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Directorio

María Luisa Albores González


Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales

Luis Meneses Murillo


Director General de la Comisión Nacional Forestal

Ernesto Ladrón de Guevara Alafita


Coordinador General de Desarrollo institucional y Proyectos Especiales

Pedro Antonio Plateros Gastelum


Coordinador General de Producción y Productividad

Eduardo Vargas Pérez


Coordinador General de Conservación y Restauración

Jorge David Fernández Medina


Coordinador General de Planeación e Información

David Cabrera Hermosillo


Coordinador General Jurídico

Alma Guadalupe Godoy Ramos


Titular de la Unidad de Administración y Finanzas

Carlos Manuel Pérez Medina


Titular de la Unidad de Asuntos Internacionales y Fomento Financiero

Martha Patricia Alonso


Titular de la Unidad de Vinculación y Género

Mauricio Mendoza Briseño


Titular de la Unidad de Operación Regional

Martha Patricia Alonso Ramírez


Titular de la Unidad de Vinculación y Género

Gloria Bárbara Baltazar Mendoza


Titular de la Unidad de Educación y Desarrollo Tecnológico

Jesús Hernández Demuner


Coordinación en la Ciudad de México

3
Primera edición: 2023
D.R.© 2023
ISBN: Versión digital: 978-607-8383-39-9
ISBN Versión impresa: 978-607-8383-40-5
Impreso en México – Printed in Mexico

Derechos Reservados©: Esta obra o sus partes pueden ser reproducidas, alma-
cenadas en sistemas de información, transmitidas o traducidas para fines no
lucrativos, siempre que se otorguen los créditos correspondientes y se incluya
la cita.
Forma de citar este libro:
Alfaro Reyna, T., Saturnino Duran, M., García Cuevas, X., Delgado Balbuena, J.,
Yuridia López, C. y F. Arellano Martín. 2022. Árboles multipropósito de la penín-
sula de Yucatán de importancia agroforestal. CONAFOR. México. 133 p.

Esta publicación es parte de los productos generados en el proyecto: “Forta-


lecimiento del Jardín Etnobiológico San Felipe Bacalar”, apoyado por el fondo
FORDECYT–PRONACES y la Comisión Nacional Forestal.

Co-edición Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecua-


rias (INIFAP).
Los autores son responsables del contenido de la obra.

Revisión CONAFOR:
Gerencia de Desarrollo y Transferencia de Tecnología

Zapopan, Jalisco, México


Autores
Dra. Teresa Alfaro Reyna
Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias - Centro Na-
cional de Investigación Disciplinaria Agricultura Familiar, Ojuelos de Jalisco, Jalisco.
[email protected]

Dr. Mario Saturnino Durán Castillo


Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias - Campo Expe-
rimental Chetumal, Xul-ha, Quintana Roo.
[email protected]

M.C. Xavier García Cuevas


Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias - Campo Expe-
rimental Chetumal, Xul-ha, Quintana Roo.
[email protected]

Dr. Josué Delgado Balbuena


Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias - Centro Na-
cional de Investigación Disciplinaria Agricultura Familiar, Ojuelos de Jalisco, Jalisco.
[email protected]

M.C. Caribell Yuridia López


Instituto Tecnológico de Chetumal - Departamento de Biología
[email protected]

M.C. Fernando Arellano Martín


Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias - Campo Expe-
rimental Chetumal, Xul-ha, Quintana Roo.
[email protected]

5
Presentación
Esta publicación tiene como objetivo difundir información básica sobre los
árboles tropicales comúnmente utilizados en la península de Yucatán. Las particu-
laridades climáticas, edáficas y culturales de esta región, se deben a su naturaleza
cárstica, que propicia una amplia heterogeneidad ambiental a escala fina (decenas
o cientos de metros) en factores tales como topografía, tipo de suelo y disponibilidad
de agua. Esa heterogeneidad, a su vez, favorece el establecimiento de diversas espe-
cies arbóreas, algunas de las cuales son endémicas de la península.

Además, en la península floreció la milenaria cultura maya, desde hace por lo


menos 3,000 años, conocida por su observación minuciosa de la naturaleza. A partir
de sus observaciones sobre la estacionalidad en la producción de hojas, flores, frutos
y semillas, y la forma en que el clima modificaba esa estacionalidad; los mayas fueron
capaces de aprovechar distintas especies para diferentes usos. Algunos de esos usos
se conservan aún entre los mayas actuales, ahora mestizos por el encuentro entre el
nuevo y el viejo mundo. Sin embargo, el conocimiento de esos usos corre el riesgo de
perderse, pues, dado su carácter empírico, su transferencia se realiza de forma oral
de una generación a otra. Lamentablemente, con el auge de la tecnología, los des-
cendientes de la cultura maya a menudo, ya no tienen interés en preservar el conoci-
miento sobre la naturaleza acumulado por siglos mediante la observación, e incluso
miran con desdén la lengua de sus ancestros.

Por consiguiente, esta publicación representa un esfuerzo por preservar los


múltiples usos de las especies arbóreas de la península de Yucatán. Para ello, se pre-
sentan notas breves sobre taxonomía, nomenclatura científica, distribución, descrip-
ción botánica y fenológica, así cómo desde luego, sus usos. Estas notas van acom-
pañadas de bibliografía seleccionada e ilustraciones semi–diagramáticas de los
modelos arquitectónicos de las especies. La información de la distribución (mapas)
y densidad por tipo de vegetación, se generó a partir de la información del Inventa-
rio Nacional Forestal y de Suelos (INFyS) realizada por la Comisión Nacional Forestal
(CONAFOR). Las fotografías de árboles y maderas se tomaron en el Sitio Experimental
San Felipe Bacalar del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y
Pecuarias (INIFAP), en Quintana Roo, y en el Centro de Investigación y Transferencia
de Tecnología Forestal (CITTFOR) “El Tormento”, a cargo de la CONAFOR, en Escárce-
ga, Campeche.

7
Contenido

Capitulo I. Uso tradicional de los ecosistemas tropicales 13


Sistemas agroforestales 14
Sistemas agroforestales tradicionales 15
Sistemas agroforestales modernos 16
Clasificación de los sistemas agroforestales 17
Los árboles de uso múltiple 21
Capítulo 2. Modelos arquitectónicos 24
Modelo de Aubréville 27
Modelo de Champagnat 27
Modelo de Fagerlind 28
Modelo de Leeuwenberg 28
Modelo de Massart 29
Modelo de Rauh 29
Modelo de Roux 30
Modelo de Scarrone 30
Modelo de Troll 31
Capítulo 3. Descripción de las especies 32
ANACARDIACEAE 33
Astronium graveolens Jacq. 34
Metopium brownei (Jacq.) Urb. 37
Spondias mombin L. 40
BIGNONIACEAE 43
Tabebuia rosea (Bertol.) DC. 44

8
BORAGINACEAE 47
Cordia alliodora (Ruiz & Pav.) Oken 48
Cordia dodecandra DC. 51
BURSERACEAE 54
Bursera simaruba (L.) Sarg. 55
FABACEAE 59
Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb. 60
Lysiloma latisiliquum (L.) Benth. 64
Piscidia piscipula (L.) Sarg. 67
Platymiscium yucatanum Standl. 71
Swartzia cubensis (Britton & P. Wilson) Standl. 74
MALVACEAE 77
Ceiba pentandra (L.) Gaertn. 78
Guazuma ulmifolia Lam. 81
MELIACEAE 84
Cedrela odorata L. 85
Swietenia macrophylla King 89
MORACEAE 93
Brosimum alicastrum Sw. 94
SAPOTACEAE 98
Chrysophyllum mexicanum Brandegee ex Standl. 99
Manilkara zapota (L.) P Royen. 102
Pouteria campechiana (Kunth) Baehni 106
Literatura consultada 110

9
Introducción
Los recursos naturales en las selvas son muy abundantes y diversos; las po-
blaciones rurales que los habitan han realizado principalmente un uso tradicional de
estos recursos, beneficiándose de algunos productos maderables y no maderables,
como frutos, semillas, látex, tubérculos, plantas medicinales, orquídeas, fauna silves-
tre, aprovechamiento de la belleza escénica (paisaje) y la calidad del agua. El conoci-
miento local sobre las formas de manejo y uso de los recursos naturales contribuye a
la conservación de la diversidad biológica y además permite generar alternativas para
un sistema de gestión de los recursos más racional.

La península de Yucatán posee una gran diversidad faunística y florística; por


ejemplo, más del 8% de las especies de plantas vasculares y más del 17% de mamí-
feros de México se encuentran en esta región geográfica (Fernández–Concha et al.,
2010; Hernández et al., 2010). Los habitantes mayas han hecho un uso múltiple de
esta diversidad, cuya estrategia está conformada por diferentes sistemas como son la
milpa y otros de tipo agrícolas, huertos familiares, selvas secundarias, selvas maduras,
selvas manejadas y cuerpos de agua (García–Frapolli et al., 2008). Por lo tanto, la agro-
forestería ha existido a través de las prácticas tradicionales de manejo de los recursos
naturales desde hace siglos en esta región.

Estos agroecosistemas juegan un papel importante en la conservación, ya que


albergan una alta diversidad de especies autóctonas y silvestres (Salinas, 2010). Estas
a su vez generan beneficios en lo agrícola, alimenticio, energético, doméstico y orna-
mental (Cahuich–Campos, 2012). Sin embargo, aunque se utilizan una gran variedad
de especies arbóreas, el uso variado de las distintas categorías recae sobre algunas en
particular que desempeñan distintas funciones en la subsistencia de los pobladores.

Los árboles con uso múltiple o multipropósito en los sistemas agroforestales


hacen una aportación significativa a las funciones de producción y de servicios, ya
que estás especies generan coproductos y brindan servicios ecosistémicos, además
de ser fuente de insumos como alimento, forraje, fertilizante, energía, medicina, acei-
te, resina, látex, semillas y material de construcción, entre otros bienes. Los usos más
frecuentes son como especies melíferas (Martínez–Pérez et al., 2017), forrajeras (Flores
y Bautista, 2012), medicinales, cercas vivas, maderables, ornamentales, árboles de tras-

10
patio, de sombra, colorantes y como alimento; aprovechándose toda la planta, o solo
partes como la raíz, tallo, corteza, savia, hojas, flores, fruto y/o semillas (Flores, 2002).

La selección de las especies no es aleatoria, conlleva una serie de criterios y ne-


cesidades por parte del productor que la adopta, lo cual varía según su uso como son:
longevidad, periodos de floración, velocidad de crecimiento, valor nutrimental, fruc-
tificación, resistencia a plagas y enfermedades, capacidad de fijación de nitrógeno,
fenología, entre otros. Otros atributos no menos importantes que son considerados
de manera intrínseca por parte del productor es la arquitectura del árbol, es decir, la
forma del árbol, el tamaño de la copa, la altura, la forma del fuste, como crece, como
se extienden sus ramas, etc. La combinación de estos rasgos genera diferentes mo-
delos arquitectónicos.

Estos modelos representan de manera simple el análisis de la forma de la plan-


ta y representan la forma y característica de la copa, las cuales definen la forma de
crecimiento del árbol, su eficiencia de madera y la producción potencial de los culti-
vos asociados por efectos de sombreado.

Aunque existe un interés creciente en el uso de árboles nativos para su uso en


sistemas agroforestales y en tareas de reforestación con múltiple propósito, existe
poca información acerca de estos árboles, por lo que es necesario generar y difundir
información sobre el manejo y aprovechamiento de especies locales de la península
de Yucatán. En este sentido, este escrito es un esfuerzo para dar a conocer algunas
con uso multipropósito que pueden ser integradas a un sistema agroforestal en esta
región biótica.

11
12
Capitulo I
Uso tradicional de
los ecosistemas
tropicales
Xavier García Cuevas
Fernando Arellano Martín
Teresa Alfaro Reyna
Los bosques tropicales son ecosistemas terrestres de importancia estratégica
por la gran biodiversidad que albergan. Entre las manifestaciones de esa biodiversi-
dad, se pueden apreciar la riqueza florística y diversidad de ecosistemas, que posicio-
nan a los bosques tropicales como grandes ofertantes de bienes y servicios ecosisté-
micos. Por mencionar algunos de estos, se puede aludir a la obtención de madera,
leña, frutos, semillas, látex, tubérculos, plantas medicinales y ornamentales, proteína
animal, regulación climática, recreación y sentido de identidad. Estos servicios ecosis-
témicos desempeñan un papel fundamental en la economía local y regional por: a)
bien como fuentes de ingresos y b) bien como satisfactores de necesidades básicas.

En el caso de la península de Yucatán, los usos de los bosques tropicales parten


del conocimiento tradicional ligado a la cultura maya. Este conocimiento se caracte-
riza por hacer un uso múltiple de la naturaleza a través de diferentes sistemas como
la milpa o los solares (huertos familiares), pero también implica el aprovechamiento
de selvas en distintas etapas de desarrollo y su relación con cuerpos de agua (García–
Frapolli et al., 2008). Por ejemplo, desde hace siglos, los mayas identifican la etapa de
desarrollo de las selvas a partir de la estructura de la comunidad vegetal, la altura de
la vegetación, la presencia de especies vegetales clave, la edad e historia de disturbio
y la interacción con la fauna local, como indicadores ecológicos para el establecimien-
to de la milpa en relación con los procesos de la sucesión vegetal (Cruz et al., 2014).

El conocimiento maya sobre el manejo y conservación de los recursos natura-


les, entonces, puede generar alternativas para un sistema de la gestión de recursos
más racional (Gómez–Pompa, 1993). Esto se debe a que el conocimiento maya es pro-
fundo, pues no sólo se reduce al valor utilitario de las especies, sino que también in-
cluyen experiencias sobre diversos rasgos de las plantas como las formas y funciones
de las estructuras que las componen, la duración de su ciclo de vida, los comporta-
mientos específicos ante los cambios ambientales y los cambios en los ecosistemas
a través del tiempo. Por tanto, resulta útil explorar los sistemas tradicionales de apro-
vechamiento de los bosques tropicales y los recursos derivados de ellos para adquirir
lecciones útiles que promuevan su manejo sostenible.

Sistemas agroforestales
Los sistemas agroforestales son unidades de producción que manejan distin-
tos componentes forestales y agrícolas para maximizar las interacciones sociales y
ecológicas dentro de un contexto ecológico, económico y cultural particular (Nair,
1989). Los componentes de un sistema agroforestal pueden ser cultivos y árboles,
pastos y árboles, cultivos, pastos, árboles, y otras combinaciones, incluyendo acuacul-
tura, apicultura y ganadería; todos estos componentes pueden establecerse simul-

14
tánea o secuencialmente (Wadsworth, 1997; Somarriba, 1998; Anon, 1981). Al integrar
varios elementos, los sistemas agroforestales no solo producen alimentos, sino tam-
bién combustibles y productos maderables. El carácter multipropósito de los siste-
mas agroforestales, su incorporación de un mayor número de especies – lo que se
asemeja más a las condiciones naturales – y su inclusión de prácticas culturales de la
población local, hacen de estos sistemas una alternativa de mayor sostenibilidad que
la agricultura intensiva.

Sistemas agroforestales tradicionales


El contexto cultural es especialmente relevante para el desarrollo de los siste-
mas agroforestales, pues las plantas que los componen, la selección de sitios y épocas
de establecimiento, así como las prácticas de manejo, se definen a partir del conoci-
miento tradicional producto de la interacción con la biodiversidad (Moreno–Calles et
al., 2013).

Dentro de las culturas mesoamericanas y con el maíz como eje principal, se


desarrollaron sistemas agroforestales como las chinampas, los cacaotales de la Chon-
talpa en Tabasco, los solares en Puebla y Yucatán, así como la milpa maya (More-
no–Calles et al., 2013). La milpa es un sistema policultivo en el que el maíz se asocia
con otros cultivos, como aguacate, calabaza, diversas especies de frijoles, chile, entre
otros (Toledo et al., 2008).

Por otro lado, además de la selección de especies y su arreglo dentro de los


sistemas agroforestales, el establecimiento de éstos va acompañado de un complejo
y diferenciado manejo agrosilvícola que implica no solamente el uso de numerosas
especies y hábitats, sino la creación y manejo de mosaicos de paisajes (Toledo et al.,
2008). En el caso de la península de Yucatán, esos mosaicos se inician con el derribo
de la selva mediante el sistema de roza, tumba y quema para establecer la milpa
durante tres ciclos agrícolas, en promedio; posteriormente, la milpa es abandonada
para permitir la regeneración de la selva; esto crea mosaicos de selvas con diferentes
edades para las que existen nombres mayas específicos: Sak’aab (2 o 3 años), Sak’aab
hubche’ (3 a 5 años), Hubche’ (5 a 8 años), Ka’anal hubche’ (8 a 15 años), Kelenche’
(16 a 30 años), Ka’anal kaax (30 a 50 años)(Saenz–Pedroza, 2015). Estos mosaicos ope-
ran como espacios dedicados a la recolección y extracción de productos como leña,
alimentos, medicinas, exudados, materiales para la construcción de casas, muebles,
instrumentos y herramientas, entre otros (Salazar y Magaña, 2016).

Los diferentes mosaicos de vegetación, adicionalmente, cuentan con gran va-


riedad de estratos, lo que genera espacios con gran potencial melífero y polinífero

15
(Porter–Bolland et al., 2009). Ese potencial es aprovechado desde tiempos prehispá-
nicos por la cultura maya, originalmente para la cría de abejas sin aguijón (melipo-
nas), a través del conocimiento sobre los periodos de floración de las especies melí-
feras en los diferentes parches de vegetación y su variación en relación con el clima
(temperatura y lluvias), y el manejo de abejas y apiarios (Gutiérrez y Collí–Ucán, 1996;
Canche, 2022). Gracias a esa interacción conocimiento tradicional–mosaico de vege-
tación, actualmente la península de Yucatán proporciona el 40 % de la miel produci-
da en el país.

Además de la milpa maya y la apicultura y meliponicultura vinculadas a ella, la


producción y manejo de especies vegetales en traspatios o solares son otro sistema
agroforestal desarrollado por la cultura maya. Los solares tienen como función prin-
cipal la provisión de alimentos y energía (Flores y Götz, 2014), pero también juegan
un papel importante en la conservación de la diversidad vegetal, ya que albergan
una alta riqueza de especies nativas (aproximadamente el 80 %), tanto domésticas
como silvestres e introducidas (la proporción entre especies nativas y silvestres, no
obstante, varía entre comunidades de la península, Porter–Bolland, 2003). Los sola-
res, asimismo, contribuyen a mitigar problemas como la erosión y conservación del
suelo (Montagnini y Metzel, 2015).

Sistemas agroforestales modernos


Aunque los sistemas agroforestales eran usados ampliamente en las zonas ru-
rales e indígenas, se les rechazó en pro de la intensificación de la agricultura para
promover el desarrollo económico. Sin embargo, el carácter insostenible de la agri-
cultura intensiva comenzó a visibilizarse a partir de los 70’s y 80’s, cuando surgió una
perspectiva ambiental debido al crecimiento poblacional y la degradación de los eco-
sistemas y de los suelos. En consecuencia, se implementaron prácticas agroforestales
como una opción para reducir el deterioro ambiental, pues atentan menos contra el
equilibrio ecológico y no dependen de insumos externos (Pinto–Ruiz et al., 2010). Hoy,
ante la problemática del cambio climático, los sistemas agroforestales y el empleo de
árboles con múltiples usos, representan una opción viable para amortiguar los efec-
tos del cambio climático, restaurar los suelos y proveer de alimentos a una población
creciente (Krishnamurthy y Ávila; 1999).
En cuanto a la alimentación, los productos obtenidos de sistemas agroforesta-
les no ocupan un lugar importante a la fecha y más bien sirven para el autoconsumo
y seguridad alimentaria a familias de escasos recursos. Ello se debe a que en estos
sistemas se utilizan generalmente especies criollas susceptibles a plagas y enferme-
dades, lo cual demerita su calidad y producción que no puede ser vendida al merca-
do de una manera aceptable.

16
Los sistemas agroforestales, por tanto, pueden ser mejorados con variedades o
especies de mayor rendimiento y resistentes a plagas y enfermedades. En este sen-
tido, la incorporación de especies forestales multipropósito dispuestas en arreglos
topológicos mixtos, puede ayudar no sólo a mejorar los sistemas productivos e incre-
mentar los ingresos, sino también a conservar los recursos naturales al emular a los
ecosistemas forestales originales (Cárdenas, 2003; Benítez et al., 2004).

