Maldonado

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Mecanismos Destituyentes y Reconstituyentes en la Producción y Reproducción

de Pobreza. Niños, Niñas y Adolescentes en la Ciudad de Córdoba, Argentina

Spoiling and Rebuilding Mechanisms in the Production and Reproduction of


Poverty. Children and the Youth in the City of Córdoba, Argentina

Palabras Claves: Juventud; Pobreza; Mecanismos Sociales, Marginación, Córdoba


Keywords: Youth; Poverty; Social Mechanisms; Marginalization; Córdoba

1
Resumen
Enmarcada en el neofuncionalismo de Alexander y a través del uso de dispositivos y
mecanismos foucaultianos, y de las inequidades duraderas de Tilly, esta ponencia describe
el funcionamiento de dos pares de mecanismos que producen y reproducen pobreza en la
población joven de Córdoba, Argentina.
La “desafiliación de identidades” y el “acaparamiento de oportunidades” son
mecanismos destituyentes que desarman a estos sujetos despojándolos de sus anclajes
individuales y sociales de referencia y anulándolos como ciudadanos; de modo simultáneo
y complementario, las “identidades prêt à porter” y “la explotación y emulación” son
mecanismos que reconstituyen sujetos marginados y alienados, pasibles de ser utilizados
funcionalmente por el resto de la sociedad.
Se comprueba la utilidad de articular varios mecanismos sociales en explicaciones
complejas.

Abstract
Anchored in Alexander´s neofunctionalism this paper uses Foucaultian dispositifs and
mechanisms, as well as Charles Tilly’s durable inequalities to describe the functioning of
two pairs of social mechanisms in the production and reproduction of poverty among
marginalized children and young people in the City of Cordoba, Argentina.
“Identity disaffiliation” and “opportunity hoarding” work together to spoil the
individual by fading his/her personal anchorages of social references and silencing the
citizen in it. On the other hand, “ready-to-wear identities” and “exploitation and emulation”
rebuilt a marginalized and alienated subject that is functional to social exploitation.
In-depth descriptions of cases gathered in the City of Córdoba (Argentina) confirm
that the combination of social mechanisms improves the understanding of complex social
phenomena.

2
1. Introducción. La pobreza es una joven mujer que vive en el Sur

¿Cómo explicar la pobreza en un país tan rico como la Argentina?; ¿Por qué los
niños, niñas y adolescentes se encuentran entre los grupos más afectados?; ¿Cómo es
específicamente que la pobreza es producida y reproducida para impactar en los niños,
niñas y adolescentes? Este último interrogante es abordado directamente en este artículo
como un intento de echar luz sobre los dos primeros.
“La pobreza es joven, es mujer, y vive en algún lugar del hemisferio sur” suelo decir a
mis alumnos de grado. Sustentar esta verdad con estadísticas oficiales o privadas se ha
vuelto una tarea casi imposible en la Argentina contemporánea; basta señalar aquí a modo
de introducción que tanto las estadísticas oficiales del INDEC como las mediciones
privadas de universidades e institutos de investigación coinciden en afirmar que los niños,
niñas y adolescentes argentinos son entre 1.5 y 2.5 veces más vulnerables a vivir en
situaciones de pobreza que la población adulta en general (INDEC 2006; Salvia 2011;
Tuñon 2013).
En la Ciudad de Córdoba tampoco hay estadísticas confiables, por lo que prefiero
utilizar mis propios datos aunque estén un poco desactualizados. En noviembre del 2007
como miembro investigador del Servicio Habitacional y de Acción Social de Córdoba
(SEHAS) conduje una investigación sobre las condiciones socioeconómicas de la población
en villas de emergencias y asentamientos de esa ciudad. En 118 asentamientos en los que
vivían aproximadamente 65.000 personas encontramos, entre otros parámetros, que en el
37% de los hogares encuestados había uno o más niños/as en edad escolar que no iban a la
escuela y que solamente el 13% de los hogares entrevistados tenías cobertura de salud para
sus hijos/as (Buthet, Baima y Maldonado 2009).
En este artículo se describen cuatro mecanismos que producen y reproducen pobreza
en la población joven de la Ciudad de Córdoba en un intento de aportar herramientas que
permitan describir y analizar mejor el complejo fenómeno de la pobreza.

