Parte Dos
Parte Dos
Parte Dos
El acuerdo nacional10 al que se llegó respecto a aquello que conforma la atención integral y que
debe ser garantizado a cada niña y a cada niño para asegurar su desarrollo integral se focalizó en
cinco estructurantes a saber:
• El cuidado y la crianza.
• La educación inicial.
• La recreación.
Consecuentemente con las cualidades de la atención integral establecidas, es propio que estos
estructurantes se materialicen gracias a la concurrencia de los actores responsables de la
protección integral de las niñas y de los niños, tomando en consideración sus especificidades y
experiencias y que se manifiesten de manera pertinente en los diferentes entornos en los que
tiene lugar su vida cotidiana.
Cuidado y crianza
Este estructurante de la atención integral busca favorecer y fortalecer los vínculos entre las niñas y
los niños, con su familia y con las personas responsables de su cuidado a través de la creación de
ambientes enriquecidos, seguros, protectores, incluyentes, participativos y democráticos.
El hecho de que sea el hogar el primer entorno en donde las niñas y los niños interactúan y la
familia y comunidad cercana sean determinantes sociales y actores por excelencia de este
entorno, hace necesario que dentro de la Estrategia de Atención Integral a la Primera Infancia se
contemplen acciones encaminadas a apoyar y preparar a las familias con el objetivo de que
cuenten con todos los elementos que requieren para afianzar los vínculos afectivos con sus
integrantes en primera infancia, y para contribuir en la configuración de hogares como entornos
enriquecidos, seguros y participantes.
Lo anterior significa contar con un componente sólidamente estructurado de trabajo con ellas, que
impulse procesos permanentes de formación y acompañamiento para fortalecer el rol protagónico
que tienen en el desarrollo de las niñas y los niños.
• La formación consiste en una serie de acciones con intención educativa cuyos propósitos se
orientan a facilitar a las familias la reflexión sobre sus dinámicas, la apertura a otras alternativas y
la construcción y el enriquecimiento de nuevas prácticas y patrones de relación
Teniendo en cuenta las diversas formas de organización familiar así como las características de los
contextos culturales y sociales del país, el propósito general de la formación y el acompañamiento
es la construcción, transformación o fortalecimiento de dinámicas familiares que se orienten hacia
patrones de interacción afectuosos, cálidos, solidarios, respetuosos, equitativos y participativos
entre los distintos miembros de la familia, particularmente con las niñas y los niños de primera
infancia, dando prioridad al enriquecimiento de los siguientes procesos:
• Las relaciones de poder de estilo democrático entre sexos y entre generaciones, que faciliten la
resolución de conflictos y se apoyen en estilos de comunicación abierta y constructiva.
• La participación de las niñas y los niños, en la toma de decisiones que les atañen como individuos
o como miembros de la familia.
• Los ambientes familiares que promuevan la seguridad física y social de las niñas y los niños, su
salud y nutrición y el desarrollo de sus capacidades y potencialidades.
• El empoderamiento de las familias para acceder a los servicios que garanticen los derechos de
sus integrantes y también sus derechos como grupo social.
Los siguientes son algunos de los criterios para tener en cuenta en el diseño de los programas de
formación y acompañamiento14:
• Reconocer a las familias como sujetos colectivos de derechos y no solo como garantes de los
derechos de las niñas y los niños en primera infancia. La condición de sujeto colectivo de la familia,
posibilita concebirla como unidad, que tiene características, capacidades y etapas vitales propias,
que deben ser atendidas al momento de acompañarla en el ejercicio de su responsabilidad con el
desarrollo de sus integrantes de primera infancia. Esto implica:
– Tener sensibilidad con respecto a la dinámica de relación que se genera entre el momento vital
de la familia y el de sus miembros en la primera infancia.
• Considerar los recursos con los que las familias cuentan para actuar en busca del bienestar de
sus integrantes. Además de sus habilidades y capacidades, los grupos familiares desarrollan
fortalezas que resultan de enfrentar las presiones internas y externas15 a las que se encuentran
expuestos cuando actúan en busca del buen logro de sus propósitos. Las primeras tienen una gran
carga afectiva para sus miembros y son difíciles de percibir. Las segundas se originan en los demás
sistemas sociales y la exponen a enfrentar limitaciones. Capacidades, habilidades y fortalezas
constituyen el mejor capital para apalancar procesos orientados cualificar la dinámica familiar, en
un contexto de diálogo e intercambio de saberes entre las familias, la comunidad, los agentes
educativos y los demás actores sociales.
