Salud Mental
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Salud Mental
Psicopatología
El consenso científico acerca de las condiciones de la salud mental contempla
desórdenes neurobiológicos y muy particularmente neuroquímicos. Otras
funciones del cerebro identificadas como contribuyentes a las condiciones de la
salud mental incluyen el reloj circadiano, la neuroplasticidad, el canal iónico,
la transducción de señal, la cognición, las redes cerebrales,14 entre muchos otros.
Imágenes del cerebro demuestran cambios físicos en la neuroanatomía de
desórdenes como la esquizofrenia,15 el autismo y los llamados trastornos
bipolares.16 Los estudios incluyen también la observación de factores ambientales,
del desarrollo y el nivel de relaciones interpersonales del individuo. Las mejores
evidencias médicas, como son definidas por el Instituto Nacional de Salud y
Excelencia Médica del Reino Unido en su guía de tratamientos17 indican que el
desorden bipolar, por ejemplo, requiere una combinación de
medicamentos, psicoterapias, autoayuda y soporte social. Por su parte, las agencias
de salud mental promueven en la actualidad el estímulo de métodos de autoayuda y
superación personal.
Otras formas de estados “psicológicos no-sanos” (psicopatología), como se
contempla desde la psicología,18 pueden relacionarse con procesos mentales
(cognición) o aprendizaje y no necesariamente con categorías psiquiátricas.
Aceptación social
La aceptación social de personas que padecen condiciones de salud mental ha
probado ser la mejor ayuda y también la mejor prevención de desórdenes mentales.
Sin embargo, en muchos países las personas con condiciones de salud mental son
víctimas de mentalismo (la forma en que se nombra la discriminación con base en
la presencia de un trastorno o discapacidad mental), incluso por parte de su propio
núcleo familiar o dentro del propio sistema de socio-sanitario, y no son aceptadas
con facilidad en el mundo laboral, en el estudio y en la comunidad. La falta de un
conocimiento acerca de lo que significa un problema mental es otro factor que
incide en el mismo fenómeno de marginalización. La prevalencia de serios
problemas en las condiciones de salud mental en la juventud es doble que en el
general de la población sumado a que forma el grupo que menos busca ayuda en
este sentido. Los jóvenes tienen un alto potencial de minimizar futuras
discapacidades si la aceptación social es amplia y reciben la ayuda precisa y los
servicios oportunos.
La recuperación se da ante todo dentro del ámbito de la aceptación social.
La discriminación y el estigma hacen más difícil el proceso de recuperación para
personas con enfermedades mentales en lo que se refiere a conservar su empleo,
obtener un seguro de salud y encontrar un tratamiento.
Una de cada seis personas tiene entre 10 y 19 años de edad. La adolescencia es una
etapa única y formativa, pero los cambios físicos, emocionales y sociales que se
producen en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, los malos tratos o la
violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de
salud mental. Protegerlos de la adversidad, promover en ellos el aprendizaje
socioemocional y el bienestar psicológico, y garantizar que puedan acceder a una
atención de salud mental son factores fundamentales para su salud y bienestar
durante esos años y la edad adulta.
Aunque en el mundo, según se calcula, uno de cada siete adolescentes de 10 a 19
años (14%) padece algún trastorno mental (1), estas enfermedades siguen en gran
medida sin recibir el reconocimiento y el tratamiento debidos.
Suicidio y autolesiones
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes mayores (15 a 19
años) (2). Los factores de riesgo del suicidio son diversos: abuso del alcohol, malos
tratos en la infancia, estigmatización a la hora de buscar ayuda, obstáculos que
impiden recibir atención y el disponer de medios para suicidarse. Los medios
digitales, como cualquier otro medio, pueden desempeñar un papel importante en
la mejora o el empeoramiento de las medidas de prevención del suicidio.