Teoría de Los Vicios Del Consentimiento La Violencia

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Teoría De Los Vicios Del Consentimiento

La Violencia
La validez del contrato presupone que las manifestaciones de voluntad
de los contratantes estén exentas de vicios o irregularidades que invaliden el
consentimiento otorgado por las partes. Se requiere pues que las
manifestaciones de voluntad de las partes contratantes sean libremente
emitidas y que ellas actúen con conocimiento de causa. Si una de las partes se
ve obligada a celebrar el contrato bajo el influjo o en virtud de una amenaza o
presión ilegítima proveniente de su contraparte contractual o de un tercero, su
voluntad estará viciada. La ley le permite en este caso pedir la anulación del
contrato. La mayoría de los autores se refiere a este tema con la expresión
“vicios del consentimiento”, pero la terminología correcta es “vicios de la
voluntad” porque, por su naturaleza subjetiva, tales vicios solamente pueden
afectar la formación de voluntades singulares; por lo cual, actúan sobre un
sujeto singular, es decir, uno solo de los contratantes y no sobre el
consentimiento que es el resultado de la combinación de dos o más
declaraciones de voluntad.

Además, únicamente la parte que ha sufrido el vicio, y no el otro


contratante, puede hacerlo valer e invocar sus efectos Código Civil, artículo
(1146), lo que ratifica que no es el consentimiento, sino la voluntad la que se
encuentra viciada. En realidad, los vicios de la voluntad no sólo afectan a los
contratos, sino a todos los negocios y actos jurídicos. Por lo cual, su estudio no
constituye un capítulo de la doctrina general del contrato sino que forma parte
de la teoría general del acto jurídico.

No obstante, el Código Civil venezolano, al igual que la mayoría de los


Códigos Civiles europeos que se inspiran en el Código Napoleón, regula los
vicios del consentimiento cuando se refiere a los requisitos para la validez de
los contratos. En cambio, en otros Códigos Civiles como los Códigos alemán,
argentino y brasileño, los vicios de la voluntad han sido tratados como defectos
de los actos y declaraciones de voluntad. Este enfoque muestra con mayor
claridad el carácter general de las disposiciones referentes a los vicios de la
voluntad que se extiende a todos los actos jurídicos.
Cumplidas las condiciones antes examinadas, quien haya contratado
bajo el influjo de la violencia puede invocar esta circunstancia para pedir la
anulación del contrato, sea que la violencia provenga del otro contratante o de
un tercero y, en este último caso, independientemente de que la misma se
hubiese ejercido con o sin el consentimiento del co-contratante. Así resulta del
artículo 1150 del Código Civil (1982): “La violencia empleada contra el que ha
contraído la obligación es causa de anulabilidad, aun cuando haya sido ejercida
por una persona distinta de aquélla en cuyo provecho se ha celebrado la
convención.”

