Recurso de Nulidad 826 2019 Cusco LPDerecho

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA PENAL TRANSITORIA

DE LA REPÚBLICA NULIDAD N.º 826-2019


CUSCO

SUFICIENCIA PROBATORIA PARA CONDENAR POR


DELITO DE VIOLACIÓN SEXUAL DE MENOR DE EDAD
(i) En el proceso penal se actuaron suficientes
medios de prueba que acreditan que la menor
agraviada de doce años y diez meses de edad
aproximadamente, fue ultrajada sexualmente por
el encausado. La sindicación de la menor
agraviada se consolida al cumplir con los criterios
de persistencia en la incriminación, verosimilitud
(interna y externa) y ausencia de incredibilidad
subjetiva, tópicos plasmados en el Acuerdo
Plenario N.º 2-2005/CJ-116.
(ii) Aun cuando la denuncia es tardía, por tres
meses, se mantiene incólume la incriminación de
la agraviada; y no existe una hipótesis alternativa
al curso causal de los acontecimientos que lleve a
una conclusión diferente.

Lima, veinte de mayo de dos mil veintiuno

VISTO: el recurso de nulidad interpuesto


por la defensa técnica del encausado Roger Apaza Asto, contra la sentencia
del ocho de marzo de dos mil diecinueve (folios 264 a 271), emitida por la Sala
Única de Vacaciones de la Corte Superior de Justicia del Cusco, que lo
condenó como autor del delito contra la libertad sexual, en la modalidad de
violación sexual de menor de catorce años, en agravio de la menor
identificada con las iniciales S. C. F., a treinta años de pena privativa de la
libertad y fijó por concepto de reparación civil la suma de tres mil ochocientos
soles en favor de la menor agraviada; con lo demás que al respecto contiene.
De conformidad con lo dictaminado por la Fiscalía Suprema en lo Penal.

Interviene como ponente el juez supremo Guerrero López.

CONSIDERANDO

I. Imputación fiscal

Primero. Conforme a la acusación fiscal (folios 66 a 68) y que fueron reproducidos


en la sentencia, se imputa al encausado Roger Apaza Asto lo siguiente: “El 8 de
octubre de 2007, en la comunidad campesina de Huaccoto del distrito de
Colquemarca, alrededor de las cuatro de la tarde, el acusado ingresó a la
habitación en que se encontraba la menor agraviada, cuando esta acababa
de cambiarse su uniforme escolar y sin decirle nada la agarró de la cintura y la
echó en la cama, quitándole el pantalón y la ropa interior, mientras que él se
bajó el pantalón hasta la rodilla, introduciendo su pene en la vagina de la

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menor, al mismo tiempo que cruzaba los brazos de la niña para que está no
logre defenderse.
Concretada la violación, amenazó de muerte a la menor con un cuchillo
diciéndole que no cuente lo ocurrido”. (sic)

II. Expresión de agravios

Segundo. La defensa técnica del Roger Apaza Asto fundamentó el recurso de


nulidad (folios 290 a 300), y alegó que la Sala Superior vulneró el debido proceso
vinculado al principio constitucional de presunción de inocencia, derecho de
defensa y motivación de las resoluciones judiciales, ya que la versión de la
menor agraviada no cumple con las garantías de certeza descritas en el
Acuerdo Plenario número 2-2005/CJ-116, por lo siguiente:

2.1. La declaración de la menor agraviada no es coherente ni sólida, porque


varió su versión a lo largo del proceso, no cumpliendo con el criterio de
persistencia en la incriminación.

2.2. La menor agraviada incriminó al recurrente por resentimiento y venganza,


después de haberse enterado que el recurrente agredió a su hermana Surama
Castillo, lo que acredita la incredibilidad subjetiva.

2.3. No existe suficiencia de prueba sobre la comisión del delito atribuido al


recurrente, mucho menos que lo vincule como autor de dicho delito. El
representante del Ministerio Público solo ha considerado las testimoniales de la
agraviada y los testigos referenciales (Luis Felipe Castillo Flores y Bernardina Flores vda. de
Castillo).

2.4. La declaración testimonial de Luis Felipe Castillo Flores (hermano de la menor


agraviada), no concuerda con los hechos descritos por la menor agraviada ni con
los fundamentos fácticos señalados por el representante del Ministerio Público, al
haber sido narrados en forma diferente y desordenada, sin hacer mención a las
otras violaciones sufridas por la agraviada.

