moreno Otoño 1877 1 1.- Rio Gallegos 1.- Paradero "Guerr Aiken" 1.- "solo logré conversar con algunos" 1.- No indica Isidoro (de baqueano) , Estrella
Juan Tomas Rogers Primavera - Verano 1877 2 1.- Rio Coy 1.- En la senda / 1.- 2 1.- 19 toldos Cacique Papon, Pedro Mayor,
2.- Rio Gallegos Campamento 2.- "varios indios" 2.- 9 toldos Cacique Ventura, Severo, Cubana,
2.- Campamento Araucano
Julius Beerbohm Primavera - Verano 1877 1 1.- Rio Ciake 1.- Paradero 1.- "50 hombres" 1. - 12 " carpas" Orkeke (en Ciake) , Isidoro (de
"25 por toldos" baqueano)
"400 a 500"
"otro montón de indios"
Ramon Lista Invierno - Primavera 1878 2 1.- Rio Gallegos 1.- Campamento 1.- "llegaron los indios" 1.- "los toldos" Cacique Papon, Mulato, Pescado,
2.- Valle Coy 2.- Cacería 2.- "muchos indios" 2.- No indica Guina Maineneuco (en Guer
Aike), Orkeke (viejo cacique,en el
Coyle)
Ramon Serrano Verano 1879 3 1.- Laguna Deseada 1.- Emboscada 1.- "una cantidad de indios" 1.- No indica No registra
2.- No indica 2.- Campamento evacuado 2.- No registra 2.- No indica
3.- Boqueron Serrano 3.- Emboscada 3.- 10 aproximadamente 3.- No indica
4.- Rio del Oro 4.- Emboscada 4.- "hemos visto indios atravesar" 4.- No indica
5.- Rio Marazzi 5.- Emboscada 5.- "3 indios" 5.- No indica

Diego Duble Almeida Verano 1879 1 1. - Rio Dinamarquero 1. - Paradero 1. - " muchos indios" 1. - 8 a 10 toldos Cacique Papon, Pescado, Pedro
Mayor, Pechocho, Pablo
Florence Dixie Verano 1879 3 1.- Rio Dinamarquero 1.- Paradero 1.- "varios indios" 1.- "una docena de carpas grandes" Isidoro (en el río Gallegos, paso
2.- Laguna del Zurdo 2.- Campamento evacuado 2.- No registra 2.- No indica Alquinta)
3.- Rio Gallegos 3.- Campamento 3.- No registra 3.- 3 toldos

1881

Giovanni Roncagli Otoño 1882 1 1.- Valle Coy 1.- Campamento en 1.- "caravanas de mujeres y 1.- "tres toldos" Hallen, Isidoro (estaba en el
movimiento muchachos" - "otros toldos" campamento del Coyle)
- "otros indios"
Carlos M. Moyano Primavera - Verano 1883 - 1884 1 1.- Paso "Los Robles" (Rio 1. - Campamento 1. - No indica 1. - " dos toldos" Compem
Gallegos)
Alejandro Bertrand Verano 1885 2 1.- Valle del Bautismo 1.- Paradero 1.- No indica 1.- 14 toldos Cacique Papon, Mulato
2.- Pozo la Reina 2.- En la senda 2.- "caravanas de mujeres" 2.- No indica
3.- Tres Chorrillos 3.- En la senda 3.- 3 3.- No indica
Ramon Lista Verano 1886 6 1.- Bahía San Sebastian 1.- Combate 1.- 28 muertos 1.- "algunos toldos"/"tolderas Rosa, Eloisa, Sebastian, Celica,
2.- Arroyo Fagnano 2.- Campamento evacuado 2.- 144 abandonadas" Noshte, Kaukiolski
3.- Rio "Los Toldos" 3.- Campamento 3.- "no menos de 50" 2.- 24 toldos (6 nativos por toldo)
4.- Cabo Peñas 4.- Combate 4.- 9 prisioneros 3.- "un gran alojamiento de toldos"
5.- Caleta Policarpo 5.- Campamento 5.- "algunos indios" 4.- "una tolderia"
6.- Caleta Falsa 6.- Campamento 6.- "algunas viejas y numerosos 5.- No indica
7.- Bahia Thetis 7.- Campamento indios" 6.- 7 toldos
7.- "Llegaron con Nohste 11 salvajes" 7.- "tolderias"

255
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

ANEXO II
Registros alfabéticos en lengua aoneka colectados
de cartografías
1869-1923

1871 - “Map of Patagonia showing capt. Musters Route”. Autor:


George Muster. Escala no indicada

- Chikrookaik, vado-paraje
- Mowaish, cerro
- Winter quartes of southern tehuelches
- Frequent Winter quarters of tehuelches

1879 - “Croquis de una parte de la Patagonia según datos


recojidos durante el viage 1876-1877 por Francisco P.
Moreno”. Autor: Francisco Moreno. Escala no indicada

- “Paradero de los indios durante el invierno”


- “Paradero Indio”
- “Camino probable de los indios”
- Amenkelt, paraje
- Car-aiken, paraje
- Cayick, paraje
- Cheul, monte
- Chickerook-aiken, paraje
- Corpen aiken, paraje
- Kachait, monte
- Kaperr-aiken, paraje
- Kelt-aiken, paraje
- Keharr-aiken, paraje
- Kehee-aiken, paraje
- Orr-aiken, paraje
- Sheuen-aiken
- Tar, laguna
- Uakengen-aiken
- Yaten Huajeno, paraje

1879 - “Mapa de la Patagonia Austral”. Autor: Ramón Lista. Escala


no indicada

- “Paradero de los Tehuelches”


- Ay-aiken, paraje
- Chunkeaiken, parake
- Korpenaiken, paraje
- Guerr-aiken, paraje
- Uagen-aiken, paraje

1879 - “Map of part of Patagonia of illustrate Mr. Beerbohm´s


journey”. Autor: Julius Beerbohm. Escala no indicada

- Indian Camp. (río Chico y en ciaike)


- Chikrookaik, vado-paraje

1881- “Carta general de la Patagonia construida por el capitán


de la Armada Argentina Dn. Carlos Moyano que contiene el
resultado de sus exploraciones y la línea de marcha durante sus
viajes realizados en 1876, 1877, 1878, 1879, 1880 y además el
trazo de una vía de comunicación apropiada á la Conducción de
Ganados desde el Río Negro hasta el estrecho de Magallanes”.
Autor: Carlos Moyano. Escala no indicada

256
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

- Ai-Aiken, paraje
- Aonic, paraje
- Cayo-Aiken
- Chaianke, paraje
- Cheul, cerro
- Chorret o Charrel (lago Viedma)
- Corpen-Aiken, paraje
- Eletueto, paraje
- Gol, paraje
- Mawaish, cerro
- Tamel, paraje
- Tayer, paraje

1884 - “Traccia al viagio attraverso la Patagonia australe


compiuto da G. Roncagli”. Autor: Giovanni Roncagli. Escala 1:
920.000

- Colcaique, paraje
- Kimorocaique, paraje
- Kilincaique, paraje
- Ottelaique, paraje
- Coy Nash, paraje

1887 - “Patagonia. Croquis de la parte comprendida entre los


paralelos 50 á 53 con el itinerario de espedicion efectuada en
Noviembre á Febrero de 1883-84 por el Capitán de la Armada
Argentina Carlos M. Moyano y el subteniente Teófilo de
Loqui”. Autor: Carlos Moyano. Escala no indicada

- Cetz-aiken, paraje
- Corpen-aiken, paraje
- Chunque-aiken, paraje
- Karken Aiken, paraje (solo en el relato del viaje)
- Guerr-aiken, paraje
- Ottilte-aiken, paraje
- Waken-aiken, paraje

1886 - “Plano topográfico de la rejion central magallánica”.


Autor: Alejandro Bertrand. Escala 1: 500.000

- Kemerokai, río
- Okererai, río
- Ciaque, río

1886 – “Gobernación de Santa-Cruz. Atlas de la República


Argentina”. Autor: Arturo Seelstrang. Escala 1: 2.000.000

- Cetr, paraje
- Guerr, paraje
- Quilin paraje
- Otelte, paraje
- Chikerook, vado-paraje
- Amenkelt, paraje
- Yaten-Huajeno, vado-paraje
- Kehee, paraje
- Carr, paraje
- Orr, paraje
- Cheul, monte
- Corpe, paraje
- Chalia, río
- Sheuen, paraje
- Tar, laguna
- Shei, monte
- Caparr, paraje

257
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

- Keharr, paraje
- Tayen, paraje
- Golf, paraje
- Eletueto, paraje
- Cayo, paraje
- Ai, paraje
- Tamel, paraje
- Ahonic, paraje

1888 – “Mission Salesiane della Patagonia Centralle e


Meridionale e della Terra del Fuoco”. Autor: Congregación
Salesiana. Escala no indicada

- Emel Kaike (Mencionado por Burmeister 1901)


- Osche Maique
- Tol. (Toldería) de Pape (Papón)

1889 - “Expedición Patagonia. Por orden del Museo Nacional


de Buenos Aires. Mapa itinerario levantado y dibujado por
Carlos V. Burmeister”. Autor: Carlos Burmeister. Escala no indicada

- Emel-aik, paraje
- Oshchem-aik, paraje
- Corpenk-aik, paraje
- Chonquek aik, paraje
- Coquetr, cerro
- Kmauaich, cerro
- Olni, arroyo
- Caprek-aik, paraje

1897 – “Plano topográfico del Territorio de Santa Cruz


levantado por el agrimensor Carlos Siewert”. Autor: Carlos
Siewert. Escala 1: 500.000

- Guar Ayken, cerro


- Pale Aiken, estancia
- Palike, cerro

1897 – “Carte du Territoire de Santa Cruz (Partie Australe)”.


Autor: Alcides Mercerat. Escala 1:100.000

- Makenken Aiken, paraje


- Maken Aiken, paraje
- Shang Aiken, paraje

1898- Sin título [muestra división predial del territorio de


Magallanes]. Autor: Hugo Pietrogrande. Escala 1:250.000

- Ciaque, estancia
- Ciaque, río
- Kemeror, río
- Paliaike, estancia
- Rociaike, estancia

1900 - “Plano parcial del Territorio de Santa Cruz, Patagonia”.


