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Prólogo a las Actas capitulares del mes de

Mayo de 1810

El primer monumento histórico de la República Argentina


se echaba menos en sus anales, por haberse omitido su
publicación cuando más importaba divulgarlo. Se ignoran
los motivos que influyeron en este descuido, ni queremos
indagarlos, por respecto a la memoria de los que,
inconsideradamente o por cálculo, relegaron al olvido tan
clásico documento.
Un pueblo oprimido, que sacude con dignidad sus cadenas,
respetando los últimos mandatarios de un poder expirante,
presenta un fenómeno, talvez único, en la serie de los grandes
acontecimientos que han conmovido el mundo.
Las agresiones y los tumultos, que suelen ser los precursores
de estas mudanzas, no prepararon la que se efectuó en
Buenos Aires en los últimos días de Mayo de 1810. El virrey
Cisneros, en el pleno ejercicio de su autoridad, manifestó los
desastres de la península, y el peligro en que se hallaba la
nación española de perder su libertad e independencia.
Desesperando de la conservación de la monarquía, invocó
voluntariamente el auxilio de un cuerpo deliberante, al que
debían concurrir los representantes de la ciudad y de las
provincias del virreinato, para establecer una representación
de la soberanía del Señor D. Fernando VII1.
En un pueblo turbulento e indócil, este solo anuncio hubiera
producido un alboroto, y arrastrado el país al borde de un
abismo. Pero la buena índole de sus habitantes, y la
prudencia del Cabildo, les hicieron marchar con acierto en
una senda nueva y peligrosa. Los miembros de esta ilustre
corporación, que hubieran podido asumir un poder que casi
abdicó el virrey, le rodearon de consideraciones, y se
mantuvieron en su dependencia, hasta que el pueblo,
legalmente convocado, se decidió a reemplazarle por otra
autoridad, que aunque bien definida en los primeros
comicios, sufrió notables modificaciones en los subsiguientes.
Las actas de estas asambleas, en que el pueblo tomó por
primera vez la actitud de un soberano, atestiguan su noble y
juiciosa comportación. ¡Cuán pocos monumentos de esta
clase nos ofrece la historia! Estos tránsitos repentinos de la
servidumbre a la libertad están trazados con caracteres de
sangre en los fastos de todas las naciones, sin excluir las más
ilustradas. En Inglaterra, en Italia, en Francia, cuando el
pueblo recuperaba sus derechos, se entregaba a los mayores
excesos, y reemplazaba la tiranía de un solo, por la aún más
insoportable de muchos.
El cambio de las instituciones en Buenos Aires no hizo
estragos, a pesar de ser brusco y si los que se apoderaron
después de los destinos del país, se hubiesen conservado en la
senda que les señaló el voto de sus comitentes, muchas
lágrimas se ahorraran, y el aniversario del gran día de la
Patria se hubiera celebrado siempre con igual entusiasmo.
Lo que mal se recomendó en aquellos días de agitación y
sorpresa, fue: «precaver toda división, radicar la confianza,
cimentar la unión, no tocar los extremos, etc.»... Estos eran
los consejos que daba una autoridad previsora2, y con los que
simpatizó el pueblo, mientras estuvo bajo su influjo. Pero
estos principios, que de bien afianzar el orden y librar a la
sociedad de los embates de la anarquía, —III→ fueron
calificados de antipatrióticos, como si el patriotismo
consistiese en la exaltación y el frenesí; y los que los
profesaban, no tardaron a ser el blanco de las más torpes
calumnias. Al espíritu de conservación, sucedió el desorden,
y Buenos Aires tuvo también que lamentar sus víctimas.
La nueva Junta se instaló con los más felices auspicios, y a
ejemplo del Cabildo, inculcó también obediencia a las leyes,
respeto a los magistrados, unión entre todos, y (lo que más
honra sus miembros) deferencia y veneración a la persona
del Virrey, «dispensándole las consideraciones
correspondientes a su carácter y al distinguido patriotismo
con que, en favor de este país, se ha ofrecido a repetir en
cualquier destino sus importantes servicios3». Estos actos son
generosos, y hacen más injustificables las medidas que se
tomaron poco después contra el Señor Cisneros.
No nos compete rasgar el velo que encubre los manejos
ocultos de los que las aconsejaron, pero su responsabilidad es
inmensa, porque imprimieron a los sucesos de aquella época
un carácter que no tuvieron al principio. ¡De la expulsión del
virrey y de la Audiencia se pasó a la tragedia de la Cabeza
del Tigre, que se continuó en Potosí! Se quiso ensangrentar la
palestra, y se sembró de cadáveres un campo que pudo
haberse cubierto de flores. El pueblo no participó de estos
desvaríos, y se le debe hacer la justicia de decir, que nunca se
dejó pervertir por tan deplorables ejemplos.
En las páginas que publicamos por primera vez, se hallan
inscriptos los nombres de los principales ciudadanos, que
han figurado después en nuestra escena política; y el cotejo
entre sus opiniones de entonces y su conducta posterior,
puede ser tema de serias consideraciones.
La rapidez con que se suceden los acontecimientos había
hecho —IV→ perder de vista este documento, cuando el
Señor Gobernador actual de la Provincia ponderó su mérito
en el último aniversario del día 25 de Mayo. Sus palabras
estimularon la curiosidad pública, y nos decidieron a
satisfacerla, solicitando de la generosidad del Señor Dr. D.
Tomás Manuel de Anchorena el único testimonio auténtico
que talvez exista de estas actas capitulares, y que él conserva
como un título honroso de su conducta en aquellas difíciles
transacciones. Buenos
Aires, Noviembre de 1836.

—3→ Actas capitulares


En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad
Puerto de Santa María de Buenos Aires, a veintiuno de mayo
de mil ochocientos diez: estando juntos y congregados en la
Sala de sus acuerdos a tratar lo conveniente a la república,
los Señores del Exmo. Ayuntamiento; a saber, D. Juan José
de Lezica y D. Martín Gregorio Yaniz, Alcaldes ordinarios
de primero y segundo voto; y Regidores D. Manuel Mancilla,
Alguacil mayor, D. Manuel José de Ocampo, D. Juan de
Llano, D. Jaime Nadal y Guarda, D. Andrés Domínguez, D.
Tomás Manuel de Anchorena y D. Santiago Gutierrez, con
asistencia del caballero Síndico Procurador general, Dr. D.
Julián de Leiva; hicieron presente el Sr. Alcalde de primero
voto y el caballero Síndico, que algunos de los Comandantes
de los cuerpos de esta guarnición, y varios individuos
particulares habían ocurrido a manifestarles, que este pueblo
leal y patriota, sabedor de los funestos acaecimientos de la
península, por los impresos publicados en esta ciudad con
permiso del Superior Gobierno, vacila sobre su actual
situación y sobre su suerte futura, y que el deseo de que sea
la más conforme a su felicidad y al objeto inalterable de
conservar íntegros estos dominios bajo la dominación del Sr.
D. Fernando VII, le hace zozobrar en un conjunto de ideas
difíciles de combinar, y que sino se llegan a fijar cuanto
antes, pueden causar la más lastimosa fermentación. Todo lo
cual hacían presente a este Exmo. Cabildo, en virtud de
haberlo así ofrecido a dichos Comandantes e individuos
particulares, para que se resuelva lo más acertado y
conveniente en un asunto que, por su gravedad y
circunstancias, exige las mayores atenciones, agregando el
Sr. Alcalde de primero voto que ayer número, a la hora de
mediodía, se había explicado con el Exmo. Señor virrey sobre
el particular, y significádole, que sin embargo de haber
insistido los Comandantes y particulares en que para el
efecto se hiciese acuerdo el día de ayer, había podido
suspenderlo hasta hoy; que S. E. le había prevenido pasase a
verle el caballero Síndico para tratar sobre la materia; y este
expresó haberlo realizado y propuesto a S. E. se le pediría
permiso por el Exmo. Ayuntamiento para celebrar un
Cabildo abierto, o Congreso general, en que se oyese al
pueblo, y tomasen providencias; convidando por esquelas a
la parte principal y más sana de él. Que habiendo indicado
este arbitrio a presencia del Señor —4→ Fiscal de lo civil,
D. Manuel Genaro Villota, y del Capitán de fragata, D. Juan
de Bargas, había instado al mismo tiempo en que se meditase
y propusiese cualquiera otro, que desde luego estaba pronto
a proponerlo y promoverlo en el Ayuntamiento; que no se
había meditado otro alguno, y sólo si, conformádose S. E. con
el propuesto por el exponente. En este estado agolpó un
número considerable de gentes a la plaza mayor, explicando
a voces el mismo concepto que habían manifestado el Señor
Alcalde de primero voto y el caballero Síndico. Y los Señores,
persuadidos de la necesidad que hay de poner prontas
precauciones a los males que se anuncian, convencidos de
que deben tomarse providencias con la mayor brevedad, por
el hecho mismo de haber agolpado la gente a la plaza,
expresando a voces sus deseos y afianzados en la exposición
del Sr. Alcalde y caballero Síndico, acordaron se pase oficio
en el acto al Exmo. Señor Virrey, suplicándole se digne
conceder a este Cabildo permiso franco para convocar, por
medio de esquelas, la principal y más sana a fin de que, en
parte del vecindario, un congreso público, exprese la
voluntad del pueblo, y acordar en vista de ello las medidas
más oportunas para evitar toda desgracia, y asegurar
nuestra suerte futura. Que al propio tiempo se sirva
disponer, que en el día del Congreso se ponga una reforzada
guarnición en las avenidas, o bocas calles de la plaza, para
que contenga todo tumulto, y sólo permita entrar en ella a los
que con la esquela de convocación acrediten haber sido
llamados. Se formó el oficio en los términos siguientes.
Oficio a su excelencia
Excelentísimo señor:
«Sabedor el pueblo de los funestos acaecimientos de nuestra
península, por los impresos publicados en esta ciudad de
orden de V. E., y animado de su innata lealtad a nuestro
Soberano, y de los sentimientos patrióticos con que siempre
se ha distinguido, vacila sobre su suerte futura; y el deseo de
que sea la más conforme a su felicidad y al objeto inalterable
de conservar íntegros estos dominios, bajo la dominación del
Sr. D. Fernando VII, le hace zozobrar en un conjunto de
ideas difíciles de combinar, y que si no se llegan a fijar
cuanto antes, pueden causar la más lastimosa fermentación.
Este Ayuntamiento, que vela sobre su prosperidad y se
interesa en gran manera por la unión, el orden y la
tranquilidad, lo hace presente a V. E., y para evitar los
desastres de una convulsión popular, desea tener de V. E. un
permiso franco para convocar, por medio de esquelas, la
principal y más —5→ sana parte de este vecindario, y que
en un congreso público exprese la voluntad del pueblo, y
acuerde las medidas más oportunas para evitar toda
desgracia y asegurar nuestra suerte venidera. Sirviéndose V.
E. disponer que en el día del Congreso se ponga una
reforzada guarnición en todas las avenidas, o bocas calles de
la plaza, para que contenga todo tumulto, y que sólo permita
entrar en ella los que con la esquela de convocación acrediten
haber sido llamados.
Dios guarde a V. E. muchos años. Sala capitular de Buenos
Aires, 21 de mayo de 1810.
Excelentísimo señor.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yaniz - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutierrez - Dr. Julián de Leiva.
Excelentísimo señor virrey D. Baltazar Hidalgo de Cisneros».
Y los Señores mandaron se ponga en limpio, y se pase en el
momento por medio de una diputación, que deberá
componerse de los señores, D. Manuel José de Ocampo y D.
Andrés Domínguez; a quienes encargaron muy eficazmente
obtuviesen de S. E. pronta contestación, por la cualidad del
caso y sus circunstancias; quedando abierto el acuerdo hasta
que regresasen.
Volvieron les Ses. Diputados, y dieron cuenta de que
habiendo manifestado al Exmo. Sr. Virrey el objeto de la
diputación y entregádole el oficio, había repuesto S. E., que
el asunto era delicado, y necesitaba meditación, que sin
embargo había entrado a su despacho y entregádoles al cabo
de un buen rato la contestación, que era la misma que ponían
en manos del Exmo. Cabildo. La cual se leyó, y es del tenor
siguiente.
Contestación de su excelencia
Excelentísimo señor:
«Acabo de recibir el oficio de V. E. de esta fecha, ahora que
son las diez de la mañana, por medio de sus dos diputados a
efecto —6→ de ponerlo en mis manos, y enterado de su
contesto, estoy desde luego pronto a acordar a V. E., como lo
ejecuto, el permiso que solicite para el fin y con las
condiciones que me indica en su citado; mediante lo que,
luego que V. E. me participe el día en que ha de celebrarse el
Congreso que se ha propuesto, dispondré que se aposten las
partidas que V. E. solicita, en las avenidas de las bocas calles
de la plaza, con los fines de evitar, según corresponde al
mejor servicio de S. M. y tranquilidad pública de esta
ciudad, cualquier tumulto o conmoción que pudiera ocurrir;
como igualmente para que sólo permitan entrar en ella a los
vecinos de distinción, que por medio de la esquela de
convocación acrediten en debida forma haber sido llamados
por V. E. al efecto, y espero del discernimiento constante y
acreditada fidelidad de V. E. e interés que siempre ha
manifestado por el bien público de esta ciudad, que como su
representante, esforzará todo el celo que lo caracteriza y
distingue, a fin de que nada se ejecute ni acuerde que no sea
en obsequio del mejor servicio de nuestro amado soberano, el
Sr. D. Fernando VII, integridad de estos sus dominios, y
completa obediencia al supremo gobierno nacional que lo
represente durante su cautividad: pues que, como V. E. sabe
bien, es la monarquía una e indivisible, y por lo tanto debe
obrarse con arreglo a nuestras leyes, y en su caso, con
conocimiento o acuerdo de todas las partes que la
constituyen, aun en la hipótesis arbitraria de que la España
se hubiese perdido enteramente, y faltase en ella el gobierno
supremo representativo de nuestro legítimo soberano.
Dios guarde a V. E. muchos años. Buenos Aires, 21 de mayo
de 1810.

Baltazar Hidalgo de Cisneros.


Exmo. Cabildo, Justicia y Regimiento de esta ciudad».
Y enterados los señores, acordaron que el Sr. D. Andrés
Domínguez pase en el acto a solicitar del Comandante de
Patricios, D. Cornelio de Saavedra, a nombre de este
Cabildo, el que se persone en la Sala, a fin de encargarle que
aplique su celo a evitar todo tumulto, y conservar el orden y
la tranquilidad pública.
En este estado, y habiendo salido el Sr. Diputado, se oyeron
nuevas voces del pueblo, reducidas a que se presentase en los
balcones el caballero Síndico; quien, después de haberse
repetido aquellas voces por varias ocasiones, se presentó en
efecto, y el pueblo en grita le significó, quería saber lo que se
había contestado a la diputación del Exmo. Cabildo. El
caballero Síndico les hizo entender, que S. E. había prestado
conformidad en todo a las solicitudes del Ayuntamiento, y
que éste se hallaba trabajando por el —7→ bien y
felicidad pública, que era de necesidad forzosa el que todos
se retirasen a sus casas para no perturbar la tranquilidad y
el sosiego: que se aquietasen, pues que el Exmo. Cabildo no
omitiría medio de cuanto estimase conducentes al mayor
bien.
Clamaron entonces de nuevo, que lo que se quería era la
deposición del Exmo. Señor Virrey; y habiendo el caballero
Síndico tratado de persuadirlos, esforzando más y más las
insinuaciones que anteriormente tenía hechas, se retiró a la
Sala. En cuyo acto compareció D. Cornelio Saavedra, y los
señores suplicaron encarecidamente pusiese en planta, sin la
menor demora, los medios todos de su prudencia y celo, para
hacer que se retirase de la plaza aquella gente, y que velase
con los demás Comandantes sobre el orden público, quietud
y sosiego del vecindario, a fin de precaver toda conmoción, y
evitar cualquiera novedad y desgracia que pudiera
experimentarse en circunstancias tan arriesgadas; hasta
tanto se resolvía lo más conveniente al bien público.
D. Cornelio Saavedra ofreció que nada se omitiría de su
parte, y de la de los demás Comandantes, al indicado fin,
saliendo por garante de la seguridad pública. Se despidió, y
significando al pueblo que el Exmo. Cabildo meditaba,
trataba y acordaba cuanto creía conducente a la felicidad del
país, consiguió que la gente toda se retirase de la plaza. Y los
Señores determinaron se celebre el Cabildo abierto, o
congreso general el día de mañana 22, a las 9 de ella, y que al
efecto se convide por esquela a la parte principal y más sana
del pueblo. Se formó la esquela, que es del tener siguiente:
Esquela
«El Exmo. Cabildo convoca a Vd. para que se sirva asistir
precisamente mañana, 22 del corriente a las 9, sin etiqueta
alguna, y en clase de vecino, al Cabildo abierto, que con
avenencia del Exmo. Señor Virrey ha acordado celebrar,
debiendo manifestar esta esquela a las tropas que
guarnezcan las avenidas de esta plaza, para que se le permita
pasar libremente».
«Señor D....»
Y mandaron se imprima en el día y se reparta sin perdida de
instantes, arreglándose lista de los individuos, en la que
deberán ser comprendidos —8→ el Reverendo obispo, el
Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro, Señores de la Real
Audiencia y del Tribunal de cuentas, Ministros de Real
Hacienda, y Jefes de oficinas, Cabildo Eclesiástico, Curas y
Prelados de las religiones, Real Consulado, Comandantes,
Jefes, y algunos oficiales de los cuerpos de esta guarnición,
Alcaldes de barrios y vecinos, Catedráticos y profesores del
derecho; compartiéndose por barrios los encargados de
distribuir las esquelas, y ordenaron por último se disponga
proclama enérgica, con la cual haya de darse principio a la
sesión el día de mañana. Y con esto se concluyó el acuerdo,
que firmaron dichos Señores, de que doy fe.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Licenciado D. Justo
José Núñez, Escribano público y de Cabildo.