2. La pobreza no existe

Existe un amplio consenso en la bibliografía especializada sobre los efectos negativos


que han tenido la postmodernidad y la globalización sobre la pobreza en América Latina.
Estos análisis destacan el surgimiento de novedosas problemáticas transversales asociadas a
la pobreza, la creciente dificultad para construir explicaciones de causa-efecto y, sobre
todas las cosas, una multiplicación exponencial de la heterogeneidad y la complejidad de la
pobreza en la región. Organismos internacionales, agencias estatales e investigadores
académicos le han puesto distintos nombres al mismo fenómeno: el PNUD comenzó a
hablar de “las pobrezas” (en plural) a mediados de la década del 90 (UN 2009; PNUD
2010), Loic Wacquant calificó como “estallidos” de la pobreza a los nuevos fenómenos
sociales observados en guetos y barrios bajos de Buenos Aires (Wacquant 2008), y María
del Carmen Feijoo describe la nueva pobreza argentina como “heterogénea” (Feijoo 2001).
Ante esta creciente complejidad las ciencias sociales en general enfrentan al menos
dos desafíos al intentar abordar las nuevas formas de pobreza. En el plano teórico, los
enfoques tradicionales de la sociología se muestran limitados para capturar la complejidad
del fenómeno por lo que consistentemente han incorporado abordajes provenientes de la
3
antropología, la psicología social, la ciencia política y la econometría. En el plano
metodológico sucede algo similar; los diseños explicativos no logran establecer relaciones
de causa-efecto convincentes entre variables y las descripciones de casos en profundidad
poco dicen sobre tendencias consolidadas que atraviesan a todas las nuevas formas de
pobreza (por ejemplo el hecho constatado de que la pobreza es cada vez menos material y
cada vez más simbólica y relacional). Para complicar el cuadro, las definiciones y
mediciones de los organismos oficiales de toda la región datan de la década del 60 o 70 y
no solo han quedado obsoletas en sus diseños sino que además son cuestionadas en sus
fases de recolección y procesamiento.1
La presente investigación intenta un abordaje pragmático, simple y útil. Parafraseando
a Lacan, se parte de la afirmación de que “La Pobreza no Existe”, ya que no existe el
significante universal de la pobreza como tal sino que existen muchas personas en situación
de pobreza que sufren día a día esa condición. Partiendo de esta premisa no resultan tan
importantes las definiciones ni las mediciones, sino que son más útiles las descripciones
sobre cómo se crea la pobreza, cómo se produce y se reproduce, cómo afecta a las personas
y cómo puede reducirse.
Con este objetivo la Sección 3 aborda la pobreza desde el neofuncionalismo de
Jeffrey C. Alexander, operacionalizando sus principios epistemológicos y aplicándolos a
través de las herramientas Foucaultianas de dispositivos y mecanismos y de las inequidades
duraderas de Charles Tilly, en un derrotero lógico que intenta ir desde lo abstracto hacia lo
específico. Se describen dos pares de mecanismos que producen y reproducen pobreza
ejemplificando su impacto en niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza de la
Ciudad de Córdoba, Argentina (Sección 4). El principal aporte que se intenta realizar a
nivel teórico en las conclusiones (Sección 5) es destacar la importancia de utilizar varios
mecanismos de modo articulado y complementario en explicaciones sociales complejas.

3. Marco teórico: dispositivos, mecanismos, inequidades y funciones

Partiendo de la premisa Lacaniana de que “La Pobreza No Existe” como abstracción y


que solamente existen personas en situación de pobreza que sufren día a día, esta sección se
pregunta ¿cuáles son las aproximaciones científicas más útiles para abordar la complejidad
actual de la pobreza?, y ¿cómo describir y entender fenómenos que más afectan a los que
menos tienen como son la violencia sistémica, las novedosas formas de marginación y la
creciente fragmentación social?
El neofuncionalismo surge a mediados de la década de 1980 cuando Jeffrey C.
Alexander actualiza el funcionalismo clásico de Talcott Parsons y de Emile Durkheim
adaptándolo a la sociedad postmoderna y posestructuralista (Alexander 1978; 1985).
Alexander incorporó al primer funcionalismo elementos de conflicto, análisis
multidimensionales y niveles de microanálisis que este no tenía, superando así el
optimismo moderno implícito en los clásicos y abriendo un espacio hacia la izquierda del
enfoque donde luego iban a caber la incertidumbre, la creatividad interactiva y la tolerancia
democrática, todo esto sin sacrificar los postulados iniciales (Schwinn 1998). Más cercano
al interaccionismo simbólico de Parker y de George Herbert Mead, Alexander definió a las

