El Año Del Corrido Tumbado - Letras Libres
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Para finales de los ochenta, ya instalado en Los Ángeles, era uno de los
corridistas a quienes más piezas le comisionaban patrones con
actividades lícitas o ilícitas. Sus grabaciones en casete fueron
distribuidas en carnicerías y autolavados por la naciente compañía
Cintas Acuario, que se consolidó como una disquera primordial del
llamado “regional mexicano” en Estados Unidos. Su fundador, Pedro
Rivera, es un referente de la industria no solo por llevar a Cintas
Acuario a la cúspide, sino por ser padre de los cantantes Jenny Rivera
(1969-2012) y Lupillo Rivera (Long Beach, 1972).
Tanto el Tigrillo Palma como los artistas del movimiento alterado son
herederos de la estela del “regional mexicano” que sucedió a la muerte
de Chalino. Buena parte de los intérpretes del corrido tumbado
retoman, además, el fraseo y el estilo de cantar del corridista
culiacanense. En Los Ángeles, el flamante estudio de grabación de
Rancho Humilde Records, sello que puede jactarse de haber causado el
tsunami de los tumbados, tiene un inmenso mural exterior de Chalino
Sánchez –con pistola en mano, desde luego.
Yo no soy americano
Pero comprendo el inglés
Ahí lo aprendí con mi hermano
Al derecho y al revés
Y a cualquier americano
Lo hago temblar a mis pies
Hay otros ejemplos de corridos, ya de inicios del siglo XX, que narran
la rispidez de la frontera: el “Corrido de Nogales” de 1918 cuenta una
batalla entre las dos Nogales –de México y Estados Unidos–, con la
Primera Guerra Mundial y el telegrama Zimmerman de telón de fondo.
El “Corrido de Alonso” (1923) relata la historia de un hombre que se
trasladó a Texas tras el asesinato de su padre, y posteriormente
regresó a México para ajusticiar al culpable. Ejemplos posteriores
sobran, desde el famosísimo “Contrabando y traición” hasta “Chulas
fronteras”.
En 1995, en el que fue uno de los primeros narcocorridos que hacía una
apología directa del delito, Los Tucanes de Tijuana cantaban en “Mis
tres animales” al tráfico de cocaína (perico), marihuana (gallo) y
heroína (chiva), hablando de “animales” que hacían rico al personaje
central del corrido, y que en Chicago se vendían “más que
hamburguesas en el McDonalds”. Los motivos de esta letra permean
casi todas los corridos tumbados: uno de los éxitos más recientes
derivados de ello está en la pieza “Tiempos de guerra” de Yerai R,
TipoSierraBros y Jessy Castillo, que de paso busca conectar con la
Revolución.
Las letras de los corridos se pueden analizar con mayor detalle, para
alejarse de la lectura que las ve como una apología del narco y la
violencia. Su trasfondo es siempre la relación amor-odio con los
Estados Unidos; en general, incluyen una suerte de venganza, ya en
respuesta a la apropiación del territorio nacional o al racismo y la
discriminación. Antaño, la venganza podía darse a partir del mexicano
valiente temido por los estadounidenses, como el caso de Murrieta. En
los corridos del siglo XXI, la venganza está en venderles a precios altos
las drogas – “envenenándolos” de paso– y obtener riqueza gracias a
ello. La valentía, en estos corridos, radica en el alto riesgo del negocio
que lleva a los protagonistas a vivir siempre al filo de la muerte o la
captura. A partir de la riqueza, los mexicanos doblegan a los
estadounidenses –solo a los blancos, claro– y emulan el cliché del
estilo de vida de los millonarios, salvo que, como se repite en
prácticamente todas las canciones, nunca olvidan sus orígenes
humildes. El delito está justificado a partir de doblegar al enemigo y de
salir de la pobreza; desafiar a las autoridades corruptas en México y
racistas en Estados Unidos por cualquier medio resulta en un tipo de
bandolerismo heroico.
Los corridos tumbados podrían así verse como algo equivalente a los
que se cantaban a los bandidos en tiempos de Porfirio Díaz, como
Heraclio Bernal, Valentín Mancera, Ignacio Parra y Demetrio Jáuregui,
entre otros, que son considerados precursores de la Revolución
mexicana. Esos elementos épicos y melodramáticos que comparten
todos los corridos, del siglo XIX al XXI, están presentes en la
composición “Nuestro México Febrero 23”, también conocida como
“La persecución de Villa”, en la cual Samuel Margarito Lozano
describía los sucesos de 1916, luego de que Carranza autorizara a
tropas estadounidenses ingresar a territorio nacional en busca de
Pancho Villa. La labor de Lozano, en algunos aspectos, no fue muy
distinta a la de Chalino Sánchez.
Derribando mitos
“Disfruto lo malo”,
Junior H, Natanael Cano, 2019
Con todo, puede decirse que 2023 fue el año del corrido tumbado, al
menos en este continente. La duda es si en 2024 dará el salto –que sí
dio el reggaetón– a ser un fenómeno que escape de lo regional y tenga
escala global. Resulta difícil de predecir, pero me parece que
dependerá de si su sonido se vuelca más hacia lo local (norteño, banda,
sierreño) o a lo global (hip hop, urbano, pop). Ese vuelco, al final,
dependerá de los gustos regionales que, de momento, se inclinan por
la mayor presencia de elementos de banda y norteño en los corridos
tumbados. ~
Bruno Bartra
Sociólogo, etnomusicólogo, periodista y DJ.
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