Texto Ejes Articuladores 1
Texto Ejes Articuladores 1
Texto Ejes Articuladores 1
Nº
FORMATIVO
CAMPOS Y EJES ARTICULADORES
“Desarrollar la formación integral de la maestra y el maestro con alto nivel académico, en el ámbito
Se inicia una etapa en la educación boliviana con la construcción de un nuevo Modelo Educativo que
articula más que divide, complementa antes que diferencia, busca consensos antes que impone,
educativas, surgen los elementos para la construcción del Currículo Sistema Educativo Plurinacional.
“Formación Descolonizadora”, que busca a través del proceso formativo lidiar contra todo tipo de
discriminación étnica, racial, social, cultural, religiosa, lingüística, política y económica, para
Este documento de trabajo propone los lineamientos generales del nuevo Modelo Educativo para
I. EJES ARTICULADORES………………………………………………………………………………………………1
1. EJES ARTICULADORES……………………………………………..………………………………………………………2
1. ¿Qué es un Campo?....................................................................................................33
ARTICULADORES
III. EJES ARTICULADORES
Son un conjunto de temas orientadores que articulan los campos y áreas de saberes y
conocimientos; de los 4 ejes, el eje articulador Educación para la convivencia con la Madre Tierra y
Salud Comunitaria está asociada a los temas de Gestión de Riesgo y Cambio Climático. Los ejes
articuladores responden a demandas y necesidades de los pueblos, contribuyen desde la educación
a la consolidación del Estado Plurinacional, se constituyen en criterios políticos que permiten
dinamizar y articular los campos y áreas de saberes y conocimientos a través de un abordaje
relacional de contenidos sobre los procesos sociales, culturales, económicos y políticos en los
procesos educativos de los subsistemas y los niveles de formación del Sistema Educativo
Plurinacional. Se caracterizan por generar coherencia y cohesión entre los contenidos de los campos
y áreas de saberes y conocimientos en las respectivas etapas y niveles del Sistema Educativo
Plurinacional. Son de aplicación obligatoria ya que están concretizadas en las Temáticas
Orientadoras las cuales son base para el desarrollo curricular.
Son los que dinamizan el proceso pedagógico y se caracterizan por generar coherencia y cohesión
entre los contenidos de los campos de saberes y conocimientos; y son de aplicación obligatoria en
los procesos pedagógicos.
Los ejes articuladores deben concretarse en el desarrollo curricular a través de la metodología del
modelo PRÁCTICA -TEORIA-VALORACIÓN-PRODUCCIÓN.
EDUCACIÓN EDUCACIÓN
EDUCACIÓN EN EDUCACIÓN EN
INTRACULTURAL,
PARA LA VALORES CONVIVENCIA CON
INTERCULTURAL Y
LA MADRE TIERRA Y
PRODUCCIÓN SOCIOCOMUNITARIOS.
PLURILINGÜE.
SALUD
COMUNITARIA
potenciamiento de las culturas de los pueblos y naciones que conforman Bolivia para
fortalecer y reconstituir sus saberes, conocimientos, identidades, lenguas y modos de vivir,
promoviendo la reafirmación de la identidad cultural.
La intraculturalidad es la recuperación, revalorización y potenciamiento de las culturas de
los pueblos y naciones que conforman Bolivia para fortalecer y reconstituir sus saberes,
conocimientos, técnicas y tecnologías, identidades, lenguas y modos de vivir, promoviendo
la reafirmación de la identidad cultural.
Se entiende por plurilingüismo al uso y desarrollo de las lenguas oficiales del Estado
Plurinacional con el mismo nivel de importancia, en la educación y en otras instituciones.
No se trata sólo de que las lenguas indígenas sean recuperadas para su uso privado y
familiar, sino generar espacios institucionales locales que puedan darse en lengua indígena.
Lo mismo en la educación no se trata de enseñar lenguas, sino de desarrollar procesos
educativos en lenguas indígenas, de permitir que en algún momento las y los bolivianos
podamos comunicarnos, pensar y producir conocimiento alternativamente en lengua
indígena y castellana.
Se entiende por plurilingüismo al uso y desarrollo de las lenguas oficiales del Estado
Plurinacional con el mismo nivel de importancia, en la educación y en otras instituciones. Lo
que significa que las y los maestros asumirán el uso de las lenguas en el proceso de
desarrollo curricular
Desde la creación del sistema educativo en Bolivia, éste tuvo un fuerte énfasis en la educación
humanística; esto significó el desfase entre la educación y la producción, es decir, condenó a la
educación a tener un perfil más teórico y repetitivo sin utilidad práctica para la vida, lo que también
se tradujo en la sobrevaloración del trabajo intelectual y el menosprecio del trabajo manual,
ahondando la dependencia del país, ya que no generó las condiciones subjetivas en la población
Los pocos intentos de llevar a cabo una educación productiva se redujeron al desarrollo de
capacidades técnicas para satisfacer la demanda laboral del mercado, sin la posibilidad de superar
la dependencia estructural de la economía en Bolivia. En este sentido, la educación no desarrolló las
capacidades creativas y creadoras de la población, condenándonos a ser simples aplicadores y
consumidores de tecnologías y productos foráneos. Incluso la propia educación técnica se ha
desarrollado bajo una pedagogía que solo ha repetido modelos predefinidos en técnicas y
contenidos, divorciando al sujeto que produce del sentido de lo producido (y, por tanto, también de
la intencionalidad que se tiene al producir). Esta es la lógica que está presente en una educación
pensada sólo para la generación de mano de obra para el mercado, que produce sujetos que no
piensan con cabeza propia, sino que solo aprenden a ser simples instrumentos técnicos que pueden
producir, pero sin un sentido propio. Una educación productiva no es sólo una educación técnica
sino una educación que produce sujetos que producen realidades alternativas, es decir, una
educación creativa y descolonizada.
Entonces la exigencia que atraviesa la educación en Bolivia es generar las condiciones subjetivas
para que los sujetos puedan aprender a producir con un sentido propio; que tengan la experiencia
pedagógica de producir respondiendo a problemáticas de la realidad, reconectándose con la
dimensión útil del conocimiento, pensando a partir de las necesidades concretas para generar
respuestas creativas a las mismas. Solo bajo estas condiciones será posible generar conocimiento
propio y por tanto tecnología propia que nos permita salir de la dependencia cognitiva y económica
que vive nuestro país.