2.5. La declaración testimonial de Bernardina Flores vda. de Castillo (madre de la


agraviada), no puso en evidencia que ha sido testigo presencial de los hechos.

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2.6. El certificado médico legal del veintisiete de noviembre de dos mil siete, que
fue expedido por el Centro de Salud de Colquemarca, tiene fecha anterior a la
interposición de la denuncia, corresponde a otro proceso y contra otra persona,
pues consigna a una persona de treinta años cuando el recurrente tenía
veintiuno años aproximadamente.

2.7. El Certificado Médico Legal número 000541, del dieciocho de enero de dos
mil ocho, se realizó de forma tardía, pues los hechos se suscitaron el ocho de
octubre de dos mil siete, mientras que el Protocolo de Pericia Psicológica
número 000577-2008-PSC, contiene una versión contradictoria de la menor
agraviada.

2.8. En el proceso penal no se efectuó la inspección ocular en el lugar de los


hechos.

III. Fundamentos del Tribunal Supremo

Tercero. Al tratarse de un delito contra la libertad sexual, no puede dejar de


ponderarse la dificultad probatoria que se genera por la forma clandestina de
su producción. En el ámbito nacional, es doctrina reiterada que la sola
declaración de la víctima tiene aptitud para provocar el decaimiento de la
presunción de inocencia, bajo determinados presupuestos. Así, en el caso
concreto, la imputación penal formulada contra el encausado Roger Apaza
Asto, reside en la sindicación de la menor agraviada identificada con las
iniciales S. C. F. Ello, exige situarnos en lo que en doctrina se denomina
“declaración testifical de la víctima”, correspondiendo, en tal virtud, remitirnos a
los parámetros establecidos en el Acuerdo Plenario número 2-2005/CJ-116, en
cuanto a que, tratándose de las declaraciones de la parte agraviada, aun
cuando sea el único testigo de los hechos, posee entidad para ser considerada
prueba válida de cargo y, por ende, virtualidad procesal para enervar la
presunción de inocencia del imputado, siempre y cuando no se adviertan
razones objetivas que invaliden sus afirmaciones, siendo las garantías de
certeza, en torno a aquella, las siguientes: (a) persistencia en la incriminación;
(b) verosimilitud (coherencia y solidez de la declaración y su corroboración periférica); y
(c) ausencia de incredibilidad subjetiva (lo concerniente al odio, resentimiento,
enemistad u otras circunstancias entre agraviado e imputado). Este Tribunal Supremo, por

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cuestiones metodológicas analizará, en primer lugar, la persistencia


incriminatoria, en segundo y tercer lugar, la verosimilitud (interna y externa) y la
ausencia de incredibilidad subjetiva.

Cuarto. Al respecto, con relación a la persistencia en la incriminación se advierte


que, en el presente caso, la menor agraviada identificada con las iniciales S. C.
F., sindicó de manera uniforme y directa al encausado Roger Apaza Asto. En su
declaración referencial, prestada con presencia del representante del Ministerio
Público (folios 13 a 15), narró los hechos acaecidos en su agravio indicando lo
siguiente:

Que he practicado el acto sexual con Roger Apaza Asto en una oportunidad, la que se
practicó en contra de mi voluntad, realizado el 8 de octubre de 2007, aproximadamente
a las 4:00 de la tarde, en mi vivienda situado en el anexo Huaccoto, cuando ingrese a mi
habitación donde duermo, y al cambiarme mi uniforme escolar, entrando en ese
momento Roger Apaza Asto quien me agarró de mi cintura, gritando fuerte y al
escaparme me dijo “sabes que yo quiero estar contigo”, llevándome a la fuerza a la
cama, y cargándome cuando estaba parada en su frente me cargó de esta forma
echándome a la cama, quitándome el pantalón de buzo y mi ropa interior, y él se bajó
su pantalón hasta su rodilla, para luego introducir su pene en mi vagina, llegando a
introducir su pene hasta adentro, cruzándome los brazos para que no pueda
defenderme, estando encima aproximadamente diez minutos, para luego decirle “le
voy a avisar a mi mamá”, entonces el saco un cuchillo de su pecho diciéndome “si le
avisas te voy a matar, voy a matar a tus animales, ni voy a vivir con tu hermana”,
después él se fue a Colquemarca (…) no contándole nada porque tenía miedo a que
cumpla su amenaza de matarme. (…) luego que había tenido una pelea mi hermana
con el denunciado y al ver que le había pegado yo le conté que su conviviente me
había violado, entonces ella le avisó a mi mamá y [mi] hermano [fue] quien hizo la
denuncia (…). (sic)

