Principios Tarea

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1.

DEFINICION DE PRINCIPIO

Los principios del proceso son «los presupuestos políticos que determinan la
existencia funcional de un ordenamiento procesal cualquiera» (17). Es así, que ellos
concretan o mediatizan algunas de las garantías constitucionales y en
cada uno puede encontrarse una relación directa con las normas
fundamentales contempladas en la Constitución Nacional. La «cientificidad
del derecho procesal y la homogeneidad de su contenido, gira en torno a instituciones
que se complementan e integran recíprocramente e induce a concebir a esta disciplina
jurídica como dominada por principios fundamentales» (18).
Palacio, por su parte, confirma estas ideas señalando que se
denominan «principios procesales a las directivas u orientaciones generales en que se
funda cada ordenamiento jurídico procesal» (19).

La ley presenta en su texto la sistematización de principios, que tienen una recepción


diferenciada en orden a su extensión. Debido al diferente predicamento entre uno u otro
principio, merece especial atención individualizar a cada uno de ellos y definir su
contenido, de tal modo que de su conformación surgirá cada sistema procesal. La
adopción de un principio y el descarte de otros por parte del legislador, responde a
razones de política procesal. La doctrina ha señalado que cada código procesal puede
ser definido en virtud de sus directivas y orientaciones fundamentales, las cuales se
concretan en los principios procesales. Sin embargo, no existe consenso entre los
autores, sobre la forma de denominarles, aunque se proclama, sin duda, su existencia e
importancia. Los principios procesales auxilian al legislador para estructurar las
instituciones del proceso en uno u otro sentido, y facilitan el estudio comparativo de los
diversos ordenamientos procesales vigentes, cuanto de los que rigieron en otras épocas.
Además, constituyen instrumentos interpretativos de gran valor para los operadores
jurídicos ya que contribuyen a integrar los vaciós que puede presentar el orden
normativo. Cabe señalar, que para cierta doctrina, solo configuran principios procesales
los de bilateralidad de la audiencia, formalismo, autoridad, economía y moralidad, y
estudia otras manifestaciones bajo la denominación de reglas o máximas procesales,
cuyo alcance desarrollaremos infra.

En conclusión, puede sostenerse que los principios procesales son las líneas directas u
orientadoras que rigen el proceso plasmándose de este modo una determinada política
procesal de un ordenamiento jurídico determinado y en un momento histórico dado.
Cabe expresar, por último, que modernamente van formulándose nuevos principios o
reglas que quizás no son tan nuevos sino que tan solo son reformulaciones de las reglas
de la solidaridad, de la personalidad, de las nuevas formas de buena fe y lealtad
procesal, etc.

PRINCIPIO DISPOSITIVO
El principio dispositivo tiene dos aspectos: 1) por el primero significa que corresponde a
las partes iniciar el proceso formulando la demanda y en ella sus peticiones y desistir de
ella; 2) por el segundo, que corresponde a las partes solicitar las pruebas, sin que el juez
pueda ordenarlas de oficio. Tomado en ambos aspectos significa que corresponde a las
partes la iniciativa en general, y que el juez debe atenerse exclusivamente a la actividad
de éstas, sin que le sea permitido tomar iniciativas encaminadas a iniciar el proceso ni a
establecer la verdad para saber cuál de ellas tiene la razón en la afirmación de los
hechos.

Consiste, en definitiva, en una regla conforme a la cual “se da predominancia a los


interesados principales (partes del proceso contencioso, gestores del proceso voluntario)
en la realización de ciertas tareas” (actividades procesales) particularmente importantes:
la iniciativa y el desistimiento del proceso; la determinación de su objeto (es decir, de
aquello que debe resolver el tribunal, que no es otra cosa que si corresponde o no
acceder a lo que se requiere en virtud de existir o n ciertos fundamentos de hecho y de
derecho); la determinación del objeto de la prueba (es decir, du que hechos, de entre los
que deben considerarse para acceder a los que se requiere, debe probarse la existencia);
la iniciativa para introducir medios de prueba dirigidos a demostrar la existencia de
esos hechos que integran el objeto de la prueba; y finalmente, la iniciativa para que las
diversas etapas procesales se vayan sucediendo.

Cunado se adopta su opuesto, el llamado “principio inquisitivo” dicha predominancia en


tales tareas la tiene el tribunal; aunque a este respecto debe observarse que cuando rige
el principio inquisitivo es posible, además, distinguir con utilidad, aquellas situaciones
en las que el tribunal -que tiene predominancia en el cumplimiento de la tarea- goza
para ello de algún grado de discrecionalidad, de aquellas otras situaciones en las que su
actuar no es discrecional. En efecto, cuando su actividad la cumple por una reglada
imposición legal (por ejemplo, conforme lo establece precisamente la ley, cuando
necesariamente debe continuar el proceso citando a la audiencia preliminar porque el
demandado no compareció), el tribunal no gozará de discrecionalidad. En cambio, en
otros casos la tarea del tribunal no se encuentra totalmente reglada (como sucede, por
ejemplo, cuando ejerce la iniciativa probatoria que en ciertas situaciones tiene), gozando
para su cumplimiento de algún grado de discrecionalidad.

El principio dispositivo es el que ha seguido el legislador para regular la prioridad en la


realización de aquellas actividades procesales antes referidas. Decías Couture: que
“este principio (dispositivo) se apoya sobre la suposición, absolutamente natural, de que
en aquellos asuntos en los cuales sólo se dilucida un interés privado, los órganos del
poder público no deben ir más allá de lo que desean los propios particulares”. Y
agregaba que “Distinta es la suposición en aquellos caos en que se halla comprometido
un interés social, frente al cual no es lícito a las partes interesadas contener la actividad
de los órganos del poder público. Por supuesto que la división de los asuntos entre los
de interés meramente privado y de interés social, no es fácil. Las situaciones son claras
en las zonas extremas. Nadie duda que la aplicación de la pena al homicida afecta al
interés de la comunidad y no sólo a los herederos de la víctima; nadie duda, tampoco,
que el cobro de una deuda de dinero atañe ante todo al interés privado del acreedor.
Pero cuando de esas zonas extremas se pasa a las situaciones fronterizas (así, por
ejemplo, relaciones de familia, tutela del derecho de los trabajadores, funcionamiento de
los servicios públicos, etc.), los contactos del interés particular y del interés social son
constantes y profundos”.

