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La Depresión

Folleto educativo sobre la Depresión
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La depresión (el trastorno depresivo mayor) es una enfermedad común y grave

que afecta negativamente la manera de sentir, pensar y actuar. Por suerte, la


depresión tiene tratamientos eficaces, seguros y al alcance de las personas. La
depresión provoca sentimientos de tristeza o pérdida de interés en actividades
que antes disfrutaba. Puede traer diversos problemas emocionales y físicos, y
puede disminuir su capacidad para funcionar en el trabajo y en el hogar.

Los síntomas de la depresión pueden variar de leves a graves y pueden incluir:

 Sensación de tristeza o desanimo


 Pérdida de interés o placer por actividades que antes disfrutaba, como
pasar tiempo con amigos y seres queridos
 No ir a reuniones comunitarias por falta de energía o sensación de
tristeza
 Llegar tarde u olvidar citas por falta de motivación
 Recibir comentarios de amigos o seres queridos debido a cambios en el
aspecto o la higiene personal
 Cambios en el apetito: pérdida o aumento de peso no relacionados con
la dieta
 Problemas para dormir o dormir demasiado
 Pérdida de energía o aumento de la fatiga
 Aumento de la actividad física sin un propósito (por ejemplo, incapacidad
para quedarse quieto, caminar de un lado a otro, retorcerse las manos) o
movimientos o habla lentos (estas acciones deben ser lo suficientemente
graves como para que otros las puedan observar)
 Sensación de inutilidad o culpa
 Dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones
 Pensamientos de muerte o suicidio

Para que haya un diagnóstico de depresión, los síntomas deben durar al


menos dos semanas y deben implicar un cambio en el nivel de funcionamiento
con la cual vive su vida. Además, hay afecciones (por ejemplo, los problemas
de tiroides, un tumor cerebral o un déficit de vitaminas) que pueden asemejarse
a los síntomas de depresión, por lo que es importante descartar causas
médicas generales. La depresión afecta aproximadamente a uno de cada 15
adultos (6.7 %) por año. Una de cada seis personas (16.6 %) experimentará la
depresión en algún momento de su vida. La depresión puede ocurrir en
cualquier momento, pero en promedio, aparece por primera vez entre los
últimos años de la adolescencia y alrededor de los 25 años. Las mujeres son
más propensas que los hombres a sufrir depresión. Algunos estudios muestran
que un tercio de las mujeres tendrá un episodio de depresión mayor en su vida.
El factor hereditario influye en aproximadamente 40 % de los casos cuando los
familiares en primer grado (padres, hijos o hermanos) tienen depresión.

La depresión es diferente de la tristeza,


la aflicción o el duelo
La muerte de un ser querido, la pérdida del empleo o el final de una relación
son experiencias difíciles de sobrellevar para una persona. Es normal que
surjan sentimientos de tristeza o aflicción en respuesta a tales situaciones.
Quienes sufren una pérdida suelen describirse a sí mismos como "deprimidos".
Pero estar triste no es lo mismo que tener depresión. El proceso de duelo es
natural y único para cada persona, y comparte algunas características con la
depresión. Tanto el duelo como la depresión pueden implicar una tristeza
intensa y el abandono de las actividades habituales. También difieren en
aspectos importantes:

 En el duelo, los sentimientos de dolor vienen en oleadas, a menudo


entremezclados con recuerdos positivos de la persona fallecida. En la
depresión mayor, el estado de ánimo o el interés (placer) disminuyen
durante la mayor parte de un lapso de dos semanas.
 En el duelo, se suele mantener la autoestima. En la depresión mayor, los
sentimientos de inutilidad y desprecio por sí mismo son comunes.
 En el duelo, pueden aflorar reflexiones vinculadas con la muerte al
pensar o fantasear con “unirse” al ser querido fallecido. En la depresión
mayor, los pensamientos se centran en terminar con la propia vida por
sentirse inútil o no merecedor de la vida, o no ser capaz de sobrellevar el
dolor de la depresión.