Clasificación de los sistemas agroforestales


Existen diferentes criterios para clasificar a los sistemas agroforestales como
son, el arreglo temporal y espacial de los componentes, la importancia y el papel de
estos, los objetivos de la producción del sistema y el escenario económico social. Es-
tos criterios corresponden a la estructura, función, naturaleza socioeconómica o ran-
go ecológico del sistema (Nair, 1989). Con base en esto, los sistemas agroforestales
pueden ser categorizados de acuerdo con el conjunto de criterios siguiente:

1. Base estructural
2. Base funcional
3. Base socioeconómica
4. Base ecológica

Los factores importantes en la distinción de los sistemas agroforestales son:

1. Componentes de producción
2. Arreglo en el espacio (horizontal y vertical)
3. Arreglos en el tiempo (simultáneos o secuenciales)
4. Régimen de manejo
5. Función o papel

Estas amplias bases de clasificación de ninguna manera son independientes o


mutuamente excluyentes, de hecho, están interrelacionadas, porque las bases estruc-
turales y funcionales se relacionan con la naturaleza biológica de los componentes
leñosos, y la estratificación socioeconómica y ecológica se refiere a la organización de
los sistemas de acuerdo con las condiciones locales prevalecientes (socioeconómicas
o ecológicas) (Nair, 1989).

Como existen solamente tres conjuntos básicos de componentes que son ma-
nejados en todos los sistemas agroforestales (perennes leñosas, plantas herbáceas y
animales), una clasificación lógica de la agroforestería se debe basar en la naturaleza
de estos componentes, esta clasificación se divide en tres categorías (Nair, 1989):

17
1. Agrosilvicultural
2. Silvopastoril
3. Agrosilvopastoril

Existiendo esas categorías, los sistemas se pueden agrupar de acuerdo con


cualesquiera de los propósitos mencionados anteriormente (Nair, 1989). Este enfoque
simple y lógico es el utilizado para clasificar los sistemas agroforestales, tal como se
observa en el Tabla 1 (Nair, 1989).

18
Tabla 1. Clasificación de los sistemas agroforestales mayores basados en el tipo de componentes.

Práctica Arreglo de Grupo mayor de Adaptabilidad


agroforestal componentes componentes ecológica

Sistemas agrosilvícolas (cultivos –incluyendo arbustos, enredaderas / cultivos de árboles y


árboles)

De rápido crecimiento,
Especies leñosas plan-
de preferencia legumi-
1. Barbecho tadas para que crezcan En áreas de agricultura
nosas
mejorado durante la fase de bar- migratoria
Cultivos agrícolas co-
becho
munes

Conjunto combinado
de especies leñosas y Cultivos agrícolas co- Todas las regiones eco-
agrícolas durante las munes lógicas (donde se prac-
2. Taungya
primeras etapas del Generalmente especies tica la taungya), varios
establecimiento de forestales mejoramientos posibles
plantaciones

De subhúmedas a áreas
Especies leñosas en De rápido crecimiento,
húmedas con una gran
setos, especies agrícolas leguminosas que rebro-
3. Cultivo en presión de población
en callejones, entre los tan vigorosamente
callejón humana y suelo frágil
setos, arreglo microzo- Cultivos agrícolas co-
(productivo, pero fácil-
nal o en franjas munes
mente degradable)

Diferentes componen-
tes leñosos de forma y
Multiespecies, asocia- Áreas con suelos férti-
hábitos de crecimiento
ciones densas de plan- les, buena disponibi-
4. Jardines variados
tas en multiestrato sin lidad de trabajo y alta
multiestrato Generalmente ausentes,
ningún arreglo organi- presión de población
los tolerantes a la som-
zado de plantación humana
bra están algunas veces
presentes

Árboles dispersos al
Árboles de usos múl-
5. Árboles de azar o de acuerdo con En todas las regiones
tiples y otros árboles
uso múltiple modelos algo sistemáti- ecológicas especial-
frutales
en tierras de cos sobre bancos o di- mente en agricultura
Cultivos agrícolas co-
cultivo ques, terrazas o límites de subsistencia
munes
de parcelas / campos

19
Mezcla (mixta, densa)
integrada de multies-
tratos de cultivos de
Cultivo de plantación En tierras bajas húme-
plantación
con café, cacao, coco, das o altas tropicales
Mezclas de cultivos de
etc., y árboles frutales, húmedas / subhúme-
6. Combina- plantación en arreglos
especialmente en espe- das (dependiendo de
ción de culti- alternos u otros regu-
cies para leña / forraje, los cultivos de planta-
vos y planta- lares
generalmente presen- ción concernientes);
ciones Árboles de sombra para
tes en alguna medida generalmente es un
cultivos de plantación,
en especies tolerantes a sistema de subsistencia
árboles de sombra dis-
la sombra de pequeña propiedad
persos
Intercalado con cultivos
agrícolas
Combinaciones, de Predominancia de ár- En todas las regiones
7. Huertos árboles multiestrato y boles frutales, también ecológicas, especial-
caseros cultivos alrededor de las otras especies leñosas, mente en áreas de alta
viviendas enredaderas, etc. densidad de población
En áreas con pendiente,
Árboles en bancos, di-
8. Árboles especialmente en tie-
ques, terrazas, levanta- Árboles de usos múlti-
para con- rras altas, recuperación
mientos, etc., con o sin ples o frutales
servación y de suelos degradados,
franjas de pastos; árbo- Especies agrícolas co-
recuperación ácidos, alcalinos y esta-
les para recuperación munes
de suelos bilización de dunas de
del suelo
arena
9. Cinturones
Combinación de tipos
de protec- Árboles alrededor de
altos de crecimiento En áreas con exposición
ción y rom- tierras agrícolas / par-
desplegado. Cultivos al viento
peviento, celas
agrícolas de la localidad
setos vivos

10. Especies para leña alre- Especies para leña


En todas las regiones
Producción dedor de tierras agríco- Cultivos agrícolas de la
ecológicas
de leña las o en ellas localidad

Sistemas silvopastoriles (árboles + pastura y/o animales)

Árboles dispersos o De usos múltiples, de


11. Árboles en irregularmente dispues- valor forrajero Áreas de pastoreo ex-
pastizales tos de acuerdo a algún Presentes tensivo
arreglo sistemático Presente

Producción de forraje
Árboles forrajeros legu-
de árbol rico en proteí- Generalmente en áreas
12. Bancos minosos
na en fincas / llanuras con alta relación perso-
de proteínas Presente
en producción de forra- na / tierra
Presente
je de corte y carga

13. Cultivos
Ejemplo: ganado bajo
de planta- Cultivos de plantación En áreas con menos
palmeras de coco en el
ciones con Presente presión sobre tierras de
Sudeste de Asia y el Sud
pasturas u Presente cultivos y plantaciones
Pacífico
animales

20
Sistemas agrosilvopastoriles (árboles + cultivos + pastura / animales)

Combinaciones cerra-
Predominio de árboles En todas las regiones
14. Huertos das de multiestratos de
frutales; también otras ecológicas con densi-
caseros con varios árboles, cultivos y
especies leñosas dad alta de población
animales animales, alrededor de
Presente humana
los hogares

Arbustos y árboles de
Setos leñosos para rápido crecimiento y Áreas húmedas y sub-
15. Setos le-
ramoneo, acolchados, forrajeros húmedas con terrenos
ñosos de uso
abono verde, conserva- Similar al cultivo en montañosos y en de-
múltiple
ción de suelo, etc. callejón y conservación clive
de suelos

16. Apicultu- Producción de miel Dependiendo de la


Árboles para produc-
ra con árbo- (otros componentes posibilidad de la api-
ción de miel
les pueden estar presentes) cultura

Árboles alrededor de Árboles y arbustos pre-


17. Acuafo- estanques, las hojas feridos por los peces
Tierras bajas
restería usadas como “forraje” (otros componentes
APRA peces pueden estar presentes)

Para varios propósitos Especies de usos múlti-


18. Bosque-
(madera, forraje, protec- ples–especies específi-
tes de uso Varios
ción del suelo, recupe- cas (otros componentes
múltiple
ración del suelo, etc.) pueden estar presentes)

Nota: l = leñoso, h = herbáceo, f = forraje y a = animales. FUNTE: (Nair, 1989)

Los árboles de uso múltiple


La producción de árboles y arbustos de uso múltiple ha tomado especial rele-
vancia en las décadas recientes en México y el mundo. A diferencia del monocultivo, la
incorporación de árboles de uso múltiple da la posibilidad de incorporar, en diferente
densidad y combinación, especies nativas con distintos propósitos, entre ellos como
bancos de proteína, cercos vivos, sistemas silvopastoriles o árboles frutales, de modo
que permitan superar las condiciones ambientales y económicas adversas (Palma y
González–Rebeles, 2018). Este tipo de modelos productivos tiene además la capaci-
dad de enfrentar mejor los efectos del cambio climático, y ser, por tanto, los sistemas
tradicionales más resilientes. Por ejemplo, se ha observado que el ramón (Brosimum
alicastrum Sw.) y el maculís (Tabebuia rosea (Bertol.) DC.), ambas especies multi-
propósito, son resistentes a condiciones ambientales adversas, como la ausencia de
precipitación y altas temperaturas en su desarrollo inicial (Montero et al., 2010).

21
Al plantar árboles, se aconseja establecer aquellos que proporcionan produc-
tos múltiples, ya que proveerán a los agricultores alimento de personas y animales,
materiales para artesanías, néctar para la producción de miel, productos ornamenta-
les, medicinales y aromáticos, gomas, así como materiales para construcción y herra-
mientas, sin olvidar la leña (Vera, 2007).

A continuación, se presenta una serie de ejemplos que presentan las ventajas


de incorporar árboles multipropósito a sistemas de producción agrícola para conver-
tirlos en sistemas agroforestales.

El cacahuananche, también llamado madrecaco o cocoíte, (Gliricidia sepium


(Jacq.) Kunth ex Walp.) es un árbol multipropósito de rápido crecimiento, fácil esta-
blecimiento y tolerancia a podas regulares, que se emplea como árbol de sombra con
el cacao y otros cultivos, para la obtención de leña, madera, establecimiento de cercas
vivas, provisión de forraje, abono verde y como estabilizador de los suelos (Francisco y
Hernández, 1998). Otro ejemplo es el guácimo (Guazuma ulmifolia Lam.) cuyos usos
son, en orden de importancia, forraje, leña, medicinal, madera, sombra y cerco vivo;
su valor forrajero supera al del guaje indio (Leucaena lanceolata S. Watson), arbusto
espino (Acacia cavenia Mol.) y huizache (A. farnesiana (L.) Willd.), por lo que los pro-
ductores emplean el guácimo para establecer sistemas silvopastoriles y bancos de
forraje (Villa–Herrera et al., 2009).

En sistemas silvopastoriles se ha estudiado ampliamente el valor de los árboles


multipropósito, además del cocoíte, el guácimo, el guaje, el ramón y el maculís, es-
pecies como chaca, o palo mulato, (Bursera simaruba (L.) Sarg.), chote (Parmentiera
aculeata (Kunth) Seem.) y morera (Morus alba L.) son bien conocidas por su alto valor
de proteína cruda, lo que puede incrementar hasta en un 85 % la condición corporal
de animales alimentados con ellos (Cabrera–Núñez et al., 2019). Con todo, el valor de
los árboles multipropósito en sistemas silvopastoriles no se limita a la nutrición de los
animales de interés, pues se ha observado que especies como la caoba (Swietenia
macrophylla King), el pich o parota (Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb.) y la
melina (Gmelina arborea Roxb. ex Sm. ) tienen efectos positivos sobre la presencia de
fauna silvestre (Carbajal, 2017).

22
Tabla 2. Listado de especies arbóreas incluidas en este documento, con sus respectivos usos.

Refugio fauna, Alimento


Muebles/ maderable
Huertos/ traspatio

Sombra /ornato
Nombre científico

Herramientas
Construcción

Plantaciones
Carbón/leña

Cercas vivas
Alimenticio
Artesanías

Apicultura

Medicinal
Industrial
Extractos

Potreros
Aserrío

Forraje

Postes
Astronium graveolens Jacq. X X X X X X X X

Metopium brownei (Jacq.)


X X X X X X
Urb.

Spondias mombin L. X X X X X X

Tabebuia rosea (Bertol) DC. X X X X X X X X X

Ceiba pentandra (L.) Gaertn. X X X X X X

Cordia alliodora (Ruiz &


X X X X X X X X X X X
Pav.) Oken

Cordia dodecandra DC. X X X X X X X X X X X X X X X X

Bursera simaruba (L.) X X X X X X X X X

Enterolobium cyclocarpum
X X X X X X X X X X X X X X X
(Jacq.) Griseb.
Lysiloma latisiliquum (L.)
X X X X X X X X X X X X
Benth.

Piscidia piscipula (L.) Sarg. X X X X X X X X X X

Platymiscium yucatanum
X X X X X X X
Standley
Swartzia cubensis (Britton &
X X X X X X X X
P. Wilson) Stand.

Guazuma ulmifolia Lam. X X X X X X X X X

Cedrela odorata L. X X X X X X X X X

Swietenia macrophylla King X X X X X X X

Brosimum alicastrum Sw. X X X X X X X X X X

Chrysophyllum mexicanum
X X X X X X X
Brandegee
Manilkara zapota (L.) von
X X X X X X X X X X X X X X X X
Royen.
Pouteria campechiana
X X X X X X X X X X X X X
(H.B.K.) Baehni.

23
Capítulo 2
Modelos arquitectónicos
Caribell Yuridia López
El estudio de la arquitectura arbórea como método para analizar y entender el
desarrollo biológico del árbol completo se estableció como disciplina a partir de los
años 70, con el ensayo sobre modelos arquitectónicos de Hallé y Oldeman (1970). El
propósito del estudio de la arquitectura del árbol es identificar los procesos endóge-
nos que controlan el crecimiento y la forma de todo el árbol (Hallé, 1995), ya que la ar-
quitectura de un árbol es la expresión morfológica visible del modelo genético de un
árbol en cualquier momento de su vida; se trata de un concepto estático, por lo cual,
una sola observación momentánea no refleja la dinámica de la construcción del árbol
y se requiere de una serie de observaciones para describir ese proceso (Hallé et al.,
1978). El modelo arquitectónico o el modelo de un árbol es el programa de crecimien-
to que determina las sucesivas fases arquitectónicas por las que pasa en su vida. La
arquitectura es real y observable en cualquier momento, mientras que el modelo, es
un concepto abstracto, que se hace visible por una serie de arquitecturas; es el plan
de crecimiento del árbol. Cuando se analiza el crecimiento de los árboles, se obser-
va que muchas especies tienen los mismos modelos arquitectónicos y otras tienen
modelos diferentes; y estas similitudes y diferencias no dependen necesariamente
de la taxonomía. Frecuentemente, se encuentran dificultades porque la arquitectura
momentánea de un árbol puede o no ajustarse a su modelo (Hallé et al., 1978).

Para entender la arquitectura de una planta se analiza la actividad de los meris-


temos, sobre todo de los apicales. La base para el análisis de los árboles son los ejes de
crecimiento, producto de la actividad de un solo meristemo apical caulinar, con sus
respectivas características en cuanto a orientación y posición de los órganos, como
las hojas y las flores (Vester, 2017). El análisis arquitectónico de una especie de árbol
da como resultado un diagrama que representa los sucesivos pasos de desarrollo
por los que pasa la especie, es decir, la historia de vida de la especie. Este diagrama
se utiliza para evaluar la influencia de árboles individuales sobre otros árboles en los
parches de bosque. De esta manera se obtiene una idea del patrón general de desa-
rrollo forestal después de la agricultura de tala y quema en el área de estudio (Hallé
y Oldeman, 1970).

De acuerdo con Hallé et al. (1978), se han reconocido 23 modelos arquitec-


tónicos, nueve de los cuales corresponden a las especies incluidas en este estudio
(Tabla 3).

25
Tabla 3. Especies arbóreas incluidas en este documento, con sus modelos arquitectónicos
conocidos.

Modelo arquitectónico/cita, Voucher


Taxón
u observación

ANACARDIACEAE
Astronium graveolens Jacq. Scarrone (Vester, JBPM, 200)
Metopium brownei (Jacq.) Urb. Rauh (Vester, # 984)
Spondias mombin L. Scarrone (Hallé et al., 1978)

BIGNONIACEAE
Tabebuia rosea (Bertol) DC. Leewenberg (Borchert y Tomlinson, 1984)

BORAGINACEAE
Cordia alliodora (Ruiz & Pav.) Oken Fagerlind (Hallé et al., 1978)
Cordia dodecandra DC. Indeterminado

BURSERACEAE
Bursera simaruba (L.) Rauh/Champagnat (Vester, #10035)

FABACEAE
Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb. Indeterminado
Lysiloma latisiliquum (L.) Benth. Troll (Vester, #985)
Piscidia piscipula (L.) Sarg. Troll (Vester, Calakmul, 1998)
Platymiscium yucatanum Standley Indeterminado
Swartzia cubensis (Britton & P. Wilson) Stand. Troll (Vester, JBPM, 1998)

MALVACEAE
Ceiba pentandra (L.) Gaertn. Massart (Hallé et al., 1978)
Guazuma ulmifolia Lam. Roux (Hallé et al., 1978)

MELIACEAE
Cedrela odorata L. Scarrone (Vester, FCP, 1999)
Swietenia macrophylla King Rauh (Hallé et al., 1978)

MORACEAE
Brosimum alicastrum Sw. Troll (Torquebiau, 1981)

SAPOTACEAE
Chrysophyllum mexicanum Brandegee Troll (Vester, Calakmul, 1978)
Manilkara zapota (L.) von Royen. Aubreville (Vester, Bacalar, 1998)
Pouteria campechiana (H.B.K.) Baehni. Rauh/Aubreville (Vester, JBPM, 1998)

26
A continuación, se incluye una breve descripción, basada en Hallé et al., 1978 y
Vester, 2017 de estos modelos. Adicionalmente se incluyen las ilustraciones, que, aun-
que se presentan en forma semi–diagramática, puedan ser fácilmente reconocibles.

Modelo de Aubréville
Arquitectura caracterizada por un tron-
co monopódico ortótropo con crecimiento rít-
mico y filotaxia en espiral o decusada, portan-
do ramas verticiladas en espiral, modulares,
con filotaxia similar. Las ramas presentan cre-
cimiento rítmico, pero son modulares; siendo
cada rama plagiótropa por aposición. Como
las inflorescencias son laterales, los módulos
crecen indefinidamente. El modelo lleva el
nombre de André Aubréville porque llamó la
atención el hecho de ser particularmente co-
mún en la familia Sapotaceae (Figura 1). Figura 1. Modelo arquitectónico de
Aubréville
Modelo de
Champagnat
La arquitectura está determinada por
la superposición indefinida de ejes mixtos
ortótropos con filotaxia en espiral. Cada eje
de relevo se vuelve pendular distalmente por
su propio peso, surgiendo entonces el vás-
tago de renovación en la superficie superior
en la curva inicial del eje pendular. La parte
distal al brote de renovación se convierte en
una rama del árbol, la parte próxima al brote
de renovación se convierte en parte del tron-
co. El modelo lleva el nombre de Paul Cham-
pagnat, especialista en la morfología de las
plantas leñosas en Europa, incluyendo Rose,
Rubus y Sambucus, que representan bien la Figura 2. Modelo arquitectónico de
arquitectura (Figura 2). Champagnat

27
Modelo de Fagerlind
Arquitectura caracterizada por un tron-
co monopodial (formado por un solo eje), or-
tótropo, con crecimiento rítmico que produce
hileras de ramas modulares, cada rama sim-
podial y plagiotrópa por aposición, con filota-
xis espiral o decusada (no dística). El modelo
está dedicado a Folke Fagerlind quien ha con-
tribuido a su comprensión en su estudio del
género Randia (Figura 3). Figura 3. Modelo arquitectónico
de Fagerlind
Modelo de
Leeuwenberg
Consta de ejes ortótropos equivalentes
con crecimiento determinado por la produc-
ción de una inflorescencia terminal. La rami-
ficación es tridimensional y produce varios
ejes equivalentes y a su vez ortótropos, con
crecimiento determinado. La ramificación
está relacionada con la inflorescencia, tenien-
do lugar después de la floración, y en posición
distal, debajo de la inflorescencia, excepto en
los ejes juveniles donde puede haber rami-
ficación estéril. En estos casos el meristemo
terminal generalmente deja de funcionar. El
modelo lleva el nombre de A. J. M. Leewen- Figura 4. Modelo arquitectóni-
berg, quien describió bien su arquitectura en co de Leeuwenberg
su revisión del género africano Anthocleista
(Loganiaceae) (Figura 4).

28
Modelo de Massart
La arquitectura está determinada por
un tronco ortótropo, monopodial, de creci-
miento rítmico y que, en consecuencia, pro-
duce hileras regulares de ramas a niveles es-
tablecidos por el crecimiento del meristemo
del tronco. Las ramas son plagiótropas ya sea
por disposición de las hojas o por simetría,
pero nunca por aposición. La posición de las
flores no es significativa en la definición del Figura 5. Modelo arquitectónico de
modelo. Este modelo lleva el nombre de Jean Massart
Massart, quien describió la arquitectura en un
ejemplar de Virola surinamensis cultivado en
el Jardín Botánico de Río de Janeiro (Figura 5).