1
La más innovadoras de las mediciones (la CASEN en Chile) no está exenta de cuestionamientos y conflictos.

4
acciones como “el resultado de las acciones concretas de los seres humanos reales en sus
intentos de abrirse espacio a través del tiempo y el espacio” (Wallace y Alision 2006: 59).
A riesgo de forzar fechas y membrecías, pueden afirmarse que hay claros elementos de
neofuncionalismo en los trabajos de Giddens, Habermas, Luhmann, Munch, Bourdieu,
Collins y Foucault.
Precisamente con éste último comienza el derrotero teórico de este artículo, a partir
del concepto de dispositivo, que, paradójicamente nunca fue definido por el mismo
Foucault sino que encontró su más acabada elaboración de la mano de Giles Deleuze.
Siguiendo la definición de Deleuze (1992: 159) puede considerarse a la pobreza como un
enorme dispositivo social:
“Un dispositivo es, en primer lugar, una maraña, un ensamble
complejo compuesto de diferentes líneas, de distintas naturalezas.
Las líneas de este aparato no delimitan o rodean sistemas, ya que
estos son homogéneos en sí mismos (en sus identidades, sus sujetos,
sus objetos, su lenguaje, etc.), sino que siguen trayectorias, trazan
balances que están siempre desbalanceados, de a ratos acercándose
las unas de las otras, de a ratos alejándose. Cada línea está
condicionada, sujeta a cambios de direcciones, bifurcaciones y al
azar. Objetos visibles, afirmaciones, fuerzas y sujetos son como
vectores y tensores. De este modo, los tres aspectos centrales que
Foucault distingue, Conocimiento, Poder y Subjetividad no están
determinados o definidos sino que son variables que se
complementan unas a otras”.2

El dispositivo “pobreza” está compuesto, entre otras líneas, vectores y tensores, por
mecanismos sociales que producen y reproducen pobreza. ¿Que es un “mecanismo social”?
Los mecanismos son construcciones analíticas que detallan la relación entre los dos
elementos de una explicación: el explanandum (el fenómeno a explicar) y el explanans
(enunciados que utilizan antecedentes y leyes generales para explicar el fenómeno). Estos
dos elementos estáticos están vinculados mediante procesos dinámicos que funcionan
siempre del mismo modo con gran independencia del contexto. Los “mecanismos sociales”
son particularmente útiles para abordar fenómenos relacionados al poder debido a su
naturaleza interdisciplinaria, su habilidad para conectar macro y micro fenómenos y su
reconocimiento de que son actores intencionados (y no variables abstractas) los
protagonistas de los fenómenos políticos (Elster 1989; Hedstrom y Swedberg 1996). Son
muy utilizados en ciencias sociales porque tienen gran poder explicativo con relativa
simpleza, sin las exigencias formales de las explicaciones causales ni las aspiraciones
universales de las grandes teorías. Los mecanismos sociales son procesos simples y lineales
cercanos a la experiencia concreta que explican una parte de una interacción social; son
recursos pedagógicos que facilitan la descripción de fenómenos complejos en términos más
simples, una suerte de construcción de modelos parciales que permiten separar los
fenómenos que se quieren explicar del conjunto imbricado de los demás fenómenos

2
Traducción del Autor

5
sociales. Por eso raramente se los encuentra en forma aislada; la mayoría de los fenómenos
sociales complejos resultan de la interacción de varios mecanismos (Maldonado 2009).
Dispositivos (apparatus) y mecanismos forman parte de la vasta caja de herramientas
conceptuales de Michel Foucault, que a los fines de esta ponencia son forzadas a caber en
la categoría de neofuncionalismo. Los trabajos originales que vincularon los aparatos
foucaultianos con la exclusión social (Tilly, Marshall, Oyen y Schnapper, entre otros)
suponían sociedades relativamente homogéneas con patrones de relacionamientos políticos,
económicos y civiles propios de la modernidad industrial. La tarea de adaptación de esos
mecanismos a las desfasadas realidades latinoamericanas (y concretamente a la pobreza) la
completarían una década más tarde los autores latinoamericanos congregados en el Grupo
CLACSO-CROP, Álvarez Leguizamón (2005; 2009) y los trabajos compilados por
Cimadamore y Cattani (2008), y por Arzate Salgado, Gutiérrez y Huamán (2011).3 En esta
investigación la aplicación de estos elementos teóricos a los estudios de pobreza y su
operacionalización en categorías empíricamente observables se hace por dos caminos
concurrentes, a saber: las inequidades duraderas de Charles Tilly y las funciones positivas
de la pobreza de Herbert Gans. Sigue una brevísima exposición de cada uno de ellos.

Una aplicación concreta de los recursos pedagógicos de dispositivos y mecanismos a