Bajo estos criterios, la educación productiva es la educación creativa que recupera y aplica
tecnologías propias y pertinentes, revalorizando el trabajo manual y técnico, generando una
productividad con conciencia responsable de las necesidades, vocaciones y potencialidades de los
contextos, que permite la reproducción de las condiciones de vida de la comunidad y de la
naturaleza, fortaleciendo la seguridad y soberanía alimentaria como alternativa a la productividad
neoliberal.
En la actualidad, los valores y el sentido de la vida están siendo definidos por las relaciones
mercantiles, donde lo que prepondera es el interés individual y el puro cálculo racional medio-fin,
en este contexto es más exitoso aquel que es más competitivo y más eficiente para realizar los fines
que le exige el mercado. Un furor de individualismo está avanzando sobre la subjetividad de las
nuevas generaciones del mundo globalizado; los propios padres de muchos “países desarrollados”
como nunca antes ya no saben qué aconsejar a sus hijos en términos éticos porque ven que
replegarse en el interés individual parece ser la única alternativa, incluso contra sus convicciones,
en un mundo cada vez menos comunitario. Los valores del mercado que constituyen a la gente
generan consecuencias no intencionales que afectan a la vida, provocando la exclusión y pobreza
de gruesos sectores de la población y el deterioro de la naturaleza, lo que imposibilita la convivencia
y acrecienta la erosión de las relaciones humanas y con la naturaleza.
Ante esta problemática, la educación tiene que ser el lugar para generar prácticas y relaciones de
convivencia que pongan como centro a la vida, antes que al interés individual, o la ganancia, criterio
de la vida que podemos aprender de los pueblos indígenas originarios que organizaron la vida de
millones de personas alrededor de los valores comunitarios.
Los valores sociocomunitarios tienen como una de sus fuentes centrales a la experiencia de vida de
los pueblos y naciones indígena originarios, donde han sido prácticas concretas, vivencias, en las
interrelaciones de las personas y en la relación con la Madre Tierra, que hicieron posible la
convivencia armónica, equilibrada, solidaria y complementaria dentro de la comunidad amplia.
Estos valores sociocomunitarios no pueden ser enseñados como contenidos (bajo un esquema
convencional de transmisión de conocimientos), sino que se los enseña como prácticas concretas,
mediante actividades que desarrollen en las/los estudiantes y el/la propio/a maestro/a la capacidad
de dar respuestas a los problemas cotidianos, teniendo como criterio la reproducción de la vida de
todos, antes que el mero interés individual sino como actitudes y prácticas concretas mediante
actividades planteados en la concreción del plan de desarrollo curricular
En la actualidad estamos llegando a los límites de la capacidad reproductiva de la Madre Tierra. Los
efectos de las formas de vida modernas y hegemónicas, las políticas extractivistas y de crecimiento
económico ilimitado relacionadas con la centralidad del capital y el uso irracional de los recursos,
han ocasionado desequilibrios en diferentes niveles y ámbitos de la vida tanto de los seres humanos
como de la naturaleza. El deterioro del medio ambiente, las transformaciones climáticas aceleradas,
junto a las imposibilidades de responder adecuadamente a los desastres naturales y la generación
de enfermedades y otros problemas que antes no existían, son los efectos de relacionarse con la
naturaleza sólo como un objeto, una cosa, un recurso ilimitado que se debe explotar y aprovechar
sólo en interés de los seres humanos (y en realidad, solo en beneficio de los privilegiados de este
modo de vida capitalista).
El eje articulador Educación en Convivencia con la Madre Tierra y Salud Comunitaria se lo entiende
como una manera de orientar la educación en torno a esa fuerte exigencia de reponer una manera
de relacionarse armónica y equilibrada con la Madre Tierra. El ser humano, para reproducir su vida,
tiene que relacionarse, convivir y compartir en armonía con las diferentes formas de vida. Se vive
en convivencia cuando existe complementariedad, equilibrio y relacionalidad con la Madre Tierra a
través de despertar una conciencia integral-holística en la educación, es decir, a través de formar
un ser humano integral. Otra vez, este eje, como ningún otro, no debe concretarse en contenidos
puramente cognoscitivos, sino en maneras de despertar en los estudiantes esa dimensión de la
conciencia que permite relacionarse con la naturaleza como parte de nosotros mismos.
En este contexto el eje articulador es la educación en convivencia con la madre tierra y Salud
Comunitaria, el ser humano para reproducir su vida tiene que relacionarse convivir y compartir en
armonía con diferentes formas de vida y sus formas de vivir son complementariedad, equilibrio y
relación con la madre tierra a través de despertar una consciencia integral y Holística
Razón por lo que, el eje articulador Educación en Convivencia con la Madre Tierra y Salud
Comunitaria se entiende como una manera de convivir y relacionarse con la Madre Tierra. Se vive
en convivencia cuando existe complementariedad, equilibrio y racionalidad con la Madre Tierra;
En el ámbito curricular, los campos de saberes y conocimientos, y los ejes articuladores generan
procesos educativos de manera integrada, coherente, y gradual. Según las etapas y niveles de
formación del sistema educativo plurinacional para evitar que el desarrollo curricular se trabaje de
manera dividida es que se proponen las temáticas orientadoras las cuales promueven que los
saberes y conocimientos sean abordados a través de relaciones complementarias para una
educación integral.
reafirmación de la identidad.
distintas
la educación y la producción
Son actitudes de vida y prácticas concretas que hacen posible la convivencia armónica,
Los ejes articuladores son un componente fundamental de la estructura curricular. Los ejes han
articulado en su organización distintos elementos del currículo. La cuestión de debate ha sido si los
ejes deberían tener un espacio de concreción propio o más bien deberían ser trabajados de un modo
ubicuo.