Autor: Carlos Burmeister. Escala 1:666.800

- Falso Otitelaik, paraje


- Culiunkaik, paraje
- Kaik-aik, paraje
- Emelk aik, paraje
- Chonquek-aik, paraje
- Coqueter, cerro
- Kmauaich, cerro

258
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

- Olni, arroyo
- Aurkeguel, arroyo
- Kinch, paraje
- Caprek-aik, paraje

1901 – “Mapa preliminar de la Region Meridional de la


República Argentina (Mapa XIV)”. Autor: Comisión de Límites de
Argentina. Escala 1: 1.000.000

- Guaraike, estancia
- An-aike, estancia
- Yaten-huajen (“Fortaleza”)
- Man, cerro
- Carrkaiken, paraje
- Orrkaiken, (población)
- Ochem-kaiken, estancia
- Corpen-kaiken, estancia
- Sheuen, río
- Tapel-kaiken, estancia
- Chickerook-kaiken, estancia
- Cheulm cerro
- Yotelkaiken, estancia
- Shaneke kaiken, paraje
- Shehuen-aiken, laguna
- Tar, laguna
- Kochaik, monte
- Tamelkaiken, paraje
- Eleute, paraje
- Eleute, laguna
- Palique, cerro

1902 – “Plano topográfico de la hijuelación de los terrenos


fiscales en el Territorio de Magallanes”. Autor: Álvaro Donoso.
Escala 1:250.000

- Ciayke, estancia
- Ciayke, río
- Palyayke, estancia

1904 – “Territorio de Santa Cruz, zona sud del río Santa Cruz”.
Autor: Carlos Burmeister. Escala 1:200.000

- Chicorokaik, paraje
- Otitelaik, bajo falso
- Comesuaik, paraje
- Cherkaik, paraje
- Jayakaik, paraje
- Chalaik, paraje
- Pelque, arroyo
- Pelque Kaik, paraje
- Cokekaik, paraje
- Apenkaik, laguna
- Tapiaik, paraje
- Palique, cerro
- Cañadón de los Indios

1906 – “Magallanes”. Atlas; “Mapas de la Región Andina”.


Autor: Comisión Chilena de Límites. Escala 1: 250.000

- Kemerokai, chorrillo
- Paliaike. Estancia
- Ciake, estancia

1913 – “Mapa de Chile 1910”. Autor: Oficina de Mensura de Tierras.

259
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Escala 1:500.000

- Guaraike, estancia
- Paliake, estancia
- Ciake, río
- Ciake, estancia
- Kamerokai, río

1923 – “Plano del Territorio de Santa Cruz, Rep. Argentina”.


Autor: Roberto Daublebsky von Sterneck. Escala 1:666.666

- Chimen Aike, estancia


- Pali Aike, estancia
- Otern Aike, estancia
- Potrok Aike, laguna
- Guer Aike, estancia
- Killik Aike, estancia
- Guakinkin-Aike, estancia
- Moy-Aike
- Coy-Aike
- Corpen-Aike
- Ruben-Aike (hijo del gobernador Edelmiro Mayer)
- Comosu-Aike, estancia
- An-Aike, estancia
- Cames-Aike, estancia
- Dor-Aike, estancia
- Chali-Aike, estancia
- Pelque, río
- Palique, cerro
- Tapi-Aike, estancia
- Chikerok-Aike, estancia
- Oschen-Aike, estancia
- Urett Aike, estancia (¿)
- Corpen-Aike, estancia
- Lai-Aike, estancia
- Chalia, río
- Shewen, estancia
- Tamel Aike, comisaría
- Tar, laguna

260
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos

LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA


UNA ENCRUCIJADA ENTRE TERRITORIO Y CARTOGRAFÍA
1870-1910

VOLÚMEN DE IMÁGENES

Samuel García-Oteiza

Tesis presentada a la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile para
optar al grado académico de Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos

Director de tesis: Wren Strabucchi Chambers

Comisión de tesis: Germán Hidalgo Hermosilla


Joaquín Bascopé Julio
Mateo Martinic Beros

Santiago de Chile | Diciembre de 2020

© 2020. Samuel García-Oteiza


LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

ÍNDICE DE IMÁGENES

Abreviaturas

- CCWF: Colección Charles Wellington Furlong, Rauner Special


Collections Library, Dartmouth College University, Hannover,
New Hampshire, EE.UU.
- JCNA: Jane Cameron National Archive, Port Stanley,
Falklands Islands
- MIGM: Mapoteca Instituto Geográfico Militar, Santiago, Chile
- MIP: Mapoteca Instituto de la Patagonia, universidad de
Magallanes, Punta Arenas
- MAHN: Mapoteca Archivo Histórico Nacional, Santiago, Chile
- MBN: Mapoteca Biblioteca Nacional, Santiago, Chile
- MMM: Mapoteca particular Mateo Martinic, Punta Arenas,
Chile
- MBNA: Mapoteca biblioteca Nacional de Argentina, Buenos
Aires
- CEHA: Centro de Estudio del Hombre Austral, Instituto de la
Patagonia, universidad de Magallanes, Punta Arenas, Chile
- AHAA: Archivo de la Armada Argentina, Buenos Aires,
Argentina

Parte 1

Fig.1. Plantillas geográficas norte-sur (elaboración del autor)


Fig.2. Iconografía turística que encuadra el área de estudio, “Marca Chile”
Fig.3. Iconografía caminera norte-sur (fotografía del autor)
Fig.4. Mapa logotipo turístico (fotografía del autor)
Fig.5. Fitogeografía fuegopatagónica en encuadre norte-sur (Edmundo
Pisano, 1977)
Fig.6. Encuadre geográfico norte-sur utilizado en investigaciones
recientes (elaboración del autor)
Fig.7. Imagen con inclinación transpolar del área de estudio (elaboración
del autor)
Fig.8. Representaciones cartográficas del Reino de Chile, siglo XVIII
Fig.9. Perspectiva fuegopatagónica utilizada para estudio regional (Bath,
1947)
Fig.10. Perspectiva área del territorio utilizada en publicidad de línea aérea
argentina, (https://es.wikipedia.org/wiki/Aeroposta_Argentina_S._A.)
Fig.11. Plantilla geográfica fuegopatagónica base utilizada en la
investigación en la cual se indica en área de estudio (elaboración del
autor)
Fig.11.1. Plantilla geográfica fuegopatagónica base utilizada en la

1
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

investigación (elaboración del autor)


Fig.12. Principales canales marítimos del territorio (elaboración del autor)
Fig.13. Plantilla geográfica norte-sur (elaboración del autor)
Fig.14. Ubicación de los principales ríos del territorio en plantilla norte-
sur (elaboración del autor)
Fig.15. Plantilla geográfica fuegopatagónica (elaboración del autor)
Fig.16. Ubicación de los principales ríos del territorio en plantilla
fuegopatagónico (elaboración del autor)
Fig.17. Comparación física de las principales islas del territorio
(elaboración del autor)
Fig.1. Principales penínsulas del territorio fuegopatagónico continental
(elaboración del autor)
Fig.18. Dibujo abstracto del estrecho de Magallanes (elaboración del
autor)
Fig.19. Redibujo de los principales ríos del territorio fuegopatagónico
(elaboración del autor)
Fig.21. Aspecto de los principales ríos del territorio patagónico, imágenes
obtenidas desde Google Earth
Fig.22. Río Santa Cruz a la altura de la isla Pavón, imagen obtenida desde
Google Earth
Fig.23. Aspecto de los principales ríos del territorio fueguino, imágenes
obtenidas desde Google Earth
Fig.24. Representación empírica de los ambientes fuegopatagónicos
(elaboración del autor)
Fig.24.1. Ambientes fuegopatagónicos, sector Morro Chico (fotografías
del autor)
Fig.24.2. Ambientes fuegopatagónicos, sector chorrillo Esperanza
(fotografías del autor)
Fig.24.3. Ambientes fuegopatagónicos, camino Punta Arenas-Natales
(fotografías del autor)
Fig.24.4. Aspecto del paisaje de las islas Falklands (fotografías del autor)
Fig.25. Ubicación del ambiente cordillerano (elaboración del autor)
Fig.26. Primeros asentamientos hispanos en fuegopatagonia, 1584
(elaboración del autor)
Fig.27. Enclaves instalados en fuegopatagonia, 1842-1869
Fig.28. Enclaves chilenos y argentines instalados en el territorio, 1870-
1911 (elaboración del autor)
Fig.29. Principales puertos y tráfico marítimo en fuegopatagonia
(elaboración del autor)
Fig.30. Trazados propuestos para la frontera chilena-argentina en
fuegopatagonia
Fig.31. Instalación de hitos fronterizos en Tierra del Fuego y Patagonia
(CEHA, AHAA)
Fig.32. Línea fronteriza chilena-argentina en plantilla norte-sur
(elaboración del autor)
Fig.33. Línea fronteriza chilena-argentina en plantilla fuegopatagónica
(elaboración del autor)
Fig.34. Redibujo de las líneas geodésicas de la cartografía “Línea de la
frontera en la parte sur del territorio” (elaboración del autor)
Fig.35. Cartografía “Línea de la frontera en la parte sur del territorio”,
Comisión Chilena de Límites, 1906, (MBN).

2
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Fig.36. Portada del atlas “Mapas de la región andina”, 1906, (MBN)


Fig.37. Sección “argentina” del territorio fuegopatagónico (elaboración
del autor)
Fig.38. Sección “chilena” del territorio fuegopatagónico (elaboración del
autor)
Fig.39. Cartografía “Territorio de Magallanes”, Juan Türke, 1895, (MBN)
Fig.40. Detalle de la cartografía “Territorio de Magallanes”, Juan Türke,
1895
Fig.41. Cartografía “Nuevo mapa de Chile”, Nicanor Boloña, 1904, (MBN)
Fig.42. Principales puntos de desembarcos de masas ovinas, 1878-1891
(elaboración del autor)
Fig.42.1. Cartografía “The Falklands Islands”, Robert Fitz Roy, 1928,
(MBN).
Fig.43. Emplazamiento de las principales estancias ganaderas y
frigoríficos, 1884-1910 (elaboración del autor)
Fig.44. Comparación entre una estancia ganadera emplazada en el
estrecho de Magallanes y la región metropolitana de Chile, (elaboración
del autor)
Fig.45. Estancia Laguna Blanca, Magallanes, c1919 (Contardi, 1919, p.
165)
Fig.46. “Plano de los edificios de la estancia Oazy Harbour”, Keneth Cara,
1921, (MIP)
Fig.47. Redibujo del “Plano de los edificios de la estancia Oazy Harbour”,
(elaboración del autor)
Fig.48. Fig.1. Distintas caminerías presentes en el territorio, 2020
(elaboración del autor)
Fig.49. Principales rutas marítimas del área de estudio, 2020 (elaboración
del autor)
Fig.50. Actual ruta marítima entre Puerto Natales y Puerto Montt, 2020,
(elaboración del autor)
Fig.51. Actuales rutas aéreas comerciales disponibles desde Punta Arenas,
2020 (elaboración del autor)
Fig.52. Caminos principals y ubicación de pasos fronterizos, 2018
(elaboración del autor)
Fig.53. Sendas de penetración en construcción, región de Magallanes
(elaboración del autor)
Fig.54. Cartografía “Red vial de la region de Magallanes y de la Antártica
Chilena”, Ministerio de Obras Pública, Dirección de Vialidad, 2017 (www.
mapas.mop.cl)
Fig.55. Cartografía “Provincia de Santa Cruz”, Administración General de
Vialidad Provincial, 2015 (www.agvp.gob.ar)
Fig.56. Cartografía “Tierra del Fuego Antártida e islas del Atlántico Sur”,
Dirección Provincial de Vialidad, 2017 (www.dpv.tierradelfuego.gov.ar)
Fig.57. Trazado de la ruta nacional 3 entre Buenos Aires-Ushuaia (www.
und.educar.ar)
Fig.58. Puente sobre el río Rubens. Camino en el valle del río Gallegos,
c1930 (CEHA)
Fig.59. Automóviles en las inmediaciones de las Torres del Paine, c1940
(CEHA)
Fig.60. Caballos empatanados en la turba, Tierra del Fuego 1928-1929,
Väinö Auer, (ANF)

