Gendrik Moreno - Tesis. Sugerencias de Margarita Belandria

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 13

Me parece que vas bien encaminado. El tema es bien interesante.

Habría que ver


el proyecto culminado para dar una mejor opinión.

Le hice algunas correcciones resaltadas así: en rosado lo que debes quitar. En


azul lo que debes dejar. En gris algunas cosas que agregué. En amarillo para que
lo pienses.

Mi recomendación es que no uses el sistema APA para citar a los autores, pues
el aparato crítico es uno de los elementos más importantes de una investigación.
Es altamente aconsejable colocar los nombres completos de los autores, no
solamente el apellido, pues el aparato crítico de un trabajo de investigación
debería aportar el mayor número de información posible. Colocar solamente el
apellido del autor y el año de publicación de la obra, es algo que dificulta el
trabajo al lector, pues éste siempre tendría que estar revisando la bibliografía
para ver el título de la obra.

UNIVERSIDAD RAFAEL URDANETA

VICE RECTORADO ACADÉMICO

DIVISIÓN DE ESTUDIOS PARA GRADUADOS

ESPECIALIZACIÓN EN METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN

Filosofía Política y la elaboración del marco teórico-conceptual en la


investigación politológica: aproximación de una incomprensión.

1
Trabajo Especial de Grado para optar al título de Especialista en Metodología de la Investigación.

Elaborado por:

Gendrik Moreno

Asesora:

Profa. Dulce Guerra

Maracaibo, 2016

CAPITULO I

FUNDAMENTACIÓN??

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

A partir de nuestra experiencia como profesor de métodos de investigación en ciencias


sociales y filosofía, y en especial como tutor de varios trabajos de grado en la carrera de
Ciencia Política, notamos con mucha preocupación las carencias en el manejo conceptual en
los denominados ‘marcos teóricos’ de las memorias conducentes al grado de licenciatura de
dicha carrera. Para cualquier investigación, sea del área de las ciencias físico-naturales o de las
sociales y humanas, las teorías no son un mero accesorio inconexo para llenar espacios dentro
del texto de las monografías; por el contrario, los elementos teóricos constituyen la base o
suelo fundacional que sirve para erigir nuestras propias presuposiciones, hipótesis, sistemas de

2
creencias y hasta otra nueva teoría, a partir del discernimiento de la racionalidad intrínseca de
dichos elementos y de las virtuales conexiones de aquéllas con nuestras conjeturas previas.
Más de las veces, en esa tan necesaria como permanente fase de revisión bibliográfica
preliminar a toda investigación –pero incluso, presente también durante buena parte de su
recorrido- nos topamos con conceptos o categorías que no sólo nos ayudan a fundamentar
nuestros conocimientos, sino que son la condición de posibilidad de que se disparen en nuestra
mente ideas novedosas en torno a un hecho, fenómeno, proceso, tema o problema, o
sencillamente, para iluminarlos desde otras facetas o perspectivas. En este sentido, la teoría
revisada -siempre alineada y orientada por nuestros propósitos y variables de investigación-,
deviene en el dispositivo heurístico que permite en un mismo movimiento cognoscitivo
generar nuevas ideas, pulir y enriquecer argumentos en defensa de nuestra tesis, así como
también, fortalecer nuestra capacidad de abstracción, racionalidad y juicio, elementos
inherentes a toda empresa científica.
Además, sostenemos que los encuadres teóricos son ese crisol que permiten dar sentido
a la empírea circundante, a ese haz de sensaciones que de forma caótica atiborran nuestro
aparato sensorial. Sin la ayuda de una teoría sería harto difícil -si no imposible- otorgar
significación a los fenómenos políticos, sociales y culturales en general, que de suyo y por
definición, son una compleja realidad nebulosa, difusa, opaca, inestable, siempre en las
primeras de cambio difícil de asir y aprehender en su naturaleza e interconexiones.
En este sentido, y por convicción filosófica, este escrito apuesta a una unidad entre la
reflexión y la percepción empírica, tratando de ser fiel al pensamiento kantiano expuesto en la
Crítica de la razón pura: las ideas sin contenido son ideas yermas, las intuiciones (sensoriales)
sin conceptos son intuiciones ciegas. Por lo tanto, es igual de relevante hacer que nuestros
conceptos sean sensibles, es decir, añadirles un objeto de intuición, que hacer que nuestras
intuiciones sean inteligibles, es decir, cribarlas por virtud de nuestros conceptos (Kant, [1781]
2006: A 50/B 74, 92)
Al mismo tiempo, esperamos que nuestra muy breve alusión a Kant sirva como
ejemplo del consejo y práctica que alentamos a nuestros estudiantes: aproximarse a las fuentes
más originarias contenidas en los grandes textos teóricos y filosóficos que ha legado la cultura
occidental, sin miramientos ni mayores temores y con la firme convicción de que al menos las
ideas y razonamientos de los pensadores que conforman dicho acervo serán muy útiles para