los estudios sociales sobre marginalidad es el trabajo de Charles Tilly sobre inequidades
duraderas (Tilly 1998; 2002), que a los fines de esta investigación son consideradas como
mecanismos que componen el dispositivo mayor de la pobreza. Las inequidades duraderas
son aquellas que “perduran de una relación social a otra, especialmente aquellas que
persisten a lo largo de una vida, de una carrera o a lo largo de las historias de las
organizaciones humanas” (Tilly 1998: 6); su permanencia a lo largo del tiempo es tan fuerte
que hasta resultan naturalizadas para las sociedades que las albergan.4 Las inequidades
duraderas están construidas sobre distinciones categóricas entre grupos de personas (como
hombre/mujer, blanco/negro, ciudadano/extranjero) y no tanto en gradaciones de atributos,
propensiones, comportamientos o acciones de los individuos particulares, y como corolario
de esto, “las actitudes racistas, sexistas o xenofóbicas tiene menos importancia en la
explicación de las inequidades duraderas de lo que tienen las estructuras institucionales en
las que se asientan esas inequidades” (Tilly 1998: 15). Esta cristalización de las inequidades
en estructuras institucionales formales es clave por varios motivos: las inequidades
obtienen confirmación por parte del estado, son soporte no cuestionado de leyes y normas,
son aprehendidas por las personas en sus procesos de socialización primarios y por ende
reproducidas de modo casi automático de generación en generación. En los casos
estudiados en la próxima sección las categorías de “menor/mayor de edad” y de “pobre/no
pobre” cumplen todos los requisitos para ser consideradas inequidades duraderas.
Según Tilly, las inequidades duraderas se construyen a través de cuatro mecanismos.
El primero es la “explotación” de la plusvalía, tal cual la formulara originalmente Marx. El
segundo se llama “acaparamiento de oportunidades” y describe el proceso mediante el cual
los individuos que comandan recursos y que están incluidos en la sociedad preservan para

3
El Comparative Research On Poverty (CROP) creado en 1992 en Noruega por Elsa Oyen estableció un convenio de cooperación con el
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en el año 2002 para articular una red académica internacional que trabaja
sobre la problemática de la pobreza, los procesos de discriminación, la desigualdad y la injusticia social en toda América Latina.
4
La sociedad norteamericana tienen naturalizada su organización social en base a razas mientras que las sociedades musulmanas
tienen naturalizada su organización social en base a género.
6
sí mismos las oportunidades de crecimiento que se presentan en la comunidad,
disminuyendo o cerrando las oportunidades de los demás (los excluidos).
Los terceros y cuartos mecanismos productores de inequidades duraderas son los más
importantes para esta investigación ya que operan la consolidación e institucionalización de
los dos primeros. El tercer mecanismo es la “emulación” que lentamente difunde los
mecanismos de explotación y de acaparamiento de oportunidades a lo largo y ancho de la
sociedad, perfeccionándolos poco a poco al punto tal que llegan a parecer naturales,
necesarios e imprescindibles para la rutina diaria (Tilly 1998; 2002). La emulación incluye
la copia de normas o estructuras institucionales, que tienen la explotación y el
acaparamiento en su interior y que ya están consolidadas, para aplicarlas a la formación de
nuevas distinciones sociales, en un ejercicio práctico de uso de legitimidad y economía
normativa (por ejemplo la distinción menor/mayor de edad legal a los 18 años luego se
extendió a restricciones de todo tipo y es raramente cuestionada). El cuarto mecanismo, la
“adaptación” es la coronación del proceso ya que implica la adaptación de las conductas y
las rutinas diarias de las personas a las distinciones consagradas por la explotación y el
acaparamiento de oportunidades (similar a la gobernamentalidad Foucaultiana). La
explotación crea diferencias entre propietarios y no propietarios, mientras que el
acaparamiento crea diferencias entre incluidos y excluidos. La emulación y la adaptación
sellan esas distinciones haciéndolas habituales tanto para unos como para otros. El
resultado es que los grupos explotados o excluidos son menos conscientes de las
distinciones que los afectan y por ende es menos probable que se rebelen o se escapen
(Tilly 2002).

El sociólogo Herbert Gans publicó en 1972 un artículo en el American Journal of


Sociology titulado “15 Funciones Positivas de la Pobreza” donde se ponen en evidencia las
utilidades prácticas que tiene la pobreza en la sociedad occidental moderna; a los fines de
esta ponencia, las funciones positivas de Herbert Gans son utilizadas para explicar las
consecuencias que operan en el individuo luego de que éste atraviesa por los mecanismos
reconstituyentes.
El artículo de Gans (1972: 276) parte de una premisa tan simple como contundente:
“la imposibilidad de las ciencias sociales de explicar la persistencia
de la pobreza parte del error fundamental de definirla como un
problema. Hay mucho terreno fértil por recorrer si se parte de la
premisa de que la pobreza no es un problema sino que es una
solución. Es una solución funcional a la sociedad moderna,
occidental, capitalista organizada en torno al estado de derecho”.5

La idea central en realidad no fue nueva; no es otra cosa que un aggiornamiento del
marxismo clásico en su cruce con el funcionalismo original de Talcott Parsons y de David
Easton. Lo novedoso de Gans fue la simplicidad del planteo, el enorme campo de trabajo
que abrió para la investigación empírica y la operacionalización del marxismo en términos
casi cotidianos que permitieron aplicar los complejos cuestionamientos de la sociología