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DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Fig.61. Carreta tirada por bueyes, lago Lynch, Tierra del Fuego 1928-1929,
Väinö Auer, (ANF)
Fig.62. Masa ovina en movimiento, c1930 (CEHA)
Fig.63. Cartografía “Territorio nacional de Tierra del Fuego”,
Administración general de vialidad nacional, 1956, (MIP).
Fig.64. “Plano de los caminos de la provincia de Magallanes”, Auto club
Magallanes, 1933, (MBN).
Fig.65. Cartografía “Red de caminos, Territorio de Magallanes”, c1933,
(MIP)
Fig.66. Cartografía “Red de caminos, Territorio de Magallanes”, c1933,
(MIP)
Fig.67. Cartografía “Carta caminera de la Patagonia”, Destacamento de
Magallanes, 1939, (MIGM)
Fig.68. Cartografía “Red de caminos de Magallanes”, Departamento de
Caminos de Magallanes, 1941, (MIP)
Fig.69. Cartografía “Red de caminos de Magallanes”, Departamento de
Caminos de Magallanes, 1945 (MIP)
Fig.70. Cartografía “Zona caminera de la provincia de Magallanes”,
Departamento de Caminos de Chile, 1945 (MIP)
Fig.71. Comparación entre la red de caminos de 2010 y 1910 (elaboración
del autor)
Fig.72. Comparación abstracta de la red de caminos de 1910 y 2010
(elaboración del autor)
Fig.73. Red de caminos de 1910 y los principales lagos del territorio
(elaboración del autor)
Fig.74. Red caminos de 1910 (elaboración del autor)
Fig.75. Comparación abstracta entre la red de camino de Patagonia y
Tierra del Fuego, 1910 (elaboración del autor)
Fig.76. “Carting wool across the Pampas-a difficult haul”. “Among wool
from Andes to the Atlanti” (CCWF).
Fig.77. Puesto de baqueano. “Picada” en el bosque, comarca de Última
Esperanza, (AFE)
Fig.78. Campamento de carretas en el camino, comarca de Última
Esperanza, (AFE)
Fig.79. Primer automóvil arribado a Río Gallegos, 1908. Transporte
mecanizado en Última Esperanza (CCWF).
Fig.80. Puente metálico colgante, Patagonia, c1915 (Contardi, 1919, p.
192)
Fig.80.1. Construcción de Puente colgante, islas Falklands, 1924, (JCNA)
Fig.80.2. Construcción de Puente colgante, islas Falklands, 1924, (JCNA)
Fig.81. Rutas marítimas nacionales a comienzos del siglo XX (elaboración
del autor)
Fig.82. “Loading wool-bags on to a lighter at Gallegos”, c1908, (CCWF)
Fig.83. Afiche publicitario de la línea de vapores Kosmos (CEHA)
Fig.84. Transporte de lana “Vista campestre-Tierra del Fuego-Chile”c1910
(CEHA)
Fig.85. Piños de ovejas en dirección al frigorífico (Contardi, 1919, p. 166,
170)
Fig.86. Frigoríficos de Rio Seco y de Puerto Bories (CEHA)
Fig.87. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)
Fig.88. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)

4
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Fig.89. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)


Fig.90. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)
Fig.91. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)
Fig.92. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)
Fig.93. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)
Fig.94. Configuraciones camineras en 1910 (elaboración del autor)
Fig.95. “A tropilla of horse swimming the Santa Cruz river” (CCWF)
Fig.96. Red de caminos de 1910 y la frontera internacional, Patagonia
(elaboración del autor)
Fig.97. Red de caminos de 1910 y la frontera internacional, Tierra del
Fuego (elaboración del autor)
Fig.98. Cartografía “Estrecho de Magallanes”, 1854, Claudio Gay, (MAHN)
Fig.99. “Mapa de la República de Chile”, 1884, Amado Pissis, (MBN).
Fig.100. “Carta de la Patagonie et des archipels de la Terra de Feu des
Malouines”, 1873, Víctor Martín de Moussy, (MBNA).
Fig.101. Cartografía “Gobernación de Santa-Cruz”, 1886, Arturo
Seelstrang, (MBN)
Fig.102. Cartografía “Gobernación de Santa Cruz”, 1888, Mariano Paz
Soldán (MBN)
Fig.103. Cartografía “Gobernación de la Tierra del Fuego y las islas
Malvinas”, 1888, Mariano Paz Soldán, (MBNA)
Fig.103.1. “Plano del territorio de la Pampa y Río Negro”, 1880, Manuel
Olascoaga, (MBN)
Fig.104. “Plano topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en el
Territorio de Magallanes”, 1897, Aníbal Contreras, Álvaro Donoso, Carlos
Soza Bruna, (MIP)
Fig.104.1. Redibujo del “Plano topográfico de la hijuelación de los terrenos
fiscales en el Territorio de Magallanes” (elaboración del autor)
Fig.105. Cartografía sin título, Tierra del Fuego, 1896, Manuel Señoret,
(MAHN)
Fig.106. “Plano topográfico del Territorio de Santa Cruz”, 1897, Carlos
Siewert, (MBN)
Fig.106.1. Redibujos del “Plano topográfico del Territorio de Santa Cruz”,
1897, Carlos Siewert (elaboración del autor)
Fig.107. Cartografía sin título, Patagonia, 1898, Hugo Pietrogrande,
(MBN)
Fig.108. Redibujo de la cartografia anterior (elaboración del autor)
Fig.109. Cartografía “La region Ganadera”, 1900, Alberto Fagalde,
(MIGM)
Fig.110. Detalle de la cartografía “La region Ganadera”
Fig.111. Fig.1. “Carta parcial del territorio de Magallanes”, 1900, Manuel
Moore, (MIGM)
Fig.112. Redibujo de la “Carta parcial del territorio de Magallanes”, 1900
(elaboración del autor)
Fig.111. “Mapa preeliminar de la region meriodinal de la república
argentina”, 190, (MBN).
Fig.114. “Plano topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en el
territorio de Magallanes”, 1902, Álvaro Donoso, (MIP)
Fig.115. Detalle del “Plano topográfico de la hijuelación de los terrenos
fiscales en el territorio de Magallanes”, 1902 (elaboración del autor)
Fig.116. Redibujo del plano “Plano topográfico de la hijuelación de los

5
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

terrenos fiscales en el territorio de Magallanes”, 1902 (elaboración del


autor)
Fig.117. Cartografía “Hijuelación de los terrenos Fiscales situados en el
seno de Última Esperanza”, 1905, Agustín Rengifo, (MBN)
Fig.118. “Mapa de la región andina”, 1906, (MIP)
Fig.119. “Mapa de la región andina”, 1906, (MIP)
Fig.120. “Mapa de la región andina”, 1906, (MIP)
Fig.121. “Mapa de Chile, 1910”, Oficina de Mensura de Tierras, 1913,
(MBN)
Fig.122. “Mapa de Chile, 1910”, Oficina de Mensura de Tierras, 1913,
(MBN)
Fig.123. “Mapa de Chile, 1910”, Oficina de Mensura de Tierras, 1913,
(MBN)
Fig.124. Cronología del registro cartográfico del camino 1897-1910
(elaboración del autor)
Fig.125. Red de caminos en 1897 según el soporte cartográfico (elaboración
del autor)
Fig.126. Red de caminos en 1901 según el soporte cartográfico (elaboración
del autor)
Fig.127. Red de caminos en 1906 según el soporte cartográfico (elaboración
del autor)
Fig.128. Red de caminos en 1910 según el soporte cartográfico (elaboración
del autor)
Fig.129. División predial hacia 1881 en plantilla geográfica norte-sur
(elaboración del autor)
Fig.130. División predial en fuegopatagonia, 1890-1897 en plantilla
geográfica norte-sur (elaboración del autor)
Fig.131. División predial en fuegopatagonia, 1898-1900 en plantilla
geográfica norte-sur (elaboración del autor)
Fig.132. División predial en fuegopatagonia, 1901-1902 en plantilla
geográfica norte-sur (elaboración del autor)
Fig.133. División predial en fuegopatagonia, 1903-1910 en plantilla
geográfica norte-sur (elaboración del autor)
Fig.134. División predial en fuegopatagonia, 1890-1896 (elaboración del
autor)
Fig.135. División predial en fuegopatagonia, 1897-1899 (elaboración del
autor)
Fig.136. División predial en fuegopatagonia, 1900-1902 (elaboración del
autor)
Fig.137. División predial en fuegopatagonia, 1903-1904 (elaboración del
autor)
Fig.138. División predial en fuegopatagonia, 1905 (elaboración del autor)
Fig.139. División predial en fuegopatagonia, 1906-1910 (elaboración del
autor)
Fig.140. Red de caminos y división predial en Patagonia, 1910 (elaboración
del autor)
Fig.141. División predial en Patagonia 1900-1910 (elaboración del autor)
Fig.142. División predial de Tierra del Fuego, 1890-1910 (elaboración del
autor)