PRINCIPIO INQUISITIVO O CONOMIENTO DE OFICIO

inquisitivo.
De la consagración en forma exclusiva o simplemente preponderante de uno de estos
dos principios en los procesos de cada país, se deducen consecuencias fundamentales
para su regulación y estructura. El principio inquisitivo, por el contrario, por un aspecto
le da al juez la función de investigar la verdad por todos los medios legales a su alcance,
sin que la inactividad de las partes lo obligue ni lo limite a decidir únicamente aspecto
lo faculta para iniciar de oficio el proceso y para dirigirlo con iniciativas personales.
Estos tres aspectos hasta hace poco tuvieron aplicación en los procesos penales; en los
civiles, laborales y contencioso-administrativos se aplican únicamente el
primero y el último, salvo raras excepciones. En realidad, ninguno de estos dos sistemas
o procedimientos se aplica con carácter exclusivo, de suerte que cuando se dice, por
ejemplo, que un procedimiento es dispositivo, con ello no se quiere significar que es
este principio el único que deba gobernar el proceso. En todos los sistemas legislativos
se han otorgado al juez ciertos poderes (mayores o menores, según haya sido el influjo
del principio inquisitivo), y al mismo tiempo ciertas iniciativas exclusivamente a las
partes, de manera que el juez no pueda tomarlas en su lugar (según el influjo del
principio dispositivo). En materia civil predominaba hasta fines del siglo XIX, en
ambos aspectos, el principio dispositivo; en el proceso penal el inquisitivo ha
predominado desde hace varios siglos. Y la razón de ello radica en que se consideraba
que sólo la comisión de delitos interesa directamente al orden social, ya que atenta
contra él y lo quebranta, pero que el proceso civil no contiene una cuestión de interés
general, lo que era un rezago del primitivo sistema de la justicia privada y del caduco
concepto de que en el proceso civil se discute una cuestión de exclusivo interés para las
partes, ante la cual el juez debía ser un simple espectador que se limitara a darle la razón
al vencedor. Consideramos equivocado este criterio, porque ejecutar justicia y obtener
una sentencia que se acomode a la verdad y al derecho es cuestión de interés social,
cualquiera que sea la rama del derecho objetivo a que corresponda la cuestión que
constituye el objeto del proceso: penal, civil, laboral, etc. En el proceso civil moderno se
deben dar al juez facultades especialmente en materia de pruebas, para decretarlas
oficiosamente con absoluta libertad, para que la falta de iniciativa de las partes y las
maniobras de éstas no ahoguen su criterio ni burlen la justicia y para hacer efectiva la
lealtad procesal, la buena fe, la igualdad real de las partes, la economía y la celeridad
del proceso, poniendo freno a las actividades dilatorias o dolosas de los litigantes y
evitando la injusticia de la sentencia que niega el derecho a la parte cuyo abogado
descuida la defensa o es menos capaz o de mala fe (lo cual le ocurre generalmente a la
más pobre e ignorante). Debe aplicarse al proceso el principio fundamental del derecho
moderno, sobre la protección de los débiles. En materias civiles el principio dispositivo
conserva las siguientes aplicaciones, en los códigos modernos: Ia) El proceso no puede
ser iniciado mientras no se haya formulado por la parte interesada la respectiva
demanda o petición; en este aspecto creemos que debe mantenerse su vigencia, con la
salvedad de que deben otorgarse al Ministerio Público facultades para demandar a
nombre y para la defensa de los incapaces que carezcan de representantes o necesiten
protección contra éstos. Sin embargo, en los países socialistas se autoriza al juez para
iniciar de oficio procesos civiles, cuando el asunto interesa a la colectividad.
2a) Se prohíbe al juez resolver sobre cuestiones no planteadas en la demanda y, en
algunos países, también considerar excepciones de mérito que no hayan sido propuestas
por el demandado; estamos de acuerdo en mantener lo primero, pero lo segundo es una
exageración que no se justifica y que en el C. de P. C. colombiano no existe,
afortunadamente salvo las de prescripción, nulidad, sustancial relativa y compensación,
que sí deben alegarse (véanse núms. 126, 128, 239 y 263). Pero en los países socialistas
(como la ex Unión Soviética), se autoriza al juez para separarse de la demanda y
conceder lo probado y no pedido. 3a) Se permite a las partes ponerle fin al proceso por
desistimiento y transacción o conciliación (véanse núms. 320-321). 4a) Las partes
pueden, por lo general, renunciar a los derechos procesales, y tal renuncia se entiende
existir, en muchos casos, por el solo hecho de no usar de ellos en la debida oportunidad,
aun cuando esto se deba a olvido o descuido, y generalmente sufren entonces
consecuencias adversas (cuando no cumplen los actos que las diversas cargas procesales
les imponen) (véanse núms. 7 y 218). El principio inquisitivo tiene también aplicaciones
en el C. de P. C. colombiano como en la generalidad de los modernos: el juez debe
declarar de oficio su incompetencia (art. 85), los impedimentos que tienen para conocer
del litigio (art. 141) y las nulidades que afectan el proceso (art. 157); hay casos en que el
fallo, aun no siendo apelado por las partes, debe ser remitido al superior en consulta,
como cuando se condena a una entidad pública (art. 386); y especialmente debe
impulsar oficiosamente la marcha del proceso (el secretario debe pasarle a su despacho
los expedientes, de oficio, apenas venza el término legal o fijado por el juez para
permanecer en la secretaría, so pena de multa), y tiene plenas facultades para decretar de
oficio todas las pruebas que estime convenientes para verificar la realidad de los hechos,
evitar y sancionar el fraude procesal, impedir sentencias inhibitorias y hacer efectiva la
igualdad de las partes, y es un deber suyo el hacer uso de esas facultades. Existen
también tres procesos civiles que pueden ser iniciados de oficio (es decir, sin demanda)
por el juez: el de privación de la patria potestad, el de remoción del guardador y el de
interdicción del demente furioso o que cause notable incomodidad a los habitantes del
lugar. El aspecto primordial es el probatorio: será inquisitivo el proceso civil que le
otorgue facultades oficiosas sobre pruebas al juez, aun cuando se mantenga la necesidad
de la demanda para iniciarlo (nemo iudex sine actore). En los procesos laborales y
contencioso-administrativos la situación, en Colombia, es igual a la de los procesos
civiles; excepto en cuanto en los primeros se faculta al juez para reconocerle al
trabajador demandante todo lo que de las pruebas pedidas u ordenadas de oficio
aparezca tener derecho, aun cuando exceda de lo reclamado en la demanda.

En el tipo inquisitivo, “es el juez o tribunal a quien competen esos poderes u los que
deben actuar por sí e investigar (inquirire”. Como se advierte, se trata de dos tipos
fundamentales, que responden a concepciones distintas, teniendo en cuenta la posición
que en el proceso se le asigne al juez y a las partes. Lo dispositivo se verifica cuando las
partes son dueñas absolutas del impulso procesal y son las que fijan los términos
exactos del litigio a resolver. Ello funciona como un límite y un deber para el juez,
puesto que, deberá circunscribir su decisión a las peticiones formuladas por el actor y a
la oposición del demandado (principio de congruencia). También son las partes las que
aportan el material necesario para acreditar sus afirmaciones, y cuentan, además, con
facultades para decidir el momento en que le ponen fin al proceso (facultades
dispositivas). En otras palabras, por regla general pueden disponer del contenido de la
relación sustancial y también del de la procesal. Este sistema se visualiza a través de
reglas y principios que lo consagran expresamente y que importan un punto de partida
para su estudio y análisis. En rigor, la mayor o menor facultad de disposición de la
relación sustancial y formal, como los poderes otorgados al órgano jurisdiccional, son
los elementos que definen a un sistema como prevalentemente dispositivo o inquisitivo.