3
reforzar y hacer más sólidas nuestras propias reflexiones y argumentaciones, así como para
contrastar las opiniones de quienes los han estudiado y comentado.
No se entienda este escrito como un ejercicio de soberbia disciplinar en donde se
asume que la teoría sociológica, la filosofía política o sencillamente las investigaciones de tipo
‘analítica’ o ‘explicativa’ son “superiores a” o “mejores que” otras áreas, disciplinas,
alineaciones teóricas, etc. Por el contrario, nuestra preocupación como asesor y facilitador nos
ha conducido a pensar que la consideración crítica y reflexiva de marcos teóricos-
conceptuales, es una conditio sine qua non de cualquiera de las subáreas de la ciencia política,
desde las propiamente teoréticas hasta las que se perciben con mayores aplicaciones prácticas.
Inclusive, como bien sugiere Jaqueline Hurtado en su obra El proyecto de investigación, hasta
las investigaciones de tipo ‘proyectiva’ requieren el tránsito lento y atento por un conjunto
mínimo de conceptos (que a su vez se desprenden causalmente de constructos teóricos más
amplios) que permitan comprender mejor, en una trama conceptual a escala, las variables o
eventos en cuestión.
De manera pues que, como una suerte de moraleja, nuestra experiencia nos ha llevado
a sostener que toda investigación académica requiere de la fuerza explicativa de unos
presupuestos teóricos bien delimitados y comprendidos por parte del investigador o de la
comunidad de investigación; pero en especial, la ciencia política no debería prescindir, bajo
ninguna circunstancia o condición, de la rica tradición conceptual legada por la filosofía
política. Entorno a ésto, hay toda una discusión aún no zanjada entre los que consideran que la
ciencia política debe atender al llamado de la tradición y necesariamente considerar los textos
de los autores más egregios de la filosofía política de todos los tiempos, o por el contrario
quienes piensan que no, que como ciencia empírica en estricto sentido, debe concentrarse más
en los métodos de investigación y en las técnicas de recogida y análisis; incluso hay quienes
consideran que la disciplina debe, definitivamente y sin retorno, entrar en una etapa de
matematización, propia de las ciencias físico-naturales.
Lo cierto es que en la actualidad, y debido cierto desprestigio actual de la filosofía en
general (merecido o inmerecido, no lo sé) una abrumadora mayoría de representantes de la
disciplina activos en la investigación, sobre todo en el mundo angloparlante, considera que a
partir de la segunda mitad del siglo XX -y al igual que el resto de disciplinas sociales-, la
ciencia política tiene una clara, distinta e inconfundible autonomía epistemológica, es decir,