6
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Parte 2

Fig.143. Cartografías de las expediciones estudiadas (elaborado por el


autor)
Fig.144. Ubicación en Google Earth de los principales parajes estudiados
(elaborado por el autor)
Fig.145. Iconografía utilizada en los diagramas que interpretan los
itinerarios de las expediciones estudiadas (elaborado por el autor)
Fig.145.1. Comarca de Los Morros, Patagonia (fotografía del autor)
Fig.145.2. Comarca de La Portada, Patagonia (fotografía del autor)
Fig.145.3. Comarca de Morro Chico, Patagonia (fotografía del autor)
Fig.145.4. Comarca de Dinamarquero, Patagonia (fotografía del autor)
Fig.146. Cartografía “Gobernación de Santa Cruz, 1886”, (MBN)
Fig.146.1. Detalle de la Cartografía “Gobernación de Santa Cruz, 1886”
Fig.147. “Exploraciones de Juan Tomas Rogers en la Patagonia Austral
1877-1879” (Martinic, 1977)
Fig.147.1. Itinerarios de George Muster y Alejandro Bertrand en Patagonia
(Martinic, 1977, 1978)
Fig.148. Cartografías de “America del Sur”, 1857 y 1874, (CEHA)
Fig.149. Cartografía que muestra el estado de la hidrografía en chile en
diciembre de 1877
Fig.149.1. Cartografía, c1878
Fig.150. Principales arquitecturas del territorio hacia 1870 (elaboración
del autor)
Fig.151. Contexto geográfico de las expediciones estudiadas (elaborado
por el autor)
Fig.152. Mapa de la expedición de George Muster, (Muster, 1871).
Fig.152.1. Detalle del mapa de la expedición de George Muster (elaborado
por el autor)
Fig.152.2. Detalle del mapa de la expedición de George Muster (elaborado
por el autor)
Fig.152.3. El aoneko Sam Slick y su padre, el cacique Casimiro (Vignati,
1945)
Fig.152.4. Diagramación de la expedición de George Muster (elaborado
por el autor)
Fig.153. Mapa de la expedición de Francisco P. Moreno, (Moreno, 1879).
Fig.153.1. Detalle del mapa de la expedición de F. P. Moreno (elaborado
por el autor)
Fig.153.2. Detalle del mapa de la expedición de F. P. Moreno (elaborado
por el autor)
Fig.153.3. Mapa de la expedición de Francisco P. Moreno, 1883, (MBNA).
Fig.153.4. Detalle del mapa de la expedición de F.P. Moreno (elaborado
por el autor)
Fig.153.5. Detalle del mapa de la expedición de F. P. Moreno (elaborado
por el autor)
Fig.153.6. Detalle del mapa de la expedición de F. P. Moreno (elaborado
por el autor)
Fig.153.7. Dibujos de la expedición de Francisco P. Moreno (Moreno,
1879)
Fig.153.8. Diagramación de la expedición de F. P. Moreno (elaborado por
el autor)

7
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Fig.154. Mapa de la expedición de Julius Beerbohm, (Beerbohm, 1879).


Fig.154.1. Detalle del mapa de la expedición de Julius Beerbohm
(elaborado por el autor)
Fig.154.2. Detalle del mapa de la expedición de Julius Beerbohm
(elaborado por el autor)
Fig.154.3. Diagramación de la expedición de Julius Beerbohm (elaborado
por el autor)
Fig.154.4. Dibujos de la expedición de Julius Beerbohm (Beerbohm, 2013)
Fig.155. Mapa de la expedición de Juan Tomas Rogers, (Rogers, 1878).
Fig.155.1. Detalle del mapa de la expedición de Juan T. Rogers (elaborado
por el autor)
Fig.155.2. Detalle del mapa de la expedición de Juan T.Rogers (elaborado
por el autor)
Fig.155.3. Diagramación de la expedición de Juan T.Rogers (elaborado
por el autor)
Fig.156. Mapa de la expedición de Ramón Lista, (Lista, 1879).
Fig.156.1. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Lista (elaborado
por el autor)
Fig.156.2. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Lista (elaborado
por el autor)
Fig.156.3. Mapa de la expedición de Ramón Lista, (Lista, 1880).
Fig.156.4. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Lista (elaborado
por el autor)
Fig.156.5. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Lista (elaborado
por el autor)
Fig.156.6. Dibujos de la expedición de Ramón Lista (Lista, 1879)
Fig.156.7. Diagramación de la expedición de Ramón Lista (elaborado por
el autor)
Fig.157. Retrato de Diego Dublé Almeida (www.fotografiapatrimonial.cl)
Fig.157.1. Diagramación de la expedición de Diego D. Almeida (elaborado
por el autor)
Fig.158. Dibujos de la expedición de Florence Dixie (Dixie, 1880)
Fig.158.1. Dibujos de la expedición de Florence Dixie (Dixie, 1880)
Fig.158.2. Diagramación de la expedición de Florence Dixie (elaborado
por el autor)
Fig.159. Mapa de la expedición de Ramón Serrano a Tierra del Fuego,
(Serrano, 1880).
Fig.159.1. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Serrano (elaborado
por el autor)
Fig.159.2. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Serrano (elaborado
por el autor)
Fig.159.3. Diagramación de la expedición de Ramón Serrano (elaborado
por el autor)
Fig.160. Mapa de la expedición de Giovanni Roncagli, (Roncagli, 1884).
Fig.160.1. Detalle del mapa de la expedición de Giovanni Roncagli
(elaborado por el autor)
Fig.160.2. Detalle del mapa de la expedición de G. Roncagli (elaborado
por el autor)
Fig.160.3. Mapa de la expedición de Giovanni Roncagli, (Bove, 1883).
Fig.160.4. Fotografia del aoneko Hallen, baqueano de Roncagli (Roncagli,
1884)

8
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

Fig.160.5. Dibujos de la expedición de Giovanni Roncagli (Roncagli, 1884)


Fig.160.6. Diagramación de la expedición de Giovanni Roncagli
(elaborado por el autor)
Fig.161. Mapa de la expedición de Carlos Moyano, (Moyano, 1887).
Fig.161.1. Detalle del mapa de la expedición de Carlos Moyano (elaborado
por el autor)
Fig.161.2. Detalle del mapa de la expedición de Carlos Moyano (elaborado
por el autor)
Fig.161.3. Diagramación de la expedición de Giovanni Roncagli (elaborado
por el autor)
Fig.162. Mapa de la expedición de Alejandro Bertrand, (Bertrand, 1886).
Fig.162.1. Detalle del mapa de la expedición de A. Bertrand (elaborado
por el autor)
Fig.162.2. Detalle del mapa de la expedición de A. Bertrand (elaborado
por el autor)
Fig.162.3. Diagramación de la expedición de Alejandro Bertrand
(elaborado por el autor)
Fig.163. Mapa de la expedición de Ramón Lista a Tierra del Fuego, (Lista,
1887).
Fig.163.1. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Lista (elaborado
por el autor)
Fig.163.2. Detalle del mapa de la expedición de Ramón Lista (elaborado
por el autor)
Fig.163.3. Dibujos de la expedición de Ramón Lista (Lista, 1887)
Fig.163.4. Diagramación de la expedición de Ramón Lista (elaborado por
el autor)
Fig.164. Muestra comparativa entre los mapas de los exploradores y sus
respectivos itinerarios (elaboración del autor)
Fig.165. Superposición de los encuadres cartográficos realizados por los
mapas de los exploradores en estudio, 1869-1886 (elaboración del autor)
Fig.166. Diagrama de los itinerarios de las expediciones 1869-1886
(elaboración del autor)
Fig.167. Diagrama de los itinerarios de las expediciones 1869-1879
(elaboración del autor)
Fig.168. Diagrama de los itinerarios de las expediciones 1882-1886
(elaboración del autor)
Fig.169. Diagrama de los ambientes identificados (elaboración del autor)
Fig.170. Diagrama de punto de enganche de baqueanos nativos
(elaboración del autor)
Fig.171. Diagrama de la relación entre exploradores y nativos (elaboración
del autor)
Fig.172. Diagrama de la relación entre exploradores y nativos (elaboración
del autor)
Fig.173. Diagrama imagen caminera del territorio (elaboración del autor)

Parte 3

Fig.174. Lenguas de las primeras naciones fuegopatagónicas siglo XVII-


XIX (elaborado por el autor)
Fig.175. Mapas toponímicos (Deodat, 1956, Echeverria, 1982)
Fig.175.1. Mapas toponímicos (Molina, 1972, Gusinde, 1982)

9
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Fig.176. Icnotipia patagónica (elaborado por el autor)


Fig.176.1. Icnotipia patagónica (elaborado por el autor)
Fig.176.2. plantilla icnotipica fuegopatagónica (elaborado por el autor)
Fig.176.3. plantilla icnotipica fuegopatagónica (elaborado por el autor)
Fig.177. Vista de Mowaish (Fotografía por el autor)
Fig.178. Principales paraderos nativos en invierno, Patagonia
(“Worldview”, NASA)
Fig.178.1. Principales paraderos nativos en invierno, Patagonia
(“Worldview”, NASA)
Fig.178.2. Principales paraderos nativos en invierno, Patagonia
(“Worldview,” NASA
Fig.178.3. Principales paraderos nativos en invierno, Patagonia
(“Worldview”, NASA)
Fig.179. Registro de nativos en el territorio 1869-1896 (elaborado por el
autor)
Fig.179.1. Trayectos realizados por nativos en calidad de baqueanos,
1869-1887 (elaborador por el autor)
Fig.179.2. Caminos indios insertados en cartografías, 1877-1913
(elaborado por el autor)
Fig.180. Mapa con ruta indígenas (Martinic, 1977, 1985)
Fig.180.1. Mapa que indica rutas indígenas principales en Patagonia
(Martinic, 1995)
Fig. 181. Cartografía “Missioni Salesiane della Patagonia Centrale e
Meridionale” (1888)
Fig.182. Emboscada cooperativa de guanaco, Patagonia (Bourne, 1853)
Fig.182.1. Tripulación de la Nassau participando en una emboscada de
guanaco en el estrecho de Magallanes, 1869 (CEHA)
Fig.182.2. Tripulación de la Nassau participando en una emboscada de
guanaco en el estrecho de Magallanes, 1869 (CEHA)
Fig.182.3. “Una boleada en Coy-Inlet” (Lista, 1879, p. 46)
Fig.182.4. Emboscada cooperativa en la vecindad de corpenaike (Muster,
1871, p. 64)
Fig.182.5. Localización de las emboscadas (elaborado por el autor)
Fig.183. En marcha, desde Mowaish rumbo a Amakaken (Muster, 1871,
p. 74)
Fig.183.1. Mujer aonikenk en marcha (Spears, 1895, p. 158)
Fig.183.2. Caravana de mujeres en marcha, Patagonia (Bourne, 1853)
Fig.183.3. Caballo equipado para traslado, fotografía de J. B. Hatcher,
1898 (CEHA)
Fig.183.4. Localización de las fotografías de J. B. Hatcher (elaborado por
el autor)
Fig.183.5. Nativos vadeando el río Santa Cruz (Bourne, 1853)
Fig.184. “Porteadora ona, c1907” (CEHA)
Fig.184.1. “Two ona women southern Tierra del Fuego” (CCWF)
Fig.184.2. “Ona mother child leaning against a tree inland near Viamonte
(CCWF)
Fig.184.3. “ona women and dog on shore o lake Kami, Tierra del Fuego
(CCWF)
Fig.184.4. “Ona women on the march, southern Tierra del Fuego” (CCWF)
Fig.184.5. “Ona Indians on the trail” (CCWF)
Fig.184.6. “Ona trekking along the shore near rio Fuego, Tierra del Fuego

