Cuando El Cielo Invade La Tierra.

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SONDEANDO LAS PROFUNDIDADES III

Ensayo del libro “Cuando el cielo invade la tierra”


Autor del libro: Bill Johnson
Alumna: Lucia Alejandra Vargas Alarcón

Hay muchos “me gusta” en este libro de cuando el cielo invade la tierra, a decir verdad, este
libro me reta a cambiar mi manera de pensar acerca de cómo trabajamos para el Reino de
Dios, y es que comprendí que el Reino de Dios es moverse siempre en un ámbito
“sobrenatural”.
El autor comienza explicando como para ellos, en su iglesia, los milagros de sanidad se
habían vuelto tan comunes, que una enfermedad mortal parecía más un milagro en potencia
que algo que causará temor y, a decir verdad, para mí siempre es mejor que los casos difíciles
se envíen con Pastora Liz Garvey. Pero he comprendido perfectamente que la verdadera falta
de milagros no es la voluntad de Dios para nosotros, necesitamos ser renovados y
transformados en nuestra mente y eso, es solo posible por la obra del Espíritu Santo y eso por
lo regular se produce, en personas que están desesperadas.
Nuestro mandato es simple: “levantar una generación que pueda mostrar abiertamente el
poder desnudo de Dios”, de esto trata el libro: La búsqueda del Rey, y de su Reino
Jesús se convirtió en el modelo de todos los que van a aceptar la invitación de invadir lo
imposible en Su nombre. Hizo milagros, prodigios y señales, como un hombre que estaba en
una relación correcta con Dios. Nosotros tenemos la responsabilidad de imitar su estilo de
vida.
Descubrir la comisión original de Dios y su propósito para la humanidad nos ayuda a reforzar
nuestra resolución de vivir una vida destinada a cambiar la historia. “Nacimos para gobernar”
El plan original en la creación nunca se canceló, se completó de una vez y para siempre en la
resurrección y la ascensión de Jesús. Nacimos para gobernar sobre la creación, sobre las
tinieblas, para saquear al infierno y establecer el gobierno de Jesús dondequiera que vayamos
predicando el evangelio del Reino.
El evangelio de Salvación debe tocar al hombre en su totalidad: espíritu, cuerpo y alma,
“salvación triuna”. Jesús destruyó el poder del pecado, la enfermedad, y la pobreza por medio
de su obra redentora en la cruz, a través de este nuevo pacto nos fueron dadas las llaves del
Reino, la autoridad para aplastar a todos los poderes del infierno. Este principio tiene una
aplicación única en la frase “la llave de David” Todo lo que el Padre tiene es nuestro en Cristo
Jesús. Todos sus recursos están a nuestra disposición para que cumplamos con su comisión.
Es hora de que nuestra visión revolucione, esta visión comienza con identidad y propósito,