El problema de esta segunda opción es que no estando en ninguna parte en específico, los ejes
articuladores de modo efectivo podrían no trabajarse. Pero tampoco deberían ser trabajados como
simples contenidos en las áreas específicas. La aclaración de cuál es la mejor opción finalmente será
procesual. Esto es algo fundamental en el proceso de producción del Modelo Educativo, es decir,
cómo el modelo en el proceso de ser implementado, de modo participativo, encuentra las
limitaciones, aclaraciones y alternativas para desplegarlo con más sentido. No es un sentido de
coherencia lógica el que mueve la implementación del currículo, sino uno de exigencia política, de
sentido transformador de la educación. Es en ese entendido que los ejes tienen un papel
Los ejes entonces deben tener una influencia orientadora sobre todos los elementos curriculares.
Así, por ejemplo, los contenidos educativos se han organizado a partir de la articulación de los ejes.
Los ejes definen las temáticas orientadoras, como se explica más adelante, dentro de las cuales se
plantea la identificación de contenidos. Cada contenido está articulado así a uno o más ejes
articuladores. No hay un contenido que vaya sólo, sino que siempre está articulado en su
formulación a un eje articulador. Esto ha generado la presencia de contenidos que necesitan ser
desarrollados, y exigen un trabajo de recuperación de conocimientos indígenas y de producción de
conocimientos. Esta es una de las maneras fundamentales donde los ejes articuladores están
funcionando como dinamizadores del currículo, principalmente el eje educación intracultural,
intercultural y plurilingüe.
la dimensión del ser. Esto es fundamental en una formación integral y holística. Todo proceso
educativo debería planificarse de tal modo que se pueda formar en valores, aparte de formar en
determinadas capacidades o saberes específicos por áreas. Los valores no se pueden aprender como
un contenido sino como una práctica a ser vivida, por tanto, deben trabajarse desde la experiencia.
Lo mismo el eje educación para la producción se ha articulado al momento de la producción en la
metodología del modelo, pues no puede haber tampoco proceso educativo que se contente con la
simple formación teórica, sino que debe propender a la transformación que se logra en la
producción creativa de algo. La educación para la producción no es tampoco un contenido específico
de cierta área sino que es una lógica por la que se comprende todos los procesos educativos en
todas las áreas, a partir de la necesidad de concretar lo aprendido en procesos de producción, no
solamente de bienes o tecnología, sino también de obras, de ideas, de alternativas.
Finalmente, la educación en convivencia con la Madre Tierra y Salud Comunitaria plantea una
articulación alrededor de la visión holística del modelo que no centra la realidad en el ser humano,
sino en la relacionalidad de la que el ser humano es una parte. De nada serviría transformar el tipo
de relaciones que tienen los seres humanos entre ellos, si al mismo tiempo no trabajamos en la
transformación de la relación que tienen los seres humanos con la naturaleza de los que son parte.
3. Lecturas Complementarias
Descolonización de la educación
Uno de los primeros elementos a discutir cuando se habla del proceso de descolonización involucra
su definición; sin duda, circulan una gran cantidad de definiciones que enriquecen el debate porque
en ello converge la posibilidad de involucramiento, pues la pluralidad de conceptos enriquece la
comprensión de un proceso político que en sí mismo sería simplificador agotar en una sola
definición. Sin embargo, desde las instancias institucionales del Ministerio de Educación, está claro
que la descolonización implica un proceso político de transformación de la sociedad; lo que resta
por definir es cuál es la condición o la modalidad con la que empezaremos este proceso de
descolonización.
Para ello, la educación tiene que recuperar, revalorizar y potenciar los saberes y conocimientos
propios, especialmente aquéllos que siempre fueron negados: los de los pueblos indígenas y
originarios, aprendiendo las lenguas indígenas como modo de aprendizaje, incorporando nuevos
contenidos y aprendiéndolos en las lenguas originarias, construyendo conocimientos propios a
partir de ellos.
Una propuesta que posibilita la descolonización es la nueva relación que se plantea en el nuevo
currículo entre ciencia y los saberes y conocimientos de los pueblos indígenas, que también puede
plantearse de la siguiente manera: ¿Cuál es el papel de la ciencia en el nuevo proceso de
descolonización de la educación? Se ha hecho hincapié en el carácter retrógrado o no científico que
implica recuperar saberes y conocimientos de los pueblos indígenas y para ello simplemente se ha
hecho mención a un conjunto de creencias y prácticas, que, aunque existentes, se las considera
inferiores o ya insostenibles bajo el mundo moderno.
Aquí debemos recordar que en ningún momento ni la ley ni la propuesta del nuevo currículo
plantean una negación del conocimiento científico. Habría que recordar que en Occidente ya desde
principios del siglo XX se hacían críticas a la ciencia y éstas tenían que ver, en su punto central, con
la expansión de la cosmovisión cientificista que reduce los ámbitos de la vida a la simple y llana
manipulación, que puede tener éxito en cuanto a sus objetivos, pero donde la capacidad de
controlar todas la consecuencias que desata no pueden asumirse desde la ciencia misma, es decir,
se hacen más evidentes las limitaciones al hacer depender la vida solo de la ciencia.
Pensamos en un proceso que al intentar articular busca una complementación antes que una
negación. El nuevo currículo plantea la necesidad de producir conocimientos propios y pertinentes
a partir de la recuperación en todas las áreas de los saberes y conocimientos de los pueblos
indígenas. Esto genera, a su vez, un doble proceso: por un lado, intracultural, porque esta
Lo intracultural involucra responder a las actuales condiciones desventajosas que tienen las culturas
en Bolivia. Todos sabemos o hemos oído que la educación bilingüe en las áreas rurales simplemente
no funciona porque incluso los padres prefieren que sus hijos estudien el castellano porque les
garantiza una “mejor vida” en la ciudad, además de que impide que se los “discrimine”. Esta realidad
colonial, perversamente articulada, no puede ser afrontada convirtiendo a los saberes y
conocimientos de las culturas en un conjunto de contenidos aprendidos ni a sus lenguas en una
forma gramatical estructural que pueda ser aprendida como una competencia lingüística. Sin el
engarce trasformador sobre la realidad, es decir, producir conocimientos a partir de ellos, resultaría
inútil cualquier tipo de recuperación o revalorización. Lo propio sucede con la interculturalidad, que
no se da solo desde las culturas y los pueblos, sino desde la posibilidad de reconstruir lo común, de
un modo que lo antes relegado colonialmente se incorpore desde las propias exigencias de la vida
en concreto.
