Tema 1 - Lingüística Como Ciencia

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TEMA 1: LA LINGÜÍSTICA COMO CIENCIA

1. La lingüística y su objeto de estudio

1.1. UNA NOCIÓN INTUITIVA DE ‘LENGUAJE’


El lenguaje se trata de la facultad de asociar dos órdenes distintos de entidades con la
nalidad de manifestarlo: contenidos mentales (orden del contenido), que por sí mismos
no tienen medio alguno de manifestarse, pues son por naturaleza internos; y el orden de
las realidades sensoriales, que permiten a los contenidos mentales manifestarse al
exterior.

La única condición importante es que la expresión esté constituida por material sensorial
producido por un organismo y capaz de ser percibido. Para que pueda haber lenguaje se
necesita la asociación de expresión y contenido se indica con biplanaridad: porque está
constituido por dos planos, el de la expresión y el del contenido.

¿Qué les pasó a tus hermanos ayer?


A mis hermanos los echaron de la casa.

¿Echaron a tus primos de la casa?


A mis hermanos echaron de la casa.

¿Qué pasó ayer?


Echaron a mi hermanos pobres de la casa.
El signi cado no cambia y todas responden a distintas preguntas.

1.2. LA LINGÜÍSTICA COMO CIENCIA

Objetivos de la Lingüística
La Lingüística es el estudio cientí co del lenguaje y las lenguas.

EXPRESIONES CONTENIDOS

Raíces léxicas Distintos tipos de situaciones, entidades y


propiedades

A jos Cantidad

Determinantes Clase (género)

Marcas preposicionales Funciones sintáctico-semánticos (sujeto-agente;


objeto directo-paciente)

Concordancia Localización deíctica (posesivos, tiempos…)

Orden de palabra Estatus informativo (tema, rema)

Línea entonativa Intención comunicativa

Acento de intensidad

Acento de insistencia
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Lo objetos aceptados por casi todos los que practican esta disciplina es:

a. Especi car la naturaleza del lenguaje, en tanto que facultad e intentar dar cuenta de
cómo se adquiere y de qué nos puede enseñar sobre la mente humana y sobre la forma
de percibir y representar el mundo; y cómo posibilita la comunicación y con ello el
establecimiento de relaciones sociales complejas.

b. Identi car las reglas que aplican los garantes de una lengua particular cuando
producen y reciben mensajes lingüísticos.

c. Describir y explicar los cambios que se producen con el paso del tiempo en la organización y la
estructura de las lenguas.

La Lingüística, actúa entre dos extremos: análisis empírico (nivele microscópicos) de los hechos
lingüísticos; el general y el abstracto de la formulación de teorías globales. La acumulación de
hechos lingüísticos, la constitución de grandes ‘depósitos’ de fenómenos y materiales lingüísticos
es su fundamento operativo, pero la formulación de teorías generales es indispensable para
enfocar debidamente los datos y darles un sentido.

Requisitos previos para el estudio del lenguaje

1. Una disciplina no es prescriptiva. La Lingüística no da consejos o prescribe comportamientos:


no dice qué es bueno o qué es malo en la conducta lingüística de los individuos y de las
sociedades. Esta precisión, dada su evidencia, debería ser inútil: ninguna disciplina cientí ca
es prescriptiva, aunque puedan serlo sus aplicaciones. La Economía no dice qué hay que
hacer para obtener un determinado resultado económico… La Lingüística tiene como objeto
la descripción y explicación del lenguaje humano a través de su manifestación en las lenguas
verbales.

2. Se estudia lo inobservable. al estudiar el lenguaje, se consideran sobre todo fenómenos que


‘no se ven’, es decir, fenómenos no observables. El contenido es interno por naturaleza y
de nición, y escapa a la observación directa. Uno de los principales problemas técnicos de la
Lingüística moderna se encuentra en cómo representar grá ca y visiblemente el contenido. La
Lingüística no es la única disciplina que se ocupa de cosas que no se ven, como la
Psicología, la Economía… La Lingüística, en cambio, es una disciplina esencialmente de lo no
observable: de los fenómenos de que se ocupa solo algunos son visibles, porque se plasman
en forma escrita o están constituidos por comportamientos de los hablantes. La variedad de
los fenómenos lingüísticos que se pueden observar es limitada.