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revolucionando nuestro pensamiento, podemos pensar con un propósito divino. “La mente
renovada es consecuencia de un corazón entregado”
Si no cambiamos nuestra forma de pensar, nunca veremos el mundo que justo está delante
de nosotros, el elemento central del arrepentimiento es cambiar nuestra manera de pensar,
hasta que la presencia de su reino llene nuestra conciencia. Tal conciencia nos ayuda a ser
colaboradores de Cristo y destruir las obras del diablo.
La vida cristiana ha sido dirigida hacia esa meta verbalizada en la oración modelo del
Señor… venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Su dominio se
concreta cuando lo que sucede aquí es “como en el cielo”. El Reino llega en la presencia
del Espíritu de Dios y la Fe es la clave para descubrir la naturaleza superior del ámbito de lo
invisible, es el “don de Dios” interior que debemos descubrir. La fe nunca tuvo como único
propósito “hacernos entrar en la familia”, más bien, es la naturaleza de la vida en esta familia.
La fe ve, todos los recursos del Padre están a nuestro alcance por medio de la fe.
La fe vive dentro de la voluntad de Dios, mientras que la incredulidad está anclada solo en lo
visible o razonable fuera de Dios, la incredulidad es fe en lo inferior. La fe verdadera no es
vivir negando el ámbito sobrenatural, la fe nace del Espíritu en los corazones de los seres
humanos. Cuando sometemos la mente del hombre a las cosas de Dios, tenemos fe y una
mente renovada. “La mente es maravillosa sierva, pero como ama es terrible”. El cielo se
mueve sobre la base de la fe, la fe es la moneda corriente en el cielo.
El mandato que más se repite en la biblia “no temas”, el temor ataca la base de nuestra
relación con Dios: la fe. El temor es fe en el diablo, el temor y la fe no pueden coexistir.
Tenemos todo el poder del cielo detrás de nosotros, pero es la fe la que conecta lo que está
disponible con nosotros con las circunstancias que vivimos. La fe toma lo que está a nuestro
alcance y lo hace real.
No está mal tratar de aumentar nuestra fe, eso es un derecho del creyente, pero aprender a
orar es la tarea que tenemos por delante, es lo único que los discípulos le pidieron a Jesús
que les enseñara. El modelo de Jesús revela las únicas dos verdaderas prioridades de la
oración: primero intimidad con dios, expresada en la adoración “santificado sea tu nombre”.
Segundo, traer su Reino a la tierra, estableciendo su dominio sobre las necesidades de la
humanidad: “venga tu Reino”.
La alabanza y la adoración son las actividades fundamentales del cielo, así debe ser para el
creyente aquí en la tierra. “Cuanto más vivamos como ciudadanos del cielo, más las
actividades del cielo impregnaran nuestro estilo de vida.
“Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”
Si existe en el cielo, debe ser manifestado en la tierra. Cuando un creyente ora de acuerdo
con la voluntad revelada de dios, la fe es especifica y tiene un objetivo concreto.

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La gran comisión no se ha cumplido gracias a nuestros vastos recursos de dinero y personal,
para ver los resultados que Jesús obtenía debemos acudir a quien Jesús recurrió: “el Espíritu
Santo”. El bautizo del Espíritu Santo nos acerca a un estilo de vida. La salvación no era la
meta final de la venida de Cristo. Era la meta inmediata; la marca en la pista. Si no se lograba
la redención, no había esperanza para la meta final, que era llenar a cada persona nacida de
nuevo con el Espíritu Santo. El deseo de dios es que el creyente desborde del espíritu, que
estemos “llenos de la plenitud de Dios”. El bautismo del Espíritu Santo pone a nuestro alcance
un estilo de vida sobrenatural.
El Espíritu Santo hace cumplir el señorío de Jesús, marcando su territorio con libertad. El
dominio del rey se hace evidente por medio de su obra. Quienes aprenden a trabajar con el
Espíritu Santo hacen que la realidad de su mundo colisione con los poderes de las tinieblas
que tienen influencia sobre una persona o situación. Cuanto mayor es la manifestación de la
presencia del Espíritu Santo, más rápido es la victoria. Quienes descubren el valor de su
presencia tienen acceso a una intimidad con Dios que nunca hubieran soñado posible, de esta
relación brota un ministerio de poder que antes solo era de fantasía. Lo incomprensible se
hace posible porque Él está con nosotros. “estaré contigo” es una promesa que Dios hizo a
todos sus siervos. La promesa llega cuando Dios nos requiere algo que es humanamente
imposible, es la presencia de Dios la que nos relaciona con lo imposible. Los creyentes
tenemos el Espíritu Santo, Él es nuestro común denominador, que siempre nos guiará a la
verdad.
El Espíritu Santo es el agente invasor del cielo. Fue el ministerio con el poder del Espíritu
Santo el que hizo que la gente abandonará todo para seguir a Jesús. La unción del Espíritu
Santo cambia para siempre la vida de los humildes, pero también era el ministerio con el
poder del Espíritu Santo el que ofendía de gran manera a los orgullosos, y el que causó la
crucifixión de Jesús.
Dios es nuestro Padre, y heredamos su código genético, todo creyente tiene escrito en su
ADN espiritual el deseo de lo sobrenatural. Es nuestro sentido de destino predeterminado. El
espíritu de anticristo obra hoy, tratando de influir sobre los creyentes para que rechacen todo
lo que tiene que ver con la unción del Espíritu santo, ese rechazo adopta muchas formas
religiosas, pero, básicamente se resume en esto: rechazamos lo que no podemos controlar,
ese espíritu ha trabajado para reducir el evangelio a un mero mensaje intelectual, más que un
encuentro sobrenatural con Dios. El espíritu del anticristo ha dado a los espíritus religiosos, un
espíritu religioso es una presencia demoniaca que trabaja para que cambiemos el modo de
ser guiados por el Espíritu Santo, por la guía de nuestro intelecto.