El duelo y la depresión pueden coexistir. Para algunos, la muerte de un ser


querido, perder el trabajo o ser víctima de una agresión física o de un gran
desastre pueden ocasionar depresión. Cuando el duelo y la depresión ocurren
simultáneamente, el duelo se agrava y dura más que sin depresión. Distinguir
entre el duelo y la depresión es importante, y puede ayudar a las personas a
buscar la ayuda, el apoyo o el tratamiento que necesitan.

Factores de riesgo para la depresión


La depresión puede afectar a cualquier persona, incluso a quien parece vivir en
circunstancias relativamente ideales. Es posible que los hispanos o latinos se
enfrenten a barreras sistémicas e institucionales particulares que inciden en el
riesgo, como las barreras culturales, lingüísticas y financieras para acceder a
diagnósticos y recursos de salud, además de que busquen menos ayuda.

Varios factores pueden intervenir en la depresión:

 Bioquímicos: las diferencias en determinadas sustancias químicas del


cerebro pueden contribuir a los síntomas de la depresión.
 Genéticos: la depresión puede venir de familia. Por ejemplo, si un
gemelo idéntico tiene depresión, el otro tiene un 70 % de posibilidades
de tener la enfermedad en algún momento de su vida.
 Personalidad: las personas con baja autoestima, que se abruman
fácilmente por el estrés o que suelen ser pesimistas, parecen tener más
probabilidades de sufrir depresión.
 Factores ambientales: la exposición constante a la violencia, el
abandono, el abuso o la pobreza puede hacer que algunas personas
sean más vulnerables a la depresión.

¿Cómo se trata la depresión?


La depresión se encuentra dentro de los trastornos mentales con mayor
capacidad de tratamiento. Entre el 80 % y el 90 % de las personas con
depresión eventualmente responden bien al tratamiento. Casi todos los
pacientes logran bastante alivio de sus síntomas.

Antes de un diagnóstico o un tratamiento, un profesional de la salud debe


realizar una evaluación diagnóstica exhaustiva, que incluya una entrevista y un
examen físico. En algunos casos, se puede realizar un análisis de sangre para
asegurarse de que la depresión no se deba a una afección, como un problema
de tiroides o un déficit de vitaminas (revertir la causa médica aliviaría los
síntomas similares a la depresión). La evaluación identificará síntomas
específicos y explorará antecedentes médicos y familiares, así como factores
culturales y ambientales con el objetivo de llegar a un diagnóstico y planificar
un tratamiento.

Medicación
La química cerebral puede contribuir a la depresión de una persona e influir en
su tratamiento. Por este motivo, se pueden recetar antidepresivos para ayudar
a modificar la química cerebral de una persona. Estos medicamentos no son
sedantes, “calmantes” ni tranquilizantes. No crean hábito. Por lo general, los
medicamentos antidepresivos no tienen un ningún efecto estimulante en las
personas que no sufran depresión.

Los antidepresivos pueden generar alguna mejora dentro de la primera o


segunda semana de uso, pero tal vez no se vean los beneficios completos
hasta dos o tres meses después. Si un paciente siente poca o ninguna mejoría
después de varias semanas, el psiquiatra quizá modifique la dosis del
medicamento, agregue otro antidepresivo o lo sustituya. En algunas
situaciones, pueden ser útiles otros medicamentos psicotrópicos (estos son
medicamentos que se dirigen al sistema nervioso). Es importante que informe a
su médico si un medicamento no funciona o si presenta efectos secundarios.

Los psiquiatras generalmente recomiendan que los pacientes continúen con la


medicación durante seis meses o más después de que los síntomas hayan
mejorado. Se puede recomendar un tratamiento de mantenimiento a más largo
plazo para disminuir el riesgo de futuros episodios en el caso de determinadas
personas con alto riesgo. Conozca más sobre los medicamentos utilizados para
tratar la depresión aquí.