4
anida dentro de su dinámico seno plenitud de conceptos, métodos y técnicas que, si bien
extraídos y asimilados desde otras disciplinas (incluso, de las propias ciencias duras, cfr., por
ejemplo, el concepto de ‘organismo’, ‘estructura’ o el de ‘sistema’) portan en la actualidad la
suficiente entereza, solidez y solvencia epistémica y técnica como para no hacer uso más de lo
necesario de “abstrusas” consideraciones filosóficas.
Con algunas excepciones recogidas en los textos de autores como Strauss (1970, 1993)
Rawls (1979, 1995) Borón (2002, 2006, 2007, 2008) Wolff (2001) Lessnoff (2011) Camps
(2001) Vegas González (2005) Astorga (2006) Castro Leiva (1991) entre otros, sobre los
cuales tendremos oportunidad de detenernos en detalles más adelante, la contemporaneidad
politológica suele reivindicar dicha autonomía, y en ocasiones, menosprecia con sospechosa
justificación la herencia de la tradición y de los clásicos 1. Aquí, y no sin cierto espíritu
ecléctico no arbitrario, deseamos trasmitir al lector, sobre todo a los estudiantes que se
encentran en pleno proceso de formación intelectual, una visión unitaria de la ciencia política
que se nutra, ciertamente de las ventajas de la estadística y de las matemáticas, pero sin
menoscabo del rico potencial hermenéutico que se adquiere al fijar nuestra mirada reflexiva
sobre la teoría y la filosofía política. En palabras de Camps (2001: 9)

[…] a medida que a la filosofía le han ido siendo arrebatado sus ámbitos de estudio por la
diversificación y división de las ciencias en todas sus modalidades –formales, empíricas o
sociales-, eso que ha venido en llamarse «filosofía práctica» ha acabado siendo el espacio más
propio y natural de los filósofos. Lo que la filosofía puede decir a propósito de la moral o de la
política es algo que no hacen [sic] ni la sociología de la moral ni la ciencia política. Digamos
que la reflexión filosófica viene después –o debería venir después para tener algo de rigor- de
la historia, de la sociología o de la politología. Es un pensar sobre lo ocurrido, sobre los datos
empíricos, sobre las instituciones, con el fin de aportar visiones más de conjunto y de razonar
sobre los hechos pasados o previsibles, así como acerca de nuestras formas de aprehenderlos,
clasificarlos y ponerlos en cuestión. [Énfasis nuestro]

1
Deseamos acotar algo al respecto. Se considera ‘clásico’ un autor o tema que por la relevancia de su propuesta o
contenido de su obra, al ser consultado, sigue despertando en nosotros interrogantes, perplejidades o respuestas
sobre inquietudes contemporáneas. La cualidad de ‘clásico’ adquiere en esta investigación –y aspiramos que así
lo comprenda y asimile el lector- una imagen positiva, porque a pesar del tiempo (o por virtud de él) todavía
puede mirarse fructíferamente nuestra realidad con los “lentes” de ellos. Autores como Platón, Protágoras,
Aristóteles, Kant, Smith, Hegel, Marx (y a partir del recién finalizado siglo XX hacia el futuro, Strauss, Rawls,
Nozick, Walzer, entre otros) han cancelado y trascendido las barreras socio-históricas para seguir dialogando con
el tiempo presente.