10
LOS CAMINOS EN FUEGOPATAGONIA

(CCWF)
Fig.184.7. “Members of two groups of ona meeting near cape Peñas,
Tierra del Fuego (C.W.F.A, nº 341, box 16)
Fig.184.8. “Onas Indians on the March” (CCWF)
Fig.184.9. “Onas en marcha” c1908 (CCWF)
Fig.184.10. “Familia ona en marcha”, fotografía de Alberto M. De Agostini,
(CEHA)
Fig.185. Diagramas de emboscadas de guanaco en Tierra del Fuego
(CCWF)
Fig.186. Ubicación de pasos de porteo según fuentes disponibles
(elaborado por el autor)
Fig.186.1. Geografías del fiordo fuegopatagónico (fotografías del autor)
Fig.186.2. Pasos de porteo localizados en distintas cartografías (elaborado
por el autor)
Fig.186.3. “Portage between Obstruccion sound and Skyring” (Skottsberg,
1913, p. 590)
Fig.186.4. “Canoe corduroy portage between port Churruca and Mana
inlet” (Routledge, 1919, p. 86)
Fig.187. Emboscada y traslado en Mowaish, Patagonia, 1869 (dibujo del
autor)
Fig.187.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.188. Cancha de emboscada y traslado en Hasterr, Patagonia (dibujo
del autor)
Fig.188.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.189. Traslado y emboscada en el país Koyuká, Tierra del Fuego (dibujo
del autor)
Fig.189.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.190. Columnas de humos como señalética caminera (dibujo del autor)
Fig.190.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.191. Teatro de batalla en Ciake, c1869 (dibujo del autor)
Fig.191.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.192. Emboscada de cormoranes en los acantilados de Tijnolsh (dibujo
del autor)
Fig.192.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.193. Cancha del Jelj, vecindad de Najmishk, Tierra del Fuego (dibujo
del autor)
Fig.193.1. Representación gráfica del Jelj (Tschiffelly, 1953, p. 158)
Fig.193.2. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.194. Cancha de Sanke en Oshir, Patagonia, 1861 (dibujo del autor)
Fig.194.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.195. Corral de pesca en Onashaga/canal Beagle (dibujo del autor)
Fig.195.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.196. Trampa de lazos múltiples (dibujo del autor)
Fig.196.1. Trampa de lazos múltiples, perfil y detalle del lazo (dibujo del
autor)
Fig.196.2. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.197. Cancha de carreras, estancia del dirigente Chumjaluwün (dibujo
del autor)
Fig.197.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)
Fig.198. Paso de porteo fuegopatagónico (dibujo del autor)
Fig.198.1. Ubicación de la acción en el territorio (elaborado por el autor)

11
DOCTORADO EN ARQUITECTURA Y ESTUDIOS URBANOS | S. GARCIA-OTEIZA

Fig.199. Montaje con las distintas acciones dibujadas (elaborado por el


autor)

Conclusiones

Fig.200. Caminería estanciera-estatal 1897-1910, (elaboración del autor)


Fig.200.1. Caminería baqueana, 1869-1887, (elaboración del autor)
Fig.200.2. Caminería nativa, 1850-1881, (elaboración del autor)
Fig.200.3. Sobreposición de la caminería baqueana y estanciera-estatal,
(elaboración del autor)
Fig.200.4. Sobreposición de la caminería nativa y estanciera-estatal,
(elaboración del autor)
Fig.200.5. Sobreposición de la caminería baqueana y nativa, (elaboración
del autor)

12
PARTE I

Configuraciones caminerias y transcripciones


cartográficas
1

SANTIAGO BUENOS AIRES

Abstraccione s y simplificaciones geográfica s. Plantilla s logotipos N orte-Sur (chilena/argentina) desde


las cuales se imag ina el territorio fuegopatagonico como la “Patag onia Au stral y T ierra del Fuego”, lo de
“abajo”, el “sur”, lo “extremo”, lo “inhóspito”, “el Fin del Mundo”. En recuadro segmentado se indica el
área de estudio
2

Iconografía turística “Norte-Sur” de la región de Magallanes ganadora del concurso organizado y patrocinado por “Marca
Chile”. El objetiv o de este trabajo es prom ocionar la región en el resto país y en el extranjero. Los limites fronterizos
fueron visados por la DIFROL, por tal m otivo sólo se consideró el lado “chileno” del territorio fuegopatagónico.
Autora; Sofía Morales, 2018 (Gentileza Sofía Morales).
3

Iconografía caminera propagandística Norte-Sur.


(Terminal de buses de Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz, Argentina, 2018)
4

Mapa logotipo donde se plasma el imaginario ge ográfico Norte- Sur en la representación del hábitat de las aves en el
“extremo austral” de Chile. C omo se aprecia se destaca gráficamente una sección animada (chilena) y otra desanimada
(argentina) del territorio, es decir; la línea internacional Norte-Sur actuaría como límite del hábitat de las aves. Mapa
visado y autorizado por la Dirección de Fronteras y Límites de Chile, DIFROL) “Aves de Chile, mapa biogeográfico”.
Editorial Planeta Sostenible, Santiag o, 2016. Escala 1:2.500.000 (dimensiones, 200x50 cm). Mapa expuesto en un
camping ubicado en la ciudad de Puerto Natales donde se alojan turistas rumbo al parque Nacional Torre s del Paine
(fotografía del autor, diciembre 2018)
5

a)

b)

Investigaciones del botánico Edmundo Pisano que trata sobre la fitogeografía fuegopatagónica, pero que sin embargo
utiliza el mapa Norte-Sur para representar su área biogeográfica de estudio.
6

a)

b)

Investigaciones recientes que han utilizado el término Fuego-Patagonia, pero que sin embargo siguen utilizando
el mapa Norte-Sur para representar su área geográfica de estudio.
7

Imagen transpolar fuegopatagónica. En amarillo se indica el área de estudio.


Esta queda delimitada por el paso Drake, campos de hielos sur y el río Santa Cruz
(dibujo del autor)
8

Representaciones cartográficas del Reino de Chile en el siglo XVI II. Adviérta se la dimensión aérea y orientación Pacífico-
Atlántico. Cartografía s publicadas en el atlas: Cartog rafía hispano colon ial de Chile. Homenaje del Ejercito de Chile a José
T. Medina. Santiago, 1952. Instituto Geográfico Militar. Hojas 2, 3, 4 (dimensiones del atlas 54x76 cm.)
9

Inclinación fuegopatagónica para encuadrar el área geográfica de estudio.


Bath, F. (1947). Cultural development in southern south amercia: Yahgan and Alacaluf vs. Ona and
tehuelche. Acta americana. Vol. 6, 192-199
10

Aproximación a la perspectiva geográfica fuegopatagónica en una publicidad aérea, 1927.


Sin embargo el encuadre no considera las islas Falklands.
11

Plantilla geográfica fuegopatagónica desde el cabo de Hornos hasta el río Negro/isla de Chiloé. En color amarillo se
indica el área geográfica de estudio. Con línea roja se indica el estrecho de Magallanes
(dibujo del autor)
11.1

Plantilla geográfica fuegopatagónica desde el cabo de Hornos hasta el río Negro. En ella se indican los principales ríos del territorio y la representación del relieve topográfico.
(dibujo del autor)
12

Principales canales de comunicación que conectan al territorio fuegopatagónico con los océanos Pacífico y Atlántico;
Cabo de Hornos/paso Drake; Canal Beagle; estrecho de Magallanes
(dibujo del autor)
13

Plantilla geográfica Norte-Sur. Se indican las principales secciones ambientales que configuran el territorio
(dibujo del autor)
14

Principales que ríos que configuran el territorio trashumante fuegopatagónico; Río Grande (Tierra del Fuego), río
Gallegos, río Coyle, río Santa Cruz (Patagonia). Plantilla geográfica Norte-Sur
(dibujo del autor)
15

Plantilla geográfica fuegopatagonica. Se indican las principales secciones ambientales que configuran el territorio
(dibujo del autor)
16

Principales que ríos que configuran el territorio trashumante fuegopatagónico; Río Grande (Tierra del Fuego), río
Gallegos, río Coyle, río Santa Cruz (Patagonia). Plantilla geográfica fuegopatagónica
(dibujo del autor)
17

Calafate Puerto Santa Cruz

Puerto Natales Río Gallegos

Punta
Punta Arenas
Arenas

Porvenir
1) Encuadre geográfico del territorio
en estudio. En el borde superior
Rio Grande
derecho se indica la isla de Chiloé y la
metropoli santiaguina a escala. La
línea segmentada roja indica el
estrecho de Magallanes 2) Sección Oos hooia

continental del territorio entr e el


estrecho de Magallanes y el río Santa
Cruz. La línea segmen tada roja indica
el estrec ho de Magallanes 3) Sección
archipielágica del territorio 4)
Principales islas que configuran el
archipiélago fueguino (dibujo del
autor)
18

Península Península
Brunswick Muñoz Gamero

Principales penínsulas en la sección continental del territorio fuegopatagónico


(dibujo del autor)
19

Estrecho de Magallanes
(dibujo del autor)
20

Río Grande Río Santa Cruz

Río Gallegos Río Coyle

Principales ríos del territorio


(dibujo del autor)
21

Aspecto de los principales ríos de la sección continental del territorio. Arriba, río Coyle. Al centro; río Gallegos.
Abajo; río Santa Cruz (imágenes capturadas por autor en Google Earth, desde una altura de 4.5 kilómetros)
22

Río Santa Cruz a la altura de la isla Pavón, lugar histórico de vado. La anchura aproximada es de 600 metros. Sobre el
borde superior derecho se aprecia la ciudad Comandante Luis Piedra Buena
(imagen capturada por autor en Google Earth, desde una altura de 4.5 kilómetros)
23