5
Traducción del Autor

7
crítica de mediados del siglo XX a la vida cotidiana del ciudadano común (una suerte de
marxismo capilar autocrítico listo para usar y que no requiere conocimientos previos).
¿Cómo logra Gans esta eficaz combinación entre potencia crítica y versatilidad de
aplicación? Gans sostiene que los pobres benefician de modo directo o indirecto a la
sociedad en su conjunto y a cada uno de nosotros de modo particular, en al menos 15
formas concretas. De esas 15 funciones positivas descriptas por Gans, son pertinentes a este
trabajo las siguientes: 1) Los pobres hacen el trabajo sucio que nadie quiere hacer en la
comunidad; 2) Ellos son el objeto que sostiene varias profesiones como trabajadores
sociales, policías, jueces, médicos, personal de la asistencia social, etc.; 3) Los pobres son
cliente cautivos de los productos y servicios de la peor calidad (incluidos los servicios
profesionales); 4) Los pobres son el símbolo punible de la desviación social por parte de
sectores conservadores y supuestamente defensores del decoro y la honra, la moralidad y
las buenas costumbres; y 5) Las “culturas bajas” han sido objeto de admiración y
explotación comercial por parte de las clases medias y altas que separan al producto de sus
productores.

En los trabajos seminales de Gans, Tilly y Oyen, elaborados en base a sociedades


industriales desarrolladas, los mecanismos sociales que producían pobreza simplemente
relegaban a los sujetos a posiciones inferiores dentro de la misma sociedad estratificada; es
decir, los mecanismos que producían y reproducían pobreza degradaban pero no
expulsaban (como era el caso de los inmigrantes ilegales del norte de África en los países
de Europa).
Reconociendo las limitaciones de las analogías físicas y químicas típicas del
neofuncionalismo se sostiene en este artículo que en la aplicación de esta teoría a la
pobreza de las fragmentadas sociedades latinoamericanas se gana mucho poder de
descripción cuando se estudia el funcionamiento complementario de mecanismos
destituyentes (que afectan la formación de identidades y las oportunidades de inserción
cívica y social de los sujetos) junto a otros mecanismos que reconstituyen a esos sujetos en
los márgenes de la sociedad y les ofrecen vías de inserción social diferenciada que los hace
pasibles de explotación por parte del resto de la sociedad. En una lectura de columnas del
Gráfico Nro. 1 los “Mecanismos I” desarman los anclajes a los que los sujetos afilian sus
identidades tanto en la familia como en la escuela (“Desafiliación de Identidades” I-A) y
los destituyen de las posibilidades reales de gozar de modo efectivo de los derechos a la
educación, la salud y el trabajo que les corresponden como ciudadanos de un estado
constitucional (“Acaparamiento de Oportunidades” I-B). De modo simultáneo y
complementario, los “Mecanismos II” reconstituyen a los sujetos ofreciéndoles
convenientes “Identidades Listas para Usar-prêt à porter” (II-A) e inserción selectiva en
espacios y mercados marginales (“Explotación y Emulación” II-B).

8
Gráfico Nro. 1
Mecanismos Destituyentes y Reconstituyentes
en la Producción y Reproducción de Pobreza
MECANISMOS DESTITUYENTES MECANISMOS DE RECONSTITUCIÓN
DESARME DEL SUJETO Y DEL CIUDADANO EN LOS MÁRGENES
MECANISMOS (I) Ejemplos MECANISMOS (II) Ejemplos
 Familia Desmembrada IDENTIDADES LISTAS  Baile de Cuarteto
Identidad DESAFILIACION
 Violencia Sistémica PARA USAR  Hinchada de Futbol
(A) DE IDENTIDADES
(en escuela y barrio) (prêt à porter)
(I-A)
(II-A)
 Educación EXPLOTACION  Código de Faltas
ACAPARAMIENTO  Trabajo Y  Consumo y
Ciudadano
DE OPORTUNIDADES  Salud EMULACION Comercialización de
(B)
(I-B) (II-B) Drogas Ilegales

Fuente: Elaboración Propia

4. Aplicación de la teoría a un caso. Niños, niñas y adolescentes en la Ciudad


de Córdoba, Argentina.