5
El criterio de Camps viene a corroborar nuestra apreciación: muy pocos estudiantes
están bien nutriendo y fundamentando sus hipótesis o tesis de trabajo con el caudal teorético
necesario como para otorgar un sólido hilo conductor a sus problemas de investigación. De
hecho, algunos no pasan satisfactoriamente de la mera fase de tema de investigación,
precisamente porque es poca o inexistente la previa y necesaria atención que prestan a las
grandes obras del pensamiento político universal. Parafraseando a Barrera (2006ab), a los
“generadores de ideas matrices o fundamentales” de las cuales se nutre una comunidad
científica y una tradición disciplinar, y que por lo general, el caudal amplio de estas teorías se
encuentran explícita o implícitamente diseminadas en extensiones filosóficas mucho más
amplias. Pero, ¿por qué hacemos énfasis en la filosofía y por extensión en la teoría política en
tanto de filosófico contenga? Por dos razones. La primera, parte de una obviedad superficial
que se encuentra en el sesgo por confesión disciplinar: nuestra “caja de herramientas” parte de
allí, así como -suponemos- lo hacen los biólogos, los educadores, administradores, etc. Sería
un “suicidio intelectual” el mero desear investigar desde coordenadas ajenas. La segunda, de
mayor relieve pedagógico, tiene que ver con una apreciación metadisciplinar: la filosofía no es
una entelequia etérea que tiene cándido y eterno aposento en el topo uranos. Esa imagen que
con arreglo a los diálogos de Platón ha permeado el sentido común y se ha naturalizado
socialmente como la imagen, es tan sólo una muy minúscula parte de su extensa y fértil
historia. No la entendemos como “levitando” por encima de los avatares mundanos,
específicamente políticos; la entendemos más bien como una disciplina que, atendiendo a
contingencias sociohistóricas propias de cada realidad, proporciona estructura, orden,
sistematicidad, rigor y sentido a las investigaciones, y ésta es una consideración metodológica.
Recapitulando. Cada una de las posturas metodológicas y epistémicas que recoge groso
modo la disputa arriba indicada contempla vías de accesos comprensivos a la realidad
sociopolítica que no pueden a priori desdeñarse a partir de una interpretación –incorrecta la
más de las veces- de inocua especulación metafísica. No pocos estudiantes, por algunas
razones conjugadas, consideran que la filosofía política o consideraciones teóricas de parecido
tenor resultan innecesarias y absolutamente prescindibles al momento de enhebrar su marco
teórico-conceptual en el contexto de su investigación; incluso, se llegan a escuchar
coloquialismos como “el marco teórico es el momento para hablar paja”, o “profesor, yo no

6
voy a leer tanto, eso es mucha paja” queriendo significar una supuesta cualidad accidental o
accesoria de lo teorético, por lo general expresada en un lenguaje abigarrado, ampuloso y de
difícil comprensión. Concedemos que en algunos casos, efectivamente, sí hay autores harto
abstrusos en la presentación de sus ideas, con un uso abusivamente innecesario de jerga
técnica o de rodeos que tiende a confundir a los alumnos perdiendo rápidamente el interés por
dichos autores y hasta por la lectura en general2.
Hasta ahora, sobre el marco teórico hemos hecho someras consideraciones; hemos
hablado sobre su necesidad, de su importancia, de los elementos en su confección, etc. Sin
embargo, ya que venimos vindicando la importancia de los conceptos, menester es dar una
explicación mínima de lo que se entiende por ‘marco teórico’ para poder así, a la vez,
inmediatamente pasar a una consideración algo más operativa y ajustada a las exigencias
propias de este escrito.
El tratamiento del asunto del marco teórico o conceptual no es accesorio o baladí en las
lidias de la investigación seria y rigurosa. Así lo atestiguan un conjunto de textos que por regla
general le dedican un capítulo al tema. Se podrían citar una ingente cantidad de autores que, en
mayor o menor extensión, plasman una conceptualización y una justificación de la
importancia y utilidad del marco teórico 3. Empero, el consenso en torno a su definición se
plasma en el texto de Jaqueline Hurtado como sigue: “El [marco teórico] corresponde a la
definición, extensión, delimitación y comprensión del tema (…) tiene como propósito proveer
a la investigación de fundamentación epistémica. Permite precisar el pensamiento propio
asociado a la investigación, y a la integración teorética de los principio, postulados y
fundamentos de la misma” (Hurtado, 2006: 62)
Con igual peso, esta autora expone algunas otras notas distintivas que coadyuvan en la
definición de un marco teórico, entre las cuales destacan textualmente las siguientes: enuncia
la ontología en la cual se enmarca su evento de estudio; al decir de Piero Lo Monaco, el marco
téorico delimita el universo objetual del discruso (1998), sitúa la problemática a estudiar en un
contexto conceptual, cultural histórico, legal, etc., define los eventos [“variables” en el
vocabulario clásico de corte positivista] y los términos relacionados, lo cual facilita su
2
Para una explicitación en detalle, casi en tono de denuncia, sobre la innecesaria oscuridad del lenguaje de
algunos célebres autores, invitamos a consultar el texto de Andrade (2011) El posmodernismo ¡vaya timo!.
Navarra: Laetoli.
3
La lista puede ser extensa. En español y en nuestro contexto académico latinoamericano destacan los siguientes:
Batista y Sampieri (2006), Tamayo y Tamayo (1998), Asti Vera (1968), Hurtado de Barrera (2000, 2005),
Sabino, Otilia Fernández (2005)