Esta manifestación fue ratificada, en todos sus extremos, en el juicio oral (folios 246
a 247), donde indicó:

(…) que el 8 de octubre de 2007, tenía doce años nació el 19 de noviembre de 1994,
Bernardina Flores de Castillo es su madre, Luis Felipe Castillo Flores es su hermano mayor,
Surama Castillo Flores es su hermana, Roger Apaza Ásto es pareja actualmente de su
hermana, en el 2007 era su enamorado. Para la agravada no es fácil recordar ese
momento, aunque quisiera sacar de la cabeza, pero aún sigue arrastrando, cuando
tenía 12 años el denunciado por primera vez la violó el 8 de octubre del 2007 (…)
cuando llegaba del colegio a las 3:30 p. m. más o menos, mientras que su madre estaba
en la chacra con los ganados, cuando se cambiaba su uniforme sintió que alguien subía
la escalera y era el señor Roger Apaza, le preguntó por su hermana, le agarró y se fue
encima de ella, forzándole pero no pudo defenderse, saco un cuchillo y le apunto en el
cuello y logró violarle, le dijo no se va enterar tu hermana porque yo no voy a vivir con tu
hermana, paso ese día y por temor la agraviada se calló, dos días después fue a su
colegio por el camino que es sierra y el señor le perseguía y tenía miedo fue ahí donde le
violó por tercera vez, en ese entonces la agraviada era niña, no tenía enamorado, su
mamá sospechaba porque cambió y le preguntó qué está pasando y le confesó a su
mamá, estaban sus hermanos Surama y Luis y ellos decidieron poner la denuncia en
Colquemarca y le enviaron ante un juez de Santo Tomas a pasar examen legista,
vinieron con su hermano mayor a Cusco para pasar examen y al señor Roger Apaza
Asto lo capturaron y estaba en el calabozo, y la policía iba a venir para que se lo lleven
a Santo Tomas, pero no sabe cómo logró escapar el señor Roger, en ese año cambio su

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vida y le trajeron a estudiar a Arequipa pero ya no le gustaba estudiar y es por ello


empezó a trabajar, pasaron los años y no recibió la ayuda de su madre, tampoco de su
hermana Surama, en Arequipa a los 19 años quedó embarazada pero su vida no fue tan
fácil, porque su pareja no le apoyó, cuando nació su hijo en el 2005 se enteró que su
hermana Surama había vuelto con el señor Roger Apaza, y estaba embarazada paso un
año y nació su otro hijo, el año pasado vino su hermana Surama y sus 2 hijos a suplicarle
a Arequipa, su hermana y Wilfredo le dijeron que le pagarían y que arreglen, la
agraviada no aceptó y antes de año nuevo se enteró que el señor Roger estaba
buscado a nivel nacional, hasta que lo detuvieron y todos sus hermanos fueron en
contra de la agraviada, le llamaban todos sus hermanos y le decían que piense en su
hermana y en sus 2 hijos, que no tiene corazón, que firme negando y que calumnie a un
familiar muerto, no es algo fácil es doloroso tener su propia familia encima, es padre y
madre para su hijo, el día que lo capturaron vinieron sus hermanas a su casa a suplicarle
pagándole veinte mil soles. El 8 de octubre de 2007 al volver de su colegio sucedió en
Huaccoto en la casa de los padres de la agraviada, su mamá estaba a cargo de la
agraviada porque era menor de edad (…)”.

Quinto. La menor agraviada identificada con las iniciales S. C. F. sindicó al


encausado Roge Rapaza Asto, como la persona que la ultrajó sexualmente
cuando tenía la edad de doce años y diez meses aproximadamente (según su
partida de nacimiento nació el diecinueve de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro, a