Acta del congreso general


En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad,
Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 22 días del mes de
mayo del año de 1810, habiendo situádose en la galería
principal de las casas capitulares los señores que componen
este Exmo. Ayuntamiento, para presidir el Congreso General
a que se convoco por esquelas, ayer 21 del corriente, en
virtud de la facultad que para el efecto concedió el Exmo. Sr.
Virrey, D. Baltazar Hidalgo, de Cisneros, por oficio de la
misma fecha: a saber, los Señores D. Juan José de Lezica y
D. Martín Gregorio Yaniz, Alcaldes de primero y segundo
voto, y Regidores D. Manuel Mancilla, Alguacil mayor, D.
Manuel José de Ocampo, D. Juan de Llano, D. Jaime Nadal y
Guarda, D. Andrés Domínguez, Juez diputado de policía, D.
Tomás Manuel de Anchorena, Defensor general de pobres y
Fiel Ejecutor, y D. Santiago Gutiérrez, Defensor general de
menores, con asistencia del caballero Síndico Procurador
general, Dr. D. Julián de Leiva; y concurrido para este acto,
en virtud de la citada convocatoria; a saber, el Ilmo. Sr. Dr.
D. Benito de Lue y Riega, el Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz
Huidobro, Teniente General, el Sr. D. Manuel José de Reyes,
Oidor de esta Real Audiencia, el Sr. D. Diego de la Vega,
Contador mayor, Decano del Real Tribunal de cuentas, el Sr.
D. Pedro Viguera, Tesorero de esta Real Audiencia, el Sr. D.
Juan Andrés de Arroyo Contador mayor del Real Tribunal
de cuentas, el Sr. Brigadier D. Bernardo Lecog, Subinspector
y Director general del real cuerpo de ingenieros, el Sr. D.
Joaquín Mosquera, Coronel retirado del mismo real cuerpo,
el Sr. D. Eugenio Balbastro, —9→ vecino y de este
comercio; el Sr. D. Joaquín Madariaga, de este vecindario y
comercio; el Sr. D. José María Balbastro, Capitán de milicias
regladas de caballería; el Sr. D. José Cerra y Valle, Alcalde
del barrio número 3, cuartel segundo; el Sr. D. Ventura de
Haedo, Alcalde del barrio número 8, en el mismo cuartel; el
Sr. D. Antonio Luciano Ballesteros; el Sr, D. Manuel Antonio
Bas; el Sr. D. Francisco Xavier Riglos; el Sr. D. Román
Ramón Díaz; el Sr. Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana; el Sr.
D. Hipólito Vietes; el Sr. D. Juan José Viamont, Capitán
graduado del regimiento fijo de infantería, y Sargento mayor
de los batallones primero y segundo de Patricios; el Sr. D.
Nicolás Peña, Oficial de blandenguez de estas fronteras; el
Sr. D. Juan José Rocha, Escribano público y del número; el
Sr. Teniente Coronel urbano, D. Juan Antonio Pereira,
Capitán de granaderos del segundo batallón de Patricios; el
Sr. D. Estevan Romero, Teniente Coronel urbano y
Comandante del mismo batallón; el Sr. D. Juan Ramón
Balcarce, Sargento mayor del batallón de granaderos de
Fernando VII; el Sr. D. Simón Rejas, de este vecindario y
comercio; el Sr. D. Cornelio Saavedra, Teniente Coronel y
Comandante del primer batallón de Patricios; el Sr. D.
Cristóval de Aguirre, vecino y de este comercio; el Sr. D.
Pedro Andrés García, Teniente Coronel y Comandante del
batallón de infantería número 4; el Sr. D. Francisco Antonio
Ortiz de Ocampo, Teniente Coronel y Comandante del
batallón de infantería número 3; el Sr. D. Manuel de Andrés
de Pinedo y Arroyo, vecino y de este comercio; el Sr. D.
Manuel Luzuriaga, de este vecindario; el Sr. D. Martín José
de Ochoteco, Capitán graduado del ejército; el Sr. D.
Ulpiano Barrera; el Sr. D. Antonio Ortiz de Alcalde; el Sr. D.
Juan Canaveris; el Sr. D. Hilario Ramos, el Sr. D. Justo
Pastor Linch, Contador de la Real Aduana, y actualmente su
Administrador interino; el Sr. D. Manuel José de Lavalle,
Director General de la Real Renta de tabacos; el Sr. D.
Miguel de Irigoyen, Caballero del Orden de Alcántara, y
Teniente Coronel de caballería; el Sr. D. Vicente Caudevilla,
Contador interino de la Real Renta de tabacos; el Sr. D.
Diego Herrera, Teniente Coronel urbano; el Sr. Dr. D.
Gregorio Tagle, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr.
Coronel D. Agustín de Pinedo, Sargento Mayor del
regimiento de dragones; el Sr. Teniente Coronel D. Mariano
Larrazábal, Capitán del mismo; el Sr. D. Martín de Arandia;
el Sr. Teniente Coronel urbano D. Rodrigo Muñoz y Rábago;
el Sr. D. Francisco de la Peña Fernández, vecino y de este
comercio; el Sr. Capitán de milicias D. Antonio Villamil; el
Sr. Dr. D. Agustín Fabre, profesor en medicina; el Sr.
Ministro de Real Hacienda honorario, D. Joaquín Belgrano;
el Sr. D. Julián del Molino Torres, vecino y de este comercio;
el Sr. D. Jacinto de Castro, de este comercio y vecindario; el
Sr. D. Mariano Echaburu, Escribano público y del número;
el Sr. D. Ildefonso Ramos; el Sr. Coronel D. Francisco Xavier
Pizarro, Capitán, comandante del real cuerpo de artillería; el
Sr. D. José María Cabrer, Coronel de ejército, —10→ y
Sargento mayor de esta plaza; el Sr. Teniente Coronel
urbano D. Miguel Gerónimo Garmendia; el Sr. D. José
Soliveri, Contador de retasas; el Sr. D. José Superi, Sargento
mayor del batallón de castas; el Sr. D. Felipe Castilla,
Capitán de milicias regladas de caballería; el Sr. D. Antonio
Ruiz, Alcalde del barrio número 11, cuartel quinto; el Sr. D.
José Botello, Alcalde del barrio número 16, cuartel cuarto; el
Sr. D. Fermín de Tocornal, Alcalde del barrio número 20,
cuartel quinto; el Sr. Capitán urbano D. Francisco Mansilla,
Ayudante mayor interino de esta plaza; el Sr. D. Francisco
de Prieto y Quevedo, vecino y de este comercio; el Sr.
Teniente coronel de ejército, D. Alonso Quesada, Sargento
mayor de milicias regladas de infantería; el Sr. D. Vicente
Carvallo y Goyeneche, Capitán del regimiento de dragones;
el Sr. D. José Martínez de Hoz, de este comercio y
vecindario; el Sr. D. José Barrera, Oficial primero de la
Secretaría de Gobierno y Guerra del Virreinato; el Sr.
Alférez de fragata, D. Martin Thompson, Capitán de este
puerto; el Sr. Capitán graduado, D. Gregorio Belgrano,
Ayudante mayor de esta plaza; el Sr. Teniente Coronel
urbano, D. Fernando Díaz, Capitán de granaderos del
batallón número 4; el Sr. D. Ambrosio Lezica, de este
comercio; el Sr. D. Estevan Fernández, Capitán de
Blandenguez de esta frontera; el Sr. D. José María Morell y
Pérez, vecino y de este comercio; el Sr. D. Juan Bautista de
Elorriaga, de este comercio y vecindario; el Sr. D. José
Pastor Lezica, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Juan
Nepomuceno Sola, Cura rector de la parroquia de
Monserrat; el Sr. D. Juan Bautista Castro, vecino y de este
comercio; el Sr. D. José Francisco Vidal, Capitán de milicias
de infantería; el Sr. D. Saturnino Álvarez, Tesorero del Real
Consulado; el Sr. Dr. D. Agustín Pío de Elia, Abogado de
esta Real Audiencia; el Sr. D. Miguel de Escuti, vecino y del
comercio; el Sr. D. Pedro de Arteaga, Oficial segundo de la
Secretaría de Gobierno y Guerra del Virreinato; el Sr. D.
José María de las Carreras, vecino y del comercio el Sr. D.
Francisco Antonio de Letamendi, de este comercio y
vecindario; el Sr. D. José Moll, Alcalde de hermandad de la
banda del sur en esta capital; el Sr. D. Sebastián de Torres,
vecino y de este comercio; el Sr. D. José María Calderón,
Vista de la Real Aduana; el Sr. D. José Riera, vecino y del
comercio; el Sr. D. Raimundo Rial, Alcalde del barrio
número 19, cuartel quinto; el Sr. D. Domingo López, de este
vecindario; el Sr. D. José Nadal y Campo, Alcalde del barrio
número 14, cuartel cuarto; el Sr. D. Pablo Villarino, de este
vecindario; el Sr. D. Toribio Mier, vecino y del comercio; el
Sr. D. Ángel Sánchez Picado, Alcalde del barrio número 2,
cuartel segundo; el Sr. D. Juan Antonio Rodríguez, vecino y
de este comercio; el Sr. Dr. D. José Leide, Abogado de esta
Real Audiencia; el Sr. Coronel D. Manuel de Ascuenaga,
Comandante de regladas de infantería; el Sr. D. Basilio
Torrecillas, Alcalde de hermandad de la banda del norte en
esta capital; el Sr. D. Ruperto Alvarellos, de este vecindario y
comercio; —11→ el Sr. D. Juan Bautista Ituarte, vecino y
del comercio; el Sr. D. Manuel Martínez, vecino y del
comercio; el Sr. D. Francisco Antonio Escalada, Cónsul
moderno del Real Tribunal del Consulado; el Sr. D. Floro
Zamudio y Chavarria, Teniente Coronel urbano, y Capitán
del escuadrón de Húsares del Rey; el Sr. D. Hermenegildo
Aguirre; el Sr. D. Tomás Lezica, de este comercio; el Sr.
Teniente Coronel D. Juan Bautista Bustur, Sargento Mayor
del batallón número 3; el Sr. D. José León Domínguez,
Capitán con grado de Teniente Coronel de los granaderos,
del mismo batallón; el Reverendo Padre Maestro Fray
Ignacio Grela, del Orden de Predicadores; el Sr. D. Florencio
Terrada, Teniente Coronel y Comandante del batallón de
granaderos de Fernando VII; el Sr. Dr D. Cosme Argerich,
profesor de medicina; el Sr. Licenciado D. Justo García y
Valdez, profesor en la misma facultad; el Sr. D. Martín
Rodríguez, Teniente Coronel y Comandante del escuadrón
de Húsares del Rey; el Sr. D. Miguel Sáenz, Capitán del
mismo; el Sr. D. Gerónimo Lasala; el Sr. D. Felipe de Arana;
el Sr. D. Pedro Capdevila, de este comercio, el Sr. D. Matías
Irigoyen, Alférez de navío de la Real Armada; el Sr. D.
Ignacio de Rezaval, vecino y de este comercio; el Sr. D.
Manuel de Velasco, Oidor de esta Real Audiencia; el Sr. D.
Antonio Piran, Prior del Real Tribunal del Consulado; el Sr.
D. José Merelo, Teniente Coronel y Comandante del batallón
número 5; el Sr. D. Joaquín de la Iglesia, de este vecindario;
el Sr. D. Francisco Tomás de Anzotegui, Oidor Decano, de
esta Real Audiencia; el Sr. Teniente Coronel D. Bernabé San
Martín, Sargento Mayor del batallón de artillería,
denominado la Unión; el Sr. Dr. D. Manuel Belgrano,
Abogado de los Reales Consejos, y Secretario del Real
Tribunal del Consulado; el Sr. Coronel urbano D. Gerardo
Esteve y Llac, Comandante del batallón de artillería la
Unión, el Sr. Dr. D. Juan José Castelli, Abogado de esta Real
Audiencia; el Sr. D. Félix de Castro, Capitán de Patricios; el
Sr. Dr. D. Alejo Castex, Abogado de esta Real Audiencia, y
Teniente Coronel urbano; el Sr. D. Nicolás Vedia, Teniente
del regimiento fijo de infantería; el Sr. D. Juan Pedro
Aguirre, Teniente Coronel urbano; el Reverendo Padre Fray
Pedro Santibañez, Guardián de la Santa Recolección; el
Reverendo, Padre Fray Pedro Cortinas, Guardián del
convento de la Observancia; el Reverendo Padre, Prefecto
del convento Bethelemítico, Fray José Vicente, de San
Nicolás; el Sr. D. Juan Fernández de Molina, vecino y de este
comercio; el Sr. D. Francisco Marzano, Capitán con grado de
Teniente Coronel de granaderos del batallón número quinto;
el Sr. D. Antonio José Escalada, Chanciller de la Real
Audiencia; el Sr. D. Bernardino Rivadavia, de este
vecindario; el Sr. Dr. D. Francisco Planes, Catedrático de los
Reales Estudios; el Sr. Dr. D. Julián Segundo de Agüero,
Cura rector, más antiguo del Sagrario de la Catedral; el Sr.
Dr. D. Nicolás Calvo, Cura rector de la parroquia de la
Concepción; el Sr. Dr. D. Domingo y Belgrano, —12→
Canónigo de esta Santa Iglesia Catedral; el Sr. Dr. D.
Melchor Fernández, Dignidad de Chantre de la misma Santa
Iglesia; el Sr. Dr. D. Florencio Ramírez, Dignidad de Maestre
Escuela de la misma; el Sr. Dr. D. Antonio Sáenz, Secretario
del muy Venerable Cabildo Eclesiástico; el Sr. D. Tomás José
Boyzo, Escribano público y del número; el Sr. D. Juan de la
Elguera, vecino y de este comercio; el Sr. D. Juan Ignacio de
Escurra, de este comercio y vecindario; el Sr. D. Manuel del
Cerro Sáenz, Administrador en los ramos de Policía; el Sr.
Teniente Coronel urbano D. Agustín de Orta y Azamor,
Sargento Mayor del batallón número 5; el Sr. D. Juan
Ignacio Terrada, Teniente Coronel urbano; el Sr. D.
Francisco de Neira y Arellano, vecino y de este comercio; el
Sr. D. José Agustín Lizaur, vecino y del comercio; el Sr. D.
José Hernández, vecino y del comercio: el Sr. D. Benito de
Iglesias, vecino y del comercio; el Sr. D. Juan Almagro de La
Torre, Oidor honorario de la Real Audiencia de Charcas, y
Asesor General de este Virreinato; el Sr. D. Manuel Genaro
Villota, Fiscal de lo Civil y Real Hacienda, y honorario del
Supremo Consejo de Indias; el Sr. D. Juan Ramos, Teniente
Coronel urbano; el Sr. D. Miguel Ezquiaga, ídem; el Sr. D.
Felipe Cardoso, ídem; el Sr. D. Francisco Paso, de este
vecindario; el Sr. D. Lorenzo Machado, Alcalde del barrio
número 18, cuartel quinto; el Sr. D. José Antonio de
Echenagusia, ídem del barrio número 7, cuartel primero; el
Sr. D. José Antonio Lagos, de este vecindario; el Sr. D. Juan
Cornet y Prat, vecino y de este comercio; el Sr. D. Ramón de
Oromí, Contador mayor del Real Tribunal de cuentas; el Sr.
D. José Amat, Alcalde del barrio número 17, cuartel cuarto;
el Sr. Dr. D. Manuel Obligado, vecino y del comercio; el Sr.
Dr. D. Mariano Moreno, Abogado y Relator interino de esta
Real Audiencia; el Sr. D. Nicolás del Campo, Contador de
cuadrantes; el Sr. D. José Agustín Aguirre, de este comercio;
el Sr. D. Andrés de Lezica, ídem; el Sr. D. Manuel Barquin,
de este vecindario; el Sr. D. Pedro Baliño, de este vecindario
y comercio; el Sr. D. Domingo López; el Sr. D. Pedro
Cerviño, Teniente Coronel urbano; el Sr. Licenciado D.
Vicente López; el Sr. Licenciado D. Bernardo Nogué,
profesor en cirugía; el Sr. D. Francisco Xavier Macela,
Alcalde del barrio número 1, cuartel segundo; el Sr. D.
Manuel Ruiz Obregón, ídem del número 10, cuartel tercero;
el Sr. D. Francisco Dozal, del vecindario y comercio; el Sr.
Coronel urbano D. José Forneguera; el Reverendo Padre,
Dr. Fray Manuel Torres, Provincial del convento de la
Merced; el Reverendo Padre, Fray Juan Manuel Aparicio,
Comendador del mismo; el Sr. Dr. D. Juan Francisco Seguí,
Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Pedro de Usua,
vecino y de esté comercio; el Sr. Dr. D. Luis José Chorroarin,
Rector del Real Colegio de San Carlos; el Sr. D. Domingo
Mateu, de este comercio; el Sr. Dr. D. Juan José Paso,
Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Francisco Antonio
Herrero, vecino —13→ y de este comercio; el Sr. D.
Domingo Achaval, ídem; el Sr. D. José Martínez Escobar,
ídem; el Sr. Dr. D. Simón Cosio, Abogado de esta Real
Audiencia; el Sr. D. Ildefonso Paso, vecino y del comercio; el
Sr. Dr. D. Joaquín Campana, Abogado de esta Real
Audiencia; el Sr. Dr. D. José Darragueira, ídem; el
Reverendo Padre, Fray Ramón Álvarez, Provincial de San
Francisco; el Sr. Dr. D. Pascual Silva Braga, Presbítero; el
Reverendo Padre, Fray Manuel Alvariño, Prior de Santo
Domingo; el Sr. D. José Laguna, Capitán de fragata de la
Real Armada; el Sr. D. Francisco Antonio de Belaustegui,
vecino y del comercio; el Sr. D. José Antonio Capdevila,
ídem; el Sr. D. Marcelino Calleja Sáenz, Escribano de
Cámara de la Real Audiencia; el Sr. D. Gerardo Bosch,
vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Bonifacio Zapiola,
Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. Dr. D. Domingo
Viola, Presbítero; el Sr. Dr. D. Mariano Irigoyen, Abogado
de esta Real Audiencia; el Sr. D. Norberto Quirno, vecino y
del comercio; el Sr. Dr. D. Vicente Anastasio Echavarría,
Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. José María Riera,
vecino y del comercio; el Sr. D. Pedro Martínez Fernández,
ídem; el Sr. Dr. D. Bernardo de la Colina, Presbítero; el Sr.
Teniente Coronel urbano D. Francisco Pico, Capitán de
granaderos del primer batallón de Patricios; el Sr. D. Juan
Antonio Zelaya, vecino y del comercio; el Sr. D. José Martín
Zuloetas, ídem; el Sr. D. Olaguer Reinals, ídem; el Sr. Dr. D.
Juan Dámaso Fonseca, Cura rector más antiguo de la
Concepción; el Sr. Dr. D. Pantaleón Rivarola, Presbítero; el
Sr. Dr. D. Joaquín Griera, Abogado de la Real Audiencia; el
Sr. Dr. D. Manuel Alberti, Cura rector de San Nicolás; el Sr.
D. Miguel Gómez, de este vecindario; el Sr. D. José León
Planchon, Presbítero; el Sr. Dr. D. Juan León Ferragut,
Capellán del regimiento de dragones; el Sr. Brigadier D. José
Ignacio de la Quintana, Coronel de dicho regimiento; el Sr.
Capitán D. Pedro Durán, Sargento Mayor interino del
regimiento fijo; el Sr. D. Félix Casamayor, Ministro General
de Real Hacienda; el Sr. D. Francisco Orduña, Brigadier y
Subinspector del real cuerpo de artillería; el Sr. D. Juan
Bautista Otamendi, vecino y de este comercio; el Sr. D.
Ambrosio Pinedo, Capitán de dragones; el Sr. Dr. D. Vicente
Montes Carballo, Presbítero; el Sr. Dr. D. Ramón Vietes,
ídem; el Sr. D. Valeriano Barrera, de este vecindario; el Sr.
D. Juan Francisco Marcheses, ídem; el Sr. D. Antonio
Ramírez, ídem; el Sr. D. Henrique Ballesteros, ídem; el Sr.
Dr. D. Matías Patrón, Abogado; el Sr. D. Antonio Luis
Beruti; el Sr. D. Agustín Donado; el Sr. Teniente Coronel
urbano D. Manuel Pinto; el Sr. D. Mariano Conde, de este
vecindario; el Sr. D. Pedro Valerio Albano, ídem; el Sr. D.
Domingo French, ídem; el Sr. D. Vicente Dupuí, ídem; el Sr.
D. Mariano Orma, ídem; el Sr. D. Buenaventura de Arzac,
ídem; el Sr. D. Andrés de Aldao, ídem; el Sr. D. Juan Ramón
Urien, ídem.
—14→
Se empezó la Acta, leyéndose en públicas y altas voces por mí
el Actuario, y en virtud de mandato del Exmo.
Ayuntamiento, así el discurso que había, dispuesto el mismo
Exmo. Cabildo, para la apertura de esta sesión, como el
oficio con que solicitó el superior permiso para la formación
del Congreso General, y el pasado en contestación por el
Exmo. Sr. Virrey, dando la facultad para ejecutarlo, siendo
el tenor de todo, el siguiente.
¡Fiel y generoso pueblo de Buenos Aires!
«Las últimas noticias de los desgraciados sucesos de nuestra
metrópolis comunicadas al público de orden de este Superior
Gobierno, han contristado sobre manera vuestro ánimo, y os
han hecho dudar de vuestra situación actual de vuestra
suerte futura.
Agitados de un conjunto de ideas, que os han sugerido
vuestra lealtad y patriotismo, habéis esperada con ansia del
momento de combinarlas, para evitar toda división; y
vuestros representantes, que velan constantemente sobre
vuestra prosperidad y que desean con el mayor ardor
conservar el orden y la integridad de estos dominios, bajo la
dominación del Sr. D. Fernando VII, han obtenido del Exmo.
Sr. virrey permiso, franco para reuniros en un Congreso. Ya
estáis congregados: hablad con toda libertad, pero con la
dignidad propia, haciendo ver que eráis un pueblo sabio,
noble, dócil y generoso. Vuestro principal objeto debe ser
precaver toda división, radicar la confianza entre el súbdito y
el magistrado, afianzar vuestra unión recíproca y la de todas
las demás provincias, y dejar expedita vuestras relaciones
con los virreinatos del continente. Evitad toda innovación y
mudanza, pues generalmente son peligrosas y expuestas a
división. No olvidéis que tenéis casi a la vista un vecino que
acecha vuestra libertad, y no perderá ninguna ocasión en
medio del menor desorden. Tened por cierto que no podréis
por ahora subsistir sin la unión con las provincias interiores
del reino, y que vuestras deliberaciones serán frustradas si
no nacen de la ley, o del consentimiento general de todos
aquellos pueblos. Así, pues, meditad bien sobre vuestra
situación actual, no sea que el remedio, para precaver los
males que teméis, aceleren vuestra destrucción. Huid
siempre de tocar en cualquiera extremo, que nunca deja de
ser peligroso. Despreciad medidas estrepitosas o violentas, y
siguiendo un camino medio, abrazad aquel que sea más
sencillo y más adecuado para conciliar, con nuestra actual
seguridad y la de nuestra suerte futura, el espíritu de la ley y
el respeto a los magistrados».
—15→
Oficio del Exmo. Cabildo al
Exmo. Señor Virrey
Excelentísimo señor:
«Sabedor el pueblo de los funestos acaecimientos de nuestra
península, por los impresos publicados en esta ciudad de
orden de V. E., y animado de su innata lealtad a nuestro
Soberano, y de los sentimientos patrióticos con que siempre
se ha distinguido, vacila sobre su suerte futura, y el deseo de
que sea la más conforme a su felicidad y al objeto inalterable
de conservar íntegros estos dominios, bajo la dominación del
Sr. D. Fernando VII, le hace zozobrar en un conjunto de
ideas difíciles de combinar, y que si no se llegan a fijar
cuanto antes, pueden causar la más lastimosa fermentación.
Este Ayuntamiento, que vela sobre su prosperidad y se
interesa en gran manera por la unión, el orden y la
tranquilidad, lo hace presente a V. E. para evitar los
desastres de una convulsión popular, y desea obtener de V.
E. un permiso franco para convocar, por medio de esquelas,
la principal y más sana parte de este vecindario, y que en un
Congreso público exprese la voluntad del pueblo y acuerde
las medidas más oportunas para evitar toda desgracia y
asegurar nuestra suerte venidera. Sirviéndose V. E. disponer,
que en el día del Congreso se ponga una reforzada
guarnición en todas las avenidas, o bocas calles de la plaza
para que contenga todo tumulto, y que solo permita en ella
los que con la esquela de convocación acrediten haber sido
llamados.
Dios guarde a V. E. muchos años. Sala Capitular de Buenos
Aires, 21 de mayo de 1810.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yaniz - Manuel José de
Ocampo - Juan de Llano - Manuel Mancilla - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva.
Exmo. Sr. Virrey, D.
Baltazar Hidalgo de Cisneros.
Contestación
Excelentísimo señor.
«Acabo de recibir el oficio de V. E. de esta fecha, ahora que
son —16→ las diez de la mañana, por medio de sus dos
Diputados, a efecto de ponerlo en mis manos; y enterado de
su contesto, estoy desde luego pronto a acordar a V. E., como
lo ejecuto, el permiso que solicita para el fin y con las
condiciones que me indica en su citado; mediante lo que,
luego que V. E. me participe el día en que ha de celebrarse el
Congreso que se ha propuesto, dispondré que se aposten las
partidas que V. E. solicita, en las avenidas de las bocas calles
de la plaza, con los fines de evitar, según corresponde al
mejor servicio de S. M. y tranquilidad pública de esta
ciudad, cualquier tumulto o conmoción que pudiera ocurrir;
como igualmente para que sólo permitan entrar en ella a los
vecinos de distinción, que por medio de la esquela de
convocación acrediten en debida forma haber sido llamados
por V. E. al efecto. Y espero del discernimiento constante, y
acreditada fidelidad de V. E. e interés que siempre ha
manifestado por el bien público de esta ciudad, que como su
representante, esforzará todo el celo que lo caracteriza y
distingue, a fin de que nada se ejecute ni acuerde que no sea
en obsequio del mejor servicio de nuestro amado Soberano,
el Sr. D. Fernando VII, integridad de estos sus dominios y
completa obediencia al supremo gobierno nacional que lo
represente durante su cautividad, pues que, como V. E. sabe
bien, es la monarquía una indivisible, y por lo tanto debe
obrarse con arreglo a nuestras leyes, y en su caso, con
conocimiento o acuerdo de todas las partes que la
constituyen, aun en la hipótesis arbitraria de que la España
se hubiese perdido enteramente, y faltase en ella el gobierno
supremo representativo de nuestro legítimo Soberano.
Dios guarde a V. E. muchos años. Buenos Aires, 21 de mayo
de 1810.