7
posterior operacionalización y por consiguiente, su adecuada medición; plantea la teoría en la
cual se basan los criterios de análisis, en el caso de investigaciones analíticas; sienta las bases
para la interpretación y discusión de resultados; plantea la teoría que hace posible explicar la
interacción de los diferentes eventos, en el caso de investigaciones explicativas, predictivas o
con objetivos de mayor nivel [cognoscitivo]. (Idem., énfasis en interpolaciones nuestros).
A su vez, la fundamentación teórica da indicios de los objetivos que pueden
formularse, el nivel de profundidad en el cual se va a quedar el estudio (si es de nivel
perceptual, aprehensivo, comprensivo, integrativo) y por ende, acerca del tipo de investigación
más apropiado. Además, es imperativo que un marco teórico conceptual relacione de forma
hilada, lógica, consistente y coherente información relacionada con teorías, investigaciones,
aspectos legales, conceptos, etc., toda de manera integrada y entretejidas con el hilo de la
redacción. Resulta muy frecuente aunque no por ello correcto, organizar la información
separando (e incomunicando de forma definitiva) todas las investigaciones en un grupo aparte,
situadas habitualmente en el área llamada “antecedentes…”, todos los conceptos en otro
grupo, todas las teorías en otro, convirtiendo el marco en un catálogo de citas sin un atisbo de
relaciones de ideas y aspectos del problema por medio de conectores y argumentos. “los
conceptos, las teorías, los aspectos legales, las investigaciones, los aspectos históricos,
antropológicos, constituyen los ingredientes, pero estos ingredientes deben ser procesados,
mezclados, trabajados para que el resultado sea digerible, es decir, para obtener un texto con
secuencia lógica. Consistencia conceptual, profundidad crítica y que sea comprensible para el
lector” (Ibidem.: 74)
No afirmamos que todo ésto sea una tarea fácil, pero es que en realidad de verdad
ningún oficio que exija esfuerzo intelectual al máximo –y la investigación científica quizás sea
el modelo por excelencia- no debe ser tenido por simple, fácil o sencillo. Quizás éste sea un
síntoma común de las investigaciones a todo nivel y en todas las disciplinas: todas exigen de
dicho esfuerzo reflexivo. Es por ello que, previo a la confección final de dicho marco teórico,
y de nuevo, para el caso y disciplina que nos ocupa, el joven estudiante investigador, con
ayuda de su tutor y demás asesores que a bien decida, debe estar previamente orientado e
introducido en la lectura de textos pertinentes en áreas como la filosofía, la historia, la
sociología, la economía y la antropología, entre otros 4, de manera tal que sea capaz de
4
Así lo sugiere un autor como Duverger (1996: 537 y ss.) quien se refiere a la ciencia política como una ciencia
“encrucijada”, “residual” o “ciencia de síntesis” pues necesariamente se nutre de otros léxicos conceptuales, otras