El sistema inquisitivo, se caracteriza porque es el juez u otro funcionario quien tiene la


facultad o poder de investigar con el fin de arribar a la verdad material con
prescindencia de la actividad de las partes y podrá proponer elementos probatorios sin
otro límite que la ley. En general, se dirige a la búsqueda de la verdad material con
prescindencia de la actividad de las partes y podrá proponer elementos probatorios sin
otro límite que la ley. En general. Se dirige a la búsqueda de la verdad material o
histórica. Por ello, es que se ha dicho que rige en este sistema, el principio de
investigación judicial.

Ninguna de estas formas metódicas se manifiesta en el tipo puro, sino que presentan
combinaciones que marcan una mayor o menor tendencia a lo dispositivo o inquisitivo.
En una vista hacia el pasado se advierte que los procesos han manifestado el predominio
de uno u otro según el momento hitórico, la tendencia política e idiosincrasia de los
pueblos. Ese devenir reconoce causas en las formas de organización, en los vaivenes
políticos de los pueblos y en la evolución sociocultural. Pero, pueden señalarse camino
que han significado un avance. Los países latinoamericanos en el ámbito del proceso
civil, han adoptado el sistema prevalentemente dispositivo que encuentra fundamento en
la legislación española que es su antecedente directo, como sucede ennuetso país. En
tanto, que para los asuntos de corte penal, el tipo adoptado se aproxima al inquisitivo.
Cabe señalar, que con el transcurso del tiempo esto ha ido cambiando, morigerado en
algunos casoso y, en definitiva, se han producido mudanzas, en ambas tendencias. Tan
es así que por influencia de los sistemas y principios en su interrelación se hace
referencia a la llamada publicización del proceso civil y a la correlativa privatización
del proceso penal.

1. PRINCIPIO DE ORALIDAD
Es, como se ha podido apreciar, uno de los fundamentales, pues de que exista el uno o el
otro dependen la orientación general del proceso en gran parte y la acogida que tengan
los principios anteriores. Mas téngase en cuenta que si existe el procedimiento
exclusivamente escrito, no pasa lo mismo con el oral, pues en realidad cuando hablamos
de éste queremos significar que la forma oral es la que predomina dentro de él. También
en nuestros procesos escritos encontramos actuaciones orales, como audiencias, o
incidentes dentro de las inspecciones que se resuelven durante ellas. Fueron los
jusprivatistas alemanes quienes, luego de ardua lucha en defensa de la oralidad para el
proceso civil, lograron su implantación mediante la ley procesal alemana que se dictó en
el año de 1887; poco después se aplicó en Austria, y en las últimas décadas se ha
extendido a Rusia y a otros países socialistas. Los procesalistas contemporáneos lo
recomiendan insistentemente; pero exige más jueces y mayor costo, por lo que en
muchos países como Colombia, no ha sido posible establecerla en lo civil, sino muy
limitadamente (para recepción de pruebas personales: testimonios e interrogatorios a las
partes y para el proceso oral que rige para los asuntos de mínima cuantía y unos treinta
asuntos civiles y comerciales en el nuevo C. de P. C.), pero se consagró ampliamente,
con la salvedad de la demanda, su contestación y ciertas peticiones fuera de audiencias,
en nuestro proceso laboral, desde 1938. El procedimiento escrito prolonga en demasía el
curso del proceso; permite el abuso de los recursos y medios encaminados a dilatar el
litigio; sirve de medio para crear confusión en el juez y en la contraparte, y a veces hace
aparecer lo accidental como esencial. En el oral, la concentración e inmediación operan
de manera perfecta; el juez adquiere una mayor capacidad para juzgar, en razón del
conocimiento y apreciación directa que hace de las personas y hechos sometidos a su
examen, y dispone, por último, de una mayor actividad y más amplias facultades. Todo
esto permite un mejor predominio de los principios inquisitivos, de la inmediación y de
la concentración y celeridad. Por último, en casi todos los países que han adoptado el
procedimiento oral se ha reglamentado, en verdad, un procedimiento mixto, con
predominio de la forma oral, pero con participación más o menos acentuada de la
escritura. Así, la demanda debe ir por escrito, de manera que se precisen los hechos y
peticiones que van a constituir el litigio; en algunos se permite presentar un resumen
escrito de las alegaciones o se hacen éstas exclusivamente por escrito (como en nuestro
procedimiento laboral); la contestación de la demanda, si bien puede ser oral, ha de
constar por escrito en los autos; se admite la práctica de pruebas fuera de la audiencia, si
son necesarias. En materia penal es aún más conveniente la oralidad
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Es más bien una característica de ciertos juicios, que se desarrollan por medio de
audiencias, en forma oral, con concentración de pruebas y actos procesales, en forma
oral, con concentración de pruebas y actos procesales, de todo lo cual se deja constancia
por las actas que se levantan. Nuestro proceso es predominantemente escrito como lo
hicimos ver antes, pero sí ha habido tendencia a introducir el sistema oral en los
procedimientos. En el nuevo Código Procesal, en favor de este principio, es instituyó el
juicio oral (artos. 199 a 228) para ciertos asuntos como son los de menor cuantía, los de
ínfima cuantía, los de alimentos, los de rendición de cuentas, la división de la cosa
común diferencias entre copropietarios, la declaratoria de jactancia y otros asuntos que,
por disposición de la ley por convenio de las partes, deban seguirse en esta vía.

Como el juicio oral es de tramitación breve es muy conveniente la última disposición


mencionad sobre que se tramitarán en juicio oral los asuntos en que por disposición de
la ley así se establezca, porque aparte de las remisiones que a él hace el Código Civil,
podría aprovecharse esta clase de juicio en los asuntos de índole mercantil.