Se trata de que los saberes y conocimientos recuperen su dimensión útil para el presente,
entendiendo “útil” en una doble dimensión: útil en cuanto práctico, es decir, volver presentes
saberes y conocimientos desplegados para que puedan ser vigentes para todas y todos en un plano
cultural propio (intracultural), o para reconstruir no colonialmente nuestras relaciones entre todos
(intercultural); y, por el otro lado, ético, porque la utilidad de los conocimientos no solo es
instrumental; es ético porque implica un sentido de utilidad para todos, diríamos comunitario,
desde la posibilidad de ser actual y pertinente a nuestra realidad incorporando los saberes y
conocimientos a una pedagogía desde la experiencia del hacer haciendo
Por esta razón, también se plantea que la descolonización de la educación se entronca con la
educación productiva, donde lo productivo no es sinónimo de actividad comercial relacionada con
el mercado. Hay por lo menos tres sentidos de lo productivo: lo productivo como ángulo pedagógico,
es decir, aprender haciendo, hacer cosas y desde el hacer empezar a educarse. Esta dimensión
productiva está presente en la propuesta del proyecto socio-productivo, que debe ser
implementada a partir del nuevo currículo, donde, aparte de aprender haciendo, se piensa en
articular las áreas a través de proyectos, que partan de la experiencia y de la práctica.
Por último, lo productivo, ligado a los bachilleratos técnico-productivos, tiene el objetivo de romper
una concepción desvalorizadora de lo manual y enfatizada en la producción humanística. Los
bachilleres saldrán conociendo un conjunto de habilidades y destrezas técnicas, con el objetivo de
contribuir al enriquecimiento de sus capacidades así como permitir una base para continuar, si así
lo deciden, por una senda laboral y productiva. Estos son los niveles concretos de la descolonización
en la educación.
Podríamos decir que la educación técnica está articulada, si la pensamos solamente en el ámbito de
los servicios o, incluso, si consideramos también una política de industrialización y su correlativa
formación técnica, al proyecto del desarrollo y la producción consiguiente e inevitable de
subdesarrollo, esto es, al potenciamiento de una economía capitalista.
alternativo al capitalismo. Y, sólo en segundo lugar, ello significa una articulación, desde la
formación de oficios, a las exigencias de un mercado de trabajo cuyo peso en los proyectos de vida
de la población sería ingenuo obviar.
En este marco, la producción en la educación se entiende como un recurso pedagógico que potencia
la creación, recreación y aplicación de tecnologías pertinentes que revalorizan el trabajo manual,
generan una productividad con conciencia responsable de las necesidades, vocaciones y
potencialidades de los contextos locales, que permitan la reproducción de las condiciones de vida
de la comunidad y de la naturaleza, fortaleciendo la soberanía alimentaria como alternativa a la
productividad neoliberal
Detrás de esta problemática se encuentra la exigencia de generar un tipo de estudiante (perfil del
bachiller) que ya no se relacione con el mundo desde la separación entre teoría y práctica, que ya
no razone sólo teóricamente, sino que busque la reconciliación con su dimensión “material”
Hay que distinguir en esto: a) una experiencia plena del aprendizaje de la producción, en el enfoque
productivo del nuevo modelo educativo y b) la reproducción cosificada de la aplicación de técnicas
en la educación meramente técnica. Ambos son posibles caminos que se pueden asumir a la hora
de encarar la educación productiva. Mientras la educación del acto productivo pleno tiene el sentido
de desplegar las habilidades del sujeto mediante el descubrimiento permanente de problemas y la
solución de los mismos, hecho que se da por la apropiación de lo que se produce y sus sentidos, la
reproducción cosificada de la aplicación de técnicas se basa en la búsqueda de un fin específico (bajo
Los proyectos sociocomunitarios productivos son estrategias que permiten articular la escuela con
la comunidad/entorno al partir de las problemáticas locales; y los campos y saberes, pues se exige
integrar las distintas áreas en vistas a la realización del proyecto; para generar ideas en el uso y
generación de tecnologías que permitan plantear y hacer realidad alternativas de transformación
de las comunidades.
El bachillerato técnico-humanístico quiere decir que los bachilleres ya no serán solamente formados
de un modo teórico, sino que tendrán una práctica productiva y creativa que no consiste sólo en el
fortalecimiento de la formación de oficios, sino que consiste en la salida de personas que sepan
generar procesos creativos al enfrentar problemas de modo que se satisfagan necesidades
comunitarias, a partir de la valoración del trabajo manual, el uso y la creación de tecnología
pertinente y la capacidad de relacionarse transformadoramente con su contexto
Extracto de “De la dialéctica Moderna del desarrollo desigual, hacia una dialéctica trascendental
del desarrollo de la vida humana y la naturaleza”
El desarrollo moderno ha privilegiado sin excepciones, el desarrollo de la mercancía, del dinero, del
capital, de la técnica y la ciencia al servicio de este tipo de desarrollo. Para lograrlo, tenía y tiene
que someter al trabajo humano y la naturaleza, para poder explotarlos, de tal manera que fuese
posible el desarrollo moderno. Esto quiere decir, que no olvidó ni descuidó el desarrollo del ser
humano, sino que tenía que negarlo desde el principio para poder generar más dinero, ganancia y
capital. Y en función de este proyecto ha desarrollado su propia racionalidad y su propio sistema de
valores, y los ha impuesto hasta el día de hoy con relativo éxito. Pero las consecuencias de esta
racionalidad y sistema de valores ya lo está padeciendo no sólo la humanidad entera, sino también
la naturaleza.
Si la conciencia de la humanidad fuese en sí misma moderna, o si como dicen los grandes ideólogos
del capitalismo que éste no es una posición económica o, ideológica entre otras tantas, sino que
expresa realmente lo que la humanidad es, si fuese en verdad así, entonces no habría salida para la
humanidad y la naturaleza, y así estaríamos marchando inevitablemente al suicidio colectivo o al
auto exterminio de toda forma de vida. Pero ahora sabemos que tanto la idea de desarrollo, como
de economía, de racionalidad y de ciencia, que ha producido la modernidad es irracional, porque
tiende ella hacia el socavamiento de las condiciones de posibilidad de sí misma y de la vida en cuanto
tal. Por esto es irracional, porque tiende hacia la muerte y no hacia la vida. Es irracional porque no
desarrolla la vida humana en general, sino que produce la destrucción de ella. Estas son las
consecuencias que ha producido 500 años de modernidad.