Los niños, niñas y jóvenes en situación de pobreza de la Ciudad de Córdoba,


Argentina, enfrentan un complejo entramado de mecanismos de destitución, desafiliación y
reconstitución de identidades que producen y reproducen situaciones de pobreza. Esta
sección utiliza las herramientas conceptuales descriptas en la sección anterior para describir
el funcionamiento de esos mecanismos y sus consecuencias en las vidas de estas personas.
En primer lugar la pobreza en su conjunto se representa en este trabajo como un
enorme aparato Foucaultiano, compuesto de poleas, resortes, símbolos, energías, líneas
transversales y puntos de fugas que configuran ese todo complejo e inabordable que
significa la marginalidad en sociedades fragmentadas y periféricas como la Argentina que
nunca terminaron de ser ni modernas ni desarrolladas pero que ya han recibido lo peor de la
postmodernidad y de la globalización selectiva (Giddens 1999). Parte de esta maraña, de
este ensamble desparejo y fusiforme que es la pobreza en contextos de abundancia son los
mecanismos de producción y reproducción de pobreza que se desarrollan a continuación
(Ver Gráfico Nro.1 arriba).
Los niños y niñas que nacen en contextos desfavorables de la Ciudad de Córdoba
enfrentan desde temprana edad situaciones que propenden a la desafiliación del individuo y
al quiebre de los anclajes iniciales sobre los que construyen sus identidades (Mecanismo I-
A “Desafiliación de Identidades”). Familias desmembradas, padres ausentes y madres
sobresaturadas de responsabilidades, carencias materiales y afectivas, nutrición deficiente,
violencia familiar y abandono son algunas de las situaciones habituales que afectan su
desarrollo psicofísico, todas ellas descriptas en detalle en los trabajos cualitativos de Alicia
Gutierrez (2004), en una detallada encuesta sociométrica en Buthet y otros (2009) y en
López y Maldonado (2011). Según Vasilachis de Gialdino “las personas pobres son
aquellas que se ven sometidas a un entramado de relaciones de privación de múltiples

9
bienes, materiales, simbólicos, espirituales y de transcendencia, imprescindibles para el
desarrollo autónomo de su identidad esencial y existencial” (Vasilachis 2003:91).
Los espacios de socialización secundarios por su parte están signados por la violencia
sistémica como única pauta de interacción conocida por los chicos y chicas (conjugando los
tres tipos de violencia descriptos por Zizek). Esto no solo es verdad respecto de los espacios
informales como son la calle y el barrio (llamado el “hyperguetto” o el “estallido de la
villa” por Loic Wacquant) sino que ha permeado también los ámbitos más
institucionalizados como los clubes, las iglesias y fundamentalmente la escuela, algo que
fue constatado en Barrio Villa El Libertador en un extenso trabajo de campo realizado por
Cristina Corea y Silvia Duschatzky (2006). Los impactos que esta violencia sistémica tiene
en la psiquis de las personas y su negativo correlato político en la conformación de los
ciudadanos ha sido probada ampliamente en los trabajos producidos por el Equipo de
Psicología Política de la Universidad Nacional de Córdoba a cargo de la Dra. Silvina
Brussino (2007; 2009).

El segundo mecanismo destituyente (Acaparamiento de Oportunidades I-B) actúa


directamente sobre el ciudadano del estado de derecho occidental y moderno desarmando
primero sus posibilidades de concreción reales de sus derechos (que quedan meramente
nominales) y luego estigmatizando, a quienes estaban incluidos, como obsoletos, y a
quienes aún no se habían incluido, como supernumerarios, en una operatoria similar a la
que Agamben denunció con algunos cuerpos. Tal como se describió en la sección anterior
el acaparamiento de oportunidades opera cuando los individuos mejor posicionados en la
sociedad y que comandan recursos materiales y simbólicos acaparan para sí las
oportunidades de desarrollo que genera la sociedad en áreas como la educación y el trabajo.
Un breve ejemplo de estas operatorias en cada uno de estos campos se ofrece a
continuación.
La educación provincial tiene muy pocas opciones para los repitentes o para los
expulsados del sistema de educación formal, que en las escuelas en contextos desfavorables
supera el 30% en el nivel inicial y hasta el 70% en los niveles medios (EGB y ciclos de
especialización) (La Voz del Interior 17/08/2012). La Provincia de Córdoba responde a este
problema con un plan que retiene pero no incluye ya que disminuye la calidad educativa al
bajar las horas de cursado, disminuye la cantidad de materias y baja la nota mínima
requerida para aprobarlas (Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba 2013). De
modo paralelo crecen de modo exponencial los sistemas para-escolares que ofrece trayectos
curriculares alternativos para llegar al título secundario, en formatos acelerados, de corto
cursado, semipresencial, a distancia, etc. Un extenso estudio realizado en Córdoba sobre la
eficacia de los programas compensatorios en materia de educación concluye que en general
estos no han logrado aún salir del paradigma asistencialista y de contención permaneciendo
lejos de los objetivos enunciados de atención especializada y efectiva reinserción (Carena,
Grasso y otros 2005).
En el mundo del trabajo también hay opciones diferencias para los menos
beneficiados. En su estudio sobre el deterioro de las escuelas Corea y Duschatzky
confirman, entre otras cosas, que la violencia también es producida por la frustración que
provocan la imposibilidad de acceder a determinados lugares que han sido encriptados con
nuevos códigos (siguiendo a Luhmann y a Fairclough) ya sean estos espacios físicos
(shoppings, cines, galerías, etc.), espacios sociales (como el esparcimiento, el
10
conocimiento, el arte, los trámites públicos, etc.) o espacios simbólicos (como el
reconocimiento social y el status). Uno de los modos en que opera el Acaparamiento de
Oportunidades (Mecanismo I-B) descripto por Charles Tilly en la sección anterior es
encriptando el acceso a las oportunidades de trabajo; ¿por qué es necesario tener el
secundario completo para manejar un taxi? o ¿quién y cómo se fijan los parámetros de la
“buena presencia” en las selecciones de personal? Los jóvenes del Barrio Chacra de la
Merced de la Ciudad de Córdoba han reportado a los técnicos de SEHAS6 que en varios
casos la sola mención del barrio donde viven alcanza para descalificarlos en los procesos de
selección laboral. La presentación de cartas de postulación, el curriculum vitae, las
entrevistas personales, los chequeos médicos y los tests psicológicos forman parte del
encriptado mundo de la selección laboral donde corren con mucha desventaja quienes
tienen limitaciones en el uso de la palabra porque han recibido una deficiente educación
formal. Con enormes desventajas para desenvolverse en el encriptado mundo de la
selección laboral, los jóvenes de zonas marginadas y con escaso nivel de educación
terminan casi invariablemente consiguiendo trabajo en el sector informal, los varones en la
construcción y las mujeres en el servicio doméstico, transfiriendo así recursos a la clase
media que gracias a esta situación puede construir sus casas y librarse de las tareas del
hogar a muy bajo costo (función positiva Nro. 2 de Gans, ver arriba). Una vez que ambos
mecanismos (la desafiliación de identidades y el acaparamiento de oportunidades) han
operado su corrosión destituyente en la identidad y en las posibilidades de superación de los
individuos, estos quedan en condiciones desventajosas de competencia respecto de sus
pares.