2. PRINCIPIO DE INMEDIACION:
Para que la prueba sea valiosa para el proceso, es menester que sea del juez quien la
recibe. El juzgador quien resuelve sobre su introducción y luego dirige su producción.
El principio de inmediación supone contacto directo entre el juez y las partes,
participantes y órganos de prueba. Este principio contribuye a la autenticidad, la serie, la
oportunidad, la pertinencia y la validez de la prueba. (Devís Echandía). La inmediación
es un principio del proceso, que se revitaliza en lo atinente a la actividad probatoria. El
sistema de juicio oral es el que más favorece a la efectiva inmediación. Sin embargo,
también aquellos que adoptan el juicio escrito como regla, lo mantiene para la
introducción de las alegaciones de hecho, en tanto que la recepción de la prueba
testimonial y confesional, dada su naturaleza, se manifiesta en audiencias con presencia
del juez. El principio de inmediación debe imperar para toda la actividad probatoria; no
queda reservado solo para las declaraciones, sino también, para la realización de otras
medidas, por ejemplo: inspecciones oculares o reconocimientos, interrogatorio de
partes y peritos, etc., la tendencia actual es la oralidad e inmediación en la práctica de
las ´pruebas. La inmediación supone que el juez debe desempeñar un papel activo en la
conducción de la prueba. A tal fin, las leyes procesales deben otorgar al tribunal las
facultades necesarias para que desempeñe su rol protagónico. Ello marca la tendencia
publicística del proceso civil de hoy. Pues la inmediación es una garantía para el
justiciable. Carnelutti afirma que “… la prueba es tanto más segura cuanto más
próximo a los sentidos del juez se halle el hecho a probar”.

Otro principio estrechamente vinculado a la inmediación es el de identidad física del


juzgador, que postula que el juez que recibe la prueba sea el mismo que dicte sentencia;
por otra parte, comprende también el de personalidad, que impone la presencia
necesaria de las partes en ciertos actos procesales. Así, por ejemplo, en algunos sistemas
procesales se establece la comparecencia ineludible de actor y demandado a las
audiencias, así sucede en el procedimiento asignado al fuero de familia de Córdoba (ley
7676), y también a la referida audiencia de conciliación que tiene ligar en el
procedimiento laboral (ley 7987). Es que la personalidad implica que, en estas
actuaciones señaladas por la ley, las partes no pueden reemplazar su presencia por
mandatarios. Se trata en general de actuaciones de naturaleza conciliatoria y de carácter
personalísimo en donde la participación por apoderado perjudicaría los fines públicos
tenidos en cuenta por el legislador atendiendo la pretensión esgrimida por las partes.
Además, también es importante cuando ante el oficio se rinden testimoniales,
confesionales y se escuchan a los peritos. Esto es importante pues los sujetos procesales
podrán observar directamente la conducta de las partes en el transcurso del debate
probatorio que. de esta forma. dará una vívida imagen de lo acontecido para lograr una
apreciación correcta de todos los elementos de juicio.

En protección de este principio, son de utilidad las normas que permiten al sentenciante
desplazarse de su asiento para recibir personalmente prueba en otro lugar, tal es la
facultad otorgada a los jueces nacionales para efectuar reconocimiento judicial.
El principio de inmediación, tal como surge de su sentido literal, significa que el juez
debe encontrarse en un estado de relación directa con las partes y recibir personalmente
las pruebas. Devis Echandía, puntualiza que la comunicación inmediata alude “a la del
juez y las personas que actúan en el proceso, con los hechos que en él deban hacerse
constar y con los medios de prueba que se utilicen . ” Este principio se manifiesta con
mayor vigor, en los procesos orales que en los escritos. Sin embargo, en las formas
modernas de procedimiento oral o escrito, existen instancias oralizadas, que presuponen
la vigencia de este principio parcialmente. Tal sucede, por ejemplo, en el proceso civil
nacional o de algunas provincias que han adoptado el trámite del proceso por audiencia;
en estos casos, luego de la etapa escrita de las postulaciones, se realizan dos audiencias
(audiencia preliminar y de vista de causa) con vigencia sólo en su trámite de la regla de
inmediación. Por su parte, en el proceso penal, la vigencia plena de la inmediación se
manifiesta en la oportunidad de la audiencia de debate en la que los integrantes del
tribunal, del ministerio público, imputados y sus defensores y órganos de prueba están
en contacto directo. Los rasgos fundamentales de la inmediación, están dados por la
presencia de los sujetos procesales ante el órgano jurisdiccional, por la falta de un
intermediario judicial entre las cosas y personas del proceso y el juez y, también, por la
necesidad de la identidad física del juez que tuvo contacto con las partes y del que
dictará sentencia (29). En el ordenamiento procesal penal, la regla de la inmediación
adquiere jerarquía sustancial al incorporarse al Código Penal, de este modo se prevé que
«el juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de las
circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso» (art. 41 in fine C.P.).
Es que en materia penal y también en el procedimiento laboral, el interés público en la
realización del derecho, impone la inmediación como una directriz insoslayable. Esto
significa, la ausencia de intermediarios entre la prueba recibida y el órgano
jurisdiccional de la recepción y se lo extiende también, como se apuntó, a la idea de la
identidad física del juzgador. Así se ha sostenido que «el juez que ha de dictar
sentencia debe ser el mismo que en el debate oral, público y continuo, reciba
inmediatamente, la prueba producida con el control público y de los otros sujetos del
proceso»
PRINCIPIO DE CONCENTRACION PROCESAL
Complementa el anterior y tiende a que el proceso se realice en el menor tiempo posible
y con la mejor unidad. Para esto se debe procurar que el proceso se desenvuelva sin
solución de continuidad y evitando que las cuestiones accidentales o incidentales
entorpezcan el estudio de lo fundamental; lo cual sólo se obtiene restringiendo el
derecho de interponer recursos e incidentes de previa definición. Igualmente, tiende este
principio a dejar todas las cuestiones planteadas, los incidentes, excepciones y
peticiones, para ser resueltas simultáneamente en la sentencia, concentrando así el
debate judicial. De lo dicho se concluye que sólo en los procedimientos orales tiene
aplicación adecuada este principio, ya que en las audiencias se presentan todas las
excepciones y se plantean todos los incidentes, además de allegarse las pruebas y
formularse los alegatos, y por regla general en la sentencia se resuelven todos estos
problemas, sin que pueda suspenderse el curso del proceso para darle previa solución a
uno de ellos. El proceso escrito es necesariamente desconcentrado, pero puede
disminuirse este defecto con buenas medidas.

Su aplicación es una característica del proceso oral. En virtud de este principio se


pretende acelerar el proceso, mediante la acumulación de la prueba (por ejemplo:
recepción de la misma en una sola audiencia). Se le permite al Juez eliminar aquellas
que por su naturaleza son inútiles o inconducentes, siendo solamente una dilación para
los tramites del proceso.

1. PRINCIPIO DE PUBLICIDAD
Significa ese principio que no debe haber justicia secreta, ni procedimientos ocultos, ni
fallos sin antecedentes ni motivaciones. Pero ello no quiere decir que todo el proceso
debe ser necesariamente público, y que toda persona pueda conocer en cualquier
momento los expedientes. Esto perjudicaría gravemente la buena marcha de los
procesos, especialmente en materias penales. La publicidad se reduce a la discusión de
las pruebas, a la motivación del fallo y a su publicación, a la intervención de las partes y
sus apoderados y a la notificación de las providencias.