folio 6). En ese contexto, se precisa que la aplicación de los tópicos de certeza en
la valoración probatoria no son criterios rígidos, sino admiten ciertas
matizaciones de acuerdo al caso concreto (conforme el Acuerdo Plenario número 2-
2005/CJ-1161, fundamento jurídico número undécimo). Así, el hecho que en la sindicación
de la aludida menor agraviada a nivel preliminar no haya precisado
necesariamente la cantidad de veces que fue ultrajada o que a nivel de juicio
oral, haya indicado que fueron tres veces, lo cierto es que por las circunstancias
en las que se suscitaron los hechos y la conmoción generada en la menor
(conforme el examen de pericia psicológica a folios 45 a 47), es comprensible que a la hora
de brindar su versión de los hechos, no haya terminado de relatarlo
completamente; tales omisiones no restan mérito probatorio a dichas versiones,
puesto que la menor agraviada concurrió al juicio oral y narró los hechos a
pesar de la presión familiar (para que cambie su versión, inculpe a un pariente fallecido y
ofrecerle dinero) y reafirmó la sindicación brindada a nivel preliminar que brindó
con presencia del fiscal (folios 13 a 15). Por tanto, conforme a los términos en que
se manifiesta la sindicación de la menor agraviada, con las peculiaridades
inherentes al mismo, se configura el citado requisito de certeza.

1 Véase, el Acuerdo Plenario número 2-2005/CJ-116 (fundamento jurídico número


undécimo), donde explica que: “Los requisitos expuestos, como se ha anotado, deben
apreciarse con el rigor que corresponde. Se trata, sin duda de una cuestión valorativa
que incumbe al órgano jurisdiccional. Corresponde al juez o Sala Penal analizarlos
ponderadamente sin que se trate de reglas rígidas sin posibilidad de matizar o adaptar
al caso concreto”.

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Sexto. Respecto a la verosimilitud (coherencia interna), el relato de la menor


agraviada identificada con las iniciales S. C. F., presenta solidez, esto es, expone
una versión de los hechos con referencias fácticas precisas que descartan la
presencia de datos manifiestamente inverosímiles y contrarios a la lógica
(conforme su declaración preliminar a folios 13 a 15, verificada ante representantes del Ministerio

Público), y en audiencia del acto oral (folios 246 a 247) donde la menor agraviada
sindicó directamente al encausado, como el sujeto que la ultrajó sexualmente.

Séptimo. Ahora bien, para otorgarle entidad probatoria a la sindicación


efectuada por la menor agraviada, esta debe ser corroborada periféricamente
(verosimilitud externa). Así, se tienen las siguientes pruebas:

7.1. El Certificado Médico Legal número 00541-CLS (folio 44), practicado a la


menor agraviada con fecha dieciocho de enero de dos mil ocho, cuya
conclusión es:

- “Presenta lesiones paragenitales y genitales recientes.


- Himen con desfloración antigua.
- No signos de actos contranatura”. (sic)

Este examen médico legal, fue ratificado en la etapa del juicio oral (folios 244 a
245), en el que, la médico legista Leticia Hermoza Ponce refirió que a dichas
conclusiones se ha arribado en base a los siguientes hallazgos: al momento de
practicar el examen de integridad sexual se ha encontrado algunas lesiones
como excoriación en la región inguinal derecha, equimosis violácea en la cara
interna tercio proximal del muslo izquierdo, hallazgos que hacen concluir que
hay lesiones paragenitales. Además, se ha encontrado presencia de desgarro
completo antiguo a horas 3 de esfera himeneal según manecillas del reloj con
base y tercio proximal de bordes de desgarro equimotico violáceo, por esto se
llega a la conclusión de que hay lesiones en genitales recientes y la presencia
de desgarros antiguos a horas 3 y a horas 7, hallazgos que hacen que se llegue
a la conclusión que existía en ese momento un himen con desfloración antigua.
Al respecto, el hecho se produjo el ocho de octubre de dos mil siete y el
examen se efectuó el dieciocho de enero de dos mil ocho, concluyendo que la
menor agraviada presenta desfloración antigua. Sobre la objeción de la fecha,
es necesario tener en cuenta que la agraviada ha relatado que la denuncia
original se presentó en el juez de paz, quien ordenó un reconocimiento y es por

