Sobre Bernanos
Sobre Bernanos
en su tarea periodstica, de polemista y de novelista. Una voz de bronce que fascinaba a sus interlocutores tanto como su poderoso cuerpo y su rostro macizo, sombro, pero iluminado por una mirada sorprendentemente clara que se posaba sin benevolencia sobre los hombres y el mundo. Era la mirada de un visionario o acaso la de un profeta de las desgracias venideras? Bernanos, que muri hace cincuenta aos (el 5 de julio de 1948), pertenece a la corriente de escritores catlicos franceses del siglo XX que, de Len Bloy (18461917) a Paul Claudel (1868-1955) y Franois Mauriac (1885-1970), exploraron la maldad y la decadencia del hombre, as como las posibilidades para la salvacin del alma. En su universo, marcado por la desesperacin de un destino truncado y de una inocencia mutilada, el Mal se reencarna en los seres ms srdidos y la Condenacin, omnipresente, tiene el peso de una fatalidad implacable que juzga y castiga. Bernanos, nacido en Pars en 1888 en el seno de una familia de artesanos de generacin en generacin, estuvo immerso desde su infancia en un ambiente tradicionalista, monrquico, antiparlamentario y antirrepublicano. Comparti el antisemitismo de una Francia conservadora que se alz a finales de siglo, durante el caso Dreyfus, contra la otra Francia, laica y progresista, si bien en los aos treinta denunciara la repugnante monstruosidad del racismo nazi. Siendo an estudiante de Derecho y de Letras, se uni desde su creacin a principios de siglo al movimiento monrquico de Charles Maurras, Action franaise. Desfil entre los Camelots du roi, con un bastn emplomado y un sombrero hongo lleno de papel, provocando en el Barrio Latino de Pars a los partidarios de esa repblica burguesa y materialista que haba expulsado a Dios de las escuelas y de la vida pblica La polica carg contra los manifestantes y se lleg a detener al joven Bernanos, nacionalista exaltado, de lo que hara alarde toda su vida. Esta insumisin se dirigi primero hacia su familia poltica. Tras la victoria de 1918, en la que particip, se retir de Action franaise. No por haber descubierto las virtudes de la repblica, ni porque su trabajo de inspector de seguros -que desempe para satisfacer las necesidades de sus seis hijos- le obligase a alejarse de la vida poltica, sino porque la formacin realista haba perdido para l el impulso revolucionario que lo anim, al rebajarse a aceptar las reglas de la democracia popular y presentarse a las elecciones. Sigui defendiendo a Action franaise en 1926, cuando fue condenada por el papa Po XI, pero su expulsin de las filas monrquicas fue el resultado lgico de las discrepancias, cada vez ms profundas, entre l y Maurras. El eterno anatematizador Sus relaciones empeoraron a raz de su breve colaboracin con el peridico Le Figaro, que entonces diriga el poco escrupuloso multillonario Franois Coty -al que Maurras calificaba de plutcrata-, y de la publicacin del panfleto La grande peur
des bien-pensants (1930), crtica feroz del mercantilismo de la clase poltica, de los extravos de la Iglesia y del "aburguesamiento" de Action franaise. Bernanos se convertira en un impostor y un falsificador para sus antiguos compaeros de armas que no comprendieron su posicin escptica ante las manifestaciones facciosas organizadas en febrero de 1934 por las organizaciones de extrema derecha, ni su denuncia a los crmenes franquistas durante la guerra civil espaola. En Palma de Mallorca (en las islas Baleares), donde se haba instalado con su numerosa prole, asisti al alzamiento de los nacionales que en un principio celebr