De modo simultáneo y complementario a los mecanismos destituyentes operan los


mecanismos reconstituyentes. Es importante aclarar que las personas de todas las
condiciones sociales enfrentan estos mecanismos, la diferencia está en los recursos
afectivos, identitarios, cognitivos, materiales y simbólicos con que enfrentan estos
mecanismos quienes no fueron afectados previamente por los mecanismos destituyentes de
quienes sí lo fueron (de ahí la importancia que se remarca en este artículo de estudiarlos de
modo complementario).
El primer mecanismo reconstituyente son las “Identidades prêt à porter” o “listas
para usar” (Mecanismo II-A). En su artículo publicado en la Revista ARBOR, Martinez
Sahuquillo (2006: 822) repasa los principales trabajos actuales sobre conformaciones de
identidades colectivas en la postmodernidad afirmando:
“…a la etapa actual de la modernidad, llámesele fase líquida
(Bauman) o segunda modernidad (Beck), le corresponde una
identidad muy individuada, abierta, reflexiva, diferenciada y, en
contraste con la de la anterior fase, cada vez más fragmentaria,
móvil, discontinua o precaria”.

La disolución de los factores que producían identidades colectivas en la modernidad


(el estado-nación, las religiones tradicionales, las profesiones y los oficios) han perdido
6
El Servicio Habitacional y de Acción Social una de las ONGs más prestigiosas de la Ciudad de Córdoba que comenzó sus actividades a
fines de la década del 1970 en torno a la organización comunitaria para la construcción de viviendas populares y hoy extiende su campo
de acción a cuestiones de fortalecimiento institucional, género, infancia y juventud, economía social y desarrollo urbano sustentable. El
autor de esta ponencia se desempeña como investigador en SEHAS. www.sehas.org.ar
11
fuerza frente a lo que Martínez Sahuquillo (2006: 822) llama el predominio de las
“identidades colectivas prêt à porter” (listas para usar), interpretadas en este artículo como
mecanismo;
“…muchos individuos descontentos con esa inseguridad o
ansiedad que resultan de una identidad tan frágil eluden los
problemas que ésta genera adhiriéndose a identidades colectivas
prêt à porter (pese a que se presenten como naturales), como las
ofrecidas por algunos movimientos políticos o sociales
contemporáneos, desde el nacionalismo identitario hasta los
llamados nuevos movimientos sociales, o bien acudiendo a
filosofías esotéricas y religiones o prácticas de inspiración religiosa
del más variado pelaje que prometen una vía espiritual para el
autodescubrimiento y, en su caso, una comunidad a la que
pertenecer”.