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eso que dicho documento tiene fecha anterior a la denuncia, siendo en ese
sentido sencillo verificar que en el referido reconocimiento médico legal que
aparece a folio 4 se expresa: “solicitado por: “Oficio N.° 228-JPDC-07” que es el
mismo formato del oficio mediante el cual precisamente el Juzgado de Paz
pone estos hechos en conocimiento de la Fiscalía, como puede verse a folios
02: “Oficio N.° 281-JPDC-07”. Así, se constata exacta similitud en el uso de las
siglas, por lo que es totalmente verosímil y coherente la declaración de la
víctima; y en cuanto a la edad del agresor —figura edad aproximada de treinta años—,
no se puede pedir a una niña de doce a trece años que tenga una precisión
matemática sobre la edad de su agresor sexual —enormemente afectada
emocionalmente por ese tipo de sucesos— o sencillamente puede ser un error material,
todo lo cual no invalida ni cuestiona la versión persistente, a pesar de ser
consciente de las implicancias peculiares a nivel familiar y sus presiones narradas
con lujo de detalles, calificando ese contexto incluso de uno muy difícil,
lógicamente porque genera un conflicto interno entre sus aspiraciones
valorativas de justicia y el hecho de la potencial pérdida de la libertad de la
pareja de su propia hermana —el encausado—, a su vez, padre biológico de sus
propios sobrinos, por lo que la situación dista de una calumnia que simplemente
tenga como origen algún sentimiento de odio o rencor precedentes.

7.2. El examen psicológico efectuado a la agraviada el diecinueve de enero


de dos mil dieciocho (folios 45 a 47) diagnostica la presencia de reacción ansiosa
asociada a abuso sexual y requiere de apoyo terapéutico. La misma fue
ratificada a nivel del juicio oral (folios 245 a 246), en el que la psicóloga Verónica
Rosas Chamorro indicó que su relato es coherente, que los sentimientos en el
momento de la evaluación es miedo de estar embarazada y llora, que la
evaluación practicada 3 meses más tarde, no quita que tenga una estructura
lógica y secuencial de los hechos, y que tenía una relación ansiosa respecto al
abuso sexual. En ese sentido, se advierte que el examen acredita que la
narrativa de la menor fue libre y espontánea, y que la reacción ansiosa se ve
relacionada con el abuso sexual sufrido.

7.3. El acta de reconocimiento de persona del catorce de enero de dos mil


ocho (folio 17), donde la agraviada reconoce al encausado Roger Apaza Asto,
mediante fotografía, como la persona que la ultrajó sexualmente, brindando sus

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características, contextura y domicilio donde vive, y precisó que era conviviente


de su hermana Surama.

7.4. La declaración del testigo Luis Felipe Castillo Flores del dos de diciembre de
dos mil siete (folio 3), quien presentó su denuncia ante el Juzgado de Paz, e indicó
que la menor agraviada (su hermana) le contó que el ocho de octubre de dos mil
siete había sido ultrajada sexualmente por el encausado Roger Apaza Asto.
Asimismo, en el despacho fiscal el catorce de enero de dos mil dieciocho (folio
12), se hizo presente y ratificó su denuncia contra el encausado. En el juicio oral
reitera los argumentos centrales y refiere que su hermana -la agraviada- le
confesó que el recurrente la violó hasta por tres veces por lo que acordaron
denunciarlo y así fue ante el Juez de Paz. Dichas declaraciones, aunque no se
trata de un testigo presencial de los hechos, son trascendentes en tanto
implican comunicación a las autoridades para iniciar la investigación y de
hecho corroboran la imputación en la medida en que las primeras personas a
las que recurre una persona víctima de agresiones sexuales es a sus familiares
directos.

Octavo. Sobre la concurrencia del criterio de ausencia de incredibilidad


subjetiva, en el presente proceso penal no se evidencia en la declaración
referencial de la menor agraviada identificada con las iniciales S. C. F., la
preexistencia de motivos de enemistad, odio, rencor, animadversión o ánimos
espurios contra el encausado Roger Apaza Asto (este último a nivel del juicio oral indicó
que se llevaba bien con todos incluso con la menor agraviada). En ese sentido, acontece
este presupuesto de certeza.

Noveno. Por otro lado, ante la acusación fiscal (folios 66 a 68), el encausado Roger
Apaza Asto niega tal imputación, indicando en su declaración a nivel de juicio
oral (folios 232 a 233) que:

(…) conoce a la menor con las iniciales S. C. F., con quien no ha tenido ninguna relación
sexual, que conoce a Bernardina Flores de Castillo, porque es su suegra, y madre de la
menor con las iniciales S. C. F.; el día 8 de octubre de 2007 entre las 13.00 y 18.00 horas no
recuerda que actividad realizaba; sobre los hechos imputados desconoce y nunca ha
sostenido relaciones sexuales con la menor agraviada, se lleva con todos sus cuñados,
no tiene ningún tipo de enemistad con sus cuñados, con su suegra, ni con la menor
agraviada, no han tenido ninguna diferencia económica con ninguno de sus cuñados,
conoce la casa de su suegra porque convive casi 9 años con su hija Surama Castillo
Flores (es su conviviente), son enamorados desde que tenía 18 años, que frecuentada el
domicilio de su conviviente el año 2007, que se dedica a la agricultura, que nunca ha
prestado ninguna declaración, nunca se le ha notificado estos problemas, que no sabía

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de la requisitoria en su contra, que no ha salido a ningún departamento porque trabaja


en su chacra.