Psicoterapia
La psicoterapia, o "terapia de conversación", a veces se usa como único
recurso para el tratamiento de la depresión leve; en cambio, para la depresión
moderada a severa, la psicoterapia a menudo se usa junto con medicamentos
antidepresivos. La terapia cognitiva conductual (TCC) ha resultado eficaz en el
tratamiento de la depresión. La TCC es una forma de terapia que se centra en
la resolución de problemas en el presente. La TCC ayuda a una persona a
reconocer pensamientos distorsionados o negativos con el objetivo de
modificar los pensamientos y los comportamientos para responder a los
desafíos de una manera más positiva.

En la psicoterapia, puede participar solo el individuo, o bien, se puede incluir a


más de una persona. Por ejemplo, la terapia familiar o de pareja puede ayudar
a abordar los problemas dentro de estas relaciones cercanas. La terapia de
grupo reúne a personas con enfermedades similares en un entorno de
contención, y puede ayudar quien participa a aprender cómo los demás se
enfrentan a situaciones similares. Dependiendo de la gravedad de la depresión,
el tratamiento puede durar algunas semanas o mucho más. En muchos casos,
se puede lograr una mejora significativa en 10 a 15 sesiones.

Autoayuda y sugerencias para vencer


la depresión
Hay una serie de cosas que se pueden hacer para ayudar a disminuir los
síntomas de la depresión. Para muchas personas, el ejercicio regular ayuda a
generar sensaciones positivas y mejora el estado de ánimo. Dormir lo suficiente
de manera regular, seguir una dieta saludable y evitar el alcohol (un depresor)
también pueden ayudar a reducir los síntomas de la depresión. Fortalecer las
conexiones sociales pasando tiempo con seres queridos, trabajando como
voluntario y comunicándose con familiares o amigos en diferentes estados o
países, y buscando prácticas y conexiones espirituales o religiosas. Buscar un
equilibrio entre lo personal y lo laboral, hacer ejercicio físico, yoga, técnicas de
relajación, ejercicios de respiración, psicología positiva. Evitar automedicarse
con alcohol y drogas.

La depresión es una enfermedad real y hay ayuda disponible. Con un


diagnóstico y tratamiento adecuados, la gran mayoría de las personas con
depresión la superarán. Si tiene síntomas de depresión, un primer paso es
consultar a su médico de cabecera o a un psiquiatra. Hable sobre sus
inquietudes y solicite una evaluación exhaustiva. Este es un comienzo para
abordar sus necesidades con respecto a la salud mental.

Enfermedades relacionadas
 Depresión periparto (anteriormente, depresión posparto)
 Depresión estacional (también llamada "trastorno afectivo estacional")
 Trastornos bipolares
 Trastorno depresivo persistente (anteriormente, distimia; se describe
más abajo)
 Trastorno disfórico premenstrual (se describe más abajo)
 Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo (se describe
más abajo)

Trastorno disfórico premenstrual


(TDPM)
El TDPM se agregó al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales (DSM-5, por sus siglas en inglés) en 2013. Una mujer con TDPM
presenta síntomas graves de depresión, irritabilidad y tensión alrededor de una
semana antes de que comience la menstruación.
Los síntomas comunes incluyen cambios de humor, irritabilidad o ira, sensación
de abatimiento y ansiedad o tensión marcadas. Otros síntomas pueden incluir
disminución del interés en las actividades habituales; dificultad para
concentrarse; falta de energía o fatiga; cambios en el apetito, con antojos de
alimentos específicos; dificultad para dormir o dormir demasiado, o una
sensación de agobio o falta de control. Los síntomas físicos pueden incluir
sensibilidad o hinchazón en los senos, dolor articular o muscular, sensación de
“hinchazón” o aumento de peso.

Estos síntomas se inician entre 7 y 10 días antes del comienzo de la


menstruación y mejoran o desaparecen aproximadamente cuando la
menstruación comienza. Los síntomas provocan una angustia significativa y
problemas con el funcionamiento habitual o las interacciones sociales.

Para llegar a un diagnóstico de TDPM, los síntomas deben haber ocurrido en la


mayoría de los ciclos menstruales durante el último año y deben tener un
efecto adverso en el trabajo o el funcionamiento social. Se calcula que el
trastorno disfórico premenstrual afecta entre el 1.8 % y el 5.8 % de las mujeres
que menstrúan por año. El TDPM se puede tratar con antidepresivos, píldoras
anticonceptivas o suplementos nutricionales. Los cambios en la dieta y el estilo
de vida, como reducir el consumo de cafeína y alcohol, dormir lo suficiente,
hacer ejercicio y practicar técnicas de relajación, pueden ayudar.