y a los que despus tachara de utilizar mtodos que matan y violan en nombre de Cristo. Los grandes cementerios bajo la luna (1938) proclaman su desamparo frente a todas las traiciones, ya sean las del ideal cristiano, las del fascismo que corroe a Europa o las del viejo nacionalismo francs, extenuado y charlatn. Aunque la izquierda, en particular el joven Albert Camus, alabaron esta obra, las orientaciones de Bernanos no haban cambiado. Su anticonformismo no es sino una forma de afirmar sus creencias ni demcrata ni repblicano, ni de izquierdas ni de derechas, qu soy acaso? Soy cristiano. Grard Depardieu y Sandrine Bonnaire en Bajo el sol de satn, adaptacin de Maurice Pialat para el cine (1987). Un cristiano muy particular. Durante estos aos de ruptura con su ambiente poltico, Bernanos escribi la mayor parte de su obra novelstica en la que aparece esa fe exigente, absoluta, llena de renunciamiento. Bajo el sol de Satn (1926) opone dos tipos de espiritualidad: la ruda y austera del abad Donissan con la mundana e instruida de un clero cmodamente comprometido con su tiempo. Retoma este tema en filigrana en La impostura (1928): el abad Chevance exalta la spera santidad de los corazones simples mientras que el abad Cnabre, con su erudicin y sus fantasas de hombre de mundo, representa a una Iglesia que no sabe sino hablar a los estmagos. Esta mstica de la gracia vuelve a aparecer en La alegra (1929) y sobre todo, a travs de la agona casi crstica del cura de Ambricourt, en Diario de un cura rural (1936), una de las obras maestras de Bernanos. Publicado en 1946 pero concebido antes de la guerra, Monsieur Ouine desarrolla las obsesiones del autor sobre el Mal que se cierne en las mentes demasiado propensas a la abstraccin y sobre la redencin prometida a los humildes, a los santos annimos. Dilogo de carmelitas (1949), drama pstumo, nos muestra, encarnada bajo la fragilidad de Blanche, la imagen de una pureza de alma alcanzada a base de renunciacin. Durante los aos treinta, Bernanos es un hombre abatido. Europa se va a la ruina, ser castigada por sus errores, sus repetidas abdicaciones, sus despotismos sin Dios, sus democracias impotentes Decide marcharse a Paraguay en 1938, despus a Brasil, donde intenta recomponer sus finanzas explotando, sin gran acierto, unas haciendas. La alegra innoble con la que se acogi el acuerdo de Munich* lo desploma, el agotamiento espiritual de la Francia vencida en 1940 le abruma y la llegada a Vichy de una ridcula dictadura agrcola, aplaudida por sus antiguos compaeros polticos, le consterna. Toma partido por el general de Gaulle, al frante de la Francia libre, sin entrar en la Resistencia oficial. Desde Brasil observa los acontecimientos, se
indigna, vocifera, lanza imprecaciones. Sin embargo, la Liberacin no le llena de jbilo. Le disgusta la depuracin poltica que tiene lugar en Francia. Vuelve a Europa pero enseguida vuelve a marcharse, esta vez a Tnez, quejndose ahora de la ley de los vencedores. Su ltimo panfleto, Franais, si vous saviez, escrito a pesar de las primeras manifestaciones de la enfermedad que acabara con l, est muy en su lnea de acusador pblico. Por cuarta vez rechaza la Legin de honor y tambin la proposicin de ser miembro de la Academia francesa. Hasta el ltimo momento, Bernanos fue, en el sentido noble que l daba a esta palabra, un irrecuperable. Daniel Bermond Periodista de Lire * Por miedo a un conflicto con Hitler, las democracias occidentales permitieron la anexin del territorio checoslovaco de los Sudetes a la Alemania nazi. La Jornada jueves 9 de diciembre de 1999 