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El espíritu del anticristo tiene una meta para la iglesia: que acepte a Jesús sin la unción. Sin la
unción, Jesús es una figura religiosa segura, que no va a desafiarnos ni ofendernos. Cada vez
que seguimos la guía del Espíritu Santo, estamos desafiando al espíritu del anticristo.
Sí el Espíritu Santo es el que está detrás de la enseñanza, ¿Qué clase de enseñanza nos da
Jesús para este ministerio en particular? Jesús es el maestro modelo, nunca separaba su
enseñanza de sus obras. Él es el modelo de este don. La Palabra revelada de Dios,
declarada por los labios de un maestro ungido, deberían de producir demostraciones de
poder. Los maestros de la Biblia deben instruir para explicar lo que acaban de hacer o están
por hacer. Quienes limitan a las palabras, limitan su don y pueden llevar a los creyentes al
orgullo, aumentando su conocimiento sin aumentar su conciencia de la presencia y el poder
de Dios.
La misión del cielo es infiltrar sus realidades en la tierra. Toda enseñanza debe llevarnos a ese
fin, ya que la capacitación, en el Reino, no carece de propósito, somos capacitados para
administrar el negocio de la familia.
Cuando Jesús fue bautizado en agua, el profeta Juan declaró que “Él era el cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo”. El Espíritu Santo vino sobre Jesús y lo revistió con poder,
capacitándolo para cumplir su propósito. Entonces el Padre habló desde el cielo, diciendo
“Este es mi hijo muy amado; estoy muy complacido con Él”, así como en la tradición judía
donde el padre presentaba a su hijo en la plaza pública para darle autoridad para continuar
con sus negocios, de la misma manera el Padre como el Espíritu Santo afirmaron que el
propósito principal que había adoptado el Hijo de Dios era revelar y continuar con los negocios
de su Padre.
Tenemos el privilegio de redescubrir el propósito original de Dios para su pueblo. Los que lo
anhelamos, debemos buscarlo con toda el alma, de la siguiente manera:
1. Orar
2. Estudiar
3. Leer
4. Imponer las manos
5. Relacionarse
6. Obedecer
Jesús dijo: “como el Padre me envío, yo los envió a ustedes”. El hizo las obras del Padre y
luego nos pasó la encomienda a nosotros.
Todo cristiano debe considerar tener un carácter integro que nos permite hacer solidas
contribuciones a nuestra sociedad, todo creyente debe ser respetado… pero hay algo más “el
poder es lo que revoluciona al mundo”. Juntos: la integridad y el poder, nos llevan a lo que
verdaderamente importa: “la obediencia”.