Aspecto de los principales ríos de la sección continental del territorio. Arriba , río Grande. Al centro; río Yendegaia.
Abajo; río Lapataia (imágenes capturadas por autor en Google Earth, desde una altura de 4.5 kilómetros)
24

Ambientes subantárticos fuegopatagónicos


(dibujo del autor)
24.1

Ambientes fuegopatagónicos. Arriba: guanacos en la llanura esteparia. Abajo: Traslado de vacuno a campos de veranada.
(fotos del autor)
24.2

Ambientes fuegopatagónicos. Arriba; jinetes en el camino en región boscosa. Abajo: panorama de los ríos durante el invierno.
(fotos del autor)
24.3

Ambientes fuegopatagónicos. Arriba: Panorama de un estancia en invierno camino a Puerto Natales. Abajo: vega en la llanura.
(fotos del autor)
24.4

Aspecto del paisaje en la proximidad de Puerto Stanley, isla Falklands del este.
(fotos del autor, diciembre 2015)
25

Vista con la ubicación de los principales cordones montañosos del territorio. Estas se concentran en el ambiente archipielágico el
cual envuelve la sección continental patagónica
(dibujo del autor)
26

Nombr
e de
Jesus

Rey
Don
Felipe

Asentamientos hispanos en fuegopatagonia 1584


(dibujo del autor)
27

Misión de
Keppel Puerto
(1856) Stanley
(1842)

Misión
Ooshooi
a
(1869)

Punta
Arenas Fuerte
(1848) Bulnes
(1843/1848
)

Estrecho de
Magallanes

Establecimientos de hábitat fijo instalados en fuegopatagonia, 1842-1869


(dibujo del autor)
28

Puerto
Stanley
(1842)

Puerto
Santa Cruz
(1884)

Puerto Toro
Río
Ooshooi (1892/1894)
Gallegos
(1885) a
(1884)

Porvenir
(1894)

Puerto Natales Punta


(1911) Arenas
(1848)

Estrecho de Línea fronteriza demarcada en terreno entre 1894- Línea fronteriza demarcada en terreno en 1903
Magallanes 1898

Establecimientos nacionales instalados en fuegopatagonia, 1870-1911


(dibujo del autor)
29

Puerto Stanley

Puerto
Santa Cruz

Río Gallegos Rio Grande

Pto. Sarita Ooshooia


Pto. Nuevo
Pto. Sara

Pto. Porvenir Pto. Yartou

Pto.
Altamirano Río
Pto. Pratt Seco
Punta
Arenas

Principales Línea de vapoes semanal. Europa/Puerto Stanley/Punta Arenas/Valparaiso/seno


Tráfico marítimo local Puget
puertos

Principal tráfico marítimo regional en fuegopatagonia, 1870-1910


(dibujo del autor)
30

División en el papel de la Patagonia y Tierra del Fuego. Uno de los primeros mapas publicados indicando la nueva frontera
Norte-Sur luego del Tratado de Límites del 23 de julio de 1881. “Carta que demuestra las diversas proposiciones de arreglo
de la cuestión de límites chileno-arjentina. Santiago de Chile. Publicado de orden del Supremo Gobierno i bajo la direccion
de la Oficina Hidrográfica en Agosto de 1881”. Santiago. Dimensiones 50x34cm.
31

1) 2)

3) 4)

Registros fotográficos de la fijación de los primeros hitos limítrofes en Tierra del Fuego y Patagonia. 1894-1896 1)
Instalación del primer hito, febrero 1894, cabo Espíritu Santo, Tierra del Fuego (archivo Instituto de la Patagonia) 2)
“Piramide del Cabo Espiritu Santo (Tierra del Fuego)” 3) “Intersección del meridiano 70º y paralelo 52” 4) Hito XXII.
Lago Fagnano/Tierra del Fuego. fotografía inédita. Archivo de la Armada Argentina. Buenos Aires
(gentileza Juan Baliña)
32

En rojo se indica la línea fronteriza que re-parte el territorio fuegopatagonico entre los
estados-nacionales de Argentina y Chile
(dibujo del autor)
33

En rojo se indica la línea fronteriza que re-parte el territorio fuegopatagonico entre los estados-nacionales
de argentino/chileno y su relación con los principales cursos de ríos
(dibujo del autor)
34

A
R
C G
H E
I N
L T
E I
N
A

Redibujo de las mediciones efectuadas para el cálculo de la línea fronteriza chilena/argentina en


Tierra del Fuego y Patagonia. Mapa “Oficina de Límites. Línea de frontera en la parte sur del
territorio. Gráficos de los trabajos geodésicos”.
Escala 1:1.000.000. Dimensiones 75.2x45.8 cm
(dibujo del autor)
35

Encuadre geográfico

Título: Oficina de Límites. Línea de Frontera en la parte sur del


Territorio. Gráfico de los trabajos Geodésicos.
Autor: Comisión Chilena de Límites
Año de publicación: 1906
Escala: 1:1.000.000
Dimensiones: 48,5x75,2 cm
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Donoso, A. ( 1906). Demarcación de la línea de
frontera en la parte sur del territorio: trabajos de la Quinta Sub-
Comisión Chilena de Límites con la República Arjentina, con una
introducción de Luis Risopatrón. Santiago: Imprenta Cervantes.
36

Portada del Atlas “Mapas de la Región Andina” (62x50 cm.) publicado en 1906 por la Comisión Chilena de Límites. El
atlas contiene 35 mapas a color a escala 1:250.000. En el borde izquierdo se aprecia la imagen logotipo Norte-Sur de
Chile y los distintos encuadres de capturas cartográficas.
37

Sección argentina del territorio fuegopatagónico


(dibujo del autor)
38

Sección chilena del territorio fuegopatagónico, la cual contiene la totalidad del ambiente del fiordo/archipielago
(dibujo del autor)
39

Imaginario geográfico proyectado sobre fuegopatagonia desde la oficinas cartográficas metropolitanas oficiales.
“Territorio de Magallanes. Atlas de Chile correjido según los últimos datos. 1895”.
Autor: Juan Türke. Santiago. Imprenta: Eduardo Cadot. Dimensiones 34x20cm.
40

Detalle del mapa de Juan Türke, 1895


.
41

Imagen geográfica trastocada ajustada a la proyección geográfica Norte-Sur .


“Nuevo Mapa de Chile: Formado con arreglo a los datos oficiales mas recientes i los últimos
levantamientos efectuados por las Comisiones de Límites.1904”. Publicado por Cárlos Tornero i Ca.
para la obra “Chile”. Autor: Nicanor Boloña. Dimensiones 45x36cm.
42

Puerto
Stanley

Puerto
Santa Cruz

Río Gallegos

Ooshooia

Punta
Arenas

Principales puntos de desembarco de ovinos en Patagonia y Tierra del Fuego entre 1878 /1891
(dibujo del autor)
42.1

Título: The Falklands Islands


Autor: Robert Fitz Roy
Año de publicación: 1928
Escala: No indicada
Dimensiones: 139x100cm
Lugar de impresión: Londres
Formato publicación: Facsímil

Encuadre geográfico
43

Puerto
Santa
Cruz
Río
Gallegos

Ooshooia

Porvenir

Punta
Arenas

Emplazamiento de las principales estancias ganaderas y frigoríficos 1884-1900


(dibujo del autor)
44

Punta
Arenas

Santiago

Comparación entre un predio ganadero y la metrópoli santiaguina. El predio ganadero de 213.000 hectáreas corresponde a la estancia “Oasy
Harbour”, 1905. En Santiago el cuadrado negro representa el “Parque Ohiggins” (dibujo del autor)
45

“Estancia Laguna Blanca”


(fotografia publicada en Díaz Contardi, 1919. p. 165)
46

“Plano de los edificios de la estancia Oasy Harbour”. 1921. Autor: Kenneth Cara. Dimensiones: 110x67 cm.
(Disponible en biblioteca digital Aike, Universidad de Magallanes).
47

11 2
4

10

15 5
9
12

8 6

14 13
7 1

16

0 50 100 250 500

Estancia Oasy Harbour. 1917. Redibujo por el autor del "Plano de los edificios de la estancia Oasy Harbour" (110x65 cm) 1-Casa de administración 7-Cocina 13-Dormitorio
2-Gallinero 8-Casa agua potable 14-Perrera
3-Vacas 9-Reloj 15-Baño
4-Pesebrera 10-Caballeriza 16-Carniceria
5-Oficina de despacho 11-Galpón de esquila
6-Comedor chico 12-Bodega

Redibujo del plano anterior


(dibujo del autor)
48

Distintas caminerias presentes actualmente en el territorio fuegopatagonico. Vistas capturadas desde Google Earth
(dibujo del autor)
49

Puerto
Natales

Punta
Arenas
Porvenir

Puerto
Williams

Rutas marítimas

Trazado actual de las principales rutas marítimas en el área de estudio


(dibujo del autor)
50

Puerto
Stanley

Ooshooia

Puerto Coyhaique
Montt
Punta
Puerto Arenas
Puerto
Yungay Natales

Puerto
Edén

La línea roja segmentada indica la ruta marítima entre Puerto Natales y Puerto Montt (1460 kilometros
aproximadamente). Esta ruta se realiza de forma semanal por la empresa Navimag
(dibujo del autor)
51

Puerto
Calafate Santa Cruz

Puerto
Natales
Río Grande

Puerto
Stanley

Punta
Porvenir
Arenas

Río
Grande

Ooshooi
a

Puerto
Williams

Vuelo diario Vuelo semanal

Actuales rutas aéreas comerciales en el área de estudio


(dibujo del autor)
52

Puerto
Santa C ruz
C alafate

Paso Don Guillerm o

Río Turbio Río Gallegos


Paso I ntegración Austral
Puerto Natales 28 de Noviem bre

C erro
Som brero Paso San Sebastián

Punta Arenas

Porvenir

Paso Bellavista
Paso Dorotea

Río Grande

Ooshooia

Paso C asas Viejas Puerto William s

Principales centros urbanos Caminos principales Caminos secundarios

Pasos Habilitado todo el Habilitado solo en verano Pasos principales. Habilitado todo el año, 24 horas
fronterizos año

Caminos principales del territorio y ubicación de pasos fronterizos oficiales, 2018


(dibujo del autor)
53

Puerto
Calafate Santa Cruz

Puerto Natales Río Gallegos


4
3

Cerro
Punta Arenas Sombrero

Porvenir

2
Río Grande

1
Ooshooia

Puerto
Williams

Sendas de Penetración en construcción


1)Vicuña-Yendegaia 2) Cabo Froward-Río San Juan 3) Río Perez-Río Hollemberg 4) Fiordo Stainess-Bahía
Talcahuano (dibujo del autor)
54

“Red Vial de la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena”. 2017. Escala 1.950.000. Ministerio de Obras Públicas
(MOP), Disponible en el sitio web oficial www.mapas.mop.cl
55

“Provincia de Santa Cruz”. 2015. Sin escala. Administración General de Vialidad Provincial.
Disponible en el sitio web oficial www.agvp.gov.ar
56

“Dirección Provincial de Vialidad. Provincia de Tierra del Fuego Antártida e islas del Atlántico Sur”. 2017.
Sin escala. Administración General de Vialidad Provincial.
Disponible en el sitio web oficial www.dpv.tierradelfuego.gov.ar
57

Trazado de la ruta Norte-Sur Nacional 3 entre Buenos Aires y Ushuaia.