Modelo de Rauh
La arquitectura está determinada por
un tronco monopódico con crecimiento rít-
mico, el cual desarrolla pseudoverticilos de
ramas morfogenéticamente iguales al tronco.
Las flores o inflorescencias son siempre late-
rales y sin efecto sobre el crecimiento del sis-
tema de brotes. Lleva el nombre apropiada-
mente del profesor W. Rauh, cuya descripción
de los árboles templados ilustra con precisión
sus características arquitectónicas (Figura 6).
Figura 6. Modelo arquitectónico de
Rauh

29
Modelo de Roux
Arquitectura determinada por un tron-
co ortótropo monopódico con crecimiento
continuo; las ramas son plagiótropas (pero
nunca por aposición) y se insertan continua-
mente (rara vez de forma difusa). La disposi-
ción de las hojas es espiral en el tronco, pero
en contraste, es más a menudo dística en las
ramas. Floración es variable, pero mantiene
lateral las ramas y no tiene influencia en la
arquitectura. El modelo lleva el nombre de Figura 7. Modelo arquitectónico
Jacques Roux en reconocimiento a su con- de Roux
tribución a la comprensión de la plagiotropía
como consecuencia de su investigación del
género pantropical Phyllanthus (Euphorbia-
ceae) (Figura 7).

Modelo de Scarrone
La arquitectura está determinada por
un meristemo terminal ortótropo rítmica-
mente activo, que produce un tronco indeter-
minado que lleva filas de ramas, cada com-
plejo de ramas ortótropo y simpodialmente
ramificado como resultado de la floración ter-
minal. El modelo lleva el nombre de Francis
Scarrone, por su investigación con gran deta-
lle, de la arquitectura del mango (Mangifera
indica) (Figura 8).
Figura 8. Modelo arquitectónico
de Scarrone

30
Modelo de Troll
Se define por tener todos sus ejes pla-
giótropos. La arquitectura está construida por
la superposición continua de estos ejes. Los
ejes principales construyen parte del tronco
y parte de una rama; la parte próxima crece
erecta (parte del tronco). La parte distal del
eje forma la rama con o sin crecimiento de-
terminado, y con ejes laterales en general sin
formar una parte basal erecta. El modelo lleva
el nombre de Wilhelm Troll, quien ha descrito Figura 9. Modelo arquitectónico de
precisamente esta construcción de un árbol a Troll
partir de ejes plagiótropos en su descripción
del crecimiento del Ulmus effusa europeo (Fi-
gura 9).

31
Capítulo 3
Descripción de las especies
Teresa Alfaro Reyna
Mario Saturnino Duran Castillo
Aixchel Maya Martínez
Anacardiaceae
La familia se conforma aproximadamente por 82 géneros y más
de 700 especies que se consideran de importancia económica. Es bien
conocida por sus frutas y semillas comestibles cultivadas (mangos, pis-
tachos y anacardos). La conforman árboles, arbustos erectos o trepado-
res; se caracteriza por presentar frecuentemente exudados que causan
dermatitis de contacto; por ejemplo, Metopium brownei presenta cana-
les verticales de resina tóxica compuesta por urushiol en la corteza en
los nervios de las hojas, frutos y flores principalmente. Otras caracterís-
ticas importantes para su distinción son la presencia de un fuerte olor
terpentino en las hojas parecido al que se presenta en la familia Burse-
raceae (Bursera simaruba), y la presencia de resina lechosa la cual se
torna negra al secarse. Contrafuertes a veces presentes. Hojas alternas,
raramente opuestas o verticiladas, simples o pinnadas compuestas, muy
raramente palmadas o bipinnadas compuestas, sésiles o pecioladas. In-
florescencias terminales y/o axilares, tiroideas, paniculadas, racemosas o
espigadas, raramente colifloras y raramente flores solitarias; brácteas y
profilas caducas o persistentes. Esta familia se distribuye principalmente
en los trópicos y subtrópicos (Gentry, 1993; Hou, 1974; Pell, 2004; Pell et
al., 2010).

33
Astronium graveolens Jacq.
Jobillo, k’ulinché

Sinonimias: Astronium fraxinifolium Schott., Astronium planchonianum Engl., Astronium zongolica


Reko.

SCARRONE

Figura 10. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de A. graveolens en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de mediano a grande, con tronco recto y ramificaciones simpodiales


(Vester, 2017), altura total de hasta 23 m, copa redonda y densa, diámetro normal de
hasta 50 cm, corteza gris clara a menudo moteada con manchas claras. Las hojas
son alternas de 11 a 30 cm de largo, con bordes aserrados ligeramente, color verde,
con el haz oscuro y el envés pálido, de 5 a 15 foliolos, imparipinnadas (Pennington y
Sarukhán, 2005). Las flores son dioicas, pequeñas, agrupadas en panículas termina-
les o axilares, de 10 a 25 cm de largo, con cinco pétalos verde amarillentos (Pennin-
gton y Sarukhán, 2005). Esta especie pierde sus hojas en los meses de abril y mayo,
florece de marzo a mayo, y sus frutos maduran entre mayo a junio (Brito Neto et al.,
2018). Es parcialmente polinizada por el viento.

34
El fruto es una pequeña drupa pulposa agridulce, oblonga, de 12 a 13 mm de
largo; marrón, azulado o negruzco cuando madura, contiene una semilla. La semilla
es oblonga o elipsoide, de 9 a 10 mm de largo y de 4 a 6 mm de ancho, el embrión
es carnoso y elipsoidal (Carmello–Guerreiro y Paoli, 2000; Rodríguez et al., 2009), es
ampliamente consumido por las aves del género Aratinga principalmente. Las aves
consumen la semilla o parte de esta, actuando como granívoras pre–dispersoras de
semillas y removedoras de semillas; además también actúan como forrajeras (Villase-
ñor–Sánchez et al., 2010).

Los frutos (semillas) deben ser recolectados directamente de los árboles antes
que el viento las disperse. Una vez recolectadas se secan entre tres y cuatro horas. Un
kilogramo de diásporas contiene cerca de 18,000 semillas. Estas pierden su viabilidad
en menos de un mes si se almacenan a temperatura y humedad ambiente. Alma-
cenadas a 15ºC con un contenido de humedad promedio de 15 a 25 % se mantienen
viables hasta por tres meses. Las semillas frescas han mostrado un porcentaje de ger-
minación de hasta 90 % sin la aplicación de algún tratamiento (Marín y Flores, 2002).

La madera no presenta olor y sabor característico, muestra diferencia de co-


lor entre la albura y el duramen. La albura es amarillo pajizo y el duramen castaño,
variando desde café a rojizo con tonalidades amarillentas y sombras irregulares (Ta-
marit y López, 2007). Los límites de los anillos de crecimiento son difíciles de percibir,
están marcados por finas bandas de parénquima marginal. Presenta un veteado pro-
nunciado causado por bandas longitudinales oscuras e irregulares de textura media,
con hilo entrecruzado ocasionalmente ondulado. Esta madera se clasifica como una
madera dura, con densidad o peso específico de 0.85 g/cm3 hasta 1.28 g/cm3; sin em-
bargo, existe una variación considerable entre diferentes individuos y también a nivel
de individuo (Tamarit y López, 2007; Ordóñez Díaz et al., 2015).

Figura 11. Muestra de madera de A. graveolens resguardado en la xiloteca del Sitio Experimen-
tal San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

35
El jobillo se desarrolla en bosques tropicales, en selvas altas y medianas subpe-
rennifolias y medianas subcaducifolias. En la península de Yucatán se puede encon-
trar creciendo en suelos de roca caliza, pobres o rocas y suelos aluviales, aunque se
desarrolla mejor en suelos profundos de la selva alta perennifolia del sur del estado
de Campeche y parte de Quintana Roo, donde se pueden encontrar más de diez ár-
boles por hectárea, con un diámetro normal promedio de 20.8 cm, una altura de 15.30
m y un área basal de 0.04 m2 ha–1. En la selva mediana subperennifolia se encuentra
una densidad promedio de 19.41 árboles por hectárea con diámetro normal de 15.92
cm, 11 m de altura y con un área basal de 0.02 m2 ha–1. Esta especie es una de las que
más aporta en términos de biomasa. Se distribuye en una superficie total de 3.33 mi-
llones de hectáreas que representan el 23.53 % de la superficie total de la península.

Figura 12. Distribución de jobillo (A. graveolens) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros, los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

El uso tradicional del jobillo en la zona maya es para la construcción de vivien-


das, así como para la fabricación de postes, vigas y armazones, principalmente. La
calidad y veteado de la madera tiene potencial en la fabricación de muebles, chapa
rebanada decorativa, artesanías, entre otros. En algunas regiones se utiliza la resina
como tratamiento del sarampión, viruela y reumatismo. Además, los aceites esen-
ciales extraídos de las hojas, frutos y semillas de A. graveolens poseen propiedades
naturales con actividad antioxidante (Hernández et al., 2013, 2014), antitumorales, se-
dativas y diaforéticas (Hernández et al., 2014).

36
Metopium brownei (Jacq.) Urb.
Chechem negro, chechén, box chechem, cheechem, kabal chechem

Sinonimias: Rhus metopium L., Terebinthus brownei Jacq.

RAUH

Figura 13. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de M. brownei del Sitio Experimental San Felipe
Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de hasta 25 m altura, diámetro normal de hasta 60 cm; copa abierta


e irregular; tronco derecho, sin contrafuertes y altura muy variable. Ramas morfo-
genéticamente iguales al tronco. Las flores o inflorescencias son siempre laterales
(Vester, 2017). Las hojas son compuestas, dispuestas en espiral, imparipinadas, con
foliolos elípticos u orbiculares con los márgenes enteros y ondulados. Las flores están
dispuestas en panículas masculinas y femeninas axilares hasta de 20 cm de largo. Pe-
rianto de color verde–amarillento, pentámero. El fruto es una baya ovoide y carnosa,
de 1 cm de largo, de color anaranjado oscuro o amarillo, en infrutescencias péndulas
(Pennington y Sarukhán, 2005; Peña–Chocarro et al., 2011; Dorantes y Evan, 2017).

Especie caducifolia entre los meses de abril y mayo, la floración generalmente


ocurre de marzo a mayo, los frutos maduran de mayo a octubre, contienen una semi-

37
lla por drupa de 7 a 8 mm de largo (Dorantes y Evan, 2017). La polinización es llevada
a cabo por abejas y la dispersión de semillas por aves, como el zacua mayor (Psaroco-
lius montezuma), el dzibabán (Melanoptila glabrirostris) y luisito común (Myiozetetes
similis). Algunos mamíferos como el mono araña (Ateles geoffroyi) y algunas especies
de ungulados consumen los frutos y hojas (Burgos y Montiel, 2016; Medina–Madrid et
al., 2021).

Los frutos (semillas) se recolectan del árbol cuando están maduros, la extrac-
ción de la semilla se realiza antes de la fermentación del fruto, macerando los frutos
para separarlos del pericarpio. Las semillas frescas presentan un porcentaje de ger-
minación que varía entre 50 y 70 %, por lo que se recomienda tratamiento pregermi-
nativo.

La madera se caracteriza por presentar una albura con coloración castaño–cla-


ra y duramen con tonalidades que varían de amarillo a castaño rojizo, castaño oscuro,
grisáceo y verde olivo, no tiene olor ni sabor característicos, brillo alto, veteado pro-
nunciado, de textura mediana heterogénea e hilo entrecruzado. El peso específico es
de 0.803 g/cm³ (Tamarit y López, 2007; Ordóñez Díaz et al., 2015).

Figura 14. Muestra de madera de M. brownei resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El chechem prospera en diferentes tipos de suelos con buen drenaje, así como
en suelos profundos con inundaciones periódicas. En la franja costera de Yucatán y
Campeche se desarrolla sobre terrenos planos o casi planos. En el centro de Campe-
che y Este de Quintana Roo crece sobre bajos con una densidad de hasta 14 árboles
por hectárea, y una altura que varía entre 6 y 8 m. Es particularmente abundante en
el estado de Quintana Roo y Campeche. En las selvas medianas pueden encontrarse
más de 20 individuos por hectárea, mientras que en selvas altas la densidad prome-
dio es de 2 árboles por hectárea.

38
Figura 15. Distribución de chechem (M. brownei) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no se tienen registros, los puntos color
verde corresponden a los registros de la especie.

En la zona maya, el chechem se emplea en las construcciones rurales y el látex


para el control de las verrugas. Debido a su amplio periodo de floración también se
utiliza en la apicultura, como leña y en la elaboración de ceniza. La madera de che-
chem tiene una excelente calidad y veteado; es durable y muy resistente. Se emplea
en muebles finos, gabinetes, carpintería y ebanistería, pisos de camiones, puertas y
ventanas. Se recomienda en la fabricación de pisos de parquet y duela (Román–Mi-
randa, 2014).

39
Spondias mombin L.
Jobo, ju’ujub, ciruela

Sinonimias: Spondias lutea L., Spondias pseudomyrobalanus Tussac.

SCARRONE

Figura 16. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de S. mombin del Sitio Experimental San Felipe
Bacalar, Quintana Roo.

Árbol o arbusto caducifolio, de 3 a 8 m de altura, que puede alcanzar hasta los


15 m, diámetro normal de hasta 80 cm, copa muy extendida. Hojas alternas, impari-
pinnadas, de color verde amarillento, de 10 a 20 cm de largo, de 9 a 25 folíolos elípticos,
de 1.9 a 4 cm de largo, con borde ligeramente ondulado, base asimétrica y ápice acu-
minado. Tronco corto que se ramifica desde 1 m de altura, ramas torcidas y frágiles
o quebradizas con ramificaciones simpodiales (Vester, 2017). Corteza externa rugosa,
muy ornamentada, color gris plomo a verdoso, algunas veces con fisuras irregulares y
protuberancias con textura de corcho pequeñas o grandes (Pennington y Sarukhán,
2005). Las flores están dispuestas en panículas, dioicas, pequeñas, color blanco o
crema, su tamaño es alrededor de 0.63 cm de diámetro; cáliz diminuto con 5 lóbulos
y 5 pétalos. La temporada de floración se ubica entre los meses de febrero a marzo.

40
Los frutos son de color rojo purpúreo o amarillo, de 3 cm de largo por 1.5 cm de
ancho, pulpa color amarillo, jugosa y agridulce, con un endocarpio grande y fibroso;
de 1 a 5 semillas, de 12 mm de largo, su maduración y cosecha ocurre de abril a mayo
(Rodríguez et al., 2009; Ibarra–Manríquez y Cornejo–Tenorio, 2010).

Los frutos tienen un alto contenido de agua, son ricos en azúcares y son alta-
mente apreciados por las aves sobre todo en temporadas de mayor estrés hídrico que
coincide con el periodo de fructificación (mayo a junio), también los consumen al-
gunas especies de monos, loros y murciélagos frugívoros, aunque solo estos últimos
actúan como dispersores (Russo et al., 2005; Stevenson et al., 2005; Torres–Anaya et
al., 2022). Los frutos pesan en promedio de 7.5 a 1.9 g y el número de frutos por árbol
varía de entre 1,500 a 1,600 (Ibarra–Manríquez y Cornejo–Tenorio, 2010).

Figura 17. Muestra de madera de S. mombin resguardado en la colección de la xiloteca del Sitio
Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

La recolección de los frutos es manual y deben ser recolectados directamente


de los árboles cuando tienen una coloración amarillo–dorado o roja y lustrosa. Para
extraer las semillas, primero se deben despulpar los frutos, lavarse y secarse al sol. El
endocarpio o hueso se debe remojar en agua durante 5 días o lijar para desgastar;
finalmente se fractura con unas pinzas para extraer las semillas. Las semillas son or-
todoxas, puede almacenarse con contenidos de humedad de 6 a 7 % y temperaturas
≤ 0 °C; tales condiciones permiten mantener la viabilidad por varios años; aunque se
reporta un porcentaje de número de semillas estériles muy alto.

La madera se caracteriza por presentar jaspeaduras castañas que correspon-


den a los vasos y a los rayos. Presenta brillo alto y un veteado suave, textura mediana
e hilo recto; no tiene marcados los anillos de crecimiento (Richter y Dallwitz, 2000).
La madera no presenta olor ni sabor característico, el duramen es blanco o grisáceo
(a marrón claro), la albura es de un color similar al duramen. Esta madera se clasifi-

41
ca con una dureza media y presenta una densidad básica de 0.45 g/cm³ (Tamarit y
López, 2007; Ordóñez Díaz et al., 2015).

Figura 18. Distribución de Jobo (S. mombin) en la península de Yucatán. Las zonas verde obs-
curas son las de mayor densidad, las más claras no se tienen registros, los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

El jobo se distribuye en selvas altas o medianas perennifolias, subperennifolias


y subcaducifolias. Se distribuye principalmente en los estados de Campeche y Quin-
tana Roo. Prefiere los suelos profundos de bien drenado a estacionalmente inunda-
dos; se pueden encontrar hasta 12 individuos por hectárea con una altura promedio
de 10 m en selvas medianas y un árbol por hectárea en selvas altas y bajas.

El S. mombin es utilizado en la cultura maya como un árbol forrajero, alimen-


ticio y medicinal, utilizándose todas las partes del árbol: las frutas como diurético, la
corteza como antidiarreico y las flores para aliviar el dolor de estómago (Tiburski et al.,
2011; Cabrera–Araujo y Hernández Escalante, 2019;). Se ha reportado que el extracto
de hojas de S. mombin, posee propiedades que muestran un efecto ansiolítico, se-
dante y antiepiléptico con efectos antipsicóticos. La corteza provoca antifertilidad y
actividad abortiva (Ayoka et al., 2008). Además, los compuestos de fenoles, taninos y
flavonoides poseen propiedades antibacteriales, antimicrobianas, antioxidantes, en-
tre otras (Tiburski et al., 2011; Pinheiro et al., 2022).

42
Bignoniaceae
La familia está conformada por alrededor de 120 géneros y unas
650 especies. La integran predominantemente especies leñosas como
árboles, arbustos y lianas leñosas, raramente herbáceas. Se distribuye en
los trópicos y subtrópicos principalmente. Una característica importan-
te para su reconocimiento es la presencia de un xilema rayado, el cual
puede observarse en un corte transversal del tronco. Hojas simples o en
su mayoría compuestas, opuestas a veces verticiladas, rara vez alternas,
2 a 3 foliolos, pinnadas o palmeadas, a menudo provistas de zarcillos ter-
minales, rara vez dispersos o en pseudo–verticilos. Flores generalmente
vistosas, bisexuales en racimos o solitarias, terminales o axilares, gene-
ralmente conspicuas. Cáliz con 5 sépalos, a veces bilobulado o no lobu-
lado, rara vez con caliptra. Corola con 5 pétalos, a menudo con 2 labios,
raramente subrotados, imbricados o raramente valvados. Androceo ad-
herido al tubo, 4 estambres, el quinto estambre (adaxial) estaminodial o
ausente, rara vez los 5 estambres son fértiles o 2 fértiles y 3 estaminodia-
les. Ovario con disco nectario anular o cupular, estigma bilobulado, ova-
rio súpero, bicarpelado. Fruto capsular dehiscente, que se divide en dos
valvas para liberar semillas aladas (con excepción de algunos géneros
como Crescentia y Parmentiera que poseen un fruto carnoso indehis-
cente). Semillas en cada celda adheridas al disepimento en una o más
filas, insertadas transversalmente al eje del fruto, anátropo, mayormente
en ambos lados con alas hialinas; embrión exalbuminoso, los cotiledo-
nes en su mayoría con muescas, a veces en ambos lados. Germinación
siempre epigea (para mayor información revisar Van, 1974; Gentry, 1992;
Fischer et al., 2004; Lohmann, 2006; Olmstead et al., 2009).

43
Tabebuia rosea (Bertol.) DC.
Maculís, maculí o palo de rosa

Sinonimias: Couralia rosea (Bertol.) Donn. Sm.; Sparattosperma roseum (Bertol.) Miers; Tabebuia
mexicana (Mart. ex DC.) Hemsl.; Tabebuia pentaphylla (L.) Hemsl.; Tabebuia pentaphylla Hemsl.; Ta-
bebuia punctatissima (Kraenzl.) Standl.; Tecoma evenia Donn. Sm.; Tecoma mexicana Mart. ex A. DC.;
Tecoma punctatissima Kraenzl.; Tecoma rosea Bertol.