El principio de publicidad, implica que los actos que se cumplen en el


proceso deben ser conocidos en forma irrestricta tanto por parte de la sociedad, como
por los intervinientes, a fin de permitir un control adecuado de la actividad procesal y,
en definitiva, de los actos de los jueces. Este principio es una derivación lógica de los
fines del proceso. Hoy no se discute que en el tramite judicial, existe un interés
eminentemente público, porque funciona como un instrumento que contribuye a
garantizar la armonía y la paz social.

Los autores, han enfatizado que << este principio significa que no debe haber justicia
secreta, ni procedimientos ocultos, ni fallos sin antecedentes ni motivaciones>>. La
excelencia de la publicidad resulta indiscutida, puesto que el contralor de la comunidad
redunda en su propio beneficio, dada la función docente que cumple. Además, favorece
a obtener una mayor trasparencia en la administración de justicia al fiscalizarse la
actividad de los jueces y de los abogados. Couture, puntualiza, que <<el principio de
publicidad es de la esencia del sistema democrático de gobierno>>. Los cuerpos
formales, cuando adscriben a este principio lo consagran en términos generales, así, por
ejemplo, se prevé que <<las actuaciones del proceso y sus resoluciones serán
públicas>> A su vez, a modo de excepción, es posible limitar la publicidad; ello sucede
cunado existe un interés justificado de las partes o cuando concurren razones que hacen
al orden público o de moralidad. Es que <<pueden los magistrados restringir la
publicidad de las audiencias y aun de los fallos, si pudiera afectarse con ello la moral o
el orden público u ocasionarse perjuicios materiales o morales a los interesados>>. En
definitiva, lo que fundamentalmente se procura es la protección del derecho de
intimidad de las personas.

El principio de publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso: así en las
audiencias y, por regla, durante toda la actividad de prueba y también se verifica en la
decisoria a través del proceso. Así, por ejemplo, en el proceso penal, la publicidad podrá
verse restringida en ciertas secuencias de la investigación penal preparatoria, llevada
cabo por el Fiscal cuando establece el secreto de sumario por un plazo restringido. Es
que “en materia penal se justifica el secreto en los primeros momentos de la instrucción,
porque el delincuente tiene especial cuidado en no dejar huellas del delito”. También
rige para los delitos de acción privada en los cuales impera la confidencialidad del
trámite. En el procedimiento de familia, el principio de publicidad se presenta en su
antítesis, bajo la denominación del llamado “principio de reserva”. Es que, frente al
principio de publicidad, se presenta el de “reserva, secreto o de confidencialidad”, que
encuentra sustento en preceptos constitucionales, como los vinculados a la protección de
las acciones privadas de los hombres, a la intimidad que dispensa la Constitución
provincial y también la tutela privatista consagrada. La publicidad a la que se puede
someter los actos procesales cumplidos en el procedimiento de familia, está limitada al
consagrarse la tutela procesal del principio de reserva. del trámite.

Mas que a los litigantes se refiere al resto de la comunidad social, que no puede
permanecer ajena a la satisfacción de los fines del proceso. El mejor contralor de la
actividad judicial es el público. En parte en los Códigos procesivos se llenan estas
exigencias, como sucede por ejemplo con la publicación de los fallos, vistas públicas,
etc. Couture, señala con todo acierto que este principio es de la esencia del sistema
democrático de gobierno, pero advierte que por ser la generalidad de las materias que se
discuten en el proceso civil, de índole privada, no se requiere con frecuencia la
publicidad. Además, el método escrito que priva en nuestros procedimientos también
amengua la aplicación del principio de publicidad. Señala Couture, como principales
aplicaciones de este principio: las siguientes:
a) Exhibición del expediente: todos los interesados en un expediente tienen derecho
a consultar el expediente judicial. Entre nosotros el principio de publicidad de
los expedientes es de rango constitucional. El artículo 75 de la Constitución de
1965 dice: “Todos los actos de la administración son públicos y los interesados
tienen derecho a obtener en cualquier tiempo los informes y copias que soliciten
y la exhibición de los expedientes que deseen consultar, salvo que se trate de
asuntos diplomáticos o militares, o de datos suministrados por particulares bajo
garantía de confidencia”. Igualmente, el último párrafo, parte final, del art. 240
de la CPRG, establece que la administración de justicia será pública siempre que
la moral, la seguridad del Estado o el interés nacional no exijan reserva.
b) Publicidad de audiencias: las audiencias para alegar sobre lo litigado deben ser
públicas. Sin embargo, en la realidad de nuestra práctica judicial, en forma
predominante, las actuaciones se tramitan por escrito, aun en el juicio oral; y las
audiencias se llevan a cabo únicamente con presencia de los interesados y de sus
abogados. Las vistas públicas no son obligatorias, salvo cunado la parte así lo
solicitare. (art 196 del Código Procesal, último párrafo).
c) Publicidad de los debates ante la Corte: En el Uruguay las audiencias de la
Suprema Corte son públicas, porque así lo establece la ley con carácter
obligatorio. En nuestro sistema ya vimos que únicamente cunado la parte así lo
solicite.
Couture, observa en relación a la publicidad que debe manejarse con mucha prudencia.
“La publicidad es -dice- en sí misma, una garantía de la función jurisdiccional. Pero los
instrumentos modernos de difusión de ideas e imágenes, han llevado a esta garantía a
términos que, desde el otro extremo, conspiran contra la obra de la jurisdicción y
constituyen un peligro tan grande como el secreto mismo”. Alude a medios como la
televisión y su influencia perturbadora en el ánimo y actitudes de los jueces y testigos
por el prurito de la simple curiosidad, influencia que también puede proyectarse sobre
las mismas partes.

