Abades y Abadesas, B Olivera
Abades y Abadesas, B Olivera
Abades y Abadesas, B Olivera
1. Introducción
1 Abad emérito del Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles, Azul, Argentina.
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Todo lo que les voy a decir a continuación supone un principio del orden
de la gracia divina. La concepción benedictina del Abad y de la Abadesa se basa
en tres convicciones fundamentales:
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ABADES Y ABADESAS: NATURALEZA, CULTURA Y GRACIAS, Bernardo Olivera, OCSO.
2. Padre y Madre
La persona del Abad, según la Regla de san Benito, se caracteriza por tres
virtudes principales:
-Imparcialidad:
-Las diferencias entre los hermanos se basan en motivos
sobrenaturales (las buenas obras, la humildad, la obediencia y mérito
de la vida) y no en motivos naturales, como por ejemplo la condición
social (RB 2,17-22).
-Texto clave: En Dios no hay acepción de personas (Non est apud
Deum personarum acceptio, Rm 2,11, RB 2,20).
-Responsabilidad:
-El abad siempre debe recordar qué carga ha aceptado y ante quién
deberá rendir cuentas (RB 64,7).
-Consciente del hecho de que deberá rendir cuentas, debe disponer
todo con previsión y equidad (RB 63,3; 3,6, etc.).
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-Amor:
-Amará a todos los hermanos, aunque sea de acuerdo con los méritos
de cada uno (RB 2,17. 22)
-Ha de odiar los vicios y amar a los hermanos (oderit vitia, diligat
fratres, RB 64,11).
-En la corrección, buscará más ser amado que ser temido (studeat
plus amari quam timeri, RB 64,15).
-Mostrará, en la corrección, la bondad del padre (Pium Patris
ostendat affectum, RB 2,24).
Por otro lado, también podemos preguntarnos por qué Benito omitió la
referencia de la Regla del Maestro (2,30-31) al comportamiento “materno” del
abad. De igual modo, podemos preguntar cuáles son las características o las
virtudes básicas de la abadesa en un cenobio benedictino: ¿son las mismas que
san Benito propone para el abad?
Cada abad y cada abadesa tienen, por supuesto, sus propios dones
y limitaciones. Además, el hecho de ser hombre o mujer impone ciertos
condicionamientos, pero que no son totalmente determinantes. Sin embargo,
es bueno ser conscientes de las disposiciones fundamentales enraizadas en la
naturaleza humana y que son atribuidas a la maternidad y a la paternidad. En
pocas palabras:
Para Bernardo de Claraval, todo varón y monje que cumple una función
directiva debe poseer también y sobre todo cualidades maternas: afecto,
compasión, ternura, protección, nutrición.
“Escuchen esto los prelados que prefieren siempre que sus súbditos les
teman, pero no servirles. Aprended los que juzgáis la tierra. Entended
bien que debéis ser madres y no señores. Intentad que os amen, no que
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“…Quizá pregunten Uds. cuáles serán esos puntos que pueden surgir
en un Capítulo General mixto y que pueden comportar legítimas
diferencias psicológicas entre hombres y mujeres.
Uno que me viene inmediatamente a la mente es el modo de ejercer
la autoridad.
autoridad Antes de explicar esto es importante destacar que lo que
voy a decir conlleva ciertas generalizaciones y no pueden aplicarse
igualmente a todos los monasterios de la Orden. Puede haber
excepciones. Pero, en general, mi experiencia al visitar las casas de la
Orden me ha manifestado muy claramente que la autoridad se ejerce de
forma muy distinta en las casas de hombres y de mujeres.
Las Abadesas tienden a una relación muy personal con sus monjas.
Probablemente esto se debe a su instinto maternal. Ellas quieren saber
todo lo que sucede en sus casas y ser consultadas sobre todas las
determinaciones. Todo debe hacerse con su permiso. La mayoría de las
Abadesas ven a cada monja al menos una vez al mes para una entrevista
personal. Se acostumbra que cada monja, antes de la visita regular,
discuta con la Abadesa lo que va a decir al Visitador. Y después que la
monja ha estado con el Visitador, se espera que contará a la Abadesa lo
que el Visitador ha dicho, o al menos lo que ella piensa que ha dicho.
Por desgracia no suelen coincidir ambas cosas. Las encargadas del
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2.5. Constataciones
para mi huerto”; finalmente, otras optan lucidamente por una liberación personal
que incluye a todo el mundo, varones y mujeres.
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3. Conclusion “teológica”
María de Nazaret, la Madre del Señor Jesús, por la acción y la gracia del
Espíritu Santo, es también Madre de la Iglesia y de cada uno de sus miembros.
No hay nada mejor para todos aquellos que prestan el servicio carismático de la
autoridad monástica que ponerse bajo su protección para compartir la gracia de
su maternidad espiritual.
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