CUNTO Columpio - Con - Alas
CUNTO Columpio - Con - Alas
CUNTO Columpio - Con - Alas
Secretario Ejecutivo
Lic. Edmundo Jacobo Molina
Esta publicación se inscribe en el marco de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023, que busca
contribuir al fortalecimiento de nuestra cultura cívica, reconociendo que es necesario generar las condiciones
para que las y los ciudadanos hagan suyo el espacio público y se conviertan en los actores principales de la vida
democrática.
Este volumen ofrece a las comunidades infantiles de todo el país un relato que nos coloca al centro de los
acontecimientos de un barrio que puede ser el entorno vecinal de cualquiera de nosotros. En este escenario, la
escritora Monique Zepeda y el ilustrador Carlos Vélez trazan un entramado en el cual los personajes enfrentan
dilemas y coyunturas que atañen a las posibles maneras en las que todos y cada uno pueden satisfacer sus necesidades
de esparcimiento; así, el parque recreativo y la cancha deportiva aparecen como espléndidas analogías de los espacios
en los que los miembros de una sociedad democrática deben aprender a convivir respetuosamente y a desarrollarse.
Con esta publicación dirigida particularmente a niñas y niños que cursan los primeros años de primaria,
queremos propiciar una reflexión en torno a los valores democráticos establecidos en nuestras leyes y asomarnos
así a la vigencia que estos valores demandan en nuestra propia interacción social. El relato pone de manifiesto la
importancia de comprometernos en el ejercicio de acciones concretas que fortalezcan nuestra vida en democracia
y que van mucho más allá de la participación en los procesos electorales.
Papás y maestros encontrarán en esta historia una herramienta valiosísima para acompañar a niñas y niños en
el proceso de distinguir las condicionantes de una sociedad que vive en democracia, tales como el respeto a la
pluralidad y a la diversidad, la participación, la inclusión y la no discriminación. Esta publicación es, ante todo, una
invitación a la lectura gozosa, es una oportunidad para reconocernos a través de los personajes que protagonizan
esta ficción y descubrir lo mucho que podemos hacer si encaminamos nuestros actos cotidianos a engrandecer
juntos la vida democrática que nuestra sociedad exige.
Burla, balonazo y algunas preguntas
Ramón patea la pelota contra la pared mientras espera a sus amigos. Le urge
que lleguen porque habían hecho un acuerdo con los vecinos: los niños podrían
usar la mitad de la cancha y los muchachos más grandes usarían la otra mitad
para practicar basquetbol, excepto el domingo que la usarían todos los que
tienen patines o patineta.
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Ramón le hace una seña de saludo con la mano. Alejandra baja la cabeza; pasear con
su hermana no es algo que le sea fácil: no hay manera de acostumbrarse a las miradas
y, a veces, a los cuchicheos o las burlas.
Ale y Sofía se cruzan con los compañeros de Ramón, que llegan dispuestos a
echarse un partidito. Los tres amigos las miran de reojo, no las saludan y, cuando las
rebasan, Julio se pone a caminar cojeando y agitando los brazos, imitando a Sofía.
Alberto y Pepe sueltan unas cuantas risotadas.
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–¿Qué te pasa a ti? –reclama Ramón.
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Un recado, otro balón y un apretón
de manos que no se dio
Ramón se despertó temprano, quería apurarse porque Alejandra llegaba mucho antes
que los demás. Su mamá trabajaba en la oficina de la escuela y tenían que estar 15
minutos antes de la hora de entrada de los alumnos.
Él se había dado cuenta que Alejandra esperaba en el patio, a veces, mirando las
ramas del árbol y otras acomodando sus estampas sobre una banca.
Ramón se acercó, llevaba en el bolsillo un sobre con estampas de las que varios
niños coleccionaban.
–No tengo ésta. ¿Te la cambio por otra? –dijo señalando su paquete de estampas.
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–Te la regalo −dijo Ramón.
–Bueno…
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Julio se puso colorado y, cuando ya iban
avanzando hacia el salón, levantó una mano,
alzó la voz y le dijo: “Perdón, tienes razón”.
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Algo parecido a los celos
y un caramelo que no se puede tragar
Por la tarde, la pandilla de los cuatro se reunió en las canchas, listos para un partido.
Alejandra volvió a pasar cerca, acompañada de Sofía.
Ramón, un tanto nervioso, botaba la pelota esperando arrancar el partido. Sin saber
muy bien por qué, sentía ganas de darle un balonazo a Julio. Finalmente, arrancó el
partido y quedaron empatados. ¡Sudados y empatados!
