Salud Mental

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Salud mental

La salud mental es el bienestar general de la manera en que piensas, regulas tus


sentimientos y te comportas. A veces, las personas experimentan una importante
perturbación en este funcionamiento mental. Puede haber un trastorno mental
cuando los patrones o cambios en el pensamiento, los sentimientos o el
comportamiento causan angustia o alteran la capacidad de funcionamiento de una
persona. En términos generales, el estado de equilibrio entre una persona y su
entorno socio-cultural que garantiza su participación laboral, intelectual, las
relaciones para alcanzar un bienestar y calidad de vida.
Sin embargo, lo mental alcanza dimensiones más complejas que el funcionamiento
meramente orgánico del individuo. La salud mental ha sido definida de múltiples
formas por autores de diferentes culturas. Los conceptos de salud mental incluyen
el bienestar subjetivo, la autonomía y potencial emocional, entre otros.
Un trastorno de salud mental puede afectar tu capacidad para lo siguiente:

 Mantener relaciones personales o familiares.


 Funcionar en entornos sociales.
 Desempeñarte en el trabajo o en la escuela.
 Aprender a un nivel acorde a tu edad e inteligencia.
 Participar en otras actividades importantes.
Las normas culturales y las expectativas sociales también desempeñan un papel en
la definición de los trastornos de salud mental. No existe una medida estándar en
todas las culturas para determinar si un comportamiento es normal ni cuándo se
vuelve perturbador. Lo que puede ser normal en una sociedad puede ser motivo de
preocupación en otra.

Importancia de la salud mental


La salud mental se relaciona con el raciocinio, las emociones y el comportamiento
frente a diferentes situaciones de la vida cotidiana. También ayuda a determinar
cómo manejar el estrés, convivir con otras personas y tomar decisiones
importantes. Al igual que otras formas de salud, la salud mental es importante en
todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la edad adulta y
la madurez. De acuerdo con estadísticas de la OMS, los problemas de salud mental
constituyen alrededor del 15% de la carga mundial de la enfermedad.3 El déficit en
la salud mental contribuiría a muchas enfermedades somáticas y afectivas como
la depresión o la ansiedad.
El tema de la salud mental, además, no concierne sólo a los aspectos de atención
posterior al surgimiento de desórdenes mentales evidentes, sino que corresponde
además al terreno de la prevención de los mismos con la promoción de un
ambiente sociocultural determinado por aspectos como la autoestima, las
relaciones interpersonales y otros elementos que deben venir ya desde la educación
más primaria de la niñez y de la juventud. Esta preocupación no solo concierne a
los expertos tales como psicopedagogos y psicólogos, sino que forma parte de las
responsabilidades del gobierno de una nación, de la formación en el núcleo
familiar, de un ambiente de convivencia sana en el vecindario, de la
responsabilidad asumida por los medios de comunicación y de la consciente guía
hacia una salud mental en el colegio y en los espacios de trabajo y estudio en
general.4
¿Cómo hacen los profesionales de la salud mental para
diagnosticar los trastornos?
Un psiquiatra, psicólogo, asistente social clínico u otro profesional de la salud
mental puede hacer un diagnóstico de una afección de salud mental. Tu médico de
atención primaria también puede participar en una evaluación diagnóstica o
remitirte a un especialista en salud mental.
El diagnóstico puede basarse en lo siguiente:

 Antecedentes clínicos de enfermedad física o trastornos de salud mental


en ti o en tu familia
 Un examen físico completo para identificar o descartar una afección que
pueda estar causando los síntomas
 Preguntas sobre tus preocupaciones actuales o por qué estás buscando
ayuda
 Preguntas acerca de cómo los eventos o cambios recientes en tu vida
(traumas, relaciones, trabajo, muerte de un amigo o pariente) han
afectado la manera en que piensas, sientes o te comportas
 Cuestionarios u otras pruebas formales que solicitan tu opinión sobre
cómo piensas, sientes o te comportas en situaciones típicas
 Preguntas sobre el consumo pasado y presente de alcohol y drogas
 Un historial de trauma, abuso, crisis familiares u otros eventos
importantes de la vida
 Preguntas acerca de pensamientos pasados o actuales con respecto a la
violencia contra ti mismo o contra otros
 Cuestionarios o entrevistas completados por alguien que te conozca bien,
como un padre o cónyuge
Aspectos dimensionales de la anormalidad mental
David Rosenhan y Martin Seligman en 1989 expusieron algunos elementos que
caracterizan la anormalidad psicológica. Por su sentido común y lo parsimonioso
de su explicación, algunos de estos elementos se describen, con la finalidad de
hacer explícita la complejidad de la salud mental y enfermedad.

 Sufrimiento: Es el “dolor del alma”, la falta de confort, el malestar que


es consecuente, en algunos casos es consecuencia de elementos
biológicos, hay una causa física y una disfunción corporal; en otros, el
dolor y el sufrimiento psicológico son derivados de ideas, eventos
existenciales, recuerdos y otros aspectos que no son tangibles y referidos
a aspectos actuales.