Sin embargo, dicha versión es superada por la sindicación de la aludida menor


agraviada, en el sentido que fue el encausado quien la ultrajó sexualmente el
ocho de octubre de dos mil siete cuando regresaba de sus clases y se alistaba
para cambiarse el uniforme escolar; que incluso señaló la citada menor
agraviada, en el relato del examen psicológico (folio 45) que después de haber
contado a sus familiares, el encausado la abordó cuando realizaba un
mandado, la llevó a un lado de sus brazos y volvió a ultrajarla sexualmente para
retirarse insultándola.

Décimo. En suma, efectuando una valoración conjunta de los elementos


periféricos acotados, se evidencia que, en el caso concreto, la menor
agraviada identificada con las iniciales S. C. F., fue abusada sexualmente por el
encausado Roger Apaza Asto en más de una oportunidad. En consecuencia, se
ha generado certeza en el testimonio de la aludida menor agraviada, que se
consolidó al cumplir con los criterios de verosimilitud (interna y externa), persistencia
y ausencia de incredibilidad subjetiva, previstos en el Acuerdo Plenario número
2-2005/CJ-116. No existe una hipótesis alternativa al curso causal de los
acontecimientos, que lleve a una conclusión distinta.

Decimoprimero. De otro lado, sobre los agravios formulados por el encausado


Roger Apaza Asto en su recurso de nulidad (conforme el considerando segundo de la
presente ejecutoria), este Supremo Tribunal complementariamente advierte que:

11.1. Al efectuar el control de hecho y derecho de la recurrida se advierte que


la Sala Superior efectuó una valoración individual y conjunta de los medios de
prueba actuados en el proceso penal, como la declaración referencial y la
declaración en juicio oral de la menor agraviada, la que es coherente (lo reafirma
la psicóloga en el juicio oral), y espontánea al brindar su relato incriminatorio, pues se
ajusta a una línea uniforme, de base sólida y homogénea al indicar que fue
ultrajada sexualmente por el encausado, al margen de las matizaciones e
imprecisiones.
11.2. Existe suficiencia probatoria para confirmar la condena, porque las
lesiones sufridas por la menor en el tiempo se relacionan con el examen médico
legal que concluye que la menor presenta desfloración antigua, por tanto, tiene

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virtud probatoria para acreditar la sindicación; más si a la corta edad de la


agraviada al momento de los hechos es improbable que haya mantenido
relaciones sexuales con otra persona, pues negó tener pareja (folio 46).
11.3. Existe pues —como se ha dicho— ausencia de incredibilidad subjetiva,
porque de las versiones de la menor agraviada y del encausado no se advierte
indicio de algún sentimiento de animadversión antes de los hechos que pudiera
resquebrajar la incriminación de la menor agraviada.
11.4. Con relación a las objeciones al certificado médico legal del 27 de
noviembre de 2007, que fue expedido por el centro de salud de Colquemarca,
que tiene fecha anterior a la interposición de la denuncia —al margen de las
constataciones que ya se efectuaron líneas arriba— para salir de dudas, el juzgador
ordenó la realización de un nuevo examen oficial mediante oficio del catorce
de enero de dos mil dieciocho (folio 18) a fin que se determine si tiene
desfloración antigua, para ello adjuntó copia de dicho examen realizado en el
citado centro de salud; lo que se cumplió al evaluar a la menor agraviada y
emitir el Certificado Médico Legal número 000541-CLS, precisamente del 18 de
enero de 2008, por el Instituto de Medicina Legal del Cusco, donde se observan
las siguientes anotaciones:
DATA: Paciente refiere agresión sexual por 01 persona conocida (conviviente de
hermana) el día 08-10-07, aproximadamente a las 16.00 horas, no precisa más datos.
Refiere que le amenazó de muerte con un cuchillo. ANTECEDENTES: Menarquia a la
edad de 12 años, fecha de última menstruación 18-12-07 Régimen catamenial 05 días
irregular. Inicio de relaciones sexuales en circunstancias descritas en data. Fecha de
última relación sexual el día 16.01.08 contra su voluntad con persona de data (…)
En sus conclusiones detalló: (i) presenta lesiones paragenitales y genitales
recientes; (ii) himen con desfloración antigua; (iii) no signos de acto contra
natura. Todo este contenido se merituó adecuadamente y es totalmente
coherente con la versión incriminatoria de la agraviada.
11.5. Si bien los exámenes médico legal y psicológico fueron realizados
después de tres meses de los hechos, o después de dos meses de haber avisado
la menor agraviada a sus familiares; ello no resta validez a la verosimilitud de la
sindicación, centralmente, porque la agraviada estuvo amenazada de muerte
por el encausado; y, además porque es usual que las menores de edad víctimas
de este tipo de agresiones sexuales sientan temor, ansiedad, inseguridad y hasta
culpa, por lo que no se puede exigir que, necesariamente actúen como
personas mayores y denuncien en forma inmediata y clara a sus agresores.

