Salmo 148

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SALMO 148

Este cántico es uno e indivisible. Parece casi imposible exponerlo en detalle, porque un
poema vivo no puede ser disecado verso tras verso. Es un cántico sobre la naturaleza y la
gracia. Como un relámpago cruza el espacio y su resplandor envuelve cielo y tierra en un
ropaje de gloria, así la adoración del Señor en este Salmo ilumina todo el universo y hace
que resplandezca con el fulgor de la alabanza. El canto empieza en los cielos y va
descendiendo hasta las profundidades, para volver a ascender de nuevo, hasta que el pueblo
cercano a Jehová se ha unido a su melodía. Para su exposición el requisito principal es un
corazón ardiente de reverente amor al Señor de todos, al cual sea la gloria para siempre. C.
H. S.

Salmos 148-150. Estos tres últimos Salmos son una tríada de maravillosa alabanza, que
asciende de alabanza en alabanza, cada vez mas alta, hasta que se vuelve «gozo inefable y
lleno de gloria», exaltación que no conoce limites. El gozo rebosa del alma y se extiende
por todo el universo; cada criatura es magnetizada por él, y es añadida al coro. El cielo está
lleno de alabanza, la tierra está llena de alabanza, las alabanzas se elevan desde debajo de la
tierra: «todo lo que respira» se una al éxtasis. Dios está rodeado por una creación que le
ama y le adora.

El último en ser creado, el hombre, pero el primero en canto, no puede contenerse. Danza,
canta; da órdenes a todos los cielos con los ángeles en ellos que le ayuden; «bestias y
ganado, reptiles y aves», todos deben hacer lo mismo; incluso los «dragones» no deben
quedar silenciosos; y «todas las profundidades» deben aportar su contribución. Trae incluso
objetos inertes a su servicio -tambores, trompetas, arpas, órganos, címbalos-, por si por
algún medio, puede él dar expresión a su amor y su gozo. John Pulsford

Salmo en conjunto. Milton, en su Paraíso Perdido (Libro 5, línea 153), ha imitado este
Salmo de modo elegante, y lo ha puesto en boca de Adán y Eva en su estado de inocencia
como su himno matutino. James Anderson

Salmo en conjunto. Este Salmo no es ni más ni menos que una gloriosa profecía del día
venidero en que no sólo se habrá extendido el conocimiento del Señor sobre toda la tierra,
como las aguas cubren el mar, sino que todo ser creado en el cielo y en la tierra, animado e
inanimado, desde el arcángel más elevado a través de todos los grados y fases del ser, hasta
el átomo más pequeño; jóvenes y doncellas, viejos y niños, y todos los reyes y príncipes y
jueces de la tierra- se unirá en su himno milenial a la alabanza del Redentor. Barton
Bouchier

Vers. 1. Alabad a Jehová desde los cielos; alabadle en las alturas. Bernardo, en su sermón
con ocasión de la muerte de su hermano Gerardo, refiere que en la última noche que pasó
sobre la tierra, su hermano, con gran asombro de todos los presentes, con voz y rostro
exultantes, prorrumpió en las palabras del Salmista: «¡Alabad a Jehová desde los cielos;
alabadle en las alturas!»
Vers. 3. Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Hay una
adoración perpetua al Señor en los cielos: varía con la noche y el día, pero continúa siempre
en tanto que hay sol y luna. Siempre hay una lámpara ardiendo delante del altar elevado del
Señor. La luz es un canto que fulgura delante de los ojos en vez de resonar en el oído. Las
estrellas sin luz no rendirán alabanza, y los cristianos sin luz le quitan al Señor su gloria.
Por pequeño que sea nuestro rayo, no hemos de esconderlo; si no podemos ser un sol o una
luna, hemos de procurar ser una de las «estrellas de luz», y nuestro centelleo ha de ser en
honor de nuestro Señor. C. H. S.

¿Cómo alaba a Jehová de modo especial el sol? 1. Con su belleza, Jesús, hijo de Sirac, lo
llama el «globo de la hermosura». 2. Con su plenitud. Dion lo llama la «imagen de la
capacidad divina». 3. Con su exaltación. Plinio lo llama caeli rector, «el que rige el cielo».
4. Con su perfecto resplandor. Plinio añade que es «la mente y el alma de todo el universo».
5. Con su celeridad y constancia en el movimiento. Marciano lo llama «la guía de la
naturaleza». Thomas Le Blanc

Vers. 4. Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos. Si subiéramos
tanto sobre los cielos como los cielos están por encima de la tierra, podríamos gritar a todos
los que nos rodearan: «Alabad a Jehová.» No puede haber nadie tan alto que esté por
encima de alabar a Jehová.