 Conducta mal adaptativa: Es un aspecto efectivo y negativo que siente


el individuo, la conducta se refiere a la parte conductual, es decir, a lo
que hace. La adaptación describe la capacidad del individuo de
interactuar con su medio ambiente, de afrontar los problemas de manera
exitosa y de ajustarse y funcionar ante todo cambio dentro de las
exigencias del entorno, si el cambio no es posible, se llega a un problema
de adaptación teniendo conflictos con el entorno en el que se encuentra,
entrando en un estado de frustración.

 Pérdida de control: El control, en la salud mental, se refiere a la


predictibilidad que a través del tiempo muestra una persona con respecto
a su conducta. Connota la capacidad para anticipar la reacción de una
persona conocida ante un evento determinado. Una persona con control
de sí misma es muy predecible: pero para que exista control debe de
actuar de una manera racional y con un propósito. La pérdida es
característica de la persona con carácter explosivo como se les conoce
coloquialmente, se asocia con episodios de agresión que pueden llegar a
la pérdida del empleo.

Concepto de higiene mental


Un antecedente del concepto de salud mental es el de «higiene mental»,
descrito por el psiquiatra estadounidense Clifford Whittingham Beers en
1908, quien fundó el Comité Nacional de Higiene Mental en 1909 y
adelantó la campaña por los derechos de los enfermos mentales. Otro
psiquiatra, William Glasser, describió la “higiene mental” en su
libro “Salud mental o enfermedad mental”,8 siguiendo el diccionario de
definiciones de higiene como “prevención y mantenimiento de la salud”.
Sin embargo es necesario establecer un punto de diferenciación entre “salud
mental” y “condiciones de salud mental“. La salud mental es lo que se trata
de establecer en este estudio, mientras que las condiciones de salud
mental se refieren al estudio de enfermedades mentales y al tratamiento
médico posible y consecuente. Para esto último, “condiciones de salud
mental”, los psiquiatras se basan con frecuencia en lo que se denomina
el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) (de la
Asociación Americana de Psiquiatría) o en la Clasificación Internacional de
Enfermedades (CIE) (de la Organización Mundial de la Salud), así como en
las siempre actualizadas guías como el “Proyecto de Algoritmo de
Medicación de Texas” (TMAP) para diagnosticar y descubrir enfermedades
y desórdenes mentales. Por lo tanto, la mayoría de los servicios prestados a
la salud mental en general se encuentran normalmente asociados a
la psiquiatría y no existen otras alternativas, lo que conlleva a un cierto
límite, puesto que se asocia la salud mental con problemas psiquiátricos y se
reduce con ello el concepto de las condiciones de salud mental y
psicológicas.

Psicopatología
El consenso científico acerca de las condiciones de la salud mental contempla
desórdenes neurobiológicos y muy particularmente neuroquímicos. Otras
funciones del cerebro identificadas como contribuyentes a las condiciones de la
salud mental incluyen el reloj circadiano, la neuroplasticidad, el canal iónico,
la transducción de señal, la cognición, las redes cerebrales,14 entre muchos otros.
Imágenes del cerebro demuestran cambios físicos en la neuroanatomía de
desórdenes como la esquizofrenia,15 el autismo y los llamados trastornos
bipolares.16 Los estudios incluyen también la observación de factores ambientales,
del desarrollo y el nivel de relaciones interpersonales del individuo. Las mejores
evidencias médicas, como son definidas por el Instituto Nacional de Salud y
Excelencia Médica del Reino Unido en su guía de tratamientos17 indican que el
desorden bipolar, por ejemplo, requiere una combinación de
medicamentos, psicoterapias, autoayuda y soporte social. Por su parte, las agencias
de salud mental promueven en la actualidad el estímulo de métodos de autoayuda y
superación personal.
Otras formas de estados “psicológicos no-sanos” (psicopatología), como se
contempla desde la psicología,18 pueden relacionarse con procesos mentales
(cognición) o aprendizaje y no necesariamente con categorías psiquiátricas.

Aceptación social
La aceptación social de personas que padecen condiciones de salud mental ha
probado ser la mejor ayuda y también la mejor prevención de desórdenes mentales.
Sin embargo, en muchos países las personas con condiciones de salud mental son
víctimas de mentalismo (la forma en que se nombra la discriminación con base en
la presencia de un trastorno o discapacidad mental), incluso por parte de su propio
núcleo familiar o dentro del propio sistema de socio-sanitario, y no son aceptadas
con facilidad en el mundo laboral, en el estudio y en la comunidad. La falta de un
conocimiento acerca de lo que significa un problema mental es otro factor que
incide en el mismo fenómeno de marginalización. La prevalencia de serios
problemas en las condiciones de salud mental en la juventud es doble que en el
general de la población sumado a que forma el grupo que menos busca ayuda en
este sentido. Los jóvenes tienen un alto potencial de minimizar futuras
discapacidades si la aceptación social es amplia y reciben la ayuda precisa y los
servicios oportunos.
La recuperación se da ante todo dentro del ámbito de la aceptación social.
La discriminación y el estigma hacen más difícil el proceso de recuperación para
personas con enfermedades mentales en lo que se refiere a conservar su empleo,
obtener un seguro de salud y encontrar un tratamiento.