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Ya estaban saliendo de las canchas cuando vieron a
Alejandra y a su hermana acercarse a los columpios. Sofía
lloraba y jalaba a Ale.
–¿Quiere subirse?
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–Ya no te lo puedes comer –dijo Ale con voz aliviada.
–Es que no puede comer ese tipo de dulces –explicó Ale–. Se puede atragantar.
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Se despidieron y él se alejó cabizbajo.
Al llegar a casa, Ramón tenía varias preguntas sobre las necesidades que
tienen los niños y las niñas con alguna discapacidad.
–Sí –se impacientó Ramón–. Sólo hay columpios para los niños que no
se caen…
–Tienes razón, hay pocos columpios para niños pequeños, con respaldo
y barra de seguridad.
–No me contestes así, hijo. Explícame, ¿para niños que no pueden qué?
–Para niños que no pueden hacer lo mismo que nosotros –dijo con una
voz extraña.
–Hay pocos, muy pero muy pocos. Tenemos que hacer algo, debe haber instituciones
que apoyen a las personas que tienen esas necesidades…
–Veamos qué se nos ocurre hacer, hijo. Te prometo que voy a buscar, sé que el Estado
debe asegurarse de que todas las personas tengan los mismos beneficios.
Ramón se fue a dormir más tranquilo, pensando en cómo poder ayudar a su amiga.
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Amigo verdadero y balón ponchado
Julio, ¿tu papá tiene una herrería, verdad? –le preguntó Ramón cuando se lo encontró
en la escuela.
–Sí, ¿por…?
Durante el recreo, Alejandra vio que Ramón y Julio conversaban en voz baja.
Ambos le dirigieron una mirada larga antes de irse a jugar con el balón.
Alejandra alzó los hombros, estaba acostumbrada a que la miraran raro. No tenía
muchas amigas, sólo Pilar se sentaba a comer con ella durante el recreo, pero Pilar faltaba
mucho a la escuela porque se enfermaba con frecuencia.
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Los días que Pilar estaba ausente Ale se sentaba con sus
compañeras, pero a veces le daban la espalda, o le decían que no
aceptaban a niñas que no tenían lonchera bonita, o a las niñas que
tenían hermanas raras, o a las que no se peinaban a la moda.
Estaba muy molesta, deseó que se les ponchara el balón, y al pensarlo se dio cuenta
de que estaba muy enojada.
Sus padres le habían explicado que, en ocasiones, algunas personas deseaban que algo
malo ocurriera a los que les caían mal, pero que cometían
un error y que era preferible arreglar sus diferencias
hablando, preguntando y aclarando.
–Sí –apoyó el papá de Julio–. Parece que un columpio permite mayor seguridad.
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Los cuatro salieron de la herrería e hicieron papelitos donde anotaron el juego de su
preferencia.
Casualmente, había dos papelitos con la palabra columpio, uno con resbaladilla y, por
supuesto, uno más con subibaja.
El papá de Julio recibió los papeles, les mostró los materiales que había en su taller:
tubos, cadenas, barras… y los invitó a pensar y a votar de nuevo.
–Bueno, para alguien que necesita sentirse seguro y no caerse –precisó Ramón, al
tiempo que los tres se inclinaban para ver las líneas que el papá trazaba sobre el papel.
Mientras tanto Alejandra, de camino a la terapia, miró hacia las canchas sin encontrar
a Ramón. Resignada trató de no pensar en él.
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“Siempre busca nuevos amigos”, le había dicho su mamá. “No te rindas”.
Alejandra no encontró la palabra que quería decir acerca de cómo se veía Natalia
con los lentes, simplemente quiso tener las mismas gafas, ponerse la misma ropa,
peinarse igual y hablar con la misma calma.
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No existe un solo
color favorito y aire con sabor…
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Pero el timbre que anunciaba el final del recreo no permitió que su voz se
escuchara.
Por la tarde, Ale apuraba el paso jalando a Sofía. Quería encontrarse con Natalia y
mostrarle el libro que estaba leyendo.
–Es El cuaderno de Pancha, la historia de una niña que una vez se hizo pipí en clase
porque no le dieron permiso de salir al baño… y que no tenía muchas amigas… sólo
un amigo…
Alejandra estaba muy contenta, tenía ganas de aplaudir por haber logrado captar la
atención de Natalia.
–No, no, no, no me lo cuentes –cortó Natalia–. Mejor préstamelo cuando termines.