3. Renunciar a la naturalidad. La necesidad de acostumbrarse a no considerar el lenguaje solo


como un comportamiento espontáneo y natural, sino a verlo como un objeto en cierta manera
‘externo’ y susceptible de estudio. Que los seres humanos dispongan del lenguaje y lo utilicen
con libertad, puede hacer pensar que no constituye por sí solo un problema cientí co, y que
su organización es obvia y banal. Si no renunciamos a esta actitud y no nos acostumbramos a
la idea de que también se puede someter a análisis un comportamiento en apariencia tan
natural como es el lenguaje, el estudio lingüístico es literalmente imposible. El lenguaje, pese
a su naturalidad y ‘facilidad’ aparentes, es un objeto complejo, muy organizado, que puede
funcionar mal o resultar dañado o destruido.

4. Las lenguas se estudian con otras lenguas. En Lingüística, el objeto de estudio y el


instrumento para estudiarlo son exactamente idénticos. No parece que existan otras
disciplinas que se encuentren en esta posición de paradoja esencial.

5. Construir el propio objeto. La re exión sobre el lenguaje y las lenguas se hace cada vez más
compleja debido a que Saussure defendió que la Lingüística debe construir su objeto a
medida que avanza.
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Esta circunstancia se debe en parte a que la Lingüística se ocupa a menudo de fenómenos
lingüísticos que no se ven. El objeto de la Lingüística deba ser de nido en el ámbito de la teoría
que se adopte y que, la interpretación de las evidencias de base se vea sometida a numerosos
cambios en conceptos y términos.

Esto se debe al carácter ‘heteróclito’ del lenguaje. Saussure dijo que el lenguaje está
estrechamente ligado a una enorme variedad de ámbitos de experiencia y de estudio, y que tiene
lugar gracias a numerosos fenómenos que no son lingüísticos. Así, desde cierto punto de vista, el
lenguaje ‘es’ sonido, y por tanto forma parte de la Fisiología y de la Física; desde otro punto de
vista, ‘es’ contenido mental, etc. En resumen, hay una larga lista de disciplinas que pueden
contribuir al lenguaje como objeto de su estudio.

2. Descripción y explicación

2.1. SABER Y HABILIDAD


Una objeción al modelo de Chomsky es que en él se de ne la naturaleza del conocimiento
lingüístico de un modo excesivamente estrecho: conocimiento de la forma gramatical y, más en
concreto, de la sintaxis. Pero saber una lengua consiste en mucho más que en conocer solo la
forma que adopta: saber una lengua tiene también que ver con las funciones que asume. Y esto
implica conocer numerosos aspectos de las palabras como unidades de sentido que interactúan
con la sintaxis de modo muy complejo. Los sistemas formales de una lengua se han desarrollado,
en conjunción con las palabras, como codi cación semántica interna de una realidad social. Por
tanto, no puede pasarse por alto el hecho de que la forma lingüística está funcionalmente
motivada. Si despojamos a la forma completamente de su función, ello equivale a presentar una
visión distorsionada de la naturaleza del lenguaje. En esta perspectiva, la Lingüística es
esencialmente el estudio acerca de cómo las lenguas signi can, acerca de cómo están
con guradas funcionalmente: ahora es la semántica lo que prevalece.

La gramática formal de Chomsky se propone identi car ciertos rasgos de la sintaxis relacionados
con los principios universales e innatos de la cognición humana. Pero también pueden
considerarse los hechos lingüísticos en términos de gramática funcional, es decir, cómo es
moldeado por el uso social y re eja las funciones que asume.

Pero, además, saber una lengua también incluye el conocimiento sobre gramática y otros
aspectos formales de la misma, para expresar sentidos apropiados para diferentes contextos en
la comunicación. Esto es también de naturaleza funcional, pero desde otro punto de vista: ahora
lo que consideramos no es lo que una lengua puede signi car, sino lo que los hablantes quieren
decir, o sea, con qué función externa se emplean las formas en la comunicación. El saber
abstracto tiene que actualizarse en términos concretos, y esto normalmente se lleva a cabo
usándolo en la comunicación, no citando frases al azar. Los hablantes no se limitan simplemente
a mostrar su saber lingüístico: o aplican a su situación concreta amoldándolo así a su contexto.
Así, según este punto de vista, la competencia no es solo un conjunto de saberes abstractos,
sino también la habilidad para explotar esos saberes en el uso comunicativo de acuerdo con
ciertas convenciones.

