Recurso de Nulidad 826 2019 Cusco LPDerecho
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CONSIDERANDO
I. Imputación fiscal
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menor, al mismo tiempo que cruzaba los brazos de la niña para que está no
logre defenderse.
Concretada la violación, amenazó de muerte a la menor con un cuchillo
diciéndole que no cuente lo ocurrido”. (sic)
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2.6. El certificado médico legal del veintisiete de noviembre de dos mil siete, que
fue expedido por el Centro de Salud de Colquemarca, tiene fecha anterior a la
interposición de la denuncia, corresponde a otro proceso y contra otra persona,
pues consigna a una persona de treinta años cuando el recurrente tenía
veintiuno años aproximadamente.
2.7. El Certificado Médico Legal número 000541, del dieciocho de enero de dos
mil ocho, se realizó de forma tardía, pues los hechos se suscitaron el ocho de
octubre de dos mil siete, mientras que el Protocolo de Pericia Psicológica
número 000577-2008-PSC, contiene una versión contradictoria de la menor
agraviada.
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Que he practicado el acto sexual con Roger Apaza Asto en una oportunidad, la que se
practicó en contra de mi voluntad, realizado el 8 de octubre de 2007, aproximadamente
a las 4:00 de la tarde, en mi vivienda situado en el anexo Huaccoto, cuando ingrese a mi
habitación donde duermo, y al cambiarme mi uniforme escolar, entrando en ese
momento Roger Apaza Asto quien me agarró de mi cintura, gritando fuerte y al
escaparme me dijo “sabes que yo quiero estar contigo”, llevándome a la fuerza a la
cama, y cargándome cuando estaba parada en su frente me cargó de esta forma
echándome a la cama, quitándome el pantalón de buzo y mi ropa interior, y él se bajó
su pantalón hasta su rodilla, para luego introducir su pene en mi vagina, llegando a
introducir su pene hasta adentro, cruzándome los brazos para que no pueda
defenderme, estando encima aproximadamente diez minutos, para luego decirle “le
voy a avisar a mi mamá”, entonces el saco un cuchillo de su pecho diciéndome “si le
avisas te voy a matar, voy a matar a tus animales, ni voy a vivir con tu hermana”,
después él se fue a Colquemarca (…) no contándole nada porque tenía miedo a que
cumpla su amenaza de matarme. (…) luego que había tenido una pelea mi hermana
con el denunciado y al ver que le había pegado yo le conté que su conviviente me
había violado, entonces ella le avisó a mi mamá y [mi] hermano [fue] quien hizo la
denuncia (…). (sic)
Esta manifestación fue ratificada, en todos sus extremos, en el juicio oral (folios 246
a 247), donde indicó:
(…) que el 8 de octubre de 2007, tenía doce años nació el 19 de noviembre de 1994,
Bernardina Flores de Castillo es su madre, Luis Felipe Castillo Flores es su hermano mayor,
Surama Castillo Flores es su hermana, Roger Apaza Ásto es pareja actualmente de su
hermana, en el 2007 era su enamorado. Para la agravada no es fácil recordar ese
momento, aunque quisiera sacar de la cabeza, pero aún sigue arrastrando, cuando
tenía 12 años el denunciado por primera vez la violó el 8 de octubre del 2007 (…)
cuando llegaba del colegio a las 3:30 p. m. más o menos, mientras que su madre estaba
en la chacra con los ganados, cuando se cambiaba su uniforme sintió que alguien subía
la escalera y era el señor Roger Apaza, le preguntó por su hermana, le agarró y se fue
encima de ella, forzándole pero no pudo defenderse, saco un cuchillo y le apunto en el
cuello y logró violarle, le dijo no se va enterar tu hermana porque yo no voy a vivir con tu
hermana, paso ese día y por temor la agraviada se calló, dos días después fue a su
colegio por el camino que es sierra y el señor le perseguía y tenía miedo fue ahí donde le
violó por tercera vez, en ese entonces la agraviada era niña, no tenía enamorado, su
mamá sospechaba porque cambió y le preguntó qué está pasando y le confesó a su
mamá, estaban sus hermanos Surama y Luis y ellos decidieron poner la denuncia en
Colquemarca y le enviaron ante un juez de Santo Tomas a pasar examen legista,
vinieron con su hermano mayor a Cusco para pasar examen y al señor Roger Apaza
Asto lo capturaron y estaba en el calabozo, y la policía iba a venir para que se lo lleven
a Santo Tomas, pero no sabe cómo logró escapar el señor Roger, en ese año cambio su