Por eso decimos que el problema ya no es sólo el capitalismo, sino la racionalidad y cultura de
muerte que ella ha producido, que es la modernidad. Por eso hablamos de la necesidad de producir
y desarrollar otra forma de racionalidad cuya intencionalidad explícita esté orientada a promover y
producir condiciones de tal modo que la producción y reproducción de la vida en general sea
posible. Pero entonces ahora hablamos de una racionalidad de la vida, cuyo contenido sean valores
Ahora entonces podemos hablar de la necesidad de otro tipo de acción racional, pero no con arreglo
a fines específicos en los cuales los sujetos no se hacen cargo ni son responsables por las
consecuencias no previstas en sus cálculos, que es lo que caracteriza a la acción racional medio-fin.
Sino de un tipo de acción racional con arreglo a la producción y reproducción de la vida. Solamente
al interior de esta nueva concepción de acción racional tiene sentido hablar de la idea del Suma
Qamaña. En cambio, si queremos desarrollar esta idea del “vivamos bien” entre nosotros,
presuponiendo la racionalidad moderna, no sólo que vamos a entrar en sendas autocontradicciones
, sino que a la larga se mostrará como imposible. Por eso es que quienes impulsan la idea del Suma
Qamaña siendo paralelamente modernos, o sino impulsando paralelamente políticas extra
activistas, van a entrar en autocontradicción performativa, porque quieren desarrollar esta idea
nueva, en el contexto de las ideas y costumbres que se quieren superar
Podemos querer proteger y cuidar a la naturaleza inclusive considerándola como objeto, cuando
nos damos cuenta de su importancia para la vida, pero seguir concibiéndola como objeto, objeto
importante sí, pero al fin objeto, porque es posible caer en esa posición, la cual sigue siendo
moderna. Por eso no es lo mismo considerar a la naturaleza como naturaleza, que considerarla
como Pachamama. Cuando la concebimos como Pachamama, la naturaleza aparece ahora como
sujeto, pero con una dignidad mayor que la de cualquier ser humano, porque aparece como madre
de todos los seres humanos y no solamente de una cultura o civilización.
Esto es, no basta con cuidarla como cuando se cuida un objeto precioso, sino que también hay que
respetarla como se respeta a la humanidad como sujeto. Esto han hecho y hacen siempre nuestros
pueblos originarios y esto es perfectamente racional, acorde con una racionalidad en la cual la
naturaleza no sólo es fuente de vida, sino también sujeto de vida.
Si esto es así, entonces para relacionarnos con ella, para hablar con ella, tenemos inevitablemente
que recurrir a sus intérpretes y éstos no se encuentran en los países de primer mundo, ni en ninguna
universidad europea o norteamericana, sino que se encuentran en medio de los pueblos que esta
modernidad siempre ha querido negar y para ello les ha puesto nombres despectivos con los cuales
Pero no basta con recuperar la naturaleza como Pachamama, ello apenas es el principio. Recuperar
a la naturaleza como Pachamama es recuperar el horizonte a partir del cual es posible producir y
reproducir una forma de vida acorde con la producción y reproducción de la vida en general. De lo
que se trata ahora es de recuperar nuestra vida, recuperando la vida de la Pachamama. Hacemos
esto no sólo cuando la cuidamos y respetamos a ella, sino que cuando consumimos lo que en el
contexto de esta relación producimos, que es de la reproducción de la vida tanto de ella como de la
nuestra, y esto empieza con la recuperación del sistema de los alimentos con los cuales es posible
producir esta forma de vida que tiende a la reproducción de la vida.
El capitalismo y la modernidad se dieron perfectamente cuenta de ello; por eso, para destruir
nuestro propio sistema de los alimentos, produjeron no sólo su propia forma de alimentación, sino
que ahora se están apropiando sistemáticamente del agua, la tierra y las semillas con las cuales
controlar sistemáticamente la producción de los alimentos modernos (de aquellos que producen
solamente ganancias, pero no vida). Porque cuando los consumimos, consumimos esa forma de
producción, consumimos ese contenido, es decir, esa lógica y forma de vida, o sea la intencionalidad
contenida en esa forma de producción. Dicho de otro modo, cuando consumimos los alimentos de
acuerdo a la lógica capitalista de producción, lo que también consumimos, o sea comemos, es esa
forma de producción, la cual se incorpora en nuestra subjetividad como su contenido. Por eso luego
nuestro consumo incrementa y fomenta la producción capitalista. Cuando sucede esto, es decir,
cuando nuestra subjetividad se alimenta de este contenido, es lógico que desechemos y
despreciemos no solamente la producción de nuestro propio sistema andinoamazónico de los
alimentos, sino también su consumo.
Porque en el alimento no están contenidos solamente los nutrientes, minerales y proteínas propios
de tal o cual alimento, sino que también está contenida la intencionalidad con la cual fueron
producidos esos alimentos por los productores. Esto, aunque no lo vemos en el alimento cuando lo
compramos o consumimos, sin embargo, está contenido en él, y cuando lo consumimos o comemos,
nos comemos también la intencionalidad con la cual fue producido ese alimento. Esto es lo que
sucede con el capitalismo cuando convierte al alimento que sirve para reproducir la vida, en
mercancía que sólo sirve para reproducir el capital. Cuando comemos este alimento-mercancía, lo
que comemos es lo que está contenido en esa mercancía, que es el capitalismo; es decir, cuando
comemos el alimento-mercancía-capitalista, lo que comemos son las relaciones capitalistas de
producción contenidas en esa mercancía-alimento, el cual se transforma luego en contenido de
nuestra subjetividad. Por eso es que, así como el alimento capitalista o moderno nos conduce al
capitalismo o modernidad, así también el alimento andino-amazónico nos conduce hacia esta otra
forma de vida.
Desde los pueblos indígena originarios planteamos una visión, un paradigma totalmente distinto a
lo descrito anteriormente. Para esto, desde la visión aymara, debemos explicar el ayllu que es el
sistema de organización de vida. Ayllu, es un término aymara que se traduce como “comunidad”,
aunque no explica a cabalidad lo que realmente es; por lo tanto debemos ampliar y reconceptualizar
el término “comunidad”.