Jean Meyer Los grandes panteones bajo la luna As se llama el reclamo vehemente presentado por el catlico Georges Bernanos, en 1938, a su Iglesia. En aquel entonces, ese valiente salv nuestro honor. Me temo que la Conferencia Episcopal de Espaa no lo haya ni ledo, ni entendido, como tampoco ha entendido lo que seala el Papa cuando dice que las Iglesias nacionales deben ``pedir perdn'', como l lo hace por la Iglesia universal desde hace 20 aos. Su ``perdn'' pedido es, literalmente, la profunda inclinacin o postracin seguida de la confesin del pecado y de la seal de la cruz. Quien pide perdn, no se justifica, no presenta un alegato con atenuantes, no se perdona a s mismo, mucho menos acusa. El jueves 2 de diciembre, el episcopado espaol public un documento intitulado La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XXI. Se puede leer en el sitio internet de El Pas. Sin indignacin ni desprecio -pas la edad-, con tristeza. A los obispos les falt valor y discernimiento. Su texto, a propsito de la guerra civil (1936-1939), de la implacable represin por parte de los vencedores, y de la compromisin de la institucin eclesial con el franquismo triunfante, sita a la Iglesia por encima de los errores de todos los espaoles. Pudo reconocer los errores de sus predecesores, sin insultarlos, y mucho menos insultar a los verdaderos mrtires; pudo seguir el camino trazado por el cardenal Tarrancn en 1971, con la mayora de la Conferencia Episcopal de la poca: ``No supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliacin, en el seno de nuestro pueblo dividido por una guerra entre hermanos'' (123 votos contra 113 y 10 abstenciones). Eso, en vida de Franco. No, los obispos de hoy dicen que la Iglesia tambin fue vctima y que no quiere establecer quin tiene que pedir ms perdn. La Asociacin de Telogos Juan XXIII y la Conferencia de Religiosos Espaoles (95 mil afiliados) protest enseguida que ``cargar la culpa sobre los espaoles de uno y otro bando es falsear la historia'', que la Iglesia tuvo ``una responsabilidad menor en el desencadenar de la guerra, mayor
en su radicalizacin y mxima en el rgimen dictatorial surgido de la guerra'' (J. J. Tamayo, telogo). Eso le hubiera dado gusto al padre Gallegos Rocafull, cannigo refugiado en Mxico, de quien esperamos publicar pronto, en la coleccin Clsicos Cristianos (ed. Jus), la obra indita: La pequea grey. Apuntes, para una historia religiosa de la guerra civil. Como le dio ms que gusto, en su tiempo, el grito de dolor de Bernanos. Bernanos, testigo de los grandes panteones, de los fusilamientos nocturnos en la isla de Mallorca, despus de denunciar el carcter religioso que la complicidad de sacerdotes y fieles acab dando a la ``cruzada'' sacrlega de Franco, exclama: ``por qu atacar esa Iglesia pecadora y que sufre, me dirn? Por eso mismo. De ella lo he recibido todo. El escndalo por ella causado me hiere en el alma, en la raz misma de la esperanza. No hay ms escndalo que el que ella da al mundo. () El mundo est lleno de miserables que ustedes (los obispos) han decepcionado. Nadie les aventara a la cara esa verdad, si ustedes consintiesen en reconocerlo humildemente. No les reclaman sus faltas; no vienen a quebrarse sobre sus faltas, sino sobre su orgullo. Ustedes contestarn, qu duda cabe, que orgullosos o no, ustedes disponen de los sacramentos por los cuales uno tiene acceso a la vida eterna, y que no se los niegan a quien se encuentra en estado de recibirlos. Lo dems es asunto de Dios. Qu ms piden? Dirn ustedes. Ay! ``quisiramos amar''. (p. 148 de la edicin francesa, Plon, 1962.)