1. PRINCIPIOS DE BILATERALIDAD
El debate procesal debe ser ordenado a fin de preservar la igualdad
de los contendientes al momento de hacer valer sus derechos. La regla de la
bilateralidad es denominada también, como principio de contradicción. Este
principio, posee raíz netamente constitucional y su efectiva vigencia es lo que otorga
legitimidad a los procesos; de allí que domina todos los estadios secuenciales. La
contradicción o bilateralidad, compendia la idea de que toda decisión judicial debe
ser tomada previo a que se haya dado igual oportunidad, a todas las partes de ser
oídas. Implica, necesariamente, la posibilidad de alegar y probar; es decir, otorgar a
las partes la oportunidad de ejercer las defensas que tuviere y de arrimar al proceso
los elementos de juicio condicentes a la demostración de sus alegaciones. Este
principio, se resume en el aforismo latino audiatur et altera pars. No interesa al
derecho que la parte, efectivamente, se pronuncie, sino que se le haya otorgado una
razonable oportunidad de defenderse o de cumplir con la carga procesal de
expresarse, de ofrecer, producir y controlar la prueba. Palacio, advierte que la
realización de ciertas medidas, como las cautelares pueden ordenarse inaudita parte,
pero ello no implica derogación del principio de bilateralidad, sino que tan solo
significa que se difiere el contradictorio por especial naturaleza del acto. Esto quiere
decir, que, si bien no se notifica previamente el despacho de la medida, sin embargo,
sí debe ser comunicada al afectado inmediatamente después de haber sido trabada.
Este principio se manifiesta en la obligación impuesta por las leyes formales de
hacer conocer a las partes las resoluciones de los jueces para su validez. A ese fin, el
Código
Procesal Civil establece, respecto de la comunicación externa, la regla de que las
providencias y resoluciones judiciales no obligan a las partes si no son notificadas
con arreglo a la ley. También, se ha regulado la comunicación intraprocesal a través
del recurso técnico de los traslados, vistas y notificaciones. Por último, el sistema se
garantiza por las normas que establecen sanciones para la violación de este
principio, a cuyo fin se imponen nulidades específicas para el caso de las
notificaciones o se utiliza las reglas atinentes a la teoría general de las nulidades,
hechas valer a través de los poderes genéricos de impugnación.
2. PRINCIPIOS DE LEALTAD, BUENA FE Y PROBIDAD.

Este principio no es privativo del momento de la prueba, sino que campea en todo el
desarrollo y vida del proceso. En efecto, en los distintos estadios se refleja su vigencia
por normas que lo consagran expresamente al establecer sanciones para conductas
contrarias. Pero en lo referido a la prueba: su establecimiento importará prever
normativa mente consecuencias probatorias adversas o perjudiciales para la parte que lo
transgrede. Su formulación positiva postula que las partes deben colaborar para obtener
el elemento probatorio para el proceso. Ello implica que la conducta a observar no sea
evasiva obstruccionista u evasiva, es decir impeditiva, sino por el contrario debe ser de
cooperación para incorporar la prueba. Esto significa que la actitud de facilita miento
puede presentar distintos aspectos. En efecto, no puede ser tipificada por un solo
comportamiento, sino que se puede manifestar en diversas conductas asumidas durante
la actividad probatoria, referida a los distintos medios de prueba. Podrán constituir
ejemplos de la ausencia de colaboración las siguientes hipótesis: cuando es requerida a
una de las partes una documental que tiene en su poder y no la presente; el no prestarse
la parte a una pericial médica, no exhibir libros de comercio, no responder al
interrogatorio efectuado por el tribunal, el desconocimiento insincero de firma (arts 249
y 242 c.pc.; arto 622 c.c. y arto 505 C.Com.), etcétera. Este abanico de posibilidades
que por cierto no las agota, hace que el juez deba analizar en forma conjunta las
diferentes actitudes de las partes para poder obtener los argumentos de prueba: "como
un todo único". Es aceptado por la jurisprudencia y por algunas legislaciones (en
nuestro c.pc. por el arto 316 última parte), que establecen que la conducta procesal
observada por las partes constituye un indicio favorable o desfavorable que podrá ser
valorado por el juez a través de las reglas de la sana crítica racional al momento de
dictar sentencia.
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este principio reviste en la actualidad mucha importancia, ya que persigue poner a las
partes en situación de producirse siempre con verdad en el proceso. Señala Couture que
en el proceso antiguo, aparte de la tonalidad religiosa que matizaba el proceso, también
tenía un carácter acentuadamente moral. Aunque este carácter fue decayendo, los
esfuerzos que ahora se hacen para mantenerlo; doctrinarios y legislativos, son
encomiables. En el código procesal civil de Guatemala se introdujo la innovación
consistente en que la declaración de parte (confesión judicial) debe prestarse bajo
juramento. Esta innovó, en cuanto al régimen de esta prueba, se aceptó en el nuevo
código para evitar mala fe en el litigio. En efecto, no se trata del juramento decisorio
que difiere a una parte la decisión del litigio, porque este tipo de juramento no lo
reconoce nuestro sistema legal. El juramento a que se refiere el artículo 130 del Código
es el que produce consecuencias penales en caso que se falte a la verdad, porque se
comete el delito de perjurio. De manera que, la parte a quien se llama a absolver
posiciones, debe producirse con absoluta verdad si no quiere ser afectada con las
consecuencias penales consiguientes. Couture señala otras aplicaciones del principio,
mencionadas a continuación:
 Forma de la demanda: la demanda debe estar redactada en forma sencilla y
los hechos deben exponerse ordenadamente. No deben omitirse hechos que
son relevantes al litigio. Menciona C0uture el principio de que, una vez
contestada la demanda, esta se convierte en inmodificable. (esta solución es
aceptada, aunque su validez es relativa, porque quien desea introducir alguna
modificación fundamental a su demanda se vale de otro proceso y luego
plantea la acumulación de procesos).
 Unificación de las excepciones: las excepciones dilatorias que una parte
desee hacer valer deben proponerse en forma conjunta, con el objeto, de
evitar la práctica y corruptela histórica que señala Couture del
“escalonamiento de las excepciones”, que permitía a las partes interponerlas
sucesivamente, logrando así la prolongación exagerada de los procesos.
(Aunque esta aplicación corresponde también a los principios de
concentración y de eventualidad, indudablemente que se apoya también en la
buena fe de las partes en el proceso. También por inspiración en el proyecto
Couture, tiene su aceptación en el art. 116 del nuevo Código, que exige la
alegación conjunta de todas las excepciones previas (dilatorias y mixtas)).
 Limitación de la prueba: los medios probatorios que se aporten al proceso,
deben referirse a las proposiciones de hecho que las partes han formulado en
sus respectivos escritos de demanda y contestación y no a hechos nuevos que
pretendan introducirse después de haber sido omitidos en las respectivas
exposiciones de los hechos. Esta aplicación del principio encuentra
aceptación en nuestro sistema en los artos. 126 y 127 del nuevo Código. El
primer artículo citado, en su párrafo primero establece que las partes tienen
la carga de demostrar sus respectivas proposiciones de hecho. La segunda,
en el último párrafo, parte final, establece que los Tribunales desechará en el
momento de dictar sentencia, las pruebas que no se ajusten a los puntos de
hecho expuesto en la demanda y su contestación.
 Convalidación de las nulidades: Las nulidades que se produzcan en la
tramitación de un proceso deben ser impugnadas inmediatamente que se
produzcan, porque de otra manera precluye el derecho a impugnarlas y el
vicio queda convalidado. Esta solución está recogida expresamente en el
párrafo segundo del artículo 614 del nuevo Código, que establece: “Es
improcedente la nulidad cuando el acto procesal haya sido consentido por la
parte que la interpone, aunque sea tácitamente. Se supone consentimiento
tácito por el hecho de no interponer nulidad dentro de los tres días de
conocida la infracción, la que se presumirá conocida inmediatamente en caso
de que ésta se hubiere verificado durante una audiencia o diligencia, y a
partir de la notificación en los demás casos. Las partes no podrán interponer
la nulidad extemporáneamente ni los tribunales acordarla de oficio”.
 Condena en costas procesales: Sirve para proteger la buena fe en el proceso.
En nuestro sistema no obstante que la norma general es la de la condena en
costas por el simple vencimiento (Art.573), sin embargo, el Juez tiene
facultades para eximir al vencido del pago de las costas, total o parcialmente,
cuando haya litigado con evidente buena fe (Art. 574). Pero, también se
establece en el artículo 575, la siguiente disposición: “No podrá estimarse
que hay buena fe cuando el proceso se siga en rebeldía del demandado;
cuando haya habido necesidad de promover ejecución contra el deudor para
la satisfacción del crédito; si el vencido hubiere negado pretensiones
evidentes de la demanda o de la contrademanda que el proceso indique que
debió aceptarlas al contestar aquéllas; si la parte hubiere aducido
documentos falsos o testigos falsos o sobornados; y si no se rindiere ninguna
prueba para justificar la demanda o las excepciones interpuestas”.
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3. PRINCIPIO DE ECONOMIA Y DE CELERIDAD PROCESAL