LEEUWENBERG

Figura 19. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de T. rosea del Sitio Experimental San Felipe
Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de 15 a 30 m de altura, diámetro normal de 50 cm o más; fuste recto, a


veces ligeramente acanalado; copa ancha, cónica o irregular; la ramificación produce
varios ejes equivalentes y a su vez ortótropos, con crecimiento determinado. La rami-
ficación tiene lugar después de la floración (Vester, 2017). Corteza color gris oscuro a
pardo amarillento, áspera, con fisuras verticales. Hojas son decusadas opuestas, di-
gitado–compuestas, con 5 foliolos de tamaño diferente, miden hasta 35 cm de largo
incluyendo el peciolo. Flores en panículas de hasta 15 cm de largo, axilares, en forma
de embudo de hasta 10 cm de largo, con el limbo partido en 5 lóbulos de color rosa-
do o lila con la base amarilla (Pennington y Sarukhán, 2005). Los frutos son cápsulas

44
cilíndricas lineales de 22 a 38 cm de largo y 0.9 a 1.5 cm de grosor, péndulas, de color
verde cuando están maduras, con el cáliz persistente; contiene numerosas semillas
aladas, muy delgadas, color blanco rosado, de 2 a 3 cm de largo, incluyendo el ala.

Esta especie pierde sus hojas en los meses de abril a mayo, florece de febrero a
abril y fructifica entre abril y mayo. Es dispersada por el viento (Rodríguez et al., 2009).

Los frutos se colectan directamente del árbol antes de que abran y cuando
tengan un color verde amarillento. Se colocan sobre mantas a la sombra hasta que
las vainas abran solas, las semillas se liberan de los frutos con facilidad; para elimi-
nar las impurezas se puede utilizar un tamiz o ventilador. El número de semillas por
kilogramo varía de 37 mil a 54 mil unidades. Se pueden almacenar a temperatura
ambiente, hasta por seis meses como máximo. También pueden ser almacenadas en
contenedores herméticamente cerrados a 20° C con un contenido de humedad de 6
a 8 %. Bajo estas condiciones mantienen la viabilidad hasta por seis meses o un poco
más (León Lobos et al., 2014).

Figura 20. Muestra de madera de T. rosea resguardado en la colección de la xiloteca del Sitio
Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

La madera no presenta olor y sabor característico, muestra diferencia de color


entre la albura y el duramen. La albura es de color crema, amarillenta o parduzca, y
el duramen es pardo claro con tonos grises y dorados. Presenta líneas finas de pa-
rénquima que dan a esta madera un veteado distintivo en la superficie radial, y un
patrón similar a plumas en la superficie tangencial. La madera es fuerte y bastante
pesada; tiene una textura media a gruesa, grano recto o entrecruzado, lustre medio;
el secado al aire libre es rápido y provoca pequeñas fisuras en la superficie y torce-
duras y es moderadamente resistente a los hongos blanco y pardo de la pudrición;
es susceptible al ataque de termitas y perforadores marinos. La densidad seca al aire
varía entre 0.53–60g/cm³ (Vozzo, 2010; Ordóñez Díaz et al., 2015).

45
Tabebuia rosea forma parte de las selvas altas, medianas subperennifolias y
subcaducifolias, así como de las selvas bajas caducifolias. Se puede encontrar un ár-
bol por hectárea, con mayores densidades en selvas medianas subcaducifolias al sur
de Quintana Roo, Yucatán y la parte central de Campeche. Crece en suelos de ori-
gen calizo, ígneo o aluvial, se adapta a suelos pobres; tolera la inundación estacional.
Se desarrolla bien con temperaturas de 17 – 31 °C y con precipitaciones de 1,200 a
1,500 mm.

Figura 21. Distribución de maculis (Tabebuia rosea) en la península de Yucatán. Las zonas ver-
de obscuras son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

T. rosea está ampliamente distribuida en la península de Yucatán, es utilizado


como árbol ornamental debido a sus flores y es cultivado por su madera; se utili-
za para fabricar muebles, chapa para madera, ebanistería, se le utiliza como planta
medicinal para curar la disentería, acelerar el parto, controlar la diarrea y la fiebre. La
corteza la usan para controlar la diabetes, paludismo, tifoidea y parasitosis. Además,
es utilizada como una planta melífera. Los extractos de hoja y corteza contienen com-
puestos altamente tóxicos (Oloyede, 2010).

46
Boraginaceae
La familia está conformada por más de 130 géneros y unas 2300
especies, distribuidas principalmente en las regiones subtropicales
y mediterráneas. Se divide en subfamilias con base en las caracterís-
ticas del fruto: Cordioideae A. Gray, Ehretioideae Arn., Heliotropiodeae
(Schrad. y Wellste) Arn. Boraginoideae Arn. y Wellstediaceae (Novák).
Integrada por árboles, arbustos, bejucos, trepadoras o hierbas anuales
o perennes, generalmente pubescentes, híspidos o estrigosos. Presen-
tan hojas simples y alternas, raramente sub–opuestas a opuestas, con
bordes enteros o dentados, pinnatinervadas y usualmente de consisten-
cia áspera al tacto. El carácter tosco de las vellosidades se debe al óxido
de silicio y al carbonato de calcio. Sin estípulas. Muchas de las plantas
de esta familia presentan una inflorescencia axilar o terminal tipo cima
helicoidal o escorpioide, algunas veces agrupadas densamente con apa-
riencia capitada o espigada, o reunidas en inflorescencias paniculifor-
mes. Flores pentámeras, bisexuales o unisexuales, actinomorfas a veces
zigomorfas, simpétalas, hipóginas. Cáliz con 5 sépalos libres o unidos en
la base, generalmente persistentes con el fruto. Corola con 5 pétalos ver-
des, blancos o amarillos. Frutos en drupas o nueces con 1 a 4 semillas, a
veces seco y de 4 núculas al madurar (para mayor información revisar
Britton, 1951; Weigend et al., 2016; Attar et al., 2018).

47
Cordia alliodora (Ruiz & Pav.) Oken
Bojón, laurel, palo María

Sinonimias: Cerdana alliodora Ruiz & Pav.; Cordia alliodora (Ruiz y Pav.) Cham. ex A. DC.; Cordia geras-
canthus Jacq.; Lithocardium alliodorum (Ruíz & Pav.) Kuntze, Cordia andina Chodat.

FAGERLIND

Figura 22. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de C. alliodora en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol con altura de hasta 40 m y diámetro normal de hasta 90 cm; copa pe-
queña, estrecha y abierta; fuste recto con un solo eje y ramas simpodiales extendi-
das, verticiladas en la parte superior; corteza externa finamente fisurada, color pardo
grisáceo a pardo amarillenta (Vester, 2017). Hojas alternas y simples, con láminas de
4.5 a 17 cm de largo y 2 a 5 cm de ancho, elípticas u oblongas, cubiertas de tricomas
estrellados y con olor a cebolla al estrujarse (Johnson y Morales, 1972; Pennington y
Sarukhán, 2005; Peña–Chocarro et al., 2011; Ochoa–Gaona et al., 2018).

Las flores son hermafroditas, presentes en panículas axilares o terminales, vis-


tosas, de 5 a 15 cm de largo y de 1.2 a 1.5 cm de diámetro, las cuales abren por la noche.

48
El fruto es una nuez o drupa liviana, de color café, de 2 a 3 cm de largo y 3 a 4 cm de
ancho, una sola semilla de 0.3 a 0.5 cm de lago, color café (Johnson y Morales, 1972).

La época de floración coincide con la estación seca y los frutos maduran de


septiembre a abril. La polinización es llevada a cabo por pequeñas polillas y otros
insectos como las abejas; la dispersión es principalmente por aire, pero las aves fru-
gívoras y primates también llegan a dispersar los frutos (Machado et al., 2010; Fierro
et al., 2012).

La recolección de semillas puede realizarse directamente del árbol cuando los


frutos están maduros (color marrón), de marzo a abril. Los frutos se recolectan sacu-
diendo las ramas, la separación de la semilla es manual. El número de semillas por
kg varía de entre 20,000 a 42,000. Estas se pueden almacenar por más de 3 meses si
se mantienen a 5ºC y con una humedad menor de 25 %, no se recomienda el secado
al sol, ya que puede dañar las semillas. El porcentaje de germinación varía entre 55
a 85 %. Aunque no se requiere tratamiento pregerminativo se recomienda que las
semillas se humedezcan en agua fría de 3 a 24 horas antes de la siembra (Rodríguez
et al., 2009).

Figura 23. Muestra de madera de C. alliodora resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

La madera se caracteriza por presentar una albura color beige o amarilla grisá-
cea y duramen café claro. No tiene olor ni sabor característico. Presenta poco brillo o
lustre, veteado suave con tendencia a pronunciado, textura mediana heterogénea a
gruesa heterogénea e hilo entrecruzado (Aguirre y Zevallos, 2014). Por su porcentaje
de humedad se considera que es resistente a hongos de pudrición, seca fácilmente y
no se producen defectos importantes (González–Luna y Cruz–Castillo, 2021). La densi-
dad básica de la madera de C. alliodora es de 0.65 g/cm3; se clasifica como densidad
básica mediana con resistencia media. La albura tiene una densidad básica de 0.552

49
g/cm³ y el duramen de 0.536 g/cm³ (Córdoba, 1997; Tamarit y López, 2007; González–
Luna y Cruz–Castillo, 2021).

El bojón se encuentra en selvas altas y medianas perennifolias o en selva me-


diana y bajas subcaducifolias. Aunque es particularmente abundante en selva me-
diana con una densidad de hasta 8 árboles por hectárea con alturas de entre 10 y
12 m, la densidad en selvas bajas y altas es de menos de un árbol por hectárea. Se le
puede encontrar al centro y noreste de la península de Yucatán. Su mejor desarrollo
se presenta en climas cálido–húmedos con temperaturas medias de 18 a 32oC; con
luz plena; prospera bien en suelos como rendzinas, vertisol pélico y luvisol crómico, es
tolerante a inundaciones estacionales o de poca duración.

Figura 24. Distribución de bojón (C. alliodora) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no se tienen registros y los puntos verdes
corresponden a los registros de la especie.

La C. alliodora, es utilizada en las comunidades mayas como suministro de


leña, en la ebanistería y construcción en general, también es utilizada como planta de
sombra y ornato en parques y jardines. En medicina tradicional las flores y las hojas se
usan como emolientes. Por la calidad de su madera se utiliza para la fabricación mue-
bles, chapas, embalajes, productos torneados, canoas y barcos. Además, el árbol es
usado en sistemas agroforestales y plantaciones comerciales (Fernández et al., 2019;
González–Luna y Cruz–Castillo, 2021).

50
Cordia dodecandra DC.
Ciricote, k’óopte’

Sinonimias: Cordia angiocarpa A. Rich.; Cordia dodecandrian Sessé & Moc.; Cordia heccaidecandra
Loes.; Lithocardium angiocarpum (Cham.) Kuntze; Lithocardium dodecandrum (A. DC.) Kuntze; Ple-
thostephia angiocarpa (A. Rich.) Miers.

FAGERLIND

Figura 25. Tallo, flores, frutos y modelo arquitectónico de C. dodecandra en el Sitio Experimen-
tal San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol con altura de hasta 30 m, diámetro normal de 40 a 70 cm; fuste derecho,


cilíndrico, con un solo eje y ramas simpodiales extendidas; copa densa y redondeada;
corteza fisurada, ligeramente escamosa longitudinalmente, color grisáceo o blan-
quecino (Vester, 2017). Hojas son simples, pecioladas y alternas, de elíptico oblongas
a ampliamente ovadas, muy ásperas, con los bordes crenados o dentados, rara vez
enteros. Las flores son de color anaranjado intenso, tubulares, con dimorfismo floral,
dispuestas en panículas axilares y terminales, de 5 a 10 cm de largo y 4 cm de ancho.
La floración se presenta regularmente entre los meses de febrero a abril, la fructi-
ficación entre mayo a agosto, y aunque se pueden encontrar frutos todo el año, los

51
frutos alcanzan su madurez entre mayo a junio. La polinización es llevada a cabo por
abejas y colibríes principalmente (Canché–Colli et al., 2020).

Los frutos son drupas con pericarpio carnoso comestible, de 3 (–5) cm de diá-
metro, en grupos de 2 (–10), cuando maduran tienen un color amarillo anaranjado
(Pennington y Sarukhán, 2005). Cada fruto contiene un hueso muy lignificado con
una u ocasionalmente 2 semillas lanceoladas y aplanadas lateralmente, de 1 a 1.5 cm
de largo y de 5 a 8 mm de ancho y de 3 a 4 mm de espesor. La dispersión de los frutos
la realizan principalmente primates como Alouatta pigra, Ateles geoffroyi y murciéla-
gos frugívoros (Dzul–Cauich, 2018; Esparza–Olguín et al., 2019).

La recolección de semillas (frutos) puede realizarse cuando los frutos ya están


maduros o de color amarillo intenso, entre los meses de mayo a junio. Los frutos se
colectan sacudiendo las ramas o con ganchos, se guardan en costales para permitir
el proceso de fermentación o se remojan durante 3 a 4 días. Para facilitar la elimina-
ción de la parte carnosa, se maceran con la ayuda de una malla metálica o con cuchi-
llo, hasta dejar los endocarpios limpios (Simei et al., 2016). Se secan durante 2 horas
a la luz directa. Para el almacenamiento de las semillas el secado se debe extender a
dos días. Las semillas siguen siendo viables dentro de la testa durante aproximada-
mente 13 meses cuando se almacena en condiciones ambientales (24 a 30 °C). Con
un almacenamiento más prolongado, su viabilidad disminuye rápidamente. Las se-
millas se almacenan hasta por 16 meses a 5 °C de temperatura con 8 % de contenido
de humedad en envases herméticamente sellados, manteniendo un 50 % de viabi-
lidad. Las semillas frescas germinan al 90 % sin pretratamiento y se clasifican como
ortodoxas (Vozzo, 2010).

Figura 26. Muestra de madera de C. dodecandra resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

52
La madera de albura presenta una coloración amarilla y el duramen de amari-
llo café muy oscuro a grisáceo con varios to nos de gris, no tiene olor ni sabor carac-
terístico, muestra poco brillo, veteado pronunciado, textura fina heterogénea a me-
diana heterogénea e hilo recto. Esta madera tiene una densidad específica de 0.84 g/
cm³, y se clasifica como excesivamente pesada y muy dura.

En la península de Yucatán crece en suelos calcáreos con afloramiento de ro-


cas y en suelos cambisoles con buen suministro de agua; la baja disponibilidad de po-
tasio es un factor limitante (Reuter, 2006). Se encuentra en selvas medianas del sur de
Campeche y Quintana Roo, con una densidad de 3 árboles por hectárea, con alturas
entre 6 y 10 m, en selva baja caducifolia con más de un árbol por hectárea y menos de
un árbol por hectárea en selvas altas. Se desarrolla bien en temperaturas de 13 a 39 °C
y con precipitaciones que van de los 900 a 1,800 mm anuales.

Figura 27. Distribución de ciricote (C. dodecandra) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no se tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

El principal uso del ciricote en la península de Yucatán es la madera, ya que


tiene gran utilidad por su dureza, durabilidad y vistoso veteado, empleado principal-
mente para fabricar muebles diversos y artesanías. También es apreciado por los fru-
tos comestibles que son preparados principalmente en almíbar y mermelada. Sus
hojas se usan en el medio rural para lavar trastos y utensilios de cocina. La corteza es
utilizada para el tratamiento de la tos. Esta especie se planta con frecuencia en patios
traseros y se valora como árbol de sombra y ornamental en calles, parques, jardines
y áreas verdes de ciudades. Las flores son melíferas y las hojas se utilizan como ali-
mento para cerdos. El extracto de C. dodecandra posee actividad antibacteriana y
antioxidante (Vozzo, 2010; García, 2021).

53
Burseraceae
Esta familia se conforma por 20 géneros y más de 600 especies,
algunas de estas son económicamente importantes por la divergencia
de propiedades físicas y químicas de las resinas y los aceites esenciales
que producen (por ejemplo “copal”). La conforman árboles o arbustos,
a veces rupícolas, muy raramente escandentes o epífitos dioicos, rara-
mente monoicos, con canales resinosos esquizógenos en la mayoría de
los tejidos vascularizados. Casi siempre con restos de un látex blanco que
se pueden observar en ramas jóvenes o en cortes de la corteza, la cual
tiende a desprenderse en hojuelas. Hojas alternas, compuestas, impari-
pinnadas, a veces 1–folioladas; dispuestas en espiral, muy raramente en
pseudoverticilos, generalmente más o menos apiñados en los extremos
de las ramitas y con olor a trementina o incienso. Flores 3 a 5–meras, ge-
neralmente verdosas a cremosas, generalmente unisexuales. Frutos más
o menos drupáceos, pericarpios coriáceos a carnosos, indehiscentes o
finalmente dehiscentes por 2 a 5 valvas; pirenos 1 a 5, a menudo con un
pseudoarilo o cubierta carnosa, cada uno generalmente con 1 semilla, o
rara vez los pirenos multiloculares y cada lóculo con 1 semilla; endosper-
ma ausente, embrión generalmente recto, cotiledones contortuplicados
o planos y generalmente lobados, radícula súpera. Esta familia se distri-
buye principalmente en los trópicos y subtrópicos (Leenhouts et al., 1955;
Daly et al., 2010; DeCarlo et al., 2019; Daly et al., 2022).

54
Bursera simaruba (L.) Sarg.
Chaká, palo mulato, papelillo

Sinonimias: Bursera bonairensis Boldingh; Bursera gummífera (L.); Bursera integerrima (Tul.) Triana &
Planch.; Bursera ovalifolia (Schltdl.) Engl.; Bursera subpubescens Rose; Elaphrium simaruba (L.) Rose.;
Elaphrium subpubescens Rose; Pistacia simaruba L.; Tapiria macrophylla Lundell.

CHAMPAGNAT

RAUH

Figura 28. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de B. simaruba del Sitio Experimental San Fe-
lipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol con altura de hasta 30 m y diámetro normal de hasta 100 cm; corteza
escamosa y papirácea, con una coloración rojiza, rojo–cobriza, o café–rojiza a verdosa,
la cual se desprende con facilidad en tiras u hojuelas irregulares; copa irregular y dis-
persa; tronco con una ligera torcedura en su parte media o superior sin contrafuertes,
con pocas ramas gruesas, torcidas que con frecuencia se bifurcan a 2 m del suelo
y se rompen fácilmente (Vester, 2017). Hojas compuestas, dispuestas en espiral im-
paripinnadas, con olor a trementina al estrujarse. Las flores en panículas tirsiformes
terminales o pseudoracimos, de 6 a 13 (hasta 20 a 28) cm de largo, incluyendo el pe-
dúnculo; masculinas y femeninas individuales, con 4 a 5 pétalos rosados, verde–ama-
rillentos o blancos (Pennington y Sarukhán, 2005). Especie caducifolia, la floración

55
ocurre de febrero a mayo, polinizada por insectos, principalmente abejas (Trigona
spp, Apis mellifera, Euglossinae).

El fruto es una cápsula trivalvada, globosa u ovoide–triangular, color moreno


rojizo a púrpura, de 10 a 15 mm de largo, contiene una o dos semillas de aproximada-
mente 0.10 cm, color amarillo, cubiertas por arilo de color rojo, maduran entre octu-
bre a marzo y son dispersadas por aves como el Vireo griseus, murciélagos frugívoros,
pequeños roedores, monos como el aullador Alouatta palliata, ardillas y jabalíes (Tra-
iner y Will, 1984; Scott y Martin, 1984; Estrada y Coates–Estrada, 1986; Chapman, 1989;
Greenberg et al., 1995; Rodríguez et al., 2009).

Los frutos se recolectan directamente del árbol cuando las cápsulas aún se
encuentran cerradas y son de color verde a rojizo (los frutos abren rápidamente y las
semillas caen al suelo). Los frutos se depositan en lonas y se dejan secar al sol o media
sombra por dos o tres días hasta que abran. Una vez abiertos se procede a eliminar
el mesocarpio que tienen adherido lavándolos con agua corriente, una vez limpios se
ponen a secar al aire. El número de pirenos limpios por kilogramo es de 10,800 unida-
des y presentan un comportamiento ortodoxo; se pueden almacenar dentro de reci-
pientes herméticos con un contenido de humedad de 6 a 8 % a 4 °C, manteniéndose
viables por más de dos años. Almacenadas al medio ambiente conservan la viabilidad
por 10 meses con un porcentaje de germinación de 75 % (Rocas et al., 2010).

La madera no presenta olor y sabor característico, muestra diferencia de color


entre la albura y el duramen. La albura es de color amarillo crema con bandas blan-
cas, con brillo alto sobre todo en las caras radiales, veteado suave, textura mediana
con anillos de crecimiento marcados. La madera es fácil de trabajar, pero es suscep-
tible al ataque de varios insectos como escarabajos, barrenadores y termitas. Esta
madera se considera como suave, presenta una densidad básica de 0.452 g/cm³ y se
clasifica como media (Tamarit y López, 2007).