En el caso de Córdoba las principales identidades colectivas prêt à porter a la que


acceden los jóvenes de poblaciones empobrecidas están vinculadas a los bailes de música
de cuarteto (baile popular cordobés) y a las hinchadas de los clubes de fútbol locales.
Ambas identidades son altamente económicas ya que traen consigo elaborados patrones
estéticos, de vestimenta, lenguaje, conducta y prácticas a muy bajo costo económico y bajo
costo personal. Una par de zapatillas, una gorra y el corte de pelo tipo “diablito” alcanzan
para ingresar a la tribu en la que se puede ascender luego con un celular adecuado y una
moto que se consigue hasta en 48 cuotas mensuales de $140 pesos (20 dólares
estadounidenses).
De hecho, ambas personalidades (el cuartetero y el hincha de fútbol, nótese que son
siempre hombres) han dado lugar en Argentina a un enorme mercado de la personalidad.
Este mercado representa el lado de la demanda, el complemento al mercado de la oferta de
la personalidad en las clases medias norteamericanas y profesionales que describía C.
Wright Mills a mediados del siglo pasado cuando señalaba que los atributos personales de
los trabajadores de cuello blanco (profesionales) adquirían un valor comercial y un espacio
especial para su mercadeo (Mills, 1973).

Sin embargo, es el consumo de alcohol y en especial de drogas el elemento


aglutinante y reconstituyente por excelencia de los jóvenes empobrecidos que no
encuentran espacios de inserción en el sistema de educación formal ni en el mercado de
trabajo (Mecanismo II-B Emulación y Explotación). El vasto mundo de la producción,
comercialización y consumo de drogas es un dispositivo en sí mismo, quizás aún más
complejo que el de la pobreza. Excede los límites de este artículo la descripción del
fenómeno y de sus impactos en la salud, la psiquis y la convivencia social de los
individuos y en las comunidades, algo que ya fue descripto en detalle para la Ciudad de
Córdoba por la Subsecretaría de Coordinación de Prevención de las Adicciones del
Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Córdoba (Miguez, Fernandez y Mansilla
2010).
Los motivos para consumir alcohol y drogas por parte de los jóvenes son muchos. Los
que conciernen a este artículo son los relacionados a búsqueda de identidades y a las
oportunidades de inserción laboral. Así cómo el fútbol y el cuarteto ofrecen personalidades
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listas para usar a muy bajo precio, el consumo y la comercialización de drogas ofrecen
espacios que sustituyen los derechos vulnerados. Respecto de las identidades, los jóvenes
reconocen que en muchos casos (76%) comenzaron tomar alcohol o a consumir marihuana
“para no decir que no” y “como forma de ingresar o ser aceptado/a en un grupo”. Respecto
de las ocupaciones, la comercialización y el menudeo de drogas en los barrios bajos de la
Ciudad de Córdoba es una alternativa altamente lucrativa y de muy bajo riesgo para los
jóvenes que “pueden ganar hasta “300 o 400 pesos por día si vendés bien…”
(aproximadamente 50 dólares estadounidenses) (Miguez, Fernandez y Mansilla 2010: 7).

5. Conclusiones
Se propone en este artículo una aproximación a la pobreza desde el neofuncionalismo
de Alexander, los dispositivos y mecanismos Foucaultianos y las inequidades duraderas de
Charles Tilly. Con este andamiaje teórico se describe el funcionamiento de dos mecanismos
sociales que destituyen a los sujetos de sus identidades y de sus derechos, y de otros dos
mecanismos que reconstituyen esas identidades y los integra de modo diferenciado en los
márgenes del sistema laboral y social. La evidencia empírica obtenida de fuentes
secundarias respecto al impacto que tienen estos mecanismos en niños, niñas y jóvenes de
zonas marginadas de la Ciudad de Córdoba confirman la utilidad del abordaje
neofuncionalista y deja la puerta abierta para que en futuras investigaciones se busquen las
fisuras en estos mecanismos y dispositivos como puntos de fuga a través de los cuales
puedan neutralizarse la producción y la reproducción de pobreza.
Si bien la complementariedad entre mecanismos que producen pobreza formaba parte
de las condiciones teóricas de funcionamiento descriptas por los primeros autores (Tilly y
Oyen fueron especialmente enfáticos al respecto), la misma no fue luego igualmente
considerada en los casos de estudio donde predominan los análisis que utilizan uno u otro
mecanismo de modo independiente. Se subraya de este modo que hay mucha capacidad
descriptiva por ganar sobre el fenómeno de la pobreza en sociedades periféricas y
fragmentadas como la Argentina cuando se considera la complementariedad entre
mecanismos sociales que destituyen a los sujetos y mecanismos sociales que los
reconstituyen.
Otros estudios sobre juventud podrán en el futuro confirmar o refutar el
funcionamiento de la “Desafiliación de Identidades”, el “Acaparamiento de
Oportunidades”, las “Identidades Listas para Usar-prêt à porter” o la “Explotación y
Emulación” como mecanismos que producen y reproducen pobreza.

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