Que las nubes añadan su adoración. Que el mar ruja y su plenitud alabe la presencia de
Jehová, el Dios de Israel. Hay algo de misterio en estas supuestas reservas de agua; pero,
sea lo que sea, ellas también darán gloria al Señor, nuestro Dios. Que los fenómenos menos
conocidos y desconcertantes ocupen su lugar en la alabanza universal. C. H. S.

Vers. 5. Alaben el nombre de Jehová; porque él lo mandó, fueron creados. La alabanza


más alta de Dios es el proclamar lo que El ha hecho. Nosotros no podemos inventar nada
que pueda engrandecer al Señor; no podemos hacer otra cosa mejor para ensalzarlo que
repetir su nombre o describir su carácter. El Señor ha de ser ensalzado por haber creado
todo lo que existe y hacerlo sólo por medio de su Palabra. Él lo creó todo con su orden;
¡qué poder es éste!

Podemos, pues, esperar que los que le alaban confiesen que le deben el ser. La evolución
puede ser atea; pero la doctrina de la creación exige, lógicamente, adoración; y por ello,
como los árboles se conocen por su fruto, se demuestra que es verdadera. Los que fueron
creados por una orden, tienen la orden de adorar a su Creador. La voz que dice: «Hágase»,
ahora dice: «Alaben.» C. H. S.

Vers. 5. y 6. Éste es el relato de la creación en una palabra: «Dijo, y fue hecho.» Cuando
vino Jesús, fue por todas partes mostrando su divinidad mediante la evidencia de que su
Palabra era omnipotente. Estos versículos declaran dos milagros de la voluntad y la Palabra
de Dios, a saber, la creación y consolidación de la tierra. Jehová primero produjo la
materia, luego la ordenó y la afianzó. John Lorinus

Vers. 7. y 8. Llama a las profundidades, al fuego, al granizo, a la nieve, a los montes y a las
colinas para que se unan a la obra de alabanza. No que puedan hacerlo de modo activo, sino
para mostrar que el hombre ha de llamar a toda la creación para que le ayude de modo
pasivo, y ha de mostrar tal amor a todas las criaturas, que ha de aceptar lo que ellas le
ofrecen, y ha de tener tanto afecto a Dios, que ha de ofrecerle todo lo que de El recibe.

La nieve y el granizo no pueden bendecir y alabar a Dios, pero el hombre debe bendecir a
Dios por estas cosas, en lo cual hay una mezcla de inconveniencia y molestia; algo que
molesta a nuestros sentidos, pero también que mejora y prepara la tierra para dar fruto.
Stephen Charnock

Vers. 8. Nieve. De modo tan seguro como que cada copo de nieve tiene su parte en la gran
economía de la naturaleza, así también cada palabra de Dios que cae dentro del santuario
tiene su fin a realizar en la esfera moral. He contemplado en un día de invierno los copos
que a puñados se disolvían en la corriente de un río. Parecía que morían sin propósito
alguno, tragados por un enemigo que no hacía el menor caso de su poder o de su existencia.

Y así he visto la Palabra de Dios caer sobre corazones humanos. Enviada por Dios día tras
día y año tras año, he visto que caía, al parecer, sin resultado en la corriente turbia de la
incredulidad, en un torbellino de mundanalidad que absorbía las mentes y vidas de los
oyentes.

Pero, mientras estaba junto a la ribera del río y miraba lo que parecía ser la muerte del copo
vacilante, un nuevo pensamiento me aseguró que no era otra cosa que la muerte a la vida, y
que todo copo que había dejado su vida en las aguas se incorporaba al ser del río.

Así, cuando he visto la Palabra de Dios cayendo, al parecer, sin fruto en vidas humanas
inquietas, bulliciosas, apresuradas en su corriente, una fe recobrada en la inmutable
declaración de Dios me ha asegurado que lo que veía no era una muerte casual e inútil, sino
más bien la caída de un soldado después que había aportado su fuerza vital al destino de
una nación y a la historia de un mundo. Y así debe ser.