Salud mental en la adolescencia

Una de cada seis personas tiene entre 10 y 19 años de edad. La adolescencia es una
etapa única y formativa, pero los cambios físicos, emocionales y sociales que se
producen en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, los malos tratos o la
violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de
salud mental. Protegerlos de la adversidad, promover en ellos el aprendizaje
socioemocional y el bienestar psicológico, y garantizar que puedan acceder a una
atención de salud mental son factores fundamentales para su salud y bienestar
durante esos años y la edad adulta.
Aunque en el mundo, según se calcula, uno de cada siete adolescentes de 10 a 19
años (14%) padece algún trastorno mental (1), estas enfermedades siguen en gran
medida sin recibir el reconocimiento y el tratamiento debidos.

Los adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir


exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la
disposición a buscar ayuda), dificultades educativas, comportamientos de riesgo,
mala salud física y violaciones de derechos humanos.

Determinantes de la salud mental

La adolescencia es un período crucial para el desarrollo de hábitos sociales y


emocionales importantes para el bienestar mental. Algunos de estos son: la
adopción de patrones de sueño saludables; hacer ejercicio regularmente; desarrollar
habilidades para mantener relaciones interpersonales; hacer frente a situaciones
difíciles y resolver problemas, y aprender a gestionar las emociones. Es importante
contar con un entorno favorable y de protección en la familia, la escuela y la
comunidad en general.
Algunos adolescentes corren mayor riesgo de padecer trastornos de salud mental a
causa de sus condiciones de vida o de una situación de estigmatización,
discriminación, exclusión, o falta de acceso a servicios y apoyo de calidad. Entre
ellos se encuentran los adolescentes que viven en lugares donde hay inestabilidad o
se presta ayuda humanitaria; los que padecen enfermedades crónicas, trastornos del
espectro autista, discapacidad intelectual u otras afecciones neurológicas; las
embarazadas y los padres adolescentes o en matrimonios precoces o forzados; los
huérfanos, y los que forman parte de minorías de perfil étnico o sexual, o de otros
grupos discriminados.
Trastornos emocionales
Los trastornos de ansiedad (que pueden presentarse como ataques de pánico o
preocupaciones excesivas) son los más frecuentes en este grupo de edad, y más
comunes entre adolescentes mayores que entre adolescentes más jóvenes. Se
calcula que el 3,6% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 4,6% de los de 15 a 19
años padece un trastorno de ansiedad. También se calcula que el 1,1% de los
adolescentes de 10 a 14 años y el 2,8% de los de 15 a 19 años padecen depresión.
La depresión y la ansiedad presentan algunos síntomas iguales, como son cambios
rápidos e inesperados en el estado de ánimo.

La ansiedad y los trastornos depresivos pueden dificultar profundamente la


asistencia a la escuela, el estudio y el hacer los deberes. El retraimiento social
puede exacerbar el aislamiento y la soledad. La depresión puede llevar al suicidio.

Trastornos del comportamiento


Los trastornos del comportamiento se presentan con una mayor frecuencia entre los
adolescentes jóvenes que entre los adolescentes mayores. El trastorno por déficit
de atención con hiperactividad (TDAH), caracterizado por la dificultad para prestar
atención, un exceso de actividad y comportamientos en los que no se tienen en
cuenta las consecuencias, lo padece el 3,1% de los adolescentes de 10 a 14 años y
el 2,4% de los de 15 a 19 años (1). El trastorno disocial (con síntomas de
comportamiento destructivo o desafiante) se produce en el 3,6% de los
adolescentes de 10-14 años y en el 2,4% de los de 15-19 años (1). Los trastornos
del comportamiento pueden afectar a la educación de los adolescentes y el
trastorno disocial puede dar lugar a comportamientos delictivos.

Trastornos de la conducta alimentaria


Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia
nerviosa, suelen aparecer durante la adolescencia y la juventud. Este tipo de
trastornos se presentan con comportamientos alimentarios anormales y
preocupación por la comida y, en la mayoría de los casos, por el peso y la figura
corporales. La anorexia nerviosa puede producir la muerte prematura, a menudo
debido a complicaciones médicas o al suicidio, y tiene asociada una mortalidad
superior a la de cualquier otro trastorno mental.
Psicosis
Los trastornos con síntomas de psicosis suelen aparecen a finales de la
adolescencia o a principios de la edad adulta. Algunos síntomas de la psicosis son
alucinaciones o delirios. Esas experiencias pueden afectar gravemente a la
capacidad del adolescente para participar en la vida diaria y la educación, y en
muchos casos llevan a situaciones de estigmatización o a violaciones de los
derechos humanos.

Suicidio y autolesiones
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes mayores (15 a 19
años) (2). Los factores de riesgo del suicidio son diversos: abuso del alcohol, malos
tratos en la infancia, estigmatización a la hora de buscar ayuda, obstáculos que
impiden recibir atención y el disponer de medios para suicidarse. Los medios
digitales, como cualquier otro medio, pueden desempeñar un papel importante en
la mejora o el empeoramiento de las medidas de prevención del suicidio.

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