Para occidente, comunidad, se entiende sólo como “unidad y estructura social”, es decir que los
componentes son sólo humanos. Pero desde la cosmovisión de los pueblos indígena originarios,
comunidad se comprende como “la unidad y estructura de vida”, es decir que el ser humano es sólo
una parte de esta unidad; animales, insectos, plantas, montañas, el aire, el agua, el sol, incluso lo
que no se ve, nuestros ancestros y otros seres son parte de la comunidad. Todo vive y todo es
importante para el equilibrio y la armonía de la vida; la desaparición o el deterioro de una especie
es el deterioro de la vida. Concebimos que somos hijos de la Madre Tierra y del Cosmos
(Pachakaman Pachamaman wawapatanwa).
Por lo tanto, todas las formas de relación en el ayllu deben ser en permanente equilibrio y armonía
con todo, pues cuando se rompe esta regla las consecuencias trágicas son para todos. En el ayllu no
hay lugar para el término “recurso”, ya que, si todo vive, lo que existe son seres y no objetos, y el
ser humano no es el único parámetro de vida ni es el rey de la creación. El principio de occidente
busca dominar la naturaleza, pero desde el principio originario no se busca dominar nada, se busca
relacionamos bajo el principio y la conciencia del ayni34. Tampoco cabe el concepto de explotación
de nada ni de nadie, porque nada ni nadie es útil sólo para uno, ni el propósito de las demás formas
de existencia es sólo el beneficio del ser humano, todo está en una relación complementaria en un
perfecto equilibrio (Ayni).
En consecuencia, todo tiene su importancia; por ejemplo las plantas expelen oxígeno y otros
elementos para todos los seres, los insectos se complementan con las semillas para el fruto, la lluvia
renueva la vida de todos y el sol calienta para todos.
En el Vivir Bien, el ser humano no está por encima de todas las formas de existencia, está al mismo
nivel de ellas; por lo tanto, en la economía complementaria, los beneficios no se circunscriben a la
unidad y estructura social humana, sino que están en función de la unidad y estructura de vida (es
decir, más allá de lo humano). En el Vivir Bien no existen las jerarquías sino las responsabilidades
naturales complementarias.
Economía desde la cosmovisión de los pueblos originarios, y en particular desde la visión aymara es
la forma en que seres humanos y comunidades deciden relacionarse con todas las formas existencia;
animales, insectos, plantas, montañas, ríos, selva, el aire, etc., que de ninguna manera son
“recursos”, sino seres que viven y que se merecen todo respeto. Se relacionan de forma
complementaria y recíproca, decidiendo también qué bienes y servicios se producirán, cómo se
producirán, cómo se distribuirán y redistribuirán entre los miembros de la comunidad social y de
vida (con otras formas de existencia).
Los pueblos originarios parten de la conciencia de que todo está conectado y por su naturaleza todos
tienen un rol complementario y recíproco; por ejemplo, el árbol genera oxígeno y absorbe anhídrido
carbónico, así también, el ser humano es un criador y cultivador por naturaleza, por tanto cuida,
A diferencia de occidente, el principio que orienta la cosmovisión indígena originaria y que define la
forma de relación dentro la comunidad, dice “si uno gana o si uno pierde, todos hemos perdido”.
Por lo tanto, nos dicen los abuelos, la vida no se trata de ganar o de perder se trata de Vivir Bien. El
principio es, por tanto: “que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás, que todos tengan
todo y que a nadie le falte nada”.
Insistimos: la crisis del capitalismo no es coyuntural, es estructural, es una crisis de vida. En las
condiciones del desequilibrio y deterioro de los Estados que generó el capitalismo, ahora hay que
proyectar un nuevo proceso de interacción de los pueblos, bajo la lógica y el horizonte del Vivir Bien.
Desde la visión de los pueblos indígena originarios queremos despertar a una nueva economía
complementaria que no deteriore la vida. Por ejemplo, en la agricultura proyectamos el multicultivo,
que volverá a nutrir a la Madre Tierra, saliendo del monocultivo que la ha deteriorado. Por lo tanto,
esta nueva economía complementaria no se sólo en términos económicos, sino en términos de vida
Existen muchas personas y comunidades que hacen negocios en el horizonte del Vivir Bien, pero se
debe sistematizar una normativa jurídica que permita la lógica comunitaria. El orden jurídico de
enfoque individual establece una estructura jerárquica y estática, induciendo a la extrema
individualidad y a las expresiones jerárquicas inamovibles. Nosotros no queremos eso, sino un
marco jurídico que viabilice la economía comunitaria productiva y que no necesite un cuerpo
jerárquico, sino una estructura equilibrada que permita la gestión comunitaria. Perviven en las
prácticas comunitarias del pueblo aymara, instituciones como el ayni, tampu, tumpa, muyta, etc.,
Tumpa, que es asumir responsabilidades conjuntas y según los ritmos. Surge cuando la comunidad
asume la responsabilidad de cuidar la comunidad permanentemente; tumpa alude también a la
transparencia como el río cristalino, “permitir ver las piedras del fondo”.
Muyt’a, es el proceso circular cíclico de toma de responsabilidades por turno, es decir asumir
responsabilidades rotativamente.
Wajt’a. Las ceremonias son muy importantes porque nos reconectan con la fuerza ancestral, para
realizar e iniciar cualquier actividad productiva, económica, social, etc.
Todas las políticas del Estado, de las regiones, de los municipios, de las comunidades, familiares e
individuales deben ser tomadas bajo el parámetro primero de cuidar la vida. Ninguna decisión debe
afectar la vida, la Pachamama (Madre Tierra).
En el mundo ha comenzado un gran debate sobre este tema porque es una esperanza para resolver
aspectos de relaciones económicas y principalmente de vida. Ahora nos corresponde a nosotros
responder a la vida. Mientras la sociedad moderna se ha construido simplemente en términos
económicos, el concepto comunitario habla de cómo complementarnos con la vida, porque al
destruir el entorno nos destruimos a nosotros mismos. El mundo lo sabe, por eso ahora nos están
Intra-interculturalidad y descolonización
Esto marca dos sentidos de lo intracultural: en primer lugar, una necesaria recuperación,
revalorización, de las culturas indígenas; en segundo lugar, la necesidad de plantear creativamente,
desde el horizonte de cada cultura, nuevas respuestas, nuevas alternativas, en un contexto en el
que la recuperación debe conjugarse con la producción, a partir de la articulación y
complementariedad con las otras culturas, de nuevas respuestas, pero desde un modo reconstituido
de producir esas respuestas.
