Pascua 2020

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PLEGARIA EUCARÍSTICA I

o CANON ROMANO

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:


Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro
Señor,
Junta las manos y dice:
que aceptes
Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
y bendigas estos + dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la
congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa
Francisco, con nuestro obispo Demetrio, y todos los demás Obispos que, fieles a la
verdad, promueven la fe católica y apostólica.

CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS

Acuérdate, Señor, de tus hijos que han llevado a tus elegidos a la gracia del
bautismo,
Después, con las manos extendidas, prosigue:
y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los
suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y
ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y
verdadero.

Con las manos extendidas prosigue:


Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa,
que hoy te ofrecemos especialmente por aquellos que has hecho renacer del agua y
del Espíritu Santo, perdonándoles todos sus pecados, para incorporarlos a Cristo
Jesús, Señor nuestro, e inscribir sus nombres en el libro de la vida;

Por aquellos que, renacidos en el Bautismo, te has dignado confirmar por el don del
Espíritu Santo; recíbela en tu bondad y consérvalos en tu gracia;

Y por aquellos que por primera vez invitas en esta Noche a participar del pan de vida
y del cáliz de salvación, en la mesa de tu familia; concédeles crecer siempre en tu
amistad y en la comunión con tu Iglesia.

Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar la Noche Santísima de la


Resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, Noche en que ha vencido
a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal, veneramos la memoria,
ante todo, de la Bienaventurada y gloriosa siempre Virgen María, Madre de
Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, San José; la de los santos
apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, Santiago y Juan, Ascisclo, Africano,
Alejandro, Antipas, Apolonio, David Uribe, Domnión, Estanislao, Máximo, Pompeyo,
Sabas, Teodoro, Terencio, y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
Ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos
entre tus elegidos.
Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:
Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti:
que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente
y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
El cual, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, en la
víspera de su Pasión voluntariamente aceptada por nuestra salvación y del mundo
entero, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el
extremo y, mientras cenaba con sus discípulos

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:


tomó pan en sus santas y venerables manos,
Eleva los ojos.
Y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Padre suyo, Dios todopoderoso, dando gracias
te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora,


haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó este cáliz glorioso lleno del fruto de la vid en sus santas y venerables manos, y
elevando los ojos a ti, Padre santo, dándote gracias pronunció la bendición, y lo dio
a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA QUE SERÁ DERRAMADA POR
VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo


genuflexión.

Luego dice:
Éste es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este
memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa
resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te
ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el
sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del
justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu
sumo sacerdote Melquisedec.

Inclinado, con las manos juntas prosigue:


Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu
presencia, hasta el altar del cielo, por manos tu ángel, para que cuantos recibimos el
Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa diciendo:
seamos colmados de gracia y bendición.

CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS.

Con las manos extendidas, dice:


Acuérdate también, Señor, de tus hijos, que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención
de orar.
Después, con las manos extendidas, prosigue:
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.

Con la mano derecha se golpea el pecho diciendo:


Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,
Con las manos extendidas prosigue:
que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos
apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, Victoria, Sofía,
Visia, Antonio de Padua, Juan de Ávila y de todos los santos; y acéptanos en su
compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad.

Junta las manos y prosigue:


Por Cristo, Señor nuestro.
Y continúa:
Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los
bendices y nos los das, así bendecidos por ti, Dios nuestro, repartiéndolos entre
nosotros indignos siervos tuyos.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, elevándolos, dice:


Por Cristo, con Cristo y en Cristo, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.

Después sigue el rito de comunión.


PLEGARIA EUCARÍSTICA II

El sacerdote con las manos extendidas dice:


Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y sobre el cáliz
conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y + la Sangre de
Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente
y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
El cual, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, en la
víspera de su Pasión voluntariamente aceptada por nuestra salvación y del mundo
entero, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el
extremo y, mientras cenaba con sus discípulos

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:


Tomó el pan,
Eleva los ojos.
Y, elevando los ojos a ti Padre santo, dándote gracias pronunció la bendición, lo
partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora,


haciendo genuflexión.

Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz lleno del fruto de la vid, y elevando los ojos a ti, Padre santo, dándote
gracias pronunció la bendición, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA QUE SERÁ DERRAMADA POR
VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo
genuflexión.