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Un carácter como el de Cristo nunca puede desarrollarse en plenitud si no servimos bajo la
unción. Un ministerio ungido nos pone en contacto con el poder necesario para una
transformación personal.
Muchos creen que el poder de Dios existe solamente para ayudarlos a vencer el pecado, este
punto de vista está muy por debajo de lo que el Padre quiere: que testifiquemos del poder de
otro mundo. Tan grande era la necesidad de los apóstoles para convertirse en testigos que no
podían salir de Jerusalén hasta que lo recibieron.
El mandato “no contristas al Espíritu Santo”, explica como nuestro pecado afecta a Dios, este
mandato apunta a la integridad de carácter, el pecado nos aparta del carácter de Cristo y
entristece y agravia al Espíritu Santo. Tenemos el mandato de no apagar el Espíritu, este
mandato apunta a la necesidad de seguir la guía del Espíritu Santo. Si él se mueve en nuestra
vida con libertad, constantemente estaremos involucrados en cosas imposibles. Lo
sobrenatural es el ámbito natural para Él. Cuanto más importante de vuelva el Espíritu Santo
para nosotros, mas importante serán estos asuntos en nuestro corazón. En algún punto,
debemos creer en un Dios que es suficientemente grande como para mantenernos a salvo
mientras buscamos más de Él.
La pasión bíblica es una misteriosa mezcla de humildad, hambre sobrenatural y fe. Jesús
sanó a todos los que se acercaron a Él, aceptar cualquier otra medida es rebaje la biblia al
nivel de nuestra experiencia y negar la naturaleza de Aquel que no cambia. En cuanto al
ministerio de poder, lo que recibo de Dios debo darlo, solo podemos conservar aquello
que damos.
Jesús dijo que debemos recibir el Reino como un niño. La vida de poder está en su ámbito
natural en el corazón de un niño, un niño tiene un apetito insaciable de aprender.
Sin duda, andar con Dios en poder les costará algo a todos los que siguen ese mandato.
¡Pero la ausencia de poder es más costosa! Una iglesia sin poder es mucho más costosa en
lo que a sufrimiento humano y almas perdidas concierne. Durante un avivamiento el
infierno es saqueado y el cielo se llena. Sin avivamiento el infierno se llena … y punto.
Las señales de Dios:
1. Revelan la naturaleza de Dios
2. Exponen el pecado y fuerzan a las personas a tomar una decisión
3. Dan valor
4. Lo sobrenatural es la clave para las ciudades pecadoras del mundo.
5. Los milagros revelan la Gloria de Dios
6. Motivan a las personas a dar Gloria a Dios
7. En sí mismas, dan Gloria a Dios
8. Son una fuerza unificadora para las generaciones.
9. Confirman quien es Jesús

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10. Hacen que la gente preste atención a la voz de Dios.
11. Hacen que la gente obedezca a Dios.
12. Convalidan tanto la identidad del Hijo de Dios como la de su iglesia.
Para recibir poder bautismo del Espíritu Santo es una inmersión en el dunamis (poder) del
cielo. Este maravilloso bautismo en el Espíritu nos ha dado el acceso, pero solo eso, el
acceso, estar llenos es la planitud que hace que un vaso no solo este lleno, si no que se
desborde. La plenitud debería ser algo más que darnos un idioma sobrenatural, pero su
propósito nos lleva más allá; a una relación divina en la que llegamos a ser colaboradores con
Cristo, el poder vino a hacernos testigos.
La promesa del pacto de Dios “estaré contigo”, en esta promesa no hay duda de que la
presencia de Dios es lo que nos da gran consuelo y paz, está promesa fue prometida a sus
elegidos para darles seguridad al enfrentar las circunstancias cuando estas no son del todo
favorables. Es el gran tesoro de la humanidad. Sabemos que esa promesa es dada a todos
los que invocamos el nombre del Señor para salvación, pero la diferencia de sentir su
presencia es movernos en la comunión con el Espíritu Santo durante todo el día, puesto que
Él siente nuestras palabras, actitudes y actividades, la idea de contristarlo lo entristece
profundamente. Su pasión es darle a Él la preeminencia en todo momento. Esta pasión lleva
al creyente a una vida sobrenatural: una vida con el espíritu santo que actúa
constantemente a través de él.
La unción nos equipa para llevar al mundo a un encuentro con Dios. Ese encuentro es algo
que le debemos, por ese motivo, todo evangelista dedicado debe clamar por una mayor
unción, todo creyente debe clamar por lo mismo. Cuando ministramos en la unción, estamos
dando concretamente la presencia de Dios, la impartimos a otros. Él nos ha hecho
administradores de la presencia de Dios. El espíritu de dios se mueve sobre nosotros y nos
convierte en colaboradores de Cristo.
Las obras de satanás no deben impresionarnos, ni siquiera concentrarnos en ellas, nosotros
somos “cielo abierto” a donde llegamos, somos la puerta al cielo, la escalera que ofrece una
actividad angelical según la necesidad del momento. Esto no aplica para unos pocos
escogidos, todo lo contrario: esta revelación es sobre la casa de Dios y los principios de la
casa aplican a todos los creyentes. Con un cielo abierto me convierto en un vehículo en
manos de Dios para hacer los recursos del cielo sobre las calamidades de la humanidad. Dios
delega, él ha permitido que su creación disfrute del privilegio de servir en su Reino.
Las manifestaciones de Dios pueden ser ofensivas para la mente de muchos, pero son
ilimitadas y simples indicadores de la presencia y el propósito de Dios.
El Espíritu santo fue enviado específicamente con ese propósito; que podamos llegar a “ser
conforme a la plena estatura de Cristo”, el espíritu Santo vino con la misión suprema en el
momento justo, el Espíritu Santo, nos consuela, nos da dones, nos recuerda lo que Jesús dijo