Tampoco puede decirse que la nueva ley educativa o el nuevo currículo son indigenistas y
parcializados, en el sentido de que están pretendiendo obligar a la mayoría de la población boliviana,
que se considera supuestamente mestiza, según estimaciones muy discutibles, a educarse bajo
principios, valores y contenidos de las culturas indígenas que no le son pertinentes ni le son útiles.
Esto, otra vez, evidencia la ausencia, sin inhibiciones, de un diagnóstico de la colonialidad vigente
en la realidad boliviana y de la consiguiente exigencia política de transformación.
Sin embargo, este énfasis estratégico y coherente con el contexto de la educación intracultural, en
la recuperación de las culturas indígenas, no quiere decir que la educación intracultural no incumba
a los sectores urbanos y, especialmente, a los que no se identifican como pertenecientes a los
pueblos indígenas.
La intraculturalidad en el contexto urbano implica, en primer lugar, la crítica radical del mestizaje
como identidad, lo que puede desembocar finalmente en un trabajo de recuperación de las culturas
indígenas originarias por parte de quienes debido a las fuerzas de la colonialidad se apartaron o
fueron apartados por sus padres de la experiencia de sus culturas. En segundo lugar, plantea un
nivel, para quienes no se consideran indígenas, de recuperación crítica de lo intracultural en los
términos propiamente de la cultura occidental, esto es un trabajo de profundización en las raíces y
aspectos críticos y emancipativos de dicho horizonte.
Finalmente, hay otro punto que no aparece en el libro de la autora, pero que considero fundamental
en el tema de la intraculturalidad en la educación. Tiene que ver con la cuestión del modo de
recuperación de la cultura propia. Esto significa que no puede recuperarse la cultura de un modo
estático, lo que tiene que ver con el tipo de relación con la cultura que tenemos. La ciencia, en el
horizonte moderno, ha hecho que se tenga una relación objetivada con la cultura; esto significa que
la relación es supuestamente exterior a la cultura misma, como si se estuviera describiendo algo
que está fuera de sí. Esto tiene la consecuencia de generar un afán descriptivo, taxonómico,
objetivizador de la cultura, lo que repercute en la forma como se presenta la cultura en la
educación, como contenidos, como información.
Esto tiene consecuencias en la cuestión de la recuperación de la cultura. Una cosa sería recuperar
lo objetivado, es decir, lo que se puede describir por fuera de la experiencia, la apariencia de una
cultura, que son aspectos que han quedado de cierto modo estáticos y folclorizados, en el sentido
de que son productos de un momento anterior de la cultura. Recuperar eso es un afán sobre todo
museístico, es decir, no tanto un sentido de recuperación de algo que se quiere actualizar,
reproducir, sino como algo que se quiere sólo conservar considerando que ya no es válido para el
presente.
Otra cosa es hablar de una recuperación de un modo de relación, antes que de un contenido, del
modo de producir algo antes del objeto producido. Lo que queremos decir es que hay que hacer el
esfuerzo de recuperar el modo de producir respuestas, más que las respuestas mismas por más
buenas que hayan podido ser. Esto es problemático, pero es una exigencia estricta de la
recuperación descolonizadora de lo intracultural. Lo otro sería contentarse sólo en la recuperación
Con esto tiene que ver la exigencia del nuevo currículo de producir conocimiento desde la cultura y
la lengua propias, es decir, no sólo de recuperar los conocimientos, saberes y prácticas, sino también
de producirlos.
1. ¿ Qué es un campo?
Los Campos de Saberes y Conocimientos constituyen una categoría distinta a la forma disciplinar de
organizar los contenidos; es una categoría ordenadora y articuladora de las áreas y contenidos de
un modo no fragmentario. Busca establecer vínculos y lazos entre los conocimientos disciplinares
para evitar que éstos mantengan su condición fragmentaria y especializada que ha caracterizado a
la educación moderna.
Cuando decimos que es una categoría nos referimos a que es un constructo producido por la
exigencia de organizar los conocimientos no fragmentariamente; por lo tanto, no son recortes de la
realidad objetiva, no es que cada campo exprese una parcela de la realidad y su articulación se deba
Hay que enfatizar que los campos surgen como exigencias. Es decir, que no se ha buscado la manera
más lógica de organizar los conocimientos, sino se ha identificado las exigencias en la realidad
boliviana del presente que permitan aglutinar un conjunto de áreas con esos sentidos.
Existen, por tanto, criterios que justifican la agrupación y la organización de determinadas áreas de
saberes y conocimientos dentro de cada campo y esto obedece a consensos previos ya definidos
por afinidades propias de las especialidades y también a exigencias históricas que justifican la
incorporación de algunas de éstas en algunos Campos. Esto depende también de criterios
estratégicos concretos
Pero hay una diferencia sustancial con respecto a la complejidad, pues la propuesta de los campos
de saberes y conocimientos ha tenido su origen en la cosmovisión de los pueblos indígena
originarios, en su concepción integral y holística de la realidad. Esta propuesta incorpora las cuatro
dimensiones de la formación del ser humano integral, convertidas, en sus interrelaciones, en
campos en función de los usos concretos y comunitarios de las áreas para resolver problemas o
necesidades de la vida.