56
Figura 29. Muestra de madera de B. simaruba resguardado en la colección de la xiloteca del
Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El Chaká se desarrolla en el trópico húmedo, subhúmedo y seco. Se le encuen-


tra desde el nivel del mar hasta los 1,000 msnm. En un rango de precipitación de 800
a 3,000 mm anuales y una temperatura promedio anual de 18 a 25oC; se encuentra en
diversos tipos de suelos, desde los pedregosos hasta los salinos, crece mejor en suelos
fértiles, con textura franca, arenosa, arcillosa, de mal drenados a permanentemente
inundados; se le puede encontrar prácticamente en toda la península de Yucatán a
excepción de las zonas costeras. Aunque se distribuye en una gran variedad de am-
bientes, las mayores densidades se encuentran en las selvas medianas del centro de
la península con más de 50 individuos por hectárea. En las selvas bajas se pueden
encontrar hasta 5 árboles por hectárea con una altura de hasta 12 m. Se distribuye en
más del 60 % de la superficie total de la península.

Figura 30. Distribución de chaká (B. simaruba) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde obscuro corresponden a los registros de la especie.

57
La madera se usa comúnmente para construir casas rurales y cercas vivas,
como ornato, de sombra y como leña. En la zona maya se le usa para curar las quema-
duras del chechem (Metopium brownei). Los frutos y el follaje se utilizan como forraje
para el ganado. Los frutos, semillas, hojas y corteza tienen valor medicinal popular
para tratar heridas, gota, enfermedades digestivas, dolor de muelas, fiebre, cálculos
renales e infecciones pulmonares. La corteza también se usa como antídoto para las
mordeduras de serpientes, y las cataplasmas de hojas se usan para detener las infec-
ciones de gangrena (Vásquez–Dávila, 1995).

La madera se puede utilizar para hacer canoas y mangos de herramientas agrí-


colas; la savia resinosa se puede utilizar para elaborar barnices o colas para madera
que puedan sustituir a la goma arábiga. El árbol también se utiliza en cafetales y
cacaotales en sistemas agroforestales. Los extractos de hojas y corteza tienen efec-
tos antiinflamatorios y actividad antimicrobiana (Camacho, 2006; Rojas y Rodríguez,
2008; Coley y Ahumada, 2019; DeCarlo et al., 2019).

58
Fabaceae
Esta familia está conformada por 727 géneros y 19,325 especies
(Lewis et al., 2005); tiene gran importancia agrícola y probablemente es
la familia de árboles de mayor importancia en el neotrópico. Es bien co-
nocida por su empleo en la alimentación humana (alubias, Phaseolus
sp.; lentejas, Lens culinaris; soja, Glycine max; cacahuate, Arachis hypo-
gaea). Se distribuye en clima cálido y templado, principalmente. La con-
forman plantas herbáceas, trepadoras, arbóreas o arbustivas, anuales o
perennes. Hojas muy variadas, pero mayormente compuestas, alternas
y con estípulas. Además, tanto foliolos como hojas poseen un peciolo
(peciolulo) cilíndrico. Las hojas compuestas pueden ser trifoliadas, pin-
nadas o digitadas, en ocasiones reducidas a zarcillos, transformadas en
espinas o ausentes. Es frecuente la presencia de espinas por transfor-
mación del raquis de las hojas, de las estípulas o del tallo. Flores her-
mafroditas, normalmente muy vistosas, adaptadas a la polinización por
insectos. Corola con 5 pétalos libres; cáliz con 5 sépalos más o menos
soldados, en ocasiones bilabiado. Tienen 10 estambres libres o unidos
por los filamentos en uno (monadelfo) o dos haces (diadelfos). Las flo-
res pueden ser solitarias o agruparse en racimos (erectos o péndulos) o
glomérulos. Fruto tipo legumbre, en ocasiones lomento o nuez. Semillas
arriñonadas, con testa gruesa y dos cotiledones con alto contenido en
proteínas. Hilo muy visible, próximo al micropilo. Fijadoras de nitrógeno
atmosférico mediante bacterias simbiontes como Allorhizobium, Rhizo-
bium, entre otras, presentes en nódulos radicales, es una característica
que presentan muchas leguminosas. Las fabaceaes presentan una dis-
tribución cosmopolita y se desarrolla en diversos tipos de climas y eco-
sistemas, especialmente en tierras de altitudes bajas y medias (Lewis et
al., 2005, De Stefano y Cetzal–Ix, 2016).

59
Enterolobium cyclocarpum
(Jacq.) Griseb.
Pich, guanacaste, parota, orejón

Sinonimias: Albizia longipes Britton & Killip; Feuilleea cyclocarpa (Jacq.) Kuntze; Mimosa cyclocarpum
(Jack); Mimosa cyclocarpa Jacq.; Mimosa parota Sessé & Moc.; Pithecellobium cyclocarpum (Jacq.)
Mart.; Prosopis dubia Kunth.

CHAMPAGNAT

Figura 31. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de E. cylcocarpum en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de hasta 30 m de altura y diámetro normal de hasta 3 m, tronco dere-


cho, corto con pequeñas espuelas en la base y en ocasiones con contrafuertes en la
base, corteza externa lisa a granulosa, de color gris claro a gris pardusco, con abun-
dantes lenticelas. Copa hemisférica, ramas gruesas y ascendentes que producen una
copa amplia y extendida (Vester, 2017). Hojas bipinnadas, de 15 a 40 cm de largo, li-
near–oblongas, folíolos opuestos, de 8 a 15 mm de largo, en espiral. Glándula redonda
localizada en la mitad del peciolo. Las flores son blancas, actinomorfas dispuestas en

60
cabezuelas axilares, de 1.5 a 2 cm de diámetro, de 1.5 a 3.5 cm de largo (Pennington
y Sarukhán, 2005). Florece de febrero a junio, aunque puede variar según la región.
Los árboles pierden sus hojas de febrero a abril. La polinización es llevada a cabo por
palomillas y abejorros pequeños de actividad nocturna.

Los frutos son vainas circulares indehiscentes, de 7 a 12 cm de diámetro, apla-


nadas y enroscadas, leñosas, color café oscuro brillante, retorcida, olor y sabor dulce.
Contiene de 10 a 15 semillas. Las semillas son ovaladas, aplanadas lateralmente, de
14.5 a 17.5 mm de largo, de 7.8 a 11.2 mm de ancho (Rodríguez, 2009). Los frutos ma-
duran entre abril a julio, les toma 3 meses madurar. La dispersión de los frutos es por
agua o por algunos mamíferos como el tapir (Fragoso y Huffman, 2000; O’Farril et al.,
2013) y jabalíes, Pecari tajacu y Tayassu pecari, respectivamente (Beck, 2005), y fauna
domestica como caballos y vacas, aunque las heces de ganado contienen muchas
semillas fértiles, estas son consumidas por los ratones (Janzen, 1982; 1986).

Los frutos pueden recolectarse del suelo, cuando están de un color pardo os-
curo y al moverlos se escucha el ruido de las semillas, regularmente en los meses
de mayo a julio. Para extraer las semillas es necesario romper o macerar los frutos.
Es más fácil cuando se dejan secar completamente al sol. Las semillas son grandes
y pueden separarse fácilmente de forma manual. En promedio hay de 1,100 a 1,170
semillas/kg; pueden almacenarse en envases de plástico a 5 °C con 6 a 8 % de hume-
dad, la viabilidad se mantiene por más de 10 años a temperatura ambiente hasta por
13 meses, con un porcentaje de germinación del 80 % (Vozzo, 2010; Rodríguez–Trejo,
2021).

La madera se caracteriza por tener un sabor picante, sin olor, presenta diferen-
cia de color entre albura y duramen, la albura es blanco con jaspeaduras castañas y
surcos castaño fuerte, el duramen es castaño claro con brillo mediano, veteado pro-
nunciado, textura gruesa e hilo entrecruzado; anillos de crecimiento no marcados. La
madera tiene un peso específico de 0.45 g/cm³ a 0.49 g/cm³, se clasifica como muy
liviana (Tamarit y López, 2007).

61
Figura 32. Muestra de madera de E. cyclocarpum resguardado en la colección de la xiloteca del
Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Se puede encontrar E. cyclocarpum en selvas altas, medianas y bajas de la pe-


nínsula de Yucatán con una densidad menor de un árbol por hectárea, con alturas
de hasta 18 m y diámetros mayores a un metro, se puede encontrar mayor densidad
de esta especie en espacios abiertos. Se desarrolla mejor en temperaturas entre 23 a
28oC, con precipitaciones entre 750 a 2,500 mm anuales, en suelos tipo vertisol pélico
y vertisol gleyco, con textura arenosa, franco arenoso y arcillosa, limosa, profundos y
buen drenaje. Se distribuye principalmente al norte de Yucatán y parte de Quintana
Roo.

Figura 33. Distribución de pich (E. cyclocarpum) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

62
Esta especie es un árbol con múltiples usos en la zona maya. Utilizado princi-
palmente como leña, carbón, para construcción de viviendas y como fuente de forra-
je para ganado. Los frutos son comestibles, de los cuales se prepara harina (Flores,
2002). En otras regiones se utiliza como árbol de sombra en las plantaciones de café
y en sistemas silvopastoriles. Se siembra en praderas como árbol forrajero, como ár-
bol ornamental y de sombra en los bordes de caminos y en parques y jardines. La
corteza contiene ácido tánico por lo que seca y finamente molida es utilizada para
curtir pieles. También, se utiliza en infusión para bajar la fiebre y curar el sarpullido; es
depurativa. De la madera se construyen muebles y armarios, chapas, paneles, canoas,
postes, leña y carbón. Debido a que es resistente a la humedad, la madera se utiliza
en la edificación de barcos. La goma se usa como remedio para la bronquitis y el res-
friado. Los frutos verdes son astringentes y se utilizan en casos de diarrea. Además, es
una especie melífera (Vozzo, 2010; Molina–Botero et al., 2019).

63
Lysiloma latisiliquum (L.) Benth.
Tzalam, tsalam, boxtzalam, dzalam

Sinonimias: Acacia bahamensis (Benth.) Griseb.; Acacia formosa A. Rich.; Acacia latisiliqua (L.) Wi-
lld.; Leucaena latisiliqua (L.) Gillis; Lysiloma bahamense Benth. [Spelling variant]; Lysiloma bahamen-
se Benth.; Lysiloma latisiliqua A. Gray ex Sauvalle; Lysiloma latisiliqua (L.) Benth. [Spelling variant]; Mi-
mosa latisiliqua L.

TROLL

Figura 34. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de L. latisiliquum en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de 15 a 20 m de altura, diámetro normal hasta 70 cm, fuste recto con


ramas ascendentes luego horizontales y péndulas, copa redonda, (Vester, 2017). Cor-
teza finamente fisurada de tonalidad gris pardusco, con algunas lenticelas blancas.
Hojas compuestas bipinnadas con yemas de 3 a 4 mm de largo, irregulares, rodeadas
por estípulas agudas, pardo oscuras. Las flores son cabezuelas solitarias o agrupadas,
axilares, a veces terminales, de 1.5 cm de diámetro (Pennington y Sarukhán, 2005). La
floración se presenta durante los meses de marzo a junio, es polinizada por abejas y
murciélagos como el Artibeus jamaicensis (Chemas y Rico–Gray, 1991; MacSwiney et
al., 2017).

64
Los frutos son vainas de 9 a 15 cm de largo y de 2 a 4 cm de ancho, dehiscentes,
en forma aplanada, agudas, color café oscuro. Las semillas son abundantes, color
pardo moreno, brillantes y aplanadas, de 7.6 a 8 mm de largo, de 3 a 4 mm de ancho y
de 1.1 a 1.5 mm de grosor. La dispersión de semillas es por lanzamiento desde los fru-
tos cuando estos maduran, entre los meses de septiembre a noviembre (Flores, 1990).

Los frutos se deben recolectar antes que las vainas se abran, cuando tengan
un color marrón oscuro o negro, cada vaina contiene entre 8 y 10 semillas, se estiman
39,000 semillas/kg. La extracción de la semilla es manual y fácil. Los frutos se colocan
en una manta y se exponen al sol durante 4 a 5 días, en periodos de 3 a 4 horas. Las
semillas se extraen golpeando las vainas o abriéndolas manualmente. Las semillas
se pueden almacenar en envases sellados y en un lugar fresco. La germinación varía
entre 40 y 50 % en semillas frescas. Esto se mejora con un tratamiento pregermina-
tivo de inmersión en ácido sulfúrico concentrado por 15 minutos, lo cual aumenta la
germinación hasta un 90 % (Cordero et al., 2003).

La madera no presenta olor y sabor característico, brillo de medio a alto, tex-


tura media, veteado pronunciado e hilo recto. La madera es dura y su albura es color
crema amarillenta, el duramen color café claro a oscuro con matiz cobrizo o mora-
do, presenta un veteado de suave a pronunciado, superficie medianamente lustrosa,
presenta algunos problemas de secado, ligeramente susceptible a la pudrición, no se
recomienda su uso en exteriores en contacto con el suelo. La madera tiene un peso
específico de 0.712 g/cm3 y se clasifica como una madera pesada (Tamarit y López,
2007; Richter et al., 2009; Haag et al., 2019).

Figura 35. Muestra de madera de L. latisiliquum resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

65
El tzalam se desarrolla en selvas medianas subperennifolias, subcaducifolias
y vegetación secundaria, crece bien sobre suelos calcáreos con buen drenaje, tam-
bién se le puede encontrar en selvas bajas caducifolias. Prospera en suelos de tipo
sedimentario y con buen drenaje. Se desarrolla en zonas con temperaturas de 25 a
32 °C y con precipitaciones de 1,100 a 2,000 mm anuales, es intolerante a la sombra
y tolerante a las sequías que se presentan de 4 a 6 meses. Se distribuye en casi toda
la península de Yucatán, a excepción de las costas y selvas bajas inundables. En las
selvas medianas de Quintana Roo se pueden encontrar más de 50 individuos por
hectárea con una altura promedio de 9 m y un diámetro normal de 18 cm, en la selva
baja se encuentran hasta 3 individuos por hectárea, y en la selva alta de Campeche se
encuentran menos de un árbol por hectárea.

Figura 36. Distribución de tzalam (L. latisiliquum) en la península de Yucatán. Las zonas verdes
obscuro son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

En la zona maya el tzalam tiene principalmente valor ritual. Se usa como leña
para la cocción del “pib”. La madera se puede utilizar para duela, lambrín, parquet,
chapa, postes, viviendas, ebanistería, puertas, ventanas, molduras, lápices, cajas, estu-
ches, recubrimientos de interiores, juguetes, artesanías, torneados, artículos deporti-
vos, ataúdes, vigas laminadas, productos ensamblados y terciados, maderamen, qui-
llas para barcos y herramientas manuales.

Por ser una especie pionera, el tzalam puede ser utilizado para restaurar sitios
que han sido quemados y en la alimentación de ganado en las zonas secas. Las ho-
jas molidas se usan en baños para infecciones de la piel. Es una planta melífera que
genera miel color ámbar oscuro y de gusto agradable (Chemas y Rico–Gray, 1991; Cor-
dero et al., 2003).

66
Piscidia piscipula (L.) Sarg.
Jabín, ja’abín,

Sinonimias: Erythrina piscipula L., Ichthyomethia americana (Sessé & Moc.) S.F. Blake, Ichthyomethia
communis S. F. Blake, Ichthyomethia piscipula (L.) Hitchc., Ichthyomethia piscipula (L.) Kuntze, Ichth-
yomethia piscipula var. typica Stehlé & Quentin, Piscidia americana Sessé & Moc., Piscidia communis
(S.F. Blake) Harms, Piscidia erythrina L., Piscidia inebrians Medik., Piscidia toxicaria Salisb., Robinia
alata Mill.

TROLL

Figura 37. Tallo, hojas, flores y modelo arquitectónico de P. piscipula en el Sitio Experimental
San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol que alcanza hasta 20 m de altura y hasta 50 cm de diámetro normal,


ramas ascendentes con la parte terminal horizontal, tronco recto, copa redondeada y
densa, compuesta de ramas delgadas y ascendentes (Vester, 2017). Corteza fisurada,
color pardo grisáceo con tintes rojizos, gruesa y áspera, desprendible en escamas rec-
tangulares en árboles adultos, lisa y verde en árboles jóvenes; ramas jóvenes verdes
con lenticelas; estípulas anchas. Hojas compuestas, alternas, imparipinnadas, con
tres a cuatro pares de foliolos y uno terminal, color verde oscuro y brillante en el haz y
verde pálido en el envés. Los folíolos presentan variaciones morfológicas. Flores agru-
padas en panículas axilares, de 5 a 10 cm de largo, ligeramente perfumadas, pétalos

67
rosados o ligeramente morados, el estandarte con una mancha verdosa y la quilla
con una marca rojiza (Pennington y Sarukhán, 2005). Al interior contienen 10 estam-
bres, de 12 mm de largo, ovario alargado, estilo recurvado hacia arriba. La floración
ocurre de febrero a mayo, las flores son polinizadas por el pájaro Icterus cucullatus
que consume el néctar, y abejas nativas (Meléndez, et al., 2020).

El fruto es una vaina indehiscente, de 2 a 8 cm de largo, con 4 alas membra-


nosas y márgenes ondulados, color pardo amarillento; contiene de 1 a 10 semillas se-
paradas entre sí por una serie de septos leñosos. Las semillas son oblongas, elípticas
o vagamente reniformes, con una ligera compresión lateral, de 5 a 6 mm de largo
por 2 a 3 mm de ancho, cubierta color castaño rojizo a castaño oscuro o marrón, lisa
y coriácea, opaca (Pennington y Sarukhán, 2005). La formación del fruto se da entre
marzo a mayo, y fructifica entre julio y agosto. La dispersión de los frutos es princi-
palmente por el viento.

Los frutos se recolectan directamente del árbol cuando están secos y tienen
un color pardo amarillento. La extracción de las semillas se realiza de forma manual.
Las impurezas acompañantes se retiran usando tamices o sopladoras de viento. El
número de semillas limpias por kilogramo varía de 78,000 a 104,000 unidades. Éstas
posiblemente presentan un comportamiento ortodoxo. Almacenadas al medio am-
biente conservan la viabilidad por 12 meses (Rocas et al., 2010).

La madera se caracteriza por no presentar olor ni sabor distintivo, duramen


color café castaño amarillento con matiz verdusco, con vetas aisladas color olivo os-
curo; albura color crema, grano entrecruzado, frecuentemente irregular presenta un
veteado en relieve muy atractivo alternando capas de diferentes colores entresaca-
das con brillo bajo. El duramen es muy resistente a los hongos de pudrición, posible-
mente apta para servicio en exteriores en contacto con el suelo. Madera poco per-
meable. La densidad o peso específico es de 0.59 g/cm3, se clasifica de contracción
escasa (Richter et al., 2009).

68
Figura 38. Muestra de madera de P. piscipula resguardado en la colección de la xiloteca del
Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El jabín, se encuentra de forma abundante en la península de Yucatán en selva


mediana subperennifolia y subcaducifolia con más de 50 individuos por hectárea,
con un diámetro promedio de 20 cm y una altura de 10 m, en menor densidad en la
selva baja con hasta dos árboles por hectárea y en selvas altas menos de un árbol por
hectárea. Se le encuentra en mayor abundancia en áreas afectadas por incendios.
Las áreas con mayor densidad son el centro y norte de la península. Se desarrolla en
suelos calcáreos y prospera en suelos de tipo sedimentario y con buen drenaje. Se
desarrolla en zonas con temperaturas de 24 a 32 °C y con precipitaciones de 1,100 a
2,000 mm anuales, es tolerante a la sombra.

Figura 39. Distribución de jabín (P. piscipula) en la península de Yucatán. Las zonas verdes obs-
curo son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color verde
corresponden a los registros de la especie.

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La madera de P. piscipula, es utilizada en el medio rural como leña, carbón y
construcciones de casas y también con fines medicinales en casos de neuralgias,
espasmos, dismenorrea, insomnio, tensión, irritabilidad nerviosa y migraña. Esta es-
pecie puede ser utilizada en la construcción de embarcaciones, para duela, parquet,
lambrín y decoración de interiores.

La corteza contiene diversos alcaloides y glucósidos que poseen efectos insec-


ticidas, sedantes, analgésicos, narcóticos, sudoríficos, antiinflamatorios, cardiotónicos
y diuréticos (Rico–Gray et al., 1991). También es utilizado como cerco vivo, sombra y
ornato. Es apropiado para ser utilizado en programas de reforestación, restauración
ecológica y en sistemas agroforestales (Dzib–Castillo et al., 2021). Es una especie melí-
fera, valorada por las características de la miel (Zamora et al., 2009; Porter–Bolland,
2003).

70
Platymiscium yucatanum Standl.
Granadillo, subinché, chulul

Sinonimias: No aplica.