Baltazar Hidalgo de Cisneros

Excelentísimo Cabildo Justicia y regimiento de esta Ciudad.»


Después de leído todo, y en circunstancias de deber
procederse a la votación por los Señores del Congreso, se
promovieron largas discusiones que hacían de suma
duración el acto. En cuyo estado, y para abreviar y
simplificar este en lo posible, atendida la multitud de
votantes, estrechez del tiempo y expectación en que se
hallaba el pueblo, se adoptó unánimemente el sistema de
fijar una proposición para absolverla respectivamente. Y
acordada la siguiente, a saber: «si se ha de subrogar otra
autoridad a la superior que obtiene el Exmo. Sr. Virrey,
dependiente de la metrópoli, salvando esta; e independientes,
siendo del todo subyugada,» fue desaprobada, y pedido que
se precediese a otra proposición más sucinta. Y publicada
esta, que era reducida a «si la Autoridad Soberana ha
caducado en la península, o se halla en incierto,» con la
calidad de que los Señores Vocales deberían entrar —17→
al acuerdo a poner su voto en secreto, fue igualmente
desatendida, y se pidió que la votación fuese pública; por lo
que se sentó el siguiente, a saber: «Si se ha de subrogar otra
autoridad a la superior que obtiene el Exmo. Sr. Virrey,
dependiente de la soberana; que se ejerza ilegítimamente a
nombre del Sr. D. Fernando VII, ¿y en quién?» Y habiendo
sido generalmente aprobada, se resolvió por los Señores del
Exmo. Ayuntamiento, que los Señores Vocales entrasen a la
Sala de acuerdos a poner su voto cada uno de por sí; y que
rubricándolo solamente, por simplificar el acto en lo posible,
lo publicase después el escribano. Y en su virtud se procedió
a la votación, en el orden y forma siguiente:
Por el Ilustrísimo Sr. Obispo, se dijo: Que
mediante las noticias de la disolución de la
Junta Central, en quien residía la
soberanía, infunde bastante probabilidad
para dudar de su existencia; consultando a
la satisfacción del pueblo, y a la mayor
seguridad presente y futura de estos
dominios por su legítimo Soberano el Sr.
D. Fernando VII, es de dictamen que el
Exmo. Sr. Virrey continúe en el ejercicio
de sus funciones, sin más novedad que la
de ser asociado para ellas del Sr. Regente,
y del Sr. Oidor de la Real Audiencia D.
Manuel de Velasco; lo cual se entienda
provisionalmente por ahora y hasta
ulteriores noticias; sin perder de vista
proporcionar aquellos medios que
correspondan, para que permanezca
expédita la comunicación con las ciudades
interiores del reino, con arreglo a la
proclama, del Exmo. Cabildo.
Por el Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz
Huidobro, se dijo: Que debía cesar la
autoridad del Exmo Sr. Virrey, y
reasumirla el Exmo. Cabildo como
representante del pueblo, para ejercerla
ínterin forme un gobierno provisorio
dependiente de la legítima representación
que haya en la península de la soberanía
de nuestro augusto y amado Monarca, el
Sr. D. Fernando VII; juntando esta
opinión en los datos que de palabra ha
manifestado al Exmo. Cabildo.
Por el Sr. Oidor D. Manuel José de Reyes,
se dijo: Que no encuentra motivo por
ahora para la subrogación; pero que en
caso de que la pluralidad de este ilustre
Congreso juzgue que lo hay, pueden
nombrarse de adjuntos, para el despacho
del gobierno, al Exmo. Sr. Virrey, los
Señores Alcalde ordinario de primer voto,
y Procurador Síndico general de ciudad.
Por el Sr. D. Diego de la Vega, Contador
Mayor Decano, se dijo: Que reproduce el
anterior voto del Sr. D. Manuel José de
Reyes, con solo la diferencia de que los
adjuntos al Exmo. Sr. Virrey sean de la
elección del Exmo. Cabildo.
Por el Sr. D. Pedro Viguera, Tesorero de
la Real Aduana se dijo: Que subsista el
Exmo. Sr. Virrey en la misma autoridad
que le ha conferido y puesto a su cargo el
Sr. Rey D. Fernando VII, y a su nombre la
Junta Central; y que en caso de haber
lugar a la subrogación a pluralidad de
votos, sea en el Brigadier, el Sr. D.
Bernardo de Velasco.
Por el Sr. D. Juan de Andrés de Arroyo,
Contador Mayor, se dijo: Que reproduce
el voto del Sr. D. Diego de la Vega.
Por el Sr. D. Bernardo Lecog, se dijo: Que
reproducía el voto del Exmo. Sr. D.
Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Coronel D. Joaquín Mosqueira, se
dijo: Que reproduce el voto del Exmo. Sr.
D. Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. D. Eugenio Balvastro, se dijo:
Que reproduce el voto del Exmo. Sr. D.
Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. D. Joaquín de Madariaga, se
dijo: Que igualmente reproduce el voto del
Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. D. José María Balvastro, se dijo:
Que se conformaba con el voto del
Teniente General, el Exmo. Sr. D. Pascual
Ruiz Huidobro.
—18→
Por el Sr. D. José Cerras y Valle, se dijo:
Que igualmente se conforma con el voto
del Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. D. Manuel Ventura de Haedo, se
dijo. Que se conformaba con el voto del
Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. Ballester se dijo: Que se
conformaba con el voto del Exmo. Sr. D.
Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. D. Manuel Antonio Bazo, se
dijo: Que reproduce el voto del Exmo. Sr.
D. Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. D. Francisco Xavier de Riglos, se
dijo: Que se conformaba con el parecer del
mismo Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz
Huidobro.
Por el Sr. D. Román Ramón Díaz, se dijo:
Que siga el Exmo. Sr. Virrey, y que en el
caso de que por mayoría de votos resulte
haber caducado el supremo gobierno, siga
asociado del Exmo. Cabildo.
Por el Sr. D. Feliciano Antonio Chiclana,
se dijo: Que reproduce el voto del Exmo.
Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro añadiendo
que el Sr. Síndico Procurador general
tenga voto decisivo en los negocios.
Por el Sr. D. Hipólito Vietes, se dijo: Que
se conforma con el voto anterior del Sr.
Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana.
Por el Sr. D. José Viamont, se dijo: Que se
Conforma igualmente con el voto del Sr.
Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana.
Por el Sr. D. Nicolás Peña, se dijo: Que se
conforma con el voto del Sr. Dr. D.
Feliciano Antonio Chiclana.
Por el Sr. D. Juan José de Rocha, se dijo:
Que se conforma con el voto del Sr. Dr. D.
Feliciano Antonio Chiclana.
Por el Sr. D. Juan Antonio Pereira, se dijo:
Que se conforma igualmente con el voto
del Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana.
Por el Sr. D. Estevan Romero, se dijo: Que
reproduce el voto del Exmo. Sr. Pascual
Ruiz, Huidobro.
Por el Sr. D. Juan de Almagro, Asesor
general, se dijo: Que no habiéndose
recibido, hasta ahora documento alguno
nacional que nos asegure de la total
pérdida de España, es de parecer que no
nos hallamos aun en el caso de causar
novedad alguna, pero que en el caso de
que la pluralidad determine que debe
hacerse novedad a fin de asegurar la
tranquilidad pública y alejar todo motivo
de recelo y desconfianza, se asocien al
Gobierno aquellas personas de mayor
probidad que tuviese por conveniente el
Exmo. Cabildo.
Por el Sr. Brigadier D. Francisco Orduña,
se dijo: Que por no estar perdida la
España, y porque no se han convocado las
demás provincias, es de parecer que siga el
Exmo. Sr. Virrey en el mando, y que por
lo demás no podía dar por ahora su voto.
Por el Sr. D. Ramón Balcarce, se dijo: Que
se conformaba en todo con el voto del Dr.
D. Feliciano Antonio Chiclana.
Por el Sr. D. Simón de Rejas, se dijo: Que
es de parecer debe existir la autoridad
superior en el Exmo. Sr. Virrey, y que en
caso de que a pluralidad de votos deba e
en el mando, se establezca una junta de
vecinos para el gobierno, nombrada por el
Exmo. Cabildo.
Por el Sr. Comandante D. Cornelio
Saavedra, se dijo: Que consultando la
salud del pueblo, y en atención a las
actuales circunstancias, debe subrogarse el
mando Superior, que obtenía el Exmo. Sr.
Virrey, en el Exmo. Cabildo de esta
capital, ínterin se forma la corporación o
junta que debe ejercerlo; cuya formación
debe ser en el modo y forma que se estime
por el Exmo. Cabildo, y no quede duda de
que el pueblo es el que confiere la
autoridad o mando.
Por el Sr. Comandante D. Pedro Andrés
García, se dijo: Que considerando la
suprema ley, la salud del pueblo, y
habiendo advertido, y aun tocado por sí
mismo, la efervescencia y acaloramiento
de él con motivo de las ocurrencias de la
metrópoli para que se varíe el gobierno,
que es a lo que aspira, cree de
absolutamente necesidad el que así se
realice, —19→ antes que tocar
desgraciados extremos; como los que se
persuade habría, si aun no se resolviese así
en la disolución de esta ilustre Junta. Lo
repite, por los conocimientos que en los
días de antes de ayer, ayer y anoche ha
tocado por sí mismo, tranquilizando los
ánimos de los que con instancia en el
pueblo así lo piden: en cuyo caso opina
que recaiga en el Exmo. Cabildo, por
ahora y mientras se resuelve la manera o
forma de gobierno que haya de
constituirse para la seguridad de estas
provincias en favor de la soberanía del Sr.
D. Fernando VII. En cuyo supuesto, si
puede, pide también que al Sr. Síndico
Procurador se le habilite con voto decisivo
en este Exmo. Cuerpo.
Por el Sr. D. Francisco Antonio Ortiz de
Ocampo, se dijo: Que reproduce el
dictamen del Sr. D. Cornelio Saavedra en
todas sus partes, añadiendo que tenga voto
decisivo el Sr. Síndico Procurador general.
Por el Sr. D. Manuel de Andrés de Pinedo
y Arroyo, se dijo: Que reproduce el voto
del Sr. D. Pedro Andrés García.
Por el Sr. D. Manuel de Luzuriaga, se dijo:
Que reproducía igualmente el voto del Sr.
D. Pedro Andrés García.
Por el Sr. D. Martín José de Ochoteco, se
dijo: Que conociendo el genio de los
habitantes de las provincias interiores, y a
efecto de evitar la separación de ellas de
esta capital y otros desastres lastimosos, es
su parecer siga el Exmo. Sr. Virrey,
acompañado del Alcalde de primer voto, y
del Sr. Dr. D. Julián de Leiva.
Por el Sr. D. Ulpiano Barreda, se dijo: Que
se conforma con el voto del Sr. D. Cornelio
de Saavedra en todas sus partes.
Por el Sr. D. Juan Canaveris, se dijo: Que
reproduce el voto del Sr. Dr. D. Feliciano
Antonio Chiclana.
Por el Sr. D. Hilario Ramos, se dijo: Que
se conforma con el voto del Sr.
Comandante D. Cornelio Saavedra.
Por el Sr. D. Justo Pastor Linch, se dijo:
Que se conforma con el voto del Sr. D.
Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Manuel de Lavalle, se dijo:
Que igualmente se conformaba con el voto
del Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Miguel de Irigoyen, se dijo:
Que se conforma con el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra, agregando que deba
tener voto decisivo el Sr. Síndico
Procurador.
Por el Sr. D. Vicente Capdevila, se dijo:
Que se conforma con el voto del Sr. D.
Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Diego de Herrera, se dijo:
Que reproduce el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra, con el aditamento de que tenga
voto decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. Dr. D. Gregorio Tagle, se dijo:
Que reproduce el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra, con el aditamento de que tenga
voto decisivo el caballero Síndico
Procurador.
Por el Sr. D. Agustín Pinedo, se dijo: Que
se conforma con el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra, con el mismo aditamento de que
tenga voto decisivo el Sr. Síndico
Procurador.
Por el Sr. D. Mariano Larrazábal, se dijo:
Que igualmente se conforma con el voto
del Sr. D. Cornelio Saavedra, y que
precisamente tenga voto decisivo el Sr.
Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Martín de Arandia, se dijo:
Que reproduce el dictamen del Sr. D.
Cornelio Saavedra, teniendo voto decisivo
el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. José Ignacio de la Quintana,
se dijo: Que interesado en el mejor
servicio de Dios, del Rey, y del honor y
tranquilidad del país, reproduce el voto
del Sr. D. Martín José de Ochoteco.
Por el Sr. D. Rodrigo Rábago, se dijo: Que
reproduce en todas sus partes el voto del
Sr. D. Pedro Andrés García.
Por el Sr. Fiscal de lo Civil, D. Manuel
Genaro Villota, se dijo: Que se conforma
con el voto del Sr. D. Manuel José de
Reyes.
Por el Sr. Dr. D. Domingo Belgrano, se
dijo: Que se conforma con el voto del —
20→ Sr. D. Cornelio Saavedra, debiendo
tener voto decisivo el Sr. Sindico
Procurador, y precisamente, para
establecer Junta a la mayor brevedad.
Por el Sr. Dr. D. Andrés Florencio
Ramírez se dijo: Que reproduce el voto
que acaba de leerse.
Por el Sr. Dr. D. Melchor Fernández, se
dijo: Que cree que este pueblo se halla en
estado de disponer libremente de la
autoridad; que por defecto o caducidad de
la Junta Central, a quien había jurado
obediencia, ha recaído en él en la parte
que le corresponde; y que en caso de
subrogarse, sea en el Exmo.
Ayuntamiento, mientras se establece el
modo y forma de gobierno.
Por el Sr. D. Francisco Tomás de
Anzótegui se dijo: Que se conforma con el
voto del Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Francisco de la Peña
Fernández, se dijo: Que mientras no
tengamos noticias más ciertas de nuestra
suerte en España, nada se innove; y en
absolución de la segunda parte de la
pregunta, se conforma con el voto del Sr.
D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Antonio Villamil, se dijo: Que
debe continuar el Exmo. Sr. Virrey con
todo el lleno de facultades que le conceden
las leyes; y en cuanto a la segunda parte de
la pregunta, se conforma con el voto del.
Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Manuel de Velasco, se dijo:
Que se conformaba con el voto del Sr. D.
Manuel José de Reyes.
Por el Sr. Dr. D. Agustín Fabre, se dijo:
Que se conformaba con el voto del Sr. D.
Pedro Andrés García.
Por el Sr. D. Joaquín Belgrano, se dijo:
Que se conformaba con el voto del Sr. D.
Pedro Andrés García; debiendo tenerlo
decisivo el caballero Síndico Procurador
general.
Por el Sr. D. Julián del Molino Torres, se
dijo: Que se conformaba con el voto del
Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Mariano García Echaburu, se
dijo: Que reproduce el voto dado por el Sr.
D. Cornelio Saavedra, y lo que ministra el
que ha producido el Sr. D. Pedro Andrés
García.
Por el Sr. D. Ildefonso Ramos, se dijo: Que
se conformaba con el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra, con la precisa calidad
de que el caballero Síndico Procurador
general deba tener voto con los demás
Señores Vocales.
Por el Sr. D. Francisco Xavier Pizarro, se
dijo: Que se conformaba en todo con el
voto del Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. José María Cabrer, se dijo:
Que se conformaba con el voto del Sr. D.
Manuel José de Reyes.
Por el Reverendo Padre Provincial de San
Francisco, Fray Ramón Álvarez, se dijo:
Que debe continuar en el ejercicio de su
autoridad; pero que en caso de que a
pluralidad de votos resulte haber cesado
en su autoridad, es de sentir que recaiga
en el Exmo. Ayuntamiento.
Por el Reverendo Padre Guardián de la
Observancia, Fray Pedro Cortinas, se dijo:
Que se conformaba en todo con el parecer
del Sr. Oidor, D. Manuel José de Reyes.
Por el Reverendo Padre Guardián de la
Santa Recolección, Fray Pedro Santibañes,
se dijo: Que en todo se conformaba con el
parecer del Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Reverendo Padre Provincial de la
Merced, Dr. Fray Manuel Torres, se dijo:
Que se conformaba en todo con la votación
del Sr. Comandante D. Cornelio Saavedra.
Por el Reverendo Padre Prior de Santo
Domingo, Fray Manuel Alvariño, se dijo:
Que se conformaba en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra.
Por el Reverendo Padre Comendador de
la Merced, Fray Juan Manuel Aparicio, se
dijo: Que se conformaba en todo con el
voto del Sr. D. Cornelio Saavedra,
reproduciéndolo en todas sus partes.
Por el Reverendo Padre Prefecto de
Bethelemitas, Fray José Vicente de San
Nicolás, se dijo: Que se conformaba en
todo con el voto del Sr. D. Manuel José de
Reyes.
Por el Reverendo Padre Maestro, Fray
José Ignacio Grela, se dijo: Que ha
fenecido —21→ la autoridad del Exmo.
Sr. Virrey, que esta debe recaer en el
Exmo. Cabildo, hasta tanto que, reunido el
pueblo por medio de los representantes
que el mismo elija, designe los sujetos que
deben componer la Junta Gubernativa
hasta la reunión de las provincias
interiores.
Por el S. Dr. D. Luis José de Chorroarin,
se dijo: Que bien consideradas las actuales
circunstancias, juzga conveniente al
servicio de Dios, del Rey y de la Patria, se
subrogue otra autoridad a la del Exmo. Sr.
Virrey; debiendo recaer el mando en el
Exmo. Cabildo, en el ínterin se dispone la
erección de una Junta de Gobierno y que
entretanto tenga voto decisivo el caballero
Síndico Procurador general.
Por el Sr. Dr. D. Francisco Planes, se dijo:
Que es de parecer, que en atención a los
justos clamores del pueblo, acerca de la
total pérdida de la península, D. Baltazar
Hidalgo de Cisneros subrogue el mando
político en el Exmo. Cabildo, y el militar
en el Sr. D. Cornelio Saavedra, por
convenir que la fuerza armada se halle
sólo bajo una cabeza; y que hecha la
abdicación por el Exmo. Sr. D. Baltazar
Hidalgo de Cisneros, se le deba a este
tomar residencia acerca de los
procedimientos de la Paz.
Por el Sr. Dr. D. Antonio Sáenz, se dijo:
Que ha llegado el caso de reasumir el
pueblo su originaria autoridad y derechos;
y mientras que los afianza en una junta
sabia y estable, deben subrogarse en el
Exmo. Cabildo, con voto en su lugar al
caballero Síndico Procurador general.
Por el Sr. Dr. D. Juan Dámaso Fonseca,
Cura rector de la Concepción, se dijo: Que
se conformaba con el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra.
Por el Sr. Dr. D. José León Planchon, se
dijo: Que habiendo caducado la autoridad
suprema, era su parecer recayese esta en
el Exmo. Cabildo, teniendo voto decisivo el
caballero Síndico Procurador general.
Por el Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno de
Sola, se dijo: Que en atención a las críticas
circunstancias del día, es de sentir que
debe subrogarse el mando en el Exmo.
Cabildo, con voto decisivo el caballero
Síndico Procurador general: debiéndose
entender esto provisionalmente, hasta la
erección de una Junta gubernativa cual
corresponde, con llamamiento de todos los
diputados del Virreinato.
Por el Sr. Dr. D. Ramón Vietes, se dijo:
Que ha fenecido la autoridad de la
Suprema Junta Central, y por
consiguiente la del Exmo. Sr. Virrey: que
esta autoridad recaiga interinamente en el
Exmo. Ayuntamiento, teniendo voto
decisivo el caballero Síndico Procurador
general, hasta que explorada por cuarteles
la voluntad del pueblo, se elijan los
miembros que hayan de constituir una
Junta provisional.
Por el Sr. Dr. D. Juan León Ferragut, se
dijo: Que en atención a las noticias
funestas que hemos tenido de Europa, y
haber, por consiguiente, fenecido la
Suprema Junta Central, en quien residía
la autoridad suprema, cuya dominación
habíamos jurado, juzga debe reasumirse el
derecho de nombrar superior en los
individuos de esta ciudad; y por
consiguiente el Exmo. Cabildo que la
representa, deberá gobernar
interinariamente, hasta que disponga, con
el pulso y prudencia que le es
característica, determinar el modo de
gobierno que sea más conveniente para la
seguridad de toda la América.
Por el Sr. Dr. D. Pantaleón de Rivarola, se
dijo: Que respecto a no estar instruido en
los datos suficientes para votar en materia
tan ardua, obedece y obedecerá, como
siempre lo ha practicado, a quien
representare la autoridad de nuestro
legítimo Soberano, el Sr. D. Fernando VII.
Por el Sr. Dr. D. Manuel Alberti, se dijo:
Que se conforma en todo con el voto del
Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola.
Por el Sr. Dr. D. Nicolás Calvo, Cura
rector de la Concepción, se dijo: Que para
la decisión de las gravísimas dudas, si ha
caducado la autoridad en la Suprema
Junta Central, en la Regencia
posteriormente nombrada, en el actual
virrey y en las demás autoridades, juzga
que, para no exponerse a una guerra civil,
se debe oír a los demás pueblos del
distrito, y que por lo tanto nos debemos
conservar en el actual estado hasta la
reunión de los Diputados de los pueblos
interiores con el de la capital.
—22→
Por el Sr. Dr. D. Bernardo de la Colina, se
dijo: Que por un principio de equidad, y
atendiendo a la unidad y precisas
relaciones de esta capital con los demás
pueblos interiores, y a los disturbios que se
originan de la mudanza de gobierno, debe
permanecer el actual; con la condición
que, para satisfacción completa de este
vecindario, se asocien al Exmo. Sr. Virrey
cuatro individuos, uno del estado
eclesiástico, otro del militar, otro profesor
del derecho y el último del comercio,
elegidos por el Exmo. Cabildo, hasta que
se reúnan los votos de las demás
provincias: y en caso de pluralidad de
votos para, la deposición del Virrey,
recaiga la elección de sujeto que lo releve,
en el Exmo. Cabildo.
Por el Sr. Dr. D. Pascual Silva Braga, se
dijo: Que en todas sus partes reproduce el
dictamen del Sr. D. Cornelio Saavedra.
Por el Sr. Dr. D. Cosme Argerich, se dijo:
Que habiendo caducado la suprema
Autoridad, debe esta reasumirse en el
pueblo, y por consiguiente interinamente
en el Exmo. Cabildo, hasta que con la
mayor brevedad disponga las
incorporaciones del vecindario, que por
medio de sus diputados deben formar la
Junta general del virreinato, hasta que las
provincias decidan el sistema de gobierno
que se deba adoptar.
Por el Sr. Licenciado D. Justo García y
Valdez, se dijo: Que para evitar los males
que ya amenaza la duda suscitada, si ya ha
caducado o no el gobierno supremo de la
metrópoli, conviene que recaiga el mando
en el Exmo. Cabildo interinamente, hasta
que se organice el gobierno que deberá
regirnos, teniendo siempre voto decisivo el
Sr. Síndico Procurador general.
Por el Sr. D. Marcelino Callejas, se dijo:
Que se conformaba en todo con el voto del
Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Miguel Gerónimo
Garmendia, se dijo: Que se conformaba en
todas sus partes Con el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra.
Por el Sr. D. José Superi, se dijo: Que se
conformaba en todo con el voto del Exmo.
Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro.
Por el Sr. D. Felipe Castilla, se dijo: Que
se conformaba en todo con el voto del Sr.
Dr. D. Luis José Chorroarin.
Por el Sr. D. Antonio Ruiz, se dijo: Que se
conformaba en todo con el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra.
Por el Sr. D. José Botello, se dijo: Que se
conformaba en todo con el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra.
Por el Sr. D. Fermín de Tocornal, se dijo:
Que se conformaba con el mismo dictamen
del Sr. D. Cornelio Saavedra, y voto
decisivo en el caballero Síndico
Procurador general.
Por el Sr. D. Francisco Mancilla, se dijo:
Que igualmente se conformaba en todas
sus partes con el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra.
Por el Sr. D. Francisco Prieto de Quevedo,
se dijo: Que ínterin no tengamos noticias
más ciertas de nuestra España, que no se
haga innovación alguna, y en cuanto a la
segunda parte de la pregunta, se conforma
con el voto del Sr. D. Manuel José de
Reyes.
Por el Sr. D. Alonso de Quesada, se dijo:
Que se conformaba en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra.
Por el Sr. D. Félix Casamayor, se dijo:
Que no contempla necesaria la
subrogación del mando, pero que para
conciliar los intereses del pueblo con los de
la buena y sana administración de justicia,
bastará se den por adjuntos al Exmo. Sr.
Virrey los Señores Alcalde de primer voto
y Síndico Procurador de esta Exma.
Ciudad; quienes convocarán a las capitales
y ciudades sufragáneas del virreinato,
para que en consorcio y reunión de sus
votos, se establezca el método de gobierno
sucesivo.
Por el Sr. D. Vicente Carvallo, se dijo: Que
se conforma en todo con el voto del Sr. D.
Cornelio de Saavedra; entendiéndose deba