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folio 6). En ese contexto, se precisa que la aplicación de los tópicos de certeza en
la valoración probatoria no son criterios rígidos, sino admiten ciertas
matizaciones de acuerdo al caso concreto (conforme el Acuerdo Plenario número 2-
2005/CJ-1161, fundamento jurídico número undécimo). Así, el hecho que en la sindicación
de la aludida menor agraviada a nivel preliminar no haya precisado
necesariamente la cantidad de veces que fue ultrajada o que a nivel de juicio
oral, haya indicado que fueron tres veces, lo cierto es que por las circunstancias
en las que se suscitaron los hechos y la conmoción generada en la menor
(conforme el examen de pericia psicológica a folios 45 a 47), es comprensible que a la hora
de brindar su versión de los hechos, no haya terminado de relatarlo
completamente; tales omisiones no restan mérito probatorio a dichas versiones,
puesto que la menor agraviada concurrió al juicio oral y narró los hechos a
pesar de la presión familiar (para que cambie su versión, inculpe a un pariente fallecido y
ofrecerle dinero) y reafirmó la sindicación brindada a nivel preliminar que brindó
con presencia del fiscal (folios 13 a 15). Por tanto, conforme a los términos en que
se manifiesta la sindicación de la menor agraviada, con las peculiaridades
inherentes al mismo, se configura el citado requisito de certeza.
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Público), y en audiencia del acto oral (folios 246 a 247) donde la menor agraviada
sindicó directamente al encausado, como el sujeto que la ultrajó sexualmente.
Este examen médico legal, fue ratificado en la etapa del juicio oral (folios 244 a
245), en el que, la médico legista Leticia Hermoza Ponce refirió que a dichas
conclusiones se ha arribado en base a los siguientes hallazgos: al momento de
practicar el examen de integridad sexual se ha encontrado algunas lesiones
como excoriación en la región inguinal derecha, equimosis violácea en la cara
interna tercio proximal del muslo izquierdo, hallazgos que hacen concluir que
hay lesiones paragenitales. Además, se ha encontrado presencia de desgarro
completo antiguo a horas 3 de esfera himeneal según manecillas del reloj con
base y tercio proximal de bordes de desgarro equimotico violáceo, por esto se
llega a la conclusión de que hay lesiones en genitales recientes y la presencia
de desgarros antiguos a horas 3 y a horas 7, hallazgos que hacen que se llegue
a la conclusión que existía en ese momento un himen con desfloración antigua.
Al respecto, el hecho se produjo el ocho de octubre de dos mil siete y el
examen se efectuó el dieciocho de enero de dos mil ocho, concluyendo que la
menor agraviada presenta desfloración antigua. Sobre la objeción de la fecha,
es necesario tener en cuenta que la agraviada ha relatado que la denuncia
original se presentó en el juez de paz, quien ordenó un reconocimiento y es por
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eso que dicho documento tiene fecha anterior a la denuncia, siendo en ese
sentido sencillo verificar que en el referido reconocimiento médico legal que
aparece a folio 4 se expresa: “solicitado por: “Oficio N.° 228-JPDC-07” que es el
mismo formato del oficio mediante el cual precisamente el Juzgado de Paz
pone estos hechos en conocimiento de la Fiscalía, como puede verse a folios
02: “Oficio N.° 281-JPDC-07”. Así, se constata exacta similitud en el uso de las
siglas, por lo que es totalmente verosímil y coherente la declaración de la
víctima; y en cuanto a la edad del agresor —figura edad aproximada de treinta años—,
no se puede pedir a una niña de doce a trece años que tenga una precisión
matemática sobre la edad de su agresor sexual —enormemente afectada
emocionalmente por ese tipo de sucesos— o sencillamente puede ser un error material,
todo lo cual no invalida ni cuestiona la versión persistente, a pesar de ser
consciente de las implicancias peculiares a nivel familiar y sus presiones narradas
con lujo de detalles, calificando ese contexto incluso de uno muy difícil,
lógicamente porque genera un conflicto interno entre sus aspiraciones
valorativas de justicia y el hecho de la potencial pérdida de la libertad de la
pareja de su propia hermana —el encausado—, a su vez, padre biológico de sus
propios sobrinos, por lo que la situación dista de una calumnia que simplemente
tenga como origen algún sentimiento de odio o rencor precedentes.