Figura 40. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de P. yucatanum en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol con alturas de hasta 35 m, diámetro normal de hasta 80 cm; tronco


derecho, que puede presentar pequeños contrafuertes, copa abierta e irregular. Cor-
teza fisurada, color café oscuro. Hojas compuestas decusadas o en verticilos de tres,
imparipinadas, con estipulas interpeciolares, caedizas, folíolos color verde brillante en
el haz y verde amarillento o pálido en el envés, las venas secundarias se destacan por
su color amarrillo. Flores amarillas, dispuestas en racimos, en las axilas de las hojas
caídas, de 5 a 8 cm de largo, finamente pubescentes o glabros. Las flores están sobre
pedicelos, de 1 a 1.5 mm de largo, papilionadas, con 7 mm de largo (Pennington y
Sarukhán, 2005). Especie caducifolia. La floración generalmente ocurre de febrero a
mayo. La polinización es por abejas y la dispersión de semillas por el viento.

71
El fruto es una vaina indehiscente alada, color café y de forma oblonga alarga-
da, que mide hasta 8 cm de largo por 3 cm de ancho. Contiene una semilla oblonga
alargada, color café claro, en uno de los lados se observa un canal circular. La semilla
mide 2 cm de largo por 1 cm de ancho y contiene una sola semilla. La fructificación
ocurre de mayo a agosto (Rodríguez et al., 2009; Rodríguez–Trejo, 2021). Los frutos
son dispersados por el viento; y consumidos por los monos aulladores Alouatta pigra
(Righini, et al., 2017).

La madera no tiene olor ni sabor característico, presenta diferencia de color


entre albura y duramen, albura color amarilla y duramen castaño rojizo con bandas
más oscuras que corresponden a las fibras y líneas blancas del parénquima, con brillo
mediano, veteado pronunciado, textura mediana a fina heterogénea e hilo recto; ani-
llos de crecimiento marcados. El duramen es muy resistente a los hongos de pudri-
ción, apta para servicio en exteriores en contacto con el suelo. Además, es resistente
a las termitas y a los hongos Lenzites trabea y Coriolus versicolor (Reyes–Chilpa et
al., 1998). La madera presenta una densidad básica de 0.66 g/cm³, y se clasifica como
alta, la albura tiene una densidad básica de 0.727 g/cm³ y el duramen de 0.713 g/cm³
(Tamarit y López, 2007; Richter et al., 2009; Haag et al., 2019).

Figura 41. Muestra de madera de P. yucatanum resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El granadillo se distribuye en selva mediana subcaducifolia, selva mediana sub-


perennifolia y selva baja. Aunque se encuentra mayor densidad de individuos en las
selvas medianas con hasta 5 árboles por hectárea, con una altura promedio de 10 m
y diámetro normal de 16 cm, mientras que hay menos de un árbol por hectárea en
selvas bajas y altas. Se puede encontrar granadillo en casi toda la península a excep-
ción de las costas. Se desarrolla mejor en gradientes de precipitación de 800 a 2,500
mm, el rango de temperatura es de 22 a 32 °C, se encuentra principalmente en suelos
de origen volcánico y de origen calizo, con buen drenaje superficial, con materia or-
gánica, tolera suelos inundables, pero por períodos cortos, requiere de luz plena y es
tolerante a sequías.

72
Figura 42. Distribución de granadillo (P. yucatanum) en la península de Yucatán. Las zonas
verdes obscuro son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de
color verde corresponden a los registros de la especie.

En la península es altamente valorado por su madera, se utiliza principalmente


para la construcción de muebles, aunque su madera es considerada de alto valor co-
mercial, es de reducida disponibilidad. Se utiliza como parte de la medicina tradicio-
nal para curar enfermedades de la piel utilizando los extractos de las raíces (Vera–Ku
et al., 2015).

También se utiliza en la ebanistería fina, chapas rebanadas decorativas, ins-


trumentos musicales (marimbas, guitarras), parquet, duelas, cubiertas de mesas de
trabajo y de cocina, artesanías, objetos tallados y torneados. El granadillo se podría
utilizar como parte de la transición de las parcelas agroforestales con la vegetación
natural (Dzib–Castillo et al., 2021). Se ha comprobado que los extractos de tallos y
hojas de P. yucatanum contienen activos que contribuyen a los tratamientos de la
Leishmaniasis enfermedad transmitida por un mosquito (Vera–Ku et al., 2015).

73
Swartzia cubensis
(Britton & P. Wilson) Standl.
Katalox, kataloox

Sinonimias: Swartzia cubensis var. cubensis, Swartzia lundellii Standl., Tounatea cubensis Britton &
P. Wilson.

TROLL

Figura 43. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de S. cubensis en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de porte medio con alturas de 15 a 25 m, diámetro normal de 40 a 70 cm;


tronco recto; copa regular; corteza fisurada a lo largo del tronco, desprendiéndose
de abajo hacia arriba; al cortar la corteza produce un exudado color rojo sangre, con
ejes plagiotropos que se enciman y que forman una copa que fácilmente se adapta
(Vester, 2017). Ramas gruesas, más o menos rectas, color gris. Hojas alternas, com-
puestas, de 10 a 25 cm de largo, tendiendo a estar en un plano horizontal, con 11 a 15
foliolos. Las flores se presentan en racimos, de 8 a 10 cm de largo, zigomorfas. Flore-
ce entre febrero a mayo, la polinización es llevada a cabo por abejas (Pennington y
Sarukhán, 2005).

74
Los frutos son vainas, globosas a ovoides, de 2 a 3 cm de largo, 2 a 3 frutos por
racimo de flores, sobre un estipe (pedicelo), de 0.5 a 1 cm de largo, color amarillento a
anaranjado, brillantes, glabras y rugosas; contienen una semilla, de 1.5 mm de largo,
oblonga, envuelta en un arilo rojo. Fructifica de abril a mayo en forma por demás
vistosa, la maduración de los frutos es de julio a agosto. La dispersión de sus semillas
principalmente la realizan los monos (Ateles geoffroyi y Alouatta palliata) y en menor
proporción las aves (Chapman, 1988).

Los frutos se recolectan directamente del árbol cuando están maduras antes
de que caigan al suelo, se limpian manualmente, se separa la pulpa, las semillas se se-
can a la sombra por periodos de cuatro horas. Presentan un porcentaje de germina-
ción del 47 % por lo que se recomienda la escarificación y colocarlas en agua durante
24 horas antes de la siembra. La viabilidad de las semillas a temperatura ambiente es
menor a tres meses (Lezama y Morfin, 1992).

La madera no presenta un olor y sabor característico, el color de la albura está


bien delimitado, color blanco amarillento pálido, el duramen es de color marrón roji-
zo oscuro a casi negro, a veces con tono púrpura, con brillo opaco o pálido, textura de
mediana a fina y uniforme. Se considera que el duramen tiene una alta resistencia a
la descomposición y a las termitas; aunque es susceptible a los barrenadores marinos.
Madera pesada y dura con una densidad básica de 0.83 g/cm³ clasificada como muy
alta, la albura tiene una densidad básica de 0.933 g/cm³ y el duramen de 1.045 g/cm³
(Tamarit y López, 2007; Richter et al., 2009).

Figura 44. Muestra de madera de S. cubensis resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El katalox, se desarrolla en suelos de origen calizo, en suelos negros o rojos


(rendzinas). Se asocia en selvas altas y medianas con Swietenia macrophylla (caoba),
Manilkara zapota (zapote), Brosimum alicastrum (ramón) y Lysiloma latisiliquum

75
(tzalam). Se distribuye en altitudes de 0 a 300 msnm. En selvas altas se encuentra
menos de un individuo por hectárea con un diámetro normal promedio de 22 cm y
una altura de 15 m, en selvas medianas y bajas igualmente hay menos de un árbol por
hectárea con altura promedio de 10 m y diámetros de 16 cm.

Figura 45. Distribución de katalox (S. cubensis) en la península de Yucatán. Las zonas verdes
obscuro son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

El katalox es una madera dura con veteado excepcional por lo que se utiliza
ampliamente en la construcción de muebles, construcciones pesadas, postes y dur-
mientes. Además, se utiliza en incrustaciones, gabinetes finos, pisos de parquet, gui-
tarras, virutas y otros artículos especiales pequeños, productos moldurados, cuchille-
ría, artesanías y artículos torneados.

Esta especie se utiliza para la reforestación, restauración, atractor de fauna y


como planta forrajera. El polvo que se genera al cortar la madera causa irritación res-
piratoria en algunas personas. El katalox podría utilizarse para obtener pellets. Debi-
do a las propiedades químicas, tiene potencial para uso local como biocombustibles
densificados (Reyes et al., 2000; Ramírez–Ramírez et al., 2022).

76
Malvaceae
La familia se conforma por aproximadamente 100 géneros y más
de 2000 especies, distribuidas en regiones tropicales a templadas. Es
bien conocida porque incluye a plantas cultivadas como Gossypium
hirsutum L. (algodón), algunas especies ornamentales como Hibiscus
spp., Alcea rosea L. y Malvaviscus penduliflorus DC., así como Hibiscus
sabdariffa L. (flor de Jamaica), utilizada en la preparación de bebidas
y en confitería. La familia Malvaceae incluye a árboles, arbustos o hier-
bas, excepcionalmente trepadoras, rara vez monoicas o dioicas, gene-
ralmente con pelos estrellados, a veces también con pelos simples o
glándulas, más raramente lepidotas, excepcionalmente con espinas. Las
hojas son simples, alternas, palmeadas, raramente unifolioladas, por lo
general claramente palmatinervadas, enteras a dentadas, aserradas o
crenadas; nectarios extraflorales o domatia a veces presentes; pecíolo
generalmente pulvinado en ambos extremos; estipulaciones presentes,
excepcionalmente reducidas. Flores solitarias o fasciculadas en las axilas,
a veces agrupadas en inflorescencias (usualmente racimos o panículas,
a veces espigas, cimas, umbelas o cabezuelas), actinomorfas, raramente
zigomorfas con ovario súpero. Sépalos generalmente 5, libres o fusiona-
dos, a veces separándose de manera incompleta, en su mayoría valvados
en la yema, a veces con puntas libres y extendidas, en algunos géneros
petaloides, caducos o persistentes. Pétalos tantos como sépalosa a ve-
ces reducidos o ausentes, de formas variadas, a menudo retorcidos en la
yema, libres o fusionados con las bases de los filamentos estaminales, a
veces persistentes. El fruto es una cápsula, loculicida o un esquizocarpo,
raramente parecido a una baya. Las semillas son reniformes, obovoides,
glabras o pilosas. Se distribuyen en regiones tropicales y subtropicales,
pero con unos pocos géneros en zonas templadas (ver, Kearney, 1951;
Kaul, 1988; Bayer y Kubitzki, 2003; Zu y y Deng, 2017).

77
Ceiba pentandra (L.) Gaertn.
Ceiba, pochote

Sinonimias: Eriodendron anfractuosum DC.; Ceiba thonningii A. Chev.; Bombax pentandrum L.; Bom-
bax occidentale Spreng.; Bombax guineense Schum. & Thonn.; Ceiba guineensis (Schum. & Thonn.)
A. Chev.; Ceiba casearia Medik.; Ceiba caribaea (DC.) A. Chev.; Ceiba anfractuosa (DC.) M. Gómez;
Bombax pentandrum L.; Bombax occidentale Spreng.

ROUX

Figura 46. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de C. pentandra en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de 20 a 40 m (hasta 70 m) de altura, caducifolio, diámetro normal de


hasta 3 m. Tronco cilíndrico con contrafuertes bien desarrollados, cubiertos con espi-
nas cónicas. Pocas ramas gruesas, robustas, casi horizontales en capas. Corteza lisa a
ligeramente fisurada, color gris plomiza a verdosa, cubierta de espinas cónicas, sobre
todo en los individuos jóvenes. Copa redondeada o plana, muy amplia con cobertura
hasta 50 m. Hojas alternas, aglomeradas en las puntas de las ramas, palmado–com-
puestas, de 7 a 8 foliolos, de 11 a 40 cm de largo. Flores en fascículos en las axilas de
hojas caídas, de 4 a 8 cm de largo; flores pentámeras, actinomórficas, perfumadas;
cáliz verde pardusco en forma de copa, cupuliforme, grueso y carnoso; pétalos blan-
cuzcos a rosados, amarillos o dorados, aterciopelados. Florece de diciembre a marzo

78
y es polinizada por animales nocturnos (murciélagos, marsupiales, polillas halcón)
y diurnos (abejas, avispas, colibríes), pero especialmente murciélagos Leptonycteris
curasoae, Phyllostomus hastatus y Phyllostomus discolor, juegan un papel relevante
en la promoción de la polinización cruzada (Gribel et al., 1999; Quesada et al., 2003;
Lobo et al., 2005; Nathan, 2005; Raju et al., 2005).

Los frutos son cápsulas oblongas o elípticas, verdosa, de hasta 14 cm de largo,


se abre en cinco valvas. El árbol da frutos de marzo a abril. Un fruto contiene de 120
a 175 semillas, negras escondidas en fibras sedosas (algodón), redondas, lisas e inter-
medias/recalcitrantes, de 4 a 8 mm de largo. Hay un promedio de 14,000 a 26,000
semillas/kg. Las semillas se pueden almacenar hasta por un año en frascos hermé-
ticamente cerrados a 4 °C con 60 % de humedad relativa, las semillas frescas tienen
de 90 a 100 % de viabilidad. Se recomienda remojarlas en agua por 24 horas antes de
la siembra (Vozzo, 2010).

La madera no tiene olor y sabor característico, la albura color blanco pálido y


el duramen amarillo pálido con vetas castaño rosáceo, presenta brillo medio a alto,
veteado pronunciado, textura media a gruesa; anillos de crecimiento ligeramente
marcados. Esta especie se considera no resistente a la descomposición o al ataque
de insectos. La madera es muy liviana, su densidad varía de 0.21 a 0.40 g/cm³, el peso
específico verde es de 0.23 g/cm³ (Vozzo, 2010; Tamarit y López, 2007).

Figura 47. Muestra de madera de Ceiba Pentandra resguardado en la colección de la xiloteca


del Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

La ceiba se desarrolla en gran variedad de condiciones edáficas, desde suelos


arenosos con drenaje muy rápido hasta suelos arcillosos e inundables durante parte
del año. Prospera en terrenos calizos cársticos sobre roca madre de origen volcáni-
co, a menudo sobre litosoles. En la península se encuentra en vegetación de selva

79
mediana principalmente, con una densidad de un árbol por hectárea con una altura
total de 10 m, con un diámetro normal promedio de 30 cm.

Figura 48. Distribución de ceiba (C. pentandra) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

La ceiba en la zona maya tiene principalmente un uso ceremonial, como ma-


dera, en la construcción rural y como especie melífera. La corteza y hojas se utilizan
para curar heridas, hidropesía, granos, reumatismo y enfermedades intestinales. Es
antiinflamatorio de postemas y tumores, dolor de muelas, quemaduras y sarpullido.
Su madera es utilizada para la fabricación de muebles y armarios, contrachapados,
torneado, embalaje ligero y embarcaciones. El aceite se utiliza para fabricar margari-
na y jabones. La lignocelulosa se utiliza en la industria como aislante térmico y acústi-
co en cámaras frigoríficas y aviones (Elumalai et al., 2012; Chan et al., 2022).

Otros usos son la extracción de biodiésel (Gaddigoudar et al., 2022; Ginting et


al., 2022). Se usa también para la eliminación de cobre y cadmio de las soluciones
acuosas mediante la obtención de carbón activado derivado de esta especie. Las fi-
bras son una excelente alternativa para las fibras sintéticas en compuestos de ma-
triz polimérica, como absorbente de aceite, como un absorbente fibroso hidrofóbi-
co–oleofílico hueco natural para la limpieza de derrames de petróleo (Aji et al., 2022;
Rangappa et al., 2022).

80
Guazuma ulmifolia Lam.
Pixoy, guácima, guázumo

Sinonimias: Guazuma guazuma (L.) Cockerell.; Guazuma invira (Willd.) G. Don; Guazuma polybotrya Cav.;
Guazuma tomentosa Kunth; Guazuma ulmifolia var. tomentella K. Schum.; Guazuma ulmifolia var. tomen-
tosa (Kunth) K. Schum.; Guazuma utilis Poepp.; Theobroma guazuma L.

ROUX

Figura 49. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de G. ulmifolia en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol caducifolio, de 2 a 15 m de altura, diámetro normal de 30 a 40 cm, nor-


malmente de menor talla (8 m). En algunos casos se desarrolla como arbusto muy
ramificado y en otros como un árbol monopódico. Tronco ortótropo monopódico, fre-
cuentemente ramificado desde la base (Vester, 2017). Corteza ligeramente fisurada,
color marrón desigual y ramas dispersas. Copa abierta, redondeada y extendida. Hojas
con patrón alterno con dos filas simples, de 3 a 13 cm de largo, oblongas, ovadas a lan-
ceoladas, ápice acuminado, base cordada o asimétrica, margen aserrado, verde obs-
curas en el haz y verde grisáceo amarillentas y sedosas en el envés (Rzedowski et al.,
2015), pecíolo delgado de 6 a 12 mm de largo, cubierto de pequeños pelos estrellados.
Flores amarillo y marrón, dispuestas en panículas de 2 a 5 cm de largo, actinomorfas
pequeñas, con olor dulce, de 5 mm de diámetro; cáliz velloso, de 2 a 3 lóbulos, sépalos
verdosos y pétalos color crema (Pennington y Sarukhán, 2005). Florece de abril a oc-
tubre, la polinización se lleva a cabo por abejas (Kimmel et al., 2010).

81
El fruto es una cápsula ovoide indehiscente, de 2.5 a 4 cm de largo por 2 a 3
cm de ancho, de color marrón oscuro a negro, cubierto de numerosas protuberancias
de forma piramidal y con olor dulce. Contiene entre 40 a 80 semillas de 1 mm, duras,
redondeadas, pardas. Los frutos se abren en el ápice o irregularmente por poros y
permanecen largo tiempo en el árbol (Velázquez et al., 2009). Los frutos maduran
casi todo el año, y fructifican de septiembre a abril. La dispersión la realizan aves,
mamíferos como Nasua nasua, Urocyon cinereoargenteus e incluso el ganado bo-
vino, aunque las hormigas consumen o eliminan buen porcentaje de estas semillas
(Herrera, 1989; Alves–Costa y Eterovick, 2007; Miceli–Méndez, 2008; López et al., 2009;
Escobar–Ramírez et al., 2012; De Almeida et al., 2018).

La recolección de los frutos maduros es fácil. Se pueden recolectar directa-


mente del árbol o del suelo, para extraer las semillas es necesario macerar los frutos.
El número de semillas por kilogramo varía entre 150,000 a 195,000 unidades. Semilla
ortodoxa y fotoblástica; se puede almacenar en recipientes sellados en lugares fres-
cos hasta por un año. Se recomienda utilizar cámaras frías a 5ºC de temperatura.
Porcentaje de germinación de hasta 77 % con tratamientos pregerminativos. De los
tratamientos probados el más adecuado es la escarificación en ácido sulfúrico con-
centrado durante 60 minutos (Muñoz et al., 2004).

La madera no presenta olor y sabor característico, es de color amarillento a


marrón claro, fuerte, ligera a medianamente pesada, con superficie áspera con brillo
mediano, veteado suave a pronunciado, textura mediana e hilo entrecruzado; anillos
de crecimiento marcados con una densidad básica de 0.36 g/cm3 (Tamarit y López,
2007).

Figura 50. Muestra de madera de G. ulmifolia resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

82
Guazuma ulmifolia es una especie muy abundante en zonas con la temporada
seca bien marcada o en zonas con vegetación abierta, potreros, pastizales y sitios des-
montados. Se desarrolla en temperaturas de 20 a 30ºC, con períodos secos de 4 a 7
meses y con precipitaciones anuales de 700 a 2,000 mm. En la península de Yucatán
se puede encontrar en abundancia en selvas medianas con una densidad de 3 árbo-
les por hectárea con una altura promedio de 8 m y un diámetro de 15 cm. En la selva
alta y baja se encuentra menos de un árbol por hectárea con una altura promedio de
10 y 6 m, respectivamente.

Figura 51. Distribución de Guácima (G. ulmifolia) en la península de Yucatán. Las zonas verdes
obscuro son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

Guazuma ulmifolia es utilizado en la Península de Yucatán como una especie


forrajera, como planta alimenticia y terapéutica (Aldana et al., 2010). En la medici-
na tradicional se utilizan las hojas, corteza, fruto, raíz, corteza del tallo como antidi-
sentérico, antiinflamatorio, antifúngico astringente, depurativo, febrífugo diaforético,
emoliente, estomacal y astringente. Algunos estudios muestran que la hoja, la flor,
la fruta, la corteza del tallo y la raíz tienen compuestos físicoquímicos que podrían
ayudar como: antioxidante, antihipertensivo y vasorrelajante, antiviral, antisecretor,
antifúngico, citotóxico, hepatoprotector y con actividad estimulante del sistema ner-
vioso (Zamora et al., 2001; López–Merlín, et al., 2003; Fernandes et al., 2005; Felipe et
al., 2006; Villa–Herrera et al., 2009; Pereira et al., 2019).