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11.6. La defensa del recurrente contó con todas las herramientas procesales
para solicitar en el proceso penal la inspección judicial que alega; lo que no es
amparable en este estadio procesal, pues la Sala Suprema cumple con efectuar
el control de las actuaciones y valoraciones efectuadas en la instrucción y en el
juzgamiento, y una inspección judicial no tiene la potencialidad de determinar
necesariamente la inocencia por la instancia o culpabilidad de un encausado
por este tipo de delitos, máxime, si no se ha puesto en tela de juicio el hecho de
que estuvo viviendo en la misma casa porque era pareja de la hermana de la
víctima.
Decimosegundo. Sobre la determinación del quantum punitivo, la pena
impuesta al encausado Roger Apazo Asto —treinta años de pena privativa de la
libertad—, se encuentra por debajo de lo solicitado por el representante del
Ministerio Público en su dictamen fiscal2 y equivale al mínimo legal. En el caso
concreto, no se evidencia la existencia de circunstancias atenuantes que
posibiliten una disminución de la misma. Tampoco el encausado lo ha hecho
saber en su recurso impugnatorio. La pena impuesta, conforme a la gravedad
de los hechos imputados, se encuentra acorde con los principios de legalidad,
proporcionalidad y razonabilidad. Por tanto, esta debe mantenerse.

Decimotercero. La reparación civil —conforme a los artículos 92 y 93 del Código Penal—


busca el resarcimiento del daño ocasionado a la menor agraviada identificada
con las iniciales S. C. F., cuando es posible, o de su valor y el pago de los daños y

perjuicios que se hayan producido como consecuencia del accionar del sujeto
activo. En este caso, dicho extremo no fue cuestionado por las partes
procesales, y debe mantenerse con lo demás que contiene.

DECISIÓN

Por estos fundamentos:

I. DECLARARON NO HABER NULIDAD en la sentencia del ocho de marzo de dos


mil diecinueve (folios 264 a 271), emitida por la Sala Única de Vacaciones de la

2La conducta ilícita del encausado esta prevista y sancionada en el artículo 173, inciso 2, del
Código Penal, que comprende una sanción de no menor de treinta ni mayor de treinta y cinco
años. Ley penal vigente al momento de los hechos conforme la acusación a folios 66 a 68.

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA PENAL TRANSITORIA
DE LA REPÚBLICA NULIDAD N.º 826-2019
CUSCO

Corte Superior de Justicia del Cusco, que condenó al encausado Roger


Apaza Asto como autor del delito contra la libertad sexual, en la modalidad
de violación sexual de menor de catorce años, en agravio de la menor
identificada con las iniciales S. C. F., a treinta años de pena privativa de la
libertad y fijó por concepto de reparación civil la suma de tres mil
ochocientos soles en favor de la menor agraviada; con lo demás que al
respecto contiene.

II. DISPUSIERON se notifique la ejecutoria a las partes apersonadas en esta


instancia, se devuelvan los actuados a la Sala Superior de origen y se
archive el cuadernillo.

Intervino el juez supremo Bermejo Rios, por licencia del juez supremo Prado
Saldarriaga.

S. S.

BROUSSET SALAS

CASTAÑEDA OTSU

PACHECO HUANCAS

GUERRERO LÓPEZ

BERMEJO RIOS

ISGL/egtch

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