ECONOMIA PROCESAL:
Es la consecuencia del concepto de que “debe tratarse de obtener el mayor resultado con
el mínimo de empleo de actividad procesal”. Resultado de él es el rechazo de la
demanda que no reúne los requisitos legales, para que al ser corregida desde un
principio no vaya a ser la causa de la pérdida de mayores actuaciones; la inadmisibilidad
de las pruebas inútiles y de incidentes inconducentes o que la ley no permite para el
caso; la acumulación de pretensiones para que en un mismo proceso se ventilen varias,
y evitar, en consecuencia, la necesidad de diversos procesos; la restricción de los
recursos de apelación y casación, y otras medidas semejantes. Todo esto para que el
trabajo del juez sea menor y el proceso más rápido. Justicia lenta es injusticia grave 14
bis. También persigue este principio justicia barata, para lo cual responde la jerarquía
judicial, estableciendo jueces con circunscripción territorial más pequeña y que, por lo
tanto, estén más cerca del lugar del litigio y del domicilio de las partes, y que gozan de
menores sueldos, en los asuntos de menor valor, y viceversa (cfr. núms. 51, 53), e
igualmente se procura imponerles a las partes gastos menores y proporcionados al valor
o importancia del litigio. Lo ideal es la justicia gratuita en todas sus ramas.

Establece el párrafo final del artículo 240 de la Constitución de 1965: “La


administración de justicia es obligatoria, gratuita e independiente de las demás
funciones del Estado. Será pública siempre que la moral, la seguridad del Estado o el
interés nacional no exijan reserva”. Importa recordar esta norma por cuanto establece
que la administración de justicia es gratuita, y efectivamente lo es, puesto que las partes
no remuneran a los oficios judiciales. Sin embargo, este precepto hermoso de gratuidad
en el impartimiento de la justicia, se quiebra en la realidad por lo dispendioso que
resultan los procesos y los gastos que las partes deben sufragar para llevarlo a término.
Por eso, es tarea importante la del legislador en el sentido de simplificar los
procedimientos. Couture señala como resultados de la aplicación de este principio los
siguientes:
A) Simplificación de las formas de debate: los procesos de menor importancia
económica deben ser sencillos, sin mayores formalidades. Entre nosotros es
importante el juicio de ínfima cuantía, o sea el no mayor de cien quetzales, que
tiene una tramitación oral y sumamente rápida.
B) Limitación de las pruebas. Deben evitarse aquellas que resulten muy onerosas,
como sucede en el caso de los peritos. En estas situaciones es mejor nombrar un
solo experto y la designación puede hacerla el Juez y no las partes.
C) Reducción de los recursos: No es necesario que haya varias instancias, basta con
establecer la inapelabilidad de los fallos.
D) Economía pecuniaria: debe evitarse que las partes incurran en costas
innecesarias o inadecuadas al valor de lo que se litiga. El Código Procesal regula
el juicio de ínfima cuantía, misma que declara: “En esta clase de proceso no se
gravará a las partes con gastos, costas ni honorarios de ninguna clase”.
E) Tribunales especiales: se crea tipo de tribunales en razón de la repercusión social
que pueden tener los asuntos que se ventilas, aun cunado su importancia
económica sea reducida. Es el caso de la jurisdicción laboral y de los tribunales
de familia, por ejemplo.

4. PRINCIPIO DE PRECLUSION PROCESAL


El principio de la eventualidad, también llamado de la preclusión. Tiende a buscar
orden, claridad y rapidez en la marcha del proceso, es muy riguroso en los
procedimientos escritos, y sólo muy parcialmente en los orales. Se entiende por tal la
división del proceso en una serie de momentos o períodos fundamentales, que algunos
han calificado de compartimientos estancos, en los cualesse reparte el ejercicio de la
actividad de las partes y del juez demanera que determinados actos deben corresponder
a determinadoperíodo, fuera del cual no pueden ser ejercitados y si se ejecutanno tienen
valor. Es una limitación que puede ser perjudicial parala parte que por cualquier motivo
deja de ejercitar oportunamenteun acto de importancia para la suerte del litigio, pero
viene a ser,como se ha observado, el precio que el proceso escrito paga por una relativa
rapidez en su tramitación. De ahí la noción de las cargas procesales (cfr. núms. 7 y 218).
El proceso escrito contiene los siguientes períodos fundamentales: 1) El de presentación
y contestación de la demanda, o de la litiscontestatio, dentro del cual es posible
reformarla o adicionarla, y que vence en el momento de la apertura a prueba; 2) el de las
pruebas, de manera que las que no fueron pedidas o practicadas oportunamente, no
pueden llevarse a los autos (pero para las que el juez quiera decretar de oficio la
oportunidad es más amplia); 3) el de alegaciones que empieza una vez vencido el
anterior y concluye cuando se cita para sentencia en los procesos en que esto tiene lugar
o cuando concluye el término otorgado para ello; 4) el de la sentencia. Esto en la
primera instancia. En la segunda instancia puede haber período de pruebas, de
alegaciones y sentencia; o sólo los dos últimos. Se distribviyen, como se ve, las
oportunidades de ejercitar los medios de defensa y de ataque, que únicamente pueden
ser utilizados en uno solo de esos momentos, aun cuando sus efectos vayan a surtirse en
período futuro.
La regla o principio de la preclusión impide que el proceso se retrotraiga a estadios o
etapas que se encuentran superadas o que se reproduzcan actos procesales ya cumplidos
o que no tuvieron cumplimientos en el orden establecido por la ley. Se trata de un
regulador del trámite procesal y tiene operatividad tanto para las partes como para el
tribunal. Ello significa que ninguno de los sujetos procesales puede actuar en
contradicción con esta regla; funciona como un obstáculo o impedimento a la marcha
discrecional del proceso. Por ello, se ha dicho que la actividad procesal debe realizarse
dentro de los límites fijados por la ley, pues de lo contrario, un postulado de consunción
procesal despojaría de efectos útiles a la actividad realizada fuera del orden establecido.

Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser cumplida en un
momento determinado; de otro modo, la actividad no sería susceptible de producir
efectos útiles. Esta regla “propende a obtener una dfinitiva estabilidad jurídica con
respecto a las situaciones procesales ya alcanzadas, impidiendo el retroceso arbitrario o
carente de fundamento serio, y la actuación contradictoria con la ya cumplida
(incompatibilidad) expresa o tácita”.

La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones procesales de


nulidad o de inadmisibilidad. Sucede lo primero, cuando el acto procesal se cumple en
inobservancia a la preclusión, por ejemplo, cuando se formula una liquidación final del
pleito, apartándose de lo establecido en la sentencia y de este modo se vulnera la cosa
juzgada. En cambio, se aplicará la sanción de inadmisibilidad, cuando se intente
producir un acto procesal, una vez vencido el plazo fijado por la ley para ello ~caso del
plazo perentorio fatal~ o cuando se hubiere declarado la pérdida del derecho a petición
de parte. La preclusión consiste también en una limitación del poder de las partes para la
realización de la actividad, ya que el sujeto pierde su facultad por extinción o por
consumación de ella. Es que la preclusión consiste en la pérdida o extinción de una
actividad, ya que el sujeto pierde su facultad por extinción o por consumación de ella.
Es que la preclusión consiste en la pérdida o extinción de una actividad procesal por
haberse alcanzado los límites impuestos por el legislador para el ejercicio de las
facultades procesales de las partes.

La preclusión siempre opera en los procesos, independientemente, del tipo procesal de


que se trate; sin embargo, en su extensión y efectos, puede acusar diferencias.

En los sistemas procesales en que es marcada la diferenciación del proceso en etapas; es


decir, cuando pueden separarse con nitidez las distintas fases procesales, es en los que
se puede aplicar el concepto de la preclusión. Este término vale como decir cerrar o
clausurar, y ésta es la significación italiana del término. El paso de una fase procesal a
otra, supone la clausura de la anterior, de modo que no puede volverse a aquella.
Nuestro Código Procesal es de este tipo. Por ejemplo, la interposición de las
excepciones previas debe hacerse antes de contestar la demanda; una vez contestada
esta, no puede variarse ni modificarse la acción; si no se ha contestado la demanda, no
puede abrirse a prueba el juicio, etc. Según Alsina el efecto que tiene un estado procesal
de clausurar el anterior es lo que constituye la preclusión. En virtud de la preclusión se
da fijeza a las fases procesales. Esta institución está íntimamente ligada con la de los
términos judiciales, que le ponen un límite a la duración del proceso, y con el impulso
procesal, que le da movilidad al mismo. Existe otra institución parecida a la preclusión,
y es la cosa juzgada. Sin embargo, la primera diferencia fundamental señalada por
Chiovenda y aceptada por Alsina, radica en que la cosa juzgada opera fuera del proceso
y se apoya en la resolución que constituye la terminación normal del proceso
(sentencia), o en ciertos casos en la anormal, cunado la ley atribuye a esta última efectos
de cosa juzgada (transacción). En cambio, la preclusión opera dentro del proceso. En tal
virtud sostiene Alsina, que la cosa juzgada supone un proceso terminando, mientras que
la preclusión supone un proceso en marcha, y por esta razón, es un error afirmar que las
sentencias interlocutorias producen cosa juzgada, cuando solo tienen efectos
preclusivos.

Es cierto también que la preclusión puede considerarse como un elemento de la cosa


juzgada, por cuanto que la sentencia definitiva supone la preclusión del derecho a
impugnarla tanto en su efecto como en su contenido, pero esto no destruye su propia
naturaleza. La preclusión también puede encontrarse en los casos en que no se hacen
valer los medios impugnativos (recursos)., porque entonces los derechos en que se
apoyan dichos medios también precluyen.

Puede afirmarse con Alsina, que la preclusión tiene como función, ser el medio del cual
se vale el legislador para hacer progresar el procedimiento impidiendo el retroceso de
los actos procesales. “La doctrina — dice Luis Juárez Echegaray—, con excepción de la
valiosa contribución que nos ha dejado Chiovenda para su estudio, no ha dedicado a
este tema la debida preferencia, insistiendo la mayoría de los autores en destacar solo
algunos de sus efectos, como ser la perdida, extinción o caducidad de una facultad
procesal, por el solo transcurso del tiempo, sin insistir, como lo hace aquel autor, sobre
su verdadera esencia y finalidad: la perdida de la facultad procesal por el solo hecho de
haberse alcanzado el límite máximo señalado por la ley para su ejercicio”
Chiovenda señaló las tres diferentes situaciones de las cuales resulta la preclusión, las
cuales también recoge Couture en su obra. Dichas situaciones son:
a) Por no haberse observado el orden u oportunidad dado por la ley para la
realización del acto. Esto sucede, ´por ejemplo, cunado no se apela de una
resolución dentro del término legal; cuando no se agota la prueba en el lapso
dilatorio, etc.
b) Por haberse cumplido una actividad incompatible con otra. Así sucede, por
ejemplo, cuando no se han opuesto excepciones dilatorias y se contesta la
demanda. Y
c) Por haberse ejercitado ya una vez, válidamente, dicha facultad (consumación
propiamente dicha). Así sucede en los casos en que se produce cosa juzgada.

5. PRINCIPIO DE AQUISICION PROCESAL


Alude al influjo recíproco de la actividad de las partes, tanto en sus efectos benéficos
como perjudiciales. Los actos procesales se aprecian por sus efectos no por su origen.
Tiene aplicación, sobre todo, en materia de prueba, para evitar la duplicidad inútil de la
misma. En la práctica, el principio de adquisición procesal adquiere relevancia,
pues cualquier prueba ya sea directa o indirecta presentada en el proceso, puede ser
aprovechada a cualquiera de las partes, con independencia de quien la haya aportado al
proceso y/o presentado.

3. PRINCIPIOS GENERALES DE LA ACTIVIDAD PROBATORIA


3.1. Concepto
Los principios generales del derecho procesal son los presupuestos políticos que
determinan la existencia funcional de un ordenamiento procesal cualquiera (Clemente
Díaz). Ellos hacen efectivas las garantías constitucionales del proceso. Cada uno de
estos principios tiene una vinculación directa con un precepto constitucional.

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