Hay dos maneras de revisar la concepción chomskyana de competencia. En primer lugar,


podemos rede nir lo que deba incluir el código o la lengua interna, incluyendo aspectos de la
naturaleza del lenguaje como un instrumento de comunicación. Eso nos lleva a una gramática
funcional, por lo que se amplía el concepto de saber lingüístico.

En segundo lugar, se podría extender la competencia para que incluyera tanto el saber como la
habilidad para manipularlo comunicativamente. Entonces, la actuación es cualquier muestra
concreta de conducta que viene de la habilidad aplicada al saber lingüístico. La habilidad es el
brazo operativo de la competencia y nos permite lograr cierto sentido usando los recursos del
saber lingüístico. De no existir esta habilidad para acceder a las estructuras abstractas de una
lengua —la competencia lingüística—, estas permanecerían siempre en los niveles internos de la
mente y no saldrían de ahí. Como esta habilidad solo se activa mediante una u otra nalidad
comunicativa, podemos denominarla competencia comunicativa.
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Las nalidades comunicativas son las funciones que se cometen mediante el uso del lenguaje, y
son variadísimas. Por ello hay tantas clasi caciones. La de M. A. K. Halliday tiene, debido a su
coherencia y operatividad, bastante aceptación entre los lingüistas no formalistas. Consiste en
que las funciones que puedan realizarse mediante el lenguaje responden siempre a tres
macrofunciones:

a) Función ideativa: contiene todas aquellas microfunciones que de un modo u otro permiten
usar una lengua como código simbólico para representar el mundo que nos rodea. Gracias a
la función ideativa podemos ‘conceptualizar’ el mundo y aprenderlo lingüísticamente de algún
modo. En cierto sentido, hacemos que el mundo exista lingüísticamente. Por ejemplo, en la
expresión Juan le entregará a María los libros azules hoy existe una estructura ideativa que
podríamos representar así:

Juan entregará le ... a María los libros... hoy


{AGENTE – PROCESO – DESTINATARIO – OBJETO – CIRCUNSTANCIA}

Las propiedades de esta conceptualización de la realidad se recogen en la estructura sintáctica


comúnmente denominada ‘transitiva’.

Por otro lado, esos hechos podrían expresarse con una frase como María recibirá los libros hoy
de parte de Juan, con la que podemos decir las mismas circunstancias objetivas pero
captándolas desde otro punto de vista. En la función ideativa podemos reconocer, un aspecto
factual o proposicional relacionado con los hechos a los que nos referimos y un aspecto
representativo relacionado con la perspectiva que escogemos para expresar esos hechos.

b) Función interpersonal: son las microfunciones que nos muestren las relaciones que
mantengamos con los demás o con las cosas. Además de servirnos del lenguaje para
representar el mundo, lo usemos como instrumento con el que actuar y establecer diversas
relaciones. Con la función ideativa logran los hablantes dar existencia lingüística al mundo;
con la interpersonal, en cambio, lo que consiguen esos hablantes es que cobran existencia
lingüística: como hablante o interlocutor, como poseedores de ciertos papeles sociales, como
actores de múltiples acciones, etc. Así que podemos comunicarnos en algunas ocasiones
solo mediante el establecimiento de alguna microfunción interpersonal (es decir, sin recurrir a
la función ideativa). Así, siguiendo con el ejemplo de arriba, podríamos decir de distintas
maneras la expresión que está constituida por los elementos:

Juan entregará. le... a María los libros azules hoy


SUJETO – VERBO – OBJ. INDIRECTO – OBJ. DIRECTO – ADJUNTO

Si la secuencia aparece en cierto orden y con cierto tipo de entonación, con gura una función
interpersonal: la aseveración. El hablante expresa cierto hecho y se compromete con su
veracidad ante el oyente. Si tales elementos cambian de orden y reciben otro patrón entonativo,
entonces podríamos estar ante una pregunta, o una orden, por ejemplo. Sin embargo, las
versiones aseverativa e interrogativa del ejemplo compartirían el mismo contenido funcional
ideativo, puesto que se re eren a los mismos hechos, pero se diferenciarían por la función
interpersonal que permitirían llevar a cabo.