tener voto decisivo el caballero Síndico
Procurador general.
Por el Sr. D. José Martínez de Hoz, se
dijo: Que no encuentra bastantes datos
para considerar necesaria la remoción del
Exmo. Sr. Virrey; pero que para evitar
todo —23→ recelo, gobierne con
asociación de dos individuos que tenga a
bien nombrar el Exmo. Cabildo.
Por el Sr. D. José Barreda, se dijo: Que
aun no encuentra mérito para tratarse de
hacer alteración sobre este actual
gobierno; pero que si obligase a ella la
pluralidad de vetos, se verifique por medio
de dos o más adjuntos que el Exmo.
Cabildo tenga a bien nombrar al actual
Virrey; sin perder de vista los
inconvenientes de la falta de previo
acuerdo con los gobiernos interiores.
Por el Sr. D. Martin Tompson, se dijo:
Que se conforma en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra, debiendo tener
voto el caballero Síndico Procurador
general.
Por el Sr. D. José Gregorio Belgrano, se
dijo: Que igualmente se conforma en todo
con el voto del Sr. D. Cornelio Saavedra, y
que tenga voto decisivo el caballero, dico
Procurador general.
Por el Sr. D. Saturnino Sarasa, se dijo:
Que se conforma igualmente con el voto
del Sr. D. Cornelio Saavedra, y que el
caballero Síndico Procurador general
tenga voto decisivo.
Por el Sr. D. Fernando Díaz, se dijo: Que
reproducía el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra en todas sus partes.
Por el Sr. Dr. Estevan Hernández, se dijo:
Que en todas sus partes reproducía el voto
del Sr. D. Cornelio Saavedra, y que el Sr.
Síndico Procurador general tenga voto
decisivo.
Por el Sr. D. José María Morell, se dijo:
Que se conforma con el voto del S. D.
Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Juan Bautista Elorriaga, se
dijo: Que mediante a no haber datos
bastantes por ahora, exista en el mando el
Exmo. Sr. Virrey; y que en el caso de que
la pluralidad de votos decida por su no
existencia en el mando, recaiga este en el
Exmo. Ayuntamiento.
Por el Sr. D. José Pastor Lezica, se dijo:
Que se conforma en todo con el voto del
Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola.
Por el Sr. D. Juan Bautista Castro, se dijo:
Que se conforma con el voto del Sr. D.
Luis José Chorroarin.
Por el Sr. D. Hermenegildo Aguirre, se
dijo: Que con concepto a haber caducado
la soberanía en la Suprema Junta Central,
es su dictamen se subrogue
provisionalmente el gobierno general del
Exmo. Sr. Virrey al Exmo. Cabildo,
previas las circunstancias de acompañar a
este Exmo. Ayuntamiento, en calidad de
concejeros por lo que pertenece a lo
político del gobierno, el Dr. D. Julián de
Leiva, el Sr. D. Juan José Casteli, el Dr. D.
Juan José Passo, el Dr. D. Mariano
Moreno; y en lo militar D. Cornelio de
Saavedra; todo esto provisionalmente,
hasta la formación del nuevo gobierno.
Por el Sr. D. José Francisco Vidal, se dijo:
Que reproduce en todas sus partes el voto
del Sr. Dr. D. Luis José Chorroarin.
Por el Sr. D. Agustín Pío de Elia, se dijo:
Que atentas las razones que han expuesto
los Señores D. Cornelio Saavedra y D.
Pedro Andrés García, reproduce el voto
del primero, concurriendo el Sr. Síndico
con voto activo.
Por el Sr. D. Miguel Escuti, se dijo: Que
no halla mérito para innovar; pero que en
el caso de que a pluralidad de votos deba
hacerse, que entonces gobierne el Exmo,
Virrey, asociado con los Señores Regente
de esta Real Audiencia y Síndico
Procurador General.
Por el Sr. D. Pedro Francisco de Arteaga,
se dijo: Que no halla mérito para innovar
el mando en el Exmo. Señor Virrey; y que
en caso de no tener la pluralidad de votos
para el privativo mando, siga asociado con
el Sr. Regente de la Real Audiencia, y el
caballero Síndico Procurador de ciudad;
opinando igualmente que de tratarse de
alguna innovación substancial, se acuerde
previamente con las provincias interiores.
Por el Sr. D. José María de las Carreras,
se dijo: Que reproduce el anterior voto —
24→ del Sr. D. Pedro de Arteaga, con
solo el aditamento de que en su caso deba
ser también adjunto el Sr. D. Cornelio de
Saavedra.
Por el Sr. D. Francisco Antonio de
Letamendi: Que en todo se conforma con
el voto del Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno de
Sola.
Por el Sr. D. Domingo López: Que
reproduce el voto del Sr. Dr. D. Juan
Nepomuceno de Sola.
Por el Sr. D. Ángel Sánchez Picado, se
dijo: Que reproduce en todas sus partes lo
expuesto por el Sr. D. Francisco de la Peña
Fernández.
Por el Sr. D. Basilio Torrecillas, se dijo:
Que sus sentimientos son iguales a los de
los Señores Doctores D. Juan Nepomuceno
de Sola y D. Manuel Alberti.
Por el Sr. D. Miguel Sáenz, se dijo: Que
reproduce en todo el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra, con la adición de que
tenga voto decisivo el caballero Síndico
Procurador general.
Por el Sr. D. Manuel Belgrano, se dijo:
Que reproduce el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra, y que el caballero Síndico
Procurador general tenga voto decisivo.
Por el Sr. Dr. D. Juan José Castelli, se
dijo: Que se conforma con el voto del Sr.
D. Cornelio Saavedra, con calidad de tener
voto decisivo, durante el gobierno en el
Exmo. Cabildo, el Sr. Síndico, y que la
elección de los vocales de la corporación se
haga por el pueblo, junto en cabildo
general sin demora.
Por el Sr. D. Matías de Irigoyen, se dijo
Que reproduce en todas sus partes el voto
del Sr. Dr. D. Juan José Castelli.
Por el Sr. D. Ignacio de Rezabal, se dijo:
Que entretanto no se tenga noticia positiva
de haber espirado en la península la
autoridad suprema legítima de la nación,
no se innove el sistema de gobierno: que
siga en el mando el Exmo. Sr. Virrey,
asociado por los Señores Alcalde de
primer voto y Síndico Procurador general
de ciudad, con advertencia, que por
ningún acontecimiento se altere en esta
ciudad el sistema político sin previo
acuerdo de los pueblos del distrito del
virreinato, por depender su existencia
política de su unidad con ellos.
Por el Sr. Prior del Real Consulado, D.
Antonio Piran, se dijo: Que se conformaba
con el voto del Sr. D. Manuel José de
Reyes.
Por el Sr. D. José Hernández, se dijo: Que
igualmente se conforma en todas sus
partes con el voto del Sr. D. Manuel José
de Reyes.
Por el Sr. Contador Mayor, D. Ramón de
Oromí, se dijo: Que no se cree con
autoridad alguna para influir con su voto
en alterar las autoridades constituidas; y
en el presente caso no le queda más que
desear que no se haga innovación alguna
en ellas.
Por el Sr. D. Pedro Baliño, se dijo: Que
ignora el supuesto de si la España existe o
no, e igualmente ignora si se debe o no
revalidar la autoridad del Exmo. Sr.
Virrey pero en caso que justos motivos
para ello hagan necesaria su separación
del mando, se haga cargo de él el Exmo.
Cabildo.
Por el Sr. Dr. D. Francisco Seguí, se dijo:
Que siendo un principio legal que es mejor
ocurrir en tiempo, que no, después de
recibir la herida, buscar remedio, debemos
aplicarle al presente caso en que nos
amenazan peligros bastantes inminentes,
atendida la notoria conmoción popular
por el conocimiento de haber llegado el
caso de reasumir sus derechos primitivos:
en cuya virtud, para evitarlos, juzga de
forzosa necesidad quede depositada la
autoridad interinamente en el Exmo.
Cabildo, hasta tanto que se explore la
voluntad general de los demás pueblos por
el medio más fácil que adopte el mismo
Exmo. Cabildo: debiendo tener voto activo
el caballero Síndico Procurador general, y
decisivo en caso de discordia.
Por el Sr. D. Felipe Cardoso, se dijo: Que
reproduce en todas sus partes el voto dado
por el Sr. Catedrático, Dr. Planes, con la
previa circunstancia de tener voto activo y
decisivo el caballero Síndico Procurador
general.
Por el Sr. D. Juan Ramón de Urien: Que
se conforma con el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra, debiendo tenerlo decisivo el
caballero Síndico Procurador general.
—25→
Por el Sr. D. Tomás José de Boyzo, se dijo:
Que se conforma en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra.
Por el Sr. D. Juan Antonio Zelaya, se dijo:
Que se conforma con el voto dado por el
Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. Nicolás de Bedia, se dijo: Que
reproduce el voto del Sr. D. Vicente
Carvallo.
Por el Sr. D. Norberto de Quirno y
Echandía, se dijo: Que reproduce el voto
del Sr. D. Manuel José de Reyes.
Por el Sr. D. Agustín de Orta y Azamor, se
dijo: Que reproduce el voto del Sr. D.
Manuel José de Reyes.
Por el señor Pedro Durán, se dijo: Que
reproduce el voto del Sr. D. Manuel José
de Reyes.
Por el Sr. D. Agustín Lizaur, se dijo: Que
se conforma con el voto del Sr. D. Pedro
Andrés García.
Por el Sr. D. José Antonio de Echenagusia,
se dijo: Que se conformaba con el
dictamen del Sr. D. Pedro Andrés Garela.
Por el Sr. D. José Soliveres, se dijo: Que
reproduce lo expuesto por el Sr. D. Pedro
Andrés García.
Por el Sr. Comandante D. Martín
Rodríguez, se dijo: Que en la
imposibilidad de conciliar la permanencia
de la autoridad del gobierno con la opinión
pública, reproducía en todas sus partes el
dictamen del Sr. D. Cornelio Saavedra, y
el de que el Sr. Síndico tenga voto activo y
decisivo en su caso, es decir, activo,
cuando no haya discordia, y decisivo
cuando la haya.
Por el Sr. Dr. D. Simón de Cosio, se dijo:
Que se conformaba en todas sus partes con
el antecedente dictamen del Sr. D. Martín
Rodríguez.
Por el Sr. Dr. D. José Darregueira, se dijo:
Que igualmente reproducía el parecer del
Sr. D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. Dr. D. José de Seide, igualmente
se reprodujo en todas sus partes el
antecedente dictamen del Sr. D. Martín
Rodríguez.
Por el Sr. Dr. D. Vicente Anastasio de
Echevarría, se dijo: Que igualmente se
conformaba en todo con el parecer del Sr.
D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. Dr. D. Bernardino Rivadavia, se
dijo: Que reproducía también el parecer
del Sr. D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. Dr. D. Mariano Irigoyen, se
dijo: Que igualmente reproducía el
parecer del Sr. D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. D. Francisco del Passo, se dijo:
que igualmente se conformaba con el
parecer del Sr. D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. Dr. D. Mariano Moreno, se dijo:
Que reproducía en todas sus partes el
dictamen del Sr. D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. D. Gerónimo de Lasala, se dijo:
Que también reproducía en todo el voto
del Sr. D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. D. Bernardo Nogué, se dijo: Que
se conformaba igualmente con el voto del
Sr. D. Martín Rodríguez.
Por el Sr. D. Juan Ramos, se reprodujo
igualmente el voto del Sr. D. Martín
Rodríguez.
Por el Sr. Dr. D. Juan José Passo, se dijo:
Que se conformaba con el voto del Sr. Dr.
D. Luis Chorroarín.
Por el Sr. D. Francisco Antonio Escalada,
se dijo: Que se conformaba en todas sus
países con el voto del Sr. Comandante D.
Martín Rodríguez.
Por el Sr. D. Tomás Antonio Lezica, se
dijo: Que reproducía el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra, teniendo voto decisivo
el caballero Síndico Procurador general.
Por el Sr. D. Francisco Antonio Herrero,
se dijo: Que se conformaba en todo con el
voto del Sr. D. Manuel de Reyes.
—26→
Por el Sr. D. Francisco de Neira y
Arellano, se dijo: Que igualmente se
conformaba en todo con el voto del Sr. D.
Manuel de Reyes.
Por el Sr. D. Francisco Antonio de
Belaustegui se dijo: Que reproducía en un
todo el voto del Sr. Oidor D. Manuel de
Reyes, añadiendo que se les oiga a los
vecinos citados y no concurridos.
Por el Sr. D. Pablo Villarino, se dijo: Que
se conformaba en todas sus partes con el
anterior voto del Sr. D. Francisco
Belaustegui.
Por el Sr. D. Juan Ignacio Escurra, se dijo:
Que se conformaba con el voto del Sr. D.
Manuel de Reyes, y adición hecha a este
por el Sr. D. Diego de la Vega.
Por el Sr. D. Olaguer Reinals, se dijo: Que
se conformaba con el dictamen del Sr.
Manuel de Reyes en el modo expuesto por
los tres precedentes Señores.
Por el Sr. D. Domingo Antonio Achaval, se
dijo lo mismo.
Por el Sr. Dr. D. Bonifacio Zapiola, se dijo
lo mismo.
Por el Sr. D. Lorenzo Machado, se dijo:
Que se conformaba en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra, y que lo tenga
decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Pedro Antonio Cerviño, se
dijo: Que atendiendo a la situación en que
se hallaba la España, y a las circunstancias
que nos rodean por los peligros que nos
amenazan, era de parecer que, a imitación
de la metrópoli, se forme una Junta de
gobierno de vecinos buenos y honrados, a
la elección del Exmo. Cabildo, que a
nombre del Rey Nuestro Señor D.
Fernando VII, atienda a la gobernación y
defensa de estos dominios, cuyo Presidente
puede ser el Exmo. Sr. Virrey, convocando
a las ciudades interiores para que envíen
sus vocales.
Por el Sr. D. José Martín de Zuloeta, se
dijo: Que ínterin no se sepa la pérdida de
España, y no haber dado motivo esta
autoridad, debe subsistir la misma; y en
caso de querer variar, se trate de llamar
Diputados de las Provincias del virreinato
para su seguridad, y además que
concurran a votar más de doscientos
vecinos de primer orden que faltan.
Por el Sr. D. José Antonio Capdevila, se
dijo: Que se conformaba con el voto del
Sr. Dr. D. Luis Chorroarin.
Por el Sr. D. Juan de la Elguera, se dijo:
Que se conformaba en todas sus partes con
el voto del Sr. Oidor D. Manuel de Reyes.
Por el Sr. D. Andrés de Lezica, se dijo:
Que se conformaba en todo con el parecer
del Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro,
teniendo el Sr. Síndico Procurador voto
decisivo en todo.
Por el Sr. D. Floro de Zamudio, se dijo:
Que se conformaba en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra, debiendo
tenerlo decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Manuel Antonio Barquin, se
dijo: Que, como vecino de Buenos Aires,
su Exmo. Cabildo se sometió a la suprema
autoridad, en cuyo caso votaba a favor del
Sr. Virrey el Exmo. Sr. D. Baltazar
Hidalgo de Cisneros.
Por el Sr. D. Domingo French, se dijo: Que
reproducía en todas sus partes el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra, y que lo tenga
activo y decisivo en sus casos el Sr. Síndico
Procurador.
Por el Sr. D. Vicente Dupuí, se reprodujo
el voto del Sr. D. Domingo French.
Por el Sr. D. Mariano Orma, se dijo: Que
igualmente reproducía el voto del Sr. D.
Domingo French.
Por el Sr. D. Buenaventura de Arzac, se
dijo: Que reproducía también el voto del
Sr. D. Domingo French.
Por el Sr. D. Juan Florencio Terrada se
dijo: Que se conformaba con el voto del
Sr. D. Cornelio, Saavedra, debiendo
tenerlo activo y decisivo el Sr. Síndico
Procurador general.
Por el Sr. D. Manuel Martínez y García, se
dijo Que reproducía el dictamen del Sr. D.
Juan Florencio Terrada.
Por el Sr. D. Domingo Mateu, se dijo: Que
igualmente se conformaba con el voto del
Sr. D. Juan Florencio Terrada.
—27→
Por el Sr. D. Juan Bautista Bustus, se dijo:
Que igualmente reproducía el voto del Sr.
D. Juan Florencio Terrada.
Por el Sr. D. José León Domínguez, se
dijo: Que también se conformaba con el
parecer del Sr. D. Juan Florencio Terrada.
Por el Sr. D. Pedro Capdevila, se dijo: Que
su dictamen era el mismo del Sr. D. Juan
Florencio Terrada.
Por el Sr. D. Felipe Arana se dijo: Que
reproducía el dictamen del Sr. D. Juan
Florencio Terrada.
Por el Sr. Dr. D. Joaquín Campana, se
dijo: Que también se conformaba con el
voto del Sr. D. Juan Florencio Terrada.
Por el Sr. D. Pedro Valerio Albano, se
dijo: Que se conformaba en todas sus
partes con el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra.
Por el Sr. D. Juan Fernández Molina, se
dijo: Que reproducía el voto del Sr. D.
Martín de Ochoteco.
Por el Sr. D. Pedro Martínez Fernández,
se dijo: Que reproducía el voto del Sr. Dr.
D. Bernardo de la Colina.
Por el Sr. D. Francisco Xavier Macera, se
dijo: Que se conformaba con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra, teniéndolo
activo y decisivo el Sr. Síndico
Procurador.
Por el Sr. D. Manuel Ruiz Obregón, se
dijo: Que reproducía en todas sus partes el
dictamen del Sr. D. Cornelio Saavedra,
teniendo voto activo y decisivo el Sr.
Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Manuel Obligado, se dijo:
Que en las circunstancias de no poderse
combinar la permanencia del Superior
Gobierno en el Exmo. Sr. Virrey, con el
concepto deducido por el pueblo, y bajo el
supuesto de haber caducado el de la
Suprema Junta Central, debe subrogarse
en el Exmo. Cabildo; entre tanto, de
acuerdo por convocatoria con las
Provincias del virreinato, se establece el
método conveniente a informar el
gobierno, y conservación de todas las
Américas a favor de la potestad en que
deba recaer: con calidad de otorgársele al
Sr. Síndico Dr. D. Julián Leiva, voto activo
en todas las materias, y decisivo un
igualdad.
Por el Sr. D. Vicente López, se dijo: Que
reproducía en todas sus partes el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra, teniéndolo
activo y decisivo en sus casos el Sr. Síndico
Procurador.
Por el Sr. D. Mariano Conde, se dijo: Que
reproducía el anterior voto del Sr. D.
Vicente López.
Por el Sr. D. Ambrosio Pinedo, se dijo:
Que reproducía el voto del Sr. D. Manuel
Belgrano en todas sus partes.
Por el Sr. D. Manuel Pinto, se dijo: Que
igualmente reproducía en todo el dictamen
del Sr. D. Manuel Belgrano.
Por el Sr. D. Antonio Luís Beruti, se dijo:
Que también reproducía en todas sus
partes el parecer del Sr. D. Manuel
Belgrano.
Por el Sr. D. Agustín José Donado, se dijo:
Que asimismo reproducía el voto del Sr. D.
Manuel Belgrano.
Por el Sr. Dr. D. Matías Patrón, se dijo:
Que reproducía en un todo el voto del Sr.
Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola.
Por el Sr. D. Henrique Ballesteros, se dijo:
Que se conformaba en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra, teniéndolo
decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Antonio Ramírez, se dijo:
Que igualmente se conformaba con el voto
del Sr. D. Cornelio Saavedra, y que lo
tenga decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Juan Francisco Marchesi, se
dijo: Que reproducía el voto del Sr. D.
Cornelio Saavedra, teniéndole activo y
decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Manuel del Cerro Sáenz, se
dijo: Que se conformaba con el dictamen
del Sr. D. Manuel José de Reyes.
—28→
Por el Sr. D. Valeriano Barreda, se dijo:
Que se conformaba en todo con el voto del
Sr. D. Cornelio Saavedra.
Por el Sr. Dr. D. Alejo Castex, se dijo. Que
se conformaba con el voto del Sr. Dr. D.
Juan Nepomuceno de Sola.
Por el Sr. D. Juan Pedro de Aguirre, se
dijo: Que igualmente se conformaba con el
voto del Sr. Dr. Sola.
Por el Sr. D. Miguel de Azcuenaga, se dijo:
Que en la hipótesis de que haya terminado
la representación de la Suprema Junta
Central de España, en lo que está al mayor
número de votos, es el suyo, reasuma el
mando el Exmo. Cabildo con voto activo
del Sr. Síndico Procurador actual, y
decisivo en caso de discordia; y para
constituir más el gobierno, de este público,
ejecutándolo lo más breve posible, y
convocando, como que es la puerta del
reino esta capital, a las demás provincias y
gobiernos, para sentar la autoridad que las
represente y rija, en seguridad de estos
dominios de la Corona, con voto en ella del
Sr. Alcalde de primer voto, y su actual
Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Antonio José Escalada, se
dijo: Que es de dictamen, que para que en
esta América del Sur no llegue a suceder lo
que ha sucedido en España, por el
abandono en que estaba cuando se
posesionaron de ella los franceses,
conviene que, sabido ya, como sabemos, el
agonizante estado de la Península, se
provea el urgentísimo remedio, de ponerse
de acuerdo con esta capital las provincias
interiores (que tanto distan unas de otras)
sobre el partido que deba tomarse para su
defensa, a fin de conservar ilesa a nuestro
amado y Señor Rey, D. Fernando VII, esa
parte de su monarquía. Que a este objeto
tan interesante como sagrado, conviene
que se subrogue en el Exmo. Cabildo de
esta capital el gobierno interinario; así por
el concepto en que esta el pueblo de que la
Autoridad Suprema la tiene devuelta por
falta de la legítima, como por la confianza
que en él tiene: y ser de presumir hagan lo
mismo las demás capitales de las
provincias del virreinato, por las
irrefragables pruebas que les tiene dadas
de su fraternidad y uniforme modo de
pensar sobre lo que mejor les conviene.
Que al Exmo. Cabildo le sea facultativo
nombrar Presidente y más vocales, si lo
tuviere por conveniente; teniendo la
debida consideración al mérito y
circunstancias del Exmo. Sr. Virrey, y
magistrados subalternos, y sobre todo a los
que contemple más capaces de
desempeñar el cargo. Que tiene también
por conveniente, y aun necesario, que el
Sr. Síndico Procurador actual de ciudad
tenga voto activo en las deliberaciones del
Exmo. Cabildo. Y finalmente que, siendo
suprema ley la salud del pueblo, presume,
según al incremento de opinión que este ha
tomado, y en el que se halla todo el reino,
que el medio que propone es el más
adecuado a salvar la Patria, cuyo interés
debe prevalecer al particular y a todo otro
respecto.
Por el Sr. D. Agustín de Aguirre, se dijo:
Que en todo se conforma con el dictamen
del Sr. D. Cornelio Saavedra, y que tenga
voto general en los asuntos el Sr. Síndico
Procurador.
Por el Sr. D. Félix de Castro, se dijo: Que
se conformaba con el parecer del Sr. Dr.
Sola.
Por el Sr. D. José María Riera, se dijo:
Que igualmente se conformaba con el voto
del Sr. Sola.
Por el Sr. D. Gerardo Esteve y Llac, se
dijo: Que se conformaba en todas sus
partes con el voto del Sr. D. Cornelio
Saavedra, y que lo tenga decisivo el Sr.
Síndico Procurador actual de ciudad.
Por el Sr. D. Juan Ignacio Ferrada, se
dijo: Que se conformaba en todas sus
cláusulas con el dictamen del Sr. D. Pedro
Cerviño.
Por el Sr. D. José Santos Inchaurregui, se
dijo: Que reproducía el voto del Sr. Dr. D.
Juan Nepomuceno de Sola.
Por el Sr. D. José Amat, se dijo: Que
igualmente reproducía el parecer del
expresado Sr. Dr. Sola.
Por el Sr. D. Bernabé San Martín, se dijo:
Que igualmente se conformaba en todas
sus partes con el dictamen del Sr. Dr. D.
Juan Nepomuceno de Sola.
—29→
Por el Sr. D. José Moll, se dijo: Que se
conformaba en todas sus partes con la
votación del Sr. Dr. D. Bernardo de la
Colina.
Por el Sr. D. José Merelo, se dijo: Que se
conformaba con el voto del Sr. D. Pascual
Ruiz Huidobro, y que tenga voto
consultivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Francisco Pico, se dijo que
reproducía lo expuesto por el Sr. D.
Cornelio Saavedra teniendo a más el Sr.
Síndico voto activo y decisivo.
Por el Sr. D. Gerardo Bosch, se dijo: Que
se conformaba con el parecer del Sr. D.
Martín José de Ochoteco.
Por el Sr. D. José Martínez de Escobar, se
dijo: Que se conformaba con el voto del
Sr. D. Cornelio de y Saavedra, y que lo
tenga decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. Dr. D. Joaquín Griera, se dijo:
Que habiendo espirado la legítima
autoridad, el pueblo reasume los derechos
primarios que tuvo para conferirla; y que
entretanto se forma una Junta sabia,
recaiga la autoridad en el Exmo. Cabildo,
teniendo en las materias de gobierno voto
decisivo el Sr. Síndico Procurador actual,
a quien por su idoneidad y conocimientos
lo nombra del modo que puede.
Por el Sr. D. José Laguna, se dijo. Que
reproducía en un todo el voto del Sr.
Manuel de Reyes.
Por el Sr, D. Toribio Mier, se dijo: Que se
conformaba en todas sus partes con el voto
del Sr. D. Cornelio de Saavedra, y que lo
tenga decisivo el Sr. Síndico Procurador.
Por el Sr. D. Andrés de Aldao, se dijo: Que
se conformaba con el voto del Sr. D.
Hipólito Vietes en todas sus partes.
Por el Sr. D. José Fornaguera, se dijo: Que
reproducía el voto dado por el Sr. D.
Martín José de Ochoteco.
Por el Sr. D. Juan Antonio Rodríguez, se
dijo: Que igualmente reproducía el voto
del Sr. D. Martín José de Ochoteco.