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7.4. La declaración del testigo Luis Felipe Castillo Flores del dos de diciembre de
dos mil siete (folio 3), quien presentó su denuncia ante el Juzgado de Paz, e indicó
que la menor agraviada (su hermana) le contó que el ocho de octubre de dos mil
siete había sido ultrajada sexualmente por el encausado Roger Apaza Asto.
Asimismo, en el despacho fiscal el catorce de enero de dos mil dieciocho (folio
12), se hizo presente y ratificó su denuncia contra el encausado. En el juicio oral
reitera los argumentos centrales y refiere que su hermana -la agraviada- le
confesó que el recurrente la violó hasta por tres veces por lo que acordaron
denunciarlo y así fue ante el Juez de Paz. Dichas declaraciones, aunque no se
trata de un testigo presencial de los hechos, son trascendentes en tanto
implican comunicación a las autoridades para iniciar la investigación y de
hecho corroboran la imputación en la medida en que las primeras personas a
las que recurre una persona víctima de agresiones sexuales es a sus familiares
directos.
Noveno. Por otro lado, ante la acusación fiscal (folios 66 a 68), el encausado Roger
Apaza Asto niega tal imputación, indicando en su declaración a nivel de juicio
oral (folios 232 a 233) que:
(…) conoce a la menor con las iniciales S. C. F., con quien no ha tenido ninguna relación
sexual, que conoce a Bernardina Flores de Castillo, porque es su suegra, y madre de la
menor con las iniciales S. C. F.; el día 8 de octubre de 2007 entre las 13.00 y 18.00 horas no
recuerda que actividad realizaba; sobre los hechos imputados desconoce y nunca ha
sostenido relaciones sexuales con la menor agraviada, se lleva con todos sus cuñados,
no tiene ningún tipo de enemistad con sus cuñados, con su suegra, ni con la menor
agraviada, no han tenido ninguna diferencia económica con ninguno de sus cuñados,
conoce la casa de su suegra porque convive casi 9 años con su hija Surama Castillo
Flores (es su conviviente), son enamorados desde que tenía 18 años, que frecuentada el
domicilio de su conviviente el año 2007, que se dedica a la agricultura, que nunca ha
prestado ninguna declaración, nunca se le ha notificado estos problemas, que no sabía
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11.6. La defensa del recurrente contó con todas las herramientas procesales
para solicitar en el proceso penal la inspección judicial que alega; lo que no es
amparable en este estadio procesal, pues la Sala Suprema cumple con efectuar
el control de las actuaciones y valoraciones efectuadas en la instrucción y en el
juzgamiento, y una inspección judicial no tiene la potencialidad de determinar
necesariamente la inocencia por la instancia o culpabilidad de un encausado
por este tipo de delitos, máxime, si no se ha puesto en tela de juicio el hecho de
que estuvo viviendo en la misma casa porque era pareja de la hermana de la
víctima.
Decimosegundo. Sobre la determinación del quantum punitivo, la pena
impuesta al encausado Roger Apazo Asto —treinta años de pena privativa de la
libertad—, se encuentra por debajo de lo solicitado por el representante del
Ministerio Público en su dictamen fiscal2 y equivale al mínimo legal. En el caso
concreto, no se evidencia la existencia de circunstancias atenuantes que
posibiliten una disminución de la misma. Tampoco el encausado lo ha hecho
saber en su recurso impugnatorio. La pena impuesta, conforme a la gravedad
de los hechos imputados, se encuentra acorde con los principios de legalidad,
proporcionalidad y razonabilidad. Por tanto, esta debe mantenerse.
perjuicios que se hayan producido como consecuencia del accionar del sujeto
activo. En este caso, dicho extremo no fue cuestionado por las partes
procesales, y debe mantenerse con lo demás que contiene.
DECISIÓN
2La conducta ilícita del encausado esta prevista y sancionada en el artículo 173, inciso 2, del
Código Penal, que comprende una sanción de no menor de treinta ni mayor de treinta y cinco
años. Ley penal vigente al momento de los hechos conforme la acusación a folios 66 a 68.
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Intervino el juez supremo Bermejo Rios, por licencia del juez supremo Prado
Saldarriaga.
S. S.
BROUSSET SALAS
CASTAÑEDA OTSU
PACHECO HUANCAS
GUERRERO LÓPEZ
BERMEJO RIOS
ISGL/egtch
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