c) Función textual: son las microfunciones que sirvan para construir los enunciados orales o
escritos de modo que sean reconocible como unidades discursivas complejas. Gracias a ella
lo que producimos lingüísticamente es reconocido y aceptado como ‘texto’. Es obvio que
cuando hablamos o escribimos no nos limitamos a la producción de una oración o frase, sino
que solemos casi siempre usar varias de estas unidades uniéndolas de algún modo. Hay en
toda lengua palabras y expresiones que están especialmente diseñadas para este n.
Considérese, por ejemplo, el fragmento siguiente:

Un día apareció en nuestra calle una señora. Llevaba un gorro de colores vivos que resultaba allí
totalmente fuera de lugar, pues iba adornado con tres plumas y una ancha banda azul que otaba
alegremente al viento.
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fi
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Como se ve, hay en este texto ciertos elementos que indican que las oraciones que lo componen
se re eren a la misma historia. Por ejemplo, en la segunda oración la desinencia –aba de llevaba
indica claramente que el autor del texto está haciendo referencia a otra expresión previa: una
señora, que aparece en la oración anterior. Los elementos examinados aseguran la trabazón de
las oraciones, hacen que el texto resulte reconocible y aceptable; mantienen la cohesión del
texto. Están especializados en cumplir la función textual recursos tales como la elipsis, la
concordancia, los elementos anafóricos y catafóricos, etc.

3. Planos de articulación del lenguaje. Cinco coimas estructurales sobre la


organización del lenguaje.
Aunque pueda haber diferencias en su uso (debido sobre todo al enfoque adoptado), los
principios expuestos a continuación son una herramienta básica en la metodología de la
investigación lingüística. Casi se los podría considerar, axiomas:

1) Niveles de análisis. Teniendo en cuenta que las lenguas son objetos complejos, para afrontar su
estudio es necesario hacerlas lo más manejables posible. Así que, toda lengua se descompone
en distintos niveles de análisis, que pueden ser estudiados independientemente o en sus
interrelaciones:

a) Fonemático (Fonología)
b) Morfemático (Morfología)
c) Sintagmático (Morfología/Sintaxis)
d) Oracional (Sintaxis)
e) Textual (Lingüística del texto)

2) Segmentación. Utilizando metodologías apropiadas, en cada nivel de análisis se pueden hacer


segmentaciones, o sea seccionar la cadena lineal del enunciado en elementos sucesivos. La
segmentación —que es la operación fundamental de la Lingüística— no hace más que recalcar la
(doble) articulación de los elementos lingüísticos.

3) Unidades mínimas. En cada nivel, en un determinado punto el análisis llega a una unidad que
ya no puede segmentarse de nuevo, pues, de hacerlo, se pasa al nivel inferior. Estas unidades no
segmentables se denominan unidades mínimas de ese nivel. Por tanto, todo nivel tiene una
unidad mínima propia. Estas unidades se organizan en cada nivel según las relaciones que
contraen, relaciones que pueden ser paradigmáticas o sintagmáticas. Las primeras descansan en
las oposiciones que, gracias a ciertos rasgos o propiedades, pueden contraer las unidades. Las
segundas, en las diversas posibilidades de que disponen tales unidades para formar cadenas o
secuencias aceptables en una lengua.

Los niveles considerados tienen las siguientes unidades mínimas:


a) Fonemático: fonemas.
b) Morfemático: morfemas.
c) Sintagmático: sintagmas.
d) Oracional: oraciones.
e) Textual: textos.

4) Jerarquía de los niveles. Entre los niveles de análisis existe una relación jerárquica, en el
sentido de que cada nivel está hecho de elementos del nivel inferior, y constituye con los propios
elementos el nivel superior. Este mecanismo se establece de la siguiente manera. Por un lado, las
unidades mínimas de un nivel, organizadas en paradigmas (conjuntos establecidos sobre la base
de determinadas oposiciones entre ellas), asumen relaciones sintagmáticas que dan lugar a
conjuntos de cadenas o secuencias de las unidades mínimas en cuestión. Por otro lado, las
cadenas de cada conjunto son utilizadas como material expresivo (signi cante) en el nivel
siguiente, esto es, se les asignan determinadas funciones, lo que da lugar a las unidades mínimas
del nivel en cuestión. Veamos este proceso en relación con cada nivel.