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y nos reviste de poder, pero todo eso lo hace para hacernos como Jesús, esa es su misión
fundamental.
La vida cristiana nos encuentra en la cruz, si no gracias a la cruz. Es el poder de la
resurrección de Cristo el que da energía al creyente. En la cruz la sangre del cordero fue
derramada para limpiar el poder y la presencia del pecado en nuestras vidas, ¡no tenemos
nada sin la cruz! Pero la cruz no es el fin; es el principio, la entrada a la vida cristiana.
“La gran mayoría del mundo cristiano todavía está llorando al pie de la cruz. La
conciencia humana esta fija en el Cristo que murió, no en el Cristo que vive. Las
personas miran al redentor que fue, no al redentor que es.
Muchos han mal entendido “llevar la cruz”, siguen a Jesús en una vida de autonegación, pero
no en una vida de poder. Solo para crucificar su naturaleza pecaminosa adoptando un
quebrantamiento sin gozo como evidencia de la cruz. Pero debemos de seguirlo hasta el fin
en un estilo de vida dotado de poder por la resurrección. Casi todas las religiones tienen
una copia del “camino a la cruz”, la negación del yo, la humillación del yo, son fácilmente
copiadas por las sectas del mundo. La religión no puede copiar la vida de la resurrección
con su victoria sobre el pecado y el infierno. Quien abraza una cruz inferior
constantemente está lleno de introspección y sufrimientos autoinfligidos.
El autor menciona que cree que, en su mayor parte, la gente adopta ese camino falso de la
cruz, porque no requiere fe, es fácil ver nuestras debilidades, nuestra propensión al pecado y
nuestra incapacidad de ser como Jesús, confesar esta verdad no requiere fe en lo más
mínimo. Necesitamos ser osados, y esa osadía no consiste en promover la arrogancia ni la
soberbia ¿Pero no honraríamos más a Dios si creyéramos que realmente hizo las cosas
suficientemente bien al salvarnos y que realmente somos salvos? Jesús pago el precio más
alto para que pudiéramos cambiar nuestra identidad. La osadía que necesitamos no es
autosuficiencia, sino la confianza de que el Padre tiene en la obra de su Hijo en nosotros. Ya
no es cuestión de cielo o infierno, ya es cuestión de cuanto pensamiento infernal entra en
nuestra mente celestial.
La revelación de Jesús en su estado glorificado tiene, al menos, cuatro características
extraordinarias que afectan directamente la próxima transformación de la iglesia y que
debemos adoptar:

 Gloria. Esta es la presencia manifiesta de Jesús.


 Poder. Ser “como Él es”. Implica ser una expresión constante de poder.
 Triunfo. Jesús venció todas las cosas: el poder del infierno, el sepulcro, el pecado y el
diablo.
 Santidad. Jesús es perfectamente Santo, separado de todo lo que es malo, para todo
lo que es bueno.