 Violencia proveniente de un tercero


El artículo 1150 del Código Civil (1982) admite la violencia como vicio del
consentimiento o vicio de voluntad, incluso cuando la intimidación procede de
un tercero (“aún cuando haya sido ejercida por una persona distinta de aquélla
en cuyo provecho se ha celebrado la convención”). Para que la violencia
produzca la anulabilidad del contrato no se requiere que el co-contratante de
quien emitió su declaración bajo la influencia de la amenaza haya sido
cómplice o haya tenido conocimiento de que se haya producido la violencia.
La solución legal se explica porque la nulidad derivada de la violencia
resulta de un vicio del consentimiento de la persona que ha sido víctima de ella
y ese vicio es idéntico sea quien sea el agente de la violencia. Además, el vicio
de la voluntad subsiste aunque el co-contratante ignore la violencia procedente
de un tercero. Aquí hay una diferencia con el dolo puesto que cuando las
maquinaciones dolosas provienen de un tercero, para la procedencia de la
anulación del contrato es necesario que el contratante de la víctima del dolo
haya tenido conocimiento de ellas. No encontramos que exista justificación
para esta diferencia de tratamiento. Tanto la violencia como el dolo son actos
ilícitos y maliciosos que impiden mediante una actuación externa la recta y libre
formación del consentimiento.
De lege ferenda sería deseable permitirle a quien contrate engañado
pedir la nulidad del contrato, sea que las maquinaciones dolosas provengan de
su contraparte contractual o de un tercero y, en este último caso,
independientemente de que su co-contratante haya tenido o no conocimiento
acerca de las mismas. Para que la violencia proveniente de un tercero sea
susceptible de producir la anulación del contrato, se requiere que la amenaza
se dirija a la celebración del contrato.
 Violencia de los Acontecimientos
Debido a que el Código Civil considera que la violencia debe ser
“ejercida por una persona” (artículo 1150), se está fuera del ámbito de la
violencia cuando el temor que ha inducido a alguien a contratar ha sido
provocado por un acontecimiento natural como, por ejemplo, un incendio o un
naufragio; o por un hecho humano, pero no encaminado a obtener el
consentimiento del sujeto para que celebre un contrato como, por ejemplo, un
saqueo o un motín.
Es la situación que se presenta con la llamada violencia de los
acontecimientos o aprovechamiento del estado de necesidad del co-
contratante. El ejemplo clásico es el de una persona víctima de un naufragio
que presionada por la situación en que se encuentra se obliga a pagar sumas
exorbitantes a alguien por su salvamento, o el de una persona que al ser
atacada por unos bandidos le pide socorro a alguien prometiéndole toda su
fortuna por su auxilio. Aquí la víctima contrata bajo el influjo del temor. Pero, la
violencia no se ha ejercitado con el objeto de imponerle la celebración de un
contrato: en el primer caso, no proviene de un acto del hombre sino de un
evento fortuito; y en el segundo, no deriva de un acto humano dirigido a
obtener el consentimiento de la víctima para que celebre un contrato, sino de
un hecho ilícito cometido por otros sujetos.
En el Derecho venezolano no es posible equiparar el estado de
necesidad a la violencia que, como se dijo, y según Maduro (2001) supone una
coacción proveniente de una persona dirigida a obtener el consentimiento de
otra para determinarle a celebrar un contrato. Desde luego, quien contrató
encontrándose su persona o sus bienes en una situación de peligro grave e
inminente no expresa libremente su consentimiento. Pero, la ley solamente
contempla la anulación de un contrato por violencia cuando la amenaza es
ejercida por una persona que actúa de esta forma para obtener (arrancar,
según el artículo 1146 del Código Civil (1982), el consentimiento de otra para la
celebración de un contrato lo que, a nuestro modo de ver, excluye la
denominada violencia de los acontecimientos, puesto que aquí la violencia que
lleva a alguien a contratar no resulta de las amenazas de una persona
La Violencia En Otros Ordenamientos
En Francia y en Bélgica, donde la regulación de la violencia es muy
similar a la de nuestro Código Civil (1982), un sector de la doctrina y de la
jurisprudencia considera que el consentimiento de un sujeto está viciado por
violencia aun cuando el peligro proceda de acontecimientos externos, si su co-
contratante o un tercero, abusando de la situación, ha ejercido presión para
obtener dicho consentimiento e impuesto de ese modo el contrato. Algunos
autores asimilan el estado de necesidad en que se encuentra uno de los
contratantes a una situación de violencia cuando su contraparte contractual se
ha aprovechado de esta situación para obtener de aquél ventajas patrimoniales
Excesivas. Se afirma, en tal sentido, que si la violencia puede resultar de la
amenaza (abusiva) de ejercer un derecho con mayor razón debe asimilarse a
una situación de violencia la que resulta de la explotación del estado de