La Palabra de Dios siempre alcanza su fin. S.S. Mitchell

Vers. 10. Reptiles. El público en conjunto ha de añadirse. Todo lo que se arrastra. Las
cuerdas pequeñas contribuyen al concierto como las grandes. Tomas Goodwin

Vers. 11. Los reyes de la tierra y todos los pueblos, los príncipes. Cuánto más intolerable es
la maldad de los reyes y los príncipes que reclaman ser eximidos de la regla común, cuando
ellos deberían, en cambio, inculcarla a los otros y llevar la batuta. Podría haber dirigido su
exhortación de modo sumario a todos los hombres, y en realidad menciona al pueblo en
términos generales; pero especifica a los príncipes tres veces, con lo que sugiere que son
reacios a cumplir su deber y necesitan que se les inste a hacerlo. Juan Calvino

Vers. 12. Los ancianos. Vuestras lenguas no pueden excusarse de estar silenciosas en las
alabanzas a Dios, cuya gloria es proclamada por todo objeto arriba o alrededor, y por todo
miembro de sus propios cuerpos y cada facultad de sus almas. Pero los ancianos son
doblemente inexcusables si no prestan atención a estas preciosas instrucciones que les dan
las obras de Dios que han visto, o de las que han sido informados, cada día, desde que
empezó a operar el poder de su naturaleza racional.
Considerad cuánto tiempo habéis vivido. ¿No es cada día de la vida, y aun cada hora, cada
momento, una misericordia inmerecida? Podríais haber sido cortados desde la matriz o el
pecho, porque fuisteis concebidos en iniquidad y nacidos en pecado. ¡Cuántos en vuestra
carrera cayeron antes de poder distinguir su mano derecha de la izquierda, antes que
pudieran hacer nada bueno o malo!

Como habéis sido responsables moralmente en todos estos años, no ha pasado un día en
~ue no se os pudiera acusar de pecado. ¡Qué riqueza de paciencia se ha manifestado en una
vida de sesenta o setenta años! Si habéis vivido en estado de pecado todos estos años, ¿no
tenéis razon para asombraros de que no estéis ya en una condición en que no os sería
posible añadir vuestra voz a la alabanza? Dad gloria, pues, a este Dios que os ha preservado
en vida. George Lawson

Vers. 13. El nombre de Jehová. Jehová es un nombre de gran poder y eficacia, un nombre
en cuyo original hay cinco vocales, sin las cuales no puede expresarse sonido articulado; un
nombre que tiene también tres sílabas, para significar la Trinidad de Personas, la eternidad
de Dios, uno en tres, y tres en uno; el nombre que despertaba tal temor y reverencia entre
los judíos que temblaban al oírlo, por lo que usaban el nombre Adonai (Señor) en todas sus
devociones.

Y, por ello, todos deberían estar de pie en temor y reverencia, no usando el nombre de Dios
en vano, sino cantando alabanzas, dándole honor, recordando y proclamando y bendiciendo
este santo, digno y excelente nombre. Rayment

Vers. 14. Alabad al Señor, o «Aleluya». Esto debería ser el Alfa y la Omega de la vida de
todo hombre bueno. Alabemos a Dios hasta el fin, para siempre jamás. El campo de la
alabanza que se nos presenta delante en este Salmo está limitado al principio y al final por
la piedra miliaria del «Aleluya», y todo lo que hay entre las dos, cada palabra del mismo, es
en honor del Señor. Amén. C. H. S.

El pueblo a él cercano. Jesús tomó nuestra naturaleza y se hizo uno de nosotros; de modo
que, El está «cerca» de nosotros; El nos, da su Santo Espíritu, nos une a El, y de este modo
estamos cerca de El. Este es nuestro honor más elevado, una fuente inagotable de felicidad
y paz.

Estamos cerca de Él cuando somos pobres y cuando estamos atribulados; estamos más
cerca de El en unos momentos que otros, y estaremos lo más cerca posible de El en nuestra
muerte. Si estamos cerca de El, El estará con nosotros en todas las aflicciones, nos ayudará
en todas las pruebas, nos protegerá en todos los peligros, nos consolará en las horas de
soledad, proveerá para nosotros en épocas de necesidad y nos introducirá finalmente en la
gloria. Hagámonos cargo de esto diariamente; estamos muy cerca de Dios, y El nos quiere
mucho. James Smith

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