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Pocas cosas hay que superan nuestra capacidad de comprensión, como la frase “como Él es,
así somos nosotros en este mundo” tenemos la posibilidad de elegir una identidad que
establece la seguridad de carácter necesaria para acometer la guerra espiritual.
La gran comisión me pone en la ofensiva, no solo en la defensiva para contrarrestar los
planes del enemigo, aunque parezca tonto es lo que muchas veces hacemos en la iglesia, el
enemigo revela sus planes para ponernos a la defensiva, actuamos como si satanás nos
hubiera mordido, dejemos esas tonterías. Nosotros tenemos el balón del juego. El poder
potencial superior de esta generación no tiene nada que ver con que nosotros seamos
buenos, pero si tiene todo que ver con el plan del Maestro que nos ubicó en este punto de la
historia para ser la peor pesadilla del diablo.
La guerra espiritual es inevitable. No tener en cuenta esta verdad no la hace desaparecer. Por
lo tanto, debemos aprender a batallar con autoridad sobrenatural. Nacimos en guerra. No hay
descansos ni vacaciones, ni licencias. El lugar más seguro para estar es el centro de la
voluntad de Dios, el lugar de profunda intimidad con Él. No solo es el lugar más seguro, sino
el más gozoso para cada creyente.
El avivamiento es central para el mensaje del Reino, ya que en él vemos más claramente
como es el dominio de Dios y como debe afectar a la sociedad. El avivamiento, es en su mejor
forma “venga tu Reino”. En una palabra, el avivamiento es una demostración de la vida
cristiana normal.
Nuestro deseo (dado por dios) de un avivamiento debe hacernos sentir tan desesperados que
podamos reconocerlo cuando Él llegue. No podemos cambiar verdaderamente la historia
hasta que no estemos dispuestos a ensuciarnos las manos. Y esto lo hacemos cuando
aceptamos sin reservas el llamado a infiltrarnos en el sistema de Babilonia en que vivimos.
Sin una revelación de lo que Dios desea hacer con su Iglesia, no podemos avanzar con una fe
vencedora. Cuando la meta principal de nuestra fe es mantenernos a salvo del demonio,
nuestra fe es menos de lo que Dios espera. Jesús tiene en mente mucho más para nosotros
que simplemente sobrevivir. Estamos destinados a vencer. Cada conversión es un
saqueo al infierno, cada milagro destruye las obras del diablo. Cada encuentro con Dios
es una invasión del todo poderoso a nuestra desesperante situación. Ese es nuestro
gozo.
Para infiltrarse en el sistema se necesita tanto pureza como poder. La pureza se ve en el
carácter de los hombres y mujeres que demuestran su lealtad y perdón más allá de lo
considerado razonable. Para ser efectivos como levadura en “el reino babilónico” debemos
desear con el corazón que a otros tengan éxito, aunque exista pecado y muerte, expresar
lealtad y amor es la clave para tocar el corazón de la persona.
La integridad personal es la columna vertebral de toda vida y todo ministerio, y nuestra
credibilidad se funda en ella. Podemos tener dones en abundancia, pero si no se puede

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confiar en nosotros, el oído hará oídos sordos a nuestro mensaje. La integridad es santidad,
y la santidad es la naturaleza de Dios. Entregarnos al Espíritu Santo es vital para ser
íntegros.
Considero que lo que Dios ha planeado para su iglesia es estos tiempos es más grande que
cualquier cosa que podamos pedir o imaginar. He comprendido en la lectura de este libro que
en TODO MOMENTO Y EN TODA SITUACIÓN, NECESITAMOS LA AYUDA DEL ESPIRITU
SANTO para aprender sobre los misterios de la iglesia y el Reino de Dios, sin Él nunca
podremos hacerlo.
Movernos en la plenitud de Dios y con ayuda de los dones del Espíritu Santo hará que
seamos colaboradores de la “Iglesia gloriosa que viene” de la que habla el autor, pero aún,
por la que Jesús se entregó y espera retornar para encontrarla trabajando, y sin mancha.
Como esa esposa sin mancha y sin arruga, esa iglesia radiante, santa e intachable.
Comencemos con las mayores obras, “venga tu reino, hágase su voluntad en la tierra
como en el cielo”.

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