A partir de los campos tenemos una perspectiva más integral de los conocimientos, comprendemos
las conexiones que nuestros conocimientos tienen entre sí, aprendemos a tener una nueva
perspectiva de los conocimientos, aprendemos a relacionarlos entre sí con un sentido concreto y
práctico, y nos abrimos a una perspectiva holística del conocimiento. Por tanto, podemos
comprender no sólo la utilidad de los conocimientos sino también podemos afrontar de otra forma
los daños colaterales que puede tener la producción de conocimientos fragmentarios. Esta
perspectiva de los conocimientos bajo la categoría organizadora de los Campos de Saberes y
La estructura curricular plantea cuatro campos de saberes y conocimientos. Cada uno contiene en
su interior determinados “criterios ordenadores” que son los que orientan el sentido de la
articulación de los conocimientos disciplinares. El campo Vida Tierra Territorio ordena los
conocimientos en función de la recuperación del sentido de la vida y la orientación hacia una
relación armónica y complementaria con la naturaleza evitando la tendencia destructiva del actual
modo de vida capitalista globalizado. El campo Ciencia, tecnología y producción está orientado a
que las disciplinas rompan la dependencia económica de nuestro país intentando adaptar, potenciar
y producir tecnologías propias y usos aplicados desde nuestra realidad. El campo Comunidad y
El escenario actual muestra una sociedad capitalista globalizada con un alto grado de desequilibrio
ecológico por efecto de la intervención humana que se manifiesta en una explotación indiscriminada
de los recursos naturales, la mercantilización y “cosificación” de todo, el aumento de la pobreza, el
calentamiento global y otros. Esta realidad demanda superar la visión antropocéntrica, que en el
marco de la centralidad del capital ha sido causante de los problemas anteriormente mencionados.
En este sentido, es pertinente partir de una cosmovisión biocéntrica, que asume como criterio
central a la reproducción y desarrollo de la vida en general.
Así surge Vida Tierra Territorio como el Campo de Saberes y Conocimientos que concretiza procesos
educativos organizando los saberes y conocimientos sobre la naturaleza alrededor de este criterio
fundamental de reproducción y desarrollo de la vida, no sólo de los seres humanos sino de todas las
formas de vida. Un campo que permita comprender y practicar la interdependencia de la vida de
los seres humanos, de la madre tierra y el cosmos, orientando el desarrollo de los conocimientos de
los fenómenos naturales como maneras de contener esas la destrucción de la naturaleza derivada
de la lógica económica del capitalismo.
El Campo Vida Tierra Territorio en la nueva organización e integración curricular se fortalece con la
inclusión de la Geografía, esto por correspondencia y pertinencia directa, porque la Geografía
estudia específicamente la tierra y el territorio, ya que la vida social comunitaria de los seres se
despliega en este espacio. Por esta razón estos tres elementos vitales y sociológicos sustentan al
Campo y permiten su relación con los otros Campos de Saberes y Conocimientos.
En esta dinámica, Vida Tierra Territorio tiene como componente al área de Ciencias Naturales, la
misma que integra a la Biología, Geografía, Física y Química, que de manera compleja propician el
desarrollo de saberes y conocimientos necesarios para la comprensión y significación de la relación
entre la Madre Tierra y los Seres Humanos.
Esto significó que en el ámbito del desarrollo técnico y tecnológico existieran muchas debilidades
en la formación que se daba a los estudiantes. Sobre todo, porque áreas tan importantes como la
Matemática fueron enseñadas de modo teórico y memorístico desligadas de la práctica y de su
posible uso en la vida cotidiana. Por ello, los estudiantes tenían una formación muy débil en esta
área lo que luego les obligaba a elegir un área humanística, como derecho.
En este marco, el Campo Ciencia, Tecnología y Producción surge como un espacio curricular que
organiza saberes y conocimientos de los procesos productivos, en particular formando en
capacidades técnicas tecnológicas en varios ámbitos dependiendo de las necesidades de la vida
local, tomando en cuenta las potencialidades de cada región. Desarrolla actividades perfilando la
formación en el uso de máquinas, herramientas, instrumentos y técnicas de producción, cuidando
y preservando el equilibrio de cada ecosistema.
Por sus características, el Campo está orientado a generar, desarrollar o innovar técnicas y
tecnologías pertinentes a cada realidad, recuperando las tecnologías ancestrales como articulando
Comunidad y Sociedad es el Campo de Saberes y Conocimientos que surge como una respuesta a la
necesidad y demanda de recuperar desde la educación el sentido comunitario de la vida, practicado
en los pueblos indígena originarios y las organizaciones sociales, donde la comunidad amplía las
reducidas formas de existencia del ser humano en la sociedad capitalista globalizada bajo un
individualismo asfixiante, hacia formas de vida más relacionales con el todo de manera armónica y
dialógica1 , a través de la práctica y el fortalecimiento de valores sociocomunitarios que posibiliten
la descolonización de la formación humanística y de las artes.
El Campo está conformado por áreas que están orientadas a emprender acciones dialógicas a través
de una comprensión holística del mundo; por ello, Comunicación y Lenguajes trabaja la
comunicación, las lenguas y los lenguajes en el empleo de las lenguas oficiales reconocidas por el
Estado, así como la recuperación y fortalecimiento de la riqueza cultural y literaria de los pueblos.
Las Ciencias Sociales promueven el análisis crítico de la realidad boliviana articulando, reelaborando
y produciendo conocimientos pertinentes. Las ciencias sociales no deben servir sólo para describir
y estudiar la realidad boliviana, sino fundamentalmente para transformarla, fortaleciendo las
identidades culturales de la plurinacionalidad, desarrollando procesos de autodeterminación y
despatriarcalización como parte de la descolonización.
Las Artes Plásticas y Visuales fortalecen las habilidades y destrezas creativas espaciales, la expresión
plástica y estética que reflejan y recrean las formas naturales y fenómenos socioculturales, como
medio de manifestación y comunicación de vivencias, pensamientos, sentimientos e ideas para una
convivencia armónica.
La Educación Musical desarrolla habilidades y destrezas creativas valorando las culturas musicales
de los pueblos indígena originarios y del mundo, donde la música es un elemento vital y fundamental
en la comunidad (celebraciones, actividades agrícolas, funerarias, curaciones, ritos y otros); además,
se posesiona como medio de comunicación directa de los sentimientos, emociones personales y
comunitarias. Asimismo, tiene una función educativa importante para el desarrollo de la intuición,
el fortalecimiento de los valores y la constitución de la identidad.
El área Cosmovisiones y Filosofía recupera el estudio de diversas tradiciones filosóficas del mundo
para facilitar el reconocimiento, interpretación y comprensión del Cosmos desde diversas lógicas de
pensamiento, generando las condiciones para el fortalecimiento del pensamiento dialógico y el
desarrollo de pensamiento filosófico propio.
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