En el nivel fonemático, la lengua organiza los sonidos y, tras asignarles una función distintiva no
signi cativa, los constituye en unidades mínimas de este nivel: los fonemas (/a/, /e/, /i/...; /p/, /t/, /
k/, /m/, /s/...). Estas unidades contraen relaciones paradigmáticas y sintagmáticas. Gracias a
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unas y otras se producen cadenas de fonemas (sílabas y combinaciones de sílabas permitidas
por la lengua), que pasan al nivel siguiente.

En el nivel morfemático, la lengua recibe las cadenas de fonemas y, tras asignarles funciones
signi cativas, las transforma en las unidades mínimas de este nivel: los morfemas. Estas
unidades contraen relaciones paradigmáticas y sintagmáticas. Gracias a unas y otras se
producen cadenas de morfemas (combinaciones de morfemas permitidas por la lengua), que
pasan al nivel siguiente.

En el nivel sintagmático, la lengua recibe las cadenas de morfemas y las transforma en unidades
con funciones de carácter denotativo que pueden por sí solas desempeñar una función oracional.
Surgen así los sintagmas, que pueden ser mínimos o palabras prototípicas, es decir las que
tienen valor lexemático (mesa) o complejos, es decir formados por más de una palabra (casa
grande). Estas unidades contraen relaciones paradigmáticas y sintagmáticas. Gracias a unas y
otras se producen cadenas de sintagmas (combinaciones de palabras permitidas por la lengua),
que pasan al nivel siguiente.

En el nivel oracional, la lengua recibe las cadenas de sintagmas y, tras asignarles funciones
oracionales, las convierte en oraciones. Estas unidades contraen relaciones paradigmáticas y
sintagmáticas. Gracias a unas y otras se producen cadenas de oraciones (combinaciones de
oraciones permitidas por la lengua, que pasan al nivel siguiente.

En el nivel textual, la lengua recibe las cadenas de oraciones, les asigna diversas funciones
textuales (por ejemplo, narración, argumentación, conversación, etc.) y de ahí nacen los textos.

5) Economía y recurrencia. Las unidades mínimas de todo nivel tienen un número limitado y son
recurrentes. Las lenguas funcionan con un número mínimo de unidades básicas (por ejemplo, en
el caso de las fonológicas, ninguna lengua tiene más de unas cuarenta unidades de este tipo, o
fonemas) que, al combinarse entre sí, dan lugar a un número mucho mayor de unidades que
serán utilizadas en el nivel superior (siguiendo con el ejemplo anterior, las cadenas de fonemas
servirán para constituir las unidades del nivel morfemático). Esto signi ca también que la misma
unidad de un determinado nivel tiene que ser recurrente, es decir, tiene que poder aparecer
cuantas veces sean necesarias para constituir las unidades de los diversos niveles. Por ejemplo,
el fonema /i/ se convierte en la expresión del morfema {y}, y este en la palabra y, la cual aparece
combinada con otros elementos en los demás niveles.

La Lingüística actual reconoce la validez de estos axiomas, los cuales constituyen el núcleo
teórico básico de una orientación de estudios denominado Lingüística estructural (o
estructuralismo). El estructuralismo considera a las lenguas como objetos que pueden ser
analizados en un número determinado de unidades mínimas, organizadas de manera tal que no
sea posible modi car una sin que todas las demás se modi quen.