Concluida la votación, en la que han dejado de dar sus votos,


por haberse retirado antes de llegarles la vez, los Señores D.
Cristóval de Aguirre, D. Antonio Ortiz Alcalde, D. Jacinto de
Castro, D. Ambrosio Lezica, D. Saturnino Álvarez, D.
Sebastián de Torres, D. José María Calderón, D. José Riera,
D. Raimundo Real, D. José Nadal y Campo, D. Joaquín de la
Iglesia, D. Juan Bautista Ituarte, D. Francisco Marzano, Dr.
D. Julián Segundo de Aguero, D. José Antonio Lagos, D.
Juan Cornet, D. Nicolás del Campo, D. Francisco Dozal, D.
Pedro de Osua, y el Dr. D. Domingo de Viola; y no habiendo
concurrido más individuo, sin embargo de haberse repartido
cuatrocientas cincuenta esquelas; acordaron los Señores del
Exmo. Cabildo, que por ser ya pasada la hora de las doce de
la noche, y no ser posible continuar el trabajo y después del
incesante que se ha tenido en todo el día, se extienda la acta
con formalidad para el de mañana; citándose por carteles a
los Señores Vocales, para que a las tres de la tarde concurran
estas casas capitulares a suscribirlas, después le confrontarse
los votos, que hoy solamente han rubricado por simplificar el
acto: y por la misma razón, y por ser obra laboriosa que
exige algunas horas, determinaron que se suspenda también
hacer la regulación de votos para el día de mañana, no
obstante que alguna parte de los concurrentes ha pedido se
realice en el momento.
—30→
Con lo que se concluyó la acta que firmaron los Señores del
Exmo. Cabildo, de que doy fe:
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yañiz - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Licenciado D. Justo
José Núñez, Escribano público y de Cabildo.

Acta del día 23


En Buenos Aires, a 23 de mayo de 1810. Se congregaron en la
Sala de sus Acuerdos los Señores del Exmo. Ayuntamiento; a
saber: D. Juan José de Lezica y D. Martín Gregorio Yañiz,
Alcaldes ordinarios de primero y segundo voto; y Regidores
D. Manuel José Mancilla, Alguacil Mayor, D. Manuel José de
Ocampo, D. Juan de Llano, D. Jaime Nadal y Guarda, D.
Andrés Domínguez, D. Tomás Manuel de Anchorena, D.
Santiago Gutierrez, y el caballero Síndico Procurador
general, Dr. D. Julián de Leiva. Y estando así juntos y
congregados, reflexionaron que, sin embargo de haberse
fijado carteles, citando a los Señores Vocales del Congreso
general del día de ayer, para que hoy a las tres de la tarde
concurriesen a firmar la acta, no convenía por las
ocurrencias que han sobrevenido el que se hiciese nueva
reunión de concurrentes, ni se consideraba necesaria para el
fin indicado, supuesto que en el Congreso de ayer se
recogieron los votos rubricados, y se publicaron todos, cada
uno en el acto mismo, de haberse dado. En cuya virtud
acordaron, corra la acta en los términos en que está
extendida, sin recogerse las firmas de los Señores Vocales:
que se archiven los votos rubricados para cualquiera duda
que ocurra, y que se proceda inmediatamente a la regulación
de ellos, debiendo dos de los Señores Capitulares estar
prontos para prevenir a los que concurran, que se retiren
hasta nueva citación. En el acto procedieron a regular los
votos: y hecha la regulación con el más prolijo examen,
resulta, de ella, a pluralidad con exceso, que el Exmo. Señor
Virrey debe cesar en el mando, y recaer este
provisionalmente en el Exmo. Cabildo, con voto decisivo el
caballero Síndico Procurador general, hasta la erección de
una Junta que ha de formar el mismo Exmo. Cabildo en la
manera que estime conveniente; la cual haya de encargarse
del mando, mientras se congregan los Diputados que se han
de convocar de las provincias interiores para establecer la
forma de gobierno que corresponda. Y los Señores, tratando
de conciliar los respetos de la Autoridad Superior con el bien
general de estas interesantes provincias, propendiendo a su
unión —31→ con la capital, y a conservar franca la
comunicación don las demás del continente, cuyo objeto
jamás ha podido perderse de vista, acordaron que, sin
embargo de haber a pluralidad de votos cesado en el mando
el Exmo. Sr. Virrey, no sea separado absolutamente, sino que
se le nombren acompañados, con quienes haya de gobernar
hasta la congregación de los Diputados del virreinato: lo cual
sea, y se entienda, por una Junta compuesta de aquellos, que
deberá presidir, en clase de Vocal, dicho Señor Exmo.,
mediante a que para esto se halla con facultades el Exmo.
Cabildo, en virtud de las que se les confirieron en el citado
Congreso. Y mandaron que, para remover toda dificultad, se
proponga por oficio a S. E. este arbitrio, como único al
parecer capaz de salvar la Patria; manifestándole haber
cesado en el mando, con certificación que yo el actuario
deberé dar del resultado del Cabildo abierto. Se extendió el
oficio en los términos siguientes.