LA REALIDAD DEL MALEN LA NOVELSTICA DE BERNANOS Nadie como George Bernanos mostr, en la literatura francesa de la primera mitad del siglo XX, la presencia del mal en la interioridad del hombre y del mundo, a tal punto que podra afirmarse sin dificultad que su narrativa es, en gran medida, un vasto comentario a lo que apenas un siglo antes el poeta de la vida moderna haba sealado: "Es ms difcil para la gente de este siglo creer en el Diablo que amarlo. Todos le sirven y nadie cree en l. Sublime sutileza del Diablo" (1). Fenomenologa de la modernidad que Bernanos prolonga en una meditacin sobre la diversidad de rostros posibles que el mal asume en el mundo contemporneo. No sorprende, entonces, que su primera gran novela, Bajo el sol de Satn (1926), fuera, para una sociedad signada por la decadencia espiritual, el reto inesperado de un escritor que, ms all de las categoras de la esttica moderna, intenta "hacer lugar a lo sobrenatural" en la existencia cotidiana. El propsito de este trabajo consiste en tratar de reconocer en la narrativa bernanosiana aquellos ncleos de articulacin textual que dibujan con mayor acuidad el espacio propio del tal ruta. Tres son los niveles elegidos para tal aproximacin, a saber: 1) la dinmica del mal; 2) las mscaras del mal; 3) la abolicin de lo humano. 1. La dinmica del mal En la filiacin de Baudelaire, Joseph de Maistre y Len Bloy, Bernanos tematiza en su novelstica la realidad del mal no slo como una forma ms, entre otras, de los actos humanos, sino ms especialmente como la modalidad renovada, siempre y cada vez, de la falta inicial que signa ab origine la naturaleza humana. En efecto, toda su
narrativa apela a una toma de conciencia del misterio insondable del mal as como de la participacin renovada que le cabe a cada hombre en el ejercicio de una libertad personal, que, por adhesin o rechazo, puede o bien ahondar la extensin del mal o bien promover su limitacin. Cuando, en Bajo el Sol de Satn, tiene lugar el encuentro nada azaroso entre Mouchette y Donissan -la joven homicida de diecisis aos y el cura de parroquia rural, poco hbil aparentemente para el ejercicio de su ministerio pero sostenido por una fe intensa- el autor abandona el ncleo de la intriga del prlogo, el homicidio cometido por Mouchette, para ahondar en la poderosa y profunda presencia del pecado original reiterada en el largo itinerario de existencias humanas solidarias en la servidumbre de la mentira, el error, la hipocresa y la injusticia. Lo que el sacerdote ve en la joven no es el acto puntual de su homicidio sino la oculta y devoradora fuerza del mal que avanza ineludible y violenta hacia el espacio ms dbil de la inocencia. El siguiente texto resume acabadamente esta idea: "Por doquier el pecado rompa su cscara y dejaba ver el misterio de su generacin: millares de hombres y de mujeres ligados por las fibras de un mismo cncer, y los terribles lazos retractndose, semejantes a los brazos amputados de un pulpo, tocando el ncleo mismo del monstruo, y as la falta inicial ignorada por todos, en el corazn de un nio..." (2) En Un crimen (1936), esta misma idea conduce y configura el relato reiterndose de manera explcita: "-Ahora veo que cada crimen crea en torno suyo una especie de remolino que atrae invenciblemente hacia si a inocentes o culpables, y del que nadie podra calcular anticipadamente la fuerza ni la duracin. S, seor, segua diciendo con una ansiedad creciente, el gesto ms insignificante desata un poder misterioso que arrastra en el mismo movimiento al criminal y a sus jueces, durante tanto tiempo como sea necesario para agotar su violencia, segn leyes que nos son desconocidas..." (3) El texto que precede podra servir de presentacin a la que, segn Albert Bguin, es la obra maestra de Bernanos, El seor Ouine (1943), personificacin del mal como esa "enorme aspiracin al vaco, a la nada" (4) que succiona literal y cotidianamente a personas, instituciones