8
discernir lo que sea realmente útil de un plexo de nociones, categorías, principios y conceptos
ubicados en estos textos. Incluso, la misma autora citada sostiene que es recomendable
emprender la tarea de diseñar y redactar el marco conceptual para luego realizar el
planteamiento y demás contornos, puesto que no puede precisarse satisfactoriamente nada si el
investigador no ha logrado digerir, relacionar y sedimentar todo ese cúmulo de información
que en apariencia pareciera imbricare sin sentido ni dirección alguna.
Por ello, sostenemos y reiteramos que la filosofía política en sus diferentes y disímiles
textos en cuanto a posiciones teóricas e ideológicas concierne, y en tanto y en cuanto,
proporciona al alumno investigador de ciencia política el elenco conceptual básico de
referencia para la hechura de su marco teórico guía, puede resultar muy útil y de un matiz
operativo de mucho valor, porque, a una con sus pesquisas empíricas, ordenadas, clasificadas
y tabuladas, orienta la observación y la valoración de los fenómenos y posibilita su
interpretación posterior de forma consistente, pues proporciona criterios epistémicos. Ni la
recolección ni la interpretación de datos se hace de forma aislada e inconexa, pues concede un
nivel de abstracción que es elevado sin perder sus anclajes con la realidad de estudio, y
además complementa la apreciación empírica, pues da herramientas para el análisis y la
reconstrucción conceptual.
Por otro lado, permite visualizar conscientemente que las ideas y los conceptos que se
emplean en el análisis o la explicación política no forman parte del mismo orden que el de los
hechos políticos: más bien son algo “creado” por el investigador. Sin embargo, tienen como
función volver significativos los hechos políticos ya sea con fines de análisis, de crítica o de
justificación. Los conceptos que constituyen una filosofía política sistemática introducen
orden en lo que, de otro modo, podría parecer un caos de actividades. En otras palabras, una
filosofía tiene como prioridad y función racionalizar el mundo político (Pastore, 1990)
Sin embargo, a pesar de que este acervo se encuentra a disposición en tanto no es
ningún tipo de conocimiento de carácter esotérico, los estudiantes de los últimos semestres de
la carrera, específicamente a partir del 7mo en adelante, que es cuando formalmente cursan el
seminario y los talleres de trabajo especial de grado, siguen incurriendo deliberada o
inadvertidamente en los errores caracterizados, o mejor dicho en las omisiones señaladas. Esto
nos lleva a recapitular y formular en un enunciado la siguiente pregunta de investigación:

técnicas, otros métodos de disciplinas afines.

9
Formulación del problema

¿Por qué en los trabajos especiales de grado que presentan los alumnos de ciencia
política para recibirse en la disciplina evidencian una notable ausencia u omisión de elementos
teóricos que proporciona la filosofía y la teoría política clásica y contemporánea?

Objetivos de investigación

Objetivo general

1. Explorar, analizar y explicar las causas por las cuales los trabajos de grado que se
empiezan a hacer y se formalizan como tal a partir del 7mo trimestre de la Escuela de
Ciencia Política de la Universidad Rafael Urdaneta exhiben notable ausencia u omisión
de los referentes teóricos que proporciona la filosofía y la teoría política clásica y
contemporánea

Objetivos específicos

1. Examinar en qué medida los estudiantes a partir del 7mo semestre de la Escuela de
Ciencia Política de la URU hacen un uso adecuado y consistente de las herramientas
conceptuales que provee la filosofía y la teoría política.

2. Caracterizar los aspectos críticos comunes de los marcos teóricos en los trabajos de
grado que se empiezan a hacer y se formalizan como tal a partir del 7mo trimestre de la
Escuela de Ciencia Política de la URU.

3. Analizar el patrón común de elementos que constituye una filosofía política.

4. Valorar la percepción que tienen los estudiantes tesistas a partir del 7mo semestre de la
Escuela de Ciencia Política de la URU sobre la pertinencia, utilidad y ventajas del
marco teórico conceptual en una investigación.

10
5. Valorar la percepción que tienen de la filosofía política los estudiantes tesistas a partir
del 7mo semestre de la Escuela de Ciencia Política.