Oficio a su Excelencia
Excelentísimo Señor:
«Noticioso este Ayuntamiento de la consternación general
que habían causado en este pueblo los funestos acaecimientos
de nuestra Península, y que animado de su lealtad y
patriotismo dudaba en su situación actual, y de su suerte
futura, zozobrando en un conjunto de ideas diversas, que
exigían la más pronta combinación para evitar una
fermentación lastimosa; obtuvo de V. E. permiso franco para
convocar, por medio de esquelas, la principal y más sana
parte del vecindario, y que en un Congreso Público,
expresase la voluntad del pueblo, y acordase las medidas más
oportunas para evitar todas desgracias, y asegurar nuestra
suerte venidera: consultando por este medio este
Ayuntamiento el mejor orden y la conservación, integridad
de estos dominios, bajo la dominación del Sr. D. Fernando
VII; y habiéndolo verificado ayer día con toda la solemnidad
que corresponde, y con la dignidad y decoro que es propio de
este pueblo leal y generoso, ha acordado dicho Congreso, a
pluralidad de votos, que V. E. debe cesar en el ejercicio de su
autoridad, y esta recaer en el Ayuntamiento, según aparece
del adjunto certificado del Actuario, el cual servirá a V. E. de
bastante comprobante, en atención a que las circunstancias
críticas y urgentes no dan tiempo a extender testimonio de la
acta. Pero este Ayuntamiento, siguiendo siempre las ideas de
conciliar el respeto de la autoridad con la tranquilidad
pública, ha deliberado, como único medio para conseguirlo,
el nombrarle a V. E. acompañados en el ejercicio de sus
funciones, hasta que convocada —32→ la Junta general
del virreinato, resuelva lo que juzgue conveniente. Lo que
participa a V. E. para su perfecta inteligencia. Dios guarde a
V. E. muchos años. Sala Capitular de Buenos Aires mayo 23
de 1810.
Exmo. Sr.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yañiz - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano -Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva.
Excelentísimo Señor D.
Baltazar Hidalgo de Cisneros».
Y determinaron, que sin perder instantes, se le pase a S. E.
por medio de una diputación, que ha de componerse de los
Señores, D. Manuel José de Ocampo y el Dr. D. Tomás
Manuel de Anchorena: a quienes se encarga muy
especialmente, le hagan comprender el fin que se ha
propuesto este Cabildo con semejante arbitrio, y cuanto
interesa a la quietud pública y a la salud del pueblo el que se
lleve a su término, quedando abierto el acuerdo hasta que
regresen.
Regresaron los Señores Diputados y expusieron, que el
Exmo. Sr. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros se había allanado
de palabra, no sólo al arbitrio que se le proponía, sino
también a no tomar la menor parte en el mando, siempre que
ello se considerase necesario para la quietud pública, bien y
felicidad de estas provincias, pero que juzgaba por muy
conveniente el que se tratase el asunto con los Comandantes
de los cuerpos de esta guarnición, respecto a que la
resolución del Exmo. Cabildo, no parecía en todo conforme
con los deseos del pueblo, manifestados por mayoría de
votos: y que de cualquier modo estaba resignado en la
voluntad del Ayuntamiento, a quien dirigía la contestación
que entregaban, y es del tenor siguiente.
Contestación de su Excelencia
«Siempre han sido los deseos más vivos de mi corazón el
sacrificar los intereses todos, por mantener y conservar la
felicidad y seguridad de todos los pueblos y provincias, que la
dignación de nuestro muy amado Soberano, el Sr. D.
Fernando VIL, tuvo a bien poner bajo —33→ inmediato
mando. En este concepto, y atentas las extraordinarias
circunstancias que V. E. me manifiesta en su oficio de hoy,
me presto desde luego a adoptar el medio que me propone,
atento a que considera ser el único capaz de restablecer la
tranquilidad pública, y la confianza general, en que tanto me
intereso, y de la que he dado, hasta ahora pruebas tan
constantes: conciliando al mismo tiempo los respetos debidos
a la dignación en mi empleo, al Rey a quien represento y al
honor que tan dignamente ha sabido sostener siempre esta
Capital y sus fieles habitantes.
Dios guarde a V. E. muchos años. Buenos Aires 23 de mayo
de 1810.

Baltazar Hidalgo de Cisneros

Exmo. Cabildo, Justicia y Regimiento de esta Capital».


Enterados de todo los Señores, acordaron se convoque en el
acto a los Sres. Comandantes de los cuerpos. Y habiendo
estos personádose en la Sala, y oído el medio adoptado por el
Exmo. Cabildo, y la conformidad que había prestado el
Exmo. Sr. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, significaron que
lo que ansiaba el pueblo era el que se hiciese pública la
cesación en el mando del Exmo. Sr. Virrey, y reasunción de
él en el Exmo. Cabildo: que mientras no se verificase esto, de
ningún modo se aquietaría. Y los Señores, habiéndose
despedido los Sres. Comandantes, determinaron que en el
acto se forme el bando y se publique, fijándose en los lugares
acostumbrados: habiendo precedido el hacer presente esta
determinación al Sr. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros por
medio de una diputación, compuesta de los mismos Sres. D.
Manuel José de Ocampo y el Dr. D. Tomás Manuel de
Anchorena. Y contestado S. E. que estaba llano en que se
hiciese la publicación, mandaron se pase en el acto orden al
Administrador de Correos para que no permita salir posta ni
extraordinario a ningún destino hasta nueva providencia de
este Cabildo y Superioridad: y comisionaron al Sr. Alcalde
de primer voto para que libre las que fueren oportunas en las
materias de gobierno ejecutivas, servicio de plaza, y demás
que exijan pronto despacho. Con lo que se concluyó esta
acta, que firmaron dichos Señores, de que doy fe.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Licenciado D. Justo
José Nuñez, escribano público y de Cabildo.
—34→
Acta del día 24 de mayo
En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad,
Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 24 de mayo de
1810: los Señores del Exmo. Cabildo Gobernador, a saber:
D. Juan José de Lezica y D. Martín Gregorio Yanis, Alcaldes
ordinarios de primero y segundo voto, y Regidores, D.
Manuel Mancilla, Alguacil Mayor, D. Manuel José de
Ocampo; D. Juan de Llano, D. Jaime Nadal, y Guarda, D.
Andrés Domínguez; el Dr. D. Tomás Manuel de Anchorena,
D. Santiago Gutiérrez, y el Dr. D. Julián de Leiva, Síndico
Procurador general, dijeron: Que considerando los graves
inconvenientes y riesgos que podrían sobrevenir contra la
seguridad pública, si, conforme a lo resuelto a pluralidad de
votos en el Congreso General del día 22 del corriente, fuese
absolutamente separado del mando el Exmo. Sr. Virrey de
estas Provincias, D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, pues que
ellas podrían o no sujetarse a semejante resolución, o al
menos suscitar dudas sobre el punto decidido, en cuyo caso
serían consiguientes, males de la mayor gravedad; y
procediendo con arreglo a las facultades que se han
conferido a este Cabildo, a pluralidad de votos, en el citado
Congreso general, debían mandar y mandaron, lo primero:
Que continúe en el mando el Exmo, Sr. Virrey, D. Baltazar
Hidalgo de Cisneros, asociado de los Señores, el Dr. D. Juan
Nepomuceno de Sola, Cura rector de la parroquia de
Nuestra Señora de Monserrat de esta ciudad, el Dr. D. Juan
José Castelli, Abogado de esta Real Audiencia Pretorial, D.
Cornelio de Saavedra, Comandante del cuerpo de Patricios,
y D. José Santos de Inchaurregui de este vecindario y
comercio, cuya corporación o Junta ha de presidir el referido
Sr. Exmo. Virrey con voto en ella; conservando en lo demás
su renta, y altas prerrogativas de su dignidad, mientras se
erige la Junta general del virreinato. Lo segundo, que los
Señores que forman la precedente corporación, comparezcan
sin pérdida de momentos en esta Sala Capitular, a prestar el
juramento de usar bien y fielmente sus cargos, conservar la
integridad de esta parte de los dominios de América a
Nuestro Amado Soberano el Sr. D. Fernando VII y sus
legítimos sucesores, y observar puntualmente las leyes del
reino. Lo tercero, que luego que los referidos Señores presten
el juramento, sean reconocidos por depositarios de la
autoridad superior del virreinato por todas las corporaciones
de esta capital y su vecindario; respetando y obedeciendo
todas sus disposiciones, bajo las penas que imponen las leyes
a los contraventores: todo hasta la congregación de la Junta
general del virreinato. Lo cuarto, que faltando algunos de los
referidos Señores que han de componer la Junta de esta
capital, por muerte, ausencia o enfermedad grave, se reserva
este Cabildo nombrar el que haya de integrarla. Lo quinto,
que aunque se halla plenísimamente satisfecho de la —
35→ honrosa conducta y buen procedimiento de los Sres.
mencionados, sin embargo, para satisfacción del pueblo, se
reserva también estar muy a la mira de sus operaciones, y
caso no esperado, que faltasen a sus deberes, proceder a la
deposición; reasumiendo, para este solo caso, la autoridad
que le ha conferido el pueblo. Lo sexto, que los referidos
Señores, inmediatamente después de recibidos en sus
empleos, publiquen una general amnistía en todos los sucesos
ocurridos el día 22, en orden a opiniones sobre la estabilidad
del Gobierno: y para mayor seguridad, este Exmo. Cabildo
toma desde ahora bajo su protección a todos los vocales que
han concurrido al Congreso general, ofreciendo que contra
ninguno de ellos se procederá directa ni indirectamente por
sus opiniones, cualesquiera que hayan sido. Lo séptimo, que
con el mismo objeto de consultar la seguridad pública,
quedarán excluidos los referidos señores, que componen la
Junta provisional, de ejercer el poder judiciario, el cual se
refundirá en la Real Audiencia, a quien se pasarán todas las
causas contenciosas que no sean de gobierno. Lo octavo, que
esta misma Junta ha de publicar todos los días primeros del
mes un estado, en que se del razón de la administración de
Real Hacienda. Lo nono, que no pueda imponer pensiones,
pechos, ni contribuciones, sin previa consulta y conformidad
de este Exmo. Cabildo. Lo décimo, que no se obedezca
ninguna orden, o providencia del Exmo. Sr. Virrey, sin que
vaya rubricada de todos los demás individuos que deben
componer la Junta. Lo undécimo, que los referidos señores
despachen sin pérdida de tiempo órdenes circulares a los
jefes de lo interior, y demás a quienes corresponda,
encargándoles muy estrechamente, y bajo de
responsabilidad, hagan que los respectivos Cabildos de cada
uno convoquen por medio de esquelas la parte principal y
más sana del vecindario, para que, formado un Congreso de
solos los que en aquella forma hubiesen sido llamados, elijan
sus representantes y estos hayan de reunirse a la mayor
brevedad en esta Capital para establecer la forma de
Gobierno que se considere más conveniente. Lo, duodécimo,
que elegido a el Representante de cada Ciudad o Villa, tanto
los electores, como los individuos capitulares, le otorguen
poder en pública forma, que deberán manifestar cuando
concurran a esta Capital, a fin de que se verifique su
constancia: jurando en dicho poder no reconocer otro
Soberano que al Sr. D. Fernando VII y sus legítimos
sucesores, según el orden establecido por las leyes, y estar
subordinado al Gobierno que legítimamente les represente.
Lo decimotercio, que cada uno, de los Señores de la Junta
tenga el tratamiento de Excelencia, reservándose a la
prudencia de ella misma la designación de los honores que se
le hayan de hacer, y distinciones de que deban usar. Cuyos
capítulos mandan se observen puntual e inviolablemente: y
que para que llegue a noticia de todos, se publique esta acta
por bando, fijándose en los lugares acostumbrados. Y
firmaron, de que doy fe.
—36→
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Licenciado D. Justo
José Núñez, Escribano público y de Cabildo.
Concluida la acta que precede, los mismos Señores del Exmo.
Cabildo Gobernador trataron sobre que, sin embargo de ser
el medio adoptado el más propia a radicar la confianza de los
pueblos del virreinato, y asegurar nuestra situación actual y
nuestra suerte futura, era de necesidad indispensable,
atendidas las presentes circunstancias, proceder con el
mayor pulso y prudencia en su publicación: pues aunque
habían sido elegidos para vocales de la Junta provisoria,
sujetos que no podían menos de merecer la confianza del
pueblo, podría este quizá trepidar en la elección de
Presidente Vocal, hecha en la persona del Exmo. Sr. D.
Baltazar Hidalgo de Cisneros, no obstante que con esa única
investidura se le conserva en el mando por fines de
conveniencia pública. Y con consideración a todo, acordaron
de unánime conformidad explorar la voluntad de los Sres.
Comandantes de los cuerpos de esta guarnición, instruirles
de la resolución y de su objeto, y exigir de ellos si se hallan en
ánimo y posibilidad de sostenerla: para lo cual mandaron
que en el acto sean citados en esta Sala Capitular. Y
comparecieron en ella los Sres. D. José Ignacio de la
Quintana, Coronel de Dragones; D. Francisco Rodrigo; D.
Cornelio de Saavedra, Comandante de Patricio; D. Gerardo
Esteve y Llac, de Artilleros de la Unión; D. Juan Florencio
Terrada, de Granaderos de Fernando VII; D. Francisco
Antonio Ortiz de Ocampo, de Arribeños; D. Pedro Andrés
García, de Montañeses; D. Martín Rodríguez, de Húsares del
Rey; D. Manuel Ruiz, de Naturales; y D. José Merelo, de
Andaluces,
El Sr. Alcalde de primer voto les hizo presente el objeto de la
convocatoria; expresándole que el Exmo. Cabildo
Gobernador contaba con su auxilio para llevar a efecto las
resoluciones que había tomado en tan críticas como
extraordinarias circunstancias. Contestaron unánimemente,
que estaban aparejados y dispuestos a sostener la autoridad
que por voto del pueblo había reasumido el Exmo. Cabildo.
A consecuencia se leyó por mí, el actuario, la acta celebrada
el día de hoy, en que resulta establecida la Junta provisoria.
Los Señores Comandantes, después de algunas discusiones
promovidas sobre la materia, y especialmente por D. Pedro
Andrés García sobre que, si el Exmo. Cabildo volvía a
reasumir el mando, debería tener voto decisivo el caballero
Síndico Procurador general; y por D. Cornelio de Saavedra,
sobre qué debía reformarse la elección del vocal hecha en —
37→ su persona y recaer en el caballero Síndico, porque no
quería ser censurado en lo más mínimo; contestes
expusieron, que aquel arbitrio era desde luego el único que
podía adoptarse en las actuales circunstancias, como el más
propio a conciliar los extremos que debían constituir nuestra
seguridad y defensa: que no dudaban sería de la aceptación
del pueblo. Ofrecieron contribuir de su parte a que quedase
plantificado, y se retiraron, reiterando las mismas ofertas.
Los Señores, en vista de ellas, acordaron se. proceda en el
día: a la instalación de la Junta; y que al efecto sean citados
inmediatamente los Señores Vocales electos, para que a las 3
de la tarde, con precisión, comparezcan en esta Sala
Capitular. Que al propio tiempo pase una diputación,
compuesta de los Señores D. Manuel José de Ocampo y el Dr.
D. Tomás Manuel de Anchorena, a prevenir la misma
comparencia al Exmo. Sr. Presidente Vocal, manifestándole
el fin de ella, y el ceremonial dispuesto para el caso: y que se
convoque igualmente a los tribunales todos y corporaciones,
Reverendo Obispo, Cabildo Eclesiástico, Prelados de las
Religiones, y Jefes de los cuerpos, a fin de que presencien el
juramento que han de prestar los Señores Vocales electos en
manos del Señor Alcalde de primer voto, de desempeñar bien
y fielmente los cargos que se les confieren, conservar la
integridad de esta parte de América a nuestro amado
Soberano, el Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores, y
guardar puntualmente las leyes del reino. Y mandaron, que
por el Señor Alcalde de primer voto se impartan las órdenes
necesarias para que la ceremonia se celebre con todo el
aparato debido, y para que inmediatamente después de
concluida la instalación de la Junta, se publique el bando.
Tuvieron presente los Señores deberse obsequiar a los
oficiales y tropa de la primera guardia de honor que se ha
puesto a este Cabildo Gobernador; y mandaron que por el
Tesorero de propios se entreguen a cada uno de los cuatro
oficiales un relox bueno, y se repartan cien pesos entre la
tropa. Con lo que se concluyó la acta, que firmaron dichos
Señores, de que doy fe.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Licenciado D. Justo
José Núñez, Escribano público y de Cabildo.

Acta de la instalación de la primera


Junta
En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad,
—38→ Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 24 de
Mayo de 1810: estando congregados a la hora señalada en su
Sala Capitular los Señores del Exmo. Cabildo Gobernador, y
colocados bajo de docel, con sitial por delante y en él la
imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios, comparecieron
el Exmo. Sr. Presidente y Señores Vocales electos de la Junta
Provisoria Gubernativa, D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, D.
Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola, Dr.
D. Juan José, Castelli y D. José Santos de Inchaurregui:
ocuparon los respectivos lugares que se les tenían designados,
siendo el del Exmo. Sr. Presidente en el cuerpo capitular, a la
derecha del Señor Alcalde de primer voto; y este arengó al
concurso, que se componía de algunos Señores Ministros de
la Real Audiencia, Contadores Mayores, Reverendo Obispo,
Ministros de Real Hacienda, Dignidades y Prebendados,
Prelados de las religiones, Jefes Comandantes de los cuerpos
y empleados; haciéndoles entender el fin de aquella
concurrencia, y me ordenó a mí el actuario leyese la acta de
elección de la Junta, lo que así verifiqué. Después de esto, los
Señores Presidente y Vocales por su orden, hincados de
rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos
Evangelios, juraron desempeñar legalmente sus respectivos
cargos, conservar íntegros estos dominios al Señor Don
Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar
puntualmente las leyes del reino.
Concluida esta ceremonia, dejó el Exmo. Cabildo el lugar
que ocupaba bajo de docel, y se colocaron en él los Señores
Presidente y Vocales de la Junta: y de allí el Exmo. Señor
Presidente dirigió la voz al concurso y al pueblo, incitándoles
a la confianza, y manifestándoles que sus ideas y las de la
Junta no serían otras que las de propender a la seguridad y
conservación de estos dominios, y a mantener el orden, la
unión y la tranquilidad pública. Con lo que se concluyó la
acta, retirándose los Señores Vocales, por entre un
numerosísimo concurso, a la real Fortaleza, con repiques de
campanas y salva de artillería en aquella, a donde pasó
inmediatamente, el Exmo. Cabildo a cumplimentar a los
Señores Vocales. Y lo firmaron, de que doy fe.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Baltazar Hidalgo de
Cisneros - Cornelio de Saavedra - Dr. Juan Nepomuceno Sola -
Dr. Juan José Castelli - José Santos de Inchaurregui
- Licenciado, D. Justo José Núñez, Escribano público y de
Cabildo.
Acta del día 25 de mayo
En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad,
Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 25 de Mayo de
1810: estando juntos y congregados en la Sala de sus
acuerdos los Señores del Exmo. Ayuntamiento, a saber: D.
Juan José de Lezica y D. Martín Gregorio Yanis, Alcalde
ordinario de primero y segundo voto; y Regidores, D.
Manuel Mancilla, Alguacil mayor, D. Manuel José de
Ocampo, D. Juan de Llano, D. Jaime Nadal y Guarda, D.
Andrés Domínguez, el Dr. D. Tomás Manuel de Anchorena y
D. Santiago Gutiérrez, con asistencia del caballero Síndico
Procurador general, Dr. D. Julián de Leiva; se recibió un
pliego con oficio de la Exma. Junta gubernativa, fecha de
ayer a las 9 y media de la noche; cuyo tenor es el siguiente:

—39→
Oficio de la Exma. Junta
Exmo. Señor:
«En el primer acto que ejerce esta Junta gubernativa, ha sido
informada por dos de sus Vocales de la agitación en que se
halla alguna parte del pueblo, por razón de no haberse
excluido al Exmo. Señor Vocal Presidente del mando de las
armas: lo que no puede ni debe ser, por muchas razones de la
mayor consideración. Esto le causa imponderable
sentimiento, y motiva a trasladarlo a su conocimiento, para
que proceda a otra elección en sujetos que puedan merecer la
confianza del pueblo, supuesto que no se la merecen los que
constituyen la presente Junta; creyendo que será el medio de
calmar la agitación y efervescencia que se ha renovado entre
las gentes. La resolución es de urgentísima expedición; de
modo que, sin pérdida de instantes, será preciso que V. E. se
junte en Cabildo y se expida como corresponde: en la
inteligencia de considerarse con el poder devuelto.
Dios guarde a V. E. muchos años. Buenos Aires, 24 de mayo
de 1810.
Baltazar Hidalgo de Cisneros - Cornelio de Saavedra - Dr. Juan
Nepomuceno Sola - Dr. Juan - José Castelli - José Santos de
Inchaurregui.
Exmo. Sr. Cabildo, Justicia y Regimiento de esta Capital».
—40→
Y los Señores, reflexionando que la Exma. Junta, desde su
instalación celebrada con toda solemnidad el día de ayer,
recibió la autoridad que residía en este Ayuntamiento, y
antes obtenía el Exmo Sr. Virrey; que se halla sin facultades
para renunciarla; que lo que en su concepto solicita alguna
parte del pueblo, no debe influir a la menor innovación; y
que teniendo el mando de las armas, está estrechada a
sujetar con ellas esa parte descontenta; acordaron, se le
conteste sin pérdida de instantes, en estos términos:
haciéndola responsable de lo contrario de las consecuencias
que pueda causar cualquiera variación en lo resuelto. Y en el
acto se le pasó oficio del tenor siguiente.
Oficio del cabildo a la Junta
Exmo. señor:
«Desde que los individuos de esa respetable Junta prestaron
el juramento de desempeñar fiel y legalmente el cargo que se
les ha conferido por este Ayuntamiento, en virtud de las
facultades que le confió el pueblo, V. E. se ha encargado de la
autoridad que residió en este Ayuntamiento, y que
anteriormente obtenía el Exmo. Sr. Virrey; de la cual no
tiene V. E. facultad para desprenderse. En esta atención, y de
que lo que solicita alguna parte del pueblo en concepto de V.
E., no puede ni debe ser, por muchas razones de la mayor
consideración; teniendo V. E. las fuerzas a su disposición,
está en la estrecha obligación de sostener su autoridad,
tomando las providencias más activas y vigorosas para
contener esa parte descontenta: y de lo contrario este
Ayuntamiento hace responsable a V. E. de las funestas
consecuencias que pueda causar cualquiera variación en lo
resuelto.
Dios guarde a V. E. muchos años. Sala Capitular de Buenos
Aires, y Mayo 25 de 1810.
Exmo. Señor:
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yaniz - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutierrez - Dr. Julián de Leiva.
Exmo. Sr. Presidente y Vocales de la Junta Superior
provisional gubernativa».
—41→
En estas circunstancias ocurrió multitud de gente a los
corredores de las casas capitulares, y algunos individuos en
clase de Diputados, previo el competente permiso, se
personaron en la Sala, exponiendo, que el pueblo se hallaba
disgustado y en conmoción; que de ninguna manera se
conformaba con la elección de Presidente Vocal de la Junta,
hecha en el Exmo. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, y mucho
menos con que estuviese a su cargo el mando de las armas;
que el Exmo. Cabildo, en la erección de la Junta y su
instalación, se había excedido de las facultades que a
pluralidad de votos se le confirieron en el Congreso general;
y que, para evitar desastres que ya se preparaban según el
fermento del pueblo, era necesario tomar prontas
providencias y variar la resolución comunicada al pueblo por
bando. Los Señores procuraron serenar aquellos ánimos
acalorados, y les suplicaron aquietasen la gente que ocupaba
los corredores; en la inteligencia que, si el Cabildo había
procedido a erigir la Junta en el modo que aparecía del
bando, fue por haberse considerado con facultades a virtud
de las que le confirió el Congreso a pluralidad de votos, y por
haber creído que aquel era el medio más adecuado a nuestra
seguridad y defensa, y a la conservación de estos dominios.
Que sin embargo de todo, meditaría sobre el asunto con la
reflexión y madurez que exigía por sus circunstancias, que
estuviese cierto el pueblo, que a su Representante no le
animaban otras miras que las del mejor bien y felicidad de
esas Provincias. Con lo que se despidieron los precitados
individuos, suplicando que no se perdieran momentos, pues
de lo contrario podrían resultar desgracias demasiado
sensibles y de nota para el pueblo de Buenos Aires.
Con estos datos volvieron los Señores a tratar de la materia,
y después de varias reflexiones vinieron a convenir en que
cualquiera innovación, en lo resuelto el día de ayer,
produciría males de la mayor entidad, pues que los pueblos
del virreinato, y aun los del continente, entrarían en
desconfianzas al observar una tan repentina variación: y al
ver que al Jefe de estas Provincias no se le dejaba la menor
autoridad, sería consiguiente la división, y este el primer
eslabón de nuestra cadena. Que la insistencia de una parte
descontenta del pueblo no debía exponernos a consecuencias
de tanto bulto, y era necesario contenerla por medio de la
fuerza: pero que, estando esta a cargo de los Comandantes
de los cuerpos, era también preciso explorar nuevamente su
ánimo, no obstante que el día de ayer se comprometieron a
sostener resolución y la autoridad de donde dimanaba. En
cuya virtud acordaron, se cite a todos en el acto, para que
inmediatamente comparezcan en esta Sala Capitular: y se les
pasó la esquela siguiente.
—42→
Esquela
«Ofreciéndose tratar asunto muy urgente e interesante al
bien común en este Cabildo, suplica a V. S. con el mayor
encarecimiento se digne concurrir a su Sala Capitular, hoy
25 a las 9 y media de la mañana precisamente: a lo que
quedará reconocido».
Comparecieron puntualmente a la hora señalada los
Señores: D. Francisco Orduña, Comandante de Artillería; D.
Bernardo Lecog, de Ingenieros, D. José Ignacio de la
Quintana, de Dragones; D. Estevan Romero, segundo de
Patricios; D. Pedro Andres García, de Montañeses; D.
Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, de Arribeños; D. Juan
Florencio Terrada, de Granaderos de Fernando VII; D.
Manuel Ruiz, de Naturales; D. Gerardo Esteve y Llac, de
Artilleros de la Unión; D. José Merelo, de Andaluces; D.
Martín Rodríguez, de Húsares del Rey; Lucas Vivas, del
segundo escuadrón de Húsares; D. Pedro Ramón Núñez, del
tercero; D. Alejo Castex, de Migueletes; y D. Antonio
Luciano Ballesteros, de Quinteros: y habiendo tomado la voz
el caballero Síndico Procurador general, les hizo entender el
conflicto en que se hallaba el Exmo. Cabildo, los males que
iban a resultar siempre en lo resuelto: y recordándoles su
comprometimiento del día anterior, les significó que
expresasen francamente su sentir, si se podría contar con las
armas de su cargo para sostener el Gobierno establecido.
Contestaron todos por su orden, a excepción de los tres
primeros que nada dijeron, que el disgusto era general en el
pueblo y en las tropas por la elección de Presidente, Vocal de
la Junta, hecha en la persona del Exmo. Sr. D. Baltazar
Hidalgo de Cisneros: y algunas, que habían incesantemente
trabajado la noche anterior para contenerlas. Que no solo no
podían sostener el Gobierno establecido, pero ni aun
sostenerse a sí mismos; pues los tenían por sospechosos, ni
aun evitar los insultos que podrían hacerse al Exmo. Cabildo.
Que el pueblo y las tropas estaban en una terrible
fermentación, y era preciso atajar este mal con tiempo,
contrayendo a él solo por ahora los primeros cuidados;
porque así lo exigía la suprema ley, sin detenerse en los
demás que se temían y recelaban. Estando en esta sesión, las
gentes que cubrían los corredores dieron golpes por varias
ocasiones a la puerta de la Sala Capitular, oyéndose los voces
de que querían saber lo que se trataba: y uno de los Señores
Comandantes, D. Martín Rodríguez, tuvo que salir a
aquietarlas. Concluida, la sesión, en la que dichos Señores
Comandantes ratificaron su primer concepto y cuanto
habían expresado, se retiraron: y los Señores, conociendo
que en tan apuradas circunstancias no se presentaba otro
arbitrio sino que el Exmo. Señor D. Baltazar Hidalgo de
Cisneros hiciese absoluta dimisión del mando, acordaron,
—43→ que en el momento pase una diputación, compuesta
de los Sres. D. Manuel Marcilla y el Dr. D. Tomás Manuel de
Anchorena, a hacer presente a la Exma. Junta, que nuevas
ocurrencias y muy graves han estrechado a este Cabildo, a
variar de las ideas que manifestó en su oficio de hoy, y que
era de necesidad indispensable para la salud del pueblo, que
el Exmo. Sr. Presidente se separase del mando; y que, en el
caso de avenirse, sea sin protesta alguna para no exasperar
los ánimos: en la inteligencia de que el Cabildo en todo
tiempo lo franqueará cuantos documentos pida de lo
ocurrido, quedando abierto el acuerdo hasta que regrese la
diputación. Regresó ésta, y expuso, que el Exmo. Sr.
Presidente se había prestado a la dimisión del mando: pero
que, para dejar bien puesto su nombre, había querido
hacerlo con protestas: que la diputación entonces le
manifestó los deseos del Cuerpo capitular en esta parte, y se
había avenido a hacer la renuncia llanamente, asegurado con
la oferta del Exmo. Cabildo, que inmediatamente iba a
ponerlo en práctica, y se pasaría aviso de todo. Y los Señores
acordaron se esperen las resultas.
En este estado ocurrieron otras novedades. Algunos
individuos del pueblo, a nombre de este, se personaron en la
Sala, exponiendo que para su quietud y tranquilidad y para
evitar cualesquiera resultas en lo futuro, no tenía por
bastante el que el Exmo. Sr. Presidente se separase del
mando; sino que habiendo formado idea de que el Exmo.
Cabildo en la elección de la Junta se había excedido de sus
facultades, y teniendo noticia cierta de que todos los Señores
Vocales habían hecho renuncia de sus respectivos cargos,
había el pueblo reasumido la autoridad que depositó en el
Exmo. Cabildo, y no quería existiese la Junta nombrada, sino
que se procediese a constituir otra, eligiendo para Presidente
Vocal, y Comandante General de Armas, al Sr. D. Cornelio
de Saavedra; para Vocales, a los Señores, Dr. D. Juan José
Castelli, Licenciado D. Manuel Belgrano, D. Miguel de
Azcuenaga, Dr. D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu y D.
Juan de Larrea; y para Secretarios, a los Doctores D. Juan
José de Passo y D. Mariano Moreno: con la precisa
indispensable cualidad de que, establecida la Junta, debería
publicarse en el término de 15 días una expedición de 500
hombres para las provincias interiores, costeada con la renta
del Señor Virrey, Señores Oidores, Contadores Mayores,
empleados de tabacos y otros que tuviese a bien cercenar la
Junta, dejándoles congrua suficiente para su subsistencia. En
la inteligencia de que esta era la voluntad decidida del
pueblo, y que con nada se conformaría que saliese de esta
propuesta; debiéndose temer en caso contrario resultados
muy fatales. Y los Señores, después de algunas discusiones
con dichos individuos, les significaron que para proceder con
mejor acuerdo, representase el pueblo aquello mismo por
escrito, sin causar el alboroto escandaloso que se notaba: con
lo que se retiraron. Se recibió en el acto un oficio de la —
44→ Exma. Junta gubernativa, fecha de hoy, cuyo tenor es
el siguiente.
Oficio de la Junta
Exmo. Señor:
«Como, después de recibido el oficio de V. E.
correspondiente al que se le dirigió a las nueve y media de la
noche de ayer, se personase a esta Junta provisional
gubernativa la diputación de V. E., manifestando la
necesidad de pasar por el sacrificio de la dimisión del cargo
que se ha conservado y dado al Exmo. Sr. Virrey, como
Vocal Presidente, y prestádose a ello con la mayor
generosidad y franqueza, resignado a mostrar el punto a que
llega su consideración por la tranquilidad pública y
precaución de mayores desórdenes, lo participa a V. E. a fin
de que, calmando las agitaciones de su ánimo, pase a la
elección de Vocal que subrogue al Exmo. Sr. Virrey, D.
Baltazar Hidalgo de Cisneros; y quede entendido que se le
deben guardar las preeminencias del cargo que ha servido, y
los honores correspondientes a su graduación y clase. De
todo lo que se instruye prontamente al público por bando.
Dios guarde a V. E. muchos años. Buenos Aires, 25 de Mayo
de 1810.
Dr. Juan Nepomuceno Sola - Cornelio de Saavedra - Dr. Juan
José Castelli - José Santos de Inchaurregui.
Exmo. Cabildo Justicia y Regimiento de esta Capital».
Y los Señores, con respecto a las ocurrencias ultimamente
sobrevenidas, acordaron se le conteste en el momento,
suplicándole se sirva suspender la publicación del bando,
hasta que este Cabildo le informe de sus últimas
deliberaciones. Y se pasó el oficio, concebido en los términos
siguientes.
Oficio del cabildo a la Junta
Exmo. Señor:
«Enterado este Cabildo, por el oficio que V. E. le ha pasado
en esta —45→ mañana de la dimisión hecha por el Exmo.
Sr. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros del cargo que se lo
confirió de Vocal Presidente de la Junta Provisoria
gubernativa, sólo puede contraerse por ahora, con respecto a
las apuradas circunstancias y novedades últimamente
ocurridas, a suplicar a V. E. se digne mandar suspender la
publicación del bando, hasta que por este Cabildo se le
informe de sus últimas determinaciones.
Dios guarde a V. E. muchos años. Sala Capitular de Buenos
Aires, a las 12 y media de la mañana del día 25 de Mayo de
1810.
Exmo. Señor:
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yaniz - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutierrez - Dr. Julián de Leiva.
Exmos. Señores Vocales de la Junta Superior de Gobierno».
Después de un largo intervalo de espera, presentaron los
individuos arriba citados el escrito que ofrecieron, firmado
por un número considerable de vecinos, religiosos,
comandantes y oficiales de los cuerpos, vaciando en él las
mismas ideas que manifestaron de palabra. Y los Señores les
advirtieron, que congregasen al pueblo en la plaza, pues que
el Cabildo, para asegurar la resolución, debía oír del mismo
pueblo si ratificaba el contenido de aquel escrito. Ofrecieron
ejecutarlo así, y se retiraron. Al cabo de un gran rato salió el
Exmo. Cabildo al balcón principal, y el caballero Síndico
Procurador general, viendo congregado un corto número de
gentes con respecto al que se esperaba, inquirió que ¿dónde
estaba el pueblo? Y después de varias contestaciones dadas
por los que allí se habían personado, y reconvenciones
hechas por el caballero Síndico, se oyeron entre aquellas las
voces de que, si hasta entonces se había procedido con
prudencia porque la ciudad no experimentase desastres,
sería ya preciso echar mano de los medios de violencia: que
las gentes, por ser hora inoportuna, se habían retirado a sus
casas; que se tocase la campana de Cabildo, y que el pueblo
se congregase en aquel lugar para satisfacción del
Ayuntamiento; y que si por falta del badajo no se hacía uso
de la campana, mandarían ellos tocar generala, y que se
abriesen los cuarteles, en cuyo caso sufriría la ciudad lo que
hasta entonces se había procurado evitar. Y los Señores,
viéndose conminados de esta suerte, y con el fin de evitar la
menor efusión de sangre, que sería una nota irreparable
para un pueblo que tenía dadas tan incontrastables pruebas
de su lealtad, nobleza y generosidad, determinaron, que por
mí, el actuario, se leyese en —46→ altas e inteligibles voces
el pedimento presentado, y que los concurrentes expresasen
si era aquella su voluntad.
Se leyó el pedimento, y gritaron a una: que aquello era lo que
pedían, y lo único que querían se ejecutase. Seguidamente se
leyeron varios capítulos que había meditado el Exmo.
Cabildo para el caso en que se hiciese lugar a la erección de
la nueva Junta. Primero, que se encargaría a esta celase
sobre el orden y la tranquilidad pública, haciéndola
responsable en caso contrario: contestaron de conformidad.
Segundo, que el Cabildo velaría sobre la conducta de los
Vocales, y los removería siempre que no fuese arreglada:
contestaron, que esto debería ser con justificación de causa y
conocimiento del pueblo. A que repuso el caballero Síndico,
que el Exmo. Cabildo no procedería sin causa y sin
manifestarla: y callaron. Tercero, que la Junta debería
nombrar quien ocupase cualquiera vacante por remoción,
renuncia, muerte, ausencia o enfermedad: contestaron de
acuerdo. Cuarto, que la Junta no podría imponer pechos,
gravámenes y contribuciones al vecindario, sin consulta y
consentimiento del Cabildo: contestaron de conformidad.
Con lo que los Señores se retiraron a la Sala, trataron sobre
las circunstancias críticas en que se hallaba el Cabildo,
precisado a ceder a la violencia y con una precipitación sin
término por evitar los tristes efectos de una conmoción
declarada y las funestas consecuencias que asoman, tanto por
lo que acaba de oírse, como por el hecho notorio de haber
sido arrancados hoy públicamente los bandos que se fijaron,
relativos a la elección e instalación de la primera Junta: y en
vista de todo acordaron, que sin pérdida de instantes se
establezca nueva Junta por acta separada y sencilla,
eligiéndose para ella de Vocales los mismos individuos que
han sido nombrados de palabra, en papeles sueltos, y en el
escrito presentado por los que han turnado, la voz del
pueblo, archivándose esos papeles y el escrito para
constancia en todo tiempo. Que sin pérdida de instantes, en
precaución de que sobrevenga la noche, se proceda a la
instalación de la Junta, y se publique el bando, sin detenerse
en las fórmulas que se observaron para la instalación de la
primera, porque estrechan los momentos: citándose
únicamente a los Señores Vocales, y a los Ministros, Jefes,
Prelados y Comandantes que puedan ser habidos en tan
limitado tiempo. Con lo que se concluyó la acta, que
firmaron dichos Señores, de que doy fe.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yaniz - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Dominguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutierrez - Dr. Julián de Leiva - Licenciado, D.
Justo José Núñez - Escribano público y de Cabildo.
—47→
Acta del día 25 de mayo
En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad,
Puerto de Santa María de Buenos Aires, 25 de Mayo de 1810:
los Señores del Exmo. Cabildo, Justicia y Regimiento, a
saber, D. Juan José de Lezica y D. Martín Gregorio Yaniz,
Alcaldes ordinarios de primero y segundo voto; Regidores D.
Manuel Mancilla, Alguacil Mayor, D. Manuel José de
Ocampo, D. Juan de Llano, D. Jaime Nadal y Guarda, D.
Andrés Dominguez, D. Tomás Manuel de Anchorena, D.
Santiago Gutierrez, y el Dr. D. Julián de Leiva, Síndico
Procurador general; se enteraron de una representación que
han hecho a este Exmo. Cabildo un considerable número de
vecinos, los Comandantes y varios oficiales de los cuerpos
voluntarios de esta capital, por sí y a nombre del pueblo; en
que, indicando haber llegado a entender que la voluntad de
este resiste la Junta y Vocales que este Exmo. Ayuntamiento
se sirvió erigir y publicar, a consecuencia de las facultades
que se te confirieron en el Cabildo abierto de 22 del
corriente; y porque puede, habiendo reasumido la autoridad
y facultades que confirió, y mediante la renuncia que ha
hecho el Sr. Presidente nombrado y demás Vocales, revocar
y dar por de ningún valor la Junta erigida y anunciada con el
bando de ayer, 21 del corriente; la revoca y anula: y quiere
que este Exmo. Cabildo proceda a hacer nueva elección de
Vocales que haya de constituir la Junta de Gobierno; y han
de ser, los Señores D. Cornelio de Saavedra, Presidente de
dicha Junta, y Comandante general de Armas, el Dr. D. Juan
José Castelli, el Dr. D. Belgrano, D, Miguel Azcuenaga, Dr.
D. Manuel Alberti, D: Domingo Mateu y D. Juan Larrea, y
Secretarios de ella los Doctores, D. Juan José Passo y D.
Mariano Moreno, cuya elección se deberá manifestar al
pueblo por medio de otro bando público; entendiéndose ella
bajo la expresa y precisa condición de que, instalada la
Junta, se ha de publicar en el término de quince días una
expedición de 500 hombres para auxiliar las provincias
interiores del reino; la cual haya de marchar a la mayor
brevedad, costeándote esta con los sueldos del Exmo. Sr. D.
Baltazar Hidalgo de Cisneros, Tribunales de la Real
Audiencia Pretorial de Cuentas, de la Renta de tabacos, con
lo demás que la Junta tenga por conveniente cercenar: en
inteligencia, que los individuos rentados no han de quedar
absolutamente incongruos, porque esta es la Manifiesta
voluntad del pueblo. Y los Señores, habiendo salido al balcón
de estas casas capitulares, y oído que el pueblo ratificó por
aclamación el contenido de dicha pedimento o
representación, después de haberse leído por mí en altas e
inteligibles voces, acordaron: que debían mandar y
mandaban, se erigiese una nueva Junta de Gobierno,
compuesta de los Señores expresados en la representación de
que se ha hecho referencia, y —48→ en los mismos
términos que de ella aparece, mientras se erige la Junta
general del virreinato. Lo segundo, que los Señores, que
forman la precedente corporación, comparezcan sin pérdida
de momentos en esta Sala Capitular a prestar el juramento
de usar bien y fielmente sus cargos, conservar la integridad
de esta parte de los dominios de América a nuestro amado
Soberano, el Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores, y
observar puntualmente las leyes del reino. Lo tercero, que
luego que los referidos Señores presten el juramento, sean
reconocidos por depositarios de la autoridad superior del
virreinato, por todas las corporaciones de esta capital y su
vecindario, respetando y obedeciendo todas sus
disposiciones, hasta la congregación de la Junta general del
virreinato; bajo las penas que imponen las leyes a los
contraventores. Lo cuarto, que la Junta ha de nombrar quien
deba ocupar cualquiera vacante por renuncia, muerte,
ausencia, enfermedad o remoción. Lo quinto, que aunque se
halla plenísimamente satisfecho de la honrosa conducta y
buen procedimiento de los Señores mencionados, sin
embargo, para satisfacción del pueblo, se reserva también
estar muy a la mira de sus operaciones, y caso no esperado
que faltasen a sus deberes, proceder a la deposición con
causa bastante y justificada, reasumiendo el Exmo. Cabildo,
para este solo caso, la autoridad que le ha conferido el
pueblo. Lo sexto, que la nueva Junta ha de celar sobre el
orden y la tranquilidad pública, y seguridad individual de
todos los vecinos, haciéndosele, como desde luego se le hace,
responsable de lo contrario. Lo séptimo, que los referidos
Señores, que componen la Junta provisoria, queden
excluidos de ejercer el poder judiciario, el cual se refundirá
en la Real Audiencia, a quien se pasarán todas las causas
contenciosas que no sean de gobierno. Lo octavo, que esta
misma Junta ha de publicar todos los días primeros del mes,
un estado en que se dé razón de la administración de Real
Hacienda. Lo nono, que no pueda imponer contribuciones, ni
gravámenes al pueblo o sus vecinos sin previa consulta y
conformidad de este Exmo. Cabildo. Lo décimo, que los
referidos Señores despachen sin pérdida de tiempo órdenes
circulares a los Jefes de lo interior y demás a quienes
corresponda, encargándoles muy estrechamente, y bajo de
responsabilidad, hagan que los respectivos, Cabildos de cada
uno convoquen por medio de esquelas la parte principal y
más sana del vecindario, para que, formado un Congreso de
solos los que en aquella forma hubiesen sido llamados, elijan
sus Representantes, y estos hayan de reunirse a la mayor
brevedad en esta Capital para establecer la forma de
gobierno que se considere más conveniente. Lo undécimo,
que elegido así el Representante de cada ciudad o villa, tanto
los electores como los individuos capitulares, le otorguen
poder en pública forma, que deberán manifestar cuando
concurran a esta Capital, a fin de que se verifique su
constancia; jurando en dicho poder no reconocer —49→
otro soberano que al Sr. D. Fernando VII y sus legítimos
sucesores según el orden establecido por las leyes, y estar
subordinado al gobierno que legítimamente les represente.
Cuyos capítulos mandan se guarden y cumplan precisa y
puntualmente: reservando a la prudencia y discreción de la
misma Junta el que tome las medidas más adecuadas para
que tenga debido efecto lo determinado en el artículo diez,
como también el que designe el tratamiento, honores y
distinciones del cuerpo y sus individuos y que para que llegue
a noticia de todos, se publique esta acta por bando
inmediatamente, fijándose en los lugares acostumbrados. Y
lo firmaron, de que doy fe.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yaniz - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián Leiva - Licenciado, D. Justo
José Nuñez, Escribano público y de Cabildo.