Luego dice:
Éste es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:


Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu
Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque
nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos


participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y reunida aquí en la


Noche Santísima de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, Noche en la que
Él ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el
Papa Francisco, con nuestro Obispo Demetrio, y todos los pastores que cuidan de tu
pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

Acuérdate también de tus hijos que hoy, por el bautismo y la confirmación han
entrado a formar parte de tu familia; haciéndolos renacer del agua y del Espíritu
Santo y librándolos del pecado; tú que los has incorporado como miembros vivos al
cuerpo de Cristo tu Hijo, ayúdales a seguirlo con ánimo generoso y ferviente,
consérvalos en tu gracia e inscribe también sus nombres en el libro de la vida.

Acuérdate de tus hijos que por vez primera invitas en este Noche a participar del
Pan de vida y del Cáliz de salvación, en la mesa de tu familia; concédeles crecer
siempre en tu amistad y en la comunión con tu Iglesia.

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la


resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; concédeles que, así
como han compartido ya la muerte de Jesucristo, compartan también con él la gloria
de la resurrección y admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Bienaventurada Virgen


Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles, los santos Acisclo, Victoria, Julio,
Estanislao, David Uribe, Sabas, Basilio, Constantino, Damián, Erkembodone, Zenón,
Antonio de Padua, Juan de Ávila, Alferio, José Moscati, Sofía, Visia, Teresa de
Jesús Fernández, y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Junta las manos

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, elevándolos, dice:


Por Cristo, con Cristo y en Cristo, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.

Después sigue el rito de comunión.


PLEGARIA EUCARÍSTICA III

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:


Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que, por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y
santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un
sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:


Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que
hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y sobre el cáliz
conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo y + la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y
Señor nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente
y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.

Porque él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo,
en la noche que iba a ser entregado a su Pasión voluntariamente aceptada por
nuestra salvación y del mundo entero, habiendo amado a los suyos que estaban en
el mundo los amó hasta el extremo y, mientras cenaba con sus discípulos

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:


Tomó el pan,
Eleva los ojos.
Y, elevando los ojos a ti Padre santo, dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a
sus discípulos diciendo:

Se inclina un poco.
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora,


haciendo genuflexión.

Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz lleno del fruto de la vid, y elevando los ojos a ti, Padre santo, dando
gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA QUE SERÁ DERRAMADA POR
VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo
genuflexión.

Luego dice:
Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:


Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:


Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de
su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida
gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y
un solo espíritu.

Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad


junto con tus elegidos: con María, la Bienaventurada Virgen Madre de Dios, su
esposo san José, los apóstoles y los mártires, Acisclo, Victoria, Julio, Estanislao,
David Uribe, Sabas, Basilio, Constantino, Damián, Erkembodone, Zenón, Antonio de
Padua, Juan de Ávila, Alferio, José Moscati, Sofía, Visia, Teresa de Jesús
Fernández, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu
ayuda.

Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al


mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: al
tu servidor, el Papa Francisco, a nuestro obispo Demetrio, al orden episcopal, a los
presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

Confirma en la fidelidad cristiana a tus hijos que hoy, por el bautismo has hecho
renacer del agua y del Espíritu Santo librándolos del pecado; tú que los has
incorporado, como miembros vivos, al Cuerpo de Cristo y que los has llamado a
formar parte de tu pueblo santo, concédeles andar siempre en una vida nueva e
inscribe sus nombres en el libro de la vida.

Acuérdate también, Señor, de tus siervos tuyos, que, regenerados en el Bautismo, te


has dignado confirmar marcándolos con el sello don del Espíritu Santo, con bondad,
custodia en ellos el don de tu amor y consérvalos en tu gracia.
Ayuda a tus hijos, que por vez primera invitas en esta Noche a participar del Pan de
vida y del Cáliz de salvación, en la mesa de tu familia; concédeles crecer siempre en
tu amistad y en la comunión con tu Iglesia.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia en
la Noche Gloriosa de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne,
Noche Santa en que Él ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal.

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

Recuerda a tus hijos a quienes llamaste de este mundo a tu presencia: concédeles


que así como han compartido ya la muerte de Jesucristo compartan, también, con él
la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga surgir de la tierra a los muertos, y
transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo.
Y a nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu
reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí
enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios
nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus
alabanzas,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, elevándolos, dice:


Por Cristo, con Cristo y en Cristo, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:
Amén.

Después sigue el rito de comunión.

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