6. Caracterizar el uso de estrategias metacognitivas en el aprendizaje de los contenidos de


las tres primeras “teorías políticas” contenidas en el plan de estudio de la carrera.

7. Explicar los factores que inciden en los trabajos de grado que se empiezan a hacer y se
formalizan como tal a partir del 7mo trimestre de la Escuela de Ciencia Política de la
Universidad Rafael Urdaneta exhiban notable ausencia u omisión de elementos
teóricos que proporciona la filosofía y la teoría política clásica y contemporánea.

Sugerencia bibliográfica

René Descartes. Discurso del método y Reglas para la dirección de la mente.

Ángelo Marchese. Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria.

Pompeyo Ramis Lógica y crítica del discurso. (Tema de la división lógica).

Carlos Sabino. El proceso de investigación.

Armando Zubizarreta. La aventura del trabajo intelectual.

Alberto Rosales: “Filosofía y educación: enseñanza y estudio de la filosofía en


Venezuela”. Revista Filosofía Nº 23 del 201

BIBLIOGRAFÍA

ASTORGA, Omar (2006) Ensayos sobre filosofía política y cultura. Caracas: Ediciones de la
Biblioteca de la UCV.

Aristóteles. Retórica
11
BARRERA, Marcos.

(2006a) Líneas de investigación. Bogotá: Quirón-Sypal


(2006b) El intelectual y las ideas. Bogotá: Quirón-Sypal.

BORÓN, Atilio.

(1999b) La Filosofía Política Clásica. De la Antigüedad al Renacimiento. Argentina:


CLACSO
(1999a) Teoría y Filosofía Política. La tradición clásica y las nuevas fronteras.
Buenos Aires: CLACSO/EUDEBA,
(2000) Filosofía Política Moderna. De Hobbes a Marx. Buenos Aires, CLACSO
(2002) Teoría y Filosofía Política. La recuperación de los clásicos en el debate
latinoamericano. Argentina: CLACSO.

CAMPS, Victoria (2001) Introducción a la filosofía política. Barcelona: Crítica.

CASTRO LEIVA (1993) “Sociedad y filosofía política hacia el siglo XXI. Elogio, elegía y
encarnación. Historia fabulada de una idea de Constitución” En: Actas del tercer
Congreso Nacional de Filosofía. Caracas, UCV, del 2 al 15 de noviembre de 1991, 52-
59.

COPI, Irving. Introducción a la lógica. (Temas de la definición y las falacias).

DUVERGER, Maurice (1996) Métodos de las ciencias sociales. Barcelona: Ariel.

ECO, Umberto. Cómo se hace una tesis.

HURTADO, Jaqueline (2005) El proyecto de investigación. Bogotá: Quirón-Sypal.

KANT, Inmanuel ([1781] 2006) Crítica de la razón pura (Trad. Pedro Ribas) México: Taurus.

LESSNOFF, Michael (2011) La filosofía política del siglo XX. Madrid: Ediciones Akal

PASTORE, Romano (1990) Curso de filosofía política. La filosofía política griega (Lecciones
y antología) Maracaibo, La Universidad del Zulia: Ediluz.

PETZOLD, Herman

PLATÓN. Fedro

RAWLS, John

12
(1979) Teoría de la justicia. México: FCE.
(1995) Liberalismo político. México: FCE.

STRAUSS, Leo
(1970) ¿Qué es filosofía política? Madrid: Ediciones Guadarrama.
(1993) STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph [Comp.] Historia de la filosofía política.
México: FCE.

VEGAS GONZÁLEZ, Serafín (2005) “Significado e intención: de la historia de las ideas


políticas a la historia de la filosofía” Revista de Filosofía, N° 50-2, 7-46.

WOLFF, Jonathan (2001) Filosofía política. Una introducción. Barcelona: Ariel.

13

También podría gustarte