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Columpio con alas
Al salir de la terapia, Ale trató de alejarse de los columpios para evitar un berrinche
de Sofía, pero vio que había varias personas en los juegos para niños: Ramón y Julio,
el resto de sus compañeros del futbol, los basquetbolistas, varios chicos con sus
patinetas e incluso algunos adultos. Decidió acercarse para averiguar de qué se trataba,
qué es lo que había hecho que se reunieran todos.
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Había colgando una cadena nueva y brillante. Se escuchaban voces proponiendo:
“Deberíamos hacer más juegos como éste”.
La pequeña jaló con mucha fuerza la mano de su hermana mayor y la soltó de golpe;
Ale perdió el equilibrio y se cayó, mientras Sofía avanzaba tan aprisa como podía hacia
el grupo de personas
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Al levantarse, sacudiendo la tierra de su ropa, sintiendo que le ardían las manos
y las mejillas, escuchó la risa de Sofía.
Ramón le hizo un gesto con la mano para mostrar lo que estaba ocurriendo.
El papá de Julio y los demás se apartaron.
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–Sofi, ¡qué hermoso columpio! –dijo Ale, llevándose las manos a la cara.
El aire, además de dulce, era tibio. La risa de Sofía una cascada sin tropiezos.
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Para reflexionar
y dialogar
Democracia y vida cotidiana
Todos los niños son seres sensibles e inteligentes, y merecen recibir educación
ciudadana tanto en la escuela como en el hogar.
Con el fin de que este cuento resulte significativo para los chicos, invitamos a los
adultos cercanos, maestros y padres de familia a acompañarlos en su lectura, a disfrutar
de la historia, a dialogar y reflexionar sobre la democracia y la diversidad en su vida
diaria, y no sólo en tiempos electorales.
La democracia va mucho más allá de los procedimientos para elegir gobierno con
nuestro voto, sino que tiene relación con todos los aspectos de nuestra vida social de
manera cotidiana.
Estas últimas páginas recogen los conceptos más importantes que se abordan a
través de la historia de Columpio con alas para que puedan identificarlos en diferentes
momentos de la narración:
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• La democracia es un recurso para organizar la vida diaria de las
sociedades, para resolver conflictos y propiciar que las personas
participen en la formación de sus gobiernos y en la selección de sus
representantes.
El uso de la cancha organizada para los futbolistas, los basquetbolistas
y los chicos que juegan con sus patines y patinetas da cuenta de una
organización justa y democrática.
• Todos los grupos y personas son iguales porque tienen los mismos
derechos y también tienen responsabilidades, pero son diferentes y
sus identidades e intereses pueden ser diversos. La diversidad es una
riqueza de las sociedades.
Lamentablemente, y a pesar de tener los mismos derechos de todos los
niños, Sofía, por su discapacidad, no tenía acceso a los mismos juegos
que los demás.
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respecto a su hermano, que al igual que Sofía, tiene problemas
de lenguaje.
Será muy importante escuchar las dudas de los pequeños, sus experiencias y opiniones
sobre la historia y sobre lo que experimentan en relación a este tema, tanto en su escuela,
como en su comunidad. Esperamos que los niños y sus familias la disfruten y que
contribuya a su formación ciudadana.
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Columpio con alas
Se utilizó la familia tipográfica Bembo Std.
Carlos Vélez Aguilera nació en la Ciudad de
México en 1980. Es egresado de la Escuela Nacional
de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma
de México. Tomó el diplomado de ilustración,
procesos y contextos de casul, así como diferentes
talleres y seminarios de ilustración con maestros tales
como Javier Sáez, Kveta Pakovska, Adellci Galloni,
Noemí Villamuza, Santiago Caruso, André Neves y
Roberto Inoccenti, entre otros. Desde hace 10 años es
ilustrador profesional y ha colaborado con diferentes
editoriales como Santillana, Castillo, Norma, sm,Trillas,
Richmond, Alfaguara, Porrúa, y para las revistas Quo,
Chilango y Escala, entre otras. En 2015 fue seleccionado
para el Programa de jóvenes creadores del fonca en la
categoría de narrativa gráfica y ganó el segundo lugar
en el catálogo de ilustradores de publicaciones infantiles
y juveniles de la filij.
Columpio con alas es la historia de un grupo de niñas y niños que suman ideas y esfuerzos
con un objetivo común: ayudar a una pequeña que tiene necesidades especiales para que disfrute
de sus juegos al igual que todos sus compañeros. Esta obra forma parte de la colección Árbol y es
una invitación a reflexionar sobre la empatía, la diversidad, la tolerancia, la justicia y el respeto,
punto de partida para comprender la democracia y vivirla como
un ejercicio cotidiano de la ciudadanía.