• Tener un enfoque de equidad de género que guíe las relaciones entre hombres y mujeres sin
predominio de alguno de los dos. Esta mirada equitativa busca que la responsabilidad del cuidado
y la crianza sea compartida por hombres y mujeres, ello lleva a que todas las personas fortalezcan
sus capacidades. La equidad de género implica la búsqueda de acuerdos en cuanto a roles
masculinos y femeninos, sin que predomine el poder del hombre o de la mujer. Presupone la
valoración de la diferencia de cada sexo para poder complementarse.
• Visibilizar e incluir las diversidades culturales de las regiones, grupos étnicos o zonas de
asentamiento así como las diversas capacidades de los niños y niñas de las familias. Además de las
distintas conformaciones familiares, en un país pluriétnico y pluricultural como Colombia, la
formación y el acompañamiento a familias debe tener en cuenta las diversidades étnicas,
culturales, regionales y por zona de asentamiento (urbana, rural) para desarrollar procesos
diferenciales que tengan en cuenta las creencias, las representaciones sobre la familia y las formas
de relacionarse, así como las concepciones sobre primera infancia.
Es importante tener en cuenta la existencia de familias que tengan niñas o niños con discapacidad,
para tener una mirada particular que permita fortalecerlos a ellos y a su familia, tanto en el acceso
al conjunto de atenciones propias para su edad, particularidad y contexto, como en el
reconocimiento de su valor humano y de las posibilidades de desarrollo de capacidades.
• Aceptar que los cambios o transformaciones de los sistemas familiares son complejos y
requieren procesos sistemáticos de largo plazo. Esto significa que las acciones de formación deben
ser continuas y convenientes para facilitar que las familias logren hacer los cambios requeridos de
manera sostenible. En este mismo sentido, es necesario impulsar los procesos de
acompañamiento para complementar los alcances de la formación y orientar a las familias según
sus características específicas.
Como parte del diseño de la Estrategia, el país cuenta con una serie de guías de trabajo que
orienta las atenciones de este estructurante en lo que referente a la formación y acompañamiento
de las familias donde se enuncian los aspectos generales hacia los cuales se orienta esta gestión,
los procesos prioritarios que deben ser enriquecidos, los elementos que se deben tener en cuenta
en el diseño de programas y el tipo de metodologías más apropiadas para el trabajo con familias.
Restablecimiento de derechos
En ese sentido el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar estableció los lineamientos técnicos
para reglamentar las rutas, actuaciones y el modelo de atención para el restablecimiento de los
derechos18, en situaciones que puedan afectarlos por la inobservancia, amenaza o vulneración de
estos.
• La amenaza hace referencia a la situación que se configura de inminente peligro o de riesgo para
el ejercicio de los derechos de las niñas y los niños.
• La vulneración denota toda situación de daño, perjuicio o lesión que impide el ejercicio pleno de
los derechos de los niños y niñas
Las niñas y los niños pueden estar en situación de desprotección para el ejercicio de sus derechos
cuando sus necesidades básicas se encuentran desatendidas durante el tiempo necesario para
ocasionarles o exponerlos a graves daños en su bienestar y desarrollo, bien sea por el
comportamiento de los miembros de su familia, por las condiciones en las que esta se encuentra,
o por dificultades o circunstancias externas a esta (Cantabria, 2011).
2. No hay agentes externos capaces de contrarrestar esta situación y satisfacer las necesidades, o
la actuación de estos agentes no es suficiente.
3. Como consecuencia de esta situación, el niño o niña ha sufrido o es probable que sufra un daño
significativo en su salud, bienestar o desarrollo (Cantabria, 2011).
Las situaciones de vulneración al ejercicio de los derechos están asociadas a todos los entornos
donde transcurre la vida de las niñas y los niños. El hogar, las instituciones donde son atendidos y
valorados integralmente, el espacio público, etc. El Estado, la familia y la sociedad deben actuar de
manera inmediata, para generar las alertas que permitan apoyar el restablecimiento de los
derechos vulnerados a la niña o el niño y aplicar las medidas a que haya lugar por parte de
autoridades competentes.
Para identificar las situaciones de vulneración, amenaza o inobservancia, los diversos actores
institucionales o comunitarios pueden recurrir a las señales que tanto en el aspecto físico como
comportamental y familiar se pueden observar en ellos y en sus familias. Existen indicadores que
según el ámbito concreto en el que se actúe son más o menos visibles. El personal de salud, por
ejemplo, tiene mayor facilidad para detectar señales físicas que pasan inadvertidas para otras
personas; asimismo, los docentes y otros agentes educativos tienen acceso privilegiado a las
características de desarrollo y del comportamiento cotidiano de las niñas, los niños, sus familias o
cuidadores.