El síndrome premenstrual (SPM) es similar al TDPM en cuanto a que los


síntomas ocurren entre 7 y 10 días antes de que comience el período de una
mujer. Sin embargo, el SPM implica menor cantidad y gravedad de síntomas
que el TDPM.

Trastorno de desregulación disruptiva


del estado de ánimo
El trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo es una afección
que se da en niños y jóvenes de 6 a 18 años. Se caracteriza por la presencia
de irritabilidad crónica grave que provoca arrebatos de mal humor graves y
frecuentes. Los arrebatos de mal humor pueden ser verbales o pueden implicar
comportamientos tales como la agresión física hacia las personas o las cosas.
Estos arrebatos son significativamente desproporcionados respecto de la
situación y no concuerdan con la edad de desarrollo del niño. Deben ocurrir con
frecuencia (tres veces o más por semana en promedio) y, normalmente, en
respuesta a la frustración. Entre cada arrebato, el niño tiene un estado de
ánimo constantemente irritable o está enojado la mayor parte del día, casi
todos los días. Este estado de ánimo es perceptible para los demás, como
padres, maestros y compañeros.

Para realizar un diagnóstico de trastorno de desregulación disruptiva del estado


de ánimo, los síntomas deben estar presentes durante al menos un año en al
menos dos entornos (por ejemplo, en el hogar, la escuela, con los compañeros)
y la afección debe comenzar antes de los 10 años. El trastorno de
desregulación disruptiva del estado de ánimo es mucho más común en varones
que en mujeres. Puede ocurrir junto con otros trastornos, como la depresión
mayor, el déficit de atención o hiperactividad, la ansiedad y los trastornos de la
conducta.

El trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo puede tener un


efecto significativo en la capacidad del niño para funcionar y en la familia. La
irritabilidad crónica grave y los arrebatos de mal humor pueden perturbar la
vida familiar, hacer que al niño o joven le resulte difícil entablar o conservar
amistades, y causar problemas en la escuela.

El tratamiento generalmente implica psicoterapia (terapia cognitiva conductual)


o medicamentos.

Trastorno depresivo persistente


Una persona con trastorno depresivo persistente (anteriormente conocido como
"trastorno distímico") presenta un estado depresivo la mayor parte del día, la
mayoría de los días, durante al menos dos años. En niños y adolescentes, el
estado de ánimo puede ser irritable o deprimido, y esta situación debe
continuar durante al menos un año.

Además del estado depresivo, los síntomas incluyen:

 Falta de apetito o comer en exceso


 Insomnio o hipersomnia
 Falta de energía o fatiga
 Baja autoestima
 Dificultad para concentrarse o tomar decisiones
 Sentimientos de desesperanza

El trastorno depresivo persistente a menudo comienza en la niñez, la


adolescencia o en los primeros años de la edad adulta, y afecta
aproximadamente al 0.5 % de los adultos en los Estados Unidos cada año. Las
personas con trastorno depresivo persistente muchas veces describen que
tienen tristeza o "el ánimo por el suelo". Dado que estos síntomas se han
convertido en parte de la vida cotidiana del individuo, tal vez este no busque
ayuda, simplemente dé por sentado que "siempre ha sido así". Los síntomas
causan una angustia significativa o dificultad en el trabajo, las actividades
sociales u otras áreas importantes de funcionamiento. Si bien el efecto del
trastorno depresivo persistente en el trabajo, las relaciones y la vida cotidiana
puede variar ampliamente, las repercusiones pueden ser tan importantes como
las del trastorno depresivo mayor o más que ellas.

Un episodio depresivo mayor puede preceder al inicio del trastorno depresivo


persistente, pero también puede surgir durante un diagnóstico previo de
trastorno depresivo persistente (y superponerse a este).

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