En: “Rutas y accesos”, www. und.edu.ar
58

Arriba: Puente sobre el río Rubens. Abajo: Camino en el valle del río Gallegos, fotografías inéditas, c1930.
Archivo Hans Roehrs. Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes
59

En las inmediaciones del parque nacional Torres del Paine c1940. Fotografía inédita.
(Archivo Hans Roehrs. Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes)
60

Caballos empantanados en la turba, Tierra del Fuego 1928/1929. Fotografía inédita. Archivo Nacional de Finlandia, fondo
Väinö Auer (gentileza Ville Virtanen)
61

Lago Lynch, Tierra del Fuego, 1928/1929. Fotografía inédita. Archivo Nacional de Finlandia, fondo Väinö Auer
(gentileza Ville Virtanen)
62

Masa ovina en movimiento, fotografía inédita c1930.


(Archivo Hans Roehrs, Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes)
63

Encuadre geográfico

Título: Territorio Nacional de Tierra del Fuego


Autor: Administración General de Vialidad Nacional, Argentina
Año de publicación: 1956
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 90x80cm
Lugar de impresión: No indicada
Formato publicación: Facsímil
64

Título: Plano de los caminos de la provincia de Magallanes


Autor: Auto club Magallanes
Año de publicación: 1933
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 92x75cm
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Facsímil

Encuadre geográfico
65

Título: Territorio de Magallanes. Red de Caminos


Autor: No indicado
Año de publicación: c1933
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 86x81cm
Lugar de impresión: Punta Arenas
Formato publicación: Facsímil

Encuadre geográfico
66

Título: Territorio de Magallanes. Red de Caminos


Autor: No indicado
Año de publicación: c1933
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 83x81.5cm
Lugar de impresión: Punta Arenas
Formato publicación: Facsímil

Encuadre geográfico
67

Encuadre geográfico

Título: Carta Caminera de la Patagonia


Autor: Destacamento de Magallanes
Año de publicación: 1939
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 138x100 cm
Lugar de impresión: Santiago/ Instituto Geográfico Militar
Formato publicación: Facsímil
68

Encuadre geográfico

Título: Depto. De Caminos. Red de Caminos de Magallanes


Autor: Departamento de Caminos de Magallanes
Año de publicación: 1941
Escala: 1:1.000.000
Dimensiones: 39x28 cm
Lugar de impresión: Punta Arenas
Formato publicación: Facsímil
69

Encuadre geográfico

Título: Depto. De Caminos. Red de Caminos de Magallanes


Autor: Departamento de Caminos de Magallanes
Año de publicación: 1945
Escala: 1:1.000.000
Dimensiones: 70x50cm
Lugar de impresión: Punta Arenas
Formato publicación: Facsímil
70

Encuadre geográfico

Título: Zona Caminera de la Provincia de Magallanes


Autor: Departamento de Caminos de Chile
Año de publicación: 1945
Escala: No indicada
Dimensiones: 43.5x36cm
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Atlas caminero
71

2010 1910

Comparación entre la red de caminos oficiales de 2010 y 1910.


(dibujo del autor)
72

1910 201
0

Der. Red caminera de 1910. Se destacan los caminos que forman parte de la actual de “red de caminos”. Izq.
Principales caminos de la actual “red de caminos”. Se destaca los caminos presentes en la red de caminera de 1910
(dibujo del autor)
73

Puerto
Santa Cruz

Río Gallegos

Punta Arenas

Porvenir

Ooshooia

Red de caminos en 1910 con los principales lagos del territorio


(dibujo del autor)
74

Fig. Abstracción de la red de caminos en 1910


(dibujo del autor)
75

Patagonia Tierra del Fuego

Comparación de la red de caminos en Patagonia y Tierra del Fuego , 1910


(dibujo del autor)
76

Arriba: “Carting wool across the Pampas - a difficult haul”, 1908. Fotografía de Charles Wellington Furlong.
Abajo: “Among wool from the andes to the Atlanti, 1908. ”
(Archivo Darmouth College, USA. Charles Wellington Furlong. 436. Box 16)
77

Arriba: Puesto típico de un “campañista” o “puestero”.


Abajo: “picada en el bosque” para el transporte de vigas desde el aserradero Fotografía inéditas. Archivo Eberhard
(gentileza Karin Eberhard)
78

Campamentos carreteros en el camino 1908/1910. Fotografías inédita. Archivo Eberhard


(gentileza Karin Eberhard)
79

Arriba: Primer automóvil arribado a Río Gallegos. Territorio de Santa Cruz. 1908.
Archivo Darmouth College, USA. Charles Wellington Furlong. 419/Box 16)
Abajo: Transporte mecanizado en Última Esperanza. 1908/1910. Fotografía inédita. Archivo Eberhard
(gentileza Karin Eberhard)
80

Puente metálico colgante, c1915


(fotografia publicada en Díaz Contardi, 1919. p. 192)
80.1

Construcción del puente metálico colgante sobre “Body Creek”, isla Falkland del este 1924.
Infraestructura elaborada por la firma británica “David Rowell & Co”. Fotografía del autor.
(Jane Cameron National Archive, Port Stanley, Falklands Islands)
80.2

Construcción del puente metálico colgante sobre “Body Creek”, isla Falkland del este 1924.
Infraestructura elaborada por la firma británica “David Rowell & Co”. Fotografía del autor.
(Jane Cameron National Archive, Port Stanley, Falklands Islands)
81

A Buenos Aires

A Valparaiso/Santiago
Río Grande

Punta
Arenas

Ooshooi
a

Rutas marítimas nacionales entre el Norte y el Sur a comienzos del siglo XX


(dibujo del autor)
82

“Loading wool-bags on to a lighter at Gallegos”, 1908.


Fotografía de Charles Wellington Furlong
83

Afiche de publicidad de las líneas de vapores interoceánicas vía estrecho de Magallanes, 1900
84

Transporte de lana. “Vista campestre-Tierra del Fuego-Chile” c 1910


(Archivo fotografía Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes, Punta Arenas)
85

Arreos de masas ovinas en dirección a los frigoríficos, c1915


(fotografias publicadas en Díaz Contardi, 1919. pp. 166, 170)
86

Arriba: Frigorífico en Río Seco, estrecho de Magallanes, iniciado en 1905.


Abajo: Frigorífico Puerto Bories, seno de Última Esperanza, iniciado en 1914/1915.
(Archivo fotográfico Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes, Punta Arenas)
87

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
88

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
89

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
90

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
91

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
92

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
93

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
94

Configuraciones camineras 1910


(dibujo del autor)
95

“A tropilla of horses swimming the Santa Cruz river, southern Patagonia, Argentina, prior to 1907. In 1907-08 and for
many years after this it was the only method of crossing the rivers of Patagonia except where they could be forded in a
few places. In the latter case one of the dangers could be quicksands”.
(Archivo Darmouth College, USA. Charles Wellington Furlong. 436. Box 16)
96

Re de caminos 1910 y Frontera


(dibujo del autor)
97

Re de caminos 1910 y Frontera


(dibujo del autor)
98

“Estrecho de Magallanes”, en “Atlas de la Historia Física y Política de Chile”. Claudio Gay (1854).
Se aprecia la ausencia total de información caminera, recurriendo al recurso del espacio en blanco.
99

Encuadre del territorio fuegopatagónico en la obra “Mapa de la República de Chile” de Amado Pissis (1884).
El espacio geográfico es representado en su totalidad sin información caminera.
100

“Carta de la Patagonie et des archipels de la Terra de Feu des Malouines”


publicada en “Atlas de la Confédération Argentine”. Víctor Martin de Moussy (1873)
101

“Gobernacion de Santa-Cruz” incluida en el “Atlas de la República Argentina”.


El mapa incluye “rutas de exploradores”.
Arturo Seelstrang (1886)
102

“Gobernación de Santa Cruz” en “Atlas Geográfico de la República Argentina”.


Mariano Paz Soldán (1888)
103

“Gobernación de la Tierra del Fuefo y las Islas Malvinas” en “Atlas Geográfico de la República Argentina”.
Mariano Paz Soldán (1888)
103.1

“Plano del Territorio de la Pampa y Rio Negro”.


Manuel Olascoaga (1880)
104

Título: Plano Topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en


el Territorio de Magallanes. Levantado por los injenieros de la
Comisión de Límites.

Autor: Aníbal Contrera s P. (Injeniero segundo), Álvaro D onoso G.