y cosas, extendindose en este caso, a la totalidad de una feligresa rural. La idea del "remolino devorador" alcanza en esta obra una extensin mxima, subrayando as no slo el triunfo del mal sobre la libre capacidad de aceptacin o rechazo en cada hombre sino tambin el profundo desorden que instaura en el ncleo ms interior de una comunidad. Es, sin embargo, Diario de un cura rural (1936) en donde esta idea madura en la meditacin sostenida del cura de Ambricourt. En efecto, el dilogo que marca la escena central del encuentro entre el joven sacerdote y la condesa del lugar -mujer a quien la muerte de un hijo muy pequeo, la indiferencia del esposo y la hostilidad creciente del su nica hija, han reducido al espacio hosco y silencioso de un resentimiento extremo- retoma esta idea del mal apuntada en los textos precedentes, pero ampliando ahora con mayor claridad el espacio de participacin real que cabe a cada hombre en el sostenimiento del justo equilibrio del mundo. Antes de ingresar a este ncleo textual, ser preciso recordar asimismo que Diario de un cura rural se abre con una aguda observacin del cura de Ambricourt frente a la tarea que le espera en su
nueva parroquia; observacin puntual acerca de la forma que toma el espacio sagrado en la sociedad actual. Veamos este primer texto: "Mi parroquia es una parroquia como las otras. Todas se parecen. Las parroquias actuales, naturalmente. Le deca ayer al padre cura de N, que el bien y el mal deben hallar all [en las parroquias] su equilibrio, slo que el centro de gravedad est ubicado bajo, muy bajo" (5) Dos primeras consecuencias se desprenden de este texto: 1) la existencia de verdaderos espacios sacros, lugares de confrontacin, por excelencia, para las dos fuerzas espirituales que se disputan constantemente la interioridad del hombre y del mundo; 2) la posibilidad clara de un desajuste real entre el bien y el mal precisamente en estos espacios, lo cual subraya la fisura creciente no slo en la voluntad del hombre, sino en la de la jerarqua eclesistica cuya misin consiste en ser el sostn espiritual de la historia. Pero, retornemos sin ms al dilogo central de esta obra, en donde las palabras del cura rural muestran este desplazamiento del "centro de gravedad", en el espacio sagrado de un alma singular. He aqu el texto: "Ella coloc sus dos manos sobre mi brazo y acerc su rostro al mo. - Pero es ridculo, Ud me habla como a una criminal. Las infidelidades de mi marido, la indiferencia de mi hija, su hostilidad ... todo esto no significa nada! [...] Es como decirme que yo soy la causa de todo. - Ah, seora, nadie sabe de antemano lo que puede salir, a la larga, de un mal pensamiento [...] La semilla del mal y del bien vuela por doquier. La desgracia mayor es que la justicia de los hombres interviene siempre demasiado tarde: reprime o siega actos, sin poder ir ms alto ni ms lejos que quien los ha cometido. Pero nuestras faltas ocultas envenenan el aire que otros respiran y tal crimen no hubiera jams madurado sin ese principio de corrupcin. - Esas son locuras, imaginaciones (ella estaba lvida). Si pensramos as no podramos vivir. - Ya lo creo, seora. Creo, efectivamente, que si Dios nos diera una idea clara de la solidaridad que nos liga unos a otros, en el bien y en el mal, no podramos vivir" (6) La nocin de solidaridad ntima, de comunin invisible pero real, en la naturaleza y en la intencin ms profunda, entre la totalidad de los actos humanos, es aqu manifiesta y confirma no slo la profunda y delicada confrontacin entre el bien y el mal, sino el grado de responsabilidad participativa -sea en una u otra direccin- que cada acto tiene en la constitucin de una justicia divino-humana que expresa la naturaleza de lo verdaderamente humano del hombre.
Por otra parte, este mismo texto abre al espacio de otra nocin cara a Bernanos: la de expiacin o reversibilidad de destinos, va de salvacin por la mediacin del amor.