Acta de la instalación de la Junta


En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad,
Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 25 de Mayo de
1810: sin haberse separado de la Sala Capitular los Señores
del Exmo. Cabildo, se colocaron a la hora señalada bajo de
docel, con sitial por delante, y en él la imagen del Crucifijo y
los Santos Evangelios; y comparecieron los Señores
Presidente y Vocales de la nueva Junta Provisoria
gubernativa, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan José
Castelli, Licenciado D. Manuel Belgrano, D. Miguel de
Azcuénaga, Dr. D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu y D.
Juan Larrea; y los Señores Secretarios Dr. D. Juan José
Passo y Dr. D. Mariano Moreno, quienes ocuparon los
respectivos lugares que les estaban preparados, colocándose
en los demás los Prelados, Jefes, Comandantes y personas de
distinción que concurrieron. Y habiéndose leído por mí, el
actuario, la acta de elección, antes de jurar expuso el Sr.
Presidente electo, que en el día anterior había hecho formal
renuncia del cargo de Vocal de la primera Junta establecida,
y que sólo por contribuir a la tranquilidad pública y a la
salud del pueblo, admitía el que le conferían de nuevo;
pidiendo se sentase en la acta esta su exposición.
Seguidamente, hincado de rodillas, y poniendo la mano
derecha sobre los Santos Evangelios, prestó juramento de
desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra esta parte
de América a nuestro augusto soberano, el Sr. D. Fernando
VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las
leyes del reino. Lo prestaron en los mismos términos los de
—50→ más Señores Vocales por su orden, y los Señores
Secretarios, contraído al exacto desempeño de sus respectivas
obligaciones: habiendo expresado el Sr. D. Miguel de
Azcuénaga, que admitía el cargo de Vocal de la Junta, para
que por el Exmo. Cabildo y por una parte del pueblo había
sido nombrado en este día, atento al interés de su buen orden
y tranquilidad; más que debiendo ser la opinión, no sólo del
Exmo. Cabildo, sino la universal de todo el vecindario,
pueblo, y partidos de su dependencia, pedía se tomara la que
faltase y la represente, para la recíproca confianza y
seguridad de validez de todo procedimiento. Finalizada la
ceremonia, dejó el Exmo. Cabildo el lugar que ocupaba bajo
de docel, y lo tomaron los Señores Presidente y Vocales de la
Junta; y el Sr. Presidente exhortó al concurso y al pueblo a
mantener el orden, la unión y la fraternidad, como también a
guardar respeto y hacer el aprecio debido de la persona del
Exmo. Sr. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros y toda su familia.
Cuya exhortación repitió en el balcón principal de las casas
capitulares, dirigiéndose a la muchedumbre que ocupaba la
plaza.
Con lo que se concluyó la acta de instalación, retirándose
dicho Sr. Presidente y demás Señores Vocales y Secretarios a
la Real Fortaleza por entre un inmenso concurso, con
repiques de campanas y salva de artillería en aquella:
adonde no pasó por entonces el Exmo. Cabildo, como lo
había ejecutado la tarde de la instalación de la primera
Junta, a causa de la lluvia que sobrevino, y de acuerdo con
los Señores Vocales, reservando hacer el cumplido el día de
mañana. Y lo firmaron, de que doy fe.
Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis - Manuel Mancilla -
Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y
Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena -
Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Cornelio de Saavedra
- Dr. Juan José Castelli - Manuel Belgrano - Miguel de
Azcuénaga - Dr. Manuel Alberti - Domingo Mateu - Juan de
Larrea - Dr. Juan José Passo - Dr. Mariano Moreno -
Licenciado, D. Justo José Núñez, Escribano público y de
Cabildo.
Concuerda con sus originales que existen en el archivo de
este Exmo. Cabildo, a que en lo necesario me refiero. Y de
mandato de dicho Exmo. Cabildo, autorizo, signo y firmo el
presente, en Buenos Aires, a 2 de Octubre de 1810.
Licenciado, Justo José Núñez,
Escribano público y de Cabildo.

—51→
Actas posteriores de la instalación
de la Junta

La Junta Provisional Gubernativa de la capital del Río de la


Plata
A los habitantes de ella y de las provincias de su superior
mando

Proclama
Tenéis ya establecida la autoridad que remueve la
incertidumbre, de las opiniones y calma todos los recelos. Las
aclamaciones generales manifiestan vuestra decidida
voluntad; y sólo ella ha podido resolver nuestra timidez a
encargarnos del grave empeño a que nos sujeta el honor de la
elección. Fijad, pues, vuestra confianza, y aseguraos de
nuestras intenciones. Un deseo eficaz, un celo activo, y una
contracción viva y asidua a proveer, por todos los medios
posibles, la conservación de nuestra, Religión Santa, la
observancia de las leyes que nos rigen, la común prosperidad
y el sostén de estas posesiones en la más constante fidelidad y
adhesión a nuestro muy amado Rey, el Sr. D. Fernando VII y
sus legítimos sucesores en la corona de España; ¿no son estos
vuestros sentimientos? Esos mismos son los objetos de
nuestros conatos. Reposad en nuestro desvelo y fatigas; dejad
a nuestro cuidado todo lo que en la causa pública dependa de
nuestras facultades y arbitrios, y entregaos a la más estrecha
unión y conformidad recíproca en la tierna efusión de estos
afectos. Llevad a las Provincias todas de nuestra
dependencia, y aun más allá, si puede ser, hasta los últimos
términos de la tierra, la persuasión del ejemplo de vuestra
cordialidad, y del verdadero interes con que todos debemos
cooperar a la consolidación de esta importante obra. Ella
afianzará de un modo estable la tranquilidad y bien general
a que aspiramos. Real Fortaleza de Buenos Aires, a 26 de
Mayo de 1810.
Cornelio de Saavedra - Dr. Juan José Castelli - Manuel
Belgrano - Manuel de Azcuénaga - Dr. Manuel Alberti -
Domingo Mateu - Juan Larrea - Dr. Juan José Passo, Secretario
- Dr. Mariano Moreno, Secretario.

—52→
La Junta Provisional Gubernativa de la
capital de Buenos Aires

Circular
Los desgraciados sucesos de la Península han dado más
ensanches a la ocupación bélica de los franceses sobre su
territorio, hasta aproximarse a las murallas de Cádiz y dejar
desconcertado el cuerpo representativo de la soberanía, por
falta del Sr. Rey D. Fernando VII: pues que, dispersada de
Sevilla, y acusada de malversación de sus deberes por aquel
pueblo, pasó en el discurso de su emigración y dispersión a
constituir, sin formalidad ni autoridad, una Regencia, de la
que nadie puede asegurar que sea centro de la unidad
nacional y depósito firme del poder del Monarca, sin
exponerse a mayores convulsiones que las que cercaban el
momento vicioso y arriesgado de su instalación. No es
necesario fijar la vista en el término a que puedan haber
llegado las desgracias de los pueblos de la Península, tanto
por la fortuna de las armas invasoras, cuanto por la falta o
incertidumbre de un gobierno legítimo y supremo al que se
deben referir y subordinar los demás de la nación, que, por
la dependencia forzosa que los estrecha al orden y seguridad
de la asociación, tienen su tendencia a la felicidad presente, y
a la precaución de los funestos efectos de la división de las
partes del estado, que temen con razón todo lo que puede
oponerse a la mejor suerte en los dominios de América.
El pueblo de Buenos Aires, bien cierto del estado lastimoso
de los dominios europeos de S. M. C. el Sr. D. Fernando VII;
por lo menos incierto del gobierno legítimo soberano en la
representación de la Suprema Junta Central disuelta ya, y
más en la Regencia que se dice constituida por aquella, sin
facultades, sin sufragios de la América, y sin instrucción de
otras formalidades que debían acceder al acto; y sobre todo,
previendo, que no anticipándose las medidas que deben
influir en la confianza y opinión pública de los dominios de
América, faltaría el principio de un gobierno indudable por
su origen, estimó desplegar la energía que siempre ha
mostrado para interesar su lealtad, celo y amor por la causa
del Rey Fernando, removiendo los obstáculos que la
desconfianza, incertidumbre y desunión de opiniones
podrían crear en el momento más crítico que amenaza,
tomando a la América desapercibida de la base sólida del
gobierno que pudiese determinar su suerte en el continente
americano español.
Manifestó los deseos más decididos por que los pueblos
mismos recobrasen —53→ los derechos originarios de
representar el poder, autoridad y facultades del Monarca,
cuando este falta, cuando este no ha provisto de Regente, y
cuando los mismos pueblos de la matriz han calificado de
deshonrado al que formaron, procediendo a sostituirle
representaciones rivales que disipan los tristes restos de la
ocupación enemiga. Tales conatos son íntimamente unidos
con los deseos honrosos de su seguridad y felicidad, tanto
interna como externa, alejando la anarquía y toda
dependencia de poder ilegítimo; cual podía ser sobre ineficaz
para los fines del instituto social, cualquiera que se hubiese
levantado en el tumulto y convulsiones de la Península,
después de la dispersión y emigración de los miembros de la
Junta Suprema Central.
Cuando estas discusiones se hacen en sesiones de hombres
desencontrados, son expuestas a las consecuencias de una
revolución, y exponen a que quede acéfalo el cuerpo político:
pero si se empeñan por el orden y modo regular de los
negocios gravísimos, no pueden menos de conducir como por
la mano, a la vista del efecto que se desea. Tal ha sido la
conducta del pueblo de Buenos Aires en propender a que
examinase si, en el estado de las ocurrencias de la Península,
debía subrogarse el mando superior de gobierno de las
provincias del virreinato en un Junta Provisional, que
asegurase la confianza de los pueblos y velase sobre su
conservación contra cualesquier asechanzas, hasta reunir les
votos de todos ellos, en quienes recae la facultad de proveer
la representación del Soberano.
El Exmo. Cabildo de la Capital, con anuencia del Exmo.
Señor Virrey, a quien informó de la general agitación,
agravada con el designio de retener el poder del gobierno,
aun notoriada que fuese la pérdida total de la Península y su
gobierno, como expresa la proclama de 18 del corriente,
convocó la más sana parte del pueblo en Cabildo general
abierto, donde se discutió y votó públicamente el negocio más
importante por su fundamento para la tranquilidad,
seguridad y felicidad general: resultando de la comparación
de sufragios la mayoría con exceso por la subrogación del
mando del Exmo. Sr. Virrey en el Exmo. Cabildo, ínterin se
ordenaba una Junta Provisional de gobierno, hasta la
congregación de la general de las Provincias: voto, que fue
acrecentado y aumentado con la aclamación de las tropas y
numeroso resto de habitantes.
Ayer se instaló la Junta en un modo y forma que ha dejado
fijada la base fundamental sobre que debe elevarse la obra
de la conservación de estos dominios al Sr. D. Fernando VII.
Los ejemplares impresos de los adjuntos bandos, y la noticia
acreditada en bastante forma, que el Exmo. Cabildo, y aun el
Exmo. Sr. Virrey, que fue D. Baltazar Hidalgo de Cisneros,
dan a Vd. no dejan duda a esta Junta de que será mirada —
54→ por todos los jefes, corporaciones, funcionarios
públicos y habitantes de todos los pueblos del virreinato,
como centro de la unidad, para formar la barrera
inexpugnable de la conservación íntegra de los dominios de
América a la dependencia del Sr. D. Fernando VII, o de
quien legítimamente le represente. No menos espera que
contribuirán los mismos a que, cuanto más antes sea posible,
se nombren y vengan a la capital los Diputados que se
enuncian para el fin expresado en el mismo acto de
instalación: ocupándose con el mayor esfuerzo, en mantener
la unión de los pueblos, y en consultar la tranquilidad y
seguridad individual; teniendo consideración a que la
conducta de Buenos Aires muestra que, sin desorden y sin
vulnerar la seguridad, puede obtenerse el medio de
consolidar la confianza pública y su mayor felicidad.
Es de esperar que cimentado este paso, si llega el desgraciado
momento, de saberse sin duda alguna la pérdida absoluta de
la Península, se halle el distrito del virreinato de Buenos
Aires sin los graves embarazos que por la incertidumbre, y
falta de legítima representación del Soberano en España a la
ocupación de los franceses, la pusieron en desventaja para
sacudirse de ellos: puesto que, tanto como el enemigo
descubierto invasor, debe temerse y precaverse el que desde
lo interior promueve la desunión, proyecta la rivalidad y
propende a introducir el conflicto de la suerte política no
prevenida. Cuente Vd. con todo lo que penda de los esfuerzos
de esta Junta, cuyo desvelo por la conservación del orden y
sistema nacional se mostrará por los efectos. Este ha sido el
concepto de proponer el pueblo al Exmo. Cabildo la
expedición de los hombres para lo interior, con el fin de
proporcionar auxilios militares para hacer observar el orden,
si se teme que sin él no se harían libre y honradamente las
elecciones de Vocales Diputados, conforme a, lo prevenido en
el artículo X del bando citado, sobre que hace esta Junta los
más eficaces encargos por su puntual observancia y la del
artículo XI.
Asimismo importa que Vd. quede entendido, que los
Diputados han de irse incorporando en esta Junta conforme
y por el orden de su llegada a la capital, para que así se
hagan de la parte de confianza pública que conviene al mejor
servicio del Rey y gobierno de los pueblos; imponiéndose,
con cuanta anticipación conviene a la formación de la
general, de los graves asuntos que tocan al gobierno. Por lo
mismo, se habrá de acelerar el envío de Diputados;
entendiendo deber ser uno por cada ciudad o villa de las
Provincias, considerando que la ambición de los extranjeros
puede excitarse a aprovechar la dilación en la reunión, para
defraudar a S. M. los legítimos derechos que se trata de
preservar.
Servirá a todos los pueblos del virreinato de la mayor
satisfacción —55→ el saber, como se lo asegura la Junta,
que todos los Tribunales, Corporaciones, Jefes y Ministros
de la capital, sin excepción, han reconocido la Junta, y
prometido su obediencia para la defensa de los augustos
derechos del Rey en estos dominios: por lo cual es tanto más
interesante que este ejemplo empeñe los deseos de Vd. para
contribuir en estrecha unión a salvar la patria de las
convulsiones que la amenazan, si no se prestasen las
Provincias a la unión y armonía que debe reinar entre
ciudadanos de un mismo origen, dependencia e intereses. A
esto se dirigen los conatos de esta Junta; a ello los ruegos del
pueblo principal del virreinato, y a lo mismo se le excita, con
franqueza de cuantos auxilios y medios pendan de su
arbitrio, que serán dispensados prontamente en obsequio del
bien y concentración de los pueblos. Real Fortaleza de
Buenos Aires, a 2 de Mayo de 1810.
Cornelio de Saavedra - Dr. Juan José Castelli - Manuel
Belgrano - Miguel de Azcuénaga - Dr. Manuel Alberti -
Domingo Mateu - Juan Larrea - Dr. Juan José Passo, Secretario
- Dr. Mariano Moreno, Secretario.

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