(Injeniero tercero), Cárlos Soza Bruna (Injeniero tercero).
Año de publicación: 1897, “con agregaciones de 1894”.
Escala: Sin escala
Dimensiones: 115x90 cm
Textos adjuntos: “La costa ha sido tomada de las cartas del
Almirantazgo Ingles Nº 21, 1284, 554 i 1336, corre jida en parte según
planos posteriore s del Gobierno de Chile. Los detalles interiores han Encuadre geográfico
sido tomados del plano del Injeniero Sr. Bertrand i modificado por la
comision. Decreto Supremo de 27 de Marzo de 1893.-Nº 369.”
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Adjunto en la “Memoria que el delegado del
Supremo Gobiern o en el territorio de Magallanes don Mariano
Guerrero Bascuñan presenta al señor Ministro de Colonización”.
Tomo II.
104.1

Redibujo del “Plano Topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en el Territorio de Magallanes”
(dibujo del autor)
105

Título: Sin título


Autor: Manuel Señoret, gobernador de Magallanes 1892-1896
Año de publicación: 1896
Escala: No indicada
Dimensiones: 74x67 cm
Lugar de impresión: Santiago, Chile
Formato publicación: Adjunto en la Memoria del Gobernador de
Magallanes presentada al Ministerio de Relaciones Exteriores Encuadre geográfico
correspondiente a 1896
106

Título: Plano topográfico del Territorio de Santa Cruz


Autor: Carlos Siewert
Año de publicación: 1897
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 86x76 cm.
Lugar de impresión: Buenos Aires, Argentina
Formato publicación: Facsimilar
Encuadre geográfico
106.1

Santa Cruz Santa Cruz

Gallegos Gallegos

PLANO TOPOGRAFICO DEL PLANO TOPOGRAFICO DEL


TERRITORIO DE SANTA CRUZ TERRITORIO DE SANTA CRUZ

Autor: Carlos Siewert Autor: Carlos Siewert


Año: 1897 Año: 1897
Escala: 1:500.000 Escala: 1:500.000

Punta Arenas Punta Arenas

Santa Cruz Santa Cruz

Gallegos Gallegos

PLANO TOPOGRAFICO DEL PLANO TOPOGRAFICO DEL


TERRITORIO DE SANTA CRUZ TERRITORIO DE SANTA CRUZ
Autor: Carlos Siewert Autor: Carlos Siewert
Año: 1897 Año: 1897
Escala: 1:500.000 Escala: 1:500.000

Punta Arenas Punta Arenas

Redibujo del “Plano Topográfico del Territorio de Santa Cruz”


Se muestra la relación entre el camino y los distintos elementos territoriales naturales (ríos y bordes litorales)
y artificiales (línea fronteriza, cascos de estancias ganaderas, división predial).
(dibujo del autor)
107

Título: Sin titulo. (Concesiones y división predial en el estrecho de Magallanes)


Autor: Hugo Pietrogrande
Año de publicación: 1898
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 97x57cm
Textos adjuntos: Referencias:
-Terrenos en arrendamiento cuyos contratos están vigentes.
- Id. Ocupados a virtud de título otorgados por la Gobernación.
- Id. Id. Sin titulo o baldios.
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Facsímil
Encuadre geográfico
108

Redibujo del plano anterior


(dibujo del autor)
109

Título: Sin titulo. (Concesiones y división predial en el estrecho de Magallanes)


Autor: Hugo Pietrogrande
Año de publicación: 1898
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 97x57cm
Textos adjuntos: Referencias:
-Terrenos en arrendamiento cuyos contratos están vigentes.
- Id. Ocupados a virtud de título otorgados por la Gobernación.
- Id. Id. Sin titulo o baldios.
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Facsímil
Encuadre geográfico
110

Detalle del mapa anterior. Obsérvese la indicación del camino etiquetado como “Camino Carretero” en Tierra del
Fuego
111

Encuadre geográfico

Título: Carta Parcial del Territorio de Magallanes


Autor: Manuel Moore
Año de publicación: 1900
Escala: 1:669.034
Dimensiones: 51.3x68 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Formato ublicación: Adjunto en el libro Estudios
Militare s hechos en el Territorio de Magallanes.
Ejercito de Chile, 1900.
112

Redibujo del mapa anterior.


Obsérvese los caminos “imaginados” en la Tierra del Fuego y enunciados como caminos existentes.
(dibujo del autor)
113

Encuadre geográfico

Título: Mapa XIV. Mapa preliminar de la Región Meriodinal de la República


Argentina.
Autor: Comisión de Límites de Argentina
Año de publicación: 1901
Escala: 1:1.000.000
Dimensiones: 207,5x122,7 cm
Lugar de impresión: Londres, Gran Bretaña
Formato publicación: Gobierno de la República de Argentina. (1902).
Frontera argen tino-chilena presen tada al Tribunal nombrado por el gobierno
de su Majestad británica “para considerar é informar sobre las diferencias
suscitadas respec to á la frontera entre las Repúblicas Argentina y Chil ena” á fin
de justifica r la demanda Argenti na de que el límite se trace en la Cumbre de la
Cordillera de Los Andes de acuerdo con los tra tados de 1881-1893. Londres:
Impresa para el Gobierno de la República Argen tina por Williams Clowes é
Hijos Limitada
114

Título: Plano Topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en el


Territorio de Magallanes.
Autor: Álvaro Donoso
Año de publicación: 1902
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 120x70 cm
Textos adjuntos: Nota: La costa ha sido tomada de la carta del
Almirantazgo inglé s. Los detalles interiores, del plano del injeniero señor
Bertrand y de varios otros palnos levantados por injenieros del Gobierno
de Chile. La zona vecina al límite con la República Arjentina, de los
trabajos efectuados por la 5ª Sud-comisión Chilena de límites.
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Facsímil Encuadre geográfico
115

Detalle del mapa anterior donde se muestra una llínea punteada de color rojo. Aparentemente este línea representa el
derrotero utilizado por las Subcomisiones Australes de Límites durante el proceso de demarcación de la frontera
(1896-1898)
116

Redibujo del plano “Plano Topográfico de la hijuelación de los terrenos fiscales en el Territorio de Magallanes”.
(dibujo del autor)
117

Encuadre geográfico

Título: Hijuelción de los Terrenos Fiscale s situados en el Seno de la Ultima


Esperanza
Autor: Agustín Rengifo
Año de publicación: 1905
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 57x44 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Facsímil
118

Título: Magallanes
Autor: Comisión Chilena de Límites
Año de publicación: 1906
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 62x50 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Atlas Mapa de la Región Andina,
contiene 35 planos.
Encuadre geográfico
119

Título: Magallanes
Autor: Comisión Chilena de Límites
Año de publicación: 1906
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 62x50 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Atlas Mapa de la Región Andina,
contiene 35 planos.
Encuadre geográfico
120

Título: Magallanes
Autor: Comisión Chilena de Límites
Año de publicación: 1906
Escala: 1:250.000
Dimensiones: 62x50 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Formato publicación: Atlas Mapa de la Región Andina,
contiene 35 planos.
Encuadre geográfico
121

Título: Mapa de Chile


Autor: Oficina de Mensura de Tierras
Año de publicación: 1911
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 85x54 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Publicación: Atlas

Encuadre geográfico
122

Título: Mapa de Chile


Autor: Oficina de Mensura de Tierras
Año de publicación: 1911
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 85x54 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Publicación: Atlas

Encuadre geográfico
123

Título: Mapa de Chile


Autor: Oficina de Mensura de Tierras
Año de publicación: 1911
Escala: 1:500.000
Dimensiones: 85x54 cm.
Lugar de impresión: Santiago
Publicación: Atlas

Encuadre geográfico
124

1894 1901

1906 1910

Evolución del registro cartográfico del camino en fuegopatagonia entre 1894/1910


(dibujo del autor)
125

Punta Arenas

Red de caminos en 1894 según el soporte cartográfico


(dibujo del autor)
126

Punta Arenas

Red de caminos en 1901 según el soporte cartográfico


(dibujo del autor)
127

Punta Arenas

Red de caminos en 1906 según el soporte cartográfico


(dibujo del autor)
128

Punta Arenas

Red de caminos en 1910 según el soporte cartográfico


(dibujo del autor)
129

División Predial hacia 1881


(dibujo del autor)
130

División Predial 1890-1897


(dibujo del autor)
131

División Predial 1898-1900. En amarillo se indica la “reserva tehuelche” creada en 1898.


(dibujo del autor)
132

División Predial 1901-1902. En amarillo se indica la “reserva tehuelche”


(dibujo del autor)
133

División Predial 1903-1910. En amarillo se indica la “reserva tehuelche” (dibujo del autor)
134

Puerto
Stanley

Puerto
Santa
Cruz
Río
Gallegos

Ooshooia

Porvenir
Punta
Arenas

División predial 1890-1896


(dibujo del autor)
135

Puerto
Stanley

Puerto
Santa
Cruz
Río
Gallegos

Ooshooia

Porvenir
Punta
Arenas

División predial 1897-1899


(dibujo del autor)
136

Puerto
Stanley

Puerto
Santa
Cruz
Río
Gallegos

Ooshooia

Porvenir
Punta
Arenas

División predial 1900-1902


(dibujo del autor)
137

Puerto
Stanley

Puerto
Santa
Cruz
Río
Gallegos

Ooshooia

Porvenir
Punta
Arenas

División predial1903-1904
(dibujo del autor)
138

Puerto
Stanley

Puerto
Santa
Cruz
Río
Gallegos

Ooshooia

Porvenir
Punta
Arenas

División predial 1905


(dibujo del autor)
139

Puerto
Stanley

Puerto
Santa
Cruz
Río
Gallegos

Ooshooia

Porvenir
Punta
Arenas

División predial 1906-1910


(dibujo del autor)
140

Red de caminos y división predial de 1910 en la plantilla geográfica fuegopatagónica


(dibujo del autor)
141

División Predial 1900-1910, Patagonia


(dibujo del autor)
142

División Predial 1890-1910, Tierra del Fuego


(dibujo del autor)
PARTE II

El camino en el umbral de su ingreso al soporte


cartográfico 1869-1887
143

Mapas comparados, con sus respectivas dimensiones, de las expediciones estudiadas


(Elaboración del autor)
144

Ubicación en el programa Google Earth de los principales parajes extraídos de las expediciones.
En las imágenes inferiores se ilustra el grado de precisión que permite obtener Google Earth
(elaboración del autor)
145

Iconografía elaboradora por el autor para los “diagramas camineros”


145.1

Fotografías del autor, diciembre 2019


145.2

Fotografías del autor, febrero 2019


145.3

Fotografías del autor, diciembre 2019


145.4

Fotografías del autor, diciembre 2019


146

Mapa “Gobernación de Santa-Cruz”, 1886


En él se compilaron por primera vez el itinerario de distintos exploradores realizados en Patagonia. Dimensiones 39x52 cm.

(Mapa digitalizado por el autor)


146.1

Detalle del mapa de “Gobernación de Santa-Cruz”


Obsérvese los itinerarios de Musters, Moreno, Rogers, Roncagli, Moyano.
No se incluye ningún tipo de información caminera; senda, huella, camino, etc.
147

Mapa en el cual se compilan itinerarios de expediciones realizadas en Patagonia entre 1877-1879


(Martinic, 1977)
147.1

Arriba: Mapa en el cual se intenta precisar el itinerario de Musters en territorio chileno en 1869 (Martinic, 1977)
Abajo: Mapa en el cual se intenta precisar el itinerario de Bertrand realizado en 1885 (Martinic, 1978)
148

Aspecto predominante de los mapas publicados hasta finales del sig lo XIX. C omo se observa,
éstos no contienen dintorno, sólo información a sociada a su contorno, es decir información de
índole marítima. Arriba mapa publicado por la SAMS (1857). Abajo, mapa publicado en 1874.

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