necesidad en que se encuentra una de las partes del contrato en el momento
de su celebración.
Se argumenta, además, que sería muy grave desde el punto de vista
social reconocer eficacia a un contrato celebrado bajo el imperio de la
necesidad. Por lo cual, el contrato concluido en estas circunstancias es
anulable. Otros tratadistas franceses consideran que si se demuestra que el
contratante cuando emitió su declaración de voluntad no gozaba de la plenitud
de sus facultades mentales y contrató víctima de un extravío momentáneo sin
darse cuenta del acto jurídico que estaba celebrando, cabría igualmente una
acción de nulidad absoluta por ausencia del consentimiento.
Puesto que el estado de necesidad en que se encontraba el sujeto y el
carácter excesivo del compromiso contraído serían indicios de la situación de
ofuscación que lo afectaba al momento del contrato. En algunos
ordenamientos, para atacar el contrato concluido en condiciones injustas
debido al estado de necesidad en que se encontraba alguno de los
contratantes en el momento de su celebración, se recurre a la figura de la
rescisión por lesión que le permite al afectado obtener judicialmente la
terminación del contrato o, en su caso, la modificación y el reajuste de las
prestaciones surgidas del mismo. En otros ordenamientos como el alemán, el
Código Civil considera nulo un contrato mediante el cual una persona,
explotando la necesidad de otra, haga que se le prometan, a cambio de una
acción, ventajas patrimoniales notoriamente desproporcionadas con la propia
prestación.
El Contrato Celebrado En Estado De Necesidad
En El Derecho Venezolano
El Código Civil contempla los artículos 1150 al 1153 por violencia
susceptibles de producir la anulación o la modificación dependiendo sea el
caso, es importante mencionar el Codice italiano de 1942 lo cual establece que
la rescisión por lesión del contrato celebrado en condiciones inicuas hallándose
una de las partes en estado de necesidad o de peligro. Por lo cual, no puede
recurrirse a la rescisión del contrato por lesión en este supuesto no previsto en
la ley por más que el contrato en cuestión no se habría celebrado, o lo habría
sido en condiciones muy diferentes, de no haber mediado el estado de
necesidad.
En nuestro ordenamiento, la explotación que haga un contratante de la
necesidad en que se encuentre su contraparte en el momento de la celebración
del contrato, no puede encuadrarse dentro del ámbito de la violencia
susceptible de producir la anulación del contrato porque, como se dijo, el temor
no resulta aquí de las amenazas de una persona sino de un suceso externo, ni
dar lugar a la rescisión por no estar prevista expresamente en la ley esta
situación como un supuesto de lesión que produzca esta consecuencia.
En nuestro país existe una norma que se encarga de formular acciones
civiles y penales para aquellos contratantes o terceros que incurran en este
delito, como lo es la violencia y la intimidación, la misma es, la Ley para la
Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios promulgada en
el 2009, esta norma contempla la acción de daños y perjuicios que
corresponda a la víctima contra quien se hubiere aprovechado de la situación
de necesidad en que aquélla se encontraba para extraerle ventajas indebidas o
beneficios desproporcionados.
Es importante destacar, lo dispuesto en el artículo 143 del Decreto Ley
para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios, (2009),
incurre en el delito de usura quien obtenga para sí o para un tercero una
prestación que implique una ventaja o beneficio notoriamente
desproporcionado a la prestación que por su parte realiza.
En tal sentido el estado de necesidad fuera del ámbito jurídico no tiene
una definición o concepto el cual se pueda traer para poder explicar bien de
que se trata, incluso aun cuando la palabra “necesidad” se menciona tanto en
la legislación civil como la comercial, en ninguno de sus referentes se dispone
como un vicio del consentimiento o se da concepto, por lo cual se va a definir
según las palabras que lo componen para poder darle un alcance y un contexto
a lo que el derecho trae como concepto.
El Estado según el diccionario de la Real Academia Española es una
“Situación en que se encuentra alguien o algo, y en especial cada uno de sus
sucesivos modos de ser o estar”. Es decir, la calidad en la que una persona se
encuentra en determinado tiempo y lugar. En cuanto a la palabra necesidad la
Real Academia nos trae diferentes definiciones las cuales se pueden incluir
dentro de la definición que se está creando, por lo cual la necesidad puede ser
la carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida. Por
lo tanto, se puede definir el estado de necesidad como la situación en la que se
encuentra una persona y que la pone en una posición apremiante para su vida
o para un interés jurídicamente tutelado y por ende realiza una acción que le es
irresistible.

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