83
Meliaceae
Esta familia se conforma aproximadamente por 50 géneros y 575
especies; es bien conocida por incluir especies de alto valor económico
como la caoba y el cedro. La conforman árboles y arbustos, se caracteriza
por presentar madera dura y colorida. Hojas persistentes o deciduas, al-
ternas, rara vez opuestas o en espiral, bipinnadas–compuestas o menos
frecuente 3–folioladas o rara vez 1–folioladas, exestipuladas; folíolos con
margen entero, aserrado o lobado, con glándulas secretoras o nectarios
extraflorales, pelos escamosos en líneas o papilas o puntos pelúcidos en
el envés. Inflorescencias axilares, supraaxilares, ramifloras, caulifloras al
ras del suelo o raramente epífilas, tiroideas, racemosas o espigadas, a
veces reducidas a fascículos o flores solitarias. Flores bisexuales y/o uni-
sexuales (con órganos vestigiales del sexo opuesto), 4 a 5 (–7)– meras,
lóbulos libres o connatos en la base; cáliz imbricado, rara vez valvado;
corola imbricada o convoluta, pétalos alternos a los sépalos, adnatos al
tubo estaminal; estambres 8 a 10 (–25), filamentos connatos parcial o
totalmente en un tubo estaminal, rara vez libres, con apéndices entre
o fuera de las anteras, opuestos o alternos a ellas, anteras ditecas, de-
hiscencia longitudinal; disco nectarífero anular, a veces adnato al ovario,
intraestaminal, ocasionalmente formando un androginóforo. Fruto en
cápsula, baya o drupa. Semilla con arilo carnoso o sarcotesta o una com-
binación de estos o alada y luego adherida a una columela leñosa, o con
capas externas corchosas, o muy raramente sin ninguna de ellas. La fa-
milia meliaceae se distribuyen en los trópicos y subtrópicos, con algunos
representantes en las zonas templadas (Ver, Styles, 1972; Mabberley et al.,
1995; Mabberley, 2010; Romo–Lozano et al., 2017).

84
Cedrela odorata L.
Cedro, chujté, kuché

Sinonimias: Cedrela adenophylla Mart., Cedrela brachystachya (C. DC.) C. DC., Cedrela ciliolata S.F.
Blake, Cedrela cubensis Bisse, Cedrela dugesii S. Watson, Cedrela glaziovii C. DC., Cedrela guianensis
A. Juss., Cedrela hassleri (C. DC.) C. DC., Cedrela longipes S.F. Blake, Cedrela longipetiolulata Harms,
Cedrela mexicana M. Roem., Cedrela mour ae C. DC., Cedrela occidentalis C. DC. & Rose, Cedrela pa-
lustris Handro, Cedrela paraguariensis Mart., Cedrela rotunda S.F. Blake, Cedrela sintenisii C. DC., Ce-
drela velloziana M. Roem., Cedrela whitfordii S.F. Blake, Cedrela yucatana S.F. Blake, Surenus brownii
Kuntze, Surenus glaziovii (C. DC.) Kuntze, Surenus guianensis (A. Juss.) Kuntze, Surenus mexicana (M.
Roem.) Kuntze, Surenus velloziana (M. Roem.) Kuntze.

SCARRONE

Figura 52. Tallo, hojas flores, frutos y modelo arquitectónico de C. odorata en el Sitio Experi-
mental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de 40 m de altura y hasta 2 m de diámetro normal. Fuste recto y cilín-


drico, a veces con pequeños contrafuertes, poco prominentes, ramas gruesas, ascen-
dentes, copa redonda, densa y extendida (Vester, 2017). Corteza fisurada con esca-
mas, pardo grisáceas a moreno rojizas. Hojas alternas, compuestas, paripinnadas o
imparipinnadas, de 15 a 40 cm de largo, incluyendo el pecíolo, compuestas por 10 a 22
folíolos opuestos o alternos de 4.5 a 14 cm de largo por 2 a 4.5 cm de ancho, lanceola-

85
dos u oblongos. Es una especie monoica que presenta flores masculinas y femeninas
en la misma inflorescencia (Pennington y Sarukhán, 2005). En panículas terminales
largas y sueltas, de 15 a 30 cm de largo; muchas flores angostas aparentemente tu-
bulares, pero con 5 pétalos, suavemente perfumadas, actinomorfas; cáliz en forma de
copa, corola crema verdosa. Especie caducifolia, la floración se presenta durante los
meses de mayo a agosto (Styles, 1972; Pennington y Sarukhán, 2005).

Las infrutescencias miden hasta 30 cm de largo, péndulas. Los frutos son cáp-
sulas leñosas dehiscentes (parecidas a nueces), de 2.5 a 5 cm de largo, 4 a 5 valvas,
elipsoides a oblongas, pardo verdosas a morenas, con un fuerte olor a ajo, producen
un exudado blanquecino y acuoso cuando están inmaduras, de 20 a 40 semillas, ala-
das, de 2 a 3 cm de largo, incluyendo el ala, color marrón, adheridas al eje. Los frutos
maduran en abril y mayo del año siguiente cuando el árbol ha tirado sus hojas; la
plena fructificación se presenta en los meses de febrero a abril. La dispersión es por
aire.

Los frutos se recolectan del árbol cuando están maduros y listos para liberar las
semillas, cuando cambian de color verde a marrón café. Los frutos verdes se pueden
secar al sol por 24 a 35 horas hasta que abran, sin excederse para que la semilla no
pierda viabilidad (Cordero et al., 2003). Las semillas se extraen de las cápsulas cribán-
dolas a través de una red de 0.60 cm de malla. Cada kg contiene 30,000 a 50,000
semillas (Pérez–Martínez et al., 2014). La semilla pierde viabilidad rápidamente, pero
se puede almacenar en frascos herméticamente sellados a 5 °C, hasta por cinco años,
con porcentaje de germinación del 90 %. No requiere tratamiento previo, semilla or-
todoxa (Berjak y Pammenter, 2010).

La madera presenta un olor y sabor característico, olor aromático y sabor entre


amargo y picante, muestra diferencia de color entre la albura y el duramen. La albura
color pardo amarillente y el duramen beige rosado a castaño rojizo con jaspeaduras
un poco más oscuras que el resto de la madera, superficie brillante y veteado pronun-
ciado, textura mediana e hilo recto; anillos de crecimiento marcados. La densidad va-
ría entre 0.40 y 0.70 g/cm³. Resistente a las termitas, pero no a barrenadores marinos
(Tamarit y López, 2007; Gutiérrez–Vázquez et al., 2012).

86
Figura 53. Muestra de madera de C. odorata resguardado en la colección de la xiloteca del Sitio
Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El cedro se desarrolla bien tanto en suelos calcáreos como en suelos ricos en


materia orgánica, con precipitaciones entre los 1,000 y 2,000 mm anuales, con tem-
peraturas media anual de 22 a 32oC, tolera las inundaciones temporales, pero requiere
de una estación seca de 3 a 4 meses. Se le localiza principalmente en los estados de
Campeche y Quintana Roo. Forma parte de las selvas medianas subperennifolia y
subcaducifolias, con densidad de un árbol por hectárea, altura promedio de 11 m y
diámetro normal promedio de 40 cm. En selva alta y selva baja hay menos de un
árbol por hectárea.

Figura 54. Distribución actual de C. odorata en la península de Yucatán. Las zonas verdes obs-
curo son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color verde
corresponden a los registros de la especie.

87
El cedro en la península de Yucatán es considerado una especie maderable,
para construcciones rurales, madera en rollo, leña, implementos agrícolas, artesanías
y muebles; además, se utiliza localmente para hacer infusión de su corteza para la
diarrea, fiebre, vómitos, hemorragias, dispepsia, bronquitis e indigestión. La infusión
de hojas es para el dolor de muelas, parásitos intestinales, oídos, disentería. El tallo
para acelerar el parto. La resina es empleada como expectorante. También es fre-
cuente su utilización para bajar la temperatura, tratar problemas como diarrea, dolor
de estómago y parásitos intestinales, mediante el cocimiento hecho a base de raíz,
tallo y hojas (Pérez, 2002).

El cedro se utiliza ampliamente en plantaciones comerciales, productivas y


experimentales a grandes escalas, igualmente se utiliza en reforestaciones, huerto
familiar maya, como parte de los sistemas agroforestales o como árboles aislados en
potreros, pastizales y traspatios (Morán–Villa et al., 2022).

La madera es aromática y se utiliza principalmente para la fabricación de mue-


bles finos, puertas, gabinetes, láminas, lambrín, parquet, triplay, chapa, ebanistería
en general, postes, embalajes, aparatos de precisión, artículos torneados y esculturas.
Fruto seco con potencial artesanal: posee características muy especiales (Cordero et
al., 2003).

88
Swietenia macrophylla King in Hook
Caoba

Sinonimias: Swietenia belizensis Lundell; S. candollei Pittier; S. krukovii Gleason; S. macrophylla var.
marabaensis Ledoux & Lobato; S. tessmannii Harms.

RAUH

Figura 55. Tallo, hojas, frutos, flores y modelo arquitectónico de S. macrophylla en el Sitio Ex-
perimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de 45 m de altura hasta 60 m, diámetro normal de 80 cm hasta 3 m.


Tronco recto y cilíndrico, ligeramente acanalado, con contrafuertes hasta de 2 a 3 m,
bien desarrollados; con ramas gruesas y ascendentes, follaje denso, copa abierta y
redondeada (Vester, 2017). Hojas dispuestas en espiral, paripinnadas a veces impa-
ripinadas de 12 a 40 cm de largo, incluyendo el peciolo. Las flores de color amarillo
verdoso de ambos sexos en la misma inflorescencia, panículas axilares de hasta 15
cm de largo, glabras. La floración ocurre de abril a junio (Styles, 1972; Pennington y
Sarukhán, 2005).

El fruto es una cápsula dehiscente, leñosa, ovoide u oblonga de color café de


14 cm de largo y 2 a 12 cm de diámetro con 4 a 5 válvulas, cada fruta de 22 a 71 semi-
llas desarrolladas. Los frutos maduran durante la estación seca cuando los árboles

89
comienzan a perder parte de su follaje. Las semillas son samaroides, voluminosos en
su base, de 7 a 12 cm de largo y de 2 a 2.5 cm de ancho incluyendo el ala. La semilla es
de forma oblonga alargada y aplanada, color pardo, de 2.3 cm a 2.5 cm de ancho por
0.4 cm de grueso (Pérez–Martínez et al., 2014).

Los frutos se recolectan de enero a marzo directamente del árbol antes de que
se abran las válvulas, cuando los frutos están maduros y el pericarpio cambia a un co-
lor café. Se colocan en cajas de madera o lona y se dejan por dos o tres días hasta que
liberan las semillas o, estás se golpean con una vara. Se cortan las alas de las semillas
a un centímetro de la base para facilitar el manejo y reducir el volumen. Para remover
las impurezas de la semilla se puede ventilar. El número de semillas por kilogramo va-
ría de 100 000 a 150 000 unidades. Se pueden conservar en frascos herméticamente
cerrados de 3 a 7 % de humedad y 6 a 8 °C, hasta por cuatro años. Con un porcentaje
de germinación del 60 % (Cordero et al., 2003; Berjak y Pammenter, 2010; Pérez–Mar-
tínez et al., 2014).

La madera no tiene olor ni sabor característico, presenta diferencia de color


de albura y duramen. Albura de color rosado a amarillento, duramen color rosado a
café–rojizo oscuro con matiz dorado y brillo alto; límites de anillos de crecimiento vi-
sibles, marcados por bandas marginales de parénquima axial de color claro. Veteado
algo acentuado, textura media, hilo recto a entrecruzado. La madera presenta una
densidad básica de 0.42 g/cm³ clasificada como media, la albura tiene una densidad
básica de 0.453 g/cm³ y el duramen de 0.403 g/cm³ (Cordero et al., 2003; Tamarit y
López, 2007).

Figura 56. Muestra de madera de Swietenia macrophylla resguardado en la colección de la


xiloteca del Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

90
La caoba forma parte de las selvas caducifolias, selvas subcaducifolias, selvas
perennifolias, selvas subperennifolias y bosque de galería. Se desarrollan en zonas con
temperatura anual promedio de igual o superior a 24oC, con precipitaciones anuales
que van desde los 1,000 a los 2,000 mm anuales en suelos vertisol pélico, rendzina. En
la península de Yucatán solo se le encuentra al sur de Campeche y Quintana Roo, en
selva alta se encuentra una densidad menor a un árbol por hectárea, con altura de 15
metros y 30 cm de diámetro normal en promedio. En selva mediana se pueden en-
contrar hasta dos árboles por hectárea, de 13 m de altura y 25 cm de diámetro normal
promedio, en selva baja la densidad es menor a un árbol por hectárea.

Figura 57. Distribución actual de S. macrophylla en la península de Yucatán. Las zonas verdes
obscuro son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

91
Los usos tradicionales de la caoba son principalmente como un árbol produc-
tor de madera, construcciones rurales, elaboración de muebles y artesanías. El árbol
de caoba se utiliza ampliamente en plantaciones comerciales, sistemas agroforesta-
les, árbol de traspatio y de sombra. En los usos tradicionales se le utiliza para curar la
malaria, la anemia, la diarrea, la fiebre, disentería, hipertensión, cáncer, tos, dolores de
pecho, parasitismo intestinal y actividad antiulcerosa (Eid et al., 2013).

La madera se utiliza para fabricación de muebles, construcción, gabinetes,


molduras interiores, revestimientos de madera, chapas de fantasía, instrumentos
musicales, construcción de barcos, tornería y tallado. La caoba contiene algunos
compuestos como los limonoides que se ha evidenciado su uso como antifúngico,
antipalúdico y anti–alimentario para insectos, posee actividad hipoglucémica, hipo-
lipidémica y antiinflamatoria (Falah et al., 2008; Dewanjee et al., 2009; Nurani et al.,
2022; Wang et al., 2022). También se ha probado en tratamientos de la piel, para blan-
queamiento, fotoprotector, antioxidante, antimicrobiano, antiacné, entre otros (Falah
et al., 2008; Masdar et al., 2022; Mahendra et al., 2022).

92
Moraceae
Esta familia se conforma aproximadamente por 37 géneros y al-
rededor de 1,000 especies. Es conocida por especies como el higo y el
fruto del pan. La conforman árboles, arbustos, trepadoras o hierbas, con
látex lechoso a veces acuoso. Hojas alternas, lámina entera o lobulada,
nervadura pinnada, palmeada o radiada, estípulas a menudo amplexi-
caulas a veces dentadas, tripliveinadas, estípulas presentes, a menudo
conspicuas y/o connato. Flores unisexuales, juntas en inflorescencias bi-
sexuales o unisexuales, no ramificadas y espigadas, globosas, discoides,
ciatiformes o urceoladas, pistilodio presente o ausente. Flores pistiladas
sin rudimentos de estambres, ovario unilocular, súpero a ínfero, estilo y/o
estigma uno o dos, óvulo uno, anátropo o campilotropo, (sub)apical. Fru-
to rara vez seco, aquenio, más frecuentemente drupáceo (exocarpo a
menudo dehiscente), generalmente envuelto por un perianto carnoso
y/o sumergido en un receptáculo carnoso, a menudo toda la inflorescen-
cia formando un sincarpo. Semillas con endospermo y embrión peque-
ño o sin endospermo y embrión grande (ver Berg, 1980; Rohwer y Berg,
1993; Berg et al., 2006).

93
Brosimum alicastrum Sw.
Ramón, oox, ox, k’an oox

Sinonimias: Brosimum conzattii Standl.; Brosimum bernadetteae Woodson; Brosimum colum-


bianum S.F. Blake; Brosimum gentlei Lundell.; Brosimum latifolium Standl.; Brosimum terrabanum
Pittier; Brosimum uleanum Mildbr.; Ficus faginea Kunth & C.D. Bouché; Helicostylis bolivarensis Pittier;
Helicostylis latifolia Pittier; Helicostylis ojoche K. Schum. ex Pittier; Piratinera terrabana (Pittier) Lun-
dell; Piratinera alicastrum (Sw.) Baill.; Urostigma fagineum (Kunth & C.D. Bouché) Miq.

TROLL

Figura 58. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de B. alicastrum en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de hasta de 40 m de alto y 50 a 90 cm de diámetro normal, tronco recto


con contrafuertes bien desarrollados en la base, la copa es piramidal y densa; ramas
ascendentes formando una copa redondeada o piramidal (Vester, 2017). Corteza ex-
terna suave, grisea clara con savia lechosa dulce y pegajosa. Hojas simples, alternas,
elípticas–oblongas, de 8 a 18 cm de largo y de 4 a 7.5 cm de ancho, con la punta aguda
y el borde entero, haz verde oscuro, lustroso y envés verde pálido y opaco. Las flores
se producen en cabezuelas axilares de 1 cm de diámetro; con pedúnculos de 1 a 5 mm
de largo, muchas flores masculinas y una sola flor femenina, por cada inflorescencia.
El fruto es una drupa, carnosa, solitaria o en racimos; de 2 a 2.5 cm de diámetro, glo-

94
bosa con pericarpio carnoso comestible de color verde amarillento y anaranjado o
rojo cuando está maduro, sabor y olor dulce (Pennington y Sarukhán, 2005). La dru-
pa contiene generalmente una semilla de color café amarillento de forma globosa u
ovoide, de 1 a 2 cm de diámetro, con testa delgada de color castaño y cotiledones ver-
des, gruesos y feculentos. Los frutos son dispersados por aves de la familia Cracidae
como la chachalaca (Ortalis vetula), el faisán real (Crax rubra), murciélagos nocturnos
de la familia Phyllostomidae, en un rango de 1 hasta 20 km; también por mono araña
(Ateles geoffroyi) y saraguate negro (Alouatta pigra) en asociación con escarabajos
coprófagos. Además, por tapir (Tapirus bairdii) y otras especies secundarias como el
ratón Heteromys desmarestianus y el Agutí paca (González, 1998; Ponce‐Santizo et
al., 2006; Palma y Stevenson, 2010; Pérez y Matus, 2010; López et al., 2014; Martínez–
Ceceñas et al., 2020).

Los frutos se recolectan directamente del árbol cuando presentan una colora-
ción amarillo o anaranjado–rojizo. Esto ocurre entre los meses de marzo a julio. Los
frutos se transportan al sitio de beneficio en costales antes de que empiecen a fer-
mentar. La pulpa se separa de las semillas macerando los frutos con la mano dentro
de un recipiente con agua. Las semillas se dejan escurrir hasta estar secas. El número
de semillas por kilogramo varía de entre 300 a 1,200 semillas. Para conservar la se-
milla se almacena a temperatura ambiente y conservan su viabilidad por 3 meses,
con un porcentaje de germinación de 84 a 88 %. El almacenamiento con tempera-
tura controlada se realiza en frascos herméticamente sellados con un contenido de
humedad del 12 %, a una temperatura de 5 °C; el tiempo estimado de viabilidad en
estas condiciones es de 12 meses. Las semillas se desprenden de los parentales con
contenidos de humedad de 45 a 50 %, y son catalogadas como recalcitrantes (Vozzo,
2010; Laborde y Corrales–Ferrayola, 2012).

La madera no presenta un olor ni sabor característico, la albura color crema


amarillenta a pardo amarillento, presenta brillo alto, principalmente en las caras ra-
diales, veteado suave, anillos de crecimiento poco marcados. La madera presenta una
densidad básica de 0.73 g/cm³ y se clasifica como muy alta, la madera de albura tiene
una densidad básica de 0.865 g/cm³ (Tamarit y López, 2007).

95
Figura 59. Muestra de madera de B. alicastrum resguardado en la colección de la xiloteca del
Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El ramón se desarrolla en selvas altas perennifolias y en las selvas medianas


subperennifolias, crece en suelos someros pedregosos con mucha roca aflorante o
profundos, con drenaje rápido o muy rápido, como litosoles, suelos de tipo rendzinas,
vertisoles, oxisoles y calizos. Se desarrolla mejor en los llanos fértiles con temperatura
media anual de 18° a 27 °C, precipitación anual de 800 a 2,000 mm, altitud de 50 a
800 msnm. Se puede encontrar en las selvas medianas de Quintana Roo y un área
pequeña del sur de Campeche, con una densidad de 16 árboles por hectárea y una
altura de 11 metros con un diámetro promedio de 18 cm. En selva baja y alta se puede
encontrar menos de un árbol por hectárea.

Figura 60. Distribución actual de B. alicastrum en la península de Yucatán. Las zonas verdes
obscuro son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde corresponden a los registros de la especie.

96
La semilla ha sido usada desde la época prehispánica como alimento por los
mayas, actualmente es frecuente encontrar este árbol en los traspatios de muchas
casas, tanto en zonas rurales como urbanas. Los principales usos que se le da a B.
alicastrum es como un árbol forrajero, alimenticio, medicinal y ornamental. En zonas
rurales, la semilla de este árbol representa un importante sustento para las familias
de escasos recursos (Fedick y Santiago, 2022).