5. Áreas de interés de la Lingüística


La Lingüística ha ido de niendo algunos ámbitos temáticos y metodológicos que forman parte de
su corpus, y que ello ha ocurrido a partir de dos dimensiones esenciales del lenguaje y las
lenguas: los fundamentos biológico (natural) y social (humano). Estos dos caracteres básicos del
hecho lingüístico han sido reconocidos desde los albores de la Lingüística. Desde antiguo se ha
observado que la regularidad más inmediata comprobable a partir de la observación de los
fenómenos lingüísticos es que tales fenómenos existen en ciertas coordenadas sociales, es decir,
que solo existen para que permiten la comunicación, la interacción en los individuos de una
comunidad. Y también se ha observado que, al producirse los hechos lingüísticos y
comunicativos en los seres humanos, ello es evidencia de que estos están dotados de la
capacidad del lenguaje: los mismos hechos mani estan la regularidad de que deban ‘ser
adscritos naturalmente’ a la base biológica que los determina.

La base social ha permitido el establecimiento de las dimensiones cultural y simbólica, y la


biológica ha favorecido el de las dimensiones neuronal y psicológica. Y estas dimensiones han
llevado al establecimiento de diversas áreas de estudio dentro del ámbito general de la
Lingüística.
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La dimensión cultural (o antropológico-cultural) ha dado origen al tema de la relación «lenguaje-
visión del mundo», y ha pesado en la concepción del relativismo y determinismo lingüísticos,
planteamientos estos discutidos desde comienzos del siglo XX en torno a los presupuestos
defendidos por B. L. Whorf (1897- 1941) y E. Sapir (1884-1939). Se trata de desentrañar el grado
de implicación de los «patrones cognoscitivo-culturales» en la codi cación lingüística, así como la
incidencia que ello pudiera tener en la comparación de lenguas y en el trasvase de unas a otras.
Gracias a estudios como estos se ha dado el desarrollo y asentamiento de áreas de la Lingüística
como son la Etnolingüística (o Antropología lingüística) y, en buena medida, la Tipología
lingüística.

La dimensión simbólica de las lenguas, lo concerniente a sus funciones «representativas», está


estrechamente ligada al carácter comunicativo de las mismas: si son un instrumento para
comunicar, han de ser también un mecanismo de representación constituido por signos
(símbolos) y reglas para combinarlos. En una expresión como Este mes tengo tres pruebas se
hace necesario que la persona que habla y la que escucha compartan ese código, para que el
contenido transmitido mediante tal expresión pase del emisor al receptor. La dimensión simbólica
ha sido especialmente productiva en la propuesta de temas y el planteamiento de problemas
concernientes a la constitución interna de las lenguas, y ello muy especialmente a raíz de que
sean consideradas como sistemas de signos. El carácter de los signos lingüísticos y su
organización en planos (de la expresión y del contenido) y en componentes (fónico, gramatical y
léxico) son aspectos que han requerido la delimitación de las áreas tradicionales de la Fonética, la
Morfología, la Sintaxis y la Lexicología.

En lo que se re ere a la base biológica, sobre todo en sus aspectos neuronal y psicológico, se
han permitido delimitar temas relativos a la patología lingüística, la localización del lenguaje en
ciertas áreas del cerebro, la lateralidad de la habilidad lingüística, la adquisición del lenguaje o el
procesamiento del lenguaje oral y escrito, temas todos ellos cuyo estudio ha conducido a la
aparición y desarrollo de áreas como la Neurolingüística y la Psicolingüística.

En la orientación aplicada se abordan problemas reales que afectan al lenguaje. Así, derivados de
la naturaleza social y comunicativa del lenguaje, se plantean los aspectos y las necesidades
relativos a cómo elaborar diccionarios (Lexicografía), a la enseñanza y el aprendizaje de las
lenguas (Glotodidáctica), y surgen la actividad y el proceso de trasvase de información de unas
lenguas a otras (Traductología), o los problemas planteados por la modernización, mantenimiento
o normalización de las lenguas o de sus variedades (Plani cación lingüística). Por otro lado,
derivadas de la naturaleza neuropsicológica del lenguaje, son objeto de gran atención las
de ciencias lingüísticas, que primero han de evaluarse para intentar encontrar paliativos o algún
procedimiento terapéutico adecuado (Lingüística clínica). Por último, el desarrollo tecnológico de
los últimos años, asociado con el propio devenir metodológico en el campo de la Lingüística, ha
provocado que se preste especial atención al procesamiento arti cial de las lenguas, al
tratamiento informático de ingentes bases de datos lingüísticos, a los medios automáticos de
traducción (Lingüística computacional).
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