El restablecimiento del ejercicio de los derechos comprende acciones y gestiones integrales que
permitan restituirlos con plenitud y efectividad cuando se presentan situaciones que los han
vulnerado, de ser necesario con la aplicación de medidas por parte de las autoridades
competentes en aras de brindar atención, cuidado y protección inmediata a las niñas y los niños.
La salud, la alimentación y la nutrición son derechos fundamentales que están en estrecha relación
y hacen parte de los determinantes sociales del desarrollo infantil.
Durante los primeros mil días de vida, contados desde la gestación y hasta los dos años, la
alimentación cumple un papel crucial debido a que durante este periodo ocurre la formación de
miles de millones de células nerviosas y se establece el 85% de la red de comunicación entre ellas,
lo cual permite la transmisión y recepción de información entre el cerebro, el cuerpo y el
ambiente.
• La nutrición, hace referencia a un proceso fundamental para el desarrollo integral de las niñas y
niños, mediante el cual el organismo asimila y aprovecha los nutrientes que obtiene de los
alimentos. El estado nutricional impacta la sobrevivencia y la calidad de vida, por ello es uno de los
mejores indicadores para evaluar el estado de salud de niñas y niños.
Las condiciones de salud, así como las de nutrición, son el resultado de la interacción de
determinantes biológicos, sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales, que configuran
las circunstancias en las que se nace, se crece y se vive.
• La promoción y protección del bienestar que busca el empoderamiento de las niñas y los niños
de primera infancia y sus familias en el ejercicio de su derecho a la salud, y el favorecimiento de
condiciones equitativas que lo garanticen desde la preconcepción, con el fin de que los seres
humanos inicien su vida en condiciones que les permitan alcanzar su desarrollo integral,
independientemente de las circunstancias sociales, culturales o económicas en las que se
encuentren.
• El tratamiento y cuidado de las alteraciones de la salud que se orientan a impactar con calidad,
calidez y de forma integral la afectación del bienestar de las niñas, los niños y sus familias de
acuerdo con sus propias necesidades, en procura de su superación
• Un ambiente sano —lo cual significa entornos protectores y promotores del desarrollo—, que
favorezca y promueva la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones, a través de la
transformación positiva de los determinantes sociales, sanitarios y ambientales.
• Una convivencia familiar, social y comunitaria libre de las diferentes formas de violencia, con
fuertes vínculos con los cuidadores, así como con la capacidad social y cultural de estos últimos
para el cuidado en todos los entornos en donde trascurren sus vidas.
• El derecho a una alimentación sana, apropiada, oportuna, segura y acorde con las condiciones
territoriales y culturales.
• Las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que permiten a mujeres y hombres el
ejercicio libre, autónomo e informado de la sexualidad como un derecho humano.
• Los modos, condiciones y estilos de vida saludables en los entornos en donde se desarrollan, así
como el acceso a una atención integrada ante situaciones, condiciones y enfermedades
transmisibles20 y no transmisibles21.
• Propende por la garantía de los derechos a la salud, la alimentación y nutrición de todas las
mujeres en edad fértil, gestantes y niñas y niños de 0 a 5 años, en los distintos entornos en donde
transcurre su vida, para asegurar el desarrollo integral en la primera infancia.
• Busca preservar la existencia de las niñas y los niños en condiciones de plena dignidad, mediante
la promoción de su bienestar y desarrollo, la prevención y detección temprana de condiciones que
lo alteren, el tratamiento y cuidado de la enfermedad con calidad y calidez, y la rehabilitación y
promoción de su estabilidad emocional y funcional para llevar una existencia autónoma y activa
según sus particularidades culturales, territoriales y de identidad.
• Reconoce la responsabilidad de los actores sociales como condición para gestionar los
determinantes sociales de la salud, la alimentación y la nutrición.
• Está en concordancia con las Estrategia de Atención Integral a las Enfermedades Prevalentes de
la Infancia (AIEPI), con la Iniciativa de Instituciones Amigas de la Mujer y la Infancia (IAMI), y con la
de Maternidad Segura y Entornos Saludables, entre otras. Se comporta como orientadora de las
acciones que se plantean de forma armónica con los planes decenales de salud pública en el
ámbito territorial, y reconoce que la garantía de la salud, la alimentación y la nutrición de niños y
niñas involucra la participación de todos los actores y sectores.
A su vez es menester precisar que desde la perspectiva del estructurante de salud, alimentación y
nutrición la Estrategia hace precisiones sobre las condiciones que debe tener toda mujer en edad
fértil, las mujeres gestantes, las niñas y los niños. A continuación se mencionan algunos de los
asuntos más significativos para cada grupo de población aclarando que la Estrategia cuenta con
lineamientos y protocolos muy precisos.