La madera se utiliza para leña, armarios económicos, panales de abejas, cons-


trucciones rurales y artesanías. La semilla tiene un alto contenido de grasa y ami-
noácidos esenciales, como son la lisina, arginina, triptófano y valina, es utilizado para
la elaboración de productos, como: tortillas, galletas, una bebida similar al café, pan,
mermeladas, entre otros (Domínguez et al., 2019). Las hojas son altamente digestibles
(>60 %) y bajo contenido de fibra cruda, moderada proteína (13 %) y alto contenido en
almidón, lo hace adecuado en la alimentación del ganado bovino, caprino, equino y
porcino (Sarmiento–Franco et al., 2022). La savia diluida del árbol puede usarse como
sustituto de la leche debido a su agradable sabor y solubilidad en agua. Los usos me-
dicinales son para tratar las infecciones de pecho y asma. La savia y los extractos de
los frutos se usan para estimular la producción de leche en mujeres lactantes (Cam-
pos–Vega et al., 2022).

97
Sapotaceae
Esta familia está conformada por 77 géneros y 1100 especies. Se
caracteriza por incluir especies de fruto comestible como: Manilkara
zapota, Manilkara chicle, Chrysophyllum cainito, Pouteria campechia-
na, entre otras. Se distribuyen en clima neotropical y bosques húmedos,
principalmente; pero algunos géneros, se extienden a regiones áridas y
semiáridas. La conforman árboles o arbustos, monoicos o dioicos; rami-
ficación generalmente simpodial; tronco, rama y frutos con látex blanco
o amarillo; pubescentes, con tricomas malpigiáceos, rara vez simples.
Hojas alternas, dispuestas en espiral o dísticas, menos frecuentemente
opuestas o verticiladas, simples, enteras o muy raramente dentadas; pe-
cíolo que rara vez lleva un par de estipelas diminutas. Inflorescencia fas-
ciculada o flores ocasionalmente solitarias, axilares, ramifloras o coliflo-
ras; fascículos ocasionalmente dispuestos a lo largo de brotes axilares
cortos sin hojas, en forma de panícula; la base del fascículo a veces se
convierte en braquiblastos cortos, densamente escamosos. Inflorescen-
cias axilares, fasciculadas o flores solitarias, ebracteadas o brácteas dimi-
nutas, si en fascículos entonces sobre braquiblastos. Flores bisexuales o
unisexuales, actinomorfas, sésiles o pediceladas; cáliz 4 a 6 sépalos en
una serie, libres o ligeramente fusionados, imbricados o quincunciales o
6 a 11, imbricados estrechamente en espiral o en 2 series, la serie exter-
na valvada o ligeramente imbricada; corola ciatiforme o tubular, gamo-
pétala, rotada, lóbulos 4 a 18, enteros o parcialmente divididos hasta la
base en 3 segmentos, el segmento medio entero. Frutos en bayas, rara
vez drupas o dehiscentes tardíamente por una valva lateral; pericarpio
carnoso, coriáceo o leñoso; semillas numerosas, globosas, elipsoidales,
oblongas, con frecuencia comprimidas lateralmente, generalmente con
testa libre del pericarpio, parda, brillante, ocasionalmente áspera, rugosa
o punteada y entonces generalmente adherida al pericarpio, cicatriz del
hilo adaxial, basi–ventral o basal, angosta o ancha, a veces cubriendo par-
cial o totalmente a la semilla, embrión vertical, oblicuo u horizontal, coti-
ledones generalmente libres y foliáceos, delgados o gruesos, aplanados
o plano–convexos, endospermo presente o ausente (ver, Pennington,
2004; Carranza–González, 2005; Armstrong et al., 2014; Baky et al., 2016).

98
Chrysophyllum mexicanum
Brandegee ex Standl.
Caimito, caymito, caimitillo, chi’kéej

Sinonimias: Chrysophyllum mexicanum var. politum Cronquist; Cynodendron mexicanum (Brande-


gee ex Standl.) Baehni; Micropholis serícea L. O. Williams.

TROLL

Figura 61. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de C. mexicanum en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol de 10 a 20 m de altura, diámetro normal de 30 cm, tronco recto, ramas


gruesas y ascendentes, ejes plagiótropos (Vester, 2017). Copa densa e irregular. Cor-
teza fisurada en piezas alargadas, dispuestas irregularmente, es color pardo grisáceo,
con abundante exudado blanco. Hojas dispuestas en espiral, simples, elípticas u obo-
vadas, finamente pubescentes, de color verde obscuro brillante en el haz y dorado
grisáceo en el envés (Carranza, 2005). Flores bisexuales pequeñas de color blanco
cremosas, tienen un olor dulce y fragante, varias o numerosas en manojos axilares,
sésiles o con pedicelos con pelos dorado–grisáceos a ferrugíneos. La floración ocurre
de agosto a octubre (Pennington y Sarukhán, 2005).

99
El fruto es una baya ovoide a elipsoide de 1 a 2 cm de largo, carnosa anaranja-
do–verdoso, piel morada a violeta brillante con aroma agradable y sabor dulce, con-
tiene una semilla solitaria, más o menos elipsoide, de 1 a 1.3 cm de largo, testa lisa,
café brillante, cicatriz ancha, basi–ventral, sin exceder la mitad del largo de la semilla,
endospermo agrietado. Fructifica de noviembre a marzo (Ibarra–Manríquez y Cor-
nejo–Tenorio, 2010; Vozzo, 2010). Los frutos y semillas son dispersados por algunos
mamíferos, principalmente monos (Vander Pijl, 1972).

Los frutos se recolectan directamente del árbol cuando presentan una colora-
ción rojiza a morado, esto ocurre entre los meses de noviembre a abril. Los frutos se
transportan al sitio de beneficio en costales antes de que empiecen a fermentar. La
pulpa se separa de las semillas macerando los frutos con la mano, en un recipiente
con agua. Las semillas se dejan escurrir hasta estar secas. Para conservar la semilla se
pueden almacenar en frascos herméticos, sellados, con un contenido de humedad
del 8 % y a 10 °C, hasta por 5 años (Anaya y Vega, 1991; Vozzo, 2010).

La madera no presenta olor ni sabor característico, la albura es de coloración


crema amarillenta, el duramen es rosado o rojo–marrón, violeta o violeta oscuro, de
grano fino, compacta, duradera, pero no en exteriores en condiciones húmedas, lo
que le proporciona aceptabilidad para obtener acabados de calidad. La densidad de
la madera es de 0.7 g/cm3 (Ordóñez Díaz et al., 2015).

Figura 62. Muestra de madera de C. mexicanum resguardado en la colección de la xiloteca del


Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El caimito forma parte de la selva tropical subcaducifolia y selvas altas perenni-


folias, crece bien en suelos bien drenados y profundos, hasta una altitud de 500 o 600
msnm. En la península de Yucatán se le encuentra de manera muy localizada en la
parte sur de Yucatán y parte norte de Quintana Roo. La mayor densidad se encuentra
en la selva mediana con 5 árboles por hectárea, con una altura promedio de 9 m y
diámetro normal de 12 cm, en la selva baja se puede encontrar menos de un árbol por
hectárea con altura de 8 m y 11 cm de diámetro normal.

100
Figura 63. Distribución de caimito (C. mexicanum) en la península de Yucatán. Las zonas verde
obscuras son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color
verde obscuro corresponden a los registros de la especie.

El principal uso en la península de Yucatán es comestible, asimismo, para


postes, construcciones rurales, como árbol frutal, de sombra y de ornato, en traspa-
tios y jardines, además es una especie melífera. La madera se usa en construcciones
pesadas, muebles de lujo, gabinetes y balaustradas. Las hojas poseen un alcaloide,
también resina, ácido recínico una sustancia amarga y se le atribuyen propiedades
antidiabéticas o como un expectorante. Corteza astringente rica en tanino, se bebe
como tónico, estimulante, para detener la diarrea, la disentería y las hemorragias. La
semilla pulverizada se toma como tónico, diurético y antifebril. El látex del árbol se
aplica sobre los abscesos, seco se usa como un potente vermífugo. También se toma
como un diurético y remedio para la disentería (Romero, 1985; Reyes et al., 2000; Gar-
cía–Reyes, 2012).

101
Manilkara zapota (L.) P Royen.
Zapote, chicozapote, árbol del chicle, ya’a

Sinonimias: Manilkara gaumeri Gilly, Manilkara breviloba Gilly, Manilkara petenensis Lundell, Ma-
nilkara lobulata Lundell, Achras coriacea Lundell, Achras dactylina Lundell., Achras latiloba Lundell,
Achras paludosa Lundell, Achras tainteriana Lundell.

AUBRÉVILLE

Figura 64. Tallo, hojas, fruto y modelo arquitectónico de M. zapota en el Sitio Experimental San
Felipe Bacalar, Quintana Roo.

Árbol perennifolio, de hasta 40 m de altura, diámetro normal de hasta de 1.5


m, tronco recto, a veces con espuelas, acanalado. Copa piramidal, con ramas horizon-
tales separadas (Vester, 2017). Corteza externa profundamente fisurada, de 20 a 25
mm de grosor, color moreno obscuro, con abundante látex de color blanco. Hojas dis-
puestas en espiral, simples, alternas, reunidas en las puntas de las ramas, obovadas u
oblanceoladas, a veces ligeramente curvada, de 10 a 50 cm de largo, con látex blanco
y pegajoso. Las flores son actinomorfas, solitarias axilares, sépalos pardo–verdosos.
Especie perennifolia la cual presenta floración casi todo el año, principalmente de
mayo a julio (Pennington y Sarukhan, 2005).

102
Los frutos son bayas globosas u ovoides, de hasta 20 cm de largo y 12 cm de
diámetro, color marrón rojizos cuando están maduros, carnosos, con una cáscara
gruesa y áspera, pulpa color rojo anaranjado o rosa; con un sabor dulce y agradable
al gusto. Cada fruto normalmente contiene una semilla. Las semillas son elipsoides
a elipsoides–ovadas, agudas en las puntas, de 8 a 10 cm de largo y de 3 a 6 cm de an-
cho, la cubierta de la semilla varía de marrón a negro; es lisa, brillante con una cicatriz
de hilio lateral, color blanco a crema amarillento, ocupa gran parte del cuerpo de la
semilla (Pennington y Sarukhan, 2005).

Los frutos se pueden recoger del suelo o del árbol, se trasladan en cajas o cos-
tales. Para extraer las semillas, se retira la parte carnosa del fruto a mano, sumer-
giéndola en agua para facilitar la extracción y retirando las impurezas. Las semillas se
secan al sol en espacios ventilados durante un par de horas. La recolección de frutos
se realiza entre los meses de marzo a mayo.

La madera presenta un olor parecido al hule y de sabor astringente, la albura


es de color castaño claro y el duramen castaño rojizo oscuro, veteado suave a pro-
nunciado, textura fina heterogénea e hilo recto, zonas de crecimiento no definidas.
La madera es dura y muy resistente a los insectos, presenta una densidad básica de
0.90 g/cm³ y se clasifica como excepcionalmente alta, la albura tiene una densidad
básica de 0.926 g/cm³ y el duramen de 1.043 g/cm³, el peso específico es de 1.118 g/cm³
(Tamarit y López, 2007).

Figura 65. Muestra de madera de M. zapota resguardado en la colección de la xiloteca del Sitio
Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

103
Manilkara zapota se desarrolla en la selva alta y mediana subperennifolia, en
temperatura media anual de 26 oC, con precipitación media anual de 1,200 mm; tole-
ra sequías moderadas, crece en suelos sedimentarios, calizos, calcáreos, con subsue-
los rocosos, francos y profundos. En la península de Yucatán, M. zapota se distribuye
principalmente en las selvas medianas del estado de Quintana Roo y parte de las
selvas altas del sur de Campeche. En las selvas altas se puede encontrar una densi-
dad menor a un árbol por hectárea con una altura promedio de 13 m y un diámetro
normal de 30 cm. En la selva alta se tiene una densidad mayor de 20 árboles por hec-
tárea con alturas de 10 m y diámetro normal promedio de 30 cm. En las selvas bajas
inundables se tiene una densidad de 8 árboles por hectárea y una altura promedio de
8 m y un diámetro normal de 15 cm.

Figura 66. Distribución de M. zapota en la península de Yucatán. Las zonas verde obscuras son
las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color verde corres-
ponden a los registros de la especie.

En la península de Yucatán es considerado un árbol que provee alimento, ma-


dera y productos no maderables como el látex; también se utiliza para fabricar im-
plementos agrícolas y mangos para herramientas. Se usa para la construcción rural,
leña y vigas. El árbol se cultiva en traspatios. La madera se utiliza para la fabricación
de dinteles, vigas, durmientes, pisos, columnas, muebles, decoración de interiores,
construcciones marinas, ebanistería, parquet y pisos de fábrica. En el uso medicinal
se le atribuyen propiedades a la corteza para tratar la disentería y diarrea; la resina de
las semillas se emplea como diurético y las hojas para normalizar la presión alta.

104
El fruto del zapote es rico en nutrientes (azúcares, ácidos, proteínas, aminoáci-
dos), minerales (potasio, calcio y hierro) y compuestos bioactivos que se componen
principalmente de elagitaninos, ácido fenólico, déspsidos y flavonoides (antocianinas
y flavanoles); por lo que tiene un enorme potencial de aplicaciones farmacológicas. La
corteza de M. zapota está enriquecida con varios fitoconstituyentes bioactivos de los
cuales se extrae el etanol, el cual se utiliza para la producción del biodiésel (Kumar et
al., 2015) y también es utilizado en el tratamiento de la diabetes por sus efectos anti-
diabéticos que ayuda al control glucémico y a regular la alteración bioquímica (Karle
et al., 2022), también resulta beneficioso en el tratamiento de la epilepsia (Barbalho
et al., 2015) y como agente antibacteriano contra bacterias Streptococcus mutans.
Del extracto de la cáscara del fruto se sintetiza SFP–CeO2NP, el cual muestra una
buena actividad antimicrobiana contra varios patógenos (bacterias y hongos) y pre-
senta además actividad antidiabética (Osman et al., 2011; Ayodhya et al., 2022; Turnip
y Sirait, 2022). De la almendra se extrae un aceite esencial que se utiliza en la industria
de los cosméticos, para el tratamiento del cabello, la calvicie y para la fabricación de
jabones (Bangar et al., 2022).

105
Pouteria campechiana (Kunth)
Baehni
Kanisté, k`aniste, mameicillo

Sinonimias: Lucuma campechiana Kunth; Lucuma elongata (C.F.Gaertn.) Steud.; Lucuma glabri-
folia Pittier; Lucuma heyderi Standl.; Lucuma inseparabilis Dubard; Lucuma laeteviridis Pittier; Lu-
cuma nervosa A. DC.; Lucuma palmeri Fernald; Lucuma rivicoa var. angustifolia Miq.; Lucuma
salicifolia Kunth; Lucuma sphaerocarpa A. DC.; Pouteria campechiana var. nervosa (A. DC.) Baeh-
ni; Pouteria campechiana var. palmeri (Fernald) Baehni; Pouteria campechiana var. salicifolia (Kun-
th) Baehni; Pouteria elongata (C.F. Gaertn.) Baehni; Pouteria glabrifolia (Pittier) Cronquist; Pouteria
laeteviridis (Pittier) Lundell; Pouteria mante Lundell; Radlkoferella glabrifolia (Pittier) Aubrév.; Rad-
lkoferella inseparabilis Pierre [Invalid]; Radlkoferella sphaerocarpa (A.DC.) Pierre; Richardella campe-
chiana (Kunth) Pierre; Richardella nervosa (A.DC.) Pierre; Richardella salicifolia (Kunth) Pierre; Sapota
elongata C.F. Gaertn.; Sideroxylon campestre Brandegee; Vitellaria campechiana (Kunth) Engl.; Vite-
llaria nervosa (A. DC.) Radlk.; Vitellaria salicifolia (Kunth) Engl.; Vitellaria sphaerocarpa (A. DC.) Rad-
lk.; Vitellaria tenuifolia Engl.; Xantolis palmeri (Fernald) Baehni.

AUBRÉVILLE

Figura 67. Tallo, hojas y modelo arquitectónico de P. campechiana en el Sitio Experimental


San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

106
Árbol perennifolio, de 18 a 25 m de alto, tronco de 30 cm de diámetro normal;
ramas delgadas y ascendentes, pubescentes en las partes más jóvenes, glabras o gla-
brescentes al madurar, copa irregular (Vester, 2017). Hojas en espiral aglomeradas en
la punta de las ramas, pecíolo de 5 a 28 mm de largo, glabro, lámina oblanceolada, de
6 a 25 cm de largo, ápice redondeado a acuminado, base atenuada, haz verde claro,
brillante, envés verde–amarillento. Las flores son de color verde claro, de olor fragan-
te y dispuestas en pequeños fascículos axilares en pedicelos de 5 a 14 mm de largo,
finamente sedosos; sépalos 5 o 6; corola infundibuliforme, color verde claro. Florece
de mayo a junio (Pennington y Sarukhán, 2005).

El fruto es una baya, elipsoide a subglobosa, de 2.5 a 7 cm de largo, cáliz per-


sistente, verde oscuro, carnosas de color amarillo cuando están maduras, con una
cáscara delgada y una pulpa amarillenta, sabor dulce que produce un exudado blan-
co pegajoso, especialmente cuando está inmadura. Cada fruto con 2 a 5 semillas,
elipsoides a ovoides, de 2 a 4 cm de largo, color café brillante, testa lisa, café brillante,
cicatriz dorsal, lateral larga y grande, color blanco o crema amarillenta, y ocupa parte
del cuerpo de la semilla. Los frutos maduran de junio a noviembre. Los frutos son
dispersados por la fauna silvestre, principalmente monos (Rodríguez et al., 2009; Iba-
rra–Manríquez y Cornejo–Tenorio, 2010).

Los frutos se recolectan directamente del suelo o del árbol por medio de gan-
chos metálicos, se trasladan en costales o cajas. Para extraer las semillas se colocan
los frutos en un recipiente de agua para retirar la pulpa manualmente. Las semillas se
secan al sol en lugares ventilados por 1 ó 2 horas. Un kilogramo contiene aproximada-
mente 490 semillas. Se pueden almacenar a temperatura ambiente hasta por nueve
meses como máximo. También se pueden almacenar en contenedores herméticos
cerrados a 20 °C, con un contenido de humedad de 6 a 8 % (Vozzo, 2010).

La madera no presenta ni olor ni sabor característico, la albura y duramen


presentan un color amarillo, sin brillo, veteado suave, textura mediana e hilo entre-
cruzado, zonas de crecimiento sin definición. El peso específico es de 0.76 g/cm³, se
clasifica como madera pesada; con contracciones muy altas y rajaduras al secarse, se
clasifica como moderadamente resistente al ataque de hongos (Pycnoporus sangui-
neus), y altamente resistente al ataque de Leccinum lepidus y Stereum sanguinolen-
tum (Tamarit y López, 2007).

107
Figura 68. Muestra de madera de P. campechiana resguardado en la colección de la xiloteca
del Sitio Experimental San Felipe Bacalar, Quintana Roo.

El kanisté, crece principalmente en zonas con precipitaciones entre 900 a 1,800


mm, en climas tropicales y subtropicales, con temperaturas medias de 26 ºC. Pros-
pera en una amplia variedad de suelos, arcillosos, arenosos o rocosos, derivados de
material calizo, material ígneo o granito, ácidos o calizos, profundos o superficiales,
con buen drenaje. Resiste bien la sequía y necesita solamente humedad moderada.

En la península se le encuentra principalmente en las selvas medianas de


Quintana Roo y la parte sur de Campeche. Con una densidad de 10 árboles por hec-
tárea con una altura promedio de 11 m y diámetro 16 cm. En las áreas de transición de
selva alta y baja se encuentran menos de un árbol por hectárea.

Figura 69. Distribución de P. campechiana en la península de Yucatán. Las zonas verde obs-
curas son las de mayor densidad, las más claras no tienen registros y los puntos de color verde
corresponden a los registros de la especie.

108
En la península de Yucatán, el fruto del kanisté es consumido como de tem-
porada, es usado como árbol frutal y de sombra en traspatios. También es utilizado
como árbol de sombra en cafetales, su madera es utilizada para la construcción de
casas, marcos y muebles.

También se le atribuyen propiedades curativas: la corteza del árbol como medi-


camento antipirético para disminuir la fiebre, para tratar el dolor y ampollas en la piel.
El extracto acuoso de hoja de P. campechiana podría considerarse un agente de con-
trol de mosquitos. El extracto etanólico de semillas podría ser utilizado como anal-
gésico, antiinflamatorio y úlceras pépticas (Lim, 2013; Aly et al., 2016; Ma et al., 2020).

109
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Esta publicación se editó en la Comisión Nacional Forestal
en enero de 2023 y la impresión
consta de 300 ejemplares.

La edición digital está disponible en


gob.mx/Conafor

Distribución gratuita.

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