SEMINARIO DE INICIACIN Una novela de Georges Bernanos: "Diario de un cura rural", nos cuenta la historia de un joven y humilde sacerdote de pueblo. Vivi unos aos en su aldea atormentado por su inmadurez humana, su precario estado de salud y sus escrpulos e inseguridad religiosa. Por causa de su salud, hizo un viaje a la ciudad y visit al mdico que, despus de algunos titubeos, le revel sin ambages que padeca un cncer ya casi en estado terminal. El pobre sacerdote se hundi moralmente. Deambul sin rumbo durante horas por las calles de la ciudad y, al fin, llam a la puerta de un compaero de seminario que viva en esa ciudad y que haca aos haba abandonado el sacerdocio. All le empezaron los sudores, los vmitos y los sntomas de una prxima muerte. Este trance se prolong por varias horas. Su amigo llam a un sacerdote de la parroquia ms cercana, pero ste tardaba en venir. Su situacin se iba deteriorando por momentos y pidi a su compaero que le absolviera, cosa que ste hizo con cierta reticencia. El joven cura rural cay en una semiinconsciencia. Su amigo, en un momento determinado, se crey obligado a expresarle el pesar que le produca el retraso del vicario de la parroquia que estaba a punto de privarle de los otros consuelos que la Iglesia reserva a los moribundos. "No pareci orme, cuenta el ex-sacerdote, pero algunos instantes despus su mano se pos sobre la ma, mientras su mirada me haca seal de que acercara mi odo a su boca. Pronunci entonces claramente, aunque con extraa lentitud, estas palabras que estoy seguro de transmitir exactamente: "Qu ms da. Todo es ya gracia". Creo que muri inmediatamente". A este pobre cura de pueblo le cost la vida entera llegar a descubrir la suprema de todas las sabiduras: todo es gracia. En ese momento huyeron de l todos los miedos,las inseguridades, los escrpulos. Era hijo de Dios, pero no haba disfrutado de ello. Lo saba perfectamente en su cabeza, pero en su corazn segua viviendo como un esclavo. Su lucha fue titnica y, al fin, fuera de su esfuerzo, se le revel la gran verdad con la misma sencillez y gratuidad, con la que acude el sueo a los ojos de un nio cuando su madre le acuesta. Este secreto se les revelar a todos los que busquen a Dios, a unos antes y a otros despus. Todo segn el designio y voluntad de Dios. La Renovacin carismtica aparece como uno de esos momentos y lugares donde Dios se digna revelar este secreto a muchas personas. Por pura gracia, sin mrito alguno de parte de nadie. En ella muchos hemos perdido los miedos, las inseguridades, los escrpulos. Hemos aprendido que las obras humanas, los esfuerzos, las violencias no salvan. Hemos conocido a un Dios que nos salva, no porque seamos buenos, sino porque l es bueno.
Sin embargo, no nos engaamos: todo es gratuito, pero al "precio" de la sangre, de la vida. Parece imposible hacer concordar estos dos trminos, pero el que lo vive sabe que no es difcil. En efecto, una gratuidad total, un amor total, requiere por parte de la otra persona una entrega total. A este curita le cost una vida de oscuridad alcanzar la gran revelacin; a otros se les revela antes y disfrutan de la libertad, de la alabanza, de la fraternidad; lo que no sea respuesta sincera el Amor lo ir devorando, porque la gratuidad es un fuego que lo consume todo. La Renovacin carismtica est llamada a vivir a estos niveles. Este es su ncleo y vocacin ms ntima. Y aunque la experiencia de nuestra pobreza de cada da nos impulse a rebajar el listn, no debemos hacerlo, porque este tema es obra de la gratuidad, no de nuestro esfuerzo, aunque se nos requiera la vida. Hay millones de personas en el mundo que testifican que ha sido en el Seminario de iniciacin, sobre todo en el momento de la efusin del Espritu, cuando se les concedi esta gran revelacin: "todo es gracia": gracia es predicar, gracia perdonar, gracia es atender a los pobres, gracia es el martirio, gracia es el cielo y el amor de Dios, y lo que de esto no sea gracia es casi nada.